Carlos Humberto Ramírez/Un año en Florencia

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Un año en Florencia

Notas en e-mails CARLOS HUMBERTO Edición Patito

Agosto 2000.

Inicio esta narración de nuestro devenir por estas tierras europeas. Espero atracarme de vivencias que hagan gritar a mi alma “no, no estás viviendo en vano”.

Dentro de un año veremos que fue de estos sueños, de esas quimeras que se visten de poesía, de delirios, de locuras. No, no estoy loco, simplemente, mis metáforas son diferentes.

Bueno arrancaré con el sueño un día antes de la salida. Fiel a mi inconciencia cotidiana, hice mi maleta, para todo un año, la noche anterior a la partida.

Como salíamos a las 8 de la mañana, quise subir al avión y ajustar el cambio de horario, durante el trayecto, como siempre lo hago cuando viajo a Europa. Así que no dormí en la noche anterior, la cual aproveché para hacer las maletas. Salimos a las 8 de la mañana (3 de la tarde de Roma) y como a las 12 de la mañana de México (7 de la noche de Roma), hicimos

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escala en Nueva York ahí estuvimos cerca de 2 horas.

Por cierto, debido a que yo no tengo visa para Estados Unidos, me tuvieron retenido en una sala de espera para los “indeseables” como yo. Orietta que sí tiene visa, se quedó afuera pues no la dejaron estar conmigo. Me la pasé bien en esa salita pues había sillones muy cómodos, televisión, café, refrescos y bolsitas de comida chatarra como papas fritas y todo era gratis, la gente podía tomar lo que quisiera. Una señora comenzó a despotricar contra el trato que nos estaban dando y yo, aún con mi antimperialismo, defendí la situación.

El trato de los agentes de migración fue muy amable. Yo ya tenía sueño, pero 15 minutos antes de que saliera el avión hacia Roma, los agentes, me llevaron a abordarlo, pero como yo no me había registrado debido a que estaba guardado, parece que vendieron mi lugar, pero lo solucionaron mandándonos a Orietta y a mí a primera clase.

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Ni modo tuvimos que sacrificarnos y viajar en primera clase por primera vez. Salimos de Nueva York como a las 2 de la tarde de México (9 de la noche de Roma) y casi despegando nos sirvieron la cena (hora de Roma).

Yo no había dormido nada la noche anterior, así que para esa hora ya me caía de sueño y a las 4 de la tarde de México (11 de la noche de Roma), me dormí, ya con el horario de sueño de Roma. Durante el vuelo, medio desperté dos o tres veces, pero pronto me volvía a dormir así que desperté bien como a las 6 de la mañana de Roma. Orietta casi no durmió durante las primeras horas de vuelo y cuando yo desperté bien, eran las 11 de la noche de México por lo que, a ella, apenas le empezaba el sueño, pero ya nos estaban sirviendo el desayuno y no pudo dormir mucho, antes de nuestro arribo a Roma que fue como a las 8 de la mañana de Roma.

En el aeropuerto de Roma, salimos esperando pasar por la aduana, pero ni nos

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pelaron, simplemente recogimos nuestras maletas que eran cuatro grandes más las dos mochilas y caminamos por pasillos hasta encontrar la terminal del tren que nos llevaría a la estación central de Roma, ni siquiera pasamos por algún lugar que pareciera aduana. Seguramente como veníamos de México, tanto en Nueva York como en Roma ya habían revisado nuestras maletas. En la estación central de Roma, tomamos el siguiente tren para Florencia, pero resultó que era el tren que se detiene en todas las estaciones intermedias así que hicimos como 6 horas en vez de las 2 que tardaba el siguiente tren. Llegamos a Florencia como a las cuatro de la tarde. Dejamos las maletas en la consigna de la estación y nos fuimos a la agencia con la que habíamos arreglado el alquiler del departamento. Llegamos y no nos esperaban, llamaron al dueño del departamento, ya que

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ellos no tenían llaves, y afortunadamente lo encontraron a la primera. Él tampoco nos esperaba, pero dijo que nos vería en el departamento. Los de la agencia querían llamar un taxi, pero les dijimos que no era necesario, que ya sabíamos llegar puesto que desde que escogimos el departamento vimos que no estaba lejos.

Ellos insistían en llamar un taxi pues el dueño del departamento les dijo que no tenía mucho tiempo y temían que nos perdiéramos, pero les dijimos que no era la primera vez que visitábamos Florencia y que ya sabíamos movernos. Llegamos al departamento en menos de 10 minutos y poco después llegó el dueño, nos lo mostró rápido, nos entregó las llaves y se fue. Le echamos un vistazo rápido y nos regresamos a la estación por el equipaje. Tuvimos que dar dos vueltas pues en una no pudimos con todo.

Cuando terminamos de acarrearlo, me dolían los brazos y ya nos habían dado las 8 de la noche, pero en agosto el sol todavía está alto

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así que, a pesar del sueño de Orietta, no resistimos la tentación y nos salimos a la plaza de la Señoría que queda como a cuatro cuadras del departamento. Regresamos como a las 10 de la noche y ya solo abrimos maletas y nos acostamos pues Orietta no había dormido casi nada y para Ella, ya eran las 5 de la mañana de México.

Las ventanas del departamento tienen unos postigos, al menos así les dicen en Guadalajara, y no los había vuelto a ver desde que tenía 11 años, de hecho, los había olvidado, pero con solo verlos recordé inmediatamente para que sirven, son como unas puertas de tablas que cierran completamente las ventanas e impiden la entrada de luz, así que el cuarto queda en una profunda oscuridad, aunque afuera el sol esté iluminando intensamente. Cerré los postigos y la recamara quedó sumida en la oscuridad total. Pues nada, que la estrategia que seguí para adaptarme al cambio de horario me salió

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bien nuevamente y a las 7 de la mañana, yo ya estaba despierto, pero Orietta seguía profundamente dormida, entonces me levanté despacito y me fui a reconocer el departamento más a fondo, y vi que estaba recién pintado e impecablemente limpio hasta el último rincón.

Después de andar husmeando por el departamento, regresé a la recamara, Orietta seguía durmiendo y se fue despertando como a las doce, dijo que medio había despertado algunas veces, pero como veía todo oscuro se volvía a dormir. Yo creí que con eso se ajustaría al cambio de horario, pero en realidad se tardó como una semana para hacerlo completamente.

El departamento se encuentra en el segundo piso, los techos son muy altos como de 3.5 metros; a la entrada tiene un pasillo y casi al principio está la cocina integral bien equipada, con todo prácticamente nuevo (utensilios para cocinar, varios sartenes, dos

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ollas grandes, licuadora, batidora, etc.), una lavadora pequeña, una mesita con dos sillas y el calentador de paso. Solo le faltan una olla exprés y un horno de microondas.

Al final del pasillo está el baño que es pequeño pero suficiente y todos los muebles están en magnifico estado y como les decía, impecablemente limpio.

Al final del pasillo a la izquierda, está la sala-comedor de 5x4 con dos sillones individuales, una mesa de centro, cuatro sillas, una mesa y en el rincón una alacenita.

Aquí hay una puerta que da a un balconcito de 1x 5 que da a un patio interior y tiene alambres para colgar la ropa.

Al final del pasillo, a la derecha, está la recámara que es muy amplia y hasta sobraba espacio pues mide 7 x 5, con dos camas individuales que desde luego juntamos, una cajonera y un closet bastante amplio para colgar ropa, una televisión, varias lámparas y una mesita de trabajo de la que me apropié

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inmediatamente, puse la computadora y ya se empezó a poblar de libros.

Todo el departamento está equipado con calefacción de radiador alimentado por el calentador de paso. Esta es la descripción original del departamento, pero ya hicimos la siguiente reorganización: La sala-comedor la convertimos en taller de pintura pues sacamos los sillones, la mesa de centro, los cuadros, y los pasamos a la recámara que, como les dije, es muy amplia. Vaciamos la alacena de todo lo que tenía (cubiertos, saleros, servilleteros, etc.) y lo pasamos a la cocina pues decidimos hacer nuestras comidas en ella. Así fue como la sala-comedor se convirtió el taller y se empezó a llenar de: telas, pinceles, pinturas, solventes, paletas, trapitos, papeles, lápices, dibujos, libros, etc.

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Desde México, habíamos contratado un curso de italiano intensivo de tres semanas en una escuela que se llama Eurocentres. Lo

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contratamos en la agencia Cosmo educación que fue donde compramos también los boletos y el año académico de Orietta en una escuela que se llama Arte Sotto un Tetto. Eurocentres, está junto a la iglesia de Santo Spirito, en la plaza del mismo nombre. Nuestro curso comenzaba el lunes siguiente así que fuimos al día siguiente de nuestra llegada, para checar nuestra inscripción y efectivamente, todo estaba en orden así que iniciamos nuestro curso sin problemas. Esta escuela es de un ambiente muy agradable ya que en realidad es una escuela de verano para turistas que vienen a pasar sus vacaciones en Florencia, así que viene gente de todo el mundo y de pronto te encuentras comunicándote en italiano con un japonés, un alemán y una sueca. Nosotros ya habíamos tomado un curso de italiano por tres meses en México, así que no veníamos en cero, pero cuando nos hicieron una plática para ver nuestro nivel, a Orietta la pusieron en un nivel más avanzado que a

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mí, así que llegábamos a la escuela y cada uno se iba a su salón. Creo que fue mejor así pues la convivencia con los compañeros hubiera sido más limitada si hubiéramos estado juntos. Las clases son muy dinámicas y los profesores bastante agradables y competentes. Entrabamos a las 8:30 y eran cuatro clases de una hora, cada una con diferentes profesores y en la tarde, asistíamos a otra clase de conversación de dos horas. Esto duró tres semanas con Orietta. Yo voy a estar otra semana solo, pues Ella inició su curso de arte el primero de septiembre.

Un día fuimos a la Piazza Michelangelo que está al otro lado del río Arno, en una colina desde donde se domina toda Florencia.

Es una vista bellísima pues parece que estás viendo los planos que se hicieron en otros tiempos y empiezas a recordar los relatos del renacimiento en cuanto a las guerras y los sitios que sufrió la ciudad y vas

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reconociendo donde se dieron los acontecimientos. Cómo no imaginarte a Miguel Ángel reforzando las murallas de la ciudad antes del ataque de los españoles.

Ver desde ahí como fue creciendo la ciudad, incorporando la Santa Croce, después a Santo Spirito, más adelante La Carmine. En fin, es un maravilloso sitio para, si tienes imaginación, ver crecer a Florencia.

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Piazza Michelangelo

En todo agosto, no salimos de Florencia, anduvimos reconociéndola, localizamos la escuela a la que Orietta va a ir en septiembre que queda a dos cuadras del departamento. Encontramos una tienda de autoservicio a dos cuadritas del depa, donde se encuentra de todo. A cinco cuadras hay un mercado con puestos de verduras, fruta, carnicerías tiendas de abarrotes con mayor variedad y a precios un poco más bajos que en el supercito, pero el mercado lo cierran a las cuatro de la tarde y el supercito hasta las 9 de la noche además de que está a la vuelta de la esquina.

Quisimos comprar material para pintura, pero resulta que en agosto cierran prácticamente todo excepto lo que es de primera necesidad. Es increíble pero muchísimos restaurantes estaban cerrados siendo que es el mes de mayor afluencia turística. Así, simplemente los italianos, se van de vacaciones y por más que buscamos

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no pudimos encontrar nada, todas las tiendas de arte estaban cerradas hasta septiembre. Pero nosotros, nos dedicamos a disfrutar Florencia con la calma que da el saber que tienes un año para bebértela. Hace un calor intenso, que ya lo había sentido en otro agosto que anduve por acá. Son semanas y semanas de calor, día y noche, sin tregua. No es como mayo en México, que en la mañana hace fresco, en el día hace un calor intenso y en la noche llueve. Acá no, en agosto, el calor es constante, no tiene compasión. Disfrutamos el museo del Uffizi con toda calma, viendo a detalle los cuadros, como nunca lo habíamos hecho y es algo inenarrable, créanmelo, cada ángulo, cada pincelada, cada sombra te dan un cúmulo de técnica, de información y de cultura.

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La primera vez que fui al Uffizi, hace 23 años, fue cuando entendí la evolución de la pintura durante el renacimiento y el barroco pues el Uffizi, te va llevando paso a paso, sala por sala, año a año por el renacimiento. Empieza en una sala con la pintura bizantina y en la siguiente sala, arranca el renacimiento con Giotto y Cimabue. De ahí se viene en cascada o torrente todo el renacimiento y en cada sala ves cómo va avanzando a pasos gigantescos la evolución de la pintura. Giotto humaniza a los personajes, Fra Angélico los pone en la tierra, Paolo Uccelo les da la perspectiva, Masaccio el escorzo, Leonardo el claroscuro, Miguel Ángel el alma y Rafael la luz. Después, viene un período de conformismo sin una aportación valiosa hasta que, a finales del siglo XVI, surge Caravaggio, para mí, el último grande del renacimiento italiano y Padre del Barroco, con su magistral manejo de la luz y la sombra,

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llevando a las alturas el claroscuro de Leonardo. Cuando visiten el Uffizi podrán apreciar esto que les cuento.

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Septiembre

Este mes, Orietta inició su curso y la escuela no le ha parecido muy buena, pareciera que es una escuela para turistas. Los maestros no ponen mucha atención en que los alumnos aprendan, Solo es para que las niñas bien presuman que en sus vacaciones estudiaron pintura en Florencia. Orietta y otras compañeras, protestaron por el bajo nivel. Inclusive, el papá de una holandesa, que es abogado, vino y amenazó al director con demandarlo. Pareciera que reaccionaron un poco y van a elaborar un proyecto con cada uno de los alumnos. Vamos a ver que resulta de esto, pero la verdad, no se ve muy clara la cosa. Yo por mi parte, he empezado a husmear a fondo por los rincones de Florencia. Deambulando por el mercado de San Lorenzo, escuché a varios vendedores de souvenirs y de ropa, qué hablaban en español y una es mexicana. Resulta que a los que hablan varios idiomas, los contratan en

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el mercado, para atender a turistas. Una de Ellas estudia una maestría en Barcelona, pero solamente va los sábados, así que trabaja entre semana en Florencia y el viernes en la noche se va a Barcelona a su maestría. A Ella le pregunté dónde podía encontrar comida mexicana y me dijo “aquí en la esquina, a media cuadra hay una tienda de productos orientales, ahí la encuentras” . Y sí, ahí encontré masa Maseca, chiles Herdez, mole doña María, etc.

Traje de México el libro de Vasari ‘Vidas de los más importantes artistas del renacimiento’, y lo he disfrutado de maravilla, ya que me salgo con él y leo, por ejemplo, en la biografía de Giotto, que, en la iglesia de la Santa Croce, en un fresco del entierro de San Francisco, pintó un perro que pareciera que en cualquier momento va a ladrar. Entonces, cierro el libro voy a la Santa Croce y efectivamente veo al perro al que se refería Vassari hace 500 años. Luego me siento en las escaleras de afuera, vuelvo

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a abrir el libro y leo que en San Marco Giotto pintó un ángel que nos arroba. Cierro mi libro y me voy a San Marco, ahí veo lo que dijo Vassari y sí, ese ángel me arrobó. Me siento afuera, a seguir leyendo. Ahora dice Vassari sobre un monje en un fresco de la Santa Croce que nos habla, y voy de regreso a la Santa Croce, a ver la nueva referencia. Y así ando yendo y viniendo por todo Florencia con cada biografía que leo. A veces en algunos lugares no encontraba lo que describía Vasari. Cuando pregunté en una iglesia por una obra de Ghirlandaio, me dijeron que ese cuadro ya no se encuentra ahí, que ahora está en el museo del Uffizi, o tratándose de murales me dicen que, posteriormente a Vasari, fueron cubiertos por uno nuevo. Eso me aclaró el por qué a veces no encontraba algunas obras a las que se refería el libro. En fin, esta rutina está resultando fascinante porque me está mostrando detallada y

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rápidamente muchos rincones de Florencia y del renacimiento.

En nuestras correrías cotidianas por el centro histórico vimos a tres muchachos, una muchacha tocando el violín y dos muchachos tocando, uno el bajo y otro la guitarra, que resultaron ser mexicanos de Monterrey y lo mismo tocaban piezas clásicas que populares y los turistas les daban dinero. Cuando veían que venía un grupo de gringos empezaban a tocar melodías populares como a mi manera, algo de los Beatles, si veían venir latinoamericanos, identificaban de qué país venían y soltaban ya sea el cielito lindo o el día que me quieras, o la chica de Ipanema y recolectaban algo para sobrevivir. Cuando veían que venían los carabinieri, corrían junto con los vendedores ambulantes, que aquí también los hay, hasta que les dijeron que no corrieran, que aquí en Florencia se respeta el arte. Así que, desde entonces, no

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corren y efectivamente, los carabinieri no los molestan.

Nos contaron que habían terminado sus estudios de música en el conservatorio de monterrey y vinieron a continuar sus estudios, pero ya se les había acabado el dinero que traían y no encontraban ni una buena escuela ni trabajo como les habían dicho que abundaban en Italia. Están decepcionados de haber venido, pero dijeron que seguirán buscando.

