Cirrosis No. 0

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agosto 2012

playa del carmen, qroo. no. 0

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sin tim贸n y




CE DI IN

Directorio Los Jefes (editorial) Alcohol y Literatura (Marcos García Caballero) La puerta está abierta (Eusebio Ruvalcaba) Sin título (Carlos López) El plato (Carlos Underwood)

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Todas somos putas (Emily Baumman)

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Devuélveme mi Poppers (Alfonso Morcillo)

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Muestra pictórica (Iván Castro Macías) Final con música (Mario García Salgado) Sonares híbridos (Luis Alberto Arellano) La melancolía de Rulfo (Ileana Garma) La casa (Luis Manuel Paz)

Editorial Praxis, Sobreviviente en tiempos violentos Entrevista a Carlos López

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Siempre guardo una cerveza para la cruda (Fernando Morcillo)

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Revista de literatura y arte. Los textos publicados son responsabilidad del lector. Registro en trĂĄmite. revistacirrosis@hotmail.com. Playa del Carmen, Quintana Roo, MĂŠxico.

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Ficha

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Luis Manuel Paz (1980, México, D.F.) Periodista y narrador. Participó en la antología de narradores michoacanos Turbulencia Dosmilonce. Colabora en la revista Revés y en la casa productora Mamá Gallina. Actualmente es editor en jefe de la página web de La Jornada Michoacán. Carlos Underwood (1981, México, D.F.) Dos veces becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FECA). Incluido en la antología Mano de Obra: Relatos Breves, de Editorial Almadía, y en la compilación de jóvenes narradores, editada por la Universidad Benito Juárez, en Oaxaca. Ileana Garma (1985, Mérida, Yucatán) Becaria del Programa de Fomento a la Creación y Desarrollo Artístico de Yucatán (2005). Libros publicados: Itinerario del agonizante (Ayuntamiento de Mérida, 2006) y El estado de sitio (Catarsis Literaria-El Drenaje). Incluida en varias antologías. Luis Alberto Arellano (1976, Querétaro) Autor de Erradumbre (Mantis editores, 2003) y De pájaros raíces el deseo/D’oiseaux racines le désir (Écrits des Forges/Mantis editores, edición bilingüe español-francés, 2006), y de Plexo (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2011). Ha sido becario en cuatro ocasiones por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y beneficiario de la beca Jóvenes Creadores del FONCA 2008-2009. Eusebio Ruvalcaba (1951, Guadalajara, Jalisco) Autor de la novela Un hilito de sangre, Premio Agustín Yáñez 1991. Ha publicado más de 35 libros, entre los cuales están Música de Cortesanas, Lo que tú necesitas es una bicicleta y El frágil latido del corazón de un hombre, entre otros. Considerado uno de los escritores más representativos de la literatura mexicana actual, y uno de los más queridos. Adora el vodka y es capaz de hacer aparecer a Bach en un taller literario de la colonia Obrera. Iván Castro Macías (1977, México, D.F.) Artista plástico. Ha expuesto en diferentes foros de la ciudad de México y de países imaginarios. Está próximo a abrir un restaurante en la colonia Roma (D. F.) de mariscos, jazz y mezcal. Alfonso Morcillo (1972, México, D.F.) Escritor mexicano que enfoca su trabajo en la narrativa y la crónica. Ha colaborado en diversas revistas, publicaciones y antologías de cuento. Publicó el libro Edificio A, departamento 69, donde se reúne una serie de cuentos que suceden en una unidad habitacional. Fernando Morcillo (1975, México, D.F.) Reportero –desde hace 10 años- y cuentista desde que perdió la memoria. Tiene dos libros inéditos esperando que sean devorados por la humedad. Emily Baumman (Nueva York, 1985). Escritora y poeta. Radica en la ciudad de México desde hace cinco años, país al que llegó buscando los resabios de Malcom Lowry. Ha publicado dos libros: Dance with the madness (poesía) y I wanna be fucked like a whore (Herman Hesse Prize, New Jersey). El texto que aparece en este número de Cirrosis, con autorización de su autora, pertenece a su libro inédito Los días de las perversiones naturales. La traducción es de José Ángel Villagrán.

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La

puerta está abierta

Eusebio Ruvalcaba

Así se empieza a escribir un poema: poniendo dinero en la mano de una mujer. Una mujer que no necesite ese dinero, pero que la palabra puta la estremezca. Aún sin saberlo. O que necesite ese dinero, y que la palabra puta la estremezca. Puede ser una mujer acostumbrada a la lisonja. O no. Hermosa o no. Nada de eso importa. Ya está en el camino correcto. Ponerle precio a su amor. Nada más feliz para una mujer insegura. No hay que excederse con la cantidad. Tampoco que piense que vale mucho. Nunca habrá modo de bajarle los humos. Darle el dinero y hacerle creer que es un gesto generoso, como ayudar a un ciego a cruzar la calle. Que no debe nada en cambio. Hacerle creer eso. La próxima vez que extienda la mano, sutilmente hay que rozarle el muslo.

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Eran las 5 de la tarde del 24 de diciembre de 1996; había llegado a las 3 al df de Guatemala, adonde te fui enterrar, padre. Ese día estaba más oscuro que de costumbre, ahumado. Las calles tenían poca gente y por todos lados se sentía la desolación, la mugre, aceras llenas de mierda, de vómitos secos, de miradas hostiles. No quise avisarle a nadie de tu muerte, ni de mi viaje, ni que ya estaba de vuelta. Tampoco quise emborracharme, ni trabajar, ni leer. Me fui a los baños de vapor Vértiz quién sabe por qué. Ahí pedí que me mandaran una puta al baño. Pero tardó mucho en llegar. Tres veces tuve que vestirme y salir a la recepción a preguntar qué pasaba. Me dijeron que la dama tardaba porque tenía que ordenar su casa antes de salir a atender a los clientes, que venía del estado de México. El retraso me hacía temblar, el corazón me latía más rápido. Pero no supe por qué pedí que le hablaran a alguien, pues no tenía erección y no sabía cómo era ella; además, ahora prefería estar solo entre el humo del vapor, sin pensar, sin sentir, solo con la imagen, padre, cuando esperábamos ansiosos unos rayos de sol para empezar a trabajar y la lluvia cerrada oscurecía el campo.

