LA GUERRA DE RESTAURACION DE PORTUGAL EN ENCINASOLA

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN DE PORTUGAL EN ENCINASOLA Jose Domínguez Valonero Año 2009


José Domínguez Valonero

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA

INTRODUCCIÓN El presente trabajo es el resumen de uno más amplio, pues si éste se compone de unas 30 páginas el original tiene una extensión de 140. Además, en el trabajo original, en el libro que espero que algún día pueda ser publicado, se hacen constar las fuentes, los documentos originales de donde proceden cada una de las afirmaciones que el trabajo recoge. Todo lo que aquí figura, y lo que se dice en el trabajo completo, está perfectamente documentado, es decir, que nada es consecuencia de un deseo o de dejar correr la imaginación. Al final de cada párrafo aparece una nota indicando su procedencia Sin embargo, en este resumen, todos esos datos han sido suprimidos. No busco con ello gloria alguna ni que las fuentes permanezcan en esa nebulosa que envuelve todo lo relativo a la Historia de mi pueblo. Conocido es de todos que mi deseo es que se divulguen los datos que voy hallando, pero también considero que no es mucho pedir que quien entra en mis escritos, copia lo que encuentra y lo lanza a los cuatro vientos debe, como mínimo, hacer constar de donde lo ha copiado y quien es el que se ha esforzado en sacarlos a la luz, cosa que en alguna ocasión no se ha cumplido. Esta es la causa de que no divulgue el origen de cada hallazgo, pues esa es una manera de proteger mi trabajo. Si algún día llegara a publicarse en forma impresa entonces aparecerían todas las referencias para que quien lo desee pueda comprobar la veracidad de cada una de las afirmaciones que hago.

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ANTECEDENTES DE LA GUERRA El duque de Braganza era nieto de la infanta Doña Catalina, la cual disputó el trono de Portugal a Felipe II. Por tanto, era el portugués con más derecho a la corona de dicha nación. A las ocho horas el día 1 de diciembre de 1640 se desencadenó la rebelión de la nación hermana. Aquella mañana fue atacado el palacio de Lisboa, siendo sorprendida la guardia castellana y alemana que lo guarnecían. La virreina, doña Margarita de Saboya, duquesa viuda de Mantua, fue forzada a firmar la orden de entrega de la ciudadela de Lisboa, aunque mantuvo la esperanza de que el Gobernador de la fortaleza se opusiera a la entrega. No fue así, y Lisboa quedó en manos de los sublevados. Las demás fortalezas también se rindieron, en unos casos, por medio del engaño, en otros, por cobardía. Castilla trató de formar un ejército, pero para ello faltaban hombres, dinero y acierto. Los dos primeros, los hombres y el dinero, se habían agotado y en cuanto al tercero, el acierto, fue la indecisión y la falta de criterio lo que motivó que se tomaran decisiones inapropiadas para resolver la situación. Fue esta una guerra que en la mayor parte de los veintiocho años durante los que tuvo lugar fue considerada como de escasa trascendencia. Las guerras más importantes, aquellas en las que se concentró el esfuerzo militar y económico, fueron las que se libraron contra Francia, que abarcó desde el año 1939 al 1659, y contra Cataluña, entre 1640 y 1652. Cuando el conflicto había desbordado las posibilidades de Castilla fue cuando se le prestó la debida atención, y esto sucedió a partir de 1661. Hemos de considerar que el esfuerzo militar era desproporcionado para una Castilla agotada. Se combatía en Flandes, Francia, Italia, Vascongadas, Aragón y Cataluña. En estos frentes lucharon la flor y nata de las armas castellanas, en tanto que en la Guerra de Restauración, durante los primeros veinte años, la acción bélica corría a cargo de los pueblos fronterizos que, con mayor o menor acierto, resistieron los embates del enemigo.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA En la Guerra de Restauración sólo en cinco ocasiones se enfrentaron grandes ejércitos de las naciones contendientes, [1] lo que prevaleció fueron las entradas en territorio enemigo con el fin de destruir cosechas, robar ganado y producir el mayor daño posible. Esto daba lugar a que los pueblos fronterizos, los de la “raya”, padecieran incendios y destrucciones, principalmente en la época de la recolección de frutos, ya que era en esta fecha cuando los vecinos de uno y otro reino llevaban a cabo esas entradas, que a veces se traducían en feroces combates sin otro resultado que el derramamiento de sangre y la destrucción de las cosechas. Y eso va a ser lo que va a quedar reflejado en esta parte de la historia de Encinasola: breves y sangrientos enfrentamientos que condujeron a la muerte y a la miseria de unos pueblos que hasta poco antes no sólo se habían sentido como miembros de la misma familia, sino que realmente lo eran. A las guerras que Castilla mantenía en Milán, Flandes y Francia, en 1640 se sumaron dos sublevaciones que trataron de romper la unidad peninsular: la de Cataluña, en el verano de 1640, y la de Portugal, en diciembre de este mismo año. Pero no sólo Cataluña y Portugal trataron de independizarse, pues, entre los meses de agosto y septiembre del año de 1641, tratando de aprovecharse de la debilidad de la monarquía, que se veía sometida a un enorme esfuerzo para hacer frente a los muchos frentes abiertos, tuvo lugar un intento separatista en Andalucía. El IX duque de Medinasidonia, don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, que era quien ejercía el mando del Reino de Sevilla, se propuso declararse rey de Andalucía. La conjura fue descubierta y varios personajes fueron ejecutados. El duque, protegido del Conde duque de Olivares, logró salvar la vida. Pero no sólo se produjo este intento separatista, ya que, en 1648, también fue abortada una conjura en Aragón a cargo del Duque de Hijar.

1 Estas cinco batallas fueron las de Montijo (la única que fue favorable a estas armas), Elvas, Ameixal, Castelo Rodrigo y Montes Claros.

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SITUACIÓN ECONÓMICA Antes de pasar a describir lo que sucedió en Encinasola durante la Guerra de Restauración de Portugal creemos conveniente hacer una breve exposición de la situación económica del Reino, ya que sin un mínimo conocimiento de cómo estaban las arcas reales y de qué criterios se seguían para lograr fondos parecería que Encinasola estaba olvidada a su suerte. No es que esto no fuese una realidad, pero no era por capricho del monarca, sino por la imposibilidad de prestarle un mayor apoyo. Económicamente, poco podía esperarse de la Corona, pues las arcas reales estaban completamente vacías. No había recursos para hacer frente a las demandas que las guerras requerían. Para hacernos una idea de la situación, puede bastarnos saber que en 1644 se habían gastado los ingresos previstos para los años 1645, 1646, 1647 y 1648. No exageramos si afirmamos que el Estado estaba en quiebra, de hecho se produjeron dos bancarrotas: una, en 1647 y, otra, en 1653. La fuente más importante de ingresos de la Corona la constituían los metales preciosos que llegaban de América, pero en 1657 fue apresada la flota del tesoro, con lo que el monarca quedó privado de estos ingresos durante dos años. Esta fuente de ingresos se completaba con una larga serie de tributos, no obstante, el desmesurado coste de las guerras superaba con creces las cantidades que entraban en las arcas, por lo que los ministros se esforzaban en conseguir fondos por todos los medios posibles. Para formarnos una idea de los tributos que gravitaban sobre los pecheros, mencionaremos algunos de los que figuran en las actas municipales, pero antes resaltaremos que los artículos que soportaban un mayor gravamen eran la carne, el vino y el aceite. • Sisas, Alcabalas, Renta de Millones, Servicio Ordinario y Extraordinario, Renta de la cuatropea, esclavos y colmenas, Rentas Rentas del viento, Donativos, Donativos, La sal, El papel sellado, La media annata, Reclutar y equipar tropas, Impuesto de lanzas, El resello de moneda, Las Rentas de tabernas; del uno y del dos por ciento; del consuno del octavo del vino, del aceite y del vinagre; vinagre; de los treinta y un maravedíes

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA y medio en cada arroba de vino y la renta de los dieciocho maravedís en cada arroba del aceite de consumo. Para recaudar estos tributos existían serias dificultades para la Real Hacienda. Si pretendía efectuar la recaudación directamente a los contribuyentes, se encontraba con que para ello hacía falta un despliegue burocrático costosísimo y, además, se suponía que el desinterés con que los recaudadores efectuarían su labor haría que la cantidad recaudada sería inferior a la que se obtenía delegando el cobro a unos particulares. Esta delegación del cobro de los tributos a particulares consistía en que la Corona arrendaba los impuestos a personas que se comprometían a entregar una determinada cantidad, de la que ellos se resarcían presionando a los pecheros para que efectuasen los pagos. En ocasiones, al no poder pagar los pecheros las cantidades que se les habían fijado, se llegó a embargarles incluso los colchones en que dormían. Otra posibilidad para cobrar los tributos consistía en el encabezamiento, encabezamiento el cual consistía en que la Hacienda concertaba con los Cabildos de las ciudades y villas las cantidades que cada uno de ellos debía recaudar. Una vez que se había fijado las cantidades, los Concejos las repartían entre los vecinos [2] de acuerdo con las posibilidades de cada uno. Los Concejos, a su vez, delegaban el cobro de las rentas en depositarios y fieles, para lo que, entre los vecinos, se elegían personas de confianza y que fueran responsables. Esta última fórmula era la preferida por los contribuyentes, pues, como veremos a lo largo de este apartado, fueron muchas las ocasiones en las que el propio Cabildo se hizo cargo de los tributos, no dudando en emplear la bellota de su dehesa para hacer frente a la cantidad que el pueblo tenía que abonar y a la que no podía hacer frente. Otros recursos para tratar de engrosar el erario consistían en las ventas de: • Cargos públicos. públicos Esta venta solía ser a perpetuidad, por lo que cuando fallecía el comprador pasaba a manos de sus herederos. El propietario también podía delegar el ejercicio del cargo en otra persona o venderlo.

