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CFGS TARDA
FREE TIME, de Mercè Formentí
In my free time, I like going for walks in the forest. I think that it is the best way to exercise and, at the same time, find a moment to relax your mind.
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I started going hiking ten years ago, when I was young, with a group of friends. Every weekend, we look for different routes to discover new places.
I love being in touch with nature, it makes me feel well. I think that to do sport and to switch off from our daily lives is healthy. So, doing sport will make us feel better.
Cfgs Vespre
DECIDIÓ QUE AQUEL ERA EL DIA, de Domingo Roca Guix
Decidió que aquel era el día que encendería el Montecristo número 4, que había guardado durante tanto tiempo.No era fumador ocasional, ni siquiera social, pero la idea de saborear ese momento, en soledad, fumándose un puro y bebiendo un buen whisky irlandés, le seducía por encima de todo.
El manto de la noche cristalina envolvía el paraje, que solamente era perturbado por una juguetona brisa nocturna, que contrastaba con la humedad del ambiente. Inclinó su cuerpo hacia adelante para coger con su mano izquierda la copa de whisky.
Bebió un trago largo, para luego, volver a dejar reposar el vaso en la pequeña mesa de cristal. Dio una profunda bocanada al montecristo, y lentamente dejó que el humo, de forma anárquica y sin mucha prisa tomara la dirección que considerara adecuada.
Había sido un trayecto muy largo. En muchas fases del mismo nadie había apostado por él, solo el mismo.
La posición de la casa permitía ver de forma privilegiada la infinidad de luces que las otras viviendas emitían en la oscuridad de la noche. El aire húmedo estaba empeñado en mantener una danza asimétrica con el humo denso que salía, pausado, de la comisura de los labios. A sus más de cuarenta años, era muy consciente, que la vida, pocas veces alineaba los astros de esa forma perfecta, que permitía sentir en su interior la sensación de plenitud y recompensa, como estaba disfrutando en esos efímeros momentos. Observo el espacio que le envolvía. La tenue iluminación indirecta, perfilaba el entorno de la estancia. El comedor conectaba en su orientación sur y desembocaba en una generosa terraza. Las grandes ventanas correderas estaban ancladas al suelo y se deslizaban por un marco que estaba en cabido en el suelo. El pavimento del comedor y de la terraza era idéntico y daba la sensación de formar parte del mismo plano en cuanto a color y textura, consiguiendo, visualmente, ampliar la sensación de amplitud en la zona de día, comprendida entre la diáfana cocina americana, la terraza y el comedor.
Se desplazó a lo largo de la sala, para ir a buscar la botella semi empezada de bourbon con la intención de regar generosamente su copa. Aprovechando el paseo, decidió cambiar la música que le acompañaba en el hilo musical. Decidió pasar a escuchar a Eric Clapton y John Mayall, Blues Breakers. Subió el volumen de forma sostenida con la tranquilidad de conocer de primera mano que el aislante acústico que envolvía la casa era suficientemente eficaz para sumergirse en los acordes de las guitarras sin miedo a molestar al vecindario.
Conocía y entendía los espacios de su nuevo hogar como nadie. Cada rincón, cada elemento, cada lugar, columna, cada instalación e interruptor.Nada de lo colocado y construido en esa casa era extraño o ajeno para él.
Hacía menos de un mes que había recibido el certificado de final de obra, y con ello toda la cascada documental que desembocaba en la escrituración de la vivienda y el registro de obra nueva en el catastro y notaría.
Todo había sido un proceso inmensamente largo. Desde su propia formación, que le otorgó los conocimientos específicos para saber edificar, al largo periplo como comercial, que le adentró en la propia estadística del Big Data y le ayudó a comprender qué era lo mejor y más equilibrado para la gran mayoría de los clientes, las diferentes aristas que componían algo tan complejo como la adquisición de una vivienda, en aspectos tan diversas como dimensiones de estancias, calidades interiores, espacios exteriores, domótica, instalaciones aislamientos externos, orientaciones solares, vientos dominantes y un largo etcétera, que acabarían cristalizando en el que, a su modo de ver, era el mejor inmueble que jamás había visto.
Ya no por tener grandes espacios o grandes alturas de techos. Todo lo contrario…había generado un equilibrio entre los diferentes espacios que hacía de la casa un lugar muy confortable, acogedor a la par que eficiente.
Sentía el orgullo de haber realizado un trabajo, empezando por la inteligente compra del suelo, el diseño del proyecto, la obtención de las licencias, todas las partidas de financiación, controlar la construcción y la obtención de todos y cada uno de los certificados…pero lo que lo hacía sentir más orgulloso de sí mismo era haber apostado por sí mismo. Por haberse dado una oportunidad. Por apreciarse hasta tal punto que toda su voluntad iba enfocada a progresar y evolucionar. Y partiendo desde un punto cero, donde nadie le había regalado nada, había conseguido enamorarse de su precioso oficio.
Su pasión no tenía nada que ver con el dinero. Tenía que ver con la conjunción con el entorno, con las simetrías en los espacios. Con la integración de lo clásico con lo moderno.
Era pasión. Para él era arte. Su propio arte. Se levantó, dejó en la pica el vaso ya vacío y apagó el puro y las luces y se encaminó hacia la habitación principal y se metió en la cama. Justo antes de cerrar los ojos, pensó en el recorrido vital de sus abuelos. Todos ellos murieron cuando él aún iba a la escuela. Pensó lo que todos ellos le habían transmitido. De cómo lo habían cuidado, y cómo lo habían querido.
Y si allí donde estuvieran, ellos podrían sentirse felices y satisfechos de los pasos que había dado en la vida. Cerró los ojos, pensando en las veces que su abuela lo llevaba los domingos al quiosco del barrio…y él, expectante, deseaba que nadie hubiese comprado el cómic de superhéroes que llevaba viendo en el escaparate toda la semana…
¡Qué rápido pasaba la vida! ¡Qué corta era!. Cuántos sinsabores, ilusiones y esperanzas nos deparaba.
El ruido del taladro del vecino lo despertó del placentero sueño. Todo había sido un sueño… Se había quedado dormido en el pequeño comedor de su casa. Pensó para sus adentros que el sueño había sido tan real… Había sido fantástico. De todos modos, no tenía tiempo que perder: el reloj marcaba las 9:00 Y a las 12:00 tenía su examen de acceso al grado superior. Mientras enfilaba el camino a la ducha, pensó con una punzante ilusión: ¡aún estoy a tiempo…¡esto aún no ha acabado!