Yurécuaro

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RESUMEN: YURÉCUARO Situado en la ribera del Río Grande, Yurécuaro fue frontera entre Michoacán y los chichimecas bravos de una tierra entonces sin fronteras. Lugar de la creciente, lugar del río o lugar junto al río, según lo han definido diversos autores, a través del tiempo se ha distinguido por su florecimiento gracias al riego proveniente del bienhechor Lerma, fecundante de amplias huertas de frutales, hortalizas y cereales para el consumo de cercana y lejana gente. En los principios de la vida colonial, Santa María Yurécuaro era una pequeña comunidad de pescadores, tejedores de tule y carrizo, agricultores ribereños y pastores de ganado menor. Los guerrilleros insurgentes que allí surgieron, probablemente pertenecieron a la comunidad indígena y a los sectores mestizos del pueblo, pero que según la tradición fueron encabezados por Andrés Ventura, quien no pudo impedir los desmanes cometidos por el piromaníaco padre José Antonio Torres. En el campo intelectual, el municipio se distingue por la presencia de Austasio Zepeda, originario de La Piedad, Ramón Sánchez y Rafael Ramírez. Durante el Porfiriato el municipio se desarrolla al ritmo ascendente de las haciendas (particularmente la de Monteleón), cuyos dueños acaparan influencias sociales y poder político, que se desvanecen con la irrupción justiciera del vendaval revolucionario, pasado el fervor patriótico del Centenario de la Independencia de México.


FRANCISCO MIRANDA

Monografía Municipal

YURÉCUARO

FRANCISCO MIRANDA

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN 1979

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YURÉCUARO

Coordinador General: Profr. Leopoldo Herrera Morales.

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PRESENTACIÓN

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GOBIERNO DE MICHOACÁN edita esta serie de monografías municipales porque piensa que el conocimiento específico de uno de los municipios michoacanos contribuirá a una autoconciencia razonada de cada municipio, a un conocimiento más cabal del conjunto del Estado, a la divulgación de la belleza y los valores locales del terruño y a la mejor inteligencia del hombre en general. Estima, asimismo, que las monografías locales pueden ser un instrumento pedagógico de primer orden para iniciar a niños y adolescentes al través de su patria chica, a la que instintivamente aman, en la ciencia y el amor de la patria grande que es México, y porque está seguro que estas monografías fomentarán una acción social más consciente, vigorosa y audaz de los conglomerados municipales. Cada monografía se propone diseñar un conocimiento redondo de un municipio, aspira a la comprensión de sus hombres, al dibujo de su geografía, de su historia, de su economía, de su organización social, de su participación política y de su vida de relación con otras comunidades y busca la definición del municipio de que se trata. Vamos a impulsar hacia un imperioso levantamiento espiritual los mejores hombres de cada lugar, que hoy están prisioneros del gravamen terrible del abandono y aislamiento. Vamos a hacerles saber a estos espíritus fraternos, perdidos en la inercia provincial que tienen en nosotros auxiliares y defensores. Vamos a tender una red de nudos de esfuerzo por todos los ámbitos michoacanos, red que a la vez será órgano de comunicación y órgano del estudio y conocimiento del hecho local y nacional; red, en fin, que forme un sistema nervioso por el que corran vitales oleadas de sensibilidad y, automáticas, poderosas corrientes de entendimiento y colaboración. Si alcanzamos estas metas, estaremos cumpliendo con el propósito esencial de esta serie monográfica y, a nivel estatal, colaborando en la realización de los propósitos nacionales expresados por el Presidente de la República, licenciado José López Portillo. Finalmente, sobra decir que estas monografías no serán producto de una sola persona, sino de varias bien enteradas y muy distinguidas L

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que nos han brindado su colaboración: sus escritos o testimonios, así como el resultado de sus investigaciones hechas sobre el pasado y la realidad actual. Morelia, Mich., agosto de 1978 Carlos Torres Manzo Gobernador Constitucional del Estado

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INTRODUCCIÓN

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YURÉCUARO teóricamente se puede llegar por tres distintas vías, la fluvial que le da el nombre, la del tren y por vía de prueba. La primera, que nunca fue usada, ahora es prácticamente imposible por la construcción de la presa derivadora El Mezquite que ha secado el río convirtiendo, a cambio, el pueblo en el centro de la gran revolución verde que la irrigación del amplio valle promete. A finales del siglo pasado el progreso porfírico tendió los caminos de hierro y uno de ellos, el que unió Guadalajara a México vino a pasar por Yurécuaro en quien pensaron los que deciden esas cosas, que bien podía servir de engarce para unir a Michoacán al eje y se construyó un ramal que apenas llegó a Los Reyes. Mucha gente ha venido a Yurécuaro por vía de prueba en momentos aciagos y duros y se ha quedado, quizá porque el pueblo nunca se ha soñado alternativa a otros lugares de residencia sino que ha mantenido su carácter de refugio y con timidez ofrece lo familiar de un lugar pequeño donde todos se conocen y conviven en quietud tolerante. Situado a la ribera del río Grande, fue frontera entre Michoacán y los chichimecas bravos de la tierra sin fronteras. Ha sido desde siempre lugar abundoso en aguas que naturalmente producen pescado y esto lo hace Michoacán, sin lugar a dudas. Siempre ha sido refugio de afligidos y apaleados por conquistas, revoluciones, contiendas o rencillas y a todos ha invitado a rehacer sus vidas en paz con Dios y con sus no muy puntillosos habitantes. Nunca ha podido trazarse sus propios caminos porque su personalidad no es comparable a la de los pueblos líderes del rumbo: Zamora, La Piedad y La Barca, que le rodean en triángulo, pero no impide que lo crucen los que benefician a la comarca. Sin presumir de tradición, aunque la tenga, cede a La Piedad su Santo Cristo para quedarse con la Madre a quien profesa una cálida devoción que le permite darse el lujo de ser cada año pueblo en fiesta con novenario y feria. Sin poder crecer michoacano hacia el norte engendra un pueblo en tierras jaliscienses para que le cuide su Cerro Cabrero. Hacia el sur las lagunas le han impedido estrechar relaciones con Ecuandureo y 6


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Zamora pero las empieza a disecar para comunicarse, siempre está pendiente de las lomas de oriente por donde un día llegaron quienes transformaron su ser indígena en mestizo dándole nueva riqueza cultural y étnica, el poniente es para él tierra de promesa por sus grandes llanos que lo invitan a cumplir su vocación agrícola. Como muchos otros pueblos ha encontrado en Tanhuato un hermano y compañero de camino y florece entre ellos el indispensable antagonismo de los pueblos vecinos; entre los habitantes de ambos hay la convicción de que Tanhuato tiene la estabilidad y madurez que su antigüedad le piden mientras que a Yurécuaro se le permiten las inquietudes de la juventud inexperta, que se notan en el aspecto de pueblo tranquilo y solemne del primero y en lo inquieto y bullanguero del segundo que le hace estar constantemente remozándose y que deja al viajero la impresión de que se está continuamente construyendo para responder a la última moda. Del Yurécuaro aquí delineado se hablará en las siguientes páginas que no quieren exceder la medida de un pueblo modesto que al parecer ningún rastro ha dejado en historias y crónicas. Recogiendo amorosamente de distintas partes se ha logrado conformar, con la técnica del mosaico, algo que quiso ser retrato y a lo mejor resultó caricatura. Como se verá, algunos documentos fueron localizados en Sevilla, España, mientras que otros fueron salvados de la destrucción por la curiosidad y el cariño de quienes han querido salvar la tradición de los mayores. Hay en la gestación de este ensayo una presencia indispensable, la de don Ignacio Estrada Navarro, sin cuya crónica nunca hubiéramos tenido el valor de lanzarnos a la aventura, a él, que soñó en ser el cronista de Yurécuaro y quedó inédito, vaya el principal reconocimiento. Gentes entusiastas de Yurécuaro hicieron el resto, son algunas de ellas, seguros de omitir a muchos, Manuel González Mariscal, J. Jesús Alcalá Ruiz, J. Jesús Urbina López, Juan Torres López, Juan Miranda Aguayo, J. Guadalupe Delgado Villalobos, Victorino Villalobos Miranda, Josefina y Gerardo López Vega, J. Jesús López Escamilla, Ignacio Silva Padilla, Javier Ochoa Vaca, Joaquín Cárdenas, Antonio Chavolla Alvírez, Amelia Navarro Chavolla, familia Gil Salazar. Al señor cura José Olalde del Santuario del Señor de La Piedad y al padre Antonio Méndez, también mi reconocimiento. 7


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Agradecimiento al gobierno del Estado que preside don Carlos Torres Manzo y a su entusiasta coordinador del proyecto de Monografías Municipales, profesor Leopoldo Herrera Morales, por hacer posible la impresión de esta pequeña historia de Yurécuaro. La inspiración y la amigable compañía en las lides históricas del gran michoacano don Luis González se dejarán sentir a través de las páginas de este estudio, a él, amigo inestimable, y a quienes forman la Asociación Civil, del Centro de Estudios de la Revolución "Lázaro Cárdenas" de Jiquilpan, representados por Luis Prieto y Álvaro Ochoa en las molestias que pude haber causado, vaya mi agradecimiento por haberme dado cobijo como investigador de esa fundación.

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CAPÍTULO I YURÉCUARO DESDE DISTINTOS ÁNGULOS El Diccionario Porrúa1 ocupándose de este municipio y su cabecera informa lo siguiente: Yurécuaro, Michoacán, Municipio, extensión 221 kilómetros cuadrados, 17,363 habitantes. Al norte del Estado. Límites: Ecuandureo, La Piedad, Tanhuato y el Estado de Jalisco. Región fértil y bien regada. Produce maíz, trigo, garbanza, cacahuate, camote, alfalfa y frutales. Tiene ganado vacuno y caballar. Yurécuaro, Michoacán. Villa, cabecera del municipio del mismo nombre, 12,088 habitantes. En la margen izquierda del río Lerma donde se encuentra el límite con el Estado de Jalisco, a los 1,540 metros sobre el nivel del mar, en la desviación que parte de Vistahermosa de Negrete (kilómetro 45.5 de la carretera Zamora-La Barca) a Patti y que se une al camino La Piedad-ZapotlanejoGuadalajara. La cruza el ferrocarril México-Guadalajara, por medio de un ramal se une al sur con Zamora y Los Reyes. Clima templado con veranos cálidos y lluvias de junio a septiembre. Tiene ganadería. Produce maíz, trigo, frijol, garbanzo, jitomate, camote, cacahuate, naranja, melón y sandía. Datos suficientes para quien considere a Yurécuaro uno de los tantos lugares michoacanos, sin historia y sin futuro, en la frialdad de las cifras estáticas pues los datos se refieren al Censo de 1960.

Diccionario Porrúa, de historia, biografía y geografía de México (Cuarta edición corregida y aumentada), 2 tomos, México, ed. Porrúa, 1976. T. II. P. 2319. 1

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El Inspector Fiscal de la Secretaría de Hacienda, D. Pedro M. Llaca, llegó al final de los treinta a Yurécuaro tras un larguísimo recorrido por los municipios michoacanos recogiendo datos, que, en 1940, publicaría en un par de volúmenes sobre Michoacán. A Yurécuaro le dedicará 10 páginas de su segundo tomo que no dejan de traslucir la fatiga de quien está cansado después de un largo camino aunque su olfato de inspector le hizo adivinar las posibilidades económicas de la plaza de la cual decía lo siguiente: La Villa de Yurécuaro produce a primera vista la impresión de que está en ruinas o se está construyendo, pues en uno de esos dos estados se encuentra la mayoría de las casas de la población. Es uno de los lugares más tristes del Estado… aunque la principal fuente de vida en el Municipio es la agricultura, la producción no es abundante por la calidad mediana y mala de las tierras y la falta de riego… la ganadería, abundante en otro tiempo, ha disminuido considerablemente…2

De su visión pesimista desprende un análisis de la situación económica de la gente del lugar que daría un ingreso diario por persona de apenas cuatro centavos. Don Luis González, acucioso y sagaz investigador e historiador, autor de la Monografía de Zamora y de otras obras fundamentales para la historia del occidente de Michoacán, ocupándose de la fundación en Yurécuaro de la agencia del Banco de Zamora3 se detiene sobre Yurécuaro, dándonos una descripción de este pueblo, que revela una gran penetración en su personalidad, sintetizando su historia en la siguiente forma: Michoacán, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Dirección General de Inspección Fiscal. Estudios histórico-económico-fiscales sobre los estados de la República, 4 vols., México, 1940, v. 3, págs.. 791 y 795. 3 González, Luis, La Tierra donde estamos, 30 años del Banco de Zamora, México, 1971, p. 35. 2

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El Banco de Zamora empezó poniendo sucursales en las poblaciones más dinámicas. Después de Sahuayo, en Yurécuaro, al norte de la región, en un buen valle de tierra oscura regado por el Lerma. La ciudad de Yurécuaro parece hermana menor de Sahuayo. Como en ésta, se juntan los caserones descascarados del siglo XIX con edificios aerodinámicos de ahora. Se igualan en el bullicio callejero, pero Yurécuaro tiene tren y Sahuayo sólo camión. Yurécuaro está muy bien conectado. Ocho trenes de pasajeros y multitud de autobuses la tocan diariamente. El clima es templado con tendencias a lo caluroso. No es cada vez más cálido por la deforestación incesante, de hecho siempre tuvo pocos montes, su antigua veste era de mezquites y cactus. Antes de la llegada del tren, antes de 1888, fue una pequeña congregación de agricultores, pescadores y tejedores de petates. El Padre Torres, un insurgente piromaníaco, la entregó a las llamas… Agustín de Iturbide la escogió para acordar allí con Torcuato Trujillo4 el sostenimiento del Plan de Iguala. En 1831 fue elevada a cabecera municipal. Le dio alguna fama su poeta ciego Austasio Zepeda (1838-1896), pero su grandeza material se la debe a los ferrocarriles México-Guadalajara y Yurécuaro-Los Reyes. El rebullir de los viajeros con maletas, la llegada de nuevos vecinos, el silbato de los trenes, la convirtieron en Villa. A poco de haber sido declarada Villa se vio envuelta en el vendaval revolucionario. Ricos y de la medianía huyeron. En 1940 Yurécuaro aún daba la impresión de estar en ruinas… de entonces para acá se ha rehecho. A pesar de que no ha cesado la emigración, el desarrollo demográfico es cada vez mayor.

Yurécuaro cambia y crece sin prisas, y sin pausas. En 1970, en su reducido municipio de 195 kilómetros cuadrados alberga 20 mil habitantes, 102 por kilómetro cuadrado. De sus 6,800 hectáreas de riego, cinco mil son ejidales. Las cosechas se destinan a los mercados del Distrito Federal y los Estados Unidos. En orden de más o menos se producen legumbres, camote, sorgo, alpiste, cebada, papa y frutales. Otras ramas sobresalientes de la actividad económica son la Error corregido por su autor pues en realidad se trata de un episodio en el que intervienen Pedro Celestino Negrete y don José de la Cruz. 4

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engorda de puercos, la fabricación de rosarios, cajeta y hielo, las descremadoras y el comercio… Los poetas tienen otra visión de Yurécuaro como es natural, y el pueblo también los ha tenido aunque no sean de relumbrón nacional. Uno de ellos que llegó a ser conocido más allá de los límites municipales fue don Austasio Zepeda, originario de La Piedad y avecindado desde muy joven en este pueblo, le cantaba así: Aquí en las riberas del Lerma onduloso, que corre en un lecho de gala y verdor, un pueblo se eleva: Yurécuaro hermoso, se arrulla entre flores con cantos de amor. Su sol es ardiente, sus tardes son bellas, los cielos se visten de rico tisú, sus noches le envuelven con manto de estrellas, que trémulas vierten su nítida luz. No tiene palacios de grandes señores, que hicieran el lujo aquí desplegar, mas tiene sus campos, sus aves, sus flores, que aspecto risueño en cambio le dan. Bajo un horizonte de azul transparente, suntuoso su templo se mira lucir, su torre encarnada descuella imponente, parece en las nubes su cruz confundir…5 Otro poeta, éste sí oriundo de Yurécuaro pero ausente de él desde muy joven, el presbítero José Bárcena, evoca en el recuerdo a su pueblo y se ilusiona con el regreso: Circula en copias mecanográficas entre personas de Yurécuaro. El autor posee una copia completa de este poema. 5

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Yo nunca te he olvidado, querido pueblo mío, que encierras de mis padres el apacible hogar, tu rojo campanario, tu alegre caserío, tus fértiles praderas, tu majestuoso río, mil veces han venido mis sueños a turbar…6 El cronista inédito, Don Ignacio Estrada Navarro, quien elaboró una historia del pueblo en la ilusión de guiar a sus paisanos al aprecio de su tierra, también nos dejó una visión muy suya de Yurécuaro. Fue don Nacho persona imprescindible en la vida pública de Yurécuaro de casi toda la primera parte de este siglo y ocupó los puestos de subprefecto, presidente municipal, secretario, síndico, munícipe e indispensable en los aconteceres del pueblo. Sus apuntes los titula Historia de Yurécuaro, desde su fundación hasta la actualidad. Acción espontánea y sentimental… experimento estadístico de la Municipalidad de Yurécuaro del Estado de Michoacán de Ocampo 1942.7 De esa crónica inédita que rebosa amor a Yurécuaro, entresacamos las muy particulares grandezas que Estrada le encontraba a su terruño que él conoció como ninguno y cuya importancia le es incuestionable al grado de ponerse a escribir su historia: …con el objeto de dejar un recuerdo perpetuo a los hijos y vecinos de esta Ciudad para que se impongan y vean con detenimiento e interés lo que fue, lo que es y lo que le espera en el futuro a nuestra tierra natal que está llamada a la prosperidad y al progreso, toda vez que es punto enteramente estratégico para toda clase de empresas que se promuevan y hasta para el ejército en tiempo de guerra, y como Bárcena A., José, Flores de mi senda, Yurécuaro, 1924. Colección de poesías inéditas que posee en copia mecanográfica don Manuel González Mariscal de la que el autor sacó un tanto. Fallecido el 6 de junio de 1978. 7 Copias mecanográficas en poder de distintas personas. El autor tomó de un texto que poseyó don Manuel González Mariscal y que se ha extraviado. Las citas referidas a la copia del autor en 53 páginas. 6

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prueba de alta estima y ventajas, tenemos la configuración del río de Lerma que forma una herradura y que al encontrar sus dos extremidades con la vía férrea del Ferrocarril Nacional, ¿qué salida les queda a algunos malhechores que penetran a la población? Inconcusamente ninguna. Y así sucesivamente hay diversidad de ventajas, por eso es que esta población en vez de experimentar los rudos reveses de la revolución, ha prosperado comercialmente, como una población…

Michoacán en marcha decía de Yurécuaro, por 1955, muchas cosas que animaban a sus habitantes; la difusora zamorana XEZM trasmitía por esos años un programa así titulado que dedicaba por turno a los distintos pueblos de la región, el 10 de junio de ese año describía a esta población en la siguiente forma: Era Yurécuaro un pueblo como tantos otros, de muy escasos recursos tantos agrícolas como industriales y comerciales. Las tierras de regadío propiamente del pueblo, eran pocas. Las aguas de los nacimientos de la Alberca de donde se irrigaban, eran motivo de una continua y constante disputa con otros pueblos. Tal parecía que Yurécuaro seguiría indefinidamente en esa vida de estancamiento y pobreza y sin esperanza de poner fin a luchas estériles para conseguir agua para sus campos. Mas vinieron otros tiempos, nuevos hombres que encontraron generosa hospitalidad en el pueblo y que aunando sus esfuerzos, sus ansias de progreso y de trabajo, hicieron posible que un día el gobierno, con la cooperación de los agricultores, construyeran el gran canal derivado del río Lerma que constituye actualmente el nervio vital de prosperidad agrícola de la región… La región desde entonces se convirtió en un hormiguero humano de trabajo: nuevos canales secundarios de riego, nuevos caminos, nuevas tierras abiertas al cultivo, puentes, bordos, compuertas, y, en fin, todo ese conjunto de cosas que representan el trabajo, el sacrificio y constancia de un pueblo que se esfuerza por conseguir una vida mejor y un grado mayor de adelanto. La recompensa no se hizo esperar, los productos agrícolas del primer año de cultivos ascendió a muchos miles de pesos, superándose la producción año 14


YURÉCUARO con año. Es muy satisfactorio ver cómo actualmente se cosechan miles de toneladas de cebolla, camote, maíz, trigo, alpiste y toda clase de legumbres. La plantación de árboles frutales, principalmente el naranjo, se ha incrementado y la cosecha de esa fruta es considerable. El cultivo de la caña de azúcar está llenando la demanda de muchas poblaciones vecinas (caña de comer). Las siembras de alfalfa para forrajes de cerdos y ganado vacuno es un renglón importante de los agricultores y ejidatarios, estimulando la industria lechera y la crianza y cebadero de cerdos en regular escala. Ya se adivina lo que será en un futuro próximo esta rica zona del valle de Yurécuaro que fecunda el magnífico río Lerma pues puede considerarse que empieza el proceso de la fuerza productora de la región".8

Don Manuel González Mariscal escribiendo en "Provincia", periódico local que este inquieto zamorano dirigía en 1953, nos daba un enfoque psicosocial de la comunidad. Su asimilación a Yurécuaro empieza por los tempranos treintas en que llega para quedarse desempeñando labores de impresor, animador cultural, secretario del Ayuntamiento y hombre creativo. Don Manuel nos relata entre líneas sus propias experiencias y nos hace caer en la cuenta del origen cosmopolita que caracteriza al Yurécuaro de nuestros días, desde su ángulo nos dice: Sus moradores son sencillos y francos, gente dispuesta a la amistad, característica que le ha dado su población heterogénea venida de distintos rumbos de Michoacán y de Jalisco, siendo la mayor afluencia en la época de la revolución de 1927. Sucedió que el gobierno desalojó de las rancherías de la región de Los Altos los pequeños núcleos de población para evitar levantamientos y que los revolucionarios no tuvieran lugar de aprovisionamiento. En esa época la población aumentó de siete a diez mil habitantes. Al volver el orden y la tranquilidad a los ranchos muchos de los emigrados ya

XEZM, Archivo, Zamora, Mich. Programa "Michoacán en Marcha", síntesis del dossier con lo relativo a Yurécuaro en posesión del autor. 8

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"habían echado profundas raíces" en Yurécuaro y permanecieron allí hasta nuestros días.9

Yurécuaro se llama así por su río que es el Lerma-Santiago o Tololotlán de los aztecas. De él nos dice don Francisco Plancarte y Navarrete que los antiguos tenochcas lo conocían como el Chicnahuapan o río del Mictlán, el infierno de su mitología. Se origina de los deshielos del Nevado de Toluca que causan los manantiales de las faldas de esa montaña cuyas aguas forman la laguna de Lerma que ha dado el nombre con que se conoce el río de Yurécuaro. Desde su nacimiento en el Estado de México viene siempre engrosando su caudal en el correr por los límites de los Estados de Michoacán, Guanajuato y Jalisco y pasando Yurécuaro, antes de desembocar en la Laguna de Chapala, recibe, por desviación artificial de su cauce, las aguas del Duero y el Celio que vienen del rumbo de Carapan y Jacona.10 A pesar de las distintas interpretaciones de la palabra purépecha Yurécuaro, ninguna se aleja de la idea de río. Nicolás León la interpreta como lugar del río,11 mientras que Cecilio A. Robelo dice que significa en el río equivaliendo a la palabra nahuatl Atoyac. Otra interpretación sería lugar junto al río. Robelo se opone muy particularmente a esta última pues debería llamarse, para tener esa traducción castellana, Yorecuaro Hamacuhtini o literalmente ribera de río que equivale a la voz nahuatl Atoyatenco.12 Por nuestra parte podríamos sugerir también el de lugar de la creciente tomando el locativo Ro y la palabra Yorecua que significa en el idioma purépecha, como se habla en la sierra, esa avenida de agua que causa el excesivo llover cuando se concentra en las barrancas y se Ibídem. Plancarte y Navarrete, Francisco. Prehistoria de México, Tlalpan, 1923, p. 23. 11 León, Nicolás. Etimología de algunos nombres tarascos de los pueblos de Michoacán y otros estados, apud. Anales del Museo Michoacano, Morelia, 1888, p. 27. 12 Robelo, Cecilio A., Toponimia tarasco-hispano-nahua, apud Basalenque, Diego, Arte de la lengua tarasca. Morelia, 1962, p. 181. 9

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le da la voz castellana de creciente, avalancha que arrastra y destruye haciendo de la plácida corriente de diario una fuerza destructora. El río de Yurécuaro, tranquilo en "las secas" por su disminuido caudal, se vuelve amenazante en "las aguas" cuando recoge enormes cantidades del agua de las tormentas que multitud de arroyos depositan en su cauce que estrechándose en las inmediaciones del pueblo traerán destrucción a las riberas cultivadas aunque no al pueblo que se construyó en previsión ocupando la parte alta de una loma. En el mismo Estado de Michoacán hay noticia de otra localidad con el mismo nombre de Yurécuaro, el que nos ocupa ha sido conocido como Santa María Yurécuaro, Yurécuaro el grande, o simplemente Yurécuaro; el homónimo pertenece a la municipalidad de Maravatío y está situado al noreste del Estado mientras que el que nos ocupará cae hacia el noroeste. En lo geográfico se caracteriza Yurécuaro por estar situado a 1,540 metros sobre el nivel del mar, quedarle Greenwich a 102 grados 16' al este y estar a los 20 grados y otros tantos minutos de latitud norte. Todo ello hace que su temperatura media fluctúe entre los 21.6 y los 24 grados centígrados, con extremas que han ido a los 42.9 y han bajado a 0.7. Es zona que sufre heladas en los meses de enero y febrero, regularmente, y excepcionalmente en diciembre y marzo, siendo el lapso normal sin heladas de 291 días al año.13 El valle de Yurécuaro que constituye la parte poniente del municipio a partir de la cabecera, trazando imaginariamente una línea que fuera de norte a sur, tiene en predominancia el suelo de tipo vertisol con las especificaciones del pélico y crómico. En la parte oriental, aunque las tierras son también del mismo tipo, la gran cantidad de piedras y gravas que dificultan el cultivo mecánico y la elevación que impide el riego, hacen la gran diferencia en cuanto a riqueza agrícola. En la parte central hacia la Buenahuerta y el Foglio Miramontes, Fernando, Geografía económico agrícola del Estado de Michoacán, 4 tomos, México, 1936, v. I, pp. 108 y 116. 13

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Tequesquite el tipo que predomina, en los suelos, es el Phaeozem háplico, quedando para el extremo sur, más allá del Tequesquite, el tipo Solonchak. En la mayor parte del valle y en gran medida al sur, hay gran cantidad de salinidad y composición sódica, siendo la textura del suelo de tipo fino.14 En las cartas topográficas de CETENAL, elaboradas a partir de fotografías aéreas tomadas en enero de 1971, se coloca a Yurécuaro al comenzar de un gran valle de tierras de cultivo, rodeado por la parte oriental y septentrional de lomeríos llenos de chaparrales, en el centro el pueblo con su caserío y sus huertas y al sur grandes extensiones de lagunas y pantanos. Regadas en toda la superficie existen presas como la de Roldán y el Talayote cerca de Mirandillas y el Camiche, la de la Manga junto a La Joya, y la presa del Refugio junto a la ranchería de ese nombre. De notable importancia en el municipio es La Alberca, de donde se desprende el arroyo de La Alberca que en jurisdicción de Tanhuato se convierte en el río de Las Nutrias, este caudal de agua que procede de nacimiento es único; las presas mencionadas son artificiales y se deben a la necesidad de concentrar recursos hídricos en zonas desprovistas, aprovechándose para pequeño regadío y como abrevaderos de ganado y en algunos casos, lamentablemente, para la gente de los ranchos vecinos. Las lagunas de Tierra y la Honda, en vecindad del Tequesquite, la laguna de la Carretilla, la del Vallado de las Popochas y la laguna de los Patos son almacenes naturales del tiempo de lluvias que van lentamente desapareciendo ante la creciente ampliación de las tierras de cultivo. Existen en el municipio algunos arroyos que aparecen y desaparecen con el temporal de aguas: El arroyo de la Soledad que alimenta la antigua ciénega del Salitre o Torreño y recoge las aguas de la vertiente occidental del cerro de Cujuarato; el arroyo de Mares que, bajando de las faldas del mismo cerro, alimenta la presa del Refugio, hacia la parte sur del Cujuarato encontramos el arroyo Central que alimenta la presa de la Manga. CETENAL (Comisión de Estudios del Territorio Nacional), La Piedad de Cabadas, f-13-d-79, Cartas uso del suelo, edafológica, uso potencial topográfica, geológica. México, 1973-74. 14

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Las montañas o elevaciones a que ya hemos hecho alguna alusión y que marcan el paisaje no se encuentran dentro de los límites municipales, así el Cujuarato con 2,450 metros es el cerro grande del contorno en cuyas faldas poniente y sur se encuentran los ranchos de Mirandillas, el Camiche y La Joya; frente al pueblo, a la otra parte del río, en territorio del Estado de Jalisco, se encuentra el Cerro Cabrero con una elevación de 2,100 metros que siempre ha sido considerado como el cerro de Yurécuaro. Lo que cae dentro del municipio apenas merece el nombre de lomerío, así el cerro de Doña Ana cerca de Monteleón, el de la Lagunilla junto al Refugio, el del Mogote Alto cerca del Cerro Blanco, las lomas del Cuatro y La Cantera. Hay que agregar a los nombres antes indicados, y que registran las cartas de CETENAL, los conocidos por la gente tratándose a veces del mismo cerro o loma ya descrito pero que les da un sabor más personal, así por el oriente se habla de la loma de la Cuesta, el cerrito de la Soledad y el cerro Colorado. La comunicación entre el valle de Yurécuaro y la laguna del Colesio, en la parte sur, se logra a través de un cañón que corre entre el cerro de la ceniza y el Picachos, mientras que hacia la parte suroeste domina el Cerro Prieto ya en jurisdicción de Tanhuato. Y ya que Yurécuaro se apropia el Cabrero hay que distinguir en su mole el Siquinda, Puente del Aire, Cabeza del Novillo y tirando hacia el occidente los de Santa Rita, Aguacaliente y Margaritas. Los suelos de Yurécuaro se componen de terrenos cuaternarios, advertía desde el siglo pasado el sabio hijo del pueblo D. Ramón Sánchez, que se asocia a los de la Ciénega de Chapala y a los del valle de Zamora. Señalaba que por las paredes del río Lerma el que se fijara notaría que en épocas muy antiguas estuvo todo esto invadido por las aguas del lago de Chapala,

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antes de que rompiera salida hacia el occidente a través del río de Santiago.15 La carta geológica de CETENAL16 indica la presencia, en el valle de Yurécuaro, de suelo aluvial mientras que en la región oriental señala rocas basálticas. Correspondería a la parte central del municipio, coincidiendo con el asentamiento de la Villa, areniscas. Atendidas tan sabias opiniones parecería inoportuno seguir con el viejo problema de si esto pertenece al Bajío a la Ciénega, pero las características humanas y culturales siguen ligando a Yurécuaro a una parte y a otra. El recurso al especialista, en este caso Bernardo García Martínez, nos orienta en la forma siguiente: El Bajío es la extensa llanura aluvial que forma el Lerma desde que sale del Valle de Toluca hasta que baja a una altura de 1,700 metros en las inmediaciones de La Piedad. En rigor, el nombre se debe aplicar sólo a las tierras que están al norte del río… hay quienes llaman Bajío a parte de la llanura que se extiende a ambos lados del Lerma más debajo de los 1,700 metros. Los límites por ese lado no son muy precisos. Según el gusto, el Bajío puede hacerse llegar, sin mucha violencia, hasta la ribera occidental del lago de Chapala. 17

Empieza a contemplarse la posibilidad de situarlo en el llamado Bajío Zamorano conectándose el valle de Yurécuaro con el de Colesio, actualmente en plan de desecación, lo que nos daría una unidad geográfica que robustezca la cultura de toda la parte del occidente norte de Michoacán. Hay diversidad de cálculos sobre la superficie del municipio, la fluctuación va de los 195 kilómetros cuadrados a los 250. Cualquiera sea ésta, resulta Yurécuaro uno de los municipios con mayor densidad de población por kilómetro cuadrado. Don Ignacio Estrada indicaba como longitud de oriente a occidente 23 kilómetros mientras que la anchura de norte a sur sería de 12.737 resultando para él una Sánchez, Ramón, Bosquejo estadístico e histórico del Distrito de Jiquilpan de Juárez, Morelia, 1896, p. 35. 16 CETENAL, o. c. 17 García Martínez, Bernardo, Consideraciones corográficas, apud Historia General de México, El Colegio de México, t. I, p. 36-37. 15

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superficie de 239.119 kilómetros cuadrados. La municipalidad de Yurécuaro es sólo parte de un valle que tiene 46 kilómetros de oriente a poniente, en tierras tanto de Michoacán como de Jalisco actualmente en proceso de rehabilitación para el riego por parte de la SARH, y 60 kilómetros de largo a partir de las márgenes del Lerma y en dirección norte-sur. Un viajero que caminando de La Piedad a esta población —escribía Don Ignacio Estrada— desciende por la cuesta llamada de Yurécuaro, verá desplegarse ante sus ojos un magnífico panorama: En primer término la pequeña laguna del Nacimiento, a la izquierda las vastas sementeras de trigo de Monteleón, al frente surgen con sus templos y caseríos Yurécuaro y Tanhuato; siguen después las opulentas haciendas de Buenavista, el Molino y el pueblo de Vista Hermosa de Negrete. Sigue destacándose a las orillas del Lerma la ciudad de La Barca, cabecera del tercer cantón de Jalisco, y en lontananza se percibe, en la abertura del valle, el hermoso lago de Chapala.18

Los usos del suelo que la comunidad yurecuarense hace, van principalmente hacia la agricultura pues cuenta con riego permanente para buena parte de sus tierras occidentales; hacia el oriente, en la parte elevada del municipio, se beneficia agricultura de temporal, teniéndose también pastizales, matorrales espinosos, tulares y carrizales que fueron muy abundantes en otras épocas constituyendo uno de los oficios de la comunidad la elaboración de petates y sillas. El clima de Yurécuaro se ha clasificado como "templado, subhúmedo, mesotermo con lluvia deficiente en invierno y con 25 a 34% de eficiencia térmica en verano".19 El mapa forestal resultante de su clima y su altitud le da una prevalencia de mezquitales y robledales, éstos ya desaparecidos, seguidos de huizachales, casahuatales, con abundante uña de gato, tepame, casirpe, palo dulce, palo amarillo, jarales y chupires. En las márgenes del río se encontrarán magníficos 18 19

Estrada, Ignacio, o. c., p. 43, en adelante HIE. Foglio Miramontes, 1, c. 21


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ejemplares de sabinos y sauces. Quizá no hay nada tan típico de Yurécuaro como los mezquites y guamúchiles, apreciados ambos por lo popular de sus frutos y el aprovechamiento de la madera y goma del primero, con propiedades medicinales según dicen, y de la corteza del segundo que ayuda en la curtimbre de pieles. Los frutales son abundantes y variados en las huertas de la cabecera municipal predominando los cítricos: naranja, limón, toronja, sidra, lima, mandarina, naranja-lima. Siguen en importancia los granados, mangos criollos —de magnífica calidad—, variedad de guayabas, chirimoyas, membrillos, duraznos, aguacates, dátiles, uvas, papayas y otras. La diversidad de plantas medicinales hacía personaje indispensable del Yurécuaro tradicional al médico yerbero que vendía por las calles las distintas plantas medicinales ofreciendo curar con ellas todos los males de la humanidad. Muchas de las yerbas que fueron la medicina de generaciones pasadas son ya desconocidas para la mayoría de la gente, los jóvenes tienen cada día menos contacto con la naturaleza. Entre las medicinas caseras se usan y recomiendan la yerba del arlomo para los piquetes infecciosos de ese animal, cuya eficacia depende de mezclar hembra y macho. Se conoce de antiguo la ruda, la mejorana, el estafiate, la yerbabuena y la malva, la de la juana para curar heridas, la sangre de dragón para curar las enfermedades de los ojos en los animales, la yerba del aíto que se recomienda para los desmanes en la comida, la aceitilla, favorita en el té mañanero de la población madrugadora, la pionia y la manzanilla, la pasiflorina tan de moda en estos tiempos y otras muchas. Muy ligadas a las plantas medicinales son aquellas de ornato de enorme abundancia en los jardines del pueblo y en el gran número de macetas que toda casa de Yurécuaro tiene en sus pasillos. De las flores silvestres de la región dejemos a la inspiración de don Ignacio Estrada ilustrarnos: Entre las flores silvestres pueden admirarse por la gallardía de sus corolas, el cacomite, la charahuesca, que educada en Europa se 22


YURÉCUARO transformó en la hermosa dalia aunque inodora. El zempoaxochitl… las amapolas de color purpúreo, las llamadas estrellas de San Nicolás que bordan el césped cuando en el estío las praderas parecen verdaderos cielos esmeralda. La tempranilla o flores de mayo que tan presto aparecen con los primeros aguaceros como desaparecen, para no volverse a abrir sino hasta el siguiente año y que con su efímera duración semejan a las ilusiones de la juventud. Las sensitivas, tan tímidas y susceptibles al tocarse, fieles amigas de los escombros, dan lucidez al encumbrarse sus guías llenas de follaje y florecer de azul y rojo, y sobre todo las perfumadas rosas de San Juan que extraída su esencia puede proporcionar un delicado perfume para el tocador de las damas.20

La gran variedad de pájaros da a nuestro cronista igual oportunidad de derrochar imágenes: Y ya en los bosques o en los campos pasean en el aire a grandes bandadas multitud de pájaros de plumaje y canto: en los de plumaje sobresale como flor voladora el colibrí de alas tornasoladas, el coa de plumas tricolores por lo que se le llama el pabellón mexicano; la guacamaya que con su verde traje viene a visitarnos de las serranías del Estado; la calandria de alas salpicadas de negro; los gorriones azules y rojos que revolotean con profusión entre las copas de los árboles; los mulatos y los cenzontles igualmente todos con sus cantos melodiosos y divinos que dejan atónitos a los hortelanos donde hay árboles corpulentos y frondosos; el huitlacoche con sus trinos melodiosos como profeta de huracanes; el madrugador que siendo una de las aves que abundan en Michoacán, aunque con monótonos cantos mucho se anticipa a presagiar la venida de la alborada; el saltapared que brincando de la tapia del sembrado al alto campanario, forma una especie de escalas cromáticas con sus blandos conciertos, pareciendo que está destinado a cantar mientras oran los creyentes bajo las bóvedas del santuario. Y como dominando suele aparecer el cenzontle, al que podría denominarse el rey gris de nuestras aves de canto porque tiene la gracia de imitar el canto de sus compañeros y de otros animales y 20

HIE, pp. 45-46. 23


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entonando dulcísimas arias y, cuando se le enseña en casa de pequeño, es un ave viva y feliz de memoria. Los cenzontles de este municipio y los del plan de Yurécuaro son de alto y distinguido prestigio. Palomas turquesas y habaneras hay muy pocas en esta cabecera, pero en cambio en los campos del municipio y principalmente en las orillas del Lerma son numerosas las torcaces de melancólico canto. Y en la soledad de las selvas se escuchan con frecuencia las tórtolas doloridas y las llamadas toritos por semejarse su arrullo al lejano bramido de un toro. Aquéllas y éstas forman contraste en lo desgarrador de sus acentos con la alegre algarabía de multitud de pajarillos que en la puesta del sol van a anidarse entre la selva". 21

De los manantiales que hay en el municipio es necesario volver a ocuparse para completar la descripción hídrica y así, aunque Yurécuaro es su río y de él dependen las obras ingentes de irrigación a partir de la presa del Mezquite, existen fuentes y manantiales en la población que el ingeniero Foglio Miramontes reducía a seis: La de la Buenahuerta, de La Joya, de La Alberca o las Nutrias, la de Mirandillas, la del Camiche y la del Refugio.22 Don Ignacio Estrada eleva a catorce el número de manantiales: Tres impropiamente llamadas albercas, del Nacimiento, de las Nutrias y Verde que están en la hacienda de Monteleón. Tres a inmediaciones de esta población siendo dos de aguas termales… tres en el rancho de la Buenahuerta de los cuales uno es termal con agua azufrosa propia para curar el reumatismo; tres más en la hacienda referida de Monteleón llevando uno el nombre de ojo de agua del Camichín, otro el del Palo Dulce y otro el Seco. Uno en la hacienda de Mirandillas y otro en el rancho de la Joya.23

Las cartas de CETENAL nos hablan del aprovisionamiento de aguas en los centros habitados del municipio en la siguiente forma: HIE, pp. 46-47. Foglio Miramontes, o. c. p. 169. 23 HIE, p. 53. 21

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Yurécuaro, 20,000 habitantes, abastecimiento de agua de pozo, depósito elevado, tubería. El Tequesquite, 543 habitantes, agua de presa traída a hombro o utilizando animales. San Antonio, 24 habitantes, agua de pozo utilizando transporte humano. Cerro Colorado (El Cerrito, 258 habitantes, agua de pozo utilizando transporte humano o animal). La Joya, 712 habitantes, manantial utilizando transporte humano. El Camiche, 480 habitantes, posee manantial pero se necesita transportar a hombro el agua. Mirandillas, 1,000 habitantes, con la misma fuente de abastecimiento que el anterior y necesidad de transporte humano. Cerro Blanco, 390 habitantes, se provee de agua en el río y tiene que trasladarla a hombro o en animales. Emiliano Zapata, 176 habitantes, posee pozo pero el transporte a las casas es a hombro. El Refugio, 508 habitantes, en las mismas condiciones que el anterior. La Alberca, 8 habitantes, manantial y utilización de transporte humano. Arjona, 48 habitantes, transporta del río el agua de su aprovisionamiento, lo mismo que La Longaniza que cuenta con 25 habitantes.24 Perforación reciente de pozos artesianos en la Villa van haciendo olvidar las viejas norias que abastecieron de agua durante siglos. Una de estas perforaciones, la del Pozo Verde proporcionó casi a ras un caudal abundante de buenas aguas termales en condiciones favorables de potabilidad. Durante muchos años el agua de beber se llevaba en cántaros que se ofrecían por el pueblo de casa en casa, yendo el aguador con su hato de bestias por las calles y cargando en 24

CETENAL, o. c. 25


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los nacimientos escasos de la orilla del río; de fechas recientes es el guayinero que se abastece en el pozo artesiano de San José, Jalisco. La pesca constituye renglón más importante que la caza en Yurécuaro. En los pleitos entre vecinos con los de Tanhuato los yurecuarenses recibían el mote de carperos y respondían con el de caleros por las tradicionales ocupaciones de sus habitantes. Importante, desde el tiempo de la colonia, ha sido la pesca en el río, del bagre, el chuime y la carpa; la abundancia de pesca en las lagunas y presas daba para el gasto y abría posibilidades de surtir los mercados serranos con las "carpas tatemadas" de estos rumbos. La caza, que aquí ha sido opacada por la pesca, dispone en abundancia de güilotas, patos, liebres, unos pocos venados y otras especies. Los animales silvestres han ido disminuyendo ante la invasión intolerante del hombre y así aunque todavía se sabe en Yurécuaro qué es un coyote, un gato montés, una onza, un tlacuache, una ardilla o un armadillo, pocos son los que los han visto en libertad. Víboras de cascabel, hocicos de puerco, coralillas, tiricuates o limpia campos, culebras de agua se alimentan de tuzas y ratones. Las ratas son las únicas que van ganando terreno y han llegado a ser una de las plagas más importantes de los cultivos, si no mencionamos las microbianas o las bandadas de tordos que mantienen tradicional hostilidad a los agricultores del valle sobre todo en tiempo de las cosechas del milo, trigo y maíz. Cada día son más escasos los sitos, las garzas, las gallaretas, los zopilotes y muy rara vez se ven ya gavilanes o aguilillas. Los recursos minerales, si es que los hay de alguna importancia, son casi desconocidos y por tanto inexplotados. Desde tiempo inmemorial se ha beneficiado el salitre, la sosa y la cal de los yacimientos situados hacia la parte sur del municipio muy cerca del rancho del Tequesquite y en algún otro sitio. Se dispone para la construcción, de arena, grava y cantera; la primera, extraída del río en las secas, es de magnífica calidad no 26


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siendo de la misma la cantera. De Yurécuaro, hasta mediados del presente siglo, fue la construcción de casas de adobe con techos de teja que ha venido siendo reemplazado por el cemento, el tabique y el hierro. Hasta tiempos muy recientes se ha generalizado el uso del petróleo y del gas que han podido salvar los últimos bosques de tepame, cazahuate, palo dulce, casirpe y otros, que se utilizaban para cocinar los alimentos. A principios de siglo se llegó a producir una explotación devastadora con la venta de grandes volúmenes de leña que consumían los ferrocarriles y las máquinas de vapor de la incipiente industria. Ha perdido importancia la cría doméstica de gallinas que antes eran la alcancía de las amas de casa, el "güevero" recorría el pueblo adelantando dinero a cuenta de la postura que recogía en el día convenido en canastas de carrizo pendientes de la silla de su cabalgadura mientras anotaba en su libreta lo abonado, advertía de lo pendiente y se enteraba de los chismes del vecindario. La noticia de rebaños de cabras, de grandes cantidades de ganado vacuno, caballar o mular se ha casi olvidado en Yurécuaro después de los percances del "rifle sanitario" allá por los cuarenta y ante el auge de la agricultura y la mayor efectividad de los tractores y vehículos de gasolina. La especie porcina, sin embargo, ha prosperado como nunca dando importantes ingresos económicos al municipio aunque no muy buenos olores al pueblo. Y por tratarse de Yurécuaro, valga rematar con el río este capítulo de presentación pues corre durante 19 kilómetros por tierras de su municipio y es la llave de la prosperidad de su agricultura, que además de beneficiar con la pesca le sirve de frontera política con Jalisco y da nombre al pueblo; los rápidos impiden hacer del Lerma un río navegable en la jurisdicción yurecuarense, aunque desde hace mucho la canoa fue indispensable para comunicar ambas márgenes. El río enlaza a Yurécuaro con La Piedad por el oriente y con La Barca por el occidente, estos colindantes están demasiado distantes como para una relación estrecha, que como ya dijimos Yurécuaro la ha construido con Tanhuato, el viejo San Pedro Tanguenguato de siglos pasados, sus familias se han emparentado desde siempre pero nunca han perdido su diferenciación que los personaliza. 27


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CAPÍTULO II PRIMEROS PASOS EN LA HISTORIA La antigüedad del asentamiento humano, según la manera moderna de hablar, es difícil fijarla al no haberse hecho exploraciones arqueológicas ni estudios que precisen a qué época pertenecen los vestigios que han sobrevivido. Parece tratarse de una zona importante a juzgar por los cacharros que se han encontrado en distintos rumbos del área yurecuarense. Hubo población en el rumbo antes de la conquista española pero no sabemos qué radio ocupaba, qué tan abundante fue, cuándo llegó y cómo ocupó estos lugares o quién la formaba. Estamos completamente a obscuras. De entre los sitios que conocemos, el llamado de los Tres Cerritos, en las vecindades del potrero del Cuatro, ofrece un área amplia de restos superficiales y hay noticia de "escarbaciones" en busca de tesoros ocultos, el fácil acceso por la vía del tren no le permite defenderse. En la parte nororiental, de uno y otro lado del río, se han encontrado vasijas y tepalcates pero no ha habido curiosidad en coleccionarlos ni capacidad para analizarlos. Con la apertura de los canales del moderno sistema de riego se sabe de multitud de restos arqueológicos descubiertos que al parecer ni fueron reportados al INAH, ni quedaron en el pueblo para futuro estudio y sí salieron en gran cantidad para formar colecciones de particulares o ser vendidas ignorándose su paradero, además de haberse perdido todo dato del lugar donde fueron encontradas o su descripción. La mentalidad popular de asociar con los restos arqueológicos la existencia de tesoros o la misma comercialización de las piezas, ha causado aquí como en otras partes, verdaderos destrozos en las zonas arqueológicas. Algunas personas de la localidad, sin embargo, han tenido cuidado de salvar algunas piezas que podrían permitir ir dando respuesta al cuándo y el cómo de la primera población de Yurécuaro. 28


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Los entierros del Tequesquite, de que nos habla don Ignacio Estrada en su historia, parecen ser la noticia mejor conservada de objetos prehispánicos encontrados en el municipio; por el interés que tiene y con la intención de hacer caer en la cuenta de la importancia que tiene salvar tales informaciones que permitan ahondar en el pasado de este pueblo y queriendo disuadir de mayores destrozos arqueológicos hechos por ignorantes, la transcribimos: En 1881 en la hacienda del Tequesquite perseguía un aldeano un reptil que se ocultaba en una abra del suelo y por sacar el reptil de su escondite se encontró un cadáver; con el deseo de encontrar algunas alhajas de oro hizo que las excavaciones continuaran y en vez del precioso metal se descubrieron cuarenta cadáveres en diversas posiciones, cada uno tenía en la espalda sus armas de obsidiana y en la cabeza una alacena de trastes de barro perfectamente labrados… los que más llamaron la atención (entre los objetos que se encontraron) fueron tres piedras que contenían bajo relieves: La primera un sol… la segunda un jeroglífico en forma de caracol… en la otra una cruz… Se encontró así mismo una flauta de barro formada de dos esferitas cóncavas que enlaza el cuerpo de una serpiente con escamas dibujadas de un exquisito esmero; este instrumento músico tocado por el hocico de la serpiente produce voces dulces y melodiosas…25

No existiendo ya la posibilidad de poder examinar los objetos, que pudieron haberse conservado si hubiera habido quien guiara sobre su importancia, quede la noticia para que no se destruya o disperse lo que en manos del especialista puede ser de gran interés sobre la antigüedad del primitivo Yurécuaro. Bajo los Uacúscecha, o grupo conquistador que organizará el Estado michoacano antes de la llegada de los españoles, de cuya expansión guerrera nos habla "La 25

HIE, 4 y 5. 29


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Relación de Michoacán", sabemos de la ocupación de Yurécuaro por los purépecha, primera noticia que hace entrar al pueblo en la historia. A principios del siglo XV Tariácuri consolida la hegemonía de su grupo heredando a su hijo Hiquíngare y sus sobrinos Iripan y Tangaxoan la misión conquistadora que según su mitología les había señalado su dios Curicaueri. En la larga lista de pueblos conquistados por los Uacúsecha y sus aliados, que nos hablan de la fulminante expansión del imperio purépecha, encontramos a Yurécuaro,26 y aunque podría tratarse de su homónimo nororiental vecino a Maravatío, la asociación con otros lugares del occidente nos dan seguridad de que se trata del nuestro. Ellos son Camuqua Hoato y Sirándaro, el primero podría ser el moderno Camucuato vecino de Ixtlán y el segundo identificarse con el de Tziróndaro, nombre primitivo del lugar que ocupará la villa de Zamora.27 De la misma Relación sabemos que los purépecha iban poniendo caciques en los lugares conquistados que iniciarán un proceso de aculturación, que nos dará el Yurécuaro de la colonia que se identificaba como pueblo purépecha, aunque no haya sido ese su origen antes de estas fechas.28 Guanax, primer yurecuarense que nos es conocido fue testigo de la ejecución del Cazonci por Nuño de Guzmán y el siguiente eslabón con que engarza la historia del pueblo. Aunque el nombre de este personaje es perfectamente purépecha, significando según el Padre Gilberti, Rana,29 por la información que él nos dejó la población no poseía como lengua propia el tarasco. Bravo Ugarte, especulando sobre cuál haya sido la

Relación de las ceremonias y ritos y población y gobierno de los indios de la provincia de Michoacán (1541), México, Balsal, 1977, p. 154. 27 González, Luis, Zamora, 1978. (Gobierno del Estado de Michoacán), p. 27. 28 Relación… p. 153. 29 Gilberti, Maturino, Diccionario de la lengua tarasca o de Michoacán, (Guadalajara, Jal.) 9 colección siglo XVI (1962), p. 457: Rana, quanas. 26

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lengua original del grupo, se decide en llamarlo teco que nos deja por averiguar si se trata de cultura cuitlateca, nahuatl u otra.30 El relato que nos ha quedado en el proceso que se le formó al Cazonci por parte de Guzmán relacionado con nuestra historia, tiene antecedentes que es útil recordar. Guzmán, presidente de la Primera Audiencia, se había distinguido por su voracidad en aprovecharse de los tesoros indígenas, siendo principal víctima don Francisco Tangaxoan, cazonci de Michoacán, lo llevó preso a México con el achaque de que se quería rebelar contra los españoles y que había mandado asesinar a muchos de ellos; decidida la conquista de lo que será la Nueva Galicia se hace acompañar del ultrajado monarca y llegando a las orillas del Río Grande en las vecindades del actual Puruándiro, o en El Paso de Nuestra Señora, como Nuño apodó al lugar donde pudo cruzar el río Lerma, le forma definitivo proceso a su prisionero resultando su condenación a muerte.31 Era el cinco de febrero de 1530 y Guzmán estaba obsesionado por las tropas que creía había mandado apostar el Cazonci en el territorio de Coína para destruirlo, territorio entonces inexplorado que corresponde a la región de Atotonilco, Jal. Así, hace comparecer ante su tribunal a un prisionero que acaban de obtener sus espías: un indio chichimeca, naguatlato tarasco, al cual por lengua del indio Juan Pascual, habiendo jurado, se le hicieron las preguntas siguientes. Preguntado cómo se llama, dijo que Guanax. Preguntado de dónde es natural, dijo que de Yorequaro. Preguntado que por qué lo prendieron, dijo que iba de su pueblo a otro que se llama Zináparo por maíz y que lo prendieron. Preguntado si sabe qué gente de guerra está en el pueblo de Cuinao y por qué mandado o contra quién, dijo que no sabe ni ha visto que haya ninguna gente de guerra en el dicho pueblo.

