Catálogo de autores, autoras y portadores de la memoria oral de Quimbaya

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Catรกlogo

autores, autoras y portadores de la

memoria oral de

Quimbaya



Catรกlogo

autores, autoras y portadores de la

memoria oral de

Quimbaya


Este catálogo se realizó con el apoyo del Programa Nacional de Concertación Cultural del Ministerio de Cultura 2020. Hace parte del programa Andantes, arte en comunidad, de la Fundación Cultural Carteros de la Noche, que para el año 2020 se desarrolló entre los meses de marzo y septiembre, y tuvo como propósito promover el reconocimiento de la producción literaria y oral local en las nuevas generaciones. Se realizaron talleres con estudiantes, entre los 12 y los 14 años de edad, de la institución educativa Policarpa Salavarrieta sede School, alrededor de la obra de los autores y autoras de Quimbaya. Como resultado, se produjo el montaje de piezas teatrales con los niños y niñas que participaron de los talleres. Para la composición del catálogo se realizó una investigación bibliográfica a partir de fuentes primarias y secundarias. Los autores y autoras inéditos fueron seleccionados a través de una convocatoria directa. Los portadores de la memoria oral fueron incluidos a través de entrevistas y encuentros personales. Catálogo de autores, autoras y portadores de la memoria oral de Quimbaya Primera edición 2020 Fundación Cultural Carteros de la Noche Calle 15 3-23 Quimbaya, Quindío Teléfono: 312 897 8185 - 313 689 7079 Email: carterosdelanoche@gmail.com Web: www.carterosdelanoche.com Facebook: carterosdelanoche Instagram: @Carterosdelanoche D.R. ©️ Textos: Todos los autores D.R. ©️ Ilustraciones: Carteros de la noche Coordinación general: Nini Johana Ospina Diseño editorial: Nini Johana Ospina, Alfonso Quintero, John Jairo Osorio Revisión de estilo: John Jairo Osorio Giraldo Diseño y diagramación: Catherine Rendón Ilustraciones : Sebastián Álvarez ISBN: 978-000-0000-00-0 Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto y las imágenes. Impreso y hecho en Colombia


Agradecimientos Este catálogo hace parte de Andantes, arte en comunidad, proyecto de la fundación cultural Carteros de la Noche a través del cual desde hace varios años venimos abordando la literatura y las tradiciones orales del municipio de Quimbaya desde las artes comunitarias, con niños, niñas , jóvenes de distintas instituciones educativas y comunidad en general. En primer lugar, agradecemos al Programa Nacional de Concertación Cultural del Ministerio de Cultura, que con su financiación ha hecho posible la ejecución de las distintas versiones de este proyecto. En segundo lugar, nuestro agradecimiento es infinito con cada una y cada uno de los autores, autoras y portadores de la memoria oral reseñados en este catálogo, sin cuya colaboración y disposición no habría sido posible la publicación de este texto. Sería demasiado extenso mencionarlos aquí, pero en la extensión del catálogo van a encontrar sus nombres. Agradecemos también a los niños, niñas y jóvenes de la I.E. Policarpa Salavarrieta sede School, que hacen parte del proyecto Andantes, arte en comunidad, por su ánimo y su compromiso en el desarrollo del proyecto y por dejarse contagiar de la curiosidad por la literatura de nuestros autores y autoras. A padres y madres de familia, a los directivos, docentes y a la institución educativa extendemos también nuestros agradecimientos. A todas las personas que colaboraron con sus aportes a la creación y al proceso de investigación de este catálogo, y que amablemente nos referenciaron a los autores, autoras y narradoras orales, entre ellos: Victoria Eugenia Gazo, Néstor Granada y Juan David Latorre. Asimismo, agradecemos a quienes participaron en el diseño e ilustración: a Catherine Rendón y Sebastián Álvarez. Agradecemos especialmente a Julián Carmona, Javier Carmona, Inés Hernández, Diego Humberto Londoño y Gustavo Zamora por su desinteresada contribución en la impresión de este catálogo y su constante apoyo a la labor cultural que se desarrolla desde nuestra organización.


Índice Presentación

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Autores y autoras con obra publicada Bernardo Pareja 10 Margel Londoño de Londoño 12 Juan de la Cruz Marín Granada 14 Jorge Hugo Galvis Valenzuela 16 Luis Ariel Granada Agudelo 18 José Huber Salazar Ocampo 20 Mario Marín Urrea 22 Luz Dary Salazar de Pinilla 24 Gonzalo Alberto Valencia Barrera 26 Noel Antonio Londoño Buitrago 30 Susana Henao Montoya 32 Jesús Alberto Alzate Villegas 36 Rafael Henao Montoya 38 Gloria Inés Acevedo 40 Carlos Garzón 42 Carlos Fernando Gutiérrez Trujillo 44 Benjamín Cuervo 46 Hernando Alberto Gómez Londoño 48 Paola Gómez Restrepo 50 Edealey Puerta M. 52

Autores y autoras inéditos Emerson Castaño González Lorena Elizabeth Celis Aguirre Lisa María Colorado Rodríguez Alex Gil Carlos Julián Gómez Luisa María Gutiérrez

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Nelsy Dufay Londoño Bermudez 68 Jimena Londoño 70 Diego H. López Medina 72 Liliana Patricia Marlés Valencia 74 Gustavo Medina Villa 76 Viviana Morales 78 John Jairo Osorio Giraldo 80 Nini Johana Ospina Loaiza 82 Lagar 84 Carlos Restrepo Agudelo 86 Margarita Torres 88 Alex Usquiano 90 Jhonathan Esneider Villegas Betancourth 92

Narradores y portadores de la memoria oral Omar Saúl Muñoz Henry Mendoza Muñoz Lilia Osorio Zuluaga Isaura Rosa Castañeda

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Presentación El libro que tienen en sus manos es el resultado de una pesquisa que pretende compilar las experiencias de escritura, narración y memoria oral del municipio de Quimbaya a través de la creación de un catálogo que contribuya a la visibilización y la difusión de los autores y autoras quimbayunas, además de contribuir a la preservación y a la transmisión de la memoria literaria y de las tradiciones orales locales. Como cualquier clasificación, es arbitraria y no pretende ser exhaustiva, aunque trata de ser lo más fiel posible con una representación incluyente y plural de quienes consideramos escritores, escritoras, autores y portadores o portadoras de la memoria oral y escrita del municipio de Quimbaya. En primer lugar, hicimos una selección de la bibliografía de los autores y autoras con obras publicadas, que nos permitiera hacer un mapeo de las obras de escritores y escritoras quimbayunas que, de alguna manera, hacían parte del acervo cultural y el patrimonio literario del municipio. Dichas obras tienen un carácter público, la mayoría de ellas ampliamente reconocidas local, e incluso regionalmente, ya que su acceso es posible a través de las bibliotecas y centros de documentación que cuentan con algunos de los ejemplares editados. Sin embargo, hacer este catálogo nos permitió evidenciar el desconocimiento de la obra de la mayoría de las autoras y autores de Quimbaya, incluso al interior del municipio, y particularmente entre las nuevas generaciones. Este catálogo pretende contribuir a llenar ese vacío, cerrando esa brecha de un diálogo roto entre el público local y las letras raizales de este territorio que habitamos. El proceso de recopilar la información para crear la primera parte de este catálogo, que está dedicada a los autores y autoras con obra publicada, y que ha sido organizada en estricto orden cronológico; nos permitió identificar varios aspectos: un gran número de las obras fueron editadas de manera autónoma –y en algunos casos artesanal– por los propios escritores y escritoras, lo que restringió su publicación a unos pocos ejemplares, que en algunos casos fueron publicados con el apoyo de 8 //

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estímulos económicos otorgados por instituciones públicas o privadas del sector cultural. El grueso de la producción literaria local ha sido editado en pequeños sellos editoriales locales y regionales, y ninguno de los autores que aparece en el catálogo ha sido publicado por una de las grandes casas editoriales nacionales o extranjeras. Unos pocos han sido publicados como parte de la premiación de concursos literarios de carácter departamental o regional, o en colecciones académicas, como el caso de la Biblioteca de Autores Quindianos. Cabe mencionar que la mayoría de dichos autores y autoras nacieron todos entre principios y mediados del siglo XX, aunque las obras de fecha más tardía fueron publicadas en la década de 1980; incluso cuando la producción literaria era anterior (en algunos casos data de la juventud de los escritores) no había sido dada a la imprenta por diversas razones. De esta obra, intentamos hacer una selección lo más cuidada posible, que diera cuenta de la diversidad de estilos, temas y géneros que han sido abordados por los autores y autoras de Quimbaya (aunque se notará el predominio de la ‘poesía’). Como único antecedente de un intento de antología o compilación de autores quimbayunos tenemos el texto publicado por Carlos Aurelio González en el año 2014, texto del que tomamos algunos datos para la realización de esta publicación. La segunda parte de este catálogo está dedicada a los autores y autoras inéditos, pues somos conscientes de que en Quimbaya –como en muchas partes– existe una cantidad considerable de personas con inquietudes literarias, que se dedican a la escritura de manera profesional o incluso como hobby. Quisimos incluir a estos escritores y escritoras ateniéndonos a su trayectoria y al criterio de que tuvieran una obra representativa, de la que se pudieran seleccionar al menos unos textos para publicar en esta antología. Allí se encuentran escritores de todas las edades, en su mayoría jóvenes que de alguna manera podrían considerarse escritores aficionados, pero que hacen parte de un grupo de personas que cultivan la palabra como parte de sus actividades artísticas e intelectuales. Esta sección del libro se organizó de forma alfabética por dos razones fundamentales: primero, porque no se podría hacer una periodización como en el caso de // 9

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los autores publicados, ya que se trata de un grupo mucho más heterogéneo; y segundo, porque (contrario a lo que sucedía con los autores publicados) no contábamos en todos los casos con la información suficiente para realizar una periodización. En el caso de estos autores y autoras inéditos, respetamos los datos biográficos que ellos y ellas nos proporcionaron, así como su propia selección de los textos que aparecen publicados. Finalmente, este catálogo incluye una pequeña sección en la que hicimos el esfuerzo por incluir a narradores orales y portadores de la memoria oral del municipio de Quimbaya, pues tenemos la firme convicción de que la oralitura es parte fundamental de nuestra tradición literaria y resaltamos la importancia de exaltar a sus cultores y cultoras, en su mayoría hombres y mujeres de edad avanzada, portadores de un saber fundamental para la memoria histórica de nuestro territorio. En esta versión, por cuestiones de tiempo, incluimos solo cuatro personas, distribuidos equitativamente según su género, como una manera de aportar una pequeña muestra de la gran cantidad de portadores de la tradición oral que aún existen en el municipio de Quimbaya. Esperamos abordar el tema de manera más exhaustiva e incluir una muestra más representativa en futuras generaciones. Por ahora, esperamos que disfruten este catálogo, que lo recorran como un álbum familiar, como parte de nuestra memoria común, de una tradición compartida en la palabra que empezó a gestarse hace alrededor de cien años y que hoy se sigue alimentando con las letras y los escritos de las nuevas generaciones, herederas de esa tradición. Nuestro deseo es que este catálogo sirva de homenaje a los autores y autoras de Quimbaya, pero también de inspiración para los jóvenes, niños y niñas que ven en la escritura una posibilidad de diálogo a través de la imaginación. Esperamos que este texto, que no pretende ser definitivo, contribuya de manera decisiva a la conservación y a la divulgación de la memoria literaria de nuestro municipio. Fundación Cultural Carteros de la Noche

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Autores y

autoras con obra

publicada


Bernardo Pareja

(1918 - 2012)

Nacido en el corregimiento de Alejandría, erigido en 1922 como municipio con el nombre de Quimbaya, es uno de los últimos poetas del Gran Caldas perteneciente a la generación de los llamados Greco-Quimbayas, por crear una estética literaria a medio camino entre el estilo universal de las antiguas culturas clásicas y el simbolismo local de su tierra y sus ancestros Quimbaya. Su obra, que inicia cuando escribe sus primeros sonetos a la edad de 19 años, ya dejaba vislumbrar su espíritu rebelde, no sólo de pensamiento sino también de forma, ya que nunca perteneció a la parafernalia de ninguna corriente literaria. Gracias a esto, pudo abrir un camino novedoso y transformador en la poesía colombiana. “La poesía de don Bernardo Pareja, parece reflejar la angustia del ser humano. Un ser humano que no puede encontrar su futuro, siempre está pensando en su presente y en su pasado oscuro. Por eso mismo, Las palabras empleadas en la narrativa de este poeta logran recobrar el valor de síntesis, y como el mismo lo expresa; “es desde la oscuridad de donde se puede ver brillar mejor a las estrellas y es del polvo de donde se levanta para escuchar la música de los astros”. En los últimos años de su vida la producción poética de don Bernardo siguió siendo considerable. Libros inéditos como “Erotemas del Adanida” “Poemario Occidual” y un libro de ensayos titulado “Argonautas del Espíritu” donde hace una valoración universal de los indeclinables luminares del espíritu y la cultura humanos, descansaban en su extensa biblioteca en espera de que algún editor los acogiera en su seno1.

Obras: * Arcilla iluminada. 1953. Comité de Cafeteros del Quindío: Armenia. * Limo constelado. 1988. [Edición desconocida] * Celajes contra el azar. 1997. [Edición desconocida] * Erotemas del Adanida [inédito] * Poemario Occidual [inédito] * Argonautas del espíritu [Ensayo]. 2010. Colección Biblioteca de Autores Quindianos. Universidad del Quindío - Gobernación del Quindío: Armenia. 1

Este texto fue construido con base en información del ‘Portal Literario’ de la UTP y de las solapas del poemario Celajes contra el azar (Pareja, 1997).


Transeúnte derelicto Regreso ahora con mi ensueño vacío y de sombras circuido. Sediento, abismado, sin sueños me integro al polvo del olvido. De hesitaciones lancinado, del análisis me sustento, de ciegos dogmas desasido me quedan alas para el vuelo. Abras en la noche vislumbro y transparento mis asombros. Más allá del dolor columbro relapsa humanidad sin rumbo. Y me detengo ante el descenso de Zoilos de tinglado Son alamares del silencio Prados y montes aromados. El venero de la ensoñación está de albores exornado. clamo y se dilata la visión de un orbe triste y desangrado. Bulle la vida, arde el deseo como resina de luceros en el ara oracular de Eos deleitosa floración de Eros.

Vaporoso paisaje de neblinas Escucho la sutil música del viento en el misterioso silencio del monte. Un lucero cintila en el horizonte azulado límite del firmamento En cenizas han quedado mis pasiones azotadas por furiosas tempestades. Condenadas a gélidas oquedades fenecieron todas mis ensoñaciones. Cierto, muy poco, casi nada ha quedado de las gratas aventuras peregrinas un vaporoso paisaje de neblinas vela los brillantes sueños del pasado. Y caemos en las sombras de la Nada y el mundo sigue su órbita de solares designios sin detenerse en los azares de la insondable noche deshabitada.

Catálogo autores y autoras quimbayunos // con obra publicada

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Margel Londoño de Londoño (1929 - 2019)

Hija de Quimbaya por elección y adopción, nació en Circasia (Quindío) a principios del siglo XX, radicándose en el ‘Municipio Luz’ desde temprana edad. Es considerada una de las mejores exponentes de la literatura local y regional. Su poesía se caracteriza por su estilo costumbrista, dándole vida en sus palabras a los paisajes de la Zona Cafetera y a escenas de la vida cotidiana que adquieren en sus poemas una novedad inusitada. Sus escritos están marcados por el deslumbramiento frente a la vida y la celebración del ser, sin aspavientos ni adornos barrocos. Maneja un lenguaje sencillo y coloquial que realza la transparencia de su poesía y la sinceridad de su sensibilidad artística sin ínfulas ni imposiciones. El tono bucólico de sus escritos evoca la memoria de un mundo reciente y nos conduce por las remembranzas de una mujer que más que poeta fue una observadora de la vida que dejaba vaciar luego en sus poemas. Margel Londoño se destacó por su civismo y liderazgo. Participó como escritora invitada en distintas versiones del Encuentro Nacional de Mujeres Escritoras que realiza el Museo Rayo en la ciudad de Roldanillo, Valle, donde fue finalista con su libro ‘Voces del Silencio’ publicado en 1994. A través de su poesía, esta escritora logra “despertar el mundo olvidado de las sensaciones interiores y exteriores; reflejando en su obra el esplendor de la naturaleza […] haciendo juego con nuestra alma, e invitando a descubrir entre sus páginas un nuevo sentido poético de la vida y sus frágiles cosas”. En sus libros entabla “un diálogo de silencios con los elementos de la eternidad. Son palabras recogidas en los límites de las cosas simples y frágiles, imágenes que habitan el anverso del mundo material”. La voz de esta mujer “no esconde su humildad ante el breve viento de la tarde”, para ella “el tiempo es la eterna voz del recuerdo que canta a la soledad compartida y al instante de la hoja2”.

Obras: * Voces del silencio [poesía]. 1994. Publicaciones Literarias Kanora Litografía Luz: Calarcá. * El valle de los soles [poesía]. 2000. Colección Literaria ‘Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Quindío’. Editorial Luz: Armenia. * Vuelo de campanas [poemario]. 2004. Colección Literaria ‘Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Quindío. Editorial Kimpres Ltda.: Bogotá. 2

Los textos entre comillas han sido tomados de la presentación de Jesús Alberto Alzate Villegas que aparece en las solapas de los poemarios publicados por la autora.


Hojas muertas Cuando regreses mi casa estará sola. Extrañarás el pomar y Los almendros. Un cuidandero en la puerta, con la ventana semiabierta, te contará la historia de las hojas muertas. Esos instantes me recordarán

Aroma de cafetales Bajo el sauce llorón de la pradera duermen los cámbulos y la madreselva; el aroma floreciente de las cadmias agita los guaduales que se mecen esbeltos entre aromas de cafetales.

Alegría de lluvia El árbol está de fiesta: ha cantado el ruiseñor, los niños con sus trompos giran el día. Hay cometas montañeras al infinito. Al llegar el aguacero se oyen suspiros y cantos. Un nuevo día se anuncia, circunda el entusiasmo. No hay más sequía.

Lluvia de piel Hay lluvia en tu piel de lirios y azahares y tus lágrimas ruedan como perlas mojadas en el mar de mis pesares

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(1933 - 2006)

Este artesano y escritor antioqueño, adoptado por Quimbaya, afirma en el prólogo de su libro: “desde muy joven, me incliné por la poesía y empecé a escribir versos a pesar de no haber tenido estudio, pero nunca pensé en publicarlos […] entregarles hoy este Canto a la nostalgia, impregnado de tristezas y amarguras y de un hondo desencanto, porque yo sé que gracias a estos versos me van a recordar un día cuando me haya ido para siempre; y si algo vale la sinceridad en el arte, que ella me escude”. De este poeta local afirmó el maestro Bernardo Pareja: “Juan de la Cruz Marín es un rapsoda vernacular dedicado con artístico esmero al noble oficio de la ebanistería que completa con el culto enaltecedor de la poesía de hondo contenido popular, la cual interpreta con fidelidad raizal […] lo caracteriza una elemental y expresiva espontaneidad poética que podemos apreciar en esta cuarteta de íntimas y confidencias visiones saudosas: Es a veces tan agobiante/el peso de la vida/ que solo la esperanza de morir/ me da el valor para seguir viviendo.”

Juan de la Cruz Marín Granada

obras:

* Canto a la nostalgia [poemario]. 1998. ASDC Impresores: Palmira, V.


Ocaso de la vida

Al término del viaje

Lentamente va avanzando La noche hacia mi alma Ya estoy en el ocaso de la vida, Nada me puede devolver la calma Sólo espero el momento De mi fatal partida.