Carlos López

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Son las seis de la tarde. Abro el refrigerador y únicamente me sobra una cerveza. Es inicio de quincena y no tengo ni un centavo. Pongo la lata al centro de la mesa y dudo en beberla. “Carajo, sé firme”, digo en voz baja para no despertar a Raquel. Raquel duerme como anciana después de una noche de sexo duro e inhalar cuatro grapas bien servidas. ¿Qué más se puede hacer en un lugar donde la soledad destruye a las personas? (Me gusta la soledad, pero en compañía de una mujer, dijera el cabrón de Hasta las últimas consecuencias). Turismo y desarrollo, ¡mis huevos! Me decido y bebo. Cerveza Gallo, qué demonios, no importa. Suena el teléfono. Es El Diablo. “No, no tengo, pero si me fías, te pago el treinta”. No funciona. Ahora sí estoy jodido. En dos tragos me termino la lata. ¿Y ahora qué? Observo a Raquel. Qué rica hembra. Tiene veinticinco años. Desde los diecinueve me la estoy cogiendo. Firme, puta y callada. Además, trabaja. Raquel es de esas mujeres que al encontrar una verga dura deciden olvidar al mundo: no lo detienen, lo desechan. La conocí en la universidad. Ese mismo día se mojó en mi cama y chilló como cabra. La muy puta se enamoró de mí. Me gusta verla dormir, es como advertir un cadáver. A distancia no se distingue si respira o no. Siempre se recuesta desnuda sobre el colchón, con los pezones firmes y las nalgas abiertas. Sus tatuajes cortan la noche y su vagina sin vello humedece


las sábanas. Su piel huele a sexo, a semen. Si no tuviera que trabajar la fornicaría todo el día, hasta reventarla.

detiene. Al contario, obedece con una disciplina militar. Le gusta. Raquel es violenta, muerde agresiva por momentos pero después, después de unos minutos, mama con suavidad. No exagero. Raquel es Raquel. Una criatura dispersa que la esquizofrenia la tiene al límite, como si supiera que la vida es una infección, o un subibaja, un juego de feria que no se debe desaprovechar por unos cuantos pesos. Vale madre. La quiero copular con fuerza, dejarla sin opción de escapar.

El reloj no avanza, el tiempo se cuaja en la espesura de Playa. Un amigo -después de bebernos una botella de ron tras una noche de fiesta- me confesó que Playa del Carmen es un hoyo, un abismo, un lugar olvidado, un sitio que ni los poetas toleran. “Es Siberia en el Caribe”, me dijo. Ahora creo entender por qué.

Raquel me cuestiona nada con una templaza mercurial. Se escucha mamón, pero no. Me explico. Raquel quiere una grapa y no tengo cómo cumplir su demanda: ¡no hay plata!, y por si fuera poco, El Diablo me mandó al carajo, no fía.

Aún son las seis de la tarde, parece. Raquel hace una mueca repentina. Abre los ojos como si un llanto la alterara. Se levanta con lentitud, pesadez, indolencia. Se agita el cabello al tiempo que sus tetas, a punto de explotar, escurren sudor. Pronto Raquel descubre, de reojo, una mancha de espuma que su cuerpo soltó mientras dormía. “Esa mujer, esa mujer es mía”, repito en mi cabeza mientras sujeto mis huevos con firmeza. Raquel se pone de pie y se rasca la entrepierna. Se estira como si buscara liberarse del momento, pero de pronto, en un chispazo, se da cuenta que no lo consigue. No importa. No dejo de contemplarla. Su desconcierto me pulsa la verga, me la estremece, me la incendia.

Raquel no revienta en cólera, se contiene, no sé por qué, quizá tengo suerte o simplemente le doy lástima. Me tranquilizo sin que lo note. Raquel revisa la mesa hecha mierda como un felino que ha perdido el rumbo o que simplemente se hace pendejo. Después de unos segundos Raquel encuentra, por azar (quisiera creer que no es así), el plato que usamos la noche anterior para fragmentar la coca en polvo. A simple vista no se distingue nada. El plato luce vacío. Es decir, no hay residuos, no hay sobras. Al menos eso observo desde mi silla encajada en un piso con cadenas. Pero estoy inquieto, sin duda.

La mesa de la habitación es un desastre. La lata de cerveza naufraga en el vacío. El cenicero es un panteón y los vasos evidencian una noche accidentada. Hay humedad y no es el clima, es la intolerancia, la incomodidad de la Nada. Raquel levanta las cejas y fija sus ojos en los míos. “Qué hembra”, me excito nuevamente con la velocidad de una descarga. Camina hacia mí y las rodillas me crujen como si la rótula hiciera trizas. “Qué más da, carajo”.

Raquel toma el plato y lo examina a detalle (no hay nada, sólo humo). Raquel no escucha razones ni realidades y lame el plato. Lo chupa repetidamente. Su lengua repasa los bordes de plástico y absorbe un vano intento por hallar un montículo minúsculo de mierda. “Qué perra terca”. Raquel tira el plato pero no le tiemblan las piernas y se abre como abanico.

Raquel se sienta en mis muslos y me soba la verga desmayada como si fuera jabón. Sus nalgas se mojan y me lubrica la piel. Sabe qué hacer: tiene veinticinco años, puta madre. La muy cabrona se baja y me succiona los huevos como si hubiese nacido para ello. Le retengo la cabeza en el fondo de mi culo y hago que se trague mis joyas de un bocado. No se

Raquel me sonríe y me muestra el culo con el engaño de quien vende un objeto como si se tratara de una reliquia. El muslo me brilla por la humedad de sus nalgas, de su ano: la fornico, hasta reventarla.

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Todas somos putas, en el fondo. Está en nuestros genes. A pesar de los años, a pesar del fracaso, me gusta mi culo y mis tetas como mangos del trópico; quiero sentir manos extrañas, aliento a licor. Cuerpos extraños. Me excita el peligro. Siempre me ha seducido. Puta. Me gusta que me miren cuando me están dando duro, cuando me cogen en un callejón o en el baño, en un auto o en la piscina. Las cosas han ocurrido así. Y los hombres nunca lo podrán entender. Quiero que alguien me coja ahora mismo, que me meta los dedos, que me meta la lengua.

pagar por meterme tus bolas, a la que le vas a pagar por abrirse de piernas, por ponerme a horcajadas, por dejarme orinar.

Pocas lo aceptan. Duele aceptarlo. Y duele porque así nos han dicho que debe de ser: dolor prevalece sobre placer prevalece dolor. Un juego insensato. Y no participo. Todas, en el fondo, somos putas o golfas o güilas o zorras, como quieras llamarlo. En el fondo de nuestro ser hay un burdel infinito asechando, en lo muy hondo de nuestro espíritu trágico, de nuestra sangre quebrada, o en la superficie de nuestros sueños más imposibles, en la piel, en la punta de los vellos erizados: pocas son las que se entregan definitiva y fervorosamente a ese nuestro instinto abismal. Somos putas. Y lo importante es entenderlo para asumir el vacío y cogerlo.

