Guillermo de Ockham 7_1

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Vol. 7, No. 1. Enero-Junio de 2009 - ISSN 1794-192X

Revista CientĂ­fica





REVISTA CIENTÍFICA

Vol. 7 No. 1 •Enero-junio de 2009 • ISSN 1794-192x Universidad de San Buenaventura Cali

Aceptada en el Índice Nacional de Publicaciones Seriadas, Científicas y Tecnologías Colombianas Incluida en los centros de documentación Publindex, Latindex y Dialnet.


La revista científica Guillermo de Ockham, de periodicidad semestral, es un espacio multidisciplinar para divulgación de los avances y los resultados de proyectos de investigación, dirigida a toda la comunidad científica y académica que indaga dentro de los distintos campos del saber y a las instituciones interesadas en la producción de conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación.

Volumen 7 - No. 1 Enero-Junio, 2009 ISSN 1794-192X Correo electrónico: investigaciones@ usbcali.edu.co DIRECTIVOS DE LA UNIVERSIDAD Fray Álvaro Cepeda van Houten, ofm

Editor Científico Ángela Rocío Orozco Zárate Editor Técnico Claudio Valencia Estrada COMITÉ EDITORIAL Gabriel Jaime Alzate O.

Centro de investigaciones universidad de san buenaventura cali

Karen Sierra Ortíz

facultad de psicología universidad de san buenaventura cali

César Mejía Zuluaga

facultad de psicología universidad de san buenaventura cali

Francisco Martínez Fresneda, ofm facultad de educación universidad de murcia - españa

Víctor Manuel Quintero

consultor procesos de desarrollo social, cultural, económico y local

Ruby Cháux Rugeles

rector

directora biblioteca universidad de san buenaventura cali

Fray Hernando Arias Rodríguez, ofm secretario general

asociación cultivadores de la caña de azúcar –asocaña– cali, colombia

Juan Carlos Flórez B. director académico general

instituto universitario de ciencias de la educación, universidad de salamanca, españa

Félix R. Rodríguez B. director administrativo general

Oscar Gerardo Ramos

Francisco López Segrera

COMITÉ CIENTÍFICO Evangelina Norma Contini de González

Juan Javier Vesga director de planeación

DOCTORADO EN PSICOLOGÍA, UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN, SAN MIGUEL DE TUCUMÁN, ARGENTINA

Ángela Rocío Orozco Zárate directora centro de investigación bonaventuriana (cib)

ESCUELA DE INGENIERÍA DE SISTEMAS Y COMPUTACIÓN, UNIVERSIDAD DEL VALLE, CALI - COLOMBIA

Ricardo Bastidas director de proyección social

Carlos Mauricio Gaona Cuevas Héctor García Olvera

FACULTAD DE ARQUITECTURA, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, MÉXICO DF

María Verónica Gottret

CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN AGRICULTURA TROPICAL –CIAT– CALI - COLOMBIA

Luis Jiménez Herrero

Forma de adquisición de la Revista Científica Guillermo de Ockham: Compra, canje o suscripción.

Francisco Martínez Sánchez

Precio unitario de venta al público año 2009: $15.000.

Marco Raúl Mejía Jiménez

Precio de suscripción anual (dos números): Colombia $30.000 Exterior US$15 Incluye gasto de envío

Claudio Valencia Estrada coordinador editorial bonaventuriana

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE, MADRID - ESPAÑA

Ernesto Fernández Riva corrección

FACULTAD DE EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE MURCIA - ESPAÑA

Diseño y preprensa Editorial Bonaventuriana

UNIVERSIDAD DISTRITAL, FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS, INVESTIGACIONES, BOGOTÁ - COLOMBIA

Impresión Feriva S.A. - Cali Traducción

Lic. Claudia Inés Aponzá, Docente Tiempo Completo, Centro de Idiomas, Universidad de San Buenaventura Cali

Universidad de San Buenaventura Cali PBX: (57) (2) 488 2222 Fax: (57) (2) 318 2200 A.A. 25162 www.usbcali.edu.co www.usbcali.edu.co/revista_ockham La Umbría, carretera a Pance Cali, Colombia

Juan Carlos Pérgolis

MAESTRÍA EN ARQUITECTURA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, BOGOTÁ - COLOMBIA

Fabio Jurado

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, BOGOTÁ, D.C.

LECTORES PARES DE ESTE NÚMERO Esperanza Gaona Pérez José Luis Grosso Sara Victoria Alvarado Miralba Correa Restrepo Oliver Bolívar Quijano Valencia Jemay Mosquera Téllez Pedro Jesús Rocha Salavarrieta Carlos Alberto Jaramillo Rojas Alberto Valencia Gutiérrez

Periodicidad: semestral. Correspondencia, suscripciones y solicitudes de canje: Biblioteca, Universidad de San Buenaventura Avenida 10 de Mayo, La Umbría, Vía a Pance Cali, Valle (Colombia) Teléfonos: 318 22 33 - 318 22 46 Correo electrónico: rchaux@usbcali.edu.co

Ilustraciones de Cali Arquitecta Susana Jiménez Correa.


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Editorial

Ciencia 13

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Efecto de las concentraciones salinas en la inhibición de Leuconostoc mesenteroides en un ingenio azucarero del Valle del Cauca / Effect of salt concentration on the inhibition of Leuconostoc mesenteroids in a sugar mill in Valle del Cauca Johany Ángel, Raúl Cuervo M., Heiber Cárdenas, Jorge Antonio Durán, Luis Fernando Mejía, Gloria Rodríguez de la Pava

Mentes, videojuegos y sociedad. Algunos puntos cruciales para el debate / Mind, video games, and society: Some key points for discussion César Mejía Z., Manuela Rodríguez Mora, Beatriz Castellanos Jaramillo

Educación superior latinoamericana. Factores claves que tipifican la educación superior en América Latina hoy / Higher Education in Latin America. Key factors that characterize higher education in Latin America today.

Martha Lucía Ramírez Pérez

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57

69

83

105

Primero afirmar, luego integrar: la interdisciplinariedad y las ciencias sociales / First asserting, then integrating social sciences and interdisciplinarity Johnny Javier Orejuela

Desplazamiento forzado en Florida, Valle del Cauca. Mujeres, territorio y cultura / Forced displacement in Florida, Valle del Cauca, Colombia. Women, land, and culture Rubén Darío Guevara C., Felipe Barney Arango

Producción discursiva de vivencias de bienestar mediante retórica y géneros discursivos cotidianos / Discursive production of experiences of wellbeing through rhetoric and everyday discourse genres José Fernando Ossa Ramírez

Panorama de las estéticas contemporáneas en la arquitectura local / Overview of contemporary aesthetic in local architecture Armando Buchard de la Hoz

La siembra: de tierra, polvo y otras vicisitudes / The sowing of dirt, dust, and other vicissitudes

María Elena Díaz Rico, Nancy Faride Arias, Patricia Lasso Toro

123

153 163

Voluntad y conocimiento como presupuestos del dolo en materia penal / Willingness and knowledge as presuppositions of willful misconduct in criminal matters

Yesid Echeverry Enciso

Fronteras 155

Araceli psicoanalizada. Sobre la novela Araceli, de Elsa Morante

Alfonso Rubio Hernández

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Guillermo de Ockham (1285-1347/49). Franciscano - filósofo - teólogo - político

Reseñas

Edgar Alonso Vanegas Carvajal



Editorial En el siglo XVIII el espíritu científico interrumpió la tradición clásica y la racionalidad llevó la técnica a su máxima valoración. La máquina y lo que ello significaba se asimiló a la belleza y la tecnología se convirtió en la expresión de un nuevo paradigma ideológico que encarnó la verdad humana. Con la idea de la ciencia al servicio del progreso, la nueva realidad –que ya no se determinó según las funciones del espíritu humano sino de la razón– llegó con el tiempo a demostrar la insuficiencia de sus procedimientos para dominar y transformar la naturaleza, con los cuales el hombre ha dejado de actuar en consonancia y en armonía con ella. Las grandes obras del mundo occidental se han construido gracias a los avances científicos y tecnológicos, lo cual no quiere decir que se hayan desarrollado socialmente. Por ello, el reconocimiento del valor de la ciencia y del papel que juega en la transformación de la vida es una, entre muchas, de las exigencias de una realidad en cambio permanente. Y no podía ser de otro modo, pues el sentido de la producción de conocimiento es la transformación que éste genera, lo cual implica una crítica de las condiciones sociales y una actitud rebelde y creativa en la exploración y construcción de nuevas formas de vida. Ante la complejidad creciente de la cultura, el hábitat, los desplazamientos masivos, la violencia y el deterioro de la calidad de vida urbana, crece la necesidad de estudiar los problemas reales de nuestras sociedades. Frente a los llamados de la globalización, la homogeneidad y la interculturalidad, que son un hecho, la reforma constitucional de 1991 y la Ley de Cultura en 1997 revaloraron el conocimiento de lo propio, y alentaron la necesidad de proteger la diversidad étnica y cultural de la nación y la investigación de los problemas locales y regionales. En consecuencia, se ve multiplicar las reivindicaciones y el conocimiento de lo local, acaso como una reacción y una apuesta crítica por un presente que lucha contra el signo de la uniformidad. Partir de lo local como el lugar desde el que se está situado frente a los demás y donde se interactúa con ellos, reposiciona la ciudad y su multiplicidad de dimensiones en conflicto como un espacio privilegiado para la investigación. Los conflictos sociales, la superposición de culturas y de subculturas en las grandes urbes modernas, indican la imposibilidad de su caracterización monocultural. Esta situación se agudiza en Santiago de Cali a causa de las presiones que ejerce sobre ella una enorme masa de inmigrantes y de los profundos procesos de transformación que ha sobrellevado a lo largo de su historia. La Cali de hoy ha sido determinada por intereses cambiantes que dieron forma a diversos procesos de urbanización en los cuales se evidencia un canje importante de valores: – En su fundación, como en muchas otras, la ciudad cobró un valor de uso, económico y jurídico-político, pues su implantación tenía como fin obtener las prebendas, los Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero-Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X Ø 7


privilegios y los títulos que en su afán de lucro ofrecía la Corona, y que promovieron la fundación de ciudades incipientes, transitorias y precarias. Este sistema dio origen a una corrupción administrativa generalizada y a las luchas por la posesión de territorios. – Durante la Colonia (1536-1810) la ciudad adquiere un valor social de dominación y control, necesario para sujetar y reprimir a los colonos. Como una primera forma de separación social, la ciudad se estratifica a partir de la plaza como centro de poder y esta condición se traslada a las viviendas, en las cuales se separa la residencia del amo de la de los peones y esclavos. – En el período republicano (1810-1930) se buscó reemplazar la imagen de la Colonia que para muchos tenía connotaciones de atraso; en pos de una magnificencia y monumentalidad, apropiadas para la sociedad burguesa en ascenso y para las necesidades de imagen pública que requerían los nuevos aparatos estatales, se privilegiaron los valores estéticos y simbólicos con los cuales se buscó europeizar la ciudad para darle un carácter de urbe. – En el tránsito hacia la Modernidad (1939-1945), debido a los avances tecnológicos de la época (acueducto, alcantarillado, energía eléctrica y telefonía), se genera una mentalidad higienista que idealiza la naturaleza y se privilegia el valor ambiental urbano, con lo cual las calles se amplían y arborizan. La ciudad se expande hacia los barrios residenciales y se desarrolla un urbanismo amable, próximo a la naturaleza y óptimo en el manejo ambiental y climático. – En la Modernidad (1945-1960) el afán innovador trajo consigo la valoración tecnológica, que con los principios de individualidad, propios de la nueva vida urbana, provocó la pérdida de los valores históricos, simbólicos, ambientales y patrimoniales. El ansia de modernización convirtió las avenidas en símbolos de progreso y todo lo construido en otros tiempos pasó a ser objeto de una indiscriminada destrucción. Sobre la base de las migraciones rurales que provocaron un crecimiento urbano desmesurado aumentó el valor comercial de la tierra y de las edificaciones y se acentuó la pobreza y el conflicto por el derecho a la ciudad. En la actualidad es evidente la primacía del valor económico, pues crece el afán de lucro y la individualidad marca la pauta del crecimiento urbano. Con el auge de lo privado desaparece la inversión pública y se promueven la especulación inmobiliaria, el clientelismo y la corrupción, que modelan una urbe al servicio del capital. La priorización de la variable económica despersonaliza y destruye las particularidades locales y se constituye en la fundamentadora de la dimensión ciudadana, fragmentaria y segmentada. La ausencia de obras del Estado y de intervenciones capaces de jalonar el desarrollo y el mejoramiento de sectores deprimidos deja la ciudad en manos del sector privado, el cual confiere un valor supremo al factor económico. Esto se evidencia en la implantación por fuera del perímetro urbano de las escasas obras emblemáticas construidas en los últimos años, y con ello se siguen desperdiciando valiosas oportunidades de revitalización de los sectores urbanos deteriorados. Ante los desafíos de la realidad contemporánea, que privilegia el valor económico y promueve las disciplinas como instrumentos del capital, cobra importancia el estudio de los contextos locales y la resistencia a tomar como propias las dificultades ajenas, las sociedades y las historias distintas. El desarrollo científico y tecnológico implica el impacto social de sus proyectos, pone en tela de juicio la suficiencia de sus procedimientos para producir el desarrollo humano y reclama transformaciones en búsqueda del mejoramiento de la vida. Una mejor comprensión de la sociedad pasa por el entendimiento de los lugares que ésta habita, así como de sus requerimientos humanos desde todas las disciplinas. Por ello, el nuevo conocimiento que produce la investigación valida su sentido como saber original si 8 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia


en efecto transforma tanto lo social como lo disciplinar. La búsqueda de transformaciones convierte al investigador en el creador de una nueva realidad liberada y a la investigación en el medio para lograr esa creación. En consecuencia, la investigación no puede mantenerse fija en el lugar de las explicaciones y la datación objetiva; exige al investigador un carácter creador, donde la integralidad del conocimiento que produce, sus métodos y fines sea una condición necesaria para asumir los retos que le impone la realidad histórica y para revalorar los fundamentos de lo social, los valores éticos y estéticos.

Susana Jiménez Correa1

1. Docente - investigadora del programa de Arquitectura de la USB Cali, Colombia. Arquitecta y Magíster en Historia de la Universidad del Valle. Magíster en Educación y Desarrollo Humano de la USB Cali. Correo electrónico: sjimenez@usbcali.edu.co. Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero-Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X Ø 9



Ciencia



Efecto de las concentraciones salinas en la inhibición de Leuconostoc mesenteroides en un ingenio azucarero del Valle del Cauca* Effect of salt concentration on the inhibition of Leuconostoc mesenteroids in a sugar mill in Valle del Cauca

Johany Ángel, Raúl Cuervo Mulet, Heiber Cárdenas, Jorge Antonio Durán, Luis Fernando Mejía, Gloria Rodríguez de la Pava Resumen La industria azucarera basa gran parte de sus ingresos económicos en la cristalización de la sacarosa proveniente de la molienda de la caña de azúcar (Saccharum officinalis) para obtener el azúcar comercial que habitualmente se encuentra en el comercio. Por esto, cuanta mayor concentración de sacarosa

se encuentre en el jugo después de pasar por el molino, mayor será la rentabilidad en el producto final (azúcar comercial). El proceso anteriormente mencionado es afectado por diversos microorganismos; la bacteria ácido-láctica Leuconostoc mesenteroides es una de las principales fuentes de pérdidas debido a la fermentación que realiza en la sacarosa, disminuyendo con ello

• Fecha de recepción del artículo: 8 de agosto de 2008 • Fecha de aceptación: 5 de marzo de 2009 JOHANY ÁNGEL. Biólogo de la Universidad del Valle, Cali - Colombia. Integrante del Grupo Biotecnología de la USB Cali - Colombia. Correo electrónico: jjangel@hotmail.com. RAÚL CUERVO MULET. Docente-investigador del programa de Ingeniería Agroindustrial, de la USB Cali - Colombia. Biólogo genético y Magíster en Ciencias Biológicas. Doctorado en Ciencias Biológicas (c) de la Universidad del Valle, Cali - Colombia. Director del Grupo de Investigación Biotecnología. Correo electrónico: racuervo@usbcali.edu.co. HEIBER CÁRDENAS. Docente-investigador de la Universidad del Valle, Cali - Colombia. Biólogo de la Universidad del Valle. Magíster en Biología de la Universidad de los Andes. Integrante del Grupo Manglares de la Universidad del Valle. Correo electrónico: hecarden@univalle.edu.co. JORGE ANTONIO DURÁN. Docente-investigador del programa de Ingeniería Agroindustrial de la USB Cali - Colombia. Químico de la Universidad de Antioquia - Colombia y Magíster en Educación y Desarrollo Humano de la USB Cali. Integrante del Grupo de Investigación Biotecnología. Correo electrónico: jaduran@usbcali.edu.co. LUIS FERNANDO MEJÍA. Docente-investigador del programa de Ingeniería Agroindustrial de la USB Cali - Colombia. Ingeniero Agroindustrial de la Universidad Grancolombia. Doctorado en Ciencias de la Universidad de Valencia, España (c). Integrante del Grupo de Investigación Biotecnología. Correo electrónico: ifmejia@ usbcali.edu.co. GLORIA RODRÍGUEZ DE LA PAVA. Docente-investigador del programa de Ingeniería Agroindustrial de la USB Cali - Colombia. Ingeniera química y Magíster en Ingeniería de Alimentos de la Universidad del Valle, Cali - Colombia (c). Integrante del Grupo de Investigación Biotecnología. Correo electrónico: gcrodrig@usbcali.edu.co. Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 13-18 Ø 13

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Aislamiento y control microbiológico de Leuconostoc mesenteroides, en un ingenio azucarero del Valle del Cauca, para el incremento de la producción de azúcar y etanol.


Johany Ángel, Raúl Cuervo, Heiber Cárdenas, Jorge Durán, Luis Fernando Mejía, Gloria Rodríguez de la Pava

la concentración de azúcar en el proceso de cristalización y en los rendimientos finales. En este trabajo de investigación se pretende mostrar algunas formas de inhibir o controlar de la bacteria L. mesenteroides mediante el suministro de diferentes concentraciones de algunas sales químicas, entre las cuales se encuentran CaCl2, NaClO, EDTA, NaNO2, Na2SO3 y (NH4)3PO4 en el sustrato de crecimiento bacteriano; a su vez este trabajo permitirá identificar diferentes formas de inhibición de la bacteria que pueden ser implementadas en la industria. Una de las más relevantes por su bajo costo y simplicidad es la adición de sales químicas. Palabras Clave: caña de azúcar, fermentación.

Abstract The sugar industry supports much of its income in the crystallization of sucrose that comes from the milling of sugar cane. However, this process is affected by various microorganisms, being Leuconostoc mesenteroids a major source of loss resulting from the fermentation performed on sucrose. This study aims at the inhibition of the bacterium L. mesenteroids with different concentrations of chemical salts such as CaCl2, NaClO, EDTA, NaNO2, Na2SO3 and (NH4)3PO4 in bacterial growth substrate, a work that is part of a broader research that will allow us to identify different forms of bacterial inhibition, which can be implemented in the industry. Key words: Sugar cane, fermentation, bacteria, L. mesenteroids.

Introducción En el contexto azucarero nacional toma cada día mayor importancia la calidad de la materia prima (la caña de azúcar) transportada, luego de múltiples operaciones en el campo, hasta las instalaciones del ingenio para convertir su contenido en azúcar y etanol (Ochoa, 2003). Desde 1985 en el Valle del Cauca se han observado y estudiado las diferencias en la sacarosa obtenida después de la molienda y la cantidad de azúcar co14 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

mercial producida por la cristalización de esta sacarosa, y se ha notado una pérdida considerable, lo cual representa graves afectaciones económicas a este importante renglón de la economía regional (Larrahondo et al, 1989; Larrahondo et al, 2003). Una causa importante en la destrucción de sacarosa es la fabricación del azúcar, que transcurre desde la molienda de la caña hasta la clarificación del jugo, es la acción de microorganismos que acompañan la caña y que producen la pérdida de sacarosa por medio de la fermentación y la formación de dextrana, lo cual se asocia con el deterioro de la caña de azúcar. Según Mora (1995), en el estudio de las microfloras contaminantes durante la etapa de molienda de caña en relación con el proceso de elaboración de azúcar no se presentaron diferencias significativas con respecto al número de microorganismos en los jugos de primera extracción y diluido, éstos se encuentran en un período fisiológicamente activo, en el cual se requieren carbohidratos (azúcar) para realizar sus funciones metabólicas vitales. El nivel promedio de contaminación hallado fue de 106 bacterias/ml de jugo de caña, siendo el género Leuconostoc sp el predominante en la identificación; éste presenta la característica de producir goma, efecto muy importante en la fabricación del azúcar. Además, es una de las principales cepas en la producción de ácido láctico, ácido acético y etanol a partir de la fermentación, e induce al mismo tiempo mayores pérdidas de sacarosa. La industria ha desarrollado numerosas investigaciones para el control de este microorganismo (Ochoa 2003), las cuales han determinado que cada subespecie de Leuconostoc mesenteroides responde diferente según el tipo de control o tratamiento utilizado. Sin embargo, todas las subespecies son potencialmente perjudiciales para la industria al provocar la disminución de la concentración de sacarosa en el jugo mediante la fermentación de este azúcar en ácido láctico. Varias investigaciones han reportado di­versos mecanismos para la inhibición de la cepa microbiana, entre los cuales se encuentran la ramificación, la isomeriza-


Efecto de las concentraciones salinas en la inhibición de ... pp. 13-18

ción cis-trans, la elongación de la cadena de ácidos grasos, la formación de cíclicos, entre otros (Russell & Sandercock, 1980). En un ambiente hostil, como el estudiado en este trabajo, en el que se agregaron concentraciones altas de sales específicas, las bacterias se adaptan al medio o perecen. En el primer caso se producen una serie de transformaciones, por las cuales se modifican enzimas que pueden permitir la adaptación de las bacterias al estrés salino. Si bien esto es una posibilidad, no todas las bacterias ácido lácticas son capaces de adaptarse a este estrés salino, por lo tanto, es una una forma disponible muy eficiente y económica para la inhibición de la cepa bacteriana, y puede ser implementada y desarrollada por la industria luego de la investigación que permita identificar la eficiencia de esta metodología para el control bacteriano, más específicamente de L. mesenteroides. En el caso de las bacterias lácticas que pueden adaptarse al estrés salino mediante la modificación enzimática se espera un cambio en una proteasa, enzima asociada con la envoltura de la bacteria L. mesenteroides, lo cual le permitiría alcanzar mayor velocidad de reacción para procesar proteínas del medio, que le sirven a la bacteria para enfrentar la situación y seguir viviendo (Piuri, 2003). Durante la ejecución de este proyecto se estudió el efecto de diversas concentraciones salinas, antagonismos microbiológicos y diferentes efectos físicos sobre la inhibición o crecimiento de L. mesenteroides, lo cual podrá ser implementado como control de esta bacteria en los ingenios azucareros. Este reporte preliminar está basado en los datos obtenidos del comportamiento de L. mesenteroides en diferentes concentraciones salinas.

Materiales y métodos Microorganismo: La cepa Leuconostoc mesenteroides MFM 1 utilizada procedió del Laboratorio de Microbiología de la Universidad de San Buenaventura, aislada del Molino Fulton Masa 1, ubicado en el Ingenio del Cauca.

Iglesia y convento La Merced (1541-1678).

Medio de cultivo Mayeux: Peptona, 10 g; extracto de levadura, 5 g; sacarosa, 100 g; citrato de sodio, 1 g; glucosa, 5 g; gelatina 2.5 g; agar, 15 g en un litro de agua destilada. Posteriormente se somete a calentamiento hasta hervir durante aproximadamente 2 minutos y se procede a esterilizar por autoclave a 120 °C durante 30 minutos a una presión de 15 libras. Luego, el agar nutritivo se sirvió en cajas de petri, solidificado a temperatura ambiente.

Concentraciones salinas en la inhibición del crecimiento de L. mesenteroides En esta prueba se empleó el medio Mayeux, el cual es rico en sacarosa. A este medio le fueron agregadas las sales NaCl (cloruro de sodio), KCl (cloruro de potasio), NH4SO4 (sulfato de amonio), Na2SO4 (sulfato de sodio), Na2SO3 (sulfito de sodio), NaNO2 (nitrito de sodio), NaClO4 (clorato de potasio), NaH2PO4 (fosfato de sodio), MgSO4 (sulfato de magnesio), EDTA (EthylenedinitriloTetraacetic Acid, disodium Salt), CaCl2 (cloruro de potasio), K2SO4 (sulfato de potasio), (NH4)3PO4 (fosfato de amonio), NaClO (hipoclorito de sodio) al 3%, 6.5% y 10%, respectivamente. Los aislados se sembraron en tubos inclinados, y se incubaron a 37 °C durante 48 horas. Se observó si los tubos presentaron o no crecimiento microbiano (L. mesenteroides). Los procedimientos utilizados para evaluar los resultados consistieron en observar si la bacteria L. mesenteroides en presencia de las sales mostraba variaciones como la presencia o ausencia de crecimiento o la formación de dextrana.

Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X Ø 15


Johany Ángel, Raúl Cuervo, Heiber Cárdenas, Jorge Durán, Luis Fernando Mejía, Gloria Rodríguez de la Pava

Resultados y discusión El crecimiento en medio salino se realizó en Mayeux, el cual contenía tres concentraciones salinas de 3%, 6.5% y 10 % para diferentes sales, incubadas a 37 °C durante 48 horas. Los tubos que mostraron crecimiento bacteriano se consideraron positivos. Para algunas de las sales, el efecto negativo de la salinidad sobre el crecimiento del L. mesenteroides disminuyó significativamente a medida que se incrementaron los niveles de salinidad (Tabla 1). En la Tabla 1 se demuestra que el crecimiento de L. mesenteroides no sólo está influenciado por el tipo de sal suministrada al medio de crecimiento, sino además por la concentración de la sal. Se observaron diferencias notables entre las sales estudiadas. Las concentraciones salinas de MgSO4 y de K2SO4 no inhibieron el crecimiento de la bacteria estudiada; sólo NaClO4 a una alta concentración del 10% pudo hacerlo; mientras que las sales NaCl, KCl, NH4SO4, Na2SO4, NaH2PO4 la inhiben al 6.5%. A estas concentraciones de sal no ocurre ningún deterioro fisiológico en los microorganismos, ni tampoco fermentación láctica, debido a que la preservación se debe fundamentalmente al alto contenido de sal. Sin embargo, cuando el medio tenía CaCl2, NaClO, EDTA, NaNO2, Na2SO3 y (NH4)3PO4, el crecimiento fue negativo, mostrando así la eficiencia de estas sales en la inhibición del crecimiento del L. mesenteroides. La cantidad de sal añadida puede ser alta o baja, según su tipo. Sin embargo, la mayoría de las sales utilizadas se encuentran a una concentración del 6.5 % y del 10 %, en las cuales la inhibición del microorganismo se hace evidente y no ocurre ningún deterioro del sustrato por acción microbiológica o fermentación láctica, debido fundamentalmente al alto contenido de sal. La aplicación de sal en el proceso de cristalización de azúcar y de fermentación del jugo de caña inhibe no sólo el crecimiento de L. mesenteroides sino además disminuye la proliferación de microorganismos putrefactivos, y al mismo tiempo afecta el desarrollo de especies patogénicas y toxigénicas. El 16 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Tabla 1. Efecto de las concentraciones salinas en el crecimiento de Leuconostoc mesenteroides en medio Mayeux. Crecimiento en 3%

6.5%

10%

NaCl

Medio salino

+

-

-

KCl

+

-

-

NH4SO4

+

-

-

Na2SO4

+

-

-

Na2SO3

-

-

-

NaNO2

-

-

-

NaClO4

+

+

-

NaH2PO4

+

-

-

MgSO4

+

+

+

EDTA

-

-

-

CaCl2

-

-

-

K2SO4

+

+

+

(NH4)3PO4

-

-

-

NaClO

-

-

-

Símbolos: Inhibición del crecimiento (-) Presencia de crecimiento (+)

manejo inadecuado de las concentraciones de las sales como NaCl, KCl, NH4SO4, Na2SO4, NaH2PO4 posibilita el crecimiento bacteriano, entre ellos L. mesenteroides, por lo cual es de vital importancia suministrar las sales en una concentración igual o mayor a 6.5%. Por arriba del 10% de concentración de estas sales no hay inhibición microbiana debido fundamentalmente a la capacidad de adaptación de estas bacterias; además, por encima de este rango las propiedades físico-químicas del jugo de caña cambian, aumentando con ello el costo en la producción del azúcar comercial. La sal recomendada por este trabajo de investigación es NaCl (sal de cocina) a una concentración mayor o igual del 6.5%, comunmente usada y no tiene efectos nocivos ni contraindicaciones para el consumo humano; además no altera aparentemente las propiedades físico-químicas del jugo de caña utilizado en la elaboración del azúcar


Efecto de las concentraciones salinas en la inhibición de ... pp. 13-18

comercial en las concentraciones anteriormente mencionadas. Las otras sales utilizadas en este experimento pueden ser tóxicas, amargas y comunicarle condiciones peligrosas e indeseables al producto; pero aunque las sales utilizadas no causan algún daño al hombre se sugiere realizar pruebas adicionales para determinar la incidencia de ellas en las propiedades organolépticas del producto final (azúcar comercial) y saber si influyen en el sabor del azúcar. Girard (1991) pudo observar que un aumento en la concentración de sal produce una disminución en la velocidad de crecimiento y un aumento en la fase de latencia, esto es, un retardo en el crecimiento. Este retardo puede ser explicado por la influencia de la concentración de sal en fase acuosa sobre la presión osmótica del medio y por consiguiente, sobre la actividad de agua del mismo. La adición de productos químicos bactericidas como el cloro, el formaldehído, el bióxido de azufre, las sales cuaternarias de amonio y los organosulfurados en las fábricas de azúcar está justificada desde hace tiempo, ya que se ha probado que emplearlos es económicamente más eficaz que el no hacerlo (Kooper, 1982). Hernández et al. (1976) realizaron ensayos para evaluar la acción germicida de tres agentes químicos –Formalina, Antiformin y Biocidas– sobre la microflora del jugo de la caña. La investigación realizada por Acosta et al. (1998) evaluó tanto a escala industrial como de laboratorio la acción bactericida del Vantocil CS sobre el Leuconostoc sp presente en jugos de caña y diluciones puras. Además, se reportó la CIM (Concentración Inhibitoria Mínima) para cinco bactericidas como Lipesa 108, Tensobact 500, Proquat BC 50, Halamid (Chloramine T) e hipoclorito de calcio. Los tres primeros se usaron al 10%; los dos restantes, al 1% y al 0.75% respectivamente. Los resultados obtenidos en estos ensayos mostraron que el bactericida más eficiente fue el Proquat BC 50 al 1%, que para los microorganismos ensayados presentó concentraciones entre 7,8 - 1,9 ppm; le si-

guieron en eficiencia el hipoclorito de calcio, el Tensobact 500 y el Lipesa 108; por último estuvo el Halamid (Mora, 1995). Los estudios sobre la aplicación de químicos bactericidas como las sales implementadas en esta investigación deben seguir siendo desarrollados, puesto que si bien se probó que algunas sales pueden inhibir el crecimiento de L. mesenteroides, es necesario realizar investigaciones suplementarias sobre el costo de emplear estas sales en la industria comparado con los métodos de control aplicados hoy en día. Los resultados de esta investigación muestran la importancia de la aplicación de estos agentes químicos en la molienda para minimizar las pérdidas de sacarosa; sin embargo, en un futuro próximo se reportarán los resultados de inhibición de L. mesenteroides consignados en este trabajo comparados con los resultados de inhibición a partir de antagonistas microbiológicos y sonicación, los cuales forman parte del proyecto.

Conclusiones Se estableció que las sales CaCl2, NaClO, EDTA, NaNO2, Na2SO3 y (NH4)3PO4 son un buen agente de control en las fermentaciones por L. mesenteroides, y mostraron su eficiencia en su inhibición.

Bibliografía –– ACOSTA, S. et al. (1998). Evaluación del Vantocil CS como desinfectante en la industria azucarera cubana. Cuba – Azúcar. Eneromarzo, 31-35 p. –– GIRARD, J, P. (1991). Tecnología de la carne y los productos cárnicos. Zaragoza, España: Ed. Acribia S.A. –– HERNÁNDEZ, M.; SHEVCHENKO, A.; QUINTERO, N. (1976). La acción de los germicidas sobre los microorganismos del jugo de la caña. Atac, 35 (3): 42-57. –– KOOPER, O. (1982). Pérdidas de sacarosa. Seminario de tecnología moderna de la caña de azúcar. Memorias 2: 55-68. –– LARRAHONDO, J.; VICTORIA, J.; & BRICEÑO, C. (2003). Caracterización de variedades de caña de azúcar para producción

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Johany Ángel, Raúl Cuervo, Heiber Cárdenas, Jorge Durán, Luis Fernando Mejía, Gloria Rodríguez de la Pava

de azúcar y alcohol. En: Tecnicaza (Asociación Colombiana de Técnicos de la Caña de Azúcar) (eds). VI Congreso Colombiano de la Asociación de Técnicos de la Caña de Azúcar. Memorias. Septiembre 24 a 26. Cali, Colombia. Documento de trabajo volumen 2. Procesos Industriales -Administración y Gerencia; p. 42. –– LARRAHONDO, J.; YANG, S.; & VILLEGAS, F. (1989). Chemical and ripening characteristics of sugarcane in Colombia. En: Congress of the International Society of Sugarcane Technologist (ISSCT), 20th, Sao Paulo, Brazil; pp.591-598. –– MORA, Z. (1995). Estudio de las microfloras contaminantes durante la etapa de molienda de caña en relación con el proceso de elaboración de azúcar. Tesis, Universidad del Valle, Facultad de Ciencias, Programa Académico de Biología.

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Mentes, videojuegos y sociedad*

Algunos puntos cruciales para el debate1 Mind, video games, and society: Some key points for discussion

César Mejía Z. Manuela Rodríguez Mora Beatriz Castellanos Jaramillo Sospecho que los principios de los juegos, resortes tenaces y difundidos de la actividad humana, tan tenaces y tan difundidos que parecen constantes y universales, deben marcar en lo profundo los tipos de sociedad. R. Caillois.

Resumen El presente artículo tiene como propósito plantear algunos puntos cruciales para el debate en torno a los videojuegos, desde la psicología y, en general, las ciencias sociales. Este acercamiento se plantea desde tres ejes que permiten mirar el fenómeno en sus múltiples dimensiones: en primer lugar, se encuentra una aproximación a lo que supone el mundo de los videojuegos en tanto actividades lúdicas. En segunda instancia, se revisa la evolución de los videojuegos buscando identificar las dimensiones más significativas que han conducido a los juegos actuales. Por último, intentamos una reflexión acerca

de lo que nos plantea la sociedad sobre los videojuegos y lo que estos nos pueden decir sobre la sociedad. Palabras clave: Videojuegos, juegos, mentes, tecnología, sociedad.

Abstract This article aims to raise some crucial points for discussing the issue of videogames from psychology as a field and, in general, the social sciences. This approach is stated from three axes to allow a look at the phenomenon in its multiple dimensions: First is an approach which involves the world of video games as fun activities. Second, we review the evolution of video games to identify the most significant dimensions that led to the current games. Finally, we reflect upon what society can say about video games and what these can say about society. Key words: Video games, mind, technology, society.

• Fecha de recepción del artículo: 13 de diciembre de 2008 • Fecha de aceptación: 16 de febrero de 2009.

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Sistema Psicométrico-Informático para el diagnóstico y estimulación del desarrollo cognitivo Spidd.

CÉSAR MEJÍA Z. Docente e investigador, coordinador del Laboratorio de Psicología de la USB Cali - Colombia. Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana. Integrante del Grupo de Investigación Estéticas Urbanas y Socialidades. Correo electrónico: camzulua@usbcali.edu.co. MANUELA RODRÍGUEZ MORA. Estudiante del programa de Psicología de la USB Cali - Colombia. Auxiliar de investigación. Correo electrónico: manue_rodriguez@msn.com. BEATRIZ CASTELLANOS JARAMILLO. Psicóloga de la USB Cali - Colombia. Asistente de investigación. Correo electrónico: beatrix888@hotmail.com.

1. Muchas de las ideas aquí expuestas se han originado en las discusiones realizadas en el Semillero de Investigación Intersecciones con el Psicoanálisis, coordinado por el profesor John James Gómez.

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Introducción

2. El concepto de computadora lo usamos aquí en su acepción amplia, que cobija diversos dispositivos, además del PC que está sobre nuestro escritorio. En cierto sentido, son computadoras los teléfonos móviles, las agendas electrónicas, los sintetizadores, los sistemas inteligentes de algunos vehículos, las consolas de videojuego… y un larguísimo etcétera. 3. Una parte topográficamente externa; pero que topológicamente se encuentra dentro de un mismo espacio continuo, definido por el flujo de la información. 4. Mario Bros y Age of Empires son dos de los videojuegos más populares. En el primero de ellos un fontanero recorre un castillo resolviendo infinidad de problemas, recolectando monedas y estrellas para rescatar a su princesa. En el segundo, el jugador tiene la posibilidad de construir una civilización y organizarla; en este caso la partida puede tener diferentes finalidades: conquistar las ciudades enemigas, construir una civilización avanzada, etc. 5. Vale la pena destacar que el objetivo de este artículo no es el mismo del proyecto de investigación. En otras palabras este artículo no es una síntesis del informe de investigación. En el proyecto Spidd, los objetivos están directamente relacionados con el desarrollo de un videojuego. Este artículo, en cambio, es una reflexión derivada de la experiencia de los autores al profundizar en el campo de los videojuegos.

Las sociedades actuales asisten a un creciente impacto de las nuevas tecnologías en la psique. No sería exagerado decir que las computadoras2 se han convertido en una parte externa3 de nuestro húmedo cerebro. Las relaciones entre tecnología y desarrollo son, desde Engels, un tema persistente en las ciencias sociales. Los enfoques varían y cambian los modelos teóricos que buscan explicar el fenómeno, pero hay un supuesto de base que parece invariable: el conjunto de herramientas físicas y simbólicas que usa el hombre para transformar el medio ambiente modifica a su vez la construcción de los sujetos y de la sociedad (Castells, 2005; Friedman, 1970; Vygotsky, 1975). Las tecnologías de la información han transformado el trabajo, el arte y el juego. Cuando Internet hace posible transacciones antes inimaginables, a una velocidad nunca vista, cambian la empresa y los modelos de negocio, pero así mismo cambia la manera como las personas se relacionan con la empresa. De igual manera, cuando un músico utiliza una computadora para sus composiciones, se produce un tipo de música distinta a la que se obtiene con una agrupación musical tradicional, pero también se transforma la manera como el músico concibe la música. Ahora bien, si hablamos del juego ¿cuál es la situación? ¿Da lo mismo un trompo que Mario Bros? ¿Tienen el escondite y Age of Empires4 el mismo impacto en la mente de un niño? Para muchos adultos contemporáneos los juegos de vídeo son portadores de una connotación negativa. En ocasiones se supone que tales juegos son una droga electrónica altamente adictiva, que son nocivos para el desarrollo, que aíslan y alienan a los niños, que fomentan la violencia, o que simplemente son una pérdida de tiempo. Es probable que en muchas ocasiones los videojuegos puedan tener un impacto negativo en el desarrollo de una persona particular, pero también es posible que movilicen aspectos positivos. De cualquier modo, si nos detenemos a observar el fenómeno, encontraremos varios aspectos que podrían llevarnos a replantear la cuestión. El objetivo de este 20 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

artículo consiste, precisamente, en revisar algunos tópicos que consideramos cruciales para el debate en torno a los videojuegos.5 Esto supone, como paso previo a la cuestión sobre los efectos, una discusión sobre las características mismas de los videojuegos, destacando la dimensión psicológica así como su uso social. Para ello hemos dividido la exposición en tres partes: en la primera se busca definir lo que es un videojuego; en la segunda se rastrea su evolución; y en la tercera se revisan algunos tópicos con respecto a su dimensión social.

Un acercamiento al mundo de los videojuegos Al detenerse entonces sobre este fenómeno del videojugar, varios aspectos llaman la atención. Por una parte está el tremendo interés que manifiestan los niños –y de hecho, muchos adultos– por los videojuegos, hasta el punto que se trata de un mercado global multimillonario. ¿En dónde radica, pues, el encanto de estos juegos? En otras palabras, ¿qué los hace tan atractivos desde la perspectiva de los usuarios? Por otra parte, cabe la recíproca: ¿Qué hay en los videojuegos que los hace tan ajenos al mundo de los adultos? Para muchos padres es ese un universo extraño, lleno de todo tipo de monstruos y armamentos, al que se accede a través de unos controles complejos e incomprensibles. Para algunos de ellos, incluso, la computadora y la pantalla del televisor son cosas completamente ajenas. No es extraño, pues, que la investigación orientada a comprender los efectos de los videojuegos sea relativamente escasa, y que se destaque por las enormes contradicciones que aparecen en las publicaciones al respecto: que se afecta la motricidad, o que se disminuye la calidad y la cantidad de las interacciones sociales, son algunos de los peligros que, se cree, pueden acarrear los videojuegos. Pero también se dice que los niños se hacen más inteligentes, y que desarrollan habilidades en el uso de computadoras. Un debate acerca de los videojuegos debe considerar por una parte que los videojuegos son de diferentes tipos y contenidos. Aun así,


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es necesario un análisis de sus generalidades; de aquellas características que les son propias en tanto pertenecen al grupo de las actividades lúdicas. En una línea de razonamiento similar, por ejemplo, Sartori (2006) desarrolla una crítica devastadora contra la multimedia en cuanto a su estructura, de manera independiente de los contenidos. Según su perspectiva, el vídeo-ver implica una sustitución del símbolo por la imagen, a partir de lo cual se derivaría un empobrecimiento cultural. Para Sartori, entonces, “el niño formado en la imagen se reduce a ser un hombre que no lee, y, por tanto, la mayoría de las veces es un ser <<reblandecido por la televisión>>, adicto de por vida a los videojuegos”6 (p. 43). El llamado de atención de Sartori en cuanto a los peligros de la multimedia en general y de la televisión en particular, nos parece incuestionable. También es claro que la multimedia tiene características generales distintivas en cuanto a su formato. Sin embargo, poner todos los productos multimediales en un mismo saco, y examinarlos en masa, aun cuando necesario, nos parece insuficiente. En una sociedad de consumo, como la que nos rodea, en la que los pocos grupos que ostentan el poder se adueñan de los medios de comunicación –y de casi todo lo demás– para manejar el mundo a su antojo, es claro que la televisión resulta el invento perfecto para esparcir el nuevo opio del pueblo. Al respecto, no podrían ser más ciertas las críticas de Sartori. Pero la televisión y los videojuegos seguirán allí, gústenos o no. La pregunta entonces es ¿qué hacemos con ellos? ¿Los dejaremos por siempre en manos de los vendedores de “opio”? ¿Cómo podemos usar la multimedia de forma tal que favorezca el desarrollo de la humanidad? Los videojuegos, en la medida que pertenecen al mundo de los juegos, requieren de un análisis centrado en tal dimensión. Por otra parte, está el asunto de los jugadores: no todas las personas que se enfrentan a un videojuego lo hacen desde el mismo lugar. De hecho, el juego escogido, el tiempo que se invierte y la manera como se afronta pueden variar de un sujeto a otro. En pocas palabras, si se quiere una comprensión más profunda

de esta problemática, creemos necesario afinar el nivel de análisis en cuanto a los propios videojuegos –en relación con el verbo jugar–, así como de los factores psicológicos de los propios jugadores. Volvamos entonces al centro. En su libro Los Juegos y los Hombres, Roger Caillois (1997) discute acerca de los juegos y su papel en la sociedad. Siguiendo a Huizinga, Caillois destaca el papel del juego en el desarrollo cultural. No disponemos de la información suficiente para analizar en profundidad los videojuegos en relación con este tópico, pero consideramos ineludible formular algunas preguntas, y destacar algunos aspectos relacionados con el tema. Un primer paso en esa dirección es enfrentar el siguiente interrogante: ¿Son los videojuegos una especie radicalmente distinta de juegos? Caillois no hace ninguna mención de los videojuegos en su libro. Esto obedece, evidentemente, a que la primera edición de éste data de una fecha anterior (1967) a la aparición del primer videojuego. No obstante, siguiendo su línea de reflexión podemos acercarnos a este tipo de juegos. Según Caillois, los juegos se caracterizan, fundamentalmente, por ser actividades: libre dado que si el jugador fuese obligado, el juego perdería todo su sentido; separada porque de otras actividades y se circunscribe a un espacio-tiempo cerrado y definido con antelación; incierta debido a que los resultados no pueden estar predeterminados y existe un cierto nivel de libertad para los jugadores; improductiva ya que no producen bienes dado que se trata de actividades por fuera de las actividades laborales; reglamentada porque suspende las leyes ordinarias, a la vez que instauran unas nuevas reglas que sólo son válidas en ese espacio-tiempo; ficticias en tanto se percibe como una irrealidad, o una realidad distinta de la ordinaria. Caillois separa las dos últimas condiciones y las coloca en categorías mutuamente excluyentes. “Los juegos [–nos dice–] no son reglamentados y ficticios. Antes bien, o están reglamentados o son ficticios” (p. 36). Esta división entre juegos reglados y no reglados –ficticios–, recuerda la de Piaget (1980), y

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6. La itálica y las comillas (<< >>)son del autor.


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7. Jiménez (1999) vendría a afirmar que todo juego que comprende una situación imaginaria es un juego dotado de reglas, en el que los niños al final del período preescolar y a lo largo de algunos años construyen las normas culturales y se apropian de ellas; es el período de socialización donde se observan e imitan reglas y patrones de conducta de otros. 8. Dentro de la lógica del como si, se puede entender el porqué la nueva generación de jóvenes están siendo fuertemente influenciada por las TIC, donde la simulación de realidades, como los videojuegos, se ofrece como un espacio virtual manipulable y aparentemente controlable, que brinda la sensación de perfecta armonía. Su gran aceptación por parte de los jóvenes evidencia que a través de los sentidos satisfacemos nuestro ego sin temor a exponernos físicamente. Yáñez (2007) afirma que la imagen digital es el soporte digital del idealismo trascendental. 9. Esta es la razón por la cual preferimos hablar de videojuegos en lugar de juegos electrónicos.

que ha generado un conocido debate en la psicología. Dado que este punto no es central en la discusión que aquí desarrollamos, diremos simplemente que nos parece mucho más acertada la postura de Vygotsky (1976), según la cual el hecho mismo de jugar a asumir un rol –jugar a ser como si, en las palabras de Caillois– implica un alto grado de autocontrol por parte del niño, toda vez que ese papel asumido delimita lo que es aceptable y lo que no lo es, en cuanto a las reglas de comportamiento que rigen el juego.7 Pero no nos desviemos. En este momento la pregunta es: ¿Cumplen los videojuegos con las condiciones definitorias que propone Caillois? Una breve mirada basta para responder afirmativamente. Veamos: los niños se acercan tan libremente a los juegos de vídeo, que los padres usualmente se ven en la necesidad de restringir su uso; son tan separados de las actividades cotidianas que algunos adultos afirman que les restan tiempo a estas últimas; en cuanto a su carácter incierto, bien sabido es que uno de sus factores atrayentes consiste precisamente en la posibilidad de descubrir mundos y de ejercer cierto control sobre ellos; que se trata de algo improductivo en el sentido arriba mencionado, es algo que nadie discutiría; la reglamentación que en ellos existe es parte esencial de su estructura lógica, de otra manera su programación sería casi imposible; por último, en los videojuegos la mayor parte del tiempo se trata de jugar a ser como si, lo cual les confiere el carácter ficticio del que habla Caillois.8 Ahora bien, ¿qué distingue entonces los videojuegos de los juegos tradicionales? ¿Existe alguna diferencia importante? Rosas y Nussbaum (2003) se preguntan acerca de los elementos de un buen videojuego. Según su punto de vista, habría varias características de estos juegos relacionadas con su alta aceptación, a saber: a) Una meta clara. b) Un adecuado nivel de complejidad, que generalmente desafía al usuario. c) Alta velocidad (mucha mayor que en los juegos mecánicos). 22 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

d) Instrucciones incorporadas que aparecen a lo largo del juego, en la medida en que son necesarias. e) Independencia de las leyes físicas . f) Holding power: los usuarios pueden sentirse partícipes en la construcción de micromundos, con sus propias reglas y leyes. Si se observa con atención, podría notarse que ninguna de estas especificaciones –excepto, quizás, la independencia de las leyes físicas– es privativa de los videojuegos. Así pues, no cabe duda de que, en conjunto, pueden hacer que los juegos de video resulten interesantes y atractivos para los usuarios. Pero se trata de aspectos que no los definen, o en otras palabras, que podrían darle el toque cautivador a cualquier tipo de juego. Un primer aspecto que salta a la vista, al tratar de identificar la especificidad de los videojuegos, es el soporte tecnológico que les da sustento. Sin embargo, existen diversos juegos y juguetes producidos con altos desarrollos tecnológicos, que no son, sin embargo, videojuegos. Los parques de diversiones tienen este tipo de juegos tremendamente sofisticados; y las estanterías de los almacenes abastecidas de toda clase de juguetes electromecánicos –que nunca incluyen las baterías– que suenan, se mueven, alumbran y llevan a cabo infinidad de tareas automatizadas.9 Sería más preciso, entonces, decir que los videojuegos son, en sí mismos, aplicaciones informáticas; es decir, software en formato multimedial. En relación con lo anterior, existe una serie de condiciones particulares de los videojuegos, que pueden ser fácilmente verificables: 1. Los videojuegos introducen invariablemente un Otro. No existe nada igual en el mundo de los juegos tradicionales. No se puede jugar solo a la lleva, al escondite, al ajedrez o al fútbol. Se puede patear un balón contra la pared, pero tal cosa no es fútbol. Se puede recrear una partida de ajedrez siguiendo los movimientos que vienen en una cartilla, pero eso se acerca más al estudio que al juego. Se puede martillar infinitamente un balero, con la


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imagen en mente del rival a vencer, pero en tal caso se está compitiendo contra un otro ausente. Por el contrario, cuando una persona enciende su consola se encuentra con que siempre tendrá enfrente un competidor o combatiente incansable: la máquina. Ese otro virtual, además de ser un competidor a quien enfrenta el usuario, es a la vez juez y autoridad máxima del juego. Así pues, la máquina tiene el control total de las reglas del juego, toda vez que además de ser contrincante y juez, controla el entorno espacio-temporal –cerrado– del juego. Parte de este control es cedido al usuario, quien tiene la sensación de poder sobre el universo que está creando –o destruyendo– y sobre las acciones de su personaje. La trampa y el engaño son, en este contexto, absolutamente inalcanzables para el usuario. ¿Cómo sería posible hacer trampa a un contrincante que es además un juez implacable? ¿Cómo engañar a la máquina en un juego cuyo entorno espacio-temporal es controlado por la máquina misma? Cuando se juega Age of Empires –y otros juegos– es posible, mediante el uso de ciertas claves, hacer trampa para conseguir bienes que el jugador no ha producido. Pero esta trampa no es más que una ilusión, dado que es posible hacerlo porque tal posibilidad está programada con anterioridad en el videojuego. Dado que se trata de un universo virtual, muchas reglas de la realidad pueden ser quebradas, o más bien, pueden existir de otra manera en el juego: es posible volar, matar sin ninguna consecuencia en el mundo real, y sobre todo: morir y volver a vivir; o lo que es lo mismo, vencer a la muerte.

La evolución de los videojuegos Uno de los tópicos tradicionales, de presencia usual en la bibliografía especializada, es el de la clasificación de los videojuegos.

Tal tópico no entra en los objetivos de este artículo, pero consideramos importante destacar un par de aspectos. Los criterios para agrupar los videojuegos en clases definidas van desde el hardware hasta el tipo de historia, pasando por la interfaz gráfica y el tipo de tareas que el jugador debe realizar para alcanzar la meta. Así las cosas, es comprensible que las clasificaciones varíen de un autor a otro. Sin embargo, las tipologías más usuales suelen incluir los juegos de: arcade, plataforma, estrategia, roll, simulación, deportes y mesa. Al revisar estas clasificaciones de los videojuegos llama la atención un hecho particular: a pesar de la variedad de las clasificaciones, pareciera que éstas han mantenido cierta homogeneidad a lo largo de la última década. Es interesante, por ejemplo, que Rodríguez, en 2002, mencione la gran velocidad con que aparecen nuevos videojuegos, pero presente una clasificación que, en esencia, es aquella elaborada por Estallo en 1995. Desde esta perspectiva se supone entonces que cada tipo de juego conserva ciertas características que le dan su identidad. Así, los videojuegos de plataforma, por tomar un ejemplo, se caracterizan porque el jugador debe saltar con precisión de una plataforma a otra, a la vez que evita múltiples obstáculos; y esto aplica tanto para Mario Bros 1 (1983) como para Castelvania The Dracula X-chronicles para la PSP (2007). En este artículo, más que discutir en torno a la tipología de los videojuegos, intentamos comprender su proceso evolutivo en cuanto a las condiciones de juego que aparecen a lo largo del tiempo, incluso en videojuegos que podrían formar parte de una misma categoría. La finalidad de esta revisión, de manera armónica con el resto del artículo, es identificar algunos hitos cuya aparición incide y transforma la historia y psicología de los videojuegos.10 Con esta idea en mente hemos revisado múltiples juegos de vídeo de antigüedad variable.11 Mediante esta revisión hemos encontrado que la evolución de los videojuegos podría dividirse en cuatro etapas.

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10. Para profundizar en esta temática, Ricardo Gálvez adelanta un proyecto en el Semillero de Investigación en Psicología del Desarrollo y Ciencias Cognitivas. 11. En nuestra revisión hemos incluido juegos de las siguientes consolas: Nintendo Entertaiment Sistem (NES), Play Station 1 y 2 (PS1 – PS2), Nintendo 64, Nintendo Game Cube, así como algunos juegos para X-box y PC.


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12. Estallo (1995) define los juegos de arcade como aquellos con un ritmo rápido, que exige tiempos de reacción mínimos y un mayor nivel de atención focalizada. 13. Anterior a la consola Nintendo Entertainment System producida en 1985 en Estados Unidos, fue lanzada en Japón el 15 de julio de 1983 la misma versión de la consola denominada Nintendo Family Computer (Famicom). 14. La consola denominada Supernintendo, producida en 1991, tuvo su predecesora, denominada Super Famicom, en Japón en 1990.

1. Aparición: durante la década del setenta aparecen los primeros juegos de vídeo, y, lo que es quizás más importante, adquieren un estatus en las representaciones sociales de la época. Es decir, se crean materialmente los primeros ejemplares, pero a la vez se genera el concepto básico. Estos juegos se caracterizaron por una interfaz gráfica primitiva en 2D (algunos de ellos en código ASCII). El audio de estos primeros juegos operaba mediante tonos básicos generados en la computadora. La mayoría de estos juegos eran de tipo arcade,12 tales como: Pong, Space Invaders y Pacman. Un hecho destacado de esta primera temporada es la aparición de personajes –de los cuales probablemente el primero fue Pacman en 1980–, lo cual resulta crucial al menos, por dos aspectos: en primera instancia la creación de personajes genera una identidad del propio juego que lo destaca con respecto a los demás; y segundo, facilita la identificación del jugador con tal personaje. Este aspecto de aparición temprana, será en adelante uno de los componentes fundamentales de los videojuegos (Gee, 2004). 2. Expansión: la evolución de los videojuegos ha ido de la mano de los avances tecnológicos en el campo de la informática y la electrónica. Con la apropiación de tales avances, los diseñadores y desarrolladores tuvieron siempre un respaldo para su creatividad. Un hito en esta historia fue la aparición de dos importantes consolas: el Nintendo Entertainment System13 (NES) en 1985 y la Supernintendo14 (SNES) en 1991. Es en ese momento cuando se concreta la creación de múltiples tipos de juegos tales como Mario Bros, Ninja Gaiden, Castelvania, Donkey Kong (todos ellos de plataforma), Street Figthter, Dragon Ball Z, Mortal Kombat (combate), F1, Top Gear, Mario kart (arcade, velocidad). Aun cuando todavía predominan las animaciones en 2D (vista superior y lateral), aparecen los primeros juegos en perspectiva isométrica, gracias a la cual los juegos adquieren, literalmente, 24 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

una nueva dimensión (profundidad). Adicionalmente, la historia del juego, en la que se tejen los avatares del personaje, comienza a destacarse como un elemento importante. 3. Consolidación o complejización: se trata de un momento crucial cuya cúspide es la aparición de la Play Station One, en 1995. Hacia finales de los años ochenta y principios de los años noventa se crearon los primeros juegos en 3D para consolas de Zega y Nintento, pero es con la PS1 cuando estos juegos se popularizan sin precedente alguno. Los juegos tridimensionales suponen una relación completamente distinta del jugador con el juego. Si se piensa detenidamente, los videojuegos son, por definición, simulaciones (aun cuando lo sean de situaciones fantásticas o imposibles), y son las gráficas en 3D las que introducen, sin lugar a dudas, el realismo propio de las coordenadas espaciales del ser humano. Para completar el cuadro, se introducen poderosos ambientes sonoros en estéreo, que refuerzan el trasfondo emocional del juego y permiten la incorporación de instrucciones orales, mediante la voz grabada de un narrador. Como si fuera poco, se vuelve práctica común y necesaria la grabación de las partidas (juegos multisesiones). Esto trae consigo que los juegos se complejicen hasta el punto que sería imposible llegar al final en una sola partida, tal como sucedía con los primeros videojuegos. 4. Masificación: si los avances tecnológicos delimitan los alcances de los videojuegos, la Internet abre posibilidades nunca antes vistas. Con ella aparecen los juegos masivos en línea –MMOG, del inglés Multisesion Massive On-line Games–. Se trata de juegos persistentes, es decir, continúan aunque el jugador no esté jugando. Y operan desde máquinas remotas de alta potencia, lo cual amplía casi infinitamente las posibilidades de programación y soporte informático. Dada la importancia de este tipo de


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juegos, volveremos a ellos en el apartado siguiente. A manera de síntesis vale la pena destacar, de esta evolución, tres líneas, por lo demás evidentes: la primera de estas tiene que ver con la potencia de la simulación, siempre de la mano del diseño gráfico. En Mario Bross 1, por ejemplo, se necesitaba bastante imaginación para ver a Mario, el personaje central, ya que, gráficamente, no era más que un matacho de colores en la pantalla del televisor, andando contra un fondo de manchas verdes que pretendían ser árboles. En contraste, la versión de Super Mario para el Nintendo 64 recrea entornos finamente detallados, tal y como se podrían ver en la realidad, si existieran. En Castelvania 1, cuando el personaje cae lo hace en una trayectoria y a una velocidad que producen la inconfundible sensación de falsedad en los movimientos, mientras que los motores de 3D actuales pueden recrear perfectamente el pibote de un balón sobre cualquier superficie. En segunda instancia, es claro que la evolución de los videojuegos está marcada por un aumento paulatino, pero sostenido, en la complejidad de los juegos. Aquello que empezó como una bola rebotando de un lado al otro de la pantalla, con dos perillas a manera de controles, llegó a convertirse en una inmensa variedad de complejos mundos cibernéticos. Este aumento de la complejidad no sólo ha sido determinado por los alcances tecnológicos, sino que responde a un principio psicológico: cuando una tarea se automatiza deja de ser entonces desafiante, y se requiere un nuevo juego que ponga a prueba las habilidades del usuario. A propósito de este asunto, Gee escribe que los jugadores siempre están dispuestos a afrontar nuevos desafíos a medida que progresa el juego (…) y a medida que nuevos juegos hacen cosas nuevas, plantean exigencias nuevas y mejoran más y más en desafiar a los jugadores de formas creativas (2004, p. 146). Por último, mencionemos los vínculos sociales que se establecen en el juego. No nos referimos en este momento a la interacción del jugador con otros personajes controlados por la máquina, sino a su

interacción con otros jugadores humanos. Desde el comienzo existió siempre la posibilidad del juego competitivo entre dos oponentes. Esta competición, no obstante, consistía muchas veces en turnos alternados para jugar individualmente. Posteriormente aparecieron los juegos cooperativos, y los que permitían la competencia de más de dos jugadores –algunas consolas soportaban hasta ocho controles–. Pero fue con los juegos de PC y con la aparición de la X-box cuando surgieron los juegos en red. Así, el punto de llegada de este camino ha sido el de los juegos masivos en línea. En ellos pueden participar jugadores de cualquier parte del globo terráqueo, agrupados en equipos, comunidades e incluso poblaciones enteras.

Videojuegos y sociedad Como diría Caillois, si los principios de los juegos marcan la sociedad a la que pertenecen, ¿qué nos dicen entonces los videojuegos de las sociedades actuales? Esta pregunta parece omitirse sistemáticamente en la literatura especializada. En lugar de ella aparece otra, reiterativamente: ¿Los efectos de los videojuegos son positivos o negativos? Por supuesto, es perfectamente válido reflexionar sobre el efecto que los videojuegos podrían tener en las personas, sean estos niños, jóvenes o adultos. De hecho, al ingresar en este ámbito de la investigación se trata de una pregunta obligada. No obstante, dado el carácter de nuestra propia investigación, permítasenos plantear el asunto desde otro ángulo complementario, antes de volver a la primera pregunta de este apartado: ¿qué dice la sociedad acerca de los videojuegos? Las declaraciones de diferentes personas y grupos sociales acerca de los efectos que tienen los videojuegos, como dispositivos tecnológicos, han producido afirmaciones encontradas. En España, Estallo (1992) referencia una serie de artículos en los cuales se exponen algunos tópicos centrales en el debate. Estos son:

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Opositores

Defensores

El tiempo empleado va en detrimento del estudio y es un inhibidor de otras actividades más positivas. Exponen a que se refuerce el aislamiento social y provocan alienación entre niños socialmente marginados.

Para algunos jugadores estos juegos pueden proporcionar un sentido del dominio, control y cumplimiento del que pudieran estar faltos en sus vidas.

Favorecen la conducta impulsiva y agresiva, sobre todo aquellos juegos de contenido violento. También podrían predisponer a que los niños acepten la violencia con demasiada facilidad e incluso a tener menos disposición a la asistencia o solidaridad con otros.

El interés adictivo hacia los juegos puede llevarles a una reducción de intensidad de otros problemas propios de la adolescencia, como por ejemplo, el uso de tóxicos o actividades de delincuencia.

Mientras implique la destrucción del enemigo, Constituyen una forma de aprendizaje y entreno tendrá lugar el juego imaginativo, creativo, namiento. fantasioso, ni será positivo para el desarrollo de habilidades sociales. Referente al dinero, algunos jugadores gastan lo destinado a la comida en la escuela, unos gastan el dinero de sus padres o realizan pequeños robos a fin de conseguirlo para jugar.

Desarrollan la coordinación óculo-manual, habilidades específicas en visualización espacial y matemáticas. Incluso, podrían también adquirir estrategias más amplias para aprender a aprender y aplicarlas en nuevos campos o materias de estudio.

La conducta adictiva de estos jugadores inhibe El dominio de juegos es un potencial de aumento el desarrollo de pautas de conducta más cons- de la autoestima entre aquellos jugadores que, de tructivas, especialmente sociales y generan un lo contrario, serían desadaptados sociales. problema con el manejo del dinero similar al de algunos ludópatas. Constituyen una forma de preparación o iniciación en las demandas cognitivas del mundo de la tecnología informática.

