Capítulo III
personas lo llamaban ‘El Taladro’, porque, según sus versiones, utilizaba un taladro como arma de tortura contra sus enemigos, pero también por su inclinación a “desflorar a muchachas vírgenes que habitaban en las comunidades bajo su dominio”98. Para algunos campesinos de la zona, sus hijas fueron violadas o corrían la amenaza de serlo, y por eso abandonaban la región. Pero para otros, como lo cuenta una de las excompañeras de Giraldo, entregar a sus hijas era una estrategia de supervivencia y movilidad social. Según los relatos de la comunidad, Hernán Giraldo pasaba por las veredas y observaba a las niñas. Al encontrar alguna de su gusto, les decía a sus padres que se la ‘cultivaran’, es decir que se la cuidaran y preservaran su belleza para que él pudiera disfrutarla a la hora de su primera relación sexual99, como quien cultiva una planta para que madure y dé fruto. Cultivar a una hija para ‘El Patrón’ era, para algunos, cuestión de orgullo y honor. Cuando el día llegaba, la niña era vestida y arreglada como si se tratara de una fiesta, como lo señala una de las cocineras de Giraldo:
Yo veía cuando los papás les llevaban a las chinitas, todas elegantes y peinadas. Yo soy testigo de eso porque yo estaba ahí. Eso llegaban a toda hora. Que la gente deje de decir que él violaba porque eso no es verdad […] Él no las acosaba desde la primera noche. Si ellas no querían, él esperaba días hasta que ellas hablaran100.
Para algunas personas de la región, así él fuese ‘El Patrón’ y estuviese respaldado en el poder de las armas, las niñas podían acatar o no. Para el derecho, este consentimiento está viciado,
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Entrevista 2, académico, Santa Marta, 2009. Apuntes de trabajo de campo y recorrido en Don Diego y Guachaca, octubre de 2010. 100 Entrevista 7, mujer adulta, Santa Marta, octubre de 2010. 99
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