Antología B223

Page 1

1
TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 2 ÍNDICE Prólogo 3 Un polvo Martín Javier Martínez Vega 5 Sin Juan y sin las gallinas Bernardo García Flores 12 Chavita Rodrigo Rodríguez Gutiérrez 15 Los dulces amargos de mamá Gerardo Flores Jerónimo 18 El encuentro Pedro A. Zarpelón 21 Dos mares Karen Díaz 23 ¿Un final feliz? Abigail Félix 25 Geometría proyectiva Barcelona 28 Semblanzas 30

PRÓLOGO

Escribir para mí no es una profesión, Ni siquiera una vocación. Es una manera de estar en el mundo.

Participar en un taller de creación literaria es un acto de valentía: escribir es reconocer nuestra creatividad y asumirnos como creadores no siempre es fácil. Ejercitar la creatividad literaria es un modo de estar en el mundo: nos permite explorar nuestro lenguaje, dominar sus reglas, expresar mundos emocionales, así como roles de pensamiento, esquemas de imaginación, componentes inconscientes y motivaciones existenciales. En nuestro espacio de los miércoles creamos una comunidad inteligente, sensible y amable; armamos las condiciones para abrirnos en confianza y mostrar textos literarios ante la mirada crítica y el oído afinado del otro.

Escribir es un acto de libertad que cada individuo busca por razones personales. Hay quienes persiguen el sueño de comenzar una carrera literaria, otros desean mejorar sus habilidades de redacción, otros utilizan la escritura de modo catártico y terapéutico. Sin importar la motivación individual, todas las personas tenemos el derecho a la cultura; escribir es un modo de reconocernos como participantes de nuestra comunidad sociocultural.

Entre abril y mayo del 2023, un grupo se conformó en las instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo, dentro de su programa Diplomados, Cursos y Talleres.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 3

La dinámica del taller exigió trabajo práctico, mediante lectura y escritura semanal, además de revisión de conceptos teóricos. Aunque algunos miembros desistieron, otros terminaron la experiencia con resultados de mucha calidad. En esta ANTOLOGÍA B223 se reúne una pequeña muestra de los textos trabajados en el taller.

Facilitadora del Taller de creación literaria

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 4

UN POLVO

I

Era un pueblo que no llegaba a los diez mil habitantes. Las calles a medio pavimentar o, de plano, a ras de suelo, eran el campo de juego de todos los niños. No corrían ningún peligro, pues los pocos automóviles que circulaban lo hacían a una baja velocidad, cuidando de que no se dañaran los amortiguadores; y los carretones tirados por mulas o caballos también se desplazaban con cierta lentitud.

¡Van a cruzar la vaca de Vicente!, gritó uno del grupo, ¡Vamos!, respondieron a coro y echaron a correr hacia los corrales del abarrotero, que ocupaba una de las esquinas de la cuadra. El grupo de ocho a diez chiquillos, entre los cinco y ocho años, se dispusieron a lo largo de la cerca que delimitaba el sitio y que estaba construida con palos y troncos. En el centro estaba la vaca muy quieta y encima de ella, con las patas delanteras sobre sus espaldas, un magnífico semental tratando de penetrarla y cumplir su misión. Un par de vaqueros, uno a cada lado, maniobraba la impresionante verga y la guiaba tratando de facilitar la labor. Todos los pequeños intercambiaban miradas y sonrisas cargadas de malicia, los mayores, si así se les podía llamar, ilustraban a los de menor edad sobre lo que estaba sucediendo y cuál era la finalidad. Terminada la faena se retiraron del lugar y, entre chanzas y pullas, volvieron al terreno de la diversión, a la calle.

Hubo quienes recordaron a las parejas de perros que lo hacían de una manera encontrada y a los que no

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 5

podían separar ni con un cubetazo de agua hirviendo, como intentaban, en ocasiones, algunas de las vecinas obstinadas en impedir la procreación; a los conejos que eran ultrarrápidos y siempre estaban llenos de críos; a los gatos con sus aullidos, mezcla de gozo y dolor; al gallo que pisaba a la gallina mientras le picoteaba la cresta; al burro que se emocionaba solo y parecía un fenómeno con cinco extremidades; otros recordaban las escenas cuando espiaban a las parejas de adolescentes, que se apretujaban en un rincón obscuro o de plano se fundían en un solo cuerpo, y cómo en el silencio de la noche solo se escuchaba al canto de los grillos y a los gemidos del placer. Nadie hablaba del rechinar de los viejos y enmohecidos resortes que sostenían un antiguo y desvencijado colchón, o del catre, que servían de reposo a las figuras parentales y que ellos atestiguaban, pues solo contaban con una habitación para dormir y era compartida por todos; sabían lo que pasaba, la naturaleza se los mostraba día a día.

