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Bendito Más Allá de Toda Medida: Conoce a la Feligresa Peggy Steel

Fe y familia: para la feligresa de San Isidro, Peggy Steel, estos son los dos pilares que la han ayudado a superar los altibajos de la vida.

Nacida en una familia típica Católica, Peggy tuvo la suerte de tener una tía que era monja de Notre Dame. Ansiosa por asegurarse de que su sobrina estuviera debidamente preparada para sus sacramentos, convenció a la madre de Peggy de que la enviara a Notre Dame Belmont por un mes o dos mientras Peggy se preparaba para su Primera Comunión y Confirmación.

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“Me impresionó tanto esa experiencia que les rogué a mis padres que me enviaran permanentemente a una escuela Católica,” dice Peggy. “Entonces, comencé a asistir a la escuela Católica en mi octavo grado en Marysville.”

Esta experiencia educativa tuvo una profunda influencia en la vida de Peggy, sentando una base firme en la que ella confiaría en los años por venir, particularmente como esposa y madre. Peggy conoció a su esposo, Robert, cuando era un joven estudiante universitario en la víspera de Año Nuevo de 1946.

“Es realmente una buena historia,” dice Peggy. “No tenía pareja para la víspera de Año Nuevo y su madre me llamó ese día y me dijo que había vuelto de la universidad. Él había estado en el servicio y necesitaba una cita, así que su madre me preguntó si iría con él. Como solía decirles a mis hijas, ninguna mujer que se respete a sí misma habría dicho ‘sí’, pero yo lo hice y para el próximo noviembre éramos marido y mujer.”

Robert y Peggy llegarían a tener 10 hijos juntos, una experiencia nueva y emocionante para Peggy, que era hija única. Se mudaron a Yuba City y se convirtieron en feligreses fundadores de la Iglesia Católica San Isidro.

“Creo que fue en el 1955 cuando la parroquia comenzó en Yuba City,” dice Peggy. “Eso estaba mucho más cerca de donde vivíamos, así que empezamos a ir allí. Conocíamos bastante bien al pastor fundador y luego trasladamos a nuestros hijos de la escuela pública a la escuela de San Isidro.”

Como la mayoría de las madres jóvenes, Peggy se involucró mucho en la escuela. Ella era una parte activa de lo que entonces se llamaba el Club de Madres y trabajó duro para ayudar a recaudar fondos y apoyar la escuela. Como madre de diez hijos, el tiempo siempre fue limitado; sin embargo, Peggy hizo todo lo posible para colaborar y ayudar siempre que fuera posible.

“Por supuesto, no tuve mucho tiempo para hacer muchas cosas, pero ayudé donde pude,” dice Peggy. “Fui presidenta del Club de Madres en un momento, como tantas otras, y siempre asistimos a Misa fielmente como familia e hicimos todo lo posible para que la fe fuera parte de nuestra vida. Mi esposo fue un gran apoyo en eso, solo una de esas personas con las que siempre puedes contar y apoyarte.”

Ahora viuda y con una casa vacía, Peggy sigue involucrada y vive su fe. Ella asiste a Misa todos los días siempre que puede, describiendo la Eucaristía como su gran consuelo en la vida, y es un miembro activo de la Sociedad San Vicente de Paúl.

“Escuché que necesitaban a alguien y decidí que podía ayudar en eso,” dice Peggy. “Me encanta conocer a la gente, ver cómo algunos de ellos viven con estas necesidades realmente difíciles, y poder ayudarlos.”

Peggy dice que está profundamente agradecida por los regalos de su familia y su fe. Son los que la mantienen viva, especialmente desde que Robert falleció hace más de 20 años.

“Amo mi parroquia y creo que es especialmente buena,” dice Peggy. “Nuestros pastores y asistentes han sido todos hombres santos muy agradables. Estamos tan bendecidos aquí en San Isidro.”