¡Parece que fue ayer! Sí, ayer mismo estaban así, ¿os acordáis? Me parece estar viendo a ese grupo de pequeñajos que esperaban para entrar al cole en una fila que nunca estaba recta: la mayoría asustados ante el hecho de separarse, durante lo que para ellos era mucho tiempo, de sus mamás y papás, o de sus abuelos. Algunos ya eran veteranos: habían ido a la guardería. Otros, se pasaban el curso llorando antes de entrar a clase, pero cerraban el grifo antes de llegar al aula. Allí comenzaron a forjarse amistades de las cuales algunas serán de por vida, los amigos del alma. Les hemos visto sacar las lengüecitas por las comisuras de sus boquitas mientras se aplicaban a la ardua tarea de hacer sus primeras letras. Los hemos observado cuando abrían del todo sus manitas y se contaban los dedos al hacer sus primeras sumas. Y, qué orgullosos nos cantaban sus canciones aprendidas en el cole ¡algunas en inglés!, un poco inventado, eso sí, pero para nosotros, los padres, eran una gran satisfacción y una sorpresa cada cosa nueva que nos contaban.-¡ Qué listos son estos niños!- pensábamos. Sentimos una cierta penita cuando pasaron a primaria: adiós a nuestros bebés. Porque eso eran cuando empezaron. Hemos luchado con sus deberes, hemos repasado las tablas, los verbos, los ríos… No me vayáis a negar que a la mayoría nos ha venido bien; lo teníamos un poco oxidado. Cada año hemos ido conociendo un poco más a nuestros hijos y a los hijos de los demás con cada fiesta, excursión y, sobre todo, en los cumpleaños. Han ido cambiando de profes y han compartido con nosotros sus preferencias por uno u otro. También nosotros nos hemos ido relacionando con ellos, no todos, claro, pero sí con sus tutores, que nos ponían al día de lo que se cocía en las clases: a veces nos daban buenas noticias, otras, nos pedían ayuda para encarrilar a los que no se portaban tan bien. Creo, que en general, han realizado un trabajo encomiable con nuestros hijos, a pesar de las dificultades añadidas que ha habido a lo largo de los cursos, como cuando se cambiaba de profe en mitad de una evaluación, y niños y profesores debían empezar de nuevo la tarea de conocerse y encauzar el trabajo pendiente. Hemos comprado la revista de La Piña, que se editaba en el cole, y hemos visto nacer un proyecto lleno de ilusión y energía llamado La Piña 3.O que nos ha dado la oportunidad de ver de lo que niños y profesores son capaces. Nuestros niños podrán presumir de haber asistido a su nacimiento, también, de haber tenido un smart teacher y de haber conseguido premios para el centro con la ayuda de todo el cuerpo docente. Espero y deseo a este equipo docente y a la dirección del centro que esto no sea más que el comienzo y que en años venideros, podamos seguir aplaudiendo estos logros tan merecidos.