Memoria de actividades del Casal dels Infants de 2011

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Memoria 2011

Primer Concurso Literario

COLORES SOBRE UN FONDO EN BLANCO Y NEGRO Es un día más de Abril. Me parece la misma tarde de primavera, cuando ayudaba a mi hijo Pol a hacer sus deberes de la escuela. Problemas de matemáticas y preguntas sobre un texto de la Leyenda de San Jorge… Mis padres se habían esforzado para llevarme a una buena escuela y verme en la Universidad y, por todo aquel esfuerzo, pude ayudar a mi hijo. Recuerdo esos libros en catalán y sus libretas con buena letra y todavía los guardo, a pesar de que Pol ya es mayor. Ahora es médico, trabaja en un hospital y tiene un futuro lleno de oportunidades. Pienso en aquella tarde sentada en la mesa con mi hijo sin nostalgia. No la siento desde que estoy en el Casal, junto a Raissa, Ali y Omar, ayudándoles a hacer sus deberes. Sus madres nacieron en un pueblecito de Marruecos, no fueron a la escuela, no saben hablar catalán y no entienden lo que dicen los libros de sus hijos, pero los llevan a una buena escuela y quieren verlos en la Universidad. También guardan sus libretas con buena letra y bajo el velo que llevan en la cabeza esconden la nostalgia de su infancia en el pueblo donde nacieron. El mismo esfuerzo de padres, la misma Leyenda de San Jorge, velos nuevos de esperanza y una tarde que parece repetida para un futuro que quiere ser diferente. Da igual que hayan pasado 25 años... vuelve a ser Abril en la hoja del calendario y en el de una libreta para llenar. No se llama Pol, pero le ayudo a hacer los deberes, como lo quisiera hacer su madre; para que llegue a ser médico, trabaje en un hospital y su futuro esté lleno de oportunidades. Y no estamos

solos, son muchos los que nos explican cómo es el lugar de donde vienen y muchos quienes les explicamos cómo es el lugar donde estamos y juntos dibujamos un mapa diferente del que hay en los libros de geografía. No hay lugar para la añoranza en esta sala llena de vidas, libretas, juguetes, paredes forradas de dibujos de muchos colores sobre un fondo en blanco y negro y la luz del sol que entra contento por las ventanas del Casal contagiándonos su insistencia de volver cada tarde para vernos reír y vivir juntos, en el mismo espacio y en un mismo mundo que todavía no está en los libros de geografía. Al terminar la tarde, a Raisa, Alí y​​ Omar les han venido a buscar sus madres para ir a casa. Con los deberes hechos y la sonrisa en los labios harán el camino hablando en su dialecto de cómo les ha ido el día y de lo que harán mañana. Mañana seguiremos llenando las libretas con buena letra, escondiendo la nostalgia bajo el velo, unidos al esfuerzo de unos padres para que estos niños sean médicos o mecánicos, trabajen, tengan un futuro lleno de oportunidades y siguiendo a la mesa sabiendo qué dice en los libros de sus hijos. Cae la tarde también para los que volvemos a casa con la misma sonrisa que los niños y sus madres han llevado para hacer su camino. Hay más color en las calles y en las vidas desde que unos y otros no usamos el blanco de ignorancia y el negro de incertidumbre para pintar un paisaje donde el cielo es tan azul como el mar que compartimos, la tierra es del mismo verde que el color de la esperanza y el sol nos acaricia a todos con pinceladas de rojo y amarillo. Ir al Casal es como volver a abrir aquellas libretas de Pol con buena letra, donde él escribía a mi lado, una tarde de primavera, el camino hacia su futuro. Es un día más de Abril.

Montserrat Marquès, ganadora del Primer Concurso de Relatos del Casal dels Infants 35


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