Han pasado dieciséis años desde la publicación del artículo de Estallo. Por aquel entonces no existía la Play Station, ni ninguna de las consolas que tenemos en el mercado actual. Era aquella la época de las primeras consolas de Nintendo. No obstante, al revisar las publicaciones actuales, la situación sigue siendo muy similar a la que encontró Estallo: algunos dicen que los videojuegos son nocivos; al tiempo, otro grupo plantea que pueden generar aspectos positivos. Andrés Hoyos (2006) en la revista Punto C del diario El País afirma que: A pesar de los efectos negativos que pueden ocasionar, existe otra corriente que defiende los videojuegos como una herramienta útil en el aprendizaje y en la recreación (…) La batalla entre detractores y defensores de los videojuegos sigue vigente. Y lo seguirá estando en los próximos años (p. 32). Por su parte, Elena Rodríguez (2002) del Instituto de la Juventud (Injuve), plantea que: “Centrándonos 26 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

en la propia investigación los hallazgos que parecen haberse encontrado han alimentado la controversia entre los [partidarios] y los [detractores]; esta discrepancia es un hecho constatado por numerosos estudiosos del tema” (p. 18). ¿A qué se debe entonces esta contradicción? Con toda seguridad habrá múltiples respuestas. Román Gubern en El eros electrónico (2000) aborda esta contraposición en términos de neofilia y neofobia. Por definición, el homo sapiens crea constantemente nuevas tecnologías, pero cuando tal cosa sucede, una parte de la humanidad se muestra complacida, mientras que otro grupo aparece temeroso. Sucedió con la imprenta, la televisión, la computadora, la radio, el tocadiscos y con otra infinidad de cosas. Isaac Asimov (1992) se refiere al mismo fenómeno: los desarrollos tecnológicos siempre llevan en potencia peligros y opor-


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tunidades. En sus palabras, “el descubrimiento del lenguaje introdujo comunicación –y mentiras–. El descubrimiento del fuego introdujo la cocina –y el incendio–. El descubrimiento de la brújula mejoró la navegación –y destruyó civilizaciones en México y en Perú–” (p. 17). A la neofobia Asimov la llamaría el complejo de Frankenstein, según el cual los humanos tememos los efectos de aquellas máquinas que creamos para emular algunos aspectos de las criaturas vivas. En cuanto a los juegos de vídeo, suele suceder que los parámetros con los que se juzga su efecto se plantean en niveles distintos. No es extraño que mientras algunas personas recurran a valoraciones de orden moral –generalmente para argumentar efectos negativos–, otras recurren a aspectos del desarrollo –usualmente para argumentar efectos positivos–. Si se observa atentamente la tabla que hemos traído de Estallo, es posible encontrar algunos indicios en esa dirección. Pero hay otro razonamiento que parecería ser más productivo a la hora de analizar la contradicción. Se trata de un punto que ya hemos mencionado al principio de este artículo: los efectos de los videojuegos dependen del tipo de juego y del uso que le da el sujeto que lo juega. Al entrar en especificidades, se encuentran investigaciones como la de Li, Atkins y Stanton (2006), quienes evalúan el impacto del uso de computadoras en la escuela y el hogar. Las autoras argumentan que varios estudios han demostrado un efecto positivo del uso temprano de computadoras en el desarrollo físico y psicológico de los niños (p. 3). Proponen como hipótesis que algunos programas de computadora podrían servir para el proceso de andamiaje (scaffolding) en el desarrollo cognitivo, y de esa manera, impulsarlo. Si bien las autoras mencionadas realizan su análisis en cuanto al uso de computadoras equipadas con software de apoyo pedagógico, otros autores proponen un uso también pedagógico para los videojuegos. Rosas, Nussbaum y sus colaboradores (1999) crearon videojuegos educativos e hicieron la prueba con una muestra de trescientos niños chilenos. Para ello usaron

Iglesia de San Antonio (1747-1768).

una plataforma similar al Nintendo Game Boy. Los resultados arrojaron un alto nivel de aprendizaje en los niños que jugaron el juego con contenidos académicos, un nivel medio en los juegos sin contenido académico y un nivel más bajo en el grupo control. El uso de la herramienta con los niños con problemas de aprendizaje tuvo un efecto positivo en tanto se registró un incremento de sus destrezas lectoras. James Paul Gee, con una mirada entrenada en las ciencias cognitivas, después de observar a su hijo enfrentar las aventuras de Pajama Sam se pregunta acerca del aprendizaje que las personas necesitan para salir victoriosas de un videojuego. Con sorpresa, describe la complejidad de algunos juegos para la Xbox y la PS2. Compra algunos juegos más y se enfrenta a ellos, para encontrar que se trata de tareas difíciles que requieren el uso de mucho tiempo de concentración y actividad intelectual. Su pregunta se reformula entonces de manera aguda y contundente: ¿Por qué un niño que enfrenta un videojuego aprende más fácilmente lo que se espera que aprenda, que cuando está en la escuela? La cuestión cobra más fuerza cuando se observa que muchas de las destrezas necesarias para solucionar las tareas de numerosos videojuegos son análogas a tareas escolares, en cuanto a los recursos cognitivos necesarios para resolverlas. Su hipótesis, finalmente, es que los videojuegos tienen incorporadas mejores teorías del aprendizaje que la institución escolar. En otras palabras, que los juegos de vídeo consiguen altos niveles de efectividad a la hora de promover y apoyar el aprendizaje de los jugadores, mientras

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15. Entre los juegos que apelan al combate, la lucha o la guerra, existen numerosas formas y versiones, con diferencias importantes entre ellos. Dentro de ellos están los juegos de estrategia que apelan a guerras míticas (Age of Mytology) o al espionaje (Metal Gear), juegos de disparos en primera persona –shooters– (Quake, Halo), juegos de violencia “gore” o de horror (Thrill Kill, Nightmare Creatures). 16. Puede resultar interesante, en este punto, observar el uso que da a la palabra “acción” un grupo de neuropsicólogos, mientras explican parte del modelo teórico de la psicología soviética: La unidad de análisis en el nivel psicológico no es la función psicológica o cognitiva (memoria, atención, percepción, etc.), sino el sistema de acciones que el escolar realiza dentro de la actividad de aprendizaje (Eslava-Cobos; Mejía, Quintanar y Solovieva, 2008)

que la escuela fracasa frecuentemente en el mismo intento. En el lado opuesto del espectro, se reportan efectos negativos, particularmente en cuanto al uso de la violencia.15 La National School Boards Association (2007), de Estados Unidos, reseña una investigación realizada por Vincent Mathews, según la cual en los jóvenes que enfrentan juegos de vídeo violentos se activan en mayor medida ciertas áreas del cerebro que incrementan el nivel de arousal emocional. Esta activación, probablemente de estructuras hipocampales, conjugada con cierto nivel de inhibición de áreas prefrontales implicadas en la autorregulación, predispone a los jóvenes, según Mathews, a comportamientos agresivos. En justo decir que la mayoría de los videojuegos apelan a algún tipo de violencia, y que algunos de ellos son de una violencia extrema. Es preciso, también, destacar que muchos jugadores prefieren los juegos donde se enfrentan a muerte con algún tipo de enemigo, sea este una dulce tortuga o un monstruo sanguinolento. Por otra parte, es apenas razonable que muchos adultos se cuestionen en cuanto al efecto que puedan tener estos videojuegos en la psique de un niño. Según una línea de razonamiento que cobró fuerzas en manos del psicoanalista Bruno Bettelheim (1998), el acceso que tiene el niño a escenas violentas en el contexto de historias fantásticas le permite, además de percibir la distancia que existe entre la violencia real y aquella que ocurre en el plano de la ficción, experimentar cierto tipo de catarsis que ayuda a la descarga de los impulsos violentos inherentes a los seres humanos. Sin embargo, la fortaleza de esta hipótesis, con todo y que muchas veces se corrobore, no debería hacernos perder de vista la complejidad del fenómeno de la violencia en los videojuegos. Todo lo contrario, hay allí un síntoma claro de ciertos malestares propios de la sociedad humana. Si los niños encuentran en las consolas juegos demasiado violentos, es porque esos juegos se los dio la sociedad. Téngase en cuenta que un niño/a puede construir un carro de balineras o una pelota de trapo, pero no puede hacer un videojuego. 28 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

En otras palabras, si las tiendas de videojuegos están repletas de videojuegos violentos, e independientemente de que tal cosa sea valorada como positiva o negativa, es porque un grupo de personas adultas que se dedican a crear y desarrollar videojuegos los han producido. Y este grupo de personas –desarrolladores y productores de videojuegos– se encuentra a su vez inmerso en un grupo social que consume violencia a diario. Los medios masivos venden violencia, y los consumidores pagamos por ella. Es curioso, por ejemplo, entrar a cine y encontrar que los trailers que ruedan antes de la película ofrecen un alto porcentaje de explosiones, disparos y patadas voladoras; pero es más diciente aún que a este tipo de películas las llamemos de acción. Es decir, la palabra acción, que por definición se refiere a la unidad de análisis básica16 con la que se dibuja la psique humana, la reducimos, en el cine, al combate y a la adrenalina. Al igual que con el asunto de la violencia, encontramos patrones y tendencias en los videojuegos que provienen de otros ámbitos sociales. El fenómeno de los juegos en red resulta bien diciente al respecto. Se trata de juegos en los que multitudes enteras los juegan en línea. En estos videojuegos los límites espacio-temporales cerrados del juego parecieran diluirse, ya que el juego continúa siempre, no importa quienes estén desconectados. En algunos de estos juegos incluso, aun cuando el jugador no esté conectado, el personaje puede seguir operando y puede comunicarse y pedir instrucciones al jugador mediante el envío de correo electrónico o de mensajes de texto al teléfono móvil. ¿No es esa, acaso, la manera como funciona el trabajo actualmente? Mediante el uso de los teléfonos móviles, el chat y el correo electrónico, se espera que los trabajadores permanezcan en contacto con los empleadores siempre. La frontera entre hogar y lugar de trabajo se ha desdibujado considerablemente. Caillois postula que los instrumentos que componen los juegos y hacen parte de ellos, poseen toda una historia que precede al momento de su uso como juego, impregnados de la historia de la cultura a la que pertenecen. Los videojuegos no están exentos de ello.


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Son, en sí mismos, productos culturales que condensan los valores y las perspectivas de la sociedad actual.

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Educación superior latinoamericana

Factores claves que tipifican la educación superior en América Latina hoy* Higher education in Latin America. Key factors that characterize higher education in Latin America today.

Martha Lucía Ramírez Pérez Resumen

Abstract

El documento nace de los antecedentes teóricos de la investigación Caracterización poblacional y de PEI de las universidades del Valle del Cauca, desarrollado en la Universidad de San Buenaventura Cali, con cinco instituciones de educación superior (IES). El artículo sitúa algunos referentes que permiten comprender las transformaciones de la educación superior en las últimas décadas, asuntos que configuran una educación terciaria otra . Los temas desarrollados se organizan en cuatro categorías que muestran múltiples visos de la educación superior en América Latina y que referencian la caracterización de directivos, docentes y estudiantes, uno de los objetivos centrales del estudio. Las cuatro categorías son: reformas, aumento de la educación superior, cambios en la población estudiantil y cambios en la población docente. Palabras clave: educación superior, población estudiantil, reformas de la educación superior.

The document stems from the theoretical background of the research named Caracterización poblacional and from PEI** of the universities of Valle del Cauca, Colombia, developed at the University of San Buenaventura-Cali with 5 higher education institutions. The article mentions some reference points that allow us to understand the transformation of higher education in recent decades, which structure a tertiary education. The topics are organized into four categories that show diverse aspects of higher education in Latin America and make reference to the characterization of heads of departments, teachers, and students, who are the central aims of the study. These categories are: Reforms, increase of higher education, changes in student population, and changes in the teacher population. Key words: Higher education, student population, higher education reforms.

• Fecha de recepción del artículo: 15 de agosto de 2008 • Fecha de aceptación: 16 de febrero de 2009. MARTHA LUCÍA RAMÍREZ PÉREZ. Docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la USB Cali. Psicóloga de la Universidad del Valle y estudiante de la Maestría en Educación: Desarrollo Humano, de la USB Cali - Colombia. Correo electrónico: mlramire@usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 31-39 Ø 31

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Caracterización poblacional y de PEI de las universidades del Valle del Cauca. ** Proyecto Educativo Institucional by its acronym in spanish.


Martha Lucía Ramírez Pérez

Reformas La educación superior (ES) de América Latina ha vivido en las últimas décadas tres grandes reformas. Las más influyentes para entender lo que es hoy día este nivel de educación son las dos reformas más recientes. A partir de la década de los noventa, la segunda reforma de la educación superior se caracterizó por instaurar un modelo binario: – Educación pública y privada – Educación de alta y de baja calidad – Educación universitaria y no universitaria Estas dualidades dieron como resultado un contexto de educación superior (ES) mercantilizado y heterogéneo, que promovió modelos de calidad, de precios y de financiamiento muy diferenciados. Ello, desde la perspectiva de Claudio Rama, facilitó la expansión del sector privado de este nivel educativo, lo cual implicó mayor cobertura, aumento de matrícula e instituciones, y generó con ello que sólo (...) un pequeño sector de la educación superior fuese de calidad y otro mayor estuviese orientado a la absorción de la demanda insatisfecha y con menores exigencias de calidad. Esta expansión del sector privado estuvo asociada en sus inicios a la ausencia de mecanismos de regulación de la calidad de la educación superior por parte de los Estados y de las propias instituciones, lo cual generó mayor heterogeneidad, falta de control de la educación superior emergente y expansión de esta forma irregular del sistema (Rama, 2006, p. 12). Plantea Claudio Rama que si bien la expansión de la educación superior permitió ampliar la cobertura social y regionalmente generó simultáneamente niveles muy diferenciados de calidad que derivaron en el (...) nacimiento de una nueva inequidad asociada a la calidad de la Educación Superior a nivel terciario. Es decir, la expansión de la cobertura redujo la tradicional inequidad de acceso para mujeres, personas del interior de los países y diversas etnias, pero al tiempo “(...) conformó dos circuitos o redes de escolarización universitarias diferenciadas por sectores sociales y niveles de calidad de la educación” (2006, p. 12). Se dio de este modo una educación superior configurada bajo preceptos de alta 32 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

calidad educativa y otra tipificada por una dudosa calidad. Respecto a la primera y segunda relación binaria, la ampliación de oferta educativa de carácter privado abrió espacios antes inexistentes para estudiantes que no podían hacer parte de la rigurosa selección de las universidades públicas, lo que posibilitó que jóvenes con relativos recursos económicos pero con bajos puntajes en las pruebas de acceso a la universidad pudieran insertarse a la educación terciaria profesionalizante; aspecto interesante en tanto opciones de apertura a nuevas franjas poblacionales, pero a su vez complejo en tanto muchas de las nacientes universidades privadas no contaban con la infraestructura administrativa y académica de las universidades públicas; por lo tanto, situadas en clara desventaja frente a un recorrido histórico de gran valor que marcaba la acumulación de conocimiento y experiencia por parte de las universidades públicas de América Latina. Aspecto que se agrega a la paulatina desaparición de la universidad pública en algunos países de la región en la medida en que ésta debía gestionar cada vez más recursos financieros por fuera de las arcas estatales, es decir, la universidad pública ha dejado de atender a estudiantes mientras que la universidad privada acoge a estos, en ocasiones en medio de escasos recursos materiales y/o académicos. Es necesario precisar que se hace referencia explícita a aquellas IES que emergieron en las dos últimas décadas en América Latina, en su mayoría privadas o semiprivadas, situación diferente a la de aquellas universidades privadas de vieja data que tienen en su recorrido y experiencia académica semejanzas con las universidades públicas en tanto ganancia de orden económico, investigativo y de prestigio social. En este sentido, quizá la relación binaria debería establecerse también con criterios de tiempo de funcionamiento de una IES, criterio fundamental que permite ver que en gran medida la calidad de una universidad está determinada por multiplicidad de factores, entre ellos, el tiempo de experiencia, el aprendizaje acumulado, las transformaciones internas, el ajuste a las necesidades del


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medio, las posibilidades de autoevaluación y las investigaciones sobre sí misma; todos ellos elementos claves a la hora de generar altos, medios o bajos niveles de calidad educativa. Igual que la segunda, la tercera reforma de la educación superior influyó decisivamente en el devenir de este nivel educativo en América Latina. Esta reforma se caracterizó básicamente por la masificación e internacionalización de la educación superior. De este modo, América Latina se ha visto abocada a unas realidades propias de los fenómenos de globalización, entre los cuales sobresalen: – La internacionalización de la educación superior. – Las exigencias de las nuevas tecnologías de comunicación e información. – Las nuevas demandas de acceso de la población, sectores tradicionalmente marginados (grupos indígenas, mujeres, minorías, personas con discapacidad, emigrantes). – La presencia de una sociedad del conocimiento que promueve la educación a lo largo de toda la vida. – La mercantilización del conocimiento. – La renovación permanente de los saberes. Todo ello deriva en la necesidad del establecimiento de estándares internacionales de calidad sobre la educación superior, en la exigencia para que la formación universitaria sea pertinente en el plano global y local (educación superior glocal), formación pensada y desarrollada por ciclos y con procesos educativos avalados a escala global. A partir de esta segunda reforma, la generación de una educación superior universal que requiere reconocer, comprender y adoptar los cambios y rápidas transformaciones que sufre la ES en todas las latitudes del planeta. En este sentido, la educación superior de América Latina se ve obligada a acoger los conocimientos y aprendizajes hechos por los países desarrollados, aquellos que aparecen como los grandes conocedores e investigadores de la ES a nivel mundial. El formato universalizante contrasta fuertemente con el ingreso a la ES

Torre Mudéjar (1774).

de población con características particulares; es decir, mientras los discursos globalizantes sobre educación para toda la vida, sociedad del conocimiento, actualidad y vigencia del mismo, y tecnologización permean las culturas y los países, la universidad real y concreta empieza a recibir estudiantes procedentes de diversas culturas, de diversos estratos sociales, con distintos niveles de capacidad frente al aprendizaje, que manejan diversos códigos lingüísticos y con diversas interpretaciones y sentidos sobre la formación profesional. Asunto que se ofrece como un reto para administrativos y académicos de la Educación Superior (ES), y para aquellos que tienen la misma como objeto de investigación en toda América Latina. Como se mencionó anteriormente, la diferencia entre instituciones universitarias y no universitarias constituye otra de las características dominantes en casi todos los países de la región. Estos dos sectores expresan además grados diferentes de privatización, de financiamiento, de feminización, de diferenciación social, de calidad, de equipos

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Martha Lucía Ramírez Pérez

docentes, de autonomía institucional y de demandas sociales (Rama, 2006a, p. 11). En este sentido, es importante ver cómo están cuantitativamente representados estos dos ámbitos de la formación terciaria; seguidamente, en la Tabla 1 se presentan las diferencias proporcionales entre educación superior universitaria y no universitaria para el caso de algunos países latinoamericanos. Sobresalen en esta tabla varios aspectos: 1. El promedio porcentual de matrícula para los diez países en el sector no universitario es de 22,3%, es decir, casi en promedio de una de cada cinco matrículas en las IES de los países referidos corresponde a la formación técnica o tecnológica. 2. El promedio porcentual de matrícula para los diez países en el sector universitario es de 77,7%, es decir, en promedio algo menos de cuatro de cada cinco matrículas en las IES de estos diez países se encuentran en entidades universitarias. 3. De los diez países referidos, aquellos con mayor porcentaje de matrícula en el sector no universitario son Perú y Paraguay con 46% y 36% respectivamente. 4. Los países con menor porcentaje de matrícula en el sector no universitario son México y Bolivia con un 3% y un 7% respectivamente. Tabla 1. Proporción de la matrícula según sector. Matrícula de educación superior por sectores - 2000 País

1. Se refiere a las instituciones de nivel técnico y tecnológico

Sector no universitario

Sector universitario

Argentina

25%

75%

Chile

17%

83%

Paraguay

36%

64%

Perú

46%

54%

Uruguay

21%

79%

Venezuela

33%

67%

Bolivia

7%

93%

Colombia

18%

82%

México

3%

97%

Costa Rica

17%

83%

Fuente: La universidad se reforma IV, febrero de 2006. 34 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

5. Se deduce de estas cifras la escasa oferta del sector no universitario, precisamente el encargado de formar técnicos y tecnólogos que respondan a problemáticas concretas de las regiones y provincias de los Estados latinoamericanos. Asunto de pertinencia que bien vale la pena ser interrogado, valorado e investigado por quienes toman las grandes decisiones sobre educación superior en cada país.

Aumento de la educación superior Es importante reconocer históricamente las transformaciones cuantitativas y cualitativas de la educación superior en América Latina, pues ellas sirven de marco contextual para comprender el sentido de los cambios gestados y prospectar la ES de las próximas décadas en la región. En 1950 no existían más que 75 universidades en la región (América Latina), y sólo un puñado de Institutos de Educación Superior (IES) no universitario. En el 2002 existían más de 5.000 IES, incluyendo alrededor de 900 universidades (Brunner, 2002, p. 2). En el sector universitario, en el año 2000, aproximadamente el 60% de la ES corresponde al sector privado, así como en las otras instituciones de educación superior,1 que, de unas pocas unidades, han llegado a ser más de 4.000, con predominio absoluto de las instituciones privadas de carácter lucrativo (Yarzábal, 2001, p. 3). Se calcula que la población total de estudiantes de educación superior seguirá creciendo teniendo en cuenta el aumento poblacional de la región, de este modo América Latina crecerá de 508 millones de habitantes en 1999 a 574 millones en el año 2010 y a 643 millones el año 2020 (Brunner, 2002, p. 3). Las universidades constituyen actualmente algo más del 15% del total de instituciones de educación superior. Sin embargo, y paradójicamente, (...) las universidades reúnen cerca del 70% de la matrícula estudiantil, del cuerpo docente y de los investigadores del sistema, estando a su cargo la mayor parte de la investigación científica y tecnológica que se realiza en la región (Yarzábal: 2001, p. 3).


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Como se señaló anteriormente, es un tema central de las discusiones entre quienes lideran la educación superior en los países de América Latina, pero compete también a quienes lideran las IES universitarias y no universitarias, privadas o públicas, de alta, media o baja calidad. De este modo, la evidente mercantilización de la educación superior, referida anteriormente, se expresó en América Latina en una creciente emergencia de instituciones privadas las cuales han competido a través de múltiples mecanismos para acoger a una parte creciente de los nuevos estudiantes. Las modalidades de competencia contribuyeron decididamente a permitir el ingreso de nuevos estudiantes con perfiles sociales, culturales, geográficos y económicos diferentes a los patrones tradicionales; asunto que matiza la formación profesional en este nivel, que complejiza los asuntos de orden pedagógico, didáctico y evaluativo, y exige repensar la educación superior que requieren los estudiantes latinoamericanos hoy. La educación superior privada tuvo igualmente una expansión muy grande en las últimas décadas. (...) en 1960 representaba el 16% de la matrícula regional, pasó al 32% en 1985, saltó al 45% en 1994, continuó trepando para alcanzar el 50% en el año 2000 y al parecer llegar al 52% para el año 2002, que es cuando comenzó a descender (Rama: 2006a, p. 9). Como se ha venido señalando, el aumento de la población estudiantil aparece ligado a la diversidad étnica, cultural, social de dicha población, asuntos que poco se vislumbran en las reflexiones y análisis de las instancias internacionales de educación superior; así, la diversidad demográfica ahora patente en la ES debiere movilizar esfuerzos para conocer y reconocer la heterogeneidad poblacional propia de la universidad contemporánea, llámese esta pública o privada; en este sentido, dar una mayor relevancia a los aspectos de orden cualitativo que precisan e interrogan aún más que lo cuantitativo, las complejidades que presenta hoy el mundo concreto de la universidad latinoamericana: los aprendizajes, las formas alternas de la inteligencia,

los intereses y motivaciones diversos, las significaciones que tiene para uno y otro estudiante su lugar en la vida universitaria y, las representaciones de género que se han ido modificando de manera decisiva en el concierto de los países de América latina, se cuenta como la más sobresaliente.

Cambios en la población estudiantil En el último informe sobre educación superior en América Latina se muestra el aumento que ha tenido la matrícula en este nivel educativo, fenómeno que se produjo desde fines de los años ochenta, y que se ha acelerado mucho más aun desde mediado de los años noventa. Entre 1950 y 1994, el número de inscritos en las IES de América Latina y el Caribe se multiplicó por 27, alcanzando en 1994 alrededor de 8 millones. Algunos estudios sugieren que esto se produjo fundamentalmente por el aumento de la cobertura de los otros niveles del sistema educativo (Yarzábal, 2001, p. 2). Claudio Rama muestra que a partir del año 2000 se ha generado un incremento importante: Desde ese año se podría hablar de un incremento adicional de casi 135 mil nuevos alumnos por año en toda América Latina. Así, entre 1994 y el año 2003 la matrícula aumentó en 83% y ha permitido superar el techo de 15 millones de estudiantes latinoamericanos de educación superior en el año 2005 (Rama, 2006, p. 15).2 Antiguamente los estudiantes del interior tenían que desplazarse a las capitales departamentales o nacionales para continuar sus estudios e ingresar a las universidades; desde los años setenta, como resultado de la democratización de América Latina y de la irrupción de ofertas privadas en el interior de los países, se fueron generando una amplia cantidad de instituciones universitarias y no universitarias que han promovido la existencia de un vigoroso proceso de regionalización de la educación superior. En los años ochenta y noventa, (...) además la expansión de sedes y subsedes de las universidades tanto públicas como privadas ha continuado permitiendo la expansión de la cobertura de estudiantes de las

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2. Mientras en 1994 había en promedio en la región 162 estudiantes terciarios por cada 10 mil habitantes, para el año 2003 se alcanzó una cifra de 259 estudiantes por cada 10 mil habitantes (Rama, p. 15).


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diferentes regiones de los países (Rama, 2006, p. 16 ). Tal proceso de regionalización implicó dar a los estudiantes de la educación superior un espacio nacional y no meramente el espacio de algunas ciudades o de las capitales de los países (Rama, 2006a, p. 3). Este aspecto se ha convertido en un elemento de primer orden a la hora de pensar la educación superior. Hablamos de universidades que instaladas en ciudades pequeñas y apartadas podrían convertirse en bastiones de desarrollo para las regiones en la medida en que estas sean capaces de comprender y responder eficazmente a las realidades topográficas, sociales, económicas y culturales circundantes; pues sólo en esta dimensión tiene sentido y pertinencia la presencia de una universidad en zonas donde antes no llegaba la educación superior, y más bien era el estudiante quien debía abandonar su ciudad de origen para adoptar otros modos, otros significados culturales y otras prácticas alejado de su territorio y parámetros socioculturales. Este aspecto marca de manera crucial un estudiantado que permanece en sus ciudades de origen, cerca de su familia y con los recursos –y también deficiencias– que le brinda su entorno. Volviendo sobre la caracterización de la educación superior tenemos que los institutos no universitarios, tanto los públicos, pero sobre todo, los privados, representan el espacio de cobertura para los sectores de menores ingresos económicos y de menos niveles de stocks culturales. Los estudiantes de estas instituciones parecen mostrar mayor proporción de mujeres, mayor intensidad de horarios nocturnos, población trabajadora, con una menor tasa de abandono y deserción y de instituciones más pequeñas con menores niveles de calidad. Todo lo anterior ha llevado al nacimiento de una nueva realidad estudiantil, más exigente, más competitiva, menos elitista, más plural, altamente diversa, con un estudiante mucho más diferenciado por sus recorridos sociales preuniversitarios y por los tipos de instituciones y niveles de calidad en los cuales realizan sus estudios terciarios. Este nuevo escenario impide que se pueda hablar de un ‘movimiento estudiantil único’, y obliga a concebir muchos movimientos estudiantiles 36 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

que varían por su condición social, étnica, cultural o religiosa, por el tipo de institución en la cual se forman, por la localización geográfica de las instituciones de Educación Superior o inclusive por sus culturas organizacionales (Rama, 2006a, p. 14). Tal como se viene señalando, el proceso masificante de la educación superior ha transformado el perfil social del estudiantado, caracterizado actualmente por estudiantes: – Especialmente de sexo femenino. – Del interior de los países. – Vistos como clientes. – De corto tiempo en la universidad (altas tasad de deserción). – Profesionales. – Trabajadores. – A distancia. – Indígenas. – Pertenecientes a diversas etnias. – Con discapacidades. Los cuales se encuentran junto a los tradicionales estudiantes blancos, urbanos y de familias de altos ingresos. (Rama, 2006, p. 16). Así, por ejemplo, la cobertura de las mujeres que alcanzó el 48% en 1997 para toda la región, ha seguido creciendo calculándose que superó el 52% en el año 2003 (Rama, 2006a, p. 9). Cabe también señalar que la composición de la población estudiantil ha variado sustancialmente, no sólo en lo que se refiere a la incorporación de nuevos grupos de edades –población económicamente activa y de la tercera edad– sino también respecto a sus necesidades educativas y su disponibilidad de tiempo para la formación (Yarzábal, 2001, p. 3) De este modo se está dando una importante diversidad de sectores que ingresan a la educación superior; todo está cambiando hacia una mayor semejanza con la estructura social de las propias sociedades latinoamericanas. Sin embargo, expone Rama: Esta masificación está trayendo varios temas adicionales a la discusión, entre los cuales una nueva realidad de deserción, repitencia y abandono, la existencia de dos circuitos de


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escolarización terciarios diferenciados por la calidad de la educación y que tienden a asociarse a sectores sociales diferenciados, y la incidencia sobre los mercados laborales y sobre las emigraciones de profesionales (2006, p. 16). Brunner plantea que ante el aumento de oferta educativa en el nivel terciario ingresan nuevos contingentes de alumnos con un bajo capital cultural y escolar, sin que los Sistemas Nacionales de Educación Superior (SNES) estén académicamente preparados para compensar ese déficit. Este aspecto trae consigo otra problemática: Entre un 5% y un 15% de los alumnos proviene de los dos quintiles inferiores de la distribución del ingreso. Hay, por tanto, una demanda por cursos remediales que las instituciones frecuentemente no están en condiciones de satisfacer. Todo ello está muy relacionado con los aspectos anteriormente mencionados sobre repitencia y deserción, entre otros, y se convierten de más en más en factores asociados a la deserción de estudiantes en la educación superior, problemática que para el caso de Colombia se ha convertido en un serio problema ante el cual el Estado se ha mostrado interesado, pues según estudios del propio MEN realizados en: 120 instituciones de educación superior de todo el país, con una muestra de más de 1.100.000 estudiantes matriculados entre 1998 y 2006, encontró que los principales determinantes de la deserción estudiantil en pregrado están relacionados con el rendimiento académico previo al ingreso del programa de educación superior, el ingreso familiar, el acceso al financiamiento y la orientación profesional/vocacional de los estudiantes (www.mineducacion.gov.co). Tal como lo muestra este pequeño apartado, la formación anterior a la universitaria se muestra como un factor fundamental en la permanencia del estudiante en la educación superior, convirtiéndose así en un aspecto que podría ser trabajado desde los primeros semestres por parte de las IES como forma de retener a los estudiantes, capacitándolos frente a los grandes déficit con que llegan para responder a las exigencias de la educación terciaria.

Iglesia de San Francisco (1803-1827).

Si el asunto en este aspecto es delicado en las universidades, pensemos en las instituciones universitarias que trabajan aún con niveles poblaciones de menor estratificación social, específicamente las instituciones que ofertan programas técnicos y tecnológicos, que, como ya lo vimos, representan un gran número en América Latina, pero con un bajo número de estudiantes frente a la cifra total de estudiantes de la educación superior. Al respecto, Brunner señala la serie de problemas de desajuste que existen en el mercado laboral, debido a la alta y creciente oferta de profesionales universitarios y a una oferta relativamente baja de técnicos superiores. En este sentido la demanda por estudios superiores al parecer continuará presionando en América Latina sobre las carreras universitarias (llamadas por algunos tipo A), a menos que existan políticas destinadas a reforzar el sector institucional de oferta de carreras tipo B (Técnicas y Tecnológicas) y a estimular la demanda por formación técnica de ciclo corto o intermedio (Brunner, 2002, p. 5). Así, para poder identificar y medir el impacto que los programas de formación universitaria están generando en su entorno inmediato es imprescindible mantener un permanente contacto con los egresados; son ellos quienes le ayudan a la universidad a identificar la pertinencia, coherencia y sentido de la formación profesional impartida; son ellos quienes permiten evaluar qué tanto la universidad logra hacer una adecuada lectura e interpretación de las condiciones, necesidades y potencialidades de su contexto toposocioeconómico; sin embargo, pareciera ser una variable muy recientemente tenida

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en cuenta como elemento fundamental de retroalimentación por parte de las IES. Específicamente sobre la categoría de egresados en la educación superior existe poca información en los SNES (tanto en lo referente a educación pública como a educación privada); por lo tanto, es difícil referir la evolución de la oferta de graduados y las tendencias de la ocupación por profesiones. Este aspecto es altamente preocupante porque está asociado a un gran desconocimiento sobre el devenir laboral de quienes egresan, pero, adicionalmente, no permite a las IES y a los programas de formación dimensionar los pro y los contra sobre el nivel y modo de impacto que tiene la formación de profesionales, técnicos y tecnólogos en el contexto inmediato de la institución. En este sentido, Brunner plantea que las IES: (...) están forzadas a adoptar nuevos enfoques que incluyan el continuo monitoreo del mercado laboral y el ajuste de sus programas y cursos de acuerdo a los cambios de dicho mercado, así como a dar mayor atención al valor de la experiencia laboral, pasantías y arreglos colaborativos con la industria(...) (2002, p. 19). Agrega el autor, (...) se requiere aumentar la inversión en servicios institucionales de orientación profesional y búsqueda de empleo. Se trataría de una amable invitación que interroga las relaciones existentes entre la academia y los otros sectores productivos de una región, vínculo que existe sólo para algunos núcleos de productividad, pero que en la mayoría de casos es inexistente; al respecto, se avizora la necesidad de favorecer y generar aproximaciones que desde la academia integren saberes, prácticas y lineamientos eficaces que desde los sectores de la producción orienten el trabajo de formación profesional que se desarrolla en las IES.

Cambios en la población docente Del mismo modo que aumentó la matrícula en la educación superior en América Latina, aumentó el número de docentes ocupados en la formación de los futuros profesionales latinoamericanos. “El número total de docentes de educación superior se multiplicó por 28, pasando de unos 25.000 aproximadamente 38 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

en 1950, a algo más de 700.000 en 1994. Este crecimiento se produjo sin un aumento simultáneo de la capacidad de formación de profesores en la región. Aspecto decisivo en la propia calidad de los procesos formativos disciplinares. Como consecuencia de ello, se ha estimado que sólo el 20% de los docentes tiene formación de posgrado y que el 10% pueden ser catalogados como investigadores independientes. [Por otra parte,] la significativa reducción de los salarios en la docencia hace que la mayor parte de los profesores trabaje a tiempo parcial, en varias instituciones, disminuyendo así el tiempo dedicado a la enseñanza y reduciendo a niveles mínimos la posibilidad de efectuar investigación (Yarzábal, 2001, p. 2). Así las cosas, más del 90% de las IES que existen en América Latina se centran en la docencia, tipificándose de esta manera la ausencia de una práctica institucionalizada de investigación disciplinaria que permita preservar un clima intelectual estimulante y, lograr que los profesores se mantengan conectados a la frontera del conocimiento (Brunner, 2002, p. 14). Aquello es absolutamente preocupante en un continente donde las problemáticas sociales, económicas, políticas, ecológicas ameritan un estudio profundo que permita a las naciones latinoamericanas opciones reales a las crisis que por décadas han caracterizado esta parte del mundo. Y es el ámbito de la educación superior el llamado a responsabilizarse del estudio denodado de la universidad, sus complejidades y proyecciones. Brunner aclara más el panorama cuando muestra cómo los docentes de América Latina en la educación superior poseen una dedicación de tiempo completo en un 40% en promedio, en las IES públicas, y sólo un 13% en las instituciones privadas. Sólo una minoría de los profesores universitarios del sector público ha alcanzado el nivel de doctorado: menos de un 5% en Bolivia, Colombia, República Dominicana y México; alrededor de un 12% en Chile y un 22% en Brasil. Probablemente la proporción de doctores dentro del cuerpo académico de las IES privadas sea todavía más bajo (Brunner, 2002, p. 16). Número bajo de estudios de posgrado relacionado con dificultades económicas de


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los docentes para asumir los costos de los programas de formación en este nivel (en casi todos los casos es el propio docente quien con sus honorarios asume los gastos que exige la formación postgradual), problemáticas además relacionadas con la exclusividad de tiempo para realizar estudios de doctorado, lo cual demandaría renuncia al desempeño laboral y al sostenimiento económico por este medio. Esto es consecuencia, por una parte, de la baja remuneración de la función profesoral, y por otra, de la carencia de políticas de estímulo a la formación y dedicación por parte de los estados y las instituciones. Yarzábal es contundente al afirmar: Es impostergable poner en marcha programas de mediano y largo plazo orientados a formar profesores e investigadores capaces de crear, apropiarse, adaptar y transferir conocimientos y tecnologías, desarrollar escuelas de pensamiento humanístico y participar activamente en la construcción de modelos alternativos de organización social y de desarrollo humano (2001, p. 6). Yarzábal plantea opciones interesantes de formación de los docentes universitarios. Este autor considera que los docentes insuficientemente formados, pero que ya están incorporados al sistema, deben capacitarse en servicio o a través de programas de posgrado, desarrollados preferentemente en la región mediante la implantación sistemática de redes o consorcios interinstitucionales basados en la colaboración solidaria orientada a utilizar eficientemente la capacidad instalada en varias instituciones de excelencia (2001, p. 7). En este sentido, la opción de redes solidarias del conocimiento entre universidades, programas disciplinares e interdisciplinares, entre docentes universitarios, podría ser de las posibilidades más viables de formación de docentes, especialmente por los altos costos económicos y personales que implica la formación postgradual, por la dedicación de tiempo a ella y por los obstáculos que en ciertas ocasiones las propias instituciones

generan como impedimento de la capacitación del docente universitario. Para Brunner la demanda por mejorar la calidad de la educación superior necesariamente debe partir por evaluar y mejorar la calidad de los docentes (2002).

Bibliografía –– BRUNNER, José Joaquín. Nuevas demandas y sus consecuencias para la Educación Superior en América latina. Publicado en 2002. http://mt.educarchile.cl/archives/DemandasES_versionesDEF.pdf y consultado Agosto /2007 –– ________. Tendencias recientes de la Educación Superior a nivel mundial. Paper presentado en el Seminario Regional Las nuevas tendencias de la evaluación y de la acreditación en América Latina y el Caribe; CONEAU – UNESCO –IESALC, Buenos Aires, 6 de junio 2005. Publicado en 2005. http://mt.educarchile. cl/archives/Tendencias%20recientes.pdf. Consultado agosto de 2007. –– RAMA, Claudio. Los nuevos estudiantes latinoamericanos en el siglo XXI. Publicado en 2005 en: http//www.iesalc.unesco.org.ve/ publicaciones/LaUniversidadSeReformaIV. Consultado septiembre de 2007. –– YARZÁBAL, Luis. La educación superior en América Latina, realidad y perspectiva. Publicado en 2001 en http//www.ilaedes.org/ documentos/articulos/ES%20en%20AL%20 -%20Mecesup-Chile.pdf. Consultado agosto de 2007 –– IESALC. Informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe 2000 - 2005. La metamorfosis de la educación superior. 2006. Introducción. Claudio Rama. La tercera reforma de la educación superior en América Latina y el Caribe: masificación, regulaciones e internacionalización. Capítulo 12. Ramón Ulises Salgado Peña. La formación docente: de las normales a las universidades.

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Primero afirmar, luego integrar

La interdisciplinariedad y las ciencias sociales* First asserting, then integrating social sciences and interdisciplinarity

Johnny Javier Orejuela Cuando la mente está confundida, se produce la multiplicidad de las cosas; cuando la mente está tranquila, desaparece la multiplicidad de las cosas Aforismo budista Para alcanzar el equilibrio, primero has de afirmar y luego has de integrar Adagio chino El todo es más que la suma de las partes y tiene prioridad sobre ellas Karen Gloy

Las disciplinas debieron primero afirmar sus identidades en la consolidación de su surgimiento, pero dado su nivel de desarrollo actual se hace necesario e inevitable superar los linderos iniciales e integrarse inter y transdisciplinarmente. Adicionalmente, se discute qué es y qué no es la interdisciplinariedad, al tiempo que se plantean las implicaciones de este esfuerzo científico. De este modo, se toma el psicoanálisis como un ejemplo de interdisciplinariedad. Palabras clave: interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, epistemología de las ciencias sociales, psicoanálisis.

Resumen

Abstract

El propósito del presente artículo es reflexionar el lugar de la interdisciplinariedad en las ciencias sociales, distinguiendo inicialmente la interdisciplinariedad de hecho, de la interdisciplinariedad de derecho, es decir, de la legitimada e idealizada como opción metodológica y epistemológica en el acontecer actual en las ciencias sociales.

The purpose of this article is to reflect upon how interdisciplinarity is understood in social sciences, by differentiating at first an “interdisciplinarity of fact” from an “interdisciplinarity of right;” that is, the legitimized and idealized one as a methodological and epistemological option in the current development of social sciences. These disciplines

• Fecha de recepción del artículo: 10 de abril de 2008 • Fecha de aceptación: 2 de marzo de 2009. JOHNNY JAVIER OREJUELA. Profesor asociado de la Facultad de Psicología. USB, Cali - Colombia. Docente-investigador del grupo Estéticas Urbanas y Socialidades, categoría A Colciencias, coordinador de la línea Estudios Interdisciplinares sobre el Trabajo y las Organizaciones. Miembro de RET (Red de Estudios sobre el Trabajo, ALAST) y de CANAL (Colectivo de Análisis Lacaniano –www.colectivocanal.org–). Correo electrónico: jjo@usbcali.edu.co. Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 41-56 Ø 41

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Significados del trabajo según el tipo de contratación/ vinculación de profesionales del sector manufacturero.


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had to state their identities along with the consolidation of their emergence, but given their current level of development, it is necessary and inevitable to overcome initial obstacles and integrate them both at inter and transdisciplinary levels. Additionally, we discuss both what interdisciplinarity is and what it is not, raising the implications of this scientific effort. Psychoanalysis is taken as an example of interdisciplinarity. Key words: Interdisciplinarity, transdisciplinarity, epistemology of social sciences, psychoanalysis.

Introducción La interdisciplinariedad como posibilidad de aproximación a la construcción de objetos científicos ha tenido desde siempre una importancia relevante, y su presencia a lo largo del tiempo ha tenido un menor o mayor nivel y una mayor o menor legitimidad de acuerdo con diferentes momentos del desarrollo del discurso científico, en la línea del tiempo. Podría decirse que se ha evolucionado por diferentes razones, justificables en su momento, de una interdisciplinariedad de hecho a una interdisciplinariedad de derecho, esto es, legitimada quizá por su necesidad, quizá porque el actual desarrollo de las ciencias es bastante complejo como para mantener límites estrictamente definidos y un estado de cerramiento obstinado y arbitrario, que además de innecesario es perjudicial para el desarrollo de la ciencia en general y de cada disciplina en particular. De ahí que hoy resulte relevante abrir las ciencias sociales al debate sobre problemas cruciales como la jerarquía entre las ciencias, entre pasado y presente, entre particularismo y universalismo, entre enfoques ideográficos y nomotéticos; multiculturalismo, demanda social de intervención profesional y proliferación confusa de programas universitarios y de investigación (Wallerstein, 2003, contraportada). En ese sentido, la interdisciplinariedad puede ser entendida como una condición inevitable y deseable en el desarrollo del discurso de la ciencia que tiene hoy legitimidad política y epistemológica. Sin embargo, no debe ser tomada como una moda, lo cual exige llevarla a cabo con todo 42 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

el rigor posible, reconociendo sus alcances y limitaciones. No se puede abusar de sus bondades, pues pasaría de ser una posibilidad epistemológica a un imperativo ideológico, y en tanto tal, a obstáculo. El presente trabajo pretende plantear una discusión alrededor de la interdisciplinariedad y su lugar en las ciencias sociales. Parte de tomar como punto de referencia el adagio chino que aparece como epígrafe del título de este artículo para alcanzar el equilibrio, primero has de afirmar y luego has de integrar. Así, se parte de reconocer que el desarrollo epistemológico de las ciencias implicó, primero, un esfuerzo inmenso por la delimitación de sus fronteras de conocimiento en relación con otras empresas disciplinares que colindaban con el campo del saber; y segundo, reconocer la apertura de las ciencias a la integración de desarrollos –importantes y útiles– en otras ciencias, algunas más cercanas que otras –el problema no es de distancia física, sino de pertinencia epistemológica, para mostrar así que se había alcanzado cierto nivel de madurez epistemológica y que resultaba indispensable integrar los avances de otras disciplinas para responder, no sólo epistemológicamente, sino también socialmente. Este segundo momento estuvo marcado por la crisis del paradigma mecanicista (Gloy, 1993) y el ingreso en su subsiguiente punto crucial (Capra, 1992), punto de giro dado en las ciencias naturales de un modelo newtoniano- cartesiano dominante (Capra et al, 1994) a un modelo holista-relativistacuántico emergente (Martínez, M., 1993; Gloy, K., 1993; Capra, F., 1992), fruto de las investigaciones experimentales en el ámbito de la física, disciplina paradigmática para el desarrollo del conocimiento en el campo del saber científico. Finalmente, y a lo largo del texto, se ilustrará a manera de ejemplo la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, tomando como referencia al psicoanálisis como disciplina paradigmática (pero no única) en el concierto de las ciencias sociales.

Primero afirmar… Immanuel Wallerstein (2003) ubica la reflexión sobre la interdisciplinariedad


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tomando como referencia la construcción histórica de las ciencias sociales desde el siglo XVIII hasta 1945, período de nacimiento de las ciencias sociales como reflexiones desprendidas de la filosofía, en un esfuerzo de diferenciarse y “desarrollar un conocimiento secular sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica” (Wallerstein, 2003, p. 4). Para Wallerstein, el segundo período va desde 1945 hasta el presente, pues considera que antes de esta fecha los esfuerzos se concentraban en la defensa de la disciplinariedad y sólo después de 1945 (o sea después de la Segunda Guerra Mundial) aparecen de manera generalizada, los primeros trabajos con impronta interdisciplinar, situación que estuvo determinada por la emergencia de Estados Unidos como potencia, la expansión poblacional y productiva mundial y las instituciones universitarias. Cada una de esas tres realidades sociales nuevas, planteaba un problema para las ciencias sociales, tal como habían sido institucionalizadas históricamente (Wallerstein, 2003, pp. 37-38). Lo anterior colocó en primer plano la pregunta por la validez de las distinciones entre las ciencias sociales. Por otro lado, Evandro Agazzi (2002) ubica el nacimiento de la interdisciplinariedad tomando como referencia no la Segunda Guerra Mundial, sino la crisis motivacional que afectaba a los estudiantes universitarios hace treinta años, y considera que la interdisciplinariedad se planteó como un remedio que privilegia la actualidad como contenido temático y la interacción entre las disciplinas como método pedagógico. Para este autor, las condiciones que motivaron el surgimiento de la interdisciplinariedad giran alrededor de un contexto práctico-operativo, esto es, alrededor de la gestión eficaz de la empresa como unidad productiva que requiere la coordinación organizada de un conjunto de competencias, conocimientos e informaciones con el fin de tomar las decisiones correctas. Además, Agazzi considera que la ubicación que hacen algunos otros autores del surgimiento de la interdisciplinariedad a partir de la guerra moderna es válida, pero por otras razones de las referidas por Wallerstein (2003): La guerra como empresa exigió no

Hacienda Cañasgordas (1729).

sólo contar con la fuerza del Ejército, sino con la coordinación conjunta de planes muy complejos en términos industriales, comunicacionales, de propaganda y tecnológicos, con el fin de llevar a cabo la guerra de mejor modo. A este respecto es inevitable comentar la dimensión paradójica de la guerra: engendra horror y destrucción al tiempo que exige y produce creatividad. Desde otra perspectiva, la inquietud por la interdisciplinariedad es ubicada mucho más atrás en el tiempo: Para Capra (1984), por ejemplo, en la Grecia antigua reinaba una visión monista y orgánica, una cierta unidad del saber: La filosofía de Heráclito predicaba la creencia en un mundo en perpetuo cambio y eterna conversión, y la dura oposición de Parménides contra Heráclito marcó el agrietamiento de esta unidad. En la antigua Grecia no había diferencia entre filosofía y ciencia, y menos aun entre las disciplinas (de hecho no existían, aún, los especialistas); no existía una oposición entre Physis (esencia) y Psijé (alma). (…)En una época en que ciencia, filosofía y religión no estaban separadas los sabios de la escuela milesia en Jonia no se preocupaban de tales distinciones. Su propósito era descubrir la naturaleza esencial de las cosas, que ellos llamaban Physis. El término física deriva de esta palabra griega, y significaba originalmente el empeño de ver la naturaleza esencial de las cosas (Capra, 1984). Lo anterior implicaba también el intento de conocer la esencia de lo humano, su alma; de ahí que no hubiese la oposición entre física y psicología tal y como la conocemos hoy. Pero esta concepción monista integracionista

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fue superada por el dualismo, que se hizo característica fundamental en la filosofía oriental y ha atravesado el nacimiento de la ciencia occidental moderna. Este dualismo, que llevó a una extrema formulación de la oposición espíritu/ materia, fue reafirmado en el Renacimiento por Descartes, quien enfatizaba una visión de dos mundos separados e independientes; el de la mente (res-cogitans) y el de la materia (res-extensa), además del cogito, ergo sum, que tuvo como efecto el privilegio de la mente sobre el cuerpo y del hombre sobre la naturaleza. La división cartesiana junto con la visión de mundo mecánico-newtoniana dominó la ciencia y trajo como consecuencia una fragmentación interna del hombre, que refleja su conciencia del mundo como una multitud de objetos y acontecimientos separados. Esto a su vez implicó la construcción de la imagen del mundo como si se compusiese de partes separadas para ser explotadas por diferentes grupos especializados de interés. Se aprecia así que la división disciplinar propia de la consolidación de la ciencia moderna tuvo como precedente el dominio de una concepción interdisciplinar, holística, la misma que hace carrera hoy. Así, primero fue la interdisciplinariedad, luego la disciplinariedad y ahora la interdisciplinariedad juega de nuevo. Esto nos indica que la interdisciplinariedad no sólo es una cuestión nueva y vieja a la vez, sino que ha sido decisiva en la construcción del conocimiento. La diferencia, en nuestra opinión, radica en que la primera interdisciplinariedad era de hecho y la actual interdisciplinariedad es de derecho; por lo menos así lo refrenda el que se haya establecido un texto en la celebración del primer congreso mundial de la transdisciplinariedad llevado a cabo en el Convento de Arrabida (Portugal) en 1994 titulado Carta de la transdisciplinariedad, suscrito por grandes intelectuales, entre los que se cuenta Edgar Morin, figura emblemática de la apuesta por la interdisciplinariedad a partir de su propuesta de pensamiento complejo. Actualmente la interdisciplinariedad no sólo es posible, sino exigible: hoy en día es inconcebible e inadmisible un investigador en ciencias sociales que trabaje desconociendo los resultados de otras disciplinas (Valencia, 44 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

2005) y que se pretendan abordar los problemas sociales vividos desde su complejidad sin equipos de representantes de la academia, de la sociedad civil, la empresa y el gobierno. Se supone hay una interactividad que en los bordes de las disciplinas y productores de conocimiento generan un lenguaje común y soluciones a los problemas abordados (Gierbolini, 2007). Un ejemplo de esa interdisciplinariedad de hecho lo tenemos con los grandes maestros de las actuales disciplinas. Freud, por ejemplo, antes de fundar el psicoanálisis fue un médico que creció bajo la influencia de Goethe, Darwin y Nietzsche, llevó a cabo investigaciones particulares de histología y publicó artículos sobre anatomía y neurología; realizó sus primeras investigaciones sobre cocaína; tomó un curso de psiquiatría que aumentó su interés por las relaciones entre los síntomas mentales y las enfermedades físicas (Fadiman, J. y Frager, R., 1981). Además, leyó a Durkheim (Assoun, P.L. citado por Zafiropoulos, 2001) y hasta aprendió español para leer el Quijote en el idioma original. De esta manera, es también inevitable reconocer la influencia del paradigma de la física clásica newtoniana en la obra de Freud: el arsenal teórico del psicoanálisis contiene términos importados de la física general y en especial de la termodinámica: energía –psíquica o líbido–, represión, sublimación, pulsión, aparato –psíquico–, mecanismos –de defensa– etc., son prueba de ello. Esto prueba que la interdisciplinariedad es una condición fundamental en la construcción del conocimiento y de hecho tiene presencia en los intelectuales de renombre en general. Piaget fue biólogo, epistemólogo y doctor Honoris Causa en psicología; sus trabajos tuvieron importante influencia en la psicología, sobre todo en la evolutiva y en la infantil (de ahí que se le califique psicólogo infantil, lo que es un relativo error). Skinner era literato antes de ser psicólogo experimental y fundador del conductismo. Jung fue médico-psiquiatra, conocedor de las mitologías griega y oriental. Su tesis fue sobre la psicología y psicopatología de los fenómenos ocultos; estudió las antiguas tradiciones occidentales de la alquimia y el gnosticismo;


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viajó a África, Nuevo Méjico e India. Se convirtió en un formal estudiante del pensamiento hindú, chino y tibetano –de hecho escribió el prólogo para la versión en español del tradicional libro-tarot chino: el I Chin–. Marx se doctoró en filosofía y se reconoce en él una profunda influencia de Hegel y Kant; sus trabajos han tenido inmensa influencia sobre la economía, la política y la sociología. Durkheim, padre de la sociología francesa, enseñó filosofía; muy interesado por la historia, realizó trabajos alrededor del derecho. Por su parte, Weber se doctoró como abogado y mantuvo interés a lo largo de toda su vida en la economía, la historia –de las religiones especialmente–, la sociología, la política y la ciudad (Ritzer, 2001). Además de ver cómo los grandes intelectuales eran interdisciplinarios de hecho, es inevitable concluir también que la interdisciplinariedad tiene un efecto biunívoco de mutua afectación, de aquí para allá y viceversa. Considerando lo anterior, es importante enfatizar que la interdisciplinariedad no puede ni debe ser entendida como la suma mecánica de los conocimientos que portan diferentes individuos y que emerge espontáneamente de la suma de sus presencias, sino como una integración orgánica en un individuo que se ha esforzado por conocer diferentes campos del saber, y que le brinda por tanto la posibilidad de articular los diferentes saberes que ha integrado para la comprensión de un objeto de conocimiento, ampliando sus esquemas de aproximación e interpretación. En síntesis, la interdisciplinariedad no se logra por la reunión burocrática de especialistas, sino que es una conquista personal integrada en un solo sujeto, como está probado en los grandes intelectuales ya citados, de quienes se puede decir les cabía el mundo en la cabeza.1 La unidad de una cosa no garantiza por sí misma la unidad de su conocimiento: ésta debe realizarse en el sujeto, éste tiene que ser capaz de realizar la síntesis. Es equivocada la acepción de interdisciplinariedad que la reduce a la estricta dimensión burocrática y mecánica que supone que esta se da por la suma de tres o cuatro especialistas –ignorantes de los dominios disciplinares de los otros– que se reúnen para discutir aspec-

tos técnicos, presupuestales o programáticos de los proyectos de investigación. Como se dijo anteriormente, Wallerstein considera que la época que va desde el siglo XVIII hasta 1945, fue el período en el que se enfatizó en el desarrollo de las disciplinas y en el que no se evidenció mucha influencia de corte interdisciplinar, dado que los mayores esfuerzos se concentraban en la diferenciación de la filosofía como madre de todas las ciencias, cuya naturaleza especulativa la separaba del interés de fundamentación empírica que sus hijas las ciencias sociales ahora querían aportar. Adicionalmente, se concentró la atención en la diferenciación de las disciplinas en un juego de alteridad entre ellas para acentuar la identidad disciplinar. Este período también estuvo teñido por la discusión alrededor del saber y el poder, en la ciencia y fuera de ella: “La física social de Comte expresaba claramente su interés político: quería salvar a Occidente de la ‘corrupción sistemática’ que había llegado a ser ‘entronizada como instrumento indispensable del gobierno’ debido a la ‘anarquía intelectual’ manifiesta de la revolución francesa” (Wallerstein, 2003, p. 14). Otra dimensión de la relación saber y poder se presentaba en el campo de la ciencia, pues las ciencias naturales se consideraban por decreto a sí mismas las ciencias, las verdaderas ciencias2 ya que fundamentaban sus desarrollos en la experimentación, el uso de las matemáticas y la observación directa de fenómenos a priori, mientras que las demás disciplinas no eran consideradas verdaderas ciencias sino más bien filosofías puras, metafísicas de acuerdo con la tipología hecha por Kant en 1786 (y que se constituyó en el fundamento de la división epistemológica que hizo carrera durante muchos años). Dado que no investigaban fenómenos a priori de los que se pudiera dar cuenta por medio de los sentidos externos, no eran susceptibles de someterse a experimentación, ni era posible en su caso el uso de la matemática y, peor aún, el observador no tenía una condición de independencia del objeto estudiado, lo cual comprometía profundamente la objetividad científica. Por tanto, las ciencias sociales no eran verdaderas ciencias y a lo sumo lo único

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1. A este respecto, Evandro Agazzi tiene un planteamiento relativamente distinto, pues considera que la interdisciplinariedad tal como es entendida hoy y dado los avances de la ciencia y el cúmulo de conocimientos hasta ahora conquistado impide que sea sólo un sujeto el que pueda integrar los diferentes conocimientos disciplinares, y por ello concibe que la estrategia debe ser colectiva. Así lo expresa al decir “se puede ver entonces que la dificultad más seria para el estudio interdisciplinar no consiste en el hecho de albergar en una sola cabeza, sino en el esfuerzo de comprender el sentido especial de ciertos conceptos, de acostumbrarse a ciertos tipos de racionalidad particulares”. Así, el problema no es de dominio de todos los contenidos específicos, sino de método, esto es, de apropiarse de formas de racionalidad, de pensar y construir los objetos. “Un sujeto individual casi nunca se encuentra en condiciones de realizar la síntesis con sus solas fuerzas (por lo menos en el caso de realidades complejas). Se presenta la oportunidad de establecer un coloquio entre diferentes disciplinas”. 2. Este fenómeno merece especial interés por parte de la sociología de las ciencias, pues a pesar de que los avances de la ciencia moderna han permitido supuestamente superar esta falsa oposición, aún siguen existiendo en la vida académica quienes se consideran a sí mismos científicos y se atribuyen el derecho de autoridad intelectual de decretar quién no lo es, apelando a los ya superados criterios kantianos de 1786; desconocen que se trata más bien de un problema sociológico de autorrepresentación (yo creo y digo que yo soy esto o lo otro…), lo que pone en evidencia la presencia de una dimensión imaginaria (especular) de la epistemología, y en ese sentido, un falso problema epistemológico, ya que el estatuto científico de una disciplina no se define por un acto político sino por uno epistemológico.


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que podría considerarse era una teoría natural histórica, así lo expresó Kant refiriéndose a la psicología y la química de su momento: La psicología empírica está más alejada aun que la química del rango de una ciencia de la naturaleza propiamente dicha […] ella no podrá jamás acercarse a la química como arte sistemático o teoría experimental […] ésta psicología no podrá ser sino una teoría natural histórica del sentido interno […] no una ciencia del alma, tampoco una teoría psicológica experimental (Kant, 1786). De otro lado, la diferencia entre las ciencias nomotéticas (alineadas con el positivismo y el objetivismo, que pensaban que la historia se rige por leyes generales y podía ser una ciencia natural) y las ideográficas (alineadas con el subjetivismo y que reducen la historia a acciones y acontecimientos ideosincráticos como hechos específicos) también fue un asunto de especial interés en el período antes de 1945 en la medida en que distinguían dos dominios para la búsqueda de la verdad. En este período progreso y descubrimiento podrían ser las palabras claves. La influencia del empirismo y de la física experimental fue determinante en el conjunto de las ciencias; tanto, que los filósofos sociales empezaron a hablar de física social. La diferencia entre ciencias nomotéticas (economía, ciencias políticas y algunos sectores de las ciencias sociales –sociología francesa, antropología estructural, psicología experimental–) y ciencias ideográficas (historia, antropología, fonología) radicalizó el interés por la definición de los límites disciplinares; en ese momento lo importante era afirmar-se. No podemos olvidar que la famosa frase de Durkheim “lo social se explica por lo social” se hace afincando la sociología y radicalizando su diferencia con la biología y la psicología. Hecho necesario, pero ya superado. De acuerdo con Wallerstein, es importante recordar que el surgimiento de las ciencias sociales estuvo marcado por la demanda social de su presencia para la atención de problemas de la vida social y política coyunturales en tal momento, y por la institucionalización de las disciplinas en el contexto universitario, esto es, que las ciencias sociales para sostener su estatuto ante 46 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

las ciencias naturales debieron exigir la institucionalización por parte del Estado de la enseñanza de sus contenidos en los currículos universitarios. Quizá los científicos naturales no tenían necesidad de las universidades para continuar su trabajo. Así, el surgimiento de las ciencias sociales estuvo marcado por el renacimiento y transformación de la universidad: La historia intelectual del siglo XIX está principalmente marcada por la disciplinización y profesionalización del conocimiento, es decir, por la creación de estructuras institucionales permanentes diseñadas tanto para producir nuevo conocimiento como para reproducir a los productores de conocimiento. La creación de múltiples disciplinas partía de la creencia de que la investigación sistemática requería una concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad, la cual había sido racionalmente dividida en los distintos grupos de conocimientos. Esta división racional prometía ser eficaz, es decir, intelectualmente productiva (Wallerstein, 2003, pp. 9-10). Pero el desarrollo de las ciencias afortunadamente no pararía ahí y después de afincarse era posible y necesario integrar-se. La tesis de Wallerstein quedaría relativamente rebatida si consideramos lo dicho anteriormente respecto de la interdisciplinariedad de hecho, presente en autoridades intelectuales de alto reconocimiento y que pertenecen al período anterior a 1945, pues Freud y Lacan, por citar sólo dos casos, habrían tenido una relación inter y transdisciplinar con otras ciencias sociales; Freud para escribir respecto al incesto en Tótem y tabú, debió leer a Durkheim. Lo mismo ocurrió con Lacan, quien desde 1938 y por un período de quince años fue lector asiduo de Durkheim. Todo lo cual nos permite decir que la limitada interdisciplinariedad del período previo a 1945 tiene un rostro institucional, esto es, que operaba de manera general para las disciplinas, mas algunos intelectuales independientes sí tenían aproximaciones interdisciplinares de hecho. […] En la época clásica de las ciencias sociales, los contactos entre las disciplinas eran menores […] la falta de comunicación se explica porque las disciplinas se estaban formando apenas […] de esta afirmación


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no se puede deducir que no haya habido intentos en sentido contrario […] tenemos el caso de Max Weber, que era al mismo tiempo jurista, historiador, economista y sociólogo […] en 1936 Marcell Mauss lanza su idea de un hecho social total, que se construye teniendo en cuenta variables geográficas, lingüísticas, psicológicas y antropológicas (Valencia, 2005).

…luego integrar Después del período de construcción histórica de las ciencias sociales, que duró hasta 1945, un conjunto de factores sociales determinó la apertura de cada una de las ciencias sociales a la incorporación de los desarrollos alcanzados en las otras ciencias, al punto de cuestionarse si era válido o no seguir manteniendo insistentemente la distinción entre las ciencias sociales, el grado en que el patrimonio heredado era limitado, localizado, y la utilidad y realidad de la distinción entre las dos culturas (Oriente y Occidente). Así, el fin del dominio político de Occidente sobre el resto del mundo significaba al mismo tiempo el ingreso de nuevas voces al escenario, no sólo de la política sino de las ciencias sociales (Wallerstein, 2003, p. 39), la tan apelada polifonía. Después de alcanzar un cierto nivel de madurez en la construcción de una identidad disciplinar y superada la fase especular (en el sentido imaginario, lacaniano del término) de relación con las otras disciplinas y teniendo como marco las nuevas demandas sociales y los desarrollos tecnológicos, fue posible superar las barreras disciplinares y aventurarse al desafío de la interdisciplinariedad: Después de 1945 tres procesos afectaron profundamente la estructura de las ciencias sociales erigida en los cien años anteriores. El primero fue el cambio en la estructura política del mundo (la emergencia de Estados Unidos como potencia). El segundo se refiere al hecho de que en los veinticinco años subsiguientes a 1945 el mundo tuvo una expansión de su población y de su capacidad productiva jamás conocida. El tercero fue la consiguiente expansión del sistema universitario en todo el mundo, lo que

Catedral de San Pedro (1772-1802-1925).

condujo a la multiplicación del número de científicos sociales profesionales (Wallerstein, 2003, p. 37). En la posteridad de 1945 hubo una explosión de la interdisciplinariedad en las ciencias sociales determinada también por la crisis del paradigma newtoniano como modelo dominante. El estudio de la cultura oriental por parte de autoridades académicas e intelectuales occidentales permitió reconocer otras formas de conocimiento y otra visión de la realidad. Las coincidencias entre las descripciones de los místicos orientales y las descripciones de los físicos

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cuánticos hicieron cuestionar el paradigma newtoniano-cartesiano. La conciencia de una profunda armonía entre la visión de mundo de la física moderna y las visiones del misticismo oriental aparece ahora como parte integral de una transformación cultural mucho más extensa, que conduce a una nueva visión de la realidad que requeriría un cambio fundamental de nuestros pensamientos, percepciones y valores (Capra,1984). Además de las transformaciones sociales generales, algunos cambios significativos en el ámbito científico con profundas implicaciones epistemológicas también determinaron la apertura de las ciencias sociales a la interdisciplinariedad. El redimensionamiento de la relación epistemológica sujetoobjeto (ahora planteada como una relación sujeto-objeto-sujeto), la superación de la visión newtoniana-cartesiana (de la metáfora de la máquina a la metáfora del holograma) y la superación de la visión causal-lineal (a la causalidad asociativa, en red) se constituye en un campo fértil para la emergencia de posibles integraciones interdisciplinares: Los descontentos con las premisas newtonianas y la creciente incapacidad de las teorías científicas más antiguas para ofrecer soluciones plausibles a las dificultades que los científicos encontraban al tratar de resolver problemas referentes a fenómenos cada vez más complejos se constituyen en el marco determinante de transformaciones en la forma de hacer ciencia. La epistemología nomotética, basada en conceptos newtonianos, era minada con el uso de ese modelo en ciencias sociales. Las ciencias naturales, por su parte, destacaban procesos que colocaban la linealidad por encima de la no linealidad, la complejidad sobre la simplificación, la imposibilidad de eliminar al que mide sobre la medición, e incluso, para algunos matemáticos, la superioridad de una amplitud interpretativa, cualitativa, por encima de una precisión cuantitativa (Wallerstein, 2003, p. 66). En suma, las ciencias naturales aparentemente comenzaban a acercarse a lo que había sido despreciado como ciencia social blanda más que a lo que se había proclamado 48 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

como ciencia social dura. De esta manera, fue posible dar un paso más y superar las limitaciones que implicaba la delimitación rigurosa de las disciplinas; paso necesario que no implicó en ningún sentido el desconocimiento de la importancia que tuvo el primer momento de afincamiento de las identidades disciplinares ni del valor e importancia de los descubrimientos hechos hasta ese momento, pues no es crean que la física newtoniana esté equivocada sino más bien que representa y describe un segmento particular de la realidad (Wallerstein, 2003, p. 68). Es decir, los descubrimientos de la física cuántica trascienden pero no eliminan los planteamientos de la física newtoniana, pues la luz se sigue encendiendo o apagando al oprimir el interruptor. También podría pensarse la relación entre las ciencias desde una perspectiva topológica emulando el planteamiento lacaniano en relación con las estructuras clínicas y concebir el campo de la ciencia como un campo dinámico y topológico en el cual las disciplinas tienen relaciones de vecindad, límite y continuidad, y de esta manera podría quedar superado el debate acerca de los límites de las ciencias, su cerramiento y apertura, por ejemplo: podría comprenderse que en las ciencias no existe una disposición lineal entre ellas, menos aun jerárquica, sino que, siguiendo a Piaget (1971), la metáfora del círculo de las ciencias podría ser más adecuada, aunque también limitada, pues el círculo debería ser pensado no en una geometría euclidiana, sino en una geometría topológica, de manera que se comprenda que entre el psicoanálisis y la sociología hay continuidades. Por ejemplo, con respecto a la teoría explicativa del lazo social, de las formas de socialización (a través del Edipo), hay vecindades en relación con la comprensión de un fenómeno como la violencia como forma de expresión de la agresividad humana (tánatos); pero también hay límites como los relativos a la teoría de la técnica analítica, como propuesta de subversión del deseo del sujeto, como forma de cura en condiciones de transferencia. Lo mismo podría hacerse con la psicología y el psicoanálisis, la psicología y la sociología, la sociología y la antropología, etc.


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Interdisciplinariedad y nueva ciencia La apertura a la interdisciplinariedad de las ciencias ha tenido como telón de fondo no sólo las transformaciones socio-políticas sino también, como ya se ha visto, las de orden epistemológico, pues los avances en la física como disciplina paradigmática han implicado transformaciones en las demás disciplinas, en la concepción de la investigación, en el proceso de construcción de los objetos del conocimiento, en la noción de objetividad científica, en la relación epistemológica (sujeto-objeto) y en la visión del mundo: La atenuación de las contradicciones entre las ciencias naturales y las ciencias sociales no implicaba una concepción mecánica de la humanidad, sino más bien la concepción de la naturaleza como activa y creativa (Wallerstein, 2003, p. 67). Así, de acuerdo con Karen Gloy (1993), se ha pasado de una visión del mundo mecanicista que puede describirse a partir de cuatro categorías como la escisión sujetoobjeto, la mecanicidad y matematicidad de la naturaleza, la primacía del experimento como forma de producción de conocimiento y la dominancia de una relación entre el hombre y la naturaleza como una relación de señorío y servidumbre; a una visión de mundo holístico-ecológica-organológica caracterizada por la primacía de las nociones de totalidad, de organicidad, de resonancia simpatética y de la igualdad de rango de todos los seres, que tiene implicaciones no sólo epistemológicas sino éticas y revolucionarias por las modificaciones de la mentalidad que dicha corrección de paradigma exige. Por otra parte, Capra (1994) caracteriza las transformaciones que se presentan en el pensamiento del nuevo paradigma en ciencia con base en cinco criterios (dos referidos a la concepción de la naturaleza y los otros tres a la epistemología), a saber: cambio de la parte al todo, cambio de la estructura al proceso, cambio de la ciencia objetiva a la ciencia epistemológica, cambio de la construcción a la red como metáfora del conocimiento y cambio de la verdad a las descripciones aproximativas. Todas estas se constituyen en

condiciones que apoyan no sólo la integración entre las disciplinas científicas, sino la integración más amplia de la ciencia occidental con la filosofía oriental o con cualquier otro tipo de saber, pues como lo indica la carta de la transdisciplinariedad: (...) el actual desarrollo de la ciencia y una disposición de apertura transdisciplinar incluye una actitud abierta hacia los mitos y las religiones, pues no hay un lugar privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas o saberes y debe haber un respeto absoluto de las alteridades unidas por una misma vida común sobre una sola y misma tierra. Integración de la que seguramente es prueba la explosión de las terapéuticas alternativas en medicina y psicología, la emergencia del paradigma transpersonal, los estudios transculturales, la sensibilidad estético-ecológica y el auge del derecho internacional humanitario, entre otros.

