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diciembre 2013

playa del carmen, qroo. no. 2

$20

sin tim贸n y en el

delirio




Fichas............................................................................................................................................................................ 6 Editorial........................................................................................................................................................................8 Nasty (Hugo Abraham Wirth)............................................................................................................................................... 10 Mariano (Paula De Rosenz Weig)............................................................................................................................................... 15 El テ]gel de la Tormenta (Liliana V. Blum)....................................................................................................................................................... 16 Vidamarga (Roberto Cuevas)......................................................................................................................................................... 18


Directorios (Antonio calera-grobet)............................................................................................................................................24 poscorrientismo (breve muestra de una pandilla autonodenominada poscorrientista) Selección e introducción: Jesús Rito García........................................................................................................... 26 Obra gráfica (Daniela Yunis Salinero).......................................................................................................................................... 36 Selección de poemas (Claudia Puente Navarro)......................................................................................................................................... 40 guerrilleras viajar para seguir viviendo un documental sobre la guerra civil en el salvador................................................................................................43

Revista de literatura y arte. Los textos publicados son responsabilidad del lector. Registro en trámite. revistacirrosis@hotmail.com. Playa del Carmen, Quintana Roo, México.

Impresa en 1a Sur, mza. 227. Col. Ejidal. C.P. 77710. Playa del Carmen, Quintana Roo, México.


e t r A d a d i v i t a e r C

anzi Bruna Av h Marco Ya

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C ed o itons riaejo l

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c e r i dtorio Hugo Wirth (1981, México, DF)

Claudia Puente Navarro (1975, México, DF)

Dramaturgo, editor y periodista cultural. Ha sido distinguido con tres premios nacionales de dramaturgia: Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Nuevo 2002, convocado por la SOGEM, UAM, IPN y Secretaría de Cultura del DF; Premio Nacional Manuel Herrera 2003, y Premio Nacional de Dramaturgia UAM-U. de G.-SCGDF 2013. También obtuvo mención honorífica en el Premio Nacional Manuel Herrera 2009. Fue becario del Goethe Institut Mexiko para una residencia en Berlín por la Fundación para las Letras Mexicanas 2008-2009 y del Programa Jóvenes Creadores del FONCA 2009-2010.

Licenciada en Literatura y Ciencias del Lenguaje, egresada de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha publicado Cielo lícito, la muerte (Parque Lira, 2000), traducido al rumano en Convorbiri literare (2002), antologado en Espiral de los latidos, (Conaculta, 2003), TunAstral (2004), Oráculo de poesía (2004), Anuario de poesía mexicana 2005 (Fondo de Cultura Económica), Anuario de Jóvenes creadores (FONCA, 2006). Becaria de los apoyos Artes por todas partes y Jóvenes Creadores del FONCA, en el área de poesía. Promotora literaria en instituciones públicas y privadas.

Antonio Calera-Grobet (1973, México, DF)

Liliana V. Blum (1974, Durango, Dgo.)

Escritor y barman en Hostería. Es autor de ¡Carajo! Personas, animales y cosas en el fin del mundo (2012), Cerdo ( 2011), Gula (2010) y de la novela En la cúpula de Globe (2003). Ha sido colaborador de diversos diarios y revistas de circulación nacional. Actualmente escribe las columnas Coma y punto, de la revista Variopinto, y El Paseante, del a revista El Jolgorio Cultural. Es editor de Mantarraya Ediciones y miembro del colectivo de crítica política La Sensacional Inoperante.

Estudió Literatura Comparada en la University of Kansas y una Maestría en Educación con especialidad en Humanidades por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ha publicado cuentos, ensayos y una colección de relatos (realizados con el apoyo de la beca de Jóvenes Creadores otorgada por el FONECAT en 2001). Ha obtenido la Beca Jóvenes Creadores otorgada por el FONCA. [6]

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Fich


Roberto Cuevas (1957, México, DF)

Óscar Tanat (1984, Oaxaca, Oax.)

Estudió la desaparecida Licenciatura en Pornología de la UAVJO y la Maestría en Lingüística Aplicada al Cuerpo en la reconocida Universidad de Braga. Ha publicado en numerosos suplementos culturales como: Luchas Libres, Arena Dentro y El Ciclo Menstrual. En 2009 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven “Juan Camaney”. No ha sido invitado a ningún festival oficialista de literatura dado su reclutamiento en las filas del poscorrientismo

Escritor, de un número breve de obras breves; narrador oral escénico y productor de radio. Premio Nacional de Radio, en 1983. Premio Iberoamericano Chamán-Ciudad de México, de Narración Oral Escénica, en 1997. Ganador en dos ocasiones del Premio Alejandrina, en 2000, por cuento y en 2004 por poesía. Coordinador de diversos talleres literarios.

Daniela de Lourdes Yunis Salinero (1981, Santiago de Chile)

Saúl Díaz Parra (1979, Oaxaca/Puebla)

Fotógrafa chilena egresada de la Escuela de Foto Arte de Chile. Al finalizar sus estudios realiza una ayudantía en la Cátedra de Sinéctica y Figura Humana. Ha participado en cursos de Historia del Arte y Fotografía de la Universidad Católica de Chile, y en una tutoría de video arte en la UNIACC. Realiza trabajos en fotografía sobre sadomasoquismo, anonimato, vida, muerte, realidad y descomposición animal, entre otros temas. Actualmente reside en España.

Poeta, novelista, periodista y traficante de huevos de tortuga para sobrevivir. Es el creador del poscorrientismo y no se siente orgulloso de ello. Ganó el segundo lugar en el concurso de poesía [c]oral con su grupo de 3er año, en la primaria “Hermanos Flores Magón”. Autor de la novela Serpiente de piedra, 2008; el poemario La gloria de los reptiles y próximamente saldrá a la luz su segunda novela intitulada Bitácora Posc.

Paula de Rosenzweig (1995, Querétaro, Qro.)

Jesús Rito García (1980, Oaxaca, Oax.)

Es alumna del Taller de Narrativa de Talleres Tinta Creativa, impartido por Roberto Cuevas, en Querétaro.

Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana, poeta y editor. Autor del poemario Recuerdos que no emigran, Pharus/Praxis, 2008. Ha participado en diversas antologías: Práctica poética, Ediciones a mano, 2001; Catálogo de artistas en Oaxaca, tomo II, Casa de la cultura de Oaxaca, 2003; Manuel Gutiérrez Nájera 111, la hermandad de la uva, los absolutistas editores, 2005; Pie de foto, catálogo de fotografía y poesía, Nueva Babel, 2010. Es creador y director del proyecto Editorial Pharus de Oaxaca.

Victoria Montero (Buenos Aires, Argentina)

Diseñadora y fotógrafa. Realiza el documental Guerrilleras.

Rebecka Bíró (Malmö, Suecia)

Realizadora audiovisual y fotógrafa. Realiza el documental Guerrilleras.

Alfonso Carballo (1979, Tehuantepec, Oax.)

César Jiménez García, Mahra Ramos y Andrés León

Poeta, promotor cultural y librero. Es autor del poemario Personalísima antología, poemas reunidos (Oaxaca, 2007), patrocinado entre otros por la Proveedora Escolar de Oaxaca y el Rincón del Libro. Su obra –junto a la de poetas y narradores nacidos entre 1975 y 1986– fue incluida en la Muestra de Literatura Oaxaqueña Joven que la revista Salamandra de Oaxaca editó en 2010 en una versión digital. Su obra también fue seleccionada para integrar el volumen colectivo Una Mirada a la Poesía Joven de Oaxaca, de circulación próxima bajo el sello editorial Pharus y Praxis. Es firmante del Movimiento poscorrientista de poetas oaxaqueños y del Directorio de creadores y promotores culturales de Juchitán (Prodici/ Conaculta-Oaxaca, 2009).

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Poetas posiblemente nacidos en Oaxaca. Sobre su vida y trayectoria nada sabemos. De estos autores sólo se ha dicho que han participado en lecturas de poesía en Oaxaca y que pertenecen al grupo de los poscorrientistas. Los poemas que publicamos en este número son parte de la selección de poscorrientistas que hizo Jesús Rito García. Cualquier información que se tenga sobre los autores agradeceremos sea colocada en la página de la revista.

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sólo sobreviven los que viajan sin motivo

soy el pasajero de este viaje sin boleto de regreso las entradas al cine están agotadas los teatros cerrados las calles nos esperan en este hormiguero de sujetos despreciables de mujeres que maquillan la noche con su risa recorro los límites de la ciudad de un extremo a otro no hay escondites seguros viajo por los abismos de tus labios visito las infantiles manifestaciones de tu odio las repetitivas elucubraciones de tu amor el mar es un temblor de la noche un escupitajo de los astros un espejo del camino soy el pasajero con destino a ninguna parte en este tren sin música para dormir a las bestias hay quien quiere escapar cambiar de vagón pero permanecemos fotográficos insobornables en nuestro desprecio con las linternas del espíritu apagadas descompuestas las bombillas de la mente insignificantes bajo cielos azules cada vez más obsoletos entre bosques interminables cada vez más despreciables [8]

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entre la nieve de una novela con olor a madera quemada en estos vagones selváticos como pensar en el deseo en la mujer que alguna vez soñé en este disfraz de pasajeros para vagones húmedos desérticos sin pasado salvajes citadinos fracturados sin reglas en este viaje de velocidad incandescente las luces de los hoteles se estiran como las rayas blancas de la rabia sin conductor ni vías alternas pasajeros de la misma galaxia del mismo universo sin respuestas en la misma nada donde nada se esconde ni aparece así nomás y da igual si intentas escapar saltar este vagón va en otro vagón este tren es pasajero de otro tren puedes percibirlo a través de la ventana las ciudades son el fracaso de nuestro destino viajamos juntos inevitablemente sin hogar ni descanso entre los fragmentos de la luz y la oscuridad

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Ella espera.

Él espera. Fuma un cigarro con dificultad. Se nota nervioso, cansado. Mueve su cuerpo, se estira, se despereza. Toca su panza, hace el ejercicio de meterla lo más que puede. Se relaja y la panza adquiere nuevamente su volumen.

Está frente a mí, justo detrás de la puerta. Como siempre, respira… No, eso no es una respiración normal. Jadea. Está excitado. Por su mente están pasando una gran cantidad de imágenes sucias, usándome, apretando mis nalgas, metiéndome un dedo en el culo, que está abierto, palpitante, lubricado.

Ella no va a querer estar contigo así, con esto. A veces no me alcanzo a ver la verga. Ella está acostumbrada a cabrones más… No sé, nunca la he visto con alguien.

Golpea la puerta, vamos.

Se acerca a la puerta, parece que va a tocar. Se arrepiente y se aleja un poco. Pero seguramente no le gusto.

¿Y si toca la puerta? ¿Si abro, lo beso y resulta que no es lo que yo espero? ¡Qué tal si no sabe coger! Ella se aleja de la puerta.

