mantuvo la destreza manual de las tejedoras quienes adoptaron algunas de las nuevas prácticas produciendo una suerte de sincretismo en el quehacer textil, tanto en los aspectos técnicos como estéticos. Los tapices coloniales son una expresión de este fenómeno, cuyos íconos son adquiridos; aunque no incorporaron la lana de oveja traída por los españoles, sino continuaron usando fibra de camélido de la más alta calidad3. El tapiz del Museo La Merced, presente en esta exposición, fue probablemente realizado en Cusco. Presenta un estilo, composición espacial e iconografía, característicos de un grupo de tapicerías cuyos diseños están orientados en las cuatro direcciones, es decir pueden ser usados como tapiz, poncho, sobre una mesa o una cama. Estos tapices tienen su origen en la transformación que tuvo el tejido de cumbi durante el período colonial4. Los trajes cusqueños de festividades religiosas andinocristianas y el chal de vicuña con sectores de crochet claramente introducido por los españoles es otra expresión de la introducción de nuevos órdenes. Las fiestas de carnaval y las celebraciones religiosas en honor a los santos patronos de cada pueblo siempre van acompañadas de vestimentas profusamente decoradas realizadas para la ocasión, con un gran despliegue de colorido en las sogas y hondas rituales, culebrillas trenzadas y pompones de lanas multicolores. Las ceremonias de matrimonio también son ocasiones de mostrar la amalgama de lo tradicional con lo adquirido a través de la vestimenta; es el caso de rebozo talqueado, confeccionado con una tela de lana cardada con un ribete de seda bordado, se ubica por encima del acsu sobre los hombros y era usado por la novia, hasta hace no muchos años, como capa durante la ceremonia de matrimonio.
ciertos iconos y estilos propios de su etnia. Lo mismo ocurre con los sistemas tintóreos. La serie de tejidos de Cusco y los alrededores, de la sierra y altiplano, de fines del siglo XIX y siglo XX, son una buena muestra del mantenimiento de esos saberes. Fajas, llijllas, aguayos, inkuñas y ponchos, además de la pequeña inkuña en forma de atado ritual dan cuenta de la persistencia de prácticas ceremoniales aún en uso. Lo Propio, se manifiesta hoy a través de las tradiciones con identidad en sus aspectos técnicos, estéticos y funcionales. Lo sintetizamos en las talegas y costal provenientes de Isluga en el altiplano de Chile, que tienen su organización espacial bien definida. simétrica y sistémica, donde el centro es el eje o corazón del textil, en ambos costados se ubican las pampas o cuerpo del tejido y luego las orillas o bocas1. Esta composición del espacio tejido se repite en muchas prendas. Las chuspas, el poncho y el conjunto de sogas también son objetos que las comunidades han reinventado y siguen usando. Es cierto que el trabajo textil es predominantemente femenino y las mujeres cumplen un rol protagónico en todas sus etapas, sin embargo los hombres participan en la elaboración del trenzado de cuerdas, sogas, hondas y en la fabricación de cortes de telas de bayeta en telares de pedales. La almilla que forma parte del vestuario de la mujer de Charazani está confeccionada con tela de bayeta. Los conjuntos de vestimenta de mujer y hombre de Charazani, también son un buen ejemplo de indumentaria con identidad puesto que han introducido el tejido de bayeta. El ajuar femenino se compone de la almilla, el acso, chumpi, 2 tupus, rebozo y llijlla2. Lo Adquirido se representa por el hermoso tapiz colonial de fines de siglo XVII con una serie de motivos importados de Europa, como el águila bicéfala, pero con factura de tejedores locales. En el siglo XVI con la llegada de los españoles las modalidades de actividad textil se alteraron y hubo profundos cambios en los procesos de producción. No solo se modificó la organización del trabajo, sino también se introdujeron nuevos patrones de diseños, además del telar de origen europeo a pedales y nuevos materiales como la lana de oveja, la seda e hilados metálicos. Sin embargo se
Hilos de la tradición Sabemos que la textilería tuvo un destacado rol en las sociedades andinas de los siglos XVI y XVII, traspasó las funciones cotidianas de vestimenta y abrigo. Estaba presente en diversas actividades sociales, económicas, políticas y rituales5 ; es así como ciertas prendas textiles se tejen para ceremonias de propiciación agrícola,
