DEPORTES Venezuela se destaca en juegos escolares /14
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CULTURA Protestan uso de pieles de animales /16 SÁBADO
4 DE DICIEMBRE DE 2010 / AÑO 2 / Nº 480 / CARACAS, VENEZUELA
PARTICIPACIÓN PEDRO MARÍN NOS ESCRIBE DE PETARE BUHONEROS SE ADUEÑARON DE AV. PRINCIPAL DE PALO VERDE /6
11 alcaldes y dos gobernadores se eligen mañana
Censo para asignar viviendas a familias más necesitadas
Ayer se instalaron las mesas en centros electorales y las máquinas fueron distribuidas el pasado jueves sin mayores inconvenientes, pese a las incesantes lluvias registradas en el territorio nacional los últimos días. /9
> Alcaldía de Caracas, Gobierno de Distrito Capital y autoridades militares elaboran coordinadamente el censo para otorgar viviendas a las familias damnificadas por las lluvias que realmente las necesiten > Hubo desalojos preventivos en el sector Macayapa en Los Frailes de Catia > Continúan los despejes de las vías > El teleférico Waraira Repano reanuda hoy operaciones > Consejos comunales de Altavista se mantienen en alerta > Realizan operativos de cedulación y actividades deportivas y culturales en los refugios
Denuncian fraude Marchan en Haití para pedir anulación de elecciones > Unos tres mil manifestantes salieron a las calles de Puerto Príncipe junto a dos de los aspirantes a la Presidencia. > Se espera que el próximo martes se den a conocer los resultados de las votaciones, donde también se eligeron 11 senadores y las 99 curules de la Cámara de Diputados /11
Hoy Letras CCS 2. La poesía de Armando Rojas Guardia, ensayo de Miguel Márquez 4. Murieron por ser pobres, poema José Juan Requena
SÁBADO 4 DE DICIEMBRE DE 2010 / CIUDAD CCS / AÑO 1 N° 29
Narrativa
No era la luz desde la boca del estómago, una oscura molestia por su irresponsabilidad, por no ser un buen padre para Carolina, por no haber sido jamás un buen esposo. Eugenia cae boca arriba, con la mirada fija en el techo. Entrecerrando los párpados, coloca ambas manos detrás de la nuca e intenta liberar la tensión acumulada en sus hombros y su cuello. La imagen de Alberto sigue fija en su mente. No el Alberto con el que me casé -piensa- a ése ya no lo recuerdo. Pero sabe que miente, que ambas flotan en su cabeza como fantasmas: ese hombre joven, gentil y fuerte, que la hacía sentirse segura, y que fue dando paso a un tipo, incompetente como marido, desconsiderado y egoísta, del cual se vio forzada a divorciarse. No puede evitar sentir rencor por ese hombre, que al final resultó un completo desconocido, que la dejó sola en un matrimonio fracasado. Eugenia se frota los párpados y las cejas, adoloridas por el cansancio y el estrés. Abre los ojos, y se da cuenta, de que hace más de media hora que los vecinos apagaron la luz. Sólo el débil destello de la luna cae pálidamente sobre las paredes y los objetos. Fijando la mirada en la profunda oscuridad del techo de la habitación, Eugenia no puede sino aceptar, vencida, que esa noche, ya no podrá dormir.
Por Marianne Díaz Hernández (Altagracia de Orituco, Guárico. 1985)
En la vacía inmensidad de su cama matrimonial, Eugenia da vueltas a un lado y al otro, se cubre la cara con la almohada y refunfuña. A punto de asfixiarse, aparta la almohada con furia. La luz del porche de una casa vecina se cuela por la ventana, y, golpeándola en el rostro, no la deja dormir. En medio de su frustración, Eugenia intenta determinar hacia qué vecino debe orientar su ira. Si la luz es de los Carnevalli, han de haber olvidado apagarla. Si pertenece, en cambio, a los Martínez, es otra cosa: han de estar sentados en el porche, charlando, bebiendo, o jugando cartas –quizás todas las anteriores- y por ende, Eugenia siente que el impedirle conciliar el sueño, tiene algo de adrede, que incrementa su rabia. Decide que la luz proviene del porche de los Martínez, que son, por supuesto, unos desconsiderados –y si no lo eran, acaban de pasar a serlo, por obra y gracia del insomnio de Eugenia-. Los Martínez, como es lógico, siempre fueron amigos de Alberto –los desconsiderados se entienden entre sí, piensa- y se alinearon en su bando cuando ocurrió el divorcio. Desde entonces, no la invitan a sus reuniones; ni siquiera la saludan al encontrarla en la calle. Como si hubiera sido culpa mía, piensa Eugenia, y se da vuelta de nuevo en la cama. Si se apoya sobre el costado izquierdo, la luz no le da en el rostro. Pero no