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Cuadro 26. Formaciones vegetales y las funciones ambientales que desempeñan

polinización de plantas útiles, eliminación de desechos, provisión de hábitat para la fauna, entre otros. Algunos autores incluyen en esta categoría (Sistemas de absorción de perturbacionesresistencia) o la recuperación de su Capacidad Funcional (resiliencia), luego de sufrir alguna perturbación.

Las cubiertas vegetales continúas como bosques, matorrales y pastizales no fragmentados captan el CO2 a través de la fotosíntesis, al mismo tiempo que reciclan y administran el agua en los ecosistemas, regulando el clima. Otros beneficios están representados por la reserva de carbono en la biomasa de la vegetación, la incorporación de nutrientes al suelo y la protección y conservación mediante las raíces, reduciendo la erosión y evitando los derrumbes y deslizamientos.

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El ANMIN Apolobamba alberga formaciones vegetacionales de relevante importancia desde el punto de vista de prestación de fuciones ecosistémicas. Para la ecoregión de la Puna Mesofítica están relacionados principalmente con los bofedales de altura y los bosques de queñua. En la ecoregión de los Yungas con los bosques montanos.

En el cuadro siguiente ilustramos algunas de las fuciones ambientales de formaciones vegetales:

Cuadro 26. Formaciones vegetales y las funciones ambientales que desempeñan

FORMACIÓN VEGETACIONAL FUNCIÓN AMBIENTAL DESCRIPCIÓN DEL LUGAR

Bofedales

Proveen de agua para fines de cría de ganado, para el riego de cultivos y consumo humano, intervienen en la regulación hidrológica de flujos y caudales, albergan comunidades de flora y fauna nativa Ulla Ulla, Puyo Puyo, Sunchulli, Nube Pampa, Cololo

Bosques de Queñua

Bosques Húmedos montanos

Los parches de bosque incrementan la precipitación, mantienen un clima local estable.

Contienen plantas que protegen el suelo contra la erosión, retienen sedimentos y nutrientes y fijan el carbono.

Son hábitat y refugio de muchas especies de fauna como aves, micro mamíferos e insectos. Keara (Laguna Supay-Cocha, con relictos de Polylepis pepei; Chiata y Laji, Hilo, Hilo Sorapata, con la misma especie y Puina con P. sericea

Captura del agua de lluvia. Conservación de suelos Fijación de carbono Wayrapata, Tolapampa y Yuyo

Para la medición de la función de regulación hídrica, se requieren datos climáticos de una mayor densidad de estaciones meteorológicas y de periodos mayores de 30 años lo que limita realizar este tipo de cálculos, además de datos de cobertura vegetal, área basal de árboles en caso de bosques. Por lo que no se ha incorporado la información cuantitativa solicitada

d) Principales funciones ecosistemicos que brindan las formaciones vegetales

Funciones ecosistémicas provistas por Bofedales

Los bofedales de montaña en el ANMIN Apolobamba se ubican en un rango altitudinal entre los 4.100 y los 5.000 msnm. y alcanzan una superficie aproximada de 5.500 hectáreas (PMI 2010). Cubren áreas localizadas bajo condiciones climáticas muy variables, representan típicamente una vegetación azonal. García y Beck, 2006. Forman típicamente cojines duros, parches de un césped denso y abierto, con gramíneas en el borde. Por el medio se observan pozos de agua, lagunas y cursos de agua. En el caso de Apolobamba principalmente se ubican en los fondos de los valles glaciares, aunque también se los ubica en las laderas por donde circulan cursos de aguas y manantiales (aguas mineralizadas).

Su composición florística varía dependiendo de factores ecológicos naturales (condiciones climáticas, calidad y cantidad del abastecimiento de agua, salinidad, etc.), por lo que albergan una gran diversidad, con especies exclusivas, que a su vez tienen un rol clave en la regulación del balance hídrico regional (Torres 2011), citado por Liberman (2015)

Una característica muy importante del ANMIN-APOLOBAMBA es que se constituye en uno de los mayores “reservorios de corbono” de américa del sur, cuya conservación y manejo adecuado ayudaría a la reducción del “efecto invernadero” y calentamiento global (Muñoz & Faz 2010; Kenneth et. al., 2007), citado por Coronel (2011).