Los invitamos a comer un día en la casa y llegaron con sus instrumentos y les dijimos que la invitación fue sin el interés de que tocaran para nosotros, fue solo por amistad. Preparamos sopes y quesadillas cosa que les encantó.

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A fin de mes, fuimos a Fiésole que se encuentra del lado norte del río Arno, en una colina desde la cual se domina Florencia, esto es en la rivera opuesta a la piazza Michelangelo que describí anteriormente. Fiésole fue la principal ciudad Etrusca, no sé por qué no la edificaron junto al río, supongo que, para la tecnología de la época, era más fácil de defender desde las alturas. Esta vez fuimos con una parvada simpática de aves viajeras, las compañeras de escuela de Orietta.

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Desde aquí también es impresionante la vista de Florencia, aun cuando estaba un poco nublado, aunque me gustó más la vista desde la Piazza Michelangelo.

Hay muy pocos vestigios de la época Etrusca, demasiado pocos para la importancia que tuvo la ciudad en su época.

Fiesole, parvada de aves viajeras

El mes lo cerramos con una visita a Venezia con las alumnas de la escuela de Orietta. Fue otra Venezia, desconocida para mí. Estaba lluviosa, sin el sol con el que siempre la había vivido en mis correrías anteriores, y así también es hermosa.

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Su color diferente, sus calles mojadas, su casi bruma le daban un cierto encanto que no puedo describir. Baste decir que hizo volar nuevamente mi imaginación a lugares y situaciones de grandes relatos: Lord Byron, Tomas Man, Shakespeare y tantos más. Fuimos al Museo de la academia y vimos muchos Tizianos, los hermanos Bellini, Tiépolos, y nuevamente aprendí algo nuevo y fascinante. Orietta me enseñó cómo era la técnica de Tiziano. Como construía el cuadro, desde el fondo, capa por capa, veladura por veladura. Nunca había visto las pinturas de los grandes maestros como Ella me lo hizo notar. Mi cultura sobre la pintura dio un salto enorme con sus enseñanzas.

Las compañeras de Orietta regresaron a Florencia, pero nosotros nos quedamos y encontramos un hotel que está en una plaza pequeña y tiene un balcón, desde el cual la vista es muy bella. Vagamos solos por esa Venezia diferente.

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Venecia

Plaza de San Marcos

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Anteriormente, había pasado dos 15 de septiembre en Europa, uno en París hace 26 años y otro en Madrid hace 7, ya con Orietta, y fueron muy emotivos. Esta vez Orietta tenía diferencias con unas compañeras que son de México e iban a ir al consulado y no quiso ir. Yo respeté su decisión y me perdí un tercer 15 de septiembre fuera de México.

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Octubre

La mayoría de las compañeras de Orietta resultaron, más que estudiantes de arte, turistas. Solo una o dos vinieron verdaderamente a aprender. Pero eso sí, se organizaron varias parrandas con ellas, se juntaba el dinero y en el bar pedían vino hasta donde alcanzara el dinero, y los del bar servían hasta ese límite.

Una de sus compañeras, toca el arpa y sale a la calle a tocar y junta dinero para invitar a las compañeras a cenar.

La vendimia. Esta vez nos comentó la maestra de italiano de la escuela de Orietta que había tomado un trabajo en un plantío de uva para la vendimia y le pedimos que nos invitara para vivir la experiencia en Italia. Yo había vivido una vendimia en Francia hace 25 años.

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Esta, era una parcela mucho más pequeña que la de Francia. Solo había como 15 trabajadores y el ambiente no era de fiesta, simplemente estaban trabajando, pero nos divertimos cortando racimos de uva que nos enseñaron a seleccionar pues ya era el final del corte y algunos racimos empezaban a secarse y esos debíamos dejarlos para que se terminaran de secar al sol y serían cortadas cuando ya fueran pasas. Así que solo estuvimos medio día. A la hora en que pararon para el almuerzo, comimos con ellos y luego regresamos a Florencia. La experiencia no resultó como la francesa

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Vendimia en el Chianti

Hace 25 años que estuve en París, unos amigos me invitaron a una vendimia. Fuimos una parvada de latinoamericanos, que estudiaban en París, bastantes de ellos además estaban exiliados ya que fue la época de las dictaduras latinoamericanas. Muchos fuimos por conocer la vendimia de cuya fiesta, se tienen muchas referencias en la historia y en la literatura, otros además necesitaban el dinero que pagaban.

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Yo solo fui un fin de semana ya que, si bien no me sobraba el dinero, no tenía problemas económicos. Todo el día estuvimos cortando racimos de uva y varios cantaban mientras trabajaban, algunos trabajadores de otras partes del mundo se contagiaron y también cantaban en su idioma sus canciones, los pocos trabajadores franceses solamente nos veían y sonreían.

En la noche pusimos tiendas de campaña junto a las instalaciones en las que estaban los trabajadores de la planta. Corrió el vino y sacamos los diferentes alimentos que llevábamos aun cuando ahí nos dieron couscous y un guiso llamado boeuf a la bourguignon.

Y empezaron los cantos ahora con guitarra, alrededor de una fogata que prendimos. Más bien los latinoamericanos fuimos los que pusimos el ambiente en la noche del sábado, y todos los exiliados lloraron cuando cantamos ‘canción Mixteca’. Ya prendidos, varios que conocíamos La Marsellesa,

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empezamos a cantarla y eso animó a los franceses a unirse a los cantos y terminaron cantando con nosotros. Fue una experiencia deliciosa. Siena La siguiente semana, fuimos a Siena con Ledi, una compañera de Orietta. En la estación del tren en Siena se acercó una muchacha preguntando si éramos mexicanos cuando le dijimos que sí, le dio mucho gusto y más cuando supo que vivíamos en Florencia. Dijo que tenía un mes en Florencia y que éramos los primeros mexicanos que encontraba. Se unió a la excursión y fuimos a conocer Siena que tiene más vestigios medievales que Florencia así es que nuevamente encuentro algo bello y diferente en Europa. En Florencia los rincones medievales son muy esporádicos, aquí son más frecuentes. Nos fuimos por sus callejuelas del centro disfrutando sus rincones. En una de sus callejuelas encontramos un pequeño taller en

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el que fabrican velas con parafina de colores y con diseños variados, dando por resultado verdaderas obras de arte o de artesanía. Nos divertimos viendo como las hacían ya que las fabricaban frente a nosotros. Cintia, que así se llama la muchacha que conocimos en la estación compro varias y continuamos nuestro camino, contentos por esta experiencia.

Pasamos frente a una panadería y un aroma delicioso no nos permitió seguir adelante. Entramos y compramos un pan exquisito

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que fuimos devorando al mismo tiempo que nos extasiábamos con las calles que recorríamos. Todos fuimos tomando fotos de callejuelas, puentes, placitas, personajes, hasta que llegamos al centro histórico donde hay una plaza muy grande. En esta plaza se corre dos veces al año una carrera de caballos de origen medieval a la que le llaman il palio di Siena. Cada barrio histórico de Siena tiene su caballo y jinete campeones y compiten por el honor de ellos.

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Catedral de Siena

La plaza está rodeada de construcciones renacentistas que le dan un aspecto más acogedor ya que todas las salidas están formadas de arcos largos, no por calles abiertas. Al fondo se encuentra el palacio ducal con un campanario alto muy interesante y según la guía que llevábamos,

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es el más bello de Italia. Sí es bonito, pero, tanto así como el más bello de Italia, no. Ahí comí por primera vez gnochi que son unas bolitas de papa preparadas semejante a la pasta, aun con lo mucho que me gusta la papa, no están malas, pero no me pareció deliciosa como la gran mayoría de la cocina italiana. Descansamos un rato tirados en la plaza y luego regresamos a la estación de tren disfrutando de la ciudad. Siena, sí es muy bella y diferente.

El novio de una de las compañeras de Orietta, es fotógrafo y vino a Florencia a visitarla. Rápido consiguió un espacio en una pequeña galería para exponer su obra y los compañeros de la escuela se organizaron para ayudarlo y algunos que frecuentaban un restaurantito mexicano, consiguieron que cooperara con unas botellas de tequila, otros pidieron permiso y pegaron en algunos negocios anuncios de la exposición, otros se

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cooperaron para las botanas. Total, que la inauguración estuvo muy concurrida y amena. La exposición se llamó “México lindo y viajando”. Todos quedaron muy contentos por el esfuerzo para que se diera una exposición de México en Italia.

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Noviembre

A principios de noviembre, tuve que hacer un viaje relámpago a México debido a que dejé abierta una cuenta de cheques para que depositaran un cheque que estaba pendiente, pero las personas que lo iban a hacer no cuidaron que la cuenta tuviera saldo y se canceló automáticamente. Cuando finalmente les entregaron el cheque, fueron, lo depositaron y cuando quisieron sacar el dinero con cheques que les había dejado firmados, no se pudo. El banco les dijo que solo yo podía hacer el trámite de reactivación de la cuenta y como se trataba de 450,000.00 pesos pues no me quedó otra que hacer un viaje relámpago de 10 días. No me gustó porque, aunque fue todo pagado, me cortó la continuidad de la estancia en Florencia. Otra cosa mala fue que, en esos diez días, fueron los cumpleaños de Orietta y mío. Mala cosa.

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En lo que yo estaba en México, Orietta fue a Venezia con una amiga. Me cuenta que la plaza de San Marcos estaba inundada y tenían que pasar por tarimas que pusieron en la plaza. Tiene fotos muy interesantes.

Cuando regresé de México hice una escala en Milán. El vuelo era a Pisa, que era el destino final, y de ahí me iba a ir en tren a Florencia. El vuelo, salía en tres horas así que me senté y puse la alarma de mi reloj por si me dormía y efectivamente me dormí, pero no escuché la alarma. Total, que perdí el avión a Pisa. Pregunté por mi equipaje y me dijeron que tenía que recogerlo en Pisa. En lo que buscaba como irme a la estación del tren para ir a Pisa escuché por el sonido que decían “passegero Sánchez Ramírez Carlo”, que me presentara en un mostrador. Por razones de seguridad, al no abordar, bajaron mi equipaje. Yo pensé que iba a haber consecuencias, pero no, cuando fui, me

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dijeron que ahí tenían mi equipaje, me señalaron un rincón, ahí estaba mi maleta, simplemente fui, la tomé y me fui, así que ya no tuve que ir a Pisa y me fui a la estación del tren, pero para ir a Florencia. En el trayecto del aeropuerto a la estación de trenes contemplé a lo lejos, desde el autobús, una cadena de montañas nevadas. Son los Alpes italianos, fue una vista fascinante.

La Toscana. El fin de semana en que regresé de México fuimos a pasarlo a una casa de campo que tiene la familia de la maestra de italiano de la escuela de Orienta, la que nos llevó a la vendimia. Invitó a todas las compañeras de la escuela y fuimos a conocer la campiña toscana. Anduvimos de excursión vagando por cañadas y riachuelos, y al atardecer regresamos a la casa después de disfrutar la puesta del sol como la disfrutó tantas veces

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Einstein cuando, por esta campiña, concibió la teoría de la relatividad.

Luca. El día 19 fuimos a Luca, una ciudad pequeña que se encuentra entre Florencia y Pisa. La gran atracción de Luca es que conserva la muralla original que se edificó para la defensa de la ciudad en la edad media y la cual no derribaron cuando, por la aparición de la pólvora en Europa, las murallas ya no

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representaban una defensa eficaz contra la artillería.

Ahí se puede disfrutar lo que ahora solo conocemos por dibujos. Está la muralla muy alta y la disfruté desde abajo, viendo lo mismo que veían los sitiadores y también la disfruté desde arriba viendo lo que veían los sitiados. Es una sensación que no había sentido antes. Sé que en España hay muchos castillos que conservan su muralla, pero lo más que me había acercado a una, fue en el castillo de San Jorge en Lisboa. Pero este lo disfruté con Orietta.

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Muro de Luca

Luca

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Noviembre fue el fin de trimestre en la escuela de Orietta. Ella vino por un año, pero las otras compañeras vinieron solo por un trimestre, así que les hicimos una fiesta de fin de curso en el departamento. Me puse las pilas y les preparé antojitos mexicanos desde luego sin chile, pero hice una salsa picosa para los que se animaran. Preparé sopes, quesadillas, tacos, “enchiladas”, enfrijoladas, frijoles refritos y aunque no lo preparé, mucho vino Chianti. Otra parranda plena de sentimientos por la despedida. A fin de mes, los músicos mexicanos nos dijeron que regresan a México ya que no encontraron en Florencia lo que sus sueños les aconsejaron. Nos dio tristeza, tanto por sus sueños frustrados como por nosotros ya que muy frecuentemente íbamos a comprar un helado y nos sentábamos en la calle a escucharlos.

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Les hicimos una comida de despedida deseándoles que sus nuevos sueños los lleven por buenos derroteros.

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Diciembre Nuevamente me comunico para continuar con la breve narración de nuestras peripecias.

A la semana de que regresé de mi viaje relámpago a México, vino la mamá de Orietta y salimos de viaje. Como su niña, siempre había estado muy integrada a casa, creo que vino a ver si su pequeña está bien tratada.

Nosotros seguimos aprovechando la estancia por acá. Está haciendo frío desde noviembre con temperaturas entre 2° y 10° C. Que, si bien es muy frío, no se siente tanto como creíamos.

En diciembre, anduvimos de viaje con la señora. Estuvimos en: París, que fue a donde llegó la mamá de Orietta, y de ahí fuimos a Niza,

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Montecarlo, Milán, Florencia, Siena, Roma, Lucerna, Montreux, Lausana, Brujas y nuevamente París. Me llevé bien con su mamá y se fue convencida de que su retoño está contenta. París. Empezaré por París, ¡siempre París! Salimos de Florencia el 30 de noviembre en la noche y llegamos a París al día siguiente en la mañana.

Lo primero que hice, fue comer un kebab y después, fuimos a buscar un hotel que nos recomendaba el libro: “Let’s go Europe” cerca de la estación. Dejamos la mochila y nos fuimos al aeropuerto para esperar a la señora, que llegó como a las 2 de la tarde, la llevamos al hotel y esa tarde ya solo nos dio tiempo de ir a comer-cenar al barrio latino. En la noche, de regreso al hotel, pasamos por el Hotel de Ville (palacio municipal) y en la plaza habían puesto una pista de patinar sobre hielo y había muchísima gente,

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unos que patinaban muy bien y otros que apenas estaban aprendiendo. Nos dio la tentación, pero ya eran las 10:30 de la noche y cerraban a las 11, así que agarramos eso de pretexto para no meternos.

Al día siguiente nos fuimos a Niza en la Costa Azul, llegamos temprano, conseguimos hotel y nos lanzamos a Montecarlo que está como a 15 minutos en tren. Montecarlo.

En la estación conseguimos un plano de la ciudad y nos fuimos primero caminando al palacio real, por esas callecitas de Montecarlo, tan bien cuidadas.

Esta es una de las ciudades de Europa que te dicen: “ven a vivir aquí, con tranquilidad, belleza y orden”, pero después yo me pregunté “¿de veras quiero tranquilidad?”, y me contesté “mejor regreso otra vez, por unos días”. Comimos en un restaurantito y después preguntamos qué camión nos

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llevaba al centro. Normalmente nos hubiéramos ido caminando, pero con la señora no podíamos hacerlo. Tomamos el camión y nos bajamos en el Famoso Casino de Montecarlo, donde no me dejaron entrar por mi vestimenta poco formal (shorts, playera y tenis). A Orietta y a su mamá si las dejaron entrar y yo me fui a un tugurio que está enfrente, donde sí me dejaron entrar. Me despelucaron la exorbitante cantidad de 10 dólares en las máquinas tragamonedas y ya no pedí la revancha. Ni modo, yo que le había prometido a Orietta que con lo que ganara en el casino le iba a comprar un yate como los que vimos en el atracadero. Después de mi fracaso en el juego, caminamos por el centro de Mónaco que es tan bonito y cuidado como el área del castillo, realmente Montecarlo te invita a regresar.

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Niza.

Ya terminando la tarde regresamos a Niza.

La noche la pasamos vagabundeando por la parte norte y suroeste de Niza, dejando el centro para recorrerlo de día.

Yo ya había estado dos veces en Niza que es como Acapulco o Cancún, con su avenida costera, hoteles, tiendas y lo demás.

Al día siguiente, el tiempo estuvo buenísimo, no como para meternos al mar, pues todavía hacia frio, pero caminamos tranquilamente por la playa y el centro, con sus callejuelas llenas de comercios de

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curiosidades, donde te diviertes viendo la arquitectura, la gente, las tiendas, aunque no compres, la señora sí que compraba y yo pensaba: si así compra desde ahora, ¡qué equipaje se va a llevar!, Pero nos la pasamos bien toda la mañana. El problema fue en la tarde. Nuestro plan era tomar un tren que nos dejaría en 15 minutos en la frontera con Italia y de ahí, 10 minutos después tomar otro a Génova y de allí había varios que iban a Florencia. En Niza tomamos el tren, pero se paró a la mitad como media hora así que cuando llegamos a la conexión, el tren para Génova ya se había ido. Tomamos un tren para Milán y para variar también llegó tarde, después de las 11 de la noche.

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Milán.