Así nací. Y pocos lo entienden. Así como no puedo vivir sin el agua, tampoco puedo vivir sin coger. Siempre tengo las ganas bien puestas. Esté donde esté, aparece la excitación como un rayo, el sol del deseo, y necesito incendiarme y me lío con cualquier tipo que esté frente a mí. Ya soy tu puta, les digo. Tócame, bésame, pégame.

Sé que quieres meterme tu verga, tu polla, tu rabo, tu espada; todos los hombres que se precien de serlo lo quieren, lo intentan, les atrae el perfume secreto. Somos dueñas de esos impulsos. Ellos, esclavos de sus pelotas. Divertido y siniestro. Me gusta que me digan puta cuando me cogen. Me gusta que el macho con el que voy a la cama se exalte y se vuelva salvaje. Un toro. Llámeme puta en cada embestida, les pido. Pero no todos entienden. No todos resisten. Son pocos los que soportan la dosis fatal. Se clavan, peor. El amor es poca cosa y eso tanpoco lo saben. Los hombres son niños con miedo. Incluso los toros salvajes. No lo soportan.

Terminé una carrera y tengo dos hijos, un marido que me quiere y una familia encantadora que me visita al menos dos veces por mes. Y nadie lo sabe. Mi marido no lo sospecha. Ni se lo preguntan. No lo entendería jamás. Mi marido, le quiero.

Mírame y tócame, hazme sentir que soy una puta a la que le vas a pagar por meterme tu rabo en la boca, a la que le vas a [16]

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eso –sin moralis-mo- he preferido no engancharme a otra cosa que no sea mi fiel putería, mi instinto de hembra. Si acaso me relajo con un par de copas y un poco de polvo. Pero los hombres son lerdos –de pensamiento y acción- y cuando pasan su limitada línea de tolerancia adictiva, cualquier cosa que insufle sus cerebros termina por hacerles perder el control de sí mismos y se convierten en los peores amantes. Por eso prefiero que no estén ebrios. Locos al natural, así los prefiero. Los amantes deben ser como los pilotos: sobrios y entregados: concentrarse en llevar su avión al mejor aeropuerto de todos.

Los hombres nunca sabrán, ni siquiera conocen cómo funciona su picha. Cuando ese trozo de carne endurece frente a X mujer, es porque las células claman por ella y no se equivocan, sea quien sea la golfa, y es cuando deben atacar: los mejores polvos de toda su vida. Y cuando no se les para ni el pelo es que no va por ahí, a todos les pasa y la verga tiene razón. No debe haber drama.

Ahora, mientras espero al siguiente tipo sentada en este bar, miro al espejo mi rostro que ya no es el mismo. Han pasado 40 veranos y aunque doy buena pinta, se presiente el silencio de un inevitable final. Tenía 10 años cuando comencé a despertar a esta vida. Supe sin saberlo que era una puta. Supe sin saberlo que mi carne me llevaría por laberintos de ensueño y paisajes inhóspitos. Cuando un hombre maduro se soltaba en halagos por verme mayor, las mariposas en el estómago terminaban mojando mis bragas. Entonces no sabía que esa sensación de vértigo se llamaba placer. O abismo. Y me tocaba en las noches mientras escuchaba a mis padres hacer el amor o imaginando manos extrañas sobre mi cuerpo apenas vestido o bañado.

Las otras adicciones, las que se relacionan con la putería, pura falacia. Los borrachos son pésimos amantes, los cocainómanos se vuelven locos a la primera y a veces se les pasa la mano o se empalman y no pueden correrse. La mota puede funcionar en ocasiones contadas, pero en la mayoría de los casos es un fracaso. Heroína, morfina u opio ni hablar: drogas perfectas para la gran soledad. Quizá las tachas o el MDA o las anfetas, y a veces. Somos ansiosos: naturaleza de speed. La ansiedad recorre nuestro sistema nervioso y nos impulsa a cometer las más hermosas atrocidades. No me preocupa. La única idea: sublevar la destrucción y crear y correrte. A pesar del fracaso. Y las tachas o el MDA han potenciado algunas veces mi nivel de placer. Pero a la larga sé que terminarían por matarlo y por

He perdido la cuenta de los hombres con los que he fornicado. He perdido la noción de cuántas bocas han besado mis senos, mis nalgas, mi vulva. He perdido la noción de cuántas orgías. He perdido la cuenta de todo. Sólo me queda claro una cosa: a las mujeres, en el fondo, nos fascina ser putas, pero pocas se atreven a llevarlo con orgullo y honor. Espero en la barra un hombre que quiera follarme. Espero en silencio, con un cigarrillo y algunas arrugas, con los cabellos pintados y un panteón de recuerdos para nunca contar. Esta noche hay promoción.

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Iván Castro Macías

Óleos sobre tela

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FINAL CON Hoy anochecí con ganas de escribir. Heavy cloud no rain? Hoy he recobrado el entusiasmo y quiero escribir ciertas cosas. Quiero decir que no sé por qué las alegrías suceden y por qué le tenemos tanto miedo a que esto ocurra. Quiero saber por qué nos asusta tanto la vida. Leo un libro de Murakami, escucho una canción de los Beastie Boys, bebo algunas cervezas y todo parece perfecto. Allá afuera, un poco de lluvia. Un poco de humedad y un poco de tristeza pero hoy parece ser un día diferente.

Mario Garc

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N MÚSICA Como si existiera una verdad y me fuera revelada con estas pequeñas cosas. Pienso en ella y pienso en todas esas situaciones que nos harían ser los mejores. Imagino esta noche a ella y yo escuchando música, conversando, riendo, bailando, fumando y felices. (Pero pronto pierdo el entusiasmo). Hace mucho que no escribo y no tengo mucho qué decir. La música me atrapa y me obliga a acabar con este poema. Ojalá todo terminara así.

cía salgado

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SONARES HÍBRIDOS Luis Alberto Arellano

Lo genial de Berlín, como ciudad, es que no se agota por la crónica que cualquiera te haya hecho. Ya sea un turista convencional que llegue a uno de los finos hoteles a pasos de la Brandenburg Tor, o se quede en un hostal instalado en una casa okupa en Kreuzberg, ninguno tiene la visión total del Berlín complejo y vibrante de la actualidad. Con una multiculturalidad apabullante, en un sentido más integrado que en América, los recorridos por barrios como Kreuzberg o Neükolln suelen ser alucinantes por la cantidad de experiencias olfativas y visuales de diverso origen. El arte plástico esté en donde esté no deja de ser estimulante. Las galerías o los frentes, costados y techos de edificios, okupa o no, se prestan al diálogo sordo de los stickers, graffitti, murales y piezas más complejas. Este tipo de ambiente aunado a la escena musical vibrante y de vanguardia, y la constante reedición de la historia son parte del caldo de cultivo para una de las poesías más interesantes en la actualidad europea.