Bravo Ugarte, José, Historia sucinta de Michoacán, 3 vols., México, Jus, 1962, v. I, p. 45. 31 Schöles, France V. y Adams, Eleanor B. (editores), Proceso contra Tzintzicha Tangaxoan El Caltzontzin formado por Nuño de Guzmán, año de 1530, México, Porrúa y Obregón, 1952. 30

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Preguntado si la gente del dicho pueblo de Cuinao si es sujeta o sirve al dicho Cazonci, dijo que antes que los españoles viniesen a estas partes eran enemigos y ahora son amigos y sirven al dicho Cazonci. Y luego su señoría le mandó apercibir que le diga la verdad, donde no, que hará en ello justicia. Y luego el dicho indio por la dicha lengua declaró y dijo que es verdad que el dicho Cazonci tiene gente de guerra pero que no sabe cuánta, y que es capitán de ella Cipaque, indio tarasco, principal del dicho Cazonci. Preguntado si sabe que por mandado del dicho Cazonci se han muerto algunos españoles en estas provincias, dijo que en ello de Yorequaro se mataron dos españoles por el señor del dicho pueblo, el cual es ya muerto, y que ésta es la verdad de lo que el dicho indio aclaró para el juramento que hizo, y no lo firmó porque no sabe escribir.32

Guzmán logra cerrar el proceso y desembarazarse de Tangaxoan ejecutándolo el 14 de febrero, dando tiempo a sus exploradores de informarle antes de continuar su camino, no rumbo a Yurécuaro como lo imagina Romero Flores para dar cabida a la supuesta fundación de Aramutarillo (actual La Piedad),33 sino con dirección al norte, internándose en el actual Estado de Guanajuato como lo ha estudiado con suficiencia y seriedad el ingeniero José López Portillo y Weber.34 La congregación de Tlazazalca que afianza la presencia española por estos rumbos, tras el paso apresurado de las tropas de Guzmán y de las del virrey Antonio de Mendoza, en 1540 se liga a nuestra historia pues de allí dependerá Yurécuaro en lo civil y lo religioso. La labor pacificadora que don Vasco de Quiroga emprende después de la devastación de Nuño de Guzmán, favorece la fundación Ibídem, pp. 47 y 48. Castillo Pérez, Isidro, La Piedad, 1978 (Gobierno del Estado de Michoacán), p. 35. 34 López Portillo y Weber, José, La conquista de la Nueva Galicia. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1935, p. 168 y siguientes. 32 33

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de pueblos con el fin de que los moradores "derramados" no estén ajenos a los beneficios de la vida social, que él sueña organizar sobre bases justas de convivencia. El oidor, visitador de Michoacán en 1533, favorece ya desde entonces las iniciativas de los religiosos que evangelizan estas tierras y una de ellas en esa labor es precisamente la fundación de los pueblos en mejores lugares que los antiguos, destacando entre ellos el benemérito fray Juan de San Miguel. Camino a la chichimeca, y todo lo que caía hacia el norte del Río Grande recibía ese nombre, se van fundando enclaves de indígenas pacíficos y sedentarios: Tlazazalca será uno de ellos. Ya obispo de Michoacán tocará a Quiroga seguir impulsando la labor de Juan de San Miguel y asistir a la fundación de ese pueblo hacia 1545. Don Diego Parque, gobernador de Tlazazalca, nos relata la historia de esa fundación y la atención religiosa prestada por los misioneros. El testimonio dado en agosto de 1560 no nos indica si los afanes misioneros de San Miguel llegaron hasta las márgenes del Lerma y a él se haya debido la primera evangelización de los nativos de Yurécuaro. Dice así: Puede aver quinze años poco más o menos que vino por aquí fray Joan de San Miguel fraile de la horden de San Francisco e junto los yndios en este sitio e pueblo donde agora están poblados porque están (sic) derramados e vivían por los montes apartados unos de otros y les trazó las casas e calles como agora están y la iglesia que tienen agora fecha y los dichos yndios se juntaron en este dicho pueblo por yndustria e parescer del dicho padre fray Joan de San Miguel e después venía a este pueblo de quando en quando a visitallos y confesallos y les dezía misa e los casaba e bautizaba y administraba los santos sacramentos e tenía este dicho pueblo por vesita por lo haber juntado e dado horden que se poblasen e juntasen en este sitio.35

La cristianización de Yurécuaro que no sabemos si atribuírsela al ilustre fundador de Uruapan y San Miguel Allende, Tlazazalca y otros lugares, el mencionado fray Juan 35

AGI, Justicia 163, El Provincial de los agustinos… con Diego Pérez. 33


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de San Miguel o a algún otro fraile franciscano, se realiza por estos años. Después de ellos ocupan Tlazazalca y atienden su partido sacerdotes seculares entre quienes se distinguirá don Pedro de Yepes, brazo derecho y gran colaborador de la labor pastoral del primer obispo de Michoacán don Vasco de Quiroga. La amplia demarcación que comprendía Tlazazalca quizá era demasiada para el poco tiempo de que disponía fray Juan de San Miguel y fue lo que motivó que don Vasco lo auxiliara con la presencia de su fiel colaborador Yepes. Sobre esos afanes apostólicos de los primeros apóstoles del rumbo don Diego Paruqua continúa informando: Y así tuvo cargo dellos (de los pobladores de Tlazazalca, fray Joan de San Miguel) hasta que vino Pedro de Yepes clérigo por el obispo de Mechoacán que abrá siete años más o menos.36

La venida del clérigo corresponde al 1552 y su pacífica administración espiritual es turbada a poco andar por la pretendida expansión monástica de los frailes de San Agustín. Aprovechando la ausencia de don Vasco que había ido a España, los buenos religiosos van desplazando a los clérigos que el obispo había dejado a cargo de los pueblos recién cristianizados para ir estableciéndose en ellos, sobre todo cuando se trataba de sitios de buen clima y fácil comunicación. Don Vasco estimaba que los religiosos apoyados en su vida comunitaria tenían mejores posibilidades para evangelizar lugares difíciles que sus escasos sacerdotes diocesanos y así les pedía ayuda en otros sitios y no en los que ellos pretendían. El virrey en turno, don Luis de Velasco, favorecía las pretensiones de los agustinos en su expansionismo. Les concede cédula para que funden tres monasterios que debían situarse en Chilchota, Jiquilpan y Tlazazalca. En el documento fechado en México a 3 de enero de 1553 se decía que la traza tenía que ser modesta, según la condición de los pueblos, para que la gente no recibiera agravio pues debían hacerla con su trabajo los naturales del pueblo y lugares comarcanos.37 36 37

Ibídem. Ibídem. 34


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Ministros pacíficos de Tlazazalca, a donde pertenece Yurécuaro en este tiempo, hubieran sido los religiosos agustinos si el propósito de ellos y el apoyo del virrey no hubieran encontrado la oposición de Tata Vasco, que recién vuelto de España no creyó conveniente esa expansión de los religiosos a costa de las parroquias de sus clérigos. Ninguno de los conventos planeados quedó en manos de los agustinos, pues los de Chilchota y Tlazazalca nunca se realizaron y el de Jiquilpan lo tomaron los franciscanos, el único que sí lograron fue el de Jacona donde se habían adelantado al regreso del obispo. Sustituyendo a Yepes en la atención pastoral de Tlazazalca viene el padre Cristóbal Cola que ya había tenido que sufrir el desplazamiento de Jacona por parte de los agustinos, que de paso cambiaban el pueblo de su antiguo lugar al que ahora ocupa, en las vecindades de Yorecuahapundanapu (actual Zamora).38 El nombramiento de Cola fue firmado por Don Vasco en México el 18 de septiembre de 1556;39 mientras que el de Yepes había sido dado por el vicario de Quiroga durante su ausencia, el 12 de noviembre de 1553. La erección de la parroquia y la toma de posesión de la misma había sido el 7 de agosto de 1555.40 La congregación de Yurécuaro está enmarcada en esas tensiones entre el obispo y sus clérigos y los religiosos agustinos por la administración espiritual del partido de Tlazazalca. Esta región empezaba a tener importancia al irse poblando de estancias para la cría de ganados. El afán de ganar derechos sobre el territorio, mueve a los frailes a implorar al virrey Velasco la cédula que dará origen colonial al pueblo de Yurécuaro. La importancia de este documento justifica su transcripción íntegra:

González, Luis, Zamora… p. 32. AGI, Justicia 163. 40 Ibídem. 38 39

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Yo don Luis de Velasco visorrey e governador e capitán general por su Magestad en esta Nueva España e presidente de la Audiencia Real que en ella reside, por quanto soy informado que muchos habitantes del pueblo de Yurécuaro subjeto a Tazazalca están e bian derramados fuera de congregación e pulicía de manera que con gran dificultad pueden ser yndustriados en las cosas de nuestra santa fee católica por los religiosos que los tienen a cargo, por lo qual conbiene que se juntasen en sitios convinientes por ende por la presente mando al corregidor e justicia más cercana al dicho pueblo de Tazazalca que luego que les fuere mostrada, juntamente con los religiosos que residen en el dicho pueblo entiendan los juntar e congregar en lo sytios que les paresciere ser más convinientes e con el parescer de los dichos religiosos e allí les reparta sus solares en que hagan sus casas en buen horden y pulicía e a los naturales que por razón de la dicha junta se fueren e ausentaren a otras partes puedan ser compelidos por la tal justicia a que vengan a la dicha junta que para ello le doi poder cumplido qual en tal caso se requiere e declaro que las tierras, árboles y otros aprovechamientos que dexaren en los sitios viejos, los que ansí se huvieren de juntar, otras ningunas personas no se los tomen ni ocupen por quanto en ellos les amparo en nombre de su Magestad. Fecho en Xalacingo a veinte e dos días del mes de mayo de mil e quinientos e cinquenta e nueve años. Don Luis de Velasco. Por mandato de su señoría, Antonio de Urcis"41

La ejecución de la orden virreinal, paso necesario para que legalmente existiera el nuevo pueblo, tocó a las autoridades civiles y religiosas, aunque no sabemos cuándo le hayan dado cumplimiento, encontrando, sin duda, la resistencia de los indígenas acostumbrados a sus anteriores lugares de residencia y que por lo que pasó en otras partes fue de enorme traumatismo. Antes de la llegada de los españoles en 1519, la población indígena acostumbrada a vivir cerca de sus sementeras no veía 41

Ibídem. 36


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necesaria la existencia de grandes concentraciones de población; excepto casos muy señalados la idea urbana era desconocida, y si bien había centros ceremoniales con templos, mercados y casas para los gobernantes, sacerdotes y nobles, la gran masa del pueblo venía allí sólo en días de fiesta ceremonial, de mercado o para prestar el servicio comunal de levantar o reparar las construcciones. Estas cabeceras eran sitios fortificados donde poderse defender en las guerras, pero bastante desamparadas fuera de ésta o de las anteriores circunstancias. A pesar de su dispersión, toda la gente pertenecía a un barrio (Calpulli en nahuatl, Apazequa en purémbe) que era una unidad política y étnica con fijación geográfica a un determinado territorio, que al hacerse la congregación se respetaba quedando en muchos casos tantos barrios en el nuevo poblado cuantos habían sido los lugares de procedencia de los nuevos vecinos, conservando en muchos casos los nombres de sus localidades originales. La razón de urgir la congregación por parte de los españoles tenía fines religiosos, políticos y económicos pues se facilitaba de ese modo la extirpación de la antigua religión, la instrucción en el cristianismo, el poder controlar los grupos de población indígena haciendo menos posibles los alzamientos y tenerlos a la mano para el cobro de los tributos y la prestación de servicios. Sobre esa política de población durante el periodo de Velasco como virrey apunta el historiador Peter Gerhard: Fue durante su gobierno cuando las órdenes mendicantes disfrutaron de un periodo de expansión, y Velasco trabajó en cercana colaboración con ellas, seleccionando y visitando nuevos sitios para los monasterios y planeando cabeceras y pueblos de visita, formulando ordenanzas que anticipaban problemas y que trataban los detalles de la vida comunal… a cada cabeza de familia se le asignó un solar dentro de la sección del nuevo poblado que estaba destinada a su calpulli y también un pedazo cercano de tierra cultivable. 42

Gerhard, Peter, Congregaciones de Indios en la Nueva España antes de 1570, en Historia Mexicana, v. XXVI, n. 3, El Colegio de México, 1977, p. 350. 42

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Abundando las dificultades y resistencias que los indígenas oponían a la nueva congregación, el virrey fue más estricto en el cumplimiento de sus órdenes. Las desventajas que los indígenas veían a ese reunirse urgido por el virrey iban desde estar más a voluntad de los españoles para todo tipo de trabajos forzados, el que se les exigiera con mayor apremio el pago de los tributos, el que constantemente se les estaba forzando a ir a trabajar en la edificación de monasterios e iglesias y sobre todo la pérdida de los placeres de la vida solitaria e independiente, pero también veían que con ello se propiciaba el avance sobre sus tierras de las estancias de los españoles, precursoras de la plaga enorme que serán para ellos las haciendas. Por septiembre de ese año de 1559, el virrey escribía que en ese congregar de los pueblos se respetara el señalarles dehesas y ejidos para sus ganados sin daño de sus sementeras y agregaba: les he dado ordenanzas para que vivan en policía cristiana sin quitarles sus usos y costumbres los que no son notoriamente injustos y tiranos: ha sido la cosa más necesaria para su bien espiritual que en la tierra se ha hecho, porque es cierto que, como estaban dispersos por montes, sierras y barrancas, no se podía tener cuenta con el patrimonio de Jesucristo ni con el de Vuestra Magestad. 43

Adelanta el virrey, de paso en su carta al Rey, queja contra el obispo de Michoacán que se opone a su política favorable a los religiosos. El sitio y la manera de poblar en el caso de Yurécuaro, fue escoger las partes altas en las vecindades del río junto a tierras de cultivo y no lejos de los tulares y albercas. Por la carta geográfica que publicaba en 1557 Guillermo Blaew correspondiente a Nueva España y Nueva Galicia, aparecen algunas poblaciones en torno al sitio que ocuparía Yurécuaro: al norte Guáscato, al oriente Apenxamo, al sur Andacecuaro que ha desaparecido lo mismo que Yuteruaro que tampoco existe ya y cerca Paso y Troncoso, Francisco del, Epistolario de la Nueva España, 16 vols. México, 1940, t. 8, p. 261. 43

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de ellos Tlazazalan. En el sitio aproximado que correspondería al pueblo que nos ocupa se da cuenta de una laguna de agua termal que quizá debamos tomarla como la primera descripción gráfica de La Alberca, entendido que entonces debió ocupar una superficie mayor que la actual para ser incluida en este mapa. Hacia el noroeste aparecen Atomilco y Tototan (la antigua Coyna). El nuevo sitio ocupado por Yurécuaro va a responder a la concepción española de juntar las casas unas con otras uniéndolas en manzanas en torno a la plaza que va a ser el corazón de la vida urbana. Generalmente era esta plaza de forma cuadrangular siendo el largo vez y media el ancho respondiendo su tamaño al número de los vecinos. Por la forma en que tanto la plaza como la iglesia se colocaron en relación al río, sospechamos que no debió ser muy abundante la población primitiva. Las ordenanzas de asentamiento establecían que había de haber portales, requisito no urgido en el Yurécuaro primitivo de características indígenas y cumplido hasta los siglos XIX y XX cuando el pueblo se había mestizado. Trazada la población a cordel, se hacía la distribución de solares, el primero era para la iglesia que había de quedar aislada, el segundo para la casa real y casa de consejo o cabildo, que probablemente no la hubo en este pueblo que nace casi insignificante. Se reservaba lugar para el hospital que había de estar cerca del templo. Los bienes de la comunidad indígena eran poseídos en común. La cédula, preveía el reconocimiento de los sitios viejos y la legislación, aseguraba que les quedaran con sobra todas las (tierras) que les pertenecieran, así en particular como por comunidades y las aguas y los riegos.44 Una de las formas indígenas que trató de respetarse fue la antigua procedencia de los grupos congregados que daba origen a los distintos barrios de los pueblos; quizá en el caso de Yurécuaro no hubo tal diversidad de procedencias, pues poca traza ha quedado de barrios en el sentido propio de la palabra, aunque sí rumbos como los antiguos de la Tetilla y la Loma o el más reciente del Maluco.

Ochoa Campos, Moisés, La reforma municipal, México, Porrúa, 1968, p. 180. (Para una idea más amplia cfr. Pp. 179-188). 44

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Lo primero que se disponía era la edificación de la iglesia que se dejaba a cargo de un sacristán y dos o tres cantores. Había necesidad de nombrar un fiscal que juntara a todos los indios a oír la doctrina. En lo civil, si el pueblo no llegaba a las ochenta casas (calculándose 6 personas por casa) llevaban el gobierno un alcalde y un regidor solos, quienes duraban en su empleo un año y generalmente eran puestos por elección y sin retribución. A cargo de estas autoridades corría el orden del pueblo y ellos tenían que investigar delitos, aprehender a los malhechores para entregarlos a las autoridades superiores cuando lo justificaban las transgresiones. Ellos, por su parte, según las ordenanzas, podían castigar con un día de prisión o seis azotes, castigos que generalmente correspondían a faltas menores como era no ir a misa los domingos y días festivos, embriagarse y otras pequeñas transgresiones y desobediencias. No sabemos si se continuó, y por cuánto tiempo, la costumbre indígena de que nos habla la información de Guanax de tener cacique, ni vemos la forma de averiguarlo históricamente, pues fueron cargos que se mantenían en secreto por los abusos que cometían sobre la población. La relativa lejanía del nuevo pueblo con relación a poblaciones más importantes, especialmente las españolas, parece haber librado a sus habitantes de las continuas vejaciones a que estaban sujetos otros pueblos indígenas, sin embargo, como sujeto a Tlazazalca debió ir unido a su cabecera para los servicios que tenía que prestar y para el pago de los tributos que entregaba a la corona, que se la había reservado librándola de encomenderos. El pleito de don Vasco y los religiosos por Tlazazalca a que ya hemos aludido, se agrava en estos siguientes años por la tenacidad de éstos en querer construir convento en Tlazazalca contra la prohibición del prelado. Ante la desobediencia de los religiosos, el 15 de julio de 1561 extiende el obispo nombramiento de juez al canónigo Diego Pérez Gordillo, delegándolo para fulminar las penas establecidas si seguían entrometiéndose en la

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administración sacramental de los fieles en el pueblo de Tazazalca y sus subjetos de Yerequaro y Taguenguato.45 Pérez Gordillo debía llamar a su tribunal a los dos religiosos agustinos que causaban problemas, el benemérito fray Sebastián de Trasierra, fundador de Jacona en un nuevo sitio y su ayudante fray Pedro de Medina, porque an allá administrado muchas y diversas vezes los santos sacramentos del matrimonio con solenidad y de la estrema unción que les está vedado por la Clementina religiosi, por nos y por el cura y vicario del pueblo. El plazo que el juez les da para comparecer ante la audiencia episcopal es de seis días, pasados los cuales se les tendría por rebeldes y contumaces y se les declararía públicos excomulgados.46 Difícil es para el obispo defender su autoridad frente a los religiosos que se creían exentos de su jurisdicción por sus privilegios, favorecidos por el virrey y en la inmensidad de un partido como el de Tlazazalca en que era casi imposible valerse del brazo secular por parte de la autoridad eclesiástica. Uno de los rincones a donde era difícil llegar era Yurécuaro tanto por la distancia como por la falta de caminos. En la lejanía de Yurécuaro poco tenía que temer fray Pedro de Medina la excomunión de don Vasco y su delegado quien lo declaraba tal "descomulgado" el 23 de julio de 1561 en Tlazazalca. Una preciosa carta de Cristóbal de Vargas, cura de Tlazazalca, escrita en esa población días antes, el 13 de julio y dirigida al obispo, nos informa sobre pormenores de este pleito y nos da la primera descripción en vivo de Yurécuaro. Vargas había salido a visitar su partido el 8 de julio, ese mismo día habían llegado a Ecuandureo para de allí continuar a Tanhuato, lugares todos donde trataba de averiguar el paradero de Pedro de Medina sin conseguir que ningún indio le informara. Dejemos al sabroso español de ese escrito que nos entere de lo que pasó en Yurécuaro en ese mes de julio de 1561: 45 46

AGI, Justicia, 163. Ibídem. 41


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De Tanerguato fuy a otro pueblo más adelante, legua y media, un pueblo que se dize Yurécuaro subjeto a este pueblo de Tazazalca, muy quieta y pacíficamente como su propio cura y vicario con yntencion de dezirles misa y predicarles y así como llegué al pueblo de Yurécuaro a la entrada de la yglesia, digo, en el patio, me tenían armada una gran trición…47

Sigue contando cómo en el momento en que hacía por apearse del caballo le salió al encuentro una procesión como de treinta indias que lo envolvieron, mientras que cerca de 300 indios armados de palos lo "tanteaban" agrupados junto a la pared del patio de la iglesia y el fraile observaba oculto en una casa junto al templo. Todos los indios se le echan encima para apoderarse de él que se defiende con un pequeño puñal que logró guardarse en la bota consiguiendo que no le pongan mano pero sí que lo orillen a encerrarse en un cuarto vecino. A sus acompañantes los aporrean y los aprisionan en el cepo, entre ellos a don Melchor, hijo de Don Diego, gobernador de Tlazazalca, al fiscal Pedro Guapo, a Andrés, el cantor, lo mismo que a los de Tanhuato le habían ayudado a traer los ornamentos, todos ellos indios. Es el momento en que aparece el fraile con un cuchillo en una mano y una macana en la otra amenazando al padre Vargas y profiriendo insultos contra el obispo, parte en español y parte en tarasco. Entre los acompañantes va un español, Sebastián Morales, quien es tomado preso y llevado a la otra parte del río de donde logra escaparse para volver a auxiliar al cura. Ambos consiguen escapar al abrigo de la noche en los caballos y llegar a Tlazazalca desde donde Cristóbal de Vargas informa a su superior en carta de 13 de julio, que había apresurado la venida del juez. Es ésta la primera estampa que poseemos de ese Yurécuaro recién fundado y sus primitivas edificaciones; una iglesia con su patio al frente rodeado de una barda, algunas habitaciones para acoger a los sacerdotes cuando venían a visitar, la vecindad del río, la lengua tarasca que entienden los habitantes. 47

Ibídem. 42


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Un documento apócrifo que se data por estos años se refiere a la dotación de tierras del pueblo por parte de un Don Pedro Jiménez de Ortega. Aunque no hemos tenido acceso al original que inclusive no sabemos dónde se encuentre, por el texto de la copia que consultamos parece tratarse de una falsificación tardía, probablemente del siglo XVIII. Según tal manuscrito que conservaba la comunidad indígena de Yurécuaro, el 14 de septiembre de 1571 debió llegar al pueblo el referido personaje con delegación virreinal para dotarlo de tierras y darle la posesión de las mismas. Una serie de contradicciones con hechos históricos que podemos comprobar como el que para esas fechas ya no era virrey don Luis de Velasco, había muerto en 1564, el que los oidores que allí intervienen no sean conocidos por documentos de ese tiempo, el que al concederse la merced es en pago de la ayuda proporcionada por el pueblo a los gastos de la Armada de Barlovento que no se creará sino hasta el año de 1635, hacen que nos convenzamos de su calidad de apócrifo. Aunque adelante aprovecharemos datos que allí se nos dan sobre el entorno del pueblo que nos parecen verdaderos referidos a época posterior. Dejemos el asunto por el momento. Según la ley no había necesidad de dotación expresa de ejidos, pues se sobreentendía en la fundación de cualquier población. A mayor abundamiento, el 26 de mayo de 1567 el marqués de Falces, virrey de Nueva España, señalaba además como fundo legal de los nuevos pueblos una extensión mínima de quinientas varas. Esta descripción no modificaba las anteriores y volvía a insistir en que las dotaciones de tierra fueran suficientes para el número de vecinos, aseguraba el disfrute de los pastos, debiendo tener los sitios escogidos comodidad de aguas, tierras y montes, entradas y salidas y labranzas y un ejido de una legua de largo donde los indios puedan tener sus ganados.48 Ochoa Campos, o. c. p. 187. Carrasco, Pedro, El catolicismo popular de los tarascos, México —Sepsetentas— 1976, p. 28: "Cada comunidad tenía las siguientes clases de tierra comunal: fundo legal, el sitio en el que estaba asentado el pueblo; ejido, tierra para el uso común de todos los aldeanos, 48

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Los servicios a que, por ley, estaban sujetos los pobladores indígenas de un pueblo se reducían al tributo y a ocasionales trabajos en obras de necesidad y utilidad pública o para su propio beneficio y esto de manera voluntaria y no forzada, pero la realidad era otra y, sobre todo en regiones alejadas de la vigilancia de las autoridades, los indígenas eran fácil presa de enganches a las minas y a otros trabajos forzados que destruían con rapidez a los aborígenes, junto con las pestes y las hambres que se cebaban en ellos con frecuencia. Las estancias en torno a Yurécuaro de que tenemos noticia, empiezan a establecerse desde muy pronto, pero aumentan en el último cuarto del siglo XVI cuando su importancia crece. El Yurécuaro indígena dotado de sus propias tierras y limitado hacia el norte por el río se vio amenazado por la presencia de los estancieros españoles en la margen derecha del río. Esa lucha entre comunidad y estancias, que se volverán haciendas, marcará la mayor parte de la historia del pueblo. El avance de esas estancias en el área de Yurécuaro se puede ilustrar con algunas concesiones y tratos de que nos vamos a ocupar. Por el año de 1578 una cédula de Don Martín Enríquez a favor de doña María Cárdenas viuda de Rodrigo de Velasco, ambos vecinos de la ciudad de Michoacán (Pátzcuaro), concede una estancia de ganado mayor en los chichimecas, en términos de Tazazalca e de la otra parte del río Grande en el cerro Cabrero, linde con estancia de Marijo.49 Todo sitio de ganado mayor, según las medidas aprobadas para estas estancias, debía tener una superficie equivalente a 17.49 kilómetros cuadrados según las ordenanzas del virrey Mendoza del principalmente bosques y tierras de pastoreo; tierras de repartimiento, tierra poseída por la comunidad pero parcelada para el uso personal de los aldeanos; y, finalmente, propios tierras que eran trabajadas comunalmente, o más frecuentemente, rentadas". 49 AMGM, Año de 1775, Testimonio de las diligencias hechas… sitio en el nombrado Yuréquaro… Marijo es nombre todavía de una ranchería al norte de Degollado, Jal. 44


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año de 1536. Ordenanzas confirmadas por el propio don Martín en 1577. Estas concesiones en vecindad del pueblo indígena de Yurécuaro no parecían contravenir a las leyes que prohibían perjudicar las sementeras de los poblados, pues se interponía el río y así se dejaba sin límites la parte norte para esa expansión estanciera, reservándose la ribera sur para el común indígena. Para averiguar que la merced no causaba perjuicio a terceros, se había girado comisión al corregidor de Jiquilpan don Juan Martínez de Verduzco quien remitió información favorable a la viuda. La condición impuesta a la nueva propietaria era de que en término de un año debería poblar el sitio de un mínimo de 500 cabezas de ganado mayor y que nunca se dejaría de tener poblado de ganados; pasados cuatro años no se podría vender, trocar o enajenar y debía haber continuidad entre esta estancia y las vecinas, sin baldíos intermedios. La cédula estaba fechada en México el 22 de marzo. En finales del mismo año de 1578 encontramos a doña María ya en Zamora, esposa de Francisco Rodríguez, escribano y contador de la recién fundada villa de Zamora a quien da poder para vender la recién adquirida estancia. Rumbo de los chichimecas es la denominación genérica que se da a las tierras situadas al norte del río Grande, quizá los habitantes mismos del pueblo de Yurécuaro eran parte de esos grupos nómadas que habían adquirido hábitos sedentarios y se habían sumado a los purépecha que los habían conquistado.50 El llamar chichimecas a los indios no era una alabanza, pues era sinónimo de salvajes, son estos tiempos los de la guerra de exterminio contra guamares y guachichiles que se habían convertido en una constante amenaza a las caravanas en tránsito por sus tierras con destino a los minerales descubiertos en las Zacatecas. Quizá ese englobamiento de Yurécuaro y su rumbo en la chichimeca hizo que se dieran con facilidad concesiones de estancias que a la postre iban a ser fatales a la comunidad indígena. 50

Schöles, o. c., pp. 47 y 48. 45


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Ya desde la mitad del siglo XVI se había visto impedido el avance de la colonización española por lo indómito de los pueblos chichimecas en cuyo apostolado se distinguió, como en muchos otros campos, el genial don Vasco de Quiroga quien había logrado la pacificación de numerosos grupos por medio de la fundación de pueblos como Pénjamo. Quizá la misma fundación de Tlazazalca y luego la de Yurécuaro habían sido partes de un plan que indujera a la vida sedentaria a los indígenas nómadas. Los chichimecas que habían reaccionado en forma positiva a los buenos tratos de los misioneros se volvieron violentos ante la crueldad, los abusos y la voracidad de los españoles, convirtiéndose en sus más feroces enemigos e impidiendo la expansión blanca. El alzamiento de estos grupos trajo el caos a la colonia que tuvo que empeñar todos sus recursos para esa guerra de exterminio. Quizá este clima de intranquilidad ganó por muchos años a Yurécuaro, dándose las condiciones propicias para la expansión estanciera camino al latifundio que será el secular enemigo del pueblo de Yurécuaro. Francisco Rodríguez con poder de su esposa, la mencionada doña María de Cárdenas, vende la estancia recibida a Francisco Ynfante Samaniego, vecino de la ciudad de México, el 21 de diciembre de 1578 en precio de 350 pesos, testigos Lorenzo Sánchez y Pedro Maldonado vecinos de Zamora. Los linderos de la estancia son con la de Marijo, propiedad de Gonzalo Ávalos, siendo quizá este Ávalos aquél que fue al descubrimiento de las Filipinas en la década de los sesenta.i Camino al latifundio marcha el comprador de la estancia de doña María de Cárdenas, cuando el 28 de enero de 1580 redondea la anterior propiedad con la compra de otro sitio de la otra parte del río Grande, en las chichimecas, al pie del cerro Cabrero que dicho sitio se nombra Yurécuaro linde con estancias de Francisco Delgadillo, el nuevo trato lo firma en Aranza ante Dionisio Ximón, el padre Juan Pérez Pocasangre, Juan Álvarez y el escribano Juan Sánchez de Sepúlveda. Quien le vende es Juan de Aranda y lo hace, libre de censo e ypoteca…e con sus entradas y salidas, usos y costumbres e pastos e 46


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abrevaderos por precio e contía de quatrocientos pesos de oro común de ocho reales de plata cada un peso, de buena moneda.51 Quien le había vendido a Aranda era Luis Ynfante Valderrama vecino de Michoacán, la operación se había hecho en Tlazazalca el 14 de septiembre de 1578 ante Garsialvarez Corona, Diego Hurtado el mozo y Jerónimo de Angulo dando fe el escribano Hernando Sánchez Herdiales. El precio pagado por la estancia, entonces, era de 450 pesos de los que el vendedor se confesaba contento y entregado pues por esa cantidad había recibido, además de la estancia, tres pares de bueyes de arada y dos rejas.52

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AMGM, l. c. Ibídem. 47


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CAPÍTULO III SANTA MARÍA YURÉCUARO La visita del obispo Rivera que un día se vino a asomar a la tranquilidad del pueblo fue para contarse durante mucho tiempo, tanto más que la memoria de los que lo vieron y no podían recordar igual acontecimiento. Hacía casi un siglo desde que el pueblo congregado por orden del virrey Velasco, el viejo, existía como punto en el mapa, pero en él, como en muchos otros, sólo se nacía, se vivía y se moría sin molestar a nadie y sin que lo que allí sucedía llegara a ser noticia. Santa María Yurécuaro, como le llamarán durante la colonia, era una pequeña comunidad de pescadores, tejedores de tule y carrizo, agricultores ribereños y pastores de ganado menor a quienes sorprendió que aquel personaje que se llamaba Francisco de Rivera que era de sangre noble, según decían, y obispo de Michoacán, se hubiera descaminado para verlos. El buen fraile mercedario hecho obispo se había propuesto desde su llegada a Michoacán ir por todo su obispado sujetando a rigurosa visita cabeceras y pueblos dependientes tratando de no dejar rincón sin pisar. Cuatro años duró tan extensa y minuciosa inspección que él se cuidó de registrar para un eficaz remedio, la cual terminó a pesar de la opinión de los médicos que evitaban ese trabajo tan excesivo; y se sintió en paz para también terminar su vida el 4 de septiembre de 1637.53 Sin caminos y a lomo de mula recorrió, aquel peregrino de Dios, la accidentada López Lara, Ramón (ed.) El obispado de Michoacán en el siglo XVII, Informe inédito de beneficios, pueblos y lenguas, Morelia, Fimax, 1973, p. 21. Yssasy, Francisco Arnaldo de, Demarcación y descripción de el Obispado de Mechoacán y fundación de su Iglesia Cathedral. Número de Prebendas, Curatos, Doctrina y feligrezes que tiene, y obispos que ha tenido desde que se fundó, Valladolid 1649. The Newberry Library, Chicago, Ayer Ms. 1106 A, f. 30, ss. (Copia mecanográfica que para su edición prepara Peter Gerhard, p. 65 y ss., a quien el autor agradece la gentileza de la consulta). 53

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orografía de la extensa diócesis que comprendía los más variados climas y que se internaba a partir del Pacífico por Guanajuato hasta las Huastecas. En su libro de visita quedó anotada su estancia en Yurécuaro aunque sin expresar la fecha, que debió ser alrededor de 1635. La población que encontró era francamente escasa, la distancia a Tlazazalca grande y el camino difícil, a pesar de lo cual pudo llevar a los fieles el consuelo de su predicación y la administración de la confirmación. En muy escuetas líneas resume su visita: El pueblo de Yurécuaro tiene doce vecinos casados y seis muchachos. Dista diez leguas de la cabecera señalando que la gente del lugar es de habla tarasca.54 En éste, como en otros de los pueblos del partido de Tlazazalca, encontró el obispo la institución caritativa del hospital que los indios procuraban sustentar con su trabajo para beneficio de ellos mismos, había allí atención a los enfermos, hospedaje para los peregrinos y se procuraban ejercer otras obras de misericordia, dotándolo de bienes suficientes para que cumpliera sus fines. El obispo visitador anotaba: El hospital del pueblo de Yurécuaro tiene doscientas ovejas.55 El hospital de Yurécuaro, al igual que los hospitales de los demás pueblos michoacanos, era la vieja institución ideada por don Vasco de Quiroga cuando había sido obispo y fundador del cristianismo en Michoacán. La existencia del hospital después de casi un siglo, en todos y cada uno de los pueblos del obispado, era de por sí ya un milagro de adaptación a la mentalidad indígena que la había acogido como una de las costumbres más arraigadas de su nueva cultura. En muchos de esos López Lara, o. c., P. 102. El señor Rivera anotaba al final, p. 104, del párrafo dedicado a Tlazazalca: "En este beneficio los pueblos de Tanguanguato y Urécuaro distan de la cabezera diez leguas, con que casi no se les puede acudir a tiempo en caso de enfermedad; y sólo distan de Istlán dos leguas Tanguanguato y, otra más, Urécuaro", insinuando posibilidades de cambio a esta segunda parroquia. 55 López Lara, o. c., p. 103. 54

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hospitales se conservaban libros donde se apuntaban las elecciones, se registraban los bienes y se daba noticia de las ordenanzas prescritas por los obispos para la mejor marcha de la institución, advirtiendo que no se pervirtiera la finalidad con que habían sido fundados: la responsabilidad y solidaridad comunitaria hacia los pobres, huérfanos, enfermos, peregrinos y desheredados. Junto al esplendor del culto que hacía que se atendiera con numerosos cargueros, sacristanes y cantores la vida litúrgica, estaba la sencillez cálida del hospital dedicado a la Inmaculada. Yurécuaro que tenía como patrona de su iglesia a la misma Virgen María bajo la advocación de la Asunción, veneraba en el misterio de su Concepción Inmaculada a la misma Señora, y esta devoción dejará particular huella en la vida del pueblo. No se han conservado noticias escritas de la gestión de este pequeño hospital yurecuarense que visitó el señor Rivera, pero se sabe que existió la capilla del hospital que se conocía como "tierra de la Virgen", terreno que la comunidad cultivaba, sin costo, para el bien de los menesterosos; alguien recuerda haber oído hablar que estuvo situado por el rumbo poniente, frente al actual camposanto municipal.56 De enorme utilidad fue en la vida de los pueblos indígenas la existencia de los hospitales quiroguianos pues daba posibilidad de atender, con alimentos apropiados, a los enfermos y de aislar los contagiosos para su atención, evitando mayores males de los que ya causaban las enfermedades que periódicamente asolaban las comunidades rurales de entonces, desprovistas de atención médica. La organización que hacía eficaz el servicio del hospital era sencilla, estaba fincada en la responsabilidad del mayordomo cadañero auxiliado por otros que se repartían los servicios; para pueblos más numerosos existía el prioste, el escribano, el fiscal, el recadero y otros que se veían necesarios formando un pequeño cabildo que prestaba sus servicios sin retribución. Los elegidos desempeñaban su encomienda acompañados de sus esposas y tenían especial cuidado en no descuidar el culto sabatino en la capilla del hospital dedicada a 56

Pbro. Ignacio Silva Padilla, entrevistado por el autor. 50


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la Inmaculada, una de cuyas devociones era el rezo del rosario de alborada. En comunidades más numerosas se agregaban a los cargueros el grupo de doncellas llamadas "guamanchas" que cargaban la imagen de la Virgen en las procesiones ceremoniales y adornaban con flores su altar cada ocho días, según se sigue haciendo en las comunidades indígenas serranas.57 El obispo Ramírez de Prado, fray Marcos, sucesor del señor Rivera fue un gran impulsor de la vida hospitalaria en su obispado, cuidándose de renovar la pureza de fines con que habían sido fundados. De él sabemos que estuvo en Tlazazalca haciendo la visita y dictando constituciones para la vida del hospital cabecera, que quedaron registradas en 14 de julio de 1642, aunque parece que no llegó a estar en la filial de Yurécuaro.58 Como Ramírez de Prado lo advertía el hospital debía ser un auténtico centro de vida comunitaria donde se practicasen las obras de misericordia llegando inclusive a la instrucción de los ignorantes con la enseñanza del catecismo y, en casos, de la lectura y escritura. Las instrucciones que dictó para esa renovación del espíritu de los hospitales iban también encaminadas a prevenir que no sirvieran de pretexto a gentes aprovechadas de la buena fe, que malgastaran en beneficio propio los bienes de la institución. Se hacía hincapié en que se debían elegir y cambiar las autoridades cada año y pedía a los distintos sacerdotes residentes en el partido velar para que se observaran las ordenanzas, se llevara la contabilidad y se inspeccionara su buen uso periódicamente.59

Basalenque, Fray Diego de, Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, México, Jus, 1963, p. 62. Observaciones personales en distintos pueblos de la meseta tarasca. 58 APT, Libro de cuentas del hospital, 1641. 59 Ibídem. 57

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El suceso de 1648 que llegó hasta Valladolid y dejó perplejos a quienes se enteraron de él, haciendo de Yurécuaro noticia, y que quedó anotado en un cuaderno que en ese tiempo se escribió sobre el obispado de Michoacán, fue el siguiente: Benefficio de Tlasasalca: Consta este benefficio de seis pueblos de yndios en distancia de doce leguas y en ellos ay trescientos vecinos agregándoseles otras veinte estancias y labores de españoles donde se crían ganados mayores y menores, mulas y caballos, y se coge trigo, mayz, chile, frisoles y otras semillas, el temple es muy bueno y de muchas aguas. Tienen los seis pueblos sus parrochias y hospitales no tan ricos de plata por ser éstos labradores de mayz, chile y frisoles que vale barato, aunque los demás hospitales tienen vacas y ovejas que les rentan para la cura de los enfermos. Es benefficio de clérigo el qual asiste todo el año en Tlasasalca que es la cabecera donde hay buena parrochia y hospital, es trabajoso de administrar el beneficio por ser tan dilatado, danle los yndios tasación al beneficiado y su Magestad 250 pesos de su real caxa de México. Es su alcalde mayor el de Xacona… los nombres de los pueblos son Tlasasalca que es la cabecera, Penxamillo, Tahuenguato, Equandureo, Thacheo y el pueblo de Yurequaro cuia advocación es la Asumpción de la Virgen nuestra Señora. Tiene este pueblo último una imagen de la Concepción de Nuestra Señora de bulto, de vara de alto, la qual el día de Corpus de el año de 1648, a 11 de junio, entre las diez y las once del día sudó muchas gotas de agua por tres vezes y mientras más la limpiaban más sudaba, hízose información dello con muchos testigos que lo vieron y después se le ha visto mudar el color a la ymagen poniéndosele el rostro unas veces pálido y otras rojo y se ha toca una campanilla que está en su altar sin que nadie le llegue. Tiénenla los yndios con la mayor decencia que su corto caudal alcansa sin que se aya sabido hasta oy la causa de esta novedad.60

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Yssasy, o. c., f. 63 v. 64. 52