¿Y quién me puede asegurar que no le gusto? Me he fijado cómo me mira. Se ve que quiere algo serio y que no es de esas…

No importa. Mientras la mantenga parada mientras me la mete. No es mucho pedir. Con que dure cinco minutos dentro.

Con ella intentaría algo serio, lo que jamás he intentado. Yo creo que es momento, a mi edad va a ser más difícil sentar cabeza.

Bueno, con que dure dos minutos.

Y mi cuerpo ya casi no tiene forma. Con ella lo intentaría. ¿Quieres algo serio en vez de un palito esporádico? Está bueno. Pero vamos a coger diario.

Con un minuto está bien, carajo.

Aunque traigas la mermelada a chorros, con vampirazo y todo.

Es un tipo desagradable, panzón, desaliñado, prieto. Pero debe ser tan vulgar, atascado, cojelón.

Intentaré ser romántico, recordar nuestros días especiales.

Si no tocas la puerta ahora, voy a volver a la cama a meterme el dildo

Te llevaré a cenar una vez al mes.

Ven a usarme, fóllame duro. Puta madre, que si estoy caliente.

Bueno, tal vez dos veces al mes, dependiendo de cómo me vaya. Él se agacha, se asoma debajo de la puerta. Se incorpora y se recarga en la puerta.

¿Y qué tal si sólo viene a preguntarme algo? Cualquier cosa, no [10]

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sé. Y yo así, vestida como puta.

¿Qué haces ahí? Vas a salir, seguramente. Esos zapatos altos… Es viernes por la noche. Es lógico.

Ella se asoma por la mirilla. Ahí sigue. Se ve cansado. ¿Y si está enfermo? No vaya a pegarme su resfriado o… una infección. Mierda.

Podríamos salir. Yo te invito. O si ya tienes planes, puedo acompañarte. Tu esclavo por esta noche.

Hay que cambiarse de ropa ahora. Ahora. Muévete, estúpida. Es que es tan excitante esto. Me gustaría que me viera así. Puerca exhibicionista.

Nada de cochinadas. No seré esclavo ni nada de jueguitos raros. Empezaremos algo serio, algo bonito.

Lo compré para ti, ¿te gusta? Estaba indecisa, había uno de aeromoza, azul con un sombrerito. Pero las monjas en tacones y falditas se ven bien, ¿no crees?

Soy malo en esto de relacionarme con… Tengo algunos problemas psicológicos pero nada grave. Son cosas de autoestima, siempre me he sentido menos…

Sólo quiero gustarte lo suficiente. No tanto, porque quiero que dures más de cinco minutos.

Pero estoy empezando una terapia. Le platiqué a mi doctor de ti. Le comenté muy preocupado que me la paso observándote. Tenía miedo…

Sólo sexo y ya. Me compro lo que quieras, no digo nada, no te reclamo, ni te hago escenas de celos como acostumbro. Sólo sexo.

Pensé que tal vez no es tan normal que un tipo se la pase horas afuera de tu puerta sin poder tocar.

Tres años sin que me la metan. ¿Crees que si no estuviera desesperada me pondría así tan fácil con un tipo panzón y feo como tú?

He leído que algunos asesinos empiezan a matar así. Se obsesionan con alguien y de repente… Las violan, las mutilan, las cortan en cachitos.

Pero me pongo a pensar en todo lo que me harías con tu lengua, tus manos, las partes más obscenas y sucias de mi cuerpo en las que meterías tu nariz.

Pero no quiero que te lleves una mala impresión de mí. No soy de esos, simplemente quise prevenir.

Asfixiarte mientras me siento en tu cara, así vestida de monja… ¿Por qué no tocas la puta puerta?

El caso es que mi terapeuta me dijo hoy por la tarde: Vas a acercarte a la puerta del departamento donde vive esa muchacha. Tocarás y vas a invitarla a salir. Intentarás platicar con ella sin que cruce por tu mente ningún pensamiento obsceno o pervertido, tampoco te sentirás superior o inferior a ella por tus capacidades intelectuales o defectos físicos. La llevarás de vuelta a casa y te irás a dormir sin tocarte los genitales.

Ella empieza a tocarse el vientre.

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Ella tiene un orgasmo. Moja el piso.

Así que decidí hacerle caso a mi doctor porque creo que tiene razón. Es viernes en la noche y… Tal vez es mejor que venga otro día porque no creo que estés de buen humor. Digo, a veces los viernes en la noche son duros porque toda la semana ha estado cargada de traba…

Carajo.

Pedazo de imbécil. ¿No podías esperar un poco?

¿Esperar? ¿La próxima semana estará bien? No, ya sé que no estás hablando conmigo así que eso que dijiste no tiene nada que ver con lo que estoy pensando. Pausa. Voy a irme a casa ahora. Ha sido mala idea. Tus zapatos son bonitos y me gustaría poder decírtelo. Quitarlos de tus pies y besarlos. Tus dedos, meterme uno por uno y decirte que soy tu esclavo… Soy buen esclavo.

En cualquier momento él iba a tocar la puerta.

Son tres años sin sexo, es comprensible. Voy a limpiar esto. Tengo que…

Mi ex novia puede dar buenas referencias mías como esclavo. Y ella era una buena ama. Pero no debería estar hablando de esto.

Aún tengo ganas pero… Ya no es lo mismo. Qué estúpida. Ella se quita el calzón mojado y lo avienta. Así está mejor. Me siento más fresca y es más fácil para ti. Muy bien, respira. Pausa. Relajación.

Estoy muy cerca de superarlo. Nada de pensamientos obscenos no tocarme mis partes ni amarres ni cera en el cuerpo ni mordazas.

Él pega la oreja en la puerta.

Ella empieza a llorar. De verdad, no sé por qué lo hago pero no puedo controlar… Eso. Es que, al principio a todos mis novios les gustaba pero… Es horrible que pase eso cuando una mujer se viene. Ya basta. Tranquila. No necesita entenderlo, es sólo sexo, no es tu novio, no quieres nada con él, todo lo que vas a hacer a partir de hoy es sólo por ti y tu sexualidad y…

Ya no soy tan atractiva. Y ya decidí que ni quiero tener hijos, mu-

Él se asoma debajo de la puerta. Definitivamente creo que es un mal momento y no quiero ser inoportuno. La próxima semana le diré al doctor que lo intenté pero que estabas indispuesta. Tal vez acaba de romper con su novio o se sentía mal.

Y mi doctor que dirá que estoy evadiendo las cosas otra vez e inventando historias e interpretando las cosas como me convienen


cho menos un esposo ni nada de eso. Me siento un poco deforme.

en un asalto neurótico de los que me gustan. Así me dice. Todo sería más fácil si tocara a la puerta y la besara y la tocara y me diera cuenta de que no está usando calzones y… Esas cosas no pasan.

Pero aún puedo intentarlo, sólo hay que esperar a que toque la puerta.

Él se aleja un poco de la puerta al escuchar el golpe. Ella se quita uno de los zapatos y lo avienta hacia la puerta. Hace lo mismo con el otro zapato.

Ella se asoma por la mirilla. ¿Qué sigues haciendo ahí parado? Sólo necesito un poco de iniciativa. INICIATIVA, chingada madre.

Él decide alejarse más. En realidad sólo quiero un poco de sexo. Pero las mujeres hacen todo tan complicado. Quiero verte desnuda, tocarte, olerte, darte unas buenas embestidas, beber de ti, sudar juntos, venirnos juntos y después…

Después cada quien para su casa. Eso es romántico para mí. Pero estás esperando algo formal, algo serio. No puedo. Él se asoma por debajo de la puerta.

Me rindo.

Ella se pone una bata. Sigue esperando.

¿Qué estás esperando? ¿A quién esperas? ¿Sabes que estoy afuera?

Él se incorpora y empieza a caminar de un lado a otro. ¿Te excitas más ahí parado sin hacer nada? Muy bien. Pues voy a empezar a tomar medidas drásticas porque no quiero que estés ahí, afuera de mi puerta no sé cuántas horas al día desde que me mudé.

Es suficiente. No puedo concentrarme, gasto demasiado tiempo aquí. Él se debate entre irse o tocar la puerta. Él se acerca, decidido a tocar.

¡Qué pendeja! ¿Y si quiere robar?

Ella abre la puerta.

No. Estoy segura que él no es así. Hay que despejar dudas y poner todo claro. Ya le dediqué demasiado tiempo a esta relación. Es hora de terminar. Ella abre la puerta. Silencio. Buenas noches.

Silencio. Hola. ¿Todo bien? Hasta pronto.


Ella cierra la puerta. Que descanse. Ella cierra la puerta. Voy a lavarme los dientes y tomar una taza de café.

Hoy pasan una película que nunca he visto y siempre he querido ver. Me haré un sándwich con un vaso de leche fría. Él empieza a alejarse.

No, primero tomaré la taza de café y después los dientes. Se nota que es un tipo amable. Posiblemente busca otro tipo de relación. Y yo pensando otras cosas que ni al caso…

Yo creo que esta chava busca tener sexo y ya. Nada serio. Yo creo que será mejor dejarla en paz. Viéndola bien, ya está un poco vieja, incluso más que yo. Pero sigue siendo bonita. Él se aleja cada vez más.

Tal vez sea el momento de volver a intentarlo. De cerca ya no se ve tan panzón y con un buen corte de pelo podría verse más delgado.

No sé por qué no pude empujarla dentro del departamento y morderla y… Hay que controlar eso, dijo el doctor. Un poco de sexo y ya. Mañana lo intentaremos.

De todos modos, si surge algo lo invitaré a correr conmigo los domingos. Hay que intentarlo.

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Pa ula de R ose nzw e ig

Mariano Hasta ese día, Mariano nunca había pensado en cómo se veía él mismo ni cómo se veían los demás. A sus ojos, la vida estaba hecha de masas, una masa a la que llamaba tía, otra a la que llamaba casa, otra nariz, otra gorrión. Todos los domingos iba con su abuelo al parque a llevar migas de pan a las palomas, pero ese domingo llevó también con él un cuadernito que había encontrado tirado en la cocina esa mañana.

habitación? No se podía acordar, y le pareció casi necesario salir corriendo a comprobar el color, el suelo y las frutas. Las imágenes golpeaban los ojos de Mariano, pero no como balas, sino como un inmenso río que no pudiera dejar de fluir.

Se sentaron en una de las bancas del parque. Pero antes de que sacaran las migas de pan de la bolsa, Mariano interrumpió al abuelo.

Si puedo ver todo esto tal vez también pueda ver cosas más adentro. Sólo habría que fijarse. Más adentro y más adentro. Pensó en esas muñecas que había en casa, que había una dentro de otra, hasta que después de la más pequeña no había nada. Y en la grieta de una pared vio los ladrillos y el cemento. Pero eso está pegado al suelo. Y el suelo está tocándome. Yo estoy sentado en el suelo, y estoy sentado en la grieta de la pared.