2 Un vecino era quien tenía casa en el pueblo y pagaba tributos.

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En el Cabildo de Encinasola sólo eran elegibles los cargos de Alcaldes y Mayordomo. Los Regidores y el Alguacil Mayor eran perpetuos, pues estos oficios habían sido comprados a la Corona. •

Hábitos de las Órdenes Militares.Militares. Los Caballeros de las Órdenes Militares estaban exentos de pagar tributos. Como sucedía con los cargos públicos, los Hábitos eran vendidos por la Corona y se transmitían de padres a hijos. Señoríos Señoríos.- Mediante la venta de un Señorío el monarca perdía la jurisdicción sobre un lugar de realengo. El precio del señorío dependía de la riqueza del lugar y del número de vasallos que pasaban a depender del señor. Estas ventas constituyeron un capitulo que proporcionó grandes ingresos. En estas páginas veremos como, en un momento determinado, aparece el señor de Almonaster, que no fue otro que don Pedro Márquez de Abellaneda, marocho de nacimiento. Familiar del Santo Oficio. Oficio.- Los familiares del Santo Oficio eran vecinos del pueblo que tenían el compromiso de informar sobre los posibles herejes. Disfrutaban de unos beneficios que hacían que quienes contaban con medios económicos para comprar estos cargos no dudaran en adquirirlos, por lo que este fue otro de los medios que empleó la Corona para incrementar sus ingresos. Algunos Familiares del Santo Oficio grababan en las puertas de sus casas el símbolo de los dominicos, por lo que es raro que no haya llegado hasta nosotros alguno de estos escudos. El Quinto Real. Real.- Que era un tributo que no recaía directamente sobre los súbditos, pues consistía en que la Corona recibía la quinta parte de los metales preciosos que llegaban de América. La nobleza y el clero estaban exentos del pago de los tributos antes relacionados. Sin embargo, la Iglesia contribuía con unos tributos especiales. Estos tributos, de carácter eclesiástico, eran: • Las tercias reales.reales Se extraían de lo que el clero percibía por el diezmo. • Las tres gracias.gracias Este era el nombre que recibían.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA La Cruzada, Cruzada que se empleaba en la lucha contra los infieles. El subsidio eclesiástico.eclesiástico Se trataba de un auxilio concedido por la Santa Sede al monarca. El excusado.excusado Consistía en pagar cierto número de galeras que patrullaban por el Mediterráneo y tenían que luchar contra los infieles. Por último, como a lo largo de este trabajo vamos a referirnos a varios tipos de moneda, daremos los valores de las mismas, de esta forma, el lector puede establece la relación que existía entre las mismas. • •

1 Ducado equivalía a 175 maravedís, maravedíes o maravedises, que todos esos eran sus plurales. 1 Real era igual a 34 maravedís

Sólo añadir que tanto el ducado como el maravedí eran monedas imaginarias. A lo largo de estas páginas encontraremos referencias a los Propios. Se trataba de unas tierras que los reyes entregaron en propiedad a los pueblos, que las utilizaban para atender a los gastos del municipio y si una vez cubierto estos gastos sobraba alguna cantidad, ésta se repartía entre los vecinos.

Año 1641 Desde el momento en que se declaró la Guerra los vecinos de Encinasola comenzaron a atrincherar la villa. La primera medida que se adoptó consistió en tapiar las calles, para lo cual se procedió al reparto de las mismas entre los vecinos, a fin de que se cerrasen con gruesas paredes. Las puertas de los corrales, las “puertas falsas”, también se tapiaron con piedra. Con esto se evitaba que alguien pudiera penetrar en la villa sin que sus vecinos tuvieran conocimiento de ello. También se dispuso que se excavasen trincheras. El control de las personas ocupaba un lugar preferente, por esto se ordenó que nadie recibiese a persona forastera, ya fuese

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eclesiástico o seglar, castellano o portugués, sin informar a las Justicias y al Concejo. Estas medidas fueron pregonadas para que llegasen a conocimiento de todos los vecinos. Encontramos una disposición que nos informa sobre el contorno de la villa, aunque con lo que en ella se dice es imposible saber con que puntos actuales coincidirían aquellos límites. Esta noticia nos llega como consecuencia del reparto que se hizo entre los Regidores para que dos de ellos estuviesen presentes durante el día en cada uno de los diferentes tramos de las trincheras. Los límites reales de la villa en el siglo XVII ha sido un tema que ha venido llamando mi atención desde hace tiempo. Desde luego que cualquiera que sea la hipótesis que formulemos sobre este asunto no va a permitirnos trasladar aquellos límites a la actual fisonomía que presenta el pueblo, toda vez que sólo hay dos puntos que pueden ser reconocidos: la Cinaga y el castillo. Las referencias de todos los demás lugares que se citan han desaparecido. Sin embargo, muchas veces he considerado que tal vez a mediados del siglo XVII los límites del pueblo pudieran haber coincidido con aquellas calles que hoy presentan en su lado interior, en el más próximo a la iglesia y al castillo, una ausencia casi total de puertas principales y unos muros de considerable altura. Los límites del núcleo urbano, según el reparto de responsabilidades entre los capitulares, venían marcados de la siguiente forma.

Desde el caño de la Cinaga hasta el portillo de Antón Moreno. Entre el portillo de Antón Moreno y el redato (¿querrá decir “regato”?) de Juan Díaz Carbajo, Desde este último lugar hasta la puerta del Castillo. Desde la puerta del castillo hasta el portillo de Bernardo.

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Desde el portillo de Bernardo hasta el caño de la Cinaga. Nos preguntamos si los puntos antes citados podrían corresponder a los siguientes Siglo XVII

En la actualidad

Caño de la Cinaga Portillo de Antón Moreno Redato de Juan Díaz Carbajo Puerta del castillo. Portillo de Bernardo

Cruce Calleja del Granado con Portugal Cruce Elías con Reducto Callejón Cofradías con Montes Claros Calle San Andrés Cruce Bartolomé Adame con Oliva

De ser así, los límites de Encinasola en el siglo XVII serían los comprendidos entre: El Cruce de la Calleja del Granado y la calle Portugal hasta el Cruce de las calles Elías y Reducto. Desde aquí hasta el cruce del Callejón de las Cofradías y la calle Montes Claros. Desde este último lugar, por la calle del pozo, hasta la Calle San Andrés. Desde la Calle San Andrés hasta el Cruce de las calles Bartolomé Adame y Oliva y desde aquí hasta el punto de origen. No contamos con ningún documento que nos confirme esta hipótesis, y aunque, en principio, no parece que no pueda considerarse muy descabellada, sí que nos resulta reducido para albergar las tropas que en aquellos años fueron alojadas en el pueblo. Para decir que no parece muy descabellada nos basamos en que 200 años más tarde el casco urbano de Encinasola estaba formado por las siguientes calles: Oliva, Arrabales, Corredera, Pozo, Corchuela, Campo, Cinaga, Sevilla, Calleja de María Jesús, Mora, Fuente, Calle que sube a la Plaza, Calleja de la Cárcel, Arrabacín, Trinidad y Montes Claros.

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En este caso, estos límites no ofrecen dudas, pues están confirmados por el censo de 1841. Al comparar los límites imaginarios con los confirmados observamos que las variaciones que se han producido, después de haber pasado dos siglos, son las siguientes: • Aparecen cinco nuevas calles: Arrabales, Corredera, Sevilla, Calleja de María Jesús, Fuente. • Esto supone la prolongación de las calles: Mora (Fuente), Oliva (Corredera) y Corchuela (Calleja María Jesús) • Deducimos que la “calle que sube a la Plaza” es la que conduce desde este lugar a la calle de Elías. • No aparece en el Censo la calle de San Andrés, tal vez porque su entidad era irrelevante. • Deducimos que la Calleja de la Cárcel es la Calle del Reducto. Una orden real dispuso que las villas tuvieran prevenida y armada a la gente cuyas edades estuvieran comprendidas entre los 18 y los 60 años para que, al primer aviso, pudieran partir hacia donde se ordenarse. Con la mayor urgencia tenía que remitirse relación de estos vecinos y de las armas y caballos con que contaban. Encinasola informó que contaba con unos 400 varones de las edades indicadas, pero que no contaba con ningún tipo de arma. A mediados de este año había en Encinasola más de 600 soldados cuyo mando asumió don Francisco Pérez Infante, que era la única persona con experiencia para adiestrarlos y disciplinarlos. Al producirse la sublevación de Portugal, la mayor parte de los habitantes del lugar de Barrancos y del castillo de Nodar permanecieron fieles a la corona de Castilla. Debido a esto, el conde de Prado, con 1.400 infantes y algunos de a caballo, sitió a Barrancos, lo tomó y lo quemó. En defensa de

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA Barrancos acudió el Capitán don Benito Infante, que logró liberar a más de cincuenta vecinos. Unos se quedaron a vivir en Encinasola y otros lo hicieron en otras poblaciones próximas. Para comprar algunos arcabuces, Encinasola únicamente contaba con 3.400 reales de vellón. Esta cantidad estaba destinada a pagar las sisas y las alcabalas por lo que el Cabildo acordó que se comprasen las armas pero con la condición de que los vecinos a quienes se entregasen tendrían que pagar su importe para, de esta forma, devolver la cantidad empleada en la compra. La ciudad de Sevilla prestó al pueblo 200 armas de fuego y 100 picas obligándose los vecinos a devolverlas a la armería de dicha ciudad cuando se les pidiesen. Meses más tarde volvería la ciudad de Sevilla a efectuar un nuevo préstamo de idénticas características. El Conde de Salvatierra, Maese de Campo General de Sevilla, tenía dispuesto que las villas que habían acudido a socorrer a Encinasola con sus milicias: Fregenal, Aracena y Alcalá del Río, tenían que proporcionar pólvora, municiones y comida a sus correspondientes milicias. Sin embargo, esta orden no la había tenido en cuenta el Sargento Mayor, por lo que algunos Capitanes pretendían asolar la villa haciendo vejaciones a los vecinos con el fin de que se diera de comer a todas las milicias. Muchos vecinos eran tan pobres que habían tenido que vender las mantas de la cama para poder cubrir estos gastos y otros habían optado por ausentarse del pueblo para verse libre de los mismos. Como consecuencia de estos sucesos el Cabildo acordó que se cumpliese la orden del Conde y que los vecinos de la villa diesen a los soldados únicamente alojamiento de mesa, mantel, aderezo de comida y leña. Se ordenó que no se les proporcionase la comida, ya que la misma tenía que ser facilitada por las villas de procedencia.