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El autor del anterior escrito era el canónigo vallisoletano don Francisco Arnoldo de Yssasy, quien fechaba sus apuntes sobre el obispado el 25 de abril de 1649. Noticias de los años setentas de este siglo XVII volvemos a encontrarlas consignadas en los libros de la administración espiritual de la feligresía, que han sobrevivido en el archivo de Tlazazalca. El tiempo había hecho olvidarse del suceso aunque la devoción a la Inmaculada iba a sobrevivir. La vida seguía su curso con normalidad y es lo que nos queda registrado en ese nacer y morir del Yurécuaro de esos años. Así, habiendo recibido los santos sacramentos moría y era enterrada Ilaria María viuda de Melchor Lázaro, indígena de raza, ambos vecinos de Yurécuaro por ese 26 de noviembre de 1671 en que el sacerdote Hilario de León visitó el pueblo. Otra Ilaria María quedaba viuda de Alonso Juan, su marido, que moría el 20 de diciembre. En el siguiente de 1672, a 15 de febrero, moría Juan Ortiz dejando viuda a María Francisca; libraba de compromiso Juan Chávez, a los tres días, a quien en vida fuera su esposa Magdalena María. Hasta pasado más de un año encontramos registrada la muerte de la niña Sebastiana, hija de Diego Rodríguez y Úrsula Lucía, también indios del dicho pueblo, era el 26 de julio de 1673. El 28 se registraba la de Juan Andrés Xacui, indio hasta en el apellido, marido de María Lucía. Frente a la mortalidad notoriamente escasa de esos años, encontramos una serie de defunciones registradas en el de 1674, ¿había llegado la peste? ¿qué enfermedad se desata en ese otoño triste para muchos hogares yurecuarenses? ¿será el matlazáhuatl o tifo exantematicus que se había extendido por todo Michoacán en 1643 y del que los cronistas aseguran que redujo la población indígena a una sexta parte? No lo sabemos, pero pudo haber sido cualquiera de las pestes que traían la desolación en esos tiempos sin medicinas, ya fuera la viruela, el tifo, el sarampión o tabardillo como se le conocía. El 7 de octubre se sepultan Felipe Pedro soltero y Cristina Pascual, mujer de Nicolás de Silva. Al día siguiente Luisa María, mujer de Juan Xaquinde. 3 más mueren al día siguiente. El 11 53


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desaparecen Gabriel Hernández, esposo de Luisa Juana y Pedro niño. El 12 y 13 mueren tres niños más, ¡11 difuntos en sólo 6 días, mientras que en los tres años anteriores apenas se habían registrado 5 defunciones!. El carácter epidémico de la enfermedad se evidencia no sólo por la forma como destruye las familias de Yurécuaro, sino también porque igual cosa sucede en Tanhuato, Ecuandureo, Atacheo, Aramutarillo y la misma Tlazazalca; en todas partes las largas listas quedan como mudo recuerdo de ese octubre trágico de 1674. Se urge la separación de castas, en los libros parroquiales al menos, y ello por parte del obispo don Francisco Aguiar y Ceijas que llegó en visita pastoral a Tlazazalca el 13 de enero de 1681. Por lo que toca a Yurécuaro encontramos la mezcla de indígenas y españoles pero todavía poco acentuada. Los apellidos, no siempre indicativos del origen racial, son indígenas como Xacui o Xaquinde o francamente castizos como Torres, Chávez, Silva. Viene a urgirse la separación por parte del obispo, sin caer nosotros en la razón del por qué se exigía en forma tan urgente a los sacerdotes esa separación en los registros, cuando ya no la había en la vida diaria. Es cierto que en otros tiempos la legislación para proteger al indígena prohibía a españoles, negros y mestizos radicar en los pueblos indígenas para que no causaran allí daños, pero los tiempos habían cambiado. Españoles y castas habían ido multiplicándose en el partido y por el rumbo de Yurécuaro, al crecer en importancia económica las haciendas, en que se habían transformado las numerosas estancias del siglo anterior. El párroco que recibe la visita y el regaño era el bachiller Miguel de Urbina que estaba como cura interino. Urbina era el hombre puntilloso que no podía resistir quedarse con la advertencia del superior sino que nos hace notar la irresponsabilidad de algunos colaboradores que no habían cumplido lo prescrito, a folio 24 del libro de defunciones correspondientes a ese año anotó: cuando se entierra

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se olvida el vicario de traer los nombres… y todo lo que ha de solicitar el cura a fuerza de trabajo. 20 de agosto de 1681.61 Relacionado con Yurécuaro, y la atención de los españoles, nos ha quedado por los mismos libros la siguiente noticia: En 11 de noviembre de 1682 en el pueblo de Yurécuaro se enterró a Blas Martínez Monjis, hijo de Blas Martínez: este murió sin sacramentos, la razón porque aviendo estado yo el dicho beneficiado en dicho pueblo de Yurécuaro sábado siete y domingo ocho y lunes nueve de dichos mes, salí para los demás pueblos y estando martes en Haramutarillo, como a las cuatro de la tarde me llamaron a confesarlo en presencia de Juan Amador y de Sebastián, mulato del Fuerte y dixeron estava muriéndose y reñido cómo aviendo estado tres días en el pueblo no me avisaron y dixo su hermano Gabriel Martínez avía comido leche y el dicho estaba enfermo de yterisia y supe por boca del licenciado Juan Torres, vicario deste partido, avía muerto como a las siete de la noche del dicho martes. Bachiller Martín de Araujo.62

Un negro de la misma localidad muere también sin sacramentos al no poder salir con vida de la borrachera. Sebastián, viudo de Leonor, de Yurécuaro se entierra el 4 de enero de 1684 y muere de vómito, igual que otro indio forastero y todos se alarman. El cura sospecha que se trata de nuevo de la peste y llama al prioste del hospital para regañarlo por no haber dado aviso, y así poder tomar precauciones; la excusa es que se les olvidó avisarle; el comentario que nos ha dejado: "es lástima la maldad de los indios cómo encubren estas cosas". A favor del difunto anota que aunque tenía más de dos años separado de su mujer Leonor, había cumplido con la cuaresma.63

Fuentes de trabajo APT, Libros de defunciones, 15 de julio de 1671 a 22 de noviembre de 1776 y años siguientes. 62 APT, Libro de españoles, negros, mulatos y mestizos difuntos. 1681, f. 24. 63 Ibídem, f. 28. Libro de defunciones de indios, f. 33 v. 1684. 61

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para este tiempo en el pueblo existen, además de las relacionadas con la agricultura, el tejido de tule y el pastoreo, otra que nos menciona don Ignacio Estrada como muy importante, aunque no sabemos cómo se pueda confirmar: En 1675 había talleres de ropa en Yurécuaro — nos dice Estrada— donde se fabricaba manta, estampados, rebozos y sarapes, tanto que alcanzaba a proveerse el mercado exterior; en los talleres trabajaban hombres y mujeres con una especie de aparato de madera ideado por ellos mismos, esa inventiva y perspicacia es lo que admira.64 Otra noticia nos da en relación al incremento de la pesca que en 1689 se debió organizar acondicionando Las Chorreras. Según el mismo Estrada, por concesión de la Audiencia de Nueva Galicia otorgada a don Francisco Martín y a don Matías Bravo, en 10 de noviembre de ese año se les dio licencia para construir esa pesquería utilizando canales de piedra donde desde entonces se pescan en abundancia el bagre y antes el chuime, aunque este último ha escaseado, por la abundancia de la carpa al comerle las hueveras que por la corriente del río suben del lago de Chapala.65 El modo tradicional de pesca propio de Las Chorreras era encauzar el agua por medio de esas presas de piedra, al final de las cuales se colocaban grandes nasas de varas llamadas potreros. Don Nacho nos describe en forma poética la típica estampa de la gente del río: El pescador pasa la mayor parte del tiempo en la holganza y cuando llega la estación de lluvias es el hombre de los contrastes y su inacción se convierte en acción. A menudo se le ve durante las altas horas de la noche en su frágil barquilla rompiendo con débil remo las turbulentas ondas del río, entonces se asemeja al genio de las aguas que desafía el peligro y sin temor del ímpetu de las corrientes ni el furor de los remansos va a salvar las nasas o potreros donde se encierra el fruto de la pesca que ha arrebatado al imperio de las

64 65

HIE, 2 y 3. Ibídem. 56


YURÉCUARO aguas y que sin una maniobra oportuna puede llevarse la creciente o la corriente embravecida del río.66

El Señor de la Piedad venerado desde este tiempo en San Sebastián Aramutarillo, hoy La Piedad, tiene su origen en Yurécuaro, según tradición constante e información levantada en 1751 por el cura D. Agustín Francisco Esquivel y Vargas que dejó consignada en su libro "El Fénix del Amor"; los hechos sucedieron más o menos en la siguiente forma: En 1687 era arrendatario de la estancia de la Huerta vecina a Yurécuaro, a orillas del río, Blas Martín Uriarte, casado con Catarina Segura, quienes vivían allí con su hijo Juan de la Cruz y Juan Aparicio, hermano de Catarina. Era la víspera de la Navidad y se preparaban para velar esa noche con las tradicionales pastorelas; los dos Juanes aprovecharon el día yendo al monte a recoger leña para la fogata. Durante la noche de ese 24 de diciembre, alimentando la hoguera notaron que un trozo de tepame no se quemaba y lo apartaron; al día siguiente acordándose de él fueron a examinarlo y notaron que se figuraba en él la imagen de Cristo. Pocos días después, el 6 de enero, aparecieron por el monte tres jóvenes que, llegando a la casa del estanciero, le pidieron les diera de comer ofreciéndose a pagarle con su trabajo. Al enterarse don Blas que eran escultores les encomendó afinar la imagen del leño, lo que ellos realizaron entregándole un precioso Señor Crucificado. Según lo convenido se les pagó en semillas y ellos despidiéndose se alejaron, sin volverse a saber de ellos. La imagen de la Buenahuerta, como desde entonces se empezó a llamar al lugar hasta el día de hoy, comenzó a ser venerada sin que tardara mucho en correr su fama por el contorno y en que las gentes ocurrieran y tomara cuenta del nuevo culto la autoridad eclesiástica. El dueño, deseando se honrara la imagen prometió cederla a alguno de los pueblos vecinos, se hizo un sorteo que favoreció a San Sebastián a donde se trasladó. Por algún tiempo el cura de Tlazazalca la tuvo en la cabecera pero los vecinos de 66

Ut Supra. 57


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Aramutarillo se empeñaron en recuperarla y trabajaron para levantarle un santuario que hizo crecer el culto al Señor de la Piedad como se le había bautizado, siendo al poco tiempo tal la devoción que hasta el pueblo perdió su primitivo nombre y se convirtió en La Piedad.67 Quizá como recuerdo de ese lejano suceso los vecinos de Yurécuaro llaman El Señor de la Piedad al lugar junto al río donde existen unos baños termales, al oriente del pueblo, fijando allí el lugar de la referida aparición. Menciona el canónigo Romero, al referir también él la historia, que uno de los pocos vecinos de Aramutarillo, al tiempo de la llegada de la imagen y gran favorecedor de su culto, era don Luis Bravo, administrador de la hacienda de Santa Ana Pacueco, propiedad del capitán Alfonso Altamirano, quien luego se relacionará con la historia de Yurécuaro. Matrimonios, bautizos, entierros y pleitos nos siguen relatando los libros parroquiales de Tlazazalca en relación al Yurécuaro de finales del siglo XVII. El cura Juan Mateo Arango y sus ayudantes Diego Navarro y Juan de Torres giran por las estancias y los pueblos del extenso beneficio, administrando sacramentos e instruyendo a la gente. Cuando se les dificulta entenderse con los indios de los pueblos llaman a los sacristanes y otros oficiales de los hospitales para que les interpreten la lengua de aquéllos, que sigue siendo la tarasca. Por principios de julio de 1692 Mathín Phelipe indio natural de Yurécuaro, hijo legítimo de Simón Sebastián y de María Agustina, se acerca al padre vicario para comunicarle que tenía tratado y concertado conthraer matrimonio según orden de nuestra santa madre iglesia con Melchora María hija de Salvador Lucas y Berónica María difuntos vecinos y naturales de San Pedro Taguenguato. El fiscal mayor Pascual Vital se encarga de hacer presente a la novia para que ratifique o desmienta al novio, la qual Esquivel y Vargas, Agustín. El fénix del amor. Historia de la aparición del Santo Cristo de la Piedad de la diócesis de Valladolid de Michoacán, México, 1764. López de la Fuente, J. Refugio, La Piedad, 1931, p. 15. 67

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juró a Dios y a la Cruz de decir verdad… que era de su libre y espontánea voluntad contraer matrimonio con el dicho Matheo Phelie y que para ello no era compulsa ni apremiada de nadie ni había dado a ninguno palabra de casamiento. Los testigos Pedro Francisco, el mencionado prioste y su teniente Juan Francisco y Simón Alexo, todos indios de Yurécuaro, afirman la libertad de los contrayentes y se procede al matrimonio.68 Para el 1693, y ya en el nuevo santuario de La Piedad, a 25 de enero, Bernabé Gutiérrez viudo de Petrona García, ambos indios tarascos de Jacona avecindado de tiempo inmemorial en Yurécuaro, se presenta para casarse en segundas nupcias con Mónica González, hija de Salud González y Mónica María, indios ladinos de Yurécuaro. Sus testigos son Nicolás López, mulato libre, Diego González y Francisco Hernández, lobos del mismo Yurécuaro. Juan López de Aguirre, cura beneficiado y juez eclesiástico de Tlazazalca, toma la información junto con el notario Antonio López de Aguirre, uno de tantos hermanos de cura que vivirán a la sombra del bonete.69 No todo era miel sobre hojuelas para los ministros eclesiásticos de este partido, el licenciado Matheo de Arango se veía obligado a anotar en los libros parroquiales: Si no constare en este punto de los entierros de indios de Taguenguato y Yurécuaro, Equandureo y Penjamillo ha sido la causa los pleitos y rebeldías, bien que han muerto con los santos sacramentos pues estando en sus pueblos esta quaresma y otras el licenciado Ochoa y Navarro no sólo no confesaron ni dieron cuentas, pero ni me pagaron misas y entierros ni preguntados dieron razón, y el prioste escondido y a mí como a su cura daba razón de los en este libro de difuntos, esto es verdad y ninguno culpará de descuido. 26 de abril de 1692.70

APT, Libro de informaciones matrimoniales… 1688 de indios, f. 23 ss. Ibídem, f. 24 v. Empiezan a usarse para las castas las denominaciones de: lobo, mulato, coyote, etc. 70 APT, Libro de defunciones, 16 de dic. de 1687, f. 72. 68 69

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De nuevo la peste se asomó a la escasa demografía de la comunidad ribereña, esta vez por el mes de febrero de 1693 siendo párroco el ya mencionado Juan López de Aguirre, hombre piadoso que sustituía al licenciado Arango que dejó la parroquia en octubre de 1692. De esta peste tenemos noticia que se extendió a casi toda Nueva España y de la que el historiador Carlos Sigüenza y Góngora nos ha dejado patéticos testimonios. En lo que toca a Yurécuaro, las 20 defunciones registradas en los libros de entierro son muda traza de lo que estas epidemias dejaban de dolor en las chozas de los vecinos. Valga la pena anotar que en las sucesivas oleadas de esta peste morirá aquella famosa monja del convento de San Jerónimo, en México, mejor conocida como sor Juana Inés de la Cruz, el 17 de abril de 1695. El piadoso beneficiado de Tlazazalca López de Aguirre se encomendaba a sus protectores celestiales en los siguientes términos: En el nombre de la Santísima Trinidad, padre, hijo y Espíritu Santo, yo Juan López de Aguirre umilde esclavo de la Santísima Virgen María concebida en gracia en el primer instante de su ser natural, tomé posesión deste beneficio del arcángel San Miguel Tlazazalca el día 8 de octubre del año del Señor de 1692, pido a mi Señora y al Soberano Arcángel mi patrono me gobierne con luz y sabiduría para acertar en el ministerio en que soi cura y juez eclesiástico desta grey.71

Trazas de las estancias vecinas del pueblo, que han comenzado a transformarse en haciendas, las encontramos también por estos finales del siglo XVII. Don Luis Bravo, el administrador de Santa Ana Pacueco y vecino de La Piedad, adquiere el sitio de ganado mayor llamado Yurécuaro a que aludimos en el capítulo anterior y que había quedado en manos de la familia 71

Ibídem, f. 73. 60


YURÉCUARO

Ynfante Samaniego. Bravo la adquiere de los Alcóser propietarios de la hacienda de Cuiseo cerca de Pénjamo,72 quienes lo habían adquirido a su vez en almoneda de los bienes de don Juan Matías de Villaseñor, rematados hacía poco. El 30 de mayo de 1692 se inicia la operación de compraventa en precio de 800 pesos, 600 de los cuales le facilita a don Luis su patrón, el capitán Alonso de Estrada Altamirano y son entregados a don Joseph de Alcóser y Bocanegra conviniéndose en cumplir con el resto al poco tiempo; es hasta 1695 que se completa la cantidad aun sin recibir las escrituras, que en la honradez de la época son entregadas ya muerto el vendedor, el 3 de agosto de 1707, por el hermano de éste, D. Antonio de Alcóser. Los nuevos dueños toman posesión y hacen reconocer los linderos al juez Juan Benítez Bejarano los días 26 y 28 de enero de 1697. Nos ha quedado así una descripción de enorme interés de lo que era el entorno físico de ese Yurécuaro de finales del siglo décimoséptimo: ...puesto en una loma montuosa que está junto a las casas de esta hacienda, que baja dicha loma del serro que llaman Cabrero, que es el puesto y lugar que llaman los instrumentos de este sitio que es y llaman de San Joseph y en presencia del capitán don Luis Bravo Coello de esta hazienda y en presencia de Nicolás de Mora a quien cité como circunvecino que parece ser de este efecto [fue] hecha, y se midió en presencia de las partes: con cinquenta varas cada una de a cinco tercias, corriesen la cuerda derechamente por los cuatro vientos. Y habiendo echado veynte cordeles al norte remató la última a la bajada del serro que llaman Cabrero donde mandé poner mohonera. Y esto fecho mandé se volviese al centro y se tiró el cordel al sur, que no hubo más de un cordel por topar con el río Grande, con lo cual mandé volver al centro y se tirase el cordel al poniente, y se echaron quarenta y cinco cordeles por ser tierra que este sitio ha poseído, que el último remató arrimadas a un arroyuelo que llaman de los Guayabos, donde mandé poner la mohonera, que desde ella mandé se tirase el cordel al sur y hubo siete cordeles que toparon con el río Grande por hacer dicho río una anconada. Y esto fecho mandé 72

López de Lara, o. c. p. 143. 61


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se recogiese el cordel y se fuese al centro, que puesto en él mandé se tirase el cordel al oriente y se echaron otros quarenta y cinco cordeles… que el último remató a la subida de una loma pelada que baja de un serrito que llaman Cabesa del Novillo, donde mandé poner mohonera, que desde ella para reconocer los cordeles que ai al río Grande que está al sur se tiró la cuerda y hubo seis cordeles, con lo cual mandé se volviese a la dicha mohonera cruz oriente que desde ella para cuadrar dicho sitio mandé se tirasen al norte treinta cordeles que el último remató en una cerranía y monte de pinos que está a la bajada de dicho serro que llaman Cabesa de Novillo, donde mandé poner mohonera, que desde ella mirando al poniente mandé se corriesen quarenta y cinco cordeles que la última remató en la ladera de unas lomas muy altas que descuelgan del cerro Cabrero, donde mandé poner mohonera que desde ella mirando al sur mandé se corriesen treynta cordeles que remató la última en la mohonera cruz poniente, con lo qual quedó perfectamente medido y enterado este dicho sitio conforme reales ordenanzas. Y estando presente el capitán Luis Bravo Coello le notifiqué que dentro de treinta días ponga mohoneras de cal y canto en las partes que quedan señaladas, quien dijo cumplirá lo que se le manda. 73

Una rectificación de medidas hecha en 1704 por don Ignacio Tapia Palacios, nos hablará de la mohonera poniente que se alarga "un monte de güisaches" en el camino de San Gerónimo. Se mencionará ya para entonces como sitio conocido "La Chorrera de los fresnos" o bien "La cañada del Guaje", se hablará de los salitrales a la orilla del río y se mencionará ya la Hacienda de la Concepción a la orilla del río, hacia le poniente del pueblo.74 El motín de Tlazazalca que iba a traer profundos cambios en la estructuración del partido de ese nombre, desplazando el centro de importancia hacia San Sebastián, fue sin duda noticia comentada por años entre los vecinos del pueblo y las estancias. Antes de ese acontecimiento el padre Agustín Brambila, vicario del partido, sigue casando, bautizando y 73 74

AMGM, o. c. f. 42 v. ss. Ibídem, f. 47 ss. 62


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enterrando a los fieles de Yurécuaro y pueblos vecinos, que son la totalidad de la población en esos principios del siglo XVIII. La Iglesia de la Asunción de Yurécuaro y su cementerio, reciben los cuerpos de los fieles difuntos a los que con frecuencia, lo acelerado de la muerte y la distancia impedía ministrarles la Eucaristía. Salvador Francisco, indio, Diego Sosa, mulato libre, Thomás, hijo de Juan Pacandi, Francisco, hijo de Andrés Gallegos y de Nicolasa de Chávez, indios de Yurécuaro, son nombres que nos hablan de los habitantes del pueblo a principios del siglo XVIII. En La Piedad, nombre con que empieza a conocerse Aramutarillo, se construye con entusiasmo el santuario al Señor aparecido cuando sobreviene el motín de 1707 en Tlazazalca, que le dará definitivamente la prevalencia en el partido. La acción imprudente del alcalde mayor don Diego López de Peramato desata la violencia de la comunidad indígena cuando, para castigar a los indios, manda rapar a sus autoridades. Nada logra calmar los ánimos de los amotinados, ni la acción del licenciado Félix de Jaso, beneficiado y cura del pueblo que para apaciguar el tumulto saca el Santísimo; los indios enardecidos contra las autoridades españolas y los de esa nación lo apedrean. Resultado de todo fue el cambio de autoridades civiles y eclesiásticas a La Piedad, donde permanecerán hasta el año de 1719 en que D. Lucas de Jaso y Payo, hermano del anterior y cura entonces de Tlazazalca, se vuelve allá sin lograr que las autoridades civiles hagan lo mismo y así, aunque se sigan llamando de Tlazazalca, radicarán en La Piedad.75 El auge de la hacienda de San José adquirida por don Luis Bravo a finales del siglo XVII se patentiza en los años siguientes en manos de sus sucesores don Francisco Bravo y su yerno, el capitán Sebastián Romero a quien se le había cedido una cuarta parte de la propiedad, que sumó a la otra que ya poseía su esposa por la dote. El lugar empieza a transformarse de sitio de criar ganado en lugar de cultivo, ya para mediados de siglo se hablará de los almácigos de chile y de algodón, de los corrales de piedra para 75

Castillo Pérez, o. c. p. 36. 63


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defender los cultivos, de la presencia de arrendatarios como un Francisco de Anaya a quien encontramos poblando junto al arroyo del Guaje que baja del cerro Cabrero, hacia la parte oriental de las fincas de la hacienda. Los límites de la propiedad hacia el oriente ya dan con posesiones del dueño de Santa Ana Pacueco, en el sitio conocido como el Mezquite Grande, que pertenecía entonces al señor Marqués de Altamira don Luis Sánchez de Tagle. Distintas mediciones y revisión de títulos harán a los nuevos poseedores andar en juzgados para quedar pacíficos con la posesión de sus propiedades.76 Escalona y Calatayud visita La Piedad coincidiendo con esa nueva etapa en la vida de la población ribereña; esta nueva presencia del obispo de Michoacán en las márgenes del Lerma en el año de 1734, por el mes de marzo, va a confortar espiritualmente a los fieles que se acercan en masa a recibir la confirmación. La Piedad definitivamente empezaba a llevar el compás de la vida de la región por lo que se pensó ya en serio en independizarla de Tlazazalca dándole la atención de Yurécuaro y Tanhuato que por lo pronto son provistos de un vicario que los atienda en forma más estable. En el archivo parroquial de La Piedad hemos encontrado una nota que confirma esta coincidencia de la visita de Escalona, con el nombramiento de vicario fijo para Yurécuaro y Tanhuato: Yo el bachiller D. Antonio Pérez de la Busta teniente cura de esta partido de Tlasasalca certifico [que] de orden del señor obispo doctor don Juan de Escalona y Calatayud pasé a administrar estos ramos de Tahuehuato y Yurécuaro jurisdicción de Tlasasalca en donde no había habido ni había ministro de asistencia ni libro de administración, por cuyo motivo el año de 35 se hacía apunte de bautismos, entierros y casamientos y se remitían a La Piedad al licenciado D. Fernando Arregui y Vidonacas coadjutor que es de este partido.77 76 77

AMGM, o. c. APLP, Papeles Varios. 64


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Yurécuaro en 1734, a poco andar de la llegada del padre Pérez de la Busta quien residía en Tanhuato, es visitado por el teniente de Alcalde Mayor don Francisco Antonio Díez Cabanzo quien viene a levantar el padrón del vecindario por orden del virrey. Con verdadero cuidado ha venido recogiendo el censo de los vecinos del partido de Tlazazalca para enviarla a los reales comisionados licenciado D. Juan Francisco Sahagún de Arévalo y don Joseph Antonio de Villaseñor. Copia del padrón fue enviada a la corte y se conserva en el Archivo General de Indias, pero desde aquellos años fue conocido por la síntesis que Villaseñor realizó formando su obra Teatro Americano, la síntesis que da de los habitantes de Yurécuaro es la siguiente: 25 familias de españoles y mestizos por 47 de indios en el pueblo; en las estancias de la Huerta y Arjona apunta 40 familias de españoles, mestizos y mulatos. Otros sitios poblados cercanos al pueblo de Yurécuaro son hacia el oriente el de Carámequas y los de Arroyo Blanco de San Francisco y el Nacimiento, por el sur. La población de la margen derecha del río se describirá en forma genérica en el partido de La Barca concretándose a indicar que hacia la parte de oriente, por la orilla del río abunda de muchos indios, mestizos y mulatos.78 En la población de Yurécuaro se distingue con claridad la república de indios, de los españoles y las castas. Los españoles son los más escasos pues se reducen a las familias de don Santiago y don Joseph de la Cueva y sus mujeres María de Madrigal y Rita García. Un largo capítulo dentro del pueblo ocupan los mulatos y los mestizos siendo de los primeros los del apellido Covarrubias, Valderrama, Cervantes, Ortiz, Rodríguez, Ortega, Bolaños, Vargas, de la Cruz, Montes, Álvarez, Gallegos, Hurtado, Herrera y Pérez. De entre los mestizos se señala Francisco Becerra y su mujer Gerónima de Herrera. Damasio Galván, María Rosa Estrada y pocos más. AGI, Indiferente General 108. Villaseñor y Sánchez, Joseph Antonio. Theatro Americano, descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España…, México, 1748, t. II. p. 105 y 250. 78

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A la república de indios pertenecen las familias de Juan Ramos, Juana Cervantes, Juan Ignacio, Juan Gertrudis, Santiago Polito, Manuela Juana, Domingo Bolaños, Ifigenia Ocegueda, Salvador Lorenzo, María Pasquala, Blas Pedro, María Josepha, Antonio Alvarado, Antonio Rodríguez, Mathías Nicolás, Margarita Ribera, Juana González, Marcela de la Mora, Joseph Antonio González, Pedro Rosales, Juan de Arsola, Nicolás López, Miguel Estrada, pascual Cadena, Ramón Abreo, Nicolás Zamora, Catalina Chora, Jacinta Garibay, Joseph Mesa, Nicolás Diego. La importancia económica que cobra el rumbo por estas fechas, en que las diferencias raciales se van borrando poco a poco, va a hacer entrar en crisis a la comunidad indígena unida más por el temor de los extraños que por una verdadera solidaridad y en actitud defensiva y conservadora. La situación económica del partido es de prosperidad creciente y no deja de repercutir en el pueblo, los indios se han refugiado en las pequeñas industrias caseras y artesanales como la curtimbre de pieles, la hechura de zapatos, el tejer sillas y petates y alguna siembra de maíz, mientras que el dinamismo económico queda en manos de españoles y mestizos que se dedican a la ganadería y a la agricultura que les dará renglón con que impulsar el comercio hacia los reales de minas que harán llegar por medio de su propia arriería. La región empieza a crecer en población llegando a gran densidad lo que la hace sufrir en años de sequía. Sobre ese crecimiento de la población que empieza a sentirse por estos rumbos, Villaseñor y Sánchez anota: y es de advertencia que más vecindario se numera en las haciendas de esta jurisdicción que en todos los pueblos de ella.79 Lo que resulta interesante de esta observación es que los papeles se han invertido en el correr de estos siglos, pues ahora quien puebla los centros urbanos son los indígenas a quienes se les había congregado hacía un par de siglos, mientras que españoles y castas han vuelto a repetir los estilos prehispánicos de población. Villaseñor explica que la razón de ese poblarse los campos 79

AGI, 1. C. 66


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es vivir con más comodidad y estar a la vista de sus ranchos y haciendas cuyas tierras cultivan personalmente.80 La Piedad se hace parroquia para atender al creciente vecindario de estancias y pueblos de la parte norte del partido de Tlazazalca que se componía de pueblos distantes unos de otros en la siguiente forma: De Tlazazalca a Penjamillo cinco leguas andando hacia el noreste, de allí se podía seguir a La Piedad tomando hacia el noroeste, caminando siete leguas. Yurécuaro quedaba a 11 leguas de la cabecera y a sólo 7 de La Piedad, Tanhuato a legua y media de aquél. Separándole a Tlazazalca los pueblos del norte le quedaban más cómodos los de la parte sur, Ecuandureo y Atacheo a cinco y cuatro leguas. Las autoridades civiles del partido seguían viviendo en La Piedad cuando se la erige en parroquia, el 12 de mayo de 1748 siendo el primer párroco don Agustín Esquivel y Vargas que se hará célebre con su "Fénix del Amor".81 Entre las imágenes célebres de estos lugares se cuentan la del Santo Cristo de La Piedad y la de la Inmaculada de Yurécuaro de la que se escribe por estos años: Assí mismo se venera una imagen de Nuestra Señora de la Concepción en el pueblo de Yurécuaro de la que he oydo se han experimentado varios milagros, teniendo el vecindario total devoción con esta Señora. 82

Ut Supra. López de la Fuente, o. c., p. 15. 82 AGI, Indiferente General, 108. 80 81

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CAPÍTULO IV PREPARANDO LA INDEPENDENCIA Las tierras comunales del pueblo indígena de Yurécuaro son vistas con codicia por la población creciente del entorno que va cobrando importancia, pues en esta última etapa de la colonia estos rumbos alcanzarán niveles de producción económica jamás alcanzados en tiempos anteriores.83 La comunidad indígena se ve impotente para resistir en esta lucha frente a una población dinámica que ha encontrado caminos de prosperidad que no eran aceptados por las costumbres conservadoras de los indios. Cuando hablábamos de la fundación del pueblo hicimos referencia a un documento que para aquel tiempo y asunto resultaba apócrifo y en el cual se mencionaba la dotación de tierras al pueblo, sin embargo, no todo es falso en él; nos parece que refleja en forma bien clara esta lucha por sobrevivir de la comunidad indígena que trata de defenderse con títulos fingidos de las haciendas que por distintos rumbos van rodeándola hasta llegar a cercarla con un círculo que la ahoga. Nuestro documento revela ese último esfuerzo que se hace para defender sus tierras comunales que empiezan a ser pretendidas por los extraños. La copia que consultamos indica en las notas marginales que el documento original estaba hecho en papel timbrado del año de 1778, cuando Carlos III era rey de España, tiempo de por sí de importantes reformas administrativas que querían hacer más productiva a la colonia y dinamizar las fuerzas de algunos sectores de la población con detrimento de aquellos grupos más conservadores. La descripción del medio físico que allí se nos hace parece responder al Yurécuaro de la última mitad del siglo XVIII. Revela de por sí el momento psicológico que está viviendo el pueblo invadido ya en partes y 83

González, Luis, Zamora, p. 62. 68


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hostilizado aun por los vecinos, también indígenas, de Tanhuato, con quienes quiere llegar a un asentimiento de linderos, en que se protejan mutuamente.84 Paseando los contornos del pueblo se comprende la gran importancia histórica que tiene el trasladarnos a otras épocas por medio de la descripción de lo que entonces se defendía en esos títulos de posesión que estamos analizando y que decían así: …estando presentes los naturales de los pueblos citados y los de este pueblo de Yurécuaro y otros varios españoles… mandé traer un cordel y una vara castellana de cuatro palmos, de medir paño, y con ella se midió el cordel echándole cincuenta varas cabales… y luego paramos al centro ques la cruz grande del sementerio de la iglesia y puesto el abujón para el viento oriente, se tiró la cuerda derecha río arriba por tierra llana de pan llevar hasta topar con un cerrillo montuoso en donde desemboca el río por entre cerro y cerro pasando por un paraje que llaman la Huerta por la amenidad y los muchos guayabos que hay, guiñamos arriba un punto que llaman las gallinas que los antiguos, según la congregación, le pusieron Fricataro, y arriba en la trepada mandé poner la mojonera que fue una cruz grande y hubo desde la cruz a esta mojonera setenta cordeles que hacen menos de tres cuartos de legua y esto les enteré por este viento advierte el supuesto juez de medidas. 85

Detalles todos, los que hasta aquí se van dando, que son familiares a quien esté enterado del pueblo y sus alrededores y que convencían a los propios indígenas que veían escrito en papel timbrado lo suyo Debo copia de este documento a la amabilidad del señor José González Lara, parecer ser que depende de otra que haría hacia el 1905 don Gerardo López Durán secretario entonces del Ayuntamiento de Yurécuaro (XEZM, dossier Michoacán en Marcha, junio de 1962: Yurécuaro). Hay probabilidades de que importante documentación de la antigua comunidad indígena se haya remitido al Departamento Agrario de Morelia cuando por el 1919 se hacían gestiones para la dotación de ejido. 85 Posesión de tierras, 1571, Don Pedro Jiménez de Ortega. 84

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haciéndolos sentir seguros de su posesión. De allí se continúa a otras direcciones: …y volvimos para el pueblo a tomar el centro y puestos en la cruz del sementerio cogimos el viento del sur, llevando la deresera para el cerro que llaman Ichapeo que pertenece a los de Taguenguato, por tierra llana y cenagosa, y al llegar a una ciénega tequesquitosa adelante hace otra permanente que tiene tule y carrizo, habiendo llegado se encontró que era lindero de los de Taguenguato, a quienes yo dicho juez dí posesión y allí se puso la mojonera que fue una cruz del mezquite gruesa y grande y esta mojonera corresponde a la puerta del cerro montuoso abajo a mano derecha. 86

Las Lagunas de Tierra y Honda y el lindero de Tanhuato quedan precisados de la anterior manera, ya a finales de este siglo y principios del entrante veremos cómo los hacendados habrán invadido estas partes. La medición de las tierras hacia el norte se indica estar impedida por el río y el cerro, se completa pues con la medición hacia el poniente: y vueltos para el pueblo a la misma cruz del sementerio, tomamos el viento del poniente y saliendo río abajo por donde da vuelta el río a poco salir del pueblo, nos fuimos midiendo por un monte de mezquites espinos grandes hasta medir cien cordeles que componen una legua cabal que son cinco mil varas llegando la cuerda mandé poner una mojonera que fue una cruz grande de mezquite quedándoles todo el potrero por suyo que es la vuelta que hace el río, todas tierras llanas y de pan llevar, y lo mismo son las de arriba del viento oriente porque mi ánimo fue darles una legua por cada viento por no tener por el norte nada, y así lo que faltó para la legua por oriente se los día por el sur, que es por donde gozan de más tierra por coger ellos en sí la ciénega por gozar del tule y carrizo para los petates que fabrican…87

En el documento se hace alusión a una ayuda que el pueblo presta para la Armada de Barlovento lo que revela posiblemente la cuota 86 87

Ibídem. Ut Supra. 70


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que, quien fingió el documento, recaudó entre los indígenas para su propio provecho, ellos sin embargo de ese modo, quedaban seguros de su legítima posesión. El virrey y la audiencia supuestamente agradecidos con el pueblo, según el documento, daban órdenes precisas: mando que dichas tierras las hayan y tengan por suyas y que ninguna persona de cualquier calidad y estado y condición que sean, se abstengan y no perjudiquen e inquieten, introduzcan ni embarasen las tierras de estos naturales con sus ganados mayores y menores, y los que quisieren tener entrada en ellas que sea con consentimiento de ellos, pagándoles según lo que fuere.88

Para eso era necesario el documento, para evitar los abusos de los ganaderos que violaban las tierras comunales muchas veces impunemente. Por tres partes se sentía el ataque sobre el pueblo, por el oriente en base a los vecinos de la Huerta, al sur con el poblado del Nacimiento y al poniente con Arjona. La Audiencia que ratificaba la concesión virreinal tuvo frases inspiradas para defender al pueblo del peligro que le amenazaba escribiendo: que ningún hacendero comarcano los perjudique en su pertenencia ni se introduzca sin consentimiento de ellos.89 La atención sacerdotal durante este periodo de tiempo fue prestada ya por distintos clérigos que pertenecían a la nueva parroquia de La Piedad, según los libros parroquiales de Yurécuaro que se conservan desde estas fechas. De entre los clérigos de esta segunda mitad del siglo XVIII quien está más ligado a la feligresía es el bachiller D. Simón Aldana y Bovadilla que ejerce su ministerio desde el año de 1772 y todavía lo encontramos hacia el 1803, con muchos otros clérigos en los intervalos en que él no está asignado allí. Un hermano de este bachiller Aldana aparece avecindado en Yurécuaro según el padrón 88 89

Ibídem. Loc. cit. 71


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del pueblo levantado en 1792 lo que indica las hondas raíces de la familia en Yurécuaro. Los sacerdotes aparecen en los libros de bautismo de esta época en la siguiente forma: a partir de 1769 está don Marcos de Alcóser a quien sucede el año siguiente el bachiller Joaquín Márquez de la Mora. En 1770 el bachiller Joseph Antonio Ruiz Quintero anda por acá lo mismo que don Joseph de Ochoa y Garibay. En 1772 aparece Francisco Villegas y el mencionado don Simón Aldana. Francisco Antonio Torres estará de 1773 a 1775 para dejar de nuevo al bachiller Aldana que dura hasta el de 1778. José Thomas Zúñiga y el bachiller Joseph Ramón Campos administran en 1778 y 1780 respectivamente, en 1785 la presencia del fraile Pedro Antonio de Vieyra sugiere unas probables misiones al vecindario que se llevarían a cabo del 29 de mayo al 8 de junio, fechas de su estancia en Yurécuaro. Francisco Antonio de la Torre, probablemente el que antes era Torres y estuvo aquí en 1773, vuelve a pasar unas cortas vacaciones a orillas del Lerma a finales de junio y principios de julio de este año de 1785. El fraile mercedario Francisco Olivares aparece por marzo de 1789 ayudando en la cuaresma, siendo encargado de la vicaría el bachiller Vicente Xavier Palacio del Hoyo quien la había recibido de José María Olvera el 1º de septiembre de 1788. El padre Francisco Pedraza ha estado también en varias ocasiones durante estos años.90 La nueva situación económica en que la prosperidad se entremezcla con las grandes hambres de ese final del siglo XVIII, es el clima que vive Yurécuaro donde va tomando cuerpo la hacienda, en esa conjunción de la agricultura y la ganadería. Esa hacienda que había comenzado a crecer desde finales del siglo pasado llega en este tiempo a su primer apogeo. La legalización de los fundos estancieros se había logrado ya desde la primera mitad del presente siglo y el arraigo de los dueños en los mismos había de dar sus frutos. Grande es el atractivo que logran sobre la población mestiza y mulata que en ellos se establece en gran cantidad, como se 90

APY, Libros de bautismo. 72


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evidencia por los padrones a que nos hemos referido en páginas anteriores.91 En la inseguridad de la producción artesanal de los indígenas que se van quedando sin tierras es una gran tentación el régimen de las haciendas que parecen asegurar la subsistencia en los difíciles años de sequía y carencia de bastimentos. Yurécuaro no puede escapar a la problemática de la gran región donde se ubica y que es el Bajío convertido en este tiempo en el granero de la Nueva España, región de agricultura y ganadería que proveía, por su vecindad, a las minas de Guanajuato entonces en grande auge. Otra región en gran prosperidad es la de Guadalajara que está inmediata a la que ocupa Yurécuaro, quedando él, en cierto modo, en la confluencia de estas dos zonas decisivas en la economía del tiempo.92 La prosperidad de la iglesia en el aspecto económico va de la mano con la prosperidad de los terratenientes y de los grupos económicamente poderosos, es éste un fenómeno explicable en el carácter mismo de los capitales por ella manejados que se originaban: de donativos de bienhechores, abundantes en este tiempo de gran religiosidad, la segunda gran fuente de ingresos era la que se generaba en la recolección de los diezmos lo que la hacía tener un ingreso seguro independientemente del buen o mal año y en tercer lugar, la inversión de esos bienes adquiriendo y haciendo producir sus propios fundos.93 En el estudio de la situación económica de Yurécuaro vemos con claridad lo estrecho de ese ligamen entre hacendados y eclesiásticos, aquéllos disponiendo legados que gravan sus haciendas en favor de causas pías, pagando los censos que habían tenido que aceptar para salir de crisis financieras, AGI, Indiferente General, 108. Villoro, Luis, La revolución de independencia, Florescano, Enrique e Isabel Gil Sánchez, La época de las reformas borbónicas y el crecimiento económico, 1750-1808, en Historia general de México, México, El Colegio de México, 1977, t. 2. 93 Villoro, o. c., p. 308. 91

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pues era frecuente, por ejemplo, que un bienhechor de la iglesia, por no tener dinero disponible o por otras razones, gravara los ingresos de una o varias de sus haciendas con una renta anual en favor de una iglesia, una orden o un convento. A este gravamen sobre la propiedad, generalmente perpetuo, se le dio el nombre de censo y era equivalente al interés del 5 por ciento de un capital no invertido y no exigible que dependía del beneficiario.94

Por los libros de cuentas de la parroquia de Yurécuaro que empiezan a ser llevados desde el año de 1776 para la Cofradía del Santísimo, la Fábrica espiritual y material, por don Vicente Campos vecino del pueblo, nos enteramos de ese auge paulatino y esa importancia económica que adquiere la iglesia entrelazándose sus intereses con los de los vecinos poderosos dueños de estancias o haciendas y avecindados en el pueblo.95 Los hacendados de San José entre otros, constituirán parte muy importante de ese grupo poderoso que se liga estrechamente a ese Yurécuaro de finales del siglo XVIII y coexiste con la comunidad indígena. En 1755 doña Rosa Galindo y su hijo Francisco Bravo habían finiquitado el asunto de la legitimación de sus propiedades que venían sucediéndose y aumentándose desde el siglo XVI, pasando por el antepasado don Luis Bravo Coello a finales del siglo anterior. Doña Rosa encabeza en el libro de cuentas a que nos hemos referido la lista de los donantes a favor del culto parroquial gravando su patrimonio. A su muerte, que debió ocurrir antes de 1776, queda gravada su hacienda con un capital de 734 pesos cuyos réditos pagados en años alternos llegan a 36 pesos más real y medio.96 Hacia 1778 encontramos con propiedades por las vecindades de San José a la familia de don José Álvarez del Castillo que también dejará 186 pesos fundados en sus propiedades en favor de la iglesia del pueblo. Los Álvarez del Castillo son familias de La Piedad y Florescano, o. c., P. 288. APY, Libro de cuentas. 96 Ibídem. 94 95

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estrechamente ligadas a don Blas de Urbaneja, hombre rico y piadoso, fundador de la Cofradía del Rosario de un lugar de la que el sucesor en San José, Don Agustín Álvarez del Castillo, será administrador. Por el 1792 Don Agustín se ve en aprietos económicos y recurrirá a un pariente de Ecuandureo y al parecer albacea de los bienes de Urbaneja para conseguir un préstamo de 1,000 pesos que cree poder obtener basado en que ese capital es parte de la capellanía que D. Blas había dejado para un hijo de D. Miguel, D. Mariano, con valor de 8 a 10,000 pesos en los que se incluía el pago de sus estudios.97 El aprieto económico de D. Miguel Álvarez del Castillo nos permite enterarnos de la transformación que ha sufrido el ambiente que conocíamos por otros documentos, se habla ya ahora de propiedades en las que hay hechos potreros, construidas casas, así sean ellas las típicas de adobe con techo de palos y tierra. A D. Miguel le había tocado parte de la estancia de ganado mayor heredada de su padre y había ido comprando lo demás a sus coherederos. Poseía así un cuadro de 28 cordeles por lado (1,176 metros) con una superficie aproximada de 138 hectáreas, teniendo como límites, al oriente la hacienda de San José de los Bravo, al norte la de Santa Ana Pacueco que había crecido otro poco dado que antes llegaba hasta el Mezquite Grande, y por el poniente y sur las propiedades de los indios de Yurécuaro, río de por medio.98 Del capital fincado por su padre no ha podido pagar los réditos que aunque apenas llegan a 9 pesos y dos y medio reales, lo que es mal síntoma. No sabemos qué ayuda le haya prestado el hijo ordenado sacerdote, D. Mariano Álvarez del Castillo, y que encontraremos ejerciendo su ministerio en Yurécuaro a finales de 1794 y mediados de 1795, como sustituto y de orden del visitador por ausencia y muerte del ministro don Mariano Sánchez.99 Los Bravo de San José

APLP, Papeles varios, Ibídem. 99 APY, Libros de bautismo. 97

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se van sucediendo por generaciones en el siguiente orden: a los Bravo Galindo suceden los Bravo Lagunas; de éstos D. José Manuel dejará fincados sobre sus tierras a favor de obras pías 450 pesos. A éstos vendrán a suceder los Bravo Galván, Vicente y Francisco, el último fallecido en fecha temprana, asumiendo Vicente sus compromisos en el año de 1797 por valor de 250 pesos a favor de la iglesia, deuda vigente todavía en 1833 sobre un rancho de la familia situado en el estado de Jalisco, sin precisar en qué lugar. Como resultado de todos esos legados aparecen por esas fechas ampliamente gravadas las tierras de San José. No sabemos el parentesco que hayan tenido con los anteriores otras familias del apellido Bravo, propietarios de la hacienda de La Noria que está relacionada con la hacienda de La Concepción: Ignacio Bravo aparece en 1775 como alcalde segundo del pueblo cuando muere su esposa doña María Teresa de Herrera, dueña en parte de la Concepción quien deja por testamento la obligación de una misa, fincando 250 pesos sobre la parte que le correspondía de sus bienes familiares. Finalmente, otra familia que radica en el pueblo tendrá posesiones en tierras de Jalisco adyacentes al pueblo, la de D. Antonio Eulogio Hidalgo, casado con doña Luisa Villa o Villaseñor, ambos dejan 100 pesos fundados en un rancho de su propiedad para obras piadosas, que todavía se reconocen por parte de Ignacio Sánchez en quien ha venido a caer el rancho para el año de 1833.100 La hacienda de Guadalupe, como actualmente se le conoce, o de Guadalupe para los tiempos que nos ocupan, también está íntimamente relacionada con el pueblo. En el año de 1804 Don Ramón Navarro de Salceda, hijo de Don Nicolás Navarro dueño de Santa Rita, reconoce ante el escribano público del pueblo D. Antonio Basilio de Vallejo, obligaciones con dos hermanas religiosas: Sor María Francisca de San Gabriel y Sor María Dolores de San Ignacio, por la herencia de sus padres. Para el año de 1808 había ya muerto Don Ramón, dejando encargo a don Cosme Antonio de 100

APLP, Papeles varios. APY, Libros de cuentas. 76


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Estrada, vecino y del comercio del pueblo de Yurécuaro, para que vendiendo la hacienda cumpliera como su albacea los múltiples compromisos que había contraído. Estrada logra comprador en Don Eduardo Moreno, consiguiendo vender la hacienda en 36,652 pesos, 6 reales y 6 granos. Con la hacienda se vende un sitio de ganado mayor y catorce caballerías de tierra con los siguientes límites: al oriente la hacienda de la Concepción, por el poniente la de San Antonio, Sauces, Carmen y Santa Rita, por el norte la de Santa Rita y San Jerónimo y por el sur la del Tequesquite y Buenavista, río Grande de por medio. El precio del predio será de 16 750 pesos. Las obligaciones que don Cosme tiene que cumplir nos dan una idea de cómo se distribuían los bienes de los hacendados: 4,000 pesos de la capellanía del bachiller Mariano Álvarez Somosa, 1,570 de la cofradía del Señor de la Piedad, venerado en San Sebastián de La Piedad. 5,000 correspondientes a la capellanía de don José Manuel Camarena, fincados en la hacienda de Santa Rita de su padre Nicolás Navarro. 3,000 pesos a su viuda doña Nicolasa Fuentes. 1,000 pesos a sus hermanas las antes dichas religiosas del convento de Santa María de la gracia de Guadalajara. 3,000 pesos a Manuel Lara por vía de socorro. 1,000 pesos a Petra Navarro, su hija, a cuenta de los cuales se le da una casa en el pueblo que se valúa en 284 pesos. Estrada logra liquidar completamente el asunto el 5 de diciembre de 1808. De los dineros restantes de Don Ramón que se siguen entregando, 1,000 pesos que tocan a la parroquia irán a parar como préstamo a la hacienda de Santa Eduwiges en las vecindades de Churintzio, propiedad del entonces cura de La Piedad don José Antonio Macías, de cuya suerte luego nos ocuparemos.101 Los García de la Concepción tienen también estrecha relación con el pueblo. No sabemos si pertenezca a ellos Vicente García que deja 500 pesos a principios del siglo XIX, por medio de su albacea José Manuel Villanueva, mandando se le dijeran de los réditos 10 misas y se destinara el resto 101

APLP, 1. c. 77


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al culto del Divinísimo Sacramento. Ciertamente ya tiene que ver con La Concepción D. Agustín García que queda con ella después de D. José María de Herrera, quizá hermano de aquella doña María Teresa de Herrera, mujer del dueño de la Noria. Quizá es de estos mismos García, D. José que había dejado 142 pesos, cinco reales, con cuyos réditos se decían cada año misas a un Señor Crucificado con la advocación de Los Remedios, cuya casa en el pueblo había adquirido don Antonio Cosme de Estrada y sobre la cual había reconocido 710 pesos para cumplir obligaciones espirituales del difunto. O don José Agustín García que en 1808 da poder al licenciado Pedro José Navarro de la Audiencia de Nueva Galicia y vecino de Zamora, quien confiesa ser dueño de las haciendas del Tequesquite al sur de Yurécuaro y de la de San Rafael alias La Concepción, en parte, lo mismo que de la de San José de Yurécuaro. O de José Antonio García y Alcóser que quedó de entregar los réditos del capital que había fundado la señora doña Teresa de Chávez, vecina del pueblo y su subía a 1 000 pesos, quien por el año de 1833 se había echado a cuestas la hechura de la Custodia en la que llevaba gastados 120 pesos, 2 marcos y 3 cuartos de plata. O de don Antonio García, vecino de la hacienda de Buenavista, que el 13 de diciembre de 1808 compra casa en el pueblo.102 Otras haciendas y familias de posibilidades en el pueblo o en sus vecindades son los Herrera que con don Nicolás poseen Mirandillas desde 1780. Desde el siglo XVII existía la estancia de Guapajecuaro que entonces pertenecía a don Alonso Maldonado y criaba caballada103 y por el 1784 pertenecía a don Basilio Romero y a su mujer doña María Lloela. De un padrón de vecinos del pueblo de Yurécuaro recogido por el bachiller Mariano Sánchez, sacerdote residente en el pueblo en 1792, podemos sacar los "dones" que entonces vivían en Yurécuaro, algunos 102 103

APLP, Papeles varios. APY, Libros de cuentas. López Lara, Ramón, El obispado de Michoacán… p. 104. 78


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de los cuales ya han sido enumerados al hablar de los hacendados, ellos son: don Juan Zárate y Manso, subdelegado y máxima autoridad virreinal del pueblo y su jurisdicción que no sabemos hasta dónde se extendía, cuya esposa es doña María Ramos; don Cosme Antonio de Estrada casado con doña María Francisca Cavadas; don José Vicente Campos tesorero de la Cofradía del Sacramento y su mujer doña Bárbara; don Vicente Chacón, esposo de doña María Ygnacia Campos; don Juan Miguel Cabeza de Vaca, marido de doña Mariana de Campos; doña Nicolasa López, viuda; don José Rafael de Torres; don Luis de Aldana y Bovadilla, hermano del vicario don Simón, y su esposa doña María Ygnacia de Espinoza; don Antonio Picota y doña María Dolores de Herrera. De los arriba mencionados tanto Estrada como Chacón ocuparán puestos administrativos como subdelegados. Muy importante es el padrón que estamos recordando al darnos la composición de cada una de las familias; omite sin embargo detalles que pudieran hacernos entrar a la composición social o étnica que hubieran sido para nosotros importantes; se trataba en realidad de un padrón para el cumplimiento pascual que el buen beneficiado levantaba para su particular empleo y no tenía caso señalar detalles que él conocía.104 El padrón de 1792 es sin embargo el testimonio más claro de la explosión demográfica en el pueblo durante esta segunda mitad del siglo XVIII. De cuando se había censado la demarcación a ahora el pueblo es irreconocible, pasándose de las 25 familias de españoles y mestizos y 47 de indios en el pueblo y sus contornos, a 211 familias en el solo pueblo con un total ahora de 1,031 habitantes. Sabemos que de entonces acá se han avecindado en él muchos extraños a la comunidad indígena que parece haber sido relegada en la dirección del pueblo por la sola presencia de un subdelegado y su escribano, Don Antonio Basilio de Vallejo, a quien omitimos en la lista de los "dones", con otros más.