puede dormir sobre ese lado, simplemente no puede; encontrar una posición cómoda le es imposible. Después de diez años de dormir del lado derecho de la cama, sobre su costado derecho, mirando hacia la ventana, no ha podido recobrar la naturalidad de dormir sola; aún siente que algo restringe su libertad de extender su cuerpo sobre el enorme colchón king size. Entonces, Eugenia se gira de nuevo y frunce los párpados, enojada. Intenta no mirar hacia la ventana. Más allá de los pies de la cama, la luz alcanza a iluminar débilmente el rincón del clóset, donde un par de zapatos de mujer –zapatos cerrados, negros, de tacón alto- reposan solitarios. Eugenia no puede evitar pensar que hace apenas un par de años, los zapatos que había siempre en ese rincón eran zapatos de hombre, y cómo ella se quejaba todo el tiempo de que
Gota de agua sobre la nieve rosa. Miró. 1968. Alberto no los guardaba donde correspondía. En el transcurso del tiempo, ha dejado de importarle semejante detalle, -principalmente porque si los zapatos se encuentran ahí es porque ahí los ha puesto ella- pero en aquel momento, en aquellos tiempos de escrutadora vigilancia, todo constituía una señal evidente de la falta de consideración, del desamor, del progresivo abandono de Alberto. De una u otra manera, todas estas pequeñas cosas –los zapatos abandonados en el rincón, el lavamanos sucio después de afeitarse, los platos sin fregar, los aniversarios olvidados- se iban aglomerando en una mucho mayor, en una enorme muralla que fue construyéndose entre los dos, mientras se acumulaba el rencor, la rabia, dentro de Eugenia, que parecía perseguir motivos para recriminarle a Alberto cada minucia cotidiana. Eugenia se llenaba de odio. Alberto se alejaba. Cada vez estaba menos en casa, cada vez llegaba más tarde, le dirigía la
palabra cada vez menos. Llegaron a no hablarse, no como producto de alguna pelea, de una guerra de hielo, sino como consecuencia lógica de su prolongado alejamiento. Entonces Eugenia quiso el divorcio. Él no se negó a dárselo, pero sí a la separación de bienes. Lo quería todo. Hubo que recurrir al litigio. Fue largo, agotador y doloroso, pero al final Eugenia obtuvo lo que le correspondía. Sin embargo, aún no he logrado que pague la pensión alimentaria para Carolina, piensa Eugenia, virándose boca abajo y hundiendo el rostro en las almohadas. Siente el cansancio clavándose en los hombros, en el cuello y en la parte baja de la espalda. La tirantez en su nuca no le permite quedarse en la posición adquirida. Se da vuelta hacia la derecha, pensando en Carolina y en lo difícil que fue lidiar con ella durante el proceso de divorcio. Aún no es fácil. Piensa en Carolina, que está esa noche en casa de una amiga; pero sobre todo piensa en Alberto, y siente una molestia que sube
Marianne Díaz Hernández. (Altagracia de Orituco, Guárico, 1985). Escritora y abogada. Coordinó la Sociedad Cultural y Literaria Torre de Ficciones, y dirigió la revista digital Ficcionaria. Participó en el taller de creación literaria dictado por Monte Ávila Editores en 2006. En 2007 ganó el Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención Narrativa, con su libro Cuentos en el espejo, publicado en 2008 por dicha editorial. Formó parte de la antología GiraPoema 2008. Participó en la II Semana de la Nueva Narrativa Urbana, organizada por la Fundación Cultural Chacao, y forma parte de la compilación “Quince que cuentan” (Fundación para la Cultura Urbana, 2008), así como de la antología de narrativa venezolana “Zgodbe iz Venezuele” publicada en Eslovenia (2009) por la editorial Sodobnost. Obtuvo la cuarta mención de honor en el 1º Concurso Internacional de Cuentos de Viña del Mar. Ha colaborado con publicaciones impresas y digitales como Ficción Breve Venezolana, Letralia, Letras, Revista Arcoiris (Francia), Awwtar (Armenia), Clarimonda (México), Alenarte, entre otras.
Por encima de las dificultades la ayuda continúa llegando al estado Falcón, declarado en emergencia por las fuertes lluvias. En la gráfica un helicóptero de la Fuerza Armada descarga parte de la ayuda requerida para los damnificados que el voluntariado socialista llevará hasta los refugios. Desde Tucacas, el presidente Hugo Chávez anunció al visitar a los afectados, que decretará zona de excepción en la región y ordenó efectuar estudios para la construcción de nuevos diques. FOTO JACK BOCARANDA/AVN /3, 4, 5, 9, 10 y 20