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El elevado número de personas que vivían en el pueblo contrastaba con la escasez de alimentos disponibles, ya que Encinasola no podía proporcionar el sustento a la totalidad de sus habitantes. Esto motivó que se pronunciase un pregón en la Plaza para hacer pública la anterior decisión, pero el Sargento Mayor, don Francisco de León y Carvajal, no sólo no permitió que se diesen más pregones, sino que mandó que el escribano fuese encarcelado en la torre del castillo. Para oponerse al enemigo Encinasola contaba con: • Una Compañía de Milicias, compuesta por 50 hombres, mandada por el Capitán don Francisco Pérez Boça. • Una Unidad compuesta por nueve escuadras de 30 soldados cada una. Su Capitán era don Francisco Pérez Infante. Para hacer más eficaz esta última fuerza se nombró un segundo Capitán, que fue don Benito Infante, hermano de don Francisco. Así, esta fuerza quedó organizada del siguiente modo: Cinco escuadras quedaron al mando del Capitán don Francisco Pérez Infante. Cuatro escuadras, que suponían un total eran 126 soldados, se pusieron a las órdenes de don Benito Infante. El pueblo se sentía amenazado y temía que el enemigo lo quemara y desmantelara, por lo que el Mayordomo se desplazó a Madrid para pedir al Rey municiones y que se pagasen a 300 soldados vecinos de la villa. También había preocupación por el estado en que se encontraba el castillo, pues estaba en muy malas condiciones y el pueblo no contaba con dinero para repararlo. Calculaban que para su reparación se necesitaban de más de 2.000 ducados. En los últimos días del mes de noviembre, entraron los portugueses en el término de Encinasola y cuando se llevaban gran cantidad de ganado de cerda acudieron los Capitanes con los vecinos y se los arrebataron.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA Año 1642 En los primeros años de esta guerra fueron atacados los pueblos próximos a Encinasola. Con la mayor brevedad, dejaremos constancia de algunas de las acciones bélicas que se desarrollaron en las inmediaciones de Encinasola, pues cada una de ellas contribuyó a incrementar la incertidumbre y la sensación de evidente abandono que padecía la villa. El día 8 de agosto de 1641 el conde de Prado saqueó y quemó la villa de Valencia de Mombuey. El día 27 de marzo de 1642 los portugueses asediaron la ciudad de Aroche. En su auxilio acudió el Capitán don Benito Infante, logrando introducir el único socorro que recibió la Plaza. Aunque el ataque a Aroche fue rechazado, los portugueses destruyeron la aldea de El Gallego, que, como es sabido, posteriormente fue el origen de El Rosal. Otro ejército portugués se dirigió a Oliva, pero la gente de dicha villa logró rechazarlo infligiéndole numerosas bajas.

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LA INVASIÓN DE ENCINASOLA En la primavera de 1642 Encinasola fue invadida por un ejército portugués mandado por el Conde de Prado. Como consecuencia de esta invasión fueron incendiadas más de treinta casas y saqueada gran parte de la villa. Los daños causados se valoraron en más de 30.000 ducados. El Concejo se quejó de que la invasión de Encinasola se había producido como consecuencia de que no la socorrieron las villas del Partido, especialmente la de Fregenal. La invasión de Encinasola se produjo de la siguiente forma: Cuando llegaron a Encinasola noticias de que el Conde de Prado estaba reuniendo un ejército para invadir el pueblo, don Francisco Infante avisó a Fregenal, y a las demás villas del Partido para que estuviesen prevenidas. Con el paso de los días las noticias que confirmaban la formación del ejército enemigo se hicieron más evidentes, lo que motivó que Encinasola solicitase que tanto Fregenal como las demás villas acudiesen en su apoyo. En respuesta a esta llamada Fregenal se limitó a enviar dos Regidores que expusieron que en tanto el peligro de invasión no fuera inminente no consideraban conveniente enviar las Compañías “por el mucho costo que se le causaba”. Se llegó al acuerdo de que su gente estaría preparada para acudir en apoyo de Encinasola en el plazo de dos horas. El día anterior a la invasión llegaron noticias de que el enemigo se acercaba y aquella misma mañana se pidió a Fregenal, y a los demás pueblos, que acudiesen en socorro de Encinasola, ya que esta villa sólo contaba para su defensa con la gente del propio pueblo y con 40 soldados de Cumbres de San Bartolomé. Dos veces más volvió Encinasola a pedir socorro, pero las compañías de Fregenal no partieron hacia Encinasola hasta las doce del día siguiente, y lo hicieron con tanta calma que

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA llegaron a las seis de la tarde, cuando el enemigo ya se había retirado y se encontraba en la Dehesa de la Contienda. El Conde de Prado atacó la villa con 7.000 hombres, 600 caballos, 2 piezas de artillería, instrumentos de fuego y otros pertrechos de guerra. A las 7 de la mañana el ejército portugués se situó en el Cerro de las Cortes y desde allí sitiaron el pueblo hasta la peña de los Morillos. Completado el cerco, comenzaron a batir el pueblo por todas partes. Dentro del pueblo, don Francisco Pérez Infante; don Benito Infante, su hermano, y don Juan Domínguez Infante, su padre, se pusieron al frente de las tropas y vecinos dirigiendo la defensa y luchando con gran valor durante más de siete horas. La desproporción de fuerzas hizo temer a los vecinos que el pueblo iba a caer en poder del enemigo. Con consternación vieron como los portugueses penetraban en la villa; robaban las casas, de las que se llevaron más de 20.000 ducados de ropa y ganado, y quemaron más de 40 edificios, de los que no dejaron ni las tejas. Las reseñas resaltan que el sacristán, desde la torre, mató a un portugués; que a unos vecinos les robaron las ovejas; que en una casa derramaron una tinaja con vinagre y que de otra se llevaron una mula que, tras hacerla correr por el pueblo, la mataron de un disparo. Fue tal el daño que causaron que, tras el ataque, familias de buena posición quedaron sumidas en la miseria. Los defensores de la villa ofrecieron una fuerte resistencia y causaron muchas bajas al enemigo, que se vio obligado a retirarse. Con su esfuerzo y valor evitaron, que el enemigo se apoderase del castillo y se acuartelara en el pueblo. El Capitán don Benito Infante se hizo cargo de la parte que siempre se juzgó más peligrosa, y con 100 soldados de su Compañía la defendió. Guarneció las trincheras, que ocuparon más de 400 hombres, y al tener noticias de que el enemigo

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había entrado en la villa por otra parte ordenó que sus soldados se fueran retirando. El Capitán Infante se quedó en la parte de las trincheras hacia la que venían avanzando algunas compañías enemigas. Al ser asaltada la trinchera mató con su espada, a estocadas, a un Capitán, a un Sargento y a un soldado. Aunque le arrojaron unas granadas de fuego no por eso desocupó el puesto hasta tanto no causó el daño antes citado. Después, se retiró por una bocacalle, donde halló algunos de sus soldados, y al saber que todos los soldados de la villa estaban recogidos en el castillo y que el enemigo se había apoderado de muchas partes del pueblo, se fue retirando, sin dejar de pelear, hasta el castillo, donde dejó algunos soldados heridos. Con nuevos hombres, salió por una parte de la villa, en tanto que su hermano, el Capitán don Francisco Pérez Infante, lo hacía por otra. Se adentraron por las calles del pueblo, elevando la moral de los soldados con sus evidentes muestras de valor. Con esto lograron repeler el ataque; evitaron que se quemara toda la villa, como había empezado suceder; y produjeron muchas bajas al enemigo, cuyos cuerpos quedaron abandonados en las calles. Esperábamos encontrar en los libros parroquiales algún dato relacionado con las bajas habidas en estos combates. No ha sido posible, pues no existen las páginas correspondientes a estas fechas, hemos de suponer que también se perdió esta documentación. No cabe duda de que esta invasión es la causa de que el pueblo carezca de datos escritos anteriores a 1642. Al arder las casas capitulares también desapareció, como consecuencia del incendio, el archivo municipal, con el grave daño que esto supone para investigar la historia de Encinasola. La reconstrucción de las casas del Cabildo fue tarea difícil, pues en varias ocasiones se intentó su reparación, pero la falta de medios económicos siempre lo dificultaba. Las reseñas que mencionan la destrucción del ayuntamiento afirman que fue

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA reconstruido en el siglo XVIII, sin embargo, ni siquiera en este pequeño detalle se ha sido preciso, pues está comprobado documentalmente que el Cabildo volvió a reunirse en dicho edificio, una vez que el mismo había sido reparado, en el año 1672. No podemos dejar de reflejar que el número de portugueses que según consta atacaron Encinasola es exagerado, pues ha de tenerse en cuenta que hasta 1644, que fue cuando se inició una verdadera campaña contra Portugal, Castilla no logró reunir un ejército de 7.000 hombres. Este fue el máximo número de hombres que con gran trabajo y esfuerzo logró reunir. Del mismo modo, la toma de Valverde de Badajoz (Valverde de Leganés) por Martín Maese de Melo, general portugués, se efectuó con un ejército de 4.000 hombres. En el ánimo de los vecinos de Encinasola había quedado una triste sensación de impotencia y de abandono. Se sentían incapaces de resistir otra embestida de esta magnitud y pedían que se enviase al pueblo “gente de presidio sustentada” para poder hacer frente a otro ataque. La situación provocaba que los vecinos se ausentaran de la villa buscando otros lugares más seguros, y para dar protección al ganado se ordenó que quienes lo tuvieren en las proximidades del Reino de Portugal lo acercasen al pueblo. ---------&&&&&&&&&--------Después de la invasión de la villa por los portugueses llegó a Encinasola don Juan Bautista Corbachino acompañado por el Sargento Mayor, don Francisco de León. Efectuó un reconocimiento de la villa, tanto por dentro como por fuera, su castillo y los puntos que la dominaban. Tras este reconocimiento, el Capitán Corbachino dispuso cómo debía de hacerse la defensa, dio normas para fortificar el pueblo y prometió que enviaría 1.500 ducados y al Ingeniero Mayor del ejército de Ayamonte para que fuese éste quien dirigiese las obras.

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Unos meses más tarde, el Ayuntamiento de Sevilla remitió a Encinasola 200 ducados para “ir comenzando las fortificaciones conforme a la orden que dejo el Ingeniero Mayor de Real ejército de Ayamonte”.