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APLP, Papeles varios. Padrón General de Yurécuaro… año de 1792. 79


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Por similitud con otras regiones podemos sospechar grandes diferencias en esa población que compone el Yurécuaro de este final del siglo XVIII; la prosperidad de las haciendas debió aumentar aquí, como en otras partes, el número de los peones aun entre los mismos indios de la república que van perdiendo personalidad comunitaria y con ella sus tierras, en un principio alquiladas y luego invadidas por los poderosos. La presencia del peonaje se incrementará con la crisis agrícola que afectaron estas regiones. Es casi seguro que para el Yurécuaro de este tiempo valga lo que el obispo de Michoacán de ese entonces don fray Antonio de San Miguel, expresaba refiriéndose a la situación económica de la diócesis. Casi todas las propiedades y riquezas del reino están en manos [de los blancos]. Los indios y castas cultivan la tierra, sirven a la gente acomodada y sólo viven del trabajo de sus brazos. De ello resulta entre los indios y los blancos esta oposición de intereses, este odio recíproco que tan fácilmente nace entre los que poseen todo y los que nada tienen, entre dueños y esclavos.105 Fray Antonio de San Miguel había andado por estos lugares el 30 de enero de 1790. Sin embargo de esta tremenda y cruda realidad que va preparando la explosión del 1810, por los apellidos del padrón poco se puede saber de la condición de quien los lleva, pues entre los desprovistos del "don" hay Hidalgos, Gallegos, Villaseñores, Jassos, Plancartes, Arandas, Zepedas como también del apellido Sebollona o Chigues. Dos insurgentes relacionados con Yurécuaro son el cura de La Piedad don José Antonio Macías quien tomara posesión de la parroquia el 2 de julio de 1797 y será párroco de esa jurisdicción eclesiástica a la que pertenece Yurécuaro hasta que secunde el alzamiento de su colega de Dolores don Miguel Hidalgo. El cura Macías tuvo mucho que ver en el desfalco económico de la iglesia de Yurécuaro al canalizar a su hacienda de Santa Eduwiges 2,000 pesos de los fondos piadosos de esta vicaría 105

Villoro, op. cit., p. 314. 80


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que se volverán incobrables; ¿habrá distraído fondos de otras obras pías siendo éste uno de los motivos para sumarse a la insurgencia? Sobre la cobranza de este capital el cura Borja, que sucede a Macías, inútilmente tratará de recuperarlos del heredero don José Manuel Macías y todavía en 1832 don José María Cavadas andará en acciones para recobrar ese capital que se ha duplicado con los intereses no pagados. Hasta 1845 doña Dolores López, poseedora para entonces de la hacienda parece que llega a pagar algo de la vieja deuda contraída por el insurgente cura Macías. El otro insurgente es nada menos que el señor don José Sixto Verduzco, bachiller por este tiempo y después doctor, quien había tenido cargo de la parroquia de Tlazazalca a finales del siglo XVIII, donde se había dado cuenta de lo pingüe del Diezmatorio de estas partes. En Yurécuaro, ante el escribano público y los testigos Francisco Bravo Galván, José María Sandoval y Rojas y José Besoi, se presenta don José Vicente Campos, alcalde provincial de la Santa Hermandad y también vecino del pueblo para constituirse fiador del bachiller Verduzco, residente en Valladolid, quien pretende comprar los diezmos del partido de La Piedad y Tlazazalca por los años que corren de 1800 a 1804, por 7,000 pesos. Al exigírseles hipoteca presentan las haciendas de Orapondio y Pocaquaro en jurisdicción del pueblo de Yurécuaro (¿corresponderán a las que pertenecieron a la familia Verduzco en la parte sur de la población?) y casas en la plaza del pueblo, propiedad del mismo bachiller, bienes todos que se valúan en 5,000 pesos las dos haciendas y en 8,000 pesos las casas. El compromiso es pagar la suma total en fin de mayo de 1806. El contrato de arrendamiento de los diezmos se ratificará en Valladolid el 16 de octubre de 1799.106 Una casa del pueblo a fines del 1808 podía ser, si se trataba de la gente que llevaba un "don", como la siguiente: En la traza de este pueblo, compuesta de sala, recámara, tienda, trastienda, quarto de despensa, otro quarto 106

APLP, Papeles varios. 81


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para huéspedes, cosina, zaguán, comunes, caballeriza, todo construido de adobes y cubierto de vigas y tierra excepción de la cosina y despensa que está cubierta de morillos y teja. 107 Era esta casa la de doña Ignacia Bravo de don Vicente Araujo que compra don Antonio García en 500 pesos comprometiéndose la vendedora a pagar los derechos de alcabala y escritura que le cuestan 40 pesos. La casa propiamente dicha era la descrita, pero la propiedad vendida constaba además, no olvidemos que Yurécuaro sigue siendo pueblo indígena, de un solar de veintiuna varas de frente y treinta y quatro de fondo perteneciente a la república de indios de este pueblo por el que paga de renta anual dos pesos quienes en forma demasiado simbólica conservaban derecho sobre lo que los extraños se habían ido apropiando. La casa que compra don Antonio tiene como linderos por el oriente la de don Francisco Bravo López de Lara, padre de la dueña, por el poniente la de don Jacinto García, por el sur la de los herederos de don Juan Bico, alias Bravo, y dando a la calle por el norte eran los vecinos de enfrente los herederos de don Ygnacio Cuevas.108 Es muy probable que pocas hayan sido las casas con estas pretensiones, la mayoría sospechamos que habrán sido de adobe y techo de palos y tierra reducidas a un cuarto y un portal con una pequeña cocina y un amplio solar o ecuaro. De entre las casas con valor comercial hemos encontrado distintos precios, las de la plaza, como es lógico, alcanzan los mejores como son las del bachiller Verduzco que llegan a valuarse en 3,000 pesos, o la adquirida allí mismo por don Cosme de Estrada, había otras de menores precios sin llegar a ser modestas. El capital de la iglesia también se constituye en censo sobre fincas urbanas, así Vallejo el escribano recibe 400 pesos en préstamos sobre su casa de La Piedad, don Juan Francisco Bravo Galván grava en 150 pesos su casa, pues se queda con los dos cuartos que el finado su padre político don Salvador de Aviña había dejado para el Santísimo y las Ánimas. Por muchos años quedará sin redimir

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Ibídem. Ibíd. 82


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esa deuda lo que hará que la gente conociera tal casa como la de las ánimas.109 Sabemos también de otra casa que se hipoteca en 150 pesos y resulta importante por darnos sus colindancias: Calle que va al paso real del río, linde por sur y poniente con casa de doña Mariana Villar y por el oriente de don Guadalupe Bravo, calle de por medio y por el norte con herederos de Miguel Alven. De esta capital los réditos se cumplían en la octava de Corpus y había obligación de decir 4 misas rezadas y dos responsos, con un peso de limosna por las misas y un real por cada responso, todo por los primitivos dueños que fueron doña María Teresa Bravo y su esposo Santiago Villar.110 Autoridades civiles y eclesiásticas ya presentes en Yurécuaro en este último girón del siglo XVIII y principios del XIX, nos hablan de una creciente importancia del pueblo. De la lista de los vecinos de 1792 destacaba el subdelegado don Juan Zárate y Manzo a quien describe desde 1788, ya residente en Yurécuaro, como justicia de esta jurisdicción y el agregado de Chilchota, por el señor teniente coronel de ejército don José Antonio de Riaño corregidor intendente de esta provincia y ante él, por tanto, vemos comparecer las partes de distintos pleitos relacionados con personas de la jurisdicción, como Purépero o Penjamillo, o de la agregada de Chilchota como son los vecinos de Carapan.111 Para el año de 1802 le sucede don Cosme Antonio de Estrada quien ejerce como subdelegado sustituto por ausencia de don Ramón Cardona que es el propietario.112 Otro vecino, don Vicente Chacón, se titulará en 1808 también subdelegado de la delegación de Zitácuaro. Sabemos que a la par que las autoridades españolas, con radio de acción más allá del pueblo, seguía funcionando la comunidad indígena y la Santa Hermandad. Desconocemos, sin embargo, más nombres que los que han quedado registrados en la fachada de la APLP, Papeles varios. Ibídem. 111 Ut Supra. 112 Ibídem. 109 110

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iglesia parroquial para el año de 1808, en lo que toca a la república de indios. De la lista de sacerdotes, que interrumpimos en el año de 1790, los libros de bautizos nos informan que en 1791 está a cargo de la vicaría don Luis Sandoval y Rojas a quien le toca presentar los libros parroquiales en la visita que hace el obispo fray Antonio de San Miguel quien manda que se vuelva a la antigua costumbre de separar el registro de bautismos, matrimonios y entierros, distinguiendo a los indios de los españoles y castas. Don José Miguel Martínez de Aguilar está en 1792 y a él sucede el bachiller don Mariano Sánchez, autor del padrón a que nos hemos referido y que morirá en el pueblo en 1795. Mariano Guzmán, Mariano Álvarez, José Miguel Rueda, José Alejandro González de Ruvalcaba, Juan de Dios Camarena, José Ignacio de Torres, José María Campos, Manuel Sánchez del Villar, Marcos Cavadas, Ignacio Mena, Pedro Gómez de Enterría, Ignacio Mariano Álvarez del Castillo, pariente de los de San José, y Pedro Bravo residente en el pueblo cuando Hidalgo se levanta en armas, son los sacerdotes que residieron en el pueblo en este tiempo.113 La edificación de la iglesia, que se transforma de simple capilla en templo, empeña a toda la comunidad. Una inscripción nos proporciona datos importantes, se encuentra en la fachada y dice a la letra: En 6 de marzo de 1808 se enrasó este templo fabricado a exp[ensas] de los dev[otos] feligr[eses] y con la ayuda de 12 hnb[bres] p[or] día q[ue] dio la rep[ública] de nat[urales] alc[alde] D. Greg[orio] Abreu y rexidor don Manuel Martines. Ave Mr[María]. Las notas históricas de don Ignacio Estrada señalan como principio de los trabajos el año de 1805 y dice se gastaron en ella 30,000 pesos.114 Sabemos por los libros de cuentas de mejoras que se habían venido haciendo en las instalaciones, como el drenaje con que se mejoraban el atrio y el cementerio que estaba al poniente de la iglesia,

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APY, Libros de bautismo. HIE, 6. 84


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en 1779.115 O la reparación de la torre y acondicionamiento del propio cementerio que se registra en 1798, o la compra de campanas que se hace en 1801 con un costo de 53 pesos, 6 reales que se gastaron en la siguiente forma: 25 pesos para la fundición de la campana segunda, 12 pesos para la de la esquila y 3 cámaras, 16 pesos y 6 reales que se gastaron en cobre y lazos y sebo, pabilo, que todo se entregó al maestro Miñaca.116 Completaban estas campanas las que ya se habían fundido el año anterior de 1798. Un gasto que aparece en las cuentas, sin excepción, es el que toca a los músicos; se ve que es la musical una de las costumbres más antiguas del pueblo, así en 1801 se pagan a los músicos de los "clariones" lo de cuatro meses vencidos. La razón de la liquidación que se hace el 28 de diciembre de 1805 nos da noticias detalladas de tatarabuelos de los actuales filarmónicos del pueblo: 36 pesos que tengo pagados al maestro músico Mariano Silva por su trabajo a 3 pesos cada mes que se cumple el año en último de éste y 12 pesos a Marcelo Basquez y Juan José de Jesús Sánchez clarioneros y 9 pesos a Ramón Abarca y Juan José Comparán por 6 meses que han trabajado de trompeteros, a 6 reales cada uno en cada mes que todo monta 51.10.117 Un incidente curioso de la tradición que don Ignacio Estrada recoge es el que nos relata en la siguiente forma: En 1801 un acontecimiento fue de gran sensación para los creyentes… una mañana en el único templo con que se ha contado en este lugar, se advirtió que había desaparecido la custodia que era de plata dorada que contenía el Santísimo Sacramento. Reciente el robo… se notó la ausencia de un devoto que frecuentaba la iglesia diariamente llamado Perfecto Gallego, alguien llegó a sospechar que el autor del sacrilegio fuera Gallego. Pasó el alcalde con la policía a la casa de Gallego encontrándolo de rodillas en presencia de la APY, Libros de cuentas. Ibídem. 117 Ut Supra. 115

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Custodia que tenía depositada en un agujero de la pared con dos velas de sebo encendidas. Difundida la noticia de aquel suceso fue conducida la Custodia en procesión a la iglesia y el ladrón devoto conducido a la cárcel y aunque se fugó de la prisión, reaprehendido, fue conducido a La Piedad… ¡Acabaría su existencia en las obscuras mazmorras de la Inquisición! Remata dramáticamente don Nacho. 118

Por el padrón de 1792 nos enteramos que eran varias las familias de apellido Gallego en la población, pero en ninguna de ellas encontramos a alguien de nombre Perfecto, aunque sí Francisco, Magdaleno, Bonifacio y Antonio, como cabeza de casa. Muchas de las noticias de la vida religiosa de la comunidad de Yurécuaro van referidas al culto del Divinísimo Sacramento, o del Amo como tradicionalmente se le llamaba a la Eucaristía. Eran numerosas, ya lo vimos ampliamente, las mandas y legados que administraba la Cofradía del Santísimo en manos de seglares y generalmente controlados por las personas más en vista social y económicamente en la población. Dentro de su pobreza, los indígenas toman parte muy activa en esa vida cultural, es indicativa la celebración del Corpus. Del Libro de cuentas de la mencionada Cofradía recogemos una nota de gran interés para descubrir ese espíritu sencillo de los devotos indios del pueblo que se hacen presentes en forma comunitaria para no dejar traslucir la vergüenza que les hubiera causado presentarse con insignificancias por la pobreza individual: "Se advierte que los naturales de este pueblo tienen otorgada obligación de dar anualmente diez pesos para el aceyte de la lámpara de Nuestro Amo".119 En las angustias económicas de los pobres, en los siguientes años, se ingeniarán para cumplir su compromiso llegando a encontrar un modo de ingresar dinero para cumplir su obligación, voluntariamente aceptada: destinando lo que se recogía de las canoas que pasaban pasajeros de una a otra orilla del río. Ya hemos visto constancia de esa cooperación en trabajo que proporcionaron para la construcción del templo.

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HIE, 5. APY, Libros de cuentas. 86


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CAPÍTULO V LOS AÑOS PATRIÓTICOS El grito de Dolores rompe la paz aparente de la comunidad yurecuarense arrastrando a la lucha al cura del partido don José Antonio Macías quien toma parte en las acciones guerreras de esos primeros meses, resistiendo a las tropas del general don José de la Cruz en la histórica batalla de Urepetiro librada el 14 de enero de 1811, cuando ya Hidalgo había pasado por estas tierras, concentrándose en Guadalajara. El cura de La Piedad trató de reforzar a don Ruperto Mier en el combate y sufrió la derrota que lo colocó en situación difícil para continuar su ministerio, teniendo que ser relevado por el licenciado don Pedro José de Borja y Valenzuela que toma posesión del curato, que había quedado vacante, el 20 de noviembre de 1811.120 La insurgencia en su primera etapa no perturbó la atención espiritual del beneficio de Yurécuaro atendido por D. José Alexo Martínez desde diciembre de ese año de 1810; a este joven sacerdote le tocará estar en el pueblo durante los próximos veinte años compartiendo dichas y penas con los vecinos de la comunidad. Los guerrilleros del pueblo de que nos da noticia don Ignacio Estrada pertenecieron probablemente a la comunidad indígena y a los sectores mestizos de este pueblo. Según la tradición que Estrada recoge, fueron encabezados por Andrés Ventura quien logró enrolar alrededor de cien hombres con el propósito de tomar La Barca que estaba defendida por el comandante Tecacho, pero éste pudo resistir al grupo insurgente que fue destrozado.121 120 121

APLP, Libro de entierros, 12 de febrero de 1790, f. 64 v. HIE, 6. 87


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Por el padrón de la feligresía del 1792 encontramos en el pueblo la presencia del apellido Ventura pero ninguno de ese nombre; los hijos de doña Trinidad Ventura se llamaban José Claudio y José Calletano. Hay dos varones con ese nombre pero ninguno de ellos es el personaje del relato de don Ignacio Estrada, ellos son Ventura Morado y Ventura Camilo; sin embargo, otro hombre de apellido Ventura trabajaba en la casa de Dolores Cervantes y se llamaba José Antonio.122 De esta misma guerra insurgente recogemos la siguiente noticia de la historia de Estrada: Los realistas amurallaron este pueblo fortificado y establecieron una guarnición a las órdenes del comandante don Manuel Pesquera. Éste, un día salió de la plaza atraído por una partida de soldados del padre Torres y llevado hasta el rancho del Cerro Colorado fue derrotado allí completamente. Fueron 30 el número de muertos de parte de los realistas y su jefe logró escapar en precipitada fuga. El mayordomo del Cerro Colorado Luis Tamayo, por espíritu de filantropía, condujo en carretas a este pueblo, para su inhumación, los muertos de los realistas y en premio de su buena obra el capitán don Rafael García que había quedado al mando de la guarnición de la plaza dispuso que Tamayo fuera fusilado en el acto, como se verificó sin réplica.123

El padre Torres, famoso por su crueldad en la lucha insurgente tuvo la ingrata ocurrencia de pasearse por estos rumbos, como ya vimos, y en una de esas quemar este pueblo. La fecha exacta de este triste suceso fue el 25 de enero de 1816 y el pueblo lo iba a seguir recordando por una serie de atrocidades que se cometieron. De este personaje incendiario sabemos que era originario de Cocupao, hoy Quiroga, Mich., y que ejercía su ministerio como vicario en Cuitzeo de los Naranjos cerca de Pénjamo, cuando se desató la guerra insurgente. Personaje de crueles instintos igualados apenas por su ignorancia y afición a la baraja y los 122 123

APLP, Padrón de 1792. HIE, 6. 88


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caballos, se hizo amo del contorno pues tenía una defensa inexpugnable en el cerro de San Gregorio donde estaba el fuerte de Los Remedios.124 El origen del ataque a Yurécuaro se debe a su táctica guerrillera tratando de privar de recursos a los realistas y así se la pasaba asolando la región.125 Personaje patológicamente destructivo, incendió una serie de pueblos a uno y otro lado del río entre ellos Uruapan, Penjamillo, Valle de Santiago y el mismo Pénjamo, a los que hay que agregar Yurécuaro, donde los realistas se habían fortificado. Además de la documentación de los archivos parroquiales de Yurécuaro y La Piedad que nos informan del suceso, es tradición constante el recuerdo de este suceso que don Ignacio Estrada recoge en la siguiente forma: La noche del 25 de enero de 1816 el Padre Torres [José Antonio], con una fuerza numerosa de insurgentes y sobornando algunos soldados de la guarnición tomó este pueblo por asalto, incendiando las casas en general y el templo, cuya techumbre y altares eran de madera y pasó por las armas a multitud de habitantes pacíficos que no habían tomado parte en las contiendas de la época. Lo demás del vecindario, incluyendo las mujeres, los ancianos y los niños fueron llevados prisioneros al fuerte de San Gregorio.126 Para 1834 el sacerdote, entonces residente en Yurécuaro don Miguel Castañeda, nos relataba este triste suceso en que se perdieron importantes escrituras: Las escrituras… se extraviaron desde el día 25 de enero del año de 1816 en que fue quemado este pueblo por los Defensores de nuestra justa Yndependencia.127

Alamán, Lucas, Historia de México, T. V. HIE, 6. 126 APLP, Papeles varios. 127 López de la Fuente, Refugio, o. c., p. 35: "En este año (1881) se fundó la primera imprenta en esta población, el primer trabajo ejecutado fue la biografía de la heroína michoacana María de la Luz Rico que por salvar su pureza se arrojó a las llamas en la parroquia de Yurécuaro. Tal biografía fue escrita por el poeta piedadense Austasio Cepeda y titulada "La heroína de la Castidad". 124 125

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María de la Luz Rico es considerada como una heroína de la historia de Yurécuaro, resultando personaje central de estos sucesos. Existía en el templo del lugar una inscripción indicando el lugar donde esta joven se arrojó a las llamas, antes que permitir que un soldado de la tropa la corrompiera. El origen de esa inscripción es muy probable que haya partido de don Austasio Zepeda pues se sabe de él que, interesado por las tradiciones del pueblo, publicó un folleto sobre este hecho.128 Las noticias que se tienen llegan a precisar inclusive el nombre del perseguidor que se llamaba Antonio Hernández, quien apasionado, pretendió raptarla y ella, al no encontrar defensa, se arrojó a las llamas que consumían la iglesia. Existe un acta de bautismo de una María de la Luz Rico nacida el día de la Candelaria de 1797, hija de José Toribio Rico y Manuela Ayala gentes del pueblo del Nacimiento y de condición mestiza, tanto ellos como los padrinos, Manuel Rico y Josefa Espinosa, pertenecen a viejas familias de esa localidad en donde ya existía el apellido Rico desde 1743. El sacerdote que bautiza a la criatura es don José Ignacio Torres. ¿Se trata de la misma María de la Luz que relata la tradición? Supuesto que no eran familias del pueblo hay que encontrar razón para su estancia en él y ello puede deberse al clima de inseguridad de esos tiempos que hacía deseable la concentración en el pueblo.129 Robo y saqueo en las casas del pueblo que no se habían quemado, fueron fáciles una vez abandonado el lugar. Ha quedado noticia de que los primeros que se aprovecharon de la soledad de Yurécuaro fueron los vecinos de Tanhuato quienes, se dice, cargaron con todo lo que les pareció de utilidad llegando al extremo de llevarse la madera de las casas, las puertas de las mismas, los muebles y trastos, las semillas y toda clase de animales abandonados. Don Ignacio recoge esta tradición y trata La localización del acta se debe al presbítero Javier Ochoa Vaca, APY, Libro de bautismos 1790, f. 108 v. 109. 129 HIE, 7-8. 128

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de explicar en ella el antagonismo entre los dos pueblos, completando la narración del suceso con el perdón que vinieron a pedir los del pueblo vecino cuando movidos por un misionero que les dio ejercicios espirituales trataron de reconciliarse con los de Yurécuaro.130 Recoge también Estrada otro suceso de este tiempo y es el de la muerte de don Nicolás Tamayo, alcalde de la comunidad indígena a quien le tocó ser señalado para el fusilamiento cuando el padre Torres diezmó la población. Camino a la ejecución habría encontrado a un compadre suyo de nombre Marcelino Lorenzo, barquero del río, a quien invitó a acompañarlo pues habían prometido morir juntos como grandes amigos que eran. Don Marcelino, después de confesarse, se había juntado a Nicolás muriendo de la misma descarga.131 En éste, como en otros casos de los relatados por Estrada, resulta casi imposible comprobar la historicidad, sabemos de la existencia de un Nicolás Tamayo casado con María Salomé Ávila que puede ser indicio que robustece la veracidad del hecho.132 Iturbide y Negrete se encontraron en Yurécuaro en el mes de mayo de 1821, según lo afirma una placa que se encuentra en los portales de la parte oriente de la plaza municipal del pueblo, la inscripción que reproduce otra más antigua que existía allí fue colocada el 27 de septiembre de 1921, su texto es el siguiente: En esta casa, en mayo de 1821, el libertador don Agustín de Iturbide tuvo una entrevista con el general don Pedro C. Negrete en la cual Negrete se adhirió a la causa de la Independencia. Sabemos por don Lucas Alamán que Iturbide estuvo efectivamente por estas fechas en el pueblo, su objetivo no era sin embargo entrevistarse con Negrete y ganarlo a su causa, cosa que ya había logrado, sino que pretendía conseguir por mediación de él la alianza o al menos, la neutralidad, de don José de la Cruz.133 Ibíd., 7. APLP, Padrón de 1792. 132 Alamán, o. c., pp. 159-163. 133 Ibídem, p. 161. 130 131

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Durante toda la lucha insurgente el realista don Pedro Celestino Negrete había controlado la zona desde sus plazas fuertes de La Barca y Zamora, de él se vale ahora Don Agustín para concertar alianza con el jefe de las fuerzas de Nueva Galicia, brigadier Cruz. Se concertó, después de muchos tanteos, una entrevista entre Iturbide y Cruz en la Hacienda de San Antonio de Rivas, situada entre La Barca y Yurécuaro, persuadido como estaba Cruz de las buenas ideas del caudillo criollo. La llegada de Iturbide a Yurécuaro fue el día 6 de mayo donde permaneció hasta el día 8, posiblemente hospedado en la casa que conserva la inscripción y que desconocemos a quién haya pertenecido. La desconfianza parecía ser el clima que rodeaba las negociaciones, de la cual don Agustín se mostraba ofendido, lo que hizo a Cruz resolverse a la entrevista con él y de pronto se presenta en San Antonio. Cuando el día 8 de mayo, al amanecer, don Agustín se enteró de que Cruz ya se encontraba en la hacienda mencionada: no queriendo esperar ni aún a que se le ensillase uno de sus caballos, tomó el de un dragón y sin más compañía que la del coronel Bustamante, se dirigió a carrera a la hacienda de San Antonio, donde ya lo esperaban Cruz y Negrete.134 Esa misma tarde regresó Iturbide a Yurécuaro después de haber conseguido por lo menos la neutralidad del general español. En el primer centenario de este histórico encuentro se levantó un arco a la entrada del atrio del templo parroquial con la siguiente inscripción latina: Populus Iurecuarensis ínclito liberatori Augustino de Iturbide animo grato hunc consecrat, 1821-1921 (El Pueblo de Yurécuaro consagra este monumento al preclaro libertador Agustín de Iturbide con ánimo agradecido, 1821-1921).

La suerte de los españoles al término de la guerra de independencia había venido siendo objeto de todo tipo de elucubraciones y temores por parte de ellos mismos; 134

Alamán, o. c., p. 158. 92


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resultaba de enorme impacto psicológico el que Iturbide desde León, y antes de estar en Yurécuaro, lanzara una proclama asegurándoles que serían respetados y protegidos contra la masacre que ellos temían, una vez proclamada la independencia.135 Todos los temores parecen esfumarse, por lo menos para los de Yurécuaro que continúan en pacífica convivencia con los demás habitantes del pueblo, ambiente de tolerancia que va a hacerse característico de la población que ha conservado ese sello de pluralidad hasta nuestros días. Se conserva en la iglesia de la Purísima una bella pintura al óleo de principios del siglo XIX, casi seguramente de estos años de la independencia, representando a la Virgen de la Concepción y dos personajes arrodillados junto a ella, la inscripción reza de esta manera: A devoción de don Cosme Antonio de Estrada y don José de Besoy que se han constituido esclavos de la Purísima Concepción de María Santísima que se benera en el pueblo de Yurécuaro desde que con sus ajencias y administración se favricó su nuebo templo y los ha librado de la persecución que han padecido los europeos. (Se mandó retocar por don José María Besoy en Guadalajara el 1º de octubre de 1857).

Del periodo de restauración que sigue al término de la guerra tenemos importantes testimonios de los dos sacerdotes a quienes tocan estos años difíciles. El primero de ellos, ya conocido, es don Alexo Martínez que en el año de 1831 pasará a Tanhuato siendo sustituido aquí por el bachiller Miguel Antonio Castañeda, quien había sido religioso y ejercía ya como sacerdote diocesano adscrito al curato de La Piedad.136 Estadísticas tempranas del México Independiente nos han llegado a través de la obra de don Juan José de Lejarza y ellas nos hablan del incremento en la APLP, Papeles varios. Lejarza, Juan José Martínez de, Análisis estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822, Morelia, 1974, p. 174. 135

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población de Yurécuaro quizá debido a la concentración en el pueblo por la misma guerra. Lejarza nos describe para el año de 1822 al pueblo como: Yurécuaro el Grande, a distancia de ocho leguas de La Piedad y nueve de La Barca, a la orilla del río Grande. Es cálido su temperamento, produce maíz, frijol, con otras semillas. La labranza es la ocupación principal de sus habitantes, con comercio escaso. Se ha establecido en este pueblo ayuntamiento constitucional a causa de su población que es la siguiente: Hombres: Solteros 889 Mujeres: Solteras 858

Casados 530

Viudos 54

Casadas 540

Viudas 132

Total: 3,003 almas

Comparando Lejarza la población de todo el partido de La Piedad entre el año de 1820 y el de 1822 aparece un aumento de 6,128 habitantes. El número de haciendas que existen en dependencia de Yurécuaro son 2 a las que hay que agregar 10 ranchos; se queja del decaimiento económico del rumbo que antes era uno de los más prósperos. El total de la población de todo el partido es 16,706 habitantes.137 Un sacerdote residente en Yurécuaro a principios de la década de los treinta, el Padre Castañeda,138 nos ha dejado una preciosa estadística que nos indica el crecimiento demográfico entre los años de 1824 y 1830, dándonos el número de nacimientos y defunciones y adicionado con el de matrimonios, lo que nos da idea completa del movimiento total de población: AÑO 1824 1825 1826 1827

Bautismos 172 130 134 118

Entierros 62 58 58 34

Casamientos 25 21 27 28

APLP, Papeles varios. Coromina, Amador, Recopilación de leyes… estado de Michoacán, t. I, p. 57. 137

138

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1828 1829 1830

120 107 142

29 36 81

22 22 22

En el aspecto administrativo vemos, como ya Lejarza lo indica, la elevación al rango de cabecera municipal del pueblo de Yurécuaro; a poco andar se segrega de la oficina de rentas de Zamora para pasarse a la de La Piedad, lo que sucede el 21 de diciembre de 1824.139 En 10 de diciembre de 1831 se reafirmaba la importancia del pueblo confirmándolo en su rango de municipalidad en dependencia de La Piedad, en el departamento del Poniente al que también pertenecen los partidos de Zamora, Tlazazacla, Jiquilpan y Puruándiro.140 Este lento entrar de la organización civil sustituyendo a las autoridades tradicionales indígenas va a terminar de debilitar la personalidad de la misma comunidad hasta llegar a plantearle serios problemas de identidad que en definitiva serán fatales para la misma defensa de los bienes comunales que el pueblo posee, en favor de las haciendas, como llegará a suceder en la segunda parte de este siglo. Ajustes económicos importantes en la situación de pueblo incendiado y saqueado debieron hacerse en los años siguientes a la independencia; ese desajuste en las finanzas se nota en una institución otrora poderosa como lo había sido la iglesia y las obras pías relacionadas con ella; ya nos hemos ocupado en el capítulo anterior de la abundancia de fundaciones que se habían venido estableciendo para favorecer la vida religiosa de la iglesia del lugar. Lejarza nos hacía notar ese decaimiento general, viniendo a los detalles, los capitales piadosos han quedado reducidos a los siguientes: 750 pesos gravados en la Hacienda de Mirandillas de don Nicolás Herrera.

139 140

Ibídem, t. V. APLP, Papeles varios, APY, Libro de cuentas. 95


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2,000 pesos que pesan sobre el rancho de la Buena Huerta, el Señor de La Piedad, con réditos anuales de 100 pesos. 1,000 pesos de capital sobre el rancho de San José que dan un rédito anual de 50 pesos. Los demás fondos, cuyas escrituras se habían perdido en el incendio del pueblo, se trata de recuperarlos indicando quiénes son los deudores y qué réditos están debiendo y sobre qué fundos están fincados. Se encargará de darnos una razón de ellos el mencionado padre Miguel Castañeda en la siguiente forma: Sobre la Hacienda de Santa Eduwiges de don Manuel Macías se habían prestado, desde el tiempo del cura Macías, 2,000 pesos cuyos réditos se debían desde 1809 y ascendían ya a 2,200 pesos, que sumados al capital se volvían tan bonita suma como era difícil su cobro. Sobre el rancho de Acuña, cuya ubicación ignoramos pero que pertenecía al Bachiller D. Antonio Valencia, vecino de Puruándiro, se debían 400 pesos que habían causado 440 pesos más de réditos, desde el mismo año de 1809 que se habían dejado de pagar. De la famosa casa de las ánimas, en el pueblo, que correspondía a los 160 pesos fundados sobre ella se debían 190 de réditos por parte de D. Francisco Aviña, que también era deuda vieja de antes del grito de Dolores. Los demás réditos menores estaban más o menos al corriente y daban 62 pesos 6 reales y correspondían a lo siguientes capitales: 750 pesos sobre la Hacienda de San José que daban 36 pesos 2 reales de rédito anual y pagaba don Vicente Bravo y Galván. 250 pesos sobre un rancho en el estado de Jalisco en poder del anterior que daba un rédito anual de 12 pesos cuatro reales. 100 pesos sobre otro rancho en tierras de Jalisco que había dejado fundado doña Luisa Villaseñor y que pagaba su actual poseedor don Ignacio Sánchez redituando 5 pesos anuales. Finalmente, 180 pesos del rancho del finado don Miguel Álvarez cuyos réditos ascendían a 9 pesos que pagaba don Juan Álvarez. 96


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Una nota del padre Castañeda nos habla de lo difícil que era recuperar todos estos capitales: La finada doña Teresa Chávez, vecina de este pueblo dejó, como consta en su testamento, quinientos pesos para el Divinísimo señor Sacramentado y otros tantos a la prodigiosa Ymagen que se venera en esta yglesia de cuya cantidad tiene dados su heredero y albacea don José Antonio García y Alcóser vecino de éste, ciento veinte pesos con dos marcos y tres cuartos de plata para la custodia que se está haciendo de su cuenta y con parecer del señor cura actual licenciado don José María Cavadas.141

Se reconstruye la iglesia que había sido quemada y esperaba mejores tiempos para volver a ser puesta en su antigua dignidad. Yurécuaro tuvo la suerte de que el célebre D. José María Cavadas, cura entonces de La Piedad pusiera manos a la obra encabezando a los vecinos, así nos lo indica una carta que los indígenas de Yurécuaro le dirigen en estos términos: Señor Cura Propio y Juez Eclesiástico de La Piedad, Don José María Cavadas, Yurécuaro 22 de abril 834. Los ciudadanos yndígenas de esta comunidad Rosalino Sánchez, Bitoriano González, Domingo González, Juan José Arsola, Mariano de la Cruz, Ramón González, Francisco Tamallo, Francisco Rodríguez, Vicente Solorio, Salvador de la Cruz, Pedro González, Florentino García, Santiago Arsola, Cosme Estrada y a nombre de la Comunidad ante Usted parecemos y desimos que hayándonos en la mayor rigurosa necesidad de reales para promover el uso que nos conviene de nuestra empresa, ponemos ésta a su esclaresida vista para que nos faboresca con quarenta pesos, haciéndose esto por medio de una obligación al fin de recibirlos y el pago de dichos reales será con nuestro personal trabajo en la obra de la Santa Yglesia. Suplicamos a Usted encarecidamente que ayane las dificultades que 141

Ibídem. 97


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para este fin se le presenten, que ansí mismo protestamos cumplirlo que después de dar a Dios las gracias os daremos a Usted los parabienes. Es quanto se nos ofrece rogando a Dios por quienes deveras desean su felicidad, Cosme Estrada [rúbrica]".142

A la par que la reconstrucción de la iglesia se recuperan las costumbres que los tiempos difíciles habían adormecido. Se vuelve a la celebración de la fiesta del Corpus que tenía tanto arraigo por el carácter de comunidad indígena, todavía prevalente en el pueblo o quizá recordando aquel milagro del lejano 1648. Para su celebración en el año de 1832 apenas se llegan a reunir 4 pesos y 4 reales; el 5 de septiembre de ese año María Cadena entregaba la limosna de 9 reales que habían producido "los maguelles de Nuestro Amo" mientras que, en nombre de la comunidad, Francisco Alvarado entregaba los 10 pesos, compromiso tradicional de los indios para el aceite de la lámpara del Santísimo".143 Al año siguiente los frutos de los magueyes alcanzaban a valer 2 pesos y 2 reales. En 1834 Nicolás Pérez le dejaba a la iglesia dos solares "en la calle que va para la capilla de Nuestra Señora de San Juan hacia el serrito de la Tetilla que en ellos fincaron Benito Becerra y Máximo Munguía arrendándoseles en 2 pesos cada solar que se debían pagar el día de Corpus.144

El cólera asiático ataca al pueblo en el año de 1833, según los apuntes de don Ignacio Estrada,145 quien no le da demasiada importancia al asunto, preocupado por el poco espíritu de empresa de los habitantes del APY, Libros de cuentas, f. 14 v. APY, Libro de cuentas, f. 17. 144 HIE, 8. 145 I, c. 142 143

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pueblo que no le hacían mejoras: habitaban en esta cabecera opulentos propietarios del municipio… [pero] el espíritu público parece se hayaba adormecido.146 Aun empobrecida la comunidad, las distinciones sociales persisten y quedan patentes en los registros parroquiales de entierros que se señalan de primera, segunda e ínfima clase. Por las limosnas registradas en los libros de cuentas de la Cofradía del Santísimo nos enteramos de la lenta pero constante recuperación económica de la comunidad. Si analizamos por años el incremento de esas limosnas encontraremos este significativo esquema: en 1837 se juntan 62 pesos y 7 reales, que suben a 172 pesos en 1838. En 1839 la colecta sube a 152 pesos 2 reales y un cuarto; en 1840 baja un poco pues se registran 136 pesos 6 reales y medio para volverse a recoger para 1841, 193 pesos y llegar a subir en el año siguiente a 207 pesos un real y siete octavos.147 Lo pormenorizado de los gastos nos alcanza a dar muestra de un nuevo clima de renovación material: Enero de 1838, para los músicos 12 pesos; gastos de aceite del año anterior 16.20 aunque en 26 de septiembre de 1838, se robaron la plata con que estaban encasquillados la cruz alta y los ciriales; en julio de 1839 se compran veinte botijas de aceite en Guadalajara que, incluido el flete, cuestan 40 pesos; el 26 de abril de 1840 se compran tejas para seguir componiendo el "santo templo"; el 18 de junio de 1842 se compra piedra para hacer el arco del cementerio que con el acarreo y la hechura consume 24 pesos. Por esas mismas fechas se compran dos pilas para el templo y el año anterior se había traído de La Piedad el púlpito que se habían encargado de traer los indígenas en dos viajes, todo lo cual, incluida la desarmada y armada por el carpintero, había costado 10 pesos y 2 reales.148 La crisis económica agravada por las turbulencias de los constantes cambios políticos parecía irse superando y fue muy esperanzadora la noticia del proyecto de camino carretero que pasaría

APY, Libro de cuentas. Ibídem. 148 Coromina, o. c., t. VIII, p. 77, 15 de enero de 1841. 146 147

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por Zamora y La Barca para unir México a Guadalajara de que se hablaba y ya aprobado en enero de 1841.149 Artesanías y huertas en pequeña escala proporcionaban escasas esperanzas de mejoramiento para la población; daba para mal comer el seguir fabricando petates y otras artesanías de carrizo y de barro por parte de la comunidad indígena. Un incremento en el aspecto artesanal se señala para el año de 1850 en que se dice empezó la fabricación de sillas de madera de sabino, pino con palillaje de madera de perimo y asiento de tule que empezaron a ser pintadas de aceite y barnizadas con sus bonitos dibujos marcados con oro musivo150 que se enviaban a distintas partes del país utilizando muchas veces el transporte de cargadores o huacaleros. Se señala igualmente para estos años la fabricación de naipes cuyos impulsores para el año de 1855 eran J. Jesús Esqueda, J. Trinidad Zepeda, J. Jesús Reyes, Francisco Segura y Alejo Bravo surtiendo con esa artesanía los desplumaderos de León, Guanajuato, Guadalajara, La Piedad, Celaya, La Barca y otras plazas pues era un trabajo muy bien hecho y de buena presentación con la notabilidad de que los clisés para la impresión eran elaborados en esta población por el señor Francisco Herrera en placas de plomo muy bien hechas así como todos los accesorios y aparatos de la maquinaria eran elaborados por artesanos de este lugar, con cuya industria había buenas entradas de dinero, pues eran naipes prestigiados y muy afamados por todas partes.151 En la mejora de la horticultura tuvo mucha cuenta la introducción del regadío en el pueblo favorecido por don J. Trinidad García y don Vicente Bravo cuando corría el año de 1853, pues aunque ellos no pertenecían a la comunidad indígena influyeron sobre ella para que permitiera el uso de las aguas de las albercas.152 HIE, 3-4. Ibídem, 4. 151 Ibídem, 9. 152 Ocampo, Melchor, Obras completas, México, 1900. T. I: Representación sobre reforma del arancel de Obvenciones Parroquiales. 149

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Yurécuaro pertenecía al Diezmatorio de La Piedad y Santa Ana Pacueco. Nos encontramos de esos años una boleta a cargo de don Ramón Bravo de La Chorrera quien debe dos fanegas de maíz correspondientes al año de 1851. Era requisito presentar los recibos pagados por los diezmos para pedir los servicios religiosos de entierro, detalle que por lo extendido y los abusos a que se prestaba favoreció el ataque de Melchor Ocampo contra las obvenciones parroquiales.153 En el recibo aludido don Ignacio Cázares de La Piedad, encargado del diezmo, anotaba al dorso: Se le descontaron los derechos del entierro, sin haber pagado el resto del valor de este voleto. La Piedad, marzo 2 de 1852.154 A mediados de los cincuenta no ha mejorado el clima de intranquilidad privativo de todos estos años, el 20 de febrero de 1853 se crea el cuerpo de rurales dividido en ocho compañías de caballería para la seguridad de los caminos y poblaciones del campo.155 Yurécuaro es en lo civil cabecera de Tanhuato según el decreto de 13 de diciembre de 1855. El 11 de marzo de 1854 visita La Piedad don Clemente de Jesús Munguía, sabio obispo de Michoacán y aguerrido polemista contra Ocampo, quien ocupa por estos años la gubernatura del Estado. Son años del auge de la Cofradía de la Purísima, cuyo prioste nos dejará un voluminoso expediente de los cofrades ampliamente extendidos por la región llegando hasta Chavicoa, Zamora, Ixtlán y sus haciendas y ranchos, mientras que por otros rumbos se interna a Jalisco y Guanajuato o bien corre por La Piedad y Numarán. En todas partes se organiza el culto de la célebre imagen de Yurécuaro nombrando mayordomos y visitando a los cofrades. Julián Quintana es el gran difusor de esta devoción.156

Archivo del autor. Coromina, o. c., t. XIII, p. 12, 20 de febrero de 1853. 155 APY, 1855 listas de la colectación para uso del preoste ciudadano Julián Quintana. 156 Ibídem. 153

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Por este tiempo se funden tres campanas. El 21 de julio de 1854 una centella incendió la imagen de la Inmaculada causando consternación al vecindario y es rápidamente restaurada por el escultor Ramón Ramos con un costo de 300 pesos.157

