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SUMARIO DE CONTENIDOS
La edición de febrero de 2023, consecuente a la tradición del periódico, presenta un homenaje a quien en vida signó de acciones en favor de la cultura provincial y nacional.
Discursos
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Febrero - 2023
Editorial
Miguel Ángel Rengifo Robayo
Director
Editorial
MOLINOS MONSERRAT
Editorial
La producción del periodismo cultural se afianza en las nuevas propuestas digitales y redes sociales: blogs especializados, páginas y canales tratan con vital esfuerzo la aproximación y promoción de la literatura ecuatoriana como de los nuevos valores en los diferentes géneros; la academia en sus áreas de comunicación y producción, incluidos los mecanismos convencionales, siguen apostando en publicar temas y creaciones novísimas en tratar el ejercicio de la crítica y el pensamiento cultural.
Valga la oportunidad para reafirmar el concepto editorial con que se ha engranado el dínamo del periódico Molinos Monserrat; desde un concepto renovado manteniendo en su pilar vital la pulcritud y el respeto al lenguaje como herramienta democrática y libre así también con la consecuencia de honestidad intelectual; desde su presentación que acoge titulares y contenidos de interés público, como de la brillante intención del criterio formado en temas culturales, históricos y demás que cumplen normas de publicación que sirven a la comunidad investigativa en tener en el periódico, como siempre lo ha sido, una fuente privilegiada en la construcción de conocimiento e investigación, por ello el trabajo de los editores, corrector, diagramador han doblado esfuerzos por no dejar de lado esa premisa fundamental.
Las secciones del periódico son tratadas en la universalidad, ponderando la vigencia del pensamiento de nuestros referentes, que muchas de las veces han sido orilladas al olvido o censuradas; que han bregado buscando espacio para que su criterio y voz sea alcanzada y difundida. Se cumplen estrictamente con las normas editoriales y académicas de publicación vigentes, citando y ubicando las fuentes de consulta primaria, para facilitar un seguimiento y diversificación investigativa, porque la hemeroteca del periódico cultural Molinos Monserrat se ha caracterizado por eso; ha sido imprescindible desglosar en cada entrega el perfil sintético de cada colaborador, no como una vanidad sino como un identificador específico de quien es el responsable directo del artículo o aporte.
La edición de febrero de 2023, consecuente a la tradición del periódico, presenta un homenaje a quien en vida signó de acciones en favor de la cultura provincial y nacional; el discurso de agradecimiento que los familiares de Rodrigo Campaña Escobar quien recibió el elogio público a su legado y presencia; también recapitulamos un artículo de Barriga López que reflexiona sobre la declaratoria de Latacunga y su centro histórico como patrimonio ecuatoriano; el libro Añoranzas publicado por el sello editorial del Núcleo de la Casa de la Cultura provincial recomendado por Francisco Ulloa como lectura especial para dar cuenta sobre una ciudad que ya no es más que la memoria de nuestro homenajeado; para esta edición se replica la entrevista hecha en 2010, en varios encuentros, a Rodrigo Campaña; Luis Reinoso Garzón aborda el tema coyuntural planetario del Cambio Climático desde una mirada cotidiana. En la sección Letras copiamos el poema inédito a Latacunga del poeta Galo Torres Makluf como gesto de presencia de las letras contemporáneas. Como homenaje a la misma figura intelectual y cultural, Paúl García Lanas y Edmundo Rivera Robayo, aportan con sus artículos presencia y elogio a Campaña Escobar. Esperamos disfruten de la presente entrega, elogiando a que sus comentarios y sugerencias sean atendidos por nuestro directorio y equipo editorial.
Discursos
Febrero - 2023
UN BELLO TRÁNSITO POR LA CUARTA EDAD.
Con mucha gratitud, los 8 hijos, 22 nietos, 22 bisnietos y 1 tataranieta, sobrinos, yernos, nueras, y quienes han acrecentado la tribu, recibimos y agradecemos este homenaje al patriarca de la familia Campaña Medina. Sin embargo, nuestra gratitud va más allá de este homenaje, agradecemos no solamente por este sentido acto, sino por lo que la Casa de la Cultura significó para su vida y la de la familia. Podríamos narrar múltiples anécdotas de la historia de nuestro padre y la Casa de la Cultura Ecuatoriana, sin embargo, nos gustaría compartir algunos episodios que muestran el significado que la Insstitución tuvo en la vida de Rodrigo Campaña. En los últimos años, por su avanzada edad, papá perdió su contacto con la realidad, vivía en un galimatías de memorias y recuerdos. A veces no reconocía a sus nietos u otras personas. Y cuando no sabía con quién estaba se refería como: mi distinguido, mi distinguida, así, que si alguna vez les llamó así, sepan que no les reconoció. Pero algo que nunca olvidó fue Su Casa de la Cultura.