1643 En los primeros meses, una vez más, entró el enemigo en tierras de Encinasola, de noche, con grueso de Caballería e Infantería. En esta ocasión llegó a aproximarse hasta “junto a sus trincheras” y cuando se llevaba la mayor parte del ganado el Capitán don Benito Infante, conociendo lo mucho que importaban los ganados que se llevaba, así como que dejaba arruinados a muchos vecinos, salió por diferentes partes del itinerario por el que se retiraban los portugueses y con cincuenta infantes les atacó en su propio territorio, a media legua del castillo de Nodar. Recuperó todo el ganado, mató a algunos de los infantes que lo llevaban, trajo a uno preso, obligó a retirase a la Caballería portuguesa e hizo que por uno de los costados se arrojasen a un río (tiene que tratarse del Múrtiga) que iba crecido, en el que se ahogaron algunos portugueses. En el mes de enero tuvo lugar la caída del valido, el Conde duque de Olivares y el 19 de mayo se produjo un acontecimiento que influyó en la moral y en el prestigio de nuestros ejércitos, fue la derrota de los hasta entonces invencibles tercios de Flandes en la batalla de Rocroi. Esta derrota, a manos de los franceses, cambió la historia de nuestra Patria. No hemos de poner en duda que este desastre dejó su secuela en la moral de las fuerzas que tenían que combatir contra el rebelde portugués, al tiempo que privó a nuestras armas de jefes y tropas capaces de defenderla.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA En septiembre, el día 13, los portugueses se apoderaron de Valverde de Badajoz, desmantelándola y destruyéndola. Durante tres días se combatió con bravura, llegando los sitiados a fabricar balas derritiendo todos los metales que hallaron villa. Valverde era el punto que protegía al vecino Condado de Feria y la parte sur de Extremadura, por lo que su pérdida debilitaba la posición de Encinasola, lo que supuso una nueva preocupación para los marochos. Encinasola no cesaba en mejorar sus fortificaciones y manifestaba su resuelta decisión de que el pueblo sería defendido aún a costa de morir todos sus habitantes en el empeño. Su preocupación era la escasez de medios con que tendrían que afrontar un nuevo ataque, pues contaban con pólvora para sólo dos días. Esta falta de medios era la tónica general, pues también fue la causa de la caída de Alconchel, que cayó en poder de los portugueses después de tres días de asedio. Otra pérdida que afectó sobremanera a la moral de las poblaciones rayanas fue la de Villanueva del Fresno, pues su conservación Castilla era crucial para la defensa de Jerez, Fregenal, Zafra, Encinasola, Higuera y otras poblaciones. A la situación de miseria en que se encontraba el pueblo, había que unir el esfuerzo a que se hallaba sometido. Los vecinos se sentían cargados de servicios, pues hacían una guardia cada tres noches y, además, a partir del 20 de diciembre de 1643 se veían obligados a sustentar a veinte soldados de a caballo que aquel día llegaron a la Plaza. Estos soldados se alojaron en casas de los vecinos, que estaban obligados a de darles de comer, ya que esa era la orden de don Juan de Alvarado y Arce, Teniente del Maese de Campo General que asistía en la villa de Fregenal. Las quejas de los vecinos quedaron reflejadas en un memorial que enviaron al Rey. En él se expuso que los

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vecinos le servían puntualmente, no sólo sin paga ni socorro alguno, sino teniendo que soportar la presión que suponía sustentar tropas de otros lugares y hacer frente a la gran cantidad de tributos con que se veían gravados.

1644 A mediados de este año llegaron noticias de que se había nombrado un nuevo Gobernador de Armas para la villa de Encinasola. El Concejo consideró que el relevo de don Francisco Pérez Infante podía causar grave daño a la defensa de la población y acelerar la despoblación del pueblo. E nuevo Gobernador fue don Juan de Lisón y Tenca En junio, los portugueses volvieron a entrar en el término de Encinasola, hicieron seis prisioneros, se llevaron cinco cabalgaduras y causaron otros daños considerables. Ante esta circunstancia los Capitulares decidieron montar 8 postas a caballos, complementados por otras a pie, para de esta forma proteger a los campesinos que estaban labrando, y así evitar que fuesen cogidos desprevenidos. Puede decirse que hasta este año, 1644, no se llevó a cabo una verdadera campaña contra Portugal y, realmente, no se trató de una verdadera campaña, pues no se contó con más de 7.000 hombres, los cuales fueron reunidos con un gran esfuerzo, en tanto que los portugueses superaban los 12.000 hombres. En Octubre empezó a recibirse en Encinasola el dinero para pagar a 100 soldados de Infantería que se residían en el pueblo. En los últimos días de este año el enemigo se atrevió a llegar a las trincheras de la Plaza y con sólo tres caballos llegó a la fuente del Rey y se llevó las cabalgaduras a las que se les estaba dando agua. No sólo causaron este daño, sino que se

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA llevaron cerca de 60 caballos que estaban a lo largo del término, 105 puercos y 15 bueyes, y esto tuvo lugar al medio día, sin que hubiese quien se lo impidiera. Al no haber en esta Plaza persona que la defendiera con decisión, el enemigo amenazaba con no dejar en ella seña de ganado y con quemar y destruir todo, por lo que los vecinos, todos en general, habían mostrado tanto miedo que algunos se habían ido de sus casas y se habían llevado sus bienes. Se temía que la villa quedase despoblada si no se daba forma a la defensa.

1645 El Cabildo de Encinasola estaba formado por: Dos Alcaldes ordinarios, uno del estado noble y otro del estado llano. Un Mayordomo Un Alguacil Mayor Siete Regidores, equiparables a los actuales concejales. Un Alférez Mayor El Provincial o Alcalde de la Santa Hermandad, que se elegía anualmente y cuya función era conocer los delitos que se cometían en el campo. Un Fiel Ejecutor En la villa había división de oficios, es decir, que un Alcalde debía pertenecer al estado noble y otro al estado llano. Sin embargo, a primeros de 1645 se dio la circunstancia de que ningún hijodalgo residía en Encinasola, pues don Pedro Márquez de Abellaneda vivía en Sevilla, don Juan Xaraquemada, estaba ausente y don Juan Díaz Infante residía en Madrid, por lo que no era posible la elección de Alcalde por el estado noble.

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En la primavera llegó a Encinasola don Rafael de Médicis con la finalidad de fortificar la villa Fue en esta visita cuando dispuso que se construyeran los dos fuertes, el de San Juan y el de San Felipe, que debieron de ser llamados así desde un principio. Uno, por encontrarse en las inmediaciones de la ermita de este mismo nombre y, el otro, en honor del rey Felipe IV, que era quien regía la nación. Aunque se pusieron seis postas de a pie para que avisaran con fuegos y ahumadas de cualquier intento del enemigo contra la villa y contra los ganados, continuaron las entradas del enemigo y las capturas de ganados.

1646 Las trincheras estaban aportilladas y caídas, por lo que se consideraba conveniente su reparación. Para pagar a los albañiles eran necesarios contar con fondos y el Cabildo acordó que el importe de las reparaciones se repartiese entre las viudas, ya que ellas no tomaban parte en las guardias ni en otras cosas del servicio. El año 1646 supuso un período en el que disminuyeron los enfrentamientos o, al menos, eso es lo que deducimos por la falta de noticias que sobre ellos tenemos.

1647 A Encinasola se trae dinero de la ciudad de Sevilla, por orden de la Junta de Guerra, para la paga de cien infantes que residen en el pueblo y para las fortificaciones que se hacen por orden de dicha Junta. Los hombres de la villa, en edades comprendidas entre los 14 y los 60 años de edad, cubrían las guardias ordinarias de la guarnición, la torre del homenaje del castillo de San Miguel y,

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA además, todas las noches guarnecían otros sitios en la campaña alrededor de la población. Los vecinos se quejaban de que no eran apoyados en estas cargas por la gente forastera a la que se le pagaba. Los vecinos traían toda la arena necesaria y, además, proporcionaban 180 cargas de leña cada mes para la casa del Maese de Campo y para el Gobernador del castillo. También daban aceite a los Cuerpos de Guardia, proporcionaban media libra de aceite cada día al Gobernador de las Armas y al Sargento Mayor del Partido de Fregenal, don Francisco de León y Carbajo, le pagaban 280 reales anuales para el servicio y el alojamiento. Los Regidores decidieron dar cuenta a la Junta de Guerra de la ciudad de Sevilla de los excesos y gastos que los Gobernadores de las Armas de la villa habían causado, y continuaban causando. Al tener conocimiento de que se iba a formular dicha queja don Juan de Lisón y Tenca, Gobernador de la Plaza, se apoderó del escrito en el que se comunicaba la misma. Asi mismo, este Gobernador pidió al Concejo que se proporcionase cebada para los caballos que acarreaban agua para la estrella que se estaba construyendo en el torreón de San Juan El hacerse cargo de proporcionar el agua y la cebada para la construcción de la estrella del fuerte de San Juan supuso una nueva carga para los vecinos. Por esto, los capitulares decidieron dirigirse a la Junta de Guerra para que estos suministros fuesen por cuenta de fortificaciones Las casas del Cabildo estaban arruinadas como consecuencia de la invasión de los portugueses y el Cabildo trataba de encontrar recursos para repararlas, por esto, acordaron que se concertase con los albañiles de la villa, o de otras poblaciones, el aderezo y reparos de las casas, puertas, ventanas y doblados, así como que para atender al pago de las obras se pregonase la venta de la bellota de la dehesa del

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encinar para que fuese aprovechada por el ganado de cerda entre octubre de 1647 y finales de enero de 1648. Esta venta no supondría ningún perjuicio a los vecinos ya que estos no utilizaban la bellota pues, en aquellos momentos, no contaban con ganado para aprovecharla. Eligieron este procedimiento porque si los gastos de reparación tuvieran que repartirse entre los vecinos sería muy penoso, ya que eran pobres y estaban muy necesitados. Esta propuesta no sólo se hizo en esta ocasión, sino en muchas otras ocasiones. Con motivo de la guerra se habían caído las paredes de los cercados y cortinales próximos a la villa. En estos cercados era donde se hacía la principal siembra de la villa, ya que en ellos había menos riesgo de que entrasen los portugueses. Sin embargo, no podían evitar que entrasen en ellos los ganados, ya que estos estaban sin pastor. Para evitar estos daños en las cosechas, se acordó sancionar a los dueños del ganado que se encontrase suelto

1648 Los abusos del Gobernador no se limitaban a la falta de cortesía con los capitulares, sino que había llegado a menoscababa la justicia, de forma que debido a esto nadie respetaba los mandatos de las Autoridades, ya que el Gobernador había dicho públicamente que en el pueblo no había más justicia que la que él quisiese que hubiera. Para preservar integridad de la dehesa se procedía a recoger en el mesón al ganado que se sorprendía haciendo un indebido uso de la dehesa. El Gobernador menoscababa la autoridad ordenando que este ganado se entregase a sus dueños y permitiendo talas en el arbolado. Con esto, se estimaba que durante los tres años que llevaba gobernando en la villa la dehesa había sufrido un gran daño que se valoraba en más de 6.000 ducados. En lo económico, el Gobernador embargaba, los ingresos que el Concejo conseguía procedentes de las rentas y de la

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA venta de las bellotas. Además, quería obligar a los Regidores a hacer las guardias sin mirar que por sus oficios estaban exentos, pues tenían obligaciones mayores en qué preocuparse. En el mes de marzo el enemigo entró nuevamente en el término de la villa, causó daños y se llevó ganado menor y mayor. Un nuevo problema apareció por el horizonte, pues por estas fechas llegó al pueblo la noticia de que en los reinos de Murcia y Valencia se había iniciado una epidemia de peste. Ya bien entrado este años, se produjeron cambios con respecto a las autoridades militares. Don Juan de Lisón pasó a ser Maese de Campo, con residencia en Fregenal.