Esa noche se repitió la pesadilla. En el cuarto de triques, sentado sobre una pequeña mecedora, en un acompasado vaivén, jugueteaba con una muñeca de su hermana; la desnudaba, quería ver, sentir, saber; en eso, de entre las sombras de uno de los rincones de la habitación, surgió una figura grande y amenazante que se le aproximaba y que lo hizo emitir un grito de terror; lo volvió a la vigilia, aún faltaban unas horas para que amaneciera, estaba empapado, su corazón latía aceleradamente y tenía mucho miedo.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 6
II

La luz del amanecer le provocó salir de un sueño profundo. No escuchó el sonido de la alarma que se activó una hora antes; desde que practicaba el ayuno intermitente, que iniciaba a las 3:30 de la tarde, dormía como no lo había hecho ni en su temprana adolescencia. Se desperezó y dispuso a su caminata matutina; ya no le alcanzaría el tiempo para sus diez kilómetros, pero con cinco se daría por bien servido.

Después de un par de kilómetros sintió el efecto de las endorfinas; su cuerpo se aligeró y la sensación de bienestar se hizo presente, sonrió y pensó en los planes para ese día. Era la primera vez que la iba a recibir en su departamento; le cocinaría con una de sus salsas especiales, de esas que enloquecen a la mucosa oral, como si una explosión de fuegos artificiales se suscitara al interior de la boca; como solo es provocado por los fluidos del ser al que se ama profundamente.

Le preguntó si prefería llegar y que ya estuviera todo listo o acompañarlo en la preparación de cada uno de los alimentos. Ella se decidió por la segunda, le daba mucha curiosidad ver como se desenvolvía. Él conocía, de antemano, esa respuesta. Acordaron que una botana ligera y rápida para acompañar una copa de vino estaría bien; podrían conversar un poco mientras él guisaba. Unas papas de Galeana salpimentadas y cocinadas en la freidora de aire, acompañadas con trocitos de tocino y crema ácida al gusto, era una opción perfecta. Para el postre también quiso estar presente en la elaboración; le llamó la atención observar cómo hacía y montaba la base de galleta para pay y cómo combinaba las rodajas de plátano, el queso Philadelphia, la crema pastelera y las

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 7

cerezas; salivó cuando se lo platicó y quería ver y probar. A cada reacción de ella, las pupilas de él se dilataban por una emoción extraña y a la vez bastante familiar; le era un tanto excitante.

Me encanta cómo te abstraes mientras cocinas; la expresión de tu cara se pierde momentáneamente cual si no estuvieras aquí, al igual que si te trasportaras.

Disfruto mucho hacerlo; poner todo el cuidado posible para no fallarte; te presumí tanto mis habilidades culinarias para que aceptaras esta invitación que solo deseo que te vayas plenamente satisfecha.

Estoy segura de que será así, relájate. Vertió el aceite de pepita de uva sobre la sartén, agregó la cebolla, los dientes de ajo y los cuatro tipos de chile, secos, limpios y troceados; sofrió cuidando de no quemar los ajos ni los picantes y llevó la mezcla al vaso de la licuadora. A cada maniobra se volvía a ella, daba un sorbo a la copa de vino y sonreía. Agregó las piezas de tomate sin piel, el consomé y los clavos; licuó. Vació la salsa en la sartén y agregó un poco más de aceite para un último hervor. Solo faltaba el toque mágico, lo que él sabía que era la diferencia, añadió las cucharadas de piloncillo y revolvió hasta que se incorporó completamente. Ella no dijo nada, solo sonreía, bebía, lo observaba. Una pasta ligera con parmesano rayado estaría lista en quince minutos, en lo que los filetes lograban la cocción deseada.

—¿Cómo te gusta la carne? Término medio, tres cuartos o bien cocida.

—Al punto, sin que por ello deje de estar bien jugosa. ¿Se puede?

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 8

—Cuenta con ello.

Sintió una mano sobre su pecho y despertó sobresaltado; el sudor mojaba absolutamente toda su desnudez y su corazón latía apresuradamente.

¿Qué pasa?