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La labor de difusión en este sentido tiene en Timo Berger uno de sus mejores cómplices. Timo, poeta él mismo, ha difundido desde sus constantes encuentros en Latinoamérica, la labor de un puñado de poetas berlineses que tienen un trabajo interesante, y aún más, como para señalar contrapartes en Argentina, Uruguay o Chile.

En el aire

Ha publicado dos compilaciones: Luces intermitentes, en colaboración con Carlos Vicente Castro, publicada en 2009 por Paraíso perdido/ UDG/CUDH; y el recién salido Remesa poética de ultramar, Nuevos poemas de Latinoamérica y Alemania, SuKulTur/Instituto Cervantes de Berlín, en colaboración con Rike Bolte.

En Odile Kennel, la reflexión sobre el yo y el trabajo crítico sobre el lenguaje dan como resultado un poema poco convencional, pero de gran fuerza expresiva y plagado de imágenes innovadoras.

Nosotros hombres buenos en el aire bebemos algo, qué me importa la gravedad, cuando está mi culo, integrante de lo entero perdurable, y repelente a aquello que pudiera evitarlo […]

Tuve la fortuna de verla leer en Berlín y su sonoridad es muy significativa. Poemas como rizos que se van desplegando sonoramente y que van llevando al lector a mirar en su entorno con ojos menos inocentes.

De entrambos me resultan admirables tres nombres: Tom Schulz, Björn Kuhligk y Odile Kennel. Uljana Wolf y Jinn Pogy son nombres también a recordar, pero estos tres que he mencionado al principio son extraordinarios.

En un costado de la Dom, la catedral sobre el Spree donde Ratzinger elucubraba razones de fe, está el Marx und Engels Forum, un parque que tenía en su centro un complejo escultórico de Marx y Engels hecho por Ludwig Engelhardt.

Las piezas de Schulz son principios de arte poética. Siempre logra que de lo inmediato y ordinario se desprenda una enseñanza de paz, serenidad y comunión. Su trabajo es muy celebrado en Alemania por ser la alternativa a una poesía más solemne y más enraizada en la tradición. Schulz camina por otra orilla.

Es un extraño conjunto, Engels de pie y Marx sentado. Engels enjuto, agotado y un pie detrás; Marx voluminoso, leonado y contenido, con las manos sobre las rodillas pero ansioso. Ambas figuras miraban hacia el este hasta su recolocación. Fueron retiradas del centro del parque, dejando sólo el zócalo redondo que las contenía. Ahora están a un costado del parque y miran hacia el oeste, desde donde los saludamos.

De Björn Kuhligk puedo decir que su trabajo es profundamente berlinés. Sus poemas son una crítica a la autosatisfacción europea, que encontró en el american way of life una forma de perpetuar la utopía. Constantemente habla sobre hombres y mujeres que están en el centro de la tabla poblacional y están aburridos o demasiado satisfechos. Sumado a este enfoque, se aúna el paisajismo urbano que toca con su mirada tanto los bosques que están en Berlín como la población musulmana y sus horas de rezo. Es, sin duda, el poeta que a mí me parece más interesante de toda la nueva camada. Aquí los primeros versos de su poema En el aire, traducido por Daniel Bencomo:

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SIEMPRE G

UARDO UN A

NDO FERNA

ILLO MORC

CERVEZA P ARA LA CR UDA

Sabía que estaba en mi casa porque el vómito estaba en la pared de mi baño.

A un lado de mi codo izquierdo, la sangre coagulada ya había hecho una costra.

Sabía que estaba en mi baño porque el espejo me mostraba que yo estaba ahí, vaciando mi estómago en la pared, porque no llegué a levantar la tapa del bacín.

La luz del día, que asomaba por la esquina derecha de mi habitación, no me decía mucho de la hora. Tantos años de vivir aquí no han servido para entender cómo camina el sol.

Y también sabía que estaba en mi casa, en mi baño, porque llevaba demasiado tiempo ahí sin que nadie preguntara, por lo menos, si todo estaba bien ahí, donde yo estaba.

Ante mi escasa creatividad para formular respuestas o inventarme alguna, decidí acostarme en el piso, en la misma posición que recordaba haberme levantado.

Lo que no entendía es ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior? Buscar respuesta a mi enigma era regresar a los principios de la filosofía que nunca entendí en la escuela y por eso no le pregunté qué hacía ahí conmigo. El baño estaba disponible para mí, porque era mi baño, el baño que siempre me ha atendido; el baño que en los últimos cinco años me ha atendido sólo a mí.

Pero esa posición, mi cuerpo, ya no estaba dispuesto a aceptarla un rato más.

En la pared, una de las cuatro paredes, el clóset estaba en su lugar con la ropa en su lugar; la tele y el DVD en su lugar, encima de su mueble con los discos en su sitio.

Por eso, para recuperar el lugar que mi cuerpo exigía, tuve que preguntarle ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior?

En la otra pared mi silla y mi mesa con el intento de comida que tenía por despensa (dos bolsas de papitas y una de cacahuates salados) en su sitio. Y en el otro lado, el refri de cinco pies. Es decir, todo en su lugar. Hasta el cuadro que dejó el inquilino anterior estaba en su lugar. Hasta la mancha que intentó quitar, el que vivía antes, con pintura azul de agua conservaba la misma forma.

Y ella dejó el libro, no sé si era mío, que leía entonces para preguntarme si estaba bien.

Todo bien, excepto por dos cosas: ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior? Lo otro, lo que no cuadraba en mi habitación, aún no sabía qué era, pero estaba seguro que faltaba.

Dos años atrás hizo la misma pregunta pero tenía otro sentido.

En fin, terminé de hacer mi obra en el baño, la obra por la que algún artista habría pagado miles de dólares, para revender a algún buscador de tesoros, pero que en cuanto me sintiera bien mandaría, con ayuda de la regadera, al desagüe.

Dos años atrás no tenía para pagar mi consumo y ella evitó que lo que yo conozco como cuerpo tuviera lesiones serias y por lo cual se comprometió a pagar la deuda.

