AMORIS LAETITIA - FAMILIA Y MATRIMONIO

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NÚMERO 4

REFLEXIONES TEOLÓGICAS CENTRO UC DE LA FAMILIA

AMORIS LAETITIA FAMILIA Y MATRIMONIO Paulo López Soto



CENTRO UC DE LA FAMILIA FACULTAD DE DERECHO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

REFLEXIONES TEOLÓGICAS CENTRO UC DE LA FAMILIA NÚMERO 4 AMORIS LAETITIA FAMILIA Y MATRIMONIO Autor: Paulo López S.

Edición: Alejandra Retamal R. Santiago, mayo 2022

Todos los derechos de texto son reservados. La reproducción parcial o total del texto deberá contar con la autorización del Centro UC de la Familia, o en su defecto, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.



PRESENTACIÓN El Centro UC de la Familia tiene el agrado de presentar “Reflexiones Teológicas Centro UC de la Familia”, publicación que tiene por objeto divulgar los análisis y observaciones de distintos instrumentos eclesiales, que tienen impacto en la familia y en las personas que la componen. En ocasión del año “Familia Amoris Laetitia”, se editarán ocho publicaciones con el fin de analizar cada una de las temáticas propuestas por la Exhortación Apostólica, a cargo del Académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Paulo Ibrain López Soto*

* El profesor Paulo López, es licenciado en Ciencias Religiosas por la Pontificia Universidad Católica de Chile; licenciado en teología moral, con mención en Bioética, por la Academia Alfonsina de la Pontificia Universidad Lateranensis; Máster universitario de segundo nivel en Ética clínica, por la Pontificia Universidad Católica de la Santa Cruz (Instituto de bioética de la Facultad de Medicina y Cirugía “Agostino Gemelli”); y Doctor en Teología moral, con mención en bioética, por la Academia Alfonsina de la Pontificia Universidad Lateranensis.


IV LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO

La exhortación Amoris Laetitia, presenta una clara definición de familia entendiéndola como una amplia red de relaciones, es decir, una «familia ampliada, donde están los padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos» (AL 187), esta definición implica – como lo hace todo el documento – ampliar la mirada, para incluir en la definición de familia no solo la familia nuclear, sino la familia alargada, como Francisco lo ha corregido – en el discurso de apertura del convenio eclesial a la diócesis de Roma–. Este tipo de familia implica considerar a la gente no considerada, darle un puesto en una sociedad que excluye y margina. En la convivencia de esta familia alargada se vive una doble complementariedad, por un lado, la independencia,


en especial de las nuevas familias y, por otro, una dependencia con las familias de origen. En esta independencia –que no debe ser entendida como una separación ni física ni espiritual (AL 190)– entre las familias que conforman esta familia alargada, los padres y los abuelos son polos de atracción y de unión. El Papa clama bajo esta perspectiva a cuidar y proteger a los ancianos – memoria viviente, fuente de cariño y de fe (AL 192)– evitando una cultura del descarte, afirmando: «¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos!» (AL 191). Otro lugar importante en esta familia alargada la cumplen los hermanos, «verdadera escuela de sociabilidad» (AL 195), así como los suegros, las suegras y todos los parientes del cónyuge. Respetando las diferentes costumbres y tradiciones, sin ánimo de crítica, manteniendo la independencia y legitima autonomía (AL 198) de 2


cada uno. Esta familia de familias, debe incluir en su atención y amor las madres adolescentes, los niños sin padres, las mujeres solas que llevan la educación de sus hijos, las personas con alguna discapacidad, los jóvenes que luchan contra una adicción, los solteros, los separados, los viudos que sufren la soledad, los ancianos y los enfermos, e incluso a aquellos más desastrosos en las conductas de vida (AL 197). Otro tema importante en la reflexión es el rol que cumplen el hombre y la mujer dentro del matrimonio. Ambos deben cumplir no solo con un rol social, sino que deben responder frente a sus legítimas aspiración y deseos personales. Hoy – reconoce el Papa– existe un conflicto entre el deseable y legítimo deseo de las mujeres de estudiar, trabajar y desarrollar sus capacidades, y la necesidad que tiene los hijos de la presencia materna, en especial en los primeros meses de vida. El Papa reconoce la fragilidad de la presencia materna, valorando el feminismo cuando no niega 3