Cruzaron como errantes golondrinas Uno a uno los recuerdos del ayer Y vi todo mi pasado en ruinas

Estoy ya listo a depegar las velas para perderme en los mares del olvido con el fardo de dolor, y de mis penas y el recuerdo de un amor ya vencido. Un amor que empezaba a florecer Cuando se abrió entre los dos un hondo abismo Y mi esperanza ya no vuelve a renacer Tal vez, la maté yo mismo. Hoy sólo me acompañan la tristeza En esta noche de mi negra suerte Oculto entre mis manos la cabeza Y sólo escucho los pasos de la muerte.

Este largo invierno de los años Ha cubierto de nieve mi cabeza Agobiada de tantos desengaños y en estas largas noches desoladas como una procesión de sombras miro cruzar las dichas ya pasadas me queda sólo el recuerdo de un amor perdido y en esta tarde de amargura llena mi alma también atardeció del olvido. Y ya que estoy al fin de la jornada Miró con hondo desencanto que de la vida no me queda nada.

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Si yo pudiera Si yo pudiera alcanzar con mi mano Esa estrella que brilla en tus pupilas Para alumbrar con ella la senda de mi arcano Y el horizonte fugaz Prolongar hasta el confín lejano Tal vez serían mis horas más tranquilas

Ya no sería tan largo mi camino En esta dura senda que me dio el destino Por este transitar de largos años Cansado de sufrir los desengaños De tantos amores fementidos Que sólo amargura le dejaron a mi pobre corazón herido

Si yo pudiera elevarme hasta ti Y en sostenido y prolongado vuelo Contemplar tu imagen adorada Para estacionarme en el inmenso cielo Profundo y azul de tu mirada.

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Jorge Hugo Galvis Valenzuela (n. 1936)

Nació en Quimbaya el 14 de octubre de 1936, segundo hijo de una numerosa familia. Realizó sus estudios primarios en su pueblo natal entre los años 1943-1948, año en que su educación básica se vio interrumpida a raíz de la violencia desatada por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. Por ende, se considera un autodidacta que, después de haber recorrido el país, regresó a Armenia en 1964, año en que fue nombrado secretario de la Auditoría ante la Administración de Impuestos Nacionales, nombramiento de la Contraloría General de la República, cargo en el que permaneció hasta su jubilación. Hizo una notable carrera en el área fiscal del sector público, siendo nombrado director regional para el Quindío de la escuela de capacitación de la Contraloría.

Obras: * Quimbaya. La tribu 1539-1628-La Fundación 1911-1922-La Ciudad 1960-1980. 1982 (?). Edición personal: Quimbaya, Q. * La ruta de nuestros ancestros. Los Quimbayas. 2008. Optigraf S.A.: Armenia.


Fundación de Quimbaya3 Se cuenta que el día de reunión de las autoridades de Quimbaya, Montenegro y Filandia, para hacer la mojonización y alinderación de los predios municipales, una vez recorrido el límite, desde la casa de Santiago Castillo hasta el sitio de La Española, y dispuestos a firmar los respectivos documentos, cuando correspondió el turno al señor personero de Filandia, de apellido Hernández, éste llorando como un niño decía: “Quién iba a creer en Filandia que esto sucedería, cuánto hubiésemos dado y qué hubiésemos hecho por no llegar a este momento”. Mas el destino tenía reservados tan importantes hechos. Empezó la organización del municipio, cuyo engranaje debía inaugurarse precisamente el 20 de julio de 1922, juntamente con la efeméride patria, o sea 112 años de nuestra independencia nacional. Fueron días de intenso trabajo de las comisiones que para el efecto se habían designado. El gobierno departamental, vivamente interesado en nuestro desarrollo, había dictado un decreto, por medio del cual se convocaba a elecciones libres, para elegir el primer Concejo que regiría nuestros destinos. Estos comicios se efectuaron el 7 de mayo de 1922, resultando elegidos los señores Eusebio Londoño, Ricardo Londoño, y Luis Eduardo Arango, por el partido Liberal; Antonio Cifuentes y Luis Ocampo, por el partido Conservador; siendo suplentes los señores Samuel Jaramillo, Clímaco Giraldo, José María Grajales, Isidoro Salazar, en su orden respectivamente. Su primera sesión solemne tuvo lugar el día 1o de Julio de ese año, y los HH. concejales hicieron su entrada al recinto en medio de un apoteósico batir de pañuelos, seguido de una salva de aplausos, ofrecida por 3

los asistentes. Constituida la mesa directiva, se presentaron mociones de saludo a las autoridades nacionales, departamentales y municipales, tanto civiles como eclesiásticas. El acto más significativo lo constituyó la primera resolución de duelo, con motivo del fallecimiento de nuestro fundador don Ricardo Echeverry L., ocurrida en 1919; la sesión se levantó en señal de duelo. A esta primera sesión se hicieron presentes, entre otros, Marco Tulio Aguirre, en representación del cabildo de Filandia, el Concejo de Montenegro en pleno, y representantes de Circasia y Alcalá (V.). En el transcurso de esta semana siguiente a la reunión del primer concejo municipal, es decir, el día 4 de julio de ese mismo año, Antonio Cifuentes, uno de los fundadores, tomó posesión como ‘primer alcalde’, cargo para el cual había sido nombrado por disposición del general Pompilio Gutiérrez, y de acuerdo con el telegrama No. 3626 de junio 30 de 1922 cuya copia reposa en los archivos del juzgado promiscuo municipal. Aunque el acta de posesión no establece asignación mensual, el interesado anuló estampillas de timbre nacional por valor de $26 centavos. El señor Evencio Arcila (padre) tomó posesión el día 19 de julio de ese mismo año como Alcalde primero suplente, por designación del ejecutivo departamental, y de acuerdo con el telegrama No. 3748 del 17 del mismo mes y año, el Sr. Nicolás Gómez tomó posesión el día 31 como Alcalde segundo suplente, nombrado igualmente por el gobierno departamental, según telegrama No. 3743 de la misma fecha.

Fragmento tomado de Quimbaya. La tribu 1539-1628-La Fundación 1911-1922-La Ciudad 1960-19, pp. 134-136.

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Luis Ariel Granada Agudelo

(1938 - 2019)

Nacido en Salamina, Caldas, el 17 de septiembre de 1938, este caldense llegó a vivir a Quimbaya, tierra que adoptaría como patria chica, en sus años de infancia. Fue el mayor de once hermanos y un testigo memorioso de la historia del municipio que lo vio crecer y al que dedicó buena parte de su vida. Desde muy joven se consagró a las letras, convirtiéndose en un autodidacta, apasionado por la filosofía, la literatura y la historia. Don Ariel fue un lector empedernido, cotidiano conversador y contertulio, que disfrutaba narrando sus anécdotas, apuntes y reflexiones. Fue el concejal más joven de Quimbaya, cargo que ocupó durante 30 años. Trabajó como locutor, jefe de ventas, y finalmente como columnista, oficio en el que destacó con sus escritos lúcidos y amenos. Escribió para la Patria de Manizales y, entre los años 2004 y 2013 publicó la columna ‘Botella al mar’ en el periódico local Diálogos de aquí, dedicando su espacio a la narración de anécdotas y apuntes sobre la historia de Quimbaya y sus personajes. En sus últimos años escribió para la publicación Generación 100, órgano creado con ocasión de los cien años de la fundación de Alejandría (origen de la actual Quimbaya). Este oficio lo consagró como uno de los intelectuales más destacados y acuciosos de nuestro municipio.


Colonos y pioneros4 Por más de medio siglo, la enorme construcción en bahareque localizada en la esquina de la calle 12 con carrera 8a, conocida por los quimbayunos como ‘la casa de los Hoyos’ o del ‘Viejo Tango’, por haber estado allí un popular cafetín con ese nombre, fue considerada el “primer rascacielos” erigido en este pueblo. Por referencia obligada, en compañía del Barranco de la Estación, otro hito histórico y afectivo de nuestros paisanos. Por cierto, es contemporánea del Quiosco de la Estación, y el monumento a la Inmaculada, inserto en el parque inevitablemente denominado también de La Estación. La designación de Virgen de la Paz proviene del maestro Buenaventura Malagón, que repuso la antigua imagen, ya bastante deteriorada. La casa de la familia Hoyos fue levantada por Luis María Hoyos Alzate, en compañía de sus cinco hijos y sus primos Jesús, Arnobio y Eduardo. Don Luis María apareció en el Quindío por 1916, cuando se localizó en Calaracá tras una marcha de diecisiete jornadas desde su natal Guarne, en Antioquia. Desde allá se vino con su esposa, María del Carmen Alzate y los cinco vástagos ya algo crecidos. A esta tierra llegó en 1921 y alquiló la casa demarcada hoy con el número 7-30, que posteriormente adquirió en 120 pesos. Ese inmueble, que permanece en pie, fue diseñado y erigido por un estudiante filandeño de ingeniería civil como tesis de grado. Su dedicación al agro y en parte al contrabando de tabaco, engordó ostensiblemente su bolsa de colono y le permitió adquirir por 250 pesos el lote anejo, donde levantó el emblemático caserón sobre una superficie de 618 metros cuadrados. Tuvo tres niveles: el primero dedicado a locales, el segundo al hotel 4

de misiá Ernestina y el tercero lo usó para servicio de habitación familiar. La construcción original, o sea, donde vivió con su gente al llegar a Quimbaya, se construyó en 1928, año en el que se inauguró la estación ferroviaria, y lo construido por él y su parentela data de 1940. Infortunadamente, esa parte colapsó durante el terremoto que todos sentimos y recordamos. Poco después de don Luis María apareció en Quimbaya su primo, Eduardo Hoyos (más o menos en 1926), un formidable todero que legó a nuestra población obras tales como las puertas originales de la iglesia de Jesús, María y José, y el sarcófago que contiene la imagen de Cristo, en el mismo templo. Fue un ebanista prodigioso que labró en madera el escudo de Quimbaya que preside el Concejo Municipal. Hombre cívico por excelencia, fue consagrado compañero león que participó, entre muchas obras, en la erección del Monumento a la madre, en compañía de Luis Ocampo y Ricardo Laverde, entre otros. Por lo demás, fue un virtuoso del violín, que ejecutaba principalmente en Semana Santa. Su hija Marta Hoyos Franco fue la primera periodista quimbayuna titulada y la primera que incursionó en los grandes medios. Actualmente es editora económica del diario El Colombiano de Medellín, e interviene en la programación de Teleantioquia.

Columna tomada de Diálogos de aquí, No. 100, octubre 11 de 2008.

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José Huber Salazar Ocampo (n. 1942)

Nació en Quimbaya, el 21 de enero de 1942, en inmediaciones de la carrilera por donde pasaba el antiguo tren, en el lugar conocido como ‘el puente de la máquina’. Nieto de arrieros, vivió su niñez como campesino, cursando sus estudios primarios en la vereda La Cima, escuela de El Porvenir. Más tarde vivió con su familia en El Silencio, vereda Mesa Baja. En su juventud trabajó como caficultor y se trasladó a la ciudad de Medellín, donde laboró en algunas de las primeras industrias fabriles. Posteriormente ingresó a las filas de la Policía Nacional aprovechando una campaña de reclutamiento en el departamento de Caldas. En esa institución permaneció hasta el momento de su jubilación en 1987, perteneciendo a la división de Tránsito y Transporte. Siempre tuvo la escritura como una de sus pasiones, pero sólo se decidió a publicar con la fundación del periódico Diálogos de aquí, medio local en el que colaboró con la columna Pasado y presente, publicada de manera ininterrumpida entre 2004 y 2012, y en la que don Huber Salazar amenizaba a los lectores con anécdotas y reminiscencias de la Quimbaya del siglo pasado.


Tertulia del abuelo5 En un atardecer veraniego de nubes rojizas, estoy sentado en el zaguán a orillas del tanque que se va llenando con el agua que sale de la pluma de bronce. En la muy grande casona reina el silencio, momento propicio para entrar en serena meditación. Sorpresivamente deja de caer el agua y empieza a oírse un entrecortado goteo, hasta quedar en un sereno paso de aire, y su eco asemeja el correr de las aguas de ríos, quebradas y arroyos por su cauce. Qué grato era sentarse a orillas de los ríos a oír el murmullo de las olas cuando chocaban en los peñascos, y en los recodos plateaban los peces que a veces se quedaban brincando en las playas y uno se quedaba extasiado de naturaleza bajo las sombras de inmensos árboles de abundante follaje y sobre ellos un tupido manto de variedad de especies de bejucos y en los alrededores un natural frío oxigenado que lleva el aroma de toda variedad de flora silvestre… Todo hacía su juego con el eco de los gritos y silbidos de los arrieros a su paso con la mulada. En una noche de amena tertulia familiar, decía mi abuelo: “El oficio de arriero es difícil, exige mucho sacrificio, pero también deja muchas satisfacciones, todo día trae su afán, cada momento, de día o de noche, tiene su encanto, ya sea en invierno o en verano, con paciencia, amor y persistencia, se llega a la cima, y hay que ser decidido y aventurero para labrar su propio camino y progresar. El arriero es un ser bendecido por Dios, que le dio vida y le creo este maravilloso mundo con todo lo necesario. Todos los caminos son diferentes y cada uno tiene pasos buenos y pasos malos, 5

senderos y planicies preciosas, peñascos y pendientes escabrosas. Existen casas de seres humildes a largas distancias, al igual que fondas. En todas viven mujeres hermosas, casadas, viudas y solteras; en sus rostros brilla esa magia que atrae, que agita los latidos del corazón y despierta el pensamiento y altera el deseo y hace soñar en vanas tentaciones. Ellas son ángeles guardianes en los caminos, sus ojos dos luceros que exhalan alegría y energía en el corazón de los arrieros, y en medio de nuestras cotidianas andanzas, entre afectos amables, colonos y arrieros nos sentimos miembros de una misma familia. Las mujeres son únicas y hermosas, para entenderlas, quererlas, amarlas y acariciarlas, con guantes de seda. ¿Qué más le queremos pedir al dios divino? Quien no esté satisfecho, que le piquen caña”, terminó su discurso el abuelo.

Tomado de Diálogos de aquí, No. 134, febrero 9 de 2010.

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(1944 - 2011)

Este escultor nacido el 21 de abril de 1944 en Quimbaya realizó sus estudios primarios en la escuela de la vereda Bambuco, luego en la escuela General Santander y sus estudios de bachillerato en la Normal Nacional de la ciudad de Armenia. Realizó sus estudios superiores en la Universidad del Cauca, donde obtuvo una beca y entró en contacto con maestros como Buenaventura Malagón Silva. Fue fundador del Museo de Historia y Arte de Quimbaya y realizó trabajos escultóricos para templos, edificios y otros sitios arquitectónicos. “Sus obras de inspiración precolombina se encuentran en sitios estratégicos de la geografía urbana de Quimbaya. En 2007 publicó el ensayo que recoge las reflexiones e investigaciones sobre el pasado arqueológico y el patrimonio cultural de Quimbaya, que sirvieron de inspiración a su obra.

Obras:

Mario Marín Urrea

* Imaginario Histórico y Alegórico. Cultura de los Quimbayas. 2007. Tipografía Falcon: Quimbaya, Q.


El Espíritu Quimbaya Nuestro municipio tomó el nombre de una de las tribus prehispánicas más importantes de Colombia, la cual logró mostrar a través del tiempo un significativo trabajo artesanal en la parte de la orfebrería y cerámica, no en vano grandes piezas son exhibidas en reconocidos museos en el mundo, por colocar un ejemplo del museo latinoamericano en Madrid (España), en donde se muestran piezas en oro con un gran desarrollo de técnicas, formas y estilos. Esta cultura se destacó porque realizaba trabajos de excelente calidad, revelando que aunque no eran grandes guerreros eran unos grandiosos transformadores de la materia prima en bellezas que deslumbraron a Los Conquistadores de estas tierras. Los Quimbayas amaban su tierra, porque al igual que otras culturas prehispánicas la tierra para ellos era su alma, por esa razón la engrandecían y la cuidaban. Ellos contaban con una serie de similitudes que los caracterizaba y los reconocían, ya que tenían muy definidas sus costumbres, sus mitos y leyendas, su organización sociopolítica y el trabajo en equipo. Esta cultura se caracterizó además por férrea convicción de adorar a sus propios dioses. Los Quimbayas a lo largo del tiempo demostraron que fueron una cultura que dejó mucho para nosotros, ya que este grupo logró marcar un hito a nivel de culturas prehispánicas, ellos han dejado un gran aporte cultural, ya que a cada momento encontramos en nuestro territorio señales de que aquí vivieron, (tumbas, trabajos en oro, cerámica, fósiles, otros) y que desarrollaron sus actividades en nuestro paisaje, bebieron de nuestras aguas, que comieron de nuestros frutos, que cultivaron nuestra tierra y que sus restos quedaron en

nuestro territorio para demostrarnos que ellos aún viven y que su espíritu reclama que se le brinde un póstumo homenaje. No entiendo cómo en países como México y Perú le dan tanta importancia a sus culturas, que forman en la actualidad parte fundamental de las raíces culturales de estas naciones, ellos valoran lo que estos grupos hicieron en su época, les brindan homenaje y cuidan los patrimonios culturales que ellos dejaron, reproducen costumbres y sus gentes se enorgullecen de sus antepasados más remotos. Aquí, al contrario, creen que si nos llaman indios nos están insultando, conociendo de antemano que somos aunque queramos negarlo parte de una cultura que sobrepasó fronteras y que logró un alto reconocimiento y admiración a nivel mundial por su trabajo, por contra aquí no se le brinda el valor que debe tener, de que el municipio que tomó su nombre, les brinde un gran homenaje, que fomente en la población el alto sentido de pertenencia por lo nuestro, por lo que somos y por lo que nos debe llenar de orgullo.

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Luz Dary Salazar De Pinilla (n. 1946)

‘Yardul Pedrazalas’ Poetisa nacida en la zona rural de Quimbaya. Es licenciada en Educación Básica Primaria de la Universidad del Quindío y en Gestión Administrativa de la Universidad Libre. Realizó sus estudios primarios en la escuela de la vereda Pueblo Rico. Desde sus años de infancia demostró dotes literarias que luego fue cultivando en sus tiempos de normalista, licenciada, y después como fugaz estudiante de derecho y docente de varias instituciones educativas del municipio, donde se desempeña como maestra desde 1963. Afirma que su mayor orgullo es ser profesora, y los niños y niñas su mayor galardón. Ha sido una autora prolífica, lo que atestigua el amplio número de obras publicadas, que en total suman catorce títulos. Participó como escritora invitada en el Encuentro Nacional de Mujeres Poetas del Museo Rayo en Roldanillo, Valle.

Obras: * * * * * * * * * * *

Pequeñas inspiraciones Poemas para vosotros Luz y razón Quimbaya es poesía Añoranzas [novela] Verdad y vida [novela] Cuentos infantiles Crónicas de mi pueblo Mujer por ti Crucé mi patria El más cruel de los suplicios. [Antología]. 2006. Colección Literaria ‘Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Quindío’ - Falcon Impresores: Quimbaya, Q. * Poesía infantil y Revivir en mi Quindío [Antología personal]. 2006. Colección Literaria ‘Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del Quindío’ - Falcon Impresores: Quimbaya, Q. * Inocencia y perlas poéticas


La paloma De sus corredores colgantes canastas con frondosas y aromadas Flores Se fue marchitando poco a poco con tu ausencia y tú mirar sereno Sólo son tierra reseca sin Aroma ni perfumes de destellos Les hace falta tu sonrisa y la mirada de tus ojos bellos

Si pudiera Si pudiera navegar y descender al fondo de la mar para descubrir la Inmensidad… Quizás mitigaría tanta crueldad que tienen tantos seres, con su engaño, mentira y falsedad.

Mi Canto El canto de las aves y el murmullo del viento alegrará mi voz.

Sería poquito ese inmenso caudal para purificar sus almas y que dejen a Colombia en paz.

Tu amor es tan grande y tan inmenso como el amor de Dios. Las estrellas titilantes se unirán a mi corazón para ofrendarte madre con toda mi devoción.