Muchas veces le vimos vestir un abrigo, un gorro y dirigirse a la salida de la casa, cuando le preguntamos a dónde iba, decía que había sesión en la Casa de la Cultura, que le están esperando. A veces lográbamos convencerle diciéndole que era sábado, domingo o ya de noche. Otras veces no lo lográbamos y teníamos que llevarle, mostrarle que estaban cerradas las puertas o a veces hacerle pasear por los patios de los Molinos. Cuando llegaba a casa alguien para entregar un estado del banco o algún documento, preguntaba si era alguna invitación de la Casa de la Cultura. Había días que se despertaba en la mañana y decía que debe terminar un artículo para la Revista Molinos de Moserrat, de manera que, para nosotros, esto demuestra lo que la Casa de la Cultura significó en su vida y en su historia personal. Y cuando hablamos de la Casa de la Cultura nos referimos a todas esas personas, seres humanos valiosos e importantes que la conforman. el periódico Molinos de Monserrat.
Otro motivo de gratitud es la publicación de sus “Añoranzas” en el periódico Molinos de Monserrat. Creo que, en un inicio, nadie imaginó que esas sencillas memorias de su infancia, adolescencia, juventud y adultez, con una variedad de temas y matices se convertirían en una forma de retratar, desde un ángulo muy particular, la historia y la cultura de Latacunga, ligadas a su historia personal, y que posteriormente se plasmarían en el libro “Añoranzas”. Esta posibilidad de publicar estos pequeños relatos se transformó en desafío y motivación para continuar escribiendo, fue el motor que lo impulsó a leer, preguntar, recordar y crear.
Y finalmente agradecemos por permitir a nuestro padre transitar por la cuarta edad. Hace poco leí una pequeña historia de despedida entre una abuela y una nieta, y la abuela le decía que se encontrarían en la cuarta edad. La nieta no entendió lo que esto significaba y preguntó a sus padres. Ellos sabían de quien venía esta idea y explicaron: La cuarta edad es el tiempo que después de que ya no estamos presentes físicamente, vivimos en la memoria de las personas que nos han querido, que nos han apreciado, la vida que sigue vibrando en quienes nos recuerdan. Mientras haya alguien que cuente a otras personas como éramos, como nos sentíamos, que sueños tuvimos en la vida, que sueños logramos conquistar; mientras haya alguien que nos nombre cariñosamente, más allá del tiempo, seguiremos viviendo.
En este sentido, damos una vez más Gracias a la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Cotopaxi y a las personas que la conforman, porque a través de este homenaje, han permitido que Don Rodrigo Campaña Escobar continúe presente y caminando en muchas vidas.
Gracias.
RODRIGO CAMPAÑA ESCOBAR:
Excavación íntima al corazón del lector de Vargas Llosa.
Llueve. Me recibe en su estudio; me invita algo de tomar, me dice que un carajillo aplacará el frío; bordea un mueble junto a su escritorio, mesa de lectura y sitio de trabajo, ahí yacen arrumados libros, pliegos, apuntes y grafías que al parecer están amarilleando la atención del único interesado, Él; ubica sus huesos sobre una silla roída, como un animal estridente dormita una Olivetti que aun insiste palpitante sobre una hoja en blanco, huérfano de la tecnología no tiene ordenador aunque le han insistido sus cercanos; las teclas franquean sentencias, ideas, aportes para la redacción mensual del periódico Molinos Monserrat que durante años ha entregado devotamente. Sabe de memoria la rugorosidad de una vasija, de un dios enclenque y roto horneado en barro de hace unos 500 años antes de Cristo; diferencia bien el pliegue de un cuenco que data de las culturas habitadas en lo que hoy llamamos Latacunga, tierra de mitimaes, de los panzaleos, de los caras, de los colorados.