Incluso, sobre el lavabo un número incontable de hormigas dañaba mi obra plástica del día.

Dos meses atrás hizo la misma pregunta cuando, dentro de uno de esos pequeños espacios que compartes con más de cinco, me preguntó si ya iba a cambiar.

¿Cómo llegaron?, sí lo sabía. Igual que la última vez que me descuidé y no les aventé Baygon Hormigas.

Dos días atrás me preguntó lo mismo, pero tenía otra connotación, ¿estaba bien?

¿Cómo llegó mi obra plástica ahí?, eso sí no lo sabía, aunque tenía una hipótesis.

Sí, aunque en ese momento ya se iba de ese cuarto que compartimos…

Pero, ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior? [30]

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Entonces, ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior?

Este refri de cinco pies de alto ha podido conservar mi salvación del día siguiente.

Y antes de responder a esa pregunta mi cerebro, a través del sentido de la vista, apreció que en una de esas cuatro paredes había un charco de agua.

Me ha ayudado y me ha salvado de tener que salir a buscar apaciguar mi sed en temperaturas de hasta 35 grados centígrados. Tenía aún dos preguntas sin respuesta y una de estas casi estaba por descubrirla.

Un charco de agua que tenía origen en el refri de cinco pies de alto y que en su espalda había sido desconectado.

Abrí la puerta del frigo, del refri de cinco pies de alto, y revisé su interior.

La vanidad siempre lleva a la gente a presumir los únicos logros que puede tener en su vida, así como el narcisismo puede llevar a los que se creen bonitos a ver el mundo feo.

No había nada a excepción del queso oaxaca que olvidé desde hace tres semanas. Siempre guardo una cerveza para la cruda y en ese momento no estaba donde siempre la he dejado.

Para nosotros los alcohólicos, la vanidad es pensar que cuando la fiesta va a acabar debemos de pensar que no tenemos nada más para tomar.

De momento yo no podía responder a esa mi pregunta, pero había alguien que podía responder la otra, mi otra pregunta. ¿Qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior?

Debemos entender que vienen horas duras y difíciles para que nuestro organismo vuelva a asimilar algún tipo de brebaje que evite que el cuerpo tenga esa sensación de sed, de cansancio, de me lleva la viejita.

Pero, de momento, esa pregunta ya no me interesaba. ¿Dónde está la cerveza que siempre guardo para la cruda?; esa sí me urgía responder. Hace algún tiempo la pregunta más importante de mi vida se la hice a mi mamá. Le pregunté cómo era yo cuando salieron mis primeros dientes. No se acordaba y por eso mintió. Me dijo que era un niño lindo y hermoso al que todos querían abrazar.

Bueno, así era en el pueblo del que salí, donde la venta de alcohol terminaba a las 11 de la noche y después, si no compraste lo suficiente, aguanta hasta las 10 de la mañana cuando don Cuco regresaba de raspar el maguey.

Con eso me di cuenta que preguntar no valía nada porque siempre alguien te va a mentir y se va a aferrar para hacerte creer que es verdad porque para ellos ya lo es, porque ya aceptaron las mentiras de los demás. Pero de eso a preguntar sobre la cerveza que guardaba para mi cruda. Más importante que saber ¿qué hacía ella a esa hora y en ese Mi Lugar, en Ese Momento, si ni estuvo donde yo me acuerdo estuve la noche anterior?, era necesario saber dónde estaba la cerveza que siempre guardo para la cruda.

Y así aprendí que aún cuando nunca faltaba el alcohol en este lugar, debías preveer.

Y ella, con preguntas (varias) en su cabeza, lejos de responder, mejor recogió las blusas que aún quedaban sobre mi cama y le pertenecían.

Pero aquí, el pulque no existe porque no existen ni los dioses que lo pueden beber y porque simplemente no hay magueyes.

Y partió con las grandes dudas por las cuales fue a buscarme, pero se fue con la gran respuesta de decirme dónde quedó la cerveza que siempre guardo para la cruda.

Desde que compré el refri he tenido la precaución de guardar una cerveza.

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Editorial Praxis:

SOBREVIVIENTE EN TIEMPOS VIOLENTOS Entrevista a Carlos López Editorial Praxis, casa editorial (asentada en la colonia Doctores de la ciudad de México) que ha logrado sobrevivir –cosa extraña en nuestra sociedad- a uno de los siglos (el XX) más violentos, nihilistas y desgraciados que ha superado la humanidad. A poco más de 30 años ha publicado más de 700 títulos y navega viento en popa por una de las cañerías de la vida: eso que ridículamente se ha dado en llamar literatura universal y mercado editorial. Durante estos años, Praxis ha viajado al margen de apoyos estatales y, por si no bastara, la apuesta ha sido más cabrona, ya que la casi totalidad de los libros publicados son de poesía. ¿Por qué hacer esto en estos tiempos cirróticos, en los que la poesía – como en casi todos los tiempos de la humanidad- es desdeñada, vapuleada y despreciada? La respuesta de su fundador, Carlos López, es contundente: porque la poesía “es lo mejor que le puede pasar al hombre”. Por ello, incluso, se fundó, hace algunos años, el Premio Internacional de Poesía Editorial Praxis.

concedió una entrevista a Cirrosis. Pese a la hechura (vía electrónica) de ésta, la voz cruda y nítida de este guatemalteco-mexicano, sacude: va al grano, sin miramientos; y desprecia, sin importar la nulidad o profundidad del temor, el arribismo en el que han surgido muchos sellos editoriales, además de esos autores que sólo buscan prostituirse. Salvo unas pequeñas modificaciones, y tras todo este tiempo de espera, finalmente sale a la luz esta entrevista que versa entre la resistencia de Praxis y el coraje de su fundador.

Lo importante, como bien sabe este esclavo incorruptible de las letras, es que una editorial que busca difundir la literatura, en su esencia, no va tras el oro ni las prebendas ni los favores, sino en busca de “la luz de los diamantes de la creación”.

Cirrosis (C): ¿Cómo la literatura?