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Gonzalo Alberto Valencia Barrera

(n. 1947)

Oriundo de Quimbaya en enero 28 de 1947, hijo de Gonzalo y Esther; hermano de Luz Marina, Luis Mario y César Jaime; casado con Olga Lucía Peláez Mejía; y tres hijos: Liliana e Iván Darío Valencia Rodríguez y Sebastián Aristizábal Peláez. Con estudios de primaria en la escuela General Santander y de bachillerato en el Instituto Quimbaya; graduado de bachiller en 1965. Asistí en Bogotá a la Universidad Nacional de Colombia, en la que me gradué como economista en 1970. Como becario de la OEA obtuve el título de Master of Science in Economics en Southern Illinois University at Carbondale en los Estados Unidos de América (1975-77). Estuvo vinculado laboralmente en el Departamento Nacional de Planeación y el Banco de la República, entidades que afianzaron su conocimiento del país y de su gente, y consolidaron su formación profesional, permitiéndole prestar sus servicios y desarrollar sus capacidades intelectuales. Desde el 2006 pertenece a la Academia de Historia del Quindío, de la que soy Académico de Número y su actual vicepresidente, confirmando mi predilección por esta disciplina.

Obras: * Banca y economía en Armenia y el Quindío 1929 - 2002 [en coautoría con Fabio Alberto Agudelo]. 2002. Conceptos Gráficos: Armenia. * Auge y declive de la caficultura del Quindío. 2010. En: Ensayos de Historia Quindiana. Academia de Historia del Quindío, Biblioteca de Autores Quindianos.Universidad del Quindío: Armenia. * La Soledad - Alejandría - Quimbaya: la triada centenaria. 2011. Academia de Historia del Quindío, Ensayos de Historia Quindiana, Volumen 2. Biblioteca de Autores Quindianos. Universidad del Quindío: Armenia. * Armenia: Enclave exportador de café 1927-1959 [en coautoría con Miguel Ángel Rojas Arias y María Eugenia Beltrán Franco]. 2012. Ministerio de Cultura - Programa Nacional de Estímulos. Legis: Bogotá * Relatos, fundaciones y primeras descripciones de los pueblos del Quindío. 2019. Biblioteca de Autores Quindianos - Gobernación del Quindío. Editorial Torre de Palabras: Armenia.


Relatos, fundaciones y primeras descripciones de los pueblos del Quindío (Reseña)

Esta obra ha sido el resultado de la Beca de Investigación en Memoria, Identidad y Patrimonio Cultural Quindiana, otorgada al autor por la Gobernación del Quindío en su Convocatoria Departamental de Estímulos de 2018. Su principal justificación fue la desmitificación del proceso de poblamiento vía la revisión de las fuentes documentales de la época, para así colocar en relieve las contribuciones de aquellos otros autores que ayudaron en su momento a la preservación de la memoria histórica local y regional. En el Quindío, Antioquia puso la gente; Cauca, la tierra y Caldas el café y la identidad. Este predicado señala el hilo conductor de la publicación, estructuralmente conformada por cuatro secciones que aluden a los respectivos territorios involucrados, así: en un aparte intemporal, el Quindío, como un espacio para el discernimiento conceptual acerca de los procesos migratorios de colonización y poblamiento; mientras que los otros tres: Antioquia, Cauca y Caldas se mueven en una línea de tiempo por la cual discurre la migración desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XX. En principio afloran los líos legales por la posesión de la propiedad en tierras concesionadas; luego aparecen los terrenos baldíos y con ellos la creación de aldeas para su adjudicación a los inmigrantes; más adelante surge la actividad cafetera que empodera a los colonos y les brinda bienestar y progreso; con la fusión de regiones se enarbolan nuevas identidades, y finalmente, todo este esfuerzo se frustra por el fenómeno de la violencia política que desarraigó y obligó a la gente a reiniciar la búsqueda de otros mundos y a acariciar nuevos apegos. De ahí el título alterno de este libro: La pérdida de los mundos: apegos y desarraigos en el poblamiento de la provincia del Quindío. Si bien se ha asociado la migración hacia el Quindío como parte del proceso de colonización antioqueña, conceptualmente se ha rescatado el proceso de poblamiento caucano por su carácter autóctono, cuya dinámica la impuso el Cauca con la fundación de aldeas para propiciar la adjudicación de las tierras baldías a los inmigrantes que habían aceptado avecindarse. Lo que diferenciaba ambos procesos era el énfasis en su

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componente principal: en el antioqueño lo fue el colono, y en el caucano, la tierra. Un segundo aspecto clave en este trabajo fue enmarcar el poblamiento del Quindío como un movimiento que se originó en Antioquia a finales del siglo XVIII con rumbo al sur y hacia tierras concesionadas por la corona española. Sin embargo, el interés de los emigrantes era la tierra libre con fines de titulación, pero solo estaba disponible en territorio del Cauca en su Provincia del Quindío. De manera que la corriente humana salió desde Manizales, cruzó el límite dado por el río Chinchiná, dejó en su trayecto nuevos pueblos y arribó a la Hoya del Quindío hacia mediados del siglo XIX. Comienzan a aparecer, desde luego, las referencias al camino del Quindío como el primer eje vial de poblamiento, más la alusión al movimiento espontáneo de los inmigrantes que sobrevino en la fundación de todas las poblaciones a partir de Salento y Filandia, y rematando con las de Córdoba y Buenavista a mediados del siglo XX. Capital importancia recibió el café, cuyo cultivo fue el gran responsable de la prosperidad económica de los nuevos agricultores y del bienestar de sus familias, lo que al final de cuentas era lo que deseaban cuando decidieron abandonar sus lugares de origen. Ingredientes importantes para la actividad cafetera fueron la arriería y los caminos de herradura en sus inicios, y luego el tren y el gremio: aquel cambió radicalmente la manera de movilizar el café para su exportación, y el segundo, brindó permanente acompañamiento a los productores. De ahí el éxito del proceso de poblamiento, al igual que el surgimiento de tres centros urbanos que emularon constantemente entre sí: Manizales, Pereira y Armenia. Si bien el cultivo del café le dio a los pobladores la posibilidad de la riqueza, la violencia se la quitó más tarde. Esta fue la gran paradoja de todo ese esfuerzo migratorio, dejando sus huellas plasmadas en los pueblos que fundaron en atención a la necesidad de contar con centros proveedores de bienes y servicios esenciales para su vida. Es lo que hemos querido traer a colación: la migración trató, ni más ni menos, de dejar atrás los apegos y arraigos, para alcanzar otros en nuevas latitudes. Pero un factor externo, la violencia, abruptamente interrumpió este proceso, con las consecuentes frustraciones y tristezas. Ahora ya no era el campo hacia el cual dirigirían sus pasos, sino la ciudad, un mundo asemejado a una caja de sorpresas y obstáculos, pero también de nuevas oportunidades. 30 //

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Noel Antonio Londoño Buitrago (n. 1949)

Nació en Quimbaya, el 6 de Agosto de 1949. Frecuentó los estudios primarios en su pueblo natal, adelantó el bachillerato en el colegio El Pilar en Popayán y en el colegio San Clemente Hofbauer de Manizales. Después de realizar el noviciado en Buga (Valle-Colombia), emitió la primera profesión religiosa el 22 de Diciembre de 1966. Adelantó los estudios de filosofía en el Seminario Redentorista de Suba y en la Universidad San Buenaventura de Bogotá; mientras que los estudios de teología los adelantó en el Seminario Mayor Arquidiocesano de Bogotá. Fue ordenado sacerdote el 23 de Noviembre de 1973 en Bogotá; después tuvo la oportunidad de realizar estudios de especialización en Roma, frecuentando la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtiene el doctorado en teología. Su tesis doctoral, con el título “Se entregó por nosotros. Teología de la Pasión de Cristo en San Alfonso de Ligorio”, fue publicada en 1997. En el 2004 estudió teología en las universidades de Berkeley y de Washington, en los Estados Unidos.

Obras: * Se entregó por nosotros. Teología de la Pasión de Cristo en San Alfonso de Ligorio. 1997. [Ed. desc.] * José Cardenio Londoño Londoño. En familia. 2003. [Editor] Edición de circulación privada: Quimbaya, Q.


José Cardenio Londoño Londoño. En familia (fragmento)6 “Mi papá me enseñó a leer. Y eso fue porque en la escuela no me quisieron recibir. Decían que debía tener los siete años cumplidos y yo apenas tenía seis y medio. Entonces mi papá se puso a enseñarme a leer utilizando la cartilla de Sutatenza; así que antes de aprender a leer palabras como pipa o mimar, aprendí a leer gato, rana, yuca. Yo tenía afán por aprender a leer porque mi papá llevaba a la casa los cuadernos de aventuras de Tarzán, El llanero solitario, Batman, la Pequeña Lulú… que eran privilegio de mis hermanos mayores. Antes de irse al trabajo, él me dejaba estudiando una lección, y al volver a mediodía me la preguntaba. Enseñaba otro poquito, dejaba otra lección y, al volver por la noche, me llamaba a cuentas. Yo me la pasaba todo el día: la ce con la a, ca; la ese con la a, sa; ¿qué dice? CA-SA. El día en que apareció en la cartilla una palabra más difícil, entonces se hizo realidad el viejo adagio de que “letra con sangre entra”. Era la palabra tomate. Preguntaba mi papá: ¿la te con la o?, y yo respondía: to; ¿la eme con la a?, ma; ¿la te con la e?: te. ¿Qué dice?: TOMATO. Voló el coscorrón y el grito de mi papá: ¡Tomá so pendejo!. A pesar de todo, aprendí a leer en seis meses. Cuando cumplí los siete años mi papá me llevó a la escuela Santander para que me recibieran, porque ya tenía la edad. El director no quería, porqíue ya había pasado un semestre. Entonces mi papá le dijo: “Le garantizo que sabe leer mejor que cualquiera de los alumnos de primero”. Me pusieron a prueba y les gané a todos. Y me tuvieron que recibir. En la escuela yo pasé muy bueno, porque los maestros no eran tan severos como 6

mi papá. Recuerdo que en segundo y en tercero aprendí más de cantos populares que de geografía e historia, porque los maestros eran don Helí Toro, quien después armó el Cuarteto Imperial, y don Besalio. Pero mi papá no nos dejaba tranquilos. Todos los días preguntaba qué tareas teníamos y si ya las habíamos hecho. Nada de juegos antes de hacer las tareas y estudiar las lecciones. Un día me puse a jugar lleva con los vecinos, y corriendo tras uno de ellos (Javier García), él se quiso escapar en su casa pero yo lo alcancé, y con el golpe se fue escaleras abajo y se reventó la nariz. Qué susto tan macho, además de que fue casi encima de doña Ana, la mamá de él. Ni modo de irme para la casa, porque mi mamá me hubiera dado cincuenta pretinazos. Así que corrí para la tienda a ayudarle a mi papá y a disimular la cosa. Papá, ¿qué hay para hacer? “Póngase a organizar esa panela”. Y yo juiciosito, colocando los atados dentro del cajón. De repente sale del costal una tremenda avispa y me pica en el entrecejo. Al momento ya tenía una vista nublada. Mi papá me untó ahí cualquier cosa, tal vez ‘mamitolina’, y me mandó para la casa, porque ya comenzaba la inflamación. Mi mamá, que ya se había enterado de lo del vecinito, al verme dijo: “Para que vea, mi Dios no castiga ni con palo ni con rejo”. Lo único bueno fue que no me dieron una pela ni pude ir a la escuela día siguiente, porque no veía nada, con la cara colorada y redonda, ¡como un inmenso tomate!”

Pp. 45-46.

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Susana Henao Montoya

(n. 1954)

Nació en Quimbaya el 5 de junio de 1954. Reside en Pereira desde 1971. Se graduó como Tecnóloga Química de la Universidad Tecnológica de Pereira en 1975. Es Licenciada En Filosofía y Magíster en Literatura de la misma universidad, además de Especialista en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Caldas. Fue finalista del concurso de cuento Carlos Castro Saavedra en la ciudad de Medellín en 1990 y ganadora del 8º Concurso Anual de Novela ‘Aniversario de la Ciudad de Pereira’ en 1991 con la novela Los últimos hombres de Gantina Masca. Ganó también los concursos: ‘Risaralda Cultural’ para el Vol. 12 de Escritores Risaraldenses con el libro Antesala del paraíso y otros cuentos (Pereira, 1992); Colección de Escritores Pereiranos del Instituto de Cultura de Pereira con el libro Crónicas de Temis; y nuevamente el 1er puesto en el 20º Concurso Anual de Novela ‘Aniversario de la Ciudad de Pereira’ en 2004 con Crónica Satánica. Susana Henao ha sido una destacada escritora en el campo de la narrativa, particularmente en género del cuento y el relato breve. Su obra se caracteriza por abordar aspectos de género y temáticas femeninas a través de las cuales reflexiona sobre los roles sociales y las simbologías culturales construidas alrededor de la figura de las mujeres. Su literatura asume un carácter vanguardista frente a los cánones formales establecidos por la tradición literaria regional y nacional. Esta destacada escritora es docente de literatura y filosofía en su alma mater, donde ha llevado a cabo investigaciones que la han conducido a la publicación de artículos y textos académicos7. Actualmente investiga sobre literatura femenina, tema sobre el cual tiene un libro en proceso de edición.

Obras: * Antesala del paraíso y otros cuentos. 1993. Gobernación de Risaralda: Pereira. * Crónicas de Temis. [cuento]. 1993. Instituto de Cultura de Pereira - Editorial Gráficas Olímpica: Pererira. * Los hijos del agua. 2011 [1995.] Biblioteca de autores quindianos: .Gobernación del Quindío: Armenia. * Memorias de un niño que no creció. 2003. [Ed. Desc.]. * Crónica satánica [cuentos]. 2004. Instituto de Cultura de Pereira - Editorial Gráficas Olímpica: Pererira. * La ética narrativa en la novela latinoamericana. 2009. [Inédito] * Procedimientos compulsivos. 2009. [Ed. Desc.]. 7 Reseña biográfica construida con datos tomados de la obra de la autora.


Acotación Emilia se rebeló con las guerras y las otras formas de crueldad de los seres humanos. “Emilia es filósofa”, pensó el vizconde, “o al menos me pareció entender que ya se inscribió en el programa. El vizconde era el prefecto de disciplina del colegio donde Emilia había obtenido su diploma de bachillerato. Se había ganado ese mote unos años antes, cuando contra todo pronóstico, se casó con otra exalumna, la hija menor del protector Don Silverio Castellanos a la que llamaban la condesa. No lo hacía feliz el mote, pero en parte respondía a la realidad de su vida, pues la condesa lo decidía todo, desde el color de la corbata hasta el destino de las vacaciones que tomaban cada dos años. Seguramente fue uno de sus errores más graves, pero desde el principio él le permitió tomar las riendas de su casa. De puertas para adentro, claro, pero las riendas, al fin y al cabo. Entonces, unilateralmente, ella decidió que no tendrían hijos, que vivirían en las afueras de la ciudad, que los gastos suntuarios eran su rubro y que él debería pagar los servicios públicos y el mercado, incluida la comida light de Fredo y khalo, pues también resolvió que tendrían dos gatos en lugar de un perro. El vizconde odiaba esos gatos. No es que hubiese una caja de arena que limpiar, sino que eran insoportablemente tiránicos y asquerosamente bigotudos. Al día de hoy, odiaba toda su vida, pero especialmente a esos gatos. La punta erecta de sus colas asomaba cada mañana y esas almohadillas de las patas hacían un ruidito sordo sobre el saltalecho que, invariablemente, lo despertaba. Cualquiera diría que esos infelices parecían discretos, pero eran una alarma tan precisa como la de un aparato celular. Ahí comenzaba el ritual de arrumacos entre su mujer y las bestezuelas, mientras él tenía que contentarse con ver cómo a ella se le elevaban los pezones cuando le caminaban sobre el vientre y el pubis o se le enroscaban entre las piernas. El vizconde salía de la cama, tomaba una larga ducha, se vestía en silencio, se preparaba un café que debía compartir con la condesa y esperaba a que ella estuviera lista para llevarla a su trabajo. Hasta ese punto y hora del día todos los pensamientos del vizconde se reducían a imaginar los pezones de su mujer y a fabricar un plan para deshacerse de los gatos definitivamente. Mantenía abierta la puerta del auto, mientras alcanzaba a escuchar el instructivo

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detallado para la empleada del servicio y el empleado de la jardinería. En ese momento era cuando a ella mejor le quedaba el apelativo de condesa por su voz de mando, sus ínfulas, la hipocresía del gesto. Cualquiera podría darse cuenta de la naturalidad orgullosa con que tomaba posesión de sus propias cosas. “Si pudiese comprar alas” –pensaba el vizconde- “seguro volaría con las águilas para mirarme desde más arriba como siempre pretendió doña condesa”. El vizconde casi nunca le dirigía la palabra a su mujer, pero a veces le comentaba asuntos del trabajo, pensamientos pedagógicos que había anotado en la bitácora diaria del colegio, pues valoraba la opinión en esos casos de aula problemáticos en los que había miles de nombres para que los comportamientos más sencillos se transformaran en un galimatías de heteroconfusión. El vizconde era flojo para eso, y la mano que su mujer le daba le ayudaba con los detalles que seguramente al final del año escolar nadie revisaría ni leería a no ser que se convirtieran en una situación urgente. Poco más que eso compartían. Salían a dar una vuelta los fines de semana, a visitar amigos comunes o familiares. Él la espiaba para saber lo que les contaría a esas amistades, si diría algo en su contra y mientras la oía reír a mandíbula batiente le venía la imagen de los gatos colgados por la cola, como aristócratas venidos a menos, elegantes y sofisticados en otras vidas, pero ridículos en su rama como le corresponde a cualquier mortal común. Lo importante para él, de todos modos, era la vida del colegio, la relación con los alumnos. La relación con Emilia que le había pedido ayuda con el plan para un ensayo sobre el ser humano y la guerra, pues eso era parte de los requisitos para ser admitida en el programa de filosofía de la universidad. Emilia pensaba como él: los problemas humanos venían de un montón de tripas voraces e insatisfechas, no de los afectos del corazón ni de los pensamientos negativos, así que el cruel lo era a pesar de la buena crianza y la educación. Cuando discutían estos asuntos después de clase, el vizconde contaba historias de tiempos pretéritos y la curiosidad de la chica se dejaba atrapar en una tela de araña de acotaciones, disquisiciones, lecciones y señales que muchas veces terminaban volviendo al clásico de Caín y Abel. Y mientras ella tomaba notas, el vizconde viraba al tema del amor y la filantropía. De 36 //

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pronto, hacía una pausa y evaluaba la emoción de Emilia. Se regañaba un momento por el cuadro imaginario que se pintaba en su mente y trataba de controlar el vértigo de los detalles. “Soy un hombre benigno y bien intencionado”, se decía el vizconde. –“No podría dañar a Doña condesa ni aunque me lo propusiera”. Lo repetía un par de veces y volvía a mirar a Emilia llevada como un bólido a través de las líneas de la pantalla. Los avisos publicitarios se sucedían imparables en el cuadrante inferior derecho de la página de texto. Empezó a observarlos con cierto interés y tal vez fue por eso que no se asombró cuando a su pensamiento se le impuso la imagen de los gatos y la condesa colgando juntos de la misma rama.

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Jesús Alberto Alzate Villegas (n. 1956)

Licenciado en historia y docente del municipio de Quimbaya. Se ha dedicado al estudio del patrimonio cultural, la memoria histórica, la identidad y el pasado de su tierra natal. Escribió uno de los primeros ensayos locales sobre la fundación de Quimbaya, en el que contribuyó con sus apuntes y disertaciones a llenar un vacío generado por la ausencia de estudios y análisis académicos sobre el surgimiento del municipio a comienzos del siglo XX. ‘Chucho’, como se lo conoce comúnmente, es un heredero de la tradición de los arrieros que forjaron caminos y fundaron comarcas. Se desempeñó como alcalde popular entre 1997-1998 y ha sido reconocido por su labor en el magisterio. Además, es un intérprete de las tradiciones orales y de la música andina colombiana, destacándose como integrante del trío ‘Armonía Quindiana’.

