LEAMOS
Y REFLEXIONEMOS
Una abuela sobre ruedas Mi abue siempre ha sido muy activa. Le encanta pasearse por las calles de la ciudad montada en su gran moto todo terreno, sintiendo como la brisa acaricia su cara, dejando su cabello moverse libremente de un lado a otro. Sí… Esa sensación de libertad es grandiosa, aunque también peligrosa. —¿Peligrosa? ¿Y por qué? —dijo mi abuela con una sonrisa pícara. —Porque no llevas casco protector, abue, y en la escuela la maestra nos dijo que cada persona que vaya en una moto debe llevar uno —dijo Juancito, su nieto. —No mijo, yo tengo años de experiencia en esto de las motos y nunca, ¡jamás!, me he pasado nada —exclamó la abuela con firmeza. —Suerte que has tenido abue... —¡No me digas qué hacer muchachito engreído! Le voy a dar una vuelta a la manzana y no quiero hablar más de este asunto. Y así fue. Mi abuela se puso su chaqueta de cuero y sus lentes de sol, se montó en su súper moto, resplandeciente de tanto pulimento, y abrió el garaje para salir. Hizo rugir el motor fuertemente con sus manos puestas sobre los manubrios, y cuando se disponía a acelerar y salir a la libertad que tanto la estremecía, algo sucedió. Sus ojos sorprendidos se abrieron más y más, al ver como una vecina que paseaba en su moto, tropezó con una piedra y cayó en el pavimento, dándose un golpetazo en la cabeza y quedando inconsciente por unos segundos. De un brinco mi abue salió a auxiliarla. Los vecinos se acercaron a ver lo que había sucedido y uno de ellos llevó a la pobre señora hasta el hospital más cercano. Esa misma tarde mi abuela me pidió que la acompañara a comprarse el mejor casco protector que había en la tienda que está cerca de mi casa. Waleska Sucre Zabala © SANTILLANA
(venezolana)
• Respondo. ¿Qué habría hecho yo en el lugar de Juancito? 427