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La declaración del lobo

-Se encuentra usted señor lobo en el juzgado, ha sido citado para que rinda su versión sobre los hechos ocurridos hace algún tiempo y de los cuales todos comentan. Tenemos varias declaraciones en su contra y ahora queremos escucharlo…-Pues mire busté señor juez, de que yo si quisiera decirle una cosa, nadita nadita de lo que le han contao es verda. A yo le voy a decir a busté lo que ese día me paso, pero antes déjeme decirle, lo que antaño era yo-. -Proceda señor lobo a rendir su declaración, pues la justicia clama verdad, y desfavorecido usted está; después de haber escuchado el escrito de acusación que sustentó la Fiscalía General de la Nación, considera este estrado judicial que es el momento oportuno para que usted de la versión, acerca de los hechos que lo vinculan con el delito tan mencionado, contenido en el código penal por el cual se podría establecer una pena de varios años de cárcel y además una multa de cierta cantidad de salarios mínimos…-¡ahí si me hace enfurecer busté! La purita verda es que no entendí nadiiiita de lo que me acabo de comentar, si ve, es mejor que primerito me deje hablar. Yo fui criado en una familia honrada, campesina y humilde. A sembrar y recoger café mi apá se dedicaba,

a amasar arepas y pilar la mazamorra mi amá se

levantaba, a yo el gallo me despertaba y a cargar leña pa´l fogón y alimentar la


vaca yo trotaba. Después de todo ese trajín, pa´ la escuela yo arrancaba, a garra limpia y con los mochos que mi agüela me remendaba. En una bolsa de arroz mi cuaderno yo empacaba, y mi amá en la mochila remendada, el cacao me echaba y por si el hambre me atacaba, una buena arepa caliente me encimaba. Yo andaba todito ese camino anhelando llegar a la escuela pa´ poder salir al recreo y mandarme de un zarpazo esa comidita que humito y buen olor sí que soltaba. Pero hayyyy si me faltaba, antes tenía que ver a la señorita, a la maestra, que aquí entre nos si miedo que me daba, porque cada que del pupitre a yo me paraba, con un tremendo pellizco ella volvía y me sentaba. Entonces yo me ajuiciaba y mi plana me ponía a hacer, en mi cuaderno de hojas amarillas que con las plumas de gallo yo decoraba y que mi amá me decía que mucho tenía que cuidar y querer, cada que a yo llegaba a la casa, ella sí que me decía, a cuidar ese cuaderno porque plata pa´ mas no hay, y si no lo cuida, de la mano de su taita el juete busté a de ver. Después de toíta esa cantaleta me servía el guarapo con el caldo de yuca, y con una mano en la cintura y secándose la otra en el delatar me decía: apúrele mijito que con su apá se tiene que ir a trabajar. Yo ahí si me afanaba porque a trabajar yo sí que aprendí, por eso es que me extraña mi don lo que por ahí dicen de mí. Como busté puede ver, un buen joven lobo yo aprendí a ser, a defenderme en la vida sin a diente ni a garra a la gente coger. Después yo me arrecuerdo que un día mi amá la cobija y la olla grande cogió, agarró un costal, ¡hasta

a mí en el

me echó! y con mi apá, pa´ otra parte


echamos a andar. Busté ya sabe señor juez, la fama que los lobos cogimos, todos piensan que somos feroces y que de la maldad nosotros vivimos. Y pues fíjese que no, porque yo siempre trabajé y le prometí a mi apá que pa´ la casa volvíamos a coger. Y así fue, como cualquier lobo de palabra, un día pa´ mi casa yo agarré. A mi apá y a mi amá yo me llevé, y como el monte purito queríamos ver, el camino lo cogimos a pie. Ya llevábamos varias horas de andar y por el primer pueblo pasamos, mi amá con las garras llenas de juanetes, ya no podía caminar más. Eso mi taita y yo lo notamos, entonces entre los tres acordamos que donde la comadre oveja se quedara, pues confianza le teníamos y cada rato ella nos invitaba. Mi amá y la comadre nos dieron la bendición, un pan pa´l camino y que no faltara la aclaración, que pusiéramos atención, no fuera que una bruja en el camino nos envolatara y nos llevara a la perdición. Arrancamos entonces otra vez por ese camino, y con miedo sí que íbamos, no fuera que se cruzara la madremonte y del susto ahí nos moríamos. De tanto andar y hacer fuerza de que las brujas o las viejas esas que en el monte espantan nos vieran, el hambre ahí si nos agarró, entonces mi apá su machete sacó, unas chamizas prendió, pero ahhh problema se nos armó. El pan que teníamos pa´l fiambre estaba tan duro, que ni con la garra partía, entonces mi apá con la rula sus colmillos se afiló y un mordisco al pan le metió. Ohhh gracia que me causo verle cuando de su hocico el pan sacó y uno de sus afilados colmillos dentro de él salió…. Claro que después pesar si me dio, porque el pobre mucho fue lo que del dolor gritó. A yo me preocupe y al momento pensé, casas por aquí sí que hay pocas, pero ayuda nos pueden dar, un lobo ya viejo con un dolor de colmillo no


