5- Sol de media noche

Page 42

~ 42 ~ - Tienes razón, ya sé eso. - Por el contrario, sus palabras sólo me hicieron sentir más ansioso de quedarme. Ella ya no estaría aquí en un año o dos... Carlisle paró de correr y yo me detuve con él; se volteó para examinar mi expresión. Pero no irás a escapar, ¿verdad? Moví mi cabeza de un lado a otro. ¿Es orgullo, Edward? No hay nada vergonzoso en--- No, no es orgullo lo que me mantiene aquí. No ahora. ¿No tienes a dónde ir? Solté una carcajada corta. - No. Eso no me detendría, si yo quisiera irme. - Nosotros iremos contigo, por supuesto, si eso es lo que necesitas. Sólo tienes que pedirlo. Tú has seguido adelante sin quejarte de nosotros. Nadie se enojará contigo. Levanté una ceja. Él se rió. - Sí, puede que Rosalie se enoje, pero ella te lo debe. De todas formas, es mucho mejor para todos que nos vayamos ahora, sin hacer daño alguno, que irnos después, luego de que una vida haya llegado a su fin. - Todo el humor se desvaneció. Me estremecí a sus palabras. - Sí. - Asentí. Mi voz sonó ronca. ¿Pero no te irás? Suspiré. - Debería.- ¿Qué te detiene aquí, Edward? No logro ver... - No sé si pueda explicarlo. - Incluso para mí mismo, no tenía ningún sentido. Él midió mi expresión por un largo momento. No, no logro verlo. Pero respetaré tu privacidad, si así lo prefieres. - Gracias. Es muy generoso de tu parte, teniendo en cuenta que yo no le doy privacidad a nadie. - Con una excepción. Y estaba haciendo todo lo posible para privarla de eso, ¿verdad? Todos tenemos nuestros caprichos. Se rió de nuevo. ¿Nos vamos? Justo en ese momento el había captado la esencia de una pequeña manada de ciervos. Era difícil mostrar mucho entusiasmo, incluso bajo las mejores circunstancias, por un aroma que apenas abría el apetito. En estos momentos, con la memoria de la sangre de esa chica, fresca en mi mente, el olor revolvió mi estómago. Suspiré. - Vamos – Asentí, incluso sabiendo que forzando más sangre bajar por mi garganta iba a ayudar muy poco. Ambos cambiamos a una posición de ataque y dejamos que la poca apetente esencia nos guiara silenciosamente hacia adelante. Estaba más helado cuando regresamos a casa. La nieve derretida se había vuelto a congelar; era como si una delgada capa de vidrio lo cubriera todo--cada rama de los pinos, cada hoja de helecho, cada lámina de hierba estaba cubierta de hielo. Cuando Carlisle fue a vestirse para su próximo turno en el hospital, me quedé junto al río, esperando a que saliera el sol. Me sentí casi hinchado por la cantidad de sangre que había consumido, pero sabía que la actual carencia de sed significaría muy poco cuando me sentara al lado de la chica otra vez.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.