Carlos López (1954), poeta, ensayista, investigador y fundador de Editorial Praxis, hace más de un año

Carlos López (CL): Fue tardío, como todo en mi vida. No lo tengo registrado en el tiempo. No obs-

[32]

cirrosis

surge tu interés por


poco; antes tuve que desintoxicarme de la basura academicista, desaprender lo que tuve que hacer por obligación en mis años de estudiante. Ahora ya estoy convencido de lo que haré con el poco tiempo que tengo por delante: leer por placer todo lo que pueda, leer por obligación los miles de libros que recibo para saber cuáles edito, y ganarle algo al tiempo para escribir mis cosas. Porque todo lo que hago gira alrededor de las letras: mi vida está ligada a las letras, trabajo desde que me levanto con ellas, doy cursos sobre la revelación e ilación de las palabras y de literatura; cada semestre imparto seis materias distintas relacionadas con las letras; me dedico a corregir textos por lo menos unas ocho horas diarias; leo de manera compulsiva todo lo que cae en mis manos por cualquier medio y los libros que escojo; así que aunque sea por metástasis, por inercia, por obligación, por amor, por necesidad, por pasión, por lo que sea, mi vocación está definida por las letras”.

tante, cuando ingresé a la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas, en la UNAM, en 1986, empecé a perder el gusto que tenía por la literatura. Las clases ahí se convirtieron en tortura sistematizada sin piedad. Contrario a lo que creí, el criterio de algunos docentes con vocación de entomólogos, la tradición memorística, el atiborramiento de información sin sentido, la descontextualización de la literatura, las entelequias, los conocimientos sin pies ni cabeza, el autoritarismo, el carácter expositivo de las clases con el único afán de lucimiento, el poco estímulo a la creación, el nulo nexo entre teoría y práctica, la enseñanza acrítica, alejada de los problemas urgentes del mundo, entre otros aspectos, además del control policíaco de parte de algunos licenciados (que obtenían licencia para perjudicar al prójimo y descargar frustraciones, patologías, rencores) que así trataban de ocultar su ignorancia, la cerrazón mental para argumentar en lugar de imponer, su preocupación por atender burocracias académicas antes que inducir el amor por las letras, su arribismo con los poderes (así fueran nimios), la cuadratura de su mente igual a la del cubículo donde se enclaustraban para no ver los problemas del país, el sometimiento al orden establecido, su servilismo y enajenación casi me indujeron a huir desde el primer día que pisé las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras.

¿Cómo

nace editorial

Praxis?

(CL): Por accidente. En el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), donde trabajaba como coordinador editorial, me despidieron porque tenía las dos manos enyesadas, producto de una golpiza que le había proporcionado, andando en la borrachera, a mi mejor amigo. Como era la primera vez que empleaba los puños para pelear, y enojado porque mi cuate, a pesar de tenerlo a mi merced, tirado en el suelo, mientras más lo golpeaba más se reía, enfurecí, me puse loco, sin sentir nada. El dolor vino al enfriarme, cuando vi mis manos hinchadas y sin movimiento. Pero el peor dolor lo sentí cuando me quitaron la fuente de mi sustento. Mercedes Alemán, esposa del cantante mexicano Emmanuel que entonces sustituía a Miguel Ángel Olguín, secretario ejecutivo del INAP, mi patrón inmediato, me dijo que veía que con las manos así no podría ejecutar mi trabajo como debía y que, por lo tanto, lo mejor era que aceptara una indemnización de un mes y la promesa de ayudarme a encontrar trabajo en otro lado cuando recuperara el movimiento de mis manos. Yo ya había previsto que un día me despedirían, pues la coordinación donde estaba era la que tenía récord de cesados. Meses atrás, había puesto un aviso en «El anuncio clasificado» de El Universal en el que pedía que si alguien vendía una MC Composer IBM se pusiera en contacto conmigo. Nunca imaginé que alguien lo hiciera, jamás creí que esos anuncios sirvieran para algo, pero alguien me llamó tres semanas después para ofrecerme una máqui-

“Aguanté gracias a una que ahora considero gran amiga, a pesar de que desde entonces le perdí la pista, Esperanza Gómez. Ella me pidió, me rogó que aguantara una semana por lo menos. Su argumento fue que el proceso de selección para ingresar me había costado mucho y que no podía irme sin aguantar un poco el tormento. Le hice caso porque ella sin conocerme me estaba dando consejos y se preocupaba por mí. En agradecimiento a ese singular gesto me quedé y terminé ahí dos licenciaturas y una maestría. El gusto por la literatura lo recuperé hace

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cirrosis


Toledo, que cabían en el pequeño espacio que recién había rentado. El taller empezó sin nombre; la urgencia de trabajar podía más que otras cosas. Praxis, sola, inició sus actividades al vapor como un taller de prestación de servicios editoriales. Así estuvo durante muchos meses hasta que le antepuse la palabra editorial y empecé a editar títulos por mi cuenta. Entonces la idea de enriquecerme con mi trabajo de editor se desvaneció para siempre.

na que estaba empeñada en el Monte sin Piedad. Nos pusimos de acuerdo para ir a verla a la sucursal de Azcapotzalco, lejísimos, en un lugar sombrío. No creí que de ahí saliera algo bueno, pues la bodega de ese lugar parecía un cementerio de trebejos. Muy desconfiado, acepté el trato, pues la máquina estaba empolvada y no funcionaba. Pagué los 165 mil pesos que pidió el pignorante o coyote, a cambio de que él me diera la boleta de empeño. La presenté, con expectación y alegría, pues tendría por fin una máquina igual a la que había echado a andar en el INAP, una componedora que hasta entonces se usaba en ese centro como máquina de escribir, donde hacían las cartas que mandaba Miguel Ángel Olguín o las del presidente, Luis García Cárdenas, a quien todos llamaban por sus siglas, LGC con temor y respecto, pues a pesar de ser sólo subsecretario de Comercio, todos lo candidateaban como tapado presidencial para 1982, en sustitución de José López Portillo. Me vine en un taxi con mi máquina descompuesta, sin saber dónde meterla, pues no tenía ni idea cuándo la echaría a andar. Encargué la Composer en la casa de un amigo argentino que imprimía los libros que se editaban en el INAP, Guillermo, El Ché, quien me presentó a José Antonio Serrano, que tenía su fotolito en Martín Luis Guzmán 297, colonia Villa de Cortés, a 4 calles del metro del mismo nombre. Este fotógrafo me convenció de llevar la máquina peregrina descompuesta a su taller, donde me rentaría una pieza de dos por tres metros, por una renta mensual de tres mil pesos; además, como él, asociado con el peruano Héctor Cuya, tenía en renta una máquina igual a la mía y conocían al técnico que le daba servicio, pensó que nos podríamos asociar. El técnico hizo el favor de arreglar la máquina de manera clandestina, pues lo podían despedir de la IBM si hacía trabajos por su cuenta, aunque fuera en sus horas de descanso o en días no laborables. Al irme del INAP se fueron conmigo Mayra Muralles, Óscar Tienda, Antonio Salcedo, Armando

C: ¿Cuáles

han sido los mayores problemas

que ha tenido que sortear

Praxis?

