Cartas a una profesora

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SEGUNDA VENGANZA La segunda venganza es esta carta. Trabajamos todos juntos en ella. Hasta Juan trabajó. Su padre está en el hospital. Hay que ver que mirada de hombre le ha salido este año. Ya es tarde para seguir estudiando, y en la casa hace falta su sueldo de aprendiz. Pero cuando supo lo de esta carta nos prometió que iba a venir algún domingo para ayudarnos. Al final vino. La leyó. Nos indicó palabras o frases demasiado difíciles. Nos recordó algunas maldades sabrosas. Nos autorizó a que lo pusiéramos en la picota. Es casi un autor principal. Pero no se consuelen con tan poca cosa. Se volvió un cargo de conciencia para ustedes. Todavía no se sabe expresar. ESPERAMOS UNA CARTA Ahora nos quedamos esperando una respuesta. Tendrá que haber alguien, en un instituto normal cualquiera, que nos escriba: “Queridos muchachos: No todos los profesores son como esa señora. No sean racistas ustedes también. Aunque no estoy conforme con todo lo que dicen, se que nuestra enseñanza no sirve. Solo una enseñanza perfecta puede permitirse rechazar a la gente nueva y a las culturas distintas. Y la enseñanza perfecta no existe. No lo es la nuestra ni la de ustedes. De todos modos, los que quieran ser maestros, vengan a dar los exámenes aquí. Tengo un grupo de colegas dispuesto a hacer la vista más que gorda para ustedes. En pedagogía les preguntaremos solo de Juan. En italiano, que nos cuenten como hicieron para escribir una carta tan linda como esa. En latín, alguna palabra antigua que emplean los abuelos de ustedes. En geografía, la vida de los campesinos ingleses. En historia, las razones por las cuales los montañeses bajan a la llanura. En ciencias, nos hablaran de los sarmentos y nos dirán el nombre del árbol que da cerezas.” Esperamos una carta así. Confiamos en que va a llegar. Nuestra dirección es: Scuola di Barbiana Vicchio Mugello Firenze (Italia)

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