Ciudad Sensible: infraestructura para la participación

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Una transformación simbólica Antonio Moya

Ciudad Sensible 2015 fue una experiencia intensa: vecinos, alumnos y profesionales se implicaron al máximo para que, durante los cinco días de trabajo, dominaran el sentido de cooperación y el buen ambiente. Después de las dos primeras ediciones de Ciudad Sensible, desarrolladas en un entorno académico, finalmente se había optado por acercar las jornadas a un entorno real y con necesidades concretas: Orriols y el descampado de la ermita de San Jerónimo. El reto estaba asegurado; era el momento de comprobar la efectividad del urbanismo colaborativo trabajado hasta entonces durante algunos micro-talleres en la universidad. Ciudad Sensible se iba a sumar, además, a la experiencia acumulada y al trabajo avanzado por la asociación Orriols Convive, desde donde los vecinos llevaban tiempo reclamando la transformación del solar. Responder a la pregunta de qué se logró tras una semana de trabajo en equipo no es inmediato. En el descampado de la ermita de Orriols no queda ya ningún indicio visible de la transformación que tuvo lugar en él, y a pesar de que el nuevo gobierno de la ciudad ya ha mostrado una clara predisposición a invertir en una nueva plaza para el barrio, en el momento de escribir estas conclusiones no se ha producido ningún cambio físico. No obstante, se podría afirmar que, a pesar del silencio que todavía se ciñe sobre


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