Recuerdos y añoranzas 2

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-Es que me he caído, papá y se ha salido un poco caldo del cocido. -Seguro que irías corriendo, le dijo el padre conociendo como conocía a su hijo. -No, papá, es que había una piedra en el camino y tropecé. No se le dio mayor importancia al hecho. Vicente se alegró que no hubiera ido el percance a más. Pues si su padre se entera que iba corriendo detrás de una banda de perdigones pequeños, seguro que no le habría gustado. José, otro de los trabajadores, fue sacando el cocido con un largo cazo y repartiéndolo en 10 platos de aluminio que había en el suelo. La carne, el tocino y la morcilla los fue apartando en un plato más grande. Hizo la distribución de una forma equitativa, menos a los niños que les puso un poco menos y distribuyó la carne entre todos los platos. Empezaron a comer. Cada uno tenía un vaso al que ponían gazpacho con un cazo que había dentro del barreño en donde estaba. La conversación era sobre la siega, la agricultura y el tiempo que podía durar la temporada de trabajo. Los niños atentos a la conversación de los mayores sin perder ripio de lo que allí se decía. El sol, las dos de la tarde, caía a plomo sobre las ardientes tierras, como queriéndolas calcinar. Menos mal que las dos encinas daban frescor al ambiente. -¡¡Ay!! gritó Vicente, levantándose de un salto del suelo. -¿Qué te pasa?, le preguntó el padre. -Nada, papá, que me he pinchado con alguna espina. -Pues siéntate otra vez y sigue comiendo. Vicente se sentó y siguió comiendo, pero no dejaba de rascarse el cachete del culo por encima del pantalón El padre que se dio cuenta, le dijo: ¿Qué te pasa, que no dejas de rascarte? -Es que me pica, papá. -¡Quítate el pantalón, a ver si te has clavado alguna espina. Vicente se puso otra vez de pié y sin pensarlo dos veces se quitó los pantalones y parte de los calzoncillos de tela que llevaba. De entre las ropas saltó un enorme ciempiés de unos diez centímetros, que rápidamente empezó a correr por la tierra para huir. Uno de los segadores, veloz como el rayo, cogió una hoz y con el mango le asestó un golpe 64


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