1649 A finales de 1649 falleció don Juan de Lisón y Tenca. Con este motivo, el Cabildo hizo una exposición de las actuaciones que el mismo había llevado a cabo en Encinasola. Don Juan de Lisón y Tenca había ejercido durante más de tres años y medio como Gobernador de estas fronteras de Portugal. Más de dos años había sido Gobernador de la villa de Encinasola y, el resto, había residido en Fregenal, teniendo como ayudante, con título de Gobernador, a don Miguel de Sotomayor, vecino de Fregenal, hombre mayor y enfermo. Durante el tiempo que había gobernado, el enemigo se había llevado de Encinasola más de 20.000 ducados de presas de ganado. Cuando entró a gobernar Encinasola tenía más de 16.000 cabezas de ganado mayor y menor y en la fecha de su muerte tenía 4.000, porque el enemigo había tomado demasiado brío, pues con ocho o diez caballos se había atrevido a entrar en los términos de Encinasola y de Cumbres sin que jamás se le hubiera quitado ya que ambos gobernadores nunca salieron a ello.

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Se quejaba Encinasola de que los gobernadores nunca se habían puesto en peligro ni habían salido de la villa así como que los mandos que habían nombrado en Encinasola eran poco inteligentes y no entendían en materia de guerra, con lo cual la villa y sus vecinos se habían ido consumiendo. Al haber fallecido don Juan de Lisón, en la villa de Fregenal, el Cabildo de Encinasola consideró conveniente dar cuenta a S.M. de la gestión que había realizado durante su mandato, con el fin de que fuera tenida en cuenta y, para ocupar su puesto, enviara a una persona de valor, de buena edad para el trabajo y dotada de inteligencia y conocimiento de la tierra, Según la opinión del Concejo y vecinos de Encinasola, la persona idónea para ejercer el cargo de Gobernador, por su valor y por el buen conocimiento que tenía del terreno, era el Capitán de Corazas don Benito Infante.

1650 Durante el verano se terminaron los fuertes, pero hemos de entender que nos referimos a que en aquel momento se encontraban en condiciones de reforzar la defensa del pueblo, toda vez no alcanzaron el estado en que ahora los vemos hasta varios años más tarde. El pueblo estaba interesado en que don Benito Infante fuese el nuevo Gobernador de Armas de Encinasola, y así lo manifestaron al rey, subrayando que don Benito era natural de la villa y que gozaba de un gran prestigio en la misma. Iba a venir en apoyo del Partido una Compañía de Caballos, por lo que el Sargento Mayor de la villa de Fregenal, don Francisco de León Carvajal, ordenó que se desplazasen a Fregenal dos capitulares para tratar sobre este asunto. A estos Regidores les encomendó el Cabildo que exigieran que la Compañía cumpliese las siguientes condiciones, sin que

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA pudiesen ceder en ninguna de ellas sin autorización del Concejo: • Que debería formar parte del Real Ejército de Extremadura. • Que la totalidad de los hombres que la compusiesen deberían alojarse en Encinasola, comprometiéndose la villa a facilitarle el alojamiento. • Que las demás villas tenían que hacerse cargo del sustento de la misma. Justificaban la exigencia de que la Compañía residiese en Encinasola en que al ser esta la villa que protegía a las demás, necesitaba contar con una mayor protección, ya que si la tropa se repartía entre los pueblos por escuadras, y era una Unidad de este tipo la que se enviaba a Encinasola, la oposición que se podría ofrecer al enemigo sería muy escasa. La propuesta fue aceptada, ya que a mediados de año el pueblo estaba guarnecido con 40 caballos de la Compañía del Capitán don Diego Quijada, pero no duró mucho esta tropa en el pueblo, ya seis meses más tarde no había ninguna fuerza de Caballería en Encinasola. Esto, junto con la escasa presencia de soldados, motivó que el enemigo diariamente hiciese entradas y robos de ganados. La penuria económica de Encinasola era manifiesta, pues había tenido muchos gastos debido al agua que se había acarreado para la construcción de los fuertes, por la cebada que se les suministró a las seis cabalgaduras que transportaron dicha agua y por el pago de las seis personas que andaban con ellas. Estos gastos, sumados los que ya se han mencionado, motivaba que el pueblo encontrase dificultades no sólo para pagar las rentas, sino para cubrir cualquier otra necesidad, tal como sucedía con el pago de las postas que vigilaban la frontera. Por esta razón son frecuentes las anotaciones en las que se hace constar que a quienes realizaban esta función se les debían varios meses de atraso. Situación que se vio empeorada a primeros de 1651, que fue cuando las villas del

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Partido de la Sargentía de Fregenal se negaron a seguir contribuyendo al pago de estos centinelas Encinasola insistió en que no era posible retirar los centinelas, pues sin ellas no sería posible salir del interior de la villa a realizar las labores agrícolas ni los ganados podrían permanecer en el campo, ya que, entonces, el enemigo estaría todos los días en la campaña y se llevaría a las personas y al ganado. Por esto, acordaron que se pusieran las postas que fuesen necesarias para la villa y, como las demás villas no querían contribuir al pago de las mismas, mandaron que se repartiera entre los vecinos la cantidad de 500 reales mensuales para pagar a las centinelas y que lo que faltase para completar el pago se sacase de la bellota de la dehesa y de las sobras de las alcabalas de la villa. A la vista de la imposibilidad de cuidar de sus ganados y de cultivar sus tierras, el Cabildo llegó a la conclusión de que el pueblo no podía sustentar una Compañía de Caballos del Real Ejército de Extremadura, pues aunque como consecuencia de las entradas de los portugueses los vecinos no podían realizar sus trabajos agrícolas, el gasto que suponía mantener a la Compañía era aún menos soportable que los robos que aquellos hacían. Pero la realidad se mostraba con tozudez y una cosa era lo que se pretendía y otra muy distinta la realidad, pues no tardó en hacerse evidente la imperiosa necesidad de que Encinasola tenía que contar con una Unidad de Caballería. Por esto, el Cabildo llegó a la conclusión de que lo más conveniente sería que se formase en el pueblo una Compañía de Caballos Coraza que estuviese formada por vecinos de la propia villa, pues esta solución sería menos gravosa que mantener la Compañía del Ejército de Extremadura. Para la formación de esta Compañía el Cabildo propuso que el Capitán que fuese a ejerce el mando de la misma debería aportar diez caballos, o el dinero necesario para

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA comprarlos, corriendo a cargo del pueblo la aportación de otros doce caballos.

1651 En los primeros días de este año el rebelde había entrado en los términos de Encinasola, Cumbres y la Higuera, de donde se había llevado más de 400 bueyes y otros ganados menores. El Cabildo trató de justificar la necesidad de que se autorizase la formación de una Compañía de Caballos Coraza en la villa. Su razonamiento se basaba en que con su formación no sólo se beneficiaría Encinasola, sino que los demás pueblos del Partido también saldrían favorecidos, ya que era Encinasola quien que se encontraba más próxima a la raya y la que, por tanto, protegía a las demás. La Real Hacienda había gastado mucho dinero en fortificar la villa y, en aquel momento, el pueblo estaba pagando 100 infantes procedentes de las villas del Partido. Sin embargo, todos estos gastos, y otros que se hacían, no proporcionaban la suficiente seguridad a la campaña, a la realización de las labores agrícolas ni a los ganados. Por este motivo se pidió al Capitán de Infantería don Luís Márquez de Abellaneda, vecino de la villa y de la ciudad de Sevilla, persona de mucho valor y buen conocedor del terreno, que aceptase ser el Capitán de dicha Compañía. Don Luís aceptó la propuesta y se comprometió a aportar los diez caballos montados que el Cabildo había dispuesto, la villa se comprometía a aportar quince caballos y los demás, hasta completar sesenta, deberían adquirirse con 50.000 reales que se encontraban depositados en Fregenal y que, siguiendo órdenes de la Junta de Guerra, habían sido aportados por las

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villas de la Jurisdicción de Sevilla. Sólo faltaba que el rey concediese la oportuna patente de Capitán de Corazas.3 Estos 50.000 reales se habían recaudado con el fin de reunir gente para apoderarse del castillo de Nodar, pero nada se había hecho y hacía más de cuatro años que la citada cantidad estaba en poder del Concejo de Fregenal. Se rumoreaba que los poderosos de la citada villa manejaban el dinero sin que las villas que lo dieron tuviesen beneficio alguno. Con dicho dinero se podrían comprar cuarenta caballos, con sus sillas y carabinas, los cuales serían montados por vecinos de Encinasola y de otros pueblos de la frontera. Los portugueses tenían una escuadra de caballos en Santo Alejo y otra en Cafara con las que hacían muchas entradas en las tierras de Encinasola y demás villas fronterizas con unas fuerzas que no superaban los diez caballos. Al no encontrar ningún tipo de oposición estas entradas suponían unas continuas pérdidas de ganados, así como que los vecinos tuvieran que abandonar las sementeras, que eran el único medio de vida con que contaban. La situación era desesperada y el Concejo insistió una vez más en que era absolutamente necesario constituir una Compañía de Caballos en las mismas condiciones que las de los Capitanes don Diego Quijada y don Benito Infante. El pueblo basaba toda su esperanza en que con esta Unidad se garantizaría el cultivo de las tierras, la recogida de las sementeras y la seguridad de sus ganados. Pero las quejas no se limitaban a esto, porque se hacía patente que incluso ni los 100 infantes que se consideraba que daban protección a la villa se encontraban residiendo en Encinasola, y esta situación se daba a pesar de que todos los meses la ciudad de Sevilla enviaba el dinero necesario para pagar sus servicios. El concejo dejaba constancia de que 3 En el siglo XVII, el número de efectivos que constituían una Compañía de Caballos estaba comprendido entre 45 y 60.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA normalmente no había en Encinasola más de 40 ó 50 soldados, mientras que el dinero de los demás “se está consumiendo sin saber por donde sí por donde no, y los habitantes de esta villa lo están padeciendo”. Por fin, a mediados de este año el Maestro de Campo, don Juan Montano y Bazquez, Gobernador de Armas de la Frontera, residente en Fregenal, ordenó que tratase sobre las condiciones que el Concejo de Encinasola exigía para proceder a la creación de la Compañía de Caballos.