Obras: * Fundación de Quimbaya. Anotaciones para el estudio histórico de Quimbaya 1914 - 1922. 1986. Impresora comercial: Armenia.


Actividades de la primera ‘Junta pobladora8’ El inicio de actividades de la Junta Pobladora se patentiza con la adquisición del terreno en el que se erigirá la futura población de Alejandría. Así, el 27 de mayo de 1914 encontramos que don Luis María Ocampo vende a Ricardo Echeverry y otros, unas mejoras en baldíos de la Nación (folio No. 155). “En el paraje de La Soledad, Distrito de Filandia, circuito del mismo nombre, provincia de Pereira, departamento de Caldas, República de Colombia, a veintisiete de mayo de 1914, ante mí, Félix Mejía, notario del circuito de Filandia y los testigos, señores Luis E. Echeverry G. y Esmaragdo López, mayores de edad y vecinos del mismo circuito, de buen crédito y en quienes no concurre ninguna causal de impedimento, compareció el señor Luis María Ocampo, varón mayor de edad y vecino del distrito de Filandia, a quien conozco, y dijo: que da en venta real y enajenación perpetua a los señores Vicencia Upegui G., vecino de Manizales, Santiago Londoño y Víctor M. Grajales, vecinos de Armenia; y Ricardo Echeverry H., Francisco Arias G., Pedro M. González, Luis María Obando, Pedro Antonio Mejía G., José María González S. y Jesús Jaramillo, vecinos de Montenegro; Jesús María Hernández V., José Ignacio Gutiérrez Z., Jesús A. Valencia D., Juan Evangelista Rodas, Ananías Ocampo, Gonzalo Duque, José Jesús Gutiérrez, Belisario Ramírez, Juan de Jesús Buitrago, Lorenzo Marín, Mateo E. Bernal, Antonio María Cifuentes, Jesús A. Montoya, Rafael Montoya, Fco. de Paula Montoya (Pbro.), Paulo S. Valencia, Pablo Pareja, Gregorio Gallego, José María Benjumea, José Joaquín Muñoz, Demetrio Salazar, Juan de Dios López, Tulio Villegas V., Jesús María Arcila, Miguel Giraldo, Silverio Giraldo, Jesús A. López, Emilio Salazar y Braulio Pérez; vecinos todos de este Distrito, todos mayores de edad, con el fin

de estos fundar una población, es a saber: unas mejoras en baldíos de la Nación, consistentes en cuatro casas de habitación, sementeras de café y plátano, montes y rastrojos, ubicados en el paraje de La Soledad, de esta jurisdicción, alinderadas así: “De un mojón que está al borde de un rastrojo lindero con Jesús González; de aquí línea recta a un mojón que está a la orilla del rastrojo del platanar, siguiendo el borde de este rastrojo a vaga seca; vaga abajo el nacimiento de un amajamiento éste abajo a la quebrada Buenavista, lindero con el vendedor; quebrada abajo hasta encontrar otra quebradita, lindero con Rufino Herrera, quebradita arriba hasta un mojón que está a la orilla del Camino de Kerman, camino arriba hasta otro mojón que está en su borde, lindero con Raimunda Ramírez; de aquí línea recta a la quebrada de Mina Rica, ésta arriba hasta su nacimiento; de aquí siguiendo el lindero de Jesús González, al mojón punto de partida” [...] Presente el señor Ricardo Echeverry, a quien también conozco y que es mayor de edad y vecino del distrito de Montenegro, dijo en su carácter de presidente de la Junta Pobladora de Alejandría y autorizado por los compradores presentes y obrando como agente oficioso en representación de los ausentes, acepta para él y para todos los compradores mencionados antes, la presente Escritura. En este estado, advierten que el vendedor queda obligado a dar permiso a los compradores para tomar el agua para la población, de la quebrada, pasando por su finca, y dejar pasar también por ella, la piedra que sea necesaria para la población, y que los compradores quedan obligados a ceder al vendedor una paja del agua que tomen, para surtir la población”.

8 Tomado de : Fundación de Quimbaya. Anotaciones para el estudio histórico de Quimbaya 1914 - 1922, pp. 35-36.

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(n. 1957)

Quimbaya, 1957. Entre el año 2003 y el año 2012 publicó el periódico Diálogos de aquí, que superó los doscientos números, con una frecuencia quincenal. Dicha publicación fue un espacio para la reflexión y la discusión pública, con el noble objetivo de promover una ‘Quimbaya incluyente y memoriosa’, según rezaba su lema. Diálogos logró consolidarse como el primer órgano informativo de Quimbaya en el siglo XXI, generando información, debate y opinión para nutrir el diálogo democrático y ciudadano, con sentido crítico. Rafael además ha sido un autodidacta, incursionando en los campos de la filosofía y la física teórica; disquisiciones que lo llevaron a publicar un extenso ensayo, Del tiempo, en el año 2017, confirmando su carácter intelectual, su inquietud y su curiosidad por temas complejos de la actualidad humanística y científica.

Obras:

Rafael Henao Montoya

* Del tiempo. Protofilosofía cuántica. 2017. Publicación personal: Quimbaya, Q.


Del tiempo Especulaciones protofilosóficas para matar el tiempo (Fragmento) ¿Qué es el Tiempo? ¿Es el tiempo un precursor, un sustrato o una característica de los fenómenos? ¿Qué significa simultaneidad? La física relativista ya prescindió de este concepto para eventos de magnitud astronómica, pero se sigue presuponiendo simultaneidad para acontecimientos muy cercanos entre sí o microscópicos ¿No es paradójica esta doble visión? Entonces ¿cómo funciona realmente el mundo? ¿Resulta adecuado explicar los fenómenos, los cambios o transformaciones físicas, mediante algún modelo de causas? ¿Puede ser mejor explicarlos de manera determinista y mecánica, por la acción directa entre cuerpos? ¿Es más conveniente una concepción absolutamente relativista o una concepción “cuántica” completamente probabilística, en todo caso matemática abstracta, de los fenómenos? ¿No habrá alguna alternativa? Esta es una aproximación al planteamiento de estos problemas que intenta superar las barreras lógico-lingüísticas del enfrentamiento entre el mero cálculo, frente a la sola sensibilidad, adobando dicha mezcla con una actitud más sutil, introspectiva y elemental, que pudiéramos llamar “intuición”, mientras se mira de reojo, de manera paralela aunque un tanto marginal, a algunas sutilezas coincidentes que plantea el budismo zen. La reflexión sobre estos asuntos nos permitirá admitir que además de la visión monopólica del mundo como sistemas, se revela otra apreciación del cosmos entendido como procesos, que resulta por lo menos tan fiable como aquélla. Se presentan en este ensayo sus fundamentos teóricos. La demostración del poder de esta nueva Teoría de procesos para interpretar la vida, la naturaleza y la sociedad, la remito a su capacidad de describir y plantear de una manera siquiera airosa, problemas que desde otros puntos de vista dan lugar a inconsistencias, contradicciones y paradojas, tales como los que estudia la física moderna. Intento despertar sugerencias en un lector dispuesto a dejarse seducir por la evidencia atávica: ¡Algo pasa!

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Gloria Inés Acevedo

‘Goyo’ Nacida en Quimbaya Quindío el 01 de junio de 1959, realizó varios estudios: la primaria en la escuela Santa Teresita de Jesús, el bachillerato en el Instituto Quimbaya. En 1979, en la Normal La Sabiduría de Bogotá; Licenciatura en Básica Primaria en la Universidad de Monserrate, posgrado de educación y desarrollo cultural en la Monserrate. Además curso varios módulos en el Sena de Bogotá. Fue docente durante 26 años en áreas rurales y urbanas de los departamentos del Meta y del Quindío. Participó en la feria del libro de Bogotá - FILBO en el 2019. Ha escrito seis obras, entre ellas una novela, un libro de crónicas, y varios de poesía. Tiene en su haber títulos como: Giros del misterio, Sombras del amor, Gota a gota suenan mis notas, y el último fue un libro colectivo: ‘Buscando un tesoro encontré un lector’. Gloria es embajadora de cultura y fundadora del acto cultural Cultura Exprés en Facatativá (Cundinamarca).

Obras

(n. 1959)

* * * * * * * * *

Sombras del amor. 2016. Bogotá D.C. Veraniego [novela]. 2019. Bogotá D.C. Memorias [crónica]. 2019. Bogotá D.C. Gota a gota suenan mis notas [poesía]. 2019. Bogotá D.C. Giros del misterio [historias regionales]. 2019. Bogotá D.C. Ecos de Manjui [poesía]. 2019. Bogotá D.C. Lecciones de vida [crónica]. 2019. Bogotá D.C. Huellas de un mártir [historias de vida]. 2019. Bogotá D.C. Cuentos cortos [cuentos y fábulas]. Inédito.


Fragmentos Tierras cafeteras Luz del saber, tapetes de verdor y riqueza, orgullo de Colombia, asombro y arrullo de amor, cuna de poetas y folclor. Tierra de contrastes donde sacudes con fuerza sus entrañas desapareciendo generaciones, raíz de mis ancestros que perciben y olvidan sus leyendas, murmullo de ríos y cascadas, cañaverales y guaduales, esencia de parque y nevados, orgullo de mi patria, terruño de victorias y de glorias, en ti confiamos. Manantial de vida entre brisas y termales, sos orgullo entre balsajes y yipaos que exaltan la belleza, la abundancia y la luz de los faroles en viejas tradiciones recordando arriero sin olvidar creencias religiosas que exaltan la patrona universal. Silencio de velas sin viento, esencia de la ternura que aflora los sentidos envolviendo mi pueblo en un hermoso resplandor.

Los insectos Los insectos parecen circos, hacen malabares en ramas y bejucos, escalan y se esconden de su enemigo. En las sombras de la noche su entorno se torna misterioso, parecen payasos de colores disfrutando su estadía entre luces de cucuyos y relámpagos sin temor a ser desalojados de su hábitat, menos a ser masacrados. Roen y andan libremente consumiendo sus amenazas sus alimentos, absorben el néctar de las flores endulzando su corta estancia lejos del opresor. Hoy en cuarentena disfrutan las ventajas que les ofrece el universo, sin ser extintos por el hombre, hilan y tejen sus moradas como instinto de sobrevivencia, recorriendo milímetro a milímetro la estancia de su corta vida, llenando el mundo de color y amor.

Alumbramiento Soy hija del tiempo, de raíces ancestrales, nací bajo el reflejo de la luna, me amamantaron las estrellas. Crecí entre los luceros, soy libre cómo el viento; cruzó ríos, mares, colinas, valles, llanuras y montañas. Voy por sendas tortuosas. Sin detener mis pasos; entre arrieros, pijas, chapoleras, guaqueros, ilustres y poetas sin hallar un lugar seguro. No le temo a los espantos, soy valiente, guerrera y no le temo a la muerte. Soy de talante y verraquera. Enfrentó retos sin bajar la guardia, o, esclavizar a otros. Llevó en mi mochila grandes sueños y medicinas para curar el odió logrando así la paz. Catálogo autores y autoras quimbayunos // con obra publicada

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Carlos Garzón

(n. 1965)

Nació en Quimbaya el 14 de abril de 1965. La idea de ser escritor rondó por su cabeza desde niño, heredando de su padre la inquietud por las letras y la literatura. “Y ese era, acaso, uno de los sueños que acaricia el alma de niño inquieto y travieso, que se cuece, piensa y sueña, solamente para ser cumplido en la edad muy adulta, después de vivir y tener un oficio muy distinto al soñado. En mi caso, dicho antojo de ser literato se cristalizó antes de tiempo por múltiples razones”. Carlos Garzón ha sido columnista del periódico El Faro, fundado por su padre, Hernando Garzón Arroyave, quien fuera su gran mentor literario. “La nostalgia de la pérdida, el apremio de seguir sus pasos, o quizás el cumplimiento de la ley natural de sucesión que sigue a la partida de los buenos hombres que se marchan con la satisfacción y el anhelo de haber dejado sus semillas, fueron las razones que me impulsaron a iniciar el camino de las letras como expresión artística.”


Código Quimbaya9 Novela épica de corte histórico, llena de acción y de aventuras, que revela de manera romántica e idílica algunos detalles que ni siquiera están en la memoria de quienes habitan hoy la misma región en la que se asentó el pueblo Quimbaya, vocablo indígena que en su dialecto significa Raza erigida con la fuerza del saber, y que sirvió de nombre para este grupo aborigen que habitó una extensa región del centro de Colombia, incluidos los territorios del actual Eje Cafetero y el Parque Nacional Natural de Los Nevados, en donde transcurren algunos episodios de la historia. La obra describe ampliamente desde la perspectiva americana las hazañas y desdichas de la cultura Quimbaya, su modo de vida y la gesta de esta familia precolombina antes, durante y después de la Conquista española en América, cuyos pormenores, conocidos sobradamente desde la versión y visión europeas, están contenidos y parcialmente difundidos en las Crónicas de Indias y otros documentos de la época, elaborados todos por escribanos y cronistas del viejo mundo. Esta obra plantea poéticamente la estrecha relación que sostuvo el indígena Quimbaya con su mundo, con la naturaleza, con su entorno, con otros grupos étnicos, con los demás seres de la Creación, incluido el hombre, y, por supuesto, con el conquistador. En su trama, que puede figurarse como el romance del ocaso del último cacique Quimbaya, el lector puede encontrar y vivir de manera muy íntima algunas coincidencias, historias e incidencias hasta hoy desconocidas, que se ciñen a hechos y personajes reales, mezclados en divertidas situaciones entretejidas y matizadas con alguna dosis de imaginación y ficción, que revelan 9

que la vida precolombina no era tan edénica como hasta ahora se había pensado. Es deseo del autor que este libro contribuya a que sus lectores conozcan, se ilustren e incluso lleguen a amar nuestras raíces más ancestrales, y que sirva de referencia y dé origen a una reflexión profunda frente a nuestra tendencia depredadora frente al planeta y a la especie misma. La invitación es a leerla, ya que rememora la forma atroz de exterminio de la cultura indígena americana en manos del conquistador, hecho que hasta nuestros días aún no ha tenido alguna manifestación o asomo de perdón solícito por parte de las naciones que perpetraron tan singular acto.

Reseña tomada de la contraportada del libro.

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Carlos Fernando Gutiérrez Trujillo (n. 1967)

‘Fernando Mesías’ Docente y escritor quindiano. Nació en Quimbaya en 1967. Es Licenciado en Español y Literatura y Especialista en Enseñanza de la Literatura de la Universidad del Quindío; y Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Fue coordinador de la revista Oca de arte y cultura. Ha publicado los libros de poesía Ensambles (1990), Geografías interiores (1995) Territorios (1996) –libro con el que ocupó el segundo puesto en el II Concurso Nacional de Poesía ‘Euclides Jaramillo Arango de la Universidad del Quindío–; y Trozos de ciudad (2010). Rrecibió la mención literaria ‘Talento joven’ en el concurso de poesía Luis Vidales (1996). Gutiérrez ha incursionado también en la crítica literaria con ensayos donde analiza en profundidad la producción intelectual de la región, publicados en su obra La poesía del Gran Caldas, Panorama crítico. Ha sido catedrático de literatura en las universidades del Quindío y Tecnológica de Pereira. Compilador de las ediciones Café y letras. Finalista en concursos de cuento y poesía regionales y nacionales. Finalista Concurso de relatos de viaje Moleskin, Madrid (España) 2016. Ganador concurso nacional de cuento Red Nacional de Talleres Relata, Ministerio de Cultura 2017. Capacitador de docentes en el Gran Caldas del Concurso nacional de cuento RCN y Ministerio de Educación Nacional. Jurado del Concurso de cuento RCN y MEN. Director asesor de talleres de escritura creativa Red Relata Ministerio de Cultura. Coordinador del programa literario Club de lectores Letras Mayores, Biblioteca Comfenalco Quindío desde el año 2013. Club de Letras Banco de la República Armenia. Director del taller de lectura y escritura creativa Café y letras Relata Quindío. Docente de secundaria en Calarcá Q.

Obras: * Ensambles. 1ª Edición. 1990. Armenia: Duplicentro - Dirección de Cultura y Turismo del Quindío. * Geografías interiores. 1995. Armenia: Biblioteca de Autores Quindianos - Litografía Luz. * Territorios. 1996. Armenia: Litografía Luz * Trozos de ciudad. 2006. [Ed. Desc.] * La poesía en el Gran Caldas. 2010. [Ed. Desc.]


Alguien toca la ventana Golpean. Tres golpes secos sobre la ventana del cuarto. Los reconocía. Abrí rápido. Una mano ancha y recia contenía tres mandarinas frescas, bañadas por el rocío. Las tomé como un tesoro. Tras ellas, el rostro endurecido de mi padre. Sonreímos. Desde aquí se veía el río, limpio y claro como el paisaje. Años después las dragas y la maquinaria pesada, junto al río, eran una ruina. Primero llegaron los paisas con sus mercancías ambulantes, tras ellos las putas y el vicio. En esas épocas de oro y ambición nadie se quedaba quieto. Todo empezó en un socavón en el río, luego siguieron muchos, hasta ver las orillas como un lodazal que supuraba. Al regresar a la vieja casa no había lugar para mí. Los nuevos dueños me alquilaron un derruido cuarto al fondo de la cocina. Los inquilinos trataban de sobrevivir arañando las pocas arenas que secaron los tulipanes y guaduales de las orillas. María, la nueva dueña, se cansó de contar la interminable fila de muertos que bajó por el cauce. A la mayoría les abrían el estómago para que no flotaran. Pero el río es terco y escribe su memoria. Una noche, alrededor de un café, un desconocido narró la última masacre cometida en el caserío cercano. Cincuenta hombres vestidos de militares entraron al lugar, cerraron las entradas y convirtieron la plaza central en una carnicería. Los que sobrevivieron tomaron sus pocas pertenencias, abandonaron sus cafetales y se marcharon a lamer las miserias callejeras en la capital de la provincia. La vieja mantenía molesta y triste con sus inquilinos. Se quejaba de no poder comer, nadie le pagaba el alquiler. La antigua casona se fue convirtiendo en una balsa detenida en la miseria. Dos mujeres y un anciano habitaban el cuarto central, solo salían al caer la tarde y regresaban en las madrugadas, deshechos. Un hombre y su hijo pequeño intentaban atrapar, entre las aguas viscosas, una o dos pepas de oro con una pala y una

batea de madera. Las antiguas canoas de los pescadores naufragaron en sus ruinas. Los nuevos propietarios sembraron de ganado y miseria la comarca. A veces llegaban en sus camionetas blindadas, pero salían rápidamente hacia sus lejanos y seguros lugares. Nuevos nombres fueron tomando las antiguas fincas cafeteras. Alguien narraba del rumor de voces que permaneció en los surcos, de las épocas de cosecha y la música de carrilera en los bares y cantinas de la antigua estación del tren. De cientos de hombres que venían de cosechar algodón en el Cesar, de recoger arroz en el Tolima, de raspar coca en los Llanos. Venían a estas tierras cafeteras en la cosecha de octubre y la traviesa de marzo. Había plata para todos. Pero hoy la noche trae un eco solo. Apretujados en la cocina de la casona todos esperamos algo. La anciana recuerda a mi padre, su voz saludando los caminos. Contó historias de mi vida infantil pescando corronchos junto al río. Era de noche. El río traía un olor a lluvia en las orillas. Desde lejos se escuchaba el canto de los guácharos. Monte adentro escuché un rumor de pasos lejanos que se acercaban. En la casa, apenas se oía un eco de voces, un jadeo leve, un llorar lento. Una voz seca y definitiva. Quizás los años nos reunían en su ruina. Había vuelto a la casa después de rodar por soles y tierras lejanas. Tras las paredes alguien rumoró que había venido a morir de viejo. Esa noche estuve despierto hasta la madrugada, tras la ventana se escuchaba el río machacar las piedras, la noche traía un olor vegetal de café maduro, un rumor de tórtolas en la mañana. Alguien tocó la ventana, sabía quién era. Abrí y reconocí la mano ancha y recia. Un olor a mandarinas se escabulló en el cuarto. Sujeté esa mano para no volver.

