Cada uno, un lugar de memoria
se reproducen cada vez que ocurre una nueva acción en la que se sienten nuevamente “defraudados”. Es así como se sienten, por ejemplo, frente a las reparaciones del Estado; o, en el caso de las víctimas y familiares de policías y militares, frente a las propias instituciones armadas que no facilitan los trámites de seguro de vida para las madres o viudas. Sienten igualmente humillantes las horas de espera en las audiencias judiciales y juicios que se archivan sin llegar a identificar y condenar a los responsables. En todas las reuniones con las víctimas, han sido claros e insistido en que no se les defraude más al crearles nuevas expectativas con este proceso de consulta. d Ser incluidos. Son las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales quienes más reconocieron que se les incluyera en el proceso participativo como actores con opinión y no solo como objetos de una narrativa. Estos actores han acogido la propuesta y participado con mucha disposición en un esfuerzo complejo y desafiante en el que no hay lugar para una única e inequívoca memoria. Ellos esperan que el LUM tome con diligencia sus opiniones, sus historias, sus muertos y sus padeceres. e Se pide que, sobre todo, se cuente desde la experiencia vivida : la historia desde un punto de vista más complejo, que dé cuenta de la experiencia más allá de la violación sufrida, que cuestione y no solo exponga o conmemore. Es la persona con identidad e historia, con nombre y objetos de memoria (foto, prenda, testimonio, etcétera), con familia y comunidad que nos habla. Es ese marco de relaciones el que humaniza la experiencia, le da concreción y autenticidad. Pero también la hace más compleja, porque la enmarca en relaciones, aspiraciones y conflictos. Al localizarla en contextos históricos y culturales concretos, complejiza y profundiza la historia de la violencia, y es esa veracidad del hecho en la historia personal y local la que nos conmueve y le da contundencia a la experiencia. Esta concreción busca trascender la idea abstracta de víctima que fue duramente criticada sobre todo en las reuniones de Ayacucho. Pero también nos permite abrirnos a una historia que no sea plana y celebratoria. Por ejemplo, en lo que atañe a la resistencia, el rondero o asháninka que se organizó para luchar lo hizo como parte de una tragedia que, aunque remite a orgullo y defensa de la vida, también concierne a la confusión y a decisiones dolorosas, como enfrentarse a otros miembros del pueblo asháninka o tener que asesinar a vecinos comuneros simpatizantes de Sendero Luminoso. Esta resistencia es, con todo su valor, algo al mismo tiempo doloroso. f Hay una fuerte necesidad de dejar un legado ejemplar a las nuevas generaciones. Quieren que se conozca la violencia vivida para evitar su repetición, en especial entre los jóvenes y quienes no vivieron esta historia. Entendido así, el Lugar de la Memoria debe ser un espacio de conocimiento y aprendizaje de ese pasado,
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