-Hoy no vamos a tirar migas a las palomas porque encontré este cuadernito y quiero dibujar el parque. Tomó el lápiz y empezó a dibujar el parque. Entonces fue como si el mundo entero se abriera por primera vez en la vida a Mariano. Las paredes de los edificios tuvieron de repente colores, los pasos de las personas tuvieron sombra, el adoquín pareció abismalmente diferente al metal de las bancas y el malecón se vio formado por miles de pequeñas baldosas. Más y más veía Mariano, y más se impresionaba de tantas cosas que nunca había visto en su vida. ¡Cómo no me pude dar cuenta!, sacudía Mariano la cabeza. ¡Cuántas sombras, hay tantísimas! Nunca se había fijado en las sombras. La gente piensa que las sombras no son parte de los lugares. Y miraba más: las grietas de las paredes, las arrugas en la cara de una abuelita, las formas de luz que formaba el sol en la fuente, los pelos en la oreja del señor sentado junto a ellos. Y se quedaba viendo algo, como si lo fuera a penetrar. ¡Tal vez, si me quedo viendo mucho la panza de una persona, llegue un momento donde pueda ver sus venas!

-¡Abuelo, estoy tocando la pared! Vio la cara de una mujer. La nariz pegada a la cara, la piel, la boca, las rodillas, el suelo. ¡Estoy tocando los labios de la mujer! De pronto Mariano estaba tocando todo, estaba sentado en todas partes y no podía creer cómo no se había dado cuenta. Entonces le vino a la cabeza una idea insoportable. Así eran las cosas. Así podía ser el tiempo. Lo último que Mariano conocía eran los segundos. Pero dentro de ellos debe de haber algo más chiquito, hasta que ya no hay nada. Y cuando no hay nada puedo estar en ayer o en mañana. Puedo estar donde quiera, hace setenta años. Miró a su abuelo, y abrió tanto los ojos, tanto, tanto, como asustado, como dándose cuenta de que su abuelo también era parte del tiempo. También el abuelo se asustó. -¿Qué sucede, Mariano? -Nada, abuelo. Pero creo que deberíamos regresar a la casa, porque necesito saber de qué color es la verja.

No podía dibujar el parque. ¿De qué color es la verja de nuestra casa? ¿Qué frutas da el árbol del patio, del que mamá siempre habla? ¿Cómo es el suelo de mi [15]

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El

An tormde la gel enta

ia Lil

El Capitán Heliotropo dejó a la tripulación hacer la sobremesa en la cocina y vaciar las botellas de anís para subir a cubierta a fumar su pipa. Yo lo seguí en silencio, como siempre, y aspiré el humo del tabaco mezclado con el aroma del mar. A lo lejos se veía la tormenta, los relámpagos cruzando las nubes oscuras con su luz, la lluvia cayendo con fuerza desde el cielo, como una especie de catarata en el horizonte. Un ruido parecido al de los peces voladores lo hizo apoyarse sobre la barandilla para ver el mar. A esa hora de la noche, la profundidad del océano era tan oscura que bien podría encontrarse perdido en el espacio a millones de años luz. En la Nada. El Capitán Heliotropo se ajustó sus anteojos quevedos y arrugó la nariz, pero no pudo ver bien. Siendo el hombre educado que es, tuvo a bien no preguntarme si yo veía algo. Mis apenas cuarenta y ocho centímetros no me permiten alzarme más allá de cuarenta y ocho centímetros. Sin embargo, el Capitán distinguió que el sonido era en realidad un chapoteo, quizá demasiado angustioso para ser un simple pez.

lum

V. B na Por momentos intentaba alzar el vuelo, pero por la calidad del mismo, al Capitán Heliotropo le pareció que sería, en todo caso, un ángel con muy poca experiencia. Apenas se levantaba sobre el agua, caía hasta hundirse. Pero luego volvía a emerger, con más bríos. Tal vez se había caído del cielo, como les pasa a veces a algunos desafortunados pichoncillos de los nidos. Había que reconocerlo: aquel ángel era tenaz, aunque centímetro a centímetro iba perdiendo las fuerzas. Batallaría contra el mar incluso después de muerto, habló para sí mismo el Capitán Heliotropo, si es que los ángeles morían, claro está.

La tormenta se acercaba al Celacanto. O más bien, nuestra embarcación se dirigía hacia la tormenta. El Capitán Heliotropo me mandó a traer una lámpara de aceite de su propio camarote. Le obedecí al instante. Corrí lo más rápido que mis piernas lo permitieron. Regresé balanceándome con la lámpara, que era de mi propio tamaño. El Capitán volvió a asomarse y esta vez descubrió bajo la tenue luz a alguien que era arrastrado por las olas. Aquello tenía enormes alas blancas, y avanzaba torpemente en contra del viento, chocando a veces con la cresta oscura de una ola.

Aquel ser se aproximaba hacia nuestra nave, batiendo débilmente las alas. Ya cerca, se abandonó al mar. El agua lo tragó y cuando volvió a emerger, estaba ya tendido boca abajo, sobre el [16]

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océano y todos sus secretos. El Capitán Heliotropo llamó a tres de sus hombres y consiguieron sacarlo. El ángel se desplomó sobre cubierta, exhausto, chorreando agua salada y algas. El resto de la tripulación ya estaba allí y todos rodeábamos a aquel cuerpo alado, mirándolo con extrañeza y estupor. La tormenta estaba sobre nosotros, pero nadie se inmutaba por los fuertes golpes de las gotas sobre el cráneo y el estruendo de los relámpagos. Uno de los marinos –el más atrevido– intentó despojar al ángel de sus vestiduras y así salir de dudas en cuanto al misterio del sexo de las criaturas celestiales, pero fue detenido por el Capitán Heliotropo, que era un hombre de principios, como ya se ha referido por mí en alguna otra parte de estos cuadernos. ¿Alguien sabe de las clasificaciones de los ángeles?, preguntó con el gesto de quien sabe de antemano la respuesta. Todos guardamos silencio. Éramos, después de todo, gente sencilla de campo hecha a la mar.

El Capitán Heliotropo mordisqueó la boquilla de su pipa, pensativo. Me pidió cerrarle los ojos al muerto, que parecía mirar hacia algún punto perdido del espacio. No tuve que agacharme. Tocar la piel de su rostro era como palpar una perla. El Capitán ordenó a sus marinos volver a sus actividades, desaparecer de su vista. Como su actividad previa al avistamiento del ángel era beber anís, los hombres retornaron a ello. Yo me hice un ovillo sobre las cuerdas de amarre. Cuando sólo quedó el Capitán Heliotropo y el ángel fallecido (y yo, que soy, para principios prácticos, invisible), el primero se dejó caer junto al cuerpo del otro. Mordisqueó la boquilla de su pipa, pensativo. Contempló al ser con alas hasta las primeras horas de la madrugada. ¿Tienes el libro de protocolos marinos?, preguntó finalmente. Es mi costumbre cargar con él a todas partes durante todo el tiempo. Se lo proporcioné abierto en la página indicada. Lo sabía, dijo entre dientes. Leyó en voz alta, por no dejar: Se desaconseja tirar al mar el cuerpo de un arcángel, querubín, o serafín si no se quiere desatar la furia divina y una tormenta de magnitudes jamás registradas. Los ángeles de rango general, así como los demonios de cualquier tipo y los demonios que a veces encarnan en cuerpos de ángeles, sí son susceptibles de ser descartados de la forma tradicional en las embarcaciones en altamar, sin ocasionar ningún peligro para nadie.

El silencio era más incómodo que la lluvia fría y pertinaz sobre nuestros humedecidos cuerpos. La tripulación parecía aguantar la respiración, a la espera de alguna señal de su capitán. Me acerqué un

poco y palpé una de las alas con la mano. Las plumas tenían una textura igual a la de la seda. El deseo de acurrucarme junto al ángel y abrazarle las alas fue demasiado fuerte. Iba a acercar el rostro para olerlo, pero la pierna de caoba labrada del Capitán Heliotropo me detuvo. El ángel, al sentirse manipulado, abrió los ojos y habló en una lengua extraña, nunca escuchada por ninguno de nosotros, para luego entrar en la muerte limpiamente, como quien se entrega al sueño. En aquel momento, la tormenta cesó y el océano regresó a la calma.

Es de todos sabido que aún los cuerpos celestiales no eluden a las leyes de la naturaleza. No podríamos guardarlo por siempre. El Capitán Heliotropo se dirigió a su camarote con paso cansino. Le seguí. Ya dentro, me ordenó llamar a Geranio, el cocinero. Luego pidió un té de pasiflora y dijo que no tenía apetito.

De LA RUTA DEL GIRASOL (Cartapacio del Capitán Heliotropo, escrito por su fiel siervo, Caleb Seeds)

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La luna se llenó de presagios la primera noche que Prudencio Ballesteros estuvo con Damiana Albores. A esa misma hora, del otro lado del pueblo, esas fueron las horas de agonía de Severina Alegría, su mujer. Y esa fue la hora también en que Magdalena, la hija de Matías el Gallero, mientras le ponía flores al altar de San Antonio de Padua, creyó escuchar la voz de Ausencio Peralta. También a esa hora, en el panteón, se quebró la losa del mausoleo de los Alegría Alcántar. A esa hora, ladraron todos los perros del pueblo. A esa hora, alguien recordó el día en que tres santos del templo de San Isidro bajaron de sus pedestales. A esa hora, cantó el gallo, se juntaron las manecillas de todos los relojes del pueblo, se rezó en muchas casas, Ausencio Peralta perdió el oído, Carlota soñó eróticamente con el general Mariano Escobedo, se levantó a trabajar Sebastián el panadero, murieron veinte reses en el cortijo de La Cañada, Néstor comenzó la narración de estos hechos, una escopeta se disparó sola, y la luna se llenó de presagios. La luna fue plena de presagios la madrugada en que murió Severina Alegría; en ese mismo momento, Damiana Albores y Prudencio Ballesteros miraban la luna, desde la cama, a través de la ventana. La noche de la muerte de Severina, Soledad, la esposa del coronel Ausencio Peralta, tocaba

