Qhmarzo2007

Page 1

Centro de Investigación para la Acción Femenina Santo Domingo República Dominicana ANO XXVIII NÚMERO 1 MARZO 2007

Quehaceres


Editorial A pesar de los avances de los últimos años, la mujer sigue siendo el rostro de la pobreza y de la discriminación económica y política en el mundo. Hace ya más de una década surgió en los foros internacionales el concepto de feminización de la pobreza, un abordaje teórico que se basa en visibilizar el impacto diferencial de las políticas en hombres y mujeres, y que al aplicarse evidenció, o permitió evidenciar que la mayor cantidad de pobres corresponde a mujeres, indígenas, negras y jefas de hogar. Desde entonces se afirma que “la pobreza tiene rostro de mujer”, una forma de llamar la atención sobre este gran problema social. ¿Qué hemos hecho a partir de entonces? Desde los espacios de toma de decisiones, muy poca cosa. El discurso no ha sido respaldado por las acciones. Hoy está claro que para erradicar la pobreza hay que acabar con la discriminación de las mujeres. Así lo proclama la Campaña Global contra la Pobreza (GCAP) a la que se adhiere Quehaceres con un contenido que sustenta esta propuesta. La República Dominicana, igual que la mayoría de países del globo tiene el desafío de reducir la brecha de inequidad que existe entre sus mujeres y hombres. Las cifras de desempleo, niveles salariales, salud, educación y acceso a puestos de poder, entre otros indicadores, nos revelan que sólo basta nacer mujer para empezar la vida con menos oportunidades y mayores riesgos de marginación. Si las acciones de lucha contra la pobreza no toman en cuenta la realidad de las mujeres y actúan en consecuencia, será difícil lograr resultados tangibles. Los primeros pasos para poner en marcha el sistema de Seguridad Social han revelado que en las provincias mas pobres del territorio, en la región sur, el índice de jefatura de hogar femenina es tan alto que hasta supera el 50% en provincias como Bahoruco. Son hogares de marginación y miseria, donde una mujer sin oportunidades subsiste de manera precaria y lleva la carga de una prole cuyo progenitor eligió marcharse y abandonar sus responsabilidades. En un escenario totalmente diferente, como es el académico, mujeres educadas y bien calificadas tienen tres veces mas dificultad que los hombres para encontrar trabajo y cuando lo encuentran, su salario medio es 30% menor que el de los hombres, y en algunos casos hasta 44% inferior. Lo que esto quiere decir es que hay un factor de discriminación que impide que las mujeres desarrollen sus potencialidades y logren un mayor bienestar económico. Desde el punto de vista de las instituciones, la lucha contra la pobreza no tiene el impacto esperado si no se toma en cuenta la condición de las mujeres para la planificación y ejecución de acciones. A estas alturas, sin la inclusión de la igualdad de género es impensable aceptar las políticas de desarrollo. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Quehaceres presenta en este número un contenido que sustenta desde diversos puntos de vista el lema de la campaña de este 2007: Igualdad de género para poner fin a la pobreza.

PARA ERRADICAR LA POBREZA:

Hay que acabar con la discriminación hacia las mujeres Una mayor inversión en educación, en salud reproductiva y en promulgar leyes que garanticen la igualdad de oportunidades entre géneros haría posible el fin de la pobreza en el plazo que se marcó en el año 2000 en la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva York. Así lo explica el informe sobre “El estado de la población mundial 2005”, publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), que establece la desigualdad de género como uno de los obstáculos para combatir la pobreza. En el mundo, nacer mujer es una condición que aumenta las posibilidades de ser marginada social y económicamente. Hoy, todavía 600 millones de mujeres son analfabetas, frente a los menos de 320 millones de hombres. En el África Subsahariana, menos del 50% de las niñas son escolarizadas. Sin embargo,

está demostrado que una niña que tiene acceso a la escuela mejora sus condiciones de vida y las de su familia. Así, por cada tres años de educación de una niña, ésta tendrá un hijo menos y la tasa de mortalidad infantil se reduce en casi un 25%. El acceso de la mujer a una pequeña economía, también hace mejorar sensiblemente la calidad de la familia. En la mayoría de los casos, el trabajo de la mujer no es reconocido y no es remunerado. Está comprobado que las mujeres invierten más que los hombres en mejorar las condiciones de hijos y personas a su cargo. No obstante, el camino es aún largo. Según el Banco Mundial, las mujeres del mundo desarrollado ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres y en los países empobrecidos esa proporción es de 73 a uno. Cada año mueren más de un millón de mujeres y

niñas debido a complicaciones relacionadas con el embarazo y se practican cerca de 20 millones de abortos en malas condiciones. Estas cifras demuestran la importancia de invertir e investigar en la salud de la mujer. En los países del Norte, donde la mujer cuenta con orientación y una mayor educación, el número de embarazos no deseados no supera los 80 millones. El control demográfico es uno de los más graves problemas al que nos enfrentaremos en los próximos años. Estudios de Naciones Unidas alertan que en el año 2050 la población de la Tierra superará los 9.000 millones de personas. Además, este crecimiento, en su mayor parte, ocurrirá en los 50 países más pobres, donde se prevé que la población puede aumentar en más del doble. La violencia por motivos de género es una de las formas más brutales de discriminación, no conoce fronteras ni clases sociales y causa más muertes y daños a las mujeres que el cáncer. Según el informe de la UNFPA, una de cada tres mujeres en el mundo será apaleada, obligada a mantener relaciones sexuales o víctima de abusos. La violencia contra la mujer es una de las cuestiones pendientes tanto en el Norte como en el Sur. La aplicación de la leyes, un poder judicial fuerte para eliminar la impunidad, una educación en valores y la movilización de la sociedad civil y los líderes de opinión son los ingredientes de la receta que propone esta agencia de Naciones Unidas para prevenir y erradicar la violencia de género.


Quehaceres

Por lo general, las expectativas y normas ampliamente aceptadas en una sociedad acerca de la conducta, el rol y las características masculinas y femeninas, resultan en un menor acceso de las mujeres a los recursos económicos y a la autoridad para tomar decisiones, lo cual resulta en un balance desigual en las relaciones de género que favorece a los hombres. Según el informe del UNFPA, a nivel mundial, el número de mujeres que viven en la pobreza es mayor que el de hombres, y esta disparidad ha aumentado en el pasado decenio, además de que se están ampliando las dispa-

ridades que vale la pena analizar. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPAL), que en el 2003 dedicó un capítulo de su informe anual sobre el panorama social de la región a la relación entre Pobreza y Género, el principal hallazgo de dicho estudio es que las mujeres latinoamericanas, contrario a lo que pasa en el resto del mundo en desarrollo, tienen un mayor nivel de educación que los hombres, pero al igual que en el resto del globo, son más pobres. De acuerdo con este documento, las latinoamericanas han alcanzado niveles de escolaridad superiores a los hombres y las mujeres activas tienen, en promedio, más años de instrucción. Pero ellas

nómica de las mujeres creció a un mayor ritmo que la masculina. Pero mientras las tasas de desempleo masculino se incrementaron en 2,9 puntos porcentuales entre 1990 y 1999, las de las mujeres lo han hecho en 6,1%. Esto resulta en que hay más mujeres que hombres en situación de pobreza y las mujeres jefas de hogar cuentan con menos ingresos monetarios que los hombres, tanto en los hogares pobres como en los de mayor ingreso. Aunado a esto, los hogares monoparentales, encabezados en su mayor parte por mujeres, se ven afectados también por otras desventa-

arduamente y ganan menos que los hombres, además de ocupar, mayoritariamente, puestos de menor valoración social. Aunque las estimaciones generales sobre la incidencia de la pobreza no suelen desglosarse en función del género de las personas, todos lo datos que se disponen coinciden en lo siguiente: las mujeres abundan de manera mayoritaria entre los pobres. Ha quedado establecido que suelen tener una jornada laboral mas larga que la de los hombres (puesto que a las actividades extra-domésticas hay que añadir el cuidado del hogar) para acceder a salarios mucho menores. Esta tendencia se intensifica cuando los recortes del gasto público destinado a servicios sociales - como los

ridades de género en materia de salud y de educación entre los pobres. En América Latina la situación no es muy diferente, aunque existen particula-

sufren con mayor severidad el desempleo, la discriminación salarial y las restricciones de tiempo. Durante los años noventa, la tasa de actividad eco-

jas vinculadas con la falta de valoración del trabajo doméstico no remunerado, que no recibe reconocimiento social. Las mujeres en América Latina trabajan

que suponen las políticas de ajuste estructural - aumentan la carga sobre las mujeres. Se suele admitir fácilmente que las mujeres tienen mas dificultades para

Las mujeres latinoamericanas: mejor educadas y más pobres

3

salir de la pobreza, a causa de sus mayores responsabilidades domésticas y del cuidado de los niños, omitiendo la discriminación de que son objeto para acceder al mercado de trabajo. En los hogares en los que las mujeres cuentan con ingresos propios, su participación significa la base del sustento familiar, de hecho, según los análisis realizados, la pobreza aumentaría en 10 puntos por lo menos en 8 países de la región si no se contara con su aporte monetario. Este hecho contrasta con que el porcentaje de las mujeres sin ingresos propios es el doble en las zonas urbanas y el triple en las rurales que el de los hombres en la misma situación. Además, el informe de la CEPAL señala que en la mayoría de los países latinoamericanos se observa una “lenta y volátil evolución de la participación de las mujeres tanto en puestos electivos como en aquellos de decisión política”. Ante esta evidencia, se muestra que los gobiernos deben formular medidas de acción positiva que garanticen a las mujeres el ejercicio de sus derechos, su acceso a los recursos productivos y que eliminen toda forma de discriminación en el mundo laboral y político como condición indispensable para superar la pobreza. Acabar con las desigualdades de género es un mandato indispensable para combatir y erradicar la pobreza. El desarrollo humano a través del crecimiento económico no será posible si los estados no garantizan igualdad de oportunidades para las mujeres, que representan la mitad de la población.