En Milán, perdimos el tren a Florencia y ya no había otro hasta el día siguiente. Al llegar a Milán, las oficinas de turismo y de hoteles ya estaban cerradas así que dejé a Orietta y a su mamá en la estación y salí a buscar hotel.

Era la primera vez que estaba en Milán así que ni idea tenía de hacia dónde caminar, pero mi intuición mochilera me llevó hacia un hotel no muy caro y regresé por ellas.

Al día siguiente les dije que, ya que estábamos en Milán, debíamos cuando menos conocer el Duomo, la Catedral de Milán, que es famosísima. En otras ocasiones que estuve en Europa, siempre que pasaba mi tren por Milán me decía: lo único famoso de Milán son el Duomo y la última cena de Leonardo da Vinci y me seguía de frente pues las alternativas eran: Florencia, Venezia o Roma. Cuando llegamos al Duomo, me arrepentí de no haberme detenido antes. Ahora estoy

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convencido de que el Duomo de Milán es la más hermosa de las catedrales góticas. Antes ese lugar, para mí, lo ocupaba la catedral de Colonia.

La arquitectura del duomo es impresionante: sus vitrales, en cantidad y belleza, superan a todas las que he visto. Ahora no tengo dudas, la catedral gótica más hermosa es la de Milán. Debo regresar para admirarla con más calma.

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Catedral de Milán

En la tarde salimos para Florencia y los siguientes dos días los dedicamos a pasear a la señora por “nuestra ciudad”, y desde luego hizo más compras.

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Fuimos a Siena y es bonito, creo que ya lo describí en una carta anterior. Conserva mucho de medieval y aun cuando está tan cerca de Florencia, es diferente, y es que, durante el renacimiento, en Florencia modificaron todos los palacios y las iglesias así que solo ves vestigios góticos en uno que otro rincón.

Cuando se integró Italia en 1862 un grupo de urbanistas de Milán vinieron a Florencia y tiraron todo lo “viejo”, llevándose entre las patas lo poco medieval que quedaba. En Siena sí se salvó mucho.

Le dijimos a la señora que le íbamos a comprar un pan delicioso que habíamos comimos la vez pasada que estuvimos en Siena, pero no lo encontramos en la panadería, preguntamos y nos dijeron que solo lo hacían en octubre, como en México el pan de muertos. Ni modo le quedamos mal a la mamá de Orietta.

Por cierto, atrás de la catedral de Siena hay una iglesia en la que la pared del frente, atrás

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del altar, es como nicho, todo curvo, y tiene un fresco con un manejo de la perspectiva increíble. Tiene pintadas, a los lados columnas y si te acercas, por un lado, ves la columna del otro lado que se inclina hacia ti y la de tu lado se ve derecha. Si te vas para el otro lado se endereza la columna, pero la otra, que antes se veía derecha, se ve inclinada. Si te paras en el centro muy cerca del altar, ves las dos columnas inclinadas hacia ti y las figuras están deformes. Si te vas alejando por el centro empiezas a ver cómo se van enderezando las columnas y las figuras van tomando su forma hasta que llegas a un punto en donde todo queda en su lugar. Orietta quiso entender ese uso de la perspectiva, pero mejor lo dejó para leerlo en alguna parte y comprenderlo más fácil. Esto yo ya lo había visto hace muchos años en algunas iglesias de Roma, pero entonces yo no sabía mucho de perspectiva. Ahora que ya sé algo, me impresionó más, pero tampoco lo entendí.

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Roma.

El 9 fuimos a Roma. Cuando nos acercamos al Vaticano les dije que si nos perdíamos, nos veíamos en el obelisco que se encuentra en el centro de la plaza, pero no pudimos entrar ni a la plaza ni a la basílica de San Pedro porque había una ceremonia del jubileo afuera de la basílica, inclusive el Papa estaba ahí afuera, así que estaban bloqueados todos los accesos. Entonces dijimos: no nos alejemos unos de otros. Lo bueno fue que el museo vaticano sí estaba

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Plaza central de Siena.

abierto y vi, por primera vez, la capilla Sixtina totalmente restaurada, ya con el juicio final descubierto. La había visto, hace 25 años, sin restaurar, con el cocharme de siglos, y entonces me pareció sublime. Ahora no puedo describir lo que sentí, es inenarrable. ¡Qué belleza! espero que pronto puedan verla. Los vigilantes periódicamente pedían silencio el cual se hacía solo un instante y recomenzaba a crecer el murmullo. Como si de veras pudieras, ante tanta belleza, permanecer en silencio si vas con alguien. Vimos, también ya restaurada, la escuela de Atenas de Rafael. Desde luego la Mamá de Orietta hizo más compras Solo estuvimos un día en Roma, pero valió inmensamente la pena. Después vamos a regresar, ya solos, con más calma.

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Regresamos a Florencia y la señora, hizo más compras.

Al día siguiente, después de mostrarle nuevamente “nuestra ciudad”, salimos para Suiza. Lucerna.

Llegamos a Lucerna donde dimos un paseo en el barco que le da la vuelta al lago, y en una de las escalas, nos bajamos para subir, en el funicular, a una montaña desde donde se domina una gran parte de los Alpes, que estaban nevados. Yo no había subido antes y el panorama es increíblemente bello ya que ves, todo el horizonte, hasta donde se pierde la vista, lleno de picos nevados.

En el balcón hay un dibujo de todas las montañas que se divisan desde el observatorio, con los nombres de cada montaña que se vislumbra.

Yo le tomé una foto a la mamá de Orietta, con el fondo de las montañas y le dije que se aprendiera los nombres de las montañas y

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que cuando enseñáramos la foto, Ella nos debería identificar cada una de las montañas. Obviamente ni me peló.

Vista de los Alpes Suizos Montreux. De Lucerna, en la noche fuimos a Montreux, que está cerca de Lausana, hacia el lado de la Suiza francesa. Llegamos en la noche y como en Milán, estaban cerradas las oficinas de turismo así que nos salimos de la estación y caminando por la orilla del lago, encontramos un restaurante mexicano. Resultó que la esposa del dueño había vivido

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en México y conocía algo de la cocina mexicana. No le preguntamos detalles de su estancia en México por respeto a su nuevo marido, pero nos indicaron un hotel cercano y “barato”. Llegamos al hotel y nos quedamos. Al día siguiente, yo me salí a vagabundear mientras las damas se arreglaban, y Montreux, resultó como una tarjeta postal. Es más, ni las tarjetas postales que venden en los puestos reflejan la enorme belleza de Montreux. Está el lago que no es muy ancho, y en la orilla opuesta que, como les digo, no está lejos, suben los montes altísimos, o sea que uno se ve rodeado de altísimos montes nevados. Verdaderamente es como un cromo de calendario.

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Obviamente, las damas se fueron a comprar y obviamente yo seguí husmeando por la belleza de Montreaux. Lausana.

Ya entrada la tarde fuimos a patalear por Lausana unas 5 horas ya que el tren a París salía en la noche y recorrimos el centro histórico que es bonito, pero después de venir de Lucerna y Montreux, no te parece muy especial. Debemos regresar con más tiempo.

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Montreaux

Llegamos a París en la mañana y pensábamos ir a Londres, pero la señora ya se sentía muy cansada y no quiso ir. Brujas. Fuimos a Brujas un día. Aun cuando llovía a ratos, para mí fue otro mundo, como tantos otros mundos que me encuentro en Europa con solo recorrer un corto trecho. Caminas y caminas calles como de una aldea medieval, perfectamente conservada, son calles como de cuento, pero ahí están, con su plaza central, sus canales, todo es de sueño.

Debido a que la lluvia nos estuvo limitando, deberemos regresar cuando haga mejor clima.

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París. En París fuimos a los lugares turísticos obligados, para la mamá de Orietta: torre, arco del triunfo, barrio latino, río Sena, Montmartre, compras de perfumes y gaderitas en la rue de Rívoli. Fuimos al museo d’Orsay y no alcanzamos a ver a los posts impresionistas más que de paso porque la mamá de Orietta ya estaba agotada. En fin, dije, ya regresaremos.

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Plaza central de Brujas

Montmartre

Al día siguiente fuimos al Louvre. Como siempre, se nos acabó el tiempo y, para no variar, nos echaron fuera a las seis. Cuando empezaron a avisar que en media hora cerrarían, muy a nuestro pesar, nos saltamos a Brueghel, Ingres, La tour, Rubens y nos fuimos directamente a ver a Rembrandt y a Vermeer. En fin, dije, ya regresaremos.

La señora se fue el día 17 y nos quedamos en París hasta el 20.

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Cuando se fue la Mamá de Orietta dijimos: ahora sí ya vamos a poder ver todo más tranquilos. Pero el lunes no abren los museos, así que lo dedicamos andar de patas de perro por todo París.

El martes, ya pudimos ir al museo de arte moderno en el George Pompidou. Yo pensé que me iba a hartar de ver Dalis, Chagales, Modiglianis, Picassos y nada que casi solo hay muestras de cada uno, bueno de Picasso si hay más.

Ahí vi el cuadro azul de Ives Klein el cual, solo lo había visto en fotos, en las que se veía un cuadro de un azul parejo, y yo pensaba que era una tomada de pelo, pero al verlo de frente, pude admirar sus matices y entonces dije ¡chapeau!

Fuimos al museo Marmotan o Monet. Qué museo tan hermoso pareciera que fue diseñado especialmente para los cuadros de

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lirios de Monet. En ningún lugar podrían admirarse mejor. Cuando vengan visítenlo. Ahora, que ya conocemos relativamente bien los museos principales, ya podemos empezar a ver otros museos menos famosos.

Fuimos al museo Rodín y desde luego me tomé otra foto más, entrando por la puerta del infierno que es una maravilla de escultura. Al verla tan bella, no pude menos que lamentar el que Rodín nunca la vio fundida en bronce pues nunca consiguió el presupuesto para hacerlo y solo dejó el molde de arcilla. Para variar ya iban a cerrar y nos corrieron, no pude ver las esculturas de Camile Claudel, aunque en México, hace como dos años, hubo una exposición bastante extensa de ella. En fin, dije, ya regresaremos Bueno, todo esto fue el resumen del recorrido de diciembre.

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Enero

La noche de año nuevo, la pasamos en casa de una amiga italiana que hizo una reunión con sus amigos artistas y nos la pasamos bien platicando en italiano con los italianos, ya que ahora lo hablamos aceptablemente. Aquí no acostumbran el abrazo de año nuevo, pero de todos modos se los dimos. Cuando salimos como a las dos de la mañana, las calles estaban llenas de italianos, muchísimos muchachos y muchachas.

Eso sí, todas las calles estaban tapizadas de vidrios de botellas, parece que las rompieron a las 12 de la noche. Nos cuentan que anteriormente la gente lanzaba por la ventana las cosas que ya no les servían, pero ahora ya está prohibido. Todo era alegría y también había bastante borrachera. Tengo que pasar otro año nuevo en Florencia y ese sí me lo voy a pasar en las calles.

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Orietta retomó sus clases de pintura ahora con una maestra particular con la cual está aplicando la técnica que usaron los pintores del renacimiento como Rafael y especialmente Tiziano, algo como tempera, óleo y huevo que tiene un acabado más grueso y el cuadro que pintó, me ha gustado muchísimo. Ahora comenzó uno de Rafael que se llama La Madona dell’impannata, además de otros cuatro que también está pintando.

En la primera escuela a la que llegó, solo está tomando las clases de fresco y de escultura.

Empezó dibujo en otra escuela cuya sede principal está en Canadá y resultó buena. A esta va todas las mañanas.

También empezó en otra escuela un curso de vitral artístico y parece que resultó una escuela buena. Va a aprender a hacer

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vitrales como los de las catedrales. Espero que siga como va.

Así que como ven, anda como loca con las cuatro escuelas, pero está contenta porque está aprendiendo muchas cosas nuevas. Inicia a las 8:30 de la mañana en diferentes escuelas y termina en la de vitrales a las 11:00 de la noche.

Yo por mi parte sigo con mi libro de Vasari, husmeando por toda Florencia. Estoy en un curso de italiano y tratando de traducir poemeros al italiano. Pienso buscar un trabajo para alternar cotidianamente con italianos y poder dominar el idioma.

Ahora nos preparamos para ir al carnaval de Venezia los días 24 y 25 de febrero. Vamos a hacer nuestras máscaras, y la mía, desde luego, será de Fauno. Luego les cuento como nos fue. Todo este mes ha sido de trabajo para Orietta y para mí, de divino vagabundeo.

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Bueno, me despido de enero y saludos a todos por allá.

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Febrero Nosotros estamos bien, aunque con mucho frío. Desde noviembre, que empezó el frío, tenemos que salir a la calle con ropa térmica, chamarra de pluma y bufanda, porque el frío está perro. Creo que está más canijo que el que sentí en el invierno de Paris hace 25 años. ¿O ustedes creen que sea porque entonces tenía 24 años?

Este mes ha sido relativamente tranquilo en cuanto a viajes, pues Orietta va a las diferentes escuelas todo el día, de las 9 de la mañana a las 11 de la noche, así que el fin de semana apenas si salimos por aquí cerca.

Fuimos a Prato que está a 5 minutos de Florencia. Es el clásico pueblo de Italia que vemos en las películas con sus callejuelas, su placita central con una fuente en el centro, su palacio del ayuntamiento y su iglesia pero

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esta, tiene un pulpito externo, frente a la plaza, eso no lo había visto.

Desde luego, en la iglesia guardan una reliquia, como en toda Europa, pero esta no es cualquier reliquia, es ni más ni menos que el cinturón de lana de la virgen María, que en el momento de la asunción se la dejó a Santo Tomás y que el abuelo de un lugareño le dijo a su nieto, antes de morir, que él la tenía. El nieto se lo reveló a los curas y ahora la “Sacra cintola della Madona” se encuentra en la iglesia de Prato. Aquí sucedió algo curioso, al mediodía, las calles estaban vacías y de pronto se llenaron de gente, como que todos estaban comiendo en su casa y luego salieron a bajar la comida.

Tal vez es la costumbre como en nuestros pueblos en los que todavía se conserva la costumbre de ir los domingos a la plaza central a dar vueltas alrededor del quiosco. Algo así debe ser, voy a preguntarlo a algún amigo italiano.

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Plaza de Prato

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Carnaval de Venezia. Salimos poco en febrero, pero nos desquitamos con el carnaval de Venezia.

Fuimos al carnaval de Venezia con una amiga. No alcanzamos a hacer las máscaras así que compré en Florencia dos antifaces, por si no encontrábamos algo accesible en Venezia. Compramos los boletos de tren, de ida y vuelta, con un mes de anticipación y con reservación de lugares porque suponíamos que se llenarían todos los trenes, ya que una vez que no se trabajó en viernes, quisimos ir a Venezia y todos los trenes estaban atascados, después de ver partir tres, desistimos de ir en esa ocasión. Para el carnaval también fue así. Los trenes iban llenos y la gente se abalanzaba para subir, cosa que no nos preocupó ya que cuando subimos,

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reclamamos nuestros lugares que teníamos reservados. Llegamos el sábado 24 muy de mañana, y hacía muchísimo frío, afortunadamente sin lluvia. El carnaval está más bien organizado por la tradición y por la gente, porque de parte de las autoridades municipales solo está el mantenimiento del orden. Había un mundo de gente en las calles, muchísimas con disfraces ingeniosos como, por ejemplo: Un grupo de diablas y diablos con un cardenal; una manada de vacas con un carnicero; una bailadora de vientre, que, por el frío que hacía, en diez minutos debe haber quedado como estatua; un gusano formado por varios muchachos, al estilo de los dragones chinos; un condón; un franciscano que iba del brazo de una cortesana; y muchas, muchas parejas con vestimentas de diferentes épocas. En fin, había arañas, ranas, abejas, tigrillas, y todos los etcéteras que se puedan imaginar.

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El hotel estaba cerca de la estación, así que dejamos las cosas en la recepción, porque el cuarto estaría libre hasta las dos, y nos fuimos caminando hacia la plaza de san Marcos divirtiéndonos con todo lo que veíamos.

Cuando ya estábamos en la plaza de San Marcos, tuvimos que regresar al hotel para que nos respetaran la reservación ya que también los hoteles estaban llenos. Cuando entramos al cuarto, Cintia, la amiga con la que íbamos, nos dijo que nos fuéramos solos porque a Ella le había entrado una crisis de migraña, empezó a vomitar y casi no podía tenerse en pie. Orietta sintió que sería una mala onda que nos fuéramos y la dejáramos como estaba. Yo sí me vi mala onda y me salí a dar una vuelta como de dos horas. Anduve caminando por los callejoncitos y los puentes que conozco, apartados del

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sendero turístico común y pensé nuevamente, que me gustaría pasarme dos meses en Venezia, para recorrer sin prisa todos sus rincones y sentarme por horas en algunos a escribir. Así de bella me parece.