Más allá del malentendido: lo que la interdisciplinariedad no es, pero sí exige Debe cuidarse también de que la interdisciplinariedad sea malentendida, pues no se puede confundir con la multidisciplinariedad (que no es un coloquio, sino un monólogo atestiguado por otros), pero tampoco con la transdisciplinariedad. No puede confundirse con el típico trabajo multidisciplinar desarrollado por profesionales para la solución de problemas sociales, con el trabajo interdisciplinar para la investigación, comprensión y explicación de problemáticas científicas de carácter teórico (y no meramente tecnológico). Así la reunión de un psicólogo, un médico y un sociólogo con el propósito de ofrecer atención profesional en un hospital o una ONG a poblaciones vulnerables como los niños maltratados, las adolescentes embarazadas o los jóvenes delincuentes, para colocar sólo un ejemplo, no puede considerarse por sí misma un trabajo interdisciplinar, a no ser que además de la intervención técnicoprofesional éstos especialistas también sean investigadores sociales que intentan dar cuenta de algún fenómeno en términos

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conceptuales con fundamento empírico, esto es, haciendo ruptura epistemológica con la demanda social y ubicándose en el terreno del objeto construido, el terreno de la ciencia. Por tanto, a grandes rasgos y corriendo el riesgo de ser imprecisos, podríamos arriesgarnos a definir la multidisciplinariedad como el trabajo en equipo alrededor generalmente de problemas sociales (mas no siempre alrededor de problemas de investigación), en el que se presenta una suma mecánica de saberes. La interdisciplinariedad, como el trabajo alrededor de problemáticas de investigación en el que se presentan diferentes perspectivas disciplinares para la comprensión de los objetos. Y la transdisciplinariedad sumaría un plus a la interdisciplinariedad porque además de implicar la presencia o consideración de diferentes perspectivas disciplinares, esta concurrencia tiene efectos sobre las disciplinas convocadas, modificando sensiblemente sus modos de comprensión y aproximación a los objetos. En este sentido, las trans-forma. También es importante comprender que: (...) la interdisciplinariedad no es lo opuesto al estudio disciplinar, no es contradisciplinar, ni antítesis de desarrollo de las disciplinas, sino que, por el contrario, se trata de un planteamiento que, frente a problemas complejos, trata de poner en diálogo varias ópticas disciplinares y específicas con el fin de alcanzar una comprensión más profunda, a través de la síntesis de sus diferentes aportaciones (Agazzi, 2002). Esto implica que se comprenda que la delimitación de objetos específicos de estudio no es una condición que atente contra la posibilidad de estudios interdisciplinares, pues esto se constituye en un lamentable malentendido: A propósito de la interdisciplinariedad, se concibió como un rechazo del estudio disciplinar, como su opuesto y por esta razón se entendió a menudo como un discurso genérico (más que general), en el que se evitaba profundizar en nociones que habrían requerido un conocimiento serio y laborioso de contenidos disciplinares específicos […] no hay verdadera interdisciplinariedad sin disciplinas (Agazzi, 2002). 50 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Lo que, por supuesto, tiene implicaciones en la calidad de las supuestas integraciones hechas y en la validez del supuesto conocimiento producido. La interdisciplinariedad no debe ser entendida como un eclecticismo ingenuo e insostenible, facilista y carente de rigor; que quiere salir al paso a problemas más profundos relacionados con la claridad en el planteamiento de un problema. Se trata de estar más allá del cerramiento de las disciplinas, pero no en contra de ellas. La interdisciplinariedad requiere de apertura, pero también de rigor; se precisa que haya el desarrollo de un conocimiento especializado, objetivo y riguroso como punto de partida que posibilite la interdisciplinariedad, pues de no ser así ¿qué sería lo que aportaría una disciplina a la otra? También es importante recordar que la interdisciplinariedad no nos puede poner en condición de idealizar la unidad del saber, pues el campo de las problemáticas de las ciencias sociales es demasiado amplio como para que pueda englobarse o reducirse a una sola disciplina. Cada disciplina no debe apuntar hacia el conjunto del espacio epistémico de las ciencias del hombre, sino que debe delimitar estrictamente –metodológicamente– un campo de análisis, un aspecto particular de ese espacio epistémico (D’Bruyne, et al. 1974). El trabajo científico tiene por objeto dominios especializados que se aíslan artificialmente. La unidad de la ciencia es siempre problemática: constituye un campo heterogéneo en el cual las disciplinas parcelarias intentan articularse las unas con las otras, en una especie de edificio donde se realizará progresivamente la totalidad del saber. La ciencia no es una, no totaliza todo el conocimiento posible; ella se encuentra, por el contrario, inserta en un devenir perpetuo donde se operan menos totalizaciones que redefiniciones, revoluciones y descubrimientos” (Kuhn, 1972). Habrá que advertir y hacer énfasis en que esta noción de dominios especializados es relativa, pues ninguna ciencia se hace por sí sola, ni parte de cero; se hace en un juego de alteridad que le permite construir su identidad y articulándose a una tradición,


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usualmente filosófica o científica. También es importante recabar en que es una noción de dominios artificiales, en tanto que es un límite claro/oscuro que no está en la realidad social empírica sino en el orden teórico, en el orden del objeto construido. Pero tampoco se puede pensar que la noción de dominio autoriza a una hiperespecialización desmesurada que fragmenta inútilmente el objeto al punto de hacer la comprensión imposible y la explicación ineficaz, pues se pierde de vista que la realidad no está fragmentada, que la división es artificial y que es sólo para efectos epistemológicos. No se puede confundir el objeto real con el objeto construido. Para Valencia (2005) es importante que reconozcamos aquí que en algún momento se han tratado los linderos entre las ciencias sociales como meramente convencionales, lo cual en mi opinión no es ningún problema; por el contrario, así debe ser, pues también es cierto que: [...] la realidad social no es una finca que se parcela en diferentes dominios […] la realidad social es una sola y las ciencias sociales no son más que perspectivas […] la sociología no se puede deslindar de otros campos como se parcela una finca, sino que es un tipo particular de abstracción, un aspecto singular desde el cual se define una forma particular de acercamiento a un objeto (Valencia, 2005). Y es precisamente porque se trata de un abstracción de la realidad –y no la realidad misma– que sí se puede, sí es posible parcelarla, sólo que deberemos advertir que se trata de una parcelación artificial y consensuada, no del objeto real (la finca de lo social), sino de las construcciones o perspectivas o convenciones científicas3 –no burocráticas que es las que creo cuestiona Valencia–, que sobre ese objeto real se han establecido; la articulación, de ser posible, no provendrá de las interacciones sobre los objetos empíricos reales, sino en el ámbito de lo teórico (Braustein, 1980). Pues también es cierto que el proceso de pensamiento es una empresa común (Valencia, 2005), pero donde cada uno debe hacer algo específico sin perder de vista la totalidad como horizonte; totalidad que es siempre parcial, relativa y en integración creciente, nunca meta alcanzada. “La

Puente Ortíz (1835).

unidad de la ciencia es una ilusión movida por el deseo: Freud” (Braustein, 1980). Debemos darle a la interdisciplinaridad el alcance y función justos, pues: (...) en el campo del conocimiento la interdisciplinariedad ofrece un camino para superar aquella fragmentación del saber que la especialización hace parecer inevitable, permitiéndonos conseguir un cierta unidad del saber –solo cierta, parcial–, no como reducción de la realidad sino como una toma de conciencia de la complejidad de las realidades que nos rodean […] la búsqueda de la verdad siempre es una empresa inacabada, lo que no impide reconocer que ciertos resultados estén bien establecidos en su parcialidad (Agazzi, 2002). El desafío de la interdisciplinariedad consiste, entonces, en reconocer y hacer un esfuerzo disciplinado por alcanzar el justo medio entre las partes, el todo y sus relaciones. La síntesis interdisciplinar no autoriza a confundirse con una actitud facilista, globalizante y espontánea que imagina captar la cosa en sí misma sin detenerse en el aburrido esfuerzo de análisis (Agazzi, 2002). Pensamos con Bachelard que la fantasía de unificación de la ciencia es un obstáculo epistemológico (Braustein, 1980). Algunas integraciones forzadas, fundamentadas en

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3. Sucedió simplemente que el objeto real se había confundido con el objeto teórico construido; es decir, que la fascinación con el objeto había operado como obstáculo epistemológico (Braunstein, N., 1980).


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4. No se puede olvidar que toda la actividad de la ciencia se da en el campo del lenguaje. Las ponencias, los artículos, los informes de investigación y los libros son prueba del lenguaje paradigmático propio de las ciencias.

la apariencia de que se está hablando de lo mismo sólo que con otras palabras, y en que las diferencias entre las disciplinas o escuelas son sólo superficiales, aparentes, sin hacer el respectivo ejercicio juicioso de diferenciar palabras de conceptos, salvando los malentendidos propios del lenguaje4 (como la ambigüedad, la polisemia de los significantes y los arrastres connotativos), son francamente más un fracaso y un obstáculo que un aporte. Los avances efectivos no están basados en soluciones facilistas, verbalistas y especulativas, sino en análisis juiciosos fruto de la investigación rigurosa. También es importante no confundir la interdisciplinariedad con las aproximaciones multidisciplinares, usualmente de carácter profesional, que sólo juntan mecánicamente saberes disciplinares para responder a las demandas de intervención social, terapéutica –pero que no suman ni más ni mejor posibilidad de comprensión del objeto–, ni con la transciplinariedad que es un estadio más complejo y avanzado, ya que implica no sólo mayor complejidad en la comprensión del objeto, sino que como el prefijo de su nombre lo indica –trans-disciplinar indica “más allá” de las disciplinas y “a través” de ellas–, esto significa que los límites quedan superados a partir de una travesía hecha por el saber disciplinar transformándolo significativamente. El intento de formalización de cada discurso disciplinar permite poner en evidencia ciertas homologías estructurales entre las disciplinas; homologías que pueden revelarse como analogías cuando la identidad formal (parcial) se enriquezca con detalles relacionados con los contenidos específicos de los diferentes saberes. Este es el camino que conecta la interdisciplinariedad con la transdisciplinariedad (Agazzi, 2002, p. 250). Lo que nos indica que la transdisciplinariedad implica no sólo una transformación de la perspectiva de comprensión y abordaje de un objeto, sino la transformación del observador y de su disciplina como perspectiva de observación; así, el énfasis varía del objeto al sujeto. Un ejemplo de ello es el caso de la articulación transdisciplinar que hace Lacan 52 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

con la lingüística estructural de Saussure y Jakobson, la antropología estructural de Lévi-Strauss, y los desarrollos en la matemática (álgebra y topología), que dieron lugar no sólo a un retorno y relectura de Freud, sino a una, quiérase o no, reinvención del psicoanálisis en su conjunto. Esto es lo que a muchos les resulta admirable de Lacan y lo que otros le reprochan y hasta les resulta imperdonable. De otro lado, tampoco puede confundirse la interdisciplinariedad con una moda epistemológica o metodológica, y entonces pretender que toda aproximación entre las disciplinas es válida por sí misma, pues no porque una mesa sea un objeto físico y a la vez una mercancía, se autoriza la integración entre la física y la economía- política, sin más, pues esto es suponer que a las continuidades entre los objetos reales les corresponden continuidades en el campo teórico. Coincidimos más bien con que esa demanda de unificación corresponde más a un imperativo ideológico y tecnológico que a un problema interno de conocimiento (Braustein, 1980). La interdisciplinariedad tampoco es un problema de voluntad, pues: (...) resulta estéril cualquier propósito de trabajo interdisciplinar ‘en frío’, es decir, principalmente como deseo de utilizar esa metodología de trabajo porque es muy recomendada y moderna (porque está de moda) y ponerse a la búsqueda de un ‘tema’ que permita ‘trabajar juntas’ a todas las personas de ‘buena voluntad’ que quieran participar en ese proyecto (Agazzi, 2002). En suma, el trabajo interdisciplinario no es problema socio-técnico, ni de buenas voluntades, menos aun de (falsa) democracia epistemológica o de actualidad metodológica. En síntesis, la interdisciplinariedad no es la escueta multidisciplinariedad profesional, ni siempre una transdisciplinariedad bien conquistada, tampoco es el aborrecimiento de las disciplinas, menos aún, la falta de rigor científico, ni la actitud facilista que salva de producir análisis detallados y profundos; tampoco es un ejercicio que pretenda traicionar los discursos de las disciplinas. No puede concebirse como la propuesta de una imagen global definitiva, pues el trabajo


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interdisciplinario nunca se cumple completamente. La interdisciplinariedad exige más bien una aproximación creativa pero rigurosa al problema de la comprensión de una realidad cada vez más compleja; requiere alcanzar cierta familiaridad con campos de conocimiento diferentes del propio y desarrollar competencias sin ser especialistas en diversos sectores del saber. Requiere también trabajar duro sobre problemas muy detallados, disposición para escuchar y tratar de entender el discurso de los demás; requiere especificar criterios que cada disciplina utiliza para recabar los datos, explicitar los contextos teóricos que cada disciplina acepta para explicar los hechos y definir de manera muy clara el significado de los conceptos utilizados. La interdisciplinariedad requiere y hasta exige una actitud de tolerancia y la toma de conciencia de la parcialidad de las diferentes disciplinas respecto del punto de vista de la totalidad. La interdisciplinariedad implica la toma de conciencia de los límites y condiciones de validez de las disciplinas e implica trascender hacia horizontes más ricos y complejos y profundizar en el análisis de hechos y situaciones, también prácticos y existenciales, que en un primer momento no se habían presentado dignos de nuestro interés científico (Agazzi, 2002). En conclusión, se debe tener claro y muy presente lo que la interdisciplinariedad no es y lo que sí exige. Considero que sólo es posible una verdadera comprensión inter o transdisciplinar cuando se ha accedido a una verdadera formación en otra(s) disciplinas y no sólo por el hecho de saber de su existencia o leerlas de suslayo, esto implica un compromiso mayor.

El psicoanálisis, un ejemplo de inter y transdisciplinariedad Como se ilustró anteriormente refiriéndonos a Freud, Lacan y Jung, el psicoanálisis es un campo de conocimiento que ha nacido y crecido de hecho en un ambiente inter y transdisciplinar, que no sólo se refleja en lo que ha incorporado de la filosofía y ciencias como la biología, la física, la matemática, la

sociología, la antropología, la medicina, la psiquiatría, la psicología, la lingüística, entre otras. Así consta para la historia por lo menos en el caso de Freud, y Lacan quien fue: (...) lector de la psiquiatría y la psicología; de Saussure y Jakobson, de Melanie Klein y de la troika egopsicologísta, de Heidegger y de Sartre, de Hegel y de Lévi-Strauss, y de Clerambault, de Aristóteles y de Russell, de Santo Tomás y de Wittgenstein, de los místicos y de Marx, de los presocráticos y de sus contemporáneos. La lista parece ser infinita y puede dar trabajo a generaciones de universitarios (…) Lacan, lector de Freud. Incesante (Braunstein, 1994). Lacan también fue lector de Durkheim y de Wallon, de los orientales, de los lógicos y los matemáticos, en especial de la topología del caucho (Eidelsztein, 1992). Pero también habrá de advertirse lo que las otras ciencias han tomado del psicoanálisis. Hay lecturas que se hacen desde afuera del psicoanálisis, marcado éste como lo está, y de modo indeleble, por la enseñanza misma de Lacan. Las matemáticas o la lógica, la filosofía o la moderna ideología post-modernista, la topología o la lingüística, todas ellas contribuyen a hacer y a complicar al objeto Lacan como parte del psicoanálisis (Braustein, 1994). En suma, lo que no se puede negar es que el psicoanálisis ha tenido una relación biunívoca y fecunda con las demás ciencias, entre las que se destacan frecuentemente aquellas con la lingüística y el materialismo histórico que han permitido definir de manera diferencial un noción crucial para el psicoanálisis, la noción de sujeto: el sujeto del lenguaje, del sujeto ideológico, del sujeto del inconsciente, entre los cuales hay relaciones de vecindad, continuidad y límite. Las relaciones del psicoanálisis con las demás ciencias ha sido, pues, un asunto de reflexión por parte de los psicoanalistas lacanianos y no lacanianos. Algunos enfatizan más la relación del psicoanálisis freudiano con el resto de las ciencias (medicina, psiquiatría, psicología, lingüística, pedagogía, criminología, sociología, arte y estética, ética y moral), y resaltan la obra de Freud

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y su importancia para el mundo moderno (Hesnard, 1972). Otros han reconocido el valor y utilidad de la lógica y la topología para la comprensión de las estructuras clínicas (Lacan; Eidelsztein, 2000; Nasio, 1987), mientras que otros se han preocupado por ver cómo numerosos progresos neuro-científicos confirman hoy las proposiciones freudianas, hasta tal punto que ciertos investigadores evocan un ‘inconciente neuronal’ […] no deja de ser asombroso ver a Freud dialogar a través del tiempo con los neuro-científicos del año 2002 (Nasio, 2001). Se ve, pues, que las relaciones del psicoanálisis con las demás ciencias ha sido fértil y siempre presente, la mayoría de las veces acertada, aunque en otras un triste fracaso. El triste precedente del freudomarxismo ilustra acabadamente este tipo de fracasos (Braustein, 1980). La interdisciplinariedad psicoanalítica es digna de admiración para unos y objeto de crítica para otros. Hasta ahora hay quienes siguen releyendo a Freud con placer para explotar aun más su obra, y a Lacan a quien se le critica ser en excesivo teoricista (se calcula que nos podremos tomar aún muchos más años para acabar de entenderlo), quizá por desconocer que sus reflexiones estaban inspiradas en su ejercicio clínico, ejercicio del que pocas veces hablaba directamente porque la mayoría de los que asistían a su seminario también eran sus consultantes. Otros como Allan Sokal critican la importación que Lacan hace de nociones de la matemática y lo tildan de ser “un impostor intelectual”. Una crítica que se dirige contra toda la intelectualidad francesa y que si se lee detenidamente no está tan bien sustentada como la publicidad lo quiso hacer creer, pues se trató más de un boom de farándula intelectual que de una válida confrontación con la teoría lacaniana que haya tenido repercusiones históricas, de efectos relevantes. Se trató mas bien de una lectura descontextualizada y sesgada de Lacan. Como se indicó anteriormente, el psicoanálisis ha mantenido una relación de apertura hacia el resto de las ciencias; con la sociología, por ejemplo, ha compartido el interés por comprender y explicar la naturaleza del vínculo social, las formas de anudamiento, 54 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

mantenimiento y desanudamiento de las relaciones sociales, el complejo de Edipo, la dinámica inconsciente de la familia, la agresividad y la violencia. Ha reconocido la importancia de los desarrollos que explican el vínculo social, como en el caso de Durkheim o de Lévi-Strauss, y los ha incorporado en su reflexión sobre los complejos familiares; la importancia del orden simbólico, que ha nominado con la categoría de Gran Otro (A); de la incompletud del orden simbólico o su tachadura (A barrado), así como ha reflexionado alrededor del lazo social y establecido diferencias entre la relación y el vínculo; sobre la dimensión real, simbólica e imaginaria del lazo social. También ha considerado los desarrollos de otras disciplinas para explicar la agresividad humana, al tiempo que el desarrollo de la teoría de la líbido y de la pulsión, de Eros y Tánatos es referencia inevitable para explicar los actos criminales, las parafilias, la violencia y la guerra como manifestaciones sintomáticas del malestar en la cultura y la existencia de un más allá del principio del placer (goce). De la psicología ha tomado, por ejemplo, los desarrollos de Wallon alrededor del estadio del espejo; ha sido articulado a la psicología evolutiva por su aporte a una visión del desarrollo psicoafectivo fundamentándose en la teoría del desarrollo de la líbido y una interpretación de las clásicas etapas psico-sexuales. Lacan ha leído a Piaget para reconocer que la noción de sujeto que tal autor tiene no es compatible con la suya, pero no desrecomienda leerlo. Freud escribió un proyecto de psicología para neurólogos, y otros más contemporáneos como Boris Cyrulnik, quien también se identifica como psicoanalista, han integrado el psicoanálisis, la etología, la neurología en un proyecto que denomina etología humana y ha retomado de la física la noción de resiliencia para explicar la capacidad auto reparativa del sujeto psicológico. Con la física y la biología es más reconocida la integración, sobre todo en la obra de Freud, para dar cuenta del funcionamiento psíquico, pero también se ha alejado al reconocer que su objeto de estudio son las formaciones del inconsciente y que le interesa


Primero afirmar, luego integrar... pp. 41-56

más comprender la lógica de las pulsiones que la de los instintos, dada la condición de sujetación del individuo al lenguaje. El psicoanálisis ha sido objeto de diversas integraciones, pues también se ha relacionado con el existencialismo, lo que ha producido el psicoanálisis humanista de Erick Fromm, y hasta con tradiciones místicas de Oriente como con el budismo Zen, por la línea de Freud (Suzuky y Fromm, 1964) y por la línea de Lacan (Newbery, Ezequiel, 2001). Y en la actualidad se lo relaciona con la narrativa, la neuropsicología, las neurociencias y la ciencia cognitiva, entre otras (Acevedo de Mendilaharsu, 2000). Con la antropología y la lingüística estructural comparte la importancia de reconocer el orden simbólico expresado en la estructura de la lengua y en la prohibición del incesto como condición básica de la organización de lo social y de la psique individual, reconociendo que la oposición individuo-sociedad es una falsa oposición, una oposición imaginaria. La relación con la antropología se ha dado a través del estudio y comprensión del complejo de Edipo. A la lingüística el psicoanálisis le ha hecho reconocer la dimensión subjetiva del que habla, al tiempo que la lingüística ha afectado la teoría y la práctica de la técnica analítica (el subrayado, la sesión corta y el corte significante, la escansión, etc., son formas de la interpretación frente a la lógica del significante), ha permitido definir la noción nuclear del inconsciente como un saber estructurado como un lenguaje y ha permitido reinterpretar las nociones de condensación y desplazamiento como fenómenos correspondientes a la metáfora y la metonimia. La interpretación para Lacan tiene una nueva base en la comprensión del orden del enunciado y la enunciación, del significante y el significado, nociones extraídas del arsenal teórico sausseriano. Con la topología ha logrado establecer una mejor explicación de las estructuras clínicas, un mayor desarrollo de la teoría de la psicosis y consolidar un intento de formalización mayor de la teoría, usando nociones como el nudo borromeo, la figura del toro o la banda de Moebius, para explicar la rea-

lidad psíquica, la lógica del deseo y la falsa oposición interior- exterior, entre otros. El álgebra le ha permitido matematizar nociones conceptuales como la castración, el fantasma, lo real, el objeto de deseo, de lo cual la letra a minúscula es un ejemplo de nominación conceptual de algo que no existe como objeto real, sino como cosntructo, entre otros. La lista podría ser aun mayor. Los alcances de las integraciones entre el psicoanálisis y las demás ciencias y su mutua afectación aún no llegan a su fin, afortunadamente. Lo anterior sirve para ilustrar también que las críticas al psicoanálisis como una disciplina cerrada, autosuficiente y totalitaria carecen de fundamento y evidencian el desconocimiento de esta disciplina, de cómo ha llegado a ser y de lo que es actualmente. El psicoanálisis no hubiese llegado a tener la influencia que se le reconoce en la cultura y la ciencia moderna, si no hubiese sido por su disposición a relacionarse con las otras disciplinas y asumir el riesgo de recomponerse cuando ha sido necesario. La relación del psicoanálisis con las demás ciencias ha sido llevada hasta sus últimas consecuencias y ha sido más que una aproximación interdisciplinar, una aproximación transdisciplinar propiamente dicha, paradigmática en ese sentido, en el ámbito de las ciencias sociales.

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Desplazamiento forzado en Florida, Valle del Cauca Mujeres, territorio y cultura*

Forced displacement in Florida, Valle del Cauca, Colombia. Women, land, and culture

Rubén Darío Guevara C. Felipe Barney Arango** Resumen Este artículo describe y explica cómo la violencia en una región del país, Florida, Valle del Cauca, ejercida por los diversos actores armados, ha producido un conflicto en sus pobladores, el cual se ha resuelto en un desplazamiento a la fuerza, y ha comprometido de manera singular a las mujeres indígenas, afrodescendientes y mestizas, que se han visto obligadas a buscar refugio en el área urbana, en donde están fortaleciendo sus redes familiares y organizativas para recuperar sus derechos perdidos. Palabras clave: desplazamiento forzado, violencia, madres cabeza de familia, actores armados.

Abstract This article describes and explains how violence in one region of Colombia -Florida, Valle del Cauca- executed by several armed

groups, has generated a conflict in its population and resulted in a forced displacement which has gotten indigenous, African-Colombian and mixed-race women involved in it. These women have been forced to seek refuge in urban areas, where they are strengthening their organizational and family networks in order to regain their lost rights. Key words: forced displacement, violence, mothers who are heads of families, armed protagonists.

Introducción Nuestro lugar de referencia es el municipio de Florida, un centro poblado situado al sur-oriente del departamento del Valle, sobre la cordillera Central, con 54.626 habitantes de población mestiza en su mayoría (64%), ubicados principalmente en la cabecera municipal, y la población campesina en la

• Fecha de recepción del artículo: 15 de agosto de 2008 • Fecha de aceptación: 16 de febrero de 2009. RUBÉN DARíO GUEVARA C. Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Salud Pública de la Universidad del Valle, Cali - Colombia. Integrante del Grupo de Investigación Problemas Contemporáneos del Derecho de la USB Cali. Correo electrónico: rudagueco.8@gmail.com. FELIPE BARNEY ARANGO. Ingeniero agroindustrial de la USB Cali. Estudiante de la Maestría en Desarrollo Rural de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Oficial del Programa de Alternativas Económicas de la ONG Internacional Oxfam. Integrante del Grupo de Investigación Problemas Contemporáneos del Derecho de la USB Cali. Correo electrónico: fbarango@usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 57-68 Ø 57

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Comprender mejor los desplazamientos de poblaciones. ** Grupo de investigación: Problemas contemporáneos del Derecho. Facultad de Derecho USB, Cali.


Rubén Darío Guevara C., Felipe Barney Arango

zona media de la cordillera; afrodescendientes (31,2%), asentados en la zona plana; e indígenas (4,7%), concentrados en cinco cabildos de la zona alta del municipio. La vocación del municipio es principalmente agrícola. En su zona plana se ha desarrollado la agroindustria de la caña de azúcar, a la cual se dedica casi la totalidad de las tierras productivas, lo que aporta la materia prima para los ingenios azucareros de la región. La zona media de montaña se dedica a cultivos como el café y el banano, y en la zona alta principalmente se trabaja la ganadería de leche y carne. Desde los años ochenta, los cultivos ilícitos como los de coca, amapola y marihuana ingresaron con fuerza en la zona montañosa. Las dificultades de comercialización de cultivos lícitos que tienen los pequeños productores y el abandono generalizado por parte del Estado en cuanto a programas específicos para su desarrollo, abonaron el camino para que la economía ilícita penetrara a todo nivel, trayendo consigo un proceso de descomposición social, además de aumentar la presencia guerrillera que ejerce vigilancia y control sobre la producción y en este paso estratégicomilitar, pues conecta los departamentos de Huila, Tolima, Valle y Cauca. Es así como Florida es hoy uno de los municipios pedidos por las Farc como zona de despeje para concretar el acuerdo humanitario y adonde han llegado desplazadas las mujeres que tienen familias en el casco urbano, constituyéndose ese desplazamiento en un acto de retorno, lo que da cuenta del significado e identidad de re-conocer el territorio perdido y que les fue propio. Este acto de retorno tiene implicaciones en la voluntad y acción de las personas. Es clara la dificultad que vive Adesflovalle para plantearse objetivos comunes. Las mujeres desplazadas regresan a sus raíces, al territorio que fue suyo; pero todavía el territorio como tal no es elemento cohesionador, no se ha logrado la plena identificación y arraigo con su terruño. En este trabajo la categoría de género se concibe como el eje de sustentación en cuanto define las características de la mujer 58 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

desplazada y madre soltera en la perspectiva histórica de su cultura. Para el trabajo investigativo se ha recurrido a las historias de vida como el recurso metodológico más válido para comprender el fenómeno del desplazamiento y así entender el pasado y el futuro de las mujeres desplazadas, pues en la medida en que ellas describen y narran a manera de testimonio tanto el hecho causal de su actual condición, así como toda la historia que guardan en su memoria, explican y dan razón de ser de su sentido de renovación del modo de vida.

El problema de tierras Las víctimas que va dejando la violencia en Colombia desde hace por lo menos diez años son numerosas, difíciles de contabilizar (hay consenso en que son entre dos y tres. millones con un sub-registro que ronda el 30%). Desarraigados de sus tierras, se convierten en desplazados y hacen parte de esa inmensa población que son los más pobres de los más pobres, los que lo han perdido todo: su tierra, su familia, su estabilidad y su modo de vida, la cultura. La tierra parece ser uno de los motivos de la guerra. Ello se deduce, por ejemplo, porque el acaparamiento ilegal de tierras que han logrado acumular los paramilitares se está acercando a los cuatro millones de hectáreas (Fajardo, 2003). Son tierras obtenidas acudiendo a una violencia infame que inculca el terror en la población y la obliga a desplazarse. Se afirma que el 60% de los desplazados (Uribe M., 2004) tuvieron que abandonar sus tierras y dejarlas a los paramilitares, sin contar las que han quedado vacías por causas de la guerrilla. Es muy serio el problema que tiene el Estado, pues no está cumpliendo cabalmente lo ordenado en la ley con respecto a registrar los predios rurales abandonados y evitar una futura escrituración, como tampoco está agilizando los trámites de extinción de dominio de las propiedades de paramilitares, narcotraficantes y guerrilla. Cerca del 70% de los desplazados tienen vínculos rurales directos; en su mayoría son pequeños propietarios que abandonaron sus


Desplazamiento forzado en Florida, Valle del Cauca... pp. 57-68

parcelas en búsqueda de alternativas de vida, huyendo de la violencia. Llegados a la ciudad, el anonimato se convierte en su respaldo silencioso, en cómplice de su situación dramática de supervivencia; a veces son fundadores de espacios nuevos como colonizadores urbanos (Guevara, 2003) y allí, reanudan sus vidas en las peores circunstancias de tiempo, lugar y espacio. La migración forzada ocupa el primer lugar en este proceso de desterritorialización, en un desarraigo de los espacios antes habitados, como de su propia identidad. Sin embargo, se logra observar cómo ese proceso de desplazamiento que se estigmatiza conserva, de todos modos –no obstante la destrucción– una cierta homogenización, nuevas maneras de percepción, nuevas experiencias, nuevos modos de percibir y de reconocerse (Barbero, 1991), así como buscar nuevos caminos para re-nacer culturalmente. Se supondría que hay una crisis de identidad y paralización cultural producidas por el desplazamiento, pero no; los desplazados han generado estrategias adaptativas adecuadas para enfrentarse a la ciudad, aunque en el fondo, principalmente entre los grupos étnicos de afrodescendientes e indígenas, se percibe la añoranza de sus territorios ancestrales. Obligados a huir y a abandonar sus tierras, su historia, sus pertenencias y su cultura para proteger sus vidas, parece ser entonces que volver al territorio (desterritorialización) sig-

nifica salir del ocupado (des-urbanización). La vida va por un lado y el sentido por el otro. Las dificultades de inserción social exigen una enorme capacidad de la población para rehacer sus vidas. Los medios de comunicación refuerzan miradas negativas y simplificadoras que dificultan la inserción de los desplazados y la concepción de su problemática como un asunto social. Es esa lógica perversa, según la cual estar enterados de todo equivale a no entender nada. En el ámbito de sus casas e inquilinatos en barrios populares precarios, los desplazados luchan por una vida digna y por su derecho a la vivienda, a la generación de ingresos, a la salud y a la educación.

Desplazamiento histórico en Florida, Valle Particularmente en Florida la historia ha mostrado el accionar de grupos emergentes que han hecho presencia violenta por medio de jefes militares muy singulares por cierto, que le dieron cierto cariz romántico a la guerra (Tabla 1). Igualmente, las condiciones mismas del territorio permitieron que se centraran en el municipio de Florida (Tabla 2). El 31 de julio de 1999, con el asesinato del campesino Orlando Urrea, de 45 años, y de su hija Patricia, de 18 años, en zona rural de Tuluá, es considerada la fecha de ingreso de las AUC al Valle del Cauca. Se celebraba

Tabla 1 Localización de la violencia de acuerdo con los jefes iniciales (1949-1963). Región y jefes de grupo

Zona de operaciones

Efectivos aprox*.

Tendencia política

Castillo, Jorge (Cabo Castillo)

Florida

10

Liberal

Taquinás, Julián

Caicedonia Florida

10

Liberal

Velasco, Paulino (Tte. Paulino)

Florida Miranda

10

Liberal

Situación

Exterminado

* Número aproximado de combatienes que acompañan al jefe de grupo.

Fuente: Guzmán Germán, Umaña Luna, Fals Borda Orlando (2003). La violencia en Colombia. Bogotá: Editorial Tercer mundo. Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X Ø 59


Rubén Darío Guevara C., Felipe Barney Arango

Tabla 2 Ubicación geográfica de la violencia (1958-1963). Municipio

Florida

Lugar

Fecha

La Diana

Junio 28 de 1958

El Llanito

Junio 16 de 1958

El Líbano

Marzo 18 de 1959

El Llanito

Nov. 11 de 1961

La Diana

Nov. 12 de 1962

Fuente: Libro La violencia en Colombia.

la fiesta de la Virgen del Carmen en uno de los corregimientos de la montaña. Una vez las primeras estructuras de las autodefensas lograron posicionarse en el centro del departamento, fueron ampliando su radio de acción a Palmira, Candelaria, Florida, Pradera, Buga, Jamundí, El Darién y Buenaventura. Para ello fueron enviadas desde Urabá decenas de combatientes bajo las órdenes de José Ever Veloza, alias “HH”, hoy sometido a la Ley de Justicia y Paz. En un solo año cometieron treinta y cinco matanzas y provocaron un desplazamiento que no ha terminado. Se le atribuyen cerca de trescientas muertes y unas doscientas desapariciones. Sólo hasta el 28 de agosto el gobernador Bonilla (e) admitió la presencia de los paramilitares, y el Ejército lo hizo después de tres meses (periódico El Tiempo, 2007). En el 2001 la presencia paramilitar de la AUC en el municipio de Florida es evidente. El Bloque Calima llegó a la zona proveniente del municipio de Palmira y sus primeras acciones fueron en Pradera, municipio vecino de Florida. Ahí las personas de la zona montañosa vieron llegar varios camiones con personas fuertemente armadas que vestían camisillas con insignias del Ejercito Nacional (Reyes W., Franco N., 2007). En los años anteriores a esta fecha, en el municipio existía una fuerte presencia de guerrilla de las Farc, que presionaba a la población de diferentes formas (extorsiones, secuestros, boleteos), pero que no llegó a generar desplazamientos masivos como lo hicieron las AUC. En el mes de julio de 2001 se lleva a cabo lo que se conoció en la zona como la 60 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

primera pasada de los grupos paramilitares por el piedemonte. Setecientas cuarenta y ocho personas (Reyes W.; Franco N., 2007) de la zona alta, veredas La Diana, Loma Gorda, Villa Pinzon, Los Caleños, que habían abandonado sus parcelas por presiones de las AUC, retornan a sus territorios con acompañamiento institucional. Seis meses después, el 27 de enero de 2002, se da la segunda pasada de las AUC por la zona media de la montaña. Luego de este suceso retornan desde Florida hacia La Diana 259 personas; después, seis meses más tarde, regresan desde Florida al corregimiento La Rivera y Pueblo Nuevo 233 personas. Igualmente ese año las AUC realizan cinco masacres en la zona alta del municipio y dos asesinatos selectivos, consolidando con ello su estrategia de terror. Un informe de la Defensoría del Pueblo sobre el norte del Cauca, zona limítrofe, detalla 54 asesinatos, 5 masacres y 2 desplazamientos masivos en esa zona entre septiembre del 2000 y enero del 2002 y manifiesta que los indígenas resisten por medio de la Guardia Indígena. Del total de desplazados en el Valle del Cauca, Florida tenía el 9% (El Tiempo, marzo 2004). Comprender estas implicaciones obliga a tener en cuenta las racionalidades de poder que están detrás de los conflictos por el control de territorios y recursos (Rojas J.; Romero M., 2000). Un hecho natural de singular trascendencia fue el ocurrido el 31 de enero de 1994 cuando se produjo la avalancha del río Frayle, que bordea el casco urbano del municipio. En este desastre natural muchas familias que vivían a sus orillas, en lo que se conocía como el barrio La Playita, perdieron sus viviendas y enseres. Durante la administración del alcalde Humberto López, en el año 1997, se ofrecieron soluciones de vivienda a las familias damnificadas y se inició la construcción del hoy barrio Nuevo Horizonte, lo que generó una ola migratoria de familias enteras que llegaron a Florida en busca de vivienda, provenientes de municipios y departamentos cercanos, así como de la costa pacífica caucana y nariñense. Esto llevó a


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que Florida incrementara su población en un 100% en un período no mayor de diez años. La llegada de afrodescendientes al barrio Nuevo Horizonte creó un problema social por la carencia de empleo y oportunidades para ellos. Por otra parte, la estigmatización de esta etnia es patente en el referente de los funcionarios públicos en la medida en que los señalaban como los únicos desplazados, desconociendo a aquella población que por motivos del conflicto armado ya hacía presencia en el municipio. En la actualidad, en el barrio convive tanto población migrante como desplazada, principalmente afrodescendientes, que mantienen relaciones de parentesco muy estrechas. Mientras esto ocurría en el casco urbano y en especial en el barrio mencionado, en la zona alta de Florida las comunidades indígenas Nasa inician la consolidación de su plan de vida. En 1998, luego de esperar por varios años, se presenta como hecho coyuntural a resaltar la toma de la finca Cajones, cumpliéndose con ello la promesa de la destinación de esta propiedad para la construcción de su colegio, lo cual es muy significativo por cuanto se concreta el anhelo de los nasas que querían impulsar su proyecto etnoeducativo por el cual habían luchado por muchos años. Era, como lo han manifestado, el gran sueño de los indios, que albergaría a los futuros bachilleres de los cinco cabildos de la zona. Su proyecto educativo comunitario se basa en la cosmovisión del pueblo Nasa y se constituye en una herramienta fundamental para la búsqueda de autonomía como pueblo. Esta institución se convertiría en el blanco de ataque de los actores armados que hacen presencia en la zona, pues los jóvenes formados en el colegio ya no serían fáciles de reclutar para la guerra. Por este motivo reciben presiones del sexto frente de las Farc y por parte de las autodefensas.

Caracterización espacio-temporal del municipio de Florida; desplazamiento forzado de población El proceso de desplazamiento forzado que por más de ocho años (1999-2007) se ha vi-

Hacienda Piegrande (1911).

vido en el municipio de Florida presenta dos grandes momentos: uno el comprendido desde el año 2000 hasta la actualidad, marcado por los desplazamientos intraveredales en la zona montañosa de Florida, principalmente de familias indígenas que por presiones de los actores armados abandonan su cabildo y van a residir temporalmente en casas de familiares de otro resguardo, mientras se normaliza la situación. El otro momento se vive desde el año 2003 hasta la actualidad y se da por la llegada de desplazados de otros departamentos, principalmente del Cauca, Putumayo y Nariño, que buscan refugio, rehacer su vida y recuperar sus derechos como ciudadanos. El municipio de Florida se constituye en refugio de los desplazados principalmente porque cuentan allí con familiares que en principio son punto de apoyo en la solución de su problemática. También está, por otra parte, el retorno de familias que habían migrado hacia otros departamentos en busca de trabajo y ante la presión de los grupos armados se ven obligadas a retornar a su lugar de origen, esperando encontrar en sus familiares, amigos y conocidos la ayuda indispensable para establecerse. Es con ellas y con ellos con los cuales construiremos este trabajo reflexivo inicial. Conviene mencionar que el Estado ha manifestado que los desplazados que han retornado en el país han recibido solamente 12.877 hectáreas, y que en manos de los narcotraficantes y de los paramilitares hay 4.5 millones de hectáreas, por lo cual se ha reprochado al Ministerio de Agricultura la lentitud con la que avanza la entrega de tierras a estas familias. Florida no es la excepción. A todos los desplazados de la región se les ha negado sus principales derechos; las mujeres (el 53%; (CODHES, 2006), muchas de ellas

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madres solteras y viudas, son quienes más han perdido, quienes más están excluidas y quienes sufren el dolor y asumen solas toda la carga que les deparó una huída repentina. Sin marido pero con hijos, se convierten en la cabeza de una familia que porta sólo en la memoria ese recuerdo como equipo cultural de sus vidas pasadas, y como gestoras de nuevas formaciones culturales se presentan en diversos espacios de la ciudad alentando esperanza y recreando actividades. No se puede desconocer que el desarrollo de la industria azucarera en el municipio de Florida facilitó la llegada de gentes a ese municipio. Se reiteran otros dos hechos históricos claves que inciden también en la situación de desplazamiento hacia Florida: Por un lado, la gran demanda de mano de obra no calificada que en un principio requirió el cultivo de la caña de azúcar lo cual generó toda una dinámica de migración hacia el municipio, principalmente de población proveniente de Nariño y Cauca, que buscaba mejorar sus condiciones de vida. Por otro lado, los pequeños productores agrícolas, principalmente afrodescendientes, sucumbieron ante el espejismo del dinero, escaso para ellos, que los llevó a vender sus fincas a los grandes terratenientes de la región, quienes ampliaron los latifundios cañeros y restringieron la producción tradicional agrícola del pancoger y el comercio original. Este hecho ha llevado a que esos pequeños productores actualmente trabajen como jornaleros de las haciendas, en la requisa de la caña de azúcar, en la elaboración de ladrillo o en comercio informal, trabajos que no les permiten ingresos suficientes para el sostenimiento de sus familias y en un futuro no muy lejano generará conflictos sociales que hoy se manifiestan con algunos de los nuevos desplazados, de retorno forzado, quienes encuentran a través de las cooperativas alguna manera de enganche al trabajo de corte y recolección en los ingenios, lo que les provee los medios para la manutención de sus familias. Como se mencionó, desde el año 2000 Florida empieza a ser receptor de desplazados de otros departamentos (Cauca, Putumayo, Caquetá y Nariño principalmente), y de 62 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

personas provenientes de la zona media de la montaña de Florida, de veredas como el Llanito, Párraga y Pueblo Nuevo, que deciden no retornar a sus parcelas. Muchos de estos desplazados contaban con familiares ya establecidos en el casco urbano, los cuales los recibían inicialmente en sus casas. (Gráfico 3). En el año 2006 el gobierno departamental trata de conformar, desde la alcaldía municipal, el Comité de Atención a la Población Desplazada, en cumplimiento de la Ley 387 del 1997. Durante este año sólo se realiza una reunión, lo que deja de manifiesto el poco interés que sobre la problemática tiene el ente municipal. En esta reunión se pide a los desplazados organizarse formalmente en una asociación, pues de esta forma podrían recibir las ayudas humanitarias, y por esta razón se crea la Asociación de Desplazados de Florida, Valle, Adesflovalle, con un total de 52 asociados. Según los datos entregados por Adesflovalle, los años de mayor recepción de desplazados fueron el 2005 y el 2006. De los desplazados, el 30% eran intramunicipales (Gráfico 4).

Análisis de las historias de vida familiar Para lo anterior se escogió la metodología cualitativa de carácter etnográfico, que permitió un trabajo de campo directo. Con los datos de la entrevista en profundidad, con los grupos focales, la observación participante, las historias de vida y los diarios personales, se buscó sustentar la investigación, de la cual este artículo no es más que un avance. El trabajo de campo se convirtió en el sustento referencial de la caracterización de las mujeres en proceso de desplazamiento porque permitió profundizar en los aspectos más significativos y relevantes de sus manifestaciones de género con respecto a sus modos de vida, es decir, en lo que es su historia de vida social. Se parte de que la historia de vida es como un todo, es ese conjunto de valores y costumbres que van demarcando la identi-


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Gráfico 3 Lugar de desplazamiento del declarante por departamento

Datos: Adesflovalle.

El 51% de los desplazados vinculados a la Asociación de Desplazados de Florida, Valle, Adesflovalle, provienen de municipios del Valle; de estos, el 79% son desplazados intramunicipales de Florida.

dad cultural de las mujeres en el proceso de desplazamiento dentro del cual buscan su estabilidad emocional, afectiva y de bienestar económico y cualificar sus conductas, que en muchas ocasiones chocan con las de la sociedad en la cual se ven obligadas a vivir. La historia de vida se consideró básica por cuanto ella facilita a la entrevistada recordar los hechos pasados y establecer la interco-

nexión entre las distintas esferas de la vida social, además permite explorar en toda la familia, su biografía y su historia. Gracias a ella, a la historia de vida, en este trabajo no se puede hablar de una sola categoría de mujeres desplazadas; hay una tipología diferenciada por etnia: afrodescendientes, mestizas e indígenas; por parentesco: matrilineal y patrilineal; y por edad: niños, niñas, adultas, ancianas principalmente, lo que de alguna manera va a facilitar la formulación y realización de planes y de acciones concretos sobre políticas públicas, al mismo tiempo que construir procesos de socialización. De la muestra que se hizo con las mujeres cabeza de familia desplazadas a Florida, se concluye que ellas se han desplazado porque fueron víctimas del conflicto armado interno. Los testimonios recogidos señalan que el miedo y el temor son el motivo principal de su salida; en segunda instancia, la muerte de un familiar o del compañero permanente, padre de sus hijos e hijas. Las mujeres, de todas maneras, se muestran como víctimas colaterales resultado de sus relaciones afectivas como hijas, madres, esposas, compañeras o hermanas de alguno de los miembros de los grupos que participan en el conflicto. Es que a fines de la década de los años noventa en el territorio de lo que es el municipio de Florida, en la parte alta, donde están los resguardos indígenas, paramilitares

Gráfico 4 Número de familias recepcionadas por año en Florida, Valle

Datos: Adesflovalle. Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X Ø 63


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y guerrilleros impusieron en los corregimientos y veredas, como lo hicieron en el casco urbano, formas de control social a la población civil. Especial resonancia tuvieron en los resguardos las Farc, que buscaron adictos, y al no encontrarlos, emplearon la fuerza, enfrentándose a la resistencia indígena que dirigían los cabildos, cuya política era la no participación en el conflicto armado. Estos indígenas fueron considerados por esta insurgencia como enemigos y, por lo tanto, hostigados y en algunos casos se impuso el terror asesinando a sus líderes tradicionales. Entonces, por etnia, se puede empezar diciendo que las desplazadas son indígenas originarias de la parte alta de Florida, de las veredas de Vallecito, Párraga y La Diana, territorio de resguardos indígenas que para los grupos armados son sitios estratégico utilizados como paso por la cordillera para llegar a otros lugares. Las mujeres desplazadas se han residenciado en diferentes barrios de Florida, en casas de sus parientes o amigos del mismo lugar de procedencia que no han sido desplazados, o en las que han alquilado cercanas a las de ellos. Así mantienen una relación filial con el territorio tradicional adonde van periódicamente de visita, pero no con el ánimo de retornar. Esto refuerza su raigambre cultural en lo que respecta a la territorialidad y a sus tradiciones e identidad cultural fuertemente ligadas al territorio. Hay mujeres cuyos rasgos fenotípicos se asemejan a los de los indígenas, pero no lo son; son campesinas nariñenses o caqueteñas que, por los motivos señalados, se ubicaron en Florida, en donde hay familiares de su compañero o esposo y están bajo su protección, y otras que sí son indígenas de la parte alta de Florida y que se desplazaron a Caquetá y Nariño (Samaniego), de donde nuevamente fueron obligadas a desplazarse por el conflicto armado de esas regiones y regresaron a Florida, donde tienen familiares. Se observa, de todas maneras, cómo el arraigo a la tierra, al lugar de origen, al sitio de sus ancestros, es el mejor lugar para rehacer lo perdido y conservar la familia. 64 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

La relación entre las mujeres oriundas de Florida y las procedentes de Nariño se ha dado principalmente en la presencia histórica que han tenido familias nariñenses en Candelaria, Valle, municipio vecino de Florida, en donde existe una colonia fuerte que conserva sus tradicionales culturales y ejerce un dominio singular, y que llegó como fuerza de trabajo para las plantaciones de caña de azúcar de los ingenios de la región desde los inicios del siglo pasado. El desplazamiento genera, de todas maneras, desintegración y pérdida de la identidad cultural, porque el que se desplaza no sólo pierde tierra y pertenencias, sino también lazos afectivos y relaciones construidas en el entorno. Pierde las formas particulares de vivir y sentir la región, sus estilos de vida y las prácticas cotidianas, antes compartidas con sus familiares y vecinos. En este caso en particular algo de lo anterior perdura y se busca el equilibrio a través de las relaciones de parentesco familiar. El nivel de educación y capacitación de las jefes de hogar es bajo, lo que les dificulta la vinculación a una actividad laboral. En Adesflovalle, de 235 personas que conforman la asociación, 87 tienen nivel de escuela primaria. Las deficientes condiciones de salud afectan a las mujeres y limitan su posibilidad de vinculación a procesos productivos, y al no estar inscritas en el sistema de salud genera unos gastos extras en medicamentos que no se pueden cubrir, lo que las ha obligado a recurrir a su sistema de salud tradicional. Preocupa a las mujeres que después del desplazamiento les aparecieron a sus hijos enfermedades –fiebres, diarreas, problemas respiratorios– que se asocian a sus precarias condiciones higiénicas y a la desnutrición. En síntesis, a las mujeres se les ha dificultado tener acceso a la salud, a la educación, al trabajo, así como tomar sus propias decisiones; también han perdido identidad, confianza y su vinculación a redes sociales, lo que las hace vulnerables, pues se les dificulta hacer valer sus derechos. El desconocimiento de programas en salud sexual y reproductiva ha incidido en


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el comportamiento sexual de las mujeres adolescentes, quienes en promedio tienen su primer hijo entre los 14 y 16 años. El promedio de hijos por mujer es de tres, lo que supera la media nacional que es de 2,4. Lo anterior evidencia las limitaciones que el número de hijos y embarazos sucesivos representan para la mujer y la carga excesiva que para ella significa el hogar. Con respecto a las relaciones familiares en el hogar, se ha observado cómo la violencia contra la mujer es parte de la cotidianidad. El maltrato de los hijos y las relaciones agresivas entre ellos son una constante de las condiciones sociales de la familia desplazada. En un principio, el desplazamiento trajo como secuela depresión y ansiedad, trastornos de salud poco comunes en estas etnias, las cuales fueron incidiendo en la armonía del grupo y en las relaciones familiares. Si bien con el tiempo se fueron superando, aparecieron otros que, de alguna manera, han venido afectando la salud mental de las mujeres, en especial, cuando por diferentes razones, no consiguen los medios para proveer de alimentos a sus hijos y eso hace difícil para ellas adaptarse al nuevo medio. Esto revela la necesidad de implementar programas de salud mental y atención psicosocial. En el caso particular de las mujeres afrodescendientes e indígenas, el impacto del desplazamiento tiene en ellas especial connotación debido a su cosmovisión, cultura y tradiciones de identidad con su territorio, con su sitio de procedencia. El cambio de roles por el trabajo al cual se ven obligadas a ejercer repercute en la estructura familiar cuando tienen que dejar a sus hijos e hijas solos o al cuidado de guarderías del ICBF, en donde se imparte una orientación homogénea y no diferenciada ni por etnia ni por sexo, como se ha podido constatar en la localidad. La carencia de la cédula de ciudadanía ha recortado sus derechos como ciudadanas y, por lo tanto, el acceso a las ayudas que por ley el Estado debe brindar a esta población, como mercados, el dinero para pagar los arriendos, los subsidios de Familias en Acción

Teatro Municipal (1918-1927).

y su derecho a elegir y ser elegidas. También limita su participación en la elaboración de las políticas públicas referidas a su propia atención.

El cambio de roles en la mujer cabeza de familia en situación de desplazamiento El cambio en los roles de las mujeres cabeza de familia desplazadas a Florida se observa en que han tenido que asumir la responsabilidad del sostenimiento económico de su familia; aprender a conocer y actuar en otro entorno social como cuando van a las diferentes entidades públicas o privadas a gestionar ayudas o a reclamar sus derechos, lo que implica manejar diferentes espacios culturales que son complejos con relación a los habituales que les ha tocado. Sin lugar a dudas, se han despertado en la mujer formas creativas y nuevas expectativas, ha encontrado fortalezas y habilidades que le han facilitado adelantar algunos procesos conducentes a proyectos de vida. Así, la ciudad se convierte en un medio favorable para el reconocimiento de la mujer que lo aprovecha para desarrollar sus potencialidades de género propias. De singular importancia es el lugar que ellas hoy ocupan en la dirección de la asociación de desplazados Adesflovalle, como presidenta, secretaria y tesorera, elegidas en representación del grupo de 52 familias. La

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gestión que adelantan ante las organizaciones para reclamar sus derechos –desconocidos– las ha empoderado de su proceso de estabilización y esto se ha visto en las respuestas que han obtenido luego de las confrontaciones tenidas con los funcionarios de la alcaldía, e incluso con el Alcalde, quien hasta la fecha no ha conformado el Comité de Atención a la Población Desplazada, que tiene que citar, conformar y organizar por obligación legal. En general, los roles de comportamiento tradicionales han variado en cuanto a que la mujer hoy, como ya se manifestó, en esa adaptación a lo urbano ha desarrollado aptitudes propias de ella que por tanto tiempo estuvieron ocultas y que en este nuevo espacio surgieron como un medio para obtener ingresos económicos o conseguir apoyo para sus procesos de emprendimiento. Así, el espacio social urbano, las condiciones socioculturales y las leyes, propiciaron el surgimiento de los procesos de gestión, los cuales han permitido el empoderamiento de las mujeres. Las que tiene compañero permanente han visto cómo él se resigna a perder esa autonomía y autoridad de poder que tenía. Ella es la que cumple con las labores tradicionales de atender el hogar y los hijos y, al mismo tiempo, estar en lo público reclamando mercados, solicitando las ayudas y asistiendo a todas las reuniones de la asociación y de las instituciones gubernamentales. Ante las carencias y dificultades económicas por la falta de un trabajo que les genere ingresos diarios, algunas de ellas recurren a revender productos agrícolas en la galería, hacen arepas y fritanga, las cuales venden en las puertas de sus casas, o como vendedoras ambulantes se rebuscan en los espectáculos públicos. Cuando estas estrategias no producen, el fiado en las tiendas y los préstamos a la vecindad o a los parientes, les permiten salir de las angustias diarias. Lo que se puede observar es que la dificultad de adaptarse a una nueva cultura urbana las limita para adquirir muchos de los recursos que tiene el medio; también, el desconocimiento de sus derechos como desplazadas y las obligaciones 66 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

que tiene el Estado para con ellas, les impide hacer los reclamos pertinentes. A pesar de este rebusque de medios para vivir, la pobreza de la mujer está presente por esa exclusión social de género, de etnia, de edad, y porque en el medio no se dan las condiciones para su inserción en actividades productivas, por lo cual tiene que estar buscando a diario qué hacer. Aún no se ven los proyectos productivos, porque el mismo Estado ha reducido los recursos, las propuestas, los créditos; además, porque la época en que se realizó la investigación fue de elecciones para alcaldes y por ley no se autorizó concederlos o entregarlos, y así se afectó el futuro de las mujeres y el de sus hijos e hijas. El tiempo de permanencia de las mujeres en Florida está entre dos y cuatro años. Se pensaría que es un lapso relativamente suficiente para que se supere esa situación de desconocimiento del medio urbano, pero no; aún no ha logrado la mujer su estabilización económica, que es lo principal para que salga adelante con su grupo familiar. Al contrario, podría decirse que un número alto de familias desplazadas están igual o peor que cuando llegaron, y que el Estado, en este caso el municipio, no les presta la debida atención ni contribuye con esta población y hace oídos sordos al clamor y a las solicitudes escritas de Adesflovalle para que cumpla con su deber social y humanitario que le ordenan las leyes y la política estatal. Conviene resaltar un hecho que no por singular deja de tener prevalencia y es álgido en las nuevas manifestaciones sociales de la familia, y es que como resultado de uniones libres consensuales las mujeres desplazadas a Florida tienen hijos de convivencias anteriores con varios compañeros, lo cual ha contribuido a que se aumenten sus roles en la familia. Hoy, separadas y viudas, les queda grande ejercer la función de madres, tanto porque no están preparadas para ejercer la maternidad como porque no cuentan con los recursos propios para atender las necesidades de sus hijos e hijas. Como se ha mencionado, han tenido que acudir al rebusque de lo


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necesario para el sustento. La presión interna del medio sin lugar a dudas ha favorecido la acción de la Asociación en lo que respecta a obtener ayuda solidaria y capacitaciones por intermedio tanto de instituciones del Estado (Sena, ICBF) como de ONG (Universidad de San Buenaventura, Profamilia, Pastoral Social) interesadas en brindar cursos de capacitación para los grupos étnicos. Las mujeres son las que más los aprovechan y por ello se encuentran en un período de capacitación permanente relacionada con proyectos productivos, manualidades, máquinas planas, orientaciones de familia, planificación familiar, etc.; que estas capacitaciones se espera contribuyan a que las familias obtengan recursos propios y mejoren sus condiciones afectivas internas. En estas reuniones la mujer va asumiendo posiciones en las relaciones con otras mujeres no desplazadas, amplía su círculo de referencia, de amistades y logra abrirse e integrarse a un espacio que le era desconocido. Étnicamente hay una interrelación de conocimientos y un intercambio de iniciativas que permiten la interacción cultural y el aporte de iniciativas propias como alternativas de vida. Ya comienzan a aparecer algunas mujeres jóvenes que buscan rehacer sus vidas afectivas y sentimentales al lado de hombres oriundos de Florida, tratando, en perspectiva, de tener una convivencia estable, un nuevo hogar, separados o en casas de los padres de uno u otro miembro de la pareja. Mujeres que aportan uno o varios hijos e hijas a la convivencia, que son aceptados por el hombre, quien los recibe y va a proveerles lo necesario con su trabajo. La autoridad a veces se comparte; la mujer pierde un poco de autonomía pero gana en ayuda económica y afectiva. En algún caso, y cuando los hijos de ella han crecido, no dejan de presentarse desavenencias con respecto a la autoridad que ejerce el padrastro, lo que traumatiza la relación de pareja.

Conclusiones Las mujeres desplazadas a Florida presentan particularidades propias de su cultura como indígenas, afrodescendientes y mes-

tizas, que requieren atención diferenciada y para la cual el Estado debe contribuir con sus políticas. Durante el proceso de desplazamiento y llegada al municipio los grupos familiares establecidos son parte fundamental del apoyo que requieren las mujeres para su restablecimiento. Si bien con el desplazamiento las mujeres han perdido bienes materiales, referentes culturales, redes de apoyo y sentido de pertenencia comunitaria, con la llegada al municipio su valoración de género como mujeres se pone de presente por su efectiva participación organizativa y de gestión en espacios que tradicionalmente les habían sido vedados. No obstante, las dificultades por las que atraviesan las mujeres madres cabeza de familia desplazadas en Florida, no se percibe en ellas interés por retornar a sus lugares de origen y, por el contrario, lo que se observa es cómo su participación en la organización de sus nuevas vidas, sus gestiones particulares y el reclamo individual de sus derechos las motivan a permanecer en la ciudad.

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Producción discursiva de vivencias de bienestar mediante retórica y géneros discursivos cotidianos* Discursive production of experiences of wellbeing through rhetoric and everyday discourse genres

José Fernando Ossa Ramírez Resumen Este escrito es un informe final de investigación sobre Retórica y concepciones de salud en las relaciones familiares en la ciudad de Cali, Colombia (año 2007). Más que describir o representar mecanismos, estados o esencias interiores, las maneras como los sujetos nombran las relaciones en la vida cotidiana familiar están vinculadas a particulares usos del lenguaje y a construcciones discursivas histórico-sociales en los cuales los géneros narrativos y las retóricas utilizadas tienen un poder persuasivo, hacedor y productor de realidades, con el cual determinadas voces sociales se naturalizan y legitiman particulares experiencias y saberes prácticos sobre las emociones en los cuales se afianzan concepciones hegemónicas de bienestar. De manera paradójica, junto a estos discursos hegemónicos se camuflan, anudan o solapan maneras culturales sobre el saber vivir, susceptibles de producir lecturas divergentes.

Palabras clave: bienestar, familia, retórica, género literario, construcción, saber cultural, dominación, resistencia.

Abstract This article presents the results of the project Rhetoric and Concepts of Health in Family Relations. Beyond describing or representing mechanisms, essences or inner states, the way family relationships are named, are linked to particular uses of language and discursive social and historical constructions in which the narrative genres and rhetoric used have a persuasive power that produces realities with which certain social voices become natural, legitimating, in this way, particular experiences and knowledge about emotions. Thus hegemonic conceptions of wellbeing are reinforced but paradoxically, alongside these hegemonic discourses are hidden or joined to cultural ways of “good manners”, likely to produce divergent interpretations.

• Fecha de recepción del artículo: 10 de septiembre de 2008 • Fecha de aceptación: 16 de febrero de 2009. JOSÉ FERNANDO OSSA RAMÍREZ. Docente investigador de la Facultad de Psicología de la USB Cali - Colombia. Psicólogo de la Universidad del Valle. Magíster en Educación Desarrollo Humano de la USB Cali. Correo electrónico: fossa@usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 69-82 Ø 69

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Retórica e ideales de salud.


José Fernando Ossa Ramírez

Key words: Wellbeing, family, rhetoric, literary genre, construction, cultural knowledge, domination, resistance.

Introducción Se expondrá brevemente la metodología utilizada, basada en un estudio de carácter cualitativo con entrevistas en profundidad y análisis de discursos, a una muestra poblacional de veinte sujetos. Posteriormente se resumirá en los resultados los géneros y retóricas de bienestar hallados en las entrevistas, en los cuales se expresa el bienestar mediante Géneros y tropos discursivos cotidianos (Bajtin, 1982) y una serie de tropos retóricos (White, 1987; Potter, 1996; White, 2003). En relación con los géneros se demostrará la idealización melodramática mediante generalización y metonimia, el melodrama de la comunidad afectiva, la unión y la solidaridad, el melodrama de la protección materna; el bienestar como género carnavalesco y festivo en la cotidianidad familiar y el uso del género científico argumentativo (tecnicismos y lenguaje erudito). En relación con el tema de los tropos retóricos para referirse al bienestar, se mostrará el uso de hiperbolismos o exageraciones en el discurso; retóricas del metonimismo; idealización de un deber ser de bienestar; el esquematismo estereotípico y la polarización, entre otras; por último, la ironía como táctica retórica. La conclusión indica que una hegemonía se ejerce de manera sutil y silenciosa mediante estrategias estéticas tales como los géneros y las tácticas retóricas con las cuales la dominación trabaja lo popular (Hoggart, 1957) y consolida una hegemonía (Williams, 1977), pero reconoce también que mediante la estética, la memoria popular sobrevive y resiste activamente dicha dominación (Certeau, 1980; Martín Barbero, 1987). Este texto contiene parte de los resultados de una investigación sobre Retórica y concepciones de salud, realizada en el año 2007 en la ciudad de Cali por el grupo de investigación Estéticas Urbanas y Socialidades. Dada la existencia de diversos informes, sondeos estadísticos y discursos explicativos sobre el tema, en los cuales se exponen altos índices 70 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

de bienestar y satisfacción en las poblaciones de algunos países del denominado Tercer Mundo, como Colombia, y se plantea que lo que más satisface a la gente y lo que más aporta a un sentido de protección frente a la realidad y las dificultades es la vida familiar u hogareña (Sondeo Gallup, 2006), en este estudio se consideró importante una orientación pragmática en los conocimientos cotidianos para estudiar los géneros literarios y las tácticas retórico-persuasivas mediante las cuales un grupo de sujetos (diez jóvenes) produce discursivamente un saber acerca de dichas vivencias de bienestar en la vida familiar. Muchos enfoques psicológicos tradicionales del bienestar y la salud, entre ellos los de Maslow (1970), promueven la lectura de estos como el resultado de la satisfacción de una jerarquía de necesidades básicas universales, es decir, autónomas a las particularidades socio-culturales. Los trabajos e informes que muestran altos índice de satisfacción y de vivencia de salud o bienestar en los discursos de algunas poblaciones de estratos populares del Tercer Mundo producen un conocimiento paradójico, si se reconoce su bajo nivel de ingreso, la precariedad de sus condiciones de vida y la baja inversión estatal en sus problemas de salud en comparación con los países desarrollados. Ejemplo de lo anterior es el reciente informe de una misión contra la pobreza en Colombia (Garay y Rodríguez, 2006). Esto puede explicarse bien sea viendo en dichos índices y discursos de bienestar un sofisma de las estadísticas o una mera expresión de auto-engaño por parte del saber popular, cargado de folklorismo, resignación defensiva o conformismo alienado producto de una dominación ideológica mass mediática y religiosa, que hace ignorar a las gentes encuestadas las penurias económicas y las carencias materiales que atraviesan las poblaciones del Tercer Mundo; o bien, y de acuerdo con las clásicas lecturas esencialistas de la psicología del desarrollo y la genética, se podría ver en esta felicidad de pobres el verdadero signo de un estado, proceso o habilidad interior de auto-compensación o auto-realización adaptativa de la personalidad ante la realidad,


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que no necesita de mayores reforzadores externos, materiales o económicos (Ossa, González, Rebelo, 2005). En este tipo de acercamientos se pierde la referencia a la conflictiva histórica, al contexto social y a las particularidades culturales de los sujetos y sus interacciones. Lo anterior hace necesaria la búsqueda de explicaciones más finas, que tengan en cuenta la existencia de otro tipo de saberes, de racionalidades y experiencias culturales diferentes (que aquí denominaremos, siguiendo la propuesta de los estudios culturales, matrices de lo popular), vía regia para proponer maneras de estudiar y explicar estos informes de manera distinta a como se los explica en las instituciones, modelos y saberes expertos sobre salud. Dichas matrices de lo popular no son de origen metafísico o filogenético, sino que tienen un origen concreto en las interacciones sociales narrativas y corporales cotidianas (pervivencia interaccional de vivencias emocionales culturales). Lo anterior supone un acercamiento a las culturas locales desde enfoques interdisciplinarios que incorporen los aportes de la etnometodología, los estudios culturales, el interaccionismo social, la psicología popular, la antropología de la medicina, las estéticas prácticas y la semiótica discursiva. Se puede proponer una hipótesis según la cual dichos resultados hablan de saberes populares narrativos portadores de una verosimilitud retórica con una eficacia simbólica (Lévi-Strauss, 1949; Bruner, 1989; Bruner, 1992), que busca darle sentido a la vida produciendo conocimientos y explicaciones surgidos de las dinámicas culturales vividas por las poblaciones. Desde allí se despliegan las maneras particulares mediante las cuales las culturas locales (por ejemplo, en el grupo doméstico) desarrollan sus propios recursos narrativos y prácticos frente a la enfermedad y al malestar, más allá de las propuestas y modelos bio-médicos universalistas. El acercamiento a tales saberes no puede estar exento de una tarea crítica que reconozca en los discursos el encuentro conflictivo entre los discursos oficiales de la dominación y la denominada ubalternidad (Gramsci, 1998).

Palacio Nacional (1926-1933).

Metodología utilizada Por muestra se seleccionaron veinte sujetos de ambos sexos pertenecientes a dos generaciones familiares (diez adultos entre 35 y 55 años y diez jóvenes entre los 18 y los 25 años) ubicados en el estrato social tres (de acuerdo con la estratificación barrial de los servicios públicos determinada por el municipio de Cali), con el interés de comparar las características discursivas de las narraciones de bienestar en cada grupo según las edades generacionales. Con ello se hicieron una serie de enlaces y comparaciones para explorar, entre otros aspectos, las transformaciones culturales de las nociones de bienestar de una generación a otra. Este trabajo corresponde a una información parcial obtenida solamente de la muestra de los jóvenes. El tipo de estudio o diseño es cualitativo; parte de entrevistas en profundidad estructuradas de manera similar para toda la muestra, transcritas tal cual los relatos contados. Se realizó un análisis cualitativo de discurso con una finalidad comparativa, recuperando los elementos persuasivos de los enunciados (habitados por expresiones retóricas y géneros literarios) que dan cuenta de la manera como la gente construye significados y saberes sobre sus prácticas cotidianas de bienestar. Se privilegió el análisis discursivo de géneros, tropos y estrategias retóricas, en tanto la investigación buscaba interrogarse por el problema del lenguaje persuasivo como un elemento clave de construcción verosímil de saberes con una eficacia simbólica sobre las prácticas, allí donde los discursos provenien-

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tes de contextos culturales, al nombrar de manera particular sensaciones y emociones como el bienestar, se convierten en el objeto privilegiado de indagación. Hoy día comienza a sospecharse el carácter estético y formal de toda reconstrucción histórica, biográfica o experiencial. Con ello, los estudios sobre las representaciones en ciencias sociales van a abandonar sus pretensiones cientificistas de reflejar objetivamente una supuesta realidad empírica (datos brutos) y se abre paso un planteamiento según el cual se dejan de mirar por separado el contenido y la forma, el referente y lo referido, la sustancia y la retórica (Foucault, 1971; White, 1973; Perelman, 1977; White, 1987; Geertz, 1989; Potter, 1996; White, 2003: Clifford y Marcus, 1991). Desde los estudios de la lingüística pragmática se señala con radicalidad la incidencia moldeadora de las particularidades de los géneros estéticos y los patrones argumentales en la determinación y el montaje objetivante del sentido de los enunciados y en las actitudes mismas de los enunciadores en las interacciones (Frye, 1976; Bajtín, 1982), no sólo en las narraciones literarias sino también en géneros propios de las situaciones cotidianas de diálogo coloquial (Voloshinov, 1929; Frye, 1976; Bajtin, 1982; Ducrot, 1984; Ducrot, 1988; Ducrot y Schaefer, 1995).