Mujer y pobreza

Quehaceres 4

El 8 de marzo de 1908, las trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York se concentraron para exigir mejoras en su situación laboral. Reclamaban que su jornada se redujera a un máximo de 10 horas (trabajaban más de 12

vindicativa, se produjo un misterioso incendio en el interior de la fábrica y las 129 trabajadoras que se habían encerrado para luchar por su futuro murieron calcinadas. Desde entonces, el 8 de marzo es una fecha señalada en la

mujeres trabajadoras han tenido una larga tradición de protestas por la mejora de las condiciones económicas. En las revueltas y las manifestaciones de las grandes revoluciones de finales del siglo XVIII y del siglo XIX, las ciudadanas de la clase trabajadora también se unían para crear organizaciones que promovieran los intereses de las mujeres. Tras la Revolución francesa, la derrota de los gobiernos repu-

horas diarias y recibían un salario muy inferior al de sus compañeros). Encerradas en la fábrica y rodeadas por la policía hasta que depusieran su actitud rei-

lucha por la emancipación y la igualdad de las mujeres. En 1975 las Naciones Unidas declaró el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer. A lo largo de la historia, las

blicanos sólo intensificó aún más la exclusión de las mujeres de la vida pública. Las mujeres de la clase trabajadora apoyaron las revoluciones del siglo XIX y murieron por ellas.

Crearon grupos políticos y económicos que representaran sus propios intereses y necesidades. Aunque fueron derrotadas, dejaron un legado de acción que nunca ha sido olvidado por completo. Las mujeres de la clase obrera lucharon contra sus precarias condiciones laborales y económicas. Esta lucha las separaba del movimiento por el voto de las mujeres, mayoritariamente de clase media. El feminismo afirma que las mujeres son antes que nada seres humanos y, como tales, merecen justicia. Lo que la justicia para las mujeres implica ha cambiado a través de los siglos, pero las feministas están de acuerdo en su convicción de que las mujeres están oprimidas y de que esa opresión puede y debe terminar. Las primeras feministas lucharon para derribar los argumentos masculinos sobre la inferioridad y la subordinación femeninas. En el siglo XIX, las feministas organizaron a otras mujeres y hombres para exigir derechos políticos y legales para las mujeres, desde la custodia de los hijos al control de la propiedad, el derecho a una misma enseñanza pública y el derecho al voto. El cambio de las condiciones económicas y políticas, además de animar a algunas mujeres a luchar por nuevos derechos políticos, animó también a otras por conseguir mejoras económicas. Exigieron igualdad para las mujeres en el puesto de trabajo, el acceso a mejores empleos, mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y mejor educación. Ya en el siglo XX se insistía en que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres en la elección de empleo, acceso a una preparación específica y posibilidades de promoción. A través de sindicatos, partidos políticos socialistas y sus propias organizaciones de mujeres, estas mujeres extendieron sus reivindicaciones feministas al mundo del trabajo femenino, tanto remunerado como no remunerado. Tras los años de entreguerras, las preocupaciones feministas volvieron a aparecer a finales de la década de los sesenta como el movimiento de liberación de la mujer. Este movimiento resucitó los antiguos sueños de igualdad política y económica, pero también fue más lejos,

y exigió una transformación radical de la sociedad. El nuevo movimiento de liberación de la mujer se creó en oposición a hombres de una misma ideología. Las feministas insistían ahora en que la igualdad que se suponía que habían alcanzado no era igualdad en absoluto. Criticaron la contradicción existente entre los ideales y la práctica, entre las promesas y la realidad, entre lo que les decían que habían conseguido y la percepción concreta de su propia situación. Uno de los primeros lemas y convicciones del movimiento de liberación de la mujer es que "lo personal es político", que las experiencias personales de las mujeres son válidas y tienen importantes consecuencias políticas para la sociedad y la cultura. Temas que antes eran "innombrables", como el aborto y la violación, se convirtieron así en cuestiones de discurso político y acción feminista. A lo largo de la década de los setenta, el movimiento de la liberación de la mujer consiguió para las mujeres del mundo occidental un cierto grado de control sobre sus propios cuerpos, especialmente sobre su fecundidad y sexualidad. A lo largo de la historia europea, las iglesias y los gobiernos habían procurado regular ambas cosas. La liberación de la mujer luchó con éxito por conseguir derechos relacionados con el divorcio, por la igualdad en el matrimonio y respecto a la tutela de los hijos, por que se pusiera fin a las desventajas legales de las madres solteras y de sus hijos. El movimiento concentró sus energías particularmente en conseguir que las mujeres tuvieran acceso a los medios anticonceptivos y al aborto y en terminar con las leyes que declaraban ambos ilegales. En las últimas décadas, el movimiento de la liberación de la mujer ha tenido como objetivo prioritario cambiar todas las situaciones de desigualdad y discriminación que vivimos las mujeres a nivel social, económico y político, centrándose sobre todo en la violencia sexista y la feminización de la pobreza. Su meta sigue siendo transformar no sólo la vida de las mujeres, sino la de toda la sociedad.


CUESTIÓN DE GÉNERO La condición sexual es una cuestión biológica frente al concepto de "género" que es cultural, social y jerárquica. La discriminación que sufrimos las mujeres es producto de procesos culturales, sociales, ideológicos y, sobre todo, económicos. La cuestión de género pone encima de la mesa la desigualdad social entre hombres y mujeres, que tiene su origen en el papel que la mujer juega dentro de la sociedad patriarcal. La industrialización trajo consigo la desaparición de la sociedad feudal, y pudo haber

traído consigo la desaparición de la sociedad patriarcal. Fue un momento histórico decisivo de mutación, que situó a la mujer en el mismo lugar que el hombre, en cuanto a "elemento de clase", pero el hecho de que no tuviese derechos mínimos de ciudadanía (derecho de voto, derechos sindicales) hizo que desde los primeros momentos se asfixiase la oportunidad que brindaba la historia. Así los "trabajadores" confundieron los pactos, y pactaron con el capital por su derecho exclusivo como "clase trabajadora", recluyendo a las mujeres en una "subclase". Las consecuencias sociales, políticas, laborales y económicas han sido el sometimiento total de la mujer en cualquiera de estas esferas. La articulación social dentro del sistema capitalista se basa en el reparto de tareas diferentes entre hombres y mujeres, convirtiendo ambos mundos en dos esferas distintas. Esta división sexual del trabajo genera opresión y subordinación para las mujeres. Hombres y mujeres reciben roles diferentes que apuntan hacia la supremacía o la subordinación. Se crea, atendiendo a este reparto, una doble oposición: mundo mascu-

lino (producción material y actividades remuneradas) y mundo femenino (reproducción humana y actividades domésticas no remuneradas). La primera oposición se corresponde con el rol que el patriarcado asigna a la mujer. Ella es la reproductora dentro de la familia y se encuentra bajo la "protección " del cabeza de familia que, por supuesto, es el hombre. La mujer se convierte dentro de esta jerarquía, en un ser con menos derechos y de segunda categoría y con una actividad asignada: la reproducción humana. Esta distribución de papeles crea también

una distribución de espacios sociales y económicos. La mujer desempeña su trabajo no remunerado dentro del espacio doméstico y sin límite de tiempo, mientras que el hombre se dedica al trabajo asalariado en un espacio que no es doméstico sino social, lo que le permite no sólo la autonomía económica sino también la participación en lo social y en lo político. Los primeros ocuparán los espacios públicos (el empleo, la política, el ocio...) y las segundas los espacios privados (la casa, el cuidado de los hijos e hijas, las labores domésticas, los sentimientos). Las mujeres incapaces de salir de estos límites se encuentran en mayor peligro de caer en situaciones de pobreza, sobre todo si se rompen los lazos que les unen con sus compañeros. En una sociedad donde lo económico cobra un papel prioritario, relegando y sometiendo al resto de actividades humanas, la mujer ve acrecentada en su entorno la inseguridad económica por partida doble, como sujeto social y como mujer. Cuando la mujer empieza a querer incorporarse al trabajo asalariado, cultural e ideológicamente dominio masculino,