Cuando regresé, Cintia no se había mejorado y hasta había llorado, así que comí una torta con Orietta. Me volví a ver mala onda y de nuevo me largué a la calle. Me fui a la plaza de san Marcos, pero esta vez me fui en el vaporeto. Cuando llegué, ya era de noche, hacía tanto frío que pensé en regresarme pronto para cubrirme mejor, pero al entrar a la plaza, vi que estaban vendiendo vino tinto caliente, nunca lo había visto; me compré un vaso y santo remedio, se me quitó instantáneamente el frío. La plaza, que es como de medio zócalo, se había convertido en una enorme pista de baile. En un extremo había un templete y un animador estaba invitando a la gente a bailar ya que la música del sonido local era

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apropiada para bailar. Como cuando sales de una fiesta y tienes que cruzar la pista de baile, y te tienes que cuidar constantemente de codazos y pisotones, así yo tenía que esquivar a los que bailaban en TODA la plaza. Muchos de ellos y Ellas con una botella de vino en una mano.

Me acerqué al templete y cuando estaba viendo al animador y a los que bailaban, un italiano bien borracho andaba queriendo abrazar a una muchacha que estaba junto a mí. Ella con media botella de vino en la mano nomás decía riendo: “no capito, no capito”, pero bien que entendía porque ya la había oído hablar en italiano con una amiga que parecía que ya había ligado. Se deshizo de él, pero solo fue por dos minutos porque pronto regresó el italiano y va de nuevo. Entonces entré al quite y le dije al italiano que era mi novia y Ella dijo que sí. Entonces me felicitó por tener una novia tan linda (no sé cómo supo pues la muchacha traía

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mascara) y se fue. La muchacha me dio las gracias y seguimos viendo el espectáculo. Como había quedado de cenar con Orietta y ya eran las 10 de la noche, me di la vuelta para irme y la muchacha me dijo: “come te ne andassi se sei il mio ragazzo” como te vas si eres mi novio. Yo nomás me reí y le dije que solo iba por algo y regresaba. Todavía le dije: ¿sí me esperas verdad?, Y me dijo que sí. Y sí, sí, hui cobardemente y la dejé como a Penélope. Atravesé toda la plaza evadiendo parejas, me compré otro vino tinto caliente y tomé el vaporeto de regreso al hotel.

Salí a cenar con Orietta cerca del hotel ya que Cintia se había tranquilizado y se había quedado dormida.

Al otro día Cintia ya se había repuesto y confesó que había tomado una medicina que no conocía y que tal vez eso fue lo que le causó la crisis.

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Yo me bañé rápido y para variar me salí de pata de perro mientras las damas se arreglaban. Vi a muchos muchachos y muchachas con cara de desvelados y con la mochila al hombro, algunos solo traían el sleeping en una bolsa. Seguramente en algún momento la plaza, de pista de baile, se convirtió en dormitorio. Pero eso sí, ellos tenían en la cara una mezcla de pecado y alegría.

Orietta anduvo de diaboleta, ya que le compré una peluca pelirroja con cuernos, que le quedó muy bien (por lo de diaboleta, no por los cuernos, que conste). Yo no compré nada porque no había ninguna mascara de fauno que era la que yo me quería hacer y anduve con la máscara que compré en Florencia.

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Nos fuimos los tres caminando otra vez hacia plaza de san Marcos sacando fotos,

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Carnaval en la Plaza de San Marco

muy divertidos, con decirles que al final fueron más de 100, claro que algunas fueron repetidas ya que no faltaba el que se atravesaba cuando la sacabas y va de nuevo. Había muchos que iban tan bien disfrazados, que la gente los detenía para la foto, y se veía que ellos a eso iban. Apenas hoy las mandamos a revelar, pero nos las entregan hasta el lunes en la tarde.

Increíble, pero en el maremágnum nos encontramos a una amiga de Florencia, nos saludamos y rápidamente nos perdimos nuevamente.

Se ve que, en este carnaval, la mañana es familiar y la tarde, y la noche es de reventón. Orietta me decía: qué tal si nos encontramos a tu novia y se enoja.

Lo que sí se sentía que faltaba era música por las calles, yo creo que, si una tienda en cada calle pusiera, aunque sea una grabadora, el ambiente crecería una

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enormidad. Si esto fuera en verano, yo pienso que podría superar al de Río de Janeiro, pero si ahorita, este carnaval, está al borde del caos, en verano sería imposible. En fin, estuvo de maravilla. Si vuelvo a estar por acá en estas fechas, seguro que regreso.

Nuestro tren salió a las seis de la tarde y se llenó. Hasta en los pasillos venía gente sentada. Le voy a preguntar a la compañera de Orietta como le fue, porque Ella salía en el último tren del día y sin reservación.

Bueno hasta aquí terminan nuestras peripecias del carnaval de Venezia.

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Marzo

El frio duró de noviembre a febrero, pero finalmente está subiendo la temperatura. En la primera quincena de marzo, llegamos a estar, varios días, hasta a 18°C y lo más bajo fue de 10. Ya se puede salir a la calle sin chamarra, tan solo con playera y sudadera. Algunas muchachas ya se atreven a ponerse falda corta. Aquí, en la Toscana, y en general en el norte de Italia, son de piel muy blanca y los ojos muy azules, aun las que no son güeras, Conforme vas yendo hacia el sur, la piel y el cabello empiezan a tornarse menos claros sin llegar, desde luego, a ser morenas. De Roma para abajo ya de plano son diferentes; Se ve inclusive en las costumbres, debido a la influencia del prolongado dominio español sobre el reino de Nápoles y la consiguiente mestización a la que, los españoles, fueron muy afectos.

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Este mes fue relativamente calmado. Solo fuimos juntos a: Arezzo y a la Riviera Italiana, que es la continuación de lo que es la costa azul de Francia. Conocimos Porto fino, santa Margarita Liguria y Cinque terre. Arezzo es un pueblo grande, donde se encuentran unos frescos de Piero de la Francesca, que no vimos, porque estuvo lloviendo casi todo el tiempo y tuvimos que detenernos constantemente para no mojarnos mucho, y cuando al final del recorrido llegamos a la iglesia donde se encuentran los frescos, ya estaba cerrada. Ni modo, dijimos, ya regresaremos. Pero el pueblo es bonito, como los de las películas: con su placita rodeada de edificios - de no más de 4 pisos, claro -, su estatua, su torre, y su fuentecita. Como era sábado, al mediodía las calles estaban desiertas. Parecía un pueblo fantasma, pero a las cuatro de la tarde, que se llenan las calles de gente. Eran los italianos que salieron a dar su paseo del

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sábado. Esto ya nos había pasado en Prato: las calles vacías y de pronto se llenaron de gente. Creo que es una costumbre en toda Italia o por lo menos de la Toscana. Aun cuando todavía hace frío para meternos al mar, fuimos a la Riviera Italiana porque unas compañeras de Orietta ya tenían que regresar y solo les quedaba un fin de semana. Como iba a haber huelga de trenes, rentamos un carro por el fin de semana ya que una amiga italiana de Orietta se ofreció a rentarlo y manejar pero pagado por nosotros. Salimos el sábado a las tres de la tarde porque la amiga tenía que trabajar en la mañana y nos fuimos hasta Porto fino, que está treinta kilómetros antes de Génova, ya que es muy famoso por ser punto de escala de cruceros. Yo esperaba ver playas grandes y bonitas, pero en realidad es solo el puertito rodeado por el malecón y la playita pareciera que no tiene más de 2 km de largo. Pero eso sí, será chiquito, pero es muy bonito, las

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casas que rodean el malecón son, también, como de película italiana. No crean que tiene las grandes construcciones lujosas, así que se conserva muy típico. Desde que conocí Europa, tengo el ritual meter los pies al Mediterráneo cada vez que lo veo en una nueva región así que me quité los zapatos y caminé por la orilla un rato.

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Pensábamos regresar a Cinque terre a dormir, pero como ya era tarde, decidimos quedarnos a dormir ahí, pero nos dijeron que era muy caro y que, en Margarita Liguria, que está como a 5 Km, era mucho más barato y aceptamos el consejo por razones de tanto pe$o. Por la noche vagamos por Margarita Liguria.

Al otro día, nos fuimos a Cinque terre que son 5 pueblos de la Riviera italiana, pero solo visitamos dos: Monterosso y Riomaggiore. La primera es la más accesible y tiene una playa bastante

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grande y agradable, pero no nos metimos al mar porque, como les decía, todavía no hace calor. Pero eso sí, nuevamente me quité los zapatos y caminé por la orilla del Mediterráneo un rato.

Monterosso

Riomaggiore lo que tiene es un acantilado y las olas rompen contra las paredes con mucho ímpetu y el espectáculo es violentamente fascinante. Orietta tomó como mil fotos de las olas rompiendo porque tiene ganas de pintar algo de mar.

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En mis correrías por Florencia, pasaba por agencias de colocaciones y veía que buscaban gente con conocimientos de COBOL y CICS, que es lo que yo conozco bien. Un día que pasé por Man Power, me metí, llené una solicitud con mi CV. Inmediatamente me enviaron a un banco. Me entrevisté con el director de sistemas y de entrada me preguntó que, por qué con mi experiencia, iba a pedir trabajo de programador. Le dije que no conocía bien el idioma y me contestó “nos estamos entendiendo bien”. Le pregunté si

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necesitaban gente con mis conocimientos por el cambio de moneda de Liras a Euros y me dijo que sí. Le comenté la experiencia que yo había tenido en México con el cambio de moneda de pesos viejos a pesos nuevos, le hablé de la metodología que utilizamos y como lo habíamos hecho para hacer el cambio y las situaciones que se suscitaron en los días previos y siguientes a la implementación. Entonces me dijo usted ya vivió lo que nosotros nos estamos imaginando, lo quiero aquí el lunes (era viernes) y lo quiero para que nos ayude a coordinar el proyecto, no como programador. Regresé a Man Power y les dije que el lunes me presentaba, pero me dijeron que primero debían conseguir el permiso de trabajo, que ellos me llamaban. El jueves me dijeron que no se había podido conseguir el permiso. Se lo comenté a Sergei, un ruso que iba a la misma escuela de italiano que yo y me dijo que debía ir directamente a la empresa como lo hacía él que era Biofísico. Me preguntó

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¿cuántos biofísicos italianos crees que haya, en Italia, cuantos se habrán quedado en Italia y cuantos en Florencia? Como conmigo, la empresa a la que vayas va a ir al departamento del laboro y les van a preguntar por qué no contratan a un italiano, ellos van a contestar que debido a la demanda en Europa por el cambio de moneda no hay suficientes italianos con tus conocimientos. Inmediatamente, como sucede conmigo, van a poner el sello. Le comenté esto a Orietta y me dijo que Ella había venido por un año. De aceptar el trabajo, yo debería permanecer, mínimo, en el 2001, seis meses más. Yo pensé, no venimos por necesidad, venimos a divertirnos y, por Ella, lo dejé por la paz.

Por cierto, Sergei me contó que él estaba en Chernóbil cuando estalló el reactor nuclear e inmediatamente sacaron a todos los trabajadores y a sus familias del área de peligro. Ya fuera del área reunieron a los

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trabajadores y les dijeron que había instalaciones específicas y que, si no se desactivaban, la catástrofe sería incalculable. Necesitaban voluntarios que conocieran esas instalaciones para hacerlo, también les dijeron que los que fueran seguramente iban a morir a mediano plazo. Solo dos de los trabajadores que podían hacerlo no se ofrecieron. Él no conocía esas instalaciones así que no tuvo que enfrentarse al dilema. Me contó que también a los bomberos que entraron se les advirtió que probablemente, como sucedió, morirían a corto o mediano plazo. Es terrible, pero culturalmente nutriente, escucharlo de alguien que estuvo ahí, escuchar tantos detalles y ver su rostro angustiante al contarlo.

Nunca, nunca voy a olvidar a Serguei.

Déjenme decirles que una amiga, la que se enfermó en Venezia, me ofreció un trabajo “horrible”. Se trata de dejar tarjetas: en

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museos, hoteles, internet, cajeros, donde se pueda; y distribuirlas entre los turistas gringos; ofreciendo un servicio de llamadas por cobrar a Estados Unidos con atención por operadora. Pero “lo feo” es que el trabajo, no es en Florencia. Tengo que viajar por Italia, excepto Roma y Venezia. Así que como, ya se imaginarán, debo ir a Siena, Miláno, Trieste, Nápoles, la Riviera italiana, incluyendo desde luego Génova y San Remo, la costa del adriático, etc., etc., etc. y más etc. Con todos los gastos pagados. Ya “tuve que ir” a: Milano, Bologna, Siena y Assisi, “a trabajar”. Esta semana iré a la Riviera Italiana (Génova, San remo, Cinque terre y Livorno).

Me despido, porque tengo que hacer el plan de “trabajo” para la Riviera. Ciao Bambini. Abril Recuento del mes de abril.

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Este mes ha sido de viajes por motivo de “trabajo” . He ido a Génova, Siena, Assisi, Livorno, Pisa, Milano, San Gimignano, ¡¡QUÉ FASTIDIO!!

A San Gimignano fui con Orietta. Es un pueblo totalmente medieval. Aquí no hay mezcla de estilos. Todas las fachadas de las casas se conservan en piedra o ladrillo, ya que en el perímetro de la ciudad amurallada no permiten ninguna restauración que cambie el aire medieval. Nuevamente sientes una sensación extraña al conocer algo nuevo. En Siena vi muchísimos rincones medievales, en Asissi más, pero en San Gimignano TODO es medieval, solo falta que la gente vista como en aquella época. Europa no deja de sorprenderme a cada momento.

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Assisi

Tenía que ir a Assís. la ciudad de San Francisco, por “trabajo”, Yo ya había ido una vez y le dije a Orietta que tenía que ir a ver a Giotto y me acompañó. Es una ciudad, muy blanca y con fuerte sabor medieval, ya que cualquier arreglo que se realice debe conservar ese estilo. Es fascinante caminar por toda ella. Iniciamos la visita por la Basílica de San Francisco con la tumba del Santo, los inenarrables frescos de Giotto de la vida de

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San Francisco. Recordé que Anna, una compañera de Orietta, nos dijo que cuando niña, la llevaron a Assisi y cuando vio los murales de Giotto, decidió que iba a ser artista. Y ahí, frente a Giotto, entendí el llamado del arte. Caminar por Assísi, de la Basílica a la Iglesia de Santa Clara, que fue contemporánea y seguidora de San Francisco es un recorrido inolvidable.

Cuando vengan a Italia, no dejen de ir.

Vista de Assisi

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Basílica de San Francisco

El trabajo en Génova fue muy corto, solo tuve tiempo de disfrutar de paso los lugares de la estación al centro, entrando en los hoteles que veía al paso y dejando tarjeas en los estantes de propaganda que están en las recepciones. Solo admirando al paso la ciudad de Colón, viendo lugares interesantes

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sin detenerme mucho. Bueno dije, ya regresaré.

En Livorno, no encontré algo especial, si bien es la parte final de la Riviera italiana, también es puerto mercante.

A Pisa fui nuevamente con Orietta, al recorrido obligado al centro con la Catedral y desde luego la torre que diseñaron unos arquitectos “seguramente durante una altamar de alcohol” .

En Milano, nuevamente, no pude entrar a ver la última cena de Leonardo, pero nuevamente y nunca voy a dejar de extasiarme con la Piazza del Duomo y su Catedral por su exterior e interior es algo infinitamente fascinante.

A Siena ya la describí anteriormente, la recorrí y la recorreré siempre con el mismo entusiasmo de la primera vez.

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Sé que quedan muchos rincones que descubrir. La segunda quincena de abril, nuevamente vino la mamá de Orietta y nuevamente nos llevamos muy bien. Yo no pude ir a recibirla a París, que fue a donde llegó, ya que tenía “trabajo”, tenía que ir a la Riviera italiana. Llegó a París con una infección en la parte izquierda de la cara y al segundo día se le cerró el ojo derecho de la hinchazón. No se le veía el ojo para nada. Orietta se asustó mucho y se vino directo a Florencia sin ir a todos los lugares que habíamos planeado. Llegaron a las 8 de la noche y cuando la vi, yo también me asusté e inmediatamente fuimos al puesto de socorro para turistas que está frente a la catedral. Cuando la vieron, ni la revisaron e inmediatamente la mandaron a la clínica de oftalmología. La revisaron los doctores y nos dijeron que dejara las medicinas que traía de México y le dieron otras. La citaron para tres días después y

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afortunadamente se mejoró relativamente rápido, pues a los tres días ya pudo abrir bien los ojos y, desde luego, salir de compras, pero perdió una semana de vacaciones.

Como estaba bastante mejorada, ya pudieron salir de Florencia, pero, aquí en Italia, solo fueron a Pisa y Venezia.

Como la señora se iba el lunes 30, se fueron el jueves en la noche a Suiza y visitaron Luzerna y yo salí el sábado en la noche para encontrarlas en París.

Anduvimos de nuevo en París solo el domingo y lunes, pero, aunque fuera solo un minuto, París es único. El domingo Orietta y su mamá se quedaron en la vía de Rívoli para comprar perfumes y regalitos mientras yo, en las tres horas que me dieron, me fui a recorrer las calles por las que caminaba cotidianamente, cuando viví en parís hace veinticinco años. Como esta vez iba solo, pude pararme donde quise, a tratar de recordar lugares. Muchos

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ahí estaban y otros los recordaba solo al verlos.