Eso mismo te pregunto yo, parecía como si tuvieras un sueño angustiante; dormíamos con placidez, aun degustando una excelente cena y de repente te empezaste a agitar.

—Ah, eso, otra vez, la pesadilla.

III

Mientras preparaba su licuado, que acostumbraba después de salir a caminar, fruta, leche, cereal, almendras, miel, vino a su mente la posibilidad de que fuera ese día el elegido; luego de 48 horas tendría su sesión semanal y podría revisar los acontecimientos vividos. Había intentado diversas aproximaciones, constelaciones, numerólogos, cognitivo conductual, breve sistémica, Gestalt y ninguna le había llevado a respuestas concretas; dejó para el final una experiencia psicoanalítica, sabía que era costosa y prolongada y que igual podría no resolverle lo que él esperaba, así le advirtió el analista desde la primera entrevista. Le ofreció encontrar respuestas y explicaciones a lo que le pasaba, pero no la certeza de una solución como él buscaba.

En realidad, lo que quería era entender; esto no le incapacitaba de ningún modo, estaba acostumbrado a que sucediera y hasta había logrado anticiparse a su presentación. Podía provocarlo, solo era cuestión de excitarse un poco durante el día, de una manera un tanto

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 9

prohibida, para que la experiencia onírica tan conocida se manifestara. Pensó en la vecina del piso de arriba; una mujer de treinta y tantos, atractiva y de buen cuerpo; casada con un hombre bastante descuidado en su apariencia personal; tres hijos entre los seis y nueve años, que ajetreaban de un lado a otro, todo el santo día y a los cuales podía escuchar siempre que estuviera en su departamento, que quedaba justo debajo del de ellos.

Siempre que se cruzaban en la entrada del edifico, él sentía su mirada diferente, un tanto insinuante, el saludo más que atento y sumamente cordial; sabía que por las mañanas estaba sola, llevaba a los niños temprano al colegio y el esposo se iba a trabajar; solo era cuestión de subir y tocar a su puerta con algún pretexto, por el que lo invitara a pasar, y el asunto estaba hecho. No dejó de sentirse como un vulgar predador, de esos a los que siempre criticaba por aprovechados oportunistas y cuyo comportamiento calificaba de denigrante e indigno; pero, en fin, era por una buena causa.

Mientras preparaba su cama para ir a dormir, recordaba la experiencia con la vecina, muy apasionada y, aunque un tanto encontrada con sus más elementales principios, no podía negar que bastante satisfactoria. Se sentía listo para una prueba definitoria; todas las modalidades terapéuticas vividas, incluyendo la del carísimo diván, se encaminaban en una misma dirección, enfrentar a la sombra que tanto lo angustiaba y ver qué pasaba después. Conocía a detalle, momento a momento, el curso de su pesadilla; cuando esa sombra a la que percibía enorme, colosal, se aproximaba, él despertaba sudoroso y palpitante. Tenía claro que luego de su

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 10

aventura ilícita el persecutor nocturno haría acto de presencia, era más una ley que una probabilidad. Se vio en la pequeña mecedora, en el vaivén que lo llevaba a saborear una especie de turbadora embriaguez, sin la certeza de ser aquel niño que desnudaba y se cachondeaba con una muñeca de juguete o el adulto caliente y cabrón que le metía mano a la mujer ajena. La sombra se hizo presente justo como estaba pronosticado; esta vez no provocó el despertar, trató de conservar la calma, expectante. La observó acercarse, listo para abalanzarse sobre ella y abrazarla; en la medida en que se aproximaba, parecía que inundaba el recinto y la oscuridad se hacía más profunda, como imaginaba que sería la de un hoyo negro en el espacio; no esperó más, se incorporó de su asiento y se lanzó sobre ella, penetrando en la lobreguez de esa inmensidad.

Dos días más tarde, el analista esperaba la llegada de su paciente; los minutos transcurrían y nadie aparecía; recordó la sesión previa en la que hablaron de la decisión de enfrentar a la sombra; de la manera en que se podría detonar la pesadilla y cumplir su cometido. El tiempo se acabó y así terminaron dos sesiones más; él no se reportó y el acuerdo tomado era que después de tres sesiones de ausencia, sin noticias, se dispondría del espacio para programar a otro paciente. Seguramente el problema estaba resuelto y la curación se había alcanzado.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 11

SIN JUAN Y SIN LAS GALLINAS

Bernardo García Flores

La bandera de la plaza ondeaba a media asta. Se había esparcido rápido el rumor de que a don Juan Montes, el de la casa amarilla y descascarada, le había fallado el corazón. Y no es que los pueblerinos le guardaran tal respeto al bigotón, sino que el ver las luces azules y rojas de la ambulancia durante cualquier parte del día y de su vida era la irremediable señal de que los gusanos estaban próximos a degustar un estupendo festín; y no había otra cosa qué hacer en ese pueblucho de mierda más que vanagloriarse y aprovecharse de las historias y de las vidas ajenas. Y aquel día, que había amanecido bonito, no fue la excepción.