Resultados Géneros y retórica de bienestar Bienestar expresado en géneros melodramáticos Llevarse bien con la familia, con las personas que uno vive en la casa, tener una bonita relación, un diálogo; es como llevar un buen, (...) cómo te digo, tener una buena relación, con la familia, pues tenemos una familia muy unida, muy bonita. Nos colaboramos mutuamente, hay esa ayuda mutua. Hay una estabilidad emocional de familia en todos los aspectos, es muy positiva porque existen valores, confianza, entonces es muy bueno (Entrevista en profundidad). 72 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

En estos enunciados vemos una sutil cantera de retóricas (exageración, idealización, esquematismo y metonimismo) que producen un melodramatismo sentimental en las entrevistas por el cual se afirma, adorna y aumenta la fuerza de la emoción, la alegría, el romanticismo y la identificación mutua en la familia. Dicho melodramatismo de la exageración emotiva (Frye, 1976; Martín Barbero y Muñoz, 1992) crea una sensación catártica de pertenencia a una comunidad feliz, divertida y satisfecha alrededor de la exaltación de los roles y comportamientos familiares de unos y otros. En estos géneros se despliegan formas persuasivas sutiles verbales y no verbales, tales como la dramatización, la imagen de una posición de cercanía y vehemencia emocional con lo que se narra, además del despliegue de afectos o emociones con los cuales se contribuye a una contundente verosimilización y acreditación automática de lo narrado y actuado. El melodramatismo es un curioso adjetivo sustantivado, proveniente del género literario y teatral denominado melodrama. Expresa en todo su esplendor una subterránea economía moral, ética y estética de lo popular (Frye, 1976). El presente texto propone una hipótesis según la cual las expresiones retóricas, giros y tropos del discurso obran como su infraestructura, por ejemplo en su eficacia persuasiva, que obliga tanto a narradores como a narratarios a ser afectados, a tomar partido por la enunciación por identificación o proyección con ella. El melodramatismo, con su descarga emocional elaborada narrativamente, pensado en las dinámicas culturales de larga duración, expresa la resistencia de aquello que en lo popular no logra ser domesticado por los patrones refinados de la urbanidad, la seriedad y el refinamiento de los valores y comportamientos de la cultura burguesa (Elías, 1968; 1997), mostrando con ello una resistencia intuitiva frente a la sutil violencia simbólica naturalizada por el proceso civilizador moderno (Bourdieu y Passeron, 1970; Bourdieu, 1980; Foucault, 1963; Foucault, 1971; Foucault, 1975). Dicho melodrama-


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tismo y sus operaciones retórico-narrativas surgen y perviven por la suma de experiencias socializadoras, herencias de la cultura oral familiar e interacciones cotidianas concretas del presente, más que por corresponder a arquetipos metafísicos, procesos internos psicogenéticos, filogenéticos o meras imposiciones de una dominación ideológica en abstracto. El melodramatismo es la manifestación de expresiones afectivas primarias (consideradas ordinarias, vulgares o de mal gusto por las clases más refinadas); se vincula con el sensacionalismo, el tono festivo, el lenguaje grosero, la sensiblería, el dramatismo, la teatralidad, la exageración, el ruido, la burla, el explicitar abiertamente el amor, la rabia, el descaro, la desfachatez, el miedo, el sufrimiento, el aguante, la compasión, la piedad, la religiosidad primaria y la esperanza ingenua, el exceso de gestualidad, la iconografía grotesca, los refranes y moralejas, la idealización y la fidelidad a la familia y a la figura materna, la expresión de las convenciones afectivas y de sentimientos elementales (Hoggard, 1957; Bajtin, 1971; Martín Barbero, 1992). Idealización melodramática mediante generalización y metonimia Aunque las preguntas formuladas a los entrevistados buscaban indagar por el bienestar tal como se presenta de manera concreta en sus vidas, en muchas de las respuestas de los entrevistados el bienestar parece concebirse como un deber ser idealizado y generalizado a todas las situaciones y circunstancias. En los enunciados se recurre a un repertorio retórico narrativo que habla de estados ideales y de situaciones hipotéticas futuras, románticas y utópicas, más que efectivamente a algo que esté sucediendo (Por ejemplo: “que no haya contradicciones”; “que nada lo afecte a uno”; “vivir juntos sin ninguna discusión”; “que no tenga que resolver ningún problema”). Predominan también las exageraciones, los adverbios de cantidad (como muy), uso de generalizaciones e hipérboles (tales como estar bien en todo, ser “todo comprensión”, “que todo marche bien”). En el predominio del género melodramático se echa mano de lemas, valores prototípicos o mitos morales

de lo que debe ser idealmente una buena familia. Otro elemento retórico recurrente del melodramatismo es el metonimismo, mediante el cual se resaltan y exageran detalles de situaciones (por ejemplo, algunos momentos de buena comunicación entre padres e hijos) que parecen entrar a sustituir toda la relación. Al resaltar detalles o circunstancias particulares se termina por favorecer la evocación optimista en la generalidad de las relaciones familiares. De esta manera, las narraciones podrían ser interpretadas como evasiones ante la dificultad pero también, y paradójicamente, pueden ser leídas como una curiosa forma de conocimiento cultural, mediante el cual se logra conferir sentido a la vida y a las relaciones familiares de los sujetos (Bruner, 1992; Perinat, 2000). Los jóvenes plantean que cuando en la familia se presentan problemas relacionales se apuesta al eufemismo, es decir a minimizarlos mediante la idea del diálogo racional y la comunicación todopoderosa. Con lo anterior, las narraciones derivan hacia una imagen romántica o idílica de familia bella y armónica: Bienestar es expresarles sentimientos a mis padres y a mis hermanos; expresarles cuánto los quiero (...) de ellos a mí también (...) compartir y dialogar (Entrevista en profundidad). Por otra parte, aparecen enunciados que dan la imagen de una juventud carente de conflictos y dificultades, o indiferente a ellos: Bienestar es estar sin problemas, estar tranquilo, que no me moleste nada, que no tenga que resolver ningún problema (Entrevista en profundidad). Junto a la recurrente aparición del uso de impersonales (por ejemplo uno a cambio de la primera persona yo), se muestra cómo los discursos sociales atraviesan a los jóvenes colocándolos en un lugar idealizado. Las prácticas retórico-persuasivas narrativas se hacen tan recurrentes que se puede hipotetizar que, más allá de un mero juego de apariencias o evasivas, hay todo un procedimiento de usos cotidianos de tácticas

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populares (Certeau, 1980; Nardone, 2003) que hablan de un tipo de economía moral tranquilizadora, en la cual el vivir de ilusiones actúa adaptativamente creando un refugio ideal de memoria construida que erosiona la objetividad, muchas veces como compensación a situaciones que no funcionan, lográndose de esta manera la ilusión de no ser afectado por las dificultades de la vida. Por ejemplo, cuando un joven, ante la situación de divorcio de sus padres, produce un tropo retórico de atenuación o eufemismo: Bienestar es vivir juntos sin ninguna discusión(…) ahora que estoy más grande entiendo que lo mejor que hicieron mis papás fue separarse, porque cuando estaban juntos peleaban, todo el tiempo, por cosas tontas (Entrevista en profundidad). Mediante una serie de tropos retóricos se producen efectos de verosimilitud narrativa (Bruner, 1989, White, 1973; White, 2003) en la forma de presentar narrativamente las experiencias, con lo cual se crea una imagen de armonía familiar. Aparece el ideal de la ausencia de conflicto, de una vida sin problemas; por ejemplo: Que haya una buena comunicación entre todos, que no haya problemas, que no haya discusiones, que no haya roce, que todos estemos, más o menos, todos de acuerdo en las situaciones que se presenten en el hogar (Entrevista en profundidad). Dichas tácticas retórico narrativas producen un como si que se convierte en un espacio posible, potencial e ideal (no ceñido a una realidad cruda), con lo cual la práctica narrativa, cercana a la ficción, adquiere un poder constructor de realidad (Certeau, 1980; Bruner, 1989; Bruner 1992). La narrativa se torna en práctica cultural activa (Herlinghaus, 2002). Por lo anterior, hay que reconocer que el uso de géneros y retóricas es una forma de saber práctico (Perinat, 2000). El uso de estas construcciones obra como suplencia ante la dificultad o la imposibilidad y como restitución de experiencias añoradas o perdidas. Los ideales y creencias populares sobre el bienestar, aun en su carácter tergiversador, intentan controlar un real incierto, y logran 74 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

imponer y naturalizar sentidos venidos de un deber ser social, que apuesta a crear y encauzar la ilusión de una comunidad armoniosa, liberada de incongruencia o ambigüedad, neutralizándose así la vocinglería de voces discursivas contradictorias (Foucault, 1971). La narrativa en sus usos retóricos permite por tanto una operación de descripción ordenada de una realidad posible, creando y precisando sus referentes mediante giros que unen la realidad y la ficción (Bruner, 1989; Perinat, 2000). Melodrama de la comunidad afectiva, la unión y la solidaridad Otra característica de los discursos sobre bienestar es la aparición de una economía emocional en la vida cotidiana, basada en valores comunitarios de unión y solidaridad con el otro (Maffesoli, 1985; Maffesoli, 1988): Cuando estamos todos reunidos, cuando mi hermano viene con mi cuñada y mi sobrina, pues en sí, cuando estamos aquí todos” (...) “El estar la familia unida, eso es lo que más me agrada” (...)“Siempre almorzamos juntos los sábados y los domingos(…) somos muy unidos y nos queremos (...) vemos películas juntos” (...) ”El nacimiento de mi hermana nos unió más a mi familia en general” (...)“La pasamos juntos, pues somos muy unidos y nos queremos (Entrevista en profundidad). En ello parece evidenciarse la influencia del sentido común y las tradiciones culturales, en las cuales se expresan modos prácticos de vivir y pensar sobre los que se cimientan las concepciones de mundo y las matrices de la cultura popular (Hoggart, 1957; Maffesoli, 1985; Martín Barbero, 1987; 1992). Estas concepciones de bienestar tienen como premisa principal el estar juntos (Maffesoli, 1988), la expresión de sentimientos y reconocimiento mutuo, el disfrutar y compartir las diversas formas de sentirse querido y querer a los otros. Melodrama de la protección materna Sobresale la alta valoración de la figura materna y la condescendencia con los hijos. En esta categoría de análisis se expresan una


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serie de valores culturales tales como una ingenua y espontánea demanda de solidaridad hacia los otros (en este caso de los padres hacia los hijos), la promoción del deseo de superación en los hijos y la aspiración a la transformación de las condiciones de vida mediante el ascenso social a través de la idealización del estudio como oficio y rol predominante de los jóvenes (Aries, 1987; Aries, 1993; Beck y BecK, 2001). La actual valorización social de los hijos en los estratos medios y altos de la población (Badinter, 1980; Elías, 1997; Obiols y Di Segni, 1997; Beck y Beck, 2001; Maldonado, Micolta y Domínguez, 2000; Puyana, 2003) promueve a su vez que la solidaridad de los padres hacia ellos contribuya a un tipo de relaciones cortas donde la personalización deviene en la construcción de un joven narcisista (Baudrillard, 1970; Lipovetsky, 1983; Lipovetsky, 1992; Lasch, 1995) subvencionado por los adultos en sus diversiones y gustos. Se hace visible así la presencia de nuevos discursos sociales con los cuales los padres, más que conducir a los hijos hacia la maduración y al desprendimiento del hogar, deben más bien garantizar una alargada protección y una eternizada optimización formativa que impulse un posible éxito futuro (Badinter, 1980; Elias, 1997; Carlisky, Katz y Kijak, 1998; Margulis y Urresti, 1998). La vivencia de pertenencia a un grupo familiar, que produce un sentimiento de bienestar en los hijos, está apoyada predominantemente en el culto a la figura materna, lo que contribuye a su alta idealización. Esa glorificación de la figura materna, bastante extendida socialmente en nuestro medio, no solo se apoya en los discursos psicológicos o científicos sobre salud familiar en la circunscripción de la identidad femenina al modelo mujer-mamá, sino que también proviene de matrices culturales de lo popular visibles en las narrativas del sentido común, que contribuyen de manera indirecta a imponer una idea de lo femenino vinculado a las funciones de madre, suplente y abastecedora de los deseos de los otros.

Edificio Otero (1926).

El bienestar como género carnavalesco y festivo en la cotidianidad familiar Con mi papá comenzamos a recochar y a veces con los programas de televisión él empieza a molestar, a imitar al personaje de la televisión y eso pues a todos nos causa risa (Entrevista en profundidad). En este tipo de enunciados se asoma una micro-carnavalesca cotidiana (Bajtin, 1971; Martín Barbero, 1987) como posible sobrevivencia de una matriz de lo popular que hace énfasis en los planos material y corporal (gestos, mímicas, parodias), en el realismo grotesco de la comedia, en la discontinuidad de la mascarada, en el encuentro y la fusión emotiva del grupo en el disfrute, el humor y la burla al orden. Ver como ejemplo el curioso americanismo recochar utilizado en un enunciado, el cual se puede asociar etimológicamente bien sea a recochinear (verbalización del sustantivo cerdo y metáfora de sucio y burlesco), como a cocha (modismo local de bebida embriagante). Se muestra así una faceta flexible y discontinua de la norma y el autocontrol, por la cual los sujetos se desdoblan en otro, y se comunica mediante la apertura sensorial o

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erógena hacia los otros. Se introduce cierta fuga al autocontrol de los roles cotidianos y se da salida a formas de la carnavalesca y la desmesura (Maffesoli, 1985). Aparece también cierta disolución de la identidad individual cerrada, para dar lugar al compartir el cuerpo en comunidad y la comunidad vivida como un solo cuerpo. Encontramos aquí una matriz popular sobre la que se cimienta la alta valoración social de la familia. Los géneros y retóricas obran allí como el motor de las matrices culturales, no sólo en lo nivel verbal sino sobre todo en lo corporal-material-emocional, en los encuentros cotidianos (sentirser sentido, mirar- ser mirado, oír- ser oído, tocar- ser tocado). Vinculado al género carnavalesco, el bienestar también se manifiesta en forma de género festivo, ambas expresiones muy propias de la alta presencia de la cultura de la costa pacífica vallecaucana. Esto se hace visible en los relatos sobre celebraciones especiales. En la vida urbana contemporánea va quedando atrás la vieja imagen austera de la familia en la cual las celebraciones parecían reducirse a fechas especiales, generalmente de carácter religioso y ritual. También parece quedar atrás la imagen de las sociedades disciplinarias e irrumpe la fiesta como manera de neutralizar la autoridad, la seriedad, la rutina agobiante o la productividad disciplinada. La familia marcada por los actuales cambios sociales e influida por la publicidad y la sociedad de consumo, comienza a promover relaciones amables, divertidas y relajadas (Lipovetsky, 1983), en las cuales se manifiestan tanto las prescripciones de la sociedad de consumo como las matrices populares, el gusto por vivir en el presente y la preocupación por pasarla bien, mientras se pueda (Hoggart, 1957). Los encuentros diarios alrededor de la televisión, las salidas familiares a pasear o comer los fines de semana, el gusto por las celebraciones, las vacaciones, las fiestas y los cumpleaños ocupan un lugar especial en la economía moral doméstica. Junto a lo anterior, las costumbres juveniles de las nuevas generaciones promovidas por la sociedad del bienestar en los medios masivos y la publicidad, el hedonismo 76 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

cotidiano, el tono festivo se extienden a todo el núcleo familiar y terminan siendo aceptadas y compartidas por los adultos, lo que conduce a dejar atrás las preocupaciones y el trascendentalismo, y se impone, por el contrario, el vivir en el presente, divertirse, moverse, actuar, salir, estar contentos, ser optimistas (Lipovetsky, 1983). Uso del género científico argumentativo: tecnicismos y lenguaje erudito Para explicar las dinámicas familiares relacionales o del denominado desarrollo psicológico subjetivo, algunos informantes echan mano de conceptos, abstracciones, racionalizaciones o intelectualizaciones tomadas del lenguaje erudito. Esto se hace visible en las entrevistas en profundidad con el uso de frases, jergas especializadas o términos técnicos tales como núcleo familiar, estar integrado, ser afectivo, no crear discordia, buena maduración psicológica, quemar la etapa de la adolescencia. El proceso civilizatorio de autocontención de las conductas desmesuradas (Elías, 1968) ha ido de la mano a la difusión social de ideales de normalidad, higiene moral y concepciones de evolución, supuestamente apoyados en la ciencia, que determinan estereotipos de identidad normal o familia adaptada. De esta manera ciertos discursos cotidianos se contaminan, mezclan, apoyan y afirman en el lenguaje erudito. Se puede decir aquí que la irrupción del discurso psicologista y clínico en la vida cotidiana no sólo ha engendrado nuevos sufrimientos íntimos o sentimientos de falta y culpabilidad, tales como las vivencias de insatisfacción, indecisión, necesidad de una perpetua adaptación, derrumbe de antiguas certidumbres, temor al fracaso o miedo a la vida (Foucault, 1963; Aries, 1987; Beck y Beck, 2001); también lo popular es determinado por dichos lenguajes especialistas para reproducir, justificar e incluso re-semantizar, discursos tranquilizadores sobre el bienestar cotidiano. Es necesario agregar aquí que la denominada fractura de la socialización disciplinaria anunciada por algunos autores posmodernos (Maffesoli, 1985; Lasch, 1995), productora de una educación relajada y dialogante, no


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suprime del todo los controles sociales, sino que por el contrario los sutiliza y flexibiliza bajo formas persuasivas, diversificadas y seductoras (Lipovetsky, 1983).

Retóricas del bienestar El bienestar como hiperbolismo o exageración en el discurso En medio de los géneros narrativos hay una serie de operaciones retóricas que movilizan la exageración, que se hacen visibles en la utilización de adverbios, hipérboles, paráfrasis o amplificaciones, acentuaciones, redundancias, generalizaciones y metáforas, con las que se afirma, adorna y aumenta la fuerza de las emociones, la alegría, la identificación mutua. Exageración no sólo en el sentido negativo de estratagema idealizadora de encubrimiento u ocultamiento de una verdadera realidad (como lo plantea la acusación de alienación ideológica), sino también en el sentido de afirmación vital de un campo de realidad posible, extraído de los pequeños detalles de la convivencia (de allí la palabra hiperbolismo). Por ejemplo: Vivir en familia es muy importante para todos, porque en la familia uno se siente bien. Porque son ellos lo más importante en la vida de uno y ahí se encuentran los seres queridos para uno, los que uno más quiere”; (...)“Pues siendo muy unidos, pues en familia en general(...) somos una familia muy linda, por decirlo así somos unidos, los hermanos somos muy unidos”; (...)“Uno ve como la unión, ve que(…) siempre están pendientes de uno, así no exista pues(…) o sea como la más mínima, el más mínimo detalle, siempre están allí, que se preocupan por que te vaya bien, entonces por eso es satisfactorio para uno, porque uno se siente bien, o sea se siente bien dentro del núcleo familiar (Entrevista en profundidad). Mediante la exageración emotiva se exaltan, hasta el sensacionalismo y la idealización, una serie de virtudes y fidelidades primordiales de la vida familiar y de sus miembros, tales como la bondad, la solidaridad, la protección y heroísmo de la madre, el sacrificio,

el liderazgo, la responsabilidad y tesón del padre, las potencialidades de desarrollo y el buen comportamiento de los hijos. Dichas virtudes son ensalzadas mediante una serie de exageraciones, metáforas, epítetos o calificativos en positivo, paráfrasis o amplificaciones, acentuaciones, redundancias y generalizaciones. Con lo anterior se trata de mostrar una feliz concordancia de la vida familiar de los sujetos entrevistados con una serie de imágenes sociales de realización y éxito social, una de cuyas máximas expresiones, al decir de varios padres entrevistados, es el “lograr dar a los hijos una educación universitaria” (como condición de base del crecimiento intelectual de los hijos y el ascenso social). Retóricas del metonimismo y la idealización de un deber ser de bienestar Por medio del metonimismo se resalta una situación particular positiva y se la muestra como general a todas las situaciones (con lo cual, además, se niegan o eufemizan conflictos o dificultades existentes). En los enunciados hay además una fuerte tendencia a idealizar un deber ser de los roles de madre, padre o hijo y en general las buenas relaciones familiares (Hoggart, 1957). Esto forma parte de la insistencia en los enunciados del querer vender la imagen de triunfo social y dominio sobre la realidad. En esto ocupa un papel importante el recurso al metonimismo como forma de desplazamiento (Freud, 1990), por el cual se resaltan detalles o aspectos parciales de los sujetos y de las relaciones, que terminan sustituyendo el todo (por ejemplo, resaltar la emoción de un pequeño suceso y pasar a engrandecerlo). Esquematismo estereotípico y polarización Otra operación retórica que organizan los enunciados sobre bienestar es el esquematismo estereotípico en la descripción abreviada de las virtudes de personajes y situaciones, con lo cual se simplifica su complejidad y se la descarga de ambivalencia, convirtiéndose a su vez en un mecanismo de defensa organizador de la experiencia (Freud, 1926). Igual operación esquemática es visible en la manera como los entrevistados readaptan, deforman,

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contaminan y vulgarizan complejos saberes académicos (tales como ciertas teorías sobre el desarrollo adecuado de la personalidad, la convivencia relacional armónica, la permisividad con los hijos). Relacionada con la exageración, también se puede señalar la polarización, por la cual se produce una oposición valorativa maniqueísta y catártica entre buenos y malos, pecado y virtud, virtuosos y degenerados; se exageran valores y costumbres regionales como el amor filial y el sentimentalismo (Frye, 1976; Martín Barbero, 1992). La ironía como táctica retórica En menor medida aparece la ironía, visible en las categorías que hemos denominado de excepción (en tanto rompen el predominio romántico y melodramático de las descripciones), en las cuales, por ejemplo, un joven señala de manera satírica que su principal experiencia de bienestar en las relaciones familiares se manifiesta cuando su padre se queda callado y no lo molesta; o cuando una joven señala que el bienestar con su madre se originó en el distanciamiento de ella (irse a vivir a la casa de su padre). Estos enunciados son, por tanto una puesta en escena de formas de narrar, que son peculiaridades del habla que permiten, a su vez, la legitimación no sólo de saberes culturales (que expresan formas de vivir), sino también formas de narrar y hacer oír su voz en un sentido auto-afirmativo, de expresar las sensibilidades, triunfos, pasiones y obsesiones de un grupo cultural. Otra forma sutil de ironía (que rompe con el melodramatismo) se expresa en los enunciados, cuando algunos jóvenes naturalizan las atenciones de sus padres como una obligación de estos y por esa misma razón no tienen el apremio de responder con reciprocidad a dichos favores. Se sabe que dicha responsabilidad no es tan natural cuando se compara con anteriores generaciones en las cuales era común que los hijos colaboraran como fuerza de trabajo y sufrieran una prematura y forzada adultez y autonomización económica y afectiva. Hoy día muchos hijos se colocan en una cómoda posición de receptores de atenciones sin la intención de una 78 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

pronta autonomía (Carlisky, Katz y Kijak, 1998; Margulis y Urresti, 1998).

Conclusión Las concepciones oficiales de salud (en este caso referidas al bienestar), más que imposiciones mecánicas o mágicas desde una dominación ideológica venida de afuera o exterior a los sujetos implicados, obtienen su validez, poder, permanencia y hegemonía en una cultura en tanto están penetradas, mezcladas y reapropiadas por y con emocionalidades de lo popular (Gramsci, 1970; Gramsci, 1984). Con lo anterior, más que celebrar una feliz reconciliación de lo popular y lo hegemónico, se trata aquí de mostrar los géneros y las tácticas retóricas mediante los cuales la dominación trabaja en lo popular (Hoggart, 1957) y consolida una hegemonía (Williams, 1977), a la par que reconoce que tambien mediante la estética la memoria popular podría sobrevivir y resistir activamente dicha dominación (Certeau, 1980; Martín Barbero, 1987). El sentido común (Gadamer, 1975), más allá de mostrar una simple habilidad discursiva, expresa una estética práctica cotidiana (por ejemplo, formas de entender y producir salud), mediante la fabricación activa de narrativas plagadas de géneros y tropos retóricos, con los cuales se filtra y reorganiza activamente la cultura dominada construyendo emocionalidades primarias, economías morales, psicologías populares y éticas prácticas y, de igual manera, naturalizando determinados estilos de vida. En suma, el sentido común, encarnado en los decires populares, legitima no solo una cultura local o regional, sino también una verdadera expresión cultural, en el amplio sentido de la palabra (Frye, 1976; Gramsci, 1984; Martín Barbero, 1987; Bruner, 1992; Williams, 1977). Con lo anterior se busca introducir un cambio en los acentos puestos por tradicionales estudios sobre salud y enfermedad, al mostrar que en el sentido común, en sus creencias, prácticas, gustos e ideales, en sus tropos discursivos, hechos de exageraciones, degradaciones y melodrama también hay


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conocimientos, dinámicas culturales, modos de existencia, no sólo en complicidad sino también y paradójicamente, en resistencia sutil a la dominación (Martín Barbero, 1987). Se trata entonces de reconocer el papel de los relatos populares en la historia social como portadores válidos de conocimientos sobre salud y bienestar, ya que como se decía anteriormente tienden a ser vistos en los estudios clásicos como propiedad exclusiva de los eruditos, especialistas, médicos o psicólogos (portadores de supuestos modelos únicos, o meta-relatos oficiales de salud y socialidad). Hay que resaltar una paradoja central: estas narrativas de bienestar no son meras imposiciones de la dominación, sino que se superponen a matrices culturales de lo popular que expresan legítimas aspiraciones y reivindicaciones (Hoggart, 1957; Frye, 1976); expresan auténticos modos de pensar y de vivir de la gente en nuestra cultura local y potenciales formas de resistencia, como tácticas creativas cotidianas (Certeau, 1980), por ejemplo, frente a la ética del trabajo, el sacrificio y la disciplina (Foucault, 1963; Foucault, 1975). Por lo anterior, los relatos populares necesitan ser reconocidos, y no sólo descalificados, estudiándolos críticamente a la luz de los procesos culturales históricos. Más que ser validados de manera ingenua (con el riesgo de caer en un populismo romántico o en el folklorismo), los conocimientos del sentido común deben ser objeto de estudio, reconociéndolos en su mestizaje y ambigüedad, como condición de base para su crítica, puesto que sobre ellos reposa no sólo la pervivencia y reproducción de los valores dominantes, sino su posibilidad de crítica y transformación (Williams, 1977; Martín Barbero, 1987). Es decir, reconocer que en lo hegemónico obran también fuerzas opuestas a la dominación, por ejemplo, la promoción de la diversión, la alegría, el gusto por el presente, el placer y lo banal, los cuales obran contra las éticas productivas y disciplinarias del trabajo, el esfuerzo, la seriedad y la institucionalidad (reducidos a sacrificio y obligatoriedad). Contra lo sacrificial, lo popular resiste y perdura como una pulsión primordial de sobrevivencia y de afirmación vital de la existencia, en tanto en

Teatro Jorge Isaacs (1931).

muchas expresiones de dicho sentido común se entremezcla lo que viene de la cultura dominante con antiguas matrices populares tales como la generosidad, el vivir en común, el gusto por la vida cotidiana, la capacidad de adaptación a las circunstancias, sus formas de gozar y valorar lo concreto, de solidarizarse, de unirse y comunicarse ante las dificultades, como se explicará a continuación. Hay aquí una consecuencia política de la estética al mostrar las producciones culturales como un campo de luchas y elecciones y no como un destino o una naturaleza. Esto linda con el terreno a un campo propio de la crítica social (Rosaldo, 1989; Derrida, 1996). En dichas expresiones se hacen visibles una serie de tácticas retóricas que son focos o pliegues sutiles (Derrida, 1996) de otras realidades posibles y también espacios de luchas y resistencias cotidianas (Certeau, 1980), que abren campos posibles a una contra-hegemonía constituida por saberes, prácticas y valores diferentes (Gramsci, 1984; Williams, 1977), constituyendo allí una micro-política. Esta otra lectura de la hegemonía, a su vez, permite el estudio de las particularidades locales como una culturalidad viva, en los sentidos y experiencias compartidos en las interacciones cotidianas familiares.

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Mas allá de un ingenuo, inconsciente y neutral proceso estético literario en la cultura y la historia (White; 1973; White, 2003), lo que devela un análisis del discurso, es una lucha entre varias versiones, por la imposición sutil de una sola versión de realidad. Entonces en la hegemonía se presentan, de manera sutil, también fuerzas heterogéneas de resistencia, montadas sobre una infraestructura de géneros discursivos y tácticas retóricas (Bajtin, 1982; Certeau, 1980). Esto supone una lectura distinta de la hegemonía no vista únicamente como una estructura totalizadora, sino como “un complejo proceso efectivo de experiencias, relaciones y actividades, continuamente renovado, recreado, defendido y modificado; y así mismo, continuamente resistido, limitado, alterado y desafiado por presiones que no le son propias” (Williams, 1977). Más allá de las lecturas apocalípticas (Baudrillard, 1970; Baudrillard, 1978; Lipovetsky, 1983, Lasch, 1995), hay también en el consumo y en lo hegemónico muchos puntos de encuentro con las resistencias. Es decir, la hegemonía no se reproduce de modo preestablecido y totalizador, sino que forma parte de un proceso formativo permanente, práctico y estético (y no solamente abstracto o conceptual), además potencialmente flotante o cambiante (pues no corresponde a fuerzas sustanciales o a formas fijas), hecho también de experiencias cotidianas e intercambios entre cuerpos, materialidades y subjetividades múltiples (y no entre identidades fijas). La dominación, tal como se la concibe tradicionalmente, parece reducirse a una coerción estructurada, totalizadora, directa, consciente y manifiesta (ejercida por fuerzas de control ideológico o físico. Con ello, la clase dominada aparece como si estuviera desposeída de cualquier expresión singular de iniciativa. Una reflexión diferente sobre la hegemonía cuestiona lo anterior, pues un proceso social mucho más amplio, sutil y complejo, en tanto tiene en cuenta la presencia de una multiplicidad de fuerzas sociales, políticas y culturales insospechadas, subterráneas y silenciosas, inscritas en las relaciones sociales cotidianas de la gente (por ejemplo, 80 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

en su vida privada familiar) y no en una mera superestructura abstracta, ajena a las interacciones cara a cara (Voloshinov, 1929; Williams, 1977).

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Panorama de las estéticas contemporáneas en la arquitectura local* Overview of contemporary aesthetic in local architecture

Armando Buchard de la Hoz Resumen América Latina ha vivido una constante mímesis con respecto a Europa en la producción de la arquitectura. Esto ha generado una gran confusión, producida por la proliferación de propuestas sustentadas a partir de la crisis de lo moderno y acaecida desde los años cincuenta en los países más industrializados, las cuales comienzan a reflejarse en nuestra localidad latinoamericana en los años ochenta. El presente artículo pretende estudiar las principales corrientes estéticas que influencian la arquitectura de Cali a partir de lo moderno y la inclusión de las historias locales durantes las últimas décadas del siglo XX, que nos permita establecer relaciones entre el contexto latinoamericano y el internacional. Palabras clave: tendencias estéticas, tendencias arquitectónicas, local, global.

Abstract Latin America has experienced a constant mimesis in relation to Europe regarding the production of architecture. This has gener-

ated a great confusion by reason of the proliferation of proposals supported by the crisis of the modern world occurring from the fifties in developed countries, which started to reflect in Latin America in the early eighties. This article aims to review the major aesthetic trends that influence the architecture of Cali in the modern world and to include local stories from the last decades of the twentieth century, which relate to both Latin American and international contexts. Key words: Aesthetic trends, architectural trends, local, global.

Introducción El contexto de la arquitectura local se ha caracterizado por su inestabilidad, producto de los continuos cambios en las estructuras de la sociedad durante la segunda mitad del siglo XX. Esto puede observarse en la transformación de la estructura económica de las Sociedades industriales hacia sociedades postindustriales de consumo; en la política, por la creciente desinstitucionalización del Estado y el posicionamiento de las multina-

• Fecha de recepción del artículo: 10 de diciembre de 2008 • Fecha de aceptación: 20 de abril de 2009. ARMANDO BUCHARD DE LA HOZ. Arquitecto. Especialista en educación. Profesor tiempo completo de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño. Grupo de Investigación Estéticas Urbanas y Socialidades, USB Cali - Colombia. Correo electrónico: arbuchar@usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 83-104 Ø 83

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación Valoración del contexto construido para el planteamiento de proyectos en lugares urbanos.


Armando Buchard de la Hoz

cionales; en la social, al pasar de una sociedad fundamentada en la explotación a una basada en la alienación; en la estructura cultural, a través de la consolidación de los relatos y las estéticas populares; y en la dimensión ambiental, a través de la concientización de la insostenibilidad del modelo de desarrollo imperante y el cambio por uno sustentable. La transformación de la estructura cultural es uno de los sucesos de mayor trascendencia para la arquitectura contemporánea local, pues la inclusión de las historias locales define el panorama ideológico de nuestra contemporaneidad. Estas historias hablan de las sociedades marginadas o de las que daban sus primeros pasos hacia la industrialización, por lo cual dependían de los dictámenes de las culturas eurocéntrica y norteamericana. La crítica al proyecto moderno ha generado dificultades para las sociedades culturalmente dependientes, entre ellas Latinoamérica, lo cual se refleja en la incapacidad para construir y reafirmar sus propias historias; ello configura uno de los retos más complejos: el equilibrio entre lo local y lo global. La arquitectura latinoamericana contemporánea como hecho cultural ha estado sometida a esta tensión; por ello, ha creado una historia propia que fluctúa entre los extremos de lo global y lo regional. Esta historia inició en Brasil en la década de los años cuarenta y continuó hasta los años ochenta en otros países latinoamericanos como un intento por responder en las diferentes regiones con una arquitectura propia. Sin embargo, a partir de los años noventa el panorama de la crítica entró en declive y también el de la calidad. Sumida en un pluralismo que enmascara el individualismo, la arquitectura latinoamericana parece regresar al extremo de lo global, desequilibrando la balanza entre tradición e innovación, mediación necesaria en la producción de una arquitectura de calidad y con sentido de lugar. Este artículo presenta una revisión de la arquitectura local como aporte a la construcción del marco teórico de la investigación, y, la valoración del contexto construido para el planteamiento de proyectos de intervención en lugares urbanos, enmarcado en el paradig84 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

ma contemporáneo global-regional, y por lo tanto en el nuevo concepto de lo local, definido como dicotomía entre la arquitectura contemporánea regional y la mundial. Este trabajo contribuye a la investigación desde la mirada de la estética como categoría de análisis, a través de la revisión de las principales tendencias que definen la creación y recepción de las formas de la arquitectura a nivel internacional, y el grado de influencia sobre la arquitectura local, especialmente en la producción de la arquitectura en la ciudad de Cali. El artículo parte de una síntesis de las principales propuestas estéticas contemporáneas, vistas desde la construcción de los nuevos sentidos de belleza y de las consecuentes teorías estéticas que alimentaron las tendencias arquitectónicas de la época. Se analiza luego la relación de estos desarrollos en el contexto latinoamericano, a través del análisis de las principales influencias y de las búsquedas por una arquitectura propia. Y se hace énfasis en la arquitectura de la ciudad de Cali, examinada a partir de la relación entre los paradigmas estéticos modernos y los posmodernos, desarrollados principalmente en las últimas décadas para lograr una visión panorámica sobre su estado actual.

Las estéticas contemporáneas como origen de las tendencias arquitectónicas internacionales Las transformaciones de las estructuras en las sociedades contemporáneas supusieron también el cambio de las miradas de la realidad y del gusto estético, lo cual a su vez incidió en las maneras de idear y producir la forma arquitectónica. Aunque ciertos autores sitúan nuestra contemporaneidad a partir de la consolidación de la Revolución Industrial, en las postrimerías del siglo XIX, para nuestro caso tomaremos el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, como la fecha determinante de esta época histórica. La explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y la consecuente destrucción de estas ciudades significan para el mundo contemporáneo lo que las inva-


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siones bárbaras para el Imperio Romano de Occidente: no sólo el fin de una época, sino la construcción de una nueva basada en la desesperanza (Adorno, 1992). Este suceso generó un cambio radical en la mirada del mundo y en especial creó en sectores de las sociedades tecnológicamente más desarrolladas, la necesidad de revisar y romper emocionalmente con el proyecto social moderno de principios del siglo XX. Los sentimientos de vulnerabilidad, fracaso, angustia y pérdida de fe en el futuro, originaron la aparición de movimientos que se enfrentaron a la mirada radical racionalista del proyecto de modernidad y su consecuente abstraccionismo, lo que generó en la contemporaneidad un interés especial por el lenguaje y la comunicación como paradigma de la nueva época. El lenguaje como conector estético principal de la nueva sociedad propuesta permite la reelaboración de la realidad, que desde la estética se constituye en la base de redefinición del gusto, a través de la construcción de códigos sustentados ahora en las historias locales. Las primeras propuestas fundadas en el lenguaje están enmarcadas aún en la abstracción, como el caso del expresionismo abstracto, primera vanguardia norteamericana en la cual, sin embargo, encontramos una gran preocupación por la comunicación a través de la propuesta psicoanalítica del

inconsciente colectivo, propuesto por Carl Jung, y la cual se manifiesta en la forma en que se construye la obra artística. En los años cincuenta la figuración se restablece y se consolida como modelo de representación, al crear la necesidad de la comunicabilidad de los signos, lo cual dio origen primero en la arquitectura a lo que se conoce como la propuesta posmoderna y que más tarde se constituirá en el paradigma de la posmodernidad. El lenguaje se convierte así en el lugar común de exploración de la realidad, como a su vez en la guía de producción creativa, el cual es asumido por las distintas disciplinas para regir sus intereses de estudio: el lenguaje en la filosofía, la psicología y el arte (Marchán Fiz, 1982). Con estas nuevas consideraciones se estructuran los paradigmas actuales que modelan las tendencias estéticas contemporáneas, que se sustentan en los acontecimientos que se consolidaron durante la segunda mitad del siglo XX, considerando como los principales: la validación de los pequeños relatos; el desarrollo de los medios masivos de comunicación y su incidencia en la representación de la realidad; la conformación de las conductas colectivas a través de los nuevos usos del lenguaje; la consolidación de la imagen como principal referente de comunicabilidad; las transformaciones de

Phillip Johnson, coautor del Seagram, New York.

Phillip Johnson, edificio ATT.

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las maneras de habitar y los usos del espacio público; los nuevos sentidos de belleza construidos en el cambio del gusto estético, de la cultura burguesa hacia la cultura popular; y la astucia para la supervivencia, eje de la vida diaria de la explosión demográfica. Estos sucesos nos permiten entender las principales transformaciones estéticas que sucedieron en la segunda mitad del siglo XX, como rechazo al proyecto moderno consolidado durante la primera mitad de este siglo. Estas transformaciones se pueden sintetizar principalmente en tres planteamientos que resumen el paso de las estéticas modernas a las posmodernas: – De una estética funcionalista de la modernidad, basada en la valoración del objeto, a una estética subjetivista de la posmodernidad cuya manera de operación es el lenguaje. – De una estética abstraccionista como recurso racional de la búsqueda de un ideal universal, a una estética figurativista que valora lo particular. – De una estética higienista como construcción homogénea y definitoria del orden, a una estética que valora el caos. En términos generales estos nuevos planteamientos estéticos modelan la visión de la realidad y la producción de la forma, y por lo tanto son el origen de las principales manifestaciones estéticas en la arquitectura contemporánea, las cuales podemos ver reflejadas en las diferentes décadas de la segunda mitad del siglo XX, a través de propuestas que sintetizan los paradigmas estéticos en cada una de ellas: los años cincuenta, con la aparición de grupos como el Beat en Norteamérica, el Pop Art y la Internacional de la Utopía en Inglaterra, los cuales serán el inicio de todo un movimiento occidental que asumirá la revisión y crítica del movimiento moderno y con ello el cuestionamiento de los únicos relatos válidos de aquel momento: la ciencia, el desarrollo tecnológico y la idea de progreso implícita en éstos. Los sesenta con la consolidación del Pop, el cual ha instalado su crítica o valoración sobre la sociedad de consumo. Los setenta como la consolidación de la Posmodernidad y la aflo86 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

ración de diversas propuestas, en las cuales el lenguaje será el motor creativo. Los ochenta a través de la alta tecnologización del mundo y su consecuente inclusión como principal referente estético. Por último, los noventa con el establecimiento de la cultura basada en la información, de donde se desprende la globalidad, el eclecticismo o hibridación y la virtualidad como ejes estructurantes de las estéticas.

Las estéticas y las tendencias de la arquitectura contemporánea Las principales tendencias de la arquitectura derivadas de las propuestas estéticas contemporáneas ocurren principalmente en las naciones posindustrializadas o que han pasado de la industrialización basada en la producción de bienes necesarios, a una producción basada en necesidades inventadas o de consumo. Estas tendencias se definen por un pluralismo estético, sustentadas en dos conceptos principalmente. Por un lado, la validación de todos los relatos antes marginados del gran relato de la historia arquitectónica; por otro, la producción de la imagen a través del lenguaje como elemento estructurante formal de la arquitectura. El pluralismo estético utiliza como recurso el uso fragmentado de los relatos, opuesto a la tendencia totalizadora y universalizante de la Modernidad, para lo cual el primero intenta responder desde la particularidad de los intereses del lugar, del sujeto y del momento, lo que posibilita una variedad de propuestas que se pueden clasificar de múltiples formas. Esta diversidad de miradas estéticas se manifiesta en maneras de entender la arquitectura y por lo tanto en su producción. De acuerdo con esto, observamos dos grupos principales que resumen posiciones con cierto grado de antagonismo sobre la conformación arquitectónica. Un primer grupo, denominado posmodernidad arquitectónica, en el cual se agrupan todas las propuestas antítesis de la Modernidad, ya sea porque cuestionan o transgreden las ideologías del movimiento moderno; y un segundo grupo, denominado modernidad arquitectónica


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contemporánea, el cual plantea la revisión del proyecto moderno, y lo asume ya sea continuando o reestructurando su ideología.

Las estéticas contemporáneas y la producción de la forma en Cali La pregunta por la Modernidad y la Posmodernidad en las regiones por fuera de la gran industrialización, como Latinoamérica y Asia, se plantea desde otros órdenes, ya que la experiencia de esta tensión histórica ha sido distinta a la de Europa y la de Norteamérica. A partir de los años cuarenta el proyecto de modernidad europeo se empieza a consolidar en América Latina a través de importar modelos estructurales y artísticos, los cuales dieron tranquilidad a los arquitectos y artistas latinoamericanos al utilizar las fórmulas establecidas en Europa como guía de sus procesos creativos. En Latinoamérica no existían las condiciones en las estructuras sociales para llevar a cabo un proyecto objetivo y sustentado en las transformaciones que originaba el proceso de industrialización, el cual en esta región ha mantenido la brecha entre la sociedad partícipe de este proceso y una sociedad aislada y sometida a las condiciones de monopolización de los recursos. De allí que lo moderno que se consolidó en América Latina sea más de orden estilístico que estructural.1

Arquitectura popular de corte racionalista en Cali.

La contemporaneidad arquitectónica en Cali puede observarse a la luz de dos aproximaciones al tema. Una primera, la incidencia de las estéticas de la Modernidad contemporáneas en la producción local; y la segunda, la influencia de las estéticas posmodernas mundiales sobre las locales. En Latinoamérica, al igual que en los países posindustrializados, los cambios del gusto estético estuvieron determinados por el paso de las sociedades modernas a posmodernas. La crítica que la cultura posmoderna realiza a las sociedades altamente industrializadas, y por consiguiente, a la racionalidad tecnocientífica, tiene un sentido distinto para la cultura latinoamericana, determinada por la incipiente industrialización. Los valores modernos y entre ellos la racionalidad no llegaron a permear toda la cultura, lo que permitió que América Latina conservara viejos valores que le son propios como sus relatos, mitos y lenguajes, típicos de las sociedades premodernas. Este hecho, que plantea una hibridación entre los valores de la cultura tradicional o premoderna latinoamericana y los nuevos valores impuestos por el proceso de industrialización así como la consecuente consolidación del capitalismo, crea una situación particular con respecto a la experiencia de las sociedades industrializadas. En las naciones latinoamericanas se presenta un mayor distanciamiento entre el gusto de la élite –gran minoría educada en los referentes europeos y norteamericanos– frente a una cultura popular que, como gran mayoría, mantuvo cierta lucha por sus intereses estéticos.

Arquitectura popular de corte historicista en Cali.

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1. Entendiendo lo estilístico asociado más a las emulaciones estéticas de los modelos europeos, desarticulándose de las circunstancias reales de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de la región.


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Posterior al auge del movimiento moderno en Latinoamérica, en las décadas del sesenta y setenta encontramos una contradicción entre los valores progresistas de la Modernidad y los ideales de la Posmodernidad. Los primeros constituyen la esperanza de una mejor vida tanto para la élite como para la gran masa; y los segundos se alimentan de los valores premodernos, en cierta manera reprimidos, los cuales terminan mezclándose con los ideales de la posmodernidad internacional. Se crea así una gran confusión que se manifiesta en la fluctuación entre unas estéticas que privilegian lo regional, y caen muchas veces en folclorismo, y un exocentrismo exacerbado que desconoce la tradición. Los procesos de continuidad de la tradición o de innovación en la arquitectura han estado mediados muchas veces por sucesos como las destrucciones o devastaciones urbanas. Lo que significó para Europa el proceso de reconstrucción como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial lo fue para Cali cuando se vio en la necesidad de reconstruir una vasta zona de la ciudad a causa de la explosión de un convoy militar el 7 de agosto de 1956. Este suceso planteó no sólo el imperativo de reconstruir una zona de la urbe, sino que fue la oportunidad de organizarla con respecto a otras. Cali era hasta el momento una ciudad que había iniciado un proceso de industrialización sustentado principalmente en el puerto de Buenaventura, que había sustituido en importancia al que era hasta entonces el principal de la nación: el puerto de Barranquilla. Debido a este suceso cierta élite de la sociedad caleña inició un proceso de modernización, reflejado en una actitud por transformar viejos valores formales e inclinarse por la vanguardia europea. Hasta la fecha se había producido una arquitectura que mostraba grandes referentes de la arquitectura moderna, especialmente durante los años cincuenta y sesenta, y en su gran mayoría respondía tanto a la estética vanguardista como a ciertas características del lugar, lo cual podemos apreciar al caracterizar las principales obras arquitectónicas. 88 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

En el desarrollo de la arquitectura en Cali durante las últimas cinco décadas observamos dos grandes momentos: uno referenciado a las corrientes de vanguardia de Europa y Norteamérica, y otro gran momento caracterizado por la instalación de una posmodernidad acrítica y espontánea.

Lo moderno tardío en Cali El resurgimiento en diferentes regiones del mundo del interés por las ideas del movimiento moderno se manifestó en el mantenimiento de los congresos internacionales de arquitectura moderna y en el intento de reajustar sus ideas y manifiestos, principalmente en grupos como el TEAM X en Inglaterra; en Norteamérica, con la exposición denominada “Cinco Arquitectos”, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, de 1969, el mismo lugar donde se había proclamado el estilo internacional en 1932 y que produjo toda la crítica sobre el mismo movimiento moderno. Esta muestra, basada en la obra de los arquitectos Eisenman, Hejduk, Graves, Gwathmey y Meier, pretendió reanudar la modernidad clásica de los años treinta, inspirándose en la Bauhaus y Le Corbusier y tomando como principal referencia la manipulación del espacio isotrópico y la tecnología. Hoy en día la tendencia de la Modernidad la encontramos principalmente como reflejo del progreso y su fe en el desarrollo tecnológico, que estéticamente se manifiesta

Iglesia Saint-Pierre en Firminy, Le Corbousier. 1960. Inaugurada en 2006.


Panorama de las estéticas contemporáneas en la arquitectura. pp. 83-104

Peter Eisenman, House II, Hardwick, Vermont, Tusche auf Zeichenfolie. 1969-71.

en la exploración de materiales, recurso usado desde la consolidación de la revolución industrial, a partir de la cual se revalora la producción de la forma del edificio por medio de la estetización de la estructura y en general de la tecnología del mismo. La innovación de los materiales, los cuales se muestran abiertamente, así como las grandes escalas causan un consecuente efecto de admiración y poderío en el público. Esto se evidencia en lo urbano en la consolidación de los nuevos espacios públicos, los cuales se

Interior representativo de la vivienda actual en Cali.

funcionalizan con el uso comercial y originan los grandes centros de comercio. En Cali el interés por lo urbano como objeto de estudio propio de la industrialización, aparece sólo en los años sesenta y se refleja en autores como Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Luis Ospina, de los cuales Caicedo sobresale por ser uno de los primeros escritores en Latinoamérica en abordar temas eminentemente urbanos y con referencia a la cinematografía. Por lo tanto la transformación de Cali se basó en los conceptos de la ciudad zonificada y de la ciudad funcionalizada. La consolidación de la industrialización de la ciudad y las necesidades surgidas por la destrucción como consecuencia de la explosión de esta zona importante de Cali, hicieron preciso reorganizar las zonas industriales. Fue el caso de la zona periférica de Puerto Isaacs, en Yumbo, consolidada desde 1955, así como la ubicación de zonas industriales internas en la ciudad, unas adheridas a la línea del ferrocarril, como la carrera 8, otras en distintos sitios como el barrio San Nicolás, la Carrera Primera y la Avenida Sexta. La funcionalidad con base en la zonificación será uno de los elementos más usados en la reorganización de las ciudades latinoamericanas. Las discusiones del décimo y último congreso de arquitectura moderna (CIAM) en 1956, donde se criticaron las formulaciones de la Carta de Atenas, del CIAM IV, y principalmente las formulaciones radicales de la funcionalización de la ciudad, propendían

Vista de un interior según Hamilton, Arte pop, (¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?, 1956.

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a una mirada que incluyera la identidad y los modelos socioculturales, conceptos que se desconocían aún en Cali, pero que comenzarían a permear lentamente la cultura arquitectónica y urbanística desde los años setenta. Las estéticas que se promueven en el mundo industrializado, que apelan por la revisión del proyecto moderno, ejemplificadas a través de propuestas como el TEAM X o la Internacional de la Utopía, modelan formalizaciones desde el arte y los medios masivos de comunicación (el caso del comic), y generan concepciones distintas de ciudad que se desconocen hasta la fecha en la ciudad latinoamericana, sobre todo en las provincias. Se consolidan más las estéticas de la funcionalidad, responden a la racionalidad como lógica de construcción del orden, por lo cual se destruyen cascos antiguos para la inclusión de grandes vías y torres de vidrio, lo que en la práctica va a producir un ideal contrario: el caos y la heterogeneidad. En las prácticas urbanísticas en la ciudad de Cali a través de las estéticas del zooning moderno, se ejemplifican dos planteamientos: la planeación y construcción de los primeros conjuntos de viviendas, como Vipasa, en el sector norte de la ciudad, proyectado para dos mil unidades y el plan de Karl Brunner para la ampliación de la Avenida Las Américas. Estos conjuntos van a transformar el tejido tradicional de la ciudad y responderán a la ideología social del proyecto moderno, que como se dijo anteriormente, se juzgaba en el último congreso de arquitectura moderna. Igualmente, se daban transformaciones más del orden de la tipología edificatoria que del

Vista de centro de Cali. 90 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

manzaneo, se pasaba de la unidad al edificio de gran altura en el mismo tipo de lote, lo que originaba dificultades en el manejo de la paramentación lateral, que unido a la falta de consolidación de normas para el manejo de las alturas produjo el problema de la proliferación de culatas. Caso especial es el centro histórico de la ciudad, donde encontraremos esta situación pero también los mejores ejemplos de arquitectura moderna. Con respecto a la Avenida Las Américas, la intervención se plantea con referencias morfológicas al Neoclasicismo, herencia del barón de Hausmann y del movimiento moderno, basándose en la unión de dos sectores de la ciudad en línea recta y con una normativa especial que se manifiesta en la proyección de la arquitectura a través del porticado de las fachadas y el diseño de los antejardines. El proyecto moderno significó para Latinoamérica, India y los países de la Europa oriental lo que las exposiciones universales para los primeros países industrializados de la Europa occidental, un modelo que mostraba los avances y el poderío de la industrialización, al igual que introducía la ideología del progreso como estandarte del desarrollo social. A partir de los años veinte encontramos las primeras muestras de arquitectura moderna en Latinoamérica, específicamente en Brasil, por ser la nación que mayores condiciones tenía para su establecimiento, lo que en el resto de Latinoamérica demorará en aparecer hasta los años cuarenta. Una circunstancia importante para la arquitectura local es la visita que Le Corbusier hace a Brasil, así como su proyecto para la casa Errázury (sin construir) en Chile en los años treinta, lo cual transformó su propia obra e influyó sobre los arquitectos latinoamericanos. Es así como la mejor producción de arquitectura moderna se desarrollará en las décadas del cincuenta y sesenta, siguiendo la fórmula especialmente lecorbuseriana, aunque con ajustes regionales como el hecho de tener en cuenta las variables de clima y lugar. Este paso de la figuración a la abstracción, sustentado en la organización de la forma geométrica, que tiene como punto de referencia inicial en Cali, la consolidación de la industrialización


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y constructivo como por lo anteriormente dicho, por responder a un clima propio. El Club Campestre, de 1954; el Banco Industrial Colombiano, de 1957; el Banco Cafetero, de 1960-62, así como un gran número de casas, entre ellas la casa Cárdenas,

Fábrica Squibb, Cali, Arango y Murtra, 1954.

de la ciudad durante las décadas del cuarenta y cincuenta. En los cuarenta encontramos una arquitectura principalmente de transición, sincrónica con los fenómenos de industrialización, que presenta composiciones con clara referencia lecorbuseriana, pero aún con atisbos del Clasicismo. En los años cincuenta, por su parte, se desarrolla una arquitectura de excelente calidad, que conforma un cuerpo arquitectónico más correspondiente con la ciudad y su especial clima cálido. En estos años podemos observar una arquitectura propiamente moderna en el sentido de los conceptos y formalizaciones de la propuesta de modernidad y que se manifiesta en dos tendencias importantes. Una primera tendencia recoge las influencias principalmente del arquitecto franco-suizo Le Corbusier, y retoma el purismo característico a través del manejo de articulaciones volumétricas y espaciales con formas puras, la utilización de materiales innovadores como el hormigón y el vidrio, y la producción de texturas lisas y colores neutros. El principal ejemplo de este tipo de arquitectura lo encontramos en el edificio fábrica Squibb, de los arquitectos Arango y Murtra, que data de 1953-54. La segunda tendencia, también de influencia lecorbuseriana, propende por una arquitectura que se atempera más a las condiciones del lugar, especialmente con el clima; introduce los voladizos, las grandes aberturas de vanos y calados que dan cierta identidad al edificio y lo distinguen de la principal referencia nacional hasta el momento: la arquitectura bogotana. La obra de los arquitectos Borrero, Zamorano y Giovanelli se constituye en una de las mejores muestras de arquitectura de excelente calidad tanto por su rigor compositivo

Banco Cafetero, Borrero Zamorano y Giovanelli, 1962.

Ministerio de Salud y Educación, Río de Janeiro. Costa, Niemeyer y Le Corbusier 1936-46.

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de 1953-54, constituyen las principales de un sinnúmero de obras de gran calidad. Esta influencia lecorbusieriana, en especial en la consideración de elementos regionales como el clima, responde a las transformaciones que Le Corbusier introduce en sus obras a partir de las visitas a Latinoamérica, específicamente a Argentina y Uruguay en 1929 y a Brasil, en 1931 y 1937. De estos viajes resulta importante señalar la invitación que el arquitecto Le Corbusier recibe de su colega brasilero Lucio Costa y su equipo de colaboradores para diseñar el Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro, construido entre los años 1936 a 1946. En él introdujo elementos importantes como la conformación compositiva del edificio a través de una plataforma horizontal y una torre, y el uso de parasoles para el trabajo del clima; elementos que serán retomados especialmente por arquitectos como el grupo Borrero, Zamorano y Giovanelli, y la arquitectura de clara referencia brasileña expresada por los arquitectos Manuel De Vengoechea y José de Recassens en la iglesia Santuario de Fátima, de 1956, la cual tiene claras referencias al complejo de San Francisco de Asís en Pampulha, Belo Horizonte, diseñado por Óscar Niemeyer en 1943. En las décadas de los sesenta y los setenta mientras en Europa y Norteamérica se consolidaban los distintos planteamientos derivados de la crítica al proyecto moderno especialmente a través de la propuesta posmoderna y sus bifurcaciones ideológicas, en Latinoamérica, específicamente en Cali, se afianzaban las propuestas del movimiento moderno, dentro del cual encontramos variaciones importantes introducidas princi-

palmente por la incipiente permeabilidad de conceptos producidos tanto por la crítica a lo moderno como por el propio movimiento posmoderno. De esta manera, la revisión al movimiento moderno ya comenzaba a hacer eco en algunos países latinoamericanos. Singularmente, jóvenes arquitectos que estaban enterados de la crítica a la gran historia eurocéntrica y a la validación de las historias menores ayudaron a introducir una nueva visión de la realidad, y sobre todo nuevas formas de producción de la obra arquitectónica al tener en cuenta elementos tradicionales, especialmente de la arquitectura vernácula. Si observamos la arquitectura más importante de esta década, encontramos las obras producidas por Eladio Dieste en Uruguay y Rogelio Salmona en Colombia, adentradas más en la llamada arquitectura orgánica, en contraste con las obras de Carlos Raúl Villanueva –en Venezuela–, Eduardo Sacriste –en Argentina–, Emilio Duhart –en Chile– y Óscar Niemeyer –en Brasil– de clara tendencia racionalista. En las primeras, aunque con claras referencias a la estética de la Modernidad –como el uso de ciertas técnicas que se extraen de la arquitectura moderna, el uso de un material tradicional como el ladrillo o la cerámica– o las tipologías usadas en la región –caso de la tipología de claustro en Colombia– son elementos que muestran más sincronía con la tendencia organicista o la Posmodernidad racionalista que con la Posmodernidad historicista norteamericana o el racionalismo moderno.

San Francisco de Asís en Pampulha. Óscar Niemeyer, Santuario de Fátima, Cali. M. De Vengoechea, J. Recassens. 1943. 92 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia


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Edificio Venezolano, Cali. Carlos R. Villanueva, 1957, Cali.

Los valores que hallamos en los edificios de Rogelio Salmona y Eladio Dieste, con influencias marcadas por la arquitectura orgánica de Alvar Aalto, se diferencian de las obras de autores como Villanueva y Sacriste, donde las influencias de la modernidad arquitectónica y las vanguardias artísticas son evidentes hasta los años setenta. Cabe anotar también la importancia que para la producción arquitectónica tienen las primeras bienales colombianas de arquitectura (1960), así como las bienales latinoamericanas, por cuanto aportan la mirada de una crítica más organizada y con intenciones

Edificio Azafrán, Cali. R. Tascón. Los relatos del trópico y la seguridad.

Unidad de habitación de Mar­ sella, Le Corbusier, 1951.

muy definidas, en las que se privilegian el gusto por ciertos elementos locales. El que las torres del parque sean declaradas como la obra arquitectónica más importante de la década de los sesenta en Latinoamérica confirma el cambio operado en la producción de la arquitectura latina, y por lo tanto en el gusto estético; de un exocentrismo a una mirada más endocéntrica y por consiguiente, más apropiadas al lugar. En Cali el predominio de la estética racionalista en los años cincuenta presenta variaciones en la década del sesenta, que tienen que ver con la permeabilidad antes mencionada, como la inclusión de arquitecturas que aunque inscritas en la ideología moderna proponen una mirada más cercana al organicismo, principalmente de los arquitectos Frank Lloyd Wrigth y Alvar Aalto. Este hecho se observa en la producción de una arquitectura que amplía el concepto de lugar, considera el clima y acoge elementos particulares como la topografía y los materiales de la región. Son los casos de los arquitectos Lago y Sáenz y sus producciones de arquitectura horizontal que responden a topologías particulares. Ejemplo de ello es la casa Feldsberg, de 1962; también puede incluirse la obra del arquitecto Eladio Muñoz, quien parece adelantarse a las propuestas posmodernas con la iglesia de San Fernando –de 1964–, donde integra elementos estilísticos clásicos y modernos y además utiliza en la fachada piedra de cantera que le otorga al edificio una estética particular con clara valoración de lo propio, y por lo tanto del sentido de lugar.

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Iglesia San Fernando Rey, Cali. Eladio Muñoz, 1964.

En cuanto al urbanismo en la década del setenta se consolida la ideología moderna de los primeros CIAM, basándose en la idea de ciudad funcional, el estudio de la vivienda mínima y las divisiones racionales del suelo. En Cali, como en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, se manifiesta en la conformación de conjuntos cerrados, los cuales además de transformar el tejido tradicional crean nuevas formas de relaciones en el sujeto al plantear un contraste entre las dinámicas que se dan en el conjunto y la ciudad. Estas nuevas formas de interactuación plantean una estética que se traduce en los comportamientos de las personas, que se manifiestan en el privilegio de valores nuevos como la seguridad, la exclusión y la confor-

Conjunto Multifamiliar Jardín del Viento, Cali. 2004. 94 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

mación de micro-mundos. Se transforma también la experiencia del espacio público, cuando los habitantes pierden interés en las plazas y los espacios libres, y debido a esto se configuran nuevos espacios cerrados, como los centros comerciales. Estéticamente la ciudad se transforma; por lo tanto, con la novedad de los largos muros o fronteras de los conjuntos se introducen problemáticas nuevas, como la inseguridad de estos lugares por la falta de fachadas y la conformación de un paisaje urbano anodino.

Una posmodernidad confusa La posmodernidad arquitectónica se sustenta en la gran crítica que se realiza al monopolio cultural de las naciones más desarrolladas sobre el resto del mundo, especialmente África, algunos países de Asia y Latinoamérica, monopolio basado en una fe desmedida en la racionalidad, el progreso de la técnica y la ciencia, aspectos concebidos como los preceptos universales con que debía medirse el desarrollo de las culturas. Las tradiciones y las prácticas de las culturas menores habían sido subvaloradas por no responder a los requerimientos de serialización, estandarización y taylorismo que proponía la modernidad occidental. Sin

Edificio posmoderno historicista en Cali.


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embargo, el sinsentido en el que se halló el hombre durante todo el proceso de industrialización mostraba la ineficacia del desarrollo científico para crearle felicidad. El arte y a su vez la arquitectura, que a través de la cultura artística imperante servía a las ideologías modernas, fueron también cuestionados principalmente por las maneras de concebir la forma desde su ordenamiento racional y los lenguajes abstractos, que buscaron universalizar sus propuestas. Esta primera revisión de lo moderno, ocurrida a partir de los años cincuenta, producirá los dos primeros movimientos de las nuevas propuestas estéticas. El primero, la Internacional de la Utopía, basado en una serie de visiones irónicas sobre la realidad arquitectónica, revalora el dibujo utópico de la historia (Piranessi, Sant´Elia) y utiliza la ficción como hipérbole de lo que el movimiento moderno no pudo realizar con la tecnología (Tafuri, 1980). Esta propuesta dio origen al grupo Archigram, con Peter Cook como principal representante, a través de su serie de cómics para ilustrar las utopías. Ciudades móviles, cápsulas individuales mínimas y edificios andantes son algunos de los inventos con que este grupo ironiza la idealización moderna. El segundo movimiento, el Arte Pop, nacido en Inglaterra, plantea una nueva estética nutrida por el gusto de la cotidianidad y de lo popular. En ello reivindica el valor artístico de los objetos de consumo como sustrato de una nueva sociedad basada en la publicidad, y por lo tanto en la comunicabilidad sin esfuerzo. Vale la pena resaltar que ambos movimientos, tanto La Internacional de la Utopía como el Arte Pop, tienen como referencia las propuestas del movimiento vanguardista Dadá, el cual junto a la vanguardia del Expresionismo alemán de principios de siglo XX se constituyen en los primeros cuestionamientos del mundo moderno desde el arte; circunstancia que se consolidará en los años sesenta y setenta con la propuesta posmoderna arquitectónica, desde la cual se trasladará al resto de las disciplinas para conformar lo que se conoce como la cultura posmoderna. Los textos de Charles Jencks y Robert Venturi contribuyen a la consolidación de esta nueva cultura con la revalorización de lo popular.

Las Vegas: Ciudad de fragmentos históricos.

Learning from Las Vegas, de Venturi, Scott e Izenour, se constituye en la apología de la ciudad de neón y la institución del mal gusto como estética válida, lo cual se fundamenta en la recuperación de la relación perdida entre la arquitectura y el público (Venturi, 1978). Estos planteamientos se consolidan en la década de los setenta, y continúa en un proceso inacabado hasta nuestros días. En Latinoamérica, desde las décadas del veinte y treinta, se inicia en varios países la búsqueda de una identidad con la producción de un arte nacionalista, que en muchos casos estuvo centrado en el indigenismo o en la configuración de estéticas basadas en elementos de la tradición popular. Sin embargo, estas búsquedas partían desde un solo ángulo, por lo cual no constituyó un verdadero movimiento que impulsara a equilibrar la relación entre lo de afuera y lo propio. En Colombia encontramos los casos particulares de Pedro Nel Gómez y Luis Alberto Acuña, quienes construyen imágenes alimentadas con la tradición iconográfica andina, y aunque son propuestas interesantes, éstas no logran instaurarse en la cultura general. En Colombia en la década de los años cuarenta, tanto la arquitectura como el arte moderno se nutren de la abstracción y asumen por vez primera una mezcla de los parámetros de la Modernidad (lenguaje abstracto, geometrización) y elementos propios. Destacan en el arte colombiano los casos especiales de Alejandro Obregón y Guillermo Wiedemann, con lo cual sigue primando el gusto de la élite intelectual. En los sesenta encontramos también las primeras

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Colegio Emilio Cifuentes, F. Martínez.

2. La Modernidad Ilustrada, según Cox, corresponde a las respuestas que se da a las transformaciones que introduce la industrialización desde la racionalidad europea, alejada de las condiciones sociales de la gran población.

bienales de arte y de arquitectura, con las cuales el papel de la crítica toma un relieve importante, y se convierte en directriz y guía para los artistas y arquitectos. A partir de esto se inicia la inclusión de elementos propios, como la preocupación por materiales y formas tradicionales. La pintura La Violencia –de Alejandro Obregón– y el edificio del Colegio Emilio Cifuentes, en Facatativá, Cundinamarca –de Fernando Martínez Sanábria– se convierten en las primeras obras de esta tendencia en ser premiadas, así como en referentes clave para entender las estéticas que se privilegian en el país, pues ambas están cargadas de elementos propios de la cultura regional y nacional. En la primera, Obregón se instala en su medio local y construye símbolos propios que integran lo pictórico con el paisaje. Martínez, por su parte, introduce el uso del ladrillo en la casa para el arquitecto y luego en el Edificio Cifuentes; con esto muestra el cambio de una arquitectura nutrida con el racionalismo para inclinarse por una arquitectura orgánica y de influencia wrightiana y aaltiana. El crecimiento de las ciudades y el consiguiente despoblamiento del campo, originado por el mismo tipo de migraciones ocurridas en Europa durante el proceso de industrialización, produjo en las ciudades colombianas, entre ellas Cali, una gran confusión ideológica, estética y vivencial. A partir de los años sesenta las oleadas tanto de campesinos que buscaban nuevas oportunidades, como de desplazados por la violencia colombiana, especialmente de Nariño, Cauca y el Pacífico, conformaron 96 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

La Violencia, de Alejandro Obregón.

la nueva población de la ciudad, asentada en tierras de la periferia e inapropiadas para la construcción. Estos grupos trajeron consigo costumbres y mitos que la precaria o nula educación, contribuyó a mantener vivos en ellos, y se permearon en la cultura urbana en general. Así, la revaloración de las culturas menores que propone la posmodernidad norteamericana y europea coincide de manera sincrónica con los intereses de la gran población latinoamericana; de esta manera, cohabitan una posmodernidad de tipo popular y espontáneo con una de corte intelectual y estético. Sin embargo, en la gran producción arquitectónica latinoamericana hasta los años ochenta prevalece el funcionalismo moderno como mayor influencia en la gran mayoría de obras arquitectónicas, en contraste con las estéticas que se reflejan en la arquitectura popular, alimentadas por un barroquismo natural y el arraigo hacia los símbolos de la arquitectura clásica, en especial, los retomados de la arquitectura de la república y del eclecticismo. El cornisamiento de la arquitectura y el plegamiento a valores clasicistas es un hecho común en la gran parte de la arquitectura popular, a diferencia del uso de técnicas y materiales modernos. Si bien la Modernidad que muere, según Cristian Fernández Cox, la modernidad ilustrada,2 en Latinoamérica no se pudo abandonar nunca los metarrelatos (el mito, los lenguajes regionales), lo cual puede explicarse, por un lado, al no configurar una sociedad moderna legítima como respuesta a una industrialización incipiente, y por lo tanto también incipiente la consolidación


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The Guild House. Venturi, 1961.

de los valores modernos. Por otro lado, la cultura posmoderna tampoco ha permeado a la gran masa, sino que se ha quedado sólo en las propuestas del experto. Esta situación, que Marina Waissman explica como la consecuencia en nuestra historia latinoamericana de una situación particular de sincronismo en donde conviven la experiencia premoderna, la moderna y la posmoderna, produce un estado de confusión no sólo en la constitución de las estructuras de la sociedad, sino en la configuración de las estéticas que definen nuestras maneras de actuar y de producir la forma. En la década del setenta se consolida a nivel internacional la propuesta crítica contra la Modernidad. La eclosión de la Posmoder-

Edificio O’Byrne, J. Cárdenas M., 1982.