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Ibíd. 102


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CAPÍTULO VI EL PUEBLO PIERDE SUS TIERRAS De la nueva época que empezará a vivir el pueblo no hay nada que tipifique mejor el nuevo rumbo de las cosas como esa desintegración de la comunidad indígena dentro de la cual, con el establecimiento del municipio, se habían duplicado las funciones y creado necesarios antagonismos entre las propias autoridades de la república de indios y el ayuntamiento. Se propicia desde otros ángulos esa desintegración de la vida comunitaria con la invasión de los fundos legales por obra de las haciendas que han crecido en forma agresiva y lo seguirán haciendo hasta llegar a cercar al pueblo y ahogarlo. En periodos anteriores hemos ido viendo el auge de ese sistema económico, favorecido ahora por el liberalismo, frente al cual la economía conservadora de la comunidad indígena nada puede hacer, siendo el último reducto de la independencia y libertad, que, lentamente, va a ser destruida por el sistema económico del liberalismo curiosamente implantado contra el antiguo esquema de los bienes comunales, con el pretexto de la liberación del indio. Cuando esto se pone en práctica, han pasado ya muchos años en que se viene gestando una profunda división, llevada a extremos irreconciliables por la pasión política, en los campos de la educación, de la práctica religiosa y en las relaciones de iglesia y estado. La lucha en Michoacán había empezado por acres polémicas entre Melchor Ocampo y sus opositores clérigos, a quienes les parecía, el nuevo lenguaje usado por el caudillo liberal, de tono blasfemo y totalmente pervertidor del orden establecido, además de injusto al generalizar abusos reconocidos en la aplicación de aranceles, a todo el cuerpo clerical. Ideas como la de libertad de conciencia, una pretendida sujeción de la Iglesia, habían ido llevando a extremos exagerados la

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polarización de las ideas sostenidas por los liberales y combatidas por los partidarios del estado de cosas tradicional.158 En plena guerra de Reforma el gobierno liberal de Michoacán señalará a Yurécuaro una contribución forzada de 200 pesos el 13 de julio de 1859, siendo gobernador don Epitacio Huerta, repitiéndose el préstamo forzado el 9 de junio de 1860, esta vez con cuota aumentada a 500 pesos, mismos que en 9 de octubre de ese año volverán a exigirse al pueblo.159 El reparto de las tierras comunales de los indígenas da cumplimiento, a nivel estatal, a leyes federales de desamortización de bienes de personas morales en las que se incluían las de repúblicas de indios lo cual llega a lo vivo de la situación que ha venido viviéndose en el Yurécuaro del último siglo. Se insiste en el cumplimiento de la ley frente a las comunidades indígenas que se resisten, a través de distintos decretos de la legislatura del Estado de Michoacán, el primero de ellos fechado el 16 de noviembre de 1857, repitiéndose en el del 8 de octubre de 1861 para reforzarse, el 9 de diciembre de 1868 consumada la victoria del partido liberal con el fusilamiento en Querétaro de Maximiliano, Miramón y Mejía.160 El decreto, en su última formulación, explicaba al indígena que el reparto no tiene otro objeto que su bienestar particular: proporcionarles los elementos indispensables para que puedan ser verdaderos ciudadanos y ejercer los preciosos derechos anexos a tal prerrogativa, independerlos de la degradante tutela a que los tienen reducidos los que con la comunidad de sus bienes no hacen más que explotarlos en provecho propio o hacer de sus productos un empleo indebido; y allanar el camino a ellos o a sus descendientes para que puedan representar dignamente al país a que pertenecen, y no estén siendo en su propio suelo una clase extraña a los grandes intereses de que depende la prosperidad de éste.161 Ocampo, o. c., t. I y II. Coromina, t. XV, p. 139, 154, 19. 160 Ibídem. 161 Coromina, t. XIX, p. 162. 158 159

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La comunidad indígena yurecuarense se encontraba, a estas alturas, en pleno proceso de desintegración y no esperaba sino una pequeña presión para desmoronarse. El reparto de los bienes de los indígenas de Yurécuaro, que ya habían perdido su identidad como tales, no llegó a tener los traumatismos de otras partes pues era ya demasiado larga la agresión sufrida por quienes prácticamente los habían despojado ya de sus tierras y habían sentado plaza en el pueblo integrándose a su vida. Nos relata Estrada que de entre los vecinos distinguidos del pueblo fue escogida una comisión que diera fin, oficialmente, a la moribunda república de los indios; fueron ellos Rafael Villanueva, Juan Álvarez y Austasio Zepeda, que empieza a figurar en la vida pública del pueblo. Los datos que se manejaron para efectuar el reparto de bienes fueron los siguientes: había 483 indígenas con derecho a las propiedades que se valuaron en 15,000 pesos. Los resultados no se hicieron esperar pues en pocos meses, cortada la cohesión legal de la comunidad, se realizó el traspaso de tierras de los indígenas a los mestizos avecindados para de éstos pasar, en los próximos años, a engrosar los latifundios hacendarios. Estrada comenta el hecho en forma singular: medida tan altamente regeneradora debió causar una revolución social en estas comarcas porque dividida la propiedad raíz en pequeñas fracciones podía haber influido en el bienestar de los accionistas del repartimiento mas no produjo los beneficios que era de esperarse. Los indígenas a gran prisa enajenaron a un bajo valor lo que les tocara en el reparto y el fisco fue el que obtuvo ventajas porque con las propiedades vendidas se formaron los ranchos de Campos, el Caballeño y Llano de Delgado (El Hacha). No obstante los indígenas han ido olvidando sus hábitos viciosos, dejaron de aplicar el producto de sus tierras a los festines y a las orgías con que continuamente celebraban las festividades religiosas y cruzados con la raza criolla se puede asegurar que no hay un solo indígena que conserve la sangre pura de los antiguos tarascos.162

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El municipio cobra auge en base a ese desmantelamiento de la comunidad indígena que había venido interfiriendo en su funcionamiento creándose una duplicidad de oficios y conflictos de autoridad. La repartición de tierras fue realizada con rapidez, tanto que para el 11 de agosto de 1874 ya se había liquidado todo, pudiendo así entrar de lleno a la gestión política el cuerpo municipal pues no aguantaba las ganas de tomar en sus manos los asuntos públicos del pueblo, en toda su amplitud. La primera de sus acciones fue hacerse cargo de la administración de las aguas de regadío del pueblo, que habían venido enriqueciéndolo con la abundancia de huertas en el lugar. No sabemos por qué secretos caminos fueron cayendo en manos de la hacienda del Nacimiento y luego en las de la de Monteleón, la propiedad de esas aguas comunales llave para la prosperidad de los pocos terrenos independientes del pueblo. A esta etapa de la historia de Yurécuaro están ligados una serie de personajes que serán decisivos en la vida del pueblo, cubriendo todo al final del siglo XIX, y nadie tan influyente como el poeta ciego don Austasio Zepeda originario de La Piedad, donde había nacido al final de los treinta. Llegó a Yurécuaro muy joven acompañando al sacerdote Rafael Ramírez, a quien debió también su formación don Ramón Sánchez y otros jóvenes a quienes el padre Ramírez brindó auxilio y consejo. Zepeda ocupará con mucha frecuencia puestos municipales llegando a ser el oráculo de la comunidad, a la que ayudaba con su buena voluntad y sus conocimientos jurídicos no comunes, siendo el consultor obligado y el litigante influyente que conocía al dedillo la problemática de sus paisanos adoptivos a los que no dejaba de fascinar con sus vuelos de poeta. Derechos y Obvenciones parroquiales había sido el trillado tema de la polémica de don Melchor Ocampo y la ley que regulaba los aranceles había puesto sobre las armas al clero michoacano encabezado por don Clemente de Jesús Munguía; nuevas disposiciones que pretendían la intromisión del Estado volvieron grandemente sensibles los ánimos y una de ellas 106


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era la regulación de los actos de culto dictando reglamentos apósitos por parte del gobierno. Otros campos de fricción tocaban a la vida diaria de las comunidades y no dejaban de traer enfriamiento entre los grupos adictos al liberalismo y los que se le oponían, lo que se refería al matrimonio civil, único reconocido por el Estado, a la ocupación de los cementerios y su laicización, llegándose al famoso juramento que los empleados civiles debían prestar y por el cual se comprometían a hacer observar las leyes de la Reforma. Para los yurecuarenses, habituados a cumplir con Dios y con el César sin mayores conflictos, les resulta nueva toda esa problemática que provocaba tanto pleito entre la gente de las capitales y entre los fingidos e improvisados intelectuales parroquiales. Hechos a la manera tradicional, no les cuadraba ni llegaron a practicar, ese casarse por lo civil prescindiendo del cura, ni les gustaba ir a sepultar sus deudos en medio del monte en lugar de hacerlo al cobijo de su iglesia y al lado de sus antepasados, o el absurdo de que alguien se metiera a decirles cuánto podían tocar sus campanas, al fin y al cabo su dinero les habían costado y las habían hecho para sonarlas cuando se les antojara tanto más que eran orgullo del contorno por sus dulces tonos. En efecto, por esos años se habían mandado fundir nuevos bronces por parte del mayordomo de la fábrica espiritual don Francisco Maciel.163 Ocupaba este curato el padre Rafael Ramírez cuando llega comunicación del obispo Munguía participándole las gestiones que se hacían y se habían hecho desde el 27 de mayo de 1857 para que se revocaran las leyes escandalosas para la iglesia. En relación a la ley sobre ocupación de cementerios se le comunica por parte del secretario de la Mitra, don Luis Macouzet, el 25 de octubre de 1861, sobre cuál ha de ser su comportamiento. Había que oponerse a la ley del matrimonio civil y así se le hacía llegar circular del obispo Munguía en que se hablaba de las penas que debían aplicarse a los que secundaran tal legislación; nunca se había hablado en forma más radical: se hacían reos de excomunión, se les debía negar sepultura

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Coromina, t. XVI, p. 86. APY, Libros de cuentas. 107


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eclesiástica y se consideraba canónicamente ilegítimos a los hijos de tales matrimonios.164 En este clima de tensión viene la gota que desborda el vaso: la regulación del culto para el cual el gobierno emitía un reglamento el 17 de octubre de 1861 normando, además del uso de las campanas, el que el viático debía llevarse a enfermos y moribundos en forma privada e impidiendo la colecturía de limosnas y el pago de diezmos.165 Guerra de los tres años como se llamó al conflicto suscitado, en buena parte, por la anterior legislación y que hizo correr sangre por otros rumbos, para el pueblo fue sólo noticia que trajeron los arrieros que pasaban por él o los que de allí salían a correr caminos. Estuvo más relacionado con el vecindario el asesinato del coronel Eugenio Villanueva quien venía recogiendo los préstamos forzosos que necesitaba el gobierno para sostenerse; la noche del 28 de septiembre de 1859 su subalterno Manuel Pérez se amotinó con algunos soldados que lo eliminaron. Los sublevados huyeron a Jalisco donde fueron perseguidos por el general Pueblita, quien pudo derrotarlos cerca de Ayo el Chico. Tocó al general de brigada don Gregorio Patiño hacer las averiguaciones del suceso y se descubrió que la causa del asesinato había sido la de robar el dinero reunido que llegaba a 1,500 pesos. Era presidente de Yurécuaro don Ignacio Sánchez López, en poder del cual el difunto había depositado la suma de dinero que se restituyó fielmente.166 No era el tiempo tan tormentoso como para impedir hacer algo en beneficio público y así es de este tiempo, 1861, la construcción de la calzada a Tanhuato, en el tramo limítrofe entre las dos poblaciones y que corresponde a la laguna del Vallado de las Popochas que se volvía intransitable en la temporada de lluvias. Tocó realizar esta obra a D. Francisco Villanueva, destinándose a su construcción los APY, Libros de provisiones. Coromina, t. XVI, 86. 166 HIE, 10. 164 165

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impuestos al maíz que salía del Estado y correspondía al municipio. La longitud original de la calzada era de apenas 234 metros de largo con una anchura de 5 y el costo total fue de 400 pesos.167 Tropas de la intervención francesa tuvieron su quéver con nuestra población en la siguiente forma: En la tarde del 17 de marzo de 1863 apareció en el pueblo una partida de soldados favorables a la intervención al mando de Alejo García que iba en persecución del coronel Miguel Salcedo y su lugarteniente Braulio Sánchez, quienes andaban organizando guerrilleros por estos rumbos para combatir a los partidarios de la intervención. Del pueblo siguieron hacia La Barca las tropas de García, por la orilla del río, y a la altura de Los Pilares los sorprendieron los republicanos causándoles 18 bajas. Los chinacos, nombre popular con que se conocía a los republicanos, querían que los cuerpos de los enemigos se quemaran con leña verde pero el vecindario se opuso a esta crueldad sin sentido y se les sepultó con respeto. Queriendo tomar venganza, volvió Alejo García en compañía de José Troncoso ocupando de nuevo el pueblo con una fuerza de 1,300 hombres el 4 de noviembre de ese mismo año de 1863. Entre las atrocidades que cometieron en represalia fue muy sentido el asesinato de Juan Álvarez y Juan Arellano, civiles; la quema de los archivos municipales y el saqueo a la población. Pagaba así Yurécuaro un precio a las luchas de fracciones que le resultaban ajenas.168 El padre Ramírez, Don Rafael, merece un recuerdo historiando al Yurécuaro de los sesentas. Ya nos hemos referido a la influencia intelectual que tuvo en dos de los personajes del medio yurecuarense que llegaron a hacerse notar fuera de los límites parroquiales: D. Austasio Zepeda y Don Ramón Sánchez. Fue este último notable por sus estudios de Arandas 167 168

I, c. Ibídem, 11. 109


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y Jiquilpan, el primero publicado en Guadalajara en 1889 y el segundo a finales del siglo en Morelia. Ejemplar por la perseverancia y abnegación en el cultivo de las ciencias y la difusión de la cultura es uno de los hijos del pueblo que más lustre le han dado a pesar de que nadie lo recuerde allí y lo haya adoptado para sí Jiquilpan.169 Escribió don Ramón estudios que se publicaron en "El Siglo XIX" y otros periódicos de la época, su oficio era el de receptor de rentas que no le impedía sus aficiones de geólogo, astrónomo, explorador e historiador, además de curioso y amante de la provincia. Don Rafael Ramírez, distinto del sacerdote homónimo que estará en Yurécuaro en el presente siglo, era conocido en el pueblo desde el lejano 1847 en que por unos meses había residido allí. En 1857, época difícil por toda la problemática enunciada, vuelve el padre Ramírez al pequeño poblado de las márgenes del Lerma, esta vez para quedarse hasta su muerte. Se le recuerda como a alguien sumamente instruido no sólo en teología y ciencias eclesiásticas sino en distintos campos de la cultura, se dice que tenía conocimientos no comunes en geografía e historia y que ejercía la medicina en bien de la gente humilde. Fue empeño suyo ayudar a la juventud logrando entusiasmar al estudio a los que veía con capacidad, poniéndoles a disposición su biblioteca. Estableció en el pueblo la celebración del aniversario de la Independencia, se preocupó del arreglo del atrio de la iglesia y animó a los vecinos a construir el techo del templo con bóvedas en lo que colaboró con generosidad un vecino de nombre Pedro Plateros. Entre él y la feligresía lograron invertir en la obra alrededor de 20,000 pesos.170 Una nota de los libros parroquiales nos indica que don Rafael siguió en el pueblo ya retirado del ministerio: En el pueblo de Yurécuaro a dos de agosto de 1869, yo el presbítero Rafael Ramírez teniente de cura de esta auxiliar por el señor bachiller don Miguel Alamilla, cura coadjutor y juez eclesiástico de La Piedad y su jurisdicción, por licencia que el ilustrísimo señor Arzobispo me concedió para separarme de los trabajos del santo 169 170

Ochoa, Álvaro, Jiquilpan, 1978, p. 127. HIE, 11 y 12. 110


YURÉCUARO ministerio hago entrega de estos libros al presbítero Petronilo Gómez y para que conste lo firmé.171

A su muerte, que no sabemos con exactitud cuándo ocurriría pero sospechamos fue a principios de los setenta, dona al pueblo "in articulo mortis" una imagen del señor de Esquipulas y cuatro cuadros representando a San Felipe, San Andrés, el sueño de Salomón y un acto de crueldad de Antíoco.172 El Yurécuaro de 1860 que nos describe don José Guadalupe Romero173 tiene las siguientes características: empezando por considerársele más antiguo que La Piedad, cuenta con una población de 3,500 feligreses en toda la vicaría, de los cuales 1,000 viven en el pueblo; se le apunta una buena iglesia dedicada a la Santísima Virgen que entonces se reparaba; reside allí un sacerdote vicario, cuenta con ayuntamiento, receptoría y escuela. La industria principal de los habitantes sigue siendo la pesca, la agricultura, alguna artesanía y la arriería. No había repercutido mucho en la economía del pueblo la prohibición de explotar el salitre por disposición de la gente de Morelia,174 aunque todavía se notaba el miedo que había causado la aurora boreal del 1859, que muchos tomaron como presagio de males venideros, como de hecho sucedió en esa década movimentada por las pasiones políticas. Los devotos de este tiempo seguían favoreciendo a la iglesia y las obras pías con sus legados, así don J. Trinidad García dejaba 1,474 pesos, fincados en el beneficio de Las Chorreras, 750 y el resto en otras tierras de la orilla del río propiedad de don José María Navarro.175 Con el triunfo de la república APY, Libros de cuentas. Ibídem. 173 Romero, José Guadalupe, Michoacán y Guanajuato en 1860, Morelia, 1972, p. 115. 174 Coromina, t. XV, 66. 175 APY, Libros de cuentas. 171

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empieza el auge político de Tanhuato que hasta aquí había tenido dependencia de Yurécuaro, que en el año de 1863 se había erigido en receptoría de rentas, reforzándole su prevalencia sobre el pueblo vecino. El 27 de diciembre de 1867 se concedía al vecindario de Tanhuato derecho de feria anual entre el 26 y el 31 de diciembre por término de cinco años, y se desplazaba hacia allá la importancia política.176 Para completar las cosas, el 25 de diciembre de 1868 se trasladaba el juzgado civil de Yurécuaro a Tanhuato asignándole al presupuesto de este municipio los 300 pesos que ganaría el juez. Lo único que obtuvo Yurécuaro es ver aumentada su feligresía con la hacienda de La Soledad que muy poco consoló la tristeza de los yurecuarenses por el engrandecimiento de su vecino.177 Ante tamañas desventuras los habitantes de Yurécuaro presumieron la visita pastoral de don Ignacio Árciga, arzobispo de Morelia, lo que sirvió para aumentar compadrazgos y festejarlos por las confirmaciones que administró. Por estos años la escuela del pueblo empieza a recibir subsidio estatal con el pago de 180 pesos anuales al maestro.178 El 20 de mayo de 1869 don Justo Mendoza volvía a las de antes con su ley de cultos y para rematar el asunto se baja a subreceptoría la agencia de Yurécuaro.179 Los inventarios de la iglesia nos dan una idea de la vida devota de la feligresía, aspecto íntimo de las gentes de estas tierras. El sucesor del Padre Ramírez levantó con escrupulosidad la lista de las imágenes, ornamentos y joyería resultado de muchos años de devoción yurecuarense. Don Petronilo Gómez al entregar al sucesor don Luis Gonzaga Morett manda llamar a don José Villanueva y a don Sacramento Reyes para que sean testigos de que las imágenes y joyas del templo son las siguientes:

Coromina, t. XIX, p. 15, 167. Ibídem, p. 63. 178 Ibídem, 308. 179 Ibídem, 256, 288. 176 177

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 Purísima grande de bulto que está en el trono como patrona del pueblo. Purísima chiquita que está en su nicho para colectar, con corona y cacles de plata. Más otra Purísima sobre los cajones de los ornamentos.  Imagen de Nuestra Señora de la Soledad con las manos en actitud de portar corona y un resplandor amarillo en la cabeza. Cuadro de la Virgen de Guadalupe, otro de Nuestra Señora de Yurécuaro180 y otro más de Nuestra Señora de la Merced. Otro de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos con algunos milagros de plata.  Cuatro crucifijos, uno en el altar, otro en la sacristía y dos en los cruceros. Una imagen de Jesús Nazareno, dos imágenes del Santo Entierro, chico y grande, en una urna y en el bautisterio.  Dos imágenes de San José, de uno el vestido lo había prestado don Severo Navarro y la cabellera era de la casa de Rafael Villanueva. Imagen de San Juan Nepomuceno, cuadro de San Joaquín y de señora Santa Ana. La joyería de que se hacía cuenta era la siguiente: Un par de zarcillos de oro de la Purísima, otro par con flores de miniatura y arracada de oro. Un par de zoguillas de perlas de popetilla, una buena y otra mala, seis anillos de oro, uno con dos chispas diamantes, tres anillos de plata dorados. Dos prendedores corrientes con piedras verdes. Un par de cacles de plata, una media luna de plata, una cortina de Silesia con estampa de la Purísima. Un prendedor que tiene nuestra Señora de Yurécuaro con dos anillos de oro, un par de zarcillos del mismo metal, una camisa grande de calicot, una corona imperial de plata dorada, y, en una caja, una corona de oro dublé que le "regalaron de Méjico a la Purísima".  Existen tres campanas: mayor, segunda y de seña.181 La contra-protesta Puede tratarse de la imagen hecha por don Cosme Antonio de Estrada a que nos referimos en el capítulo anterior. 181 APY, Libros de cuentas. 180

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que se exigía por parte de la iglesia a los funcionarios municipales a quienes se hacía jurar la Constitución, también parece que se estiló en Yurécuaro. Ya habíamos oído de este documento semi-secreto que se exigía a los que querían seguir recibiendo los sacramentos a pesar de sus compromisos con el Estado, señal clara de la dualidad de conciencia en que iba a empezar a vivir, dividiendo la parte de ciudadano de la de creyente en posturas a veces irreconciliables. El texto de la contra-protesta, según se conserva en el archivo parroquial de Yurécuaro es el siguiente: Yo N.N. prometo dejar a salvo en el ejercicio de mi empleo las leyes divinas y eclesiásticas o lo que es lo mismo no ofender en lo más mínimo las creencias católicas: en consecuencia evitaré el cumplimiento de las leyes civiles en todo lo que se opongan a las divinas y eclesiásticas y procuraré en cuanto de mi dependa y por los medios legales, la derogación y abrogación de aquellas leyes en su parte anticatólica declarando como declaro que esta promesa es absolutamente irrevocable. Fecha y firma. 182

Esta solución a los problemas de conciencia que planeaban las leyes mexicanas, ya que el 25 de septiembre de 1873 se incorporaban las de Reforma a la Constitución, fue aconsejada por la Santa Sede en consulta que se hizo al Santo Oficio cuando se exigió por la ley del 14 de diciembre de 1874 el juramento de la Constitución por parte de los empleados públicos. Obligatoriamente se adoptó para la arquidiócesis de Morelia, a la que pertenecía Yurécuaro, desde el 19 de abril de 1877 y se advertía que antes de emitir el exigido juramento se formalizara esta reserva que en forma de promesa debía guardarse en el archivo secreto parroquial y que se conocía como la contra-protesta. Revueltas de la cristiada que conmueve a la región por estos años también se sintieron en el pueblo según los incidentes que nos relata don Ignacio Estrada. Por 182

APY, Libro de providencias. 114


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principio de cuentas los funcionarios y empleados públicos fueron los que más sufrieron y se encontraba entre la espada y la pared pues todos seguían siendo creyentes; muchos tuvieron que emigrar por las amenazas de que se les hacía objeto. Popularmente se conocía a los insurrectos de la Cristiada como los "relingos" sincopando el de "religioneros" con que también se les denominaba. La insurrección tenía peligrosidad por estos rumbos al grado de mantenerse en la población 25 soldados en destacamento, aunque la población parece haberse mantenido al margen. El grupo gobiernista estaba al mando del capitán Manuel Leal y su presencia ofreció seguridades a los que habían tenido que salir; se mandaron construir fortines en las cuatro esquinas de la plaza para cuidar las calles que daban a ella y se mantenía constantemente en vigía en la torre. Un día, nos cuenta don Ignacio Estrada, se avistó por el camino de Tanhuato un pelotón de caballería y al toque de tres campanadas se reunió todo el pueblo en la plaza con sus familias, tomando las alturas los civiles y los militares. Resultó que era gente del gobierno que venía disfrazada de relingos. 183

Personaje destacado de esta revolución fue Socorro Reyes, quien presenta para el historiador Jean Meyer el prototipo del "religionero": Hombre sencillo y honrado… no era ladrón ni asesino… hombre que obra de buena fe y por convicción, quien era natural de la Cañada de San Isidro cerca de Huaniqueo. El grito de lucha de los insurrectos era el de ¡Viva la religión! ¡Muera el mal gobierno!.184 La novelería del vecindario en estas y otras circunstancias nos la describe en forma pintoresca el padre Luis G. Morett, religioso franciscano exclaustrado que atendió Yurécuaro desde mayo de 1871 al 7 de noviembre de 1873 y luego se distinguiría en la historia de la educación en La Piedad: La revolución de mil ochocientos setenta y dos no dio lugar a emplear este dinero (12 pesos 5 reales y medio) con más acierto, como quieren los vecinos, en el casqueo de las bóvedas porque no 183 184

HIE, 13 y 14. Meyer, Jean. La Cristiada, v. II, p. 31 y ss. 115


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había tranquilidad y porque muchos vecinos estaban subiendo continuamente a la altura a divisar los grupos de gente que se anunciaban a cada paso y con tanta pisada y carrera sobre las bóvedas nada habría quedado. Entre tanto creció el río y no vuelve a haber arena hasta febrero del año siguiente y mientras se fue gastando en tantas necesidades que la fábrica no tiene con qué cubrirlas, pues antes a mí me sale debiendo.185

Del resultado final de la revolución cristera de estos años nos informa el historiador José Bravo Ugarte que fue desaconsejada por el episcopado en carta pastoral del 19 de marzo de 1875 conocida como la Pastoral de los tres arzobispos, Árciga, Labastida y Loza, en cuyos territorios había cobrado mayor auge la revuelta. Fue combatida especialmente por el general Mariano Escobedo y por la falta de jefes y de disciplina se fue extinguiendo lentamente.186 Minucias pueblerinas nos dan un tono distinto de la vida de Yurécuaro en estos años de guerras y revueltas. Heraclio Mora entendía en esos años en el labrado de cera mientras que el cantor de la iglesia trabajaba por amor al arte en atención a lo cual se le paga en 1871 la hechura de un pantalón al mismo tiempo que se estrena un mantel de lino para el altar y se hace un palio nuevo para el Santísimo. Hasta 1873 no vuelve a necesitar el de "los gritos en el tapanco" nueva prenda de vestir, pero ahora hay que mandarle hacer uno de mejor calidad con costo de 4 pesos. Se presta maíz, de lo que se ha dado para la iglesia, con un pequeño interés pues llevando 3 medidas debe volver cuatro y media, él es vecino de Agua Nueva. Se entregan a la Cofradía del Santísimo 33 pesos y siete reales "del derecho que tiene nuestro Amo en la pesca de las Chorreras, jurisdicción de Ayo", cumpliendo el legado de don Trino García. El padre Antonio Espinoza hace la custodia nueva y presta las pertenencias de la iglesia a gente de su confianza que le hace quedar 185 186

APY, Libros de cuentas. Bravo Ugarte, José, Historia Sucinta de Michoacán, v. III, p. 167. 116


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mal cuando se levanta el inventario donde aparece la falta de una toalla que prestó a Sanjuana Pérez. De otras cosas se anota que falta porque "se lo llevó el padre don Tiburcio", mientras que otros sacerdotes no tienen tiempo de hacer la entrega que queda a cargo del notario Leandro Miranda o el sacristán J. Encarnación Castillo, mientras que José Villanueva es el devoto de confianza que maneja las limosnas.187 Por todo el vecindario se corre la noticia que ha llegado carta de Morelia al cura en turno y pronto se sabe que se trata de Pioquinto Padilla que un día desapareció con María Guadalupe López para no saberse de ellos, él, viudo de Ramona Zamora, consideró que estaba demasiado joven con sus 28 años para ir solo por la vida y convenció a la jovencita de 16 años y fueron a resultar a México donde pretenden casarse, para lo cual se pide la información respectiva. Pioquinto señala a Lauro Maciel, Rafael Garduño, Ignacio Mendoza y Ramón Sánchez para que den la información pero de entre ellos sólo don Lauro se presenta el 15 de mayo de 1874 y a él se le agregan Antonio Arredondo, Ángel Alvarado y el mismo cura que despacha la información de la libertad de los contrayentes.188 Grandes pesares trae a la población una nueva quema del archivo, esta vez el del registro civil y los juzgados, y de algunos comercios como el de don Trinidad Ortiz y de don J. Jesús Rico. Esto no impidió que las fiestas de ese año de 1875 fueran muy rumbosas celebrando a la Purísima gastándose 11 pesos en la música, 18 en la cera, 4 y medio en la pólvora y se pagaran 2.50 por la misa y las vísperas. La iglesia estrenó vidrios que se trajeron de Morelia y el padre Jesús Bermúdez regala 80 pesos para la compostura del templo que recibe una blanqueada y se le arregla la cornisa de la linternilla. De la venta del maíz que regalan los vecinos, de las limosnas de los del rumbo del Chiflón producto de su baño y de la rifa de una pescadera sale para pagar a Blas Rosales y Ángel Ayala que son los albañiles que andan trabajando en el templo. El 7 de junio de 1875 se vende a Jesús

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APY, Libros de cuentas. APY, Papeles varios. 117


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Estrada el solar y las ruinas de la vieja casa cural para salir adelante con los gastos de la iglesia.189 Para el año de 1877 nuevas limosnas, entre las que destacan los 21 pesos que da doña Antonia Pérez de Godínez, permiten seguir adelante con los trabajos sin impedir se celebre la fiesta del día 8 de diciembre en que aumenta el gasto en pólvora llegando a 15 pesos 75 centavos; la música para el novenario vuelve a costar 11 pesos a los que se agregan 3.25 que cobra el cantor; el sacristán, campanero y mozos se llevan 3.50 y los acólitos 2, los derechos de misa y vísperas son los mismos 2.50 y sobran 10 pesos más para "otros gatos sueltos". 190 Se viene el ferrocarril que los viejos veían como obra del diablo haciéndose cruces de cómo podía ser que sin tiro de mulas pudiera caminar aquel artefacto que echaba vapor por todos lados. Recordaban viejas profecías de sus mayores que les habían dicho que un día se llegaría a cinchar de fierro la tierra y que volarían los hombres, lo que les tocará ver a sus hijos y nietos. Llegan noticias de que el señor cura de Jacona, recién venido de Europa, ha puesto un carril de Morelia a Guanajuato, se proyecta una red de Zamora a La Piedad, se delinea la construcción de otro partiendo de Pátzcuaro hacia el Pacífico y se introducen los gringos Sullivan y Kingsley en los negocios y se autorizan tranvías para La Piedad, Maravatío, Uruapan, Puruándiro y Morelia.191 Yurécuaro mismo empieza a prepararse a la línea que se va a tender rumbo a Guadalajara y recibe al sacerdote Luis G. López originario de Numarán quien viene al pueblo en auto de visita el 1° de diciembre de 1879 para suplir al padre Juan B. Rodríguez que no puede celebrar la Navidad por su gravedad, y se quedará en el pueblo por más de 20 años volviéndose parte misma de la comunidad, con los familiares que lo acompañan. El 16 de enero de 1880, a las siete de la noche, muere don Juan B. Rodríguez, el sacerdote enfermo y su APY, Libros de cuentas. Ibídem. 191Coromina, o. c., t. XXV y XXVI. 189

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cadáver es trasladado a La Piedad, quedándose el novel sacerdote a cargo de la feligresía.192 Al señor cura López se le recuerda muy particularmente por su Escuela de Artes, pero con él hay un impulso notable a otros renglones de la actividad religiosa como son la construcción de la Casa de Ejercicios, la decoración interna de la iglesia con los nuevos altares de cantera, la puesta al día de los ingresos económicos y un espíritu nuevo de mejoras y reconstrucciones. Las propiedades de la iglesia que se conocían por este tiempo eran las siguientes: El potrero del Llano (el Hacha), arrendado a don Jesús Delgado y que era de una fanega de sembradura.193 El potrero de Campos (hacia la parte poniente del pueblo), donde disfruta de los pastos don Feliciano Godínez. Pueblo Nuevo del que se dice que lo puede comprar Juan Anaya y el Potrero de Campos en otra fracción, que posee don Agapito Garibay. Hay además un terreno de dos fanegas de sembradura que se denomina el Camposanto y otro predio pegado a la Muralla Vieja. Todos estos terrenos pertenecían al culto de la Purísima por donación que le había hecho don Miguel Salceda. Agregando a las anteriores propiedades de que disfrutaba la iglesia, en 20 de abril de 1883 don Manuel Chávez regala un terreno a espaldas de la iglesia también destinado al culto de la Virgen, sus linderos son los siguientes: Al oriente con don Ángel Alvarado, al poniente con doña María Villaseñor y al sur con Valentín Herrera, a espalda del templo, con el camposanto antiguo y doña María Urbina. La falta de vecinos por el norte nos hace suponer que el predio llegaba hasta el río. A don José Alcalá le tocará firmar por su compadre el donador. Por estos años se hace igual donación a la iglesia de los terrenos de la Buena Huerta por parte de gentes de la antigua comunidad indígena, desconocemos en qué condiciones se haya recibido por parte del señor cura López. El 15 de octubre de 1884 don Ramón Ávila 192 193

APY, Inventarios. APY, Inventarios y Libros de cuentas. Equivalente a 5 hectáreas. 119


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cumple la voluntad de doña Carmen Mora quien deja una casa a la Inmaculada "situada en el cuartel tercero" que se había vendido ya el 20 de julio siguiente a Domitila Guzmán en cantidad de 10 pesos.194 Con la llegada del cura López el pueblo entra en gran actividad por las obras que empieza a promover, empezando por la remodelación del altar mayor que sin duda es el de estilo neoclásico que conocemos y que no sabemos a qué tipo de altar haya suplido, posiblemente un retablo de madera donde pudieron estar los cuadros en tela de que dimos razón en el inventario. Al tiempo que se reconstruye el altar mayor se empieza también la construcción de la casa de ejercicios, muy de moda en la pastoral de aquellos años. La inauguración de labores en la Escuela de Artes por él fundada y dirigida, la construcción de la plaza en un nuevo estilo y la inauguración de un nuevo cementerio, eran señales de un despertar de la comunidad después de las inquietudes de los últimos años. Ya para diciembre de ese año de 1880 está el padre López en plena obra y los donativos del vecindario lo apoyan. Por los libros de cuentas pormenorizadas que nos ha dejado vemos desfilar a los vecinos de aquellos años que en distintas formas se hacen presentes en los gastos que la remodelación del altar supone: Don Eduardo Villaseñor se saca el becerro que rifaron y del que se obtuvieron 11 pesos, para volverlo a regalar; los hijos de Yurécuaro que radican en Zamora encabezados por don Francisco Chavolla logran reunir 50 pesos; los yurecuarenses que residen en México no se dejan hacer menos y lidereados por Eraclio Esqueda logran reunir 48 pesos que se unen a los 30 que regala una "persona quien Dios sabe", o los pequeños donativos de Antoñita Godínez, Antonia Guaracha o Luis Chávez y otros.195 Ya desde estas fechas se vuelve característica de Yurécuaro la cooperación para sus obras sin esperar ayudas que casi nunca llegan, el recurso a las rifas se hace indispensable; los donativos en dinero o 194 195

Ibídem. Ibídem. 120


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en especie menudean como los cerditos prieto y colorado, o la del "calamaquito" que regala Alejo Arreola, el burrito que regala un señor de La Lomita, o los donativos de garbanzo, cacahuate y otras semillas.196 Los fondos que se recogen dan trabajo a los artesanos del pueblo tanto más que por esos días se inicia la Casa de Ejercicios. Adquisición de adobes, vigas, morillos, puertas, chapas, baldosa, teja y otros materiales son partidas importantes a que se destinan los fondos. Los nombres de Ramón Sotelo, albañil, Emiliano García y Vicente López, adoberos que venden a 4 pesos y 4 reales el millar, mientras que el de tejas cuesta 30 reales, Porfirio Martínez es carpintero y puede hacer zaguanes, ventanas, puertas, escaleras o bancas según la necesidad. José María Soto es el herrero que fabrica los goznes y las chapas y otros herrajes, Justo González proveerá de arena para la obra, con su recua, Tomás Urbaneja entiende en fabricar la baldosa. Antonio López, Ramón García y J. Ascención Miranda son también adoberos. Mariano Rosales es el maestro de albañilería.197 Se introduce el agua en el atrio y se plantan naranjos, se arreglan las bardas del viejo cementerio, se cuidan de repelar cuando se han ido las aguas, y todo ese movimiento se acelera en los preparativos para la visita del arzobispo don Ignacio Árciga que se queda en el pueblo tres días a partir del 9 de febrero de 1881. Lo rumboso de la recepción nos lo indican los gastos que se hicieron: 29 pesos y cinco reales en la llegada y 149.51 del gasto de los tres días. Don Ignacio confirma a muchas gentes y con la limosna de las confirmaciones, 110.50, da una buena ayuda a las obras de remodelación del altar.198 Por estas fechas se separa del pueblo don Leandro Miranda que había servido a la parroquia durante diez años, siendo al mismo tiempo notario, sacristán y campanero, lo mismo que el hombre de confianza de los sacerdotes en turno. La razón de su salida del pueblo es de dar posibilidad a sus hijos para que sigan estudiando. De la inauguración del altar mayor nos habla don Ignacio Estrada diciendo que tuvo un costo de 8,000 pesos y que para las fiestas APY, Libros de cuentas. Ibídem. 198 APY, Libro de cuentas. 196 197

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Hubo bandas, varias músicas típicas tanto del lugar como de fuera, varias distracciones populares y un derroche de pólvora durante 9 días; aunque no nos da la fecha ni la sabemos por otros medios. 199

El nuevo cementerio que va a sustituir al plurisecular de un lado de la iglesia, era ya urgente por el crecimiento de la población. El número de defunciones que los libros del archivo parroquial nos dan para estos años nos indican la necesidad del nuevo camposanto: 1880; agosto, 21 defunciones (9 adultos y doce párvulos) Septiembre, 10 defunciones (3 adultos y 7 párvulos) Octubre, 9 muertos (4 mayores y 5 infantes) Noviembre, 15 fallecimientos (3 adultos y 12 infantes) Diciembre, 12 difuntos (5 adultos y 7 niños) 1881: enero, 8 fallecimientos (un adulto y 7 niños) Febrero, 12 muertos (2 adultos y 10 niños) Marzo, 32 defunciones (6 adultos y 26 infantes) Abril, 8 fallecimientos (3 adultos y 5 infantes) Mayo, 4 difuntos (un adulto y 3 menores) Junio, el mismo número de defunciones y en la misma proporción que en mayo. Julio, 2 adultos.200 Las estadísticas se imponían definitivamente a lo estrecho del camposanto anexo a la iglesia y hubo que buscar nuevo sitio lo que pronto lograron los vecinos que se dirigieron al cura López en la siguiente forma: Señor cura párroco de esta feligresía:

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HIE, 15. APY, Libro de defunciones. 122


YURÉCUARO Los que suscribimos, vecinos de Yurécuaro ante usted con el más profundo respeto exponemos que comprendiendo la urgente necesidad que hay en esta población de construir un campo mortuorio porque el sitio destinado a las inhumaciones en el atrio del templo es sumamente estrecho, lo que puede producir males trascendentales a la salubridad pública, de nuestro mutuo propio y sin aquiescencia del Gobierno del Estado, deliberamos erigir y hemos llevado a cabo la construcción de un panteón en las cercanías de este lugar cuya obra ha sido expensada en su costo por nuestros recursos pecuniarios y muy especialmente con el trabajo personal de los pobres y estando concluida del todo para que tenga consecución del objeto a que fue destinada nos permitimos levantar a usted nuestra débil voz, suplicarle que en su calidad de pastor que apacienta el rebaño católico de esta feligresía y previa la autorización superior de quien corresponda, se sirva conceder su bendición al campo mortuorio de que nos ocupamos, a fin (f. 1v) de que practicando ese requisito se efectúen allí los entierros de los fieles que paguen su último tributo a la naturaleza, dejando como dejamos a salvo las inmunidades y prerrogativas de la Iglesia para la percepción de los derechos respectivos en las inhumaciones que se efectúen y siendo nuestra solicitud de la más alta importancia para los intereses espirituales de esta vicaría, a usted pedimos tenga a bien proveer de conformidad, con lo que recibiremos gracia especial que merezca nuestro más alto reconocimiento. Yurécuaro, septiembre 19 de 1882.

La larga lista de los que suscribieron tal petición tiene la importancia de un reducido padrón de vecinos por lo que resulta útil la transcripción, se incluye en ella a don Austasio Zepeda que entonces ocupaba el cargo de presidente municipal, los siguientes son: Pascual Sánchez, Santiago Ochoa, Francisco Herrera, J. Jesús Barbosa, J. Jesús Avilés, Pedro Bernal, Eraclio Esqueda, J. Trinidad Zepda, J. Jesús Zambrano, Néstor Aguilar, Emiliano Arellano, Francisco Ontiveros, Refugio del Río, Ignacio Bernal, Jesús Covarrubias, Silviano Plateros, Carlos Ramírez, Felipe Meza, Atanacio Pérez, Ignacio Zepeda, Octaviano Villanueva, Florentino Esqueda, Jesús Garibay, Jesús Esqueda, Jesús Chávez, Zeferino Reséndiz, Ranulfo Villanueva, Pedro Pérez, Juan Navarro, Antonio Lola Gay, Luis García, José García, Nabor Ventura, José María Soto, José María 123


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Quintana, José María Meza, Ladislado Villanueva, Primitivo Serrato, Felipe Arellano, Rafael Anaya, Jesús Villalón grande, Jesús Villalón hijo, Macario Esqueda, Ignacio Vargas, Guillermo Bravo, Manuel González, Martín Abreo, Jesús Delgado y Espiridión García. A las autoridades se dirigían para exponerles las razones que les llevaban a construir el cementerio en esta forma: Los vecinos de esta población ante ustedes respetuosamente exponemos: que siendo evidente a toda luz que con nuestros recursos pecuniarios y con el trabajo personal de los pobres se ha llevado a cabo la obra del campo mortuorio que se ha construido en el sur de este lugar, de esos hechos se deriva el incuestionable derecho de propiedad que tenemos al referido campo mortuorio y siendo por otra parte la propiedad reconocida y sancionada en todos los tiempos y en todos los países, nosotros en ejercicio de tal derecho solicitamos de esa corporación que como un homenaje tributado a la verdad y a la justicia se sirva declarar que es de nuestra propiedad el panteón de que se trata porque lo hemos construido a nuestras expensas y para que se sepulten en su recinto los que pertenecen al culto católico en este municipio sin que por eso la autoridad política respectiva deje de ejercer en materia de policía la intervención que señalan las leyes, en tal virtud estando como estamos en la íntima persuasión de que en ese ayuntamiento no incurrirá en responsabilidad alguna por el reconocimiento de un derecho que nadie nos puede disputar. A ustedes pedimos que por las razones tan obvias y sencillas como son las que acabamos de exponer se sirvan hacer la declaración a que se contrae la presente solicitud. Yurécuaro, septiembre 25 de 1882.