1652 En el verano de 1652 entraron nuevamente los portugueses en el término de Encinasola y se llevaron gran cantidad de ganado, saquearon los molinos y se llevaron el trigo y la harina que había en ellos. Pero los datos más humillantes sobre las acciones de los portugueses en las tierras de Encinasola nos llegan en agosto de este mismo año. Es en estas fechas cuando el Consistorio se queja de que las continuas entradas del enemigo motiva que las mujeres no puedan salir a lavar la ropa, ya que, cada vez que salen de la villa a realizar esta labor “el enemigo está con ellas, se lleva toda su ropa y las dejan desnudas en cabello”. Las peticiones al rey solicitando la formación de la Compañía de Caballos se suceden a lo largo de este año. Se insiste en ello justificando la petición en que era la villa más próxima al reino de Portugal. Vemos que la dificultad que Encinasola encontraba para crear la Compañía de Caballos Coraza sólo era comparable a la insistencia y a la constancia con que el municipio trataba de conseguir que su deseo se transformase en realidad. El 13 de octubre de 1652 se produjo un hecho que pudo tener gran importancia para el curso de la guerra, nos referimos la conquista de Barcelona. Con esta victoria se ponía

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fin a la Guerra de Cataluña, lo que permitía concentrar los esfuerzos en la lucha contra Portugal. En cuanto a la Compañía de Caballos Coraza que proponía formar Encinasola vemos que el pueblo trataba de que cumpliese unas condiciones • Que dicha Compañía tenía que residir en la villa. • Que Encinasola se comprometía a aportar veinticinco caballos. • Que S. M. tenía que nombrar para Capitán de la Compañía, y despacharle la correspondiente patente, a don Luís Márquez de Abellaneda Zúñiga y Guzmán, hijo primogénito de don Pedro Márquez de Abellaneda Zúñiga y Guzmán, Caballero de la Orden de Santiago y Señor de las villas de Almonaster, Jabugo y Santa Ana. Esta última petición se justificaba por el hecho de que don Luís, además de haber sido Capitán de Infantería, poseía calidad y autoridad. • Que se comprasen los caballos que fuese posible con los 60.000 reales que las villas de la Jurisdicción de Sevilla habían depositado en Fregenal para ir a tomar el castillo de Nodar. Hacían hincapié en que dicho dinero estaba en poder de determinadas personas que se estaban beneficiando con él.[4] • Que la Compañía tenía que formar parte del Ejército de Extremadura. En cuanto a las misiones que debían asignársele se decía que: • La Compañía tenía que estar de guarnición en Encinasola y su comarca, y no salir de ella si no era en ocasión de campaña u otra ocasión forzosa, porque siempre tenía que apoyar a esta villa y comarca. 4 Vimos que anteriormente se hacía mención a 50.000 reales, ahora la cantidad es de 60.000 y más tarde veremos que esta cantidad se reduce a 37.000 reales. En todos los casos, nos hemos limitado a reflejar los datos que figuran en las actas.

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA Para cubrir las plazas de soldados, se proponía que: • Aquellos de la Jurisdicción que tuvieran que servir en Caballería pudieran optar por hacerlo en esta Compañía. En cuanto al pago de Oficiales y soldados: • Debería de ser la ciudad de Sevilla la que se hiciese cargo del mismo, pues así lo había hecho con otras Compañías que habían estado en la villa. Con respecto al nombramiento de los Oficiales: • El Cabildo consideraba que tenía que ser el Capitán de la Compañía quien los nombrase a su satisfacción, permitiéndosele que pudiera elegir a personas que no hubieran prestado los servicios que S. M. tenía impuesto, ya que, ante todo, convenía que fuesen hombres prácticos en el conocimiento de la tierra.

1653 Las estrecheces económicas no sólo se centraban en la presión fiscal y en las correrías de los portugueses por la tierras de Encinasola, sino que también las condiciones climatológicas no dudaron en aliarse con las anteriores, de forma que este año la cosecha de trigo fue tan escasa que los vecinos tuvieron que recurrir a pedir al Asistente de la ciudad de Sevilla que se dirigiese al Duque de San Germán, General del Ejército de Extremadura, para que de los lugares del Maestrazgo que eran de su Jurisdicción pudieran sacar trigo para su sustento los vecinos de Encinasola. A finales de año se agilizó lo relacionado con la formación de la Compañía de Caballos Corazas. En pocos días, representantes del Concejo realizaron varias reuniones con el Maestro de Campo, don Juan de Montano Blázquez, Gobernador de las Fronteras, residente en Fregenal, para tratar ciertos puntos sobre la formación de dicha Compañía.

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En la primera de estas reuniones, los capitulares llegaron a ofrecer sesenta caballos, montados y armados.

1654 Oliva de la Frontera, entonces apellidada “de Feria”, contaba al inicio de la rebelión de Portugal con unos 1.500 habitantes. Desde los inicios de la guerra alojó una Compañía de Infantería y, posteriormente, se le incorporó una Compañía de Caballos Coraza y para su defensa contaba con un castillo situado en el propio casco urbano. Sin embargo, estas condiciones no fueron suficientes para asegurar la integridad de la Plaza, pues un mal día el ejército portugués atacó la villa y, tras una dura batalla, se apoderó de ella y la arrasó totalmente. Oliva de Feria quedó completamente destruida y, posiblemente, completamente despoblada. El Cabildo de Encinasola no dudó en reflejar su preocupación por la pérdida de Oliva, ya que esto había supuesto un nuevo golpe para Encinasola, pues, al haberse apoderado los portugueses de este pueblo y de su castillo, que pasó a estar guarnecido con Infantería y gente de a caballo de Portugal, la amenaza había aumentado, de forma que ahora los vecinos de Encinasola no se atrevían a salir del interior de la villa. El Cabildo de Encinasola requirió al Gobernador de las Armas de la villa que no ejecutase la orden que había recibido del Maese de Campo según la cual debía despedir a la gente del socorro que había venido a la villa procedente de Cumbres, ya que si la citada orden se cumplía la defensa del pueblo quedaría a su exclusiva cuenta y riesgo, además, se hizo saber a dicho Gobernador que S.M. había ordenado que Encinasola tenía que contar con 30 infantes de la Sargentía. Había obligación de que el castillo y los dos fuertes estuvieran guarnecidos con 80 infantes de los vecinos de las

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA villas de Fregenal, Higuera, Bodonal y Cumbres y hacía muchos días que no había en ellos más de 44 soldados. La ocupación de Oliva por los portugueses, que habían establecido en ella una guarnición 400 soldados, suponía un nuevo riesgo para Encinasola, por esto, con el fin de poder hacer frente a una incursión procedente de esta villa, era muy importante que Encinasola contase con una guarnición de, al menos, 80 soldados y 400 caballos. Ante la imposibilidad de que el pueblo pudiera cubrir el importe de las pagas de estos soldados, que ascendían a 20 reales quincenales, don Juan Xaraquemada se desplazó a Fregenal para exponer la situación al Maese de Campo y Gobernador de las Fronteras, don Juan Montano Bazquez, requiriéndole que apremiase a las villas vecinas a que se hiciesen cargo de la citada cantidad. El concejo de Encinasola continuaba con su pretensión de que se montase en la villa la Compañía de Caballos Corazas. El pueblo tenía puestas todas sus esperanzas en que fuese esta Unidad la que le proporcionase la seguridad que necesitaba La Junta de Guerra de Sevilla pidió información sobre la situación defensiva de Encinasola. El Regimiento, o Concejo, de la villa recurrió a recabar el consejo del Capitán don Miguel Sotomayor Tinoco, Gobernador de las Armas de Encinasola, para que como soldado viejo diese su parecer sobre lo que había que pedir para la fortificación y defensa de la Plaza. El informe que facilitó el Gobernador de las Armas podemos resumirlo en los siguientes términos:

La Plaza necesitaba 200 infantes pagados y provistos de su pan de municiones, para que residieran en la villa. Que a los soldados de las tres Compañías constituidas con hombres del pueblo se les diese su pan de munición, toda vez que habían sido privados de las tierras en las que labraban. Esto era preciso para que permanecieran en la villa, evitando su despoblación.

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Deja constancia de que el fuerte de San Juan no estaba terminado y que, en tanto no se acabase, podía caer en manos del enemigo que, desde él, podría apoyarse para batir el castillo y tomar la villa. Para terminar las obras de este fuerte, los albañiles habían calculado que eran necesarios 15.000 reales. Las obras hasta entonces realizadas habían importado más de 6.000 ducados. Por su parte, para aderezar el castillo se precisaban 3.500 reales y para la artillería del mismo, 500 reales. Alrededor de la iglesia era necesario hacer otra fortificación. Esta obra era muy importante para asegurar la defensa y conservación del castillo. Su coste se cifraba en otros 2.000 reales. En la Plaza no había ningún género de bastimento, o sea, de provisiones, por lo que era necesario el suministro de 300 fanegas de trigo para el castillo, pescado, carne, municiones de todo género y balas de artillería.