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Benjamín Cuervo

(n. 1970)

Nacido en Quimbaya, este escritor es más reconocido por su seudónimo que por su nombre de pila. Realizó sus estudios primarios en la escuela General Santander, del mismo municipio. Inició su creación artística durante el bachillerato, que cursó en el colegio Instituto Quimbaya (jornada nocturna). Licenciado en educación básica con énfasis en educación artística y cultural de la Universidad de Antioquia, es uno de los escritores más prolíficos del municipio, donde ha publicado a la fecha alrededor de una decena de libros. Fue creador y organizador del festival de teatro infantil ‘Vida en Escena’ entre los años 1991 y 2000. En 1996 creó la corporación de teatro Benjamín Cuervo y ha sido profesor de teatro en la Escuela de Formación Artística de la Casa de la Cultura de Quimbaya desde 1997. Es socio fundado de la Sociedad de Artistas de Quimbaya. Su obra se caracteriza por su versatilidad, transitando por géneros que van de la poesía al teatro, pasando por el cuento breve o microcuento. Ha escrito y dirigido obras de teatro para títeres, y varios libros de poesía y microrrelatos, editados artesanalmente de manera autónoma. Es un destacado gestor cultural del municipio, cuya obra resalta por su estilo satírico y didáctico, así como por abordar aspectos de temática infantil y juvenil, sentimental y romántico. Más recientemente, ha incursionado en la narrativa breve, en la que sigue estando presente la lúdica particular de sus búsquedas poéticas.

Obras: * * * * *

Ceremonias. 2011. Vigo publicidad y diseño: Quimbaya, Q. Ingeniosos. 2015. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q. Segunda vez. 2016. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q. Poemario I. 2017. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q. Cuentos que son un rollo. 2018. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q. * Hojas oxidadas. 2019. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q. * Nuevos cuentos que son un rollo. 2020. Edición artesanal limitada: Quimbaya, Q.


Solicitud Ofréceme un campo nuevo, bajo aguaceros de sonrisas. Ofréceme el rubor del primer amor, la indecisión de la picardía, el sudor de la cita clandestina.

Si hubieras

Ofréceme el intermedio que me suspenda en la espera. ¡Ofréceme tu paso sobre la tierra, palpitante de mañana frescas!

Si por un instante hubieras escuchado su agónica voz de pueblo hambriento, su cantar penoso de sufrimiento como Jesucristo crucificado.

Ofréceme tu seno de trinchera vital, que las balas vienen de todos lados, y no quiero ser blanco, mi amor, de los fusiles.

Si por un instante hubieras mirado sus manos oprimidas,sin aliento para agarrar las alas del firmamento y volar como un cóndor liberado.

Si en la suprema noche…

Eran viva marca de yugo cruel sus ojos, su garganta y su piel; su esperanza, su fe y su suerte.

Si en la suprema noche salpicada una pompa se estrella moribunda con vertiente quieta y profunda de tu alma, ¡ah dulce mujer amada!

Un día, con el hastío en sus venas en una de las noches más serenas, sembró una flor de plomo en su frente.

Tómala ansiosa, que de la alborada quiere traer embriaguez a tu mundo; por la exquisitez de sueño fecundo no la abandones que es luz fulgurada. Recuerda, recuerda que en cada instante se pronuncia mi lágrima flameante ¡Ay, se pronuncia mi lágrima loca! Si mi llanto, allá en el tiempo lejano, pide febril de tu sonrisa la mano dale no tu mano, sino tu boca.

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Hernando Alberto Gómez Londoño (n. 1973)

Nació en Armenia, Quindío. Es Licenciado en Tecnología Educativa y Magíster en Comunicación Educativa de la Universidad Tecnológica de Pereira. Actualmente se desempeña como director de la biblioteca pública municipal de Quimbaya. Fue columnista del periódico local Diálogos de aquí y catedrático del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Quindío, donde orientó el área de ‘Teoría de la comunicación’. Gómez Londoño ha coordinado la edición de varios anecdotarios donde se recogen fragmentos de la memoria de Quimbaya, así como la realización de proyectos audiovisuales donde se resaltan la identidad y la historia del Quindío.

Obras: * De la calle al andén. 2007. Una mirada a la historia de Quimbaya, Quindío. Universidad del Quindío: Armenia. * Puerto Alejandría. Un río, una comunidad, una cultura. 2019. Ediciones Kanora: Calarcá, Q.


El Balsero Julio César Ocampo, henchido de recuerdos y desbordada imaginación, sigue relatándonos con plenitud sus fabulosas evocaciones: “Un día me fui con la señora para La Escopeta, un poco más retirado de Puerto Alejandría, donde tenemos un lugar especial para pescar, donde los peces se amañan más, sobre todos los jetudos. Estaba haciendo un lance cuando vi pasar una especie de balsa forrada con un toldillo de la cama para mosquitos. No sabía qué era eso, pensé que era una canoa ¡pero no!, era una balsa con una sábana o un plástico blanco. La verdad no sé decir qué era, pero tenía color blanco y lo vi pasar. Sólo noté que había una luz dentro de la envoltura de un sonido de murmullo, pero de ultratumba. Yo le gritaba a mi mujer para que alumbrara, pero no quiso, en ese momento yo tomé la linterna para iluminar aquella cosa, pero cuando lo hice sólo pude ver que no había nadie en ese momento. Yo salí corriendo porque el susto fue mucho; dicen en el puerto que se trata de El Balsero”. Algunos mencionan que este espanto existe porque en la Semana Santa está prohibida la pesca, bañarse en el río y algunos no hicieron caso permitiendo que uno de ellos fuera arrastrado, por lo que se cree que en vísperas de la Semana Santa sale a asustar a los pescadores10 .

10

Tomado de: Puerto Alejandría. Un río, una comunidad, una cultura. 2019. Ediciones Kanora: Calarcá, Q.

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(n. 1977)

Paola es una abogada capacitada en derechos humanos, organizadora comunitaria, oradora pública, facilitadora artística, escritora y soñadora. Miembro de Escritores en Exilio de PEN Canadá, está involucrada en causas como poner fin a la violencia contra las mujeres y la migración forzada. Paola es la co-fundadora y directora de Muse Arts y la creadora, directora y productora de HAPPENING Multicultural Festival. El trabajo de Paola con las comunidades de refugiados y recién llegados ha sido muy reconocido en Canadá, a donde ha recibido premios como El Amina Malko 2008 del Centro Canadiense para las Víctimas de la Tortura, la Fundación Vital People de Toronto 2009 por sus iniciativas de construcción comunitaria, el Premio Constance E Hamilton 2016, el Premio de Derechos Humanos de la Ciudad de Toronto y los Campeones del Cambio 2018; Premio excelencia en las artes , asi como ha sido una de las tres finalistas al prestigioso premio de Artes Comunitarias en 2019 por parte del Concilio de Artes de Toronto.

Obras:

Paola Gómez Restrepo

* El alma mía. 2019. Publicaciones LULU: EE.UU.


#34 Nada… No es necesario arrepentirse o fabricar una disculpa… No hay que justificar el actuar. En el silencio de la nada, estoy plena! En el silencio de la nada estoy conectada a mi ser

#1 No mujer, no te canses... No dejes de buscar, cual niña curiosa que eres. Que importa si uno o dos o tres no entienden tu forma de amar...

No mujer, no te canses... no dejes de ser quien eres: Rebelde, soñadora, un poco loca quizás... pero, sobre todo, alguien con una dulce manera de obrar. No… No te canses Quien merece tus risas, tus besos, tus abrazos... Estará pronto aquí. Y quién sabe mujer... Quien merece tu amor, probablemente nacerá de ti.

#32 Aun recuerdo sus grandes y sucias manos, sobando mi pequeño ser. Recuerdo mi miedo a su rostro, recuerdo mi terror a su voz, Pero lo que más recuerdo es... cómo desde entonces, él se robó mi niñez.

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Edealey Puerta M. (n. 1978)

Nació en Quimbaya, Quindío y posteriormente residió en Alcalá, Valle, municipio donde se desempeñaba como docente. Sobre su obra afirma que “su sentir está en su poesía”. Publicó el poemario Sentimientos, sobre el cual afirma: “Estos poemas fueron escritos en momentos de soledad. En ellos trato de expresar la vida tal como quisiera que fuera, anhelando que mi sentir sea el de muchas personas que, como yo, no podemos expresar lo pensado”.

Obras: * Sentimientos. S.f. Publicación personal: Alcalá, V.


Caminante Miré los paisajes en la lejanía, y sentí en mi pecho la inmensa agonía, del viajero triste cuando acaba el día, del sediento innato, en plena sequía. Siendo un viajero de largos caminos, me amarró la vida a un bello destino. No veré el paisaje cruzar a mi paso, ya que un gran amor mi acogió en sus brazos amor tierno y dulce, suave y delicado, de mirar sincero y aunque voluntario, soy tu prisionero, más recuerda que siempre, yo seré un viajero.

Campesina Vi la gente salir en huida sintiendo lo poco que vale la vida. Como alma que huye sin una esperanza, mirando la muerte que pronto te alcanza No habrá paz ni justicia con los asesinos que dejan sin hijos, mi madres a los campesinos llorarán por siempre a los que se fueron sin saber siquiera el porqué murieron.

Semillas De aquel bello paisaje ya no queda nada, solo rocas muertas y tierra quemada. Todo el colorido de aquel verde mar, Se fue de repente como un despertar de nuevo el presente y sentí la culpa, el remordimiento de acabar el agua de gastar el viento, de aquellas semillas qué no nacerían y de aquellos niños que no las verían.

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Autores y

autoras inĂŠditos


Emerson Castaño González

Nació en Quimbaya (Quindío). Estudió filosofía en la Universidad del Quindío. Docente Universitario. Periodista cuya labor ejerce como colaborador en el diario La Crónica del Quindío, desde el año 2013 hasta la fecha. En dicho diario, ha publicado un sinnúmero de artículos relacionados con eventos políticos, culturales y ambientales de la región. Por la misma actividad –como columnista de opinión–, a raíz de sus diferentes denuncias, ha tenido que abandonar su pueblo, en busca de protección junto con los suyos. Seguirá escribiendo desde un lugar lejano.


Desde cualquier lugar Me han invitado hacer parte de este proyecto, porque dizque hago parte de escritores quimbayunos. Invitación que la recibo con respeto. Confieso que en algún momento no estaba muy animado en aceptar la cordial invitación por parte de los que coordinan dicha iniciativa cultural, y que sería más fácil excusarme y no hacer parte de ello. Sin embargo, algo me hizo cambiar de parecer: y podría ser más fructífero si aprovecho dicho espacio para dejar plasmado en breves líneas que nunca me he considero un escritor. Y tampoco desearía que me consideren un ´experto de las letras´, porque no lo soy. Yo no sé en qué momento pensaron que lo era. O en qué se fundamentaron. Quizá, porque leyeron algunos artículos en el diario la CRÓNICA, y eso los llevó a considerar que podía hacer parte de este grupo selecto. Bien podrían también no publicar lo que estoy diciendo. No busco que se interprete mi objeción al título de escritor, como si tratara de una especie de rebeldía que solo busca que se hagan a la idea que soy un espécimen diferente. Nada de eso. Intento dejar sentado que existen personas en nuestro entorno–muy superiores, con capacidades extraordinarias– que lo hacen mucho mejor. En el caso de quien les habla, en nuestras circunstancias actuales, la actividad de crear mundos con palabras, se convirtió –para el poder invisible– en el obstáculo que impide la realización de sus objetivos. No es nada fácil tener que salir de su pueblo porque la palabra se convirtió en un peligro para ellos, y se es buscado por escribir. La palabra como peligro, Heidegger la interpretó en la poesía de Hölderlin de la

siguiente manera: “el lenguaje es el más peligroso de todos los bienes”. Luego, ¿quieren vivir con ese peligro? Antisócrates: a los jóvenes les recomiendo no estudiar filosofía. También es una actividad peligrosa. Dedíquense a otra cosa. En el extenso mundo existen infinidades de actividades que pueden contribuir más a su felicidad que la inutilidad de la filosofía. De ello estoy seguro. Y si quieren insistir, y si quieren que su vida esté en constante peligro por el hecho de pensar, estudien filosofía. Pero recuerda que Cioran lo advirtió: “el pensamiento es destrucción en su esencia. Más exactamente: en su principio. Se piensa, se comienza a pensar, para romper lazos, disociar afinidades, comprometer la armazón de lo real”. Desde cualquier lugar, los saludo.

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Catálogo autores y autoras quimbayunos // inéditos


Lorena Elizabeth Celis Aguirre

Licenciada en Español y Literatura de la Universidad del Quindío. Inicia su formación artística en el grupo teatral infantil y juvenil TENOQUIM de Quimbaya en el año de 1991, con encuentro y participaciones aleatorias durante diferentes años. Del 2001 al 2003 hizo parte de la corporación de Teatro Benjamín cuervo, dirigida por Rodolfo Hincapié Mesa, donde participó en diferentes obras costumbristas; de creación de máscaras y de preparación del actor, con diferentes actores de grupos teatrales del departamento que hacían capacitaciones en los municipios. Del 2003 al 2005 se integra al grupo Tramoya de la Universidad del Quindío, participando en diferentes festivales universitarios. Desde el año 2012 hasta el año 2019 hizo parte de “Argonautas Teatro” con varios montajes en los que actuó y dirigió. Participó como actriz en los cortometrajes “MI padre y la Tierra” (2016) y “Patrimonio” (2018) de Senda Films, productora audiovisual. En 2017 formó parte del elenco de la obra “El Olor del Encierro” ganadora de la Beca de Creación Teatral, del Programa Departamental de Estímulos del departamento del Quindío. En el año 2018 fue beneficiada para dirigir un montaje artístico, mediante la Beca de Creación Teatral Programa Departamental de Estímulos, del departamento del Quindío con la Obra: “El Heraldo de la Muerte” del autor montenegrino Carlos Alberto Vélez. Tuvo a cargo talleres de sensibilización y formación en Teatro a niñas y niños del Barrio Vocacional de Quimbaya para la organización “Resiliencia Vocacional”. Caza voces de gusano en flor


Áncora o eslabón Que quita epifanías Para segundo acto de un final

Y comprender su luz Era existir parcialmente En el efecto de descubrir Y ahora que el círculo se cierra El ocultamiento de depredadores Para expandirse en su ascendencia Haciéndose pasar por loables exponentes de la vida Y que en contraste fascinante Y al final de cuentas exterminar y extinguirse. Encuentre reflejarte en la otredad Quise mitigar las desdichas, Para liberar esa parte irre-soluble… De jamás lograr que de verdad sintonizara, en mi rumbo, Sinergias estables ¿Te podrás ver si te vieras con mis ojos, Sin acompañamientos consumistas en egolatrías Aunque estuvieras acá Para evitar una abolladura sutil al cráneo del corazón? De supremacías de perfideces, Y valorar al tiempo sentido Y entonces florecer de unas manos obturables el primer intento de liberación En la espera vital de transitar el camino para nunca coincidir en estallidos de almas ignoradas Y que en los mutismos expresados por fuerzas bestiales y descomunales de palabras escritas y de imágenes que se aplacaban en la usurpación se contenga la dicha para alterar pensamientos para exigir ceder trampolines espirituales. navegantes Habrás notado ya que mascullan alegrías táctiles y dúctiles Que no hay paisajes que detengan tu súplica presas de un peligro de libro de amor A la eventual paridad de pérdidas irreparables para sujetar en la lucidez ¿Qué has ganado con evadir consumirte aquello que revela secretos sin disertación En la cárcel de no saber expresar cada silencio y lograr acercarse a comprender la razón de ser humano Por solamente parlanchinar? en qué condiciones de especie Y saberse que estamos ahí, allí, aquí Para liberar aquel reflejo correlativo De quien recibe y de quien entrega Para recuperar rutas verdaderas de adhesión Para jamás herir y ser heridos Porque solamente se goza de la gracia de ser y dejar ser. Ahora que te amé, Recuerdo como quise lapidarnos En las mentiras febriles de pasiones ocasionales Solo para conjugarnos elucubrando monstruos Propios e incididos. Había sido tarde desanclarse, las noches tenían redes de contrariedades

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Lisa María Colorado Rodríguez

Quimbayuna, filósofa egresada de la Universidad del Valle (título que solo menciona por costumbre, no por convicción).


Despertar después de una denuncia de abuso El pasado 10 de octubre pude radicar, finalmente, la denuncia por abuso sexual. Hecho que marcó mi vida de formas que me es difícil nombrar, así como fue difícil de aceptar. Pero puedo decir, que los principales aspectos son el miedo a sentirme dueña y responsable de mi proceso personal ocultando cosas como mi personalidad, el miedo al rechazo y al abandono. Todo eso empezó a tomar un nuevo rumbo en mi psique ayer. Salí de la fiscalía y la emoción era tal que la risa no era suficiente y el llanto tampoco. No lloré, no reí, me sentí liviana. Entendí, por ejemplo, cómo en busca de la levedad empezamos a cargarnos del peso de otras emociones y de otros aprendizajes que serán

nuevamente liberados; y entonces, una se encuentra inmersa en un ciclo de encuentro, desencuentro y soltura. Pero hoy amanecí con una angustia terrible por la posibilidad de no lograr ser la mujer que quiero, por la posibilidad de no ser capaz de soltar la inseguridad y el miedo y no ver nunca un reconocimiento conmigo misma. Me duele amanecer sintiéndome de nuevo tan sola y hastiada de la vida, aunque no he vuelto a estar triste o deprimida. Creo que es un buen inicio, aunque está cargado de miedo.

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Fragmentos Escribimos para un otro que escucha o lee. Escribimos para contar una historia y visibilizarla a los ojos de alguien más. Cuento y relato buscando a alguien que se apropie de mi historia, porque yo misma no me he apropiado. Cuento porque me busco en los demás, porque me siento necesitada, porque no hallo tregua, porque no me encuentro. Cuento para llenar mi vida de vida, porque me siento muerta… ¡Muerta! Sobre la muerte es que quiero contar. Me siento muerta por dentro, seca. Me siento deshabitada. Me siento de ninguna parte. No pertenezco, no sueño. No puedo visualizar mi futuro (ni siento que merezca tenerlo), no tengo sueños. Escribo para decir que me falta el aire en esta noche fría, que no sé desde qué punto empezar a armarme, que no entiendo por qué siento que todo está mal en mí. Escribo para

contar la añoranza de cerrar ciclos, de amar con todos los colores y texturas, de volver a creer. Porque no entiendo por qué los seres humanos perdemos la fe. Escribo porque quiero leer mis propias historias, quiero confiar en mi criterio y en mi capacidad. Quiero amarme y ser compasiva. Escribo porque no sé por dónde empezar, porque me siento fuera de mí. Escribo porque quiero saber cómo emprender el camino de regreso a mí. Escribo porque sé que tengo pistas, pero escribo porque no sé leerlas. Escribo porque ya no deseo ser la víctima.

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Alex Gil

Nació en el hospital San Juan de Dios, (Armenia, Quindío) porque su madre no pudo tenerlo por parto natural, el 28 de agosto de 1991. De padres agricultores, su madre 13 años menor que el padre. Fue el único de ese matrimonio, que ya tenía hijos grandes: el padre cuatro y la madre dos. Creció de finca en finca. Eran caseros, esta familia de tres. De pocos amigos porque era tímido. La primaria la completó en cuatro escuelas distintas: dos rurales, dos urbanas. Extrañaba a las visitas cuando se iban. Así transcurrió hasta que se fue a vivir al pueblo y arrancó la secundaria y se fue olvidando de extrañar a las visitas porque ya vivía entre ellas. Fue un estudiante regular con poca destreza para el fútbol y las matemáticas. Después vinieron las primeras amigas y amigos. Fue cuando fueron durante la clase de español al colegio, anotando para un festival de poesía. Caminante Pensante era el nombre de esa banda, con la que se adentra en sus primeras lecturas y experiencias de escritura. De ahí, con los años, quedó el vicio por los libros y algunos buenos amigos. Después estudió comunicación. En Buenos Aires conoció los amores y las rupturas, los celos enfermizos. Bailó, actuó, renunció a varios trabajos gastronómicos. De Buenos Aires extraña el universo under que le abrió puertas para para dar a conocer su poesía y algunas performances. Después de cinco años se fue a Uruguay y, luego de ir y volver varias veces, se radicó en Maldonado (Uruguay). Ahora toma mate, habla de boludo, sin dejar de extrañar los aires quimbayunos ni los cafés, las tertulias, las risas con amigos.