Quehaceres 5 rompiendo con el espacio doméstico y regulando el tiempo que dedica a la unidad familiar, choca frontalmente con los intereses de una sociedad neocapitalista/neoliberal (desde el empresario hasta sindicalistas e incluso proletariado más tradicional). El trabajo asalariado (la llamada producción formal) es la forma más común e importante de renta, pero existen otras formas de trabajos y producciones pre-

carias (producción informal) cuya características principal parece ser la "invisibilidad": el trabajo doméstico, el "voluntariado", la economía sumergida. Esta producción informal, también llamada "economía complementaria", es realizada fundamentalmente por mujeres y/o socialmente asignada a ellas, siendo la más importante, por la riqueza que produce, el trabajo doméstico. La necesidad de cuantificar el trabajo doméstico no remunerado es un paso previo a la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres. Lo importante no sólo es la remuneración, sino el verdadero reconocimiento social y el reparto del mismo. Además, el trabajo doméstico de la mujer hace de colchón para que no existan tensiones en el mercado laboral. De esta manera, también las instituciones públicas ahorran en servicios e infraestructuras sociales (guarderías públicas, comedores infantiles, residencias para la tercera edad...).Los gastos sociales de los presupuestos públicos se benefician del mayor trabajo de la mujer. Por otra parte, la mujer es la única con capacidad para

reproducir la futura fuerza de trabajo y los futuros consumidores (capital humano para mantener el sistema). ¿Qué cambios se producirían en la economía y en la sociedad en general si la mujer dejara de realizar este trabajo-colchón? Pero cuando las mujeres salimos al mundo laboral en busca de empleo, los obstáculos con que nos encontramos las consideradas "activas" son mayores que los de los hombres. Se considera la precariedad laboral un rasgo significativo del empleo de la mujer. En primer lugar la doble jornada laboral. Pese a la incorporación de la mujer al mercado laboral, pervive el desequilibrio en el rol doméstico, de forma que las mujeres dedican mucho menos tiempo que los hombres a las actividades productivas remuneradas y bastante más que éstos a las no remuneradas y de reproducción, es decir, el cuidado de la familia y del hogar. Además las mujeres trabajan preferentemente en sectores como servicios o educación, con tendencia hacia ocupaciones que permitan el trabajo a tiempo parcial y así poder ocuparse de las labores domésticas. La discriminación salarial también ataca a las mujeres. Desde un enfoque crítico hay que situar la repercusión que la división de roles entre sexos tiene en el mercado laboral. La mujer no sólo tiene problemas objetivos a la hora de desarrollar un trabajo remunerado, sino que se encuentra con fuertes problemas subjetivos que no tiene el hombre. A la mujer y en especial a la casada o con pareja, la sociedad le reconoce el derecho a trabajar, pero no como obligación sino como actividad que debe supeditar a su obligación primordial: la dedicación al hogar y a sus hijos e hijas. Por el contrario al hombre, reconocido como el cabeza de familia, se le supone la obligación de trabajar y las obligaciones familiares pasan a segundo plano frente al empleo. A la desigualdad de roles se añaden subordinación y dependencia, que maniatan a la mujer. Aunque la mujer trabaje fuera del hogar, se le supone a ella la responsabilidad última del hogar, los hijos e hijas y toda la esfera de lo privado (ancianos, disminuidos...). De esto se beneficia el hombre, que puede mejorar su dedicación a

la empresa, su formación, sus relaciones sociales y, en definitiva, puede aumentar su competitividad y sus aspiraciones. Si alguna mujer trata de salirse de ese rol y dedicarse por entero a su vida profesional, el peso de su educación amenaza con aplastarla. Así los complejos de mala madre, de egoísmo en el desarrollo personal, de hacer peligrar las relaciones de pareja...se convierten en argumentos de largo alcance contra la mujer, argumentos que no parecen plantearse los hombres.

CONCLUSIONES DE GÉNERO La clave para cualquier cuestión relacionada con temas de género sigue siendo la de partir de la autonomía personal, es decir, que las personas de ambos sexos tengan la posibilidad de tomar decisiones que afectan a su vida con la mayor libertad posible y con todos los recursos a su alcance. La capacidad económica es el factor primordial, junto a la educación, el entorno social y la autoestima, para lograr esa autonomía. Aumentar la autoestima, desarrollando otro tipo de actividades, socializándonos en otras facetas que no sean sólo las del cuidado, sino también el ocio, el mundo social y el político, la formación y el estudio, el empleo digno...Cuando una mujer diga que necesita tiempo para ella que no se limite a mejorar su imagen. Que incluya la salud, física y mental, y su participación social y política. No sólo a través del voluntariado, que la relega de nuevo a la no decisión y generalmente se limita al cuidado. Las situaciones de pobreza no tienen responsabilidades individuales, son consecuencia de un sistema económico que genera desigualdades. Hay que dignificar las ayudas sociales, que en lugar de limosna de las instituciones, deben ser un derecho de toda la ciudadanía a reapropiarse de la riqueza. Finalmente hay que denunciar, luchar por nuestros derechos, por aquellos por los que también luchan los hombres, hasta equipararnos a nivel político, mientras vamos cambiando valores a nivel social. TOMADO DE LA PÁGINA WEB DE LA COORDINADORA BERRI-OTXOAK, PLATAFORMA CONTRA LA EXCLUSIÓN SOCIAL DE LA COMUNIDAD AUTONÓMICA VASCA. http://www.nodo50.org/berri_otxo ak/mujerypobreza.htm


Cinco propuestas para mejorar los programas de pobreza desde el enfoque del capital social Realizar programas de superación de la pobreza adoptando la perspectiva del capital social significa que desde un inicio se consideren las relaciones sociales existentes en las comunidades en las que se va a intervenir, así como los grados de participación en la toma de decisiones de los miembros de la comunidad. La segmentación sectorial y temática de la política pública suele ignorar las dinámicas presentes en los territorios, atentando contra el enfoque del capital social aplicado a los programas de superación de la pobreza. Por esto, la idea de coparticipar en el diseño y ejecución de un programa es una clave ineludible de programas

orientados al fortalecimiento del capital social. Coproducción significa una apuesta clara y no instrumental para buscar en común el significado y relevancia de los problemas y las posibles soluciones, evaluar los costos alternativos de las opciones que se adoptan y asumir responsabilidades de sus éxitos y fracasos. La idea de coproducción se refiere a la necesidad de articular la intervención con las dinámicas sociales en el nivel territorial. Estas relaciones generan confianzas y aportan al fortalecimiento de la capacidad de acción en colaboración. A continuación se proponen cinco herramientas claves para programas sociales con enfoque de capital social.

Quehaceres 6 1) Usar Metodologías Participativas para Potenciar el Capital Social Comunitario. Las estrategias participativas contribuyen a aumentar la confianza y cooperación entre los miembros de una comunidad, organización o entre socios de un proyecto. Sirven para conocer a nuevas personas en una unidad de intervención y con las que no había ningún vínculo o primaba la desconfianza y el temor. Sin embargo, el tiempo requerido por las instancias participativas no parece estar contemplado en la planificación de los programas. Una participación comunitaria real está en alguna medida reñida con la maximización de la eficacia y eficiencia en la rapidez de aplicación de programas sociales. No es posible maximizar ambas variables. Es necesario aceptar un equilibrio, porque de lo contrario se producen conflictos que terminan, por lo general, en una concentración de

poder en las instancias rectoras, exigidas de realizar acciones en plazos cortos. También los procesos participativos contribuyen a que las necesidades sean percibidas como justas y se visualicen instancias con poder de resolución, dirigiendo hacia ellas sus demandas. Tal incremento de la capacidad de aspiración es señalado como un rasgo positivo, en cuanto es un paso inicial pero fundamental para el empoderamiento local.

experiencias de competencia, conflicto y rivalidad. Lo importante es reconocer y trabajar desde estas experiencias, construyendo y corrigiendo a partir de ellas. En este sentido, resulta relevante generar mecanismos para incorporar y gestionar comunitariamente los conflictos a partir de un aprendizaje colectivo de formas de negociación.

2) Gestionar de manera Comunitaria los Conflictos.

Los impactos sociales de las crisis económicas han mostrado la intensificación del uso de los recursos familiares donde las mujeres han pagado el costo más alto de los cambios. Sus cargas de trabajo doméstico han aumentado ante la necesidad de sustituir bienes y servicios adquiridos en el mercado por los producidos en casa. Por eso, resulta indispensable en las primeras etapas de implementación de los programas analizar la participación femenina en las redes de reciprocidad comunitaria. Frecuentemente se asu-

Los resultados que van instalando los programas no son irreversibles y puede ocurrir que se altere su itinerario, revirtiendo resultados que parecían prometedores. Estas experiencias pueden ser doblemente frustrantes para las familias beneficiarias ya que no basta con instalar algunos dispositivos adecuados para ver crecer el capital social en comunidades pobres. Existe un pasado comunitario con experiencias positivas de colaboración y cooperación, pero también

3) Integrar la Dimensión de Género en los Programas Sociales.


me que las mujeres están naturalmente predispuestas (y dispuestas) a servir a sus familias y a sus comunidades por medio de su trabajo reproductivo y de mantenimiento de las redes sociales que dan lugar al capital social. La cuestión de género atraviesa otro tema central: el trabajo doméstico aparece naturalizado como parte del rol femenino. Así, se exige a las mujeres contraprestaciones fuera del hogar, sin considerar el costo que implica la substitución de su trabajo doméstico. Es más, debiera considerarse el trabajo doméstico como una contraprestación efectiva, lo que sería el primer paso para revalorizarlo en la comunidad. Si se lo pone en pie de igualdad con los otros tipos de contraprestaciones, podría ayudar a que evolucionen concepciones tradicionales sobre los papeles domésticos.

