TEC2: Revista del CITEDEF

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plo, quemar su propulsante en sólo seis. Como el patrón de aumento de la velocidad tiene relación con el quemado del grano, podría pensarse que un cohete es propiamente un vector impulsado por la energía de los gases a través de la tobera sólo al principio del vuelo; al finalizar el tiempo de quemado, se transforma en un proyectil balístico, un objeto que sigue una trayectoria porque ha sido impulsado al partir; como cuando tiramos con fuerza una piedra. Como el departamento de propulsión estudia, en este momento, un proyecto de sistema de cohetes de artillería de mayor alcance, el desafío técnico es dar a la trayectoria balística algún tipo de sistema de control que permita variar la trayectoria. Es decir, desarrollar algún sistema que logre sensar las variaciones de la trayectoria real respecto de la originalmente prevista y aplicar las correcciones necesarias para que el vector se vuelva a ‘montar’ sobre la trayectoria original. Para ello se requiere disponer de complejos sistemas de guiado y control que deben colocarse sobre el vector. Pero un cohete que dispone como agregado un sistema de control de su trayectoria pasa a ser considerado en la categoría de los misiles. Y como dijimos, ese cambio en la trayectoria balística se logra a través de sistemas de guiado y superficies de control. Si bien la historia de CITEDEF nos muestra las capacidades alcanzadas en este tipo de misiles (Martín Pescador, AS 25K, Halcón, etcétera), los desarrollos actuales están orientados a cohetes que no presentan sistemas de guiado y control, sino que son puramente balísticos. A lo sumo, unas aletas en la parte posterior le imprimen una cierta rotación al vector y le otorgan estabilidad en el vuelo. Cuando se lanza un objeto esbelto, es necesario imprimirle una rotación sobre su eje longitudinal para alcanzar la estabilidad.

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El CP 30 El sistema CP 30 –CP por las siglas en inglés de propulsante compuesto y 30 por los kilómetros de alcance del vector– es un proyecto del Ejército que emplea un camión lanzador con una grúa autoportante. La grúa tiene por finalidad levantar unos módulos lanzadores donde se disponen los cohetes, e instalarlos sobre la plataforma de tiro para disparar, de forma tal de facilitar y agilizar el proceso de recarga del sistema. Cada módulo lleva nueve cohetes, y sobre la plataforma pueden montarse tres módulos. Es decir que cada camión lanzador cuenta con 27 cohetes: tres módulos de nueve. Básicamente, una vez disparada toda la carga del sistema, el camión reemplazará los módulos disparados con módulos cargados, operación que puede realizarse en pocos minutos y constituye una de las principales ventajas de los sistemas de artillería de cohetes frente a la artillería convencional de tubo. El sistema lanzador tiene, además, una computadora balística que permite la automatización del tiro por parte de los operadores. Si se compara con la artillería de campaña convencional –cuya principal limitación es su poca movilidad, ya que se debe emplazar el cañón, disparar un proyectil y volver a cargar el cañón para lograr así, tal vez, dos disparos por minuto– la cohetería presenta varias ventajas. En particular, el sistema CP 30 permite decidir si disparar un cohete o una ráfaga. Los 27 cohetes, por ejemplo, pueden dispararse en dieciocho segundos. A treinta kilómetros, ese disparo en ráfaga genera, sin duda, una saturación muy importante. Pero además, una vez que se ha disparado, el camión permite abandonar la posición inmediatamente y evitar así el fuego contra la batería. En pocos minutos los módulos son reemplazados y el


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