BRUMA

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Abismo (206-01) Acantilado (092-07) Acercamiento (030-01)

Alma Fresca (118-01) Alusión (115-05) Amarillo de Encanto

Platónico (114-07) Anécdota (013-03) Añoranza (229-02)

07) Armonía (089-04) Aroma Floral (161-03) Aromático (115-03) Artístico (137-04) Atemporal (242-03) Atmósfera (174-01) Aventura Naútica (194-06) Balance (022-02) Bella (129-06) Brillo Radiante (029-05) Broma (081-05) Brote (227-02) (307-06) Cálido (061-03) Caluroso (057-06) Caricia (098-01)

07) Cénit (102-06) Centella (161-06) Certeza (058-04)

Clímax (186-01) Comedia (121-03) Comienzo (193-03) (058-03) Confidente (121-07) Confort (018-02) Conmovedor

05) Enigma (053-07) Entresueño (054-01) Epifanía (050-03)

01) Escándalo (029-06) Esencia (004-03) Espacial (170-07)

03) Estable (091-039) Estadío (180-06) Estirpe (167-07)

Exhalación (054-03) Extasis (105-07) Fantasía (125-06)

05) Feroz Profundo (198-01) Festejo (214-07) Festín (051-05)

Finura (143-03) Firmamento (165-01) Flechazo (093-07)

Cosquillas (077-05) Creativo (241-05) Cuentacuentos (144-06) honor (142-04) Damisela (169-06) Deja vú (123-02) Delicadeza

Deseo (109-01) Despejado (295-01) Despertar (192-03) Dirigible (156-04) Divino (202-02) Doncella (082-02) Drama

01) Dulzura (134-01) Eco de Musa (231-05) Efervescente

Real (250-04) Embrujo (145-07) Encantador (134-02) Encanto (077-04) Fortuito (246-06) Fortuna Mágina (206-03) Frontera Fulgor (004-02) Furor (094-06) Galáctico (189-06) Geisha (022-03) Gesto (261-05) Gigante (184-07) Guía (156-07)

Hechizo (157-06) Hechizo de Hada (210-05) Herencia (296-05)

07) Híbrido (229-04) Hipnosis (243-06) Honesto (133-05)

Abismo (206-01) Acantilado (092-07) Acercamiento (030-01)

Alma Fresca (118-01) Alusión (115-05) Amarillo de Encanto

Platónico (114-07) Anécdota (013-03) Añoranza (229-02)

07) Armonía (089-04) Aroma Floral (161-03) Aromático (115-03) Artístico (137-04) Atemporal (242-03) Atmósfera (174-01) Aventura Naútica (194-06) Balance (022-02) Bella (129-06) Brillo Radiante (029-05) Broma (081-05) Brote (227-02) (307-06) Cálido (061-03) Caluroso (057-06) Caricia (098-01)

07) Cénit (102-06) Centella (161-06) Certeza (058-04)

Clímax (186-01) Comedia (121-03) Comienzo (193-03) (058-03) Confidente (121-07) Confort (018-02) Conmovedor

05) Enigma (053-07) Entresueño (054-01) Epifanía (050-03)

01) Escándalo (029-06) Esencia (004-03) Espacial (170-07)

03) Estable (091-039) Estadío (180-06) Estirpe (167-07)

Exhalación (054-03) Extasis (105-07) Fantasía (125-06)

05) Feroz Profundo (198-01) Festejo (214-07) Festín (051-05)

Finura (143-03) Firmamento (165-01) Flechazo (093-07)

Cosquillas (077-05) Creativo (241-05) Cuentacuentos (144-06) honor (142-04) Damisela (169-06) Deja vú (123-02) Delicadeza

Deseo (109-01) Despejado (295-01) Despertar (192-03) Dirigible (156-04) Divino (202-02) Doncella (082-02) Drama

