Recuerdos y añoranzas 2

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La Inmaculada Concepción, Patrona de Infantería.

Amaneció el 8 de Diciembre con unas nubes impertinentes que amenazaban con estropear el día para los infantes, multitud de infantes que estaban en Toledo para conmemorar y agasajar a su Patrona: La Inmaculada. No íbamos a prescindir de participar en todos los actos previstos en la Academia de Infantería por un quítame allá unos chubascos. Ni el mismísimo diluvio universal impedirían que todos nos reuniésemos en el magnífico recinto militar para cumplir con nuestra devoción y nuestra obligación. Nos trasladamos a la Academia sobre las 10.00 h. Una vez más, al entrar en el recinto sagrado, que para mí lo es la Academia de Infantería, se me erizaron los pelos de emoción. Recordé el soneto de D. Francisco de Quevedo pensando en lo que llevaba camino de convertirse nuestra Academia: Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo; vi que el sol bebía los arroyos del yelo desatados, y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa; vi que, amancillada, de anciana habitación era despojos; mi báculo, más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. Quevedo

Ojalá y este soneto no sea una premonición y no se hagan realidad mis negros presagios. Por parte del anfitrión, mi hijo, recorrimos algunos espacios y galerías de la Academia: La Galería de los Laureados, (cuantos héroes yacían entre sus paredes, vivos en nuestra memoria y en la Historia); allí sus 268


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