DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE ARQUITECTO FERNANDO BELAUNDE TERRY AL RETORNO DE PUNTA DEL ESTE
Qué me aplaudes pueblo peruano, si tú mismo has hablado por mis labios. Qué me aplaudes si estoy aquí porque tú lo quisiste. Qué me aplaudes si fui a Punta del Este porque tú me mandaste. Y qué laureles me alcanzas, si tú te los ganaste. Debo al pueblo peruano muchos honores, pero nunca tan grande honor como este que acabo de vivir, en que no sólo fui alentado por los propios, sino por todos los peruanos, en que se hizo un maravilloso momento de tregua no pactada, ni escrita, una especie de tregua oral como en el tiempo de los viejos peruanos, en que todos sin excepción quisieron apuntalarme para que fuera fuerte y claro y peruano en Punta del Este. Que me aplaudes si toda la prensa, si todos los órganos de difusión, radial o televisiva depusieron las banderas de su preferencia para dejar a tope solamente el pabellón nacional, con esas armas como no iba yo a poder hablar por mis modestos labios el lenguaje del Perú que es el lenguaje de América. Por algo el idioma nativo se llamó antaño la lengua general del imperio, por algo respetando el dialecto local el quechua se fue en un vuelo invisible desde él Cusco hasta Quito, por algo los pioneros de la integración en América somos los peruanos. Y por ello interpretando el sentir de un pueblo, interpretando el sentir generoso de mi propia gente y de mis propios correligionarios he querido actuar con amplitud y por eso cuando el presidente de Santo Domingo mencionara el nombre de adversarios políticos me levante a estrecharle la mano y agradecerle a nombre del Perú. América a comenzado a cobrar mayor conciencia de sí misma, sin duda ha mirado los mapas antiguos del Tahuantinsuyo y de la Colonia, sin duda ha visto que la división extrema en muchos países fue un error evidente en los primeros días de la emancipación y en la reagrupación tienen que decir su palabra los pueblos que tienen un pasado de hermandad y una ley de hermandad peruana que yo quiero que sea la ley rectora de la unidad de todo un hemisferio. Nosotros no fuimos iniciadores de la cita de presidentes, ni tan poco concurrimos a ella en busca de una panacea, fuimos a cumplir un deber de solidaridad y comprendiendo que el sólo hecho de reunirse los jefes de Estado constituía ya acto histórico en América, pero fuimos con plena fe en el futuro de este continente, nos constituimos ahí con nuestra actitud amplia, porque no fuimos a buscar a Punta del Este un muro de lamentaciones, sino y la encontramos una fuente de esperanza, porque no queremos una América pequeñísta, quejumbrosa o llorona, sino una América risueña y optimista y como es el pueblo peruano. Yo me he sentido feliz de sentarme en una mesa redonda con hombres que comparten similares responsabilidades y lo único que he hecho es hablar la verdad sin agravio y sin lisonja, comprendiendo la dignidad del Perú de un país que no lo espera todo del exterior pero que si espera mucho de sí mismo porque conoce su propia historia y hay que dar a la interrelación de nuestros