Los firmantes en menos número eran: Eduardo Villaseñor, Santiago Ochoa, Ignacio Zepeda, Trinidad Núñez, Rafaela Bernal, Rafael Anaya, Juan Núñez, R. Navarro, José Alcalá, Ramón Bravo, Francisco Montejano, Ignacia Bernal y N. Maciel. La autoridad presidida por don Austasio Zepeda y teniendo como secretario a Ignacio Sánchez completó con un texto, aquellas gestiones en que los vecinos hacían equilibrios para evitarse líos con el Estado y lograr la bendición eclesiástica: Yurécuaro, octubre 12 de 1882. 124


YURÉCUARO Por presentado este ocurso se declara que el campo mortuorio de este lugar es propiedad (de los vecinos) del municipio para servicio de los feligreses del mismo pero sujeto a lo que sobre el particular determina la ley según los términos a que se refiere el expresado ocurso el cual será devuelto a los postulantes. El Ayuntamiento en cabildo extraordinario de hoy así lo acordó. 201

Solicitudes a la autoridad eclesiástica superior conseguían el beneplácito para proceder a la bendición, con fecha 24 de octubre de ese 1882, firmando el documento en el arzobispado y advirtiendo que se debe dejar en claro siempre, que es de propiedad particular y la autoridad civil sólo ejerza la vigilancia que exija la policía y dependa de la parroquia. 202

El señor cura don Francisco Fernández, encargado y juez eclesiástico de La Piedad hacía la consagración el 23 de noviembre de 1882.203 Escuelas oficiales existentes ya en el pueblo cobran nuevo impulso en este periodo en que el ayuntamiento les construye edificio doble para niños y niñas según la costumbre del tiempo. Se nos ha informado que todavía se conservan las escrituras de los terrenos que ocuparon, en lo que actualmente es el Mercado Municipal, a nombre del gestor de ellas don Austasio Zepeda. El gobierno del Estado que preside en estos años el piedadense don Octaviano Fernández ayuda con parte de los gastos cubriendo lo restante el mismo pueblo en los ayuntamientos presididos por el mencionado don Austasio, don J. Trinidad Ortiz y don Severo Reséndiz.204 En 1882 se dio principio al arreglo de la plaza, se procuraron construir bancas de ladrillo y una banqueta para que las gentes dieran la vuelta en las serenatas de los domingos, se plantaron naranjos, al APY, Papeles varios. Ibídem. 203 Ibídem. 204 HIE, 14 y 15. 201

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mismo tiempo que se colocaban 12 farolas en las esquinas de algunas calles y 9 en la plaza, haciéndose la inauguración de este alumbrado público de gas y petróleo, el 5 de mayo de 1885.205 Pertenece a este tiempo la puesta en marcha de la Escuela de Artes del señor cura López donde se enseñaban y aprendían los rudimentos de varios oficios, se estudiaba música y se procuraba el mejoramiento colectivo. Sus familiares que todavía viven en el pueblo nos han indicado que el local que ocupaba esa Escuela estaba situado en la parte norte de la plaza municipal donde actualmente se construye el Banco de Comercio o en sus vecindades. Gran impulsor de la música y de las festividades patrias organizaba programa especial para celebrar la consumación de la independencia cada 27 de septiembre. Un curioso programa de esas festividades nos lo ha trasmitido Estrada: solemne alborada enarbolando con los honores debidos, a las 6 de la mañana, el pabellón nacional en dicho edificio (la escuela de artes). A las 11 del día acto oficial con sus oradores respectivos alternando los actos la orquesta y un coro de niños elegantemente uniformados. Por la tarde gran función acrobática… por la noche función cómica desempeñada por los alumnos de la Escuela de Artes. Esto era con lucidez, elegancia y digno de verse, la entrada era gratuita pues de antemano circulaban invitaciones por el vecindario… 206

El Yurécuaro festivo de los ochenta inaugura la banda municipal que se componía de 25 filarmónicos dirigidos por el profesor Bernardo Nápoles quienes estrenaban sus instrumentos el 15 de agosto de 1884 en la fiesta de la titular del pueblo la Virgen de la Asunción. Pudo haber pertenecido a algún grupo musical de los del pueblo la lista de temas musicales que ha llegado hasta nosotros: Risas de un negro, el celoso, marcha Porfirio Díaz, la bola de las viejas, plaza de toros, los funerales de Zaragoza, la jota de Lucifer, casamiento de indios, la marsellesa, discurso del vale coyote, el siglo veinte, proceso de un

205 206

Ibídem. Ibídem. 126


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borracho, la risa del Diablo, la feria de San Juan, el paseo de Santanita, sangre española, los cocineros, la luna, la chaparrita.207 La fiesta del Corpus vuelve a ocupar un lugar destacado en la vida del pueblo en las postrimerías del siglo decimonono. En su celebración se gasta pólvora, se alumbra el atrio con hachones de ocote, se adornan los naranjos del cementerio con papel dorado, se celebran vísperas y función solemne. Recordando antiguas costumbres indígenas la población de Yurécuaro de 1884 tiene todavía gusto por los instrumentos antiguos por lo que se contratan para solemnizar la fiesta a los piteros y al del teponaxtle para que toquen durante tres días. Se rocía el altar con agua florida acompañando todo el pueblo la procesión del Santísimo. De 1884 a 1889 los gastos de la pólvora han crecido llegando a gastarse 9 arrobas, 4 cajas de cápsulas, 6 gruesas de cohetes de trueno, 19 ruedas, 6 docenas de cohete trueno grande, otras tantas de luz grande, 4 docenas de cohete bueno y 192 brujas para quemar, todo lo cual eleva el gasto en medida extraordinaria.208 El 13 de enero de 1888 se inaugura el ferrocarril de Irapuato a Guadalajara pasando por Yurécuaro, desde hacía años se venía construyendo la vía por parte del Ferrocarril Central Mexicano. Nacía así para la vida moderna un nuevo Yurécuaro, lo que dio ocasión al poeta local de cantar el suceso.209

APY, Papeles varios. APY, Libros de cuentas. 209 HIE, 16. 207

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CAPÍTULO VII LA HACIENDA EN EL PORFIRIATO La vida de la comunidad yurecuarense que se había acelerado con las reformas en el pueblo y con la vía del ferrocarril que le traía a diario novedades de México y Guadalajara, entra en estos años a un análisis social urgida por el progreso y la mejoría que los avances técnicos suponían. El milagro económico del porfirismo con el auge desmedido de las haciendas cuya presencia se le hará presente en el mismo pueblo dará a estos años un recuerdo indeleble para el futuro. Ya no se trata de las haciendas poquiteras de otros tiempos y la pacífica convivencia con los dueños que se avecindan en el pueblo sino el tener que habérselas con monstruos que poco a poco van absorbiendo todas las otras propiedades y establecen un nuevo género de vida que da la impresión de que su único objetivo es producir sin fijarse en los medios, para unos propietarios ausentistas y en manos de mayordomos que hacían rendir a los peones hasta el último centavo de los pocos que recibían en sus jornales. La política de los últimos años había hecho que una nueva hacienda se fuera perfilando hasta llegar a dominar el contorno municipal: la de Monteleón, cuyas bases había puesto Octaviano Fernández siendo Gobernador del Estado de Michoacán. A finales de siglo, 1898, se vende lo acumulado por Fernández a la familia tapatía de los Fernández del Valle, quienes radican la mayor parte del tiempo en Guadalajara y vienen a pasar cortas temporadas al rumbo de Yurécuaro. Don Octaviano, retirado ya del ejercicio de las armas y de la política, se establece en México, donde empieza a girar en el comercio junto con su hermano Serapión, lo que le hace pensar en la venta de sus propiedades del pueblo de Yurécuaro y sus entornos. La venta se realiza a favor de doña Josefa Martínez Negrete

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representada por su esposo don Justo Fernández del Valle, ambos de Guadalajara.210 Los linderos de Monteleón nueva hacienda que se había ido formando con los terrenos de la antigua del Nacimiento comprada por Octaviano y Serapión Fernández a don Francisco de Regil211 de las del rancho del Refugio que se habían adquirido del licenciado Luis G. Zavala,212 se adicionaron por de pronto con los potreros de La Presa, El Trigo, El Capulín y El Monte de la hacienda del Calvario,213 y quedaban en la siguiente forma: Por el norte limitará con el Cerrito Blanco, el Marqueño, la Chorrera y Mirandillas. Por el sur lindará con la Joya, de los zamoranos Orozco y Jiménez y una parte del Refugio que no entrará en la nueva hacienda. Por el poniente los linderos correspondían en este momento al Tequesquite, ciénega de por medio. Los nombres de los potreros tradicionales que este latifundio comprendía eran los de la Mula, el Nacimiento, el Convento, la Cañada de doña Ana, la Agua Nueva, la Tuna, el Güinare, el Maguey, el Palo Dulce, el Talayote "y el punto sin nombre que se extiende diez varas arriba del Pozo del ruido o Piedra del aire". O bien los potreros del Refugio con los siguientes nombres: Catzirpe, Pocitos y San Juan. Los linderos del Refugio hacia el sur serán el Venado, Cieneguillas y la Soledad, arroyo de por medio. El Tequesquite y el Calvario se extendían hacia el poniente y ya hemos visto cómo de momento el primero está fuera de la jurisdicción de Monteleón y del segundo unos cuantos potreros han entrado ya a formar parte de la misma. 214 Igualmente interferían entre lo de oriente y occidente las propiedades del doctor Delgado, y eran tentación los terrenos de Arjona y el

AJU, Escrituras de venta Hacienda de Monteleón. Ibídem. 212 Ibídem. 213 Ibídem. 214 Ibídem. 210 211

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potrero del Jacal, las tierras de las gentes de Yurécuaro eran ya bien pocas como para que se hicieran notar.215 La adquisición por parte de los nuevos dueños se legalizaba ante el notario José Jurado, de La Piedad, el 14 de diciembre de 1897, registrándose un precio de 120,000 pesos correspondiendo 68,246.89 para pagar los aperos, ganados, máquinas, semillas y muebles en general y el resto a la propiedad inmueble. En los límites del pueblo las propiedades que lo separaban de la hacienda eran las de Pedro Reyes, el licenciado José M. Corvera, los terrenos del Ferrocarril, Josefa Delgado de García, Josefa Tirado, la Buena Huerta registrada al señor cura Luis G. López, el Cerro Blanco de Juan Silva, el rancho de San Miguel, las tierras de Manuel Hernández e Isidro Arellano y por el rumbo de la calzada de Tanhuato las de Evaristo Hernández, Rafael Anaya y José Alcalá.216 En plena producción Monteleón demostró ser una buena inversión pues proporcionaba a sus dueños muy regulares ingresos. El ferrocarril le facilitaba el acarreo de sus productos a los centros urbanos pues el casco mismo había quedado con posibilidades notables para aprovechar el embarque en el tren. Una amplia red de clientes y proveedores va a hacer en muy corto tiempo el milagro económico de Monteleón, como se puede constatar del libro de deudores y acreedores empezado el 28 de noviembre de 1897 aun antes de formalizar la escritura de compraventa. La agricultura ocupa un renglón muy destacado en la producción de la hacienda intensificándose el cultivo del trigo que tiene amplio mercado en Guadalajara, el tabaco y la garbanza son también productos de exportación, lo mismo que el beneficio de la caña para el piloncillo y el azúcar, el maíz y el frijol para el consumo de los trabajadores. La ganadería alcanza un nivel notable y registra el aprovisionamiento de los rastros de México y Guadalajara, pequeñas Ibídem. AJU, Escrituras de la adjudicación a los sucesores de Justo Fernández del Valle y Josefa Martínez Negrete. 215

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partidas de toros bravos, remesas de ganado mular, bovino y porcino. Fomento de la fruticultura con el cultivo de la naranja, explotación del salitre, la cal, la leña, los productos lácteos y las pieles, son otros renglones de la amplia producción agropecuaria del fundo. Un concepto moderno se introduce en la agricultura con la utilización de arados de fierro, trilladoras, planchas de fierro para las compuertas, moderna construcción de presas, niveles para las mismas, máquinas de vapor para surtir de agua a la hacienda. Y la tradicional tienda de raya donde se encuentran mantas, fideos, almidones, cigarrillos, aguardiente, yugos, carretas y otros implementos agrícolas.217 Para hacer más cómoda la estancia de los dueños se irá acondicionando el edificio de la hacienda proveyéndolo de mobiliario y despensa adecuados que surten los negocios de Guadalajara, La Barca, La Piedad, Pénjamo, Ocotlán, Irapuato y para algunas cosas el mismo Yurécuaro: lámparas, pantallas, mechas, vino evaporado, cervezas, equipales, sardinas, castañas, aceites y otras más.218 Acreedores y deudores tejen una complicada red de relaciones cuyos hilos envuelven al pueblo y los alrededores llegando a puntos tan distantes como Tabasco, México, Puebla y otras ciudades del interior. Intensa es la relación con Guadalajara donde los amos radican y donde conocen mejor a los proveedores, muchos de ellos con nombres extranjeros; muy intenso es también el comercio con las pequeñas ciudades del rumbo, incluida Zamora y sus casas comerciales que surten de productos de la sierra (tablas, morillos, vigas).219 Se nota perfectamente a través de los apuntes contables la prosperidad de la hacienda que lentamente va extendiéndose hasta absorber el Tequesquite comprado ya el 1° de julio de 1899, o las tierras de Nabor Pérez por el rumbo poniente del pueblo que cede una fracción de terreno del rancho de Arjona, o las relaciones de Maciel y AMG, Libro Mayor de la Hacienda de Monteleón, 28 de septiembre de 1897. 218 Ibídem. 219 Ibídem. 217

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García Guerrero, del rancho de la Colmena, que arrienda sus tierras a la hacienda por término de siete años. La hacienda mantiene tal variedad de giros en su economía que la hace estar en estrecha y continua relación con las del rumbo así sea Mirandillas, Buenavista, Zalamea o la Joya. Muy estrechas son también las relaciones con gentes de Tanhuato y Yurécuaro, con aquéllos se pretende el acaparamiento de la producción de trigo y con éstos una variedad de tratos que controla en buena parte Eduardo Villaseñor, comerciante poderoso en la localidad de esos años, una serie de transacciones comerciales en las que no escapa el mismo cura, hacen estrecha la relación que se tiene entre Yurécuaro y la hacienda: se compra y se vende garbanzo y maíz, cerdos, reses, caballos, teja, petates, se ocupa a los coheteros, trata con el mesón del pueblo, ocupa a Juan Murillo para que pinte 46 puertas del nuevo casco que se construye, trata con Francisco Pescador de la estación de Yurécuaro, regala la cal para la caseta donde se instalará el nuevo reloj del pueblo, encarga le fabrique jabón para la tienda de raya a Mariano Anaya, y muchos asuntos más.220 El sábado es el día de mercado en Monteleón y logra hacerse el centro de los alrededores que se empiezan a alejar del comercio dominical del pueblo, el 21 de junio se empieza a celebrar la fiesta religiosa en la hacienda y para darle realce se trae la música de La Piedad y se encargan los fuegos pirotécnicos al yurecuarense Martiniano Vázquez.221 La explotación forestal que las leyes trataban de frenar con insistentes campañas y reglamentos, con el establecimiento del día del árbol que se celebra desde el 26 de mayo de 1893, no lograba detener el hacha de los campesinos del municipio que tenían en sus bosques lo que necesitaban de combustible para el uso doméstico. Con la hacienda, sin embargo, se transforma el concepto de la explotación y del consumo de lo doméstico a lo comercial e industrial. Monteleón, a finales del XIX y principios del siglo XX, se convierte en punto 220 221

Ibídem. Ibídem. 132


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importante de aprovisionamiento para las industrias recién montadas que empiezan a utilizar las máquinas de vapor y leña para producirlo, incluidos los ferrocarriles. En cifras nos han quedado testimonios aterradores de esa explotación de los bosques por los años de 1898 y siguientes, registrándose en un par de años una exportación de cerca de 15 mil metros cúbicos de leña gruesa sin contar el aprovisionamiento de los ferrocarriles con quien se llevaba cuenta corriente. Los clientes para ese consumo son: Jorge King de Guadalajara, José M. Bermejillo de el Castillo, J. T. Jackson de La Barca, E. P. Phelan y Víctor Echenique de Guadalajara, lo mismo que Geddes hermanos.222 Acaparador de cereales especialmente de trigo, es otro de los giros comerciales de la hacienda que mantiene importantes clientes en Guadalajara y Atequiza, sobresaliendo en la primera la Sociedad Mutualista de Panaderos como clientes de Monteleón. El trigo que se produce en la hacienda no basta para la demanda y tiene que echarse mano del que producen los particulares de Tanhuato a los que la hacienda empieza a habilitar con semillas, implementos, animales para el trabajo y dinero a ser devuelto con la cosecha. Son los principales en este giro varios miembros de la familia Cuevas de Tanhuato. Se recoge cebada, garbanzo y maíz de otros productores pero en pequeñas cantidades, cultivándose la mayor parte de estas semillas en la misma hacienda.223 Renglón atendido en forma particular era el del tabaco a cuyo cultivo se dedicaba la hacienda del Calvario anexada a Monteleón, pues la demanda era amplia, habiendo pedidos de partes tan lejanas como Puebla. Los cigarrillos ya elaborados que se consumían eran los de las marcas "Mascota" y "Chorritos" o bien se surtían en forma de puros teniendo la cajetilla un precio de 5 centavos. 24 cajetillas grandes costaban un peso mientras que por el mismo precio se daban 42 cigarrillos corrientes. Para el consumo ordinario de la gente de 222 223

Ibídem. Ibídem. 133


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campo no se necesitaban los cigarros torcidos, un puño de tabaco, unas hojas de maíz, el eslabón, la piedra y la yesca, con un poco de habilidad para encender el cigarrillo armado, daban para satisfacer el vicio y volvía a guardar todo el equipo en la copa del sombrero ancho de palma.224 La producción pecuaria que ocupa un destacado renglón en la economía de la hacienda va a parar en gran volumen al rastro de México que parece controlaban los antiguos dueños, don Octaviano y don Sotero Fernández, y a quienes se les hacían llegar por el ferrocarril las partidas de ganado que iban solicitando. Bueyes, novillos, toros de lidia, ganados todos producidos en gran escala y de buena calidad ofrecían ingresos regulares; se agregaban los criaderos de mulas, la caballada, con garañones de sangre pura, los cerdos de engorda, las cabras y la burrada completaban este renglón amplios ingresos. Anexo a lo anterior venía el beneficio de la leche que se exportaba en quesos, la venta de pieles, la renta de agostaderos a los extraños o de semillas para la engorda dan idea cabal de las líneas tan completas de explotación pecuaria establecidas por la economía hacendaria. Parecía sobre estas bases, que habría hacienda para rato, por lo que se empiezan a construir un casco de hacienda a la altura, cuyo proyecto se encomienda al ingeniero don Salvador Mata Velasco, pues ya asesoraba la construcción de presas que lentamente van aumentando las extensiones de cultivos de regadío. Se acarrea cantera y se empieza a trabajar, para darle majestuosidad a la construcción. La familia podrá así pasar largas temporadas en Monteleón y traer de visita a las amistades de la aristocracia jalisciense para quienes hay que surtir la despensa de buenos vinos, tener cervezas y gaseosas que provee Casa Rivas de La Barca, Velasco de La Piedad; o se mandan encargar de Pénjamo, Irapuato, Guadalajara o México; té, cajas de jarabes, papel y útiles de escritorio, papas y habas, fulminantes, planchas de acero, baúles, bombillas, tornillos, pinturas, reatas, fustes, petróleo, Ginger 224

Ibídem y tradición oral. 134


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Ale, calendarios, tinta, copiadores de cartas, sardinas, aceites y otras muchas cosas que van dando comodidad de temporada de verano a la finca.225 Los peones y medieros de la hacienda que hacían posible ese esplendor económico han quedado también registrados en la contabilidad de la hacienda en su libro de raya y libro de medieros. La prosperidad que va llenando las hojas del libro de balance general con los giros de muebles y enseres, mercancías generales, tienda, caballada, mulada, ganado de pelo, ganado vacuno, ganados lanar y cabrío, agostaderos, huertas de árboles, labores de maíz, labores de trigo, labores de garbanzo, monte, cal, tabaco, huertas anuales, también tiene el renglón de medieros.226 El libro de raya que hemos podido consultar se refiere al periodo comprendido del 18 de diciembre de 1905 al 25 de febrero de 1906, semanas 425 a la 434, no se diferencia en nada de los otros libros de raya de las haciendas donde también el salario diario era de 25 centavos sin ración. De ese sueldo se les descontaba semanalmente lo que se había pedido a la tienda o a la carnicería, lo que debían por trigo o maíz u otro tipo de habilitaciones. Repasando la lista de peones encontramos con mejores sueldos que el común a Juan Delgado, Ramón Chavolla, Aurelio Castillo, Mariano Chavolla, Pedro Delgado, Víctor Muñoz. De entre los del común hay los siguientes apellidos antecedentes de muchos de los actuales yurecuarenses: Paz, López, Andrade, Alvarado, Cervantes, Mosqueda, Calvillo, Contreras, Camarillo, Palos, Santana, Álvarez, Montelongo, Macías, Valadez, González, Cendejas, Montes, Salazar, Wence, Lagunas, Flores, Mireles, Jaras, Palomar, Murillo, Belmúdez, Muñoz, Gallego, Mandujano, Martínez, Tobar, García, Arellano, Vega, Carrillo, Casillas, Navarro, Alemán, Araiza, Alcántara, Talancón, Madrid, Cárdenas, Salazar, Castillo, Díaz, Guillén, Miranda, Cuevas, Paniagua, Bravo, Alcalá, Tirado, Valencia, Guzmán, Gómar, Covarrubia, Villalobos, Arroyo, Aguilar, Arriaga, Ayala, Estrada, Solís, Dueñas, 225 226

AMG, Libro mayor. AAN, Libro de Balance General… 30 de noviembre de 1897. 135


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Herrera, Corona, Vázquez, Carmona, Alonso, Aguirre, Moreno, Bolaños, Medel, Navarrete, Licea, Villa, Cortés, Pimentel, Trujillo, Domínguez, Barajas, Villalpando, Ocegueda, Escamilla, Melgoza, Gómez, Hurtado, Madrigal, Cruz, Figueroa, Orozco, Hernández, Rodríguez, Espinoza, Luejas, Ávila.227 Listas de raya que registra cerca de 400 peones comprometidos por sus deudas. Los medieros que aparecen en los libros de la hacienda para los años de 1897 al de 1900 son entre otros José Martínez que cultiva en el potrero de La Cantera, Vicente Mesa por el de la Mula, Apolinar Castillo de El Refugio en el potrero de los Pocitos, J. Ascención Miranda en la Cantera, Juan Madrid en el Salitre, Francisco López en Agua Nueva, Florencio Castillo en el potrero de San Juan, Francisco Pitones en el potrero de la Tuna, Jesús Delgado en el de la Mula, Luis Miranda y Santos Villalobos en el de la Cantera, y muchos otros. La hacienda cobraba los deméritos de carretas, arados y avíos, dejaba a la responsabilidad de los medieros la muerte de los animales de trabajo, pagaba a medias los costos de veladores, segadores, obras de beneficio a la tierra como vallados y cercas, daba habilitación de semillas, materiales de construcción, ropa y otras cosas. El mediero debía comprar coyundas, barzones, yugos y otros implementos, y por las cuentas finales todo terminaba a favor del hacendado por lo que se ve que los versos del corrido El Barzón no eran exagerados. Cuando acabé de piscar / vino el rico y lo partió / todo mi maíz se llevó / ni pa' comer me dejó / Aquí debes veinte pesos / de la renta de unos bueyes / cinco pesos de magueyes / una anega tres cuartillas / de frijol que te prestamos / diez anegas y cuartilla / de maíz habilitado / cinco pesos de unas fundas / siete pesos de cigarros / seis pesos no sé de qué / pero todo está en la cuenta / a más de los veinte reales / que sacaste de la tienda / con todo el mes que te toca / no le pagas a la tienda / pero cuentas con mi tierra / para seguirla sembrando / ora vete a trabajar / pa' que sigas abonando.228

AAN, Libro de rayas 1905. AAN, Auxiliar número 1 de la cuenta de medieros… 28 de noviembre de 1897. Corrido popular que, de la grabación, transcribió la profesora Irene Santiago de Ochoa. 227

228

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Del libro de medieros hemos entresacado algunas muestras de este endémico endeudamiento de los campesinos pues siempre se daba el precio más bajo a sus productos y necesitaban de la habilitación por parte de los patronos incapaces de capitalizar por ellos mismos. Al fin de cuentas gustos eran para quitar pesares y el ranchero algunas veces se daba sus caprichos teniendo un buen caballo como el que tenía Apolinar Castillo del Refugio y que había comprado en setenta pesotes: "caballo retinto cruzado de tres a cuatro años". Las multas se agregaban a la situación anterior y eran para los que soltaban sus propios animales con los de la hacienda, el uncir los bueyes que no les correspondían. Se podía solicitar agostadero o maquila de garañones pagando los derechos. Se vivía en un mundo en que aperos, arados, rejas, yugos, coyundas, teleras, barzones, timones, aparejos, barbechos, lunas nuevas, lunas llenas, heladas, sequías, alboradas, uncir, surco, ecuaro, potrero, almácigo, ciénega y muchas otras eran el lenguaje usual ahora casi desconocido para los descendientes de aquellos peones y medieros, algunos de los cuales ya han pasado por la universidad y se han olvidado de sus raíces campesinas. La vida religiosa era muy importante para aquella gente en contacto con dios y con la naturaleza que revelaba el poder y la sabiduría del Creador, mentes sencillas, corazones nobles y experiencias limitadas a su propio mundo, eran sin embargo sensibles a la injusticia de su situación pero se recurría a la resignación a la que muchas veces eran llevados por el sacerdote que los asistía como capellán de hacienda, figura muy poco estudiada y de difícil actuación para sacerdotes conscientes de la necesidad de hacer salir a los peones de su conformismo. Los patrones no eran gentes contrarias a la religión, quizá veían con agrado esa alianza o la exigían, por los libros se ve que estaban al pendiente de no retrasarse con los diezmos y limosnas a los sacerdotes quizá con más celo que el que debieron tener para cargar algún descuido al peón pobre y lleno de familia o ayudar al necesitado en la enfermedad. Son varias las partidas que anotan ese tipo de gastos para……………página 161 en blanco…………………y algunas otras más adelante..........................................hasta la 162 que comienza: 137


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que adicionó las advertencias de su superior se ve que no quedó muy conforme con el regaño y advierte que está enfermo. Un rayo ha perjudicado una de las bóvedas del templo por lo que se recuerda la tez que una centella destruyó la imagen, cincuenta años antes, por lo que el arzobispo dispone se celebre con solemnidad el acontecimiento escogiendo para ello la fiesta de la Madre de Dios.229 Don Porfirio estuvo también en Yurécuaro, de paso a Guadalajara, el 7 de diciembre de 1896, el tiempo preciso para saludar a las autoridades municipales que, con la gente novelera del pueblo, se apiñan en la estación; de la crónica de don Ignacio Estrada recogemos los detalles de esa visita: Al aparecer el tren presidencial fue saludado por la banda con el himno nacional, aplausos atronadores y vivas de entusiasmo por todo el pueblo y al pasar frente a la estación dos ángeles de la fama nublaron el espacio de confeti, serpentinas y flores desde lo alto del majestuoso arco triunfal que se levantó y que daba un aspecto de verdadera hermosura a toda la vía, por ambos lados fue adornada con ciprés y sabino y gallardetes tricolores… bajó hasta el último escalón saludando al presidente municipal y a la comisión de vecinos que pasaron a hacerle presente sus respetos de admiración… todas las acordadas de los ranchos, con blusas rojas y sombreros chilapeños que de antemano recibieron instrucciones de los jefes militares y provistos de sus espadas para presentar armas y acompañados de los federales, hicieron la formación a uno y otro lado de la vía y al partir el tren se despidió (don Porfirio) con un ademán, de todo el pueblo, y otra lluvia de serpentinas, confeti y flores y el himno.230

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APY, Libro de visitas. Esa fiesta correspondía al 11 de octubre.

HIE, 17-18. El 5 de junio de 1896 hay que notar el asesinato del poeta Austasio Zepeda ocurrido en Yurécuaro. 230

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Por estos mismos años, nos narran las efemérides del pueblo, llegaron tres barcos construidos en Ocotlán, Jalisco, por don Pedro Muñoz que se pretendía emplear en el servicio público del río. Había aumentado la población de la municipalidad; inauguró el servicio el ayuntamiento el 29 de julio de 1897 y con la cooperación de los vecinos y ayuda de los nuevos dueños de San José del Refugio, al otro lado del río, los Curiel que habían venido a avecindarse al rumbo los puso a navegar. Dos de los barcos se iban a emplear en el transporte de pasajeros y el otro se reservaba para pasar ganado y caballos; lastimosamente pronto se destruyeron.231 El 3 de septiembre de ese año de 1897 el pueblo estrenó su primer cuerpo de policía que fue puesto al mando del comandante Antonio Araujo y se le proveyó de uniforme, armas, parque, linternas, macanas y silbatos; la policía hacía falta para suplir el servicio de rondas que prestaban los vecinos y que no ayudaba mucho al orden y seguridad.232 Tres acontecimientos de fin de siglo son la introducción del telégrafo, la construcción del ramal a Los Reyes y la inauguración del reloj público. El 5 de febrero de 1898 se introduce la comunicación telegráfica al pueblo instalándose una agencia en la estación del ferrocarril; se empiezan las obras de construcción del ramal tomándose como punto de apoyo a Yurécuaro para tender esa vía que debería llegar hasta el distrito de Ario, según el acuerdo firmado entre el Gobernador de Michoacán y la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano.233 El 1° de julio de 1899 se terminaba el tramo Yurécuaro-Zamora siendo inaugurado el primero de diciembre siguiente: el 1° de enero del nuevo siglo se inauguraba el siguiente tramo Zamora-Chavinda-Estación Moreno de donde se pretendió hacer una extensión hacia el occidente a un punto impreciso del distrito de Jiquilpan.234 El 21 de junio de 1898 se había Ibídem. Loc. cit. 233 HIE, 18-19. Coromina, t. XXXV, p. 105. 234 Coromina, t. XXXVI, p. 290. HIE, 19, González, Luis, Zamora, p. 114-115. 231

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estrenado el primer reloj público que se construye en Ocotlán por don Manuel Núñez y es adquirido en 5,000 pesos, con donativos de los vecinos; la revolución destruirá ese primitivo reloj, lo que da lugar a la instalación de uno nuevo en 1921. También por esas fechas, el 5 de noviembre de 1899, es inaugurado el puente sobre el río que recibe el nombre de Puente de Guadalupe, pero es destruido por la creciente en 1912 para ser reconstruido hasta 1917 de orden del Presidente don Venustiano Carranza y la responsabilidad del ingeniero Luis Gallo.235 Los edificios municipales que inauguran la entrada del siglo veinte, van a darle a Yurécuaro un aspecto más respetable y a hacerlo sentirse pueblo. Las obras corrieron desde el 1900 al 1904 y se llegó a construir completo el portal sur de la plaza con la colaboración de los vecinos a quienes correspondía cada sección. De épocas posteriores será la portaleda interior de la presidencia…….páginas 164 y 165 en blanco………………… El material asignado para tales centros educativos consistía en silabarios caligrafías, pizarrones, pizarras, pizarrines, plumas, portaplumas, tinteros, pautas, libros de geometría, de aritmética, el del sistema métrico que se había implantado hacía pocos años, geografías, gramáticas, textos para estudiar la urbanidad y la moral. Escuelas sencillas de aprender a leer y escribir y salir con lo indispensable para una vida sin mayores complicaciones y muy lejos de las corrientes positivas de la época y de influencia no compatibles con la tradición conservadora del ambiente campesino.236 Este año de 1903 se eleva a villa el vecino pueblo de Tanhuato dándole el agregado de Guerrero y el gobierno estatal quiere ocuparse más de los pequeños municipios haciéndoles un lugar en sus presupuestos. Para Yurécuaro se asigna una gratificación anual de 135.05 pesos para el secretario, 91.25 para el guarda-panteón y se dan 6 pesos para gastos de escritorio. Al siguiente año, el de 1904, aumenta la nómina de los cargos municipales subvencionados por el 235 236

HIE, 19. Coromina, op. cit., t. XXXV, p. 240; t. XXVII, p. 73. 140


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Estado: Al secretario se le asignan 321.20 pesos, un ordenanza ganará 43.80, para gastos de escritorio se dan 36 pesos y se adicionan 5 pesos más para libros. Además de los anteriores gastos hay presupuesto ya para la policía, para el agua, para la cárcel y para el alumbrado público en la siguiente forma: Jefe de resguardo 182.50; cuatro gendarmes 452.60 (113.15 para cada uno), vestuario, 20.00. Fontanero 91.25, reparación de cañerías 80.00. Encargado del reloj, 12.00 pesos. Alcaide 135.00 pesos, rectora de las recogidas 36.50. Gastos de escritorio 3.00, alumbrado interior 10.80, combustible 180.00, reposición de lámparas 10.00, jardinería 91.25. El total del presupuesto municipal sube a 1 758.40 pesos, que no sabemos con cuánta puntualidad hayan llegado. 237

El 1° de febrero de 1907 es acordada para el pueblo una subprefectura, siendo el primero que ejerce el cargo don Aurelio García que de aquí fue trasladado a Penjamillo sucediéndole don Miguel Bravo. Cambiado Bravo a Tacámbaro en 1911, lo sustituye el propio don Ignacio Estrada, nuestro cronista, a quien le toca soportar los afanes de la revolución desencadenada.238 Ese año de 1907 señala al municipio como subsidio para la alimentación de los presos la cantidad de 193.34 pesos. En ocasión de las fiestas del centenario, del grito de Dolores y en recuerdo del inicio de la guerra de Independencia se elevará a Yurécuaro al rango de villa por decreto del 11 de mayo de 1910. El Gobernador del Estado obsequiaba 25 uniformes para la banda municipal, el subprefecto Bravo que presidió los actos, estuvo acompañado por los indispensables de estos años: Agustín Navarro, Gerardo López, Rafael Anaya, Eduardo Villaseñor e Ignacio Estrada.239

Ibídem, t. XXXVII, p. 323; t. XXXVIII, p. 666. HIE, 21. 239 Loc. cit. 237

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Relevo en la parroquia lo causa el padre Luis Madrigal, antiguo capellán de la hacienda de Monteleón, quien sustituye al señor cura López hasta la llegada del padre Maximino Alcubilla, que estaría en Yurécuaro algunos meses del 1906. En la fiesta de la Ascensión del 1905 la gente había notado el cansancio de su viejo párroco que no quería darse por vencido pero que tuvo que traer quien le ayudara, lo que no impidió que hubiera música como a él le gustaba y se quemaran cohetes.240 El 30 de octubre de 1906 toma posesión como nuevo párroco el padre José María Arredondo, quien se propone modernizar la parroquia, y lo primero que hace es encargar unos cómodos sillones para el presbiterio a la Ferretera alemana de Alfredo Fink en Irapuato, que son estrenados en las fiestas decembrinas de ese 1906 y que vienen a solemnizar los músicos de la orquesta de La Piedad que acompañan al coro del pueblo.241 El padre Arredondo establece a poco andar una escuela parroquial que aumenta las posibilidades para la población dando alternativa a la educación oficial dirigida pro don Gerardo López. Se preocupa por adquirir un órgano para la iglesia entrando en la corriente restauradora de la música sacra que encabeza por estos años en la iglesia, como es natural, Pío X. Trata de establecer el alumbrado de gasolina en el templo para lo cual hace contrato con la Casa Francisco Montes de Oca de Irapuato, quienes surten un sistema de "Alumbrado de gasolina por alambre hueco que consta de un depósito, una lámpara de dos capuchones y 4 lámparas chicas de un capuchón, más la instalación", todo por el módico precio de 222 pesos, 44 pagados al contado y los demás en cómodas mensualidades de 17.60 pesos.242 Al padre Arredondo le entrega el ferrocarril remesa de la casa de Leopoldo Pigout de México, sucursal de la matriz de París, que surte pedido de vino de consagrar acompañado de algunas botellas de APY, Papeles varios. APY, Libros de cuentas y papeles varios. 242 Loc. cit. 240 241

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Cognac Select y Bordeaux, todo lo cual se paga con 75 pesos fuertes, incluido el impuesto y el flete, sobre cuyos riesgos advertía la casa vendedora: ………………..páginas siguientes en blanco hasta el próximo capítulo.

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CAPÍTULO VIII CUANDO SE REPARTIÓ LA TIERRA Pueblerinos y rancheros forman dos grupos bien definidos entre los habitantes del municipio, pues a partir de la pérdida de las tierras comunales y la concentración de las mismas en pocas manos, que trajo el auge de la hacienda, la población campesina pertenece más a las rancherías que al mismo pueblo que va siendo ocupado por artesanos, comerciantes y pequeños propietarios de terrenos semi-urbanos que les dan escasas posibilidades de ingresos pero les ayudan a mantenerse libres del control de las haciendas. Un grupo de gentes con mayor instrucción constituye la "élite" política y social del pueblo y es entre ellos que se van rotando los cargos municipales y guían la política según sus intereses, como en otros tiempos los pequeños hacendados que vivían en el pueblo. A este grupo le resultará, de inmediato, muy perjudicial el movimiento armado que se desencadena en 1910 y que cobra auge en los siguientes: les exige dejar sus hábitos de vida y sienten la fuerza del vendaval en la pérdida de su seguridad burguesa. La situación geográfica del pueblo que no podía escapar a los aconteceres históricos, por empezar a ser cruce de caminos y demasiado en vista por el auge de los ferrocarriles, hace que el gobierno en turno no descuide su estación y se pueda vivir con mayor o menor tranquilidad dentro de la zozobra que producen las fuerzas armadas a la puerta. La población de las rancherías del municipio correrá muy distinta suerte; todos ellos dependientes de las haciendas para empezar quedan sin trabajo por la inseguridad de los campos y la huída de los patrones; ese abandono de los cascos de hacienda los invita a reorganizar su vida en las durísimas circunstancias del ir y venir de grupos armados que acaban con ganados y siembras, esto propicia la emigración a lugares más protegidos e inclusive al país vecino de donde oían decir había facilidades de trabajo y seguridad para sus familias. Las rancherías tienden a despoblarse y a concentrarse en 144


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Yurécuaro que va adquiriendo por medio de los recién llegados un carácter campesino que mucho había perdido en los últimos años. Luz eléctrica además de las noticias de la revolución en incremento, es lo que llega a Yurécuaro ese año de 1911, apenas pasadas las fiestas patrias del Centenario y que aquí se celebraron con especial fervor patriótico debido a la elevación del municipio al rango de villa. La historia de la Compañía de Luz partía desde su aprobación por los poderes del Estado en 1903, la construcción de la planta del Platanal en las inmediaciones de Zamora para generar energía y trasmitirla a Guanajuato e impulsar la industria minera de donde el nombre de "The Guanajuato Power and Electric Company" que apantalló a muchos.243 Novedad de la nueva compañía fue la de hacer la conducción de energía montando los cables sobre torres de acero de las usadas para los molinos de viento, tocándole ser la línea pionera en usar torres de acero en el mundo y dirigiendo los trabajos el ingeniero Frank L. Gilmore.244 El 5 de febrero de 1911 se hizo la inauguración de la Luz Eléctrica de Guanajuato, S.A., como era su razón social en español, instalándose profusamente en la casa de don Agustín Navarro, la del portal de la presidencia, donde se hizo la fiesta; todo con gran contento de mister Appleton, gerente general de la empresa, de los que iban a quedarse a atender la nueva plaza y de los vecinos y curiosos. El primer gerente local fue don Carlos Chávez, quien ya extendía recibos en junio de 1912: un peso veinticinco se cobraba por una lámpara de 40 watts y lo insólito fue que en septiembre de ese mismo año se abaratara a un peso. Los focos son de la marca Osram y usan filamento metálico de 220 voltios y forma de pera, siendo el costo de cada uno 1.75 pesos.245 Coromina, op. cit., t. XXXVII, p. 143. Sistema interconectado de Guanajuato, discurso del señor David H. Watson ante la Asociación Mexicana de Ingenieros mecánicos y electricistas (s. f. y s. 1.) (copia mimeografiada). 245 APY, Papeles varios. HIE, 21. 243

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El desbarajuste de la revolución, que por todas partes se anunciaba, pronto llegó a la población y se empezó a notar en la huida precipitada de los patrones de las haciendas, de los funcionarios del gobierno y de las fuerzas que habían sostenido el régimen anterior; el 15 de abril de 1911 se oyó decir que el prefecto de La Piedad huía de los maderistas. El 8 de mayo se supo de buena fuente que don Jesús Delgado, el del Hacha, hermano de don Carlos, se había levantado en armas al frente de algunos paisanos y a poco se presentó en el pueblo con 300 hombres para tomarlo y curar a los heridos que el doctor Alejandro O. Arce, residente en Yurécuaro, tuvo que atender de emergencia.246 Jesús Delgado había tenido disgustos con los dueños de Monteleón, especialmente con don Francisco, hijo de don Justo Fernández del Valle. Delgado, pequeño propietario de las vecindades del pueblo solía presentarse a los coleaderos de la hacienda y llegaba su audacia hasta provocar a don Pancho lanzándole piropos a la esposa de éste, doña Eugenia, mientras que lucía sus galas de jinete, todo ello frente al padre Madrigal que acompañaba a los amos en los portales de la hacienda, a la caída de la tarde, cuando éstos salían a ver a la gente que iba al agua. Caracoleando su caballo repetía su acoso, dirigiéndose a doña Eugenia: "Españolita, no pierdo las esperanzas de que le montes a este caballo y traerte yo en esta silla". Frases que debieron quedar muy gravadas en la mente del hijo de don Justo para dejar la hacienda sola iniciada la revuelta. Delgado, en efecto se levanta en armas y vuelve al pueblo al frente de un grupo revolucionario después de haber tenido su primera acción de armas al pretender tomar la estación de La Barca.247 La emigración

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HIE, 22. Entrevista J. Guadalupe Delgado Villalobos. 146


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principal de los campos del municipio de Yurécuaro y del mismo pueblo se hace a Estados Unidos; sucedía igual en los demás pueblos del rumbo, lo que da motivo de preocupación a la legislatura estatal de estos tiempos. Mucha de la población del municipio se retrae a centros más poblados y los que se quedan en los campos intentan sobrevivir haciendo pequeños cultivos donde mejor pueden, arriesgándose a la llegada de las tropas que sin compasión agostaban sus monturas en los sembrados, arrebataban el ganado a los rancheros, les quitaban sus monturas para que les sirvieran de remudas y se aprovechaban de todo lo que les parecía de utilidad. A pesar de su inseguridad, Yurécuaro es de los pueblos socorridos por gente que huye de otras partes considerándose de alguna ventaja el estar al borde de la vía. Una serie de familias del rumbo de Los Altos llega por ese tiempo a avecindarse; principalmente Degollado y Ayo encontrarán cobijo aquí después de los desmanes de Inés Chávez. Es el momento de expansión urbana del pueblo con la fundación de las Colonias por el rumbo del crucero del Hacha. La casa del chupiri cuyas ruinas se encuentran frente a dicho crucero, corresponden también a estos años de la revolución. Ha quedado el recuerdo de un hombre que vino de Chihuahua, don Juan Osoyo, quien empezó a pedir a la gente que le recolectara la savia del chupiri o papelillo, que una vez cristalizada era almacenada y enviada fuera del pueblo, la gente se preguntaba para qué podría servir aquello y por allí nació la noticia de que se la empleaba para elaborar hule, pero nadie llegó a comprobarlo. Por esos años aparecía una disposición del gobierno del Estado que pedía información de la goma del árbol denominado chilte (Jatropha) y del que se decía se extrae una goma que es poco conocida pero que encierra una gran cantidad de caucho que parece destinada a producir una ganancia

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regular a los propietarios de bosques donde se encuentra en abundancia.248

Se pedía información sobre la existencia de esos árboles por indicación de la Secretaría del Fomento. En Yurécuaro existían los chupiris a una y otra margen del río, hacia la parte oriental del pueblo, pero nadie sin duda se preocupó de informar, quizá pensando que no eran suficientes para lo que el gobierno pedía. Por estos mismos años se giraba noticia de las posibilidades del Canadá como comprador de naranja de la de Yurécuaro y Ayo que empezaban a producir y cuyo mercado se había cerrado en Estados Unidos. Poco después se avisaba de la comercialidad de la pluma de garza que hacía temer la extinción de la especie por lo que se prohibía la explotación. Igualmente tocaba al rumbo el mercado del algodón de pochote de que, se avisaba, Italia podía estar interesada, para lo que había que mandar muestra a Génova, Milán o Nápoles para que allá se enteraran de la calidad del producto, avisándole en qué cantidad se les podía surtir y a qué precio.249 El tranvía que don Antonio García Aguilera planea y realiza en este tiempo llega a enorgullecer a los habitantes del pueblo pues se sienten distinguidos frente a sus vecinos de Tanhuato; la expansión del pueblo hacia el sur parecía justificar como negocio la empresa que se inicia. Los legisladores michoacanos ocupados en dar el permiso quisieron concederle al solicitante, a 28 de junio de 1914: El capital que se invierta en la construcción y explotación del ferrocarril urbano que va a establecerse en la villa de Yurécuaro conforme al contrato celebrado el día 13 del corriente entre el ejecutivo local y el ciudadano Antonio García queda exento de pagar contribuciones al Estado y al Municipio por el término de quince años.250 Coromina, op. cit., t. XLII, p. 193. Ibídem, pp. 188, 197, 200. 250 Ibídem, p. 392. 248 249

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En 26 de marzo de 1914 había obtenido don Antonio, de los Ferrocarriles, la renta del terreno necesario para operar su línea haciéndose el contrato por tiempo indefinido y pudiendo pedírselo previo aviso, sesenta días antes de la fecha en que lo necesitara. Nos ha quedado, anexado al contrato, un precioso croquis de la línea tranviaria en la zona de la estación del ferrocarril y la disposición de las instalaciones de la misma antes de la quema de la estación y de las últimas modificaciones.251 El 1° de enero de ese año de 1914 había empezado a funcionar el tranvía de mulitas que dará su nombre popular a la calle Independencia. Entre las cláusulas con que se da el permiso por parte del Ayuntamiento Municipal sobresale la de que el establecimiento de este servicio constituye un positivo beneficio a la Villa de Yurécuaro y se declara obra de utilidad pública a efectos de favorecer su realización inmediata.

