Investigaciones recientes sobre la litica arqueologica en Mexico

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Margarita Gaxiola González

con la zona de mercado de Otumba-Sierra de las Navajas, se considera que forma parte de otra zona de mercado puesto que Huapalcalco es el punto nodal de su manufactura y distribución.6 Estas dos zonas de mercado articulan casi en su totalidad la región simbiótica del centro de México. Las otras zonas de mercado que funcionaban en el centro de México corresponden a las industrias de navajas prismáticas. La zona de mercado de navajas prismáticas de la Sierra de las Navajas, que durante el Clásico fue la dominante en el centro de México, se reestructura, presentando patrones heterogéneos de distribución espacial. En el sector occidental del centro de México su consumo se reduce sustancialmente al caer de 85-65 a 6-10 por ciento, y es reemplazada por la obsidiana de ucareo procedente de Michoacán. En el sector oriental –en los valles de Teotihuacan y Tulancingo–, en cambio, se observa un patrón diferente, pues las navajas prismáticas de la Sierra de las Navajas son la industria que predomina en Xometla (53 por ciento) (Santley et al., 1995) y en Huapalcalco representa 30 por ciento (gaxiola y Nelson, 2005). Otra zona de mercado que cobra impulso durante este periodo es la de Zacualtipan en la sierra al norte, situada en una posición estratégica dentro de una amplia zona del nororiente de Mesoamérica, debida a “su doble exposición tanto a la vertiente oceánica como continental” (Fernández Christlieb et al., 2006:479).7 Su

distribución muestra un patrón oeste-este articulando justamente el altiplano, la sierra y la costa; abarca desde Toluquilla en la Sierra gorda (Herrera y Mejía, 2006) hasta El Tajín en el centro norte de la costa del golfo (Cruz, 2002). En el centro de México es una obsidiana abundante en Huapalcalco, y en Xochicalco es de segunda importancia (Hirth, op. cit.); su presencia se ha documentado mediante identificación visual en Tula Chico (Mastache et al., 2002:71-72). un rasgo distintivo del intercambio de obsidiana del Epiclásico en el centro de México es la penetración de dos nuevas zonas de mercado, externas a la zocm, las que progresivamente van adquiriendo una escala internacional en Mesoamérica. ucareo en Michoacán (Healan, 1997) y Zaragoza-Oyameles en el oriente de Puebla (Braswell, 2003) son los yacimientos que dan forma a estas zonas de mercado internacionales. Después de la desestabilización de Teotihuacan, la obsidiana de ucareo fluyó nuevamente hacia el centro de México y fue la fuente primaria de obsidiana en Tula, Xochicalco y Azcapotzalco en el centro de México; también continuó siendo comerciada en el occidente de Oaxaca, las tierras bajas mayas y el Soconusco (Healan, 1997). En el centro de México se sitúan los límites de su expansión nororiental y forman un eje nortesur que corre desde la Sierra gorda, pasa por Tula y llega hasta Xochicalco, incorporando el occidente de la cuenca de México. La zona de mercado de Zaragoza-Oyameles se sitúa hacia el oriente, fuera de la cuenca. Contaba con una impresionante comunidad de producción integrada por una diversidad de

6 La obsidiana de Tulancingo no ha sido todavía identificada en Cerro Portezuelo ni en Azcapotzalco; sin embargo, su ausencia no puede descartarse debido a que el análisis de caracterización química de instrumentos ha sido aplicado casi exclusivamente a la industria de navajas prismáticas. Desde que se iniciaron estos estudios en Mesoamérica (cf. Pires Ferreira, 1975), se introdujo un sesgo en el muestreo de los artefactos, ya que las muestras examinadas consistían casi sólo en navajas prismáticas, por lo que las otras industrias quedaron excluidas del análisis. Además, todavía se cuenta con pocos estudios sobre las industrias de obsidiana en el centro de México. 7 Braswell (2003: 139) considera que el sistema de yacimientos de Zacualtipán se sitúa en la región Huas-

teca; sin embargo, de acuerdo con la demarcación espacial para esta región, propuesta por Zaragoza (2007), esta zona serrana, aunque colindante con el sur, quedaría fuera ella. Durante el siglo xvi, en esta región funcionó una confederación de altepeme de carácter pluriétnico en donde el componente metzca (nahua con elementos otomíes) era el dominante, pero también había población otomí, pame, tepehua y huasteca (Fernández Christlieb et al., 2006: 506).

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