Roberto Cuevas

VIDAMARGA

por primera vez a la puerta de la casa de Areopagita la Yerbera. En el mismo instante en que Soledad tocaba, por primera vez, a la puerta de la casa de Areopagita, el hijo de la yerbera, allá en París, iniciaba la ejecución del Rondó brillant en mi bemol mayor, Op. 29, de Felix Mendelssohn. Cuando en una buhardilla de París comenzaban a sonar los acordes del Rondó brillant en mi bemol mayor, Op. 29, de Felix Mendelssohn, a dos casas de la de Mauro y Severina, cuatro personas hablaron con el ánima de un conquistador español, pero el único que lo supo fue Néstor. Estaba también el escollo de la sobrinitud. Prudencio decía sobrinitud, qué se le va a hacer. También decía escollo, en vez de problema. Así era Prudencio, nunca se conformaba con la palabra que a todo mundo se le ocurriría. Le gustaba hablar de congojas, de parabienes, de estipendios, de escollos y sobrinitudes. Cuando felicitaba a alguien por su santo, daba parabienes por el onomástico. Sobrinazgo, decía el diccionario, pero a él no le gustó, al menos no para el caso de Damiana. Sonaba muy marcial, y lo que sentía por la hija de su prima Mercedes no tenía esas sonoridades: verla caminar rumbo a la acequia tenía la cadencia de un suave arrullo; mirarla bordar era como escuchar un vals vienés; en fin, los pasos de Damiana por el mundo, desde la mirada de Prudencio, eran una canción para contemplar el crepúsculo. Incluso sobrinitud sonaba un poco áspero, pero no se le ocurrió en ese momento otra forma de referirse a ese

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parentesco que resultaba un considerable inconveniente. “Sí, ese es un escollo preponderante”, pensaba Prudencio mientras, ya sin darse cuenta, seguía tallando una y otra vez la punta de su taco con la tiza. Miraba la disposición de las bolas sobre el paño y sabía que era su turno, pero en vez de tomar una decisión sobre su tiro, seguía pensando en el escollo preponderante que era el sobrinazgo, o la sobrinitud de Damiana. Se le venía a la memoria esa sonrisa con que los labios de la muchacha curvaban el misterio. “Lo peor es que no parece percatarse de que estamos enamorados”. Para enamorados no encontró palabra alternativa. Pensó en enamoramiento, y se dijo enamorados. “Qué dislates estoy discurriendo. ¿Cómo va a ser que, si estamos enamorados, ambos, ella lo ignore. Pero así es: estamos enamorados; sólo que ella aún no lo sabe. ¿O sí lo sabrá?”. Ya no pudo responderse, porque sintió un golpe en la cabeza. Era Matías el Gallero quien, pegándole suavemente con el taco, lo apremiaba para que tirara o cediera su turno al siguiente. ―No, no. Realizo mi tiro. Faltaba más. Sólo estaba deliberando mi táctica. ―Pues más bien parecías ausente. Ni siquiera nos escuchabas. Prudencio golpeó de cualquier manera la pelota, pero para su fortuna le salió la jugada. Hizo una tacada de tres, y volvió a perderse en el recuerdo de Damiana, en la consideración del gran escollo de la sobrinitud. Si fueran primos, no importaría tanto. Todo el tiempo, hasta donde se podía barruntar (palabra de Prudencio), en el pueblo la gente se casaba con parientes, pero siempre entre la misma generación, nunca cuando la relación era de sobrinitud, ¿o tiazgo? Ahora le daba lo mismo la progenie de las palabras, lo que le preocupaba era la suya propia. “Qué ineptas mis cavilaciones”. ¿Y si fuera ella misma el escollo? ¿Si ella no lo quisiera como él esperaba? “Lo callaría; dolorosamente, lo callaría, pero no podría permitirme dejar de alojar en mi corazón esta melodía suave y sinuosa”. Sería una melodía silenciosa,

pero una melodía eterna, por lo menos vitalicia. Metió la mano en el bolsillo del pantalón y, lo más discretamente que pudo, palpó la medallita dorada. Sintió lo dorado en sus dedos y sintió con los dedos la luz que parecía rondar todo el tiempo a Damiana. Esa medallita la habían regalado a los invitados, la mayoría familiares, Mercedes y Dámaso el día del bautizo de su segunda hija, el día del bautizo de Damiana. Pasó años guardada en un cofre que contenía recuerdos varios, todos los años en que fue un recuerdo más, un pedazo de metal brillante que se suponía destinado a recordar el bautismo de una sobrina más. Pero diecinueve años después, cuando se convirtió en la medalla dorada, que no sólo le recordaba a Damiana, sino que le daba la ilusión de tener consigo una parte de ella; lo acompañaba en el bolsillo todo el tiempo, como parte de la melodía suave y sinuosa que albergaba en el corazón cada vez que pensaba en ella. En un principio quiso ponérsela en el cuello pero, aunque era remota la posibilidad, por la desidia sexual que vivían, temió que la viera alguna vez Severina, quien desde hacía meses había comenzado a sospechar lo que pasaba entre Damiana y su tío. Bueno, más bien con Prudencio respecto a su sobrina. ¿Por qué no podía ver como un escollo su matrimonio con Severina? La sobrinitud, sí; el desdén de Damiana, también; pero la severidad, no. ¿La severinidad? Le dio risa su juego de palabras, pero se le diluyó cuando Matías más rugió que dijo: ―Bueno, tú. ¿Tiras o no? Es más, ¿juegas o no juegas? Tal parece que estás enamorado. “Sí, lo estoy. Lastimosamente, lo estoy. Sin esperanzas, pero lo estoy; irremediablemente, lo estoy”, pensó, y tiró de cualquier manera. Esta vez erró el tiro. Una eternidad, había dicho. “Te esperaré una eternidad, pero vuelve vivo”, había añadido, y fue sincera. ¿Por qué, entonces, ahora era tan poco paciente con estas cuantas horas? ¿Por qué entonces esta desazón mientras mira-

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ba el camino vacío que se perdía entre piedras y matorrales, doscientos pasos allá adelante, hacia el rumbo de las noticias sobre la guerra? El camino venía de los rumbos del encono y la sangre. ¿De dónde, esta gredosa ansiedad que no sabría esperar ni media hora más? Sin embargo, sabía que era capaz de esa espera sin plazo alguno. Lo que no soportaba era esta espera de lo que ya deseaba inmediato. Hacía diez minutos habían pasado unos arrieros que venían, según dijeron, de por El Espinal. Se detuvieron frente a ella; uno incluso se apeó para refrescarse, con un guaje. Dijeron que ellos no sabían gran cosa de la guerra, y menos sabían los resultados de las batallas. ―¿En Tenquique, dice? ¿Oyites, Nacio? Para ver si tú sabes darle razón a la señora. ―Ándele, sí ―dijo el otro, pero nada añadió. No supo tampoco dar razón de lo ocurrido en la batalla de Atenquique. Unos soldados que habían pasado por ahí meses antes le habían dicho a Soledad que la última vez que se vio a Ausencio Peralta, el coronel, fue en los preparativos de la batalla de Atenquique. ―Tenquique, no. Atenquique ―corrigió ella. ―Ándele ―y nada más. ―No, pues no; ninguno de nosotros habemos oyido mentar ningún Tenquique, ni Tenquique menos. Vinemos de acá, de este otro lado, y de este otro lado, de donde vinemos, casi no se mienta la guerra, y lo que se mienta se nos olvida rapidito porque no lo volvemos a mentar. ―Ándele. Ándele, sí. ―A veces llegan así, uniformados. Munchos. Y se llevan a los muchachos, a los que no pueden esconderse a tiempo, y se los llevan también para la guerra. A esos también los dejamos de mentar y hasta se nos olvida quiénes eran. ¿Verdad, Nacio? ―Ándele. Ándele. Verdad, sí. Nacio era el del guaje. ―Pues, “ándenle”, que Dios los encamine ―les dijo Soledad. ―Ya vendrá la tropa que dicen que tiene que regresar hoy. Les agradez-

co mucho. El del guaje volvió a montar y ambos arrieros continuaron su camino. Soledad volvió a quedarse sola, con su espera de eternidad y su impaciencia de los minutos, con la mirada fija en aquel final visible del camino, esperando que, de más allá, del rumbo donde la guerra no se olvidaba ni se aplazaba, regresara Ausencio, o por lo menos noticias sobre él. Acababa de sonar la llamada a misa de siete, en el templo de San Isidro, cuando Matías el Gallero volvió a su casa. Se limpió el estiércol de las aves en el petate, se quitó las botas, las dejó ahí afuera y abrió la pesada puerta con una pesada llave que, luego luego, colgó de un clavo oxidado. Entró en calcetines. Con la claridad apenas naciente, como tizne transparente, se orientó hasta su cuarto e, inquieto, se sentó en su cama para terminar de descalzarse. Todavía le impresionaba la forma en que las nubes cubrían a medias la luna llena cuando salió muy temprano para dirigirse a los corrales. Se bajó los tirantes y se echó hacia atrás, cerrando los ojos. Más bien los ojos se le cerraron sin que él supiera por qué. Ese cansancio no era el de todos los días; en realidad su rutina no lo cansaba nunca. Hoy había hecho lo de siempre: levantarse una hora antes del alba e irles a dar de comer a los gallos; luego, a las gallinas. Limpiar el estiércol que caía a través de las rejas de las jaulas, trapear con creolina y salir a fumarse un cigarro fuera del techo de tejas. Mientras fumaba se acordó de su compadre Prudencio. ―¿Qué tarugadas estás diciendo? ―Pues… eso.

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―¿Que ella todavía no sabe que tú y ella están enamorados? ―Sí, eso. Ella todavía no lo sabe, pero estamos enamorados. Esa es la irremisible realidad. ―Ay, compa, de verdad que estás bien lurias. ―Sé que sueña extrañísimo, pero indefectiblemente es así. Tengo un pálpito de que así es. Así son las corazonadas; son como epifanías. ―Qué pifias ni qué ocho cuartos, compadre. Oye, ¿y ya pensaste en todos los inconvenientes? No sólo eres casado, sino que ella es tu sobrina y demasiado joven para ti. ¿Qué puedes ofrecerle? ¿Por qué habría de quererte de la manera en que tú quieres que te quiera? ¿Por qué no te conformas con el gran cariño que te tiene, igual que sus hermanas, igual que tus otras sobrinas, igual que tus hijos? ¿No te has detenido a pensar en todas estas inconveniencias? ―Sí, he pensado en todos los escollos, en la sobrinitud. He pensado… En esa parte de la rememoración con los ojos cerrados iba, cuando comenzó a escuchar un griterío que venía desde el atrio de San Isidro. No alcanzaba a distinguir qué decían esas voces alarmadas: algo sobre un robo, pero no sabía de qué. Con gran esfuerzo, debido al extraño cansancio, abrió los ojos. La claridad mugrienta del amanecer le pareció un mal augurio. Con esfuerzo mayor se incorporó y se asomó a la ventana. Vio a los primeros feligreses gesticulando en el atrio acompañados del padre Montañez. Abrió y preguntó: ―¿Qué pasa ahí? ¿Por qué no inician la misa sin tanto argüende? ―Se los robaron ―le respondió uno, que estaba en camisa de dormir y con los tirantes sueltos por las caderas. Era su vecino Miguel. ― Se robaron las estatuas de San Antonio, San José y San Benito. ―Ah, carambas, ¿cómo estuvo eso? ¿Quién fue?