Edificio Oficinas del arquitecto Raúl Ortiz, Cali.

nidad, en especial la de corte racionalista, significó la seguridad para algunos autores de producir a partir de las historias locales y la cultura urbana popular. Este hecho enriqueció la reflexión y la calidad de obras verdaderamente auténticas, aunque en número reducido de arquitectos latinoamericanos, y también convalidó la producción de una arquitectura comercial, en especial la basada en clisé posmodernos historicistas de origen norteamericano. La individualidad propia de la cultura posmoderna se consolida a partir de los ochenta, lo cual legitima la variedad de tendencias y permite superar la corriente historicista y enfrentar una serie de propuestas de influencia diversa, incluso de la misma modernidad. Ello presenta cierta diferencia con el contexto local, donde la referencia continúa siendo la Posmodernidad: una de origen norteamericano, de mayor influencia, y la otra de tendencia europea, especialmente italiana, y de corte racionalista. La línea de corte racionalista se fundamenta en quienes encuentran en la obra de Fernando Martínez y Rogelio Salmona una guía sensata e interesante para plantear una arquitectura pensada en relación con el lugar y que trae fuertes referencias de la arquitectura de ladrillo de Frank Lloyd Wrigth y Alvar Aalto. Esto se manifiesta en el uso de tipologías tradicionales y de materiales de la región, que recrea la moda del ladrillo que se impuso en el país como material y del patio como

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tipología. Esto se refuerza con dos premios de la década en bienales latinoamericanas, que impulsan estos elementos arquitectónicos: Las Torres del Parque, en Bogotá, y la Casa de Huéspedes Ilustres, en Cartagena. En Cali las primeras referencias de obras interesantes y realizadas completamente en ladrillo corresponden al arquitecto Jaime Cárdenas Matallana. El edificio O´Byrne, de 1982, y el bifamiliar en el barrio Normandía son muestras de las primeras exploraciones del material unido a una exploración espacial y volumétrica. Dos referencias importantes que recogen también esta influencia, tanto del material como la tipología de patio como elemento ordenador, son los edificios Centro Cultural de Cali, sede de la antigua FES y premio nacional de arquitectura en la bienal de 1988, y el edificio de la universidad ICESI, de Raúl H. Ortiz, en el cual el ladrillo se convierte en pieza de detalle de una arquitectura con clara influencia mudéjar. Por otro lado, la línea de corte historicista y emparentada con los gustos populares origina principalmente una arquitectura comercial que prolifera y se basa en la exploración superficial de elementos apliques (Venturi, 84), planteados como recurso literal, lo

que impone un historicismo superfluo que retoma elementos importados de las arquitecturas eclécticas internacionales. En los ochenta la preocupación por la historia propicia también el interés por el patrimonio, enmarcado en la influencia posmoderna, con la intención más de trabajar sobre el monumento y recuperar todo lo que la malentendida modernidad había devorado de las ciudades. Esta corriente que se desarrolló en toda Latinoamérica, se inició en Cali en 1976 con la restauración del antiguo claustro de La Merced y posteriormente en el plan de los 450 años de Cali, en 1984. Pero no perduró, sino que por el contrario se mantuvo el desinterés por lo antiguo como constante de intervención en la ciudad histórica. Un ejemplo reciente de ello es la demolición de las manzanas de las Calles Sexta a Octava, en el centro de la ciudad, a finales de los ochenta para la ampliación de un complejo cultural y de salud. En el nuevo interés por rescatar las culturas menores algunos arquitectos europeos encuentran a estas regiones ideales para sus propuestas de corte social, a través de experimentar con las masas más necesitadas de vivienda. El situacionismo se instaló en regiones del Perú y en el mismo México elaborando sistemas de construcción participativa y produciendo una arquitectura

Torre Mudéjar, Cali, 1772.

Torre Universidad Icesi, Cali.

98 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia


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expansiva y preocupada más en la resolución de las necesidades y en la exploración de los métodos constructivos que en los resultados formales. Todo ello generó una estética basada en los gestos sociales y entregó a los propios usuarios la responsabilidad sobre su gusto estético, el cual se manifiesta en el proceso constructivo individual de su vivienda. Los principales ejemplos de este tipo de proyectos son el Programa de Renovación Habitacional Popular, en México, tras el terremoto de 1985, y el grupo PREVI, en Lima, en los años de 1966 a 1968. En Cali la Fundación Carvajal encabeza las organizaciones de este tipo, que orientó desde el año 1983 gran parte de sus aportes a los sistemas de autoconstrucción como herramienta para resolver los problemas habitacionales que la ciudad presentaba, principalmente por las altas migraciones que recibía del campo, especialmente las asentadas en el distrito de Aguablanca. Un fenómeno particular en el caso colombiano es la acentuación de la cultura del narcotráfico, cuyo apogeo a finales de los ochenta y comienzoas de los noventa, sirve para mostrar la eclosión reprimida del gusto popular, llevado a su máxima expresión al poseer medios para manifestarse y concretarse. La arquitectura narco, no es más que la muestra de lo que serían muchas de nuestras ciudades si la mayoría de la población tuviera las posibilidades de ejecutar su gusto estético. Al finalizar los ochenta la ciudad de Cali se encontraba sumida ya en las problemáticas

Casa en el barrio El Ingenio, de Cali

que la cultura del narcotráfico representó. La economía, la política y la sociedad en gran parte estaban tocadas por los tentáculos de tal fenómeno, el cual permanecía indiferente pese al pleno conocimiento de la situación. Estos hechos se evidenciaron en las dinámicas sociales, que se expresan en unas estéticas basadas en la opulencia y la extravagancia como consecuencia de la economía inflada por el lavado de activos. Para principios de los noventa los artistas, especialmente pintores y escultores, vivieron la sobrevaloración de sus trabajos, cobrando sumas exorbitantes, que luego de la caída de esta economía ficticia jamás pudieron volver a cobrar. También se buscaban arquitectos, que por exigencia debían dar respuesta al gusto de los narcos o que simplemente se acomodaban al gusto impuesto. Así, la ciudad completó zonas enteras de esta estética, que parecía responder formalmente al historicismo del movimiento posmoderno, y se produjo una arquitectura completamente kitsch, con lo cual la ciudad se llenó de colorido, brillantez y retórica decorativa en las fachadas, las vitrinas y los artículos en general; se generó inclusive, un comportamiento que rayaba en la chabacanería y la presunción. Esta circunstancia alcanza su cima en 1994, cuando comienza a decrecer la economía de la región a causa del cerco y captura de los cabecillas de estos grupos. Los años noventa están enmarcados por la falta de una guía en muchos sentidos. Las directrices determinadas por movimientos anteriores y que poseían una clara ideología, resultado de las reflexiones de seminarios y eventos donde se pensaba la arquitectura –caso de los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana), que durante la década de los ochenta se realizaron en diferentes punto del continente suramericano–, es ejercido ahora por las referencias estetizadas de las imágenes de revistas en la Internet, que recrean elementos arquitectónicos de moda. La panestetización de la arquitectura denota el uso de elementos repetitivos que se importan de los medios mencionados arriba sin el debido tamiz intelectual que

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permita una apropiación adecuada a nuestras circunstancias. La persiana española, el mal entendido minimalismo, el uso exclusivo del blanco y en especial la mezcla y utilización de materiales de corte efímero como el panel yeso y el superboard determinan obras anodinas, las cuales terminan replicando el proceso de mímesis experimentado durante toda la historia arquitectónica local y constituyen lo que podría denominarse un nuevo estilo. Esta panestetización también se demuestra en la utilización de elementos de lenguajes similares en edificios de usos distintos, con los que se crea una estilización de la misma y configura arquitecturas con falta de carácter lingüístico. A partir de la década del noventa la arquitectura ha estado marcada por condiciones

Edificio en sector comercial de Cali.

Casa de la Marina, Barcelona. J. Coderch, 1951. Uso anticipado de la persiana. 100 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

económicas, como la desaceleración de la construcción a partir de 1994 y su reactivación en el 2004; por condiciones políticas, como la desinstitucionalización de la ciudad y la falta de planeación en el manejo de los recursos para la gran inversión; y por condiciones culturales, como la globalización e internacionalización. Todo esto unido a la pérdida de confianza y autoestima, ha generado que Cali haya sufrido una de sus más grandes crisis, en lo económico y lo político, a diferencia de lo ocurrido a finales de los años sesenta, cuando pese a los grandes errores cometidos, la desaceleración de la economía se enfrentó con propuestas concretas, como la solicitud de que la ciudad fuese la sede de los Juegos Panamericanos como mecanismo para la gran inversión. En la crisis de los noventa la ciudad creó alternativas de endeudamiento público con proyectos que poco o nada han repercutido en el desarrollo de la urbe. Ello se refleja, como ya se ha mencionado, en la carencia de proyectos arquitectónicos de gran impacto. En este período, aunque no existe una tendencia que enmarque la producción de la arquitectura representativa de la ciudad, pues las influencias provienen de distintos medios y tendencias internacionales, podemos reconocer las más importantes. En primer orden, encontramos las obras inscritas en las estéticas modernistas del organicismo, consolidadas en Cali en los ochenta, que se manifiestan principalmente en el trabajo en ladrillo y la representan arquitectos como Jaime Cárdenas M. y Raúl H. Ortiz. Fue reforzada por la obtención del premio nacional de arquitectura con el edificio del Centro Cultural de Cali (antigua FES). Esto se mantiene sólo hasta los primeros años de los noventa con obras de calidad por parte de estos arquitectos. Edificios como el Alcarraza –de Raúl H. Ortiz, de 1990–, el Cantil –de Jaime Cárdenas M.–, la clínica Fundación Valle del Lili –de Saa y Angulo–, la financiera Bermúdez y Valenzuela –de Rodrigo Uribe, de 1994– y el conjunto Bosques de Juanambú –de Jaime Sáenz, Manuel Lago y Paola Lago– mantienen la relación con esta tendencia de la arquitectura moderna, aunque con interpretaciones particulares,


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Portificado clasicista, barrio Gallaratese, Aldo Rossi.

Centro Cultural de Cali, Salmona Ortiz y Mejía. Premio Nacional de Arquitectura.

como el caso del arquitecto Rodrigo Uribe y su exploración formal a partir de elementos tradicionales tales como las bóvedas de aristas, las cuales configuran en estos edificios una imagen de influencia revivals. A partir del año 1996 se inicia un declive en la calidad de la arquitectura en ladrillo. Esto se manifiesta en la falta de edificios que capturen el interés y en la nula representación en las bienales de arquitectura. Sin embargo, la alta producción de arquitectura en este material se mantiene en la ciudad, representada en firmas de arquitectos y empresas constructoras interesadas en una arquitectura comercial, consolidando así un estilo de edificios homogéneos en cuanto a los elementos estructurales y compositivos. El ladrillo, que como tradición moderna había iniciado en el país el arquitecto Fernando Martínez, es un material noble, que por sus características permite una plástica formal particular así como un rico manejo del detalle, elementos que dejan de utilizarse en esta arquitectura de corte comercial. En segundo orden, encontramos las propuestas arquitectónicas que se influencian de

la estética de la Modernidad, específicamente de la tendencia racionalista, las cuales retoman distintos aspectos según los intereses de cada autor. En un grupo encontramos las obras que se inclinan por utilizar elementos tradicionales de la arquitectura moderna, como formas puras, materiales modernos, muros repellados o revestidos en fachaletas y elementos prefabricados en concreto, aunque muchos de estos elementos se usan con un sentido más formal que funcional. Muestran una inclinación hacia la exploración de materiales, y por lo tanto, un interés desde la pura visualidad de éstos. Este tipo de obra es la que ha tenido mayor apogeo en la nueva arquitectura, y la participación más alta entre las obras seleccionadas en las bienales, en especial al final de la década del noventa, lo cual se ha mantenido hasta este momento. En este grupo encontramos como ejemplos: Litografía Autónoma Lavalle, de Norberth Aristizabal y Mauricio Otero, de 1996; la sede del Cuerpo de Guardas de Tránsito, de Felipe Cadavid, de 2002; así como los edificios Osaki y PK2, del 2004, del mismo autor. En tercer orden, encontramos las obras que tienen igualmente influencia tanto de la Modernidad racionalista como de la Posmodernidad regionalista. La primera influencia se manifiesta, principalmente, en la actitud vanguardista de esta tendencia, la cual se basa en el uso de nuevos materiales; la segunda retoma el regionalismo a través del reconocimiento de elementos tradicionales

Casa La Queja, Benjamín Barney, Cali.

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Armando Buchard de la Hoz

Centro G. Pompidou. Piano y Rogers, 1977.

en la organización de los edificios. Ejemplos de ello son las exploraciones que del bloque de cemento realizan los arquitectos Jaime Beltrán y Benjamín Barney y las exploraciones con el metal por parte del arquitecto Marco Rincón, con lo cual se plantea una imagen nueva en el edificio a través de una racionalización de la forma basada en la modulación, unido a la influencia regionalista, efectuada a partir del uso de tipologías tradicionales. Se logran obras ordenadas en su espacialidad y composición, y a la vez de gran riqueza significacional. En un cuarto orden encontramos propuestas que si bien carecen de valores estéticos como obras arquitectónicas de calidad, su interés se centra en el impacto en el lugar, dadas sus grandes dimensiones. En los últimos quince años estas obras muestran una mayor disparidad de influencias que las obras seleccionadas en bienales. Estos edificios están representados principalmente por los centros comerciales, los centros culturales y empresariales como las cajas de compensación familiar y las propuestas de ampliación o creación de edificios institucionales, como bibliotecas o museos. En este sentido, la individualidad de la producción se enmarca en la carencia de sentido crítico frente al uso de los materiales, del lugar donde se implantan y de la poca calidad espacial y compositiva, lo que se verifica a través del nulo reconocimiento por parte de la crítica y la nula participación en las bienales de arquitectura. 102 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Edificio Versalles, Marco Rincón.

A modo de conclusión Desde la llegada de la Modernidad a Latinoamérica, y por lo tanto a la ciudad de Cali, la arquitectura ha mantenido un proceso de mímesis, producto principalmente de la convivencia de experiencias que se alimentan con la Premodernidad, una incipiente Modernidad y una Posmodernidad con características particulares. Esta situación ha constituido un estado de continua confusión entre los artistas y arquitectos por la definición de las estéticas apropiadas para los respectivos momentos históricos. El debate por definir las respuestas formales tanto de las exigencias locales como de las internacionales ha generado resultados que manifiestan inclinaciones mayores hacia uno u otro lado de la balanza, y originan dificultades en la construcción de un arte y una arquitectura con identidad. En referencia a la estética y al gran número de arquitectura que se produce en la ciudad en las últimas décadas, observamos la primacía del eclecticismo, producto de la gran influencia de los medios masivos de información, como revistas e Internet, en el que el mayor valor estético lo constituye la pura visualidad como guía de diseño de las obras, hecho que afecta las nuevas interpretaciones de lo local. Este eclecticismo tiene unas características propias, pues no se construye a partir de unos estilos o unas tendencias claras sino, por el contrario, a partir de la


Panorama de las estéticas contemporáneas en la arquitectura. pp. 83-104

mezcla de diferentes variables, como sistemas compositivos, materialidad –mezcla de gran número de materiales–, una espacialidad con pocos atributos y una preocupación por la fachada espectáculo. Si se observa el gran número de publicaciones de revistas de arquitectura y de temas afines, encontramos una desproporción entre la imagen gráfica-visual y el texto, lo que sumado a la construcción de referentes basados en la primera y no en las condiciones contextuales genera una arquitectura kitsch en cuanto a emulación de edificios concebidos en condiciones contextuales de países potencia en la producción de arquitectura. Estas características distintas a la nuestra hacen difícil el equilibrio entre lo local y las tendencias internacionales, como soporte de una arquitectura realmente consecuente con nuestra historia actual. En cuanto a la arquitectura sobresaliente, encontramos que el mayor referente lo constituye la arquitectura moderna de corte racionalista, manifestada en la prominencia de las formas cúbicas, elementos prefabricados, la mezcla de materiales constructivos y del uso de revestimiento; se privilegia la estética vanguardista de las primeras décadas del movimiento moderno. La estética moderna se mantiene así como respuesta a un gusto que valida el orden, la armonía y en general una modernidad emparentada fuertemente con las características clásicas como manera de organización del edificio. Esta arquitectura contrasta con la de tipo comercial y representa el mayor porcentaje de lo construido en la ciudad, la cual mantiene

Biblioteca Departamental, Cali. Manolo Lago, arquitectos.

una marcada influencia con la arquitectura moderna de tendencia organicista. Esta última se reconoce por la utilización del ladrillo y mantiene una tradición iniciada fuertemente a partir de la década de los ochenta, aunque desposeída de los atributos estéticos que la hicieron sobresalir durante esa época.

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La siembra: de tierra, polvo y otras vicisitudes* The sowing of dirt, dust, and other vicissitudes

María Elena Díaz Rico, Nancy Faride Arias Patricia Lasso Toro La novedad surge solo difícilmente Thomas Kuhn.

Resumen Las contingencias que suelen emerger como parte de los procesos de investigación, habitualmente, son dejadas de lado en la publicación de los análisis de la investigación misma. Generalmente se privilegia la presentación de los resultados como único producto del proceso y se deja por fuera la riqueza potencial que pudiese derivarse de la reflexión, situándola desde la óptica, por ejemplo, de las vicisitudes. Este artículo pretende centrarse en las dificultades/potencias derivadas de una experiencia investigativa en la comunidad del municipio de Villa Rica, Cauca. Como tal, su valor deriva de los aportes que desde la metódica de la investigación en ciencias sociales se desarrollan en el interior del texto, incluyendo los modos de enunciación del investigador, el lugar protagónico de las bases representadas, en este caso por una ONG local, el rol del investigador/investigado, y la histórica tensión entre theoros y praxis.

Palabras clave: vicisitudes, metódica de la investigación, cultura afrocolombiana, rol del investigador social.

Summary The contingencies that often emerge as part of research processes are usually mistreated during the publishing of research analysis since priority is given to the presentation of results as the sole product of the process, leaving the potential wealth that could arise from reflection aside. This article intends to focus on the difficulties derived from research experience with a community in the municipality of Villarrica, Cauca. Its value stems from the contributions that are developed from the research methods in social sciences, including modes of enunciation of the researcher, the role of the researched researcher, and the historical tension between theor and praxis. Key words: vicissitudes, methods of research, afro-colombian culture, role of the social researcher.

• Fecha de recepción del artículo: 10 de septiembre de 2008 • Fecha de aceptación: 9 de marzo de 2009. MARÍA ELENA DÍAZ RICO. Psicóloga; Magíster en Psicología; Coordinación de Investigaciones, Facultad de Psicología; docente investigadora. Correo electrónico: mediaz@usbcali.edu.co. Grupo de Investigación Desarrollo Humano, USB Cali - Colombia. NANCY FARIDE ARIAS. Licenciada en Educación Preescolar; Magíster en Educación; docente investigadora, Facultad de Educación, USB Cali - Colombia. Correo electrónico: nfarias@usbcali.edu.co. PATRICIA LASSO TORO. Psicóloga. Maestría en Educación (en curso); docente, co-investigadora, Facultad de Psicología, USB Cali - Colombia. Correo electrónico: plasso@ usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 105-122 Ø 105

* Este artículo es producto del proyecto de investigación Aproximaciones a la identidad cultural afrocolombiana y su relación con patrones de violencia conyugal.


María Elena Díaz Rico, Nancy Faride Arias, Patricia Lasso Toro

Introducción El ejercicio del investigador bien podría equipararse en este caso a la metáfora de la siembra. Se requiere de terrenos propicios, previamente preparados, desbrozados, que se van alistando para recibir a modo de suelo fértil la semilla seleccionada con decoro, con minuciosidad; la semilla en este caso representada en la intencionalidad de indagar/indagarse, intencionalidad que toma alguna forma al reconocerse en conjunto; trabajo constante que requiere del empleo de insumos que ayuden a dar forma al terreno, a profundizarlo, a limpiarlo. Es bienvenida aquí, entonces, la pregunta como herramienta del proceso, la cual remite de modo constante a recuperar la vuelta sobre sí mismo, como el arador que surca y repasa el terreno, para cerciorarse de encontrarlo propicio y pacientemente acompañar la germinación de la semilla, que acorde con el terreno dispuesto brindará mucho más que sus frutos: proporcionará la satisfacción al buen granjero de la labor realizada y a su vez quizás, si se lo permite, el aprendizaje para nuevos procesos de futuras cosechas. – ¿Cómo suelen ser los suelos de nuestras semillas de investigación? – ¿Con qué criterios seleccionamos las semillas? (semillas como intencionalidades que se van configurando en preguntas de investigación). – ¿Cuáles serían los frutos del proceso? Preguntas como herramientas del desbroce… Los reportes de investigación suelen estar exclusivamente dedicados a la presentación de resultados, casi como únicos frutos/ productos de la misma, y de estos aun se seleccionan los mejores (a criterio, entre otras cosas, de la conveniencia del investigador). Sobre ese punto, continúa vigente el consejo que Louis Pasteur daba a sus alumnos y colegas: Haced que vuestros resultados parezcan inevitables (citado por Holton, 1992, p.1). La inevitabilidad marcada, por supuesto, desde el riguroso control de los intereses del 106 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

investigador, invisibilizando con una salida triunfal la evolución que ha acontecido desde el nacimiento de las intencionalidades, la (des)configuración de los asuntos problémicos, devenires y vicisitudes, pasando de soslayo el proceso de la investigación misma. De acuerdo con Zemelman (1998) la realidad de un problema nunca puede concretarse como un producto, es decir, el producto como tal vendría a intentar en su pretensión más ambiciosa dar cuenta limitada de aconteceres vistos en postura reflexiva, como una complejidad de modalidades de concreción que no se reducen a ninguna única estructura parametral predeterminada. Se intenta contar lo que generalmente no se cuenta en los informes de investigación; contar aquello que en las investigaciones se suele concertar como un acuerdo tácito, invisible, obligado entre quienes participan en ella: no contar las vicisitudes. “Presente sólo los resultados”, no hable del proceso… “De los errores se aprende”, dicen las abuelas. En este con-texto el término vicisitudes dará cuenta de los acontecimientos, que como asuntos vitales que emergen en la dinámica de la interacción misma y los cuales superan incluso las anticipaciones e imágenes que de modo pre-concebido funda el investigador para el ejercicio de su praxis. El acontecimiento, desde esta postura, eleva el valor de las realidades que se suceden en un presente continuo como lo denominaría el físico teórico Fritjof Capra (1992), un entramado de espacio-tiempo en el cual los fenómenos entendidos desde esta perspectiva como los asuntos vitales que se tejen en el encuentro, en la vida misma, implican para el investigador/investigado un erguimiento de su postura auto ética, reflexiva y en permanente diálogo con los actores vivos del proceso y los autores que lo acompañan. Las vicisitudes como norte orientador de esta ruta han constituido un eje fundamental , una posibilidad que marca, orienta y propone nuevos derroteros en el curso de la investigación, para generar algunas reflexiones epistémicas que incluyan como asunto crucial la potenciación de las vicisitudes del camino, la recuperación reflexiva desde unas


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epístemes de presente, por el socius, el entre nos, el lugar del investigador/investigado, entre otros asuntos/llamados a los que este tipo de procesos estarían abocando al mundo de la academia. Cabe anotar que la reflexión está abierta; su brote y algunos de los lugares de enunciación referidos se convierten en nodos posibles de reflexión, más allá de este escrito. Retomando el valor de las vicisitudes, Barthes (1986), por ejemplo, plantea que el caos no se opone radicalmente a la racionalidad. De hecho, el caos como tal, según el autor, parece gestarse como una especie de venganza, de reversión, revancha del objeto supuestamente pasivo que se re-bela y se re-vela ante el sujeto y ante sí mismo, con la premisa previa de haber sido externo, lo cual en última instancia lo que nos está brindando es la posibilidad quizás de re-conocer-le-nos. La percepción de las anomalías expresa la capacidad para romper con las estructuras cognitivas desde el propio conocimiento acumulado (Zemelman, 1992, p. 24). Las vicisitudes, entonces, se convertirían en una especie de palanca que estarían invitando al proceso mismo de la investigación a tomar quizás rumbos y rutas otras, generar nuevas herramientas, modos distintos de denominación y de enunciación, posibilidades otros y otras de encuentro, entre otros aspectos. Así mismo en intento de seguir la ruta trazada, abrimos la discusión desde el eje nodal de los acontecimientos, eje aún en estado naciente desde el lugar de las reflexiones epistémicas en investigación social, el cual se avizora como posible norte de profundidad, que atendiendo a Zemelman (1998), Deleuze (1989), Dérrida ( 1995), entre otros, destaca el valor de la idea del acontecimiento no como un hecho o evento facto, sino a través del cual el sujeto participa en la elaboración de su propio saber, desprendiéndose de la dicotomía sujeto/objeto para ser atravesado por el sentido del acontecimiento mismo, que lo llama, lo reclama. En la medida en que los acontecimientos se efectúan en nosotros, nos esperan y nos aspiran, nos hacen señas (...) Llegar a esta voluntad que nos hace el acontecimiento,

Hospital Universitario del Valle ((1940).

convertirnos en la casi-causa de lo que se produce en nosotros, el operador, producir las superficies y los dobleces en los que el acontecimiento se refleja, donde se encuentra incorporal y manifiesto en nosotros el esplendor neutro que posee en sí como impersonal y pre-individual, más allá de lo general y de lo particular, de lo colectivo y lo privado (Deleuze, 1989, p. 1). Como lo plantea Deleuze, entonces, el acontecimiento no es algo externo al sujeto, en este caso, al investigador mismo. El acontecimiento como tal se efectúa en un nos-otros, donde necesariamente desde la interacción/socius, de cara al encuentro con el otro, permito, me – permito producir dobleces, quiebres, transformaciones, rupturas que en este caso entran en coincidencia con la propuesta de Zemelman desde la desparametrización del pensamiento. El investigador como posible agente desparametrizador de sus propios esquemas del mundo/academia, que intenta desde el acontecimiento gestar reflexiones más allá de los propios marcos.

Planteamiento de la temática inter subjetividades en (des) encuentro: las rutas de partida Invitaciones a desmalezar – ¿Cómo nace una propuesta de investiga­ ción?¿Para quién? ¿Para quién-es?

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María Elena Díaz Rico, Nancy Faride Arias, Patricia Lasso Toro

1. Práctica profesional supervisada realizada por la estudiante Leidy Zulay Vélez Murillo - Cód.1032822, en el año 2005 – 2006, como estudiante de la Facultad de Psicología, Universidad de San Buenaventura, Cali. 2. Conjugándo-se-nos justamente como acontecimientos más allá de meros hechos aislados; como simultaneidad de eventos que desde nuestro propio enlace convergen en sentidos comunes.

– ¿Qué se privilegia/subordina como asunto investigable? – ¿Qué se incluye/excluye en aquello que se privilegia? – ¿Cómo se auto coloca el investigador frente a lo que se privilegia/subordina como asunto investigable? Formularse un problema en investigación social implica que el investigador reconozca y haga explícito su lugar de enunciación: cuáles son los intereses y motivaciones que guían su preocupación por el tema, cómo se ha relacionado con este.(…) Para plantearse problemas de investigación en ciencias sociales es necesario evaluar su relevancia teórica, disciplinar y académica, su pertinencia histórica, social e institucional, su significación personal y su vínculo de auto referencia (Becerra, 2004, p. 18). Como ruta de partida, en este caso, la convergencia de varios acontecimientos propicia la gesta del proyecto de investigación del presente artículo. Sin que necesariamente su orden sea lineal, de hecho se reitera el término convergencia como lugar de encuentro de estos acontecimientos. Citaremos algunos de estos: – La vía institucional, como lo refieren Hernández y López (2002), en la cual las inquietudes sociales son traducidas en preguntas, puede tener su origen directamente en las instituciones sociales, en este caso a través del convenio que la Universidad de San Buenaventura Cali tiene con la Comisaría de Familia del Municipio de Villa Rica, Cauca, por el cual bajo la modalidad de práctica profesional supervisada se conoció el aumento de casos de violencia conyugal en este municipio en el año 2005 – 2006.1 – El interés por parte de la supervisora de práctica profesional en ese entonces, de rastrear e intentar seguir la pista a los distintos factores que pudiesen estar conjugándo-se-nos2 para generar el aumento de estos casos de violencia conyugal, colocando especial atención en los aspectos de etnia y género, ya que las denuncias eran emitidas principalmente por mujeres, en un contexto particular 108 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

donde lo predominante ha sido la habitancia de población afrocolombiana. Se gesta también en la ruta de partida la posibilidad de participar en la convocatoria interna de investigación que tiene lugar en la Universidad de San Buenaventura en el año 2006, donde, dado el interés de rastreo desde el lugar de la violencia conyugal en un contexto determinado, se vinculan nuevas docentes a la propuesta, cada una con un matiz y experiencias diversas en la investigación social y con interrogaciones profundas en lo ethopolítico. Partiendo de estas intencionalidades en germen, empezamos a cuestionarnos e intentar comprender cómo en un grupo humano (x), en este caso en el afrocolombiano, población mayoritaria del municipio de Villa Rica, el rastreo del proceso de formación de su identidad femenina y masculina podría allegar algunas pistas para dar cuenta de aquello que a los ojos de la institucionalidad y de otros paradigmas podría denominarse violencia conyugal, que habríamos de explorar, cotejar y contrastar desde sus propias perspectivas, expectativas e ideales. Todo esto integró al proceso mismo el tema de la afrocolombianidad y sus modos de interacción, la cosmovisión de sus dinámicas de relación, profundamente sustentadas a nuestros ojos en la cultura, lo cual situó entonces nuestro lugar conceptual inicial, aparentemente en tres ejes nodales base: el asunto de la violencia conyugal, (principalmente hacia la mujer); la historia de un contexto en particular: municipio de Villa Rica, cuya población en gran medida, como se dijo anteriormente, es negra; y la articulación también a nuestros marcos del tema de la afrocolombianidad y sus modos de interacción identitarios. Estamos aquí abocándonos en un complexo de identidad cultural afro de Villa Rica, Cauca, en tensión con las denuncias por violencia conyugal. Con respecto a la cultura, vale aquí la pena resaltar que actualmente el interés por esta temática ha ido en aumento, lo cual obedece entre otros múltiples aspectos al incremento de intercambios interétnicos e interculturales en un mundo globalizado, a lo cual Villa Rica no es ajena.


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La identidad no puede seguir siendo pensada como una expresión de una sola cultura homogénea perfectamente distinguible y coherente. El monolingüismo y la uniterritorialidad que en la primera modernización asumió la Colonia, escondieron la densa multiculturalidad de que está hecho lo latinoamericano y lo arbitrario de las demarcaciones que trazaron lo nacional. Hoy nuestras identidades –incluidas las de los indígenas– son cada día más multilingüisticas y transterritoriales. Y se constituyen no sólo de las diferencias entre culturas desarrolladas separadamente sino mediante las desiguales apropiaciones y combinaciones que los diversos grupos hacen de elementos de distintas sociedades y de la suya propia (Barbero, citado en Lopez, 1999, p. 95) Estamos frente a nuevos modos de cohabitar-nos que no podemos desconocer, de los cuales es necesario relievar la interculturalidad como un eje nodal importante, para pensar el problema de la identidad en la actualidad, propia de un mundo globalizado que se ha vuelto un factor decisivo en la configuración actual de las subjetividades. Lo que significa ser sujeto hoy, no se puede pensar solamente desde la cultura en la que nacimos, sino desde una cantidad de otros referentes que se reciben a partir de los encuentros con personas de otros países –a través de los viajes y de los medios de comunicación principalmente–. Villa Rica, por ejemplo, no se encuentra exenta de estos intercambios. En relatos cotidianos recogidos en encuentros con algunos de sus habitantes, hallamos una situación contradictoria en lo que respecta a los intercambios en el mundo globalizado: por una parte parece que Villa Rica viviera aún en condición de pequeño municipio, casi pueblo, no percibido por sus habitantes como ciudad, como urbe, aunque aquí la globalización impacta indudablemente la circulación de consumos y la economía, encontrándose en las calles numerosos almacenes de ropa de marca con precios a nuestros ojos altamente costosos para las características del municipio; sin embargo, algunos de sus habitantes, especialmente los adultos mayores, parecen no percibir las transformaciones. Es realidad hoy, incluso

para Villa Rica, que muchos de sus nativos han partido a otras latitudes y encaminan sus esperanzas a Europa, especialmente a España, que se traduce hoy por hoy en el nuevo sueño americano. En nuestra ruta de partida, entonces, el asunto de la interculturalidad, el vivir hoy en contextos globalizados con todos sus devenires, lo interétnico situado en un momento histórico particular, las relaciones intergénero, el compromiso ethopolitico de la investigación, entre otros, se convierten en nuestros lugares epistémicos de enunciación visibles, incluyendo también la posibilidad de contener grandes sesgos y prejuicios, los cuales no suelen ser percibidos, en tanto no se funda la interacción con los otros, interacción que para la presente investigación toma un giro, dado que la ruta institucional inicial, sin desconocer todas sus potencias, se expande y sitúa como epicentro del proceso, a una organización no gubernamental que lleva desarrollando intervención con la comunidad desde hace aproximadamente diez años.

De la institucionalidad a la base: fortalecimiento de las semillas Hay, pues, que acercarse a las bases no sólo para entender por dentro la versión de su propia ciencia práctica y reprimida extensión cultural, sino para buscar formas de incorporarla a necesidades colectivas más generales, sin hacer que pierda su identidad y sabor especifico (Fals Borda, 1990, p. 94). ¿Cómo situarse a su vez en el lugar del observador que se observa y observa lo observado? Una decisión definitoria que sitúa la postura siempre de sospecha desde nuestro lugar de investigadoras, fue la de llegar desde la base , es decir, aproximarnos al asunto en cuestión desde el vínculo directo y la dialogicidad con las mujeres, hombres, jóvenes y niños, desde la cotidianidad tejida en sus encuentros y desde su misma voz. Para tal cercanía es destacable el lugar que ocupan las ONG en la configuración del tejido social, las cuales más allá de la motivación que ha generado el consumo social en la aparición

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María Elena Díaz Rico, Nancy Faride Arias, Patricia Lasso Toro

de algunas de las mismas, son actores vitales que se suelen aproximar a las comunidades en sus cotidianidades y sus realidades más cercanas y cuyo inmenso valor social, político y relacional que juegan en una región la academia como institución puede en algunas ocasiones pasar por alto. En las dos últimas décadas también se han convertido en centros de producción de conocimiento social las organizaciones no gubernamentales orientadas al apoyo de movimientos sociales y desde la investigación y la educación popular (Jiménez y Torres, 2004, p. 65). El lugar de base para esta investigación lo aporta una ONG que subsiste en la región hace casi cerca de diez años, convoca a la comunidad desde procesos de organización, movilización y vindicación, además atiende poblaciones vulnerables como las gestantes, los adultos mayores y los discapacitados, a través de sus programas materno-infantil, de alimentación y población juvenil. Uno de sus grupos ejes, Soporte Klan, es una agrupación del género hip hop que ha surgido en la región. La investigación se empieza a concebir como un proceso en y de construcción donde los protagonistas no son las cifras sino los sujetos que supuestamente las producen. Fals Borda (1990) insiste en ir más allá de la mera observación experimental, y a partir de su experiencia refiere el diálogo entre personas intervinientes como una proceso vital de la experiencia investigativa. Lo que estamos haciendo no es otra cosa que aprender a manejar una forma nueva de investigación ‘dialógica’, para la cual no estamos aún preparados. Entrenados para resolver problemas metodológicos en el sentido de la experimentación instrumentalista, necesitamos en el caso de la investigación – acción, súbitamente, una serie de competencias comunicativas diferentes (Fals Borda, 1990, p. 68). La investigación, del modo en que estaba planteada inicialmente, es convocada a romper algunas de sus premisas iniciales, pero sosteniendo el carácter ethopolítico de la misma, y en tal medida, ha estado 110 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

acompañada por una reflexión permanente como investigadoras y una mirada primaria desde lo institucional, que incidió en la orientación de tal planteamiento en torno a la comprensión de aquello que a nuestros ojos concebimos como violento y contrario a nuestros ideales, paradigmas y prejuicios sobre la estructura - relación de pareja. Las primeras aproximaciones con la comunidad, las observaciones sistemáticas de las interacciones entre iguales, entre vecinos, entre madres e hijos; las conversaciones serenas con su cosmovisión, nos fueron develando unas maneras de actuación, expresión oral y gestual, de pensamiento, que nos obligaron a dar una vuelta sobre algunas denominaciones preliminares; especialmente, los diálogos con los jóvenes y las mujeres embarazadas (en su mayoría jóvenes también) nos exigieron repensar un riesgo presente en la denominación de nuestra investigación que a sus ojos podría leerse como una posible vinculación discriminante de lo étnico-negro con lo violento, lectura que sin la posibilidad de la interacción, aunque no hiciese parte de la concepción de fondo que tenía la propuesta, por su denominación estaba probablemente implicando juicios que si hubiesen sido subestimados, no escuchados, probablemente habríamos perdido la posibilidad reflexiva y autocrítica acerca de los modos de enunciación.

La enunciación Parafraseando a Holton (1985), que los científicos modernos tratan de mantener sus conflictos personales al margen de los datos que publican y de sus libros de texto. Así pues, sería entonces fuente de valiosa información acudir a los registros privados y a los cuadernos de laboratorio donde los historiadores de la ciencia pueden encontrar cualquier cosa que los propios científicos en general deseen ocultar. Como enunciación comprendemos el modo en que nombra al otro, ese delicado y a la vez fuerte nombre con el que llamamos a la otredad a cuentas, el modo en que nos referimos y a su vez demarcamos nuestro territorio/frontera de investigación, que nece-


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sariamente vincula a un otro que es nuestro, como reflejo de nuestra mirada investigativa. Sólo que se suele obviar que ese otro tiene su propia voz, su propia autopercepción de nombrarse y ser nombrado, percepción que en este caso requirió ser atendida como una de nuestras primeras vicisitudes. En la propuesta inicial la ruta problémica queda enunciada como Aproximaciones a la identidad cultural afrocolombiana y su relación con patrones de violencia conyugal. Si bien desde nuestra intencionalidad estaba claro qué se pretendía explorar; se supuso que rastreando patrones de relación, modos desde los cuales históricamente se transmiten las cosmovisiones de roles de género en la cultura afrocolombiana, lograríamos comprender el asunto de la violencia conyugal en ese contexto particular, el modo de nombrarlo no fue suficiente para expresar la dimensión del asunto a investigar. La denominación en un problema de investigación puede ser leída como una gran puerta o en su defecto un gran constrictor, desde una definición de términos que posiblemente delimite e invisibilice otras dinámicas que se puedan reconocer en el asunto que en este caso institucionalmente se denomina violencia conyugal. Según Zemelman (1992), lo que decimos asume toda su relevancia cuando se contrasta con el trasfondo de que la mutabilidad de la realidad obliga a trascender los límites conceptuales; límites que difícilmente serían visibilizados en nuestro mismo entorno, es decir, siguiendo la metáfora de la siembra, es difícil reconocer diferencias entre distintas variedades de plántulas si el terreno en el cual se mira está sembrado en monocultivo. Una de las motivaciones por las cuales quizás la propuesta inicial es a bien recibida en el contexto mismo donde surge, puede estar relacionada con que desde los contextos académicos se emplean parametrizadores comunes, y de este modo difícilmente podría ser percibido algún constrictor inicial. La mutabilidad de la realidad supera cualquier intento de aprehenderla con base en lo que se elucubra en las aulas académicas. Se suele hacer uso de los conceptos y/o términos

Edificio Coltabaco (1934) y plaza de los poetas.

de la investigación, sin darse cuenta que la apropiación descriptiva que se encuentra ya en los objetos que elige puede estar llena de consecuencias para su propia intención (Gadamer, 1984). Es menester, entonces, que tales enunciaciones puedan viajar, ser visitadas, puestas en cuestión y atravesadas por la realidad misma y los actores vivos de dicha realidad. El discurso contribuye para la constitución de todas las dimensiones de la estructura social que, directa o indirectamente, lo moldean o lo restringen: [...] El discurso es una práctica, no apenas de representación del mundo (Fairclough, 2007). Mas allá de someros juicios de valor por lo que acontece desde la denominación misma de la investigación, nos interesa, en análisis crítico, develar a partir de esta experiencia investigativa en particular, cómo los modos de denominar al otro pueden convertirse en constrictores o camisas de fuerza si no se persiste en la profundización del sentido mismo de los términos y la significación que estos pueden tener en un contexto y cultura particulares. Al respecto, Zemelman (1992) reitera la necesidad de estar atentos a las

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rupturas en las prácticas de construcción de conocimiento, en la medida en que estas mismas expresen la reflexión sobre los problemas sustantivos y metodológicos que surgen a lo largo de su historia. Es la enunciación, entonces, un asunto complejo que requiere no sólo de objetividad científica, sino incorporar el asunto de la intersubjetividad, situando histórica y socio-culturalmente los términos con los cuales ese otro será convocado desde el lenguaje a la interacción investigativa.

Dinámicas comunitarias: abono de suelos entre nos Este primer des-en-re-encuentro se funda como una exhortación a estar en alerta sensible a los llamados mismos de la comunidad, a des-dibujar no sólo la enunciación de la problemática, sino a intentar atravesar nuestros propios intereses, sin dejarlos a un lado, y pacientemente incorporarnos a las dinámicas comunitarias, pausar la velocidad metodológica y cronogramada que se planea desde las academias pero que a la luz de la praxis misma, necesariamente cambia, se trans-forma, trans-muta. Si bien hubiésemos podido iniciar nuestra ruta de partida por la Comisaría de Familia (sin demeritar en ninguna medida el gran valor de estas organizaciones gubernamentales), quizás con una agenda muy organizada programar algunas intervenciones, encuestas, datos y efectivamente comprobar el asunto de la violencia conyugal, a su vez nos hubiésemos perdido la posibilidad al entrar desde la base, en este caso representada por una ONG de la comunidad, de re-des-conocer-nos en esas dinámicas comunitarias, de interactuar, dialogizar con la comunidad misma, acompañarlas en sus vicisitudes cotidianas, su preocupación diaria por la subsistencia, la crianza, la maternidad y otros vitales asuntos que además de empezar a incorporar aprendizajes vitales, ampliaron nuestras rutas iniciales de investigación. Morin (1985) refiere que la comprensión sólo puede emerger en la intersubjetividad. A menudo, en la relación intersubjetiva se da una comprensión inmediata, casi intuitiva, 112 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

difícil de lograr desde la óptica convencional del investigador como un agente externo. La interacción es un territorio humano posible y lleno de posibilidades, desde el cual las configuraciones del mundo subjetivo e intersubjetivo se ven en gran medida influenciadas por los cánones que identitariamente una cultura particular considera como propios, estableciendo desde la interacción misma observador/observado esa posibilidad de diálogos interculturales. Es una ruta a través de la cual es posible visibilizar esos modos de interacción particulares, en especial desde el centro de nuestro interés, acerca de la cultura afrocolombiana y las maneras como pareciese reflejarse el universo cultural en las interacciones entre hombres y mujeres. Es un ejercicio recíproco, donde el diálogo no es unidireccional y el investigador es a su vez investigado, propiciando con ello el intercambio intercultural y el reconocimiento de la diferencia de cosmovisiones que sustentan los modos de interactuar, vivir, amar, discutir, criar y castigar, en una cultura particular. Ese diálogo con la comunidad, fundado en la interacción, nos permite explorar desde su propia voz qué es lo que se considera como violento a sus ojos y qué no; qué excluye y qué incluye este término que pareciese generalizable y conocido. Sin embargo, a la luz de lo escuchado, visibilizamos que la comunidad valida ciertas formas que afuera pudiesen leerse como violentas y a su vez invisibiliza otras que quizás sí lo fueren; hechos que nos conducen también a reconsiderar la manera como nos habíamos dibujado el asunto de las relaciones intergéneros y reconfigurar las elaboraciones de la masculinidad-feminidad ligadas a lo étnico, que a su vez, articuladas al aspecto de identidad o identidades, nos permitiesen continuar explorando aquello que en las pautas y prácticas de crianza desde la infancia se privilegia como importante del ser negro y lo necesario para asumir y desenvolverse exitosamente en la vida. Esos modos validados culturalmente suelen determinar en gran medida condiciones sociales, económicas, políticas, educativas, de salud, de la región, entre otras, y ratifican o invalidan la participación de los sujetos según sus roles asignados en las dinámicas de la


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sociedad; y en esa misma medida también han sido generadores, entre otros posibles aspectos, de particulares formas de relación intrafamiliar.

Acerca de la temporalidad o los cambios climáticos Un buen sembrador suele incorporar en sus rutinas de siembra y cosecha, la variable cambios climáticos. Existen milenariamente diversas formas que los campesinos conocen y reconocen, para aproximarse de cierto modo a lo que acontecerá en épocas de lluvia, sequía, vientos, entre otros, considerando que tales eventos no podrán ser más que predicciones sujetas siempre a cambios. Señor, ¿a cuánto queda la casa de la madre comunitaria? - Ah, allí no más. La temporalidad como variable parece única, inmutable; pasado, presente y futuro perfectamente medibles en términos de horas, minutos, segundos, días, años, meses… agendar calendarios, programar actividades y asunto resuelto. La variable tiempo en el trabajo con comunidades: parecería insulso abordar en la reflexión de una investigación académica la variable tiempo. El tiempo se nos ha vuelto inconstante, no-lineal y no-circular o, al menos, no sólo constante, lineal y/o circular. Tampoco se sostiene en la imagen de una flecha que nos anuncia con claridad, en uno u otro sentido, alguna dirección prevista (Skliar, 2002, p. 31). ¿Cómo cuestionar algo que de entrada ya está pre-determinado? ¿Con qué parámetros estaría determinado? Esa sería quizás la cuestión. Cerca de 1920, Einstein, citado en Capra (1992), reconoció que las especificaciones temporales son relativas y dependen del observador, es decir, según el observador la categoría tiempo queda reducida al papel subjetivo de los elementos de lenguaje que emplea un observador determinado para su descripción de los fenómenos. Por tanto,

cada observador referirá los fenómenos de un modo diferente. ¿Cómo conjugar los tiempos académicos planeados en escritorio con los tiempos reales de interacción? El tiempo desde la metódica de investigación es un asunto categorial que requiere ser llamado a cuentas en postura reflexiva, desde donde se visibilicen históricas tensiones entre la teoría y la praxis: la comunidad vive a unos ritmos lentos a nuestros ojos; demasiado rápidos a ojos de ellos, los nuestros. Sus ritmos y tiempos intentan, como lo hacían antaño, estar en sintonía con los mismos ritmos de la naturaleza: No podemos ir a la reunión porque está lloviendo o a la inversa, hace mucho sol. A nuestros ojos podrían leerse frases como estas desde el juicio; sin embargo, reconociendo la conciencia histórica de los sujetos que habitan determinado contexto, esta forma de habitarse espacio temporalmente no está desarticulada de lo que acontece ecológicamente. Los hombres y mujeres de esta comunidad históricamente habían trabajado a ritmos diferentes de la dinámica industrial, su economía se basaba en la agricultura de pequeños minifundios y en el intercambio; sin embargo, tras la llegada de la industrialización sus ritmos se han constituido en un obstáculo para la obtención de empleo estable, siendo juzgados como perezosos en desconocimiento de los acervos ancestrales que trae consigo una etnia en particular. Necesitamos de una reflexión renovada y metódica sobre la categoría de alteridad. La primera se refiere al tiempo, a nuestra percepción del tiempo (…) la segunda al espacio (…) el mundo al mismo tiempo se nos abre.. estamos en la era de los cambios en escala… en la intimidad de nuestras viviendas imágenes de toda clase pueden darnos una visión instantánea de lo que está ocurriendo al otro lado del planeta […] esta súper abundancia espacial funciona como un engaño, universos ficticios que alteran los universos simbólicos que los hombres han recibido como herencia de sus cosmogonías (Augé, 1998, p. 31).

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La noción de tiempo en esas comunidades no es un asunto fragmentario; aquí el tiempo no es lineal; el tiempo como lo describe la física contemporánea no es una suma de eventos uno tras otro, es una simultaneidad discontinua; pasado, presente y futuro conjugados viven la experiencia inmediata: La construcción de la historia alude necesariamente al instante […] una concepción de la historia como continuum […] la historia como acontecimiento (Zemelman, 1998, p. 30). No es el tiempo cronograma, tiempo calendario; es un tiempo rítmico acorde también con los ritmos del cuerpo y la naturaleza. No vamos ahora porque está lloviendo: Tiempo lógico en sus lógicas de cosmovisión, i-lógicas para mentes parametrizadas (Zemelman, 1992) que vivimos la vida como sucesos desconectados unos de otros. Tiempo que intenta respetar leyes y ritmos, tiempo por el cual son juzgados vagos, perezosos; ritmos distintos, configuraciones distintas del mundo que también entran en tensión con la velocidad avasallante del tiempo moderno… Tiempo que habita con la incertidumbre: ¿Podemos programarlo para la otra semana? Llámenos a ver(…) Llámenos a ver como el reconocimiento de la incertidumbre. El principio de la indeterminación de Heissenberg traído a la realidad desde el lenguaje mismo y sus modos sencillos de expresión y comprensión del mundo. La relatividad, como lo refiere Bronowski (1993), es una comprensión del mundo no como sucesos sino como relaciones, es decir, que para ellos tomar decisiones de acciones en el tiempo lineal tal como lo vemos nosotros requiere implicar otra simultaneidad de aconteceres que pueden conjugarse a la vez y una vez conjugados, favorecer la acción misma; no es un asunto de sólo causa y efecto. El tiempo, la paciencia y el respeto con el que se entretejen las dinámicas de interacción con la comunidad es un asunto crucial al que las metódicas de investigación deberían dedicar especial atención. 114 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Aconteció en nuestra vivencia también que tras la ruptura generada por los tiempos institucionales (vacaciones colectivas) este des-tiempo para la comunidad implicó un destejer/tejer nuevamente la interacción misma. La vida para ellos no presenta esas rupturas y fragmentaciones ficticias que heredamos de la vida moderna. El tiempo comunitario es el del día a día, el de la presencia constante que requiere esfuerzo sostenido, con pausas sí, mas no las interrupciones de nuestras agendas académicas. En efecto, dada la naturaleza cambiante de la realidad, se plantea el desafío de tener que pensarla en forma abierta, más allá de los límites organizados de la teoría (Zemelman, 1992).

Y la recolección de información… En el diseño convencional la metodología de la investigación está sujeto a los tiemposescritorio y en esa misma medida se supone que los tiempos escritorio se deben al menos intentar ajustar a los tiempos/destiempos (para nosotros) de la comunidad. El momento grueso de nuestra recolección de información estaba previsto para unos determinados momentos, pues desde nuestra experiencia planeamos que para ese entonces ya se tendría cierto acercamiento (necesario además) con la comunidad que nos permitiese interactuar más allá de un formato pregunta/respuesta. Sin embargo, no contamos con que para el momento se iniciaba justamente la contienda pre-electoral para gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y demás. Aquello impidió la realización de los encuentros que teníamos previstos; algunos habitantes muy sensatamente nos advirtieron del riesgo que conllevaba realizar encuestas o entrevistas en esa ocasión, por ser consideradas quizás a favor de un candidato u otro. Más allá del desacomodo y de tener que posponer esas actividades en particular y realizar otros giros, etc., ese asunto como posibilidad de reflexión nos estaba reflejando la importancia que tiene para los habitantes de Villa Rica el asunto de la política. El municipio se paraliza prácticamente. Las calles y las casas se pueblan de pancartas de


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candidatos de su preferencia; las personas del común (tenderos, estilistas, etc.) conocen de los candidatos, no solamente desde su lugar personal, también se enteran de sus planes de gobierno, de sus propuestas, asisten a los debates y convocatorias. Es decir, este momento en el municipio refleja lo que eventualmente puede ser una potencia/obstáculo para el desarrollo de la región. Potencia como la comunidad se moviliza, vincula, informa y participa en pro de sus intereses; obstáculo por los movimientos conocidos ya históricamente en nuestro país acerca de la denominada politiquería, donde también se hacen presentes fenómenos como el clientelismo, entre otros; aunque con esto no estemos descubriendo nada nuevo, sí consideramos relevante resaltar que la comunidad deposita en sus líderes, altas expectativas de transformación, lo cual implica un gran reto y sostenido compromiso de quienes asumen su representatividad, como pudimos comprobarlo. Este escenario fue un reto en el que se reconoce el protagonimo político dentro del acontecer de la comunidad y la transformación del municipio de Villa Rica.

Tendencias en el campo de conocimiento: abonos iniciales para una metódica en construcción Las experiencias vitales de quienes desarrollamos este proceso han estado vinculadas al trabajo con los otros, en el que hemos construido, deconstruido y reconstruido unos logos, unas metódicas que nos sitúan en distancia frente a la tradición cientificista, pues la ciencia positivista se nos ha presentado ajena a las dinámicas cotidianas de aquello que se pretende conocer, como si el conocimiento no se construyera también en la interrelación con las subjetividades y colectividades. Este tipo de investigación rompe los esquemas clásicos de la academia al desconocer las diferencias entre sujeto y objeto de estudio. Lleva a que los letrados desciendan de las torres de marfil y queden sujetos al juicio de idoneidad que imparten las comunidades

Carrera 5a Calle 12. Plaza de Caicedo.

en que viven y trabajan (Fals Borda, 1990, p. 116). Al escuchar a la comunidad encontramos que no había un problema solamente de violencia conyugal, sino que era un asunto macro, de violencia generalizada, de formas de relación violentas que se establecen con el otro, con los niños, entre la pareja, en las calles, entre los jóvenes, etc.; además, al centrarnos solamente en la violencia estábamos dejando de lado otras formas de relación que no son violentas, formas propias a las que acude la comunidad para enfrentar las situaciones problemáticas, formas de amar, de demostrar afecto, dolor, entre otras manifestaciones. Estos acercamientos nos invitaron a tomar distancia del paradigma positivista que si bien no era del todo nuestro lugar epistémico de base, se filtraba en aspectos como la enunciación y la vivencia del tiempo, entre otros; a tomar la decisión de resignificar las enunciaciones iniciales para atender otras señales y abandonar el llamado de priorizar la mirada en los patrones de violencia conyugal y sobre todo, de establecer su nexo con lo étnico, que nos exigiría transitar el aherrojado camino de la demostración de hipótesis y promediar estadísticamente sin mayores contratiempos. Sin embargo, al decidir por

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el camino de abrojos de una intencionalidad orientada a la comprensión de la coexistencia, de la otredad, de la alteridad, de las realidades y las cotidianidades, de las formas de ver, sentir, construir los mundos y las vidas, a la recuperación de procesos, se hace imperativo e inaplazable la construcción de sentidos, el replanteamiento del tipo de interrogantes que se están construyendo en esta vivencia dialéctica y dialógica. Desde ahí algunos críticos de la supuesta pragmática que se deriva de las propuestas investigativas de lo social, y especialmente, las de investigaciones con comunidad, fundan un debate sobre algunos riesgos, de los cuales consideramos oportuno citar dos aspectos reiterativos en tales experiencias: la tendencia descriptiva y la tendencia intervencionista. La primera se plantea vinculada, por ejemplo, a algunos ejercicios de investigación etnográfica en los cuales pareciera predominar la observación y registro del investigador desde aquello que él juzga pertinente o prioritario. La segunda tendencia se vincula más con las actuaciones propositivas que se desglosan del trabajo que el(la) investigador(a) realiza con la comunidad, y que procura aportar a la resolución de una determinada situación problémica (en este caso valdría la pregunta: ¿problémica a los ojos de quién?). Si bien se reconocen autocríticamente las posibles carencias de la investigación social, esos adjetivos denotan una visión positivistareduccionista que con pretendido cientificismo desvía la crítica a un asunto central de la producción de conocimiento desde las ciencias sociales (Fals Borda, 2004). Hacer frente al llamado de una necesaria resignificación de la investigación en lo social, especialmente en el trabajo investigativo con comunidad (Mejía, 2004), exige de quienes creemos en esta alternativa, como condición de posibilidad, de potencia, una auto revisión desde lo que Morín (1985) propone como necesaria auto ética. En la exigencia permanente de volver al sí mismo habríamos de intentar develarnos en relación con nosotros mismos y con los otros, con nuestras propias precariedades y altruismos, con los cegadores prejuicios que tientan 116 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

al sesgo de la interpretación. Asumirse desde el lugar de coinvestigadores como realidades vivas en realidades diversas, contextuadas. Y por ello, problematizar lo investigable resulta complejo, considerando su movilidad, transformabilidad, relatividad. El reto fue ir trazando desde dentro los rasgos que dibujaran en figuras y metáforas cada vez más detalladas, generales y singulares, el paisaje de lo que puede ser una aproximación a la problemática en cuestión de manera realista, recorriendo y re-conociendo la complejidad y profundidad de los procesos sociales. En esta complejidad es necesario resaltar que el camino de acercamiento no ha sido muy ortodoxo siguiendo paso a paso el diseño de la propuesta de investigación; por el contrario, ha sido una invitación constante a dejar de lado la rigidez de la metodología para pasar a una aventura en la que el ritmo de la comunidad es el que nos ha ido marcando el camino a seguir. Por lo tanto, hemos invertido mucho tiempo en compartir diferentes espacios de su cotidianidad, para que nos conozcan y para conocerlos en espacios informales, fuera de la oficina, sin grabadoras, sin el instrumento predeterminado. Reconocernos en imposibilidad de resolver problemas desde la intervención constituye el salvataje frente a la tentación de caer en la postura mesiánica que ha caracterizado ciertas tendencias investigativas con la comunidad, que desvían el sentido político que rescata del otro su potencia. Entender responsablemente que desde la metódica como creación es posible generar espacio-tiempos para la visibilización de las contradicciones propias de cualquier dinámica de lo colectivo-humano, que contribuyendo a la tensión, contribuyan también a su mutación. Hemos trabajado entonces en mesurado acompañamiento de los procesos, de las dinámicas en desarrollo, de los llamados que ellos, los jóvenes, las mujeres, los niños, nos han indicado. Hemos debido aprehender de sus dinámicas, ritmos, temporalidades, prioridades, y ha sido el versar-con nuestra privilegiada posibilidad de intercambio, interacción, apoyo. Los talleres, solícita respuesta a sus propuestas, han constituido el lugar vivo para desnudar los sentires, las ideas, las percepciones, las an-


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gustias, las convicciones, las dudas, desde la condición del ser negro-hombre-joven, joven padre, negra-mujer-madre, niño-niña. Si bien no resolvemos problemas, sí podemos contribuir a partir de nuestra posición única –en un país concreto, Colombia; en un departamento, Cauca; en un municipio, Villa Rica; en un lugar, Fundación Villa Rica; en una universidad, la de San Buenaventura Cali– a agregar nuevas interpretaciones sobre las fuerzas políticas que dominan el sistema mundial y producir narrativas críticas en sintonía con nuestras localidades, en dialogo heteroglósico con los discursos de otras localidades del mundo globalizado (Contreras). En concordancia con ese llamado a generar narrativas críticas en sintonía con nuestras localidades, cobra vigencia discutir los sentidos que encontramos en el concepto, por ejemplo, de afrocolombianidad. Hoy más que en otro momento de nuestra historia se ha hecho visible la necesidad de reconocimiento, valoración y participación que demandan las comunidades afro en nuestro contexto; aunque no sólo en nuestro contexto local. En Brasil, la Universidad de Pernambuco (Recife) compartía desde su propio proceso en Brasil lo que ellos autodenominan esencialismo estratégico3, el cual, más allá de ser un mero juego lingüístico, tiene de fondo justamente visibilizar y reposicionar su etnia desde la misma denominación afro brasilero. Es un acuerdo explícito frente al cual autores como el brasilero Ferreira (2000) refieren que el proceso de constitución de identidad de las persona negras en Brasil, tiene cuatro fases que por no ser lineales presentan un carácter dinámico, a saber: sumisión, impacto, militancia y articulación. Brasil, según los exponentes, es el primer país de Latinoamérica que inicia este intento de autoposicionamiento y ha ganado, según su reporte, algunos importantes espacios en lo que respecta a la articulación socio-política, aunque reconocen que la segregación y el racismo perviven aún en la cotidianidad. En nuestro país según Viveros: (...) las poblaciones negras colombianas fueron asimiladas a minorías étnicas, siguiendo el modelo aplicado a las poblaciones

indígenas y obtuvieron no sólo una serie de derechos particulares, como los que consagra la ley 70 de 1993, llamada ley de comunidades negras sino también la prohibición de la discriminación racial y cultural de la que habían sido objeto. Esta redefinición constitucional se ubica en un entorno global de valoración del multiculturalismo y en un contexto nacional en el cual un emergente movimiento social negro que busca politizar su identidad cultural, se ha convertido en un interlocutor representativo ante el Estado (2005, p. 2). En correspondencia con lo que plantea Viveros (2005) encontramos en Barbero (1999) un fuerte llamado a que se considere que la identidad no puede seguir siendo pensada como una expresión de una sola cultura homogénea perfectamente distinguible y coherente. El autor plantea que el monolingüismo y la uniterritorialidad que en la primera modernización asumió la Colonia, escondieron la densa multiculturalidad de que está hecho lo latinoamericano y lo arbitrario de las demarcaciones que trazaron lo nacional. Hoy nuestras identidades –incluidas para nuestro caso las de los afro– son cada día más multilingüísticas y transterritoriales. Y se constituyen no sólo de las diferencias entre culturas desarrolladas separadamente sino mediante las desiguales apropiaciones y combinaciones que los diversos grupos hacen de elementos de distintas sociedades y de la suya propia. Esta visibilización, entonces, debería ser comprendida no sólo como la de una etnia en particular, sino como ese intento de emerger la identidad latinoamericana, profundamente híbrida, multicultural, que pretende traspasar la historia de la homogenización y visibilizar lo heterogéneo en el pensamiento y en el culto, en la vida familiar y sexual, en la alimentación o el vestido. La identidad cultural es un asunto que nos convoca, en particular en el contexto de América Latina, atendiendo a la creciente necesidad de reconocer-nos como un territorio habitado por la diversidad, la multietnia y desde esta misma perspectiva distintos modos de configurar el mundo y de habitar en el.

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3. Ponencia presentada en el Foro Memoria e identidad, Montevideo, Uruguay, 2007.


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Sin embargo, este tema en nuestro país tiene un tinte particular, el cual no parece ser tan visible en otras latitudes como en el caso de Brasil, donde el concepto de afroamericano o afrobrasilero se equipara, en efecto con la raíz africana y tiene una clara intencionalidad política. En nuestro contexto se observan algunas tendencias opuestas en las que por una parte, se reconoce la importancia de recoger el acervo cultural y epistémico de la etnia negra, y por otra tiende el concepto a ser percibido como una jugada lingüística para obtener recursos y lograr puestos políticos: Para mí, eso de la afrocolombianidad es un negocio, una cosa para hacerse a recursos (joven panadero de Villarrica). Este intento de autoposicionamiento como comunidad y como etnia comporta también el cuestionamiento al asunto de la afrocolombianidad, que ubicada en historicidad nos devela hoy su emergencia como coyuntura politizada por una élite auto pretendida de representación de las mayorías. Según las pesquisas bibliográficas y la exploración de la noción que de ella circula en el contexto comunitario, encontramos profundas ambigüedades, desconocimiento, indiferencia y calificativos diversos: Para mí la afrocolombianidad no existe. A mí no me importa que me digan negro, ni me parece que haya diferencia con los indios o los blancos. Lo único es el color de la piel (joven panadero de Villarrica). Al respecto Grueso realiza profundos cuestionamientos acerca de lo que implica asumir los esencialismos étnicos y raciales en pro de una etnia en particular, al margen de agendas comunes con otros grupos considerados como subalternos, lo que genera formas otras de exclusión y discriminación para obtener lo que el denomina como triunfos concretos. A su vez, toda esta movilización ha traído consigo también tensiones intraétnicas porque muchos de ellos mismos reconocen que personas pertenecientes a su misma etnia, que ocupan cargos de poder, en ocasiones han defraudado los intereses comunes, cayendo en las mismas dinámicas que desde el mundo macro globalizado quizás los 118 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

empujan a problematizar aspectos que seguramente desde su vivencia inmediata no habían sido vividos como una amenaza.

Desafíos de tiempo presente El investigador y lo investigado/investigable Ya no puedo comer como antes en mi casa sin pensar en qué estarán comiendo ahora en Villa Rica(…) ahora valoro más la alimentación. Fue clave para este proceso el ser parte de sus espacios, compartir el almuerzo comunitario, conversar en el espacio de las madres gestantes, es decir, no ser solamente espectadoras sino también parte de los sujetos indagados, pues ellas nos preguntan a nosotras acerca de nuestras experiencias y de las formas como hemos hecho frente a las vicisitudes de la vida, es decir, no es un espacio muerto, sino un espacio vivo, donde en interrelación con el otro sale a flote lo propio de cada una y a al vez sale algo nuevo como producto de las socializaciones hechas por las voces de cada participante del grupo. Buber, citado en Martínez (1997), reitera la importancia de lo que acontece en el entre nos e incluso refiere que la esfera del entre constituye como tal una protocategoría de la realidad humana; categoría la que habitualmente se soslaya en las investigaciones de corte ortodoxo. El hecho fundamental de la existencia humana es el hombre con el hombre. Lo que singulariza al mundo humano es, por encima de todo, que en él ocurre, entre ser y ser, algo que no encuentra par en ningún otro rincón de la naturaleza (Martínez, 1997, p. 236). Conservar el espíritu en alerta sensible a las señales que nos permite el contacto con el otro abre las puertas a la interacción, puertas al encuentro con la alteridad, con lo diverso y a su vez, lo común entre nosotros. No perder ese norte. No es una búsqueda de trazar nuevas fronteras, o de demarcar aún más las ya existentes. Ruta que se retoma en intento de reconocer al otro como otro diverso, ajeno pero también cercano, hermano.