Me fui por la Madeleine, Boulevard des Italiens, des Capucines, Poissonniere, llegué a la Rue du sentier, calle donde vivía, pero el edificio ya no está, solo queda la fachada del portón, ahora adentro está una construcción de mucho vidrio oscuro. Ni modo, ya no podrán poner una placa indicando que yo viví en ese lugar.

Pasé por la rue Saint Denise, ahora ya está remozada, llena de cabaretitos, sex shops, pero desde luego continúan las damas, como en antaño, enseñando y ofreciendo sus encantos.

Pasé por el conjunto renovado de Les halls para regresar a la rue de Rívoli a encontrar a Orietta. Fue un recorrido verdaderamente reconfortante. Lleno de mis ayeres.

Luego caminamos por los jardines de las tullerías, que por cierto tardaron 3 años en remodelarlos y el resultado no es como para

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que hubieran tardado tanto, pero sí están bonitos. Fuimos a Montmartre y después a Montparnasse a ver un mercado de arte que se pone todos los domingos, como el jardín del arte en Sullivan, solo que aquí están en un camellón ancho y a los lados hay como localitos, donde exponen sus obras los artistas y claro encuentras de todo. Queríamos más o menos ver que están haciendo ahora, pero está muy dirigido a la venta rápida al turista. Después nos fuimos al barrio latino a comer y hemos comido, la señora y yo, un boeuf a la Bourguignon que era una delicia, claro acompañado de un vino francés.

El lunes se fue la señora y como todos los museos estaban cerrados, fuimos a vagabundear por el barrio latino, a comer un kebab y al jardín de Luxemburgo. En la noche tomamos el tren de regreso a Florencia.

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Mayo

Carta que cuenta de las peripecias que les acaecieron a la galante Caballera y a su gracioso escudero durante el mes de mayo del año de la toma del zócalo por las tropas del sureste mexicano.

Viajes y más viajes, ¡¡que fastidio!!

Como en el “trabajo” me cambiaron las funciones, ya casi no salgo de viaje entre semana, así que hemos estado viajando solo los fines de semana. Este mes les tocó gozar de nuestra presencia a: Sicilia, Pompeya, Budapest, Praga, Viena y nuevamente Venezia.

Primero fuimos a Sicilia a gozar del sol caliente que ya no recordábamos. En el tren venía un matrimonio de sicilianos, se portaron muy amables con nosotros y todo el tiempo nos estuvieron contando de Sicilia y sus costumbres, criticaron a los del

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norte, que no los quieren porque tienen mucha familia, nos recomendaron algunas comidas y nosotros les mencionamos los nopales que, por la ventana del tren, veíamos en abundancia, les dijimos que eran deliciosos y nos dijeron que ellos también los comían, pero se referían a las tunas. Cuando les dijimos que nosotros nos referíamos a las pencas dijeron que ellos no las comían. Les dijimos como debían de prepararlos y la señora dijo que los iba a preparar.

Llegamos a Palermo en la mañana del sábado ya que salimos de Florencia en la noche del viernes y dormimos en el tren. Y que creen, que el sábado y la mañana del domingo estuvo lloviznando y haciendo viento en Palermo, pero eso no nos detuvo para vagabundear. En la oficina de turismo de la estación, conseguimos hotel en Palermo en donde nos recomendaron no descuidar bolsas, carteras y cámaras.

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Dejamos las cosas en el hotel y vámonos a la calle. En Palermo se ven construcciones de chile, de dulce y de manteca, lo mismo ves una construcción bizantina que una románica, una moderna de cristal y al lado una renacentista; pero todo está muy descuidado. Si lo cuidaran, aún con tanto contraste se vería muy bonita. Ahorita solo se ve interesante. Andábamos visitando los lugares que se recomendaban, cuando vimos una iglesia al fondo de una calle y nos enfilamos. Resultó ser el barrio bravo de Palermo y una amiga que iba con nosotros se puso muy nerviosa y por no salirnos en la primera calle ya que vio a la mitad de la cuadra, a unas personas que le dieron mala espina. Nos seguimos de frente y lo único que hicimos fue meternos al centro del barrio. A mí y a Orietta no nos dio temor ya que eran las 12 del día y había mercado, todo lleno de gente,

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pero la amiga si se tensó demasiado; escondió la cámara, el plano y todo lo que nos denunciara como turistas. Después de veinte minutos, salimos por el otro lado y a Cynthia le volvió la vida. En realidad, era un barrio como el centro del D.F. pero con ropa tendida en los balcones. Aquí vimos algunas de las señoras de película: fodongas y vestidas de negro, pero no crean que había muchas, las señoras italianas ya se cuidan más. Las personas aquí son menos blancas que en el norte y un poco más narizonas, pero igualmente tienen buen porte. Preguntamos por la playa y nos dijeron que mejor fuéramos a Mondelo, cerca de Palermo. El domingo a medio día fuimos a Mondelo que es un puerto turístico que está como a 20 km. de Palermo. Este puerto es un nuevo desarrollo turístico, por lo tanto, tiene todo para consentir al turista: calles, tiendas, hoteles, restaurantes, lanchas, etc.

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Ahí, metí nuevamente los pies al Mediterráneo. Aquí no se ve nada de la Sicilia típica. Este es un pueblo moderno, dirigido al turismo. Cuando ya salíamos de regreso a Florencia, en la estación de Palermo, vimos lo fuerte que son los lazos de familia en Sicilia. Enfrente de nuestra ventanilla del tren, había una familia despidiendo a alguien del compartimiento contiguo y vimos a señoras y muchachas llorando, pero también vimos señores maduros y muchachos llorando, abiertamente llorando. Nosotros nos estábamos divirtiendo, identificando a los parientes e identificando: al padre, a la madre, a la novia, a los hermanos y dedujimos cuales eran los tíos que también lloraban. Yo me levanté para ir al baño y ver a quien estaban despidiendo y cuando recorrí el tren me di cuenta de que, en todo el andén se estaba repitiendo la misma escena. Había muchísimas familias en la estación despidiendo a muchos

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muchachos y las escenas de llanto se repetían por doquier. Por el corte de cabello corto pensamos que se trataba del servicio militar y así fue, nos lo confirmó un cura franciscano que se subió en nuestro compartimiento. Cuando preguntamos por cuánto tiempo se iban, nos dijo que por tres meses y las malvadas de Orietta y Cynthia soltaron la carcajada, él y un muchacho que venía con él, medio se sacaron de honda, pero ya después cambió de tema y nos contó cómo era la vida de los franciscanos y hay nos la llevamos hasta que se bajó en Mesina. Yo desde luego antes le puse una trampa Teológica, y cayó redondito, pero le perdoné la conciencia, porque Orietta se iba a apenar y no se trataba de eso.

Fue muy interesante ver esas escenas de lazos familiares.

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Budapest. Una semana después fuimos a Budapest.

Como siempre, en la noche del viernes nos fuimos a Viena y llegando en la mañana inmediatamente, salimos para Hungría. Llegamos a Budapest como a las 12 del día. Ya en el tren nos habían ofrecido hotel y como estaba a buen precio además de muy bien situado pues lo aceptamos, así que, llegando, los mismos del hotel, nos mandaron en taxi al hotel con una pareja de gringos sin cobrarnos, y a la una ya andábamos de pata de perro.

Resulta que Budapest está formado por dos ciudades que se encuentran una a cada lado del río Danubio, una se llama Buda y la otra Pest.

Pest, que fue a donde llegamos, es una ciudad relativamente más moderna que Buda, ya que en 1848 hubo una terrible

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inundación que prácticamente arrasó la ciudad. Así en Pest, todas las construcciones son de ese año para acá, pero eso sí, los arquitectos se lucieron haciendo diferentes estilos en un mismo edificio, así que ves dos pisos en estilo románico y el remate en bizantino Veneziano y así por el estilo, pero, fíjense que se ven bien. A lo mejor me dicen que estoy loco, pero a mí me gustaron mucho. Están en plena obra de restauración de los edificios por toda la ciudad, pues se ven muchos que se ve que son preciosos, pero están muy ennegrecidos, pero los están limpiando poco a poco. Hay algunos a los que se ve que no les quitaron la mugre y solo los pintaron y en cachitos donde se cayó la pintura se ve la mugre, pero así están logrando rápidamente poner a la ciudad atractiva para el turismo. No sé qué tanto les pueda afectar a futuro. La gente de la calle es amable, no se desviven por atenderte como los alemanes, pero cuando necesitas algo se hacen

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entender para ayudarte, pero la gente de las tiendas, restaurantes, taxis, heladerías es muy amable y ya se hacen entender en inglés. Se ve que le están echando muchas ganas para captar turismo. En la noche la gente salió a pasear y todos iban muy trajeados y no se veía que fueran de fiesta, simplemente estaban paseando.

Los precios son de regalo, casi como en México, así que comimos en restaurantes buenos y nos salió más barato que una comida de pizza en Florencia. Yo comí una sopa Gulash y un chuchut que eran una delicia; Orietta comió un arroz con salchichas tan rico y abundante que le dio coraje no podérselo acabar.

Buda conserva estilos más añejos pues como está en la parte alta, no le afectó la inundación. El domingo se lo dedicamos a Buda y si Pest nos gustó mucho, Buda nos dio más aún de lo que esperábamos.

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En la segunda guerra mundial Buda fue devastada por los nazis cuando se retiraron. Con decirles que del barrio del castillo solo quedaron cuatro edificios como de 170 que eran, pero, como en todos los países de Europa del este, la ciudad fue reconstruida en base a los planos y fotografías que se tenían. Así que podemos verla casi como era antes de la destrucción. No sucede como en Alemania occidental que fue reconstruida sin respetar el estilo alemán y sus ciudades son de estilo moderno. Aquí hay varias fuentes en forma de cascada, una, la de San Gerardo, está adosada al costado de la subida al castillo y es en forma de cascada como de 40 metros de altura y como el agua resbala sobre la ladera del cerro, en las paredes ha aparecido una variadísima flora de musgos y plantitas pequeñas que le dan un aspecto muy fresco, o así nos pareció debido al calor que estaba haciendo. Entramos a la Basílica de San Esteban a la hora de la misa. Está decorada con estucos dorados muy al estilo italiano pero lo que

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nos llamó la atención fue que, los feligreses iban muy arreglados, ellos de traje y Ellas de vestido muy elegante y al igual que la noche anterior, no iban de fiesta, no había boda o algo por el estilo, simplemente así visten, supongo que solo en el fin de semana. Lo que no se vieron, fueron familias completas como sucede en México en la misa de 10 u 11. Solo había gente mayor y algunos niños, los jóvenes brillaban por su ausencia. Por cierto, los chavos en general no visten tan desatrampados como en otras partes, pocos y pocas son los que andan enseñando sus tatuajes y alfileteados por todos lados. Aquí la gente en general es blanca, de ojos claros y cabello castaño, muchas pelirrojas, pero ¡sí que son guapas! Caminamos por el área del centro histórico de Buda, con su castillo, iglesias y miradores desde donde se contempla todo Pest. En fin, ya mejor verán las fotos que tomamos.

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Budapest

Praga. La semana siguiente fue de Praga.

De Praga que les podemos decir... su colorido es como de película de Walt Disney, TODAS las casas bellísimas, bien pintaditas de colores pastel y esto es en toda la ciudad, no solamente el centro histórico. Va uno caminando por calles y calles de sueño. Sin lugar a duda, es una de las ciudades más bellas de Europa y desde hoy le diremos a todo el mundo: NO DEJES DE VISITAR PRAGA; así es de encantadora. Cada calle, cada esquina, cada rincón te deja extasiado robándote el corazón. Si bien ya me habían dicho que Praga era bonita, nunca me imaginé que fuera tan bella.

Su puente es el más bello e interesante que he conocido. Debo regresar a verlo con más calma y sensibilidad.

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Subimos al castillo y desde que íbamos subiendo, me entró una emoción extraña. Recordé aquella novela de Kafka “El castillo” y me vi en el lugar que él relata. Recordé como describió las callejuelas y eran las mismas por las que yo estaba caminando. Recordé como describe la vista del castillo y ahí estaba yo, viendo lo mismo. Llegué a la casa donde habitó y recordé como describe la calle y la casa del personaje de su novela, en las proximidades del castillo. Sí, Kafka describió su ciudad y su barrio en esa novela. Qué bello, que bello.

En fin, no podría describir la inmensidad de la belleza de Praga sin darle su justa dimensión, solo viéndola se puede comprender. Otra de las bellezas de Praga son sus gentes. Son blancos y tienen el cabello castaño más oscuro que en Hungría, pero también abundan las cabelleras negras con los ojos

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azules. Son gentes realmente bellas y guapas. Aquí ya se ven más muchachos destrampados, aunque no tantos como en otras partes de Europa. Todos están conscientes de que el turismo les está beneficiando, con decirles que las tiendas del centro cierran a las once y doce de la noche Todos son muy amables aun los que no tienen nada que ver con el turismo. Los precios, también aquí, son de regalo, cenamos en un restaurante en la plaza central con poco dinero. Por cierto, yo siempre supe que en Checoslovaquia hacían una cerveza llamada Pilsner, que estaba considerada como la mejor del mundo, pero en la época socialista, no se vendía fuera de aquí, así que cuando la vi, me acordé de lo anterior y lo primero que hice fue pedir una y esta vez sí respondió a la fama, es la cerveza más rica que he probado, con decirles que cuando nos fuimos me llevé cuatro botes de a litro para Florencia.

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Después, a las diez de la noche fuimos a una tienda a comprar algunos souvenirs, pero poco antes de las once salimos rápido de la tienda para ver en el centro, el reloj astronómico en el que canta un gallo, se mueven unas figuritas y al final una calavera termina representando el final del tiempo con la muerte. Cuando llegamos ya había un mundo de gente esperando, dieron las once y no pasó nada. Ya nomás se oyeron murmullos, después risas y unos niños, parece que de alguna escuela, se pusieron a bailar y cantar seguramente para que los turistas no nos fuéramos murmurando cosas.

Después de este fiasco nos regresamos a la tienda, porque como ya les dije, las de la zona más turística, cierran muy tarde

Les repito: solo viendo Praga entenderán lo que quisiera describirles y que nunca lo podré hacer como lo siento.

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Plaza de praga con reloj atronómico
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Nuevamente Venezia,

El siguiente fin de semana, le tocó a Venezia el privilegio de nuestra presencia. Como ya habíamos ido, en este viaje, seis o siete veces a Venezia, esta vez decidimos dedicarle tiempo a conocer los alrededores, esto es a: Murano y Burano. Como seguimos siendo igual de previsores que siempre, no reservamos ni tren ni hotel, así que el primer tren se nos fue porque no había lugar y el segundo, como salía de aquí nos subimos en cuanto lo pusieron en el andén y así sí nos pudimos ir. Llegando a Venezia, había una cola enorme para reservar hotel en la oficina de turismo y decidimos irnos caminando hacia la plaza de San Marcos y en el camino buscar hotel y nada que encontrábamos, pero íbamos disfrutando Venezia como siempre. Nunca nos hastiaremos de admirarla ni ella terminará de sorprendernos a cada vuelta de

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la esquina. Como siempre, estaba bellísima y con un sol radiante. Llegamos a San Marco y no habíamos encontrado hotel como lo buscábamos, bueno, bonito y BARATO. Ahí tomamos el vaporeto para ir a Murano, pero cuando hizo escala en el Lido vimos muchos hoteles y decidimos bajarnos para ver si conseguíamos uno y de paso echarle una ojeada y resultó que sí encontramos hotel bueno, bonito y barato, y que el Lido es bellísimo. Es la parte turística moderna de Venezia tiene su avenida costera muy amplia, de camellón y bordeada de hoteles, restaurantes y tiendas; todo dedicado al turismo. Caminamos hasta la parte opuesta a la laguna de Venezia, la que da al mar Adriático y ahí están las playas, de arena fina y aguas azules, limpias y desde luego con las damas tomando el sol en topless. Nos dieron muchas ganas de meternos, pero como Orietta no llevaba su bikini y no es aficionada al nudismo, nos quedamos con

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las ganas, pero yo, como siempre, mojé mis pies en el mediterráneo. Como seguramente regresaremos pronto a recorrer todos los museos, nos resignarnos. Regresamos al muelle y retomamos el vaporeto pero esta vez, para ir a Burano y luego iríamos a Murano. Desde que nos íbamos acercando a Burano, nos quedamos sorprendidos, todas las casas están bien pintaditas, como en Praga, pero de colores fuertes, la diferencia desde luego es que aquí son casitas y es un pueblito como de quince cuadras, supongo que el municipio les ayuda con la pintura porque esto no lo habíamos visto en toda Europa, ni siquiera en Brujas donde todas las casas también están bien cuidaditas; y aquí, todas, pero todas las casas están bien pintadas. Nos gustó tanto que se nos fue el tiempo en recorrer todo el pueblo, viendo sus casas y sus tiendas de bordados, que es lo famoso de Burano. Por cierto, que el campanario de su iglesia está inclinado como la torre de Pisa. Se ve

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desde que uno se va acercando en el vaporeto, e inmediatamente empiezan los murmullos de la gente y se empieza a oír el clic de las cámaras. Como se nos hizo tarde decidimos comer ahí y dejar Murano para el día siguiente. Después de comer, comenzamos a ver a muchas señoras y señores, sentados en sus sillas afuera de sus casas, platicando y viendo pasar a la gente. Esto no lo vimos ni en Sicilia. Me acordé de Guadalajara, cuando era pequeño; la gente, en la tarde, sacaba sus equipales a la calle y hacía lo mismo que aquí. Nos fuimos de Burano cuando ya era de noche, llenos de contento y regresamos al Lido a pasar la noche.

