IX. El Origen del Mate Burilado En el siglo XVI la orden jesuita, en sus misiones ubicadas al sur de nuestro continente, reveló el consumo de una infusión proveniente de un árbol llamado caá, el cual poseía particulares propiedades curativas y estimulantes a la vez, que se bebía en calabazas secas llamadas por los nativos con el nombre de caiguá empleando canutos de caña para absorber el líquido de estos recipientes. Posteriormente, el consumo de esta bebida fue extendida alrededor del Virreinato del Perú por los jesuitas, quienes conocían en estas latitudes al calabazo con el nombre de mate, nombre que empezó a tomar relevancia al punto que no solamente se denominaba de esta forma al recipiente sino también a la bebida; el término caló tanto que se le denominaba mate, yerba mate o “té de los jesuitas”, bebida que de esta manera se convierte en predilecta no sólo de las comunidades nativas sino de las clases aristocráticas. En 1545, con el descubrimiento del gran yacimiento argentífero del Cerro de Potosí, se originó una prosperidad económica que se dio a lo largo del periodo colonial; de esta manera la plata se ve asociada a la vida colonial del Perú y la platería artística no solamente fue empleada en la producción de objetos religiosos sino que también fue utilizada para decorar elementos de uso habitual de la sociedad de ese entonces; así, el mate es ornamentado con plata llegando a convertirse en una pieza utilitaria de la sociedad virreinal. En esta etapa el mate empieza a burilarse debido a que las decoraciones no sólo se realizan en las aplicaciones de plata, sino que el orfebre emplea la técnica del burilado sobre el mate, tal como se realiza sobre la plata.
Plato del Bajo Mantaro con escenas urbanas, siglo XIX / Museo Nacional de la Cultura Peruana.
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Azucarero de Huanta, con escenas de la Guerra con Chile y la expedición a Huanta, año 1927 / Museo Nacional de la Cultura Peruana.