―Cómo si ellos fueran videntes. ¿Cómo van a saber, papá? Lo sorprendió la voz de su hija, quien de pronto, como una aparición, estaba a sus espaldas. La luz de la aurora le daba un aspecto de fantasma. ―Y no se los robaron. Ellos se fueron. Anoche se bajaron de sus pedestales. Fue una noche extraña. Tal vez por eso me habló el coronel Ausencio. Algo habrá querido avisarnos. ―¿Qué va a ser? Ese coronel ya debe estar bien muerto. Hace años que se fue por enésima vez a la guerra y ya no regresó. Para mí que sus restos han de estar por ahí, en algún campo de batalla, secos por el sol y comidos por los animales. Por primera vez, Matías el Gallero miró a su hija como si fuera un espectro. Se asustó, pero no le dijo nada, porque no quiso alarmarla. Todo esto pasó, pero el único que lo supo fue Néstor. Por la tarde del día que siguió a la noche de presagios lunares, Ramiro Güémez vio llegar a su pulquería a tres personajes. Estaban vestidos como los muñequitos del nacimiento que ponía en el atrio de San Isidro el padre Montañez. Le llamó la atención lo extraño de la piel, tan tersa y brillosa, como si fueran de madera pintada. Los tres aldabonazos resonaron en la madrugada, como un anuncio funesto, y se metieron en el sueño de Areopagita. Soñaba con una batalla, o algo así, porque el caballo del coronel Ausencio Peralta tenía la apariencia de un piano encabritado. “Hola, madre. ¿Estás orgullosa de tu hijo Jacinto?”, dijo el coronel, que se había transformado, y disparó su pistola; ese fue el primer aldabonazo “¿Qué haces aquí? Tú estás en París, estudiando música” Otra detonación, el segundo aldabonazo, y la bala zumbo junto al oído del músico coronel. Areopagita se asustó y ya iba a abrazar a su hijo cuando una bomba estalló, haciendo saltar al piano en fragmentos y astillas de madera. Ese fue el aldabonazo que la despertó.

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Ya despierta, olvidó el sueño, pero Néstor sí lo supo. “¿Quién tocará a estas horas?”, se preguntó, aunque en realidad no sabía qué horas eran; sólo se le figuró que era de madrugada. Con la bata a medio cerrar, se acercó a la puerta y preguntó: ―¿Quién? ―Yo, Areopagita. Soledad, la del coronel. ―Ya va. Ya va. Quitó la tranca y abrió. ―Pero, mujer, ¿qué haces aquí a esta hora? ¿Qué horas son? ―Como las tres y media… Perdón. Es que de verdad necesito hablar con usted. ―Pues, ¿qué ocurre? ―Ay, Areopagita. Yo creo que ahora sí… ―¿Que ahora sí qué, Soledad? ―Me lo mataron. La Yerbera tuvo un atisbo fugaz de su sueño, pero sólo el piano y su hijo en una batalla. ―¿A Ausencio? ¿En la guerra? ¿Y cómo lo sabes? ―No es que lo sepa, pero estoy segura. Ay, Dios mío. Soledad estrujaba un rosario entre sus manos. ―A ver, cálmate y vamos a ver. Primero vamos a quitarnos del frío. Pásale y te preparo un té de tila. Soledad se sentó en una silla de mimbre y Areopagita se encaminó a encender el quinqué, y luego al anafre. La habitación olía a caléndula, hinojo y alcanfor, sobre todo a alcanfor. Cuando el té estuvo listo, Areopagita le dio un jarro a Soledad, y comenzó a beber de otro. Tuvo el impulso de bostezar, pero se contuvo. “¿A quién se parecía Jacinto?”, se preguntó. “Sé que a alguien del pueblo”. ―A ver, mujer. Me tienes toda embrollada. ¿Cómo está eso de que no es que lo sepas pero estás segura? ―Porque soñé que Magdalena y Ausencio hablaban, en el panteón, pero Ausencio le

decía a la muchacha que no sabía dónde estaba. Y él no la escuchaba a ella, sólo hablaba, pero cuando Magdalena le preguntaba que qué hacía en su casa, él no podía oírla. ―Vamos, mujer, pero es un sueño. ―Vengo de verla, Areopagita, y me confirmó que Ausencio estuvo hablando con ella. ―Sería otro sueño. ―Ella afirma que no, que estaba levantada y todo, poniéndole flores al altar de San Antonio de Padua, y lo vio allí, en medio de su cuarto, pero como transparente. Además, ¿ya ve que el panteón tiene unos cipreses? Cuando yo desperté, estaba cubierta por hojas de ciprés, como ésta. Prudencio le dijo a Damiana que le diera la espalda, y le puso la medalla en el cuello de Severina quedó roto, y ella en el piso con la mirada, que comenzaba a vaciarse, como si alguien le hubiera quitado el tapón del alma, mirando hacia el templo de San Isidro se abrió a las siete, como siempre, pero todo el mundo se dio cuenta de que, en tres de los altares que estaban a la derecha mirando hacia el altar, faltaban los santos comenzaron a caminar por la calle de Belén, como sombras bajo la luz de la luna se llenó de presagios la noche en que Magdalena, la hija de Matías el Gallero escuchó por primera vez la voz como de río que arrastra muchas piedras de Ausencio Peralta comenzó a notar que perdía el oído, por efectos del cañonazo en la batalla de Atenquique, y soñó que hablaba con Magdalena en el panteón lleno de esas hojas de ciprés cubrieron el cuerpo de Soledad al despertar del sueño de la muerte de su esposo y por eso fue a tocar por primera vez a la puerta de la casa de Areopagita la Yerbera soñó una batalla donde su hijo, en París inició la ejecución del Rondó brillant en mi bemol mayor, Op. 29, de Felix Mendelssohn. Eso supo Néstor, ante la hoja en blanco que estaba en el rollo de la Remington frente a él, en su escritorio.

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Todavía muy extrañado por los visitantes, Ramiro embarró el pulque, que había dejado rueditas sobre la mesa, con el polvo, pero lo distribuyó con su trapo ya medio tieso de tantas limpiadas. “Han de estar ensayando el papel de los Reyes Magos para la pastorela del templo”, pensó. ―¿Qué les sirvo? ―Desviamos la mirada ―dijo uno. ―Anaqueles de ultramarinos ―dijo el otro. ―Arrobas, arrobas ―terció el tercero, entusiasmado. Como después de todo no había mucha variedad en la oferta de su local, encogiéndose de hombros, Ramiro fue a servirles curado de guayaba. Detrás de los toneles, el pulquero los seguía observando. “Si esos son los parlamentos de la obra, no creo que la gente les vaya a entender mucho”. Miriam, la hija, se acercó a los disfrazados con las tres bebidas y comenzó a colocarlas sobre la mesa. Uno de ellos, el que hablaba entusiasmado de arrobas, le tocó la nalga, y se rió de una forma extraña. La muchacha le cruzó la cara de un manotazo y por poco se quiebra los dedos. Lanzó un grito agudo que hizo que los otros dos reyes magos se sumaran a la carcajada del entusiasmado. ―Tufo de ardilla, tufo de ardilla, al atardecer ―decía el que antes había hablado de anaqueles. El que desviaba la mirada se había levantado ya, y desde la espalda le tocaba los senos a Miriam.

Ella trató de morderle un brazo, pero desistió cuando comprobó con la mano la dureza como de madera del antebrazo. ―Suéltala, animal ―le gritó Ramiro al del tufo y corrió hacia la pared donde tenía colgado un machete. Para su infortunio, arrobas lo alcanzó antes, y con él en la mano le hizo un gesto de advertencia; luego lo blandió por arriba de su cabeza mientras vociferaba: ―Canuto. Canuto, indigna la soledad. Desarmado pero decidido a defender a su hija, Ramiro se puso en guardia frente a él, temblando de miedo, eso sí. Pero Canuto, en vez de atacarlo, señaló con su dedo al de la mirada desviada, quien ya estaba sobre los toneles, orinando dentro de ellos. Entonces aprovechó la supuesta distracción Ramiro para golpearlo en el mentón. Canuto no se lo permitió; puso de canto el machete y en él se estrelló el puño de Ramiro, quien se agachó con ambas manos metidas entre las piernas y soltando un aullido. ―Rajatabla, bribón. Anudados los tambores, no gemimos más inmortal paradoja. Alpargata de reina no germina en telones ―lo amenazó, pero divertido. A pesar del dolor en sus nudillos y de lo precario de la situación, Ramiro pensó: “no, de verdad. Nadie va a entender”. Súbitamente, los tres disfrazados cesaron la actividad en que estaban, se alinearon de uno en fondo frente a la puerta, y salieron en orden. ―Aturde la plata, aturde la plata, aturde la plata ―se fueron repitiendo, imitando el ritmo del ruido de las locomotoras, que se fue perdiendo en la arboleda cercana. Mientras, en la pulquería, el silencio se adensó.

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DIRECTORIOS Oiga bien. Más de seis mil departamentos de compras del país nos han dicho qué productos buscan y a qué horas reciben a los vendedores. Cada ficha de nuestro Directorio de Grandes Compradores contiene nombre y puesto del responsable de adquisiciones, nombre de la empresa, dirección con su código postal, teléfonos con lada, correo electrónico y, por supuesto, el horario para recibirlo con los brazos abiertos. Y claro, todas sus necesidades primarias. Por ejemplo, en el rubro de abarrotes, abrasivos, aceites, aceros, ácidos, adhesivos, aditivos aisladores, alambres, algodón, alfombras, aluminio, anilinas, arena, asbestos, asfaltos, baleros, bandas, bebidas, bolsas, botellas, cables, cajas, cemento, conexiones, cristalería, desperdicios, empaques, envases, fibras, formas impresas, fundición, grasas, insecticidas, jabón, ladrillos, lámina, locomotoras, lubricantes, llantas, madera, mangueras, materias primas, materiales de construcción, material eléctrico, muebles de todas clases, motores, papelería, pintura, plásticos, polietileno, productos químicos, resinas, ropa, solventes, sosa, telas, tintas, tornillería, tubería, válvulas, yeso y zinc, entre una infinidad de cosas que abarcan prácticamente todo lo habido y por haber. Se trata del grueso del mercado organizado o no del país: los grandes compradores de todos los sectores industriales, comerciales, mineros, de construcción, bancarios, de gobierno, servicios, comunicaciones, alimentos, manufacturas eléctricas, siderurgia, industria automotriz, transporte, petroquímica y demás. Ya no están los tiempos para que los clientes de pronto aparezcan y hagan cola en nuestra casa: hay que salir a buscarlos. Y bueno, si no le interesa el anterior directorio ponemos a su disposición el Directorio de Urgencias. ¿Sabe a dónde llamar en casos difíciles? ¿O quién le da servicio de atención cual sea fuera de horas normales? Nuestro Directorio de Urgencias registra 1800 establecimientos de servicio en la ciudad de México (Distrito Federal, área metropolitana y carreteras cercanas), todos urgentes, cuando no se pueda esperar al [24]

