Diamantes, desde su origen a su comercio

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DIAMANTES

2010

La Presidencia del Proceso de Kimberley rota entre los países participantes. Hasta el momento, han presidido el PK Sudáfrica, Canadá, Rusia, Botsuana y la Comunidad Europea; en 2008, India ocupará la Presidencia. Los países participantes en el PK, así como observadores de la industria y de la sociedad civil, se reúnen dos veces al año en reuniones intersesionales y sesiones plenarias, así como en grupos de trabajo y comités que se reúnen periódicamente. La implementación se controla a través de "visitas de control" e informes anuales, además del intercambio y análisis periódico de datos estadísticos.

Los ingresos que se obtienen del comercio ilegal de diamantes de zonas en conflicto se han utilizado para comprar armas que recrudecen los conflictos y cometer abusos de derechos humanos en África. Los autores de estas atrocidades pueden ser los gobiernos o los grupos de oposición armada, pero en cualquier caso es evidente que lo que permite a las organizaciones participar en estas actividades es el dinero que obtienen de la venta de los llamados «diamantes de zonas en conflicto». Se calcula que la producción mundial de diamantes es de unos 6.800 millones de libras esterlinas al año. Los diamantes se han utilizado en Angola, Sierra Leona y la República Democrática del Congo para costear guerras civiles devastadoras, en las que se calcula que han muerto cerca de 3,7 millones de personas. Desde que en 1998 se conocieron los abusos de derechos humanos que se estaban cometiendo contra la población civil en Sierra Leona, la comunidad internacional se ha movido relativamente rápido para abordar el problema de los diamantes de zonas en conflicto. Tras dos años de negociaciones entre gobiernos, empresas involucradas y ONG, en enero de 2003 se aprobó un sistema intergubernamental, llamado «Proceso de Kimberley», en un intento por frenar el comercio de diamantes de zonas en conflicto y evitar que lleguen al mercado legal. Dicho sistema pretende garantizar, a través de la certificación, que sólo llegan al mercado mundial de diamantes los que cumplen este requisito. El sistema exige que se dé a cada nuevo diamante que se extraiga una certificación «de origen», en la que figure su procedencia. Así puede seguírsele la pista a través de las fronteras internacionales. Este sistema de certificación lo administran cerca de 54 gobiernos de países que producen y participan en el comercio de diamantes. Como parte de este acuerdo, la industria del diamante se ha comprometido a aplicar un sistema de autorregulación. Ha acordado poner en marcha un sistema de garantías que exige a los participantes en esta industria que sólo compren diamantes a empresas que les garanticen que éstos no provienen de zonas en conflicto. Una coalición mundial de grupos de desarrollo y de derechos humanos acoge con satisfacción la entrada en vigor del sistema, y lo considera un paso crucial para conseguir que los diamantes en bruto

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