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brillantes colores teñidos, el cuerpo es generalmente con listas decoradas con listas decoradas con diseños geométricos o figurativos y en algunos casos con flecos y/o bolsillos adicionales. Generalmente se lleva conteniendo hojas de coca y su función está ligada a rituales de propiciación del ganado, ritos agrícolas y fiestas religiosas. El concepto Retejer la Memoria se une a Las fajas que envuelven los cuerpos y nos hablan de lo femenino, de los ciclos reproductivos, de la fertilidad y de los sistemas de aprendizaje. El tejer una faja es el primer acercamiento a la actividad textil entre las niñas del mundo andino y también entre las comunidades mapuche. Las mujeres adultas, generalmente madres o abuelas traspasan paulatinamente su conocimiento, primero a través de la observación y luego la práctica. En el Ecuador andino está presente la idea que las fajas ceñidas en la parte baja de la cintura y alrededor del vestido protegen el útero de la mujer y, por lo tanto, la asocian a los ciclos reproductivos. En algunos sectores aymara de los Andes del norte de Chile también está presente la idea de la fertilidad asociada a las fajas y se utilizan para ayudar en el trabajo de parto. Las tejedoras mapuche, también asocian los tejidos a la vida y a la reproducción biológica y cultural del pueblo… el tejido debe ser conservado para que exista continuidad cultural. Al igual que en los Andes, en el mundo mapuche, la experiencia y los saberes se traspasan entre mujeres y de madres a hijas, esto les da sentido a la propia identidad6.
ganadera; festividades religiosas, otras asociadas a la vestimenta representan identidad étnica, identidad de género, jerarquía o simplemente diferencian grupos etáreos. Las tejedoras de las comunidades actuales han heredado de sus antepasados algunas formas textiles accesorias a la vestimenta como la chuspa, talega, mantas (llijlas) y fajas, sin embargo otras como la camisa (unku), han desaparecido o han derivado a formas criollas similares como el poncho para el hombre y el acsu o medio acsu para la mujer. La vestimenta de la mujer aunque varía en las diferentes comunidades andinas de Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Chile, comprende el acsu, tejido amplio que envuelve el cuerpo y se fija con dos alfileres, antiguamente con tupus, a la altura de los hombros; es de un color, generalmente negro o tonalidades de marrón, usando las lanas naturales de los camélidos. Se ciñe la cintura con una faja o chumpi. Otras comunidades usan un medio acsu o pollera, la almilla, la wincha decorada sobre la frente y diferentes tipos de sombreros que varían según la comunidad que los porta. Llijlla, en voz quechua, awayu, en voz aymara designa a una manta rectangular compuesta por dos paños cosidos, usado para cubrir los hombros y espalda de la mujer, sobre el vestido o acsu. También es utilizada para cargar a los niños en la espalda o sencillamente para transportar otras cargas domésticas. Dependiendo de los lugares de origen tienen diferentes composiciones espaciales, diseños, tamaños y colores. Prendas accesorias como la inkuña, más pequeña que la llijlla, pero tejida de una sola pieza, presenta diferentes dimensiones y es utilizada para contener objetos de uso cotidiano o rituales en las mesas de altar. Talegas y costales -wayuñas y chuspas- son una serie de bolsas que se utilizan para contener y transportar, pero también pueden formar parte de ciertos rituales. En las dos primeras predominan los colores naturales de los camélidos, marrón, gris, blanco y negro y se asocian al transporte y almacenamiento de granos o harina de maíz, quínoa o papas. Las wayuñas son más pequeñas y sirven para llevar las semillas en la época de siembra, y se diferencian de las chuspas cuyos hilados son de
La intimidad del tejido mapuche El tejido en la zona mapuche está lleno de significados simbólicos que pueden ser “leídos” o interpretados a través de sus colores y diseños. La práctica textil es una actividad esencialmente femenina y se lleva a cabo generalmente al interior de las casas. Hermosos ejemplos de matras, lamas, alfombras y frazadas dan cuenta de la prolijidad del trabajo. El vestido o k’pam es siempre negro y es interesante observar detenidamente el k’pan en exhibición que presenta huellas de uso en la zona de las rodillas debido a la posición durante las actividades cotidianas de la mujer.
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