4) Promover la Sinergia entre el Capital Social y el Capital Cultural. Un problema que se advierte recientemente en programas focalizados es que la complejidad creciente de los proyectos y controles encuentra a muchas organizaciones sin capacitación, que afecta tanto la capacidad para elaborar proyectos como para negociar con los líderes de otras instancias. Es preciso capacitar a estas organizaciones y dotarlas de mayores recursos para participar en estos procesos. Esto podría contribuir a la formación de nuevos líderes locales, de modo de limitar las prácticas clien-

telares más tradicionales o, al menos, generar la competencia entre los líderes. Por eso es importante incorporar entre los objetivos de los programas sociales la búsqueda de sinergia entre capital social y capital cultural.

5) Mejorar la Intermediación Local de los Programas. En el sector público, las experiencias que apuntan a generar un clima de confianza parecen depender más de la discrecionalidad de algunos de los agentes locales que de las orientaciones de políticas o el diseño de programas particulares. La forma en que ocurre la intermediación agente comunidad es un factor definitorio de los resultados que se obtienen. La tensión entre los técnicos y los beneficiarios es doble: por una parte, está ligada a la posesión del saber y por otra, a un desfase entre los tiempos. En el primer caso, las evaluaciones muestran temores de los técnicos sobre el papel de los beneficiarios en las prestaciones y decisiones; se generan luchas internas por el control del plan o proyecto, una de cuyas consecuencias es una transferencia menor de conocimientos a las comunidades. En cuanto al segundo foco de tensión –los tiempos-, hay conflicto entre las estrategias participativas, que requieren de mucho tiempo para su organización, deliberación e implementación, y las exigencias de resultados y de ejecución de presupuesto que tienen los técnicos. Algunos problemas concretos en relación con este

Quehaceres 7 punto son el riesgo del clientelismo y la dependencia frente al rol fundamental que desempeña el agente local, promotor o intermediario, que es quien logra articular los procesos generando espacios de cooperación. Otro conflicto visible en las evaluaciones de progra-

mas cuyos objetivos contemplan la construcción de infraestructura barrial es el control y apropiación informal de dichos espacios por parte de sectores de la comunidad, obstaculizando o hasta excluyendo a otros grupos o personas. Los programas deben incorporar reglas claras y formas de control del uso de cada espacio. El rol del agente de desarrollo resulta decisivo en la dinámica de los pro-

gramas. La instalación de agentes cercanos y horizontales, abiertos al diálogo y a la coproducción, apoyados en espacios conocidos y validados de gestión, es la base de los procesos sostenidos de generación de confianza. IRMA ARRAIGADA (irma.arriagada@cepal.org). OFICIAL DE ASUNTOS SOCIALES. DIVISIÓN DE DESARROLLO SOCIAL. COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CEPAL). http://www.cepal.cl/dds


Guía didáctica sobre Equidad de género Del porcentaje de hogares por debajo de la línea de la pobreza en República Dominicana, el 32% están encabezados por hombres y el 51% por mujeres. (BANCO CENTRAL 2002)

PROPOSITOS DE ESTA GUIA Facilitar la apropiación del concepto de equidad de género y su influencia determinante para el desarrollo humano. Propiciar la reflexión sobre la aplicación de la perspectiva de género para estudiar la realidad dominicana.

MATERIALES Papelógrafos. Marcadores.

APOYO CONCEPTUAL Durante el proceso de socialización, a hombres y mujeres se nos ha venido enseñando que somos “opuestos”: la mujer es “lo opuesto” al hombre, y éste es “lo opuesto” a la primera, estableciendo esta oposición en base a una naturaleza biológica diferente.

En función de esta naturaleza biológica, la sociedad asigna tareas, funciones y actividades sociales, las cuales tienen un valor o mérito diferente según la desempeñen los hombres o las mujeres. Históricamente, en las diferentes sociedades, las tareas con mérito social inferior (las desarrolladas en el ámbito privado del hogar o la comunidad) han estado asignadas a las mujeres, mientras que las actividades con mayor valor social (actividades del ámbito público) han estado asignadas a los hombres. Por ejemplo, las tareas de cuidado del hogar, la crianza de los hijos, el cuidado de los enfermos son actividades que fueron asignadas a las mujeres y no se percibía que tuvieran algún valor económico, aunque para realizarlas las mujeres debían invertir la mayor parte de su tiempo. Por su parte, el tiempo que los hombres dedicaban a alguna actividad era recompensado económicamente, porque se consideraba que tenía valor para la sociedad. Esta situación determina una

hombres y mujeres en las relaciones sociales y de poder son “naturales” debido a la diferencia de sexo (es “obvio” que la mujer posición en las relaciones de tenga que estar socialmente poder de unas y otros, tanto subordinada al hombre en el ámbito privado del porque así lo establece su hogar, como en el público (empleo remunerado, propie- naturaleza biológica diferenciada), y que, por tanto, dad, representación política...), otorgándole claramente no se pueden cambiar. El concepto de género mayor poder a los hombres. niega que el nacer con un Estas relaciones de poder varían en función de las dife- sexo u otro sea la base de rentes sociedades y contextos las relaciones sociales y de poder que se establecen históricos, sin embargo, podemos afirmar que en casi entre hombres y mujeres. todas ellas los hombres son la Muy al contrario, el concepto de género afirma “norma”, ocupan una posi-

ciones que se han construido socialmente y por tanto son “cambiables”, es decir, se pueden modificar según las características sociales y el contexto histórico. La perspectiva de género es la categoría de análisis social que nos permitirá una visión más completa de los fenómenos sociales, ya que analiza las circunstancias concretas de hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de interacción social, lo cual permitirá adoptar las medidas necesarias para corregir las relaciones sociales y de

que las diferencias sociales entre los hombres y las mujeres son una construcción social que determina los roles, actividades y posición social atribuidas a cada persona en función del sexo con el que han nacido; y por tanto se pueden cambiar.

poder históricamente discriminatorias. Datos de discriminación de género en República Dominicana y su impacto en el desarrollo humano: República Dominicana presenta un coeficiente de Gini (“como se reparte el pastel”) de 0.45, esto es, el 20% de los hogares más pobres percibe alrededor del 4,6% de los ingresos totales, mientras que el 20% de los hogares más ricos perciben el 54,8% de los ingresos totales (Banco Central 1998). Del porcentaje de hogares por debajo de la línea de la pobreza, el 32%

Quehaceres 8

ción dominante, y las mujeres, una posición subordinada. Por supuesto, toda “norma” o regla tiene sus excepciones: no todas las mujeres están subordinadas a cada hombre, como tampoco todos los hombres son “norma”. Por ejemplo, no son “norma” aquellos hombres que no cumplan con los estereotipos de lo que es “ser hombre” (hombres monógamos en sociedades polígamas, hombres homosexuales, hombres que crían a sus hijos, hombres secretarios, hombres que friegan los platos...) Este planteamiento llevaría a la conclusión de que la desigual posición de

Género es una construcción social, cultural e histórica que determina los roles, actividades y posición que una persona llevará a cabo en base al sexo con que ha nacido. Las relaciones de poder no son producto de las leyes naturales, sino que son rela-


están encabezados por hombres y el 51% por mujeres (Banco Central 2002). El 53% de las mujeres ocupadas tienen un nivel de secundaria o universitario, mientras que apenas el 43% de los hombres tienen el mismo nivel educativo. Sin embargo, el salario medio de las mujeres en todas las actividades económicas es un 30% menor que el de los hombres, y en algunos casos llega a ser un 44% inferior (ODH/PNUD 2005). En República Dominicana se registra una tasa de desocupación del 17.9% para hombres y del 28.8% para las mujeres. Sin embargo esta brecha se agrava respecto a la población juvenil donde el desempleo alcanza al 17.9% de los hombres y al el 37.6% de las mujeres (Banco Central 2005). Cada año mueren aproximadamente 170 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas (CESDEM 2002); el castigo físico sigue estando socialmente aceptado como método de disciplina. Una de cada tres mujeres entre 18 y 19 años ya es madre, y una de cada cuatro mujeres que muere a causa del embarazo o la materni-

dad es adolescente (CESDEM 2002). Del total de nacimientos ocurridos en los últimos 5 años, el 47% no era deseado en el momento de la concepción (CESDEM 2002). En las elecciones del 16 de mayo de 2006 fueron elegidas 2 senadoras, 35 diputadas y 18 síndicas, dentro de un total de 32 senadurías, 178 puestos de diputados y 151 sindicaturas. Estas cifras indican que la representación política de las mujeres es de 6.25% en el Senado, 19.6% en el Congreso y 11.9% en las sindicaturas (Junta Central Electoral 2006). La perspectiva de género es muy importante para cualquier acción política de desarrollo, más aún si esta acción se hace desde la visión del desarrollo humano. Como ya se analizó en guías anteriores, el desarrollo humano contribuye a ampliar las oportunidades y capacidades de las personas para que éstas puedan llevar a cabo aquello que tienen razones para valorar; y con personas nos referimos tanto a hombres como a mujeres. Los roles estereotipados de género son un obstáculo para que hombres y mujeres elijan lo que quieren ser

y hacer con sus vidas. La desigual posición que ocupan respecto del poder tanto en los ámbitos privados como públicos, en tanto al empleo, la propiedad, etc., hace que quienes más limitaciones tengan para el desarrollo de su libertad sean las mujeres.