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Desde el encuentro con estos nuevos actores sociales estas investigaciones han permitido rescatar el lugar del sujeto y de la subjetividad en investigación social (Jiménez y Torres, 2004). El rescate del sujeto como sujeto implica desde el lugar de la investigación romper la dualidad que nos habla del otro como objeto, como un externo a mí a quien puedo estudiar. El investigador (Martínez, 1997) debe enfrentar, sin poder eludirlo, la unicidad, la singularidad y la irrepetibilidad de las personas y lo hace inclusive desde una postura y perspectiva propias también singularísimas. Es un intercambio de subjetividades, que a su vez engloba cosmovisiones, crianzas, acervos epistemoculturales, relacionales, y he allí la riqueza del (des) encuentro. Como tal es un reto, un desafío enfrentarnos a ese otro desconocido, diverso, ajeno a nosotros, reto al cual es más fácil eludir a través de someros datos, evitando el intersticio, la confrontación misma que deviene del entre nos. Una de mis preocupaciones constantes es el comprender cómo es que otra gente existe […] Nadie, supongo, admite verdaderamente la existencia real de otra persona. Puede conceder que esa persona esté viva, que siente y piensa como él; pero habrá siempre un elemento anónimo de diferencia, una desventaja materializada (Pessoa, citado por Skliar, 2002, p. 29). El otro como ajeno a su vez cercano; lugares del otro que quedarán esbozados y sin embargo, siempre, muchos de ellos, aún no explorados, ni siquiera con la posibilidad del lenguaje; y más aún con las restricciones mismas del lenguaje en investigación, el otro quedará aun solo anunciado. En procura del rescate de la subjetividad, es la propia voz de la alteridad la que ante nosotros se asoma y la cual difícilmente puede ser traducida más que en intento, compartida, leída, re-leída, reflexionada desde nuestras propias voces, que ya no serán las mismas después del encuentro.

Compromisos que se sostienen … Invitación permanente a realizar replanteamientos, reconfiguraciones de la ruta ini-

Estación del ferrocarril (1950).

cial(…) ¡caos! Caos al caerse el armazón que estaba diseñado, caos en la reconfiguración de nosotras como equipo, en las nuevas reorganizaciones conceptuales, metodológicas, personales que este reto nos plantea. Caos como potencia, como posibilidad de emerger y ethopolíticamente posicionar-nos de modo distinto ante lo posible investigable, lo indagable. Invitación a ruptura de prejuicios. (…) de modo que el error se puede concebir también como un ángulo de apertura y, la verdad, por su parte, no solo como un contenido evidenciado sino además como un significante que no se agota en si mismo. El error expresa la presencia de un horizonte de realidad posible (Zemelman, 1998, p. 45). Nuevas rutas que se abren y así mismo reconfiguración de nuevas preguntas (no una sola como en el paradigma convencional). No es una sola pregunta. Esto equivaldría a perpetuar los parámetros de la investigación. Poco a poco la investigación en el transcurso de la misma va abriéndo-se sus fronteras y empieza a tomar nuevas formas en ruta de indagación. Cuestionamos ahora la ruta de partida: la institucionalidad. Cuestionamos las cifras, las estadísticas, los parámetros, los inamovibles, lo que se cree que ellas dicen(…) En alerta vigilante de develar las camisas de fuerza y constrictores, detectamos señales en interacción con la comunidad misma, en particular con los jóvenes, que nos indican nuestros posibles desaciertos iniciales, traducidos en posibilidades de nuevos aprendizajes. En ruta de indagación, reconocemos la vía de la institucionalidad como una perpetuación del sistema. También

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como una posibilidad de realizar un proyecto de investigación que sea ágilmente despachado y en el cual efectivamente se validen los supuestos iniciales. Ya que construir una identidad requiere organizarla desde horizontes de significado. Nos interesa definir con ellos cuáles son las porciones significativas de la vida, en qué puede consistir la vida buena, qué tiene valor en la vida. La identidad supone actuar dentro de un orden, pero también sobre el orden social; por tanto, nos interesa rastrear cuáles intentos de inventar una forma de ser se están gestando o se vienen desarrollando hace algún tiempo en este grupo humano y que por esa vía intentan actuar sobre el mundo, transformarlo. De igual forma tenemos claro que nuestra mirada debe rescatar: dar la palabra, escuchar sus voces, hacer una construcción desde dentro de su propio mundo, con su propia elaboración conceptual, ¿qué es ser mujeres negras y ser hombres negros según ellas y según ellos? ¿qué es ser afrocolombiano? Le apostamos a reinventar y reconstruir el relato de la identidad a partir de la conjugación de lo oral, lo escrito, lo audiovisual/ informático en pos de impulsar lo local/particular en el intercambio global, a través de la recopilación de saberes e iniciativas adelantadas en la Fundación Villa Rica, como la del grupo de jóvenes de Soporte Klan. Desdibujar, re-crear, cuestionar, cuestionar-se, de-construir, re-tomar, escuchar. Desde una postura reflexiva en el contexto academia, los temas de conocimiento que inicialmente se habían planteado toman también nuevas formas, nuevos giros que van más allá de una transposición lingüística, y junto con el lenguaje, ese cambio semántico tiene que ver con la reflexión de fondo. La transición, por ejemplo, de la concepción con la que se llega sobre violencia conyugal parte del diálogo mismo con las gestantes, los jóvenes y otros actores de la comunidad, con quienes se pasó a pensar la violencia como algo macro, que incorpora más allá del término violencia los modos de relación con el otro. Es común en la población de Villa 120 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Rica, por ejemplo, el elevado tono de voz. A nuestra llegada como externos cualquier conversación entre ellos podía ser leída a nuestros ojos como discusión; sin embargo, en pesquisas acerca de su particular timbre referían que ancestralmente los modos de comunicarse de una hacienda a otra entre palenques obligaban a sus habitantes a hablarse a gritos. Esto representa desde el lugar reflexivo, por ejemplo, un asunto que tendría que ver con los prejuicios del investigador y cómo a su vez, en función del movimiento, nos permitimos ponernos en evidencia y traspasar los prejuicios mismos. A la inversa, como lo plantea Venegas (2007), también hay que evitar conjeturas acerca de la tendencia a validar todo lo que sucede en la comunidad. Tampoco todo lo que sucede en la comunidad es bueno, válido. Al igual que en la academia, es decir, por el hecho de reconocer que para ellos el asunto de la violencia puede a bien tener otras lecturas, desde el proceso dialógico también hay que reconocer cuando se vive en su cotidianidad lo violento. Aquí se presenta la posibilidad de producir un tercer conocimiento sin perder el norte de pertenecer a culturas distintas. Este ínter-dialogo no está exento de las tensiones entre culturas, las pugnas favorables que nos permiten el acomodo, des-acomodo y quizás re-acomodo no sólo de saberes sino también de prácticas cotidianas. Hablar del tema de la violencia conyugal era ponerse en evidencia. Reconocer algunos de los modos de interacción en su vida diaria como violentos, hace patentes historias no sólo de una localidad específica; son y han sido las historias de hombres y mujeres quienes más allá de una etnia particular prefieren conservar el silencio como ocultamiento ante la confrontadora realidad. Sin embargo, en las entrevistas cercanas con las comunitarias y algunas de las charlas con gestantes se ampliaba la discusión acerca de lo que se consideraba violento para esa comunidad en particular. Sentidos y significados de una problemática en particular que desde la ruta metódica de vivir el acontecimiento decidimos transitar en este proceso, y que a su vez seguirá siendo móvil tal como la historia y la realidad misma.


La siembra: De tierra, polvo y otras vicisitudes... pp. 105-122

El acontecimiento no es lo que sucede (accidente); está en lo que sucede el puro expresado que nos hace señas y nos espera… es lo que debe ser comprendido, lo que debe ser querido, lo que debe ser representado en lo que sucede (Deleuze, 1989, p. 1). Hemos de aproximarnos comprensivamente a las formas-modos de interacción que se construyen entre pares, intergeneracionalmente e inter-género, es decir, cuáles son las racionalidades y lógicas de resistencia, coexistencia y descendencia en una etnia que se constituye y reconoce como parentela extendida. Quizás entonces debamos preguntarnos si necesitaremos construir una ontología, una epistemología de la relación.

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Voluntad y conocimiento como presupuestos del dolo en materia penal* Willingness and knowledge as presuppositions of willful misconduct in criminal matters

Yesid Echeverry Enciso Resumen Este artículo plantea la necesidad de fundamentar teóricamente la noción de dolo utilizada en la legislación penal colombiana, asi como su desarrollo jurisprudencial, a fin de superar las profundas dificultades que se presentan al momento de demostrar tal categoría en los casos concretos. Para ello, se revisa la forma como el dolo es tratado por la Corte Suprema de Justicia en diversas sentencias; se problematiza y cuestiona mostrando las debilidades de asumir su postura; finalmente, se propone una revisión desde la perspectiva de Aristóteles y Schopenhauer para solucionar la dificultad de su prueba y contribuir a su fortalecimiento filosófico. Palabras clave: dolo, voluntad, conocimiento, dogmática penal, conducta desviada, socialización, responsabilidad penal, culpabilidad.

Abstract This article highlights the need of theoretically supporting the notion of willful miscon-

duct in the Colombian Criminal Law and its jurisprudence development, in order to overcome the profound difficulties that arise when such a category is to be proved in actual cases. To this end, the way willful misconduct is addressed by the Supreme Court in diverse judgments is revised; it is also analyzed and criticized showing the weaknesses of assuming its position and, finally, a review from the perspective of Aristotle and Schopenhauer is proposed in order to solve the complexity of this fact and contribute to its philosophical strengthening as well. Key words: Willful misconduct, willingness, knowledge, criminal dogmatic, deviant behavior, socialization, criminal liability, culpability.

Introducción El problema de la libertad humana ha sido siempre una de las cuestiones fundamentales de la meditación filosófica y del debate político, con la particularidad de que –quiérase o no– la discusión se ha hecho por momentos

• Fecha de recepción del artículo: 11 de mayo de 2009 • Fecha de aceptación: 31 de julio de 2009. YESId ECHEVERRY ENCISO. Sociólogo y Magíster en Filosofía Política, por la Universidad del Valle. Abogado por la Universidad de San Buenaventura Cali - Colombia. Especialista en Derecho Penal, por la Universidad Santiago de Cali. Profesor tiempo completo de la Universidad Icesi, adscrito al Departamento de Estudios Jurídicos. Miembro del Grupo de Investigación Precedente, reconocido por Colciencias en categoría C. Correo electrónico: yecheverry@icesi.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 123-151 Ø 123

* Este artículo es producto del proyecto de investigación La noción de dolo en la dogmática penal colombiana, de la universidad Icesi, Cali, Colombia.


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en un plano metafísico. Aún así, la reflexión sobre ella demuestra una profundización del intelecto humano en uno de los enigmas más angustiantes que tiene ante sí el hombre. La multiplicidad de respuestas aportadas, así como las formas de enfocar y presentar la cuestión de la libertad, constituyen logros de la conciencia filosófica y política a lo largo de la historia. La reflexión sobre la libertad y su compleja polivalencia de sentidos ha tenido como hilo conductor su comprensión como la clave de la acción individual y colectiva del ser humano. A la libertad se le ha atribuido la decisión última sobre el bien y el mal, también sobre lo prohibido y lo permitido; se le ha convertido en el fundamento mismo de la responsabilidad de los actos humanos y se le ha situado como la base de la autodeterminación humana y la garantía del bien común. Bajo esta última forma se ha considerado a la libertad como la capacidad humana que permite el autodominio: quien posee autodominio es libre y, por tanto, responsable consigo mismo y con los otros. También bajo esta forma se ha considerado que el Estado tiene la obligación moral y política de garantizar el ejercicio pleno de la libertad y el autodominio humanos. Uno de los filósofos que llevó al más alto grado de desarrollo esta última clave fue Hegel (1986), quien al respecto dijo que: la libertad tiene en el Estado realidad concreta solamente en la medida en que la singularidad personal y sus intereses particulares tengan su total desarrollo y el reconocimiento de su derecho (p. 260). En Hegel, por supuesto, el desarrollo de la individualidad estaba encarnado en el Estado como garante de la libertad y de las libertades; en otras palabras, le asistía al Estado una obligación especial de garantizar el desarrollo de la acción humana en todo su potencial. El Estado, de esta manera, tenía como función materializar el derecho de los hombres, en calidad de ciudadanos, para hacer efectivo el disfrute de sus libertades. A la moral y al derecho se les situó con Kant y Hegel como doctrinas capaces de profundizar y aclarar los alcances de la libertad humana. La primera se ubicó al nivel de la 124 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

conceptualización del sujeto moral, racional y autónomo de sus actos, cuya capacidad de libertad le impele a actuar de acuerdo con el deber y sólo el deber, liberándose de la injerencia del deseo o de la emoción. La segunda, no obstante, se sigue preguntando ¿hasta dónde a ese sujeto moral, capaz del bien y del mal, se le pueden hacer cargos o juicios de responsabilidad acordes con sus actos, cuando estos actos están motivados también por el deseo o por determinaciones externas? ¿Cómo exigir que se comporte de una u otra forma cuando la decisión no está en su propia voluntad autónoma? En tal sentido, si para la moral es claro que la actuación del sujeto no debe estar coaccionada por el deseo sino por el imperativo categórico de obrar de acuerdo al deber moral, para el derecho es fundamental entender que un sujeto que obra por mediación o intermediación de otro no puede ser responsable de su acción cuando su voluntad ha sido coaccionada y su esencia moral reificada; es decir, convertida en cosa, en instrumento; pues ello deviene abiertamente en contra de la dignidad humana. Entonces, el derecho y la moral se cruzan aquí. Aún así, vale la pena preguntar ¿es la voluntad realmente libre? ¿Puede el hombre escapar al determinismo natural del principio de causalidad? Estas preguntas son básicas a la hora de establecer una justificación racional de la responsabilidad por los actos humanos. Este artículo trata precisamente de avanzar en la forma cómo se articulan la voluntad y el conocimiento en materia de responsabilidad penal. Para ello, primero se aborda la manera como el derecho contempla esa cuestión. Y después cómo desarrollan Aristóteles y Schopenhauer sus argumentos. Aristóteles fue el primer filósofo que concibió la relación entre estas dos dimensiones. La voluntad implica para él una primera forma de libertad y la racionalidad una forma de deliberación. Asimismo, interesa Schopenhauer puesto que es uno de los filósofos que más fehaciente y directamente ha cuestionado la libertad de la voluntad y remite a la motivación y al deseo como elementos internos determinadores de la voluntad y forjadores del carácter humano.


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A manera de conclusión, este artículo realiza un breve balance de la discusión.

Voluntad y conocimiento en derecho penal A efectos de entender las exigencias normativas en materia penal, es necesario abordar someramente el sentido de las codificaciones y tipificaciones que los hombres han realizado con el propósito de recrear su mundo y dar sentido a su comportamiento en procura de un orden reglado. El hombre está sometido a preceptos normativos o reglas que imponen unas formas de actuar o no actuar. La actividad humana no sería posible, por lo menos como la conocemos, si nuestras conductas no siguiesen tales cánones o patrones rutinizados al momento de ejecutar nuestras tareas, de acuerdo con los contextos socioculturales en que nos desenvolvemos. De no ser por el respeto de los códigos y señales que aparecen por todas partes en nuestros centros urbanos, la movilidad simplemente sería un caos. Las normas que seguimos en nuestras acciones le dan al mundo en que vivimos su carácter ordenado y predecible, generando tácitamente un presupuesto de confianza, o como diría el sociólogo británico Anthony Giddens (1998), de “seguridad ontológica” a nuestra vida cotidiana. Parte de la sociología se preocupa por analizar el modo de lograr el orden social. Sin embargo, no todos se ajustan a las expectativas sociales en todo momento. Algunos conductores, por ejemplo, cuando tienen mucha prisa o bajo la influencia del alcohol, desobedecen las reglas; incluso ponen en peligro la vida de los demás; otros llegan a conducir temerariamente al irrespetar el sentido de las vías y sin acatar las señales o ignorar el semáforo. Esto demuestra que las personas, en ocasiones, se desvían de las reglas que se supone deben respetar y generan un comportamiento inesperado por el conglomerado al poner en entredicho el orden social. El estudio de la conducta desviada ha sido abordado por la sociología de raigambre funcionalista y por la criminología crítica; esta última contribuye al entendimiento de

Carrera 5a, calle 12, Plaza de Caicedo.

los patrones antinómicos y anómicos de la colectividad. Es un área de análisis bastante amplia dado que existen tantos tipos de violaciones como normas y valores sociales hay. Si se considera que las normas varían de una cultura a otra, así como entre las diferentes subculturas de una misma sociedad, se puede advertir la desviación al comportamiento esperado por múltiples razones y diversos modos. La desviación, según el sociólogo Anthony Giddens (1991), se puede definir como la no conformidad a una norma o a una serie de normas dadas que son aceptadas por un número significativo de personas de una comunidad o sociedad (p. 152). Para Parsons (1984), la desviación es la tendencia motivada para un actor en el orden a comportarse en

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contravención de una o más pautas normativas institucionalizadas (pp. 238-239). Se puede, entonces, entender la desviación como una inconformidad con el orden dado o como una tendencia que marca la ruptura con el orden legitimado, ya sea para imponer uno nuevo o sólo para desobedecerlo. Este comportamiento contravencional genera una escisión entre transgresores y no transgresores que, a su vez, da como resultado la imposición de sanciones tendientes a conservar el statu quo. Sin embargo, hay autores que consideran la desviación como una transgresión del orden cultural que da lugar a los cambios sociales y a la renegociación de valores. Como puede apreciarse, los comportamientos desviados y no desviados son la expresión de significados socialmente aceptados o reprobados. Cualquiera que sea la forma en que se asuman, estos siempre tienen de fondo una especie de convención que los hace válidos para el grupo de participantes en los cuales funcionan. Ello se debe al carácter social y al componente cultural que aparecen en el proceso de construcción de los significados que dan, de esta manera, un sentido a todas las actividades humanas que poco difieren del sentido que le atribuyen los otros significantes por ser parte integral en la formación del yo socializado. Taylor al exponer el carácter dialógico de la identidad y del reconocimiento afirma: (…) para mis propósitos sobre este punto, deseo valerme del término lenguaje en su sentido más flexible, que no sólo abarca las palabras que pronunciamos sino también otros modos de expresión con los cuales nos definimos, y entre los que se incluyen los “lenguajes” del arte, del gesto, del amor y similares. Pero aprendemos estos modos de expresión mediante nuestro intercambio con los demás. Las personas, por sí mismas, no adquieren los lenguajes necesarios para su autodefinición. Antes bien, entramos en contacto con ellos mediante la interacción con otros que son importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llamó los otros “significantes” (1993, pp. 52-53). 126 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Así, pues, la producción simbólica no se puede descontextualizar de las condiciones socioeconómicas e históricas en que se desenvuelven los sujetos o actores sociales. Los sistemas simbólicos que los individuos utilizan en el proceso de construcción de significados y significantes ya están dados en un sitio específico, profundamente arraigados en el lenguaje y en la cultura, y constituyen una especie de herramienta comunal cuyos utensilios –una vez utilizados– hacen del usuario un reflejo de la comunidad. En este sentido, Lévi-Strauss nos dice: El lenguaje es susceptible de ser tratado como un producto de la cultura: una lengua, usada en una sociedad, refleja la cultura general de la población, pero, en otro sentido, el lenguaje es una parte de la cultura; constituye uno de sus elementos, entre otros. Se puede considerar el lenguaje como una condición de la cultura, y ello en un doble sentido: diacrónico, puesto que el individuo adquiere la cultura de su grupo principalmente por medio del lenguaje; se instruye y educa al niño mediante el habla; se lo reprende y se lo halaga con palabras. El lenguaje aparece también como condición de la cultura en la medida en que ésta posee una arquitectura similar a la del lenguaje. Una y otra se edifican por medio de oposiciones y correlaciones, es decir, de relaciones lógicas. De tal manera que el lenguaje puede ser considerado como los cimientos destinados a recibir las estructuras que corresponden a la cultura en sus distintos aspectos, estructuras del mismo tipo que las del lenguaje (1993, p. 63). En otras palabras, las instituciones y los sistemas sociales anteceden a los individuos que los utilizan y por ello es que se presentan con un carácter impositivo; esta es la coacción que se atribuye a los hechos sociales y que es ejercida sobre el individuo (Bruner, 1991). El ser humano posee un poder imaginativo para construir culturas simbólicas y para adaptar las estructuras a las condiciones materiales y culturales que se requieren en cada época, de ahí la importancia de los signi-


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ficados connotativos que cumplen la función de redefinir los significantes y ponerlos a tono con cada necesidad histórica. Las connotaciones, al desplazar los sentidos históricamente atribuidos a nuevos significantes, contribuyen al proceso de redefinición del mundo al actualizar los sistemas simbólicos conforme al capital de conocimiento acumulado. Al respecto, Bruner considera que: (…) a pesar de nuestro poder para construir culturas simbólicas y establecer las fuerzas institucionales necesarias para su ejecución, no parece que podamos orientarlas muy fácilmente para alcanzar los logros y metas propuestos. Lo cual quiere significar que nuestras formas simbólicas comunales adquieren su propia dinámica y se constituyen ellas mismas en instituciones modeladoras de las conductas humanas por sí solas (1991, p. 38). La realidad y los significados sociales son, en la mayor parte de las interacciones, el resultado de intrincados procesos de construcción y negociación, profundamente arraigados en la cultura; ello en tanto que los valores y creencias existentes en una sociedad son el resultado de decantamientos simbólicos que a lo largo de la historia de las instituciones, de los usos, de las prácticas y de las costumbres, van quedando a flote como las esencias en el proceso de depuración ideológica, en tanto que producen eficacia en la solución de problemas cotidianos. Las creencias y los valores sociales cumplen funciones integradoras en la comunidad, al paso que funcionan en interés de sus integrantes en las relaciones con la colectividad; es decir, relativizan los conflictos entre individuo y sociedad, aunque están, de manera muy ligera, abiertos a la reflexión radical, puesto que casi no admiten formas antagónicas de comportamiento sin que ellas sean rechazadas o sancionadas. Aunque todas las culturas descansan sobre una base axiológica que posibilita formas propias de vida y concepciones particulares de la realidad, no siempre se está a salvo de los choques y conmociones que genera la receptividad de nuevas formas ideológicas que ponen en cuestión los valores existentes, ya que

los valores sociales constituyen la forma cultural de construcción del significado al propiciar la escisión del mundo en dos grandes polaridades, ya sean estas lo sagrado y lo profano, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo deseable y lo indeseable, etc. (Bruner, 1991, p. 48). Estas polaridades llevan a una tercera forma, que es la negociación; que generalmente termina en la inversión de los valores iniciales o en una connotación; es decir, en un traslado de sentido o significado hacia otros significantes. La fusión de horizontes actúa mediante el desarrollo de nuevos vocabularios de comparación, por cuyo medio es posible expresar estos contrastes (Taylor, 1993, p. 99). Esto es lo que se entiende como transgresión cultural, que da origen al cambio social; así, la desviación no necesariamente constituye un problema al que hay que erradicar, ya que puede ser el motor o, al menos, el tránsito hacia una nueva forma de entender lo social. En otras palabras, la desviación de un orden puede dar lugar a otro orden, mejor o peor, depende del caso en concreto, pues conductas que en un tiempo eran vistas como delictivas hoy son consideradas como normales y ampliamente aceptadas en el contexto cultural. Ahora bien, ninguna sociedad admitiría sin más una tipología tan escueta entre aquellos que se desvían de las normas y los que se acogen a ellas. Todos trasgredimos en algún momento o en alguna circunstancia normas de comportamiento generalmente aceptadas. Muchas personas han cometido en alguna ocasión pequeños hurtos, como llevarse algo de una tienda sin pagar o llevarse pequeños objetos del trabajo –como cuadernos de notas– para su uso particular. Otras han fumado marihuana, han comprado alcohol sin tener la edad legal, han tomado drogas ilegales, han vulnerado el mandato de fidelidad matrimonial, entre otras. Normalmente las reglas o normas sociales se respetan porque, como resultado de la socialización, se han convertido en algo habitual, se han internalizado desde la infancia. Se puede afirmar que el hombre actúa de conformidad con ellas como si estuviese programado para su cumplimiento, lo cual

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se torna puramente mecánico. El comportamiento anclado y objetivado sólo se sigue en la internalización de pautas sociales. El respeto de las normas opera en la creencia consciente de que el comportamiento que señalan está justificado. Esto se aplica, por ejemplo, a las normas de tránsito. Los conductores aceptan que tienen que respectar ciertas reglas, como conducir por el lado correcto de la carretera o detenerse cuando el semáforo está en rojo, porque si la mayoría de los conductores no acatasen dichas reglas las carreteras serían mucho más riesgosas de lo que ya son. Todas las normas sociales van acompañadas de sanciones o amonestaciones que protegen contra la no conformidad. Una sanción es cualquier tipo de reacción de otros ante el comportamiento de un individuo o grupo y cuyo objetivo es asegurar que se cumple una norma concreta. Las sanciones pueden ser positivas o negativas, dependiendo de su finalidad; esto es, si están orientadas a reforzar comportamientos o a reprimirlos (operan como dádivas, aceptaciones, felicitaciones o actitudes de reproche, castigos, reprimendas, etc.). La imposición de sanciones en las sociedades modernas se ha delegado a un aparato coercitivo, organizado y especializado en ello, el sistema judicial, los tribunales de ética, la prisión, entre otras, son las instituciones encargadas de su cumplimiento. Las sanciones informales, positivas o negativas, son un rasgo común de todos los contextos de la actividad social. Las de tipo positivo incluyen desde una felicitación o una sonrisa con aprecio, hasta darle una palmada en la espalda. Ejemplo de sanciones informales negativas son insultar, regañar o agredir físicamente a alguien; ridiculizar, señalar o estigmatizar con ciertas bromas o referir fábulas donde se expone al sancionado a ocupar el papel de un personaje o animal. Las sanciones formales pretenden reorientar la conducta hacia el comportamiento esperado y aceptado por la colectividad; se encuentran codificadas y rigurosamente ritualizadas. Querer ganarse la aprobación de la familia, de los amigos o los colegas, o desear evitar ser puesto en ridículo, avergonzado 128 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

o rechazado, son cosas que normalmente influyen en el comportamiento de las personas, más que los premios o las sanciones, pues el reconocimiento social sigue siendo un incentivo normativo, aunque en ocasiones también lo es del comportamiento desviado, como cuando el joven realiza travesuras en clase para llamar la atención del grupo e ignora la autoridad del maestro. Ahora bien, se puede afirmar que la conformidad es la conducta generalizada de los individuos en el marco de las colectividades y, por ello, se puede hablar del papel homogeneizador derivado de la eficacia normativa. La conformidad se asimila al sometimiento, al consenso social, al acuerdo y a la cultura. Los agentes de socialización, llámese escuela, familia, universidad, fábrica, club, sindicato, iglesia, entre otras, cumplen con su papel de interiorizar las pautas de comportamiento en los individuos a tal punto que logran ganarse la obediencia de las mayorías al interior de una colectividad. Algunos individuos y grupos que pierden o menguan sus adhesiones consensuales comienzan a actuar de modo disconforme y desviado, en pugna contra los patrones y modelos de la mayoría social. Comportamientos estos que suelen terminar en la rebelión o en el retraimiento, pues algunos individuos optan por proponer un nuevo modelo societal a través de la imposición de sus patronos por la vía armada, mientras que otros grupos prefieren aislarse y permanecer al margen de los cánones mayoritarios. Desde el punto de vista criminológico, la desviación es cualquier conducta que se aparte de lo considerado normal o socialmente aceptable en una sociedad o contexto social, o se aparte de las expectativas sociales en un momento dado, en cuanto pugna con los modelos y patrones de la mayoría social (De La Cruz, 2003, p. 47). La naturaleza y el contenido del comportamiento desviado varían en términos de espacio y tiempo, pues los contextos culturales en que se produce obedecen a diversos componentes axiológicos y el comportamiento del pasado no asume la misma crítica y reproche en el presente. Pero las desviaciones no aparecen uniformemente, la diferenciación de la desviación


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depende de circunstancias, de momentos, de contextos sociales. Como afirman algunos criminólogos, la desviación no puede explicarse de espaldas a la dimensión del control, el estatus de desviado debe ser entendido en el contexto del conflicto socio-político y económico; de no ser así se ubicaría dentro del espectro de la psicología individual, ocultando la naturaleza política y social de esta conducta que, en gran medida, obedece a relaciones injustas que se desarrollan en la sociedad; relaciones rechazadas y desaprobadas por un grupo de sujetos que hacen parte de la misma sociedad, la cual genera ideas e intereses opuestos. Intentar encontrar explicaciones por fuera del conflicto es desconocer el carácter anómico de la desviación, desnaturalizar su génesis. Ahora bien, la selección de un comportamiento como delito no es otra cosa que la imposición de un valor y la descripción del apartamiento de dicho valor en forma de prohibición como un caso de desviación. Luego, la contemplación de un número significativo de prohibiciones en un código penal no es algo distinto de la aceptación de diferentes niveles de desviación que vulneran los intereses de la sociedad. Es precisamente la existencia de la conducta desviada la que confirma la necesidad de la norma; en otras palabras, sin desviación pierde sentido la prohibición, pues de nada serviría prohibir una conducta que nadie estaría dispuesto a cometer. De esta manera, la ley penal es la expresión de valores, intereses y apuestas por modelos de dominación reinantes en un momento dado, bajo condiciones especiales y en un lugar determinado; da cuenta del universo axiológico de la sociedad, de sus prioridades e interpretaciones, de sus intercambios simbólicos y asignaciones de sentido a bienes concretos (vida, propiedad privada, honra, libertad, dignidad), que en últimas son el ámbito de su protección. Por ello, el control penal es parte de la expresión del control social en cuanto a las conductas más desaprobadas por la colectividad y consideradas dañinas ante la pretensión de orden y legitimidad del poder estatuido.

Calle 11 con carrera 4a, Plaza de Caicedo.

Control que impone drásticas sanciones a la conducta desviada y pretende reencauzar a quienes se apartan de ella como también ratificar y mantener a quienes por su senda andan. No olvidemos que el control también permite ciertos tipos de desviación, tolera algunos alejamientos de su pauta al punto de permitir el cambio social. Frente a la desviación, la sociedad se manifiesta a través de la socialización como mecanismo dirigido a impedir su producción, a evitarla, ya sea por medio de la educación, de la interiorización de los valores y significados sociales, de las prácticas y habituaciones colectivas, entre otras; pero cuando la desviación aparece y está en pugna con los bienes jurídicamente protegidos por ser de especial relevancia para la sociedad, no queda otro camino que el control social y es cuando el sistema penal entra en acción una vez que la socialización y sus agentes han fracaso en el

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proceso de internalización de la norma en el sujeto. De aquí que se afirme su carácter subsidiario y se hable del principio de la última ratio o derecho penal mínimo. Así las cosas, las normas penales no generan nuevos valores societales, no constituyen un sistema independiente de comportamiento en la sociedad; sólo recogen los valores existentes al interior de la colectividad dándoles un orden de prioridad y jerarquizando las sanciones que se establecen por las vulneraciones, de conformidad con las expectativas sociales. El control social penal debe acogerse a los parámetros que regulan su participación en la sociedad; no puede desconocerse su carácter de medio en procura de un bienestar o de la búsqueda de relaciones equitativas y de justicia. Su eficacia depende, en gran medida, de la convicción o legitimidad existente sobre su capacidad para lograr reafirmar los valores que la sociedad realmente tenga por importantes y asuma como suyos. Luego, por más represión penal que exista en un sistema normativo, si dicho sistema no es en realidad avalado por los ciudadanos jamás podrá obtener un nivel avanzado de obediencia; en otras palabras: no logrará una eficacia social. Es necesario comprender que el sistema jurídico penal pretende superar la sensación de inseguridad latente en nuestras sociedades, inseguridad derivada de hechos a veces reales y a veces supuestos (Bauman, 2007). Para ello debe ganar la confianza y el respeto de sus sometidos, confianza que empieza con el respeto de los derechos del sindicado o del enjuiciado a obtener un trato incluyente, imparcial, justo y a que se le garantice la oportunidad de volver al medio social en mejores condiciones de sociabilidad. Pues, ante todo, el sistema de sanciones está estructurado bajo el supuesto que el delincuente o el desviado debe ser encaminado hacia la conformidad social, su desacato obedece a una falla en la socialización que debe ser corregida para que el sujeto pueda volver a la sociedad una vez se logre interiorizar la norma e inculcar el deber de obediencia a la misma. Sin embargo, la resocialización no ha sido, para el caso colombiano, un remedio efectivo frente a las formas de criminalidad, 130 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

no ha logrado persuadir al delincuente para que no reincida en su conducta, pero este tema no viene al caso en estudio y habrá de ser analizado en otra oportunidad. Ahora bien, el derecho penal está pensado para proteger los intereses prioritariamente colectivos o sociales, intereses que se presentan como valores o bienes necesarios para la convivencia armónica, incluyendo en ellos los de la persona que eventualmente ha de someterse a juicio. Por otra parte, el derecho penal también tiene como misión limitar el poder punitivo del Estado y brindar seguridad al conglomerado; pues, en ocasiones (el Estado), decidido a terminar a toda costa con la criminalidad, puede imponer sanciones excesivas o arbitrarias sacrificando con ello las garantías mínimas de los individuos y la idea de la proporcionalidad. Pero ¿cuáles son esos intereses colectivos que protege el derecho penal? ¿A qué se refieren? Estas son las preguntas que llevan al problema de los bienes jurídicos tutelados por la ley. En este sentido, actualmente se habla de derecho penal de enemigo como una formulación de normas jurídico-penales que dan cuenta de un propósito político más allá del entorno estrictamente jurídico. Es decir, señala el uso normativo realizado por la política para encauzar la construcción social de sujetos vistos como enemigos del régimen. En principio, este tipo de derecho asume que no se les puede tratar como ciudadanos a quienes infringen ciertas leyes penales; por tanto, hay que desconocerles sus derechos y garantías a través de procedimientos normativos que, si se quiere, riñen con el orden jurídico legítimo. En otras palabras, se trata de la aplicación de un conjunto de normas legisladas al amparo de los procedimientos, pero que generan discriminación o tratos desfavorables ante los agentes perpetradores de las conductas definidas como delitos atentatorios del orden público, de la moral social, de la paz, del régimen constitucional entre otros bienes jurídicos. Esta noción de derecho penal de la enemistad tiene como fundamentación teórica la tesis formulada por Carl Schmitt (2002), principalmente en su obra El concepto de lo


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político, donde el autor extrema su concepto de lo político a la relación amigo-enemigo y, por Hobbes quien afirma que el individuo no sometido al pacto social no puede tener tratamiento igualitario al asociado. Estos pensadores son retomados por Günter Jakobs para acuñar la noción de derecho penal de enemigo, en contraposición con un derecho penal del ciudadano; derecho que –frente a los delitos de terrorismo, secuestro, narcotráfico y extorsión, especialmente– ha venido encontrando asidero en las legislaciones tanto europeas como latinoamericanas (Aponte, 2006). De este modo, se plantea uno de los temas más polémicos dentro del derecho penal: ¿qué hechos se convierten en delito? Pues bien, el derecho penal sólo debe proteger los bienes más valiosos para la convivencia; en otras palabras, aquellos valores sin los cuales sería imposible vivir o, por lo menos, la vida en colectivo se haría desastrosa; protección que debe hacerse de cara a las conductas más atroces, a ciertas formas de desviación susceptibles de reproche y escarnio público por estar destinadas a desarticular la vida en común; es decir, los comportamientos más peligrosos y repudiados por la sociedad. Luego, no toda vulneración o puesta en peligro de un bien jurídico debe estar acompañada de la intervención del derecho penal, he aquí su carácter subsidiario y la razón para que él sea la última instancia a la cual acudir, pues, generalmente, sus consecuencias son muy perjudiciales para el agresor. Con la ausencia de un sistema normativo orientado a proteger los bienes y valores prioritarios para lograr la convivencia pacífica, armoniosa y justa de la colectividad, o sino existiera una institución encargada de asegurar la inviolabilidad de la vida, la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la salud, la integridad física, entre otros, la convivencia no sería posible, al menos en el estado actual del desarrollo social. Según el criterio del bien jurídico, la afectación social de un hecho depende del nivel de agresión a intereses que afectan las condiciones de vida de los individuos o de la afectación directa a ellos mismos.

Partiendo del propio contrato social, surgió un derecho a ser respetado y un deber a respectar; el delito apareció como lesión de ese derecho intrínseco (subjetivo) que resumía a la libertad como derecho inherente a todo hombre. Luego el derecho se escinde en subjetivo y objetivo, siendo el primero una potestad, una facultad, una capacidad que reside en el ser, en el titular del derecho, y el segundo, el objeto mismo sobre el que recae la facultad o potestad. La propiedad, por ejemplo, entraña como derecho subjetivo la disposición que posee el propietario sobre el bien, esto es la capacidad o facultad para hacer con este lo que a bien tenga sin más limitaciones que el derecho ajeno. La intervención injustificada de un tercero en dicha potestad equivale a una intromisión ilícita, a una violación de su libertad. De ahí se afirma que donde no existe lesión de un derecho subjetivo no existirá ningún delito. Actualmente, algunos autores discuten el concepto de bien jurídico vinculado a fines del ordenamiento y del Estado. No deja de ser problemática la selección de los bienes jurídicos que deben ser protegidos por el Estado, menos aún lo es el criterio que debe seguir el legislador en el proceso de selección. Luego, el legislador ha de acudir, en principio, a las costumbres societales, a los valores colectivos que han sido decantados en el transcurso de la historia y que, por virtud de la constituyente, fueron positivizados en la constitución, de donde resulta que la fuente legítima para seleccionar los bienes a proteger no es otra que la constitución de un Estado. De otra parte, el bien jurídico también se ha querido fundamentar en el funcionalismo sociológico que se originó con Emile Durkheim en el siglo pasado. Según esta teoría del bien jurídico todos los bienes jurídicos protegidos por los tipos penales se pueden explicar no a partir de su sustrato material sino de la función y utilidad que tienen para la vida social (De La Cruz, 2003, p. 55). Esta particular visión del derecho penal parte de la creencia en un sistema del cual las normas jurídicas son sólo la expresión de un subsistema normativo encaminado a cumplir una función para la supervivencia del sistema

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total. Luego, los bienes jurídicos a proteger son aquellos que el sistema presenta como necesarios para la continuidad del mismo como un gran órgano biológico. En este contexto han deambulado las discusiones respecto de qué debe ser considerado como delito y cuál la pena o sanción a imponer, conflicto que no parece estar pronto a resolver. Pero también la manera de estructurar el delito, esto es ¿de qué se compone?, ¿cuáles son sus elementos? En este sentido, la legislación colombiana ha optado por la forma tripartita del delito: pues para que una conducta se considere punible ha de ser típica, antijurídica y culpable. En otras palabras, el delito se compone de tres categorías, a saber: estar previamente descrito en la ley como punible (tipicidad), ser violatorio de un bien jurídico protegido por la ley o ponerlo en grave peligro (antijurídica), y haberse realizado con conocimiento e intención o violación del deber de cuidado (culpabilidad). La parte de la culpabilidad que se refiere al conocimiento de que se actúa de manera contraria a la norma y la intención de realizar dicha acción es lo que se conoce como dolo en la dogmática penal colombiana. El concepto penal de culpabilidad remonta su origen a finales del siglo XIX donde la dogmática penal acuñó su acepción en contraposición de una responsabilidad penal basada meramente por el resultado de la acción. Famoso es aquel adagio que reza “quien inocentemente peca inocentemente se castiga”, sin hacer alusión alguna a la intencionalidad o al conocimiento de la ilegalidad del hecho por parte del autor. La palabra culpabilidad contiene al menos, tres significados: a) como elemento dogmático del delito; b) como fundamento del principio de culpabilidad enunciado bajo el aforismo latino nulla poena sine culpa y c) como elemento legitimador de la pena y del ius puniendi. En otras palabras, el principio de la culpabilidad enuncia el principio de la individualización de la responsabilidad penal. Antaño, las conductas punibles derivaban responsabilidad y consecuencias que cobijaban al actor y a sus familiares. Como elemento dogmático del delito, la culpabili132 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

dad constituye un elemento imprescindible –según la mayoría de la doctrina– para la calificación de una conducta como delictiva. Pero la exigencia de un elemento subjetivo en el delito no es nueva, sino que ya el inicial concepto germinal de delito se configuraba como la acción culpable. Según la división tripartita, el delito sería la acción u omisión típica, antijurídica y culpable, tal y como aparece estipulado en nuestra legislación penal. Sin embargo, la contemplación como elemento del tipo penal no hace ninguna definición de la misma. Por ello, en la doctrina la culpabilidad asume dos acepciones: como concepto material y como concepto formal. El uno pretende dar cuenta del dolo y de la culpa como parte integrante de los elementos subjetivos del delito, esto es, como intencionalidad y como conciencia de la ilegalidad. El otro, es decir el material, busca establecer los supuestos bajo los cuales es posible realizar el juicio de atribución de responsabilidad. En este sentido, parece existir cierto consenso en torno a la prioridad del principio no hay pena sin culpabilidad, aunque algunas divergencias subsisten en cuanto a la naturaleza de la culpabilidad, pues los funcionalistas no ven la necesidad de dicho concepto en la medida que la infracción es una irregularidad del sistema y debe ser resuelta volviendo al estado de cosas sin importar la subjetividad del infractor. Los que optan por un derecho de corte naturalista, inspirado en el principio de causalidad y amparados en las reglas del método científico, ven en la culpabilidad el peligro de la subjetividad y la presencia de la acientificidad del derecho. Bajo la influencia del pensamiento positivista y por oposición a la tesis del derecho natural, los juristas describieron –a la mitad del siglo pasado– la culpabilidad como la relación psicológica que vincula al autor del comportamiento como el resultado lesivo ocasionado. Esta explicación fue, con prontitud, juzgada insuficiente. Así, se estimó que no podía explicar por qué la culpabilidad no debía ser admitida en relación con quien daña un bien, de modo ilícito e intencional, encontrándose en estado de necesidad. Pues, en ese caso,


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existe una relación psicológica clara entre el autor y el resultado. Así mismo, se objetó que la culpa inconsciente no podría ser considerada como un caso de culpabilidad, ya que dicha culpa se caracteriza, justamente, por una ausencia de relación psicológica. Se critica a la tesis psicológica la ausencia de respuesta para explicar el caso del delito culposo derivado de la omisión, por violación del deber de cuidado. Para la teoría psicológica, la culpabilidad debe hallarse en la conciencia y la voluntad del acto realizado o en la relación psicológica que corre entre un hecho material y la persona que lo ha llevado a cabo. Esta teoría tiene el mérito de haberse enfrentado a la vieja concepción de la responsabilidad objetiva y el de haber enfocado el problema de la responsabilidad hacia el hombre, más que hacia el resultado de su comportamiento (Reyes, 1997, p. 5). A pesar de su importancia, autores como Gunther Jakobs (1998) critican el concepto psicológico de culpabilidad por varios motivos, entre ellos: ante todo no proporciona indicación alguna sobre qué hechos psíquicos (¿por qué psíquicos?) han de ser relevantes para la culpabilidad; así tampoco alcanza a fundamentar la relevancia del dolo y de la imprudencia (p. 569). Por su parte la teoría normativa no constituye propiamente una concreta posición doctrinal, sino más bien un conjunto de matices cuyo denominador común es el rechazo de las orientaciones psicologistas, la referencia del concepto a la norma y el evidente énfasis en la reprochabilidad de la conducta del agente. Para algunos autores de esta corriente como Reinhart Frank, padre de esta escuela: (...) la culpabilidad no es un nexo psicológico ente el agente y su comportamiento, sino un juicio que reemite sobre quien, habiendo podido comportarse conforme al deber que le era exigible, ha actuado de modo contrario a ese deber; trátese, pues, de un fenómeno complejo cuya estructura forman parte el dolo, la culpa, la imputabilidad y la normalidad de la motivación, y puesto que en ella intervienen estos elementos, bien puede sintetizarse su esencia en la reprochabilidad.

Plaza de Toros Cañaveralejo (1958).

De esta manera dolo y culpa dejan de constituir el fenómeno mismo de la culpabilidad para convertirse simplemente en elementos suyos (Reyes, 1997, p. 7). Para superar las insuficiencias de la concepción psicológica, los penalistas acudieron a la tesis neokantiana. El primer paso dado fue el de reconocer que entre el autor y el resultado de su comportamiento no existía un vínculo sicológico, sino que se trataba de una especial actitud síquica del agente. En seguida se niega que la culpabilidad pueda ser, únicamente, reducida a este aspecto sicológico. Es, entonces, cuando se introduce una nueva noción de naturaleza normativa; el juicio de reproche. La culpabilidad es definida como un juicio de valor negativo (reproche) formulado contra quien –a pesar de poder actuar conforme al derecho– realiza un acto ilícito. Esta concepción es, generalmente, designada con la expresión teoría normativa de la culpabilidad. Mediante este esclarecimiento, los penalistas lograron explicar y ordenar mejor los elementos constitutivos de la culpabilidad: la capacidad penal es considerada condición previa a la culpabilidad porque es indispensable a la formación de la voluntad contraria al derecho, voluntad que se manifiesta de dos maneras: el dolo o intención y la negligencia. Y las circunstancias que excluyen la culpabilidad son explicadas con auxilio del criterio normativo de la no-exigibilidad de otra conducta. También se ha querido explicar la culpabilidad desde posiciones finalistas como la expuesta por Hans Welzel: La finalidad o carácter final de la acción se basa en que el hombre, gracias a su saber causal, puede prever, dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su

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actividad, proponerse, por tanto, fines diversos y dirigir su actividad, conforme a un plan, a la consecución de estos fines (Reyes, 1997, p. 12). Pero esta capacidad de prever las consecuencias del engranaje de la intervención causal y de orientar la conducta sobre estas bases a una finalidad determinada, sólo es posible mediante la voluntad; por eso es la columna vertebral de la acción final. La dirección final de la conducta supone dos etapas, la una es interna en cuanto se desenvuelve en la esfera del pensamiento; la otra es externa porque se realiza en el mundo de la naturaleza. Durante la primera fase, la persona anticipa mentalmente el fin que se propone; luego selecciona qué habrá de servirle para lograr la meta deseada mediante un movimiento de retroceso desde el fin, y, por último, considera los efectos concomitantes de su acción futura para evitarlos o contrarrestar sus desviaciones, operación esta última que realiza hacia delante a partir del factor causal elegido como medio en dirección a los efectos de producir. Superada esta etapa interna, el sujeto ejecuta su acción en el mundo exterior; es decir, pone en movimiento, conforme al plan trazado, los medios de actuar que ha escogido previamente hasta lograr el fin perseguido. En este orden de ideas sólo se puede hablar de acción cuando el hombre, con conciencia del proceso causal, dirige su actividad desde el fin elegido; por eso la finalidad es el elemento esencial de la acción y cobija el conocimiento causal, entendido como la comprensión de las posibles consecuencias de su actividad y la voluntad de realización del hecho con base en tal conocimiento. Los finalistas consideran, en efecto, que si la culpabilidad es juicio de reproche de una acción típica, antijurídica y si dentro del fenómeno de la acción está el dolo, este, no pudiendo ser al propio tiempo valoración y objeto de valoración, no pertenece a la culpabilidad sino a la conducta, y más exactamente al injusto, entendido como conducta típica y antijurídica. Según Reyes Echandía (1997) uno de los elementos que llevaron a esta ubicación del dolo fue el reconocimiento de que el tipo 134 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

penal no es exclusivamente y siempre de carácter objetivo, sino que a veces presenta aspectos subjetivos en los que aparece ostensible una concreta finalidad que orienta la conducta del agente; en estos casos, dicen los finalistas, no es posible referir lo objetivo al injusto y lo subjetivo o interno a la culpabilidad; debe reconocerse, al contrario, que tratándose de una voluntad de acción, dichos eventos y en todos los demás, el dolo pertenece al tipo, es su elemento subjetivo. Al examinar los tipos penales en busca de elementos subjetivos se encontró, además que en la tentativa, el dolo es uno de ellos (pp. 15-17). De acuerdo con la teoría finalista, son elementos de la culpabilidad: la imputabilidad, la posibilidad concreta de conocer el carácter ilícito del hecho realizado y la exigibilidad de una conducta conforme a la ley. La imputabilidad, entendida como capacidad de autorregularse conforme a derecho, es parte esencial del concepto de culpabilidad de acuerdo con la concepción finalista; de tal manera que la conducta realizada por un inimputable no es culpable, aunque puede ser dolosa, desde luego que este fenómeno pertenece a la acción. El segundo elemento de la culpabilidad es la conciencia de la ilicitud del hecho, en el sentido de que el agente debe tener la concreta posibilidad de comprender que actúa en forma antijurídica (Reyes, 1997). La teoría finalista tiene el mérito de haber introducido el concepto final de la acción humana en el ámbito del derecho penal y haber intentado una explicación sistemática de la teoría del delito. En el caso colombiano, la Constitución Política, en su artículo 29, inciso 4º, incorporó el principio de culpabilidad como condición de responsabilidad penal: toda persona se presume inocente mientras no se le haya declarado jurídicamente culpable, concepto que tiene su regulación legal en los Arts. 9, 12, 21 y 22 del Código Penal (Ley 599 de 2000) y que fundamenta la culpabilidad en la capacidad de autodeterminación conforme a los valores jurídicos (Gómez, 1996). Quien tiene capacidad de autodeterminación mínima puede ser culpable si además se dan los presupuestos; quien carece de esa capa-


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cidad en concreto, no puede ser culpable penalmente. Cuando el delito es expresión del uso del límite logrado de libertad, hay responsabilidad penal, pero cuando el hecho punible es reflejo precisamente de una falta de libertad, la responsabilidad penal se desdibuja. El fenómeno de la culpabilidad se predica del sujeto imputable que ha incurrido en una conducta subsumible en un tipo penal determinado y vulnerado sin justa causa el interés jurídico tutelado, que ha actuado con la voluntad consciente que genera juicio de reproche porque se comportó en forma antijurídica pudiendo y debiendo hacerlo diversamente; o dicho en forma más simple, porque realizó un comportamiento típico y antijurídico con dolo, culpa o preterintención; la consecuencia de una acción u omisión de tal naturaleza es la imposición de la correspondiente pena; sanción que no se impone a quien ha actuado sin culpabilidad. Para Jesús Orlando Gómez López, uno de los juristas colombianos más destacados en el ámbito penal, sea cualquiera el concepto o idea de culpabilidad que se tenga y mientras subsistan los postulados de los Arts. 9 y 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, normas estas de forzoso respecto en Colombia y de superior jerarquía (Art. 93 C.N.) “es indispensable para que haya delito que el hecho sea doloso o culposo y no puede haber delito si razonablemente no podía exigírsele al sujeto la acción conforme al derecho u otras con menor contenido de injusto” (1996, p. 49). Sea cual fuere el nombre que doctrinariamente quiera dársele a estos requisitos del delito, la omisión de los mismos para calificar legalmente una acción como delito es una violación a los derechos humanos. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia, en reiteradas oportunidades ha manifestado la necesidad de probar la culpabilidad a efectos de configurar responsabilidad, culpa que debe manifestarse en cualquiera de sus tres modalidades. Es decir, bajo la forma de dolo, culpa propiamente dicha y preterintención. Para el caso en estudio, la estructuración del dolo debe contener el conocimiento de los

elementos constitutivos de la conducta punible, de su carácter delictivo o prohibitivo y la manifestación de su voluntad orientada a la realización del comportamiento típico. Veamos: (…) la tesis que el código penal ha legalizado reza que no puede haber responsabilidad penal sin culpabilidad, esto es, sin la prueba de la existencia de una “actividad consciente de la voluntad que da lugar a un juicio de reproche en cuanto el agente actúa en forma antijurídica pudiendo y debiendo actuar diversamente” y cuando la hace dolosamente, sabiendo que con su comportamiento vulnera un derecho legítimamente protegido. No basta que el sujeto activo tenga conocimiento de todas las características de su conducta en cuanto adecuable a un tipo penal determinado, sino que es necesario, además, para que de dolo pueda hablarse, que sea consciente de que su comportamiento vulnera sin facultad legítima el interés jurídico penalmente tutelado y, por consiguiente, de que va a hacer algo indebido (Corte Suprema de Justicia, Sala Penal. Sentencia del 4 de junio de 1981). Persiste la idea del dolo como una mezcla entre conocimiento e intención de realización, categoría de carácter psicológico o subjetivo que deviene de la escuela causalista del derecho penal, donde se contemplaba un elemento objetivo representado en la acción u omisión, en el hacer o no ejecutar la conducta prohibitiva o mandada, según el caso, por la ley; un elemento normativo que consistía en la controversia entre la conducta desplegada por el agente y la norma y, por último el juicio de culpabilidad. De allí que la misma Corte, se refiera al dolo y a la culpabilidad como elementos subjetivos del tipo penal. Veamos: Es bien sabido que además de los elementos objetivos del delito, debe darse el subjetivo, esto es de la intencionalidad con que actúa el sujeto activo de la infracción, que significa simple y llanamente, el querer consciente, de realizar una conducta que se sabe es antijurídica y en el caso que se analiza por la motivaciones y finalidades que impulsaron la conducta del sindicado, que se ha de

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concluir que no actuó con intención de realizar una conducta violatoria de un derecho protegido penalmente, y por el contrario es tan evidente la buena fe con que actuó, que dejó constancia de sus propósitos en el acta de la diligencia(…) (…) al no existir la intención dolosa de actuar antijurídicamente es apenas obvio que se ha de concluir en la inexistencia del delito imputado por ausencia de culpabilidad (Corte Suprema de Justicia, Sala Penal. Sentencia del 31 de julio de 1985). En conclusión, la culpabilidad no puede ser un simple juicio de reproche al autor por su acción injusta, pues la reprobación encierra un juicio moral o ético que el Estado no está legitimado en hacer; la responsabilidad se reduce a confirmar las condiciones de exigibilidad; es decir, si el Estado podía o no podía exigir al sujeto la conducta adecuada a derecho, atendiendo al conjunto de condiciones individuales y sociales en que se obró, pero la verificación de la exigibilidad presupone que se le han dado al individuo las condiciones mínimas para exigirle; si su culpabilidad es exigibilidad, esta sólo puede plantearse cuando a su vez el Estado ha suministrado los elementos para que el autor pudiese obrar conforme a la norma. En otras palabras, el Estado debe garantizar las condiciones para que los sujetos actúen con conocimiento de su acción (educación) y bajo presupuestos de libertad. Recapitulando, el Estado ante la presencia de la desviación grave que atenta contra valores y bienes jurídicamente relevantes para la sociedad –una vez fracasado el proceso de socialización e internalización de normas y valores– intenta contener la conducta desviada mediante el control social. En este caso el control social penal tipifica o describe como delitos aquellas conductas que vulneran flagrantemente los valores considerados como de suprema importancia para mantener el orden social y la convivencia pacífica. En este proceso construye la categoría de delito bajo la forma de una triada: conducta típica, antijurídica y culpable, donde la culpabilidad se expresa bajo la modalidad del dolo, de la 136 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

culpa propiamente dicha y la preterintención que es una mezcla de las dos anteriores. El delito se constituye bajo la modalidad dolosa cuando el actor o agente conoce los elementos del tipo penal, sabe sobre la ilegalidad de su comportamiento y voluntariamente decide actuar a pesar del mandato prohibitivo. Conocimiento y voluntad que en dogmática penal son los elementos constitutivos del dolo. Tal y como lo ha venido entendiendo la Corte Suprema de Justicia en los diversos fallos: (…) la inculpabilidad de su conducta por ausencia de dolo surge de la consideración de que el error sobre uno cualquiera de los elementos del hecho punible impide al actor el adecuado y recto conocimiento de la tipicidad de la propia conducta, o lo que es igual al aspecto cognoscitivo de aquella forma de culpabilidad; y la inculpabilidad por falta de culpa emerge de que actuó con el deber ciudadano que le era exigible conforme a sus condiciones personales y a las circunstancias en que su comportamiento se desarrollo; en uno o en otro casos de conducta no es jurídicamente reprochable (Corte Suprema de Justicia, Sala Penal. Sentencia de agosto 13). En el mismo sentido, la Corte Suprema sigue su postura en fallos posteriores refiriéndose una y otra vez al dolo como la unión de conocimiento y voluntad sin ahondar concretamente en lo que a la voluntad se refiere y al conocimiento necesario para que la conducta se convierta en delito: La tesis que el código penal ha legalizado reza que no puede haber responsabilidad penal sin culpabilidad, esto es, sin la prueba de la existencia de una “actividad consciente de la voluntad que da lugar a un juicio de reproche en cuanto al agente actúa en forma antijurídica pudiendo y debiendo actuar diversamente” y cuando la hace dolosamente, sabiendo que con su comportamiento vulnera un derecho legítimamente protegido (…) No basta que el sujeto activo tenga conocimiento de todas las características de su conducta en cuanto adecuable a un tipo penal determinado, sino que es necesario, además, para que de dolo pueda hablarse,


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que sea consciente de que su comportamiento vulnera sin facultad legitima el interés jurídico penalmente tutelado, y por consiguiente, de que va a hacer algo indebido (Corte Suprema de Justicia, Sala Penal. Sentencia del 4 de junio de 1981). En este orden de ideas, se puede seguir citando una serie de jurisprudencias de la Corte Suprema de Justicia en lo que al dolo se refiere, sin que se puedan extraer de ellas una referencia clara al conocimiento que se necesita para cometer delito y menos aún a la noción de voluntad que se exige como requisito indispensable para configurar el dolo como elemento de la culpabilidad. Así se llega al problema de la voluntad y del conocimiento como exigencias del derecho penal, a efectos de imputar responsabilidad por la comisión de conductas descritas en la norma punitiva a título de dolo. Situación que motiva a profundizar en estas acepciones, especialmente en autores como Aristóteles y Schopenhauer, pues fueron ellos quienes trataron el tema de la voluntad y el conocimiento, como requisitos para cometer injusticia en el caso de Aristóteles y, quien llevó hasta último extremo la noción de voluntad para el caso de Schopenhauer. Por estas razones y dado que los fallos de la Corte Suprema de Justicia no ilustran mucho al respecto, es pertinente adentrarse en el debate filosófico en busca de una fundamentación de la categoría dogmática del dolo, iniciando por el primero de estos autores.

Voluntad y libertad en Aristóteles Aristóteles considera que el hombre busca la felicidad siendo este el principal motor de su conducta, por ello se adentra en el estudio de las acciones humanas orientadas a su consecución como fin autosuficiente; es decir, que no depende de otros fines. Pero la felicidad individual no es propiamente su preocupación dado que el hombre es pensado siempre en función de los otros, como ser social y político, pues la autosuficiencia es entendida por Aristóteles no como un hombre de vida solitaria, sino en relación con sus parientes y a sus conciudadanos,

Parque Panamericano (1971).

dado que por naturaleza el hombre pertenece a la polis. Como no es suficiente saber que la felicidad es el bien supremo que alimenta las acciones de los hombres sino entender en qué consiste, el autor pone de presente que ello es posible si se pudiese captar el acto del hombre, analizar su comportamiento. Tarea que empieza al descubrir lo que le es propio a este; es decir, pensar. Así, Aristóteles prosigue afirmando que el acto propio del hombre es una cierta vida consistente en la actividad y obras del alma en consorcio con la razón. Y si la felicidad es hacer lo propio (ergón) de cada hombre –pensar–, de la mejor manera, conforme a su perfección, de todo esto se sigue que el bien humano resulta ser una actividad del alma, según su perfección; y si hay varias perfecciones, según la mejor y más perfecta, y todo esto, además, en una vida completa (Aristóteles, 2000, p. 9). Es esta actividad del alma, conforme a la razón, a lo que llama virtud, luego la felicidad viene a consistir en una especie de obrar conforme a la virtud perfecta en el marco de una vida plena, en otras palabras, la felicidad es también una virtud. De esta manera, la felicidad es enteramente comunicable y asequible mediante el estudio y práctica de actos virtuosos. De ahí que la política ponga especial empeño en hacer de los ciudadanos hombres de bien y practicantes de buenas costumbres. Luego, un verdadero hombre de Estado, entre otras cosas, ha de ocuparse primeramente de la virtud, a fin de hacer de sus conciudadanos hombres buenos, felices y respetuosos de la ley. Para Aristóteles las virtudes pueden ser morales e intelectuales. De acuerdo con este planteamiento es propósito de este texto

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el esclarecimiento acerca de lo que se debe entender por acto moral a efectos de escudriñar el conocimiento y la voluntad como elementos de la responsabilidad por el actuar. Es preciso, entonces, centrarse en las primeras, dado que ellas pueden ser aprendidas, cultivadas y exigidas por el hombre, para determinar cuáles son las condiciones para que un acto pueda llamarse moral, al decir de Aristóteles. Es, pues, la virtud moral capaz de ser transmitida o enseñada en tanto que existe en el hombre capacidad natural para recibirla y costumbres para perfeccionarla a través de la reiteración de actos semejantes. (…) y de igual manera nos hacemos justos practicando actos de justicia, y temperantes haciendo actos de templanza, y valientes ejercitando actos de valentía. En testimonio de lo cual está lo que pasa en las ciudades, en las cuales los legisladores hacen contraer hábitos a los ciudadanos para hacerlos buenos, y en esto consiste la intención de todo legislador (Aristóteles, 2000, p. 18). Las virtudes se adquieren en el ejercicio constante y en las prácticas sociales, de la misma manera que se aprende un arte y se perfecciona, pues es el trabajo y la perseverancia las que llevan a la destreza, tanto en los oficios como en la virtud. Posición contraria a la expuesta por Platón en el famoso diálogo de Protágoras, en el que Sócrates sostenía que se era o no virtuoso por naturaleza, razón por la que se veían a hombres poco virtuosos a pesar de ser sus padres el ejemplo contrario; diálogo donde se impone el carácter transmisible de la virtud por medio de la educación a favor de Protágoras, siendo el hombre responsable de sus actos. Ahora bien, se entiende como acto moral toda acción del alma conforme a la virtud; es decir, la manera de comportarse frente a la pasión acorde con los dictados de la recta razón (orto logos) en circunstancias determinadas y en consideración a la forma del actuar, pues para que un acto sea virtuoso no sólo hay que considerar la acción en sí, sino también la manera de practicarla, así como el ser consciente y querer realizar tal acción con preferencia de otras sin vacilación 138 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

alguna. Luego más que la acción se requiere de intención, pues es la conducta, nuestro comportamiento el que dice si nuestro obrar es virtuoso o no. Por la conducta que observemos en las convenciones que tienen lugar entre los hombres, seremos justos o injustos; y por la manera como nos comportemos en los peligros, según que nos habituemos a tener miedo u osadía, seremos valientes o cobardes (Aristóteles, 2000, p. 18). Analizando con detenimiento el acto moral, encontramos que para su existencia se requieren tres condiciones a saber: en primer lugar, que se actúe con disposición y con conciencia de dicha disposición; es decir, que la acción debe estar acompañada de la intención de realización y con pleno conocimiento de que se actúa de esta manera. En esta primera condición, aparecen dos elementos, uno de orden volitivo: la disposición, que debe entenderse como intención, como querer de realización de la acción y, otro de orden cognoscitivo: la conciencia, que hace referencia al conocimiento, al entendimiento de la acción y a las consecuencias de dicho obrar, es el saber acerca del actuar. Un segundo aspecto es el proceder con elección y que la elección sea en consideración a los actos; esto es, cuando el sujetoagente previo al momento de la elección se ocupa de deliberar o analizar –entre las posibles acciones y dadas las circunstancias específicas que lo rodean– cuál de ellas es la más justa o acertada; producto de dicha deliberación o juzgamiento vienen la elección, que se constituye en la materialización de la deliberación, por tanto se elige preferentemente; la acción o los medios previamente determinados como los más adecuados al fin propuesto y acorde con la naturaleza de la acción escogida (Heller, 1998, pp. 296-300). Que la elección sea en consideración a los actos significa que el producto de la elección debe ser el resultado de la escogencia entre los posibles actos a seguir, según hubiesen sido las circunstancias concretas, pues se debe optar por un acto de preferencia a otro u otros ya que se trata aquí de lo que es de


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una manera pero que bien puede ser de otra. En último término, se exige que se actúe con ánimo firme e inconmovible; esto es, que exista un elevado nivel de certidumbre sobre lo que se hace, que haya plena convicción en el actuar, en última instancia este tercer paso es el resultado o consecuencia de los dos anteriores, pues si ha habido una disposición consciente o un querer informado sobre lo que se va a ejecutar, mediado por una elección preferencial, previa una deliberación razonada, es menester que se actúe con ánimo firme e inconmovible. Es preciso ahondar en las condiciones del acto moral para poder entender el sentido aristotélico y derivar de allí, las consecuencias respectivas no sin antes explicar los presupuestos de toda acción moral. Sea lo primero afirmar que Aristóteles parte de una concepción del hombre como ser capaz de raciocinio, capaz de deliberar y elegir entre varias opciones, capaz de interponer su voluntad como algo que le es propio, por encima de las pasiones que son externas, esto es, capaz de dominarlas o, por lo menos, enfrentarlas de manera victoriosa. Todo esto dentro del orden de las cosas que dependen de nosotros, en otras palabras, de las cosas que son pero que pueden ser de otra manera, es decir, del mundo de las cosas éticas. Sin embargo, Aristóteles cree en la existencia de un orden cósmico, natural que posibilita, ya sea a manera de potencias o disposiciones, tendencias que inclinan hacia el cumplimiento de la función que le es propia a todos los seres. El desarrollo de dichas potencialidades o disposiciones viene dado en el ser y es menester que este lo ejecute, luego todo en la Physis está de alguna manera semideterminado, dado que naturalmente las cosas tienden a cumplir la función que les es propia. No obstante, el hombre goza de una capacidad de elección en términos de libertad para determinar sobre lo moral, esto es, sobre lo que es pero puede ser de otra manera. Prosigamos en las condiciones del acto moral, en especial a la voluntad como presupuesto de libertad. Al respecto, During (2000) afirma:

Es un sencillo hecho de la experiencia que en el dominio de lo viviente todo se desarrolla en dirección hacia una forma perfecta, siempre y cuando estén a la mano las condiciones necesarias para ello. El primer presupuesto es una buena disposición dada por la naturaleza, la physike aretè o perfección natural; el segundo es el cuidado diligente de esa aptitud. Por ejemplo, así como una planta, cuidada y cultivada por el jardinero, se desarrolla hacia una mejor perfección, así también eso vale para el hombre. Algunos hombres son mejores que otros, porque desde su nacimiento tienen la aptitud para el cultivo de ciertas habilidades en mayor medida que otros, y mediante atención cuidadosa de esas aptitudes pueden alcanzar un máximo de perfección (p. 713). La voluntad como disposición para obrar es requisito fundamental en la existencia del acto moral, pues de ella deviene el juicio de responsabilidad, dado que si cada uno es responsable en algún modo de su disposición moral, también lo será en cierta medida de sus fantasías. Si así no fuese, nadie sería responsable de su mala conducta. Las virtudes son voluntarias, puesto que compartimos la responsabilidad por nuestros hábitos y comportamientos frecuentes que dan cuenta de nuestra vida, pero así como la virtud es voluntaria también lo son nuestros vicios, pues en nosotros está el obrar bien o el obrar mal. (…) ¿pone la perfección ética el fin último o los medios para el fin? Yo afirmo que pone el fin último, pues este no se obtiene mediante conclusión o reflexión, logos. Al contrario, hay que admitir que el fin es el punto de partida, arché. (…) En el proceso del pensamiento, cuando tenemos que tomar una decisión, el fin último es nuestro punto de partida, por ejemplo, la salud o el bien; para el obrar, empero, la posición de partida es el término del proceso del pensamiento, es decir, la elección hecha. Por tanto, no es posible atribuir la rectitud del fin último al proceso del pensamiento en la decisión, porque la decisión se dirige solamente a los medios para alcanzar el fin. Tomar la decisión es asunto de otra facultad del alma, a saber, de la voluntad. (…) De la decisión

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el hombre mismo es responsable; tanto la maldad como la virtud son, en consecuencia, algo determinado por la voluntad (During, 2000, p. 715). Tal es la importancia de la voluntad en la actividad moral que Aristóteles (2000) no vacila al relacionarla directamente con la responsabilidad. En primer lugar al referirse a la distinción entre acto voluntario e involuntario dice: Es necesario distinguir lo voluntario de lo involuntario, toda vez que nuestro examen tiene por materia la virtud. Distinción, por lo demás, que no dejará de ser igualmente útil a los legisladores para tasar las recompensas y los castigos (p. 28). En igual sentido, al tratar sobre el desenfreno se afirma que es más voluntario que la cobardía toda vez que es motivado por el placer y los actos particulares del desenfrenado son por él deseados y apetecidos, siendo este más digno de represión que el cobarde, quien es presa del miedo. Pero qué se debe entender por voluntario es una cuestión que hay que definir, pues se muestra como aquello cuyo principio o causa está en el agente que conoce las circunstancias particulares de la acción. Si no podemos referir nuestros actos a otros principios fuera de los que tienen su asiento en nosotros, habrá que radicar en nosotros y tener por voluntarios los actos cuyos principios están en nosotros (Aristóteles, 2000, p. 34). Se tiene por objeto de la voluntad el fin, lo que se persigue, la meta, mientras que los medios son objeto de la elección y deliberación. De allí, deduce Aristóteles, el carácter voluntario de los actos que conforme a la elección disponen de medios para alcanzar el fin y, versando la virtud sobre los medios, es esta eminentemente voluntaria como lo es el vicio. Está, pues, en nuestras manos el ejecutar actos virtuosos o perversos, el obrar conforme a lo bueno o a lo vergonzoso. He ahí la capacidad de bien y de mal en Aristóteles. De allí que Aristóteles conciba una relación directa entre voluntad y conocimiento. Sin conocimiento no puede haber voluntad, pues si obrar injustamente es simplemente dañar a alguien voluntariamente y voluntaria­ mente significa que se conoce a quién se va a da140 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

ñar y con qué y cómo (…) y contra la voluntad de la otra parte (p. 69), es claro que voluntario es lo que se conoce y encuentra en uno su causa u origen. Así, para nuestro autor, cuando con violación de la ley alguien causa un daño a otro y lo hace voluntariamente, es reo de injusticia, entendiéndose que el agente voluntario es el que sabe a quién, qué y con qué daña. Es voluntario, entonces, lo que alguien hace entre las cosas que dependen de él, con conciencia y sin ignorar a quién, ni con qué, ni por qué, ni cómo. Dentro de los actos voluntarios existe una clasificación a saber: a) los que son producto de la elección y, b) los que no son por elección. Los primeros hacen referencia a una deliberación (búlesis) previa; es decir, a los actos que siendo voluntarios han sido objeto de consideración y raciocinio o juzgamiento previo a la elección o escogencia (Heller, 1998). Debe advertirse que el carácter voluntario o involuntario de la acción y del fin de esta, es el que se tiene o se tuvo en el momento de ella (al momento de obrar, no después). El error, la fuerza y la ignorancia, en todo caso excluyen lo voluntario. La clasificación anterior respecto de los actos voluntarios obedece al grado de reproche o responsabilidad del agente, pues se pueden cometer actos injustos de manera voluntaria sin ser uno injusto, como cuando voluntariamente y sin deliberación se daña a alguien, como también se puede dañar a alguien de manera voluntaria y deliberada siendo, por tanto, más responsable y digno de mayor reproche que en el primer caso. Al decir del autor, hay tres especies de daños en las relaciones sociales: a) cuando se obra por ignorancia, esta especie de daño se subdivide en dos: primero, cuando el daño se produce contrariamente a una razonable previsión, dando lugar a lo que él llama desgracia; segundo, cuando el daño se produce no contrariamente a una razonable previsión pero sin maldad, hay entonces un error culpable. Atendiendo a la razonable previsión, Aristóteles deduce que hay error culpable cuando el principio de la ignorancia está en el agente; hay desgracia cuando está fuera de él (p. 68). b) cuando se obra conscientemente pero sin previa deliberación, como cuando se


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obra por cólera o por cualquier otra pasión, sin premeditación cometiendo actos injustos, pero quienes así obran no son ni injustos ni malvados porque el daño causado no proviene de maldad. c) en tercer lugar está el daño causado por acto voluntario en presencia de elección deliberada. En este caso se está ante un acto injusto y malvado susceptible del mayor reproche y de la mayor exigencia de responsabilidad. Los actos involuntarios son los ejecutados por fuerza o por ignorancia. La fuerza, como elemento externo al agente que actúa, deviene en principio extrínseco y, por tanto, involuntario puesto que la causa de la acción no está en quien obra. Respecto a la ignorancia, los actos mediados por ella pueden ser no-voluntarios siempre que el agente no experimente pena ni arrepentimiento, involuntarios cuando la experimenten. En lo que se refiere a la fuerza, dado que es considerada como un factor exógeno para efectos de clasificar los actos en involuntarios, es menester preguntarse ¿De dónde debe provenir la fuerza para que el acto devenga involuntario? De la naturaleza, como el viento, el agua o cualquier fenómeno capaz de inhabilitarnos o menguar nuestra voluntad al punto de convertirnos en medios, también de los hombres. Pero si la fuerza no es del temple o tenacidad suficiente como para nublar la razón o por lo menos se hace resistible, nos encontramos en presencia de un acto mixto, mixtura que aparece por cuanto existe un agente o principio exterior que nos empuja hacia una acción no querida ni deseada por nosotros pero elegida con preferencia a otra posibilidad. De allí que Aristóteles asemeje estos actos a los voluntarios, pues la determinación concreta de la acción es voluntaria y sólo hay acciones concretas. Respecto de la cantidad de fuerza o contundencia de ella o de la amenaza para que el acto pueda ser tenido como involuntario, es asunto de cada caso en concreto, son las circunstancias particulares del acto las que determinan si es moral o no el acto. Luego habrá que vérselas con cada sujeto y con las circunstancias que rodeen la acción para efectos de atribuir o no responsabilidad.