Interior con espejo Cómo se besan enredándose apenas parecen dos dibujos animados.

con arroyo, ardillas, jardín quince años atrás.

Comparte tu pelo con él tus formas húmedas. Si no sabe quitarse el pantalón ve con tu bondad a su rescate.

Tómalo y que te tome como a un hijo recién encontrado a las afueras de un corazón.

En su engaño hierve un apetito. Cómo se apoltronan en el interior de una cama adonde no llega la lluvia todavía. Él te confía que es un niño desde que tiene memoria. Bésale los ojos y no te expliques. Quiere un matrimonio fuera de todo reglamento, como vos domingos en el cine y meriendas. Cómo pagarían un campo para los dos

No se detengan en planes a dos semanas de conocerse vivan su excursión como una sorpresa que no tiene escenario dónde repetirse. Se han comido por horas cada uno el deseo del otro sin guantes sin zalamería es momento de ir por el desayuno y encargarse de algunos chistes dar un pasito desde tu celda de libertino Avanzo por el corredor y siento

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Pared cómo tus tacones rojos me permiten pisar fuerte Hoy papá no llega a dormir qué va a ser de vos solita Oscuro y oloroso es el zaguán de noche Yo camino sin tropiezo meto barriga, estrecho las piernas ¿duermes o te escondes? Detrás de la cortina que es pared, puerta y cuarto estás vos Yanela hija de Carlota y un Jaime borracho me esperás no lo niegues tus ojos más claros por la ira con un cinturón en la mano Si yo con mis once años atravesara

todo excitado y lleno de colorete firme y seguro la barrera tendría miedo de verte morir de espanto ahogada en lágrimas dispuesta a matarme con tus manos averiadas tejedoras Yo no quiero otra cosa que no sean tus vestidos tu maquillaje barato porque elijo necesito no morir mientras busco a un niño que no soy Yo la muñeca mayor tu hija te espero infantil y sin vergüenza para una nueva vida juntas la noche va a ser larga y estaremos solas.

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Carlos Julián Gómez

“Alojado en la marginalidad del ser, no es necesaria una etiqueta de glamour para condenarme al vago oficio de escribir, sin un protocolo, ni una academia, sin reglas ortográficas y mucho menos un afán editorial de ser best seller, desahogado el desespero del alma atrapada en letras sin estilo.”


Las memorias de mi espejo (Fragmentos) Tengo una extraña manía de despertar a eso de las 3 A.M. Dicen que es la hora del diablo, pero para mí es solo una tediosa noche llena de zancudos y de vecinos que con su música popular no dejan para nada conciliar el sueño. Enciendo un cigarrillo y me reposo en la vitrina de mi balcón, viendo cómo las caras ahogadas observan la sombra de mi presencia, hace tiempo que no sé qué es diluir esas extrañas sustancias en mi tracto intestinal, tal vez me he olvidado de que existe una sociedad, me gusta el ronronear de los gatos, sus maullidos desconsolados de un sexo de dolor cuando el gato libera sus espículas para darle el placer doloroso y provocar su ovulación, las noches traen consigo la magia, la penumbra y un tanto alegato de esos borrachos que ya han sido consumidos por el alcohol. Había abandonado la vida bohemia, llevaba 1095 días sin saber que era dormir de manera placentera durante las 8 horas recomendadas, mis ojeras crecían, y las ganas de escribir se diluían con el tiempo. Había abandonado todas mis conductas, me había encerrado en mi mundo de letras, me había quedado solo recogiendo de mi habitación esos pesados libros que empezaban a estorbar el paso […] quería contarles de mí, de lo tedioso que era levantarse sonámbulo a la media noche, con una fuerte sed y estrellando sus pies con cada uno de sus libros, no tengo una vida interesante, algunos dirán que ando perdido, pero otros se quedarán sentados escuchándome un poco más, quejándome de todo, de mi extraña manía por rezarle al tic tac del reloj para que acabe un nuevo día y esperar de nuevo el hermoso acontecer de la penumbra noche. 3 A.M., la locura nocturna, las calles, el smog, decido sentarme en un viejo puente, nunca he contemplado la idea de suicidarme,

no quiero ser encontrado como un cobarde, sé que estás aburrido de leerme, levántate y déjame, yo me quedaré aquí viendo pasar la gente oculta con un fósforo y un pedazo de aluminio, es la hora de drogarme, de partirme en dos, de pegarme un tiro y resucitar, de volar, de solo volar… Miro el viejo reloj de la iglesia, que parece funcionar, 3 A.M., la hora del demonio, las misma hora de siempre, juro dejar mi letargo en medio de esta composición sin sentido, quiero regresar a casa, escudarme tras mi máquina, esperar la visita del demonio, vuelvo rápido y afanoso, decido correr la puerta y me encierro de nuevo en mi caos, de nuevo en mi mundo, ser un hombre normal, que escribe sobre otros personaje que no soy, y si usted se quedó hasta acá esperando algo mejor, déjeme decirle que ha perdido el tiempo y por eso le advertía que no se pegara a mi historia sin historia, aún espero desde esta máquina la venida del demonio, ese que algún día me hizo la promesa de que vendría por cada una de mis letras.

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Luisa María Gutiérrez

Caminante entre el amor por las letras inicio mi carrera en Español y Literatura en la Universidad del Quindío, y movida por los vientos del norte llego a la Universidad de Antioquia a seguir mis pasos académicos en dicha institución, saliendo de allí como Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana. Sin embargo, como el devenir es caprichoso vuelvo a tierras Quindianas con un torbellino Dantesco en mi vientre y apacible a la espera, tiro mi ancla nuevamente para aferrarme a los horizontes maternos, y por las afujías de la economía viajo a Palmira para encaminar nuevamente mi andar a la enseñanza. Un poco cansada por la distancia de lo conocido, elevo velas otra vez, llego al lugar que considero mi sitio, donde he construido mi vida, mi amor y mi camino. Sigo transitando, sigo enseñando y sigo amando, sigo escribiendo y con ello esto que aquí les presento. No sin antes agradecer a ustedes, por permitir que sus ojos y sus espectros recorran ese camino tejido con el alma.


Credo Creo en el sexo dios todo poderoso Creador del grito y del sollozo Creo en el orgasmo su único hijo, que fue concebido por obra y gracia del espíritu carnal. Nació de mi vagina nunca virgen Padeció bajo el poder de la humedad He sido crucificada, muerta y resucitada Descendió a la piel Al tercer clímax se sube al cielo, Que está en el sexo padre todo poderoso Y desde allí ha de venir a abrigar a los justos y miserables. Creo en la santa humedad, la comunión del coito El placer de los pecados La exaltación de la carne Y el orgasmo eterno. Ámense

P. No pretendo desnudar el cielo con inútiles palabras, Ni regurgitar los suspiros opacados del cristo crucificado; aún menos desdibujar las caricias que la oscuridad brinda, Ni deslizarme por el vino o sonrojarme con propicios comentarios. Ni siquiera escamparme de la lluvia, bajo lujuriosas sombrillas negras, Ni cazar las mariposas de mi estómago para convertirte en coleccionista de ellas; O simplemente convertirme en magia y lograr encontrarte cada vez que te persigue la memoria. Quisiera recoger los retazos de piel que se escondieron en un cuarto, Des-encontrar miradas llenas de lubricidad, con efímeros reflejos al reloj, Convertir una de tus pinturas en un escenario de colores, Donde se esclavizan noctámbulos experimentos e indescifrables miradas Que propone su autor.

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Nelsy Dufay Londoño Bermudez

Arquitecta egresada de la universidad La Gran Colombia de Armenia. Artista empírica, ha participado en concursos de poesía en la universidad La Gran Colombia donde duran tres años logró el primer lugar. Participó en el Primer Encuentro de Poetas que se realizó en el municipio de Quimbaya en el 2013. Fue miembro de grupo Caminante Pensante por más de 6 años; perteneció a las agrupaciones de teatro Corporación Benjamín Cuervo, Argonautas Teatro y colectivo teatral La Coartada de Cali. Ha participado en exposiciones de pintura en la Casa de la Cultura de Quimbaya, en el museo MAQUI de Armenia, y en espacios no convencionales. Es miembro activo de la agrupación de clown ÖCTUBRE.


Costumbres 1.Abuela Entre el croché... Tus manos cruzadas enlazan la vida Mecida por el canto del colibrí, que forma eco, eco, eco... A través del viento que se envuelve Entre el follaje verde-verde mil colores. ... Y se posa entre tu cabello claroscuro... 2. Abuelo y padre, Trabajador del campo Baño en sudor, Bajo la mona que encandila. Frutos rojos y verdes, Que se posan sobre la tosquedad de una historia de vida, Marcada en las manos; Labradas por siglos, años, días y horas... ... por una eternidad... Tierra y fuego; Llanto de ojos que reflejan la aurora, en los Paisajes como sangre derramada por el Creador, Maravilla de variedad de verdes -negros, amarillos- blancos, azules- rojos. 3.Hermanas. Entre trenzas, risas angelicales y tierra en las uñas, Posa Flor y Rosita en el césped de helecho, Al lado de la yuca, la papa y la mafafa. Mejillas rojas... Juego de extremidades... se mezclan en el pasto. El va y viene de una naranja-lima Chocando por los zapatos negros de charol domingueros. ¡Niñas...¡ Grito de madre y campanas de iglesia... Aturden a flor y rosita. 4. Abuela y Madre, cocinando Paredes negras y humo en el techo La sartén reposa sobre el barro que forma el fogón Hornillas como fogatas Leña ardiente como mirada ante el sol. Turbulentos soplos Marcados por los Agites de la china de iraca Se mueve desde el péndulo de la extremidad de la Anciana. 5. Aves en el Cielo A lo lejos. Cantan sus hijos con alas Vestidos de mil colores, primarios, secundarios y neutros. Sierran sus ojos Se abren a vuelo en contravía Retando la maravilla de la hojarasca Que se atraviesan de la mejor manera Con naturalidad... Vientos como gritos que estremecen lo verde y enaltecen el susurro de sus hijos En música ancestral..., de tierra a cielo Encanto sonoro. Riqueza musical. // 71

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Jimena Londoño

Magister en literatura de la UTP, Licenciada en español y literatura de la Universidad del Quindío. Oriunda del municipio de Quimbaya, amante de la buena música y la literatura. Es docente de español y literatura en la secretaría de educación departamental del Quindío.


Silencio Patéticos humanos ingenuos Se dejan convencer por el dinero Si sus ojos no ven con certeza Deberían escuchar al viento El susurro del silencio mientras vas El murmullo de tu cuerpo mientras vienes Mira al vacío, sumérgete en el agua Deja caer el cielo en el suelo Despierta de una vez por todas El bullicio del mundo de los humanos No compagina Con el silencio Tranquilo y diáfano Libre y trasparente de la naturaleza En su máxima expresión El caos Aturdirá el bullicio de los humanos Y el silencio reinará por siempre.

Ceguera En la oscuridad de la noche Se pierde en tu mirada mi presencia La ceguera se apodera del mundo Inconsciencia compartida por sonámbulos Que no encuentran lo que buscan Que no buscan... Satisfacción del vacío en el vacio Luces incendiarias que enceguecen El pensamiento del sonámbulo rebelde.

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Diego H. López Medina

Nació en Quimbaya. Psicólogo de profesión, de alma tranquila y medio despistado. Ando trabajando en el resguardo indígena Caño Mochuelo como coordinador de primera infancia. De cuando en cuando he logrado robarle sonrisas a la muerte, y algunas veces he jugado con una u otra palabra que han dejado algunos textos, que han pasado por Conjuro revista cultural, Libélula, revista de la Universidad del Quindío; pero la verdad suelo publicar muy poco, tal vez porque desconfío de lo que escribo o tal vez porque nunca me sentí dueño de esto...


Des-tierra A la mierda la ciudad, me aburro entre sus incomodos ríos de asfalto, entre sus pútridas paredes y el vómito repugnante de sus luces artificiales... perdonen me pero me encanta el bosque, un lugar sin máscaras, sin mentiras, sin miedos, sin estantes, sin bastardos y sin confusiones sin soledad...

Es desesperar la esperanza caer sin miedo en el paredón, no cerrar los ojos frente al fusil y sucumbir de placer ante la inmolación, es descubrir el cielo de colores y quedarse sin tiempo en una ladera, es caminar sobre el pantano y defender sin miedo la simpleza, la vida...

Es cansancio, es hastío, es decepción, son las máscaras que se posan en los rostros, son las mentiras que se utilizan como actos de buena fe, es no encontrar algo verdadero, solo colchas de retazos que se crean para distraer la atención, como si no fuera bonito reconocerse frente al espejo... ..................................................................................................................................................................................... ...

Autómatas I Qué desperdicio encontrarse aterido en una mórbida tumba de prado y flores, en ese acabose de belleza, de mentiras que llevan agujas inyectadas en los músculos, en los nervios, que lentamente se excitan con un dolor tan delicioso que tu cuerpo se embriaga, que tus manos tiemblan y cada centímetro de ser ruega pasar a un plano astral, a esa redención que nace a partir de la sexta hora, donde el condenado conoce la verdad, la encuentra, se la folla, se la come, la muerde, la viola y se sume en un orgasmo atemporal, impasible celoso piadoso furioso mezquino cobarde.

imágenes que no logran estremecer un pedazo de piel. Ni una fina palabra busca en la boca su expresión, el cerebro se entumece y las manos juegan a un pendular lastimero, efímero como si se derritiera en la boca la sonrisa macabra del niño que juega al for da, al alucinar con la pérdida, esa pequeña infame que lleva puesto su traje de angustia y su maleta de culpa.

III A veces suele suceder que las manos simplemente escriben, siguen haciéndolo sin detenerse a pensar la siguiente letra. No es necesario ya están escritas solo hay que tomarlas…

II Un muerto que camina no es más que eso, el caminar reiterante de unos pies que se mueven por inercia, de unos ojos que no retienen

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Liliana Patricia Marlés Valencia

Llegué a Quimbaya a los 6 años, estudié en el colegio Policarpa Salavarrieta, luego en la Universidad del Quindío. Después me fui a Cali y estudié una maestría en la Universidad del Valle. Desde el 2011 he vivido en Brasil, donde realicé el doctorado. El siguiente relato fue publicado hace varios años, puesto que ganó en un concurso universitario de cuento.


Albedrío Tengo 20 años y no sé para dónde va mi vida ni para dónde va esta historia; sin embargo hay más voluntad en la última que en la primera. He pasado mi vida leyendo y aprendiendo los diferentes idiomas que me sirven para decir lo que no quiero, por eso, no encuentro injusta la muerte de mi profesor. Se suicidó ayer y no pensó en mí. Estuvo muy ocupado sirviendo su poción mágica. Tampoco tuvo tiempo para pensar en mis orgasmos. Si lo hubiera tenido estaríamos esta tarde gimiendo y esto jamás habría sido escrito. Era un buen hombre. No en el sentido restringido del 80% de la sociedad de mi país; era un hombre bueno digamos, en una acepción mucho más personal que usamos unos pocos sin pensar en lo políticamente correcto. Lo conocí hace mucho tiempo, no me pareció gran cosa: formación corporal promedio, tipo buena gente como decimos…pero bastante inteligente. Y desgraciado, esta vez no en la acepción que se refiere al insulto…debí haber dicho condenado…sí, el tipo estaba (era) condenado a sus libertades. Conocía muy bien su oficio y lo llevaba a cabo con devoción “detener el proceso de unas mentes, fomentar el de alguna” A mí me creó el deseo de permanecer… ¿en dónde? Se preguntará ese lector atento con el que todo miserable escritor sueña… en la literatura, respondería yo…por más irreal y primitivo que parezca. Siempre le oí decir que “ya Kundera lo dijo: sólo los locos pretenden permanecer en las memorias de otros”. Sin embargo, este hombre me transmitió las ganas de no dejarme olvidar. Hizo que naciera en mí el deseo de ser uno de los personajes en los cuentos que escribía para espantar el tedio, el deseo de que él se encargara de pensar y diseñar mi final, que me hubiera inventado un último destino, cualquier destino, todo hubiese sido más digno que ser lo que soy.

Yo hubiese querido, tal vez, ser el personaje de su último cuento. Ser esa muchacha que va a desenterrar a sus bisabuelos porque quiere conocer sus orígenes y que tristemente encuentra que no están, que nada está, que todos le mintieron porque no hay cadáveres, son inventados desde hace tiempo –a la gente le daba miedo que se supiera esa realidad que tanto ofendía el ego: que cuando morimos no queda nada, que nos evaporamos, ni siquiera unos huesitos- entonces, ella se da cuenta de que nos hicieron pensar que los esqueletos eran ciertos, pero mentira y la muchacha piensa que claro, que cómo pudo ella haberlo creído, si el pasado no queda en ninguna parte, porque es movimiento y los movimientos no tienen archivo, y lo cuenta, pero como siempre, nadie le cree y esa muchacha triste ya no sabe qué hacer, porque le ha pasado lo que a la humanidad: que ha perdido el miedo en general y el asombro en particular. Yo quería ser esa muchacha que termina en el bar, soñando con esa novela que tiene un bar de los muertos y soñando que está en ese mismo bar, y que no importa nada porque allá viene su amigo Sven para jugar a la pelota. Yo hubiese querido que él me confinara a estar en ese cuento por siempre, sin preocuparme más que por una existencia de personaje, por cumplir el destino que él ya había decidido para mí, olvidando para siempre el día a día. Si lo hubiera hecho, mi profesor no habría tenido que morir como murió, sin acordarse de mis orgasmos, llorando como lloró, intentando suplicarme que no, que no lo obligara a decidir entre el tiro –la idea de asesinato en los titulares de los periódicos, - o el veneno –siempre más respetable para un profesor que dictaba cursos de Schopenhauer.

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Gustavo Medina Villa

Gustavo Medina, nacido en Quimbaya Quindío, de la generación de la década de los 80. Gestor cultural, diseñador visual y director artístico. Siempre interesado por la cultura en sus múltiples expresiones; ha direccionado diferentes organizaciones como el colectivo Caminante Pensante, la agrupación +Arte+Cultura, la institución Casa de la Cultura y en la actualidad es el director de Equilibrio: Organización de arte y diseño, enfocada en la investigación, formación y creación en procesos y proyectos artísticos, interdisciplinares, sustentables y de cambio social. Escribe desde hace 10 años, aunque hasta el presente día no había hecho público sus textos.


Epitafio que camina Para todo el que entienda, muerto estoy, pero camino con los vivos, aprendí a hablar como ellos, aunque me recen no revivo, aunque me odien, no pueden matarme, sucedió como enfermedad terminal, que te hace olvidar el comienzo cuando estás en el final. Como muerto no sueño y esta vigilia se recompensa con pesadillas; muerto sin descanso, muerto pero caminando, muerto en silencio, en secreto, anónimo cadáver de ojos tristes, muerto que al irlo dejando de lado como vivo es pensado, muerto que el río va llevando, muerto que olvidó decir adiós, repetir cuánto amó y recordar sueños blancos.