CL: Casi desde que empecé, excepto el primer año, luché contra la corriente. La editorial nació dentro de una crisis que todavía no tiene fin. Los principales problemas son económicos, la mafia de las librerías, el atraco de las distribuidoras (y yo que pensaba que los peores asaltantes eran los banqueros); el contubernio entre el poder y los negociantes que te roban de manera descarada para asfixiarte más de lo que el sistema hace, es lo que te orilla a casi desaparecer. No contar con la tranquilidad mínima para hacer las cosas con menos presión es un problema mayor: el taller donde trabajo está dentro de una vecindad ruidosa, así que sólo en altas horas de la noche encuentro un poco de tranquilidad para corregir los textos que publico.

C: Logros

y fracasos…

CL: De los logros prefiero que hablen los lectores y los autores. Sobrevivir en un medio tan hostil es tal vez el mayor logro; resistir. Los fracasos son mi responsabilidad. En casi tres décadas de dedicarme al oficio de editar, lo que tengo claro es que sólo fracasando avanzas, sólo fracasa quien se atreve a hacer cosas. El inmovilismo está unido a la mediocridad, que es tan útil al estado.

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cirrosis


C: ¿Por

qué apostarle a la poesía?

dan tras el dinero, tras los negocios. El arribismo de muchos es inconcebible. Uno quisiera competir contra propuestas estéticas, no batallar contra personas poco éticas.

CL: ¿Por qué no?, si es lo mejor que le puede pasar al hombre, si es una de las máximas formas creativas de la humanidad, si está presente en todos nuestros actos, si no podemos vivir sin ella; si lo que nos interesa es el arte, no el dinero, el espíritu que transforma, no la materia vegetativa. La mayor parte de libros publicados en nuestros talleres son de poesía, ahí está la prueba de nuestra fe en esta suprema expresión del espíritu.

C: ¿Cómo

C: ¿Cómo

CL: A veces, de insatisfacción, de desamor. Algunos autores son insaciables por naturaleza, creen que lo merecen todo; que ellos ya cumplieron con escribir su obra y que uno tiene la obligación de rescribirle su trabajo, pues para eso es editor. Lo peor es que también son impacientes; quieren que uno se dedique de tiempo completo a limpiar sus textos, a proponerles hasta los títulos de las secciones, de su libro, a diseñar todo y hasta escribir los textos de los forros (es increíble que en esta parte mínima sea donde más fallan cuando escriben su biobibliografía). En el hospital de las letras no hay servicios de urgencias (aunque haya emergencias a veces luminosas), pero la inexperiencia, unida a la necedad y a la prepotencia, entra en conflicto con la paciencia y el sentido común y provoca derrames innecesarios. Algunos luego se suben a su tabique de barro a esperar que los mortales les rindan todos los honores y pleitesías. Eso dura hasta que llega el invierno. Pero en general, la comunión que se establece entre autoreditor es así (como ves escrita la palabra).

es un trabajo poético de calidad?

CL: Luminoso; de inmediato sientes regocijo, tremor.

C: ¿Cómo ros?

vas incorporando los otros géne-

CL: Solos se incorporan, por necesidad. Además, la división de los géneros es convencional o de plano ficticia, la literatura es una, poco a poco va agarrando su forma (a veces como poema, otras como ensayo o narración), pero al final todas las maneras creativas convergen en un camino.

C: ¿Cuáles son las competencias directas Praxis y cómo discurre entre éstas?

de

C: ¿Qué

CL: No las conozco. Cuando empecé con mi taller no existía la explosión editorial que ahora hay y que surgió a partir de 1988, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari empezó a dar becas, proyectos de coinversión, a regalar dinero por montones y se crearon un montón de editoriales subvencionadas hasta la fecha por los gobiernos panistas. Una rápida revisión de la historia de las editoriales de principios de la década de los 80 sorprenderá a muchos. También dejaría con el ojo cuadrado a muchos saber el origen oscuro de tantas editoriales independientes y de proyectos de indigentes culturales que se autodenominan contraculturales, contestatarios, rebeldes y otro montón de adjetivos que mientras más radicales son, más entreguistas. Estirar la mano se volvió costumbre. Por eso mucha gente no entiende cuando me preguntan con jiribilla que cómo le hago y les contesto que yo sí trabajo. Además, ¿cómo vas a competir con editoriales cuyos libros desde el principio presentan hasta 30 o más erratas por página?

C: Entre les, ¿hay

es la relación editor-autor?

ha cambiado en el panorama al que

se enfrenta hoy

Praxis?

CL: Nada. Es inexplicable que si todo en el universo cambia, en el campo editorial en muchos aspectos no haya evolución; y si algo se mueve, va para atrás. Parece increíble, pero es normal, cuando debería ser la excepción, en un medio donde se trabaja con ideas, con la imaginación, con el intelecto. “Sólo con ver la neocolonización de España en todos los ámbitos de la economía en América Latina y de manera furiosa, avasallante, de enclave en México, en particular la apropiación de casi todas las editoriales y los negocios con los gobiernos a cambio de apoyos en los medios, se te eriza la piel. Miles de millones de euros facturan las editoriales a los gobiernos entreguistas que tributan al imperio español de manera ominosa, que hiere la dignidad y el decoro. En esto tuvieron más señorío algunas etnias mesoamericanas que resistieron y no se pusieron en cuatro patas como hoy lo hacen quienes celebran con más fervor los 200 años de independencia. Otra vez el manoseo de los términos, el desaseo, el cinismo. El panorama siempre es sombrío, pero preferimos eso a quemarnos con las llamas de lo fugaz, de famas inmerecidas, de ignominias, del infierno de lo deshonesto”.

esas tantas otras casas editoria-

amistad o son enemigas?

CL: Enemigas, no. Existe mucho oportunismo en el medio; las editoriales no son casas de caridad, an-

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C: La

tuya es una de las editoriales más im-

portantes de poesía en tablecida en

Latinoamérica,

México, ¿cómo

hacia el exterior?

es-

es su relación

cambiaría nada. Tal vez dejaría de lado a dos o tres autores que usan la literatura para pavonearse y sacar provecho económico del libro o para promoverse, para prostituirse.

CL: De trabajo de hormiga. La internet es una herramienta aliada. Trato de no aislarme. Le he editado a mucha gente no sólo de América Latina; también de Medio Oriente, de Europa, de Estados Unidos. Mi relación con el mundo está determinada por los problemas que tengo que resolver para que dé los frutos necesarios. Me duele no poder hacer más, pero quienes me conocen saben que hago hasta lo imposible por dar a conocer su trabajo en todos los lugares posibles y que a mí me duele más que a nadie enfrentarme con murallas más férreas que la china o la berlinesa.