Vimos que durante el año 1650 el Cabildo había solicitado que el Gobernador de Armas de la villa fuese don Benito Infante. Durante tres años no encontramos referencias a este cargo pero, como acabamos de ver, en 1655 aparece ejerciendo tal cargo el Capitán don Miguel Sotomayor Tinoco, lo que nos lleva a suponer que la petición no fue atendida. Algunos vecinos habían legado en sus testamentos ciertas cantidades para que con ellas se comprasen algunos caballos para la Compañía. Una vez que el Rey había concedido la formación de la Compañía de Caballos Coraza, el Cabildo dispuso que se cobrasen estas cantidades, cometido que se asignó a los propios capitulares, que fueron quienes procedieron a cobrarlas. La urgencia que se quería imprimir a la formación de la Compañía hacía que el Alcalde por el estado noble, don Juan Xaraquemada, y el Regidor Perpetuo don Juan de Burgos Pardo fuesen a Fregenal a otorgar escritura de obligación de

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA que la villa y el Capitán don Luís Marquez de Abellaneda montarían los 45 caballos a los que se habían comprometido. Por fin, en marzo, se ordenó que los 37.000 reales, poco más o menos, que estaban depositados en el castillo de Fregenal fuesen entregados a Encinasola, encargándose al Capitán don Juan de Burgos Pardo a que fuese a recogerlos. Pero al tratar de percibir este dinero Encinasola se sintió defraudada. Resulta que meses antes habían solicitado que le fuesen entregadas 100 fanegas de trigo para poder contar con una reserva de este cereal en caso de ser sitiada. Los capitulares se sorprendieron al comprobar con la celeridad con la que se le entregó el trigo, pero aún fue mayor la sorpresa cuando el Maestro de Campo, don Juan Montano Bazquez, le comunicó que aquellas fanegas de trigo habían sido adquiridas con el dinero que ahora pretendían recibir. Con esto, Encinasola veía como se desvanecía la posibilidad de poder adquirir los 25 caballos que tenía que aportar la Real Hacienda. La solución que aportaba el Maestro de Campo era que Encinasola vendiese las cien fanegas de trigo para así poder disponer del dinero necesario para comprar los caballos. --------&&&&&&&&&&-------Difícil iba a resultar constituir la tan deseada Compañía de Caballos. Varios meses después de haber sido autorizada su formación de los 25 caballos que había ofrecido el pueblo sólo se había logrado montar cinco de forma que don Luís Márquez de Abellaneda hizo un requerimiento al Cabildo para que procediera al cobro de las mandas con destino a la compra de los caballos, al timpo que recordaba que S. M. había dado a Encinasola un plazo de cuatro meses para levantar la Compañía de Caballos Coraza. Faltaba poco más de un mes para que dicho plazo concluyese y la villa no había podido cumplir lo acordado, mientras que él si había cumplido con su

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compromiso. Por esto, el Capitán requería al Cabildo, ya que en el caso de que se derivase algún perjuicio como consecuencia del incumplimiento debería recaer sobre el Cabildo. Además, pedía que se le entregasen 25 soldados, que era lo que contemplaba la propuesta que se hizo a S. M. No dudamos del interés que el Cabildo ponía en reunir los medios económicos para adquirir los caballos y el material necesario para completar la Compañía, no obstante, a finales de año no había logrado completar la Compañía. El propio Cabildo manifestaba que eran necesarios 600 ducados para adquirir los caballos, las sillas, los frenos, las espuelas, las carabinas y las botas que faltaban

1657 La verdadera guerra con Portugal comenzó en 1657, esto es, después de haber dejado pasar diecisiete años dedicados a pequeñas correrías en las zonas fronterizas, con el resultado ya expuesto. A pesar de que en Encinasola había trigo escaseaba el pan, ya que los que poseían el cereal se negaban a venderlo a 9 y 10 reales, que era el precio que regía. El problema era que “no se halla bocado de pan y los pobres y soldados perecen”. La escasez de pan no sólo se daba en Encinasola, pues la falta de este alimento y su elevado precio había provocado, en 1652; revueltas populares en Córdoba, Sevilla y otras villas y lugares. En octubre 1657 el enemigo tenía sitiada la plaza de Morón, lo que motivó que el Gobernador de las Armas de la Frontera, don Juan de Rosales, ordenase al Gobernador de Encinasola, don Clemente de Sandoval, que acudiese en socorro de la citada Plaza con 200 infantes de los vecinos la villa, con su Capitán, Alférez y Sargento. Tanto los infantes como sus mandos debían salir de Encinasola socorridos con un

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA cuarto de paga. A pesar de las dificultades por las que atravesaba la villa, que tenía que atender a su propia defensa, a finales de octubre se encontraban dispuestos para salir en socorro de la Plaza sitiada 108 infantes con su Capitán, Alférez y Sargento.

1658 El Cabildo se dirigió al Asistente de la ciudad de Sevilla exponiéndole la necesidad que tenía la villa de municiones, pertrechos de guerra e infantería para defenderse de las entradas que hacía el enemigo en el término. A mediados de año se recibió una orden de don Juan de Rosales, Gobernador de las Armas de la Frontera, y un auto del Capitán don Juan Cortes Liñán, Gobernador de la Caballería de la Frontera, por los que se requería al Concejo que terminase de aprestar el número de soldados que faltaban a la Compañía de Caballos. Como consecuencia de esto, se eligieron 25 soldados.

1659 En el mes de junio se desplazaron unos comisionados a Madrid con el fin de exponer al Rey que habían sido retirados los 100 infantes pagados, dependientes de la Sargentía de Fregenal, que guarnecían el castillo, las puertas de la villa y los dos fuertes que se habían construidos. Hasta entonces, guarnecer la circunvalación de la plaza había sido responsabilidad de los vecinos. Tras la marcha de los infantes se pretendía que los vecinos guarneciesen los fuertes; el castillo y las puertas de la villa, tanto de día como de noche, así como continuar guarneciendo la circunvalación de la plaza. Los vecinos no podían soportar esta carga de servicios, toda vez que si se dedicaban exclusivamente a la defensa de la villa

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no podrían salir a realizar sus labores agrícolas, que era el único medio con que contaban para sustentar sus casas y familias. También deseaban que los comisionados a Madrid expusiesen que: • Francisco Degaton, de nacionalidad extranjera, pretendía que una Compañía compuesta por vecinos de la villa guarneciera uno de los fuertes de los que él era Gobernador. • Que se pidiese que ya que se había de formar la Compañía antes citada, que fuese Capitán de ella cualquier persona distinta al citado don Francisco, por ser éste extranjero. • Solicitar que volviesen los 100 infantes pagados, dependientes de la Sargentía de Fregenal, para que, como hasta entonces, continuaran guarneciendo los fuertes, el castillo y las puertas. El 7 de noviembre de 1659 Castilla firmó con Francia la Paz de los Pirineos. Tras la firma de este tratado, Portugal fue abandonada por Francia, y Castilla se vio libre de las guerras que la consumían. Con este cambio de situación era de esperar que Portugal fuera fácilmente sometido. Sin embargo, no entraba en los cálculos de Luis XIV dejar que Portugal pasase nuevamente a formar parte de Castilla. Por esto, los lusitanos recibieron oficiales experimentados en la guerra, entre los que destacó el mariscal Schomberg.

1661 En el mes de abril llegó a Zafra don Juan de Austria, el hijo bastardo de Felipe IV y de la actriz María Inés Calderón, con el propósito de conquistar el reino de Portugal. Encinasola no quiso perder la oportunidad que se le ofrecía para exponer lo que necesitaba la villa para atender a su defensa y designó a dos capitulares, don Pedro López Carvajo, Alcalde ordinario, y

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA don Andrés Gómez de Abreu, Alguacil Mayor, para que se desplazasen a Zafra con dicho propósito. Completar el número de hombres de la Compañía de Caballos suponía un grave problema para el Cabildo. A esta conclusión hemos de llegar si tenemos en cuenta que, en el mes de abril de este año, el Teniente don Bartolomé Pérez Moreno presentó una orden de don Juan de Rosales, Gobernador de las Fronteras, en la que se volvía a insistir en que era necesario ajustar el numero de soldados que faltaban en la Compañía de Caballos del Capitán don Luís Márquez de Abellaneda. La insistencia del Cabildo recabando refuerzos para la Plaza debió de motivar que en el otoño fuesen acuarteladas en Encinasola tres Compañías de Infantería alemanas, con un total de 130 hombres, y una Compañía de Caballos Coraza, compuesta por 60 soldados, al mando del Capitán don Antonio Piñatelo. Lo que no podían sospechar los munícipes era que el riesgo de ser invadido podía llegar a ser más liviano que el contar con fuerzas suficientes para impedir una invasión. Y hacemos esta afirmación porque el esfuerzo económico que iba a suponer mantener a la tropa alojada se iba a constituir en un insoportable peso para la villa. Pero esta incapacidad de correr con los gastos de alojamiento de la tropa no era exclusiva de Encinasola, pues todos los pueblos de la sierra trataron de evitar que en su interior se alojasen Compañías, para, de esta forma, eludir los gastos que originaban, y no debemos olvidar que fue precisamente el alojamiento de las tropas lo que había desencadenado la guerra de Cataluña. Los vecinos no tenían dinero ni cebada con que hacer frente a los gastos que se avecinaban, pues la orden mediante la cual se enviaban las Compañías a Encinasola contemplaba que tenían que ser socorridas por el pueblo, tanto de dinero como de pan y cebada.

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La falta de posibilidades del vecindario dio lugar a revueltas por parte de los soldados. Estos altercados llegaron a producir una muerte, lo que obligó a los capitulares a ordenar a Andrés Gómez de Abreu y a Blas Díaz, arrendadores de las rentas del pan de la villa, que entregasen el trigo y la cebada que correspondía a dicha renta para los caballos de la Compañía. Pero los gastos que generaba el alojamiento de los soldados sobrepasaban las posibilidades de los vecinos, por lo que algunos optaron por abandonar sus casas y se marcharon a vivir a otras villas y lugares. Esto causaba un gran daño al pueblo por lo que el Concejo mandó que se pregonase en la Plaza y lugares públicos que ningún vecino podía dejar su casa. Quien abandonase el pueblo se enfrentaría a que le fuese quemada la casa y a que los demás bienes que tuviere le fuesen confiscados para socorrer con ellos a los soldados.