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Antonio Calera-Grobet no es el primero que merece llamarse así porque cubre toda la federación: estados y principales municipios, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como toda clase de empresas y organismos paraestatales en más de 5 mil fichas con más de 13 mil dependencias con todo y santo y seña de sus funcionarios. Y más novedoso es todavía el cómo presenta su información: con sentido práctico, para ganar tiempo. Lo más llamativo es el índice. Cada ficha aparece al derecho (Instituto Mexicano del Café), al revés (Café, Instituto Mexicano del), por las siglas (INMECAFE), y por el apellido de los principales funcionarios (en una sola lista alfabética). No hay que buscar en varias, ni tener el nombre exacto: basta con la palabra clave (Café), las siglas o lo apellidos. Y, si todo lo que busca es un teléfono (de INMECAFE, o de algún miembro de su personal), no tiene que pasar a la ficha: en el índice mismo viene uno por lo pronto. También las fichas están en una sola lista alfabética en vez de varias. De igual manera, en el interior de las fichas, los funcionarios que siguen al principal vienen por la palabra clave de su función. Cada ficha consta del nombre de la entidad, siglas, ciudad, teléfonos generales, principales funcionarios con sus puestos y teléfonos directos, además de los datos de sus sucursales en el país o el extranjero. En las fichas grandes (presidencia, secretarías, cámaras, suprema corte, gobiernos estatales) se dan también las principales dependencias (cuando se trata de centros, comisiones, institutos, que ameriten ficha aparte), así como el entorno del principal: secretarios particulares, asesores, primera dama. Aquí tiene, por fin, al alcance de su mano, en su escritorio, organizado a todo el recurso humano necesario: administradores, comandantes, contralores, coordinadores, delegados, diputados, directores, embajadores, gerentes, gobernadores, inspectores, jefes, magistrados, oficiales

mayores, procuradores, rectores secretarios, senadores, tesoreros y vocales de todo tipo de organismos. Desde las academias de artes hasta las siderúrgicas. Y bueno, si de plano lo que usted busca es tener a la mano diferentes centros de información, existe un apartado que le aconseja sobre datos importantes: a qué horas, con quién, a qué precios, es decir, prácticamente toda la información sobre la cosa económica del país. Sobre productos, población, demanda, oferta, regiones, producción, transporte, precios, tecnología, impuestos y legislación de interés para estudiar mercados y proyectos de inversión. Se trata de información lograda por publicaciones propias, por boca de alguien o en bibliotecas especializadas, de casi un millar de asociaciones, cámaras, embajadas, institutos, organismos, secretarías, y dependencias oficiales, así como universidades y editoriales. Para acabar pronto: durante muchos años este directorio fue privado. Era nuestro apoyo para hacer investigaciones de mercado. Cada vez que encontrábamos información útil apuntábamos quién tenía qué. Por eso las primeras ediciones que empezamos a publicar hace cuarenta y siete años llevaban el nombre de QTQ (Quién Tiene Qué). A partir de la décimo sexta edición, lo fusionamos con nuestro directorio de directorios, que también empezó como una investigación para uso propio. Descubrimos que hay poquísimos documentos así para las necesidades del colectivo. Casi todos son de uso interno, como fueron al principio los nuestros. Y descubrimos también que muchos datos están más disponibles de lo que se cree. Nuestros directorios no son libros muy caros: son informes baratos de investigaciones muy costosas compartidas con usted por un conjunto de patrocinadores. Son investigaciones prácticas de interés general, que muchos clientes pueden aprovechar a un costo reducido, haciendo luego por sí mismos el resto del trabajo. Usted está aquí, levante la mirada, arremánguese la camisa y déjenos el trabajo pesado a nosotros. Quedamos de usted. [25]

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Poscorrientismo

(breve muestra de una pandilla autonodenominada poscorrientista)

Selección e introducción: Jesús Rito García El poscorrientismo es el árbol inverso, aquel cuyas ramas nacen en el aire erigidas en diversos momentos históricos, esas ramas llamadas también corrientes y que hoy se unen para formar el tronco y penetrar la tierra, lugar donde se ha de depositar la raíz, la raíz del origen, el fin último, la meta, ese lugar que buscamos como artistas, ese lugar bajo la tierra, oculto por el velo de la mirada común, por la carnaza material que cubre el sesgo de la realidad.

Jesús Rito García [sin título] Te toco con la punta de mi seno y con mi soledad desamparada; y acaso sin estar enamorada; me desordeno, amor, me desordeno. Carilda Oliver Labra

Por las noches sueño que el mundo se derrumba Y me dan unas ganas locas de salir corriendo; Pero no puedo, amor, no puedo. Los hongos de los pies no me dejan volar Y tengo por testículos un par de duraznos, Que no florean, amor, que no florean. Bach, sálvame de este mundo derruido, Llévame lejos.

Sé que tengo por cerebro un par de cacahuates. Cada uno piensa distinto; El primero es el triste, El que quiere ser bahiano, O morir en Kurdistán, el otro es un pobre diablo sin hormigas en las bolsas, que repite a cada momento: “me desordeno, amor, me desordeno” Ven amada mía, Ven a chuparme los pezones Y los hongos de los pies, Verás cómo después, alucinamos juntos. [26]

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Ciberéxtasis a las 22:45 Te invité a cenar a las 21:15 hrs. Estaba nervioso; desde el balcón observaba el rostro de los transeúntes. En las calles el ruido de los camiones. Durante algunos segundos pensé que no vendrías. Preparé algunos bocadillos con queso, Encendí la computadora para esperar. 21:45 horas, Nadie sube por la escalera, encuentro a los amigos en el chat: Pienso en cómo vendrás vestida. Bach a su máxima potencia, a lo lejos, La cumbia sobre el río. Los amigos se despiden; se desconectan. Me robo algunos de tus bocadillos, Me bebo un par de cervezas, Bach a su máxima potencia a las 22:22 horas. Suben corriendo, abro la puerta. Las risas de los vecinos. Nadie más sube la escalera. Sólo tres amigos en el chat.

Escribe Kalinka@...: ¿Tiens webcam? Qiers conocrm? 22:45, todo quedó en silencio. Me comí el último bocadillo y no bebí más.

Teatro de experimentación cachonda de muchos actos carnales 1er acto Mientras el taxista nos ve por el retrovisor te lamo el cuello; bajo mi mano y te doy un pellizco.

4º acto El tiempo lejano, la lluvia en mi mente, la flor del geranio, el cerdo en la calle, mi verso lapidado, El diccionario ilustrado.

El taxista se marcha, nos ve desde lejos, se relame los labios y se agarra la ñonga. Te tomo la mano, te agarro las nalgas, te llevo a tu cuarto, te hago piojito.

5º y último acto carnal Ahora te pido que lo hagamos en tu bicicleta fija, me mientas la madre, me corres de casa.

2º acto No está Silvestre Revueltas en el tocadiscos ni Coltrane; será aburrido terminar sin música.

Salgo como un ladrón sin hacer ruido, mientras me relamo los dedos…

3er acto Mi panza abultada, tus pechos cachondos, mi pene ilustrado, je, je, je, tus nalgas enormes.

Se cierra el telón, música de fondo: preludio no. 8 de Carlos Chávez

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Alfonso Carballo Spot publicitario para revindicar a Garcilaso Hermoso bardo de esculpida rima que os prescindes del tráfico de ahora; di: -entre autos, bulevares y cantinaspor qué no apuestan por ti en las rocolas? Anúnciense tus versos como tinas de cerveza, ron pope o coca cola; pa’ luego en los estéreos o bocinas se avienten con tus rimas una rola. O vuélvanse tus versos un bolero con aires de lunfardo o escritura tirando a frase de corrido o prosa urdiendo en los corrillos de algún ruedo. Pues lejos de ir ausente por la vida sintamos tal ventura en nuestro pecho.

Arte amatoria

alguien -no sé quiénhurga el borde de tus muslos: dx2 = 2x mas no se funde contigo. x=2 x2 = 4 y = -4 es decir: x2 + y = 0 ¿será necesario incendiar el Olimpo bajo otro teorema? [28]

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Andrés S. Victoria Árbol Rumores que se entrecruzan Los árboles ya no cantan elocuentes Las puntas de sus ramas son estacas Donde los pájaros se ensartan confundidos El sol inmóvil arde sus retoños con sus rayos Los muslos benditos de su desconsuelo Son lamidos por la lengua feroz de la rabia La corteza tiene intersticios de ausencia El árbol ha perdido la elocuencia En su canto solo flotan miserias Su tronco sepulcral con sus recuerdos Es un esqueleto que deshace el viento.

blues Inundación de notas armónicas Incipientes gotas de luz manchan las tinieblas La imagen noctámbula se acompasa Con un blues transfigurándose en el velo de la noche Orquesta al unísono masacrando el silencio Una voz hermética es una caricia Que murmura en la sangre Notas musicales envuelven la miseria El solo de trompeta se entreteje En una bocanada de humo Respiran los grandes labios El bajo acomoda sus graves entre bruma Un alcohólico llorando orina un callejón Mi cuerpo levita, de frente Los ojos de Billie Holiday Su voz aletea y se posa Entre las ramas de un árbol Que permanece callado Atónito por su canto.

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Óscar Tanat Anatomía y estructura de sistemas oníricos a. estructura onírica

I n t e g r a r e l sistema caligráfico a u n estado de conservación artificial Des compone r

el sueño e nen granes sistemáticos de composición surrealista

Des traba

las peculiaridades policromas en partes temáticas de aparente contradicción

r

REM plazar la confusión y hacerla coherente REM plazar el sistema de traducción: que sed es en red a tras bosque de contornos mea rastro mea sombra mea culpa Des estructura r

el núcleo de la combinación calioniricográfica; suspensión del tiempo organizada

Des

perta

r

los componentes en fragmentos caducados ECHADOS A PERDER… ¿? ¿?

El sueño armado en morfemas inquietos es el paroxismo del escape de las fantasías [30]

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Multitud de dolor afectivo atacando la parte de m铆 que crey贸 encontrar en ti la salvaci贸n ante una vida arrojada al vicio.

S a l e s de m

i

s o

J O s en

f o r m a de a g u a

, Y

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te

vas. . .