Se pide al dueño la franquicia en el transporte para el presidente, los agentes de policía y los mensajeros de las oficinas de Correos.252 Sin embargo, el 11 de enero de 1919 don Antonio García cede en venta el tranvía al señor Alfonso Tejeda Castellanos con sus instalaciones que son las siguientes: dos coches de primera para ferrocarril urbano y cinco mulas con sus guarniciones respectivas, una vía con longitud de dos kilómetros partiendo de la calle de la Libertad, hoy Independencia, en un punto inmediato a la plaza principal para rematar frente a la estación de los Ferrocarriles Nacionales de México, una casa para depósito de coches y semovientes ubicada en la misma villa de Yurécuaro en la manzana quinta del cuartel cuarto en la calle Independencia número dos, lindando por el oriente con la dicha calle, y rodeado de las casas de Juan Navarro, Ignacio Estrada y del mismo Antonio García. El precio de venta, cediéndole todo los permisos es de seis mil pesos oro nacional: 4 mil del valor de los AJU, Contrato de arrendamiento del Ferrocarril a Don Antonio García Aguilera. 252 AJU, Papeles varios. 251

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inmuebles, 200 de los animales, mil por los muebles y 800 por las concesiones. El permiso de traspaso había sido conseguido por García, en Morelia, desde el 4 de junio de 1917.253 Al señor Tejeda sucedió en la propiedad del tranvía el doctor Rafael Aceves cuya viuda, doña Carmen Navarro, lo vendió al señor Andrés Jiménez que al final tuvo que levantar la vía por la hostilidad de la autoridad municipal, que quiso dar la concesión del servicio a otra persona, olvidándose de que quien había otorgado la primera concesión tenía obligación de mantenerla por 30 años, según consta de las cláusulas del contrato entre el Municipio y don Antonio.254 Revolucionarios de Yurécuaro fueron, además de los que se levantaron con don Jesús Delgado, los que el 24 de mayo de 1914 encabezó Agustín Alcalá. Los sublevados en número de 25 tomaron prisionero al presidente municipal Trinidad Munguía, con el propósito de ejecutarlo, pero gracias a la intervención de otros vecinos y al pago de un rescate de 100 pesos fue dejado en libertad; confiscaron armas y caballos de particulares y hubo escenas de violencia cuando algunos se resistieron. Aislaron al pueblo cortando la comunicación telefónica y telegráfica de la estación del ferrocarril, saquearon la caja fuerte de la misma y se llevaron los fondos del panteón y del municipio. Como a las tres de la tarde ya cerca de 50 alzados se dirigieron a Tanhuato levantando de paso la vía del tren; en la vecina población no se les opuso resistencia sino que se les entregó lo que pidieron en armas, caballos y dinero. De Tanhuato siguieron a Ixtlán donde, a pesar de la no resistencia, algunos querían incendiar el pueblo, lo que provocó un pequeño zafarrancho entre ellos mismos, de lo que resultó un muerto y dos heridos. De Ixtlán se dirigieron, obtenidas más armas y monturas, hacia la hacienda de Zalamea donde fueron rechazados por la Acordada. El 27 de mayo tomaron, a sangre y fuego, el pueblo de Ayo incendiando y saqueando la población. El 31 de mayo regresaron a Yurécuaro donde la gente los recibió de paz, una parte entró por el 253 254

AJU, Venta de tranvía a don Alfonso Tejeda. AJU, Papeles varios. HIE, 22. 150


YURÉCUARO

puente del río y otra por la calzada del chorro, siendo el número de los revolucionarios de 200 hombres bajo el mando de Alcalá y José Villanueva. Después de saquear los almacenes del ferrocarril donde encontraron capotes de palma, siguieron a Tanhuato. En los siguientes días llegaron refuerzos militares pero 25 soldados desertaron pasándose a los sublevados, las tropas se dieron cuenta de la complicidad de Mauro Gómez y del bolero Ramón Barbosa y los fusilaron; José Villanueva, volviendo sobre Tanhuato, quemó los archivos municipales el 2 de junio. El combate entre la tropa y los guerrilleros se tuvo por la vía a Zamora quedando muertos 7 insurgentes en las inmediaciones de la estación Verduzco. El 6 de junio llegaron los revolucionarios a Degollado donde consiguieron caballos y dinero. Siguieron días de zozobra para el pueblo pues tan pronto estaba la plaza en poder de los carrancistas como era tomada por los federales. Los préstamos forzosos a los que tenían fama de ricos estaban a la orden del día y así los sufrieron Rosalío Jiménez, Marcos Ayala, Vidal Quezada, Javier Bárcena, y buscaban a don Gerardo López que pudo escaparse. El 23 de junio se enfrentaron los dos grupos dentro del pueblo decidiendo la acción el general Gil que entró con 2,000 soldados de caballería. Los insurrectos continuaron a La Piedad, plaza defendida por los federales y lograron tomarla dedicándose al saqueo con especial saña hacia don Maximiano Velázquez, don Rafael Heredia y don Miguel López. Todos los sacerdotes tuvieron que ocultarse por el riesgo que corrían, excepto el padre Esteban Soria que fue nombrado cura por parte de los mismos revolucionarios. De regreso a Yurécuaro el 25 de julio, el general Gil mandó poner preso al cura del lugar don Pedro Moreno, que estaba en el pueblo desde noviembre de 1912, a don Agustín Navarro, don Juan Osollo, don Eleno Curiel y don Ignacio Estrada, acusándolos de convivencia con Maximiano Velázquez, llevándoselos inclusive presos a La Piedad donde fueron liberados a los tres días. La situación cambió, cuando a finales de año aparecieron 3,000 villistas capitaneados por el propio don Francisco quienes se detuvieron en Yurécuaro tres días antes de seguir a Guadalajara.255 255

HIE, 22-26. 151


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Los colorados de Maximiano Velázquez cubren una de las épocas más tristes y sangrientas de la revolución por parte de los partidarios de Victoriano Huerta, sus batallones los formaban gentes sádicas que se divertían asesinando. Era día de luto para el pueblo cuando veían aparecer por la cuesta a los terribles colorados que caían sobre algunos sospechosos de poco leales al gobierno. Épocas de violencia muy contrarias a la tradición pacífica del pueblo que hicieron que los campos se despoblaran y la sobrevivencia se volviera en extremo difícil. Robos y asaltos a los trenes, incendios y saqueos, violación del templo por parte de las tropas que lo utilizaban como lugar estratégico convirtiéndolo en cuadra y cuartel e incendio de la estación, son algunos de los resultados de este periodo. Entre otros hechos de esta época violenta se recuerda el asalto a los Curiel de San José quienes fueron auxiliados por los peones que se habían quedado en su hacienda, teniendo que matar a los asaltantes. Temiendo represalias del capitán Taurino Flores tuvieron que ausentarse a Degollado hasta que se restableció la paz.256 La Jerica es personaje típico del Yurécuaro revuelto de estos tiempos, su nombre era Jesús Anaya y ganó fama por su valor y su ingenio. De estatura mediana, rasgos indígenas y complexión robusta, se distinguía por su afición a los buenos caballos y a andar vestido siempre de charro. La tradición recuerda su carácter indómito que hizo desesperar a su padre quien, todavía muy joven La Jerica, lo habría entregado al ejército para que allí se le disciplinara. En una de las fiestas del pueblo regresó y en la alegría de encontrarse con sus viejos amigos se les pasó el tiempo; cuando ya se había retirado la gente de la plaza, la policía indicó a los jóvenes que tenían que irse a sus casas, ellos intentaron burlar a los guardianes por lo que en la lucha perdió la vida uno de los gendarmes teniendo que huir Jerica. 256

HIE, 27-29. 152


YURÉCUARO

Anaya volvía al pueblo con frecuencia y una amiga a quien visitaba era la que sabía de sus escondites; un hermano de ella quiso congraciarse con la autoridad y lo denunció pero Anaya tomó venganza de él matándolo y perseguido por la policía se escapó entre las cercas de biznaga de las huertas para perderse en el llano. En esta ocasión había dejado su caballo en el mesón y tuvo la audacia de volver por él saliendo a carrera tendida bajo una lluvia de balas de quienes lo perseguían. Propietario de tierras en La Longaniza, cuando la persecución amainaba se dedicaba a cultivarlas pero sin descuidar nunca su defensa, ya que siempre tenía lista la pistola y el rifle que sabía usar; alguna vez lo quisieron sorprender, logró huir con tal astucia que sus perseguidores siguieron disparándose entre sí mientras él celebraba su hazaña en el pueblo, tomándose unas copas. Era el terror de la ronda a la que desesperaba haciéndola ir de una parte a otra del pueblo disparando su pistola desde distintos puntos. Los ricos del pueblo lo temían lo mismo que las gentes de la hacienda de Monteleón. Hombre de genio alegre y lleno de temeridad desafiaba el peligro aprovechando cualquier circunstancia para enfrentarlo. Al final fue tomado preso en Guadalajara de donde lo trajeron a La Piedad siendo trasladado de allí a Zamora y logrando escapar. Los García de Zamora lo protegieron y desde entonces se refugió en sus haciendas; exigiendo dinero a sus patrones un grupo de revolucionarios, Jerica trató de defenderlos y murió en la demanda en el Cerro de Vargas.257 Inés Chávez fue conocido en el rumbo y por muchos años se habló de la quema de Degollado, Jalisco, que provocó la venida de muchas gentes a Yurécuaro. De su paso por Yurécuaro, a donde no entró, un testigo ocular recuerda la escena: Venía de remolque de Manzanillo donde Obregón lo había derrotado. Venía levantando gente, dos días duró pasando su tropa 257

Información de Antonio "Güero" Chavolla. 153


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por las vecindades del pueblo. Yo tenía unas labores hacia el Tequesquite y lo vi cuando pasaba a caballo y seguía para el lado de Monteleón. Decían que se subió a la sierra. La tropa no traía uniforme y usaban sombreros grandes. Era muy cruel, daba manos libres, no controlaba la tropa sobre todo cuando había batalla. Quemaron Degollado e hicieron muchas atrocidades, a la gente no le hacía buen estómago donde él iba y no se le daban de alta sino más bien se iban con los contrarios para vengarse. Chávez anduvo con Villa cuando éste controlaba el rumbo. Igual que Inés Chávez había otro revolucionario por estas partes llamado Teodoro Trujillo que controlaba la ciénega, éste tenía especial odio a los escribanos de las haciendas y a los sirvientes de las mismas a quienes fusilaba sin más averiguación, traía su gente a modo de gavilla y se paseaba por la ciénega.258

La revolución vista con los ojos del campesino que no fue actor sino espectador ha dejado el siguiente recuerdo de estos años duros: Se iban a la revolución por no tener qué hacer pues la paga de la hacienda era muy baja y malos los tratos. Los mismos soldados reclutaban gente y los que iban derrotados obligaban a unírseles. La mayor parte de la gente no sabía la razón por la que se peleaba, muchos se enfadaban de sembrar y trabajar y no cosechar por lo revuelto de los tiempos y se iban a la lucha, otros que preferían la vida libre y la aventura también se iban. Otra gente se iba a los Estados Unidos en este tiempo. La hacienda de Monteleón la dejaron desolada los revolucionarios aunque de pronto no se repartió. El ganado se acabó y las manadas de yeguas y de mulas se las llevó la tropa, echaron realada, el ganado lo mataban para comérselo y hacer cecina. Los que nos quedamos, un tiempo sembramos sin patrón y sin nada, no había animales para el trabajo y se sembraba donde daba la gana, fueron años de mucha hambre. Todos los revolucionarios daban mano libre donde había pastura, no importándoles destrozar la siembra, muchos de los soldados norteños traían harina y el maíz era para los caballos. Los soldados de la revolución en general andaban mal vestidos y llenos de piojos blancos por la falta de aseo, los que mejor andaban 258

Información de Juan C. Miranda. 154


YURÉCUARO eran los oficiales, aunque ya después les empezaron a hacer uniformes color de la tierra y se les llamó "sardos" por el uniforme pardo. Traían los revolucionarios sombrero grande y carrilleras hasta el copete: en la cintura y atravesadas en los hombros con cerca de 500 cartuchos cada uno, los que no cabían en las carrilleras, los traían en unas bolsas como árganas. Con Obregón llegaron los yaquis, que eran bravos para pelear y andaban uniformados. Cuando morían y los enterraban se les tendía en el suelo un petate, bailaban y les picaban con un palo y les platicaban lo que debían comunicar a sus familias y amigos, al mismo tiempo que les colocaban bolsitas de dinero y comida para el camino. Cosían el petate y se lo llevaban al camposanto.259

Diversiones públicas siempre las hubo, inclusive en el tiempo doloroso de la revolución, las peleas de gallos, las carreras de caballos y los bailes algo distraían la vida llena de zozobra. No sabemos si el arancel de fiestas de estos años haya tenido aplicación en Yurécuaro en todos sus puntos, pero su transcripción resulta curiosa e ilustrativa por el contraste entre la violencia y el mundo plácido para el que se legislaba dándonos otro aspecto de estos años: Para que las diversiones públicas puedan tener verificativo se requiere la previa licencia que expedirá el presidente municipal y la constancia de pago de la oficina de rentas conforme a las siguientes cuotas:

I. Representaciones y obras literarias y musicales, por función, cinco pesos. II. Las de circo, maroma, títeres y otros análogos, por función, el importe de diez localidades de las de mayor precio. III. Por cada corrida de toros o novillada se paga, el doce por ciento sobre la entrada bruta.

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Ídem. 155


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IV. Por lides de gallos, veinticuatro pesos diarios, reduciéndose la cuota a la mitad si la licencia comprende sólo la mañana o sólo la tarde. V. La cuota de cincuenta centavos a diez pesos que pagarán los cinematógrafos en parajes públicos. VI. La cuota de uno a diez pesos por cada jaripeo o diversiones análogas de paga. VII. La cuota de dos a diez pesos diarios por licencia para el establecimiento de cafés, conciertos públicos y demás diversiones análogas. VIII. La cuota de sesenta y cinco centavos a diez pesos diarios que pagarán los cinematógrafos en lugares especiales. IX. La cuota de veinticinco centavos a cinco pesos diarios que pagarán las empresas de caballitos. X. La cuota diaria de veinte centavos a un peso que pagarán las empresas de loterías de naipes en pasajes públicos. XI. La cuota diaria de diez centavos que causarán los fonógrafos al aire libre… Morelia, 10 de junio de 1914.260 La restitución de tierras que solicita el pueblo de Yurécuaro, apenas pasada la época más dura de la revolución, es quizá una de las primeras que se empiezan a tramitar, pues ya desde el 27 de octubre de 1927 se hace llegar al gobierno estatal. La solicitud de tierras iba en contra de las haciendas de Monteleón, la Buena Huerta, el Guayabo, el Molino de Aguacaliente. La falta de títulos en qué apoyar tal solicitud fue lo que retrasó el reparto que sin embargo llegó atendiendo al gran número de jefes de familia y mayores de 18 años que solicitaban, se habla de 1,045, de entre los cuales 879 carecen de tierra. La calidad de las tierras solicitadas se describe de distintos tipos, desde la de regadío, las pantanosas, los pastizales y el monte, todas ellas de mediana calidad y donde es posible cultivar maíz, frijol y garbanzo.

260

Coromina, op. cit., t. XLII, p. 413. 156


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Las superficies de las distintas haciendas afectables son a partir de la de Monteleón con sus 8,650 hectáreas, de entre las cuales había 1,280 de riego y el resto de temporal y pastizales, que pertenecía a la sucesión de don Justo Fernández del Valle y su esposa doña Josefa Martínez de Negrete, formada por las familias Bermejillo Fernández del Valle, Aongoitia y Fernández del Valle, Sosa y Fernández del Valle, Castiello y Fernández del Valle, Suárez y Fernández del Valle y los hijos de Enrique, Francisco y Justo Fernández del Valle y Martínez Negrete. La superficie de la Buena Huerta se describía de 514 hectáreas, 49 áreas, de las que 80 hectáreas y 40 áreas eran ciénegas, 84 hectáreas y 68 áreas de pastizales, 273 hectáreas de temporal y el resto de monte, que aparece en posesión de don Eleno Curiel y que de momento no se consideró afectable. Igual las haciendas restantes que además se encontraban en territorios de Jalisco, lo mismo que San José y La Concepción, no llegando a las 500 hectáreas además de estar repartidas entre distintos propietarios.261 Dotación de tierras toca darla al Gobernador en turno, don Francisco J. Múgica, siendo de 1,363 hectáreas y 50 áreas para el pueblo. Atendida la categoría política del mismo y la necesidad de tierras que padece, el Presidente Constitucional Álvaro Obregón concede el 24 de diciembre de 1923 dotación de 2,072 hectáreas tomando de Monteleón 1,933 y las restantes 139 de la Buena Huerta, ofreciéndose pagar a los propietarios por parte del gobierno. Las cláusulas a las que quedaban sujetos los vecinos favorecidos por el ejido eran las siguientes: La existencia de los bosques y arboladas es de ingente necesidad para asegurar las mejores condiciones climáticas y meteorológicas del país y conservar una de las principales fuentes naturales de la riqueza pública y para dar plena satisfacción a las necesidades sociales citadas se hace de todo punto necesaria la explotación en

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AJU, Decreto Presidencial Álvaro Obregón. 157


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común de los terrenos forestales y el exacto cumplimiento de las leyes en la materia. Los vecinos quedan obligados a mantener, conservar y fomentar la vegetación forestal existente en la superficie del terreno que se les concede y explotarla en común, aplicándose del producto de dicha explotación a los servicios públicos de la comunidad, en la inteligencia de que el cultivo a que fuere susceptible el terreno de la parte arbolada del ejido, deberá sujetarse a las ordenanzas que sobre el particular contenga la ley de bosques respectivos. Las aguas para el riego de las tierras se usarán de acuerdo con el plan general encaminado a obtener el máximo de utilidad, el cual será siempre sujetado a la aprobación de la Comisión Nacional Agraria y una vez que se acepte dicho plan, se procederá a la construcción de las obras hidráulicas respectivas.262

Se advertía que la resolución era el título comunal que amparaba y defendía la extensión total de los terrenos que comprendía, sin darse títulos de propiedad individuales, constituyéndose así legalmente el ejido. Se debía formar un comité particular que recibiera las tierras y organizara la explotación comunal. La resolución aparecía publicada en el Diario Oficial del miércoles 30 de enero de 1924. Los líderes agrarios que hicieron cabeza en la solicitud de tierras fueron José María Villanueva, David Mora, Macario Hernández, Pascual Macías, Manuel Sordia, quien era el director intelectual y el asesor y don José Heliodoro Pérez que fue el primer presidente ejidal. Coincidía este primer momento del ejido con la intranquilidad nacional por las distintas rebeliones que también se hicieron sentir por estas partes, especialmente la de De la Huerta, lo que hizo que el abandono de las tierras todavía se prolongara algunos años más quedando el llano a voluntad de quien se arriesgara a sembrarlo y pudiendo hacerlo donde mejor le pareciera, tanto más que los animales de trabajo eran escasos, mucha de la tierra se había vuelto monte y la situación de 262

Ídem. 158


YURÉCUARO

tensión por parte de los antiguos dueños de la hacienda hacía sentirse inseguros a los que intentaban cultivar las tierras que le pertenecían. Se buscaba para las pequeñas siembras las partes húmedas vecinas a los arroyos y canales del antiguo sistema de riego de Monteleón, tratando de compensar con el riego lo arriesgado del empeño. Debió transcurrir un buen número de años antes de que el ejido cobrara su fuerza definitiva y luchara por tener los recursos suficientes para establecer el riego en la zona que ahora se le entregaba. La lucha por la recuperación del agua va de la mano de esa dotación de tierras, el pueblo se había quejado ante la Suprema Corte de Justicia y luego ante la dirección de Agricultura y Fomento de que Monteleón impedía el aprovisionamiento del pueblo que siempre se había hecho aprovechando los manantiales de la Alberca. Aunque había habido dificultades con los vecinos de Tanhuato en épocas pasadas quedaba a salvo el derecho tradicional de la comunidad yurecuarense. La ocasión la dio la construcción de un nuevo canal que abasteciera el regadío del pueblo y se tuvo que disponer de tierras de la hacienda, sin permiso de la misma, para trazar el nuevo cauce que iría a dar al crucero del camino de Tanhuato para allí atravesar la vía y entrar al pueblo. Don Manuel Bermejillo, administrador de Monteleón, interpone recurso para defender el derecho de la hacienda por la invasión de terrenos, el juez de La Piedad manda que se suspendan las obras y en el momento en que el pueblo encabezado por su presidente, don José Núñez, aprovecha para hacer presión psicológica hablando de la situación angustiosa de un pueblo que se encuentra sin agua y que está dispuesto a reaccionar violentamente. El grupo de vecinos que apoyan a su presidente en ese otoño de 1921 lo forman Conrado Anaya, Melquiades Macías, Crisóforo Guzmán, Francisco Mora, Manuel Caballero, Tranquilino Ruiz, Felipe Contreras y Agustín García, todos ellos responsables de la decisión de cambiar el cauce que justifican por la presión que los vecinos venían haciendo por la insuficiencia del antiguo canal, exhibiendo las peticiones de Vidal Quezada, Francisco Navarro, Casimiro Manjarrés, Rafael Anaya y Silvestre Navarro.263 263

AJU, Pleito de aguas con la hacienda de Monteleón 159


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No resultaba tan arbitraria la actitud del pueblo, como se quería hacer aparecer por parte de los dueños de Monteleón, pues desde el año de 1919 luchaba por recuperar el agua que le pertenecía desde tiempos antiguos, dando la Suprema Corte fallos favorables a Yurécuaro el 2 y el 14 de octubre de 1920. Cuando ahora se reabre la disputa se exaltan los ánimos y se describe a Yurécuaro como un "pueblo subyugado por la riqueza del poderoso". A complicar las cosas vinieron los de Tanhuato, con quienes los vecinos del pueblo tuvieron un enfrentamiento violento, cuando las autoridades del pueblo hacían una visita de rutina a las obras de mampostería y a los niveles que se requerían para que el agua pudiera alimentar al pueblo; allá se encontraron a los de Tanhuato destruyéndoles su obra, lo que provocó un zafarrancho en que el presidente de Yurécuaro salió herido; la oportuna intervención de la escolta del tren de Zamora libró de una masacre y fue posible, con la ayuda federal, tomar algunos prisioneros de entre los invasores y entre ellos algunos miembros del cabildo.264 Hechos memorables de este tiempo, además de los ya descritos, fueron la inauguración de un nuevo cementerio hacia la parte poniente del pueblo por el lado de la Longaniza. El 16 de septiembre de 1916 se tomó posesión del nuevo terreno que se adquirió con donativos del vecindario y con lo que se obtuvo de la venta del viejo cementerio de la parte sur que adquirió don Agustín García Aguilera. El pueblo se había dedicado a crecer en esa década de los diez rebasando los antiguos límites que no pasaban de la calle del Testerazo (actual 16 de septiembre). Don Cristóbal Gascón compró tierras por la parte sur y empezó a fraccionarlas abriendo la actual calle Juárez y creando el rumbo que se llamó de las Colonias; vendía a 12 centavos metro y cada ocho días recogía los abonos sin demasiadas exigencias, él era oriundo de Los Altos, de un pueblo llamado Jesús María y después emigró a Querétaro.265 264 265

Informaciones de Antonio "Güero" Chavolla. HIE, 13. Información de Juan Torres López. 160


YURÉCUARO

Hacia los años veinte, siendo presidente del pueblo don Eleno Curiel, se abrió la calle Amado Nervo pues todo el rumbo estaba lleno de huertas y hubo que abrir por allí. Las propiedades que se fraccionaron fueron las de la familia Alcalá que poseía de la calle 5 de Mayo hacia el centro. Antes de esta expansión quedaba aislada la estación y sus instalaciones, el restaurant del ferrocarril, el hotel de don Agustín García, el camposanto viejo, la casa del chupiri que luego compró la hacienda de Monteleón, la bodega de los Curiel. Según algunos informantes para ir a la estación en tiempo de aguas había prácticamente que tomar lancha porque se llenaba de agua la famosa Ciénega de la Rana.266 El 1° de enero de 1919 la agencia del timbre de la población fue ascendida a la categoría de administración subalterna de Hacienda. En 1920 causó conmoción el asesinato del administrador de correos del lugar a manos del empleado Luis Mora que sorprendido en el robo se deshizo de su jefe. Inquietudes y zozobras de estos años vienen a aumentarse con la quema del tren en las inmediaciones del pueblo para robar los valores que transportaba, asesinado a la escolta y a algunos pasajeros. Quienes encabezaban el asalto estuvieron capitaneados por Manuel Núñez y Francisco Villalobos, los que incendiando el convoy huyeron con la máquina rumbo a Zamora. Parece que hay que establecer relación de esta acción con alguna de las causas políticas que entonces se agitaban. La mayor parte de los implicados fueron aprehendidos y algunos de ellos fusilados. En el mismo pueblo y en el nerviosismo del asalto salió herido el empleado de correos Francisco Alcalá Godínez.267 A finales del mismo año de 1921, el 13 de diciembre, fue inaugurado el campo de aviación situado en la parte suroeste de la población. Los hangares se construyeron de mampostería y se techaron con lámina de zinc, estuvo presente en el acto de inauguración el general Joaquín Amaro, que había andado en épocas anteriores por estos lugares, el Gobernador y otras personas estuvieron también y a todos ellos se les ofreció una fiesta en la plaza 266 267

Ídem. HIE, 30-31. 161


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principal que se iluminó, celebrándose serenata y baile en la escuela oficial de niños en la esquina del actual mercado municipal.268 Nace la Ribera Jalisco en el año de 1923 en terrenos pertenecientes a la hacienda de San José del Refugio que fracciona don Eleno Curiel en el lugar llamado la Mezquitera, frente al pueblo de Yurécuaro. El plano del fraccionamiento señaló plaza, casas municipales e iglesia y organizó el resto en cuarteles y manzanas. Se dieron facilidades a quienes se interesaron en establecerse allí, muchos de ellos peones de las haciendas de aquella parte del río. Abierta la venta de los lotes el primero de enero de ese año, para el 4 de julio de 1924 se celebraba ya la misa en la capilla del nuevo poblado. En 1926 había crecido tanto el número de vecinos que el presidente de Ayo puso jefe de orden, pues caía en la jurisdicción de ese municipio, al mismo tiempo que llegó un sacerdote a atender la feligresía. El 17 de agosto de 1922 se hizo la traslación de la parroquia de Yurécuaro, que pertenecía a la arquidiócesis de Morelia, pasándola a la diócesis de Zamora, siendo el primer párroco del clero zamorano el señor cura don Julio López, quien permanecería en el lugar hasta el 24 de enero de 1933 teniendo como auxiliar al padre Enrique Pineda. De lo que pertenecía a la parroquia en el siglo pasado poco o nada quedaba pues el mismo templo y curato habían sido ocupados por la tropa en distintas ocasiones, se había confiscado la casa que se había construido en terrenos del antiguo panteón y que fue edificada en tiempos del padre Maximiano Alcubillas, hacia 1906; solicitada para escuela por don Conrado Anaya cuando estaba ocupada por telégrafos, esta dependencia fue quedándose con ella y se confirmó su derecho por las gestiones que hizo el jefe de ese servicio don Ignacio Larios.269 El acondicionamiento de la presidencia municipal y la construcción en el interior de portales de cantera, la pavimentación de la plaza con ladrillo y cemento, la construcción de la sala de cine al 268 269

Ibídem, 30. Información Juan Torres López. 162


YURÉCUARO

lado de la presidencia, son todas mejoras materiales que señalan un resurgir del pueblo. El dueño y constructor de esa primera sala cinematográfica fue el señor José García del Río, en el corral de la casa de don Ceferino Reséndiz; al poco tiempo adquiría la propiedad, como otras muchas del pueblo, el doctor Rafael Aceves Fonseca, quien derribó la primitiva construcción de adobe y techo de tejamanil y teja, para hacerlo todo de mampostería y techo de zinc, quedando a su muerte en la propiedad de su viuda quien lo arrendó a distintas personas hasta pasar la propiedad a la familia de don Aristeo Rizo. Funcionaba allí por los años cuarenta el Cine Ideal. En 1925 llega al pueblo la familia Paredes procedente de Pachuca e instala una casa de fundición y taller mecánico que se llamó "El Chango" que dirigía don José Paredes, muy hábil mecánico que hizo famoso el taller. De las mejoras públicas importantes de estos años es la instalación de un nuevo reloj público que sustituyera el que había sido destruido por los soldados carrancistas en 1916, fue regalo del general Álvaro Obregón y se instaló en 1921. Un poeta peregrino, Enrique Martínez Ocaranza, le dedicó un recuerdo a este reloj: Sólo suena las horas, así que es ahí donde resulta indispensable traer reloj, pues eso de esperar tanto tiempo para saber qué horas son, no resulta nada cómodo; además ese reloj de Yurécuaro se adelanta tanto como sus habitantes y gobernantes en el progreso.270

La escuela José María Morelos estrena edificio en 1926 hoy día en plena reconstrucción, cambiándose de las antiguas casas construidas a fines del siglo pasado. El nuevo edificio ofrecía, para empezar, dos amplios salones, patio de recreo, excusados, pórtico y barandal de hierro. El 3 de febrero de ese 1926 el señor Pablo Villalpando inauguraba en la calle Francisco I. Madero un servicio de baños rusos, regaderas y alberca utilizando para la calefacción maquinaria alemana y poniéndose al negocio el nombre de "Baños de San Nicolás".

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HIE, 19, 32. 163


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El primero de enero de 1927 se instaló en la casa número 95 de la calle Independencia el taller tipográfico de don Everardo Zepeda quien también comenzó a distribuir los periódicos y revistas nacionales. En ese mismo año y en esa misma calle, por el rumbo de la estación y el tanque de chapopote, se inauguró la fábrica de hielo con servicio de congelación, embotelladora de aguas gaseosas y reparto de hielo, propiedad de don José Escoto. El 16 de septiembre de 1928 se inauguró el rastro municipal en un baldío de las vecindades del Chorro, sobre la calle 16 de septiembre. La iniciativa se debió al presidente don Carlos Núñez quien también ordenaba en ese año el embanquetado de las calles del pueblo, secundando su iniciativa el sucesor en la presidencia don Enrique Alcalá.271 La Cristiada no tuvo otra importancia para Yurécuaro que haber sido escogido como base de las operaciones del gobierno para combatir a los que se habían levantado en armas por Los Altos. Desde el campo de aviación situado en las cercanías de la estación del ferrocarril se hacían vuelos de reconocimiento por la zona norte en plena efervescencia para comunicar los informes a los altos mandos gubernamentales. La importancia estratégica del pueblo hizo que por estos años siempre se tuviera bien guarnecida la estación y el pueblo, aquí estuvo por muchos meses el regimiento 33 al mando del general Rodríguez, que tenía instalados servicios de comunicación para dar los informes necesarios.272 Lo intranquilo de los tiempos vuelve hacer olvidarse de la agricultura y provoca una constante emigración a las ciudades y a los Estados Unidos, mientras que la concentración de las gentes de los ranchos se agudiza. En el pueblo se tuvo la rendición del general Rocha quien también pedía el indulto para otros jefes cristeros como los padres Pedroza y Vega, sin conseguirlo para el primero que se decía ya estaba sentenciado.

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Información de J. Guadalupe Delgado Villalobos. Ídem. 164


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CAPÍTULO IX YURÉCUARO AGRÍCOLA E INDUSTRIAL La constitución del ejido es uno de los acontecimientos importantes de la vida del Yurécuaro moderno e intentando fijar fechas vemos que un año importante es el de 1930, pues de allí arranca el adelanto agrícola e industrial para Yurécuaro. El pueblo se había enriquecido con la emigración de muchas familias de Los Altos que compensan las bajas que la emigración a Estados Unidos había causado. La gran irrigación por medio de canales de riego derivados del río Lerma y la diversificación de cultivos, que hacen presente a Yurécuaro en el mercado nacional e internacional, van a ofrecer posibilidades jamás experimentadas por la población del contorno. Con el tiempo la imagen del ejidatario pobre y siempre en deuda, rascando la tierra para medio comer, se irá cambiando por la del agricultor próspero y dispuesto a mejorar sus técnicas y abrirse a la producción. A partir de la primera dotación concedida a Yurécuaro por el general Álvaro Obregón se completa la entrega de las tierras al municipio en la siguiente forma: Yurécuaro, posesión provisional el 1° de marzo de 1921, posesión definitiva el 12 de noviembre de 1926: de la hacienda de Monteleón 1933 hectáreas, de la hacienda de la Buena Huerta 139 hectáreas, dando un total de 2,072, distribuidas en la siguiente forma: 357 hectáreas 532 " 96 " 686 " 131 " 128 "

60 áreas 89 " 84 " 28 " 20 " 18 "

00 metros cuadrados de riego 22 " " de temporal 06 " " de ciénega 28 " " de pastal cerril 00 " " Presa del Tequesquite 44 " " cerril 165


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El Refugio, posesión provisional, 30 de noviembre de 1933 y definitiva el 10 de mayo de 1936: 296 hectáreas de riego y 135 de agostadero con un total de 431 hectáreas. Emiliano Zapata, posesión definitiva el 29 de agosto de 1937: 135 hectáreas de temporal, 405 de monte y agostadero y 24 reservadas para el asentamiento del rancho, dando un total de 546 hectáreas. El Camiche, posesión definitiva el 29 de agosto de 1937, con 135 hectáreas de temporal, 405 de monte y agostadero y 24 para la zona urbana, siendo un total de 546 hectáreas. Monteleón, posesión definitiva el 29 de agosto de 1937 con 13 hectáreas de riego, 811 de temporal, 1 300 de monte y agostadero y 16 para la zona urbana. Total: 2 140 hectáreas. El Tequesquite, posesión provisional el 2 de abril de 1932, posesión definitiva el 27 de junio de 1936: 242 hectáreas y 53 áreas de temporal; 85 hectáreas y 40 áreas de agostadero y 31 hectáreas y 60 áreas para la zona urbana, dando un total de 359 hectáreas y 53 áreas.273 Conflictos agrarios es natural que los haya habido en la historia moderna del municipio y ellos se debieron por la excesiva politización de los campesinos de esta región. El más grave fue el que hubo entre los agraristas de la tendencia cardenista que se enfrentan con las autoridades municipales fieles al Gobernador, general Benigno Serratos. No se trataba de luchas planeadas sino de enfrentamientos esporádicos ligados con circunstancias muy ajenas a la lucha política, aunque la interpretación procuraba llevarse al terreno explosivo de la conspiración política. Se trataba de cerrar filas en torno a la estrella en ascenso de don Lázaro Cárdenas que por estos años sube a la Presidencia de la República. El municipio se enlutó con siete muertos, casi todos ellos destacados elementos de las comunidades agrarias del municipio y las fuerzas municipales del pueblo. El zafarrancho tuvo lugar, como 273

AJU, Papeles varios. 166


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sucederá con tanta frecuencia en los próximos años, en la zona de tolerancia que se había puesto en La Loma.274 "El Nacional", periódico gobiernista de la capital, daba a conocer en su número del 13 de diciembre la actitud de la cámara de senadores ante las masacres campesinas en Michoacán permitiéndose uno de sus miembros más fervorosos hacer una vibrante requisitoria contra los gobernadores que sólo gobiernan con la fuerza… la fuerza es necesaria muchas veces, para el apoyo de la legalidad, pero la fuerza sin la legalidad es la barbarie.

El senador Alberto Domínguez terminaba pidiendo el envío de una comisión que averiguara los sucesos sangrientos ocurridos en Yurécuaro y en otros lugares de Michoacán. Al día siguiente, nos informa el mismo diario, el senado nombraba una comisión que fuera a investigar los hechos en que perecieron tantos campesinos atraídos a una tremenda celada.275 Cárdenas visita Yurécuaro en su gira electoral a la Presidencia de la República y se detiene allí el 17 de diciembre cuando todavía está fresca la sangre de los actores del drama. Su permanencia en Yurécuaro trata de mostrar reserva hacia el pueblo al que considera poco grato y se concentra en la granja del general Jaime Carrillo, ahora dueño de la Buena Huerta. Granja en la que se cultivan naranjos, se atienden las tierras de labor, las pequeñas represas y el proyecto de una grande para el almacenamiento del agua. Se celebra un almuerzo campestre en que se invita a las viudas de las víctimas del zafarrancho, dando material para que "El Nacional" publicara noticias y fotografías del evento en su edición del 24 de diciembre, y nada del pueblo de Yurécuaro.276 De la Buena Huerta continúa Cárdenas su gira rumbo a Jiquilpan visitando Entrevista con J. Guadalupe Delgado Villalobos. Noticias debidas a la gentileza del Profr. Álvaro Ochoa. 276 Ídem. 274 275

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Tanhuato, tierra de políticos importantes en esta época, Vista Hermosa, La Barca, Venustiano Carranza y Sahuayo. En la conciencia de muchos yurecuarenses quedó el sentimiento de ese rechazo del general Cárdenas hacia el pueblo por esos trágicos sucesos en que la política agrarista se mezclaba en su vida. Tensiones y dificultades que se extreman por la actitud anticlerical de algunas personas del pueblo entre quienes destaca Luis Delgado, secretario del ayuntamiento por esos años, secundado por otras gentes que cobran fama de librepensadores, masones y comunistas, todo a la vez, ya que el pueblo no sabía distinguir y quizá ni ellos mismos, y lo único que notaba era su hostilidad hacia la vida religiosa. La escuela Constitución del 17 aumenta las posibilidades educativas del pueblo ya que con ella se introduce la educación federal en Yurécuaro. Le toca, sin embargo, llevar a cuestas fama de socialista por las corrientes educativas del periodo de don Lázaro y mucha gente reacciona en contra con aquello de que "es mejor que se quede burro" antes que permitir que los maestros perviertan la fe de los muchachos. Se mueven muchos fantasmas por la falta de información y por los rumores interesados de muchas gentes contrarias a las nuevas corrientes agrarias. Esta escuela será la que en forma especial se ligue al ejido que le reserva su parcela y le cederá el terreno para construirse; ella a cambio dará posibilidad a innumerables hijos de ejidatarios para que aquí inicien su educación continuándola fuera del pueblo y muchos de ellos alcancen títulos universitarios. Un clima antiagrarista se mantiene a través de estos años dividiendo a la población, generalmente los ejidatarios procedían de los antiguos medieros y peones de las haciendas que se habían concentrado en el pueblo, poco ligados a la tradición social y religiosa del pueblo. Las gentes radicadas de más tiempo en la población veían con cierto desprecio a los rancheros hechos pueblerinos y pretendían frente a ellos continuar manejando la política local, ocupando el comercio poseían las huertas y pequeñas propiedades que habían 168


YURÉCUARO

sobrevivido pegadas al pueblo, pero el momento político favorece definitivamente a los recién llegados. Los agraristas que van a tener la prevalencia en los próximos años son juzgados por la clase conservadora que había dominado los años anteriores como una amenaza y se les tiene por semibárbaros, fama que no es fácil desterrar por la violencia y tensiones entre grupos antagónicos de los mismos ejidos que hacen ahora aflorar viejas rencillas familiares de otros tiempos. Los agraristas habían recibido del gobierno las armas para defender las parcelas otorgadas pero son también fácil presa de la demagogia. Un testigo de estas épocas da su propia interpretación al fenómeno del nacer del agrarismo: (les dieron armas) para defenderse si venían a querer despojarlos de las tierras que les habían dado; en Yurécuaro había un comisario del pueblo y un nievero que organizó a los agraristas auxiliando a los destacamentos de soldados en las épocas de peligro; estaban aprevenidos para la hora que hubiera grito de defender el pueblo y entonces se reunían, este nievero se llamaba Mauro y le gustaba el borlote y cada que agarraba a desconocidos los fusilaba sin tomarles juicio, dando a veces él las órdenes. Llegaron a matar muchos a deshora de la noche, mataban también a los que les soplaban a los ricos hacendados… Tenía el cuartel de agraristas cerca del camposanto viejo, por donde ahora está la iglesia de Cristo Rey, cuando salía el gobierno se quedaba con destacamento cerca de la estación, yo iba a ordeñar todas las mañanas y me marcaban el alto, pero me dejaban pasar porque ya me conocían, y yo seguía montado en mi yegua tordilla.277

Aunque el relato anterior se refiere a la década de los veinte refleja ya ese clima de suspicacia y de tensión que se prolonga a los años siguientes de gran fervor agrarista en la política nacional. Don Ignacio Estrada se hace fiel eco de la hostilidad de los grupos tradicionales 277

Entrevista con Juan C. Miranda Aguayo. 169


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hacia los campesinos que habían ocupado las tierras, sus añoranzas de los tiempos ideales del porfirismo y su repulsa a los recién llegados colorean las páginas de su crónica. Entre los puntos de discrepancia manifiesta era la actitud de hostilidad de muchos grupos agraristas hacia la iglesia y que dio a los ranchos del municipio fama de anticlericales diciéndose que los líderes agraristas no permitían decir misa en ellos ni que se construyeran capillas, ambiente que ha desaparecido hasta estos últimos años; ello sin embargo no suponía irreligiosidad o falta de fe en el seno de la familia que mantuvo sus prácticas piadosas y las trasmitió a sus hijos. La irrigación en el progreso agrícola de Yurécuaro es un factor decisivo; existía ya una pequeña irrigación desde el tiempo de las haciendas que permitía cultivos intensivos en pocas hectáreas del municipio. El agua de las Albercas surtía al pueblo para el beneficio de las huertas y daba posibilidad a otras pocas tierras. Sería injusto omitir la política de Monteleón; en ese incrementar las tierras de regadío invirtió la hacienda buenas cantidades en formar represas o en canalizar las aguas de la Alberca, pero no llegó a los niveles que será posible alcanzar en estos años. Una vez repartidas las tierras y recobrada una paz relativa en los campos, muchos de los campesinos se enfrentaron al problema del agua: El relato de uno de los testigos de esta lucha constructiva de la comunidad agraria de Yurécuaro nos hace llegar el problema: Cuando estaba de presidente don Pascual Ortiz Rubio y don Lázaro era gobernador de Michoacán, le dijimos a éste que a ver si podía conseguir con don Pascual que metiera un canal del río, una toma de agua del río Lerma porque Yurécuaro estaba sin agua por la dificultad de que los de Tanhuato nos tenían secos, bajaban los niveles, y al faltar el agua había pleito. Vino un grupo de ingenieros, de esos que vienen a sacar las topografías, para ver la altura y los niveles, hacer los planos. Sale don Pascual y quedó muerto el asunto, nomás quedó aprobado pero de ejecutado, nada. Cuando entra don Lázaro, entonces de un hilo estábamos con él cuando venía a Michoacán, en Morelia, Pátzcuaro, Uruapan, Jiquilpan, comisiones y 170


YURÉCUARO comisiones a decirle que estábamos secándonos y que queríamos agua. Y cuando vino a La Piedad a resolverle a don José García del Río lo de la planta del Salto (la planta de luz que quería hacer) fuimos una porción de Yurécuaro… allí fue donde resolvió el asunto el general, andaban puros gargantones, llamó al encargado de Recursos Hidráulicos y le dijo: "empiece la obra del canal de Yurécuaro..." Y ay vienen escarbando y haciendo, pero se les acabó el dinero… Jerónimo Villalobos unió a los ejidatarios para conseguir fondos y meter gente… todas las gentes del pueblo se unieron para ayudar, se tuvo que pelear con los ingenieros que no querían continuar… y pos a dale y dale haciendo renchidos de piedra y metiendo costalera vieja con tierra para que no se nos derrumbaran los bordos… poco a poco se vino haciendo una cortina, cada año un pedazo, hasta que tuvimos agua.278

El torreño fue otra de las obras que terminaron de unir a los ejidatarios del pueblo dándoles conciencia de su fuera y de la importancia de la unión que les iba a seguir ayudando a progresar. Era el Torreño uno de los pantanos de que se dotó al ejido de Yurécuaro y se había tomado de la hacienda de la Buena Huerta, útil sólo para que creciera el tule y el carrizo. Un grupo de campesinos se propuso su desecación y las dificultades que tenía la empresa, que se había intentado en otras épocas, dieron solidez al grupo. Había venido por los años treinta un señor que entendía de trazar canales y estudiar los niveles y a él se acercaron los campesinos para pedirle les hiciera el trazo del canal para disecar la laguna. Se emprendió el trabajo a pico y pala cooperando todos para pagar los peones y avanzar la obra, terminada ésta se obtuvo una superficie no aprovechada de cerca de 100 hectáreas que dio para cerca de 30 ejidatarios de los que más entusiasmo habían puesto en el proyecto. Del progreso que comienza a alcanzar Yurécuaro en estas décadas es prueba evidente la instalación el molino de trigo por la parte suroeste del pueblo en terrenos que ocupa actualmente la Colonia 278

Entrevista con J. Guadalupe Delgado Villalobos. 171


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Mora. Los Hermanos Mendoza, originarios de Cotija que se habían establecido en el pueblo desde 1929 girando la nueva compañía de luz "El Duero", establecen ahora el molino "América, Compañía Harinera de Yurécuaro, S.A.", que llegó a trabajar por algunos años produciendo harinas finas de las marcas Flor y Perla Michoacana. La fecha de fundación fue el 6 de febrero de 1935 y hoy todavía podría ponerse a trabajar utilizando su fina maquinaria y el que el contorno se ha vuelto a convertir en buen productor de trigo. Con los Mendoza llegarán a Yurécuaro un grupo de familias cotijenses, las de los González, que con el tiempo ocuparán el centro del comercio en el pueblo controlando las tiendas de ropa. De esta década de los treinta es el establecimiento de la Cámara de Comercio, fundada el 3 de febrero de 1937, siendo decisivo para su fundación el comerciante tapatío avecindado en Yurécuaro, don José I. Velázquez quien presidió el primer consejo directivo auxiliado por Leonardo García como vice-presidente, Amadeo Segura como secretario, Everardo Zepeda prosecretario, Adolfo Ruiz tesorero y los vocales José Escoto, Andrés Navarro, Francisco Gallegos, Alfonso González y David Torres. En 1938 se estableció un laboratorio farmacéutico propiedad de la familia Echegollen, asesorada por el destacado químico Isaac Aguilar, quien de antemano poseía una serie de fórmulas químico farmacéuticas que les vendió y ellos llevaron a producción industrial. Con el correr de los años estos laboratorios darán justa fama a Yurécuaro, hasta que en fechas recientes han dejado el pueblo para establecerse en México y Guadalajara.279 Desde el 1° de enero de 1936 la empresa Ericcson, S.A., estableció servicio al público ampliando la línea telefónica que antes se había reducido a la estación del ferrocarril. Fueron muchos los que solicitaron instalación de servicio entre comerciantes, profesionistas, oficinas y particulares, llegando a 50 los primeros suscriptores que gozaron de esa comodidad.280

279 280

HIE, passim. HIE, 36. 172


YURÉCUARO

Una nueva iglesia se empieza a construir por la estación siendo nuevo párroco de Yurécuaro don Carlos Verduzco que había sucedido a don Julio López en 1934. El nuevo templo que se dedicará a Cristo Rey empezó a edificarse en un terreno que regaló con ese objeto la señora Margarita García, esposa de don Luis Fortoul hombre muy positivo en la vida del pueblo y siempre dispuesto a colaborar en las obras favorables al adelantamiento del mismo, como fue la construcción del canal derivador; la nueva iglesia iba a seguir construyéndose en tiempo del sucesor de Verduzco, el señor cura José García Morfín, quien se la heredaría a don Emilio Ávalos para que uno de los vicarios de éste, el padre J. Refugio Luna le diera término en los años sesenta, siendo escogida para sede de una nueva parroquia al final de esa década. El 16 de septiembre de 1937 se inauguró, frente a la estación del ferrocarril, el parque Felipe Pescador en recuerdo de uno de los primeros rieleros del pueblo; en 1930 nos informa don Ignacio Estrada de la celebración de una feria que duró del 4 al 8 de diciembre y a la que asistieron delegados de la Secretaría de Agricultura y Fomento, del señor Gobernador del Estado y en la cual se repartieron premios a los participantes. No sabemos el carácter de la misma, aunque apreciamos que haya sido agrícola ganadera, y vino a aumentar el jolgorio del pueblo, que en esos días del novenario patronal quemó castillos y fuegos artificiales, celebró serenatas y alboradas, y volvió a las de antes en el esplendor de las fiestas decembrinas.281 Para don Ignacio Estrada turban la paz los agraristas a quienes atribuye el desorden social existente y del que dan muestra los atropellos sufridos, a manos de la policía, don Leonardo García, el español avecindado en Yurécuaro a quien se pone en contraste con Aristeo García, entonces presidente municipal. Atribuye a los mismos el asesinato de don Andrés Navarro sucedido el 11 de marzo de 1940 y el atropello que se cometió contra Juan Bárcena el 21 de enero de 1941; comentando la desaparición de la industria del tule anota:

281

Ibídem, 36-37. 173


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Se elaboraba la fabricación de petates de tule que resultaban de muy buena calidad pues de varias poblaciones lejanas venía el arrieraje a levantarlo resultando buenas entradas de dinero todos los sábados, con lo que se sostenían infinidad de familias, pero se vino el agrarismo y con esa libertad de acción para ellos, dilapidando los tulares por completo se acabó el tule con perjuicio de la clase menesterosa.282

La fiebre aftosa y el rifle sanitario, que la completa, inclina definitivamente la suerte de los yurecuarenses a la agricultura, son de esos años los últimos hatos de ganado que se ven en los pastizales de las vecindades del pueblo terminándose en buena parte la tradición ganadera de algunas familias como las de los Godínez, los Pérez y otras más. Coincide todo con la habilitación de nuevos canales que facilitan el riego a una mayor extensión de las tierras del municipio, cambiándose los cultivos tradicionales del garbanzo, el maíz y el trigo a las legumbres y hortalizas que, en ocasión de los difíciles años de la guerra en el país vecino, alcanzaron precios nunca conocidos y dieron auge a los embarcadores y definitiva importancia local al jefe de la estación que se convierte en señor de vida o muerte al favorecer o impedir la salida de los productos agrícolas, dando o no los carros para su embarque a tiempo, y que el tomate, el jitomate, el chile, la cebolla, el camote y otros productos más pudieran llegar o no en buenas condiciones a los mercados. Unido al auge de la agricultura está el desarrollo industrial del pueblo que se hará importante en la pequeña artesanía de los rosarios y la elaboración de todo tipo de artículos religiosos. Desde las novenas impresas por don Manuel González Mariscal hasta las nuevas fundiciones de bronce que proporcionan trabajo a muchas familias, todo irá a abastecer los mercados piadosos de rumbos cercanos y lejanos hasta llegar a cubrir mucho del territorio nacional y salir al extranjero. Coincide con esa industria religiosa el despertar de otras 282

Ibídem, 3. 174


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como la farmacéutica de los hermanos Echegollen, o el de la fabricación de dulces y cajetas que fomenta Eusebio Díaz Velasco; los rosarieros de Yurécuaro se vuelven conocidos, como lo expresa Enrique Martínez Ocaranza: Sus populares industrias de rosarios, crucifijos de bronce (sucursal en Nueva York), cajetas, novenas, santorales, pequeños relicarios, estampitas milagrosas, jaculatorias, triduos que imprime el talentoso Manuelito González Mariscal. Cuando usted vea en las ferias pueblerinas de todo el país esos objetos religiosos en los atrios de los templos, no creo que sepa que en Yurécuaro está en cada hogar una fabriquita y las gentes tienen trabajo todo el año y se maravillará de la destreza de las mujercitas manejando las pinzas para engarzar las cuentas del rosario; están platicando con usted y bien que llevan el control de los misterios, ya que sus manos y su mente son tan exactas cual calculadora electrónica.283

El hospital del pueblo, muy distinto del de tiempos de la colonia completamente olvidado por los habitantes del moderno Yurécuaro, es el que se funda en el año de 1941 cuando Pedro Bárcena coloca la primera piedra, aquel 8 de diciembre. Para los años cincuenta se había adelantado al grado de poder ponerle nombre, el del Dr. Gustavo Baz, y al que las damas del Club de Leones local dedican un té-variedad para recabar fondos y proveer de mobiliario o en el que las señoras de la Conferencia de San Vicente piensan para dar, el 10 de agosto de 1955, una comida a los pobres. Los escasos recursos con que siempre contó, la falta de equipo y de personal impidió mejores frutos pero quedaba patente la preocupación del pueblo que con sus propios recursos se había construido su hospital. En la década de los sesenta se ocupa de su atención el doctor Agustín Alcalá, hijo del pueblo, quien desde allí ha venido bregando en la mejora de la salud comunitaria; la Secretaría de Salubridad le ha dado el rango de Centro de Salud proporcionando algunos medios Notas tomadas de su libro de memorias, inédito; que me fue posible consultar gracias a la gentileza del director de "Guía" (Zamora, Mich.). 283

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para que se cumpla con la amplia tarea de promover campañas de vacunación, atender los problemas de higiene, el control sanitario y difundir los hábitos de medicina preventiva, a la vez que prestar atenciones de emergencia o auxilio a personas de escasos recursos económicos que ocurren con sus problemas, al mismo tiempo que se ofrece la consulta gratuita a quien la solicita. Desde hace algunos años auxilian al doctor Alcalá estudiantes de medicina que hacen su año de pasantes sirviendo al pueblo, a los que se agregan algunas enfermeras que han logrado plaza en este hospital del pueblo. Visita del obispo, en este caso don Manuel Fulcheri y Pietrasanta pastor de la diócesis de Zamora, que viene a confirmar a las gentes del lugar y tomar cuenta de la marcha de la vida religiosa parroquial. Llega al pueblo el martes 23 de marzo de 1943 y se queda allí hasta el viernes 26, dándose cuenta de la vida de asociaciones piadosas como la Acción Católica, cuyo centro recreativo para jóvenes, visita; comprueba el estado de instrucción catequística y se alegra de que la parroquia cuente con un colegio atendido por religiosas del Sagrado Corazón que en pocos años ha podido promover un colegio para niñas, que va caminando sin dificultades a pesar de que los principios fueron difíciles por el clima especial que había vivido la población. Se entera que en los primeros años, inclusive, tuvieron que dar sus clases en salones habilitados en la hacienda de San José que les facilitaron los señores Curiel y con el concurso de don José I. Velázquez que proporcionaba un vehículo para el transporte. Don Luis Caballero, secretario de la visita episcopal, deja, en nombre del prelado, un testimonio de complacencia por la buena marcha de la vida cristiana en el pueblo que queda anotado en el libro de visitas.284 A partir de un mejoramiento de las comunicaciones, sobre todo construida la carretera al final de los cincuenta, se hará menos notoria la visita de los obispos que hasta ahora hacían época en el pueblo con su presencia.