ACTIVIDADES PASO 1

En plenaria o agrupados en subgrupos, hagan una dinámica de “lluvia de ideas” durante unos dos o tres minutos, identificando palabras que para el grupo se relacionen con los hombres. Luego, realizar la misma actividad nombrando palabras que identifiquen a las mujeres. Todas las palabras se recogerán separadamente en dos columnas (hombres/mujeres). Qué es lo que más/menos les gusta de ser hombre? Qué es lo que más/menos les gusta de ser mujer?

PASO 2

Una vez recogidos todos los conceptos, el facilitador o facilitadora incitará a una reflexión conjunta en la relación a cada una de las palabras o conceptos con su columna (hombre/mujer). ¿Sería posible asignar el concepto X de la columna de las mujeres, para calificar a un hombre? ¿Por qué?

¿Sería posible asignar el concepto X de la columna de los hombres, para calificar a una mujer? ¿Por qué?

A partir de aquí se reorganizarán los conceptos en función de aquellos que pueden ser aplicados tanto para hombres como para mujeres, y los que no pueden ser aplicados indistintamente. Conclusión: el tener uno u otro sexo no explica las diferencias sociales existentes entre hombres y mujeres; el género y los roles estereotipados de género son una construcción social y cultural que determina funciones, actividades y una posición social según el sexo con que se ha nacido. PASO 3

Una vez hecha la reflexión sobre cada concepto, y poniendo énfasis en las características biológicas, mostrar la siguiente imagen: A continuación discutir la siguiente pregunta: ¿Son las razones biológicas las que determinan la distribución de poder en las distintas áreas que recogen las gráficas, o se debe a otras razones más allá de la naturaleza biológica de hombres y mujeres? ¿Qué tipos de razones pueden ser?

PASO 4

En el grupo se leerán los datos de discrimina-

ción de género en la República Dominicana y su impacto en el desarrollo humano para a continuación iniciar una reflexión en torno a las siguientes preguntas: ¿Es “natural u obvio” que el 20% de la población más pobre sólo tenga el derecho de acceder al 4.7% de los ingresos totales del país? ¿Es “natural u obvio” que el 20% de la población más rica tenga la posibilidad de acceder a más de la mitad de los ingresos? ¿Es “natural u obvio” que por un mismo trabajo y con una igual capacitación una persona perciba un salario superior a otra? ¿Cuáles creen que son las razones que llevan a estas diferencias entre los hombres y las mujeres? ¿Son las razones biológicas?

PASO 5

Reflexionar en torno a las siguientes cuestiones: ¿Cómo influye la diferente posición social de hombres y mujeres en el desarrollo humano? ¿Qué áreas de trabajo creen que son prioritarias para corregir la actual distribución de poder? ¿Cómo se podría realizar? ¿Cómo creen que influiría un cambio en las relaciones de poder existentes en el desarrollo humano en República Dominicana? TOMADO DE GUÍAS DE APRENDIZAJE SOBRE DESARROLLO HUMANO, EL PAÍS QUE SOMOS, EL PAÍS QUE PODEMOS SER. OFICINA DE DESARROLLO HUMANO, PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO, PNUD, 2006.

AÑO Y FUENTE /POBLACIÓN: 2004, BANCO MUNDIAL, WORLD DEVELOPEMENT INDICATORS /INGRESOS: 2003, ESTIMACIÓN DE LA ODH/PNUD SOBRE DATOS DEL IMDH 2005 / HORAS DE TRABAJO: 2000, IMDH 2005. A DIFERENCIA DE LOS DEMÁS DATOS, QUE BUSCAN APROXIMARSE A LA MEDIA MUNDIAL, ESTA CIFRA ILUSTRA ÚNICAMENTE LA SITUACIÓN MEDIA EN TRES PAÍSES EN DESARROLLO: INDIA, BANGLADESH Y SUDÁRICA./ EDUCACIÓN PRIMARIA: 2004, BANCO MUNDIAL. GENDER STATS.


MUHAMMAD YUNUS, PREMIO NOBEL DE LA PAZ:

Las mujeres administran mejor el dinero y siempre lo devuelven

Dice Mohamed Yunus, creador del microcrédito y Premio Nobel de la Paz que las mujeres administran mejor que los hombres el dinero, que lo gastan en la educación de los hijos, en su cuidado y alimentación y que lo invierten en avanzar. Por eso en el Grameen Bank, fundado por Yunus en 1976 con el fin de conceder créditos sólo a los más pobres, que se convierten además en accionistas de la entidad, el 98% de las personas beneficiadas son mujeres. Pero Yunus, que nació en Bangladesh, una socie-

dad musulmana y tradicional, ha recibido críticas por el modelo que implementa el ahora mundialmente conocido como “Banco de los pobres”. Los grupos de izquierda de su país lo ven como un ferviente defensor del modelo capitalista. "La izquierda radical nos dijo que estamos plantando las semillas del capitalismo y nos odiaban porque decían que destruíamos toda posibilidad de revolución social", afirma el Nobel de la Paz. Sus ideas también fueron muy criticadas por los islamistas, quienes no comprenden la necesidad

Quehaceres 10 de convertir a la mujer musulmana en trabajadora y contribuyente a la riqueza familiar, o simplemente no están de acuerdo por razones culturales y religiosas. "Al principio sufrimos una gran oposición que nos acusaba de destruir el Islám, porque decían que las mujeres debían seguir siendo amas de casa", explicó. El profesor, de 66 años y musulmán, les respondió que la mujer empresaria debía ser un orgullo colectivo. "Las mujeres quieren construir el futuro más rápido que los hombres, hacen mucho del poco dinero que tienen y contribuyen más a la riqueza familiar", dijo. Yunus. Afortunadamente, el Comité Nobel reconoció el valor de estas ideas señalando que los "microcréditos se han convertido en una importante fuerza de liberación en sociedades en las que las mujeres tienen que luchar contra un entorno social y económico represivo". Al anunciar el veredicto que reconoce a Yunus y la entidad de microcréditos Grameen Bank con el Nobel de la Paz han dicho que ha sido "por sus esfuerzos para crear un desarrollo económico y social desde abajo", según informó la Academia noruega. Musulmán no practicante, Muhammad Yunus, de 66 años, estudió Ciencias Económicas en Nueva Delhi y amplió estudios en Estados Unidos con becas de las instituciones Fullbright y

Eisenhower y de la universidad de Vanderbilt. El Grameen Bank, creado en 1976, ha conseguido implantar su modelo en 22 países y sus beneficios han alcanzado ya a once millones de pobres de todo el mundo. El hecho de que la práctica totalidad de los clientes sean mujeres pone de manifiesto la relevancia de este organismo financiero en la lucha por la liberación de la mujer. En general, el incide de morosidad de las mujeres que solicitan préstamos bancarios es inferior al 2 por ciento en casi todo el mundo. Los bancos saben que las mujeres son excelentes administradoras, que reinvierten en su propio negocio y, sobre todo, que pagan siempre, pero aun así, el acceso a la financiación sigue siendo difícil para las mujeres del siglo XXI. La creación de una empresa está considerada por la banca tradicional, como una "actividad de alto riesgo" y no todos los bancos creen en los proyectos defendidos por ellas. El Grameen Bank ha preferido conceder el 90 por ciento de los microcréditos a las mujeres, porque según Yunus, su creador, “ellas lo devuelven siempre”. Las mujeres que toman los préstamos, que se diferencian de todos los demás tipos de créditos por no requerir avales, suelen ser personas sin tierras. Las solicitantes forman grupos de cinco, y son las dos mujeres más pobres las que reciben primero el crédito. Una vez que éstas empiezan a devolverlo, lo reciben las restantes tres.

De esta forma se crea una especie de red de apoyo que a la vez ejerce presión, lo que explica la elevadísima cuota de devolución, del 97 por ciento. Como comprobó Yunus, las mujeres se muestran mucho más responsables a la hora de administrar los bienes familiares y por tanto resulta mucho más práctico hacer que sean ellas las receptoras de los créditos y las encargadas de devolverlo.

