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La importancia de la actividad física en el crecimiento y desarrollo de niñas y niños

Sergio Maroto Izquierdo, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, profesor e investigador del Área de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), especialista en rendimiento deportivo y preparador físico en varios deportes de élite.

¿Son suficientes dos horas de Educación Física a la semana? No. La respuesta de la ciencia es clara, un rotundo NO. A pesar de que los entornos escolares son considerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un escenario ideal para la promoción de la actividad física de niñas y niños”, los estudios epidemiológicos realizados muestran una alta tasa de inactividad física global en nuestro país, especialmente entre los más pequeños, quienes están muy lejos de llegar a los 60 minutos diarios de actividad física recomendados por la OMS. Y que, además, explica la elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil que nos rodea.

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Las clases de Educación Física (EF) y los recreos escolares han sido tradicionalmente los períodos de tiempo de la jornada escolar vinculados a promover la realización de actividad física. Pero esto no es suficiente. Necesitamos nuevas alternativas para aumentar el tiempo de actividad física de los jóvenes en edad escolar. Las actividades físicas dentro del aula y las actividades previas a la jornada escolar, además de la Educación Física y el recreo escolar, conforman algunas de las iniciativas para promover la actividad física y, consecuentemente, obtener beneficios saludables entre los escolares. ¿Pero, concretamente, qué estrategias podemos implementar para potenciar los efectos del ejercicio físico en nuestros pequeños? Y, sobre todo, ¿cómo podemos hacerlo?

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Calidad vs. cantidad. La inclusión de pequeñas “píldoras” centradas en la condición física al inicio o al final de las clases de EF han demostrado ser estrategias eficaces para mejorar el “tiempo útil” de estas sesiones. Implicando efectos positivos sobre el rendimiento cognitivo, capacidad cardiorrespiratoria, habilidades motrices, fuerza y composición corporal.

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Estas píldoras de ejercicio pueden darse también en forma de “descansos activos” dentro de la jornada escolar y sobre todo por las tardes, entre tareas, deberes y estudio. Estos descansos implican la realización de tareas de corta duración y alta intensidad que permiten reducir el comportamiento sedentario y acumular más tiempo de actividad física de calidad. Estos pueden implementarse en cualquier contexto escolar, ya que no requieren espacios ni equipos especiales, ni tampoco personal especializa- culares. Para ello se proponen periodos cortos (8-10 minutos) de actividad física (andar, correr, saltar, etc) dentro del aula, mientras aprenden o repasan contenidos académicos de diferentes áreas curriculares (matemáticas, lengua, inglés, ciencias sociales o naturales) a través de tareas que implican movimiento.

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Tradicionalmente, se ha recurrido a los momentos posteriores a la jornada escolar para aumentar el tiempo de actividad física de nuestras niñas y niños. Las actividades extraescolares, generalmente en forma de deporte, son una estrategia muy buena. Pero… ¿qué pasa con todos/as aquellos/as que no les gusta el deporte? La realidad es que tradicionalmente no han tenido una alternativa para lograr los beneficios de más y mejor actividad física.

Por ello, las metodologías que promueven píldoras de ejercicio con carácter previo a la jornada escolar, como movilidades activas (ir al colegio en bici, caminando, en patines, etc), están demandando la atención de numerosos investigadores. Una de las estrategias más prometedoras es la inclusión de programas de actividad física previos a la jornada escolar, que incluyan juegos y ejercicios de desarrollo de habilidades motrices. Estudios recientes muestran resultados muy prometedores en cuanto al rendimiento físico y mental y la composición corporal de nuestro alumnado tras estas estrategias previas a momentos lectivos.

Cuando hablamos de ejercicio, generalmente todos pensamos en caminar, correr, pedalear… Ejercicios aeróbicos vinculados a la mejora de la capacidad cardiorrespiratoria y de la composición corporal. Sin embargo, se trata de un modo de ejercicio que no nos permite trabajar otras capacidades físicas y habilidades vinculadas a la salud, como la fuerza, la potencia, la agilidad, o el equilibrio.

Pero sí existe un tipo de ejercicio que con una buena prescripción nos permite mejorar todas las capacidades físicas y habilidades relacionadas con la salud, especialmente en niños. Se trata del ejercicio de fuerza. Sin duda un componente fundamental de esa “píldora”. Alejado del concepto de levantar mancuernas o barras cargadas de discos, el entrenamiento de fuerza es algo que va mucho más allá. Cuan- do los niños saltan, trepan, corren, reptan, lanzan o golpean un balón están aplicando fuerza. Y la están entrenando. Por eso, el modo de ejercicio que debe primar para potenciar la calidad de los momentos de actividad física es precisamente éste. Las recomendaciones generales en materia de entrenamiento de fuerza para niñas y niños incluyen ejercicios con el propio peso corporal (por ejemplo, sentadillas, zancadas o saltos), ejercicios con elásticos, con balones medicinales o implementos domésticos poco pesados. Eso permite que las píldoras de ejercicio no requieran mucho tiempo, que puedan realizarse en cualquier espacio y que la intensidad de sus tareas vaya de moderada a alta. Además, nos permiten prescribirlo a través del juego. Algo que sin duda aumenta la adherencia de los jóvenes a este tipo de estrategias. Y lo mejor, podemos realizarlo todos los días, implicando al mayor número de grupos musculares posibles y favoreciendo el desarrollo integral de nuestros menores.

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