No puedo ver las lágrimas que se hunden en el mar El faro ahuyentó la sombra, la sombra ya no ata el cuerpo, el cuerpo ya no ancla el alma, un alma de ave flota inerte sin alas, sobre agua y sin vuelos el aura apaga, sin luz adentro la esencia escapa, ya no hay rescate, ya no hay llanto, ya no hay barca. Después de la profunda oscuridad azul, he querido salir del laberinto, construido de un solo muro de agua salada, pero no puedo, porque tu cuerpo sigue ahí adentro. Sin embargo, falta aire y hasta las plantas pierden la esperanza de no ahogarse.

Detrás de esta tumba, tomo la tarjada lápida gris y la meso como niño recién nacido; quizás algún día pueda esta contar la buena nueva: que hay un muerto que da pasos…

Duerno aferrado a la almohada, como me aferraba antes a los sueños y en la cama nado a tientas en la noche, naufragando sobre las lágrimas derramadas; en cada amanecer me despierta tu fantasma, que con suave voz dice al oído: “amor tengo tanta sed y

Desde la orilla de lo posible, recuerdo que alguna vez tuve fe, sed y hambre… …y dormía confiado en que ese buen hombre era yo.

no pude ver a dónde van las lágrimas, que cayeron en el agua”.

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Viviana Morales

Comunicadora social y periodista de la Universidad del Quindío, realizadora radial y voiceover talent. Ha trabajado como divulgadora cultural de varios escenarios artísticos en la ciudad de Bogotá, también en proyectos de comunicación para el desarrollo con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Red de Radio Universitaria de Colombia. Como divulgadora ha estado vinculada con organizaciones políticas de DDHH y derechos de las mujeres. Atea, poeta y melómana.


No en domingo ¿Vivir para contarlo? ¡Nunca! Que lo cuenten otros, aquellos que romantizan el pasado, quienes elogian la locura, quienes celebran la muerte. Que abran periódicos y ferias, Que escriban libros, Que pinten un bosque. Que lo cuenten otros, los fabulistas, los mentirosos. Los cínicos. Que lo cuenten otros, pues quienes lo vivieron o ya están muertos O anhelan el olvido.

Altas horas Madrugada y lucidez son la misma cosa, ¿Cómo se puede tener tanta claridad en unas horas tan negras? El cielo se te presenta como un mar aéreo y su profundidad te duele, te duele como una hora. Vas a la deriva sobre una ventana o una cama maltrecha, con visiones borrosas, casi lácteas. Esta lucidez pálida y salada debería parecer una virtud La madrugada es tan sana que no conoce la locura, te regala su cordura te invita a pensar serenamente mientras miras los dedos de tus pies. Al punto … te alías a los gatos cantas, una versión adulta y desolada de tu canción de cuna.

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John Jairo Osorio Giraldo

Estudié antropología para matar el tiempo y luego hice una maestría en escritura, pero todavía no aprendo a escribir. Voy a completar veintiséis soles girando por este mundo. Fui profesor de lo que me pusieran a enseñar, pero renuncié porque en un momento no sabía cuál era el colegio y cuál la cárcel. A veces quedo de segundo en los concursos. Leo como una manera de vivir y trato de sustraerme a la normalidad. Soy homosexual, si eso dice algo de mí; como tener el pelo castaño o los zapatos sucios. Me gusta detenerme a contemplar el paso de la vida. Tengo gustos culposos, como todo el mundo. Fumo y bebo casi todos los días porque no soporto la sobriedad de esta existencia. Intento hacer del ocio una especie de trabajo y de la vagancia una forma de vida. Casi siempre llevo una barba de dos semanas y el pelo revolcado. Soy distraído y se me olvidan las cosas. Me gusta escribir, pero preferiría no hacerlo. Solo digo lo esencial: para todo lo demás, me queda el silencio. Me gusta la fiesta, y escuchar música mientras cocino. Bailo mal y hago chistes de papá, pero lo disfruto. Viajo menos de lo que me gustaría. Escucho salsa, reguetón, postpunk y tango. Mi identidad es fluida como mis estados de ánimo. Construyo un país con la imaginación porque no me gusta la realidad en la que vivo. Amo la poesía, el cine, la literatura, la pintura y la música, porque me salvan del aburrimiento y la miseria del mundo; porque cuestionan y trastocan lo establecido y porque incomodan a los acomodados. Lo que escribo no es más que un golpe contra la pared.


Sobre la playa desierta caen del cielo alfileres Debajo de la espalda, la arena húmeda y en la boca un regusto acre de sal tostada sobre la piel... Labios tarjados, nariz reseca Dos gaviotas que levantan un vuelo sin rumbo se recortan contra la inmensidad de un cielo de nubes apretadas Baten con sus alas negras la caldera inmensa de un mar de cenizas El bosque es blanco en el reverberar de un mediodía sin sol

Estallan olas contra las rocas en un suicidio desesperado que castiga con furia la insoportable belleza del mundo Caracoles diminutos se aferran a sus cascos Tímido, un cangrejo se asoma a la superficie y atraviesa en diagonal el acantilado En la playa, una huella delata la presencia intrusa y misteriosa de una criatura que mira La brisa arrastra el rumor de una pregunta ¿Sería paisaje el paisaje si no lo contemplaran tus ojos?

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Pielroja [a Memo Vélez] En el humo del cigarrillo hay pensamientos Que la conciencia no desarma En la ceniza, presagios Que el entendimiento desconoce En los dedos, olor rancio de tabaco Y el humo que lo impregna todo con su espíritu liviano danzante juguetón incorpóreo Vahído de antigua fragancia de hojas secas savia oscura del útero de la tierra Cuántas palabras no musita este tabaco

abuelo sabio que inflama el ámbito con su aliento ocre Crepitan sueños en el fuego El tiempo es un candil rojo que se agota entre vaharadas Volcán dormido entre el corazón y el índice Volutas en el aire Dibujan una danza de vapores hinchados El aliento inflándose en cada bocanada Una sustancia agria recorre los filamentos de mi sangre y abriga mis vísceras con el sabor caliente de su abrazo // 83

Catálogo autores y autoras quimbayunos // inéditos


Nini Johana Ospina Loaiza

He aprendido que el tiempo es un caleidoscopio de quehaceres para que la quietud no tenga espacio a morar en la multiplicidad de la noche y el día. Tengo muchos sueños, pero no sufro de desvelo. Camino y juego a quedarme sin tiempo, con mucho por hacer, para que siempre me falte un minuto. El quehacer filosófico y su complejidad, cultivó en mí la duda, la angustia, la incertidumbre que me invitan a hacer preguntas por el sentido de las representaciones de la realidad, por la validez de la experiencia del mundo, por su historia y por el riesgo que asume la vida del hoy contemporáneo. De manera orgánica saco de la maraña las ideas, escribo proyectos, ordeno, armo y desarmo, agendo y planifico, agoto mi energía, me canso, y vuelvo a empezar, sacudo las raíces, abrazo y dejo que la vida siga su curso. Gestora y productora cultural de Quimbaya, profesional en filosofía de la Universidad del Quindío y Magíster en Estética y Creación en la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP). Codirectora de la Fundación cultural Carteros de la Noche y miembro fundador de la Fundación Velas y Faroles, organizaciones que tienen entre muchos otros, el interés de fortalecer las manifestaciones de la cultura y cultivar el arte comunitario.


La mujer La mujer es ciega su vela no la guía pero me lleva de la mano me lleva a un camino que irrefutablemente sería incapaz de seguir esta mujer no se da cuenta, no sabrá nunca hasta qué punto ciertos silencios me penetran y me muestran al espejo de mí misma que es estar en ninguna parte. Ella no conoce su territorio incluso gira desconcertada, tanteando, manoteando. Murciélago frenético, dibujo de una mosca en el aire de la habitación encantamiento infernal. No sé si ando por mi voluntad o si estoy retrocediendo o si tal vez estoy girando con un pie clavado en el suelo.

[sin título] ...y así continuó el día hasta que… Empezará el fin. El miedo, la rabia, el hastío, provocaron la explosión. 1- El traje sobrio, perfecto para la ocasión bajo el frío de la madrugada, sin sentir pudor, sino la benévola intención del que guarda un as bajo la manga. 2- Un lugar cualquiera era preciso para el insesto una vez queriendo respiración, fingió estar ahogándose bajo su cama. 3- El tiempo que ya no quería detenerse irrumpió en su cabeza, enloqueciendo, con los recuerdos a cuestas. 4-Un libro empezó sutilmente leyendo sobre su estómago pero su desesperación hizo que se fueran cayendo las hojas. Terminando el ciclo sacó del baúl más apropiado un cortauñas que durante años estaba propuesto El ruido sordo, el estruendo, el grito enloquecedor El cabello quedó enredado en las ramas solo quedó ella con lágrimas de satisfacción, cuando descubrió en su víctima el rostro familiar del verdugo.

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Lagar

¿Quién soy? Gran parte del tiempo desconozco de mí, es más, desconozco qué somos aquí; pues sucedida esta desgracia confronto espejismos que parecieran hacernos reales, tales como ser cofundador de Carteros de la Noche, soñar una revista llamada Conjuro, publicarla, creer que algún día escribiré un poema, o tocar la posibilidad de crear en algún momento una escultura. Soy neurótico como la totalidad de la humanidad… me proponen constantemente vivir en un psiquiátrico, pero considero que esto sobra, ya estoy en uno llamado planeta tierra… Suelo jugar al escondite con amantes de la imaginación y trasgresores de lo impuesto. Vivo en un pueblo pequeño… soy autodidacta, o, al menos eso dicen de mí… No entiendo la gente y la gente cree entenderme, aunque no se me expresar, claro, es que hago parte de la tabula rasa con que la razón dictamina el deambular humano. El rock pesado estrepita las emociones ingenuas que llevo y me lanza a la danza del pogo mental… Tengo 45 años y aún soy tan inmaduro como un adolescente. Me gusta hablar con los árboles cuando tengo la posibilidad de estar oculto de los ojos. También trato de escuchar la podredumbre que ahora llevan los ríos al recorrer los límites de la civilización humana… No leo mucho No escribo mucho No pienso mucho… Soy solo un animal más en esta bóveda celeste… Mi familia son mi madre, mi padre, Jana, Damián, tres gatos y una amiga cómplice de mi inexistir. Creo no tener más para decir, pues muy probablemente sea mentira o fantasía, así como todo lo posiblemente dicho.


Luces nocturnas en el stand urbano Los colores luminosos en la noche como signo inocente de un espacio artificial decorado para la inquietud Luces, luces, luces, lu…ces, luces en los rincones menos esperados de la ciudad sin cielo Luces neónicas, azules, naranjas, blancas, rojas, oscuras, amarillas, violetas… neuróticas Caleidoscopio de sombras en un parque olvidado por la imaginación Espectros lumínicos que deambulan en el desespero urbano bajo los puentes altos sobre dentro desde lo alto de los edificios altos y bajo los sótanos profundos dentro, en las casas nuestras dentro, en las oficinas de ustedes dentro, en la ciudad de todos dentro, en el motel luces caminando en dos y cuatro ruedas en el stand urbano luces que encandilan el sofoco del ebrio en la taberna luces que son el paraguas de la luna llena luces ácidas, viches, fluorescentes

Se han decantado los ríos en espera que la noche no sea eterna y el día sea para siempre porque los seres “vivos” temen a la oscuridad al negro abstracto de la noche ahora recorro una calle turbia por la luz ahora tropiezo con el agua que es ectoplasma luces-dinero frías refracciones del espejo hecho añicos por el tiempo desesperado del mundo sicodélico producto emanado de los ríos mojados por latas de cerveza amoniacos jabones y orines luces producto de la ceguera luces… ¿qué haríamos sin la luz nocturna de este pedazo de cemento llamado ciudad? ¿a qué otro espectro evocaríamos para sentir placer? Luz, evolución sin límites El amanecer pronto llegará y aún tenemos los ojos cubiertos.

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Esquizofrenia Mente inmersa en la opresión paranoia sociaaaal maaas-tur-bación de los moralistas en los prejuicios absorción de la libertad… hospitales siquiátricos para los seres que vuelan en persecución de la vida que fue atrofiada por la absurda teoría de la nooor-ma-lidad ¡opresión! Jajajaja! ¡opresión! Jajajaja!

miedo al devenir explosión en la decadencia rituales a parámetros y leyes razón disociada ma-qui-na-ción experiencia desmentida -¿mundo de locos? -¡nooo! ¡mundo de siquiaaatras! ¡Jajaja!.

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Carlos Restrepo Agudelo

He escrito en pedazos de espalda publicados en algunos espacios inhabitables. Las revistas me producen grandes pasiones por hacer barcos y aviones; a no ser Conjuro. He participado como contaminante y transformador de cadáveres vegetales, casi como un xilófago, y desastre palpitante por la letra aunada al vino de ajenjo y las pinturas que se deshacen en mi imaginación y mi intestino. Encuentro múltiples colores orgánicos que hacen que la mente me lleve a espacios herméticos donde me gusta ver a Darío Lemos como un emperador y a Rimbaud como alguien que hubiese venido y caminado inimaginablemente por los renglones absurdos e intermitentes de la imaginación. Olvidé decir, además: las publicaciones me encantan cuando son subversivas y públicas y van de frente con la gente y el planeta.


Edición clandestina de américa latina (1995) Un dios desnudo y sin ley se apoderó de mi cuerpo y desde ese momento empezó la transformación: de hombre a cloaca, de cloaca a bicicleta. Esta historia se desarrolla en el viejo lavadero de la América Latina, rota por los dioses que lavan su castigo de no ser mortales como yo. En ese momento, me agarró una de mis transformaciones y me convertí en cloaca. Aleteé alzando mi primer vuelo por el lugar de esa historia. Resultó que todos los dioses estaban encadenados y pidiendo perdón, pero yo cloaca exclamé: ¡dioses no se ven todos los días encadenados!, y decidí aterrizar en la oreja de uno de ellos: cloack cloack, dije yo. Prometeo contestó: clock clock, fui quien robó el fuego a los dioses para dárselo a los mortales, pero los dioses tenían los pies más grandes y me atraparon arribando a la Patagonia. Zeus con su vara mágica me convirtió en dios ¡Dios! soy dios, sólo duró el encanto, porque el oficio de los dioses que están sueltos, es el de volver a los mortales dioses. Afortunadamente se apoderó de mí la segunda transformación: Bicicleta. Rodando por el cuerpo de Prometeo a más velocidad y más velocidad, tratando de desanclarme para salir de la historia y contarle a los de carne que teníamos que embrujar a los dioses para que no desaparecieran los humanos y solo ellos quedaran en la tierra. Logré salirme de la historia y llegué gritando el discurso. Y los hombres se asombraron abriendo su boca y los ojos unos segundos, porque luego no me dejaron hablar más; sus dragas de razón apuntaban hacia yo bicicleta, cada vez más punzantes e inquisidores, tratando de matarme y seguían acercándose más y yo bicicleta, escuché una quena y empezó a llover yerba del cielo y desde entonces, la América fue de los hombres, mientras los dioses se apoderaban de su mente.

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Margarita Torres

Margarita Torres nació en julio del 2000 en el departamento del Quindío, creció y curso sus estudios en Quimbaya, hija mayor de una familia tradicional formada por sus padres y dos hermanos menores, en el 2015 fue una de las ganadoras del concurso Colombia Cuenta, terminó el colegio en el 2017 y actualmente cursa sexto semestre de Artes Visuales en la universidad del Quindío.


Insomnio 253...254...255... malditas ovejas, 2 pastillas para dormir, 2:24 am, y aun no logro conciliar el sueño. 2 de Noviembre en mi torpe calendario, y todavía son las 8:20 pm en el reloj de la sala, no tengo ni la más mínima idea de cuántos meses han pasado ya desde tu partida, solo sé que el calendario se quedó allí en aquella condenada fecha, y junto con el, aquel tonto reloj que ya no marca una hora distinta. 325 días sin cafeína en mis venas, sin nicotina, sin alcohol, mis entrañas no solo me piden un poco de ti, sino que también añoran un poco de aquello que una vez ame, que alguna vez me calmaron las penas, que en su momento cubrieron superficialmente aquel vacío que he tenido toda la vida. Aquella braga que tanto te gustaba en el suelo, una aromática para los nervios, un par minutos junto a la ventana, un suspiro y medio para mi, 2:29 am y todo esta calmado, la ciudad duerme, y sus tenues luces me avisan que ya no estás, y que en mi terminaron aquellas noches de fiestas y alegrías pasajeras que una vez disfrute. En el baño un ambientador de frutos rojos disimula el olor a desesperación y una frase en el espejo escrita con aquel labial que tanto me gustaba, que tanto me hacía sentir viva, se desvanece al igual que el tiempo y mis ilusiones. Una botella de vino, o de vodka, o de aguardiente, o de algún licor que pueda ingerir, así que salgo a la calle, dejando atrás todo lo que un día prometí. 2:35 am las calles inhóspitas, casi tanto como mi corazón, pasó por aquel parque en el que fui feliz una vez, aun nos puedo visualizar hay en aquellos instantes donde compartíamos una podrida ilusión.

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Alex Usquiano

Artista multidisciplinario nacido en Quimbaya, Quindío. Reside actualmente en la Ciudad de Toronto, Canadá. Usquiano tiene una larga trayectoria en las artes visuales, especialmente en el campo de la fotografía (artística, publicitaria, urbana y de viajes). Usquiano es cofundador y director artístico de Muse Arts, una organización enfocada en arte comunitario, que lleva proyectos de artes visuales y escritura creativa a comunidades de nuevos inmigrantes y refugiados en Toronto. A través de Muse Arts, Usquiano también lidera un Proyecto de Intercambio Cultural y Residencia Artística para America Latina y El Caribe. En este proyecto, la organización se enfoca en trabajar temas de construcción de paz y comunidad, al igual que la promoción y el intercambio de saberes entre artistas residentes en Canadá y artistas en Colombia (con un mayor énfasis en la Zona Cafetera). Usquiano es también el cofundador y director de arte de HAPPENING Festival Multicultural. Esta plataforma ofrece oportunidades de intercambio, promoción y visibilidad a los y las artistas inmigrantes, recién llegados y refugiados residentes en Toronto. A través de HAPPENING se crean oportunidades para la presentación de trabajos de artes y el desarrollo profesional tanto de los y las artistas como de todos aquellos creativos interesados en el trabajo y las artes comunitarias.


Retrato no retrato ...Ahora que el sol ha parido el día Y me levanto Con un desgano incrustado en la espalda No queda mas remedio Que mirar al cielo A través del caleidoscopio Con vestigios de humano Con olvido Con fantasmas aniquilando la ciudad sin fuga Con metáforas desgarrando la noche Con todo Con nada Espacio natural Petrificado En la escala cromática del tiempo.

La espera Tengo una máquina del tiempo aquí en mi casa, la dejé en stop justo en la parte del bésame mucho, la tengo intacta para el día que regreses con un puñado de palomitas de maíz.

Urba-no Todo está en silencio Y la maldita ciudad se traga los sonidos urbanos Para luego caminar descalza sobre la niebla Sin humanos a bordo Sin gusanos Sin pesadillas Ni estallidos

La escena del crimen Ese sol de chatarra móvil y un par de palabras impersonales -hola -hola -no tengo tiempo para ti, regresa otro día Solo venía a recoger tus extremidades, las que desojé aquella noche (Dijo para sí mismo) !PLAFF¡ Y en silencio abandonó la escena del crimen.

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Jhonathan Esneider Villegas Betancourth

Nací y eché raíces en Quimbaya. Realicé mis estudios de pregrado y posgrado en filosofía y me desempeño como docente universitario y practico la fotografía de forma aficionada. Combino la escritura y la fotografía como un proceso para decirme cosas, para pensar e imaginar; lo hago por pulsión, intuición y extrañeza, por un deseo profano de fundirme en la naturaleza de la que la metafísica nos separa. Antes de dormir me digo: el origen es el punto de llegada, el punto de llegada es la naturaleza. He publicado cuentos en la Revista Corónica y ensayos que abordan aspectos filosóficos y literarios en revistas como Cuestiones de filosofía, de la UPTC y Disertaciones de la Universidad del Quindío.