C: ¿Con

C: Hoy, en este contexto, ¿fundarías Praxis otra vez?, ¿a qué te enfrentarías con ello?, ¿qué harías a un lado?

C: ¿Cuáles son tiene Praxis?

CL: Sí, lo haría de nuevo, hasta en la otra vida. No

qué otras editoriales, en cualquier

parte del mundo, tiene similitud

Praxis?

CL: Hasta donde sé, con todas y con ninguna. Son más las diferencias, sobre todo en la independencia. Pero ese término se lo imputa cualquier marginal y los que viven de la caridad del estado, sin importar su ideología, se autodenominan independientes sin ruborizarse. Partida de impostores, de vividores, de subvencionados. Sin embargo, es preferible ver las similitudes en los aspectos que valen la pena, como el amor por las letras y el respeto a los lectores. los autores que más demanda

CL: Muy pocos llegan a la segunda edición; pero éste podría ser un parámetro también engañoso. Sin embargo, la paciencia no tiene límites y la gracia de la poesía se hace presente en los momentos más inesperados.

C: Hay

autores que quizá no generan las

ventas que se esperaban, pero apostado por sus trabajos,

¿por

Praxis

qué?

ha

CL: Porque venta no es sinónimo de calidad. Si nuestro criterio fuera más económico, si hiciéramos estudios de marketing antes de publicar un libro, no hubiéramos sacado todavía el primer ejemplar de nuestras prensas. Pero aquí estamos, siempre con la zozobra de conseguir para los pagos de la renta, del IMSS, de Hacienda, de sueldos, de teléfonos, de luz, pero no nos arredra el oro, nos guía la luz de los diamantes de la creación.

C: Hay «libros

raros» muy interesantes,

cuyos formatos medianos o diminutos llaman

la atención, al igual que sus contenidos,

El que a yerro o Con estos libros raxis parece explorar otro tipo de publicaP ciones, ¿cuál es la búsqueda y el hallazgo? como el libro intitulado

los libros de palíndromos.

CL: Los hago así para aprovechar al máximo los recursos y las materias primas que existen en el mercado. Alguna vez pensé que también experimentar con los formatos era una forma de no aburrirme; pero es hasta lúdico. El reto de lo nuevo implica meses de trabajo manual, dinero, paciencia, pero cuando vemos que a la gente le gusta pensamos que vale la pena buscar nuevas formas de presentación


formal. Siempre andamos en la búsqueda, tal vez por eso va a ser muy difícil que nos doblegue la fatiga. Es curioso que algo que se hace por necesidad resulte atractivo, interesante.

moso el silencio, no la soporto, lastima los oídos), prefiero hacer las cosas de la manera más decorosa posible. Pero siempre estoy en la praxis, porque mucha teoría tupe los sentidos.

C: Praxis

C: ¿Qué

nos ha acercado la literatura

guatemalteca,

su

poesía.

Incluso

nos

mostrado la obra de un autor considerado

(igual esto no tiene la menor importancia)

América, hablo Humberto Ak’abal, ¿cuál es tu relación con este poeta?, ¿qué puedes decirnos en este sentido? uno de los mejores poetas de de

CL: A Humberto le publiqué su segundo libro y el primero en el extranjero. Lo busqué en una lectura que hizo en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México, para ofrecerle la edición de un libro y terminé publicándole siete. Pero ahora las relaciones con él están rotas.

C: ¿Cómo ves el panorama literario mexicano, guatemalteco, en suma, latinoamericano? CL: Muy bien. La mejor literatura se está produciendo en esta región.

C: Además

de editor, tienes una extensa

obra como poeta, ensayista e investigador.

¿Cómo

combinas tu trabajo editorial con tu

trabajo como escritor?

CL: Al trabajo editorial le dedico casi todo el tiempo. Lo demás se me va en mis clases en tres instituciones, más las invitaciones a conferencias y presentaciones. Para mi trabajo personal no queda tiempo. Tengo más de 30 libros empezados que no puedo continuar o concluir porque primero debo trabajar para los gastos fijos del taller y para comer. Muy de vez en cuando me sobran algunos minutos y aprovecho para hacer algo, porque casi siempre los tiempos libres los dedico a la lectura, que es mi asidero para no volverme loco, para sobrevivir. Esto me provoca tristeza, pero no puedo dejar de trabajar; cómo, si desde que me acuerdo lo hago.

C: ¿En qué mentos?

es para ti la poesía?

ha

proyectos trabajas en estos mo-

CL: En ninguno, pues nunca hago proyectos. Creo que por eso me gustó (aunque pasaron muchos años para que sucediera) el nombre en latín de práctica. Casi todo lo hago sin cacarear (esa costumbre de la gente de contaminar con su ruido, siendo tan her-

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cirrosis

CL: Todo. Aunque no la sé definir, siento su presencia.

C: ¿Qué autores frecuentas? Tus cias. ¿Qué autores desdeñas?

influen-

CL: Casi todos son de América Latina, porque doy tres cursos de literatura relacionados con la producción de esta región geográfica. Cuando puedo, revisito a autores fundamentales de otras latitudes y me dedico a conocer algunos que me recomiendan. Acabo de descubrir, por ejemplo, a Theodor Fontane y creo que será otro buen compañero en lo que me queda de vida. Me gustan las formas breves; recurro cada cierto tiempo a la Biblia, un libro fantástico, terrorífico, donde aparecen muchas de las formas literarias clásicas; sus autores tenían una gran imaginación y un gran conocimiento de la preceptiva literaria, sabiduría. No tengo una lista de autores que me caigan mal, pero hasta ahora no he dejado de leer cuanta literatura que cae en mis manos todos los días, pues sigo pensando con Cervantes que no hay libro malo que no tenga algo bueno. No desdeño a nadie, porque si lo hago, ¿cómo me entero de lo que pasa en el mundo?

C: ¿Qué le recomendarías a un joven que actualmente se inicia en la escritura o quiere escribir?

CL: Que lea todos los días de su vida. Que escriba sin parar, pero que también borre sin piedad. Parafraseando a Lenin, le diría que dos palabras para adelante, una para atrás. Que no se preocupe por publicar. Que todos los editores son malos; que no les haga caso. Que tenga una sola mira: buscar la línea que le corresponde agregar al poema universal.




P r o m o v i e n d o I n s p i r a c i 贸 n


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