Opinión
Aminadab Pérez Franco
La oposición y el Tercer Informe de Gobierno El 1 de septiembre ha dejado de ser, para bien, el día del Presidente de la República; sin embargo, no se ha convertido en el día del Congreso. La presentación del Informe de Gobierno del Ejecutivo Federal se ha vuelto un ejercicio donde el Jefe de Estado expone sus razones y la oposición critica en un plano de lejanía. El actual esquema ni es ritual ni permite estrechar la relación Ejecutivo-Congreso: habrá que encontrar la forma para que el acto fundamental de la rendición de cuentas sea nuevamente de interés para los ciudadanos y que sea atendido por los legisladores en un marco republicano. En este aspecto, la iniciativa política ha sido claramente asumida por el Presidente Calderón. No obstante el formato, la oposición hizo el ejercicio de criticar el desempeño del Gobierno Federal sin conocer los detalles del Informe ni la convocatoria pre-
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sidencial para concretar 10 puntos para impulsar la transformación de México; se aventuraron a la tribuna para describir sus visiones tétricas de la situación nacional, sus negativas tajantes a asumir medidas urgentes y a subrayar sus diferencias políticas e ideológicas respecto al gobierno y su partido. En el diagnóstico de la situación del país, la oposición se centró en una visión pesimista de la situación económica del país y en descalificar la capacidad del Gobierno Federal para atender o resolver problemas. Sin ofrecer un análisis completamente estructurado, los partidos coincidieron en decir que todo está mal y no asumieron responsabilidad alguna respecto a su negativa para aprobar reformas estructurales que hubieran permitido afrontar en mejores condiciones los retos de los últimos meses. Peor aún, en términos de la agenda
inmediata a desahogar en el Congreso, fue notable que el PRI de plano optara por esperar las iniciativas del Ejecutivo y asumir una posición reactiva, listos dicen para dialogar e impulsar el crecimiento económico, pero también para cuestionar y poner en duda las medidas fiscales y administrativas que perciban como ajenas a sus intereses electorales. En contraste, la agenda del PRD es la negación de los proyectos del Ejecutivo: la estrategia de combate al crimen debe ser “otra”, si el Ejecutivo recurre al Ejército “hay que sacar al Ejército”, si el combate a la pobreza es con políticas focalizadas ellos quieren “apoyos universales”, si el gobierno protege el empleo ellos piden “seguro de desempleo”, si es necesario reorganizar las finanzas públicas ellos sugieren “soltar el gasto” y “utilizar fondos ociosos”. Si el Presidente de la República marca el rumbo, el PRD apunta en sentido contrario.