Estos ecosistemas proveen de agua para fines de cría de ganado, para el riego de cultivos y consumo humano, intervienen en la regulación hidrológica de flujos y caudales, albergan comunidades de flora y fauna nativa de gran importancia para la conservación, capturan carbono, atemperan el clima árido y semiárido, haciéndolo más favorable para su habitabilidad; brindan oportunidades para la investigación científica, monitoreo climático, educación ambiental, etc., además constituyen un patrimonio cultural con alto valor ecológico, recreacional y paisajístico.

ii) Funciones ecosistémicas proporcionados por Bosques de Polylepis (Queñua)

Las tierras altas de Bolivia y otras partes de los Andes presentan estepas dominantes de pastos (puna) y matorrales bajos (th’olares). Sin embargo, en ciertas regiones, encima de la línea de árboles, en laderas, cañones o terrenos escarpados, rocosos y cerca de arroyos, existen manchones pequeños y dispersos de bosques de Polylepis (Fjeldsa & Kessler 1996; Kessler 2006). A pesar de su extensión limitada, estos bosques cumplen una importante función ecológica en comparación de los pastizales adyacentes, incluyendo el control de la erosión, regulación climática e hídrica (Fjeldsa & Kessler 1996). Sin embargo, estos bosques representan uno de los ecosistemas más amenazados del mundo (Kessler 2006; Navarro et al. 2005), citado por Gómez (2008).

Los bosques de Polylepis cumplen varias funciones ecosistémicas (Fjeldsa y Kessler 1996). Los parches de bosque incrementan la precipitación, mantienen un clima local estable, detienen la escorrentía interceptando agua en la vegetación y dejándola filtrar dentro del suelo. Los bosques contienen un sotobosque de plantas que protegen el suelo contra la erosión, retienen sedimentos y nutrientes y fijan el carbono (Fjeldsa y Kessler 1996).

Mantienen numerosas plantas silvestres, entre las cuales se encuentran aquellas de importancia económico-social, como las plantas medicinales y arbustos aromáticos que pueden ser cosechados. El dosel del bosque reduce la radiación nocturna manteniendo el interior de los bosques más cálido y libre de heladas (Kessler 2002; Fjeldsa 2002b; Fjeldsa & Kessler 2004). Además son hábitat y refugio de muchas especies de fauna como aves, micromamíferos e insectos (Fjeldsa y Kessler 1996).

En el ANMIN Apolobamba los bosques altoandinos de queñua se distribuyen entre los 3700 a 4.300 m. En las siguientes comunidades: Keara (Laguna Supay-Cocha, donde existen relictos de Polylepis pepei; en el sector comprendido entre las poblaciones de Chiata y Laji existen manchas pequeñas y ralas de bosques naturales de Polylepis sp. (Proyecto Madidi (2015).

A su vez, Gomez et al. (2008) también reporta la presencia de éstos bosques en las comunidades de Puina (bosque Queñua Pata) compuestos por Polylepis pepei y Gynoxis sp. nov. y en la parte más baja de la comunidad de Puina, fueron observados individuos de Polylepis sericea; en la comunidad de Keara (bosque Lampayani) con Polylepis pepei y en el sector de Hilo Hilo-Sorapata con bosques de Polylepis pepei y en la cabecera de Yungas se evaluó un bosque de P. sericea

iii) Funciones ecosistémicas proporcionados por los Bosques Húmedos Montanos

Las funciones ambientales más conocidos están relacionados con: Provisión permanente de agua potable para bosques; purificación de aguas contaminadas; estabilización del clima local y regional; prevención de inundaciones y protección de cuencas; protección de suelos de la radiación solar, de la erosión; conservan suelos fértiles; representan y brindan las condiciones favorables para la fauna y flora presente; fijación de dióxido de carbono (CO2) como un proceso fundamental para mantener la vida de los organismos y como mecanismo de estabilización del clima global (Ibisch & Choquehuanca, 2003).