Mientras haya pobreza, no habrá paz La ambición de Yunus, a largo plazo, es contribuir a erradicar la pobreza del mundo a través de microcréditos que benefician especialmente a las mujeres. Cuando hace tres años anunció la concesión del premio a la keniata Wangari Maathai por sus iniciativas de reforestación, esgrimió una frase clave: sin protección del medio ambiente no puede haber paz. En 2004 fue la abogada iraní Shirin Ebadi quien ganó el premio, y Mjos dijo: sin derechos humanos no puede haber paz. Ahora el turno es de la lucha contra la pobreza. Y en esta ocasión de nuevo las mujeres son puestas conscientemente en un papel central por el comité: entre los seis millones de prestatarios del Grameen Bank, la gran mayoría son mujeres. «El crecimiento económico y la democracia política no pueden alcanzar todo su potencial a no ser que la mitad femenina de la humanidad participe en pie de igualdad con la masculina», asegura la argumentación escrita del comité.


Las mujeres, motor contra la pobreza La igualdad de la mujer repercute de manera directa en la mejora de las condiciones de vida de la población infantil. En el informe anual Estado mundial de la infancia 2007, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, señala la necesidad de fomentar políticas que den mayor grado de autonomía a las mujeres, sobre todo en los países en desarrollo. El informe del organismo de la ONU argumenta con numerosos ejemplos los beneficios de las políticas de igualdad. Cuando las mujeres pueden intervenir en la toma de decisiones, la salud y la nutrición de los más pequeños se benefician de ello: en Camerún, las mujeres suelen gastar un 74% de sus ingresos en alimentos, frente al 22% que gastan los hombres en la comida de sus hijos. Se calcula que en el Sudeste Asiático, si las mujeres tuvieran la misma influencia que los hombres en la vida cotidiana, la desnutrición de los niños de menos de tres años se reduciría en 13 puntos, salvando de este mal a 13,4 millones de pequeños. Por ello, resulta preocupante que en un tercio de los países en desarrollo estudiados al menos la mitad de de los hombres toman en solitario las decisiones del ámbito doméstico, desde cuánto

dinero se destina a los principales gastos del hogar a las que tienen que ver con la salud femenina y de la familia en general. Se ha demostrado que cuando se da la misma formación a agricultores y agricultoras en los países en desarrollo, la productividad aumenta hasta un 20% respecto a la registrada en

el caso de formar únicamente a hombres. Si se promueve la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer, tal como fija el tercer objetivo de desarrollo del milenio, "se impulsará todos los demás objetivos, desde reducir la pobreza y el hambre hasta salvar las vidas infantiles, desde

Quehaceres 11 mejorar la salud de las madres hasta asegurar la educación universal, combatir el VIH/ sida, el paludismo y otras enfermedades, y asegurar la sostenibilidad del medio ambiente", según el estudio. En los países industrializados, los ingresos de las mujeres representan un 57% de lo que ganan los hombres, mientras que en Latinoamérica es de un 40%, en el sur de Asia un 39 y en África subsahariana de un 51%. Lo mismo ocurre con la propiedad de las tierras y la UNICEF se centra en el caso de

Latinoamérica, en donde las mujeres son propietarias en los menos casos. En Brasil, el 11% de las tierras está en manos de las mujeres frente al 87% de propietarios hombres, mientras que en Paraguay la relación es de un 27% frente a un 70%.

Un punto fundamental: igualdad de opor-

tunidades en la educación

cación primaria, y sólo un 43% tan sólo ingresa a la escuela secundaria. Las condiciones laborales de las mujeres, que representan el 40% de la población activa mundial, también tienen implicaciones en el bienestar de sus hijos.

El documento de UNICEF plantea que las mujeres siguen teniendo las tasas de alfabetización más bajas y que la desigualdad también se expresa en las horas que dedican a trabajar y los sueldos que reciben. Una educación igualitaria en la infancia, tanto de hombres como de mujeres, es crucial también para el desarrollo de los niños, según el informe. Mientras que el índice de alfabetización de las mujeres adultas en Latinoamérica es de un 99% respecto al de los hombres, en Oriente Próximo y Norte de África es de un 77%, y en África Central y

El estudio expone que en países como Argentina, Rusia y Ruanda, han sido las mujeres parlamentarias las que han impulsado las legislaciones a favor de la salud y la educación infantil. En julio de 2006, las mujeres representaban el 17% del total de parlamentarias

Occidental es de un 63. Los niños con madres que no han sido escolarizadas tienen al menos dos veces más de probabilidades de no completar la escuela primaria que las que han tenido acceso a la educación básica. En los países en desarrollo, por ejemplo, una de cada cinco niñasno finaliza la edu-

a nivel mundial, por lo que la Unicef sostiene es que hasta el año 2068 no existirá una igualdad de género en el ámbito político. Unicef recomienda el establecimiento de cuotas para la participación de la mujer en la política, ya que de los 20 países con más mujeres en sus parlamentos, 17 tienen este sistema de cupos.

Se necesitan mas mujeres en puestos de poder


ENTREVISTA: EULOGIA FAMILIA, SINDICALISTA

“No hay una política de igualdad de género en el empleo” A pesar de que en los cónclaves internacionales y organismos que tienen que ver con el trabajo, la igualdad de género está asumida como un derecho fundamental, la República Dominicana se encuentra completamente ajena al tema. Así lo declara la sindicalista Eulogia Familia, vicepresidenta de la Confederación Nacional de Unidad Sindical, CNUS, entidad que en estos momentos debate con el sector empresarial la demanda de un aumento general de salarios para trabajadores y trabajadoras que devengan hasta 20 mil pesos mensuales. Para las dominicanas, que sufren el desempleo tres veces mas que los hombres (ellas, 27%; ellos, 9%) el tema de la igualdad de oportunidades ni siquiera existe, con lo cual estamos muy lejos de lograr programas específi-

cos que busquen reducir esa diferencia. Eulogia Familia considera que el Estado debería trazar la pauta. “Si el sector oficial asumiera el compromiso de poner en marcha políticas de igualdad de género en el empleo, tal y como ha

para estar cerca de la criatura, como una estancia o guardería, esos 20 minutos de lactancia cada cuatro quedado establecido en horas se pierden; el empledistintos acuerdos interna- ador se queda con ellos”, cionales que ha firmado el explica la sindicalista. Estado dominicano, diera Eulogia Familia piensa el ejemplo y causaría un que ese tiempo que no se impacto inmediato en el usó para la lactancia, sector privado, pero eso como dice la ley, debería no sucede. El sector oficial ser pagado a las trabajano ha estado interesado ni doras. “con eso ella podría siquiera en difundir eso, incluso pagar a la persona por tanto aquí esos acuer- que se queda en la casa dos no se conocen” explicuidando de su criatura ca Familia. para que ella pueda ir a Uno de los logros mas trabajar”. importantes de los últimos Esas responsabilidades tiempos ha sido la promul- familiares, que tradicionalgación del Código Laboral mente recaen casi con a principio de la década exclusividad en las mujeres, de los 90, porque se representan uno de los lograron reivindicaciones aspectos mas visibles de la puntuales, sobre todo para discriminación en el empleo. la madre trabajadora. “El empleador ve una Sin embargo, por no desventaja al contratar a poner en marcha leyes una mujer, porque entiencomo la que establece la de que las responsabilidacreación de estancias des familiares le limitan el infantiles, por ejemplo, las tiempo a las mujeres y que mujeres no pueden ejercer le rinden menos por esa derechos como el de lactar naturaleza. Prefieren mujea sus criaturas varias veces res jóvenes, sin responsadurante la jornada de trabilidades familiares, que bajo. “Si no hay facilidades por cierto, son en gran

Quehaceres 12

medida víctimas de acoso” explica la sindicalista. Familia explica que esto se refleja en una discriminación en el salario: la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha informado, que en la zona urbana de la RD las mujeres ganan el 3% del slario que ganan los hombres. También está el prejuicio machista que presenta a la mujer como una persona inferior frente al hombre para la oportunidad de un empleo, sin embargo las mujeres representan un altísimo porcentaje del trabajo informal, prueba de que tienen capacidad e iniciativa. “¿Pero qué pasa? , que el sector informal no ofrece ningún tipo de garantías no hay regulaciones, ni protección ni beneficios, ni vigilancia a las condiciones en que se desenvuelve el trabajo. Para la mujer que trabaja en el sector informal, la doble jornada es aún mas dura, porque a la agitación de la calle, la violencia que se vive en las calles, inseguras, con


redes de transporte deficientes, se suman las responsabilidades familiares en situaciones precarias, porque no existen servicios públicos que garanticen una educación de calidad a los hijos e hijas, agua, salud, ec.”. El hecho e que no exista una seguridad social hace que el salario mínimo sea mas precario de lo que se ve, porque hay que invertir en salud y en servicios básicos que el Estado no provee eficientemente “y eso afecta directamente a las mujeres, mayormente responsables casi exclusivas de los hijos e hijas”, dice la sindicalista. La política de empleo decente implica una visión donde el empleo es un elemento de desarrollo, pero mientras se están pagando salarios precarios y no hay equidad de género, La OIT está impulsando un concepto que se denomina “Trabajo decente” y que implica democracia, participación, libertad, equidad y seguridad social, lo que favorecería fundamentalmente a las mujeres. Parte del problema para lograr acuerdos que adopten este concepto es la debilidad de las agrupaciones sindicales que promueven estas reivindicaciones. Según Familia, perjudican si existieran muchos grupos de sindicatos, sería mas fácil lograr pactos colectivos que incluyan cláusulas que protejan a las mujeres trabajadoras. Pero no todo está perdido. Al menos en los sindicatos, la perspectiva de género ha empezado a abrirse espacio, gracias al hecho de que las mujeres han empezado a asumir

posiciones importantes dentro de estas agrupaciones. “Todas las estructuras tienen cuotas de mujeres y hay representación en todas las áreas industrial, campesina”, dice Familia. “En los sindicatos, los hombres han empezado a entender la necesidad de abrirse a la participación femenina, las estructuras medias son mas abiertas a tomar en cuenta que las mujeres deben estar presentes, mas que las estructuras de arriba. Hemos logrado insertar el tema. Hemos hecho talleres espe-