284

APY, Libro de visitas. 176


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En octubre de 1948 se hace la fundación del Club de Leones del pueblo con 16 socios fundadores y 4 adscritos; el 5 de febrero del año siguiente se recibe confirmación dándosele el nombre de Rubén Martti. En 1950 empieza a construirse un cine parroquial, cuando pocos años antes los hermanos Bueno habían levantado el Cine Estrella, que desplazó al viejo Cine Ideal. Las condiciones urbanas del pueblo se mejoran con el empedrado de las calles y el acondicionamiento de los cruceros sobre la vía del ferrocarril. La modernización exagerada de la parte central del pueblo lleva a destruir el portal del Güero Ortiz situado al poniente de la plaza principal y que entonces creyó justificarse por el propósito de continuar hasta la iglesia la calle Austasio Zepeda, lo que no se llevó a término quedando en eterno proyecto ante intereses encontrados. Ese portal que constaba de sólo cuatro arcos daba al conjunto de la plaza un sabor de tradición además de hacer juego a los portales de la parte oriente y sur de la misma. Los de más edad lo recuerdan y le dan el nombre de don J. Trinidad Ortiz, simpático personaje de otras épocas que vivía del negocio de la loza y fue el primer encargado del correo en el pueblo; las cartas recibidas las ponía en los jarritos para que las tomara el dueño, o bien las daba a Francisco Guerrero para que las entregara a domicilio cobrando un centavo por cada carta.285 De ese Yurécuaro del recuerdo anota Manuel González Mariscal en ocasión de la caída del portal: ¡Cuánta historia y cuánta leyenda se fueron con él para dar paso a la hora actual, al progreso en que ha entrado de plano este girón michoacano! A la inhumación de ese portal concurrió el pueblo en masa para darle el adiós postrero; la juventud se encargó de darle la puntilla; si parece que todavía veo a Chuy López encaramado en la cima del pobrecito portal Insurgentes… así como el portal pasó a la historia, van pasando viejas fincas como las de don Crisóforo Guzmán, la de Quita Tirado y la de Ramoncita Anaya… así también han desaparecido y seguirán desapareciendo, por voluntad de sus 285

Información del señor Juan Torres López. 177


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propietarios, fracciones de huertas para dar paso a una calle, a una carretera…286

Y la carretera llega, pero antes de ella el pueblo ya conoce de calles asfaltadas por iniciativa de las autoridades municipales de los años cincuenta, entre las que figuran gentes de las recién llegadas como el doctor Guillermo Salazar o el dentista Emilio Guízar Carranza. Para la pavimentación, los ferrocarriles facilitan el chapopote de sus depósitos de Yurécuaro que es necesario ir a pescar en la gran ciénega de la estación, utilizando garfios para ello; luego vendrá el calentamiento en comales de lámina para después irlo regando y planchando con un primitivo rodillo jalado por los peones. De ese despertar de las obras urbanísticas es el acuerdo del 6 de marzo de 1954 en que se decide empezar la instalación del drenaje.287 Las gestiones para el paso de la carretera se hacen al final de los cincuenta. Ramón Chavolla, J. Jesús Álvarez, Rafael Chavolla y Rafael Jiménez ceden de sus huertas para la misma. Por primera vez en muchos años se ven unidos Tanhuato y Yurécuaro para hacer las gestiones del paso por ellos del ramal que una a Vista Hermosa con Patti, y entre los dos pueblos se ofrece cooperación por 165,000 pesos. El pueblo sigue haciendo obras de remodelación como la ampliación del Callejón del Olvido, por la parte norte, en vecindades del puente del río. Se hacen planes para introducir el agua potable solicitando la ayuda del Gobernador en turno, don Dámaso Cárdenas. Se pavimenta el atrio y los árboles que allí se talan se procura reponerlos por el rumbo de Tanhuato en lo que será la nueva carretera a Vista Hermosa. La Comunidad Agraria sigue construyendo por su cuenta canales y bordos, puentes y caminos para ampliar los aprovechamientos de sus tierras. Se termina el mercado municipal.

XEZM, Archivo. Zamora, Mich. Programa "Michoacán en Marcha", síntesis del dossier relativo a Yurécuaro. 287 Ídem. 286

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En el campo escolar se cuenta con las siguientes escuelas en 1954: Francisco I. Madero, José María Morelos, Constitución de 17, Vasco de Quiroga, Tepeyac; se construye la Benito Juárez en la Colonia Mora. Todas ellas están llenas de niños en la explosión demográfica del pueblo. Se empiezan a hacer gestiones para una escuela secundaria y, como siempre, se constituye el patronato que trabaje para conseguirla, el 7 de octubre de 1954. Yurécuaro en la demografía, a partir de los años treinta, aparece en continuo aumento de población a pesar de tosferinas, viruelas, sarampiones, tifoideas y otras enfermedades que atacan a la población infantil. El censo de 1930 da para el municipio una población de 11,527 habitantes de los que corresponden a la cabecera 7,555. En 1940 la población municipal ha subido a 12,603 y la de la capital a 8,956. En el año de 1950, aunque la población del municipio registra a 14,676 personas, la del pueblo ha disminuido a 6,802. En 1960 el total del municipio registra 17,363 y la de la cabecera se ha duplicado en esos diez últimos años llegando a 12,084. La población en 1970, para todo el municipio, da 20,024 habitantes distribuidos en la siguiente forma: Yurécuaro El Camiche San Antonio Mirandillas Munguía El Cerezo Buena Huerta El Refugio Monteleón Col. Emiliano Zapata Cerro Blanco Tequesquite La Joya 179

14 256 514 227 994 198 40 64 508 1 041 164 331 518 944


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De la población del censo de 1970 se consideraba el 24.60% económicamente activa; el 36.40% no productivo y el 39% lo formaban los menores de 12 años.288 Las estadísticas, en cuanto a nacimientos y defunciones, para el periodo de 1967 a 1971 es el siguiente: 1967 1968 1969 1970 1971

882 nacimientos y 892 " 812 " 896 " 871 "

250 defunciones 198 " 224 " 205 " 199 "289

Comparando la población con la extensión del municipio, el de Yurécuaro resulta ser uno de los municipios michoacanos de mayor densidad por kilómetro cuadrado, pues si se toma en cuenta la población del municipio que revela el censo de 1970 correspondería una densidad de 102.5 habitantes por kilómetro cuadrado, de los 195.28 que se le señalan, lo que da una densidad del doble de la asignada al municipio de Tanhuato que sería de 56 habitantes por Km.2290 Ampliaciones ejidales como la del Guamúchil Grande, para dar tierras a la población creciente de ambas partes del río, hicieron necesaria la expropiación de la ex hacienda de la Buena Huerta que había quedado en la sucesión del general Jaime Carrillo Cázares. Por mucho tiempo se respetó el predio utilizándose cada año para celebrar allí las carreras IX Censo General de Población, 1970. Concentración de datos preliminares. Tavera y Alfaro, Xavier, Notas al análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1822, p. 312. apud Martínez de Lejarza, Juan José, Análisis estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822, Morelia, 1974. 289 Tavera Alfaro, op. cit., p. 312. 290 Ibídem, p. 311. 288

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de caballos del día de Santiago, pero la presión demográfica pudo más que el derecho de los dueños que se habían ausentado del pueblo. Prueba de esa presión creciente de la población es la prosperidad de las distintas colonias como la Mora, la Industrial o la del Hacha y las que por otros rumbos van terminando las huertas del pueblo. Gentes venidas de los cuatro puntos cardinales se han seguido estableciendo en Yurécuaro haciendo más alto el ya elevado crecimiento de la propia población que, sin embargo, no llega a la angustia por ser centro productor de alimentos, así sean las legumbres y hortalizas de sus campos. La continuidad extra oficial del Yurécuaro en tierras de Jalisco lo constituye el poblado de La Ribera que en estos últimos años ha progresado notablemente poniéndose en evidencia el dinamismo envidiable en sus autoridades y habitantes, dando buena impresión su urbanismo y el establecimiento de los servicios más indispensables. Estrechas relaciones de parentesco, de trabajo, deportivos y de negocios hacen dependiente un grupo urbano del otro, siendo Yurécuaro la puerta de salida y de entrada para La Ribera. Agua potable, drenaje, pavimentación son los logros de la década de los sesenta que ya se insinuaban desde los años cincuenta. Siempre se ha contado con la unión de los vecinos para conseguir esos adelantos. En la dotación de agua a la población fue muy importante la colaboración de los Ferrocarriles Nacionales que cedieron en arrendamiento simbólico el viejo pozo artesiano con que abastecían las máquinas de vapor; han proporcionado al pueblo terrenos para jardines y han urbanizado la vieja zona de los talleres lo mismo que facilitaron una máquina antigua que adorna el jardín Felipe Pescador. Últimamente se ha logrado el aforo de dos pozos más, uno el mejor, pues resultó con aguas de buena calidad termales, y casi a flor de suelo; el otro está hacia la parte poniente del pueblo. La obra del drenaje que se facilitaba por el natural descargue de la población hacia el río, fue retrasándose por distintas causas hasta que con la introducción del agua potable se pensó en realizarlo aunque no llega a cubrir todo el pueblo, pero sí supera algo más de la superficie pavimentada; iniciativa fue ésta que cambió el aspecto del 181


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pueblo y que empezó por los setenta, lográndose una gran solidaridad de los vecinos con las autoridades para realizarla. Persona de indiscutible ascendiente moral es don J. Jesús Alcalá Ruiz quien fue invitado al principio de los 70 a hacerse cargo de la presidencia por las tensiones e irregularidades que había entre grupos rivales, llegando a sustraerse las urnas electorales, lo que motivó la intervención de las autoridades superiores que encontraron en el señor Alcalá un elemento de cohesión comunitaria. La actitud conciliadora de don Jesús y su empuje ha dado al pueblo un sentido de confianza que le hizo realizar obras de beneficio colectivo que han marcado una época en Yurécuaro y se ha llegado a comprender la inutilidad de las luchas y las tensiones cuando van en beneficio de unos pocos y se olvida a la población.291 De la segunda mitad de los sesenta las obras más importantes habían sido la reconstrucción del rastro, el acondicionamiento del cementerio municipal, la dotación de luz a las colonias periféricas y el empedrado de algunas calles. De entonces acá se han multiplicado las obras que comprenden trabajos en la unidad deportiva, habilitación de jardines, y la construcción de la Preparatoria incorporada a la Universidad de San Nicolás que se logró en el periodo presidencial de don Jesús Moya, y un jardín de niños. Diversas obras de embellecimiento del pueblo se han realizado, en especial la remodelación de la plaza principal, el remozamiento del palacio municipal, las pinturas con que se decoró el interior del ayuntamiento y que realizaron artistas de la calidad de Eliseo Mijangos y Edmundo Hernández con el mecenazgo de don Gonzalo Mora, yurecuarense radicado en México que ha brindado generoso apoyo a las iniciativas de las autoridades del pueblo. El tema de las pinturas trata de mostrar al pueblo la época de superación y de progreso que le supuso el periodo cardenista; fue terminada en diciembre de 1973. Junto a la obra de Mijangos está también la de Hernández que se ocupó de Hidalgo y Morelos. Mora también ha

Alcalá Ruiz, J. Jesús, Primer informe de Ayuntamiento del C. Presidente Municipal, Yurécuaro, 1970. 291

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ayudado en el acondicionamiento de la Unidad Deportiva y en otras obras de beneficio colectivo.292 Conflictos laborales de alguna importancia se plantearon en la década de los setenta, durante la presidencia de don Jesús Moya, por parte de los trabajadores agremiados en los sindicatos oficiales de la C.T.M., cuyo líder fue Alfredo Zamayoa. Pedían mejores condiciones de trabajo a los industriales y se llegó a polémicas serias y tonos agrios que la prensa publicó, aunque no pasó de lo verbal.293 Causó también polémica la modernización del rastro, proyecto gubernamental de 1973 y 1974 que trató de llevar a los municipios a un dinamismo acorde con la política del momento. El estudio hecho por el Banco de Obras y Servicios Públicos los convencía de la capacidad de Yurécuaro para pagar la deuda y de paso daba la oportunidad de controlar fiscalmente a quienes en el pueblo sacrifican distintas clases de animales, pues el actual movimiento del rastro que apenas llega a 56 reses, 168 puercos, 56 chivos y 980 aves, se sospechó podría duplicarse. El préstamo que se ofrecía era de 280 000 pesos pero la gente del pueblo se opuso a que su ayuntamiento se comprometiera con un préstamo al que no se ha estado acostumbrado, no veía muy claras las ventajas y quizá también por los hábitos que le han hecho conformarse con unas instalaciones que dejan mucho que desear por sus condiciones higiénicas. Y allí quedó la cosa con el cambio de gobierno en el estado a pesar de que se tenía ya el terreno y el gobierno había aceptado servir de aval al municipio.294

Guía, Zamora, Mich., febrero 10 de 1974, p. 19. Ibídem, junio 23 de 1974, p. 6. 294 Ibídem, febrero 17 de 1974, p. 5. 292 293

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Nuevas capillas en los barrios de La Loma y el Guamúchil Grande, para atender a la población, se habían empezado a construir dese los lejanos cincuenta, y ellas, sumadas a la iglesia de la Purísima, a Cristo Rey y a la capilla de la Virgen de la Esperanza en la Colonia Mora, parece que darán para los servicios religiosos de los próximos años. La Capilla de Guadalupe de La Loma fue muy favorecida por la devoción de la familia Echegollen y se sabe que doña Margarita García de Fortoul regaló el cuadro de la Guadalupana a quien está dedicada. La atención espiritual de los ranchos se empezó a hacer posible desde los años cincuenta cuando bajó el tono anticlerical de los líderes agrarios y desde entonces no ha habido tropiezo reconstruyéndose en ellos las capillas para celebrar los oficios divinos. De los años setenta fue la introducción de los teléfonos automáticos, del servicio Lada, del telecable y de mil linduras más que llegaron con la televisión y el radio metiendo al pueblo en la vorágine del progreso y de la comunicación. Un poeta ausente vuelve al pueblo y todavía tiene para cantarle a la campana mayor de Yurécuaro que los jóvenes ya no aprecian: Y su eco no resuena en la ribera/ del onduloso Lerma, ni el coro/ ni en el valle famoso, do naciera.295

A los yurecuarenses les parece ya la cosa más natural del mundo ese correr de autobuses a todas horas que les han hecho olvidar los plácidos viajes en tren que ya casi sólo se utiliza para el transporte de la carga. Las calles son las mudas testigos de los destrozos que trae la comunicación y no les alcanzan los meses de secas para reparar lo que el tráfico pesado y la temporada de aguas perjudican. La peor de las impresiones la causa aquella calle por donde se ha canalizado el tráfico y que siempre está llena de hoyancos, sin poder los vecinos hacer cosa mejor que soportarlo hasta que se resuelva el problema con un anillo periférico o una desviación apropiada. 295

Ibídem, 16 de julio de 1974, p. 16, poesía de Gerardo López Vega. 184


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Las pujas en la elección de reina de las fiestas septembrinas han dado recursos suficientes para ir dotando al pueblo de distintas mejoras, así sea el jardín de niños, la perforación de pozos artesianos, el arreglo del palacio municipal o de la plaza, el remozamiento del quiosco ordenado de Morelia, la escuela secundaria, la preparatoria, la introducción de luz en las colonias y otras muchas obras. Los colores tradicionales de los partidos son el rojo y el verde y los vecinos les ha dado en concentrarse por rumbos, correspondiendo al centro agrupar a los comerciantes y a la parte sur, tirando a la estación, a agricultores y ganaderos aunque ninguno de los partidos sea estrictamente reservada para unos u otros. Ha habido años en que lo recaudado por medio de las pujas se haya acercado al medio millón de pesos que, pasados los agobios, ha alegrado al pueblo que así se permite una autonomía propia para lo más urgente. Residencia de la SARH existe en el pueblo desde que se iniciaron las obras de construcción de la presa derivadora del Mezquite y el plan de irrigación del valle de Yurécuaro y La Barca. Una nube de ingenieros, sobrestantes y trabajadores se derramó sobre el pueblo al final de los setenta para realizar obra intensa en la construcción de canales, caminos, drenes y todo tipo de obras encaminadas a hacer de esta zona una de las más importantes del centro del país. Le ha tocado ser a Yurécuaro el eje de una región que se vuelve rica a grandes zancadas y que dará de nuevo al pueblo la posibilidad de concentración, que el contar con estación de ferrocarril y estar al borde de carretera favorece. Un dren tan importante como el que diseca la laguna del Colesio permitirá a Yurécuaro estar en relación con la región de Ecuandureo y, a través de él, con Zamora. Durante el tiempo que duró construyéndose la presa y los principales canales una importante población flotante se concentró sobre el pueblo, ingenieros iban y venían, trabajadores de otras partes y del mismo pueblo giraban todos los rumbos posibles de contorno. Pasado lo fuerte de los trabajos el tráfago se ha ido calmando, se han 185


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quedado todavía varios de los ingenieros que proyectaron y dirigieron la obra y el pueblo los aprecia tanto más que algunos de ellos llegaron a emparentar con familias de allí lo que hizo que crecieran las relaciones tradicionales de Yurécuaro con gente venida de los cuatro puntos. Por obra de la SARH se han mejorado las comunicaciones del pueblo con los ranchos de los dos lados del río, con la riqueza agrícola se han intensificado las posibilidades de mejoramiento en la habitación, el vestido y la alimentación, pero no todos han sabido aprovecharse en ese sentido, quizá hayan aumentado un poco más los ruidos por la parte de La Loma y ciertamente es lamentable que no hayan disminuido los hechos de sangre que suceden en pleno pueblo por el enclave de la zona de tolerancia. Por fuerza los agricultores prósperos han visto la posibilidad de inversión en maquinaria agrícola, lo que ha obligado a jubilar los últimos animales de labor que ni siquiera para recuerdo van a quedar. Los únicos animales que han ido en aumento son los marranos por ser el rumbo propio para ese tipo de fauna, lo que no vuelve al pueblo de olor agradable, dada la indiscreción de los que por eso se llaman puercos. A pesar de los alfalfares de aquí Yurécuaro no ha seguido el ejemplo de sus vecinos de Tanhuato y apenas si participan en el renglón lechero. El caldo michi que hacía famosos a los de Yurécuaro, todavía se puede tomar aunque resulta cada día más problemático conseguir pescados de los que antes se pescaban en el Lerma y se tiene que recurrir a los importados de la laguna de Chapala, lo cual habla muy mal de Yurécuaro que se llamó así por su río y se quedó en Michoacán por tener pescados.

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CAPÍTULO X YURÉCUARO EN PERSPECTIVA En la vida diaria de todo pueblo hay una serie de detalles que son los que verdaderamente constituyen la personalidad de la comunidad que escapa a quien a grandes rasgos ha querido describir la evolución histórica. Mucho de lo que constituye el vivir de la comunidad yurecuarense lo puede dar únicamente quien ha vivido a diario en vida, condición que el que esto escribe no llena; recopilar las anécdotas, atender a los giros del lenguaje, saber de las noticias menudas y todo ello presentarlo como conclusión a los anteriores capítulos hubiera sido lo deseable, aunque no lo posible, por el escaso tiempo y limitaciones que dejarán imperfecta esta obra. Esa crónica vivida, contada y no escrita es la que estas páginas tratan de insinuar al grado de que sería el alma del esqueleto cronológico que antecede. Trataremos de ocuparnos de las personas que han tenido funciones sociales dentro de la comunidad, autoridades, sacerdotes, maestros, profesionistas, hijos ilustres y personajes típicos de éste y de otros tiempos. En la presidencia municipal han estado presentes en desorden alfabético y cronológico, en lo que va de este siglo, con posibilidad de omisiones: Gerardo López Durán, Ignacio Estrada Navarro, José Núñez Arellano, Mucio Cortés, Carlos Núñez Arellano, Vicente Villaseñor Núñez, Eduardo Villaseñor, J. Trinidad Villanueva Pérez, Benjamín Ayala Gómar, Juan López, Heraclio Esqueda Urbina, Hilarión Torres, Rafael Anaya Rodríguez, Mayor Crispín Verduzco López, Enrique Alcalá Chávez, Heleno Curiel Hernández, Mariano Madrigal, Rubén Alvarado Trujillo, J. Dolores Hernández Ascencio, Pedro Bárcena Reyes, Guillermo Salazar, Emilio Guízar Carranza, Aída Gil Salazar, quien fuera la segunda mujer que 187


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ocupara la presidencia municipal en el estado de Michoacán, Ramón Ayala Álvarez, J. Trinidad Munguía, Aristeo García, J. Jesús Rojo Arévalo, José María Godínez Guaracha, José María Alvarado, José Caballero Villanueva, Fernando Suárez, Eduardo Velasco Alcalá, Regino Vargas, J. Merced Gutiérrez, J. Guadalupe García Ontiveros, Apolinar Rojo, Rubén Mena Calderón, Antonio García Aguilera, Ceferino Reséndiz y los recientes J. Jesús Alcalá Ruiz, J. Jesús Moya y Rafael Rodríguez. En los últimos años ha cobrado gran importancia el Consejo de Colaboración Municipal en el que han trabajado personas muy meritorias y desinteresadas; del bien público se han ocupado, con los presidentes municipales, los munícipes, los funcionarios municipales, empleados de rentas, hacienda, correos, telégrafos, policías de tránsito, empleados de la Comisión Federal de Electricidad, Teléfonos de México, trabajadores de los Ferrocarriles Nacionales, gentes que trabajan en Salubridad y Asistencia, el personal de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, y algunos otros personajes esporádicos que visitan el municipio de tiempo en tiempo.296 Pueblo piadoso llamaría a Yurécuaro quien tomara en cuenta que la fabricación de artículos religiosos es una de las principales industrias de sus habitantes. En efecto, sin exagerar la nota que supondría estar todo el día fabricando rosarios y haciendo milagros, Yurécuaro ha sido un pueblo devoto y respetuoso de las cosas santas pero sin fanatismos como lo demuestra a través de su larga historia en que la tolerancia se ha hecho un hábito de la comunidad. Muchos de los personajes que han dejado huella han sido sacerdotes y en el transcurso de los cuatro siglos y pico de su historia hemos recordado a varios, omitiendo a muchos, que viven en el recuerdo agradecido de las gentes, y entre los recientemente fallecidos están el señor cura Emilio Ávalos y el padre Benjamín Mercado o el querido padre Guillermo Murillo Ruiz.

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Entrevista con el señor J. Jesús Urbina López. 188


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La religiosidad de Yurécuaro es alegre y lo festivo ocupa un lugar preponderante dentro de sus celebraciones; la fiesta a la Inmaculada sigue teniendo la primacía, la celebración de la Navidad, preparada por las posadas y seguida de la fiesta de los Santos Reyes, termina y empieza los años de los yurecuarenses. La cuaresma, y en especial el Viernes de Dolores, ha guardado un ritual muy propio del pueblo con sus celebraciones penitenciales de "guardarse de algo", o ese recordar a la Virgen Dolorosa a quien se le hacen altares en las casas, adornados de ramas de sabino, a las que se fijaban figuras recortadas de papel con los instrumentos de la pasión y se ofrecía a los devotos agua fresca. La fiesta de Santiago ha venido perdiendo arraigo en el pueblo, tomando su lugar las celebraciones guadalupanas de septiembre y diciembre. El pueblo tiene sus tiempos para visitar el santuario de San Juan de los Lagos o el del vecino pueblo de Tanhuato donde se venera el Cristo Milagroso, o para recibir la visita en sus hogares de la imagen peregrina de Nuestra Señora de la Soledad de Ayo que los llevará a acompañarla en su recorrido con el rezo del rosario y el canto de alabanzas: Alma no estés tan dormida/ que en el cielo tengo flores / ven con mi madre querida / Soledad de Pecadores.

Los ejercitantes de la Casa Santa de Atotonilco son otro sector importante de la religiosidad popular de los yurecuarenses que también dan su nombre a la tercera orden de San Francisco, a la Cofradía del Carmen, a la Conferencia de San Vicente de Paul, a las distintas ramas de la Acción Católica, a la Cofradía de la Doctrina Cristiana, a la Adoración Nocturna o a la Vela Perpetua, además de los que sin adherirse a ninguna asociación practican un cristianismo que los lleva a la asistencia dominical a la misa, comunión por Pascua Florida y confesión anual. Desde principios de los años setenta hay en Yurécuaro dos parroquias que ha hecho más fácil la atención de los fieles del pueblo y de los ranchos: la Inmaculada o parroquia del centro, y la de Cristo Rey o de la Estación. El límite entre ambas lo hace la calle 5 de Mayo siendo clara división entre el Yurécuaro antiguo hacia el norte y el 189


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reciente que se construyó hacia el sur. Hay en la actualidad sólo tres sacerdotes lo que aquí también demuestra la crisis que se vive en la iglesia institucional, acostumbrado el pueblo a tener en años pasados un total de cinco ministros. Yurécuaro ha dado buen número de sacerdotes y religiosas, contándose entre los hijos del pueblo un obispo, el de Campeche, don Jesús García Ayala. En muchas familias de la localidad hay deseos de que uno de sus miembros tome ese ministerio; sin llegar a ser un pueblo levítico es todavía una distinción dedicar alguno de los hijos al sacerdocio o a la vida religiosa. La vida cultural del pueblo no es, desgraciadamente, uno de los renglones más atendidos pues aunque ha llegado a nuestros días casi sin analfabetas no ha habido grandes lumbreras, de allí, en la república de las letras y de las ciencias. Los profesionistas, hijos del pueblo han aumentado considerablemente en las últimas décadas gracias al esfuerzo del pueblo con la creación de la secundaria y, actualmente, de la preparatoria. Por don J. Guadalupe Romero se sabe de la existencia de escuela hace ya más de un siglo, por el año de 1860 y en la década de los ochenta se contaba ya con local propio para la doble escuela de niños y niñas, siendo don Austasio Zepeda promotor de esas instituciones, a las que fue parte importante para imponerle el nombre a la de niñas de María de la Luz Rico. A principios de siglo eran directores de esos establecimientos, don Gerardo López para el de varones y la maestra Jovita Álvarez de la de niñas. Ya hemos referido la fundación y funcionamiento de la Escuela de Artes del padre López y la que establecía el padre Arredondo a principios del presente siglo. En 1919 se incrementa la enseñanza con el establecimiento de un nuevo plantel del que se encarga la maestra Josefina López, benemérita del pueblo; a ella le toca organizar la enseñanza bajo un nuevo plan y pudo contar entre sus colaboradoras a las maestras Pilar Guzmán, Margarita Montes, Rosenda Arellano, Carmen Navarro, María Martínez y Carmen Torres. En continuidad con la anterior labor puede inaugurar en 1924 la escuela Francisco I. Madero que vino funcionando en diferentes 190


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lugares hasta lograr fijeza en el antiguo local de los baños de Villalpando. En 1926 se agrega a la enseñanza en el lugar, la escuela José María Morelos que tuvo su edificio en la antigua calle real, hoy Nacional y que actualmente empieza a ver hacia el futuro con un nuevo edificio en construcción, identificado con este plantel está el nombre de don Rubén Mena y de Cirilo Villalpando. La Escuela Federal Constitución del 17 introduce en el pueblo el sistema de educación de la federación pues las anteriores habían sido de carácter estatal, nace ella favorecida por los ejidatarios y los hijos de los mismos han representado buen porcentaje de sus alumnos logrando tener entre sus egresados buen número de estudiantes y profesionistas del Politécnico, de la Universidad Michoacana y de otros centros de cultura superior; se han distinguido entre sus maestros el profesor Hilario Jurado y las distinguidas profesoras de la familia Gil Salazar. Con el correr de los años han nacido otras escuelas por los distintos rumbos, se funda el colegio particular de las madres del Sagrado Corazón, el padre Joaquín Cárdenas organiza el colegio Guadalupano que luego se convertirá en el Vasco de Quiroga que dirigió en sus primeros años el profesor José Becerra y en un tiempo estuvo a cargo del presbítero Carlos Moreno, para luego fusionarse con el colegio de las religiosas, convirtiéndose en colegio mixto. Al crecer el pueblo se fundaron escuelas en la Colonia Mora, en el Hacha, la colonia industrial y se han ido estableciendo en las rancherías mejores posibilidades para la educación. Yurécuaro está situado en la zona 19 de inspección escolar. De entre los maestros que se recuerdan de otras épocas hay que mencionar, junto con los ya apuntados, a Lupita Granados, a los profesores Meléndez, a don Gregorio García, a la señorita Pinto, maestra de contabilidad de muchas generaciones, a la madre Nacha, a las señoritas Ávalos y algunos más que, siendo más recientes, están contribuyendo todavía activamente en la empresa educativa del pueblo. La vida musical es esencial en la historia de Yurécuaro, y a lo largo de estas páginas hemos mencionado algunos de los que cultivaron este arte en los años 191


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pasados. Uno de los méritos indiscutibles de la Escuela de Artes del señor cura López fue haber favorecido la educación musical de los yurecuarenses. De la antigua banda municipal y de los distintos grupos que han alegrado las serenatas del pueblo, los novenarios, los "gallos", las mañanitas o las parrandas de los del pueblo han sobrevivido nombres aislados como los de los hermanos Ávalos, Porfirio Mesa, Ramón Mesa, Ramón Zambrano, Salvador el arpista del rumbo del Pozo Verde, Feliciano García, Nicomedes Pérez. Hacia 1933 se integró el grupo musical "La Chiltuza" (planta medicinal contra los dolores de estómago) que dirigió Ramón Mesa Alcalá quien tocaba el saxofón alto, Jesús García tocando el mismo instrumento, Elías García que ejecutaba el saxofón tenor, Jesús Delgado en la trompeta, Enrique Estrada en el trombón, Conrado Anaya el violín, José Pérez el banjo, Juan Venegas el contrabajo, José Villanueva la batería, de entre quienes todavía sobreviven varios en plena actividad. De entre los músicos que han salido del pueblo tenemos noticia de Ramón Mesa que trabajó en la ciudad de México, José Hernández Mesa que ejerció en Baja California, Conrado Anaya que tuvo un conjunto de charleston en Guadalajara, Jal., y Rigoberto Alfaro, violinista del Mariachi Vargas. De los cincuenta a estas fechas hay que mencionar al quinteto Macías dirigido por José Luis Macías Godínez que se prolonga en la rondalla integrada por sus hijos, la orquesta Siboney que dirigida por Alfredo Zamayoa ha llegado a darse a conocer en la región e inclusive ha desarrollado giras por algunas ciudades de los Estados Unidos, invitada por los mexicanos que residen allá y el conjunto Mocambo de Francisco Delgado. Por muchos años fue activo en la música sacra don Rosendo Cázares, organista de la iglesia y notario parroquial. Nombres de músicos distinguidos merecerían lista más larga y pormenorizada que nos sentimos incapaces siquiera de intentar por no caer en omisiones y se debe dispensar la audacia de los anteriores apuntes. La vida periodística del pueblo va ligada a la introducción de la imprenta y a los impulsos sin continuidad que algunas personas inquietas han dado a su afición y a la necesidad de comunicación en el pueblo. Son pioneros del 192


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periodismo, según han sobrevivido los recuerdos, Conrado Anaya, Isauro Aguilar, Everardo Zepeda, Hilario Jurado y Manuel González Mariscal. Entre los primeros fue importante el periódico humorístico El Colmillo que publicaba Conrado Anaya por los años de 1922; antes de 1930 Everardo Zepeda publicaba el periódico La Gaceta; hacia 1935 González Mariscal se estrena con Clarinada que publica en ocasión de las fiestas patrias. Por 1950 se publica Nuevo Día colaborando con don Manuel González el profesor Hilario Jurado, hacia 1953 es el tiempo de Provincia que es factor importante en el dinamismo que la comunidad experimenta en esos años de reencuentro consigo misma. De los últimos intentos periodísticos nos hablan el profesor J. Guadalupe Fuentes y el doctor Fidelmar Banda. Entre las imprentas que ha habido en el pueblo se cuentan la de Everardo Zepeda, la prensa que poseía el doctor Arce, la de la familia Pérez y la "América" de don Manuel González, que ha sostenido la batalla hasta nuestros días. Por mucho tiempo las aficiones deportivas de la comunidad estaban relacionadas con la charrería, el jaripeo y las carreras de caballos. De especial importancia era la celebración de la fiesta de Santiago que se festejaba con carreras de caballos en la calle de la Tetilla y a las que concurría todo el pueblo para ver a los jóvenes disputarse los trofeos que se ofrecían y lucirse frente a sus damas. De esta fiesta tradicional escribía Agustín Navarro: El cerrito (de la Tetilla) popular y legendario barrio de Yurécuaro. Es aquí donde se celebraron por muchos años las tradicionales carreras de caballos los días 25 y 26 de julio en honor de Santiago y señora Santa Ana, una de las fiestas más rumbosas… que aun perdura hasta nuestros días. De muchos pueblos concurrían para admirar la destreza de nuestros jinetes en monta de briosos corceles, quienes se disputaban palmo a palmo, en plena carrera de "parejas" un pichón compuesto con listones de vivos colores. Las muchachas vestían sus mejores galas y había música de viento y orden y sana alegría. ¡Ah! ¿y qué decir de las sabrosas "ojuelas" en conserva de chilacayote aromatizadas con hojas de higuera que se comían en esos días? Todo el pueblo, pobres y ricos, comían "ojuelas", las mejores las de la calle de "La Tetilla". 193


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Refiriéndose a otra de las celebraciones típicas del pueblo a que ya hicimos alusión, completa el cuadro de típico sabor popular en los esparcimientos de la comunidad: y en esa calle había los más suntuosos altares los viernes de Dolores, las casas y la calle oían a manzanilla, sabino, a maestranzo e incienso. ¡Qué maravilla de altares adornados con sus sembrados de trigo, sus banderitas de papel de oro, sus velas de cera y el fondo de ramas tachonado de estrellitas blancas de papel! ¡Cuánta fe y devoción a la Dolorosa! Los visitantes de altares eran obsequiados con olorosos jarros de "charangua y charape". Fiestas religiosas anteriores a la Semana Santa entre cantos, flores y miles de velas encendidas, danzantes sonajeros, su capitán y su demonio; carros alegóricos, detonaciones de cohetería, serenata en el kiosco, pólvora y castillo.297

Carreras de caballos y aficiones charras que han desaparecido casi por completo junto con el traje y el sombrero ancho, tan típico de otras épocas, para dar cauce a la vida deportiva que ha sido destacada en los últimos cuarenta años. El fomento del béisbol, que es el más antiguo, está ligado a Eusebio Díaz, Jesús Moya, Octaviano, Catarino y muchos otros que las nuevas generaciones ya no recuerdan. Su esfuerzo y su cariño dio a Yurécuaro buena fama deportiva en la región, lograron que dos cubanos estuvieran con el equipo del pueblo y que de allí salieran jugadores que lograron llegar al deporte a nivel profesional. Las instalaciones deportivas han sido favorecidas por las autoridades y apoyadas por los vecinos y por yurecuarenses ausentes, dotándolas de canchas de fútbol, frontenis y conservando la de beisbol. Personas distinguidas originarias del pueblo las hay, aunque poco se las recuerda; ya hemos aludido a don Ramón Sánchez y a don Austasio Zepeda. De principios de este siglo es don Mariano Aguilar quien fuera originario de La Joya XEZM, Archivo, Zamora, Mich., Programa "Michoacán en Marcha", síntesis del dossier relativo a Yurécuaro. 297

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y tuviera el cargo de Procurador General de Justicia en el Estado y fuera Magistrado del Supremo Tribunal. Una larga lista de profesionistas: sacerdotes, médicos, ingenieros, químicos, abogados y de otras especialidades bregan ya en la vida nacional; lamentable sin embargo que muy pocos de ellos vuelvan a tener interés por la vida del pueblo al que sólo critican por su atraso y sus deficiencias, siendo que ellos serían los que tuvieran las mejores posibilidades de apoyar el laudable esfuerzo que ha hecho para superarse. Más que de los profesionistas, ha habido apoyo a la actividad de las autoridades de parte de hombres de negocios de origen yurecuarense que se han mostrado de gran generosidad. Digna de todo elogio es la labor de los mismos residentes en el pueblo que con la unión y la pacífica convivencia han logrado dar un clima de amistad a la comunidad que hace que se viva bien a pesar de las muchas carencias. La introducción del agua, la pavimentación, el drenaje; el mejoramiento de la educación, de las condiciones deportivas, la conservación de las huertas, el saneamiento de las zonas palúdicas y la disminución de zahúrdas dentro del pueblo han sido parte de esa mejor vida que se vive. El cuerpo médico de la población nunca ha sido excesivo. De entre los que han ejercido la profesión se recuerda al benéfico doctor Escobedo, a don Rafael Reyes Fonseca que llegó a acaparar buena parte de las fincas del pueblo, al siempre distinguido Juan Caravantes, al doctor Isaac Aguilar, al doctor Ibarra, a los más recientes médicos Salazar y Gallegos, o a los ya de nuestros días Agustín Alcalá, Fernando Suárez, Luis Flores, David González, Antonio Vázquez y otros más, a los que hay que sumar un par de odontólogos; el intento de un sanatorio particular y el servicio del hospital a que ya hemos aludido, debe destacarse. De otras épocas eran las visitas, en días determinados de la semana, de médicos foráneos que daban consulta en alguna de las casas de asistencia u hoteles. Junto a los médicos hay que recordar a los farmacéuticos entre quienes se distinguió la señorita Carmen Ibarra por su caridad; hizo tradición don Ezequiel Echegollen y es el decano don Amadeo Segura. Dentro de la tradición de Yurécuaro ha sido figura importante la del 195


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yerbero que apoya la tradición naturista de las familias con las largas listas de plantas medicinales que vocea por las calles. Mesones, hoteles y restaurantes aunque no han sido abundantes, nunca han faltado. De tiempos idos, en la época de la arriería, el mesón era fundamental en la vida del pueblo y entre los que se recuerdan era célebre el de don Amadito Ortega que servía para descansar, guardar caballos, hacer tratos, exhibir películas al aire libre en los principios de la cinematografía y otras cosas. Desde la llegada del tren al pueblo hubo necesidad de tener hospederías mejor acondicionadas y se dio lugar a los buenos tiempos del hotel Jalisciense de don Agustín García, a los más recientes Ruiz, Monclova, México, Díaz, Central o Campos. Del rumbo de la estación era el famoso restaurant de los ferrocarriles atendido por chinos, uno de cuyos últimos propietarios fue don Antonio Lee, quien con su familia quiso quedarse en el lugar. Al paso de los trenes siempre se ofrecían antojos a los pasajeros: frutas, aguas frescas, cajetas, mulitas, ensartas de limas, que dieron ingresos a la población e hicieron típica a la estación de Yurécuaro. Muchas bebidas y antojos han desaparecido, como el tepache; los buñuelos, los tamales, la fruta de horno y otras golosinas de temporada es posible encontrarlas en los portales o en las vendimias de las calles, lo mismo que cañas, jícamas, pepinos, melones, sandías, mangos, mandarinas, camotes del cerro, tunas, pitahayas, guamúchiles, mezquites que se han comido por generaciones, siguen gustando a las nuevas. Aunque el pueblo cuenta con un par de lugares donde se puede comer a gusto, la hospitalidad de la gente vuelve difícil la vida de los mismos pues casi siempre se ofrece lo que se tiene con espíritu franco. Cuando no hay ganas de cocinar en casa siempre habrá chicharrones, carnitas, birria, tacos, enchiladas, menudo, pozole o un par de fondas populares en el mercado.

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Comunicaciones suficientes dentro de la población proporciona una línea de autobuses y dos sitios de automóviles a los que hay que aumentar el constante ir y venir de vehículos particulares, la interminable comunicación con Tanhuato y la ya intensa comunicación con los ranchos de la jurisdicción y del entorno. Desde la llegada del tren, Yurécuaro perdió el complejo de aislamiento pero la multiplicación de posibilidades de locomoción la dio el paso de la carretera y el mejoramiento de los caminos vecinales con lo cual se empieza la historia reciente de Yurécuaro. D. Pedro M. Llaca anotaba para fines de los treinta posibilidades de contacto de Yurécuaro con Zamora, Sahuayo, La Piedad, Pajacuarán, Arandas, Atotonilco, Degollado y Tanhuato aunque todos los caminos, excepción del de Tanhuato, eran transitables sólo en temporada de secas. En el recorrido de cada una de las rutas se llegaba a tocar infinidad de pueblos intermedios como Ecuandureo, Vista Hermosa, La Barca, Venustiano Carranza, Monteleón, Mirandillas, Patti, Santa Rita, San Antonio, Ayo el Chico, Jesús María, Huáscato y San José Casas Caídas. Por ese tiempo había comunicaciones por tren en dirección a México, Guadalajara y Los Reyes. A pesar de las dificultades de transporte que alguna vez tuvo el pueblo, su población siempre ha salido a ofrecer sus productos industriales y artesanales, actividad industrial la hay en Yurécuaro pese a su carácter prevalentemente agrícola. Ya se ha hecho alusión a la industria farmacéutica, se ha hablado de la del rosario que tuvo su auge en tiempos de la segunda guerra mundial, destacándose en esa industria Octaviano Castellanos y Jesús Moya que ha derivado su primitiva industria de rosario a la fabricación de finísimos candiles y obras de filigrana en cristal cortado. Los primitivos rosarios de Yurécuaro se hacían de frutilla y de lágrima de burro. A partir de los años cuarenta se han venido utilizando los más diversos materiales como la concha, el ópalo, cristal, madera o plástico. En ese tiempo se instalaron fundiciones para elaborar cruces y cristos, milagros y otros artículos religiosos en bronce, latón o plata. 197


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La industria láctea que no llega a competir con la del vecino Tanhuato ha tenido importancia; han dejado de existir herreros, carpinteros, albañiles, sastres, peluqueros, fontaneros, panaderos y muchos otros oficios que hacen al pueblo ser poco dependiente de otras partes en las exigencias de la vida diaria. Yurécuaro y sus barrios merecen una palabra, bien definidos encontramos los de la Tetilla, el Pozo Verde, el Rincón del Diablo, la Loma, los Tepetates y alguno más. De épocas recientes son los demás que más bien toman el denominativo de colonias. Frente a la Iglesia, en lo que ocupa actualmente el Hotel Campos, se tenía el Corral del Rey donde se representaban las pastorelas del tiempo de Navidad. En lo que es el mercado ya hemos dicho que existían las escuelas que ignoramos por qué se les haya llamado del rey. El atrio del templo y toda la parte poniente estaba ocupado por el viejo panteón. En la parte oriental del pueblo se conocía el barrio de los Tepetates, se hablaba de la Huerta Seca y del Maluco y el Guamúchil Grande y se decía que por allí estuvo la cárcel algún tiempo y luego la zona de tolerancia que pasó a la calle Moctezuma, en las cercanías de la escuela federal Constitución de 17, para luego trasladarse a la Loma con los efectos en hechos de sangre que todo mundo conoce. La calle de la Arena recibía ese nombre por la gran dificultad que tenían las carretas para avanzar en tiempo de secas. La calle del Tranvía debía su nombre al célebre de mulitas de don Antonio García. La calle Amado Nervo era la calle de la Rana; la 5 de Mayo se llamaba de la Muralla. Por el rumbo de Cristo Rey estaba la calle de San Agustín y el viejo panteón. El Rincón del Diablo ha mantenido su nombre así como el Chorro y la Loma, distinguiéndose en chica y larga. Las huertas eran parte muy importante de la fisonomía del pueblo y se consideraban muy convenientes por la abundancia de frutas y la placidez que derramaban; eran célebres las de Benjamín Chavolla, Vidal Quezada, Rafael Anaya, Pancho Chavolla, Ramón Chavolla, Silvestre Navarro, Demetrio Pérez, que quedaban hacia la parte oriental. Las de la parte occidental las constituían propiedades 198


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de los Contreras, la de Carlos López, Agustín García, Enrique Alcalá, Tiburcio Godínez, las de los Navarro, las de los Esqueda, la de don Nacho Estrada, la de Pepa Herrera y la de Felipe García. De épocas recientes es la que plantó don Luis Fortoul y la del Jacalón, intentándose en alguna ocasión el cultivo de la vid. Recientes también las que se han plantado por la vía del tren rumbo a Guadalajara. Aunque todas las huertas llegan a constituir lugares de esparcimiento para la población, existen sitios que la gente visita de tiempo en tiempo como los baños termales del Señor de La Piedad que han empezado a rehabilitarse por parte de los ejidatarios del Guamúchil Grande. Había un célebre paseo al Arroyo de los Cerezos, en la otra parte del río, el cauce mismo ofrecía lugares pintorescos que se han perdido con la construcción de la presa del Mezquite, sufriendo destrucción los hermosos sabinos de sus orillas que se han visto desprovistos de la cantidad de agua que antes les permitía vivir, las compuertas de la presa y todo se deriva al viejo cauce. Muchos excursionistas preferían el nacimiento de la Alberca o bien se caminaba al Salto o a los pintorescos ranchos de la orilla del río del oriente o del poniente. La feracidad de las riberas del río ha dado oportunidad de cultivar pepinos, jícamas, cañas de azúcar, melones, sandías y toda clase de fruta que también se ofrece para ir a comprarla allá; de antes de la construcción de albercas y piscinas, el río servía para el deporte de los jóvenes que desafiando los peligros de remansos tenían a gala luchar con la corriente. El Comercio y la Banca han prosperado en Yurécuaro en los últimos años; el primero, que había decaído notablemente, da señales de recuperación por el nuevo clima de prosperidad que la irrigación ha propiciado aunque sufre la presión de La Piedad y Zamora. Yurécuaro trata de ser autónomo en los renglones de materiales de construcción, abarrotes, fertilizantes y tiene que depender de otros renglones. El Banco pionero en Yurécuaro fue el de Zamora que abría su sucursal en la década de los cincuenta, detrás de él se han establecido el de México y el de Comercio, este último a punto de inaugurar el 199


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moderno edificio en lo que fuera una de las casas antiguas del centro de la población. La presencia de los banqueros es claro argumento de la importancia económica que ha cobrado el pueblo con el triple renglón agrícola, comercial e industrial y que pide un esfuerzo mejor en el de educación, higiene y vida social.

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ÍNDICE Pág.

PRESENTACIÓN

4

INTRODUCCIÓN

6

CAPÍTULO I YURÉCUARO DESDE DISTINTOS ÁNGULOS

9 9

CAPÍTULO II PRIMEROS PASOS EN LA HISTORIA

28 28

CAPÍTULO III SANTA MARÍA YURÉCUARO

48 48

CAPÍTULO IV PREPARANDO LA INDEPENDENCIA

68 68

CAPÍTULO V LOS AÑOS PATRIÓTICOS

87 87

CAPÍTULO VI EL PUEBLO PIERDE SUS TIERRAS

103 103

CAPÍTULO VII LA HACIENDA EN EL PORFIRIATO

128 128

CAPÍTULO VIII CUANDO SE REPARTIÓ LA TIERRA

144 144

CAPÍTULO IX YURÉCUARO AGRÍCOLA E INDUSTRIAL

165 165

CAPÍTULO X YURÉCUARO EN PERSPECTIVA

187 187

FUENTES INÉDITAS FUENTES IMPRESAS

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