LAURI GARCÍA • FREDERICK MEZA • TRIBUS URBANAS • CCESV
cuando ingresan a la tribu, necesitan divertirse, aún están en el colegio o en la escuela, no tienen responsabilidades muy grandes y sí mucho espacio para hacer las revistas, repartir panfletos, organizar conciertos, ensayar y tocar instrumentos. «A medida va pasando el tiempo… la universidad, tenés hijos, todo eso influye, además que en un inicio empezás con una gran convicción», reflexiona. —¿Y luego la realidad te va frustrando? —Quizás sí, la realidad un poco, o pensabas que el movimiento era otra cosa y, cuando mirás para atrás, decís «quizás no era como pensaba...» —¿Se descascara la utopía? —Las personas no fueron muy firmes, la gente cambia, yo seguí, todavía soy vegano, ya no ostento tanto esto, qué soy o qué no soy, sino que también es parte de mi vida, como que van cambiando las cosas... Vas madurando, no sé si es la palabra correcta. Incluso un adolescente como Mario, quien guarda con celo la identidad de su madre, duda de su futuro punk.
—¿Cómo te ves en diez años? —La verdad, no sé eso, el tiempo lo dirá, ahora solo pienso en vivir el presente El chico se despide, esperanzado que nuevamente bajen los dioses del Olimpo a tocar en El Salvador en forma de banda de punk. Tal vez esta vez alcance a ver a The Casualties, y no se quede afuera rondando y bebiendo, como en el concierto de Union 13, cuando no pudo entrar porque no tenía dinero para comprar el boleto. Entallado en su sudadera negra, el vocalista de Unión 13, Edward Escoto, les deja un mensaje a sus compañeros salvadoreños: «Sigan con la lucha, no se dejen derrotar, nosotros vinimos de barrios pobres, vivimos en tiempos difíciles con pandillas y drogas. Para nosotros, la música fue un escape. Hay que seguirle para adelante, soñando siempre». Y Mario seguirá con su propia lucha: que sus compañeros punks no sepan que su madre es policía.