Quehaceres

cíficos para debatir el tema de género y definir políticas internas al respecto. Eso ha sido muy importante, sentar a los hombres un día a debatir en un taller cuál es el nivel de discriminación de la mujer a lo interno del ámbito laboral y por qué nosotras tenemos que desarrollar una estrategia junto con la Confederación para asumir la políticas de igualdad de género”. Para la dirigente sindical, eso ha sido un logro digno de resaltar. “En el consejo de la Seguridad social estamos en cuota de paridad. Los organismos internacionales

cuando no envían delegados y delegadas en proporción igualitaria”. Eulogia Familia es además Vicepresidenta del Comité Continental de la Mujer Trabajadora y vice presidenta para América Central y el Caribe del Consejo Sindical de Asesoría Técnica de la OEA . Fue diputada en el Congreso Nacional durante el cuatrenio 1998-2002 y candidata a senadora por la Provincia de Santo Domingo representando el Partido Revolucionario Social Demócrata en las elecciones del 2006.

13 han contribuido muchísimo a esta visión, porque exigen que en sus actividades las mujeres se encuentren representadas en un 50%. En la ORIT, por ejemplo, (Organización Regional Interamericana de Trabajadores) se exige que las mujeres participen en una proporción de 50%, y si no, les hacen reclamos a sus afiliados

8 DE MARZO DEL 2007

2007, es un año significativo e histórico para la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Es la mitad del plazo dado por los Estados integrantes de Naciones Unidas para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Pese a la firma de este compromiso y al incremento de la riqueza por la bonanza de los grandes indicadores económicos, la pobreza sigue aumentando y ella pesa sobre los hombros de las niñas, niños y las mujeres que detentan los peores índices de analfabetismo, inicio tardío de escolarización, de deserción escolar, de mortalidad materna e infantil, por desnutrición y anemia, por VIH-sida, por violencia familiar y cultural entre los cuales destacan la explotación y agresiones sexuales y los embarazos forzados; y podríamos continuar la lista infinita de vejaciones. Sólo con voluntad y decisión política por parte de los Estados y cambiando la orientación del gasto público, dando prioridad a la inversión social, asegurando su seguimiento para evitar la corrupción y llamando a los actores de la sociedad civil – entre los cuales las organizaciones representantes de las mujeres que actúan en nuestro país y en nuestra región - como interlocutores en la definición y ejecución de políticas, podremos encarar de pie y de frente la ignominia del empobrecimiento. Así, exigimos repensar los ODM y su cumplimiento además de: • Desagregar las estadísticas por edad, sexo, etnia, ámbito rural y urbano, para facilitar el monitoreo del cumplimiento de los compromisos internacionales. • Mejorar con integralidad las medidas concretas para detener la violencia hacia la mujer y las niñas y niños e incluir en el concepto la esclavitud sexual, el embarazo forzado, la prostitución forzada, la unión forzada, y el trabajo domestico forzado. • Poner mayor énfasis en la prevención del embarazo adolescente y considerar la revisión de la ley relativa al aborto por embarazos no deseados producidos por violencia sexual. • Asegurar servicios de calidad para la atención de la salud, educación y protección. Todo ello implica, poner la economía al servicio de la gente que es el principal capital de un país y tomar medidas concretas con respecto a las mujeres para detener la espiral y la reproducción de la pobreza. La feminización de la pobreza es una realidad

¡Enfrentémosla!


Diversos enfoques hacia la pobreza de género Existe una gran diversidad de enfoques en la agenda pública de los gobiernos y de las agencias internacionales en relación con la pobreza y el género. Estos han sido aplicados de manera única o combinada a lo largo de las tres últimas décadas y se sintetizan a continuación: a) Enfoque asistencial: incluye programas específicos hacia las mujeres pobres, como “grupo vulnerable". Este enfoque plantea un apoyo a las mujeres teniendo en consideración sólo sus dimensiones reproductivas: como esposas y dueñas de casa. Fue un enfoque que se aplicó de manera más generalizada entre los años setenta y ochenta, pero existen remanentes en algunos programas actuales (BID, BM, FAO, FNUAP). b) Enfoque de la eficiencia: sostiene que para el logro de un mayor desarrollo, sería más eficiente considerar al conjunto de la población, hombres y mujeres, en

tanto personas disponibles para el mercado de trabajo, o, en una versión más elitista, por el aporte económico que la incorporación de las mujeres educadas - como recurso humano altamente calificado puede hacer a la economía (BM, BID, CEPAL, OIT). c) Enfoque de equidad: en esta perspectiva, se plantea que mejorar la situación de las mujeres pobres contribuiría a la equidad en la medida que hay una incidencia mayor de pobreza en los hogares encabezados por mujeres,

Quehaceres 14 que las mujeres reciben salarios más bajos y que su inserción laboral es precaria y segmentada, aspectos que inciden en una mala calidad de vida y dificultan el logro de equidad (CEPAL, OIT) d) Enfoque de empoderamiento, de ejercicio de la ciudadanía social y de toma de decisiones. Este enfoque relativamente reciente supone que para el mejor desarrollo y eficiencia de los programas dirigidos hacia las mujeres y otros grupos (etnias, clases) se requiere comprometer en la elaboración y en la ejecución de los programas a los propios afectados, fortaleciendo sus capacidades por medio de la organización, el aumento de la autoestima, el acceso a los recursos materiales y el fortalecimiento de sus redes sociales, para el ejercicio pleno de ciudadanía y para la toma de decisiones en los diversos planos individual, familiar y social (PNUD,

CEPAL, UNRISD). Desde esta última perspectiva se pone énfasis en promover políticas de superación de la pobreza que tomen en cuenta todos los factores que producen la pobreza, desde los más personales - falta de autoestima y autonomía, así como la violencia que se ejerce sobre las mujeres, pasando por los de carácter social y económico, como el acceso al empleo, salud, educación y los servicios técnico-financieros. Para ello se plantea comprometer en la elaboración y ejecución de esta política a los propios afectados, a actores estatales, sindicales y empresariales, dando a los nuevos enfoques de empoderamiento y de capital social un importante papel que jugar. Entre las políticas orientadas a eliminar las desigualdades basadas en el género se encuentran, a su vez, dos conjuntos importantes de políticas: las de reconocimiento de la diferencia y las políticas de redistribución entre las que se encuentran las de igualdad de oportunidades (Fraser, 1998, 2000). Las

políticas de reconocimiento que Fraser denomina modelo de la identidad se refieren a las políticas de reconocimiento de identidades injustamente desvalorizadas, las de redistribución, en cambio, son aquellas que buscan una transformación o reforma socioeconómica para la solución de la injusticias de género y racial-étnica. Las políticas de igualdad de oportunidades se han generalizado en el plano internacional. La igualdad de oportunidades en la tradición política liberal clásica implica que todos los individuos han de tener la misma oportunidad y que las desigualdades que se producen se deben a los distintos méritos que tienen las personas. Es decir, todos han podido utilizar las mismas oportunidades, pero como son diferentes, algunos son más capaces que otros, entonces terminan siendo desiguales. Existen, por lo tanto, desigualdades injustas que deben ser corregidas, cuando no se ha tenido en el punto de partida las mismas oportunidades, y desigualdades que sólo expresan las diferencias


meritocráticas y que son legítimas. Para corregir esas desigualdades ilegítimas se han diseñado acciones afirmativas para establecer la igualdad de oportunidades en su punto de partida. (Astelarra, 2003). Sin embargo, la igualdad de oportunidades de inicio no produce igualdad de resultados y desde una perspectiva democrática se coloca el énfasis en crear las condiciones sociales de una verdadera igualdad de oportunidades. Puesto que aunque se parta de una situación inicial igualitaria, la retribución desigual tendería a perpetuarse, mediante las "herencias" “sesgos de género” de una generación a otra, afectando así la igualdad de condiciones y oportunidades de las mujeres. Las políticas de reconocimiento ponen énfasis en temas de la identidad que define a los grupos discriminados. Su esfuerzo se orienta al reconocimiento de sus derechos como propios y desde un punto de vista de la cultura dominante. Una de las principales críticas a este enfoque es que podría tender a la estigmatización de los grupos, en la medida que se centra en la manutención de su identidad que los mantiene segregados de los demás. En el planteamiento de Fraser ambos tipos de políticas tanto las de reconocimiento como las de redistribución no son excluyentes entre sí.