1662 Ordenado por el rey, había llegado a Encinasola una Compañía de Caballos Coraza bajo el mando del Capitán don Antonio Piñatelo. La Compañía permaneció en la villa un total de 42 días y la orden real contemplaba que el pago de los sueldos de todos los componentes de la referida Unidad tenían que ser satisfechos por la villa, para lo cual se emplearían “los maravedises de las rentas reales corrientes y por correr”. A finales del mes de enero, la Compañía tenía que incorporarse al Real Ejército de Extremadura, por lo que don Juan de Rosales, General de Artillería y Gobernador de las Fronteras, dispuso que se les pagase todo lo que se les debía. Como era habitual, no había dinero para efectuar el citado pago, por lo que el Concejo decidió que se tomase prestado de quien lo tuviera y que se le devolviese cuando se cobrasen las sisas y alcabalas. En el mes de febrero aún continuaban alojadas en Encinasola las tres Compañías de Infantería alemanas. El

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA número de caballos alojados había disminuido sustancialmente, pues sólo quedaban 21, con cinco Oficiales. El importe del alojamiento de esta tropa ascendía a 235,5 reales. Don Juan de Austria dictó una orden para que estas Compañías y los 21 caballos salieran de Encinasola a finales de de marzo, pero antes había que abonarles los sueldos. El deseo de liberar al vecindario de las cargas que pesaban sobre él, motivadas por la presencia de estas Compañías, hizo que entre los propios capitulares se repartiera la cantidad de 1.550 reales, que era el importe de lo que tenía que abonarse para saldar los sueldos. Mantener al completo la plantilla de la Compañía de Caballos montada por el pueblo suponía un gran esfuerzo. A esta conclusión hemos de llegar si observamos que de forma recurrente se le tiene que estar recordando al Cabildo este requisito.

1663 Una vez más, en marzo, el Cabildo nombró 20 soldados que faltaban para completar la Compañía y a continuación partieron hacia Zafra, donde tenían que recoger unos caballos.

1664 El alojamiento de tropas causaba grandes agravios a los pueblos, por esto, el Conde de Molina, don Pedro Mesía de Tovar y Paz, se dirigió al Cabildo comunicando que el rey había mostrado interés en aliviar en la mayor medida a sus vasallos y para ello había ordenado que la gente de guerra se acuartelase en “los lugares grandes donde se pueda mantener la gente unida”. Además, añadía que “ha parecido es muy de la obligación de todas las ciudades, villas y lugares de este reinado el ayudar al cumplimiento de carga tan precisa y en

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virtud de cédula de su Mgd. se ha hecho el repartimiento que contiene el despacho incluso”. Los lugares elegidos para alojar a la Caballería fueron Carmona, Écija y la villa de Utrera, a las que se habían destinado 1.100 plazas. En Écija 400 plazas, en Carmona o tras 400 plazas y en Utrera 300. Se advertía que las ciudades y villas sólo contribuirían con cubierto y cama. Para evitar cualquier exceso por parte de la tropa, se recogerían las armas y las sillas, que se guardarían en las casas de los ayuntamientos, bajo llave. Estableciendo medidas estrictas de control. A cada soldado de a caballo se le entregarían 4 reales diarios, una ración de pan de munición de libra y media y celemín y medio de cebada. Las partes en las que la tropa se alojara satisfarían los gastos con cargo a la Hacienda Real y aquellos lugares en los que no se alojase tropa deberían contribuir a este gasto. Como en esta ocasión Encinasola no tenía que alojar tropa, sí que le correspondería pagar determinada cantidad, la cual ascendía a 202.590 maravedís, que debían de pagarse en dos plazos, el primero a fin de noviembre y el segundo a final de diciembre. La cantidad tenía que ser repartida entre los vecinos, según su hacienda. Al llegar la orden anterior, por la que el pueblo tenía que contribuir con 202.590 maravedís para el sustento de la Caballería que iba a alojarse en la ciudad de Carmona, el Cabildo solicitó que se le liberara de esta obligación. En su exposición señalaba la falta de recursos económicos y justificaba esta falta de medios por la imposibilidad de cultivar los campos, no sólo debido a la presión del enemigo, sino también por falta de gente para hacerlo. Alegaba el Cabildo que el rey había tenido de guarnición en la villa 100 infantes con los que se guarnecían el castillo; dos fuertes, que estaban extramuros, y las puertas de la villa. El nuevo dato que aportan es que desde la campaña de Gelves,

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA que tuvo lugar en el otoño de 1658, faltaba la guarnición del castillo y los fuertes, es decir, faltaban los 100 infantes, por cuyo motivo los vecinos tenían que guarnecer de día y de noche los fuertes, el castillo, las puertas y la circunvalación de la villa. Además, tenían a su cargo 70 soldados de a caballo, todos ellos de la propia villa. Todo esto hacía que no quedara ningún hombre libre, pues todos estaban repartidos en tres Compañías. Recibido este apremio para contribuir a la formación del Tercio, el Concejo procedió a otorgar carta de poder a don Juan García Boça, presbítero, vecino de Encinasola, para que se personara ante el Conde de Molina, Asistente y Maestro de Campo de la ciudad de Sevilla, y le expusiera que por ser la villa frontera de Portugal, y encontrarse muy cargada económicamente con motivo de la guerra, se informe a S.M. de esta grave situación y se le pida que exima al pueblo del repartimiento. Pero las penurias y miserias iban en aumento, por esto, el Concejo solicitó que se rebajase en 25 del número soldados que componían la Compañía de Caballos de la villa. Exponían que Encinasola estaba obligada a mantener una Compañía de 45 hombres. Dice el Cabildo que éste fue el número que se estableció cuando se formó la Compañía, si bien con posterioridad se incrementó su número a 70. Con este argumento, los capitulares consideraban que los 25 soldados en que se aumentó eran por cuenta de S: M. Sin embargo, los Gobernadores de Armas de la Frontera insistían en su apremio al Concejo para que mantuviera al completo los 70 soldados. La villa estaba sumida en la mayor de las miserias, por lo que tres años después de que hubiesen abandonado el pueblo las tropas que habían estado alojada en él aún no se había completado el pago de los gastos que originaron.

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1665 El Mayordomo propuso que el Cabildo hiciese una información en la que se reflejasen todos los gastos que la guerra había producido en el pueblo y que se solicitase que los 70 soldados que tenía la Compañía de Caballos Coraza de la villa se redujesen a 45. Llama la atención constatar que aún se debía el trigo y la cebada que comieron los 21 caballos que estuvieron alojados en la villa en 1661.

1668 Hemos de considerar que el último esfuerzo económico relacionado con la guerra debió ser el que se realizó en septiembre 1668 y que fue el que tuvo que realizarse con motivo de la disolución de la Caballería de Sevilla. Para esta disolución se dispuso que los caballos fueran repartidos entre las villas y lugares. Para hacerse cargo de los caballos que correspondieran a Encinasola el Cabildo otorgó poderes a Lucas Rodríguez Burgos, el cual debería desplazase a Fregenal y exponer a don Luís Márquez de Avellaneda Infante, Caballero de la Orden de Calatrava, Teniente de la Caballería y Gobernador de las Armas de la Frontera, las necesidades de la villa y sus vecinos y le pidiera que el número de caballos que se le asignasen fuera el menor posible. La gestión anterior condujo a que se asignaran a Encinasola seis caballos, por los que tuvieron que pagar a razón de 100 ducados por cada uno. Los caballos fueron sacados a pregón y nadie los quiso, por esto, el Concejo acordó nombrar dos personas para que los valoraran. Los designados fueron el veterinario, don Francisco Fernández Morales, y don Juan Boça. Los precios que fijaron para los caballos fueron estos: • Caballo blanco 330 reales • Caballo de Benito Gil 330 reales • Caballo muy flaco 250 reales

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA • • •

El potro de 3 años y el de 4 años El que tenía Morales El que tenía Lucas Rodríguez

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600 reales 600 reales. 550 reales.


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JEFES DEL EJÉRCITO DE BADAJOZ AÑO

NOMBRE Conde de Monterrey

1643

Conde de Santisteban Marqués de Torrecusa

1645

Marqués de Leganés

1646-1647

Barón de Molinghen

1648 1649

1657

Marqués de Leganés Duque de San Germán Don Francisco de Tuttavilla Duque de San Germán

ACCIONES Correrías desde Mérida y Badajoz a las comarcas de Elvas y Olivenza Pérdida de Valverde Batalla de Montijo (JUN 1644) Atacó Olivenza (OCT 1645) y tomó Telena Detuvo dos invasiones: contra Badajoz y contra Olivenza Sitio de Olivenza

GOBERNADORES DE ARMAS DE ENCINASOLA AÑO 16411645 1645 1648 1655 1657 1657

NOMBRE Don Francisco Infante Don Juan de Lisón y Tenca Don Miguel de Sotomayor Tinoco Don Felipe de la Maza Don Luís Márquez de Avellaneda Don Clemente de Sandoval

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LA GUERRA DE RESTAURACIÓN EN ENCINASOLA GOBERNADORES DE LA FRONTERA (Residían en Fregenal) AÑO 1648 1651 1657 1663 1667

NOMBRE Don Juan de Lisón y Tenca Don Juan Montano Bazquez Don Juan de Rosales Don Pedro de Diezma Don Luís Márquez Avellaneda

de

BIBLIOGRAFÍA Archivo Municipal de Encinasola ESPAÑA IMPERIAL 1469-1716, J.H. Elliot. Ed. Ejército, Madrid 1981. GUERRA Y REVOLUCIÓN MILITAR EN LA IBERIA DEL SIGLO XVII, Lorraine White HISTORIA DE ESPAÑA, Vol 7, Revista Historia, 1981. MEMORIAL HISTÓRICO ESPAÑOL, Real Academia de la Historia. POLÍTICA FISCAL EN CASTILLA DURANTE EL REINADO DE CARLOS II, Juan A. Sánchez Belén, Siglo XXI de España Editores, S.A., 1996. POLÍTICA FISCAL Y CAMBIO SOCIAL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII, Antonio Domínguez Ortiz. UN ECO DE CLARINES. La Caballería Española, Julio Albi de la Cuesta, Leopoldo Stampa Pineiro y Juan Silvela Milans del Bosch

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