01) Dulzura (134-01) Eco de Musa (231-05) Efervescente

Real (250-04) Embrujo (145-07) Encantador (134-02) Encanto (077-04) Fortuito (246-06) Fortuna Mágina (206-03) Frontera Fulgor (004-02) Furor (094-06) Galáctico (189-06) Geisha (022-03) Gesto (261-05) Gigante (184-07) Guía (156-07)

Hechizo (157-06) Hechizo de Hada (210-05) Herencia (296-05)

07) Híbrido (229-04) Hipnosis (243-06) Honesto (133-05)

(030-01) Adoración (058-01) Afán (022-07) Afecto (161-05)

Encanto (039-01) Amor (089-07) Amor Eterno (092-02) Amor (229-02) Antigüedad (067-06) Apacible (154-03) Ardiente (090(081-02) Arrullo (279-02) Arrumaco (105-04) Artesanal Atmósfera (178-02) Atracción (153-07) Atrevido (249-07) Ausente

Bella (120-05) Beso (094-05) Beso Frío (203-02) Beso Tierno (227-02) Bruma (006-02) Buena Vida (295-03) Caballero (098-01) Cariño (121-02) Carisma (097-06) Celebración (081chacra (054-02) Chao (054-06) Cielito Lindo (297-01) (193-03) Compadre (296-06) Comprensión (098-03) Confianza Conmovedor (127-06) Contemporáneo (146-04) Cortesía (195(050-03) Epsilon (091-05) Equilibrio (229-03) Escala (282(170-07) Espíritu (105-01) Espiritual (009-01) Esplendor (294(167-07) Estridente (234-01) Etéreo (010-01) Eterno (161-02)

Fantástico (189-05) Fascinación (121-06) Felicidad (125(051-05) Festivo (233-01) Fines (261-02) Finito (276-01) (093-07) Folclor (257-03) Forever (267-03) Fortaleza (194-01) (144-06) Cuento de nada (139-03) Cuna (130-04) Dama de Delicadeza (094-02) Delicioso (110-03) Descanso (205-05)

Destino (107-06) Difuso (116-01) Diplomático (149-06) Drama (125-02) Dulce Angel (106-01) Dulce Placer (117Efervescente (194-02) Efímero (230-03) Efusivo (022-01) Elogio

Encanto Arábigo (305-04) Encuentro (41-04) Energizante Frontera (236-04) Fuego (071-07) Fuente clara (210-02) Geisha (307-01) Géminis (150-04) Genial (131-02) Gentil (156-07) Guiño (122-03) Haz de Luz (151-01) Hazaña (299-05) (296-05) Hermana (094-04) Héroe (282-04) Heroico (206(133-05) Horizonte (292-01) Horóscopo (302-03) Hospitalidad

B R U M A

cecilia miranda gómez

Este libro fue escrito gracias al apoyo del programa Jóvenes Creadores del Sistema de Apoyos para la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de Cultura de México.

Para Miguel, y su rojo que enverdeció la eternidad

ANÉCDOTA 10-0002

Fue en 2019 que el color empezó a hablar1 . A partir del reencuentro con el paisaje que por quince años atravesé como viajera de la periferia, descubrí la dimensión política de este espectro lumínico.

En aquel momento me encontraba realizando un proyecto artístico sobre la casa de mi infancia, ubicada en el Estado de México. Sentada en una combi de la ruta 68, sobre la autopista MéxicoPachuca, recuerdo haber visto las casas de los cerros, que hasta ese entonces recordaba grises, pintadas de colores estridentes que llamaron mi atención de inmediato. Al poco tiempo descubrí que detrás de esa gama cromática, operaba —desde la opacidad y el ensombrecimiento—una relación entre Comex y el gobierno.

1 Este texto está pensado como una introducción.

Conforme la investigación avanzó, descubrí que uno de los ocho colores presentes en las fachadas llevaba por nombre salvavidas.