Andrés León Hábitos nocturnos para comer lechuga Un carcelero.- taconea el suelo Dos señoritas. - agitan los hombres Undostreschachachá. - the jailhouse rock Los barrotes. - marcan el compás Hay un clown. - vestido de afrodita Un carcelero. - marca el compás Dos señoritas. - the jailhouse rock Undostreschachachá. - taconea el suelo Los barrotes. - agitan los hombres Hay un clown. - vestido de afrodita Un carcelero. - dos señoritas Undostreschachachá. - marca el compás Hay un clown. - vestido de afrodita

Decálogo amoroso para hombres con/sin pie de atleta 1.- Procura sumergirte muy profundo dentro de ellas, la halitosis es lo que te pasa mientras te la pasas haciendo planes. 2.- Mujer con una verga más grande que la tuya, jamás su tronco endereza. 3.- Si deseas a la mujer de tu prójimo eres libre de tomarla, sólo recuerda cepillarte los pelos de tu nariz. 4.- Si deseas al hombre de tu prójimo eres libre de tomarlo, sólo recuerda cepillarte los pelos de tu nariz. 5.- No usar en caso de sismo. 6.- Si la montaña viene hacia a ti, deja de practicar el sexo anal. 7.- Recuerda, en cualquier época, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, los pelos de la nariz nunca pasan de moda, recuerda cepillarlos. 8.- Pegar una hostia, comer una hostia. La diferencia radica en que una de ellas te acerca más al orgasmo. 9.- Acaricia la mano de aquella mujer con cariño, cariño que usas para acariciar un perro viejo. 10.- Vistas desde un ángulo extremadamente alto, las mujeres calvas son imprescindiblemente hermosas. 11.- A veces para triunfar sólo hace falta ganar. 12.- La gramática es importante, tratarás de recordar tus clases de español cuando trates de diferenciar el punto g del punto j. 13.- Los ovnis existen, para verlos, envuélvete en papel reciclado. 14.- Si el objeto de tu deseo parece un diamante en bruto, cuidado, puede ser un diamante en pendejo.

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Mahra Ramos Luna de calor Croa la rana indiscreta mis encuentros secretos. Hombres en mis vidas. Memorias: Despierta el tormento del cavernícola que me amó en la cueva decorada con tiza. Y la luciérnaga viste de luna, la noche que dormí abrazada del marinero persa. En lo alto de la pirámide, me comió a mordidas el corazón, un sacerdote azteca. Y un español con barba espesa, me robó la razón hasta conquistarme. Pude ser la Malinche, cualquier puta de barrio, la princesa de algún cuento de los hermanos Grimm… En todas esas vidas, miles de años vueltos un instante, he descubierto por su mirada, al mismo hombre: reencarnado en duque, campesino, asesino, que me besó amoroso. Croa la rana mis sueños con luna de calor.

Casa de muñecas En casa de muñecas, ausente de lluvia, el esqueleto de la chicharra silencia la tarde. Yara le presenta su mundo, le cuenta su historia favorita, la oculta entre sus manos, le decora las alas. ¿Por qué no vuela? Pregunta. Le cayó la lluvia de la noche y se murió, ellas salen de la tierra y cantan y cantan sin parar, hasta que les cae el agua y se despiden, le contesto. Escucha en silencio, abre grandes sus ojos almendra y la acaricia. ¡Pobrecita! lloriquea. Luego se alegra: ya no está sola, la he coronado reina de la casa de muñecas. Afuera, un trueno apaga el griterío de las chicharras. despierta mayo.

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César Jiménez García [sin título] En el frío de los metales te mezclas como brisa de tiempo, tu peregrinaje es canto dócil en donde especia la vigilia. Dios que para mis sueños nutre pesadillas, a mis pasos huecos da su espacio. Así, finamente sigo raíz abajo despojado de mí salgo a tu encuentro, furtividad en las entrañas en tu infinitud de pronombres, fagocita nuestro ser…

[sin título] Aciaga hora de la expulsión edénica. Tú, mujer, llevabas nuestra culpa, en tu libelo cáncer nos subyagas, tu lengua pertenece a la serpiente reveladora del conocimiento maldito. En algún tiempo del silencioso seno del padre vino el que es digno del útero de Dios, he ahí el tercer lamento viene pronto, solo nos queda larga espera triste, de compartir ese secreto. Estamos solos en el mundo, vayamos, internémonos en el río luz donde el sueño no se conoce, allí velaremos hasta descubrir nuestro verdadero advenimiento…

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Saúl Díaz Parra Epitafio este pinche año de mierda ni a una vieja me he agarrado he tenido que recurrir a las putas para no recurrir a la violencia

Afirmación exaltada vengo en el auto atascado en el tráfico. sí, ya tengo auto. Ya dejé de ser tan pobre. me lo regaló la empresa de mi padre para la que ahora trabajo. Atrapado ahí vengo pensando en tu belleza. solo pensar en ella, por hoy, me hace feliz. ese es el hecho: tu belleza –aunque no la poseame hace feliz. pienso en tu conchita, rosada, rebelde, peleando contra el tráfico también ella. pienso en los vellos que la rodean, en algunos países de habla hispana, (que ni conozco) llaman al vello púbico pendeja. Pienso en tu pendeja. pienso en el aroma de tu cuerpo en la dulzura de tus senos, y en el atardecer del otro día donde yo no podía escribir y me decía a mí mismo: de tus manos sale luz, de tu boca sale luz, de tu cabello sale luz de todo tú sale luz.

Ni siquiera me gusta escribir en lunes Pero podría hacerlo si me encontrara en alguna ciudad lejana, como Barcelona. Con mar, habiendo bebido un par de cervezas y sabiendo que saliendo hacia la calle, habría por lo menos dos centenas de mujeres hermosas, queriéndose acostar con un tipo como yo. Me gustaría que fuera lunes en el Caribe Y pudiera haber regresado del mar con algo de pescado Y luego de una buena cena, coger salvajemente después de haber bebido unas dos botellas de vino blanco frío Entonces, podría escribir. El lunes no importaría tanto. El mundo se fue y solo quedó este lunes nublado En la ciudad. Esa enorme perra.

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A través de las estatuas, por bronces, capiteles y postes, las grietas por las que se disloca la flor de su aposento: Lo que se dice y no se oye las injurias, los rencores de las empleadas que envidian a las maniquíes y a las madames cuando son reverenciadas, el malhumor de las mucamas que carecen de las gracias, la rigidez de movimientos policiales, frenético remolino por donde farolas rojiazules despuntan sus neones. Nervios crispados contra el suave vaivén de las ramas, contra la limpieza de la lluvia, contra la dorada tarde. Impalpable disputa por conservar la inercia de escritorio matutino, de escaparate vespertino. También inapreciable la vergüenza del Museo Británico: la carencia saqueada de tesoros ancestrales y motines de conquista, cantan despojados, incluso, los druidas, al lado de la colección de soles de oriente y occidente. Como el oro de la Tierra, como las divisas: la máxima insignia usurpada. Desde los suelos más onerosos, junto a las tiendas más codiciadas una afrenta mayor: El deniego de los hombres malolientes, cansados de la repetición del circuito entre antenas, radios y pantallas de cosmética hiriente. A mitad del camino, el desacuerdo con los metales que temen perder a su víctima: al soldado del consumo o al mártir de la renuncia, soberano y adicto, en su desempleo añora la piedra su guirnalda antigua de danzas poderosas la rueda sanadora de sus abuelos. Revive arrebatando oros y mármoles cuando la sutileza baña a neanderthales en la tarde. Cuando el arco iris dobla la bóveda urbana como irónica sonrisa en los aparadores londinenses.

Navarro

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TODO EL COLORIDO ESPECTRO CORRE HACIA EL SUMINISTRADOR DE ENGORDA El cardumen se precipita para tomar los trenes En Madrid: “Me calzo moda aunque me saque cayo y de fleco a pie te reviso, pero callo”. En París: “No te veo y no me veas demasiado”. En Bélgica y Holanda, lo mismo pero en bici. El cardumen revisa constantemente sus burbujas y reviste los diseños de sus pieles. Examina la engorda del invierno pasado. Impaciente discute el suministro anual o la imposición de los flujos. Acepta la conexión con los alambres y la reducción viajera. Pronto será despojado de sus pieles, sus carnes, sus cebos.

Habana

reciclada

El niño ha estado vaciando la pecera sin disolver los tránsitos. Cae delgada el agua a la cantimplora, fuente que reanudará la marcha, junto a los otros niños, hacia la escuela. Dejará al padre las faenas con el cuchillo, el camino hacia la venta.

Autobuses de otros países Autos clásicos, autos rusos Pieles nuevas de autos viejos. Arte, artesanía e ideas fabulosamente reconsideradas desde los mitos hasta las ideologías: colonias que se inundaban lagunas de pesca. En el aliento comunitario de la guagua la gente de arriba cedió camino a la gente de abajo. Unos buscan compartirlo otros quieren ocultarlo. Unos huyeron y volaron otros crecieron palmera raíz marina árbol. La estrella guía de la isla yace en un profundo azul Yemayá cola del gran dragón que la envuelve Copa, hervidero Sangre naciente Ceibas sagradas Cabezas que sacuden sus pestañas en el cielo. Sin embargo, a veces el aislado aplauso confronta al Atlántico y un collage de insignias se pregunta: —¿Son posibles los intelectuales sin la Revolución? Minucias frente a su signo claro.

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VIAJAR PARA SEGUIR VIVIENDO UN DOCUMENTAL SOBRE LA GUERRA CIVIL EN EL SALVADOR

“Uno modifica su concepto de tiempo y espacio. Se debe olvidar la idea de viajar, y más bien vivir. No estás en tu lugar y no tienes una casa, pero estás viviendo y viajando o al revés, da igual”, reflexiona Victoria Montero, diseñadora, viajera y cineasta independiente, quien junto a Rebecka Bíró, apostó por la realización de un proyecto fotográfico y documental sobre la Guerra Civil en El Salvador (1980-1992), cuyas huellas les han llevado a conocer la participación de la mujer dentro de aquel conflicto armado.

a las ideas, decidimos hacer el documental”, explica Montero.

Con una idea, una cámara y un micrófono, ambas documentalistas se internaron en uno de los países más heridos de Centroamérica –posiblemente el de peor reputación por sus brotes de violencia y pobreza extendida– para rescatar las voces de mujeres testigo de una feroz guerra, mujeres clave durante los años que duró la guerrilla.

Para costear la producción de Guerrilleras, así como su estancia en El Salvador, las ciniestas buscaron fondos a través de verkami.com. La respuesta fue apabullante: con una muestra de su trabajo piloto (verkami.com /projects/2999-guerrilleras), ambas cineastas, el 22 de octubre de 2012, lograron los recursos para su proyecto.

“Cuando conocimos a Rosa, teníamos la idea del documental y a través de la foto o video lo que nos inspirara. Más que un proyecto era una expresión, y personal. Cuando la conocimos, ella en su casa nos platicó y nos quedamos más días en Arcatao para entrevistarla. Y cuando dimos forma

Cirrosis (C): ¿Cómo nació Guerrilleras?

Ambas jóvenes realizadoras, una de nacionalidad argentina y otra sueca, ambas con experiencia en fotografía y comunicación, tanto gráfica como audiovisual, emprendieron el viaje de su vida, uno que aún no acaba y a cada paso les muestra cómo vivir en el viaje, y seguir viajando para vivir. “Uno modifica su concepto de tiempo y espacio”, cavila Rebeca Bíró.