En la ciudad inicial, pobre de dotes y argumentos para definirla, apretado argumento para continuar escribiendo, el escenario debe leerse nuevamente con el escrúpulo y la creencia de lo que somos: cultura ancestral y frecuente; en definitiva, toda la cultura ecuatoriana debe reconocerse en su médula cultural. Relecturas necesarias sobre la identidad, la relación geográfica, mitad imaginaria, inventada, y vinculada al universo.
Rodrigo Campaña Escobar examina el paso de sus años, y me advierte que todavía insiste tal afirmación, la siento tras largas conversaciones y complicidades con las que he reconocido sin vulgaridades el aprecio y valor de la amistad, el respeto y la condescendencia; me dice que lo llame cercanamente “Rodrigo”, vencido por la timidez me resisto y recurro al diminutivo costumbre del ande o de los ecuatorianos.
Conocido cariñosamente por sus amigos, desde su infancia y adolescencia, como el Conejo Campaña, nació por Santo Domingo en el centro de Latacunga en 1922, un 1 de octubre, en la carrera Quito, en la cuadra de entre las carreras del Comercio o Sucre y carrera de Judíos o Bolívar, hoy calles: Guayaquil, entre Sánchez de Orellana y Quito. Trabajó como docente escolar durante 35 años, siendo profesor en periodos itinerantes y también prolongados en otras entidades educativas de la provincia; inició su trabajo docente en la escuela Manuel Salcedo y se jubiló siendo director de la escuela de niños Dr. Isidro Ayora. Sus ojos develan la misma fascinación ante el cuestionamiento inicial de insistirle: ¿(Rodrigo) cómo nació esa afición por la investigación y la arqueología? Mi padre, dice, Alfonso Campaña Silva , en ese entonces se ofició en una obra trascendental para Latacunga que contempló la
Poeta y escritor. Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador; egresado de Ingeniería en Diseño Gráfico por la Universidad Técnica de Cotopaxi. Miembro Correspondiente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” Núcleo de Cotopaxi, actualmente director editorial del Núcleo Provincial y director del Periódico Cultural Molinos Monserrat; Miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador por el Centro de Estudios Históricos de la Provincia de Cotopaxi, del cual es secretario general; Miembro de la Sociedad Bolivariana del Ecuador. Miembro de la Fundación Gabo, anteriormente conocida como FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Colaborador permanente en varias revistas literarias de Ecuador y del exterior, editorialista de varios medios de comunicación locales; mereció el Premio Nacional Paralelo Cero 2016.
4 canalización y la captación del agua potable para el centro urbano, yo lo acompañaba enancado en su caballo, en uno de esos viajes me sorprendió ver que en una de las zanjas se hizo el descubrimiento de vestigios de barro, sorprendido le pregunté a mi padre que ¿qué era aquello? él me dijo que eran unos pedazos de ollas incas. No me satisfizo la respuesta, buscaba ingenuamente un relato por réplica quizá más fantástico.
Este acontecimiento me marco para siempre, desde ese día me llamaban la atención la frecuencia de esos hallazgos que se hacían en esos trabajos, yo me cogía esos trocitos de cerámica y me embolsicaba, llegaba a casa y mi mamá, Rosa Elvira Escobar, me retaba, me reprendía, porque le dañaba con los pedazos de barro los bolsillos de la ropa.
Ciudad lejana, pues, en aquel tiempo el perímetro urbano se extendía desde El Salto, barrio de San Blas, barrio Caliente o del Arcuchaca, en su límite norte, hasta el puente de Nintinacaso hacia el sur; más allá era el campo, los verdes espacios ejidales junto a la aviación en el norte; los llanos de haciendas al sur; del otro sentido oriente occidente la loma del Calvario y el río Cutuchi, esa era la ciudad; quizá otra.
Dejamos el escritorio del despacho y Rodrigo Campaña me invita a seguir por un escondrijo apartado, imperceptible, oculto, ruta de escape, donde aparecen una serie de anaqueles situados al costado norte de su biblioteca; ante mis ojos develaba una colección privada que durante su vida ha recogido en hallazgos, adquisiciones espontaneas, -creo, la más nutrida colección particular que hayan visto mis ojos, si no la única de cultura precolombina en la ciudad; delicadamente ordenada, cronológicamente fichada en el rigor de un científico y arqueólogo, entonces me cuenta casi como un secreto que el formalismo por la arqueología llegó con la compresión, o más bien, con el compromiso.