En septiembre de ese año fui a una sucursal de Comex para revisar detenidamente su pantone, en busca de encontrar aquel Salvavidas. Quise comprar un litro, pero me encontré con más colores con nombres ambigüos. La relación no podía ser gratuita. Me vi seducida por comprar litros y litros de Certeza, litros y litros de Buena Vida.

Al cabo de un tiempo, la pregunta por el lenguaje ha despertado en mí la curiosidad y sospecha de que cualquier elemento del mundo, al ser nombrado, tiene la potencia de convertirse en herramienta de control, por más abstracto e inaprensible que éste sea. En esa línea, el color en Comex, específicamente en los programas de pintura de fachada, funciona como un dispositivo que oculta la grisalla de la vida en zonas periféricas, lugares desprovistos de protección y accesibilidad en materia de políticas públicas. Sin embargo, y aún a pesar de sus intentos, el color se ha resistido. O al menos ha encontrado caminos para escurrirse ante las definiciones utilitarias y aspiracionales con la que han intentado describirlo.

Este cúmulo de ensayos, escritos en tonalidades textuales distintas, son el intento por llevar al color a otros territorios, donde el lenguaje entre, de cierta forma, en conflicto con la representación del mundo cromático. Entretejidos por memorias personales, especulaciones y preguntas por el presente, los textos aquí reunidos hablan del color como problema, pero también como vía de escape, como una invitación a reconectar con una sensibilidad periférica que mira desde el borde la realidad que aqueja a la periferia norte de la Ciudad de México.

Agradezco a todas las personas involucradas en el proceso de escritura; a mis compañrxs del FONCA y a mis tutores; a mis amigas, a mi familia; pero sobre todo, a aquellos seres que se convirtieron en luz en el camino.

Sirva este catálogo como prueba fehaciente de que el color es y será siempre un espectro en resistencia.

ENCUENTRO 141-04

desde la ventanilla del metrobús observo el esqueleto de un edificio del tamaño de toda la cuadra, sin fachada ni puerta de acceso. Sobre Avenida Cuauhtémoc, a la altura de la estación Jardín Pushkin, en contraesquina de la calle Guanajuato, aparecen letreros de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, bardas de protección perimetrales y una malla de seguridad a medio caer. Alzo la cabeza y vislumbro las paredes de ocho espacios interiores en los que el color configura un registro de tiempo. Leídos de izquierda a derecha, los muros coloridos parecen viñetas de una novela gráfica a la que se le borró la trama. Los globos de texto son los ladrillos desbastados que encierran espacios vacíos. No hay diálogos ni personajes, sólo la atmósfera de una historia en ruinas. Mientras el semáforo está en alto, me pregunto si el edificio era habitacional y

cada cuarto corresponde a la sala comedor de lo que alguna vez fue la casa de varias casas; si ese lugar es uno de los más de treinta y cinco casos de desalojos extrajudiciales registrados en la Ciudad de México desde el 2016; y si ese terreno será el sótano de un rascacielos en cuatro años. Enfoco la mirada a la espera de encontrar alguna pista, pero el semáforo cambia y el conductor arranca. Lo único que descubro es que solo un lugar en el edificio se mantiene abierto: el restaurante de comida española La Casa Gallega que oferta, sobre uno de los muros tapiados, su gran buffet.

107-06

vives en el estado de méxico. Trabajas en el D.F. y para volver a casa tomas la combi de la ruta 68 que sale del paradero de lámina de La Raza, que cuando llueve hace que todos peleen por un lugar seco en la fila. Logras subirte a la combi en el asiento cuádruple de hasta atrás. Por fortuna te toca la ventana. Luego de veinte minutos de espera, los lugares se llenan y te alegras de que el viaje al fin inició y con ello se anuncia el final de tu jornada. Contigo son diecinueve pasajeros. Conoces a algunos o crees haberlos visto antes. Se miran entre ustedes y aceptan el contrato no dicho de ir en silencio, el cual sólo puede romperse cuando alguien señala su descenso o exige su cambio. La combi se dirige a la Autopista México-Pachuca a sabiendas de lo inestimable que es el tiempo que le tomará llegar a la caseta, a veces veinte minutos, a veces cuarenta, otras tantas dos horas. Después de pasar la escultura