Victoria (V): Yo volé de Buenos Aires a Panamá.

Me encontré con ella (Rebekca Bíró) en Costa Rica. Y de ahí fuimos a Nicaragua y después a El Salvador. En el 2011 llegamos a El Salvador. Ahí [43]

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llegamos a La Palma, donde conocimos a un señor llamado Salvador, quien nos empezó a contar su experiencia de trabajo con la guerrilla. A partir de ahí fue una seguidilla, motivada por el interés de conocer y relacionarnos con gente, preguntar e ir a museos, y leer. Nosotras salimos de El Salvador sin tener la idea clara del documental. Queríamos hacer algo para trabajar la memoria histórica y así empezamos a meternos en el tema.

Rebeca (R): La inspiración mayor, en realidad,

es un señor de unos 50 años, notario, que trabajaba con la guerrilla y tenía un hotel y combatía en la parte de la logística, y él nos abrió a este mundo. Traíamos un interés pero con mucho desconocimiento. La inspiración mayor fue Rosa, una mujer campesina que conocimos en Arcatao y que entrevistamos. Llegamos a Arcatao, un pueblo chico, al norte, casi frontera con Honduras. Es un lugar chico de montañas. Ahí la gente se refugiaba en la Guerra Civil y queríamos conocer ese lugar. Nos empezó a contar su experiencia. Ella trabaja en el Comité de la Memoria de Arcatao y vimos su necesidad, lo que era estar en la guerrilla, no tener para comer. Nos sensibilizamos con ella. Estábamos en el viaje y estábamos en esa disyuntiva por querer seguir viajando y querer quedarnos para hacer algo.

C: ¿El viaje motivó el proceso creativo de Guerrilleras? V: De pronto tienes que cambiar el proyecto de tiempo y espacio y debes cambiar el concepto de viajar y vivir, y estás viajando y viviendo y uno

debe estar en el lugar para hacer las cosas. R: Uno modifica su concepto de tiempo y espacio. Se debe olvidar la idea de viajar y más bien vivir. Sentimos esa dificultad de estar ahí para hacerlo, porque no puedes hacer las cosas en dos días. En ese momento lo hablamos, uno se inspira y después desaparece la inspiración, no es algo que está ahí siempre. Y recorrimos El Salvador durante dos meses. Es un país chico y dos meses es mucho tiempo. Después fuimos a Guatemala, después a México y después a Cuba y volvimos a México. Dudamos en hacerlo solas y discutimos una semana sobre el tema y decidimos que sí.

C: ¿Cómo les ha servido su interminable viaje para hacer Guerrilleras?

V: De Playa no conocíamos mucho. Fue un choque cultural. Fuimos a Cuba y conocimos a gente que peleó en la Revolución. Y volver de Cuba y acabar en medio de Playa del Carmen, viviendo el turismo descarnado, fue un choque y dijimos, esto ¿qué es? Esto es lo que nos han dado y lo que tenemos y es lo que es. El proyecto fue un mini intento de hacer algo útil y todos hemos hecho estudios de publicidad para hacer un cartel de tal empresa y hacer algo propio, uno quiere que salga bien.

C: ¿En qué proceso están del proyecto?

V: Estamos contactando asociaciones salvadoreñas para que nos den apoyo en encontrar a las personas que queremos entrevistar. La idea es que queremos unas cinco, ocho mujeres y que sea más íntimo. Nos interesan las cosas más personales, cómo lo vivieron, con sentimiento, no tanto como una historia con fechas y cifras y de escuela, sino más de experiencia. La idea es entrevistar pocas mujeres y estamos en esa selección y además estamos buscando fondos y ayuda económica para poder solventar los gastos de la estadía allá.

C: En el teaser, se advierte


una búsqueda estética marcada por lo rural, los contrastes…

R: Tal vez inconscientemente, pero conscientemente, no. No había ningún tipo de fondo estético para un público exterior o nuestras amistades. V: Aunque el hecho de que no tenga público no es que no haya intención estética. R: Sí, no es que filme la pared a la hora de entrevistar. Tuve que estar cerca con la cámara para escuchar la voz. No es que haya sido accidental, hay estética de uno pero por limitaciones de tecnología ocurren cosas que pueden beneficiar. V: Fue bastante natural. Ella me dijo, hagamos un plano de Rosa amasando y la vimos y no había búsqueda. R: A la hora de editar, sí, no había consenso de querer filmar esto o aquello, pero sí los detalles, quizá porque estudiamos lo mismo, diseño, queríamos mostrar a la persona cómo vive y a la vez que sea íntimo, por lo que siente.

La música (del teaser) es la banda de sonido de Diarios de Motocicleta.

C:¿Cuál es su plan para terminar con Guerrilleras?

R: El plan es estar en El Salvador unos tres meses para hacer la producción y después la etapa de postproducción. La verdad es que es un tema que, si realmente se busca hacer cálculos reales de cuánto se necesita, es mucho dinero. Se hace complejo pensarlo. V: Nosotras pensamos en hacer el documental sí o sí. Tenemos una cámara, un micrófono y nuestra creatividad. Tenemos dinero para la estadía. Después tendremos que buscar dinero para la postproducción. En El Salvador nos van a ayudar, en algunos casos, con estadía y comida. Hay asociaciones que igual nos han dicho que nos apoyan con estadías y hay gente que nos ha ofrecido alojamiento y comida. Y eso ayuda. Además tenemos campañas para que hagan donaciones. Esto es un proyecto de 40 días para juntar el total.

C: ¿Ya tienen la estructura de Guerrilleras, lo que realmente quieren contar?

R: El guión se hará a partir de las entrevistas que hagamos de la gente. La gente en esas zonas vive en condiciones muy difíciles. Lo que comen todos los días es arroz y frijoles, y si es posible, carne. Pero no podemos encontrar a mujeres que nos ayuden en el documental, debe haber voluntad porque es un tema difícil y depende del tiempo y dependiendo de ese tiempo es que encontremos el guión y que este encuentre sus formas. Por ejemplo, si una mujer, hoy en día, está implicada políticamente en la capital, es muy distinto a una mujer que lucha en el campo con la memoria histórica y que es analfabeta. El proyecto debe ir creciendo todo el tiempo, en evolución.

C: ¿Qué experiencia tienen?

V: He trabajado en diseño gráfico, desde la universidad he trabajado en diseño editorial y después fotografía. R: Estudié artes y comunicación y después tuve interés en imagen y movimiento y después me metí en edición. La tesis de mi carrera fue análisis y documentales en el 2002. Hace 10 años tuve el interés. He trabajado en reportajes de video y he tenido trabajos como freelance, y desarrollé posibilidades, entre retocadora de fotos y artes digi-

C: ¿Quiénes más están involucradas en el proyecto?

V: En el proyecto estamos los dos. David del Maso fue quien editó el audio y al que pedimos ayuda. [45]

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tales donde conocí instalaciones interactivas, es un bizcocho de imagen y sonido y en el viaje volví a la fotografía. Nos gusta jugar con la cámara y además de hacerlo con alguien que admiro y tiene capacidad para crear historias y es buena para entrevistar y tiene muy buen ojo visual.

C: Además de rescatar la memoria histórica de un hecho, ¿qué más busca Guerrilleras?

V: Creo que este documental es para repensar qué otro papel tiene la mujer en Latinoamérica. En Latinoamérica el voto femenino se alcanzó en la década de los 40 y hay sociedades donde la mujer sigue teniendo un papel menospreciado. Los niveles de violencia en este momento contra la mujer son increíbles. Los niveles de violencia son altísimos y por eso es necesario que se siga reflexionando y pensando el papel de la mujer. Hay cierto consentimiento de las mujeres a ese rol: no todas las mujeres quieren liberarse, no todas quieren salir de su rol, no todas quieren igualdad. Fueron educadas en un contexto donde el hombre es superior y toma decisiones y seguramente salir de ese lugar genera temor y miedo a lo desconocido, por eso analizar el rol de la mujer en un conflicto armando es hipernecesario porque falta aprender y crecer un montón. Además de la reinserción en la sociedad. R: Pero también analizar las consecuencias de la guerra, que fue entre 1980 y 1992, pero no estabas en la guerra para volver a tu vida anterior ni a una nueva vida, tranquila; hay destrucción del país, de familias, de la confianza hacia los demás, que se tiene que recuperar o encontrar una nueva fórmula, la vuelta a la sociedad después de una guerra y cómo afecta a la gente y quiénes son los responsables y las responsables de ese sufrimiento de 12 años, qué se debe hacer, qué trabajo de reconstrucción debe hacerse, y no sólo material, sino humano y las posibilidades de estudio. Eran posibles antes de la guerra y ahora des-

pués, es peor. La nación que tiró dinero en armas. ¿Quién va a pagar todo eso, porque alguien debe pagar y ayudar y no se puede olvidar todo eso y hoy en día hay gente que no tiene posibilidades de estudiar los primeros ciclos de la escuela, porque hubo una guerra, y, ¿eso es justo? La justicia es un tema largo, pero, en este caso se debe repensar en dónde se debe reinvertir dinero.

C: ¿Cómo ven ahora a Latinoamérica?

V: Es difícil unificar, México es un mundo; Panamá, otro; El Salvador, otro. Hay algo en común como el machismo y pensar en la igualdad de género es todavía eso, pensarlo y no vivirlo. Los países son muy distintos. En Honduras parece haber acceso bastante fácil a armas para el ciudadano normal, mientras en Nicaragua no lo vimos así. Hay en Honduras lugares donde se prohíbe entrar con armas e incluso otros con lockers para armas y eso habla de una sociedad que acepta que la gente esté armada, y eso no lo vimos en otros lugares. En Honduras hay energía pero me pareció el lugar más hostil. El Salvador es el país sin situación de guerra pero con más violencia en el mundo. Pero encontramos gente buena, hay que está huyendo porque la guerrilla llegó a ocupar sus casas y negocios e hicieron sus maletas y se fueron. Hay historias no contadas con la violencia. R: Lo que encontré en Latinoamérica es muy interesante, con la mezcla europea e indígena, y a pesar de no ser el lugar más cómodo para viajar, se aprende. Lo que rescato del recorrido por Centroamérica es aprender. V: Y darse el tiempo de aprender. Se debe tener tiempo para estar, quizá, un cuarto de hora más en un comedor porque alguien se va a interesar en lo que haces y se trata de estar atento a eso. El país se conoce por los autobuses y hay que darse el tiempo para escuchar las historias, la vida de los demás porque así también se hace una imagen de lo que es la vida en es lugar. Rebecka Biró y Victoria Montero terminaron hace unas semanas su viaje de investigación en El Salvador. Según comentaron a Cirrosis, el documental Guerrilleras entrará muy pronto en la etapa de post producción.




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