No existían, y creo que hasta ahora –afirma, persona ni medianamente destacada en asuntos arqueológicos en la ciudad, al menos asumí ese compromiso, por ese entonces creí en la posibilidad de que la educación estaba en la práctica, en el hacer y el conocer, y más aún el de reconocer. (va diciendo mientras me orienta la diferencia entre el periodo de integración de las culturas del precolombino).Siendo director de la Escuela Isidro Ayora, pensé en la base principal de una educación con todos los elementos y materiales didácticos, allí nació la urgencia de esa herramienta elemental de la historia, de la identidad, de la cultura: la arqueología a través del impulso de un Museo, o algo que se le parezca.
En dicha escuela en uno de sus salones existían 4 o 5 piezas precolombinas, nunca supe cómo fueron a dar ahí, si tal vez en la construcción del establecimiento sucedió el hallazgo no lo sé, la certeza es que empezamos a crear una sección de arqueología y para ello pedimos el aporte altruista de los padres de familia quienes nos donaron piezas valiosísimas, también me encargue de comprar a los huaqueros, personajes indígenas en particular quienes encontraban yacimientos o vestigios de culturas aborígenes y que comercializaban libre o clandestinamente en aquella época sin referir su origen o procedencia.
En la ciudad no existía una sola persona que sepa sobre el asunto, alguien que fuera guía o referente en el tema, así que una mañana me dirigí hasta Quito a presentar mi inquietud en el despacho de la Dirección del Museo Nacional del Banco Central del Ecuador. Estaba revisando expedientes y saludé con el entonces director, Arquitecto Hernán Crespo Toral , quien me recibió y conversamos por horas, le comenté sobre mi proyecto, de inmediato surgió una complicidad muy profunda y se interesó por mi caso en particular. El director de una escuelita de provincia se disponía a la ardua tarea de instituir un museo arqueológico en Latacunga.
Desde aquel entonces lo visitaba en su despacho de manera regular, a veces su secretaria me decía que lo espere en el living, o él ordenaba que mientras lo esperara recorriera los predios del Museo del Banco Central del Ecuador por los stands de la reserva arqueológica. En una de esas habitaciones exhibían la momia de una muchacha hallada por los nevados andinos del Ecuador, intacta, natural indescriptible, llevaba una shigra o bolsa colgada de su cintura y todavía guardaba algunos racimos de hoja de coca. Hernán Crespo Toral me facilitó bibliografía actualizada y fundamental para mi iniciación formal sobre el tema arqueológico, recuerdo que me obsequió un ejemplar, imprescindible, de una destacada investigadora guayaquileña que me ayudo muchísimo. Fui vinculándome con otros arqueólogos, siguiendo las indicaciones de Hernán que sería mi maestro, y mi amigo personal. Desde ese encuentro durante largos periodos lo visité en varias ocasiones. Rodrigo Campaña Escobar fue elogiado y reconocido públicamente en un Congreso de arqueólogos de la región por su labor a favor de la cultura y arqueología ecuatoriana.
Rodrigo Vicente Campaña Escobar n. Latacunga1922 – f. 2022; Distinguido Docente y Director de la Escuela Fiscal “Isidro Ayora” por varios años, cuyo legado reflejó la creación del Museo de esta entidad. Periodista de varios medios de comunicación, dirigente barrial y deportivo, Concejal de Latacunga y Consejero Provincial de Cotopaxi, Miembro Correspondiente de la CCE núcleo de Cotopaxi y de la Sociedad Bolivariana de la misma provincia. Autor de los libros “Los Caras, su presencia indudable en Latacunga” y “Añoranzas” memoria autobiográfica publicada por el Núcleo en marzo de 2013.
ALFONSO MARÍA CAMPAÑA SILVA.h. l. de don Cipriano Campaña Jácome n. de Sigchos y de doña Mercedes Silva. Orientalista. Se desempeñó como Inspector Provincial de Aguardientes de León, Secretario de la Intendencia General de Policía, funcionario Municipal, bandolinista, autor de la letra del pasillo “Ojos”, musicalizado por el latacungueño César Viera Pérez, proporcionó valiosa información sobre el pasado de Latacunga al historiador Marco Karolys Baca, con quien mantenía cercana amistad. M. centenario en Latacunga. C. en Latacunga en 1906 c. Doña Rosa Elvira Escobar Robayo padres de Rodrigo Campaña Escobar.
“Arco de piedra”, en quichua, denominación con la que se reconocía antaño al barrio “Caliente” también denominado como llano de “Arcuchaca”.