Entre otras funciones brindados por los estos bosques están relacionados con:

 Funciones ecosistémicas: Captura del agua de lluvia

Entre las funciones ambientales de los bosques está la provisión de agua para el bosque mismo como para las zonas rurales y urbanas adyacentes (Otterburg, 2006). Este trabajo buscó establecer posibles variaciones en los caudales de agua de vertientes asociadas a bosques (ojos de agua) a partir de la identificación de cambios ambientales. Estos cambios son:

 Pérdida demostrada en la altura de los árboles y/o sustitución de la vegetación por cultivos o sistemas agroforestales, de menor tamaño.

 Desarrollo de nuevas estructuras de bosque, con presencia o no de capas de hojarasca.

 Pérdida de áreas forestales por instalación de cultivos, con la consecuente disminución de la capacidad de infiltración de los suelos.

 Funciones ecosistémicas: Conservación de suelos

Según Serrudo y Udaeta (2012, datos no publicados); muestran que los suelos de pastizales retienen gran cantidad de agua, seguidos de los suelos con una gruesa capa de materia orgánica, con una cubierta de musgo y árboles de queñua. La evapotranspiración por el contrario, es sumamente alta desde los pastizales mientras que en los bosques de Polylepis y Gynoxys es mucho menor sugiriendo que la cobertura boscosa protege mucho más a los suelos de la desecación; todos ellos demuestran la importancia y la función para la conservación de suelos.

 Funciones ecosistémicas: Fijación de carbono

Hasta el 2003, en Bolivia, se tenía referencia de 2 proyectos de secuestro de carbono2, alcanzando ambos las 25.000 ha. Estimaciones realizadas para las zonas templadas, indican que el secuestro de carbono es de aproximadamente 32 tCO2/ ha/año para el género Eucalyptus y de 31 tCO2 /ha/año para el género Pinus. El potencial de secuestro de especies nativas aun es menos conocido (Ibisch y Choquehuanca, 2003).

 Funciones ecosistémicas provistos por los Palmares

Gracias a la información brindada por el Proyecto Madidi (2015) se sabe que en los bosques de la Región (Madidi-Apolobamba-Pilón), sector comprendido entre las poblaciones de Wayrapata-Tolapampa y Yuyo, presentan transición entre bosques de palmeras de Majo (Oenocarpus bataua) y de tola (Dictyocaryum lamarckianum), es en este sentido que por la importancia que representan estas formaciones vegetacionales y por los múltiples usos que brindan a las comunidades, es que se ha considerado su incorporación dentro de las funciones ecosistémicas.

Según Borchsenius & Moraes (2006); todos los géneros andinos de palmeras, tienen una o más categorías de uso y en total son 42 especies, siendo las principales las alimenticias (frutos, palmito, aceites), medicinal, material de construcción y artesanal, entre otros. Las palmeras forman parte de los productos forestales no maderables (PFNM’s). La recolección de tales productos puede tener un impacto menor sobre los ecosistemas forestales que otros usos; brindando un espectro de beneficios sociales y económicos para los grupos locales, potencialmente compatible con los esfuerzos para integrar el uso y la conservación de la biodiversidad (Shanley et al., 2002; cit. por Marshall et al., 2006), en los bosques amenazados, por la extracción de la madera.

En el Madidi del Dpto. de La Paz, existe el uso de 22 especies de palmeras útiles, representando el 45% de la diversidad encontrada, entre estas especies de palmeras están las productoras de frutas y/o alimentos, medicinas naturales, resinas y de sustancias esenciales, siendo un componente importante para la construcción de los techos de viviendas y la artesanía y otras especies con potencial ornamental (Paniagua, 2005).