monumental de Jorge Marín llamada “El vigilante”, que Enrique Peña Nieto inauguró en 2016; la combi se aproxima a la subida de la Sierra de Guadalupe. Ya nadie le llama así. Llegas al puente de metal que anuncia el límite entre la Ciudad y el Estado de México. Por más que te da la bienvenida, sabes que aún estás lejos de casa porque las fronteras y las distancias son más largas que eso; al final, tú no eres de la ciudad, eres de ese territorio gigante en forma de C que la rodea y la mantiene. En el suelo, del lado izquierdo de la sombra que el puente proyecta, hay un pasto verde y resplandeciente; del lado derecho ves un pedazo de tierra árido quemado por el sol. Recuerdas al señor que todas las mañanas, alrededor de las 12 del día, montado en una pipa inmóvil y vestido con uniforme verde fosforescente, se tambalea al lanzar un chorro de agua por la manguera. Inicia en el lado izquierdo y se detiene exactamente en el borde, entre el pasto y la tierra. Así se crean los límites, con gestos que parecen absurdos. El conductor apaga las luces y las ventanas poco a poco empiezan a empañarse. El interior huele a todo: comida, sueño, cansancio y aguas negras. Cada vez son menos los pasajeros despiertos. Tú no duermes. Tú te mantienes alerta por si llegas a ver tu casa alumbrando alguno de los cerros o por si algún desconocido hace parada en la vía rápida. Todo está oscuro. Hay luces, reflejos, y puestos de comida. La combi avanza y decides

pagar con tu billete de cien antes de pasar la caseta. Le anuncias al conductor que bajas en la tercera de Villa. Comienzas a ver casas, locales y edificios bajos. Sabes que llegaste a Ecatepec; a ese lado del municipio en el que no hay fábricas ni campos de cultivo, sino escuelas y plazas comerciales a medio construir. Ya estamos en la López, le dices a la persona que va sentada junto a ti, aún adormilada. La gente comienza a descender. Pasas la 30-30, pasas Plaza Coacalco, pasas al lado del puente Juan Pablo II que inauguró en 2005 Julieta Villalpando, tras sortear denuncias por desvíos de fondos públicos de más de veinte millones de pesos; y de pronto te encuentras con el letrero de la Comercial Mexicana. Sabes que ya casi llegas, que faltan diez minutos. La combi empieza a circular entre calles para dejar en la puerta de su destino a cada quien. Algo que sabes propio de la ruta y que te encanta. Me deja en Orquídeas, entre Malvas y Madreselvas, atrás del mercado, le dices al conductor mientras te preparas para bajar. Agarras tus cosas, te abrochas la chamarra y revisas rápidamente a tu alrededor para no olvidar nada. Llegas a casa.

Al día siguiente te preparas para el viaje a la inversa. El proceso es prácticamente el mismo. Todo es visible ahora. Los cerros que se fundieron con la noche, se llenaron de casas de tabique. Con

frecuencia notaste el crecimiento de las colonias, cada vez más lejanas. Fuiste parte de esas vidas desde la autopista.

Hoy saliste temprano del trabajo y te regocijas en la felicidad que te produce la poca probabilidad de que haya tráfico a esa hora. Rápidamente llegas al vigilante, subes la sierra y vuelves a ver los cerros. No hay gris. Todo es de colores. Casas y casas amarillas, casas y casas verdes, moradas, azules. Es 2019 y aquel paisaje se convirtió en la caricatura de sí mismo. Te preguntas qué pasó, por qué esas vidas habrán decidido maquillarse de la misma forma, si permanecieron al natural tantos años. Te inquietas. Dudas del consenso cromático y decides, por primera vez, bajarte de la combi antes de llegar a tu destino.