Terminal de transportes (1974).

Sin embargo, dado que el acto moral se compone de una serie de elementos tales como los medios, las circunstancias, la deliberación, la elección, el fin, entre otras, cabe preguntarse ¿Sobre qué aspectos concretos del acto moral debe recaer la ignorancia para desvirtuar la voluntariedad del obrar?, pero es preciso discernir antes las diferencias existentes entre obrar por ignorancia y obrar en estado de ignorancia. El que obra por ignorancia actúa sobre lo que no sabe, tiene un desconocimiento del actuar y de las consecuencias, es ausencia de conocimiento al respecto. En estado de ignorancia, hace referencia a ciertas situaciones o estados particulares de la mente o de la conciencia en tanto que privan al sujeto de ella o le impiden deliberar sobre la acción y sus circunstancias particulares.

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En este orden de ideas, es menester recalcar que no es la ignorancia en lo universal la que desvirtúa la voluntariedad ni la ignorancia en la elección, puesto que para el autor, el desconocimiento de lo que le conviene o no hacer a un hombre en particular no alcanza el grado de involuntario. Luego, la ignorancia capaz de trascender el nivel de lo voluntario es aquella que recae sobre las condiciones particulares de la acción. Aristóteles afirma que quien ignora cualquiera de estas circunstancias parece obrar involuntaria­mente, el parece no es una afirmación asertiva, ello se demuestra cuando jerarquiza las circunstancias dando el carácter de principales a la naturaleza de la acción y su fin, parece obrar involuntariamente quien ignora alguna de ellas, sobre todo de las principales, pudiéndose decir que principales son la naturaleza de la acción y su fin (p. 30). Así pues, es necesario analizar lo referente a la deliberación que viene a constituirse en elemento fundamental del presupuesto acerca de la racionalidad del hombre, y luego pasar a la elección que es el punto de convergencia entre la voluntad y la racionalidad. La elección preferencial (proairesis) constituye el principio de autodeterminación del ser en el aspecto moral; esto es, en el mundo de las cosas que dependen de nosotros. Deliberación es investigación, análisis, estudio y es propio el deliberar de quienes poseen el dominio de la razón, delibera el que es dueño de su razón. La elección y la deliberación recaen sobre el mismo objeto: los medios, pues no se delibera acerca de los fines sino de los medios. La deliberación va encaminada a establecer el mejor medio para alcanzar el fin, el procedimiento a seguir y la manera de usarlo. Deliberamos sobre las cosas que dependen de nosotros y es posible hacer. Cada hombre en particular delibera sobre las cosas que puede hacer por sí mismo. El proceso psicológico es doble: (a) la elección del fin es un acto de la razón, dirigido por la voluntad. (b) el conocimiento del fin, es decir, del bien y por qué algo es un bien, presupone meditación y reflexión. Esto pertenece al dominio de la razón práctica. La razón práctica y la orexis no se distinguen por su objeto, sino porque son 142 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

diversas funciones del alma. Así pues, la estructura de la acción ética es la siguiente: la razón intuitiva, que nos sirve en la vida práctica, ve que algo aparece como bien. Luego entra en función el apetito y transforma el juicio: ‘esto es un bien’ en un deseo y el conocimiento del bien en una tendencia a él como al fin. La razón ordena y cuando se presta atención a esta orden, la voluntad tomo la decisión: ‘establezco esto como mi fin’. El próximo paso es atinar con los medios para alcanzar el fin. Nuevamente entra en actividad la razón práctica; lo que importa ahora es desplegar un sentimiento de tacto moral. Aunque exista un motivo para obrar, se tiene que asegurar mediante la ponderación de las circunstancias existentes, que la acción es realizada en el debido tiempo, frente a los hombres y situaciones correctas, por el debido fin y de la manera correcta (During, 2000, pp. 716-717). En el mismo sentido, Heller (1998) describe los pasos del acto moral de la siguiente manera: “En efecto, el análisis es retrospectivo. Primero busca la causa inmediata que ha provocado el acto; y la encuentra en la decisión. Pasa luego a buscar las raíces de esta última y las localiza en la deliberación. Por último, encuentra la base de la deliberación en la voluntad. La primera etapa en el tiempo vuélvese la última en el análisis. Partir del resultado y remontarse a las causas constituye un método mucho más posible en una objetivación concreta que en una objetivación con contenido moral, inconcreta además. La decisión es siempre, para Aristóteles, expresión cabal de la autonomía. Sin embargo, la autonomía constituye un concepto más amplio que la decisión. (…) la elección no es ni deseo, ni impulso, ni siquiera voluntad (puesto que no tiende al objetivo final). La decisión no es ni siquiera opinión, puesto que con elegir lo que es bueno o malo, en cuanto a una cosa, no opinamos, en cambio, qué es. La decisión es un acto electivo encaminado a la acción y precedido por la deliberación (p. 297).


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La deliberación busca la manera de acceder a un fin determinado, estudia los medios posibles, los compara, evalúa, juzga sobre su pertinencia e idoneidad y se inclina por el que considera más apropiado al fin, luego lo presenta como candidato a elección. Si se está en presencia de una gran gama de medios susceptibles de hacer posible la obtención del fin, se opta entonces por el más fácil y eficiente. Si sólo se dispone de un medio, habrá que analizar los procedimientos más adecuados para acceder al fin a través de este. Toda deliberación es una investigación. El objeto de la deliberación y el de la elección es el mismo, es decir, los medios, sólo que la elección parte ya de un objeto determinado, la elección siempre presupone al objeto, puesto que lo juzgado por la deliberación es lo que se elige. En otras palabras, la deliberación da cuenta de cual de los muchos medios es el más adecuado a los fines dados, el más fácil y el mejor, si hubiese varios los presenta a la elección para determinar el medio a seguir. Aristóteles identifica la elección como un sistema de aprobación de la deliberación. En síntesis, una deliberación adecuada a un acto moral, conforme con la prudencia, es decir, una buena deliberación (euboulia) debe versar sobre cuatro aspectos fundamentales a saber: a) rectitud del fin, esto es tener claro lo que se quiere y saber que lo deseado es bueno para el agente que actúa y para la polis; b) rectitud en los medios, hace referencia a la selección correcta del mejor de los instrumentos para lograr el fin perseguido; c) rectitud en el tiempo, esto significa que la deliberación necesariamente debe tener un plazo, un término dado, pues se requiere actuar pronta y oportunamente y no deliberar eternamente, dado que poco sirve una correcta deliberación cuando ya no hay nada que hacer; el tiempo de la deliberación está sujeto a la necesidad y oportunidad del obrar, a las circunstancias precisas del acto porque lo que se requiere es pensar para actuar; d) rectitud en el fin último, es decir, deliberar de manera que la acción tienda a materializar o realizar la felicidad del hombre, puesto que todo tiende hacia la eudaimonia. Deliberar es juzgar, es adelantar un juicio, un proceso investigativo que culmina en la elección que

es ya la acción. Parafraseando, podría decirse que ante un tribunal, el proceso, el juicio llevado a cabo donde se aportan pruebas y se escucha a las partes es la deliberación, la sentencia o veredicto es la elección. De una correcta deliberación depende una buena elección así como una justa sentencia o veredicto depende de una adecuada y correcta investigación. Como queda visto, se trata de un proceso de disección del acto moral realizado por Aristóteles, donde se separan los diferentes pasos a saber: la deliberación como aspecto analítico-comparativo y la elección como aspecto decisorio. En otras palabras, la deliberación se encarga de buscar los medios, sopesarlos, mostrar sus ventajas y desventajas inclinándose por uno en particular, a la elección le compete decidirse y orientarse por lo juzgado en la deliberación. La elección, que viene después de la deliberación, es producto de la voluntad y la razón, es función de la parte gubernativa del alma, siendo una mixtura de voluntad y razón deviene en algo nuevo que fundamenta la autodeterminación. La elección es manifiestamente voluntaria pero no se identifica con lo voluntario, que tiene mayor extensión (…) la elección, en primer lugar, no nos es común con los seres irracionales (…) la elección, en efecto, va acompañada de razón y comparación reflexiva; y la palabra misma parece sugerir que la elección es tal porque en ella escogemos una cosa de preferencia a otras (Aristóteles, 2000, p. 31). La elección también recae sobre las cosas que dependen de nosotros, sobre lo posible, es la que permite discriminar o clasificar el carácter, siendo lo propio de la virtud por ser el resultado de la razón y la voluntad actuando en armonía. De ahí que la elección sea la responsable de escoger entre el bien y el mal y por ello se nos debe responsabilizar puesto que pudiendo optar por el uno lo hacemos por el otro atendiendo a criterios diversos. Aristóteles es reiterativo al afirmar que de nosotros depende el ser hombres buenos o malos, puesto que somos seres dotados de razón permitiéndosenos deliberar y, de voluntad que nos posibilita el querer o no

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algo y, más aún, podemos hacer uso de estas dos facultades en el momento de la elección optando por el bien o por el mal. El autor considerara un alto grado de autodeterminación en el hombre, que le hace capaz de escoger (elegir) de manera deliberada (razón) y por voluntad propia entre actuar de determinada manera o abstenerse de hacerlo, autodeterminación que, necesariamente, implica responsabilidad. Así, pues, Aristóteles deriva de la voluntad y la racionalidad del hombre una capacidad de autodeterminación moral que le hace responsable de sus actos. Pero ¿se puede hablar de la voluntad como una primera forma de libertad? ¿Es efectivamente la voluntad libre? ¿En qué consiste la libertad de la voluntad? Son preguntas que en Aristóteles no están resueltas y que nos llevan a Schopenhauer.

Voluntad y libertad en Schopenhauer Para Schopenhauer (1970) la libertad no es un problema resuelto y ello conlleva a que en su obra: Los dos problemas fundamentales de la ética, formule el debate entre la libertad de la voluntad y la sujeción del universo al principio de razón suficiente o principio de causalidad. Define, entonces, la libertad como antónimo de necesidad, entendiendo por esta, la obligatoriedad ad infinito de una cosa o estado de obedecer a otra cosa o estado, esto es, que nada ocurre en el universo sin que antes haya habido algo que sirviera de causa u origen para que el fenómeno en estudio hubiese tenido ocurrencia. Así, si una hoja que pendía de un árbol ha caído al suelo, esto se debe a una fuerza (aire, mano del hombre o acción física) que actuó sobre ella para tirarla. (…) la forma más general y la más esencial de este entendimiento es el principio de causalidad, pues incluso gracias únicamente a este principio, siempre presente en nuestro espíritu, puede ofrecerse a nuestros ojos el espectáculo del mundo real como un conjunto armonioso, porque nos hace concebir inmediatamente, como efectos, las afecciones y las modificaciones ocurridas en los órganos de nuestros sentidos (…) el principio de 144 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

causalidad está establecido sólidamente a priori, como la regla general a la que están sometidos, sin excepción, todos los objetos del mundo exterior. El carácter absoluto de este principio es una consecuencia misma de su prioridad. Se refiere esencial y exclusivamente, a las modificaciones fenoménicas; y dice que, cuando, donde sea y en cualquier momento, en el mundo objetivo, real y material, una cosa cualquiera, grande o pequeña, experimenta una modificación, el principio de causalidad nos da a entender que inmediatamente antes de este fenómeno, otro objeto ha debido experimentar otra modificación; lo mismo que, para que este objeto pudiera modificarse, otro objeto debió hacerlo anteriormente; y así, hasta el infinito (Schopenhauer, pp. 109-110). Por aquella, es decir la libertad, una manifestación (si es que se puede denominar así) originaria, un principio o causa incausada, lo que no depende de otra cosa, aquello que está más allá del principio de causalidad, lo que se sustrae a todo antecedente. En este sentido, y entendida la libertad como ausencia de causa o condicionante, Schopenhauer niega la libertad de la voluntad atendiendo a las normas del entendimiento, pues la autoconciencia da cuenta de nuestras acciones una vez estas han ocurrido, luego accedemos a su conocimiento de manera tardía o ex post facto, en otras palabras, una vez realizado el acto. De aquí que la autoconciencia no pueda comprender el problema de la libertad de la voluntad, dado que ella, la libertad, sólo puede ser conocida de antemano, o sea antes de la acción y no después de esta. Si intentásemos abordar el problema desde una posición apriorística, es decir, ex ante, nos veríamos en la penosa situación de no poder resolver la cuestión dado que sólo sabremos si existe o no libertad de acción es al momento de su producción, antes de ella solo hay una simple especulación expresada de la manera puedo hacer lo que quiero y lo que quiero lo puedo, especulación que podría llevarnos al absurdo ilusorio de afirmar que se está en libertad de realizar dos acciones contradictorias entre sí al mismo tiempo. En consecuencia, la autoconciencia no es el tribunal más indicado para absolver nuestras


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inquietudes al respecto, de allí que tengamos la necesidad de acudir al entendimiento y este nos ubica en una de sus directrices: el principio de causalidad o de razón suficiente, el cual estaría abiertamente en contradicción con una supuesta causa incausada o motor primero, cosa que desvirtúa la existencia de la libertad o liberum arbitrium differentiae. Hasta aquí, Schopenhauer es coherente en su argumentación, pues si aceptamos la universalidad del principio de razón suficiente, y congruentes con dicho principio, no admitimos excepción alguna, la acción humana no puede ser libre, conclusión que se deduciría, necesariamente, de una especie de silogismo a saber: − El universo se rige por el principio de causalidad. − El hombre y la voluntad hacen parte del universo. − Luego el hombre y la voluntad están regidos por el principio de causalidad. Sin embargo, Schopenhauer va más allá y ve la necesidad de profundizar acerca de la voluntad misma, de su estructura y determinación a efectos de salvar la libertad. Ve en ella una fuerza que reacciona o se excita ante ciertos estímulos, pero no lo hace de la misma manera en cada individuo frente a las mismas circunstancias. A esta peculiaridad de la voluntad de reaccionar distintamente en igualdad de circunstancias tratándose de individuos determinados la llama Carácter. De aquí se desprende que el hombre es sujeto volitivo, esto es, poseedor de voluntad, pero la voluntad obra de manera distinta en cada persona dado que el carácter le imprime una impronta o identidad a la voluntad individual, le da un sello característico que lo diferencia de otros. Lo que es verdad en las causas, en el sentido más estricto de la palabra, y en las excitaciones, lo es también en los motivos; ya que la motivación no es distinta, en lo esencial, de la causalidad, sino solamente un aspecto de la misma, a saber, la causación que opera por mediación del entendimiento. También aquí la causa no hace sino provocar la manifestación de una fuerza irreductible a fuerzas más simples que hay que admitir como un

Graderías Universidad de San Buenaventura (2001).

hecho primero e inexplicable, la cual, llevando el nombre de voluntad, se distingue de las demás fuerzas de la naturaleza en que la conocemos, no solo desde el exterior, sino que, gracias a la conciencia, la conocemos también desde el interior e inmediatamente. Únicamente bajo el supuesto de que exista tal voluntad y de que, en cada caso particular, sea de una constitución determinada, actúan las causas dirigidas hacia ella, llamadas aquí motivos. Esta constitución especial e individualmente determinada de la voluntad, gracias a la cual su reacción sobre los mismos motivos es distinta en cada hombre, constituye lo que se llama el carácter de cada uno y, a decir verdad, carácter empírico, porque no es conocido a priori, sino solo a través de la experiencia (Schopenhauer, p. 138). Es, pues, la voluntad una fuerza interior que en el hombre experimenta diferenciación dependiendo de cada individuo, voluntad moldeada o preformada por el carácter. Así, se desplaza el problema de la libertad como ausencia de condicionante de la voluntad al análisis de la voluntad misma. Dado que no se puede desconocer la universalidad del principio de razón suficiente, regla inescindible de las estructuras del entendimiento. La voluntad como cualquier otra fuerza de la naturaleza no se sustrae a la determinación, pero reacciona de manera diferente ante la presencia de un estímulo y esto gracias al carácter. El hombre, por el contrario, gracias a su capacidad de formar representaciones no sensibles, por medio de las cuales piensa y reflexiona, domina un horizonte infinitamente más extenso, que abarca lo ausente, lo pasado y lo futuro: ofrece, por así decirlo, una superficie mucho más grande a la acción

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de los motivos exteriores y puede, por consiguiente, ejercer su elección entre un número mucho más considerable de objetos que el animal (Schopenhauer, p. 1.209). Existen condicionamientos externos que actúan sobre él (carácter) y lo llevan a reaccionar de una u otra forma, pero no son sólo este tipo de influjos, pues también los hay de carácter interno, como los motivos que llevan junto con lo externo a excitar el carácter y a producir la acción o comportamiento voluntario. Entendiendo por voluntario no lo que es libre de condicionantes sino lo producido por la fuerza preformada de la voluntad (carácter) ante una circunstancia exterior mediada por un motivo. Ante la incidencia obligada de las condiciones o circunstancias exteriores en el comportamiento humano, producto del principio de causalidad mecánico, no queda otra cosa que estudiar el condicionante interno de la voluntad, esto es, el motivo, para analizar en qué medida podemos participar de él, y ganar espacio en un mundo de antemano determinado por las fuerzas de la naturaleza. El motivo, puede tener su origen en elementos externos e internos ya sean estos, cosas físicas o ideales, fantasías, imágenes o cualquier otro tipo de representaciones que, en un comienzo, fueron tomadas del mundo exterior. Igualmente, el tiempo del motivo debe ser anterior o, por lo menos, concomitante a la acción, pues de no ser así, no se explicaría cómo lograría ser causa de ella. La naturaleza del motivo es de carácter inmaterial, pero una cosa es el motivo en sí y otra el objeto de este, no podemos confundir el objeto del deseo con el deseo mismo. Esta naturaleza es la que le da capacidad al entendimiento para aprehenderlo, moldearlo, sopesarlo y presentarlo ante la voluntad con el propósito de excitarla a actuar. El pensamiento deviene motivo, como la percepción deviene motivo, tan pronto como puede ejercer su acción sobre una voluntad humana. Pero todos los motivos son causas y toda causalidad entraña necesidad. (…) El hombre es capaz de deliberación y, en virtud de esta facultad, tiene, entre diversos actos 146 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

posibles, una elección mucho más amplia que el animal. Hay ya para él una libertad relativa (Schopenhauer, p. 121). Es en este proceso del entendimiento donde la educación logra acceder a la voluntad y ganar un nivel de libertad. No olvidemos que existe un determinismo dado por las circunstancias externas, y que sobre estas, al momento de actuar, no tenemos ninguna incidencia. Luego es sólo en el campo del entendimiento, donde el hombre que se conoce a sí mismo, y valiéndose de dicho conocimiento, logra preordenar contramotivos suficientemente fuertes como para orientar su voluntad en determinado sentido, a partir de la educación o formación, adquiriendo un nivel de libertad o libertad relativa, gracias a la conquista de parte de su carácter. Esto es, la conquista o dominio de los motivos como agentes de la acción preordenados por el entendimiento. La libertad humana es relativa, comprende la capacidad de obrar en determinadas circunstancias conforme a los contramotivos y al conocimiento de sí mismo. Se mueve en un espectro que se amplía o disminuye conforme al saber que se tenga de las pulsiones o excitaciones biológicas, así como de la capacidad de manejarlas e imponer ante los impulsos precursores de la voluntad, razones de mayor peso y fuerza para controlarlas reorientándola para que actúe de determinada forma. De ahí, que en el postulado Schopenhaueriano aparezca la educación como parte del entendimiento capaz de presentar motivos ante la voluntad para ganar su inclinación en un sentido determinado. Entre más me conozco y puedo preordenar mi entendimiento hacia ciertos comportamientos, soy más libre. De la misma manera, entre más impedimentos culturales o normativos imponga a mi voluntad, a partir de la educación e internalización de valores y creencias, con plena conciencia de ellos, más dueño soy de mis actos. Pues una cosa es la propiedad del obrar o la asunción del comportamiento como propio y otro muy distinto es la libertad negativa o liberum arbitrium differentiae. Schopenhauer introduce aquí un nuevo concepto de libertad, esta, no tiene que ver


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con la ausencia de obstáculos para obrar sino con el conocimiento pleno de que obro condicionadamente, y que parte de esos condicionamientos son aportados o presentados a la voluntad por mi propio entendimiento, como contramotivos para superar situaciones externas y biológicas o tendencias particulares. Así, la libertad no radica en el acto mismo, es decir en la acción sino en el ser, que es dueño de su propia acción, situación que es conocida gracias al sentimiento que se tiene o se percibe por parte nuestra de ser los autores del acto sin necesidad de referirnos a los condicionamientos de la acción. La pregunta por la libertad de la acción tiene respuesta negativa dado que ella obedece y tiene como causa al motivo (elemento condicionante interno) y a las circunstancias físicas (condicionante externo). Pero atribuir la libertad al ser y despojar a la acción de ella, ¿acaso no nos remite al mismo problema? ¿Es libre el ser? Éste también obedece al principio de razón suficiente o de causalidad, el entendimiento nos lo recuerda, no podemos escapar a dicho principio. Entonces, ¿en qué medida Schopenhauer contribuye al esclarecimiento del problema de la libertad? En el sentido que no hay libertad absoluta, que somos dueños de nuestros actos pero eso no nos da la capacidad para cambiarlos, sólo una adecuada comprensión de nuestros limitantes y una correcta motivación pueden, aunque no siempre, lograr que una persona actúe de forma distinta ante una situación especial gracias a la capacidad de persuasión que tiene el entendimiento para excitar la voluntad con contramotivos. Cabe la pregunta ¿Cuál factor es más importante a la hora de actuar, el motivo o las circunstancias externas? De la respuesta que demos a esta pregunta depende el nivel de libertad, pues si optamos por el primer factor, esto es, los motivos, encontraremos un margen de libertad elevado siempre que se posea un conocimiento del hombre en particular y una capacidad de auto-motivación suficiente para contrarrestar los impulsos biológicos y las apetencias internas que pueden actuar y de hecho lo hacen como motores de la acción. Si seguimos el segundo factor, es decir,

las circunstancias externas, nuestro nivel de libertad mengua, pues no podemos intervenir de la misma manera en la naturaleza que en nuestras creencias. Es comprensible la imputación que hacemos de nuestros actos si nos atenemos al sentimiento de propiedad que experimentamos sobre ellos, pero ¿Cómo atribuir responsabilidad alguna a un hombre por sus actos si ellos no dependen de él sino de circunstancias externas sobre las cuales éste nada puede hacer? Schopenhauer parte de la consideración que el motivo es el factor determinante en la acción, luego es susceptible de obtener un comportamiento diferente frente a circunstancias iguales siempre que se logre un dominio del carácter, bajo el adiestramiento metódico de la voluntad, a partir de la educación y la imposición de contramotivos. El carácter es invariable, los motivos actúan con necesidad: pero han de pasar por el entendimiento, que es el médium de los motivos. Pero este (el entendimiento) es capaz, en grado infinito, de la ampliación más diversa, de la incesante corrección: en ese sentido trabaja toda educación. La cultura de la inteligencia, mediante conocimientos y opiniones de todo tipo, es moralmente importante, porque abre a la coacción motivos para los que el hombre permanecería cerrado sin ella. Mientras no podía comprenderlos, no existían para su voluntad. Por eso, bajo las mismas circunstancias exteriores, la posición de un hombre puede ser la segunda vez muy diferente, en la acción, a la primera, si en el entretanto se ha hecho capaz de comprender justa y perfectamente aquellas circunstancias, por cuanto ahora actúan sobre él motivos para los que antes era inaccesible (Schopenhauer, p. 144). Por ello, él respondería que sí es dable reprochar el comportamiento y exigir conductas adecuadas en la medida en que el hombre pudo motivarse por razones nobles o plausibles o incluso por la ley y, a pesar de ello, no lo hizo. Luego, la responsabilidad y la imputabilidad tienen asidero en la posibilidad de motivación que posea el ser, de

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allí que la libertad radique no en la acción misma sino en el ser, ser capaz de volición y motivación, no obstante la determinación exterior (…) porque las leyes parten del supuesto justo de que la voluntad es moralmente libre, en cuyo caso no se puede dirigir, sino que está sometida a la necesidad por los motivos. Por eso, a todos los posibles motivos que llevan al crimen, los legisladores oponen motivos contrarios más fuertes, en los castigos con que amenazan, y un código penal no es otra cosa que un índice de motivos contrarios a las acciones criminales (Schopenhauer, p. 209). Que la libertad radique en el ser significa, entonces, para Schopenhauer que ese ser debe tomarse de manera plena, esto es, que debe juzgarse en su totalidad y no en la particularidad de la acción, pues la libertad deviene de su capacidad de motivación y esta, a su vez, de su nivel de instrucción siempre que pueda estar en condiciones de presentar ante el tribunal de la voluntad consideraciones de peso suficiente como para descartar el motivo o el impulso que conduce al acto no aprobado. De allí que afirme que de nada sirven los discursos y sermones morales si no tienen el talante suficiente para llamar la atención de la voluntad y producir el acto. Luego la libertad se da en la medida en que se logra un conocimiento de sí mismo, lo que equivale a un carácter conquistado, en el sentido de aprendido, cosa que me permite saber cómo y ante qué circunstancias reacciono de esta o aquella manera, situación que ya, de por sí, es un avance, y cuando apropiado el conocimiento que de mí tengo me esfuerzo en educarme y formar una serie de contramotivos tendientes a desplazar los impulsos innatos de mi carácter. Esto le permite a Schopenhauer, trasladar la libertad del plano de la acción al campo del ser. En síntesis, la libertad es relativa y depende de la capacidad instructiva que posea un hombre para generar motivos más allá de sus impulsos y de las condiciones propias de su carácter.

Conclusiones 148 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Hasta aquí se ha visto cómo la dogmática penal construye la categoría de delito, atendiendo a intereses que la sociedad prioriza en un contexto sociopolítico en épocas determinadas, a fin de proteger los bienes y valores considerados de especial trascendencia para lograr la convivencia armónica entre los miembros del colectivo social. Estos bienes y valores son transmitidos de generación en generación a través de los procesos de socialización primaria y secundaria mediante instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, la universidad, la fábrica, entre otras, con el firme propósito de lograr que los individuos interioricen las normas de comportamiento que deben seguir y las que deben desechar o rechazar. Los procesos de socialización no siempre operan de manera perfecta o adecuada permitiendo que parte de la colectividad asuma conductas y prácticas atentatorias de los bienes y valores protegidos por la comunidad, a este tipo de comportamientos se les denomina conductas desviadas por aislarse del patrón esperado por la sociedad, por optar por la anormalidad en lugar de la uniformidad o generalidad. Estas conductas desviadas no siempre constituyen la fuente del caos social, también dan lugar a la negociación de valores, a la imposición de nuevos bienes y a su transformación permitiendo el cambio social y, en casos extremos, a las revoluciones. La desviación tiende a ser corregida, inicialmente, mediante la socialización, cuando esta no da resultados satisfactorios entra a operar el control social bajo sus múltiples manifestaciones: el rechazo, la ridiculización, la mofa, la amonestación, la sanción disciplinar, la expulsión de grupos, la estigmatización, entre otras, pero cuando la desviación es de aquellas que vulnera o lesiona los valores más preciados por la sociedad, interviene el derecho penal como parte del control social, encuadrando la conducta en un tipo penal y aplicando la sanción punitiva respectiva. El derecho penal, como instrumento del control social, estructura el delito en un constructo tripartita: tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, a efectos de poder atribuir res-


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ponsabilidad y castigar al infractor. El delito como noción compleja requiere, entonces, de estar previamente descrito en la ley penal como conducta prohibida, lesionar o poner en peligro un valor o un bien jurídicamente relevante para la sociedad y, por último, que quien violó la norma causando daño a otro lo haya hecho con culpabilidad, esto es, para el caso que nos ocupa, con dolo. El dolo se da, conforme al decreto 100 de 1980 (anterior código penal) y a la Ley 599 de 2000 (actual código penal) “cuando el agente conoce los hechos constitutivos de la infracción penal y quiere su realización”(Artículo 22 del Código Penal, Ley 599 de 2000); es decir, cuando existe un conocimiento por parte del infractor respecto de la prohibición, de la ilicitud de su actuar y, sin embargo, quiere y realiza su comportamiento haciendo caso omiso al mandato legal. Dolo que ha sido tanto doctrinal como jurisprudencialmente contemplado como la unión de dos elementos: un aspecto cognoscitivo (el saber o conocimiento de la ilicitud de la acción) y un aspecto volitivo (querer, desear la realización). La ley no ha especificado aún en qué consiste el conocimiento requerido para hacer responsable al infractor, qué tanto conocimiento debe tener el agente, sobre qué aspectos en concreto debe versar el conocimiento, la jurisprudencia tampoco ha lograda unanimidad al respecto, la doctrina varía de acuerdo a las corrientes o escuelas en que se matricula el autor generando un nivel de incertidumbre a la hora de resolver problemas donde se requiera demostrar o donde se ponga en duda dichos asuntos. En lo atinente a la voluntad existe, quizá, mayor incertidumbre y disparidad de criterios, luego nos vemos en la imperiosa necesidad de buscar el fundamento filosófico de estas categorías a fin de brindar luces y aclarar dudas que pongan o intenten dar fin a la polémica. Es aquí donde intervienen autores como Aristóteles y Schopenhauer. Para la Corte Suprema de Justicia el dolo se mueve entre el conocimiento y la intención del agente a la hora de cometer el injusto, sin embargo, la misma Corte expresa

la dificultad que enfrenta el juzgador a la hora de determinar estos aspectos dado su carácter subjetivo y exhorta a los funcionarios, a derivar el componente subjetivo de los elementos objetivos, es decir, de la apreciación de los hechos y de las circunstancias objetivas ha de inferirse las condiciones subjetivas de intencionalidad y conocimiento. Si se mira a la ligera, la cosa parece clara y sin problemas, pero un análisis más detenido permite advertir la contradicción del argumento en la medida que la subjetividad se predica de circunstancias internas y psicológicas del agente que no necesariamente se pueden derivar de una observación de las circunstancias objetivas, pues de ser así, no tendría sentido realizar la división en elementos objetivos y subjetivos si de los primeros se desprendiera con claridad el conocimiento de los segundos. Veamos lo que la Corte en reiterados pronunciamientos expresa al respecto: La doctrina y la jurisprudencia han sostenido invariablemente que la intención es un elemento eminentemente subjetivo, cuya presencia se debe deducir de los factores objetivamente ejecutados, tales como la calidad ofensiva del arma utilizada, la región anatómica interesada, el número de golpes y otros similares. Lo anterior no quiere decir que para concluir que existe una intención homicida debe concurrir todos los factores antes enumerados, es decir que se utilice un arma con capacidad ofensiva, que se afecte una región anatómica altamente vulnerable y que además el golpe se reitere de manera plural, porque cada caso debe ser objeto de análisis del juzgador (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia del 19 de mayo de 1994). En sentencias posteriores se aprecia la misma posición y se recalca la dificultad de apreciar el dolo remitiendo su prueba a las circunstancias objetivas: Dada la inmaterialidad de los sentimientos, de los pensamientos y de todos los aspectos que conforman la subjetividad del ser, no es posible obtener pruebas directas de la intención que precede, impulsa y acompaña la realización de una conducta típicamente descrita en el estatuto penal, lo que sólo

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pueda deducirse de las circunstancias en las cuales su autor la ejecuta (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia 3 de junio de 1994). Como el dolo es conocimiento y voluntad, éste no puede manifestarse sino mediante la exteriorización, el hacer o no hace del respectivo procesado. De todos modos es una conducta la que saca a flote al aspecto subjetivo de la delincuencia, tornándose superflua una repetición de todo el quehacer típico y antijurídico con miras a reiterar el dolo, el cual debe merecer examen especial en el evento de que se aduzcan algunas de las causales de inculpabilidad previstas en el artículo 40 del código penal (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia del 10 de agosto de 1994). En el mismo sentido, el fallo con ponencia del Gustavo Gómez: Un dictamen emitido con el fin de establecer su una persona estaba en capacidad de autodeterminarse o no, ofrece al juez los elementos de juicio necesarios para que él precise, con las otras pruebas del proceso, si esa persona en un caso dado, quería la realización del específico hecho punible que se le imputa. Pero ni el perito ni el juez pueden, por vías de aplicación de las ciencias de su particular dominio, fijar la magnitud de la intención porque el perito se limita a señalar que la persona goza de capacidad psíquica suficiente para actuar intencionalmente y el juez se concreta a inferir y concluir si la persona obro con intención o no (…) No existe un dolómetro que permita establecer ni el dolo no su medida, ni intenciónometro que faculte determinar la intención y su cuantificación. Debe recordarse que una cosa es MEDIR (comparar una cantidad con su medida, con el fin de averiguar cuantas veces la segunda está contenida en la primera. DRAE) y otra es examinar la mayor parte o menor vulneración del bien jurídico para efectos de dosimetría penal (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia 26 de septiembre de 1994). De las anteriores citas jurisprudenciales, queda claro que la posición de la Corte se orienta hacia la posibilidad de obtener la 150 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

información sobre el dolo como elemento subjetivo de la acción a partir del estudio de la acción misma, es decir del hecho fenomenológico de conformidad con las circunstancias de tiempo modo y lugar. Sin embargo, la lógica nos enseña todo lo contrario, es decir, que la intencionalidad es la madre del acto, pues la intención o la voluntad llevan a la razón a escoger el medio más eficiente para realizar el fin deseado. En otras palabras, la ideación o representación del acto presupone al acto mismo tal y como lo expone Aristóteles en su Ética nicomaquea, pues ¿cómo deducir el dolo cuando alguien, accidentalmente acciona un arma de fuego dirigida a la cabeza de un oponente, bajo la firme convicción que aquella se encuentra descargada o sin proyectiles, de las circunstancias fenomenológicas? Las circunstancias de ser un oponente o un rival ubican al agente del homicidio ya como si en su mente hubiese obrado el deseo de matar, la utilización de un arma de fuego –que se reputa idónea para causar la muerte– y el área de impacto, la cabeza como una parte del cuerpo de especial vulnerabilidad son elementos que muestran la inmensa dificultad para establecer el dolo o elemento subjetivo a partir de las circunstancias objetivas del hecho, por no extenderme en ejemplos. Todo esto hace que sea necesario volver a Aristóteles quien, como ya se mostró, logra develar sobre qué circunstancias específicas debe exigirse conocimiento al agente para determinar si su comportamiento es o no injusto. De igual manera, es Schopenhauer el autor que muestra las características y condiciones de exigibilidad de la conducta teniendo como presupuesto la voluntad, los determinantes internos de esta como los deseos, motivos y contramotivos susceptibles de producir la acción, el nivel de libertad bajo el que puede obrar un hombre atendiendo a sus circunstancias de formación y el carácter por los niveles de socialización y educación, uniendo la libertad humana y el dominio del acto a los procesos de interiorización de la norma, destacando la naturaleza de la voluntad y el papel de la educación al momento de la decisión. De esta manera, acudiendo a los dos autores mencionados, se mengua la


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dificultad de demostrar el dolo y se brindan alternativas para comprender el delito desde una perspectiva integradora del componente social e individual del hombre.

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Fronteras



Araceli psicoanalizada

Sobre la novela Araceli, de Elsa Morante Alfonso Rubio Hernández Anda niño, anda que Dios te lo manda. Este niño chiquito no tiene madre. Lo parió una gitana lo echó a la calle.

Resumen Desde el psicoanálisis el artículo pretende acercarse a la novela titulada Araceli, de la escritora italiana Elsa Morante, novela que alcanzó un gran éxito durante los años ochenta en Europa.

El viaje de Manuele El viaje como búsqueda es el pretexto utilizado para la construcción estructural y temática de Araceli.1 Toda la obra está atravesada por un tema subyacente que auna todos los demás: el desplazamiento. Un narrador masculino –recordemos que la autora de Araceli es Elsa Morante–2 nos narra en primera persona su vida presente y pasada. No conoceremos su nombre hasta bien entrados en el texto, lo mismo que ocurre con otros personajes. Se llama Vittorio Emanuele María (Manuele). Tiene cuarenta y tres años y se lanza a la conquista espiritual de su madre, Araceli, viajando hasta el que fue su pueblo natal, El Almendral (Almería:

Andalucía, España).Vive en Milán, trabaja en una pequeña editorial llamada Ypsilon. El único personal perteneciente a la editorial es él, algo que refuerza su soledad e insaciabilidad. No tiene dirección fija, vive entre pensiones y hoteles. Es homosexual y, según él mismo nos dice, gafudo (a lo largo de la obra las referencias a las gafas serán frecuentes) y feo. Comienza el viaje en unos momentos de convulsión política en España, cuando el fin del dictador Franco está próximo. Hay constantes referencias políticas, sobre todo a Franco y Mussolini. Es consciente de su estado social burgués. Llega al Almendral. Presente y pasado se van intercalando y será a través del pasado cómo Manuele nos haga saber de su vida con su madre Araceli, pareja de protagonistas principales. Él siente la necesidad de reconstruir la historia de su vida centrándose en los dolorosos años de su infancia, cuando la muerte de la madre impone un alto en la evolución de su niñez y la consiguiente separación representa un punto y aparte. Manuele, protagonista en primera persona, sale en busca de su madre Araceli en la doble dirección del pasado y del espacio. Pero esto, en el fondo, es otro pretexto que Manuele utiliza para intentar encontrar su propia identidad. Al principio se sentía dudoso acerca del itinerario (p. 14); luego, nos dice, buscarla no significaba para mí […]

• Fecha de recepción del artículo: 2 de febrero de 2009 • Fecha de aceptación: 7 de mayo de 2009. ALFONSO RUBIO HERNÁNDEZ. Profesor del Departamento de Historia de la Universidad del Valle (Santiago de Cali, Colombia) y miembro del Grupo de Investigación Nación-Cultura-Memoria del mismo Departamento. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza (España). Doctorando en el Programa Sistemas de Información y Documentación del Departamento Ciencias de la Documentación e Historia de la Ciencia de la Universidad de Zaragoza Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 155-161 Ø 155

1. MORANTE, Elsa. Araceli. Buenos Aires: Emecé Editores, 1984. Todas las referencias al texto de la novela son de esta edición en castellano, traducida por Ángel Sánchez-Gijón. 2. Escritora italiana, nacida en Roma el 18 de agosto de 1912. Su madre, Irma Poggibonsi, fue maestra de primaria y su padre, Augusto Morante, instructor de un reformatorio para menores. En 1941 se casa con el escritor Alberto Moravia y en ese mismo año aparece su primer libro, una colección de ensayos bajo el título de El juego secreto. Ambos huyen del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y permanecen ocultos durante un año. En 1962 se separa de Moravia. Su primera novela, Mentira y sortilegio (1948, premio Viareggio), narra la vida de una familia refugiada en el mundo de la fantasía. La isla de Arturo (1957, premio Strega) trata sobre relaciones creadas en mundos imaginarios ejemplarizadas con el caso de un muchacho huérfano que vive en la isla de su invención. La historia (1974) combina puntos de vista cristianos y marxistas a través de las penalidades de un maestro de escuela en la Roma de la Segunda Guerra Mundial. Morante también escribió numerosas narraciones breves, la mayor parte de ellas para niños, como las que se encuentran recopiladas en El chal andaluz (1963), y poemas, contenidos, entre otros, en El mundo salvado por los niños (1968). En 1973 comienza a escribir su última novela, Araceli, que dará a conocer en 1982 y obtiene el premio Médicis de novela extranjera. Enferma, sus últimos años transcurren en cama. Muere de infarto en una clínica romana el 25 de noviembre de 1985.


Alfonso Rubio Hernández

3. Debido a que Araceli nace en España, el texto, original en italiano, está abundantemente salpicado de coplas, canciones, estribillos, estrofas y expresiones en castellano, como es el caso de la “cancioncilla” mencionada.

sino marcharme de aquí, […] como un animal desbandado (p. 15). Todo son pretextos. El viaje de Manuele no es un viaje turístico ni un trayecto por el túnel del tiempo en el que unos determinados personajes tenderían a encontrar sus orígenes, sus raíces. La huida, la angustia de este anti-héroe errabundo no conduce a ninguna parte en tanto que está inscrita en un texto forjado de recuerdos y el recuerdo pone puntos suspensivos y se multiplica en la mente del autor y del lector. La novela de Araceli es una forma, un estado, una identidad. Tres sustantivos que Win Wenders, director de filmes como Alicia en las ciudades, El amigo americano o En el curso del tiempo, atribuye al viaje. La mayoría de los argumentos de sus filmes, recuerda en numerosas ocasiones Wenders, los ha escrito bajo el influjo del movimiento, del desplazamiento de un lugar a otro mientras viajaba. Un influjo que parece dejar intenso reflejo en su filmografía. En casi toda ella, dos personajes se conocen fortuitamente, viajan juntos por distintas rutas y acaban separándose. A través del avión y el auto (Alicia en las ciudades), el camión itinerante (en el curso del tiempo), el auto y el barco (falso movimiento), o el tren (el amigo americano), nos encontramos con viajeros a la deriva, fugitivos de algo o alguien inconsistente cuya presencia nunca es reclamada o admitida en la ficción. Y Manuele, nuestro protagonista, ¿viaja solo? No, el recuerdo de su madre Araceli le acompaña. Los recuerdos funcionan como compañía, de ahí que tampoco, en ningún momento, Manuele reclame la presencia física de personajes concretos. Si la necesita, recurre al recuerdo. En los filmes de Wenders, los recuerdos no aparecen de ninguna manera, ni tan siquiera en flash back; basta con mirar el rostro meditabundo de sus personajes para imaginarnos su pasado, presente y futuro al mismo tiempo. Comunicación física, palpable, entre madre e hijo no existe. Entonces, ¿dónde se sitúa el eje asociativo que les hace viajar juntos? En el psicoanálisis, acentuado éste por la inexistencia entre el mundo de los vivos de uno de los seres: Araceli. En Wenders los 156 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

personajes viven dentro de una incomunicación que les une, se psicoanalizan a través del no–diálogo. Manuele, no. A pesar de la imposibilidad de comunicación real, ésta la consigue gracias al enthusiasmós, que él mismo define como invasión divina (p. 15), invasión que le impulsa en el viaje y por la cual puede establecer una comunicación casi divina con los muertos. Es significativo que la cancioncilla3 Anda niño, anda/ que Dios te lo manda se repita dos veces. Primero, la presenta haciendo referencia a la partida de su viaje, cuando nos dice que el enthusiasmós le enseñó el único itinerario posible para mí: mejor dicho, obligado (p.14); y luego, más adelante, señalando a continuación que a esta cancioncilla podría llamarla del buen viaje. Fue la canción de mis primeros pasos (p. 44). Si en Wenders resulta un tanto inútil buscar una interpretación precisa al proceso itinerante basándose en la retórica de la causalidad, en Araceli Elsa Morante da significado–causa al viaje, lo envuelve de religiosidad y esta característica será otro motor decisivo durante toda su obra. Entre las muchas citas que podemos encontrar, nos parece significativa esta, donde además las propias cancioncillas son viajeras por soplo divino: Aquellas estrofillas milagrosas mi madre las empleaba no sólo conmigo sino también con ella misma en las noches en que estaba sola en la alcoba matrimonial. Y desde allí las enviaba al esposo, errante a saber dónde, metido en su pequeño aposento submarino en sus rondas mediterráneas. Y para que partieran al momento, bastaba con un soplo en la palma de las manos, y Dios, por medio de ese soplo, se encargaba de hacerlas llegar. Todavía en aquellos tiempos, para Araceli y para mí, Dios (preferiblemente bajo la especie de nuestra Señora) se adaptaba a todas las circunstancias, prestándose, si llegaba el caso, a hacer de niñera, de cartero y también de somnífero (p. 135). De esta manera, al llamar a la canción “del buen viaje” y ligarla tan íntimamente a Dios para dotarla de movimiento, realmente los acompañantes de Manuele son dos: Araceli


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y Dios, unidos por situarse ambos fuera de la esfera terrenal. Dios sería parte del mundo divino y Araceli, del mundo de lo fantasmal y misterioso: a mis cuarenta y tres años me he echado al camino a la caza de un fantasma(…) ( p. 55). Tanto Dios como Araceli parecen actuar de móviles. Como jerarquizando la importancia de ambos, Dios se situaría en primer lugar. Dios ejecuta la orden del viaje (Anda […] que Dios te lo manda) y por Dios, el Almendral se convierte en paraíso: La meta era Araceli acurrucada en tierra, que me marcaba el recorrido con sus dos brazos abiertos. Dios te lo manda. Y dando traspiés el niño pionero se lanzó al peligro sin andador, a la voz de mando de Dios y […] todavía persiste en mí el último espejismo de algún paraíso. No sé dónde ni cuándo aprendí que en la lengua española almendral significa campo de almendros. Y al pronunciar este nombre, un jardín arbóreo, de frutitos cerúleos con dulces semillas blancas, me acoge por un instante en su seno luminoso (p. 44). De esta manera, Araceli, más que un fantasma, es un ser igualmente divino, que no nace en El Almendral por casualidad. Almendral significa campo de almendros. El almendro, cuya floración es muy temprana, es el signo del renacimiento de la naturaleza, de la fragilidad. Es el símbolo de Atis, nacido de una virgen que lo concibió a partir de una almendra. Y esta leyenda, nos dice Jean Chevalier, es tal vez la causa de que se haya puesto en relación el almendro con la Virgen María (1969, pp. 82-83). Igualmente, según una tradición judía, por la base de un almendro (luz) se penetra en la ciudad misteriosa de Luz, la cual es una estancia de inmortalidad (pp. 82-83). La almendra es, con respecto a la cáscara, el símbolo de lo esencial escondido en lo accesorio, de la espiritualidad velada. La almendra simboliza la aprobación o el favor de Dios, por ello, la almendra es atributo de la Virgen María. Así está simbolizada Araceli en la primera parte (Dios-Araceli) de la novela, como un ser virginal e inmortal de características divinas; mientras que en una segunda parte

(Diablo-Araceli) se describirá su conducta adúltera y endemoniada (Desde que mi madre estaba endemoniada(…) (p. 254). Pero más que móviles reales, Dios y la Araceli divina, son acompañantes en la gran lucha por encontrar la identidad de Manuele. Son, eso sí, elementos-guía que estructuran la novela, que la hacen discurrir entrecortadamente, dentro de una lógica encadenada, confundiendo si el viaje está forjado de recuerdos o el recuerdo es el propio viaje.

El psicoanálisis en Araceli El personaje de Manuel está perfectamente construido desde el punto de vista de los estereotipos sexuales y una visión psicoanalítica es perfectamente permisible, pues la misma autora nos lo da a entender: El niño madrero. La fábula del enmadramiento es vieja, obvio cuerpo del delito de sesión psicoanalítica o tema de cancioncilla edificante. Érase una vez un espejo en el que, al mirarme en él, podía enamorarme de mí mismo: eran tus ojos, Araceli, que me coronaban rey de la belleza en sus pequeñas pozas encantadas. Y éste fue el espejismo que tú me construiste al principio, proyectándolo en todos mis Saharas futuros, más allá de tus horrores y de tu muerte. Tu cuerpo se ha disuelto ya sin ojos ni leche ni menstruo ni saliva. Rechazado del espacio, como si no fuera más que un ínfimo delirio, mientras yo sobrevivo, canoso Narciso que no revienta, engañado por tus espejismos. Fuiste tú la que, ya crecido, me prohibías tratar a las muchachas, celosa de ellas porque eran frescas y bellas, mientras que tú te reducías a un lívido espectro (p.107). Puede contribuir a hacer más creíble la homosexualidad del protagonista el que su creadora sea una mujer, Elsa Morante, y que ésta narre en primera persona del singular masculino Del tiempo en que yo aún era hermoso(…) (p. 7). Morante está poniendo en práctica, literariamente, el hermafroditismo que toda persona lleva consigo. Los actos de amor descritos en la obra deben ser pensados, desde el psiquismo de la autora, como un

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sustituto de los órganos genitales femeninos por los masculinos. Bien sustituto o bien preferencia psíquica, pues si hacemos caso a Freud, En ningún individuo masculino o femenino, normalmente desarrollado, dejan de encontrarse huellas del aparato genital contrario (1990, p. 13). A partir del análisis de Freud iremos recorriendo la infancia de Manuele, que según el psicoanalísta es decisiva en su posterior desarrollo. La obra muestra un estado adulto de Manuele forjado por sus circunstancias infantiles. Estaría dentro de toda lógica el análisis de la conducta psíquico-social –aquí sólo veremos el sexual– de Manuele como otro elemento estructurador del texto. La dualidad novelística presente/pasado se construye sólidamente y es un elemento muy elaborado y filtrado por la autora a través de la infancia del protagonista. Los hechos clave en la infancia de Manuele (pasado) tienen su correlato en el presente. La siguiente cita da idea del recuerdo visionario, del recuerdo como constructor de futuro: Ciertamente algunos de mis recuerdos de hoy no se basan en el testimonio del ignorante chaval que yo era en aquellos tiempos. Es más bien una especie de vaticinio a la inversa lo que hoy los hace pasar ante mi con toda su transparencia. Y yo, inclinado sobre ellos, intento leer el pasado como un adivino lee el futuro en su bola de cristal. Pero se diría que esta óptica visionaria, volviendo a acompañarme hacia atrás, hacia mis primeras luces, sigue estando de algún modo regulada por el espíritu infantil que entonces circunscribía mi escenario terrestre. Mi conocimiento puede referirme hoy, en cifras y letras, las fechas históricas de aquellos años, y señalarme, contemporáneas, las múltiples escenas del teatro exterior que se sucedían más allá de nuestro pequeño interior burgués y que ya entonces marchaban, como se sabe, hacia el desastre final que debía abatir en su última convulsión nuestros decorados de papel, ya desgarrados y sanguinolentos. Pero mi presente bola de cristal limita su propio centro focal a mi teatrito privado de familia, donde los acontecimientos públicos llegaban del mismo modo en que las cuestiones adultas llegan a una guardería infantil (p. 189). 158 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Manuele se erige, en términos freudianos, como un invertido absoluto, aunque tuvo dos aventuras con mujeres. El año de mi segunda –y última– aventura con mujeres(…) (p. 88) que podrían hacerlo un invertido anfigeno (hermafrodita psicosexual); esto es, su sujeto sexual puede pertenecer indistintamente a uno u otro sexo. En todos los casos investigados hemos descubierto que los invertidos pasan en los primeros años de su infancia por una breve fase de intensa fijación a la mujer (a su madre, en la mayoría de los casos), y que después de esta fase heterosexual, se identifican con la mujer y se toman a sí mismos como fin sexual; esto es, buscan, partiendo del narcisismo, hombres jóvenes y semejantes a su propia persona, a los que quieren amar como la madre los amó a ellos (Freud, 1990, p. 143). En la novela, el amor entre Manuele niño y su madre Araceli es un amor de adultos y sexual. Y corro tras mi madre-novia(…) (p. 30). Cuando Manuele describe algunos recuerdos apócrifos se le descubren más reales que los verdaderos. La descripción del acto de mamar es la representación de dos jóvenes enamorados: Por entre los párpados entrecerrados del yo mismo de entonces vuelvo a ver el pecho de ella, desnudo y blanco […] Su leche tiene un sabor dulzón, tibio, como el del coco tropical recién arrancado del cocotero. De vez en cuando, mis ojos enamorados se alzan para dar gracias a su rostro que se inclina enamorado hacia mí, entre los racimos negros de sus rizos de desigual longitud que le llegan a los hombros(…) (pp. 17-18). En el mismo sentido de ese enamoramiento, retrocediendo en el tiempo, Manuele llega a contarnos su propio alumbramiento: Es el día y la hora de mi nacimiento, mi primera separación de ella […] Y se oyó entonces mi primer llanto […] un verdadero llanto de luto desesperado; yo no quería separarme de ella […] Vivir significa la experiencia de la separación y yo debo de haberlo aprendido aquel 4 de noviembre con el primer gesto de mis manos, que fue el de buscarla a tientas. Desde entonces, en realidad, nunca he dejado de buscarla y,


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desde entonces, mi elección fue ésta: volver a entrar en ella (p. 23). Volver a entrar en ella es acurrucarse, volver a la cuna interior, pero a la vez es un acto sexual de entrega de toda una personalidad, de todo un cuerpo que desea regresar a su hueco originario. Freud aclara que ya otros expertos han reconocido claramente y han hecho resaltar la naturaleza sexual de ese acto de amamantar, de succión o de chupeteo. Se considera el chupeteo como una de las mañas sexuales del niño. La opinión contraria de numerosos pediatras y neurólogos, fundada en una confusión entre lo sexual y lo genital, comenta Freud, plantea el difícil e inevitable problema de establecer qué carácter general debe atribuirse a las manifestaciones sexuales de los niños. Por su parte, sus investigaciones psicoanalíticas le dan derecho a considerar el chupeteo como una manifestación sexual y a estudiar en ella precisamente los caracteres esenciales de la actividad sexual infantil. Más adelante, cuando Freud se refiere al objeto sexual de la época de lactancia, remarca la idea de que durante todo el período de lactancia el niño aprende a amar a las personas que satisfacen sus necesidades y le auxilian en su carencia de adaptación a la vida. La relación del niño con dichas personas [nos dice] es para él una inagotable fuente de excitación sexual y de satisfacción de las zonas erógenas. La madre, sobre todo, atiende al niño con sentimiento procedente de su propia vida sexual, y le acaricia, besa y mece tomándole claramente como sustitutivo de un completo objeto sexual (1990, pp. 46-87). Así, ordenadamente, como si se siguieran en la construcción del personaje de Manuele los principales puntos de un tratado de homosexualidad, veamos cómo la precedente cita del ensayo freudiano se corresponde con la siguiente de Araceli: (…) he creído entender por qué ahora, mientras me acerco a la vejez, ella se obstina en reaparecérseme en el acto de tenerme a mí, niño, en los brazos: del mismo modo, entre sus brazos, ella quiere llevarme finalmente a su propio nido, como el aire lleva la semilla que quiere enterrarse (p. 19), un nido de amor y muerte.4

Manuele es plenamente consciente de lo determinante que es una infancia para forjar la época madura: Se diría que una voluntad perversa quisiera preservarme durante mi paso por la infancia para entregarme ileso, al primer despertar, a las escuadras de mi Eros adulto, ya pronto con sus cuerdas (p. 88). De ahí la importancia que se da al acto de tomarse a sí mismos. Las masturbaciones de Manuel son especiales: No era la primera vez que me masturbaba. Y hacía ya tiempo que sabía que no era el único amante solitario entre mis coetáneos. También sabía, por las charlas de los demás, que no era el único que en aquellos ejercicios de amor invocaba sus propias visiones, las cuales eran llamadas por los compañeros su cinematógrafo, pero dudo de que el cinematógrafo de los demás se pareciera al mío. La trama de mis visiones, aunque variase, era fiel a esta ley: que toda presencia humana o incluso animal quedaba excluida de ellas (p. 73). Es al poco tiempo de su aventura en la playa con una mujer cuando en sus habituales cinematógrafos se produjo un cambio: la aparición en escena de personajes humanos. Creo que empezó [nos dice Manuele] con un sueño que me provocó un orgasmo y que siguió apoderándose de mí por algunos días, si bien –como solía ocurrirme al despertar– había olvidado inmediatamente su escenario y su trama. Volvía a mí sólo como un movimiento de sombras que, con inmensa turbación por mi parte, se concentraba en una sola encima de mí. Y este mí fue la primera señal de transformación posterior, ya que anteriormente ni yo mismo siempre había asistido, como un espectador externo, a mis escenas imaginarias, mientras que a partir de entonces entró en mis sueños como presencia participante (p. 75). Las precedentes características, tratadas desde el psicoanálisis, pertenecerían a la fase del desarrollo libidinal infantil, que se caracteriza por un complejo de Edipo y en la que encontramos a los niños afectuosamente ligados al progenitor del sexo opuesto, mientras que en sus relaciones con el del mismo sexo predomina la hostilidad. Sucede, como

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4. Otros elementos claramente analizables en la homoxesualidad de Manuele y que tienen su correlato en textos freudianos, son los “celos” y el “menosprecio hacia la mujer”. Los celos como un mecanismo que actúa en el desprendimiento del objeto materno, tan intensa y exclusivamente amado; los celos de otras personas, de los hermanos y hermanas, de los rivales entre los que también se encuentra el padre. El menosprecio por la mujer y casi la repugnancia se muestra en su segunda aventura amorosa con mujeres, con una puta: Nunca había visto, ofrecido a mi vista tan cercana, un sexo de mujer, y el que ahora se me develaba me pareció un objeto de ruina y de pene horrenda, semejante a una boca de animal degollado. Entre dos jirones de carne fofa, desnuda y grisácea (así me pareció), se me dejó entrever una especie de herida sangrienta de bordes más oscuros, y el estómago se me retorció de asco, y quité mi vista de allí levantándola involuntariamente a la cabeza de la mujer tumbada (p. 86).


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dice Freud, lo que se nos presenta en Araceli, que “la falta de un padre enérgico durante la infancia favorece muchas veces la inversión” (p. 144).Más que hostilidad, lo que muestra nuestra novela es indeferencia por la ausencia del padre de Manuele, Eugenio Ottone Amedeo, quien por obligaciones de su oficio militar frecuentemente permanecerá ausente del hogar: Desde mi nacimiento, paternidad significaba para mí ausencia y ya se sabe que la ausencia es una ley ordinaria de los dioses, los cuales, con el fulgor de sus apariciones extraordinarias, nos confirman su propia sustancia divina. A mi culto (caso abstracto) lo consagraba la fe adoradora de Araceli, y en él yo honraba al esposo de Araceli, no ciertamente al padre de mi carne (p. 180); […] yo nunca fui hijo de un padre. Siempre avitaba llamarlo papá. En el mismo sonido de estas dos sílabas sentía algo de ridículo, de indecoroso. En cambio, las dos sílabas mamá me sonaban dulcísimas y naturales, como voces propias de mi carne (pp. 180-181). Las diferencias de Manuele respecto a su padre se ven reforzadas por la oposición social existente entre ellos. Araceli procede de una clase social baja y Eugenio, de la alta aristocracia. Manuele se sentirá más cercano a la primera clase y le echará en cara a su madre el que haya nacido burgués: Si por lo menos me hubieras hecho nacer como ellos [los chulitos callejeros nocturnos], de su clase. En cambio, me pariste burgués, que hoy significa siervo (p. 107). Por otra parte, las vidas adultas de Araceli y su hijo Manuele corren paralelas. Ella desemboca en el descuido y la insociabilidad, se muestra adúltera (el hombre del ascensor, el del portal, el del servicio público, su incorrecta conducta en la iglesia). Él es “insaciable y misántropo”, habla de drogas y alcohol, y cuando llega al Almendral, como un hombre predestinado dirá: Esta es, pues, mi primera meta. Y ¿qué otra cosa podría ser mi meta sino una taberna o un bar? (p. 300). Pero el final de la novela es sorpresivo. Manuele, en su regreso a Roma, cuando visita a su padre en el barrio San Lorenzo, casi contrariando un lógico destino novelesco y su relación con 160 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Araceli, comienza a amar a su padre, de manera inaudita, dice Manuele y con demasiado retraso. Son, prácticamente, las últimas líneas del texto, un regreso a lo que nunca tuvo y que ahora, a diferencia de su madre muerta, sigue vivo: Para mí en aquella época Araceli era negación-repudio-venganza-olvido. No era amor por ella. Por ella, no. Era amor por otro. ¿Por quién? Por Eugenio Ottone Amedeo. Nunca hasta ahora a lo largo del tiempo le había amado (p. 317). Más de un año después de ese encuentro con su padre (leemos en el último párrafo), en el otoño de 1946, Manuele recibe la noticia de que el comandante había muerto y es cuando experimenta las mismas senciones de aquel llanto de amor que tuvo en aquel encuentro con su padre. Es así como Elsa Morante nos arroja a la más absoluta soledad de Manuele, la soledad que ha guiado toda su novela.

Los recuerdos de Manuele Otro elemento estructurador de la novela es el recuerdo. La variedad de recuerdos que impone variedad de secuencias retenidas, una cámara fija en cada momento que se pasea por el pasado de los personajes y penetra en cada compartimento de su interior. Dentro de una cronología global y ordenada de la novela, desde el nacimiento de Manuele hasta la muerte de su padre, los recuerdos son lanzados como impactos intensos de emoción, sin detallar su exacta cronología. La cantidad y variedad de recuerdos es lo que estructura la obra en abundancia de parágrafos. A veces los recuerdos son vagos, pero Manuele continuamente los medita, si realmente han ocurrido así como los da a conocer, o son invenciones o cambios inconscientes de su mente en aras a la conveniencia del momento presente. Se le pueden truncar o imagina la construcción de una leyenda particular construida con recuerdos, pero normalmente son los hechos o anécdotas reales lo que le catapulta al pasado. Como vimos, es un juego fantástico que la mente de Manuele ejerce: En su continuo trabajo la máquina inquieta de mi cerebro es capaz de fabricarme reconstrucciones visionarias, a veces remotas y


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ficticias como morganas, y a veces próximas y posesivas, hasta el punto de que me encarno en ellas. Sea como fuere, sucede que algunos recuerdos apócrifos después se me descubren más reales que los verdaderos (p. 17). El recuerdo, como fantasía, es explicado por el psicoanálisis y el juego del viaje en Araceli, como huida del malestar, será un generador de recuerdos fantasiosos: Tanto el juego como la fantasía son huidas de la “carga demasiado pesada que le impone la vida”; es decir, resultados o, mejor, conductas resultantes de la frustración inherente a la necesaria adecuación a la realidad efectiva. Por tales motivos, la fantasía, incluso “cada fantasía singular es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad”. Ahora bien, los deseos satisfechos son, a su vez, de dos tipos: o tienden a la exaltación de la personalidad, o son deseos eróticos, pero de hecho ambos se dan de consuno, puesto que la exaltación de la personalidad se pone al servicio del deseo, de la satisfacción del deseo erótico (Castilla del Pino, 1994, pp. 304-305). El recuerdo es constructor de una determinada personalidad y de la propia novela y, en este sentido, pensando en la infancia

forjadora de la personalidad de nuestro protagonista, el mismo Castilla del Pino manifiesta que lo que distingue el jugar del fantasear es que en el primero el niño se apoya sobre objetos reales para operar fantásticamente con ellos, mientras que el novelista opera sólo en la fantasía al modo de un producto mental puro en tanto que irreal (pp. 304-305). Hoy llamaríamos a la fantasía “realidad interna” y no irreal, y no la consideraríamos como un producto mental puro, sino apoyado también sobre componentes de la realidad externa, que es lo que Elsa Morante hace para dar paso al recuerdo. La mirada pasa del hecho presente real al pasado fantasioso.

Bibliografía –– CASTILLA DEL PINO, Carlos. (1994). El psicoanálisis, la hermenéutica del lenguaje y el universo literario. En AULLÓN DE HARO, Pedro. Teoría de la crítica literaria. Madrid: Editorial Trotta. –– CHEVALIER, Jean. (1999). Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder [1ª. Ed. 1969], sexta edición. –– FREUD, Sigmun. (1990). Tres ensayos sobre teoría sexual. Madrid: Alianza Editorial.