La interrelación de las políticas orientadas a la pobreza y al género Las políticas hacia la pobreza con perspectiva de género cruzan dos conjuntos

importantes de políticas establecidas y puestas en marcha desde hace varias décadas en América Latina: las orientadas a eliminar las desigualdades de género con aquéllas orientadas a disminuir la pobreza. Al interrelacionar el conjunto de políticas orientadas a la pobreza con aquéllas orientadas a la equidad de género, se obtiene un conjunto posible de políticas orientadas a la reducción de la pobreza de género con orientaciones muy dispares y que resumen en cuatro tipos de políticas el despliegue de acciones, proyectos y programas diseñados para disminuir la pobreza de género. Del conjunto posible de políticas aplicadas hasta el momento podemos distinguir entre los siguientes tipos de políticas cuyos rasgos más estilizados son: Políticas universales ciegas al género. Son las políticas que no distinguen entre hombres y mujeres. Este tipo de políticas se aplicó en diversos sectores sociales como en la educación y en el empleo, con el resultado de perpetuar las desigualdades de género. Políticas redistributivas y compensatorias “económicas”. Este tipo de políticas se puso en marcha con mayor énfasis durante la década de los años sesenta en la vertiente redistributivas y en la vertiente compensatoria hacia la pobreza en los

Quehaceres 15 ochenta. Dentro de este grupo muchos programas hacia las mujeres jefas de hogar con diversos grados de éxito se han ejecutado en la región. Políticas de derechos y reconocimiento “culturales”. Son políticas más recientes de los noventa en adelante y tienen como objetivo el reconocimiento de derechos de los grupos excluidos, entre ellos las mujeres. Incluyen principalmente medidas legislativas orientadas a la equidad de género. Políticas de redistribución y de derechos económicos sociales y culturales. A este conjunto se le denomina casillero vacío puesto que aún son políticas de futuro, es decir, no han sido aplicadas en ningún país y si bien su diseño requiere un equilibrio cuidadoso no son políticas incompatibles, requieren de voluntad y consenso políticos más fuertes para su puesta en marcha y ejecución. Desde el punto de vista del diseño de las políticas sociales, la heterogeneidad de la pobreza tiene como consecuencia la necesidad de desarrollar políticas que son universales y al mismo tiempo selectivas y orientadas hacia grupos específicos. Por ejemplo, no es el mismo tipo de pobreza el que sufre una mujer pobre que es madre adolescente que

el de una mujer viuda sin ingresos propios, así como serán diferentes sus necesidades, sus potencialidades y los programas y políticas que deberán diseñarse para ellas. De esta forma, adquieren gran importancia políticas sociales flexibles, de carácter no homogéneo, orientadas a la satisfacción de necesidades muy diversas entre la población pobre. La consideración de la pobreza más allá de la foto instantánea (Kabeer, 1998b) sino como un proceso sugiere la importancia del diseño de políticas que sean heterogéneas, flexibles y adecuadas para las diversas situaciones cada

vez más variadas y cambiantes por las que atraviesa la población pobre y al tránsito continuo de la población entre situaciones de bienestar, pobreza e indigencia. De manera que las políticas orientadas a reducir la pobreza desde una perspectiva de género consideran los recursos individuales, familiares y sociales de hombres y mujeres; toman en cuenta el uso del tiempo de ambos géneros; apoyan el fortalecimiento de las mujeres pobres en posiciones más débiles; consideran la subjetividad de los hombres y mujeres; toman en cuenta la dinámica de los procesos de pobreza y en esa medida consideran las entradas y salidas de la pobreza y atienden a las dimensiones relacionales de esos procesos. IRMA ARRIAGADA DIMENSIONES DE LA POBREZA Y POLÍTICAS DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO


SEGREGACIÓN OCUPACIONAL POR GÉNERO:

¿TRABAJOS ¨DE MUJERES¨ Y TRABAJOS ¨DE HOMBRES¨? Los roles de género presentes en una cultura pueden tener un impacto en la división del trabajo y las percepciones sobre lo que es una remuneración “equitativa”. Las mujeres y los hombres pueden concentrarse en ocupaciones diferentes de acuerdo a la norma social o porque ciertos empleos son más asequi-

bles a los hombres y a las mujeres. Aunque esto puede ser fruto de una elección personal, también puede reflejar restricciones en las oportunidades de trabajo y dar lugar a diferenciales de remuneración que no pueden justificarse por diferencias en la calificación. Algunas ocupaciones son percibidas como tradicionalmente femeninas, como la enfermería, y tienen una larga historia internacional de menores remuneraciones aunque requieren capacidades que son altamente valorizadas en otras ocupaciones. Este bajo nivel de salario se justificaba socialmente en el hecho de que hace décadas las mujeres trabajaban para completar los ingresos de la familia. La segregación ocupacional por género también puede ser una

limitante de las oportunidades de trabajo para los hombres, especialmente, los jóvenes, en las industrias de manufactura de expansión reciente, como la electrónica y la confección. Las empresas pueden tener una marcada preferencia en emplear solamente mujeres, las que son percibidas como más res-

ponsables o de mayor destreza manual, aún cuando un candidato hombre posea las cualidades requeridas. Después del Medio Oriente, ALC es la región con el más alto nivel de segregación ocupacional por género (Deutsch, et al 2004). La Republica Dominicana no es excepción y las mujeres están sobre representadas en ocupaciones como los servicios secretariales, mientras que los hombres están sobre representados en la agricultura y la pesca, en la operación de maquinarias, y los trabajos de baja calificación. El índice de Duncan mide el porcentaje de trabajadores que deberían cambiar de ocupación para que tanto hombres como mujeres tuvieran la

misma distribución ocupacional, es decir, participaran en igual proporción en las distintas ocupaciones. El índice de Duncan es considerablemente más bajo en las zonas urbanas y para los trabajadores y trabajadoras que tienen altos niveles de educación. La segregación ocupacional en el país está cambiando a un ritmo acelerado y los jóvenes trabajadores (en las edades de 2029, ver la tabla debajo) tienen un índice de Duncan más bajo que los trabajadores mayores de 40 años. Los jóvenes tienen un alto nivel de segregación ocupacional debido a la diferencia en la participación laboral por género, que en gran parte se asocia a que las mujeres jóvenes permanecen más tiempo en la escuela. Las zonas francas emplearon aproximadamente el mismo número total de mujeres y hombres en el 2004 pero muestran una composición ocupacional de género tradicional. Cerca del 62% de todos los trabajadores de las Zonas Francas eran operarios de máquinas textiles, confección, peletería, y la mayoría son mujeres. Los gerentes y administradores de las Zonas Francas son mayoritariamente hombres. Entre los trabajadores sin calificación la proporción de hombres y mujeres es la misma. Se requieren análisis econométricos cuidadosos para determinar el impacto de la segregación ocupacional sobre las remunera-

ciones. Sin embargo, los indicadores en este recuadro apuntan a que la segregación ocupacional puede ser uno de los factores que explica las diferencias salariales entre hombres y mujeres. Para poder expandir las oportunidades de los hombres y las mujeres, otros países han introducido políticas de equidad

de género para romper con los estereotipos en los lugares de trabajo. Por ejemplo, en los Estados Unidos, algunos programas para los beneficiarios y beneficiarias de la asistencia social enfatizan la capacitación a las jóvenes y otras capacitaciones en oficios no tradicionales dirigidas a las mujeres.

Índice de Duncan para la República DominicanaTrabajadores Urbanos, 2004 Índice de Duncan Todo Urbano Por Grupos de edades (años) 10-19 20-29 30-39 40-49 50-64

57 63 54 60 63 61

Nota: La fórmula para el Índice de Duncan D=?*™ | Mi -Fi| *100, donde Mi es el porcentaje de todos los trabajadores de género masculino en la ocupación i y Fi es el porcentaje de los trabajadores de género femenino en la ocupación i Fuente: Estimados propios basados en la ENFT. TOMADO DEL INFORME SOBRE LA POBREZA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA “LOGRANDO UN CRECIMIENTO ECONÓMICO QUE BENEFICIE A LOS POBRES” DEL BANCO MUNDIAL Y EL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO , 2006.

Quehaceres Publicación del

Centro de Investigación para la Acción Femenina

EDITORA Patricia Solano DIAGRAMACION Ivelisse Alvarez ivelissealvarez@gmail.com

DIRECTORA EJECUTIVA Magaly Pineda

FOTOGRAFÍA Vianco Martínez

Calle Hernán Suárez, Bloque III N°5, Cacique II

IMPRESIÓN Editora Búho

Teléfono (809) 535-2696 Fax (809) 535-2599 Correo eléctronico: cipaf@tricom.net

Este número se realiza con el apoyo de NOVIB-OXFAM como parte de las acciones del Equipo de Trabajo Feminista de la Campaña Global contra la Pobreza (GCAP)

AÑO XXVIII NÚMERO 1 MARZO 2007


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.