HECHIZO 157-06

Vives en el Estado de México. Trabajas en el D.F. y para volver a casa tomas la combi de la ruta 68 que sale del paradero de lámina de La Raza, que cuando llueve hace que todos peleen por un lugar seco en la fila. Logras subirte a la combi en el asiento cuádruple de hasta atrás. Por fortuna te toca la ventana. Luego de veinte minutos de espera, los lugares se llenan y te alegras de que el viaje al fin inició y con ello se anuncia el final de tu jornada. Contigo son diecinueve pasajeros. Conoces a algunos o crees haberlos visto antes. Se miran entre ustedes y aceptan el contrato no dicho de ir en silencio, el cual sólo puede romperse cuando alguien señala su descenso o exige su cambio. La combi se dirige a la Autopista México-Pachuca a sabiendas de lo inestimable que es el tiempo que le tomará llegar a la caseta, a veces veinte minutos, a veces cuarenta, otras tantas dos horas. Después de

así como una cala estratigráFica, los muros de la casa en la que crecí guardan las historias de mi familia. Cada capa de pintura representa una época, cada cambio de color la respuesta a una crisis.

Antes de ser nuestra casa, Villa, como solemos llamarla por estar en la colonia Villa de las Flores, fue habitada por parientes de mi familia materna. La familia nuclear de mamá no vivía ahí, sino en una vecindad que rentaban en la colonia Plenitud, frente a la antigua refinería de Azcapotzalco, cerca de su trabajo. Como para muchas otras personas, a mi abuela materna le fue más fácil y barato adquirir una vivienda en un municipio del Estado de México que en la ciudad. En 1973, tan pronto terminó de pagarla, destinó su dinero en reparar sus imperfecciones, convirtiéndola en una vivienda

en restauración perpetua. Luego de concluir las mejoras más apremiantes, fue a la tienda Comex de Azcapotzalco y compró botes de pintura blanca para dejarla como nueva. *

En arquitectura, las calas estratigráficas son pequeños cortes rectangulares con los que se estudian las capas de pintura que han cubierto un edificio histórico. Pegadas una a otra en línea horizontal, traen al presente una colección de tiempos encapsulados, diferenciados por su profundidad. Si se analizan con detenimiento, se puede estimar el contexto en el que el edificio fue construido y los periodos entre sus modificaciones. Dadas las cualidades químicas de la pintura empleada y el estado en el que se encuentran, las calas permiten determinar cuáles son las mejores opciones para restaurar la apariencia de un recinto. *

Entre muros blancos y una fachada azul Naval, mamá vivió sus años de juventud rodeada de primas y sobrinas, originarias también de Michoacán, que llegaron a vivir al Distrito Federal con la inquietud de mudarse permanentemente. Según cuentan, hubo ocasiones en las que llegaron a ser más de veinte. Pero ninguna quiso quedarse, decían que la ciudad es para gente a la que le gusta sufrir.

Después de reparar semanalmente, y sin más parientes qué acoger, mi abuela decidió rentar la casa a personas recién llegadas a la ciudad. En busca de recibir una mensualidad más elevada, retocó la fachada que, para entonces, comenzaba a avejentarse. Volvió a la tienda Comex, compró dos galones de pintura, los subió al camión del Rosario, y trabajó con brocha gorda por dos días. El pedazo que más capas necesitó fue el contramuro donde el gimnasio Shudokan anuncia, hasta el día de hoy, sus cursos de karate.

De los años siguientes recuerdan poco. Mamá cuenta que las últimas inquilinas buscaron quedarse con la casa y al no conseguirlo, la destruyeron. O al menos, destruyeron el espíritu de Villa como la bien pintada. La disminución en el ingreso económico llevó a mi abuela a priorizar la reparación en cuestiones de plomería y electricidad sobre la reparación cromática. Ya no había necesidad de pintar ni retocar. En las pocas fotografías que existen, se observa como Villa fue sólo el escenario de cumpleaños y navidades, dejando atrás la vida cotidiana. Los muros casi no se ven. Poco a poco, la presencia humana así como los colores intensos se hicieron imperceptibles. La casa quedó en un estado intermedio entre la ocupación y el abandono, como muchas de las viviendas de Coacalco en la actualidad.