la maternidad (AL 173). En este escenario la mujer no puede negar ni su particular aporte a la sociedad, su «genio femenino», como los deberes ante la sociedad en su misión de ser madre, para el bien de todos. Frente al gran problema del individualismo, las madres son «el antídoto más fuerte» (AL 174) ante el egoísmo. Son las madres aquellas que testimonian en los peores momentos: la ternura, la entrega y la fuerza moral. Sí la figura materna es un antídoto ante el individualismo, el padre debe ayudar a percibir los límites de la realidad, a orientar y a motivar la salida al mundo más amplio y desafiante. El padre debe ser una ayuda en la formación de los hijos, al ser un signo claro de la identidad masculina, unida al buen trato afectivo a la mujer (AL 175). Hoy la figura del padre, concebida antiguamente como signo de control y autoridad, es una figura ausente en la vida familiar por una sobrevaloración de la libertad personal. La autoridad paterna sufre hoy de falta de tiempo –extensas horas de trabajo–, falta de reconocimiento –cuestionada por los 4


jóvenes– y falta de importancia –siendo remplazada por los medios de comunicación y tecnológicos–, provocando, confusión en todo el seno familiar (AL 176), aunque esta presencia masculina sigue siendo necesaria en la formación de los hijos (AL 177). La exhortación afirma que, si el matrimonio es una comunión de vida y amor, el hijo no llega al final de un proceso o desde fuera de este amor mutuo, sino que «está presente desde el inicio del amor como una característica esencial que no puede ser negada sin mutilar al mismo amor» (AL 80), por ello se debe rechazar toda mentalidad que reduce la generación de la vida, privilegiando los proyectos individuales o de los cónyuges. La familia debe ser el lugar donde la vida es engendrada y cuidada, por ello constituye una contradicción lacerante que esta se convierta en el lugar donde la vida es negada y destrozada. Por ello se reitera la condena no solo al aborto, sino a la eutanasia, al ensañamiento terapéutico y a la pena de muerte. 5


Frente a las familias que no tienen hijos el Santo Padre afirma la que el matrimonio es lugar de la amistad y comunión de la vida toda. La infertilidad no elimina el carácter de indisolubilidad del matrimonio, no siendo la maternidad biológica la única forma de expresión de esta realidad (AL 178). La adopción es también un camino para realizar esta maternidad y paternidad (AL 179), signo de generosidad y de la aceptación del otro –natural, adoptado o acogido– como un sujeto en sí mismo que debe ser amado, cuidado y protegido (AL 180). El documento toma nota de los diversos problemas que enfrenta la institución matrimonial como los matrimonios sólo civiles, la desconfianza juvenil al matrimonio, las rupturas matrimoniales que dan origen a nuevas uniones en breve tiempo. Estas realidades deben impulsar un serio discernimiento pastoral, ya que «a los pastores compete no sólo la promoción del matrimonio cristiano, sino también el discernimiento pastoral 6


de las situaciones de tantas personas que ya no viven esta realidad» (AL 293). Este discernimiento pastoral debe, por un lado, identificar elementos que favorezcan la evangelización y, por otro, fomentar el crecimiento humano y espiritual de aquellas personas que se encuentran en situaciones difíciles. Siguiendo la tradición de la Iglesia, la exhortación afirma el deber y derecho que los padres tienen en la educación de los hijos. Esta educación debe ser una función consciente, entusiasta, razonable y apropiada, no solo por su importancia sino también por su complejidad (AL 259). Con su carácter de pastor y sabiduría práctica1 el Papa Francisco ilumina de forma nueva problemas antiguos recordando que la familia «no debe renunciar a ser el lugar de sostén, de acompañamiento y de guía» (AL 260). Esta función familiar ayuda a evitar una nociva invasión de los medios externos que perturban y no son signos de amor y cariño. Frente al abandono es 1

Oficina de prensa de la Santa Sede, «Resumen de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia». 7


importante una vigilancia, que acompañe en la maduración de la libertad, en el crecimiento integral y el cultivo de la auténtica autonomía (AL 261). Los padres deben querer y saber dónde están sus hijos en el camino de la vida. No solo donde están ellos físicamente, sino saber ¿Dónde está su alma? Esta pregunta crucial pone a los padres de frente a su real misión ya que, de ellos depende, en cierta forma, la salvación y la vida eterna de sus hijos. No tenemos que olvidad que en la familia como iglesia doméstica no solo se inicia el camino de la fe, sino que se aprende a amar, a perdonar y alabar a Dios. Esta realidad ilumina de mejor forma la imagen de la familia donde Dios se hace presente al interno como signo de comunión y al exterior como signo de alianza entre Cristo y la humanidad.

PAULO IBRAIN LÓPEZ SOTO Académico Facultad de Teología UC Miembro del Comité Ejecutivo del Centro UC de la Familia 8


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