…(de huaca) es el saqueo o saqueador de un yacimiento arqueológico, el término es utilizado en Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, y otros países con patrimonio arqueológico cultural andino.
A pesar de aquello – dice- nunca me invitaron a participar de un proyecto integral sobre arqueología en Latacunga. La novatada y el egoísmo destruyó vestigios valiosos de arqueología en nuestra provincia.
IMPORTANTE.
Cultura Panzaleo (500 ac - 500 dc) esta denominación, más que a una cultura determinada, corresponde a un componente cerámico minoritario de amplia dispersión, generalmente asociado a materiales de tradiciones cerámicas diferentes, propias de las zonas e que se ha encontrado. Recipientes con estas características aparecen por toda la Sierra norte central del país, así como en la zona de Quijos en la Amazonia. Su distribución sugiere una estrecha relación entre estas dos áreas, siendo su zona de fabricación el flanco oriental de la Cordillera Real. Tecnológicamente se caracterizan por el fino espesor de sus paredes, cuidadoso acabado de superficie y sonido metálico. Poseen una gran variedad de formas, donde sobresalen las grandes ollas esféricas, muchas de las cuales decoradas con rostros humanos, a menudo chagchando (mascando) coca y, en ocasiones, cubiertas por máscaras. Otras presentan motivos propios de tzantzas o cabezas - trofeo. Para tratarse de un grupo de especialistas dedicados al intercambio, en el cual habrían tenido un puesto destacado ciertos productos de la selva amazónica, como las plantas alucinógenas y los conocimientos shamanísticos.
Pocos han tenido la oportuna y necesaria visita a los museos arqueológicos de Cotopaxi, de manera particular de Latacunga. Para quienes por intencionalidad y esmero personalísimo aún conocemos del trabajo arduo y legado que ha brindado para esa constitución Rodrigo Campaña Escobar. Cuando cursé los años escolares Raúl Berrazueta, profesor, nos convidaba en ese sendero cultural reconocible acompañado de pláticas para admirar los vestigios de la cultura precolombina nuestra. El Museo arqueológico de la Escuela Isidro Ayora, el Museo de la Casa de la Cultura, las piezas arqueológicas del Centro Cultural Tilipulo, de administración Municipal, el último trabajo asistido por Rodrigo Campaña a la colección institucional arqueológica del n. Cuenca, 8 de diciembre de 1937 – f. Quito, 23 de marzo de 2008; fue un arquitecto, arqueólogo y museólogo ecuatoriano que cumplió un papel importante en la conservación de patrimonio cultural en Ecuador. trabajó 26 años en los museos del Banco Central del Ecuador, primero como director fundador del Museo Arqueológico y de las galerías de arte, y más tarde como director general de museos. Desde ese cargo dirigió investigaciones y restauraciones como la del complejo arqueológico de Ingapirca.
Colegio Particular Sagrado Corazón de Jesús, son algunos de los sitios a los que se puede asistir y admirar a esta cultura, la de los panzaleos, cosanga, colorado o tzhachilas. Es media tarde y la conversación declina. Le cuento que al conocer sobre la noticia del Nobel de literatura 2011, supuse sin equívocos la alegría que debió sentir; sonríe alagado: tengo el último libro del nobel, El sueño del celta, aun no lo leo, pero lo tengo. Hay autores que se leen con agrado, con dedicación, hay otros que no. Ahora a mi edad me doy cuenta que he sido un lector compulsivo cogía una cosa y leía hasta que se acabe. Libro, revista, periódico lo que sea, ahora me pongo a pensar que no tengo tanto tiempo y sólo leo lo que me gusta, justifica Rodrigo mientras devuelve el ejemplar a la fila de libros. Repaso las revistas, las hojeo ligeramente, si me gusta y tengo interés lo leo sino no lo hago. Me topé con un caso por primera vez en la vida donde me compré un libro y no pude leerlo, no podía; me dije: estoy perdiendo el tiempo. Cuando coges un libro de Vargas Llosa y principias es posible que nunca termines, es tan interesante, tan dócil para seguirlo. Hay textos tediosos, hay algunos autores que a lo mejor los desconozco mejor ni los considero. Rodrigo Campaña, vargasllosista hasta la médula, se despide y pide que vuelva, porque las entrevistas, las conversaciones, como la vida, son infatigables y únicas.