A un transeúnte cualquiera Qué realidad oscura le pasa las manos por el rostro No se inmuta y con los ojos nublados se van sus pasos. Mientras tanto, ahí yacen con un miedo de semilla siluetas que se despiden del recuerdo sombras que son un amasijo de cólera y vida de retorno y olvido de deseo y deceso de llanto y zozobra. A esos rostros que lo miran los desinfla el tiempo y la memoria. Ya no viven, solo aguardan el momento en que un soplo los devuelva a la tierra

de la que están hechos. Uno de esos rostros, uno pequeño, sutil y de ojos alucinantes, se abalanza a recoger algo que se le cae del bolsillo a un transeúnte. El transeúnte cualquiera atina al sonido tras de sí. Sus ojos grandes y vivaces se encuentran con los ojos alucinantes. El transeúnte mira los ojos que lo ven sonríe y se dice que los ojos de esa cosa se parecen mucho a los de una persona.

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Mutación

Hay quienes creen que somos aire nubes que engrandecen el cielo follajes místicos que se disuelven por el paso del tiempo. Figuras aladas bajo el signo de la divinidad. Otros piensan que somos barro, tierra y azar dando forma a la vida, bucólica melodía parto del mundo borbotando seres. Ingentes voces declaran que somos agua corriente que fluye y luego repta: gas, nube, éter… mantra líquido en todas sus formas. Los osados ven en nosotros el fuego: fuerza, voluntad e ingenio, figuras prometeicas dominando el cosmos poder que ensambla mano e idea.

todo se abre al sentido: narcicismo patológico, exceso de humanidad. De la mutación solo quedan pasados, cercanos, lejanos e inenarrables, origen de un tiempo sin tiempo… Nuestras manos que otrora tomaban frutas del árbol hoy inmolan su tacto en la piel de la tierra sensibles, tratando de acoger a la luna y sus pesares ocultos como raíces de sueños. Posdata: ¿Y si tan solo éramos piedras? ¿Qué hacer si cambiaron nuestra naturaleza silente, nuestra pesada forma, esa rocosa manera de ser y estar, esa, nuestra tristísima obviedad?

Deshecho el mito, racionalizado el enigma, // 95

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narradores y portadores de la memoria oral


Omar Saúl Muñoz (n. 1958)

Nació el 8 de agosto de 1958. Se ha dedicado por casi cuarenta años al oficio de la guaquería, práctica tradicional que le ha permitido conocer el pasado prehispánico de la región y adentrarse en la comprensión de la memoria arqueológica y cultural de este territorio. Como guaquero de profesión, don Omar acumula historias, relatos y narraciones que hacen parte de la tradición oral a partir de la cual se han conservado y transmitido los saberes asociados a este oficio tradicional del Eje Cafetero colombiano. Aprendió la guaquería de manera empírica, al lado de grandes maestros de la región, que le enseñaron a identificar en la tierra las huellas de los antiguos habitantes de estos territorios. Es un convencido de que para la guaquería ‘no hay detector de metales que valga’, pues lo mejor es la simple herramienta de la mediacaña. Como se colige de los relatos de don Omar, los guaqueros fueron personajes clave en la construcción de un imaginario sobre los pueblos indígenas que poblaron este espacio antes del contacto con Europa.


“Yo hace por ahí cuarenta años guaqueo. Pues me gustó, desde muy niño me gustó la guaquería, y la gente yo los veía que iban a guaquear, y entonces pues un día me le pegué a un señor, le dije: yo me voy con ustedes por allá a ayudarles a sacar tierra. Y me fui, me puse a ponerles cuidado, a aprender, entonces ya le dije al señor que me enseñara y comenzó a enseñarme a conocer lo sano y lo que es trabajado; y ese señor era muy buen guaquero. Un señor, llamaba don Tino y otro señor que llamaba don Polo, yo creo que de pronto han sido los mejores guaqueros de aquí del Quindío, don Tino y don Polo, ellos son de La Tebaida. Pero muy buenos guaqueros; guaqueros de mucha categoría, porque don Polo lo trajeron allí a Alcalá a una guaca que habían traído guaqueros de Pereira, de Manizales, de Montenegro, de Armenia… a buscar una guaca ahí que habían visto alumbrar y ni uno la encontró. Y hubo quién les dijo que llevaran a don Polo, y vino don Polo y dijo: ‘No pero a qué me trajeron aquí. Vea todos los cateos que hay, aquí ya ha habido guaqueo’. ‘Sí, aquí hemos traído guaqueros de todas partes, pero nadie ha sido capaz de encontrar esa guaca, sino que es que la hemos visto alumbrar allá’. Y se puso a ver don Polo y sin necesidad de pegar un mediacañazo: ‘Pero por qué no la han encontrado ellos, y yo ya la vi. Y no la he cateado, pero ya sé dónde está; y traiga la pala, que no tengo necesidad de bolear mediacaña’. Y ahí mismo la emparedó y la bajó. La bajó y no le cabían en las dos manos el oro que sacó. Cuando él la rompió, le puso las manos así a que le cayera el oro y se le llenaron las manos y se regó más oro. Entonces la gente decía que él era un gran guaquero, porque él iba por un camino y decía: ‘muchachos, pa dónde vamos’; ah, que vamos a guaquear a tal finca. ‘Sí, vamos a guaquear, pero ustedes pasan por encima de

las guacas! Vea, aquí hay una guaca, ¿es que no van a aprender?’. Él conocía, él veía la tierra y decía, aquí hay una guaca, sin haber… todo parejito. Decía: esto es una guaca, miren, reparen bien muchachos la tierra. Entonces nos explicaba, y sí, era verdad, era una guaca. Él sabía harto, harto sabía ese señor. Yo creo que igual a don Tino y a don Polo, no vuelvo a ver guaquero. ¡No… yo he vaciado muchas guacas… Hartas, hartas! Eso ahí sí pues es difícil yo decirle he sacado cien, o cuarenta, o cincuenta. No, he sacado muchas.Y conozco muchos estilos de guacas. Supongamos el Nicho se enterraba parado. Usted baja la tumba del nicho y… yo desde que voy bajando la guaca le digo: es un nicho, es un nicho y allá lo encontramos parado; eso no tiene nada, tiene por ahí tres piedras y tres ollas allá. Y preciso.”

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Nació en Quimbaya, Quindío, en el año 1951. Realizó sus estudios primarios en la escuela General Santander y posteriormente el bachillerato en la Normal Departamental La Inmaculada. Vivió su infancia entre carencias, en la Quimbaya de antaño, de casas de bahareque, calles destapadas y caminos de arrieros. Ha vivido la mayor parte de su vida en este municipio, aunque residió varios años en los Estados Unidos. Henry ha sido un estudioso de la historia de Quimbaya, un cultor de la memoria del municipio, a la que se ha consagrado de manera autodidacta.

Henry Mendoza Muñoz

(n. 1951)


“El ferrocarril llegó a Quimbaya en 1927, que fue cuando llegó el primer tren a Quimbaya. Ahí transportaron mucho adobe pa’ esta iglesia, lo traían de Cartago, traían todo eso. Ah y llegaba el ganado, el café, todo… Es que montar en tren era una elegancia. Uno llegaba y sacaba la cabeza y ahí mismo le caía el carboncito en el ojo... son historias que uno revive; o yo cada día, cada día encuentro recuerdos del municipio. Todos los días, yo encuentro recuerdos de Quimbaya. Pero el ferrocarril aquí, a Quimbaya, llegó en 1927; y le digo porque mi abuelo, que en paz descanse, don Francisco Mendoza Quimbayo, era el segundo apellido de mi abuelo, tolimense; le cuento que él le tuvo la oportunidad de estar abriendo brecha y pegando polines para los rieles, para el tren, mi abuelito me decía que eso fue por ahí en 1922, 23; no, por allá para 1924, nosotros duramos tres años abriendo esa brecha. Y yo creo que el ferrocarril vino a funcionar aquí más o menos por ahí hasta la época de los sesenta y pico, por ahí 67, 68, más o menos. Después de eso… Bueno, primero empezaron que era con el tren de carbón, el famoso… la caldera. Después de ese ya vimos el diésel, que era el famoso tren diesel. Aquí llegaba: el tren de carga; el tren de pasajeros, que más o menos funcionaba por ahí con unos –fuera de la cabeza–, por ahí con cuatro o cinco vagones. Pero al mismo tiempo había una línea, que era una línea de lujo, que el que se montaba tenía que ser de corbata, llamaba el autoferro. Era uno, pero no era sino…. eran dos, dos trompas; la trompa y un coche, mejor dicho. Y yo nunca lo olvido, porque ahí montaba mucho el abuelito de William Ruiz, don Nolasco Ruiz, que fue profesor mío por allá en segundo de bachillerato, y nosotros peleábamos en la escuela pa’ ir a recogerle la maleta a ese viejito, porque… lo recogía uno en autoferro a las, el llegaba allá,

ese autoferro llegaba como a las siete, siete y media de la mañana, y nos daban, en ese entonces, nos regalaba cinco o diez centavos. Ah, papá, eso era pa’ comer empanadas y mecatear en recreo, en la escuela Santander, porque a mí me tocó la época de don Ignacio Vallejo, también. A mí se me hace que ya empezó a entrar a Quimbaya el bus; o sea, el transporte que llegó primero fue el Expreso Alcalá. Llegó el Expreso Alcalá y entonces ya la gente… pues era más rápido, habían más horarios, y en ese tiempo fue que el tren empezó a desaparecer de esta zona, empezó a desaparecer. Pues para mí es una de las causas, para mí. Pueden haber otras, que ya se hubiera tratado del sistema económico, comercial, no era rentable, entonces ya Ferrocarriles Nacionales optó por recogerlos.”

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Lilia Osorio Zuluaga

Quimbayuna de nacimiento, desde muy joven ocupó un lugar en el espacio público, que entonces estaba casi completamente vedado para las mujeres. Empezó como secretaría en un consultorio médico de Alcalá (Valle), pero su curiosidad y el deseo de ayudar a los demás, la condujeron a convertirse en enfermera de manera autodidacta. En ese primer empleo aprendió de los libros, y luego como asistente del médico, los rudimentos de la enfermería, oficio que desempeñaría por el resto de su vida con gran reconocimiento por su servicio a la comunidad, que la llevó a convertirse en una líder política y social, destacándose su trabajo comunitario en la vereda El Paraíso y más tarde como concejal de Filandia, electa por voto popular. Lilia fue una de las primeras mujeres en la historia de Colombia en ocupar un cargo de representación en un cuerpo colegiado. También se destacó en sus oficios como partera y sobandera, atendiendo innumerables nacimientos a mujeres de Quimbaya y sus alrededores, y componiendo dolencias de los huesos y las articulaciones. A lo largo de su vida militó en política, orgullosa de pertenecer al partido Conservador, a través del cual logró liderar y gestionar obras y recursos para sus comunidades y hacerse un lugar en un escenario casi exclusivamente reservado para los hombres de su época.


Memorias de una pionera (entrevista) – Eso que usted dice de que le pedía permiso al esposo… ¿o más bien fue que le puso esa condición de seguir haciendo política cuando se casaran? –Le puse esa condición, para poderme casar y porque me gustaba mucho era ayudar a la gente. ¡Yo acaso cobraba! Yo... por ejemplo la gente pobre todo era gratuito: sueros, inyecciones, maternidad, todo. Ya los que tenían platica, yo sí ya les cobraba; por eso precisamente fue que puede ser concejal en Filandia, porque yo tenía todas las veredas de por allá cogidas, yo no les cobraba y como yo era la líder del doctor Juan Zuluaga me ayudaba con todo lo que yo le pedí para la gente, con todo. Yo me pasaba recorriendo la vereda y mirando a quién le faltaba un lavaderito o un tanque; y yo me iba: ‘doctor Juan, vea esa familia muy pobre, siempre nos han colaborado con el votico, ¿usted por qué no me hace ese trabajito? ‘Claro monita’, él me decía así, o más bien, todos los políticos me han dicho así, monita. Bueno, entonces ya el transporte de los estudiantes del paraíso hacia acá o hacia Filandia, él me pagaba todo, un día me dijo: ‘monita, usted me va a mandar a jornalear’, y yo le dije: ¡nos vamos los dos, porque a mí me encanta coger café! –¿Cómo la veía la gente a usted en esos tiempos arduos de la política en que usted ayudaba a la gente, o qué llegó a escuchar? Como: ‘uy, esa Lilia tan verraca’. ¡Cuente a ver! –Figúrese usted que en esos días, como yo era la presidenta de la junta, entonces hacíamos muchos festivales; de acá [Quimbaya] subían todos: Fabio Olmedo subía con harta gente a bailar y yo era para recoger plata para ayudar a la gente. Cuando eso no había funerarias entonces la gente se velaba en la casa; entonces se moría alguien y ahí mismo la

policía, quien fuese pues, una persona pobre, entonces decían ‘vaya donde Lilia que ella hace todas esas vueltas’. E iban y yo sacaba plata de la junta porque era la gente que no tenía forma de costear, y me iba con ellos, hablaba con el padre, dejaba todo listo aquí, llevábamos el estuche [risas], entonces ya a los quince o veinte días hacía un festival , yo le avisaba a Fabio Olmedo, Gilberto Ossa era el vicepresidente – Gilberto también fue concejal en filandia pero no cuando yo fui sino antes de mí–, entonces yo llamaba al doctor Juan Zuluaga, le decía que iba a hacer un festival porque me había gastado una platica de la junta y necesitaba recuperarla y él se venía hasta con dos carrados [sic] de gente de Armenia, estaba el doctor Rodrígo Gomez Jaramillo, el que fue gobernador, él también se venía…

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Isaura Rosa Castañeda Mejía

(n. 1924)

Hija de don Ricardo Castañeda y doña María Josefa Mejía, nació en Támesis, Antioquia, en enero de 1924. A los diez años se traslada con su familia al municipio de El Cairo (Valle) donde asiste a la escuela para realizar sus estudios primarios. Desde muy joven destacó por su arrojo como líderesa social y comunitaria, además de convertirse en profesora, matrona y partera, siguiendo los secretos que le heredó su madre. En el Valle fundó una escuela rural, construida con recursos propios y autogestionada, para atender a la población infantil; su padre le hizo el tablero, el piso y las paredes con esterillas de guadua. Doña Isaura demostró siempre dotes para las letras y como instructora cumplió una importante labor en la alfabetización de niños y niñas de los barrios y las veredas en los que ha residido a lo largo de su vida. Luego de casarse con un hombre del Chocó y tener sus veinticuatro partos, tuvo que desplazarse de El Cairo a raíz de la violencia bipartidista de mediados de siglo, pues seis de sus familiares fueron asesinados por motivos políticos, en una de las innumerables masacres de la época. Llegó a Quimbaya a finales de los años 50 por recomendación de un conductor que había conocido en La Celia (Risaralda) de donde también tuvo que salir por amenazas en contra de su parentela. En Quimbaya pasó necesidades porque aunque “era un pueblo tranquilo y la gente era muy querida”, lo echaban de todas partes por no tener cómo pagar la renta. Así fue como llegó con su esposo y su numerosa descendencia a un terreno cerca al matadero, a orillas de la quebrada Buenavista, donde construyeron su primera casa, que se llevó una inundación. Esto los obligó a buscar refugio al borde de la antigua vía férrea que atravesaba el municipio, donde doña Isaura lideró la construcción de un barrio de invasión que fue creciendo poco a poco con el arribo de poblaciones desplazadas. Tenían que construir las casas de noche para resistir el asedio de la policía, pues la urbanización de esos lotes era considerada ilegal. Sin embargo, doña Isaura persistió como presidenta de la junta de acción comunal del barrio Buenavista y con el aval de doña Alba Carvajal de Noreña, entonces alcaldesa del municipio. En esa época empezó a vender la jalea o gelatina de pata y organizaba presentaciones de sainetes y obra de teatro satírico y popular, con el fin de recoger fondos para subsidiar a las familias y construir una caseta comunal. De esa manera doña Isaura se convirtió en la lideresa de La Carrilera, como se conoció popularmente el barrio, y en una de las mujeres más aguerridas, ejemplo cívico de Quimbaya.


La gallinita y el cura (relato) Les cuento un cuento, también, pa’ que lo apunten. Que me fui un día… El agua bajaba, a San Pablo bajaba el agua por una acequia, primero, y caía a un tanque. En un tanque caía el agua. Entonces el agua se iba y había un tanque grandísimo, y caía el agua. Por esta guaduita salía p’allí, por esta guadita salía p’allí… Eran de guadua las tuberías, eran de guadua. Entonces estaban un poco de gallinas escarbando allá, en el tanque. Entonces me senté yo así, con los pies, y el chorro cayendo al tanque y llenando… pa yo ir sacando las gallinas, y cuando iba sacando la última, dije yo: ‘ay, la voy a hacer ahogar aquí’, y le metí los pies así, y se ahogó la gallinita. Entonces pasé por donde la señora y me dice: “Ayyyy, Isaurita, ¿no estaban las gallinas allá? ¡Falta la saraviada!” “Ay, búsquela por allá, porque por allá no estaba…” Y era yo con un remordimiento, con un remordimiento de la señora… Cuando mi mamá me mandó por huevos al otro día. Entonces me dice la viejita: “dentre mija para darle los huevos…”, cuando me metió una pela con un… me pegó, me aporreó toda que porque le maté la gallinita, que ella la encontró muerta a un lado del tanque, que no sé qué, que la saraviada que ponía tanto, ay... “¡Y dígale a su mamá que no la vuelva a mandar aquí por huevos!” Y le dije a mi mamá: ‘Mamá, vea, Teodosita me metió una p… Diré: Teodosita no le... que no tenía huevos, ¡y me metí una caída por ese barranco! Vea cómo me volví… “¡Pero por qué se subió por el barranco…?!” Entonces decía yo: ‘ay, yo qué voy a hacer, si mi mamá dice que es pecado uno hacer cosas... yo le voy a decir al cura, le voy a decir al cura’. Entonces al otro dia no fui a misa sino que me fui pa’onde el cura. Entonces me dijo: “Récele a este santo que se llama el señor caído, véalo que está caído; récele a este crucificado tantos padrenuestros…” Cuando lo fui a coger al

crucificado me dio bien duro en la cara porque estaba pegado y era de resorte… [risas] ¡y me di bien duro en la cara! Y dije yo: ‘¡jum, por eso lo tienen crucificado!’ [risas]. Me fui, cuando estaba otro señor, detrás de San Antonio que estaba vestido; San Antonio estaba vestido. Entonces le decía –una señora, estaba detrás de él–. Dije yo: “esa señora, ¡¿qué le estará diciendo a ese santo?!” Entonces yo por averiguar me puse a escuchar: “San Antoñito, bendito, de tus penitas chiquitas, de tus besitos de losa, dame con quién casar mi muchacha que ya está moza, !ya está muy moza!...” Le decía la señora a San Antonio. Ayyy, es que uno cuando se va a casar le pide es a San Antonio. Bueno, yo me fui. Como el cura me confesó, y volví yo donde la viejita, entonces dije yo: ya la viejita estaba toda brava conmigo, y dije yo: ah no, el cura me perdonó, pues que ya estaba yo perdonada, y vea, la viejita vuelve y me sigue insultando, ¡eso son mentiras que los curas perdonan! Y desde ahí se me quitó a mi la fe, ole. Sí, desde eso se me quitó a mí la fe de los curas. Sí, porque me hizo rezar todo el santo día, y la señora seguía grosera. Claro, el cura no perdona los pecados de otro que comete.

C atálogo autores y autoras quimbayunos // portadores de la memoria oral

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Catálogo de autores, autoras y portadores de la memoria oral de Quimbaya se terminó de imprimir en el año 2020, en los talleres de Fusión comunicación gráfica S.A.S. Los autores y autoras fueron retratados con la intención de plasmar su imagen poética. El cuidado de la edición estuvo a cargo de John Jairo Osorio Giraldo. Para la composición de esta obra se utilizó la familia tipográfica Alegreya y se imprimió en papel ecológico de 90 gr.



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