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Rincones de Burano

Al otro día, tempranito, fuimos a Murano. Yo, antes, ya había ido a Murano y no me había impresionado, pero, pensé que, ahora con Orietta, tal vez, sería diferente. Después de Burano esperábamos con impaciencia lo que nos depararía, pero nada,

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Murano está muy descuidado y con tiendas vendiendo artículos de vidrio. Entramos a una fábrica de artículos de vidrio para ver como lo hacen y fue interesante, pero nada que no haya visto en México con el vidrio soplado. Bueno para que seguir, Murano me decepcionó nuevamente.

Regresamos como a la una, a la Venezia clásica y nuevamente a extasiarnos con su belleza. Paseamos, nuevamente por sus canales y sus rincones lejanos del corredor turístico y ya poco antes del anochecer, regresamos a la estación para regresar a Florencia.

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Bueno esto es el relato del mes de mayo. Ya veremos que nos depara junio.

Amigos, nos despedimos deseando que la vida los trate tan bonito como a nosotros nos trató mayo. Besos y abrazos a todos. Viajes y más viajes, ¡que fastidio!

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Junio

Este mes nos aburrimos en: Sorrento, Positano, Capri, Pompeya, la región del chianti, nuevamente París, Rímini, Pesaro, Zúrich, Luzerna y Berna.

La primera semana fuimos a la región de Nápoles. Llegamos a Nápoles y en la oficina de turismo de la estación, pedimos información de la zona y cuando nos la dieron nos preguntaron si ya teníamos hotel, porque todo estaba lleno; les dijimos que llevábamos la dirección de un hotel en Positano y se ofrecieron a llamar, como no traíamos el teléfono, ellos lo investigaron y llamaron para hacer la reservación y que bueno porque cuando llegamos ya no había lugar y es que se trata de un hotel enorme con solo 4 habitaciones. Nos dieron las indicaciones de cómo llegar y tomamos el metro trans vesubiano que en

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realidad es un tren suburbano que va por todas las poblaciones del golfo de Nápoles hasta Sorrento, de ahí debíamos tomar un autobús que nos llevaría a Positano.

Cuando llegamos a Sorrento, lo primero que vimos al salir de la estación fue el monumento a Ernesto de Curtis el compositor de la canción “Torna a Sorrento” que fue el que hizo que el mundo supiera que Sorrento existe. Ya sabrán Sorrento está hecho para el turismo, es bonito, pero poco típico italiano, con sus calles llenas de tiendas, restaurantes y hoteles. Sus playas son chiquitas, realmente nada del otro mundo. Sí, Sorrento le debe mucho al compositor. Ya en la tarde nos fuimos a Positano en el autobús que va costeando, pero como a cien metros de altura o a mí eso me parecía, porque la carretera, que no es muy ancha, va bordeando el acantilado. Al lado derecho de la carretera, que es del lado del autobús en el

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que íbamos, la pared cae casi a plomo hasta el mar así que el panorama es maravilloso, pero en cada curva, el autobús se acercaba al borde, y se nos ponían los pelos de punta; pero al fin, después de una hora, llegamos sanos y salvos.

Positano Positano, está enclavado en una pendiente que termina en el mar y el camión nos dejó hasta arriba, así que con las indicaciones que nos dieron en la oficina de turismo para llegar al hotel, emprendimos el descenso por la calle, admirando el panorama: al fondo el mar de un azul turquesa, hacia abajo las casitas, el caminito, va descendiendo curveando la bahía de un lado al otro, así que en frente siempre ves las casas del otro lado de la bahía que bajan como en cascada ya que ninguna está al mismo nivel que la de atrás. Así, a la mitad de la bajada encontramos el hotelito. Dejamos las cosas y vámonos de patas de perro. Bajamos

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buscando un restaurante pues ya ladrábamos de hambre y después de veinte minutos, sin decidirnos, llegamos hasta la playa y ahí comimos en un restaurante frente al mar. Una pasta, un vino, el anochecer y la luna llena reflejándose en el mar calmaron nuestra hambre y acariciaron nuestro espíritu.

Ya después, regresamos con más calma viendo todas las tiendas y varias galerías que nos parecieron muchas para el tamaño del lugar. Hay una enorme cantidad de hoteles, en ninguna otra ciudad hay tantos con respecto al número de casas. Se ve que son tan pequeños como el que encontramos. Es un lugar de mucho turismo de descanso porque las dos playas que hay son pequeñas.

Regresamos al hotel en la noche y ya estaba la dueña, una señora como de setenta años, muy amable que nos invitó un licor de limón preparado por Ella y lo tomamos en la terraza que tiene una vista preciosa: enfrente se veía una cascada de casas iluminadas de luces multicolores y a la derecha el mar con

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la luna llena. Nos preguntó cómo habíamos sabido de su hotel y le dijimos que una amiga que había estado tres meses antes nos lo había recomendado. La señora nos dijo que alguna vez estuvo en una guía de Europa pero que después lo habían quitado. También nos platicó que hace como treinta años una pintora canadiense llegó a Positano y puso una escuela de pintura para extranjeros que tuvo mucho auge pues venía gente de todo el mundo y los estudiantes que no tenían muchos recursos se hospedaban en su casa y dejaban a sus niños a su cuidado, así pasaron muchos años hasta que murió la pintora y la escuela desapareció, a pesar de que varios alumnos que se quedaron en Positano, trataron de conservarla. Tal vez por eso es por lo que hay tantas galerías. Al quedarse sin los alumnos que llegaban regularmente a su casa, acondicionó la casa como hotel y nos platicaba que frecuentemente regresan los antiguos alumnos que ahora ya son gente mayor o los hijos de estos que cuando, eran pequeños,

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los dejaban a su cuidado mientras sus papás estaban en la escuela y la quieren mucho. Realmente se veía que disfrutaba recordando esos ayeres porque se iluminaba su la mirada cuando nos lo contaba. Entre la plática y el paisaje nos pasamos una velada agradable.

Al otro día desayunamos en la misma terraza disfrutando el panorama ahora de la mañana y salimos de nuevo hacia la playa para tomar la lancha que nos llevaría a Capri, ya que, preferimos regresar por mar para no regresar por el acantilado. Nuevamente la señora se portó amable e investigó por teléfono los horarios de salida de las lanchas.

Ya desde la lancha vimos la fascinación de Positano de frente, desde el mar y tomamos algunas fotos de este también bello ángulo.

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Llegamos a Capri.

Ya antes la habíamos visitado y recorrido toda la isla a pie, así que nos dedicamos solo a recorrer la playa y tomar fotos de sus aguas cristalinas durante tres horas, antes de salir, en el trans vesubiano, para Pompeya.

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Pompeya

Pompeya fue sepultada por la ceniza ardiente de una erupción del Vesubio, el cual se ve imponente, enorme y amenazador frente a la ciudad. Después de esto nadie regresó a tratar de rescatar la ciudad ya que siete años antes había sido destruida por un terremoto y los romanos, lo tomaron como una mala advertencia de los dioses. No trataron de construir otra ciudad sobre el lugar o aprovechar el material para otras construcciones. Simplemente fue sepultada y olvidada. Cuando se descubrieron sus restos, en el siglo XIX, comenzaron a desenterrarla sin modificar nada. Ahora ya se han recuperado como quince cuadras de largo por diez de ancho, todos los techos se perdieron excepto los de unos baños públicos que se resistieron al desastre.

Así que ahora podemos caminar por toda una ciudad romana antigua, como era, sin modificaciones. Muchísimas casas

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conservan la decoración de sus muros, los mosaicos de sus pisos y las fuentes de sus jardines. Esto es único en el mundo ya que, en muchos sitios arqueológicos, vemos que esto es del periodo fulano y esto otro es del periodo zutano. Aquí no, aquí de golpe se detuvo el reloj.

La única casa que están restaurando completamente, poniendo piso, techos y escaleras, es un burdel en el que, en las paredes, hay muchas pinturas de diversas posiciones sexuales. Supongo que atraerá a más turistas que si restauraran el ágora.

Esta fue la tercera vez que estuve en Pompeya. Redescubrí sus murales con mi nueva forma de ver la pintura. Caminé por la antigua ciudad de la Roma clásica, sus casas, sus patios, bebí de sus fuentes y nuevamente me envolvió su magia de tiempo detenido.

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Salimos de Pompeya para regresar a la estación de ferrocarriles de Nápoles, y tomamos nuevamente el Trans vesubiano que iba lleno de muchachos y muchachas de menos de veinte años de edad, que hablaban en un dialecto que no entendí completamente por más que paraba la oreja y es que aquí en Italia la gente habla el

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italiano y el dialecto propio de cada región; y los muchachos, que iban hablando en napolitano, regresaban de la playa así que muchas traían la parte superior del bikini sin blusa Las muchachas de aquí son menos bonitas pero más guapas que en el norte; no tienen el concepto de belleza Barbi, aquí son caderoncitas, llenitas y muchas hasta lonjuditas al estilo Rubens y sin inhibiciones ya que traen sus blusas cortas aunque no tengan el vientre plano.

El Chianti. La siguiente semana, unos amigos italianos nos invitaron a recorrer el Chianti que es la región que está entre Florencia y Siena y es donde se produce el vino más famoso de Italia precisamente llamado chianti. El recorrido fue en el carro de los amigos y visitamos varios pueblitos a los que solo se puede llegar en carro pues no pasa el tren y admiramos nuevamente la belleza del

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paisaje de la Toscana en verano, su verde intenso, sus cipreses, sus viñedos con racimos de uvas nacientes, aún inmaduras. Fuimos a: Tavarnelle, Barberino, Poggibonssi, todos son pueblitos pequeños, de unas cuantas cuadras. Aquí se ven los tallercitos de las artesanías que luego vemos en Florencia, pero a precios mucho más altos. Seguimos a la abadía abandonada de San Galgano, que no tiene techo desde hace siglos. Vimos una espada incrustada en una piedra. Desde que nos lo contaron yo pensé en retratarme jalando la espada, pero cuando llegamos resultó que está protegida por un vidrio. Seguramente la protegieron de otros ociosos como yo que siempre hacían lo mismo que yo pensaba hacer. Comimos en una tabernita del camino: pan, jamón serrano y vino del Chianti. Vimos a un cetrero que tenía en su brazo a un halcón y de pronto le quitó su capucha y lo lanzó al aire. El halcón remontó el vuelo y

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se alejó bastante, pero al no encontrar alguna presa regreso al brazo del cetrero.

El paisaje de la Toscana es diferente porque está lleno de cipreses que crecen por donde quiera y le dan una vista realmente diferente y bonita. Las vides ya estaban grandes pero las uvas apenas estaban brotando. Cuentan que, este año, la cosecha no va a ser muy buena debido a las lluvias de febrero y marzo, y el frío que se prolongó un poco más que de costumbre. Dicen que el chianti de este año no será muy bueno.

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Con nuestros amigos Barbara y Luigi

Unos gansos defendiendo su territorio nos corretearon

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Suiza. La semana siguiente fuimos a Suiza y esta vez, nos acompañó nuevamente Cintia. Llegamos a Zúrich y como era temprano, todas las tiendas estaban cerradas, así que solo pudieron ver los aparadores y se tuvieron que aguantar las ganas de comprar. Como tantas ciudades europeas Zúrich también está cruzada por un río que, en este caso, desemboca en un lago. Nos fuimos a dar una vuelta por el lago en barco, que hace paradas en varios pueblitos, pero como empezó a llover no nos bajamos en todos, además de que solo teníamos medio día para Zúrich. El paisaje es como en Luzerna, el lago limpio como solo se ven en Suiza y bordeado de casitas, de esas como de calendario, en grupo o aisladas; con sus techos muy inclinados para que, en invierno, la nieve no se acumule. Bueno, están irresistibles para la foto. Nos bajamos en uno de los pueblitos que se veía muy bonito desde el barco y resultó que solo el primer bloque de casas está en clásico estilo suizo

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pues las siguientes cuadras ya eran construcciones modernas así que solo estuvimos media hora y tomamos el siguiente barco que pasó. De vuelta en Zúrich, nos regresamos a la estación por el otro lado del río, que es más bonito que el anterior, que de por sí es bonito, pero en este lado sus calles son más antiguas y sus casitas más bonitas con muchas fachadas con graffito, que no es como el graffiti, que conocemos en México de paredes pintadas. Aquí el graffito es una técnica del fresco, en la que ponen en la pared dos o tres capas de aplanado con material de diferente color y después van rayando la pared descubriendo las diferentes capas y formando en esta forma figuras que quedan con el color de la capa de aplanado que descubrieron. Así pues, por toda la ciudad encuentras fachadas con: leones, lobos, osos, guardias de castillos, reyes y princesas, artesanos trabajando, y muchas otras figuras. Es una técnica de fresco que también aprendió Orietta y piensa practicar en México.

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En toda Suiza, muchas casas tienen este decorado y les dan un aspecto especial a sus ciudades. Ya para esas horas los suizos andaban por las calles y la ciudad estaba más animada, así que disfrutamos de las calles adornadas por su gente.

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En la tarde nos fuimos a Luzerna y llegando conseguimos hotel, dejamos las mochilas y nuevamente a la calle. Orietta tenía el encargo de unas navajas y un reloj del ejército suizo, así que fuimos a buscarlas ya sabíamos a qué calle ir y nos dirigimos para allá, pero las tiendas ya estaban cerradas, y Orietta se acordó de otra tienda medio escondida que se sabía, de otra ocasión que había estado en Luzerna con su mamá, y la encontramos abierta. Ahí compró las navajas y el reloj y hasta les grabaron los nombres en las navajas.

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Fue la quinta vez que estuve en Luzerna y fue la quinta vez que me fascinó. Caminamos en la noche por sus calles y recordé que nunca me había quedado una noche en Luzerna pues siempre había tomado como base a Berna y solo iba y regresaba a dormir a Berna. Disfruté mucho ese simple caminar por sus calles en la noche, sin rumbo fijo, admirando los graffitos de sus fachadas, iluminadas por una luna menguante pero suficiente. Lo reconfortante de esta velada me ha hecho ver que debo considerar pasar una noche en las ciudades en las que no lo he hecho. Cenamos un fondue realmente superior, como solo los he comido en Suiza. Al otro día anduvimos caminando. Chachareamos en un mercadito de domingo y Cintia le ganó a Orietta unas campanitas muy bonitas que ahí costaron 7 coronas y en las tiendas costaban 30. Luego seguimos por los puentes, en uno hay muchos cuadros con escenas de la vida cotidiana del medioevo, pero en todos, uno

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de los personajes es un esqueleto a forma de recordatorio de la brevedad de la vida.

Orietta y yo, ya los habíamos visto antes, en otros viajes, y como a Cintia no le interesaron mucho recorrimos el puente rápido.

Por la tarde nos fuimos a Berna y cuando llegamos estaba lloviznando así que nos pusimos nuestros impermeables y nos fuimos por la calle central que al igual que Zúrich y Lucerna tiene muchas fachadas

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decoradas, pero aquí, de tramo en tramo, hay fuentecitas de figuras coloreadas. Llegamos al final de la calle donde tienen, en una fosa, unos osos, que son el símbolo de Berna, pero como estaba lloviendo no pelaban a los turistas que les daban de comer pedacitos de manzana o de zanahoria que venden en una tienda vecina, pero más bien creo que ya estaban satisfechos porque el hambre es canija, aún con lluvia.

No pudimos hacer mucho debido a la lluvia, pero los panoramas que se ven desde sus puentes son de primera. Desde luego nos divertimos y para no variar, tomamos muchas fotos. Ya en la noche tomamos el tren de regreso a Florencia.

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París nuevamente. El plan de la semana siguiente era: salir el viernes en la noche para París y temprano, hacer conexión para ir a Londres en el tren que cruza por abajo del canal de la mancha. Quedamos de ver en la estación del tren a una amiga que conoció Orietta en la escuela de Florencia y que ahora estaba estudiando en París. Ella había quedado de investigar lo del boleto y nada. Llegamos en tiempo, pero cuando quisimos comprar el boleto resultó que era carísimo y nos recomendaron ir a una agencia, especial para este tipo de tren y que ahí nos darían opciones mucho más baratas comprando el boleto con anticipación. Así que decidimos quedarnos en París todo el fin de semana, cosa que a mí me agradó muchísimo. Fuimos a la oficina de turismo y de ahí nos mandaron a otra oficina y compramos los boletos a Londres con tres semanas de anticipación y ya nos salieron a un precio muchísimo más decente.