puede andar. Entonces arrimamos a una casita, tocamos la puerta y de allí salió una viejita, le comentamos la situación y de inmediato nos ayudó. Tenía puesta en la cabeza uno de esos trapos que las señoras se cuelgan, de eso que le llaman gorros pa´ dormir, se lo desamarró ahí mismito y a mi apá se lo colocó. Yo no entendía nadita, pero ella me enseñó, que apretar el hocico de un lobo, pal dolor de colmillo sirve. Muy acomedida la dama a entrar nos mandó, y a quedarnos en su casa a los dos nos invitó, y pues con el dolor que tenía mi taita ahí mismito aceptó. Ella si nos aclaró que al otro día debía madrugar, tenía la maleta lista porque se iba a viajar. Pero con lo que no esperábamos era que la cosa iba a empeorar. El gallo a yo me despertó, y mi apá me miró, yo de un salto me levante, porque que susto me lleve. Estaba tan mal el pobre que los ojos se le brotaron, las orejas se le esponjaron y el hocico se le hincho. La viejita muy cortés problema al caso no le vio y su casa ofreció pa´quel enfermo reposara, y por ahí derecho al ranchito un ojo le echara, ella se iba a ausentar unos días y necesitaba quien se lo cuidara. Entonces yo le dije a mi apá que se quedara, que yo me apuraba, iba a ver cómo estaba la casa y por mi amá y por él pronto yo me devolvía. En el camino apurao yo iba, y la ruana yo me quité porque como ya casi llegaba el calor no me lo aguante. Cuando andaba yo en esas se apareció así como de la nada una linda mujer y mismito que la vi pensé, con la cara que tiene esta, buenas intenciones no debe tener. Muy coqueta se me arrimó, y cuando estaba más pegaita a mí, la capa roja que llevaba se desabrochó, yo no sé esa mujer que me mostró, pero yo ahí mismito sí que con mis garras me tape los ojos, y no se me ocurrió más nada que decirle, yo le pregunté que pa´ onde iba, y ella me contestó


que a visitar a su aguelita ella era que salía. Después de que a yo le pedí el favor que se tapara y que se corriera un poquito, me destapé los ojos y ella me dijo, que como lobo de experiencia que por esos caminos andaba, le recomendara uno bien cortico… ahí fue donde se me vino a la mente la recomendación de mi amá y de la comadre cuando me advirtieron lo de la bruja. Uyyy todo mi pelaje se puso de punta, y pues como más vale seguridad que policía, yo le dije que cogiera a la derecha, al fin y al cabo ese camino yo no lo seguía, y necesitaba quitarme esa muchachita de encima. Después de tremendo acto pecaminoso seguí caminando muy sigiloso, cuando por fin alcance a ver el valle… aquí estaba mi pueblo querido. Salí corriendo entonces con la emoción más grande que un lobo pueda sentir, pero esa emoción me cambió porque algo muy raro me tocó ver. Al laito de mi casa encontré un par de ranchos, uno tuitico caído, hecho como de paja, otro de lo mas de raro con unas tablas pegadas y un par de vidrios quebraos en lo que se parecía a una ventana. Pero eso no fue lo más raro que a mí me pareció, ¿cómo era posible que estando mi casa sola, estuviera pintada y tuitica cambiada? Entonces señor juez a yo hasta con susto la puerta empuje, y ahí mismito dentro de la casa quede. Y valla tal descaro con el que a yo me encontré. Tres cerdos sentaos en la tarima que dejo mi agüelo, bien pinchaos bueno comiendo. Ah feos que si eran, no es que los lobos seamos muy lindos, pero esos regordetes yo sí que los vi horribles, y más cuando los descaraos pronunciaron palabras terribles y me hicieron saber que ellos vivían en mi casa. Yo si me opuse


rotundamente y ahí sí que se me salió el apellido, entonces yo saqué la rula pa´ mirar pues como era el asunto, pero ahí fue donde la policía llegó, y casi quedo yo difunto, esos cerdos empezaron a gritar y yo del susto caí a la candela, mi pobre colita parecía una vela, y entonces entro el comandante y preguntó -¿qué pasó?A yo trate de hablar, pero me ardía la cola, y entonces esos cerdos se aprovecharon y no me dejaron decir ni hola, y de lo mas de chismosos empezaron a decir que a yo los quería matar, que de la casa de paja a uno hice volar, y que los vidrios del rancho de madera yo había ido a quebrar. Hayyy pero más fue el susto mío cuando alcanzo a ver a mi apá afuera, con unas esposas en las garras como si un delincuente fuera. Pregunté entonces qué pasó, pero el policía no respondió, solo alcance a oír a esa que hoy en día llaman caperucita roja, diciéndole a la autoridad disque a yo me estaba quitando la ruana delante della. Además también me acusó de haberla hecho perder, ahí yo si me deje defender y dije que eso era purita mentira, que ella me había dicho que pa´ donde la agüela iba y que por qué camino cogía. Y como yo estaba demalas, no faltó sino decir esas palabras, pa´ que me cogieran y me amarraran las garras. Quién se iba a imaginar que bustedes tal cosa fueran a pensar. La agüela de caperucita no está muerta, mi taita no se la comió, el pobre estaba acostado en la cama y tenía el gorro puesto, porque el día antes el colmillo se aporrió. Y el cuento de la muchachita esa de que los ojos son grandes pa´ verla mejor, las orejas más grandes pa´ oírla mejor y la boca más grande pa´ comerla mejor es puro cuento, mi apá en estos momentos no puede hablar ni con un


ungento. Y lo que si me duele más es que ahora por ahí digan que mi amá anda vestida de oveja, no ven que es la comadre, que su compañía no deja. No falta sino que digan señor juez, que el pato nació feo por culpa mía, que Rapunzel tiene ese pelo porque yo no lo corté, y que la bruja mato a blanca nieves porque a yo en el camino no me deje ver. Entonces mire señor juez, qué vamos a hacer pues.Autor: Cindi Cristina López Betancur (2013)


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