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Semblanzas



Guillermo de Ockham (1285-1347/49)

Franciscano - filósofo - teólogo - político Edgar Alonso Vanegas Carvajal O imperator, defende me gladio, et ego defendam te verbo.1

Introducción El Doctor Invincibilis, el Venerabilis Inceptor, el Doctor Singular, Guillermo de Surrey, el profesor oxfordiano, el cuarto maestro de la escuela franciscana, el maestro de profesores, el franciscano de Oxford, el doctor de la Orden Franciscana, el pensador bisagra, el filósofo de transición, el último escolástico y el primer moderno, el príncipe de los nominalistas o simplemente, como se le conoce, Guillermo de Ockham, es un personaje que une dos culturas limítrofes en el tiempo, pero muy distantes en sus intenciones y propósitos; un pensador de transición que por el cambio de época en que le toca vivir encarna lo antiguo y se lanza a la via modernarum. De ahí que resulte un personaje muy discutido, incomprendido y con criterios opuestos, lo que da lugar a la disparidad de interpretaciones sobre su vida y sus obras. El comienzo del siglo XIV marca el fin del ideal teocrático; se da el enfrentamiento entre Bonifacio VIII y Felipe IV de Francia por las querellas de las investiduras; el drama del cautiverio babilónico de Aviñón (1309-1377) y las disputas con Roma por

el poder pontificio que termina con el Cisma de Occidente, el derrumbamiento del ideal imperial con la muerte de Enrique VII (1313); la peste negra que diezma sensiblemente la población europea; el comienzo de la llamada Guerra de los Cien Años entre los reyes de Francia e Inglaterra (1337-1453); el conflicto alrededor de la pobreza que enfrentó a la Orden Franciscana y al Papado; la desintegración y lucha en la sociedad y en las instituciones eclesiásticas y la pérdida de hegemonía de las grandes síntesis medievales de un Tomás, un Buenaventura y un Scoto. Todas estas son circunstancias históricas que influyeron inevitablemente sobre la reflexión filosófica-teológica-política del personaje que nos ocupa. Pero aparece una serie de interrogantes: si Ockham jugó un papel tan importante en el siglo XIV con repercusiones para la posteridad, ¿por qué su desconocimiento? ¿por qué aparece Ockham en la historia del pensamiento occidental –citemos las obras de Fraile y las de Copleston, por nombrar sólo dos de las más conocidas– simplemente como un escéptico y un verbalista culpable de la decadencia y crisis de la filosofía escolástica? ¿por qué es tildado de hereje y enemigo acérrimo de la escolástica? ¿por qué no hace parte de los currículos académicos

• Fecha de recepción del artículo: 26 de marzo de 2009 • Fecha de aceptación: 21 de mayo de 2009. EDGAR ALONSO VANEGAS CARVAJAL. Filósofo y teólogo. Especialista en pedagogía y docencia universitaria. Estudios de posgrado en Ecumenismo y Diálogo Inter-religioso de la Pontificia Universidad Bolivariana. Docente del Centro Interdisciplinario de Estudios Humanísticos de la USB Cali. Miembro del Grupo de Investigación Franciscanismo y Problemas contemporáneos. Correo electrónico: eavanega@usbcali.edu.co Revista Científica Guillermo de Ockham. Vol. 7, No. 1. Enero -Junio de 2009 - ISSN: 1794-192X, pp. 165-179 Ø 165

1. Según una antigua leyenda, Ockham habría dicho esta frase a su protector Luis de Baviera: Oh emperador, defiéndeme con la espada que yo te defenderé con la pluma, después de haber sido excomulgado por la Iglesia y participar abiertamente en la luchas entre el Papa y el Emperador.


Edgar Alonso Vanegas Carvajal

de ciertas facultades de Filosofía y Teología de nuestras universidades? ¿por qué ha sido señalado como un pensador desconectado de la tradición de su tiempo y hasta juzgado como una inteligencia errática? ¿cómo explicar el desconocimiento y multitud de hermenéuticas dadas al trabajo realizado por Ockham? Pues bien, comencemos por decir que Guillermo de Ockham es naturalmente un pensador del siglo XIV, pero sorprende siempre la capacidad de los grandes filósofos para decirnos una palabra relevante para nuestro presente. Con ayuda de estas páginas el lector se planteará, sin duda, cuestiones bien actuales, además de conocer mejor a una figura en la cual se entremezclan muchos aspectos del mayor interés: un franciscanismo radical, una filosofía poderosa, una teología diferente, una política en busca de equilibrio, una vida apasionante en un período que no lo es menos para la historia de la Iglesia y de las relaciones Iglesia-Estado en Europa. Así pues, el objeto de este estudio es intentar contribuir a una mejor comprensión del autor inglés, paradigma, ícono, símbolo y guía de las reflexiones científicas más profundas de quienes escribimos en esta revista que lleva su nombre y que apostamos, al igual que el Maestro de Profesores, por la vía media frente a lo que pueda seguir repitiendo alguna historiografía.

Biobibliografía2 2. Después de una revisión por varias obras de Guillermo de Ockham he constatado que se manejan diferentes cronologías del autor, sobre todo en las fechas de su infancia, antes de ingresar a la Orden Franciscana. Me ha parecido muy objetiva y completa la cronología que presenta el grupo Editorial Norma, que es la que he seguido en esta para este aparte de la investigación. Cf. GRUPO EDITORIAL NORMA. A propósito de Guillermo de Ockham y su obra. Bogotá: Colección Cara y Cruz, 1994, p. 87-95. 3. Entre las diferentes grafías del nombre de este franciscano: Ockham, Ockam, Occam, Auquam, Hotham e incluso Olram, he escogido la de Ockham, por ser la forma más común que se maneja entre los comentaristas de nuestro autor.

Contexto En el siglo XIV se crea un clima de malestar e insatisfacción intelectual, política, social, religiosa y cultural. Algunos movimientos religiosos y de otra índole adoptan posturas mesiánicas y hasta milenaristas. Tal fue el caso de los llamados franciscanos “espirituales” que en el siglo XIV pasaron a llamarse fraticelli en oposición a los conventuales, por las querellas en torno al voto de pobreza. Esto condujo a la Orden Franciscana, por un lado, a sufrir una profunda división y relajación de las costumbres, y por el otro, a un lento renacer, alentado por el afán reformista, propio de la Orden. 166 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Nace En estas circunstancias históricas, como hijo de su época, nace Guillermo de Ockham,3 probablemente en el año 1285 (en esto sigo la edición Orbis, en Los Sucesivos y la Editorial Norma de Cara y Cruz), en el pueblo inglés de Ockham, condado de Surrey, al sur de Londres. Su apellido, pues, corresponde simplemente al lugar de origen. Aunque se desconocen los orígenes de Guillermo, existe acuerdo en que procedía de una familia humilde de comerciantes. De 1287 a 1298 no tenemos nada registrado de su vida; podríamos llamarla la vida oculta de Ockham. En 1300 inicia sus estudios básicos en la escuela parroquial del condado de Surrey. La enseñanza impartida en la época incluía el estudio del latín, la teología y las matemáticas. Entra a la Orden Franciscana Habiendo entrado a la Orden Franciscana, para 1306 es ordenado subdiácono; los Estatutos de la Orden Franciscana exigían para ello una edad mínima de veintidós años, de no mediar dispensa. Hay que destacar que los franciscanos que llegaron a Inglaterra se mostraron particularmente severos respecto al asunto del voto de pobreza absoluta que profesaban, lo que influyó notablemente en Ockham y en la postura que más tarde sostendrá en las polémicas con diversos representantes de la Iglesia y de su Orden. En la Universidad de Oxford Ya en 1311 inicia sus estudios superiores en la naciente pero prestigiosa Universidad de Oxford como estudiante de teología, donde ya se ha cultivado un grupo de pensadores franciscanos, del que más tarde hará parte el mismo Ockham. Como profesor Entre 1315 y 1317 ejerce su actividad como lector (profesor) de Sagrada Escritura. Entre 1317 y 1319 inicia sus comentarios a las célebres Sentencias de Pedro Lombardo.


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Los años de 1319 a 1324 los dedica al estudio y a la composición de escritos filosóficos y teológicos. En 1322 recibe el grado académico de Licenciado en Teología en la Universidad de Oxford. En Aviñón En 1324, en un ambiente de ruptura entre la Orden Franciscana y el Papa Juan XXII, Ockham recibe la orden de comparecer ante el tribunal eclesiástico en la corte papal de Aviñón, por lo que se traslada al convento franciscano de esta ciudad. Debido a este hecho no le es otorgado el título de doctor, pese a que había completado el ciclo de estudios requeridos. Su título de Inceptor o bachiller se debe al hecho de que nunca llegó a enseñar como doctor. En 1327 se encuentra en Aviñón con Miguel de Cesena, general de la Orden Franciscana, quien tiene que comparecer ante el Papa Juan XXII por sus ataques a las constituciones pontificias sobre la pobreza. Motivado por este General de la Orden, Ockham se interesa por la disputa sobre la pobreza evangélica y la propiedad privada. En Munich En la noche del 26 de mayo de 1328 Ockham huye del convento franciscano de Aviñón, junto con Miguel de Cesena, Bonagratia de Bérgamo y Francisco de Ascoli. Pero antes de partir, los cuatro fugitivos son excomulgados por el Papa (principalmente por la bula Quia Vir reprobus). Más tarde se reúnen en Pisa con el emperador alemán Luis de Baviera (electo en 1314 pero no consagrado) y en 1329 marchan a Munich, bajo la protección del emperador. De esta época es su célebre frase que ha pasado a ser como un lema de su pensamiento: “¡Oh Emperador: defiéndeme con la espada que yo te defenderé con la pluma!”. Ockham es excomulgado e inicia así la segunda etapa de su vida intelectual, extraacadémica, práctica, de polemista y, de algún modo, de reformador. A partir de 1331 y hasta su muerte se establece en Munich a pedido de Luis de Baviera. Así se inicia el período más fecundo de su vida con la redacción de sus grandes

obras, entre ellas el Scriptum in librum unum y los Quodlibeta septem. Por esta larga época sostiene una larga disputa con los papas Juan XXII, Benedicto XII y Clemente VI en torno a cuestiones teológicas y políticas: el problema de las relaciones entre el poder eclesiástico y el poder temporal. Los aspectos más destacados de esta polémica se reunirán luego en una de sus obras más famosas titulada Opera Política. Mueren su mayor protector y su mayor opositor En1334, pese a la muerte del Papa Juan XXII en Aviñón, la situación con la Iglesia no cambia; al parecer, su excomunión se mantiene hasta su muerte. Continúa en polémicas, ahora contra el sucesor del anterior, el papa Benedicto XII. Parece que de 1337 data la redacción de su obra Principios de teología. Aunque al igual que Tractatus de successivis se cree que son compilaciones hechas por otra mano a partir de escritos originales del filósofo. 1342 Muere su protector y hermano de religión Miguel de Cesena, después de haber sido depuesto de su cargo; pero Ockham queda como vicario general de la Orden y depositario de su sello oficial. Sólo un año antes de morir envía el sello oficial al Capítulo General de la Orden. Desenlace final En 1347, tras la muerte de su protector, Luis de Baviera, su situación no es fácil en Múnich ya que su sucesor cambia de política, mediante las Dietas de Nuremberg y de Metz, celebradas en 1356 para sancionar los ideales del bávaro. Trata de dar algunos pasos para reconciliarse con la Iglesia; aunque la misma Iglesia preparó una fórmula de sumisión, no es claro si llegó a firmarla y si su reconciliación tuvo efecto en algún momento. Finalmente, en 1349 muere Ockham en Munich, como miembro de la Orden Franciscana que abrazó desde muy joven, al parecer de la peste negra que durante ese año asoló esta parte de Europa.

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Obras filosóficas

– An princeps, pro suo succursu, scilet guerrae,

– Scriptum in quatuor libros Sententiarum.

Contiene el Ordinatio y Quaestiones in II, III, IV Sententiarum (1318 - 1323).

– Expositio aurea super totam artem veterem:

Expositio super Porphyrium; Expositio super Librum Praedicamentorum; Expositio super duos Libros Perihermeneias; Expositio super duos Libros Elenchorum (después de 1318). – Tractatus de praedestinatione et praescientia

Dei et de futuris contingentibus (1318 1323).

– Logica maior o Summa logicae (1324

- 1328).

– Elementarium logicae o Logica media. – Logicae tractatus minor. – Quaestiones in octo libros physicorum,

(antes de 1327, probablemente 1324). – Philosophia naturalis sive summulae in octo

libros physicorum, (1324). – De successivis (hacia 1324, pero algunas

informaciones la consideran como obra dudosa).

Obras teológicas – Questiones earumque decisiones – Quodlibeta septem (antes de 1327) – Tractatus de corpore Christi o Tractatus

primus de quantitate (después de 1323)

– Tractatus de Sacramento Altaris o Trac-

tatus secundus de quantitate (después de 1323)

4. Nos dice el franciscano y franciscanista Fray Adolfo Galeano Atehortúa, en su libro La universidad franciscana, que hacia 1230 los Hermanos Menores tenían ya tres grandes estudios generales en los centros universitarios de París, Oxford y Bolonia, y por el año 1250 se contaban cerca de cincuenta estudios teológicos en toda la Orden, lo cual se explica por la conciencia de que una buena evangelización requería una preparación académica óptima para esta misión. Cfr. GALEANO ATEHORTÚA, Fray Adolfo. La universidad franciscana: Evangelización y posmodernidad. Medellín: Editorial Bonaventuriana, 2004, p.14.

– Centiloqium theologicum (obra dudosa) – De principiis theologiae (obra dudosa)

Obras políticas – Opus nonaginta dierum (1333-1334) – De dogmatibus papae Johannis XXII – Tractatus contra Johannem XXII” – Compendium errorum Johannis papae

XXII” – Tractatus contra Benedictum XII 168 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

– –

possit recipere bona ecclesiarum, etiam invito papa (escrito entre 1338 y 1339) Dialogus inter magistrum et discipulum de imperatorum et pontificum potestate o Dialogus in tres partes diatinctus (134243) Breviloquium de principatu tyrannico super divina et humana, specialiter autem super imperium et subjetos imperio a quibusdam vocatis summis pontificibus usurpato (1339 - 1340) Epistola defensoria Epistola ad Frates Minores Acta quaestionum decisiones super potestatem Summi Pontificis (entre 1339 y 1341) De jurisdictione imperatoris in causis matrimonialibus De electione Caroli IV (última obra)

Los maestros de Oxford El Venerabilis Inceptor, (iniciador) –Inceptor porque no enseñó ni como doctor ni como profesor; y Venerabilis en cuanto fundador del nominalismo– inició sus estudios superiores en uno de los mayores centros universitarios del momento: la escuela universitaria de Oxford. En el siglo XIV la Orden Franciscana, a la que perteneció, vive un período de esplendor intelectual y produce un grupo de grandes pensadores, del que más tarde va a ser parte. Ya en 1224 los franciscanos se habían establecido en Oxford y para 1230 habían fundado uno de los tres grandes Studium Generalis al lado del de París y Bolonia;4 muy pronto las mentes más ilustradas de entonces, grandes maestros universitarios, se adhieren al movimiento franciscano, hasta el punto que se llega a decir que la Universidad de Oxford en Inglaterra es una Universidad Franciscana. Basta con recordar los nombres de Adam de Marsh, Tomás de York, Rodolfo de Corbrigge, Ricardo Rufo, Roger Bacon, Juan de Gales, Juan Pecham, Juan de la Rochela, Odón Rigaldo, Guillermo de Melitona, Roberto Groseteste (canciller


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de la Universidad, y aunque nunca llegó a ingresar a la Orden de los Menores, como sucedió con Alejandro de Halles en París, sin embargo, fue el animador del estudio de los Menores de Oxford). Como características diferenciales de los maestros ingleses hay que destacar su carácter de practicidad y la importancia fundamental que dan a las ciencias experimentales en general. En esta escuela –que F. Canals Vidal considera más libre, en el sentido de ser menos institucionalizada y regulada por la autoridad pontificia, heredera de la Escuela de Chartres– se conoce a Aristóteles, pero la actitud ante él es crítica y de oposición; mientras el aristotelismo de París va a estar centrado en un terreno especulativo orientado a la sistematización metafísica, en Oxford la recepción de Aristóteles se centra en sus libros sobre cuestiones naturales. Allí, por el contrario, el currículo hace énfasis en el cultivo de las lenguas y el cultivo de las ciencias experimentales: matemáticas y física. Esta inclinación por la ciencia estructura el espíritu eminentemente empírico del movimiento intelectual de los franciscanos británicos. Ya el gran novelista italiano, Umberto Eco, en sus Apostillas a El Nombre de la Rosa, va a decirnos por qué escogió a Guillermo de Ockham como protagonista para su novela: Por ejemplo, ¿por qué en mi libro aparecen los fraticelli del siglo XII? Si debía escribir una historia medieval, hubiese tenido que situarla en el siglo XIII, o en el XII, que conocía mejor que el XIV. Pero necesitaba un detective, a ser posible inglés (cita tertextual), dotado de un gran sentido de la observación y una sensibilidad especial para la interpretación de los indicios. Cualidades que sólo se encontraban dentro del ámbito franciscano, y con posterioridad a Roger Bacon(…) (1986, p. 13). El contacto del espíritu franciscano con el método científico, que halló su caldo de cultivo en Oxford, encontró en Ockham a un pensador unificador entre los principios franciscanos y la ciencia empírica basada en la observación y los vestigios. Ya Francisco de Asís había amado la realidad cósmica y natu-

ral y había descubierto en ella las huellas de Dios. Pues bien, nuestro pensador se vuelve a esta realidad con rigurosidad científica. Para nuestro autor el verdadero conocimiento es el experimental, que se capta en el mundo de la naturaleza. Así, Ockham se convierte en el precursor de la investigación naturalista propia del Renacimiento. Precisamente y refiriéndose a él nos dice su hermano de hábito Agustín Gemelli: Realmente Ockham extrema las dos exigencias de su educación oxfordiense y franciscana. Siente la necesidad de saber y creer, con indiscutible concreción; posee la mentalidad intuitiva y experimental de Bacon; quiere en las doctrinas científicas la demostración matemática; exige para las investigaciones que no atañen a la teología la mayor libertad de pensamiento (1979, p. 67). Y sintetiza su orientación netamente franciscana, diciendo: Ockham mantiene algo vivamente franciscano: el amor a la verdad práctica y obradora, el amor a la pobreza (1979, p. 67). En muchos autores, podemos distinguir claramente dos, tres o más etapas distintas de su pensamiento, que se van sucediendo o se superponen, debido a las preferencias temáticas, a las exigencias científicas y/o a las circunstancias personales, familiares y/o sociales, que van cambiando a lo largo de la vida de una persona. Tal es el caso de Blaise Pascal (Vanegas, 2005), por ejemplo, que va pasando de científico a filósofo, y de teólogo a místico, acentuando estos aspectos de su vida de acuerdo con circunstancias externas e intereses personales que lo acompañan. Aunque algunos autores se resistan a establecer un itinerario –por utilizar una palabra genuinamente franciscana– consecutivo en la persona y personalidad de Ockham, considero que vale la pena destacar los momentos más significativos que marcaron la vida y obra de nuestro autor, y en esto la mayoría de autores identifican por lo menos dos grandes momentos en la vida de Ockham: el filosófico-teológico y el político-jurídico. Para nuestro estudio, tanto desde el punto de vista metodológico como por claridad

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temática, hemos elegido cuatro grandes momentos en el itinerario académico del Profesor Oxfordiense, que se suceden y se complementan mutuamente, sin caer en maniqueísmos o rupturas en la vida y obra de nuestro pensador. Estos cuatro momentos son: como franciscano, como filósofo, como teólogo y como político. Sin embargo, no pretendemos hacer un desarrollo sistemático y acabado de la vida y obra del Doctor Franciscano. Por el contrario, nos limitaremos a presentar de una manera general una primera aproximación a la semblanza de nuestro autor.

Como franciscano Ockham debió de ingresar muy joven a la Orden Franciscana, fundada por Francisco de Asís en 1209, pues entró en 1310 al Convento de los Menores en Oxford, sede de la más importante universidad inglesa, perteneciente a la diócesis de Lincoln. Allí inicia sus estudios superiores y recibe lecciones de teología e imparte, posteriormente, lecciones sobre Sagrada Escritura y sobre las Sentencias de Pedro Lombardo. Como franciscano, Ockham bebe del pensamiento del fundador de su Orden, Francisco de Asís: la primacía que le otorga a la praxis sobre la teoría; la afirmación de los seres singulares –hermano Sol, hermana Luna–, la valoración de la subjetividad individual por encima de la noción de vacío de la humanidad. Francisco no previó ni intentó una determinada metodología de estudio; ni siquiera se preocupó por la ciencia y los estudios de los hermanos. Pero los valores que vivió, la experiencia personal que tuvo del otro (los hermanos), lo otro (la naturaleza) y el Totalmente Otro (Dios), fueron tan intensos y al mimo tiempo tan profundos, que no solamente permearon la sociedad y la cultura de su tiempo, sino que sirvieron de inspiración y creación de sentido para dar origen y continuidad a una de las escuelas filosófico-teológicas más influyentes en la historia del pensamiento occidental: la Escuela Franciscana. 170 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

Quizá uno de los momentos más paradójicos y curiosos que encontramos en la historia de la cultura es la sorprendente y desconcertante conjunción entre Francisco de Asís y la misma cultura. No se explica fácilmente cómo este santo cristiano, considerado como inculto, ignorante e idiota (en el sentido de no saber) haya tenido un influjo tan grande en la historia de la cultura occidental y una fascinación en las culturas no occidentales. Francisco fue un creador de cultura, no distribuidor ni consumidor de cultura. Estaba muy lejos de la avidez libresca, pero era hombre de profunda y prolongada reflexión y estudio personalizado. No estudió en los libros, sino en las fuentes que originan los libros y que inspiran tantos volúmenes de bibliotecas: la naturaleza. El poverello ha contribuido, con su estilo de vida, a crear una forma de ser y de vivir con no pocas repercusiones en nuestra cultura. Buenaventura de Bagnoregio y su ejemplarismo, Juan Duns Scoto y el voluntarismo, Roger Bacon y su método experimental y, por supuesto, Guillermo de Ockham y su nominalismo, por mencionar sólo a algunos de los más representativos doctores de la Escuela Franciscana con sus tesis y aportes más significativos a la cultura, han inspirado sus monumentales sistemas de pensamiento y sus métodos de investigación a partir de la centralidad de la persona, lo cotidiano, lo individual y singular, las relaciones dialógicas fraternas con la naturaleza, con las personas y con Dios, la observación, la creatividad y la intuición (P.E.B., 2007, pp. 70-71), y sobre todo la profunda sensibilidad que tuvo Francisco de Asís para interpretar la realidad observada en términos de signos y símbolos. Al respecto, afirma el filósofo franciscano Fray José Antonio Merino: Es sorprendente que Francisco de Asís, que se consideraba a sí mismo idiota e ignorante, diera un impulso de gran magnitud a todo un nuevo movimiento evangélico dentro de la cristiandad. Pero es más sorprendente aun que a partir de él, con quien convivían simples y letrados, se creara y se articulara una auténtica escuela de pensamiento, que es solidaria con los temas tratados en las


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demás escuelas de su tiempo, pero que es singular y diferente en la forma de hacerlo (2003, p. 15). Las Órdenes Mendicantes adquieren más protagonismo que en el siglo anterior. Tomás de Aquino es canonizado en 1313, avalando así su doctrina aristotélica ante la Iglesia. En el franciscanismo se ha llegado al radicalismo evangélico alrededor del tema de la pobreza, tan sensible para los Menores. Ockham existió en un momento muy difícil para la Orden, hasta el punto que el gran franciscanista e historiador de la Orden Lázaro Iriarte ha denominado esta época como la gran prueba de la Orden, (Iriarte, 1979) tiempo de continuas luchas internas entre los llamados de la comunidad y los espirituales –por quienes va a tomar partido Ockham–, comandados por Pedro Juan Olivi, pero particularmente por Ubertino de Casale y Angel Clareno, quienes en su afán de reformadores rechazan la interpretación que los papas han hecho de la Regla Franciscana, de manera particular en lo concerniente a la pobreza. Con la elección de Juan XXII como Papa en 1306, quien promulgó varias bula, alrededor de la doctrina de la Pobreza Evangélica, el grupo de los espirituales fue perseguido y sometido a las disciplinas regulares de toda la Orden. Como culminación de esta tarea, las tesis de Olivi y de todos los espirituales fueron condenadas, y finalmente cuatro frailes espirituales fueron llevados a la hoguera en la ciudad de Masella, en el año de 1318. El Franciscano inglés no es ajeno a todas estas querellas; por el contrario, termina siendo víctima de las mismas, censurado por su filosofía y combatido por sus opiniones respecto a la pobreza. Fue acusado por Juan Lutterell, canciller de la Universidad de Oxford (1317-1322), quien escribe su Libellus contra doctrinam Guillelmi de Ockham, con graves denuncias, postula 56 letras de sus tesis como heréticas. Juan XXII nombró una comisión (Lutterell, Raimundo Bequini, Durando de San Porciano, Domingo Grima, el obispo de Belluno-Feltre y Juan Paynhota) que debía examinar las proposiciones sospechosas y valorar su ortodoxia. Después de tres años se llega a la siguiente declaración: 7 artículos

heréticos, 37 falsos, 4 ambiguos o audaces y 3 no son censurados. Con estos resultados, J. Lutterell, presidente de la comisión, se traslada a Aviñón para denunciar al joven licenciado ante la inquisición papal; en 1324 Ockham comparece ante el tribunal pontificio. De esta manera se agudizan aun más las tensiones entre su Orden y el Papado, a causa del concepto de pobreza: pobreza de los hijos de Francisco de Asís, pobreza de Cristo y sus apóstoles, pobreza de la institución eclesiástica. La tensión Papado-Franciscanos se institucionaliza cuando en 1327 Miguel de Cesena, General de la Orden Francisca, es requerido en Aviñón por Juan XXII, quien es claramente hereje, para que respondiera por sus ataques contra las normas papales en lo referente a la pobreza evangélica; asunto que se refleja también en el choque entre Juan XXII y el emperador alemán, electo (1314) pero no consagrado, Luis de Baviera. En el siglo de Giotto y de Dante, de Bocaccio y de Chaucer, de Bartolo y de Baldo, Ockham siempre mantuvo un sentido vivamente franciscano: el amor por la verdad práctica y obradora y el amor a la pobreza.

Como filósofo La Navaja de Ockham El Venerabilis Inceptor es un filósofo agudo, amante de la rigurosidad lógica y de la claridad (hay que destacar en esta época de nuestro pensador una obra principalmente: su Lógica Maior o Summa Logicae, acabada antes de 1324), pero al mismo tiempo animado por un sentido de lo concreto, de lo práctico, de lo sencillo, que hace efectivo el conocido principio de economía que afirma: Non sunt multiplicanda entia sine necessitate (los entes no han de ser multiplicados sin necesidad), que aunque no es de él, lo aplica perfectamente a su filosofía reformulándolo de la siguiente manera: Frustra fit per plura quod potest fieri per pauciora”, esto es, se hace inútilmente con muchas cosas lo que se puede hacer con pocas, sirviendo como principio metodológico (Merino, 1993, p. 306). En esto consiste la denominada Navaja de Ockham

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5. Gran número de hermanos formados en las universidades cambiaron el perfil de la primitiva fraternidad y prepararon el camino para una floración de filósofo-teólogos y científicos que habría de influir decisivamente en el rumbo de las ciencias, las artes, la filosofía y la teología: Rogelio de Grosseteste, Alejandro de Hales, Buenaventura de Bagnorea, Reger Bacon, Pedro Juan Olivi, Juan Duns Scoto, Ramon Llull, Guillermo de Ockham, entre muchos otros, fueron quienes en primera instancia fueron formando una “Escuela Franciscana”, encuadrada en el ámbito de la especulación platónicoagustiniana y del método experimental que era el que mejor enmarcaba el espíritu de Asís. Los grandes Maestros de la Escuela Franciscana viven en el mismo siglo y en el inmediatamente sucesivo del de Francisco. Las experiencias e intuiciones del Poverello son sistematizadas y llevadas a la academia, sobre todo en las universidades de París, Oxford, Cambridge, Colonia, Padua, Tolosa y Monpellier. Esta forma de pensar se diferencia de otras escuelas por el modo peculiar y específico de tratar los eternos problemas de Dios, mundo y hombre. Tienen un hondo sentido de reflexionar desde la vida y para la vida a partir de lo singular, lo concreto y lo práctico. Cf. IRIARTE, Lázaro. Historia franciscana. Valencia: Editorial Asís, 1979, p. 396 ss; MERINO ABAD, José Antonio. Historia de la filosofía franciscana. Madrid: BAC. 1993, p. 3 ss.

o Tijeras de Ockham: en inaugurar un tipo de metodología económica de la razón que tiende a excluir del mundo y de la ciencia los entes y los conceptos superfluos que inmovilizan la realidad y la ciencia. Como filósofo de transición, Ockham conocía perfectamente las disquisiciones inútiles de una filosofía y teología trasnochadas y alejadas de la realidad, que con un sinnúmero de distingos superfluos, ficticios y del todo inútiles pretendían llegar a verdades universales: sustancia primera distinta de la sustancia segunda, esencia distinta de la existencia, relaciones lógicas que pretenden ser ontológicas, sensitivas y especies intelectivas, entendimiento agente y entendimiento posible, etc. Ante el cúmulo de sutilezas y ergotismos desmedidos y desconectados de la experiencia, el filósofo oxfordiano prefiere las explicaciones simples a las complicadas y rebuscadas. Hay que ajustarse a la experiencia inmediata antes que recurrir a procesos no verificables empíricamente, ya que si es único el conjunto de las operaciones cognoscitivas, único ha de ser también el intelecto que las realiza, “configurándose como aquella regla metodológica que más tarde se denominará rechazo de las hipótesis ad hoc” (Montealegre, p. 52). Al respecto, vale la pena traer a colación la conocida novela de Umberto Eco –El nombre de la rosa–, en la que logra, a través de su protagonista Guillermo de Baskerville –quien representa al Doctor Invensible– recrear y representar la filosofía y el método inductivo e intuitivo de un intelectual interesado en la experiencia para develar no la verdad sino lo verdadero de una serie de asesinatos que se estaban sucediendo en una abadía benedictina. El siguiente fragmento es lo suficientemente explícito para recrear el famoso principio de economía o Navaja de Ockham como se conoce, con el giro lingüístico ockamniano. Dice Guillermo a Adso: –Entonces piensa si acaso no sería más… ¿Cómo decirlo?... menos oneroso para nuestra mente pensar que Adelmo, por razón que aún debemos averiguar, se arrojó sponsor sua por el parapeto de la muralla, rebotó en las 172 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

rocas y, ya muerto o herido, se precipitó hacia el montón de estiércol. Después, el huracán de aquella noche provocó un derrumbamiento que arrastró el estiércol, parte del terreno y también el cuerpo del pobrecillo hasta el pie del torreón oriental. –¿Por qué decís que esta es una solución menos onerosa para nuestra mente? –Querido Adso, no conviene multiplicar las explicaciones y las causas mientras no haya estricta necesidad de hacerlo… Todo se explica utilizando un menor número de causas (Eco, 1986, p. 116). He aquí el ápice entre el principio de economía y el problema de los Universales que lleva a Ockham de una metafísica de lo universales a una metafísica de lo singular mediante la tesis de que no existen naturalezas universales: ser real es ser singular; por consiguiente, no tiene sentido la búsqueda de un principio de individuación. El verdadero problema es otro: ¿Cómo explicar la universalidad de los conceptos –necesarios para la ciencia– si sólo existe lo singular? Aquí vemos el punto de entronque profundo de una mente práctica y concreta con una verdadera metafísica de lo singular. Finalicemos este segundo momento del itinerario de la semblanza de Ockham argumentando que, contrario a lo que se ha dicho, consideramos que Ockham es un hombre reconciliado con su momento histórico y con la espiritualidad de la Escuela Franciscana.5 Por lo tanto no hace nada nuevo, ni considero que haya sido su intención; su genialidad consiste precisamente en tratar de darle un enfoque distinto a lo que la filosofía de su época planteaba. Por eso retoma elementos de la filosofía medieval, de los grandes filósofos, de las escuelas tradicionales y los desborda de una filosofía cargada de mucha convicción.

El problema de los universales Podríamos decir que el problema de los conceptos universales se reduce a ver en qué forma es posible que lo universal se realice en lo singular, es decir, cómo la idea hombre se


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realiza a un mismo tiempo en todos y cada uno de los hombres concretos. Dicho de otra manera, el concepto universal es como una representación intelectiva y abstracta que se puede aplicar a muchos objetos en el mismo sentido. Ej: casa, mesa, belleza, grandeza, hombre, animal, etc. El concepto que tengo de las cosas concretas es muy diferente del concepto abstracto y universal que se puede aplicar a un conjunto determinado de cosas. Toda la historia de la filosofía se ha planteado este problema y ha buscado una solución satisfactoria. Ockham, por su parte, se plantea el problema de la siguiente manera: ¿Carecen de contenido los universales? ¿Tienen realmente valor objetivo los conceptos universales, o es una pura fabricación de la mente? ¿Será el universal una mera representación nominal, un puro nombre, o tiene realmente un contenido en nuestra mente y por tanto no es pura palabra sin sentido? Estos y otros interrogantes son comunes a otros pensadores medievales, pero Guillermo de Ockham dilucidó una solución bastante clara y verídica, hasta entonces desconocida.

Solución dada por Ockham al problema de los universales Tesis principal No hay realidad común alguna que exista al mismo tiempo en dos miembros de una misma especie. Argumentación Podemos argumentar con un ejemplo: si Dios ha creado a un hombre de la nada, eso no afecta a ningún otro hombre en su esencia; igual, una cosa individual puede ser aniquilada sin la destrucción de otra cosa individual. Por eso nada hay común a ambos porque si lo hubiera, con la aniquilación de un hombre todos sufrirían en su esencia y por la experiencia comprobamos que no es así. Lo que Ockham quiere darnos a entender es que no tenemos cosas en común con los demás seres de nuestra especie, sino que solamente guardamos semejanzas; esto lo sabemos porque los predicamentos de una

cosa se predican de igual manera de otra que le es semejante. Para el Príncipe de los Nominalista, los universales son términos que significan cosas individuales termini conceptus, y las representan en las proposiciones. Esto equivale a decir que solamente existen cosas individuales, singulares y por el mimo hecho que una cosa existe es ya individual. No hay ni puede haber universales; afirmar los universales es una insensatez según Ockham, porque si el universal existe ha de ser individual.

Primado de lo individual Según Ockham, es lo individual lo que conocemos. Lo individual es lo primero, lo conocido y lo único propiamente conocido, hasta llegar a pensar que no se puede aplicar el concepto hombre a Sócrates y a los demás hombres. Tampoco existen ideas universales en Dios. Dios crea sólo lo individual y por eso sólo podemos tener ideas individuales. En la medida que una cosa sea simple y abstracta, en esa medida se encumbra en la escala de la realidad. No existe ninguna contradicción si decimos que lo universal se realiza en lo singular. Por ejemplo, si tomamos a Pedro que es un individual, ¿por qué le atribuimos la idea hombre, que es multiplicidad y pertenece a todo el género? Y decimos que cuando nosotros pronunciamos el juicio “Pedro es hombre” no estamos afirmando que Pedro, que es algo singular y concreto, es igual a hombre; si así fuera, Pedro sería a la vez uno y muchos. Por el contrario, afirmamos que en Pedro, que es un sujeto singular, se verifica este contenido de notas animal–racional que en sí no excluye ni incluye la multiplicidad ni la singularidad. Así, pues, en lo singular se verifica lo universal. Pedro es hombre equivale a decir que Pedro es un animal racional. Coloquemos un ejemplo: lo antagónico que puede aparecer un juicio a los ojos de los universalistas.

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Pedro

es

hombre

Singular

Universal

Incomunicable

Común a muchos

Contingente

Necesario

Temporal

Eterno

Concreto

Abstracto

Sensible

Inteligible

Mudable

Inmutable

Materia

Esencia

Perceptible

Abstracción conceptual

Para que un concepto tenga valor objetivo se requiere que el contenido del concepto esté verificado en cada cosa como nombre singular a la que se aplica y que este contenido sea propio de cada una de estas cosas singulares, pero no exclusivas. Por ejemplo, si tenemos el concepto Hombre, este concepto tiene un contenido animal racional. Este contenido se verifica en la realidad en todos y cada uno de los hombres. Ahora bien, este contenido que representa el concepto de hombre es propio de todos los hombres, pero no es exclusivo de ninguno, porque se les puede aplicar a todos. No hay, entonces, naturalezas comunes a los seres en las que se reúnan o comparten; solo existen semejanzas y así se explican los conceptos genéricos.

El nominalismo como principal aporte filosófico de Ockham El pensador inglés, llamado también Príncipe de los Nominalistas, dio vida a un sistema filosófico conocido en la historia de la filosofía con el nombre de nominalismo. En efecto, es en el nominalismo donde se hace manifiesta la ruptura de nuestro autor con el pasado, pues se abandonan las ideas fundamentales y tradicionales y se toma un nuevo camino en las ciencias. Las principales sedes de los nominalistas fueron París, Alemania, Viena, Erfut, Praga y Herdelberg. Pues bien, se consideran nominalistas los círculos que al lado de Guillermo de Ockham tenían prevalencia por el realismo y repulsa por las ideas universales. Muchos orientan a Ockham más hacia la ciencia de la naturaleza 174 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

que al criticismo epistemológico; pero es de saber que fue él quien, dándoles prevalencia a los nombres, presenta una respuesta diferente y satisfactoria a los conceptos universales. Es así como el Doctor Singular establece las bases de lo que se llamó el nominalismo y pone en cuestión las ideas generales que son los mismos conceptos generales. Estas son las principales razones por las cuales entró en disputa y contradicción con algunos de sus antecesores, sobre todo con su hermano de comunidad Juan Duns Scoto.

La filosofía del lenguaje en Ockham No podemos terminar este aparte sin hacer referencia –aunque sea muy rápidamente– a la revolución semántica, presente en la obra del Venerabilis Inceptor. Para tal efecto, vale la pena traer a colación el artículo de Ignasi Miralbell titulado La revolución semántica de Guillermo de Ockham, que dice: Para tener una idea más clara de los universales como el género, la especie y la diferencia, es necesario retomar los conceptos de la lógica de Aristóteles, para luego mostrar el giro orientado por Ockham y así desarrollar uno de los postulados que integran el nacimiento del nominalismo y posteriormente el asentimiento de las bases de la corriente analítica de nuestro tiempo con el problema del lenguaje como elemento esencial para proponer verdaderos problemas con una resolución científica (Granada, 1991, p. 83). Esto nos lleva a concluir que la única corriente que baña y fecunda los escritos filosófico-teológicos-políticos y que sirve como hilo conductor de toda la obra ockamniana es lo que los filósofos contemporáneos denominan Filosofía del Lenguaje. En consecuencia, podríamos decir que la fuente secreta de todas las novedades del franciscano inglés es una tesis epistemológica que condiciona todo su discurso, y tratar de entender que Ockham era plenamente consciente de que pensar es decir. Seguramente al revés de lo que pensaba Aristóteles. En el capítulo primero de la Lógica Maior, nuestro filósofo establece sus principios epistemológicos dando fuerza al problema del conocer frente al de ser. Afirma que el


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hombre tiene tres clases de lenguaje: el oral, el escrito y el mental. El primero tiene la materialidad de un sonido, el segundo tiene la materialidad de un grafismo y el tercero la cualidad real de un acto del espíritu. Por eso, reiteramos, que en esto consiste la genialidad de Ockham: en notar la importancia y las implicaciones de algo bastante común en su siglo pero no reflexionado epistemológicamente. Pues bien, mientras el término pronunciado y escrito es resultado de una libre convección, el terminus conceptus o signo natural –como lo llama Ockham– apunta a significar, denotar o señalar algo. Esto lo sabe muy bien Humberto Eco y por eso no duda en señalar: (…) Además, sólo en los occamistas encontramos una teoría desarrollada de los signos; mejor dicho, ya existía antes, pero entonces la interpretación de los signos era de tipo simbólico o bien tendía a leer en ellos la presencia de las ideas y los universales. Sólo en Bacon y en Occam los signos se usan para abordar el conocimiento de los individuos. Por tanto, debía situar la historia en el siglo XIV, aunque me incordiase, porque me costaba moverme en esa época. De allí nuevas lecturas, y el descubrimiento de que un franciscano del siglo XIV, aunque fuera inglés, no podía ignorar la querella sobre la pobreza, sobre todo si era amigo o seguidor o conocido de Occam (1986, p. 13). Así, vemos que la filosofía del lenguaje es la base de la crítica al problema de los universales y el punto germinal de su sistema nominalista, según el cual la naturalidad del signo se fundamenta en la estructura psicosomática del hombre. Ockham no conceptualiza el signo como Ferdinand de Saussure o Charles Sanders Peirce; no obstante, Eco nos dice que la búsqueda de Ockham del auxilio racional para penetrar los misterios del Signo en aquellos aspectos donde Saussure aún es oscuro (1986, p. 9), le valió el protagonismo –Guillermo de Baskerville– a lo que quería en la novela El nombre de la rosa.

Como teólogo Ockham es un teólogo y, como tal, está preocupado por explicar el contenido de

la fe cristiana y todo aquello que un buen cristiano debe creer. Esto no puede entrar en dudad en nuestro autor. Pero se plantea un problema previo a la teología: el problema de la situación de la teología como discurso científico, ya que una ciencia, en el sentido riguroso de la palabra, se funda no solo en la concatenación coherente de los términos o signos de varias proposiciones, sino también en el acceso directo a sus referencias en una experiencia intuitiva que puede verificar tales referencias. En el caso de la teología, tal acceso a la experiencia no es posible al homo viator. Por lo tanto, la teología no es posible como ciencia. Esto no significa que se niegue la fuerza informativa de las proposiciones teológicas y/o de los razonamientos lógicos. Ello significa que los razonamientos teológicos se conocen a través de la fe, y no son demostraciones científicas. De aquí parte Ockham para proponer abiertamente la separación radical entre fe y ciencia, pues se trata de contenidos y de exigencias epistemológicas completamente distintos. La fe no se opone a la ciencia ni se opone a las especulaciones y a los razonamientos filosóficos, sino que no queda atrapada en ellos y está más allá de todo razonamiento; trasciende a otros niveles de comprensión, no aprehensibles por medio de la sola razón. Siendo ciencias complementarias, requieren metodologías diferentes.18 De esta manera queda solucionada la antigua discusión de Filosofíae ancilla teologiae. Pero vale la pena aclarar que Ockham propone una teología práctica, y desconfía de una teología netamente especulativa. El punto de partida ockhamniano, tanto para su filosofía como para su teología, fueron las tesis de la Escuela Franciscana sobre la primacía de la voluntad y la incondicional libertad de la omnipotencia divina. El teólogo franciscano describe su principio como sigue: “Dios puede crear todo lo que, al ser hecho, no incluye contradicción” (1985, pp. 29-30). Como buen teólogo franciscano, Ockham mantiene como punto de partida el primer artículo del credo, o Símbolo de los apóstoles y niceno-constantinopolitano: “Credo in uum Deum Patrem omnipotente” (Creo en Dios Padre Todopoderoso). Se trata de un acto

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de fe cierto, creído, pronunciado y meditado teológicamente. Esta frase sigue la lógica de desenvolvimiento como principio de no-contradicción, por lo que no es necesario elaborar leyes absolutas enraizadas en la esencia de la realidad. Esta es una negación de la metafísica tradicional. Escuchemos al mismo Ockham: Del mismo principio se sigue y queda establecido, que Dios puede, prescindiendo de sí mismo, producir y conservar todas aquellas cosas de las cuales una no es parte esencial de la otra, ni ninguna de ellas es Dios. Pues incluiría contradicción que se produjera a sí mismo y simultáneamente a otra cosa, puesto que Él mismo no existiría, siendo así que consta que Él es la causa de ser aquello de cuyo ser se sigue lo otro y sin lo cual no sería lo otro (1985, pp. 29-30). De lo anterior se sigue que Dios es infinitamente libre, no está obligado a nada. Sin embargo, Él mismo trasciende estas categorías. Para Ockham la libertad expresa la característica singular del ser humano. De esta manera nuestro teólogo se convierte en el mayor exponente de la teología moral de su siglo. Como teólogo de la escuela de Oxford entiende la teología como la ciencia más sagrada, que implica necesariamente el conocimiento de la Escritura o Revelación Cristiana.

Como político En el área de la teoría política se destacan varias obras como las ya mencionadas al inicio de esta exposición, pero hay que resaltar sobre todo su gran declaración de fe y casi testimonio espiritual-político: De Imperatorum et Pontifucum potestate, de 1347; al igual que su Breviloquium de Principatu tyrannico papae. Hay que reconocer a Ockham una extraña virtud formal en sus obras polémicas, nada usual en tales cuestiones prácticas durante el siglo XIV: la sobria contención verbal. Ockham hace las más graves acusaciones teológicas a dos papas sin caer nunca en el insulto personal o la calumnia; incluso sus 176 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

diatribas más apasionadas muestran al lógico académico (Fortuny, 1986, p. 13). A partir de 1331 vive en Munich apoyando y comprometiéndose abiertamente en las luchas e intereses políticos entre el poder eclesiástico y los de de su protector Luis de Baviera. En esta última etapa de su vida Ockham no escribió obras políticas por pura vocación intelectual, sino urgido por las circunstancias propias de su tiempo y que le tocó vivir en carne propia. Él estaba muy preocupado por solucionar los problemas concretos y reales de su tiempo: relaciones Papa-Orden, Papa-Emperador, Papa-Fieles, Estado-Sociedad e Iglesia-Estado. El hilo de conducción que preocupa a Ockham no es otro que su compromiso por luchar por la Libertad del hombre, que para esta época se veía amenazada por los poderes dominantes. El poder político: a partir de 1336 Ockham se destaca principalmente como pensador político-social, y busca defender la autonomía del poder temporal, en general, y del imperio, en particular, contra el gobierno pontificio, como un propósito de tratar de restablecer la armonía que debía reinar entre los dos poderes: el temporal y el espiritual. El político inglés defendía la separación y la independencia entre el poder civil, temporal, y el poder espiritual de la Iglesia, pero era contrario al absolutismo espiritual y político, de carácter despótico y arbitrario. El principio fundamental que sustenta su pensamiento político-jurídico se sostiene al afirmar que todas las personas nacen libres y tienen el derecho natural a elegir a sus gobernantes, y que nadie tiene el derecho a quitarle legítimamente. Por lo tanto, el modo y forma de gobierno lo establece la misman comunidad social. La propiedad privada: Ockham vincula el poder temporal y civil con la propiedad privada, al afirmar: El poder de apropiarse de bienes por parte de una o más personas o por parte de un organismo colegial ha sido concedido por Dios al género humano; y por una razón parecida ha sido dado por Dios, sin la ayuda o la colaboración humana, el poder de darse


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gobernantes que tengan jurisdicción temporal, ya que la jurisdicción temporal entra en todo aquello que es necesario y útil para una vida tranquila y ordenada (Manual de teología franciscana, p. 465). Por la anterior cita podemos afirmar que la propiedad privada es un derecho natural inviolable, que Dios le ha otorgado al hombre para que él disponga de ella conforme al dictamen de la recta ratio, y por lo mismo, también puede el hombre, por ley natural, renunciar a ella siempre y cuando se tenga en cuenta una causa justa y racional. El derecho de poseer y el derecho de renuncia a la legítima posesión son derechos naturales y fundamentales de la persona como el ser singular y relacional. Sobre este tema vale la pena destacar la distinción que hace nuestro autor entre el derecho de usar algo y la propiedad sobre ello. Para el pensador inglés el uso lícito no significa la propiedad de la cosa usada, sino el permiso de usarla dado por el propietario. Por lo tanto, los franciscanos que usan cosas con el permiso de sus bienhechores no tienen ningún derecho sobre la cosa usada. De esta manera relaciona nuestro genial autor la pobreza evangélica con la propiedad privada en un tema que particularmente para los franciscanos espirituales de aquella época era muy sensible. La relación Iglesia-Estado: como todo pensador medieval, el maestro franciscano se preocupó por los grandes problemas propios de la época y que se pueden sintetizar en el problema de los universales, las pruebas de la existencia de Dios y la relación entre fe y razón y entre el poder temporal y el espiritual, más conocido como el problema de las investiduras. Ockham intenta resolver estos temas de una manera muy particular y diferente a la solución que hasta entonces se les había dado; y por ello da el golpe de gracia a la escolástica, no por la novedad de los temas tratados, sino por la manera de darles solución. Como es sabido, Ockham es un acérrimo luchador por la separación entre la Iglesia y el Estado, entre el Papa y el Rey, pero también postula, como ya hemos mencionado, la

armónica colaboración y ayuda entre ambos poderes. En este sentido, podríamos afirmar que Ockham allana el camino de la Reforma de Lutero, y que aparece explícita en su exposición sobre los dos reinos. El Venerabilis Inceptor critica la teoría teocrática que afirma el poder espiritual como superior al poder temporal, pero también se aparta de las teorías de Marsilio de Padua (expuestas en su Defensor Pacis), al defender la subordinación de la Iglesia al Estado. Su posición es más conciliadora entre el poder espiritual del Papa y el poder temporal de la autoridad civil, pero sin intervencionismos de las partes. No olvidemos que estas reflexiones fueron dadas por el intelectual franciscano en el llamado Cisma de Occidente, cuando existieron dos y hasta tres papas electos simultáneamente por sus seguidores en Roma y Aviñón. La Iglesia se ha de preocupar por el bienestar espiritual y la salvación de las almas, y por su misión pastoral de evangelización; mientras que al gobierno temporal, –emperador, príncipe o gobernante– le corresponde velar por el bienestar social, la distribución del Estado y los intereses económicos del pueblo que lo ha elegido libremente, y de ninguna manera necesita el reconocimiento del Papa para ejercer su cargo. Digamos, entonces, que el Doctor Invencible, reflexionó profundamente sobre problemas concretos propios de su época: personales, sociales, políticos, franciscanos y eclesiales. Como seguidor de los principios franciscanos defendió con ardor el valor de la libertad, amenazado tanto por la Iglesia como por el Estado. Analizó con valentía la relación Iglesia-Estado, Papa-Emperador, entre los gobernantes y la sociedad. Podríamos, incluso, hablar de una teología política en Ockham. Como franciscano entendió que toda teología es liberadora y se comprometió en la acción eclesial, política y social de su tiempo. Sinteticemos, para terminar, afirmando que a Guillermo de Ockham hay que mirarlo y estudiarlo como fue en realidad: Como un franciscano, que de conformidad con el más genuino franciscanismo

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y el pensamiento de la Escuela de Oxford, se fundamenta en la arqueología viva y vivida de Francisco de Asís y la experiencia de la primitiva fraternidad, como el código genético de su pensamiento. Un Hermano Menor que antes de la teoría especulativa vivió la praxis; antes de elaborar un sistema filosófico-teológico vive la experiencia personal y comunitaria de los principios de la Orden a la que hace parte, específicamente la pobreza por la que luchó hasta su muerte. El Franciscano Inglés tiene claro que el franciscanismo primordialmente es una experiencia, una vivencia, que al ser vivencia compartida se convierte en convivencia que es donde realmente se forja el pensamiento y se formula el sistema, característico no solamente por su elevada sublimidad, sino también por su maravillosa sencillez. Como un filósofo audaz y propositivo que conoce perfectamente los sistemas filosóficos de sus predecesores, quienes se movían dentro de una metafísica de los Universales: de un Aristóteles, de un Tomás, de un Scoto, etc. y que por lo mismo se atreve a disentir de sus ideas y a dar un giro de ciento ochenta grados para pasar a una metafísica de lo singular a través de una tesis: no existen naturalezas universales, por lo que no tiene sentido un principio de individuación. Un filósofo empeñado en valorar la libertad y la autonomía humanas, agobiadas por el poder de las instituciones dominantes del momento, crítica los límites de la razón, en el s. XIV, quinientos años antes de Kant. Como un teólogo cristiano-católico, para quien Dios es el referente primero y último de toda su vida y su pensamiento. Como teólogo franciscano parte de la primacía de la voluntad y la incondicional libertad de la omnipotencia divina, que puede realizar todo aquello que no sea contradictorio (principio de no contradicción); éste, podríamos decir, es el punto de articulación de todo su sistema filosófico-teológico. Para el teólogo británico Dios es infinitamente libre y no está obligado a nada ni a nadie; de ahí se desprende que la principal característica del ser humano, que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, es precisamente la libertad. De alguna manera podemos decir que el Dios de nues178 × Universidad de San Buenaventura, Cali - Colombia

tro teólogo no es el dios de los filósofos, no porque se opongan, sino porque el Dios de la filosofía dista mucho del Dios de los cristianos, y haciendo una extrapolación en el tiempo podemos citar a Blaise Pascual cuando afirma: El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no el de los filósofos y de los sabios (Pascal, 1948, pp. 17-18). Como un político preocupado y comprometido por los problemas concretos y sangrientos de una Iglesia, un Estado y una Orden en problemas, en una época de crisis. Ockham estuvo comprometido con la acción social y con el bien de todos; con gran respeto por las leyes, la autoridad y las sanas costumbres. Quiso proponer una solución a la relación fe-razón, a la separación entre el poder temporal y el poder espiritual, entre la Iglesia y el Estado. Fundamenta la pobreza evangélica y la propiedad privada con datos tomados de la Sagrada Escritura, y propone una nueva eclesiología que se va a mantener con grandes repercusiones en los siglos posteriores. Después de la descripción de la semblanza de nuestro insigne Maestro y Doctor de la Orden Franciscana, cuyo nombre ostenta esta Revista, no podríamos desconocer la importancia de su vida y de su obra, puesto que prepara una serie de transformaciones que han marcado el rumbo del pensamiento occidental; al mismo tiempo que expresar mi admiración por el pensamiento vanguardista de nuestro autor respecto a su época.

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Selection criteria The articles studied by the Editorial Board of the journal Guillermo de Ockham must be unpublished. Consequently, those manuscripts that have been published in other journals will not be accepted. Original articles accepted by the journal for the Science section, fall into three categories, which are all subject to the corresponding research processes. The format outlined here should be followed in each case for their presentation. In the introduction, the authors should specify the research project, dissertation for master’s or thesis for doctorate to which the article is connected. 1. Scientific and technological research article: The product of a progress report or final report that presents, in detail, the original results of research projects. Format: Introduction, methodology, results, and conclusions. 2. Reflection article: As part of a research project, the author presents results from an analytical, interpretive or critical perspective on a specific topic, based on original sources. Format: Introduction, statement of the issue, development, and conclusions. 3. Review article: As part of a research project, the author revises bibliography references. Subsequently, research findings on science or technology either published or unpublished are analyzed, systematized and added, in order to account for the progress achieved. He should also indicate the different trends emerging and state a theoretical or methodological position on the project concerned. It is characterized by a thorough bibliography revision of at least 50 references. Format: Introduction, statement of the issue, bibliography review, trends in knowledge, and conclusions.


Publication in other sections of the journal All explicit criteria (both for selection and editorials) apply to the publication of scientific articles. With regard to the other sections of the journal -Frontiers, Resemblances and Reviews- they do not require to be subject to research process. However, in order to be selected, the Editorial Board shall consider the same criteria in terms of quality and relevance, and the may be presented either as a paper or as an interview. The purpose of these sections is: Frontiers: To present achievements and contributions from not necessarily scientific areas such as art. Profiles: To approach the reader to the field and the vicissitudes of the people or entities that daily contribute to the development of science. Reviews: To share with the readers a brief review of a book from any discipline, published during the last year.

Editorial criteria Title. Must be directly related to the theme that is developed. Authors. Full name of all authors, their academic degrees, institutional position (if applicable), a research group to which they belong, research project or dissertation for master’s to which the article is connected, institution and email addresses. The order the authors appear should be according to the contribution each of them made to the paper. Abstract. Must be typed in a single paragraph of no more than 800 characters, including spaces between words, in Spanish. Length. Each article should have a maximum of 20 pages. Keywords. These are the words that describe the content of the document. Footnotes. They must be explanatory only, not bibliography references. Must be used in Arabic numerals after the punctuation mark, if any. Bibliography references. They must appear at the end of the paragraph with the author’s name and year of publication in parentheses. All quoted material cited in the paper must be placed at the end in a complete reference list, in alphabetical order. This should be as follows: – For journals. Surname(s) (in capital letters and followed by a comma), name(s) of the author(s) (followed by a period). Title of article (in quotes and underlined). Name of journal (in italics), volume (if any), serial number of journal (in parentheses) and range of pages, preceded by “p.” if it is one page or “pp.” if there are several. – For books. Surname(s) (in capital letters and followed by a comma), name(s) of the author(s) (followed by a period). Book title (and subtitle, if any) (in italics). Year of first edition (this information is ignored when the text consulted and quoted corresponds to the original edition). Place of publication: city, publisher, year of current edition cited. – For chapters or articles in books. Surname(s) (in capital letters and followed by a comma), name(s) of the author(s) (followed by a period). Title of chapter or article (in italics), and then the word “In” and follow the indications given for books. – Internet. Surname(s) (in capital letters and followed by a comma), name(s) of the author(s) (followed by a period). Title of text (in italics). E-mail address. Date of publishing on the web day and date the information was consulted, preceded by the words: “Published in the network” and “Retrieved on” respectively. Artwork. The artwork is basically constituted by tables, charts, figures and photographs that are either analyzed or directly referenced in the text. They must be called in the text,


as close to the point to be inserted as possible. However, the collection of the artwork must be submitted in separate sheets, at the end of the text, in sequential order according to the numbering, and in black and white, with no color or additional frames. The calls in the text are indicated by the word Table, Chart, or Figure, as appropriate, followed by their corresponding number in Arabic numerals.

Correspondence Articles should be sent to the Editorial Board both in duplicate and digital media, or emailed to investigaciones@usbcali.edu.co, and follow these instructions. A letter requesting the publishing of the article in the journal must be attached, as well as the article nomination form signed by all authors.

Evaluation of articles and editorial process Upon receipt of an article, the Editorial Board assesses whether it meets the basic requirements for Guillermo de Ockham journal and its relevance to be published in it. Subsequently, any contribution is subject to the assessment of an anonymous arbiter. The results of the evaluations will be communicated to the author within the next six months from the receipt of the item. Both the comments of the reviewers and the Editorial Board should be taken into account by the author, who will make the requested adjustments. These amendments and corrections to the manuscript should be made by the author during the period established by the journal’s editorial coordinator. This period will last 10 days approximately. After receiving the amended article, it will be subject to revision and the author will be informed about its approval. The Editorial Board reserves the final say on the publication of articles and the serial number in which they will be published. This decision will be communicated to the author as soon as it is known. This will depend on the author’s diligence to submit all the documentation requested in the interim. The journal reserves the right to make corrections of style, which will always be previously consulted with the authors. During the editing process, authors may be viewed by publishers to resolve any concerns. Both during the evaluation and the editing processes, e-mail messages will be the main means of communication with authors.


Comités Comité Editorial • Gabriel Jaime Alzate O. Magíster en Dirección Universitaria, Universidad de los Andes – Bogotá. Especialista en Investigación en Docencia Universitaria, Universidad de San Buenaventura Cali. Licenciado en Literatura, Universidad del Valle – Cali. Profesor de tiempo completo Facultad de Psicología, área de lectura y escritura.

• César Mejía Zuluaga Candidato a Magíster en Filosofía, Universidad del Valle. Pregrado en Psicología, Universidad Javeriana. Docente tiempo completo, investigador y coordinador del Laboratorio de Psicología, Universidad de San Buenaventura Cali.

• Karen Sierra Ortíz Candidato a Magíster en Administración de Empresas, Universidad del Valle. Profesional en Finanzas y Negocios Internacionales, Universidad Santiago de Cali, Colombia. Asistente Centro de Investigaciones, Universidad de San Buenaventura Cali.

• Francisco Martínez Fresneda, ofm Filósofo (Centro Superior de Estudios de la Provincia Franciscana de Cartagena España). Teólogo (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid - España). Doctor en Teología Dogmática (Pontificio Ateneo Antoniano, PAA, Roma - Italia).

• Víctor Manuel Quintero Estudios a nivel de doctorado en Economía Agrícola Pol. Institute and State University, Estados Unidos. Especialista en Investigación Educativa en Contextos de Docencia Universitaria. Estudios a nivel master en Teoría Económica, Central Missouri State University, Estados Unidos.

Consultor en procesos de desarrollo social, cultural, económico y local.

• Ruby Cháux Rugeles Bibliotecóloga, Universidad de Antioquia. Especialista en Gestión para el Desarrollo Empresarial, Universidad Santo Tomás. Directora del Departamento de Biblioteca, Universidad de San Buenaventura Cali.

• Oscar Gerardo Ramos Licenciado en Filosofía, Universidad del Valle, Cali - Colombia. Magíster en Administración Industrial. Doctor en Filosofía y Letras. Doctor Honoris Causa en Literatura (Universidad del Valle). Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. Secretario General de la Asociación de Cultivadores de la Caña de Azúcar (ASOCAÑA).


• Francisco López Segrera Doctor en Derecho (Universidad de La Habana - Cuba). Doctor en Historia (Academia de Ciencias, Moscú - Rusia). Doctor en Estudios Latinoamericanos (París VIII - La Sorbona, París, Francia). Profesor visitante (titular) en el Instituto Universitario de Ciencias de la Educación IUCE, Universidad de Salamanca, España. Misiones especiales bajo la autoría del Subdirector General de Educación de UNESCO y el Director de la División de Educación Superior, en relación con la CMES´98 y su impacto en ALC, y referente a la aplicación de las nuevas tecnologías a la educación superior.

Comité Científico • Evangelina Norma Contini de González Licenciada en Psicología (Universidad Nacional de Tucumán - Argentina). Licenciada en Filosofía y Letras (Universidad Autónoma de Barcelona). Especialista en Psicología Clínica (Universidad de Barcelona y Hospital Clínico). Doctora en Psicología (Universidad Nacional de Tucumán - Argentina). Docente e investigadora Universidad Nacional de Tucumán - Argentina. Evaluadora en el Sistema de Incentivos del Ministerio de Educación - Argentina. Miembro del consejo editorial de las revis­tas: Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica (RIDEP); Rorschach y otras Técnicas Proyectivas (Buenos Aires); Psicólogos (Universidad Nacional de Tucu­mán); Instituto de Investigaciones en Psicología (Universidad de Buenos Aires) y Anuario de Investiga­ciones (Universidad de Buenos Aires).

• Carlos Mauricio Gaona Cuevas Ingeniero Industrial (Universidad Incca de Colombia). Magíster en Informática (Universidad Industrial de Santander - UIS). Doctor en Ciencias de la Computación (University of Massa­chusetts - USA). Profesor asociado, Escuela de Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad del Valle, Cali - Colombia.

• Héctor García Olvera Magíster en Diseño Arquitectónico (UNAM - México). Magíster en Diseño Industrial (UNAM). Candidato a Doctorado en Arquitectura (UNAM). Profesor titular, Facultad de Arquitectura UNAM, México.

• María Verónica Gottret Arce Doctora en Social Development, Institute of Social Studies, Holanda. Magíster en Food and Resource Economics, University of Florida, Estados Unidos. Pregrado en Agronomía. Investigadora del Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT.

• Luis Jiménez Herrero Doctor y Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Ingeniero Técnico Aeronáutico de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Diplomado en Ingeniería del Petróleo (UCM y UPM) y Diplomado en Evaluación de Proyectos (DSE de Berlín, Alemania).


Director Ejecutivo del Observatorio de la Sostenibilidad en España y profesor de Economía del Medio Ambiente y Desarrollo y de Desarrollo Sostenible y Economía Ecológica, en la Facultad de Ciencias Económicas y en el Instituto Universitario de Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad Complutense de Madrid.

• Francisco Martínez Sánchez Licenciado en Pedagogía, Universidad de Murcia - España. Doctor en Pedagogía, Universidad de Murcia. Profesor titular Facultad de Educación, Universidad de Murcia. Presidente de EDUTEC.

• Marco Raúl Mejía Jiménez Doctor en Proyecto Interdisciplinario en Investigaciones en Educación. Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación, Chile. Magíster en Educación y Desarrollo, Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano, CINDE, Colombia. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana, Colombia. Docente investigador de la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

• Juan Carlos Pérgolis Arquitecto, Universidad Nacional de La Plata - Argentina. Especialista en Urbanismo, École d’Ame­nagement, Perpignon - Francia. Magíster en Teoría e Historia del Arte y la Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia - Bogotá. Profesor titular Universidad Nacional de Colombia - Bogotá. Profesor de la Maestría en Teoría e Historia del Arte y la Arquitectura.

• Fabio Jurado Doctor en Literatura, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, México. Magíster en Letras Iberoamericanas, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, México. Docente - investigador Instituto de Investigaciones en Educación, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C.

Lectores pares invitados en este número • Esperanza Gaona Pérez Magíster en Educación con Énfasis en Docencia Universitaria, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia. Psicóloga y Especialista en Neuropsicopedagogía de la Universidad de Manizales, Colombia. Directora del Laboratorio de Psicología y docente investigadora del programa de Psicología de la Universidad Incca de Colombia, Bogotá.

• José Luis Grosso Doctor en Antropología Social, Universidad de Brasilia, Brasil. Magíster en Historia Andina, Universidad del Valle, Cali, Colombia. Posgrado en Cultura y Sociedad en los Andes,


Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, Cusco, Perú. Licenciado en Filosofía, Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina. Profesor titular en el Instituto de Educación y Pedagogía de la Universidad del Valle, Cali, Colombia.

• Sara Victoria Alvarado Doctora en Educación, Nova University, Estados Unidos. Maestría en Ciencias del Comportamiento, Nova University, Estados Unidos. Pregrado en Psicología, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Directora del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano – CINDE, Universidad de Manizales.

• Miralba Correa Restrepo Doctorado en Psicología de la Comunicación Interacciones Educativas, Universidad de Barcelona, España. Magíster en Lingüística y Español, Universidad del Valle, Cali, Colombia. Pregrado en Consejería Psicológica, Universidad del Valle, Cali, Colombia. Docente-investigadora del Centro de Investigaciones en Psicología Cognición y Cultura de la Universidad del Valle, Cali, Colombia.

• Olver Bolívar Quijano Valencia Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos, Universidad Andina Simón Bolívar. Maestría en Estudios sobre Problemas Políticos Latinoamericanos, Universidad del Cauca. Especialización en Docencia sobre Problemas Latinoamericanos, Universidad del Cauca. Contador Público y Antropólogo de la Universidad del Cauca. Profesor Titular de la Universidad del Cauca, Popayán, Colombia.

• Jemay Mosquera Téllez Doctor en Urbanismo, Planeación Regional Y Arquitectura, Universidad Técnica Estatal de Construcción y Arquitectura Kiev, UTECAK, Ucrania. Maestría y Pregrado en Urbanismo, Instituto de Ingenieros de la Construccion Comunal Kharkov, I.I.C.C.K, Ucrania. Profesor titular del Departamento de Arquitectura y Diseño Industrial, Universidad de Pamplona, Pamplona, Norte de Santander, Colombia.

• Pedro Jesús Rocha Salavarrieta Postdoctorado, Sainsbury Laboratory. Doctor en Biología Molecular de Plantas, University of East Anglia. Pregrado en Biología Universidad Nacional De Colombia, Sede Bogotá, Colombia. Investigador División de Biotecnología de la Corporación Centro de Investigaciones en Palma de Aceite, Cenipalma, Bogotá, Colombia.

• Carlos Alberto Jaramillo Rojas Doctor en Derecho de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia. Magíster en Filosofía de la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Filósofo y abogado de la Universidad del Valle, Cali, Colombia.


Docente-investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Santiago de Cali, Cali, Colombia.

• Alberto Valencia Gutiérrez Maestría en Sociología de la Ecoles des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Francia. Maestría en Psicoanálisis, Universidad de Paris VIII. Maestría en Filosofía, Universidad de Paris, Pantheon-Sorbonne. Pregrado en Economía de la Universidad del Valle, Colombia. Profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle, Cali, Colombia.




Universidad de San Buenaventura Cali La Umbría, carretera a Pance PBX: 318 2200 - 488 2222 Fax: 555 2006 - A.A. 7154 y 25162 Línea de atención gratuita: 01 8000 913303 www.usbcali.edu.co Cali, Colombia, Sur América


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