Nota del Editor: En el empeño de la empresa editorial liderada por la UTC con el proyecto Bicentenario 1809 – 2009, para imprimir el primer tomo, de 20, en coautoría y coordinación con Franklin Barriga López y Francisco Ulloa Enríquez, de la enciclopedia de la provincia de Cotopaxi, resultaron acercamientos y la participación de varias personalidades y comprometidos talentos locales y nacionales sobre el tema; en varias sesiones que superaron el sondeo periodístico para dar paso a una complicidad nutrida en años que sesgaron en amistad profunda, superando incluso la diferencia generacional marcada por los años. Siete entrevistas entre el invierno de 2008, un diálogo abierto acompañado de Marco Karolys Baca, para diciembre de 2010, sellaron esta crónica que replicamos en el periódico como homenaje a destacado intelectual que durante años aportó con su comentario e insistencias investigativas sobre nuestra Latacunga y que falleciera el pasado miércoles 16 de febrero de 2022 cercano a cumplir cien años de vida. Replicamos esta crónica publicada en Cotopaxi Magazine contextualizada a la reivindicación actual.
(Del quichua shicra). 2. Bolsa tejida.
LATACUNGA, CIUDAD PATRIMONIAL
Señalado este año; entre otras fuentes, así lo confirma la versión de Echeverría; lo denomina “viejo veterano de los cataclismos del Cotopaxi”.
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Febrero - 2023
mayo - 2022
En la Red de 22 Ciudades Patrimoniales del Ecuador, establecida por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, se halla Latacunga, desde mayo de 1982, debido a sus especiales características no solamente arquitectónicas. Esta urbe tiene admirables particularidades que, en ocasiones, no han sido suficientemente valoradas, por eso es imprescindible bien planificados trabajos de concienciación ciudadana, para elevar la autoestima y afianzar el sentido de pertenencia.
Cronistas y viajeros ilustres informan respecto a la fisonomía de Latacunga; entre ellos, Pedro Cieza de León, en la primera mitad del siglo XVI, narró que en el pueblo y los grandes aposentos de Latacunga había edificios tan principales como los de Quito, inclusive con ovejas de oro que exornaban sus paredes, como el correspondiente al rey inca que tenía palacio, templo y vírgenes (mamaconas) para su servicio. Esto refleja la nombradía latacungueña desde la prehispanidad. En el siglo XVIII, el P. Juan de Velasco, que vivió en Latacunga considerable tiempo, ratificó lo relatado por Cieza de León, añadiendo que en tiempo de los españoles fue una de las más principales y ricas, con edificios grandes, cómodos y muy hermosos, hechos todos de piedra pómez labrada y de cal, sobre bóvedas y arquerías, unos cubiertos de teja y otros de vistosas azoteas.
Lamentablemente, terremotos y erupciones volcánicas atentaron a lo que constituyó demostración de singular progreso; con ello, se produjeron emigraciones de valiosos elementos y el permanente temor sobre posibles fenómenos naturales de naturaleza catastrófica, como los terremotos de 1698, 1757 y 1797. Un auténtico valor cotopaxense, Juan Abel Echeverría (1853-1939), dejó ilustrativa crónica de título “El Cotopaxi, breve memoria de la catástrofe del día martes 26 de junio de 1877”. Aseveró que el tremendo aluvión llegó hasta dos cuadras antes de la plaza principal y que, de todos los molinos, se salvó únicamente el de bóveda de Nuestra Señora de Montserrat, construido en 1756 (en varias publicaciones yo he señalado este año; entre otras fuentes, así lo confirma la versión de Echeverría); lo denomina “viejo veterano de los cataclismos del Cotopaxi”.