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De aquí nos fuimos a Montmartre a ver a los pintores y retratistas, no había nada nuevo desde la última vez que fuimos, claro que esa última vez había sido mes y medio antes, pero la atmosfera de Montmartre siempre me manda a bellas remembranzas. Vagamos y comimos un poco porque a las 5 íbamos a ir a la manifestación anual de los gay. Como a las cuatro y media nos fuimos a la Manifestación. La amiga de Orietta, que creo que está un poco involucrada con esto, ya tenía la ruta que iban a seguir. A Orietta no le gustaba mucho la idea, pero como a Julia y a mí si nos interesaba, se dejó convencer con el argumento de la cultura general. Así que nos dirigimos a la plaza de la República que era a donde iban a llegar y cuando llegamos ya había mucha gente que, como nosotros, iban de curiosos. Nos retiramos un poco de la plaza hasta que encontramos un pedazo de banqueta para sentarnos, ya había “granaderos”, haciendo valla para mantener las calles abiertas y

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cuidar el orden. Cuando se acercaba la vanguardia, los granaderos se separaron de la banqueta y la gente se acercó así que nosotros también nos tuvimos que levantar para acercarnos y empezaron a pasar los carros alegóricos con gays hombres y mujeres, algunos iban de travestis. Recordé a aquel gran amigo al que siempre le pongo una copa de vino, en la mesa de los bares, que era gay y murió de sida.

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Ya que pasaron todos, nos fuimos a la Rue de Rívoli porque Orietta tenía que comprar un reloj para otro de sus hermanos y como ya estaban cerrando la tienda, nos cruzamos al jardín de las tullerías y nos sentamos un rato para descansar las piernas. Sí, es bonito el jardín, pero sigo pensando que cerrarlo tres años para renovarlo fueron muchos para el resultado final.

Giverny. El día siguiente le tocó a la casa de Monet en Giverny. A esta casa, se retiró Monet los últimos veinte años de su vida. Fue aquí donde pintó los cuadros de nenúfares, estanques y puentes que se encuentran en el museo Marmottan. Todavía están el puente, el estanque y los nenúfares que aparecen en tantos de sus cuadros. Te detienes en cualquier rincón de este jardín y te vienen a la memoria muchos de sus cuadros; reconoces el lugar y te envuelve una extraña

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sensación de inter-modernidad. Sí, este lugar se detuvo con Monet y esperó nuestra llegada durante noventa años. El interior de la casa no me impresionó tanto como ese jardín, detenido en el tiempo y en la eternidad de sus cuadros.

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Ya en la tarde, regresamos a París y fuimos al barrio Latino, Notre Dame y al jardín de Luxemburgo que a mí me gusta más que el de las Tullerías, ahí nos sentamos y descansamos un poco las piernas. Hace ocho años, tanto aquí como en el lago de Luzerna, había gaviotas lo que, entonces, me pareció muy raro estando tan lejos del mar, pero esta vez en los dos lados, solo había pajaritos, hurracas y palomas, quien sabe que pasó entonces porque lo de ahora es lo normal.

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En el andador del Sena en la rivera izquierda vimos a unos retratistas que estaban usando una tinta parecida a la de los sellos y la calidad del trabajo es bastante más buena que a lápiz. Le vamos a preguntar a mi sobrino, si conoce algo de esa técnica.

Ya después, nos fuimos a la estación para regresar a Florencia.

Rímini

Por cuestiones de “trabajo” a mediados de mes, tuve que ir a Rímini entre semana a probar que tal era el mercado para las tarjetas en hoteles y Orietta me acompañó. Cuando íbamos en el tren vimos que, como en cinco pueblos antes de llegar a Rímini, había muchos hoteles y muy al fondo, entre las calles, se alcanzaba a ver el mar y se veían sillas y mucha gente en la playa, así que cuando llegamos a Rímini pedimos informes en la oficina de turismo y ahí nos confirmaron que efectivamente la zona turística, se extiende como diez kilómetros

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antes y diez kilómetros después de Rímini y decidí regresarme al principio y comenzar a dejar tarjetas en los hoteles dirigiéndome hacia Rímini.

A medio día nos paramos y decidimos meternos al mar, pero no había lockers con llave para dejar las cosas cámara, pasaportes y euralpass y vimos que rentaban lanchas de pedales así que rentamos una y nos hicimos a la mar con las cosas en la lancha, así ya pudimos nadar sin preocupaciones.

Aquí por fin encontramos en Italia, playas de kilómetros de largo, de arena fina, y de hoteles.

Los precios de la comida son como en toda Italia, pero vimos que el costo de los hoteles es como a la mitad e incluyen los tres alimentos. Enfrente de las playas pusieron rompeolas así que no hay oleaje y el mar es bajísimo estilo Cancún en donde te metes metros y metros y apenas llega el agua a las rodillas, y solo te tapa muy cerca del rompeolas, solo que aquí ni la arena es

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blanca ni el agua tiene el color y la claridad del Caribe. Con la lancha que rentamos, nos íbamos a salir del rompeolas, pero cuando se empezó a sentir el oleaje más fuerte dimos media vuelta y nos regresamos cobardemente a la protección del rompeolas. Hay niños chiquitos jugando por doquier y los papás ni se preocupan por cuidarlos porque saben que en muchos metros no les va a llegar el agua ni a las rodillas. Aquí sí vimos muchísimos niños cosa que no habíamos visto en otra parte de Italia. De pronto se empezaron a vaciar las playas y llegó un momento en que la gente que había en la playa se podía contar fácilmente y es que era hora de comer y como los hoteles tienen las tres comidas incluidas, pues regresaron a sus hoteles. Habíamos alquilado una hora de lancha y nos tardamos dos, cuando entregamos la lancha quisimos pagar la diferencia y nos dijeron que no, que así estaba bien.

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Hace algunos años en las playas de Europa, se veían más trajes de baño completos que bikinis, pero ahora la excepción son los trajes completos, claro que también abundan las que traen su traje de una sola pieza, con los senos al sol. Muchísimas señoras grandes y con una panza de aquellas, traían su bikini y no les daba pena, andaban como si nada, mostrando sus, esas sí, sus vergüenzas.

Como al final solo recorrimos unos cinco kilómetros de playas y hoteles decidí que debíamos regresar a la siguiente semana que era la última que nos quedaba en Italia y así lo hicimos. A la siguiente semana regresamos el martes y miércoles, repetimos lo de rentar la lancha de pedales y se repitió también que estuvimos tres horas y solo nos cobraron dos, repartimos tarjetas en los hoteles de Rímini, pero, aun así, nos faltaron muchos,

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así que ya solo avisé que debían mandar a alguien a cubrir toda la zona.

Buscamos alojamiento en la tarde noche y nos quedamos en Rímini. Nos gustó y disfrutamos mucho Rímini. En la noche vagamos por el corredor turístico, que queda a una cuadra de la playa y disfrutamos su ambiente, más bien italiano que internacional. Nos encantó Rímini de noche.

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Julio Finalmente, salimos de Florencia. Cuando fuimos a cambiar los boletos de regreso, quisimos cambiarlos para el 6 de agosto, ya que la fecha límite era el día 8, pero el día más cercano en el que había lugar era el 24 de Julio y eso nos quitó como doce días más en Europa, pero ni modo ya los repondremos en otra ocasión.

El 1 de julio, dejamos el departamento, pero el día anterior hicimos cuentas con el dueño. Habíamos dado 1,500,000 liras (7,500.00 pesos) como anticipo de renta, y cada mes dábamos 300,000 liras (1,500.00 pesos) como anticipo por el consumo de: gas y agua, y al final, después de ver los medidores, calculamos que quedaban como 2,400,000 liras (12,000.00 pesos) a nuestro favor.

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Considerando las experiencias que había tenido con muchos italianos tranzas, le dije a Orietta que no contáramos con ese dinero para nuestro viaje de julio, pero Ella me dijo que, si no nos lo regresaban, las vacaciones iban a verse seriamente afectadas; pero el dueño se portó decente y nos regresó hasta la última lira y un poquito más, así que las vacaciones estuvieron apretadas pero suficientes. Teníamos 23 días para vagabundear por Europa del norte, así que el itinerario final fue: Salzburgo, Copenhague, Estocolmo, Helsinki, Copenhague, Brujas, Ámsterdam, París, Londres, París, Florencia, y Roma que es de donde salía nuestro avión.

Ya que íbamos a ir a Copenhague, pensamos en ir a San Petersburgo en Rusia y empezamos a investigar lo que necesitábamos por persona: Visas con costo de 160 dólares; hotel mínimo 3 noches 500 dólares; un pago de dizque inscripción de 80

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dólares que se sacaron de la manga en la agencia de viajes; y el trámite tardaba 15 días. Total, que nos costaba 1,400 dólares y además solo quedaban 17 días para que saliéramos de Florencia, así que mejor renunciamos a San Petersburgo.

Nos quedamos a dormir el día primero en la casa de unas amigas, ya que salíamos de Florencia el 2 de Julio en la noche. En la casa de Ellas dejamos casi todo el equipaje, pues para el viaje por el norte de Europa solo llevábamos lo de las mochilas.

Primero nos dirigimos a Salzburgo. Llegamos a las 7:00 de la mañana y dejamos las mochilas en un locker de la estación, pedimos información en la oficina de turismo y nos dieron un plano de la ciudad con los puntos de interés. Íbamos caminando, cuando encontramos a la policía bloqueando un puente, uno de los policías, me hizo la seña de que no se podía pasar y cuando le quise preguntar,

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mostrándole el plano de la ciudad, por dónde me debía ir, en forma amenazadora me indicó que me retirara, yo me quedé sorprendido y encogiéndome de hombros, voltee a ver a otro que parecía de mayor jerarquía, enseñándole el plano de la ciudad que traía en la mano y seguramente entendiendo la estupidez del otro, se acercó y amablemente nos señaló en el plano, por donde debíamos rodear. Más adelante seguimos viendo muchos policías y helicópteros, por toda la ciudad

Nosotros, seguimos el plano y arribamos al centro de la ciudad. La mayoría de las construcciones son de estilo barroco pero muy austero y de un color blanco, hay muchas más en un estilo entre alemán y suizo, con sus techos inclinados y agujas que se proyectan hasta el cielo. Esta es la belleza que me mostró Salzburgo. Desde luego, no se puede caminar por este lugar sin recordar a Mozart. En la calle principal está la casa donde él

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nació. Esta calle, también, con esa embrujante mezcla entre alemán y suizo, la hace diferente a las otras ciudades europeas. Terminamos este recorrido y regresamos a la estación como a las 2 de la tarde y seguimos viendo muchos policías bloqueando las calles, pensamos que habría un partido de futbol, ya que, en Florencia, cuando hay un partido importante, la policía escolta a los aficionados del equipo contrario, de la estación del tren al estadio y de regreso. Al día siguiente vimos en los periódicos que, en la tarde, hubo disturbios muy violentos por una junta de la Unión europea. ¡De la que nos salvamos!

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Calle de Mozart

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Casa en la que Mozart nació.

Ese mediodía, llegamos a Múnich. Nuevamente dejamos las mochilas en un locker e inmediatamente nos fuimos a la Pinacoteca, que era nuestro principal objetivo pues ahora, cuando regresamos a una ciudad que ya conocemos, nos avocamos a museos y a los rincones que no son del turismo clásico.

Nuevamente, como debe de ser, nos echaron de la pinacoteca por tiempo, después de ver a los pintores del barroco alemán.

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Ya que nos corrieron, nos fuimos rodeando la zona turística que ya conocíamos y llegamos hasta el otro extremo sin ver nada interesante pues como en casi todo lo que fue Alemania occidental, lo exterior es nuevo.

Nos metimos a la zona turística clásica para regresar a la estación y disfrutamos nuevamente del precioso barrio turístico de Munich, con sus plazas, y por el tiempo medido que teníamos, no me pude tomar mi tarrote de cerveza en las mesas comunales. Vimos espectáculos callejeros, el final de un concierto al aire libre y un mitin político. En la noche, tomamos el tren hacia Copenhague a donde llegamos en la mañana.

Copenhague Cuando llegamos a Copenhague, toda la estación estaba tapizada de muchachos dormidos, con sus mochilas como almohada,

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casi no se podía caminar. Todos tenían la facha de rockeros y efectivamente, el día anterior había habido un festival de rock en los alrededores y todos estaban esperando que hubiera lugar en los trenes para regresar a sus lugares. Por fortuna, nosotros saldríamos hasta el día siguiente, cuando ya se habrían ido casi todos.

Buscamos hotel pues ya teníamos dos días sin bañarnos, nomás con limpiezas rápidas y por encimita en los baños de los trenes.

En Copenhague están las muchachas más bellas de lo que conozco de Europa. Aquí, predomina el rubio, la variedad de cabello es muy poca pero los rostros son hermosísimos. Orietta opinó que los hombres, ni se les acercan a los italianos. Vimos muchísimas parejas llevando carriolas con sus bebés y muchas eran carriolas dobles, con gemelos. De verdad, había una cantidad impresionante de gemelos.

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La ciudad es bellísima, con ese estilo de las ciudades nórdicas. Fuimos a dar la vuelta a la ciudad, ayudados por el plano que nos dieron en la oficina de turismo. Fuimos hasta el lago donde está la escultura en bronce de la sirenita, que es el símbolo de la ciudad. Me salté las rocas y me tomé la foto junto a la sirenita, palpándole las pompis desde luego, a Orietta no le gustó, pero ya había tomado la foto, misma que después desapareció. Anduvimos caminando todo el día por la ciudad, pero no pudimos ir al museo Vikingo porque estaba fuera de la ciudad y no nos iba a alcanzar el tiempo, pero disfrutamos intensamente nuestro día.

En estas latitudes, en el verano, el día es mucho más largo que la noche. Tomé una foto a las 22 horas y todavía había mucha luz.

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Estocolmo

Al día siguiente, temprano, salimos para Estocolmo a donde llegamos como a las 11 de la mañana. Dejamos las mochilas en un locker y nos fuimos a recorrer el centro histórico, que es la parte donde está el palacio. Estocolmo es parecido a Copenhague, pero a mí me pareció con una leve influencia francesa no sé por qué, a veces algún rincón me lo parecía, pero desde luego tiene el estilo nórdico y me estoy refiriendo solo al centro histórico, ya que, en el resto de la ciudad, retirado del centro, las construcciones son tipo colonia del valle, pero el centro es bello.

Fuimos al cambio de guardia del palacio y esos guardias son lo opuesto a los ingleses. Estos, van platicando mientras marchan, saludan y voltean a verles las pompas a las

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turistas y el parte de novedades, más bien parece un chacoteo. Los y las guardias del palacio, se retratan con los turistas, sonríen y hasta pasan el brazo por el hombro para la foto y desde luego, cuando se aleja la turista le dan su revisada. No más faltaba que les pidieran el teléfono de su hotel. Hasta parecen italianos.

Íbamos por las callecitas bonitas cuando de pronto escuché que estaban tocando “la cárcel de Cananea”, con violines y me dije “por aquí hay unos mexicanos”, pero después escuché otras piezas que no conocía y que, desde luego, nada tenían que ver con México. Cuando llegamos a donde estaba el grupo, todos tenían facha de nórdicos. Quien sabe de dónde sacaron la pieza que después escuché que la tocaron nuevamente y bien, porque yo la iba cantando y no le faltaba ni una nota.

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A las 9 de la noche tomamos el barco que nos llevó a Finlandia.

En el trayecto, a las 12 de la noche, salí a la cubierta y vi que el sol apenas se había ocultado un poco pero no se había hecho de

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noche. Era como se ve en el amanecer poco antes de que salga el sol. Y efectivamente a la 1:30 el sol salió nuevamente. Es lo más cercano que he visto del sol de media noche.

El horizonte desde el barco a las 12 de la noche.

Helsinki

Al otro día, llegamos a Turku que nos habían recomendado mucho, pero en el barco habíamos revisado el itinerario y nos dimos cuenta de que apenas nos alcanzaba el tiempo de regresar a París para ir a Londres

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con los boletos París – Londres, Londres

– París que habíamos reservado tres semanas antes, así que teníamos que decidir entre Turku y Helsinki. Nos fuimos directo a Helsinki y es el error más grande que he cometido en mis, viajes. Helsinki no tiene absolutamente nada de típico, ni siquiera un rinconcito. Todo es tipo siglo XIX o XX, tan solo algunas iglesias, pero de estilo renacentista o Barroco, nada que ver con lo nórdico. ¡Que decepción! Y pensar, que ya mi sobrino y otras dos personas me habían recomendado Turku como algo único. Nada, nada, Helsinki no tiene nada diferente que ofrecer.

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Regresamos en barco a Copenhague y tuvimos como cuatro horas antes de tomar el tren a París, mismas que aprovechamos para admirar nuevamente una parte del centro y vimos a un titiritero que manejaba maravillosamente a una marioneta, lástima que no tuviéramos más tiempo, que si no, nos hubiéramos quedado las horas viéndolo.

En el tren a París, no encontramos camas, así que nos fuimos sentados, y que nos tocan como compañeros de compartimiento una

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Plaza central de Helsinki.

pareja de punks, que, si bien no estaban sucios, sí traían su botella de vodka con coca cola y se pusieron a platicar toda la noche con el que se les paraba enfrente, que no les faltaron, porque el tren iba lleno hasta en los pasillos. Se durmieron hasta las 5 de la mañana. Pensábamos bajarnos en Bruselas para ir a Brujas, pero como el tren casi se vació allí, Orietta decidió que mejor nos siguiéramos hasta París y así dormiríamos un poco.