Eran apenas las nueve de la mañana cuando el diario local ya había tapizado con su portada amarillista los estantes polvorientos de los tres quioscos. A tan sólo unas cinco cuadras de la casita donde había sucedido aquél trágico evento, una veintena de personas hacían fila mientras esperaban su turno para comprar la olorosa vela blanca que, al verla, uno confirmaba que la persona que la llevaba sólo acarreaba malas noticias. Del otro lado del pueblo, allá donde las huellas de las botas y los huaraches eran escasas, las campanas de la iglesia retumbaban los oídos de los pocos peregrinos y se fundían con el sonar de las tamboras y los clarinetes.

¡No te puedes morir, cabrón! gritó aquella mañana Margarita, la esposa de Juan Montes, activando

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 12

los pesares de la gente de alrededor . Ni que tuvieras tanta suerte.

Pero el infortunio de Juan era, más bien, que el único matasanos que supuestamente debía atender a los lugareños se encontraba de cacería, por lo cual, los dos enfermeros, que a su vez atendían la ambulancia y hacían el papeleo administrativo, tuvieron que recurrir a sus escasos recuerdos de cuando cursaban los semestres en la facultad de enfermería.

Hasta aquí llegó dijo Susana, la vecina de los Montes, que no hacía más que hacer tumulto en donde estaban apretujados todos los que trataban de conseguir una imagen morbosa del caído.

—Unos dicen que lo mataron —se escuchó decir desde el alboroto.

Ya tenía varios problemas de salud dijo convencida otra señora, una que colgaba un chal rojo sobre su hombro . Me dijeron que hace unos meses se desmayó en plena carrera de caballos. Y eso que él no era el jinete.

Los camilleros no tardaron ni una hora en confirmar lo que todos ya sabían desde hacía precisamente una hora atrás: el corazón de don Juan Montes se había detenido. Nadie se inmutó al escuchar aquella revalidación, incluso, ya estaba preparada la carroza fúnebre afuera de la casa y el conductor sólo miró su reloj para después llenar el acta de defunción con la hora precisa de la muerte.

Justo después de que se dio el funesto aviso, un chaparro y desaliñado hombre se hizo paso por entre el tumulto y se las ingenió para entrar en la casa del difunto.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 13

Sobre el sofá, que era sostenido por cuatro tabiques y un par de maderas suculentas para las termitas, se encontraba sentada la figura desencajada de Margarita.

Prima dijo el hombrecito bajando la mirada , no sabes cuánto lo siento. Juan no era un primo para mí, era como mi hermano.

Lo sé, Luis contestó Margarita limpiándose las lágrimas con un pañuelo viejo— . Últimamente me contaba mucho de ti. Yo tenía rato sin verte.

¿Te dijo algo de las gallinas, prima? le murmuró Luis al oído para que ninguno de los curiosos de por ahí lo pudieran escuchar . La última vez me dijo que quedaban como tres o cuatro. Si quieres te puedes quedar con una.

Margarita le lanzó una mirada penetrante.

¿Qué gallinas? preguntó secamente . Si muy apenas y tenemos huevos.

Las gallinas que compramos el mes pasado contestó Luis de inmediato—. Queríamos hacer negocio vendiendo los huevos y las crías.

Pues a menos que pudiéramos deshacer el caldo —contestó ella.

—No te preocupes, prima —la consoló Luis— . Tienes nublada la mente. Te busco la siguiente semana para ajustar cuentas. Ya que haya terminado tu pesar.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 14

CHAVITA Rodrigo Rodríguez Gutiérrez

Al frente de la fila de los niños se encontraba Juanito, de carácter alegre y carismático. El siguiente en la fila era Salvador, o Chavita, de apariencia muy peculiar; como decían las mamás en las juntas de la escuela: “él es un angelito”. Al principio de la fila de las mujeres estaba Fanny, risueña y de mucha energía; se encargaba de cuidar a Chavita durante las clases. Al final de la fila de los hombres se encontraba Marcelo; al igual que los demás niños era amable, aunque a veces le gustaba hacer travesuras y molestar a sus compañeros.