En el caso de los bosques montanos húmedos o nublados, las palmas son un grupo muy apreciado por sus frutos y cogollos comestibles entre las cuales se encuentran la tola (Dictyocaryum lamarckianum), el majo (Oenocarpus bataua), chini palmito (Euterpe spp.) y el ramo (Ceroxylon vogelianum);

Los palmares, son tal vez los únicos especímenes que no son totalmente erradicados de una parcela destinada a chaqueo, probablemente por la importancia alimenticia que representa y la dificultad para que el fuego pueda quemar totalmente la corteza impermeable y dura del estípite adulto (Shanley, 2002).

10. Estado de conservación

La actividad humana es la que tiene mayor impacto y la que ha determinado el actual estado de conservación del Área Protegida. La evaluación del estado de conservación de los siguientes ambientes naturales se basa en los efectos provocados por ésta actividad.

A continuación se presenta el estado de conservación de las principales unidades de vegetación que se encuentran con mayor grado de amenaza.

2 Proyecto de Acción Climática Noel Kempff Mercado (PAC-NK); cuyo fin fue; secuestrar CO2 y almacenar el carbono, basado en la conservación de bosques tropicales, siendo el más grande en el mundo (1.523.446 ha), protegiendo durante al menos 30 años; evitando la deforestación y la degradación de esos bosques del Depto. de Santa Cruz.

a) Bofedales

En función al estudio de Línea Base de bofedales priorizados en el ANMIN Apolobamba realizado por Liberman (2015), se tiene la siguiente información:

Bofedal de Ulla Ulla: Estado de conservación bueno, aunque existe a largo plazo la amenaza de degradación como consecuencia del cambio climático.

Se ha observado en varios sitios la presencia de sobrepastoreo de ganado camélido. En la zona pastorean principalmente tropas de alpacas y llamas. También es frecuente observar la presencia de vicuñas considerando que en la actualidad se protege la vida silvestre.

Bofedales de Puyo Puyo: Estado de conservación Bueno, pero en algunos sectores del bofedal se identificó sobre-pastoreo de praderas, que con un manejo adecuado pueden ser recuperadas a corto plazo.

En algunos sitios como en la parte sur del lago Puyo Puyo se identificó aproximadamente dos hectáreas correspondientes a un bofedal hridromórfico en un franco proceso de degradación con una tendencia hacia un bofedal mésico con la presencia de la gramínea Aciachne pulvinata (paco). Esta degradación se presume que se debe a la baja del nivel de base del lago Puyo Puyo ocasionado por la ausencia de manejo por parte de los pobladores locales.

Bofedales de Sunchulli I y II: El bofedal de Sunchulli I se encuentra en excelente estado de conservación. En Sunchulli II el bofedal en general está bien conservado.

Se debe desarrollar un plan de capacitación a los mineros con la utilización de Borax o Ácido Bórico para el amalgamado del oro. Ambos compuestos son inocuos para el medioambiente.

Bofedal de Nube Pampa: Se encuentran en un excelente estado de conservación, gracias al trabajo manual que desarrollan sus pobladores para incrementar la superficie del bofedal, principalmente en las laderas del enorme valle glaciar.

Bofedal de Cololo: Presenta un grado de conservación excelente

b) Pradera altoandina y bofedales del sector Laguna Suches-Antaquilla

El estado ambiental en la zona es muy crítico, debido a la actividad minera, amenazando ésta con extenderse a otras zonas aledañas de este espacio altoandino, incluidas las lagunas. Donde el impacto de las cooperativas mineras (mayormente ilegales) en una ecorregión extremadamente frágil, con utilización de gran cantidad de maquinaria pesada, ocasionó un impacto devastador sin precedentes (Ribera,2011).

c) Praderas nativas de los Ayllus ayllus Chari y Moyapampa de la región Kallawaya

Las praderas nativas en los ayllus Chari y Moyapampa vienen sufriendo un proceso de degradación por la presión del ganado y el debilitamiento del suelo por la actividad agrícola sin normatividad, se tiene una reducción drástica de la cobertura vegetal; el sobre pastoreo por parte de camélidos no permite la oportunidad de la regeneración de pajas, yerbas y arbustos, nativos; los ovinos terminan con la vegetación más baja, dejando al suelo descubierto y sin protección.