En principio, la estratigrafía es una rama derivada de la geología que estudia los procesos de sedimentación de la tierra. Para su análisis, se realizan cortes verticales y horizontales en un perímetro establecido del que se extrae una muestra completa. Los cortes estratigráficos varían dependiendo la profundidad de los sedimentos, pero siempre terminan en la superficie, siendo ésta la capa más delgada de todas. Mientras los cortes verticales sirven para visualizar el grosor de cada capa y estimar su tiempo geológico, los horizontales dan información sobre la extensión de un estrato, sus cambios mínimos, y sus efectos en el subsuelo, lo que permite explicar por qué un árbol crece en un lugar y no en otro, aunque ambos sitios estén a escasos metros de distancia. Hay cosas debajo que, aunque no las veamos, trazan la posibilidad de que un evento suceda o no.

En julio de 1993, con treinta y siete años, y seis meses de embarazo, mamá fue de visita a Villa. Mi abuela la esperaba con aquel sombrero de mimbre que utilizaba cuando hacía jardinería. Esta casa es para ti y para mis chiquillos, para que crezcan en un lugar seguro mientras trabajas le dijo al tomar

la mano de mamá y darle una copia de las llaves. En ese momento, la casa pintada con colores elegidos por alguien más, fue nuestra.

Mamá y papá decidieron continuar la tarea y dedicaron veintisiete fines de semana en arreglar la casa. Aún con detalles pendientes, se mudaron en enero de 1994 con mi hermana y hermano. Antes de llevar sus pertenencias, pintaron la torre de la fachada de un café muy oscuro, parecido al Ceniza y dejaron el resto de aquel blanco que para entonces ya se veía más como un gris Sombras. Hoy, mamá sigue sin saber por qué eligió ese color ni por qué decidió casarse.

Cuatro años después, tuvieron una crisis de pareja que buscaron sobrellevar con una remodelación a la casa. Al mismo tiempo que él se quedaba sin trabajo, ella ascendía como directora de la secundaria pública N° XV del D.F. Su nuevo puesto le permitió sostener a papá, quien a partir de ese momento no volvería a apoyar ni económica ni afectivamente nuestras necesidades. Según cuenta mi hermana, pintar la fachada de amarillo fue uno de los intentos por alejarse de la catástrofe de su separación, que para 2002, ya era un hecho. En ese entonces, mi familia lucía igual que aquel amarillo: apagada, desaturada, de un color sin nombre.

Los recuerdos que tengo de ese tiempo no son más que los que tengo de papá viviendo en Villa.

*

En la pintura de caballete le llaman fondear al acto de preparar el lienzo con un tono neutro. El fondeado es la capa que existe entre la imprimatura y la obra. Su función es la de un amortiguador que recibe el pigmento y evita que los colores cambien o se craquelen. Sin embargo, en la pintura de edificios no se fondea, se aplica directamente, capa sobre capa. La alternativa real a las fallas futuras por acumulación de pigmento es desbastar las capas de pintura hasta llegar al sellador o al material de construcción. Una tarea poco practicada por el tiempo que requiere.

*

Después del divorcio, mamá hizo tantos cambios en Villa como pudo. Gastó su aguinaldo en reponer los objetos que papá se llevó: la cama matrimonial, la sala, la vajilla. En marzo del 2003 volvió a pintar la casa. Los interiores dejaron de ser color crema y se convirtieron en grises haciendo que el espacio se sintiera más amplio, según ella. Los nuevos colores de la fachada fueron elegidos por mi hermana. Creo que esta decisión fue una manera de apaciguar su enojo por vivir en una familia en restauración.

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