Alejandro nació en Umbría, en el pueblo de Amelia en 1455 como nuevo exponente de la prestigiosa familia Geraldini... Y a los veinte años de edad se fue de Italia...
Tras su llegada a España, Alejandro participa en la guerra entre Castilla y Portugal...
Cuánta destrucción, cuánta muerte... ¡Esta vida no es para mí!
¡Seguiremos la misión diplomática del tío Angel en Barcelona, Alejandro!
¡Estoy impaciente por poner mis estudios al servicio de la corte aragonesa, Antonio! En esa época Alejandro acompañó a Antonio a varias cortes europeas y al mismo tiempo siguió la vocación sacerdotal...
Geraldini deja la vida militar y pone sus conocimientos literarios al servicio de los monarcas españoles...
...Pero en 1488 Antonio murió prematuramente...
¡No hay nada más que hacer, Alejandro!
¡Este es mi hermano Alejandro, majestad! ¡les aconsejo nombrarlo preceptor de vuestra familia!
¡Que tu alma descanse en paz, hermano! ¡Ahora estoy solo!
¡A su debido tiempo, Antonio! ¡De momento quiero que te acompañe en algunas misiones diplomáticas!
Su latín es aceptable, Infanta Catalina, ¡Pero tendrá que mejorarlo estudiando más y con ejercicios de gramática!
En esa época llegó Cristóbal Colón a la corte española... ¡Todavía seguimos aquí para evaluar su propuesta de llegar a las Indias cruzando el océano hacia el oeste! Sigue decidido a enfrentar un viaje tan lleno de incógnitas?
¡Si Vuestras Majestades lo financiarán! ¡Sus costas están a solo unas pocas semanas de navegación de las tierras del Catay!
¡Es Usted muy exigente, Padre Alejandro! ¡Cuando sea reina, prohibiré el latín en todo mi reino! Alejandro empieza a trabajar como tutor de unas princesas españolas...
¡Este italiano se equivoca en sus cálculos! ¡Las tierras asiáticas están mucho más lejos! Además, tanto san Agustín como Nicolás de Lira sostienen que no podemos vivir por debajo de la Zona Tórrida… ¡El clima es insoportable para los humanos!
¡Se equivoca, Vuestras Majestades! ¡No le hagan caso!
Estoy seguro de que los navegantes portugueses se han encontrado con poblaciones incluso en latitudes poco conocidas... ¡Todas estaban en salud perfecta!
¿Cómo se atreve a contradecir a san Agustín, Geraldini?