Las praderas en la actualidad se ven reducidas por la intensificación de la actividad agrícola por parte de los comunarios favorecidos por el cambio del límite ecológico. Las q’apanas secundarias ofrecen mejores rendimientos y buena calidad en comparación con las primarias, que bajaron su rendimiento y calidad por el

incremento de la temperatura y la aparición de nuevas enfermedades y plagas que los habitantes de la región no pueden controlar.

Actualmente, la actividad agrícola está ascendiendo y se está forzando demasiado a las q’apanas, generando el incremento de la erosión producidas por el viento y el agua; lo que ocasiona la disminución de los forrajes. Tal situación, unida al incremento de la población de ganado impulsa a la degradación de las praderas.

Actualmente se puede afirmar, que las reservas de los pajonales y pastizales se van agotando rápidamente por el mal uso que se le da, por la expansión de la frontera agrícola, las quemas, roturación de los pajonales y con el incremento de ganado la floración y producción de semilla de los pastos se han visto afectadas en su regeneración (Ministerio de Planificación del Desarrollo s/a).

d) Bosques de Polylepis

El estudio realizado por Gómez et al. (2008) en los bosques de Polylepis del ANMIN Apolobamba reporta que la influencia de las actividades humanas ha causado un impacto negativo a todo nivel. Analizando los resultados de este trabajo, se puede mencionar que la actividad de tala afecta de forma más directa a los árboles más grandes de Polylepis pepei ya que son preferidos para leña y construcción por parte de los comunarios en el área de Puina y Keara (Hagaman 2006). Pese a que una hipótesis en los sistemas de manejo de bosques naturales sostiene que la tala estimula el reclutamiento y crecimiento de los nuevos árboles (Maitre 1987) proveyendo oportunidades para la regeneración por su efecto en la apertura de dosel y disturbio del suelo, reduciendo la competencia entre árboles y permitiendo la germinación y establecimiento de nuevos reclutas (Kuusipalo et al. 1996). En el presente estudio la baja cobertura de dosel observada no influye en el acceso lumínico, ni es una limitante para el establecimiento de nuevos reclutas. Más al contrario la tala puede ocasionar efectos contrarios y negativos en la regeneración de Polylepis, como la invasión de hierbas o gramíneas que compitan con los nuevos árboles (Fredericksen & Mostacedo 2000; Fredericksen & Pariona 2002) y/o elevando el riesgo al fuego (Bertault 1992)

Por otro parte, indican que la actividad de ramoneo de los herbívoros provoca la remoción de una parte de la biomasa y estimula modificaciones en la cobertura vegetal en desmedro de la protección del suelo. Al consumir los brotes jóvenes, originan una compactación y deterioro del suelo por el pisoteo, aspecto que también perjudica a las plantas jóvenes disminuyendo la densidad de éstas, conduciéndolas incluso a la muerte.

e) Bosques de Yungas de Carijana-Sorapata

Como otras regiones de los Yungas, la difícil topografía y la inaccesibilidad, dan como resultado un bloque de ecosistemas en al menos tres pisos ecológicos, bien conservado. Los niveles de biodiversidad son elevados, así como el de endemismos de flora y fauna. Los impactos se concentran en las zonas periféricas, tanto en la parte alta cordillerana, en relación a eventos localizados de explotación de oro por cooperativas y pequeñas empresas (p.e. zona Sorapata), como por quemas extendidas sobre los bosques nublados. El avance de fronteras agrícolas es más intenso hacia el valle de Camata (favorecido por el camino Charazani-Apolo) y hacia el este en relación a la zona de Apolo, dicho avance se da especialmente por el aumento de los cultivos de coca y otros productos comerciales como el locoto, generando impactos en sectores de alta fragilidad por las pronunciadas pendientes. Los riesgos ambientales mayores sobre la región son la expansión de los cultivos de coca y el deterioro de las cuencas por las explotaciones de oro, debido al incremento de los precios de este metal, confiriendo un estado ambiental crítico a esta región (Ribera, 2011).

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