Llegamos a París y fuimos al hotel que ya habíamos reservado tres semanas antes. Nos bañamos y decidimos ir a conocer algunos de los Castillos de la Loire, pero solo pudimos conocer uno, el de Blois, que fue donde Leonardo pasó sus últimos años. Es interesante, pero es de estilo renacentista italiano y no difiere mucho de los de Italia, aunque es mucho más grande y más histórico, que los de Italia. Yo tenía ganas de conocerlos, bueno ya conocí uno.

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Otra vez, con más tiempo podremos recorrer todo el valle del Loire en carro, que es lo más conveniente.

Castillo de Blois.

Al otro día fuimos a Londres. En París, quedamos de ver a la amiga de Orietta en la estación del norte ya que Ella también tenía boleto para acompañarnos, pero nunca llegó. Así que tomamos el tren que viaja por abajo del canal de la Mancha durante veinte minutos, pero no fue nada especial en cuanto a sensaciones ya que aun cuando es túnel, parece como si estuvieras

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viajando de noche, pero eso sí, en dos horas llegas a Londres. Antes, tenía uno que viajar en tren o camión a Caláis, ahí bajarte y tomar el trasbordador que te llevaría a Dove, ahí nuevamente tomar el tren o el camión para ir a Londres. Esto te tomaba más de 12 horas y ahora, cruzando por abajo el canal de la mancha, te lleva solo dos horas. Llegamos a Londres a las 10:00 y esperamos el siguiente tren para ver si llegaba la amiga, pero nada. Conseguimos hotel en la oficina de turismo de la estación y nos fuimos a instalar. Compramos un plano de Londres que tenía algo de información turística y decía que la National Gallery, que era nuestro objetivo de esta visita a Londres, la cerraban a las 14:00. Así que decidimos dejarla para el día siguiente y nos dedicarnos a vagabundear por Londres el resto del día. Ya sabrán, fuimos a: Palacio de Buckingham, Hyde park, Piccadilly circus, nos sentamos a

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comer por ahí, y cuando pasamos por la National Gallery vimos que cerraban hasta las 7 de la tarde y precisamente estaban dando las 7. Ya nos seguimos de pata de perro por el Soho, que obviamente le dio temor a Orietta, pero lo recorrimos completo. Como ya se acercaba la noche, todos los barecitos se empezaron a poblar de muchachos, y cuando ya era francamente de noche, todos los bares al sur del Soho estaban llenos, inclusive, los muchachos, estaban afuera con su vaso en la mano y en gran plática; lo que nos extrañó fue que no vimos punks, todos estaban vestidos con pantalón normal y camisa. No vimos ningún estrafalario. Ya sé que suena raro, pero así fue, no sabía por qué. Después supimos que ahora la moda eran los hípsters.

Al otro día leímos en los periódicos de Londres que, por donde habíamos andado, más tarde hubo disturbios muy violentos en los que hubo inclusive muertos. Recordamos que, en Salzburgo y en Copenhague también

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hubo motines después de que nos fuimos. Le dije a Orietta que, como Don Juan Tenorio, el escándalo va con nosotros.

Al otro día, tempranito nos fuimos a la National Gallery.

Que puedo decir de la National Gallery, te revuelcas entre Rembrandt, Rubens, Rosetti, Y tantos y tantos otros, que no puedo relatar. La National Gallery presenta, si bien resumidos, al Louvre y al Dorsay de París, aunque enriquecidos por la pintura inglesa. Desde luego, nos echaron del museo a las 7 de la tarde, sin terminar de verlo, pero regresaríamos al día siguiente.

La noche la dedicamos a comer y a vagabundear por otros rincones de Londres.

Al día siguiente, tempranísimo, fuimos al Museo Británico pues yo quería ver el friso del Partenón que mi sobrino me dijo que ya estaba armado de acuerdo con los fragmentos que tenían los ingleses. Me extasié viendo lo que tenían y dejando volar mi imaginación hacia el Partenón.

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Fue sublime ver a Fidias. Espero que alguna vez hagan alguna réplica del Partenón como fue originalmente. No quisiera que tocaran el original que nos envía a otros niveles de sensibilidad. También quise ver la Piedra Roseta y ahí estaba, sublime y llena de evocaciones culturales. Eso era todo lo que reclamaba ver en esta visita al museo británico. Satisfecha esta necesidad, nos fuimos, nuevamente, a la National Gallery. Seguimos viendo el resto de la National Gallery, excepto el ala del renacimiento hacia atrás, que había estado en restauración e iba a ser reabierta dos días después. Ni modo, aun cuando ya los había visto en otros viajes, quería verlos con mi nueva perspectiva. No pude ver la virgen de las rocas, ni la virgen y el niño con santa Ana de Leonardo, ni Venus y Marte, y el nacimiento de Botticelli, ni Uuccello, ni Van Eyck, ni tantos otros que me fascinaron en Florencia.

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Pero sí, en una sala especial en lo que terminaban la restauración de las salas del renacimiento, exhibieron y vi: La alegoría de Venus y cupido de Bronzino, a Brueghel, Carnach, un Greco, Holbein, Miguel Ángel, Rafael, Cena de Emaús de Caravaggio, Murillo, la divina “venus al espejo “de Velásquez, Vermeer, Doña Isabel de Goya, etc. etc. cerrando con los impresionistas. Desde luego, nos volvieron a correr del museo por tiempo, como debe de ser.

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Soho

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Fragmentos del Partenón

Fragmentos del Partenón

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En la noche regresamos a París. Claro que, por la noche, vagabundeamos un poco por esta horrible ciudad. Brujas. Al día siguiente, fuimos a Brujas y la volvimos a recorrer ahora sin lluvia y con mucho sol, y nuevamente me envolvió su encanto de Hansel y Gretel, con todas sus casitas como de nacimiento, como de azúcar.

Ahora sí podíamos gozarla a nuestras anchas, caminarla con calma y sin lluvia, viajamos en lancha por sus canales viendo rincones desde otra perspectiva igualmente bellísima, queríamos ver la Madona de Brujas de Miguel Ángel, pero cuando llegamos a la iglesia donde está la encontramos cerrada. Lástima, porque después de la piedad es la más bella de las madonas que esculpió Miguel Ángel.

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Compramos algunas cosas típicas para regalo.

En un parque me comí unas costillas de cordero a la parrilla que compré en un puesto donde las estaban asando. Nos la pasamos más que bien. Brujas es de las ciudades más bellas de Europa. En fin, creo que ya la describí un poco en una carta anterior, pero si me había fascinado con lluvia, ahora con sol me encantó.

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Ámsterdam. En la noche, nos fuimos a Ámsterdam y conseguimos hotel en la oficina de reservación de hoteles de la estación pues ya era muy tarde para salir a conseguirlo por nuestra cuenta, porque a Orietta le da miedo la noche en lo desconocido, y ya al otro día vimos que hubiéramos podido conseguir

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algo más barato, pero ya estábamos instalados y en muy buen lugar.

Al otro día nos fuimos temprano al Rijksmuseum y nos pasamos todo el día. Vimos con toda calma a: Rembrandt, Hals, Brueghel, Vermeer, en fin, toda la pintura Flamenca, husmeando por sus pinceladas, sus veladuras y sus claroscuros, hasta que, como siempre, nos echaron del museo. Ya en la noche-tarde pues oscurecía a las 22:30, caminamos por Ámsterdam, el mercado de Flores esta vez estaba cerrado no supe porque, solo había un puesto abierto, pero cuando está todo abierto es precioso, porque está a la orilla de un canal y tiene como cien metros de largo, con puestos todos llenos de flores. Tenemos fotos de la vez anterior en que estuvimos allí. Ya en la noche, nos fuimos al hotel pues a Orietta no le dieron ganas de salir porque la ciudad no tiene buena fama de noche, yo le decía que no era para tanto, pero no la convencieron mis argumentos. Yo con el pretexto de

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comprarle una coca cola, me salí un buen rato a vagabundear y cuando regresé le dije que me tardé porque no la encontraba.

Al día siguiente, dejamos el hotel y fuimos a dejar la mochila a la estación y nos fuimos al museo Van Gogh. Yo había visto ese museo hace veinticinco años cuando lo acababan de inaugurar, pero ahora está mejor distribuido. Aquella vez, recuerdo que llegué con mucho entusiasmo al museo y todas las obras estaban colocadas en orden cronológico y comencé a ver los cuadros oscuros de su primera época, estaba sorprendido, solo al final, en sus cuatro últimos años de vida, cuando llegó a París y conoció a los impresionistas, estalló el color que yo conocía de Van Gogh. Ahora están mejor distribuidos y con mi nueva forma de observar la pintura, disfruté, intensamente, también su obra oscura. Vi que, desde antes de su arribo a París, sus pinceladas eran las mismas. En París, solo agregó el colorido del impresionismo. Su

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cuadro: “Los comedores de patatas”, que solo lo conocía en fotografías ya que no recordaba haberlo visto en el museo, de frente adquirió una dimensión extraordinaria.

Pocos, pocos museos hemos disfrutado tanto como éste. Nuevamente en la tarde, nos fuimos a recorrer otra parte de Ámsterdam y vuelta a sorprendernos con sus rincones y desde luego, fuimos a ver las vitrinas que, por cierto, no estaban abundantemente pobladas, para mi decepción y satisfacción de Orietta.

Le pedí a Orietta que posara para una foto junto a una vitrina recargada en la pared con el tacón recargado a la pared. Le dije que podríamos explicar que, como se nos había acabado el dinero, tuvimos que buscar opciones. Pero se negó. En la noche nos fuimos, ¿a dónde creen???

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¡¡ A París, siempre París!!

Con este viaje, se terminó el boleto de tren. Así lo habíamos planeado para permanecer una semana en París y luego viajar a Florencia pagando el boleto.

Llegamos a París el 13 de julio a las 12 de la noche pues yo quería pasar en París un 14 de julio, el aniversario de la revolución francesa.

Cuando llegamos, nos fuimos al hotel en el metro y cuando pasamos por la estación Bastilla, se oía afuera la música, seguramente había baile en la plaza, ganas no me faltaron de bajarme, pero Orietta estaba cansada y nos seguimos al hotel.

Al día siguiente fuimos a los campos Elíseos para ver el desfile, pero estuvo lloviendo muy fuerte y aun cuando llevábamos impermeables, se alcanzaba a permear algo. Como, para no variar, no llegamos temprano, nos tocó como séptima fila y no

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veíamos casi nada así que mejor nos retiramos hacia un techo y solo veíamos pasar las cabezas de los que iban en los tanques, así que, terminado el desfile, la gente se desparramó y nosotros regresamos al hotel para secarnos, calentarnos un poco y esperar a que pasara el aguacero que no se calmaba.

Ya que se fue la lluvia, habíamos quedado de ver a la amiga de Orietta para recorrer varios lugares y rematar en la noche en la torre Eiffel donde estaban programados los fuegos artificiales. Fuimos a la plaza de la concordia pues me habían dicho que todos los años había baile. Pues no hubo nada. Así recorrimos varios lugares sin encontrar un ambiente francamente festivo.

Compramos Queso, pan y vino y nos fuimos al cuarto de la amiga que no llegó a Londres, vivía en un quinto piso y desde su ventana se veía de ladito la torre que está como a cuatro calles. A las once de la noche, comenzaron los fuegos artificiales que realmente estuvieron

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bonitos, unos con una coordinación al estallar que formaban esferas concéntricas perfectas. Ese tipo de fuegos, no los había visto antes, pero, eso sí, no tienen coronitas como las de allá. Así que, unas por otras.

Pues sí, nos quedamos toda una semana en París.

Fuimos a Euro Disney, y si bien yo no conozco ni Disneylandia ni Disney word, dice Orietta, que este es mucho más modesto que aquellos.

Fuimos a Versalles y solamente vagamos por los Jardines, el PetitTrianon que fue el pequeño palacio en el que Maria Antonieta residía apartada de la corte del palacio.

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En las mañanas, íbamos con toda calma, a los museos y por la tarde a los rincones oscuros de París. Los museos que vimos fueron: Louvre, D’Orsay, Rodín, del Erotismo, Georges Pompidou, arte moderno de París, Picasso. Se nos escaparon varios museos que habíamos planeado ver.

Vi a mi amigo Jorge Girón que vive en París y platicamos toda una tarde y nos tomamos unas cervezas frente a la fuente de San Michel y frente a Notre Dame, en el barrio Latino. Compramos los encargos de perfumería que tenía Orietta y un reloj. Les dijimos hasta luego a: Montmartre, Notre Dame, Pigal, Barrio Latino. En fin, disfrutamos París una semana con calma.

Regresamos a Florencia y estuvimos ahí un día, Caminamos nuevamente el centro histórico, le dijimos, también, hasta luego al

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David, a la plaza de la señoría, a nuestras calles, en fin, a Florencia. Dormimos esa noche en la casa de nuestras amigas donde habíamos dejado todo el equipaje y al otro día, tempranito, emprendimos el regreso, ahora ya con todo el equipaje, hacia Roma que es de donde salía nuestro avión al día siguiente.

Nuestro último día en Roma, se lo dedicamos al museo vaticano, plaza Navona, Fuente de Trevi y panteón. Nuevamente nos deleitamos con: la capilla Sixtina, el sublime Laoconte y las estancias de Rafael. Al día siguiente, pasó una camioneta por nosotros al hotel y nos dejó en el aeropuerto. Aquí, tuvimos un contratiempo pues como yo no tengo visa para Estados Unidos, mi documentación tuvo que ser diferente a la de Orietta que sí tiene visa, y con la eficiencia de los italianos, que nos mandaban de un lado hacia otro, se fue el tiempo y cuando Orietta fue a registrar la salida de las compras que hicimos en París para que

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descontaran los impuestos, le pidieron que mostrara los objetos, así que cuando regresó por ellos, ya se estaba abordando el avión y ya no pudo regresar a la aduana. No se pudo registrar la salida y nos van a cargar los impuestos dentro de tres meses.

Así que ya llegamos a México con una deuda, no planeada, como de 5,000 pesos.

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Recuento.

Haciendo el recuento de los lugares que conocemos de Europa, vemos que ya hemos recorrido bastante.

Mi recuento es el siguiente:

Francia: París, Marsella, Canes, Niza, Giverny, Blois y Versalles. Bélgica: Bruselas, Brujas, Ostend y Amberes.

Holanda: Amsterdam y Rótterdam.

Italia: Florencia, Pisa, Bari, Brindisi, Capri, Pompeya, Salerno, Venezia, Prato, Arezzo, Luca, Livorno, Siena, San Gimigniano, Assisi, Greve, Poggibonsi Fiésole, Bologna, Milano, Rímini, Pesaro, Tavarnelle, Barberino, Génova, Positano, Sorrento, Palermo, Mondelo, Porto fino, Santa Margerita Liguria, Monterroso, Rió Maggiore, Vernaza, Roma, y Nápoles, hacen un total de 34 ciudades y pueblos italianos.

España: Madrid, Toledo, El Escorial, Granada, Barcelona, Sevilla, San Sebastián, Córdoba y Bilbao.

Portugal: Lisboa.

Suiza: Berna, Luzerna, Zúrich, Montreux, Ginebra y Lausana.

Alemania: Berlín, Múnich, Hanover, Colonia, Hamburgo, Dresde.

Austria: Viena, Salzburgo.

Republica Checa: Praga.

Hungría: Budapest.

Dinamarca: Copenhague.

Noruega: Oslo y Narvik.

Suecia: Estocolmo.

Finlandia: Helsinki.

Inglaterra: Londres, Kettering. Mónaco: Montecarlo

Luxemburgo

Grecia: Atenas

En total hacen 19 Países y 85 ciudades y pueblos. Lo más bello es que a todos los recuerdo bien.

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Por su parte Orietta conoce:

Francia: París, Niza, Blois y Giverny Versalles. Bélgica: Bruselas, Brujas, Ostend y Amberes. Holanda: Ámsterdam y Róterdam.

Italia: Prato, Arezzo, Luca, Siena, San Gimigniano, Tavarnelle, Barberino, Asís, Greve, Poggibonsi, Fiésole, Milano, Rímini, Pesaro, Positano, Sorrento, Palermo, Mondelo, Porto fino, Santa Margerita Liguria, Monterroso, Rió maggiore, Roma, Florencia, Pisa, Brindisi, Capri, Pompeya, Salerno, Venezia; 30 ciudades y pueblos italianos.

España: Madrid, Toledo, El Escorial, Barcelona, Sevilla, Córdoba y Vitoria.

Suiza: Berna, Lucerna, Zurich, Montreux, Ginebra y Lausana.

Alemania: Berlín, Múnich, Colonia, Dresde.

Austria: Viena, Salzburgo.

Republica Checa: Praga.

Hungría: Budapest.

Dinamarca: Copenhague.

Suecia: Estocolmo.

Finlandia: Helsinki.

Inglaterra: Lóndres, Kettering, Bath, Oxford, Cambridge, Edinburg, Brighton, Stanford, Wales, Leicester, Liverpool, Northampton, Greenwich, Stonehenge.

Mónaco: Montecarlo.

Luxemburgo

Grecia: Atenas

En total hacen 17 Países y 81 ciudades y pueblos.

Así terminamos el viaje, sabiendo que falta mucho por ver, pero con la confianza de que nos queda mucho por andar.

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