El ‘valor añadido’ de la valoración y la tasación inmobiliaria Fernando Fuente, Vicepresidente CBRE Valuation Advisory La importancia de las tasaciones al igual que las valoraciones inmobiliarias ha ido en aumento en los últimos tiempos. Por ello, procedemos a analizar ambos términos aplicados al sector inmobiliario. Valoraciones y Tasaciones. Tasaciones y Valoraciones. Dos conceptos que han convivido en España a lo largo de las últimas décadas con sutiles diferencias teóricas que han llevado a importantes divergencias en el plano más práctico y de composición de lo que se conoce como “valor”, abriendo el camino a un eterno debate en el mercado de cara a su conveniencia y aplicación. Los argumentos a favor y en contra de cuál de las dos bases de valor es la más acertada -si “valor de mercado” o “valor de tasación”- se reproducen en ambos casos. Ante una toma de decisión entre una u otra alternativa, hasta ahora suele prevalecer el coste de oportunidad e idoneidad, en vez de las necesidades reales de cada situación y, por tanto, sus fundamentales. Los activos inmobiliarios tradicionales -como son los inmuebles en renta, la promoción inmobiliaria o el suelo- han sido históricamente valorados por métodos totalmente equivalentes entre una y otra normativa, pero es su fin dispuesto lo que ha hecho y materializado sus diferencias. La normativa ECO, que regula el valor de la tasación inmobiliaria, tiene como fin la garantía ante un tercero y como valor el precio mínimo que se podría alcanzar con la enajenación y venta del activo inmobiliario. Esta normativa coexiste en España con la norma internacional RICS, basada en una relación de independencia, claro está, con el cliente y aboga por un valor de mercado que refleja el precio máximo que el colectivo estaría dispuesto a pagar en una situación perfecta del entorno. Sin embargo, aunque ambas normativas conviven en nuestro país, sus diferencias fundamentales terminan por descontar una divergencia sustancial en la consecución del objetivo final del ya comentado “valor”. Es ahora, tras superar los años más turbulentos y de ajuste, cuando volvemos a los pilares fundamentales de la valoración inmobiliaria para reinventarnos en esta nueva etapa de crecimiento y así poder aportar dos de las palabras que la sociedad y el mercado repite constantemente: valor añadido. Se trata del principal objetivo que perseguimos en CBRE frente a nuestros clientes y socios, y una de nuestras señas de identidad. Nuestros pronósticos acerca de la evolución del ámbito de este sector nos hacen pensar en una mayor unión de las normas que conviven en nuestro país con el propósito de tener un papel clave en las decisiones inmobiliarias. Y es ahí, con la unión y globalización, donde la capacidad de discernir las necesidades se realizará casi como un acto reflejo. Esta convergencia hará más sólido aún al experto independiente en cuestión de “valor” y le preparará para afrontar los dos principales retos que afloran en el mercado: el tecnológico y el de la especialización.