Esta referencia, efectuada por ese testigo presencial, es muestra de lo que sufrió Latacunga por efecto de la furia de la naturaleza; a veces, la destrucción fue total. No obstante, han quedado testimonios arquitectónicos en los que late la presencia de un ayer digno de la remembranza, de la razonada admiración y del espontáneo y desinteresado elogio, para motivar trascendentales realizaciones y no quedarse en el estéril lamento o en la contraproducente desunión: Ya hice referencia a los Molinos de Montserrat, remodelado y convertido, desde 1968, en reconocido centro de cultura; el Palacio Municipal, construido, en más de un cuarto de siglo, de piedra pómez, la espuma del volcán tutelar; Santo Domingo, donde estuvo localizado el cuartel realista, tomado por los patriotas el 11 de Noviembre de 1820, nuestra fecha más emblemática; la Catedral y los otros templos, con obras artísticas de relieve; el estupendo monumento del parque principal; el suntuoso inmueble del Colegio Vicente León, por el que han pasado incontables generaciones, entre ellas personajes realmente descollantes, o el que alberga a la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE Latacunga, asentado en el sitio donde funcionó la célebre fábrica de pólvora, de gran protagonismo en las jornadas libertarias y no solamente de Latinoamérica; el de la Gobernación, con su definida estampa y efigie de autoridad; la Casa de los Marqueses que rememora pasadas glorias, en fin, cuántos otros referentes dignos de resaltarse, como esa manifestación de teatro religioso y épico, la Mama Negra, donde se funden las raíces indígenas, españolas y africanas, destacando el expresivo sincretismo y el prevaleciente mestizaje.
Doctor en Ciencias Sociales, Políticas e Internacionales; escritor, periodista, investigador y catedrático. Ex director de la Academia Nacional de Historia del Ecuador; Presidente del Congreso Americano de la Libertad integrado por los directores de las Academias Nacionales de Historia de nuestro continente. Posgrado: Universidad Complutense (Madrid) y CLAD (México D.F.) e Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador.Director Académico del Instituto Ecuatoriano de Estudios para las Relaciones Internacionales, además es miembro del Grupo de Observadors Latinoamericanos. Miembro de Honor y ex Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo de Cotopaxi; miembro de la Real Academia Española de la Legua; reconocimientos iberoamericanos entre doctorados honoris causa. Ha escrito varios libros como numerosos artículos en revistas y periódicos en Iberoamérica que superan la centena.
Calle De Judíos (1.920). Foto Ideal” de Eliécer León Granja. Antigua calle que en la colonia se la llamaba “Del Tambo”, luego “De judíos”, y en la actualidad calle Quito.
El espíritu hospitalario del latacungueño, el aporte de genuinos pensadores, junto a tradiciones de muchedumbres y también de prosapia, hasta la encarnada en las chugchucaras, el queso de hoja, las hallullas o allullas (se escribe de ambas formas) y la mashca patronímica, hacen un todo nada común. Ello y mucho más, dentro del ámbito de la Historia, las letras y la creación artística y artesanal, del trabajo edificante y del característico don de gentes que llamaban los antiguos, con el incomparable Cotopaxi de fondo, el mayor de los símbolos que jamás podrá ser arrebatado a nuestra provincia, a la que ha proporcionado su universal nombre, figura y altivez. Con abundancia se puede escribir sobre Latacunga que, como el ave fénix, renació de sus cenizas, de sus ruinas, gracias al temple, de extraordinaria porfía cívica y amor por su lar nativo, de los coterráneos. Felizmente, no se ha perdido el trazado urbanístico y propio que data del siglo XVI, basado en el tablero de damas, como es lo genuino de las más interesantes urbes europeas, donde se conserva, con veneración, al noble adoquín, que cuando más viejo tiene mayor significado, lo que brinda ese añejo y cordial aire a las ciudades dignas de ser admiradas y que no desaparecen nunca de la retina y del recuerdo del visitante. De similar manera, se puede todavía apreciar en Latacunga señoriales casonas, algunas restauradas, con frontis y entrada de piedra y hueso, jardines bien cuidados y maceteros con vistosas flores, ventanas enrejadas, anchas paredes de cascajo, sólidas y atractivas columnas, balcones y ventanas de hierro forjado, arcos bien hechos, cubiertas de teja roja y musgosa, calles estrechas y entrañables -que se han salvado de la devastación de las fuerzas naturales y de conocidas inconsecuencias de los humanos- donde en ciertas esquinas los estudiantes nos apostábamos, respetuosos, en pequeños grupos, a mirar el paso del río de colegialas que se deslizaba frente a nuestros ojos, lo que perdura en nuestro corazón, por haber estado en esa plácida corriente de afecto quienes serían, poco después, nuestras novias y, luego, esposas.
Escribo estas remembranzas añorando la solariega casa de mis abuelos donde había quindes, canarios y gorriones, también un estanque con peces de colores; se localizaba en la esquina de las calles Sánchez de Orellana y General Maldonado, frente al Palacio Municipal. Existen demasiados motivos para llevar nuestra raigambre latacungueña siempre en lo alto, con sano y enraizado orgullo.