Revista Cazamoscas Nos 3 y 4

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Debate ¿Para qué Filosofía en Época de Crisis?

Pensadores un esfuerzo más… por comprender la pregunta… por comprender no la ausencia de sentido sino la necesidad de tener sentido. Por escuchar en la voz del poeta, la exigencia de pensar en un tiempo que-da-que-pensar. Hölderlin se infiltró en la filosofía. Es preciso escucharlo de nuevo: “Cierto que es estrechamente limitado nuestro tiempo de vida, y el número de nuestros años los vemos y contamos, pero los años de los pueblos ¿los han visto ojos perecederos? Aun si el alma sobre tu propio tiempo nostálgica vibre, doliente quedas tú en la fría ribera donde los tuyos, y jamás los conoces”. En la voz del poeta se expresa la finitud del hombre. El hombre es un SER FUGAZ. Un acontecimiento que tiene lugar entre lo que perdura y lo que se desvanece. Fugaz permanencia. ¿Qué podemos decir de la época ante esta implacable disolución? “Lo que fuimos ya no lo seremos. Y la imagen, que oscilante, construimos, el yo que nos define, en cualquier momento se estalla, como personaje que es de una ficción. La vida”. Despojado de toda eternidad, el hombre acaece. En la voz del poeta se expresa la muerte del hombre. Ante sus propias limitaciones, el hombre no es más que un desgarrón, un desgarramiento. “Cierto que es estrechamente limitado nuestro tiempo de vida…” Dice el poeta. Como epifanía pasajera, la eternidad es esquiva para los mortales. Exclusiva propiedad de los dioses. Las formas de la existencia son maneras de lo efímero. Sentimos la nostalgia. El hombre es un tránsito entre el ser y la nada. Se transforma. Porque la vida de los hombres no está libre de sus figuras y configuraciones. Se hace y se deshace. Se aploma y se desploma. No quedan más que vestigios del perecimiento, de las muchas finitudes que componen una época. La imagen del mundo moderno es el desencantamiento. Una sombra que se posa sobre el orden y el desorden… “Esta será siempre la sombra invisible que cae sobre todas las cosas cuando el hombre ha devenido sujeto y el mundo imagen” pensaba Heidegger. De su escritura brotan sin descanso la transgresión y lo sublime, el horror y la nostalgia. Ser para padecer. Perecer. Hölderlin re-signa el mundo y se resigna ante la época del mundo. Poéticamente sabe que somos seres de paso… y su verso nos dice: y el número de nuestros años los vemos y contamos… y su pregunta nos aterra: pero los años de los pueblos ¿los han visto ojos perecederos? Sólo nos es dado el testimonio de nuestras propias vidas. Cada uno de nosotros está dotado de ojos perecederos, incapaces estos, por su finitud, por su limitado tiempo de vida, de contemplar los años de los pueblos, que son los años de una época. Testigos de finitudes insustanciales, los hombres nos resignamos ante la aurora y el ocaso 193


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