Revista Hivern-Primavera 2013

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años y leguas

per José Soler Carnicer

eL BruJo Uno de mis personajes favoritos de los muchos que me encontré por nuestras montañas, se llamaba Luís. Pero todos le llamaban Luís el Brujo. Le conocí un día en una fuente de la sierra de Tortajada en el Rincón de Ademuz. Estaba recostado en el bancal y por su atuendo, zurrón al hombro y cayado a mano creí que era un pastor. - Buenos días nos de Dios –me saludó al llegar. - ¿Descansando, no? -le dije-. ¿Y el rebaño, por dónde anda? - Por ahí arriba –y no señaló a ningún sitio. - Estará con el perro, ¿no? –insinué. - No, mi ganado no necesita perro –me contestó. - Pues, ¿qué cuida usted? - Las nubes, ¿Qué no ve lo tranquilas que están hoy?- Me qué estupefacto. Jamás había oído nada igual y el hombre no parecía un loco. - Eso es ahora –continuó-, que en invierno me traen de cabeza. El viento las lleva de un lado a otro y uno no sabe dónde van a parar. - Sí es verdad – apunté -¿Oiga y da para muchos eso? - Más de lo que usted pueda imaginar. Habrá pensado que estoy loco, ¿verdad? Eso es lo que dicen por la sierra. Yo estuve encerrado, pero conseguí escapar. - ¿De dónde? –le corté. - De un sanatorio. Me llevaron allí cuando acabó la guerra. En ella perdí la mujer y dos hijos y no pude terminar mi carrera de perito agrónomo. Me destrozaron la vida y me tiré al monte. Aquí todos son buena gente y me han acogido muy bien. Yo les digo cuando hay que podar, sembrar o vendimiar, según el tiempo que se avecine y, qué abonos son buenos para sus tierra, qué dar de comer al ganado y cuando esquilarlos. - ¿Y no tiene competencia con el tiempo de la tele? - En absoluto, el repetidor de la sierra no va bien y no aciertan con los arreglos. También compongo huesos rotos de animales y personas. Hasta ayudo a las comadres en los partos. Y cuando la cosa se pone fea recito el “to be or not to be” de Hamlet. En confianza le diré que no se si el Shakespeare aquel probó esa terapéutica en sus obras, pero a mi me va de maravilla. Por eso, cuando me oyen, dicen que soy un brujo. - ¿Y puede con todo? –le pregunté. - Ese es el problema, cuando me llaman de dos pueblos a la vez. - Hombre, a usted lo que le iría bien es una moto –insinué. - Ya me lo propusieron. Pensaron comprar una entre todos los pueblos de la sierra, pero yo no la quise. ¿Se imagina usted a un brujo de pueblo en moto? ¡Perdería todo mi prestigio!

Fotos: Clara Ros, el Rincón de Ademuz

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