Ese día todos los alumnos estaban disfrazados, incluyendo a Juanito, que venía disfrazado de pirata; Fanny, de momia; y Chavita, de ángel; pero el traje más llamativo era el de Marcelo, que venía vestido de payaso.

El profesor del grupo llevó a los alumnos al salón y les comentó que iría a la sala de maestros; para que esperaran la siguiente clase sin hacer ruido ni escándalo. No pasó más de un minuto en lo que el maestro salió del salón y los alumnos se levantaron de los pupitres y empezaron a jugar. Juanito empezó a correr con su espada y Fanny estaba revisando que Chavita hubiera hecho la tarea, mientras que los demás compañeros seguían corriendo y jugando. En la esquina del salón se encontraba Marcelo, absorto en sus pensamientos; de repente, el ambiente en el salón empezó a cambiar y una ligera niebla lo cubrió. Se levantó y tomó el cinturón que tenía en su mochila, caminó hasta el frente del salón y se

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 15

quedó observando a Chavita, como si estuviera en algún tipo de trance. Chavita volteó a verlo con una mirada de sorpresa y, en eso, el rostro de Marcelo cambió, empezó a sonreír, pero era una mueca de odio más que de felicidad; levantó el brazo derecho de manera intempestiva y golpeó a Chavita en la espalda con el cinturón; el sonido hizo que todos en el salón voltearan a ver la escena.

Por alguna misteriosa razón nadie se podía mover, ni siquiera Chavita, que estaba a su merced. Sin poder moverse, Chavita empezó a gritar; en eso, fue golpeado de nuevo, pero esta vez en el brazo. Lentamente, la cara de Marcelo empezó a cambiar, ahora sus ojos estaban inyectados en sangre; contrastado con el blanco del maquillaje de su rostro, daba una apariencia aterradora. Él volvió a golpear a Chavita de nuevo en el brazo, otra vez su rostro volvió a cambiar; ahora parecía como si tuviera colmillos en vez de dientes. Fanny, que estaba detrás de Chavita, presenció de frente toda la escena y los aterradores cambios que le ocurrían a Marcelo, que volvió a golpear a Chavita, pero ahora en las piernas. Para este momento su rostro ya no parecía humano, sus propios colmillos mordían sus labios bañando todo el mentón y cuello de un color rojo claro.

Este grotesco espectáculo se extendió durante un minuto más. Con cada golpe que daba, el rostro de Marcelo se volvía más aterrador, al punto que los espectadores, incluyendo a Chavita, casi pierden la cordura. De manera repentina y milagrosa, sonó el timbre de cambio de clase. El sonido del timbre hizo que Marcelo

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 16

volviera en sí, bajara su brazo, dejara de golpear a Chavita y regresara a su lugar. Su rostro volvió a la normalidad; la niebla que cubría al salón se disipó y todos salieron del trance en el que se encontraban. Chavita dejó de gritar y todos se acomodaron en su pupitre en silencio, como si nada hubiera pasado.

Todo quedó como un pensamiento en lo más profundo de su psique que los acompañaría el resto de sus vidas. Así pasaron cinco minutos hasta que llegó el maestro de la siguiente clase quien, al verlos tranquilos y con una cara de perplejidad, únicamente atinó a decir:

Ya ven, por eso no deben hacer escándalo cuando no esté el profesor. ¿En qué nos quedamos la clase pasada?

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 17

LOS DULCES AMARGOS DE MAMÁ Gerardo Flores Jerónimo

Mamá siempre fue extraña y nunca la llegué a comprender. Siempre se enojaba por todo y me castigaba muy seguido. Aun así, yo la sigo queriendo mucho.

Cuando mamá me llevaba a la escuela, la gente creía que era mi hermana mayor. Nunca faltaban tipos pidiéndole su número de celular y ella se hacía amiga de ellos con facilidad. Solía invitarlos a nuestra casa. Algunos platicaban conmigo y hacían lo posible por caerme bien; otros simplemente pasaban por alto mi presencia. A mí eso me era indiferente, yo ignoraba a todos por igual. De todos modos, nunca sabía si solo los vería una sola vez o durante algunos meses antes de que se esfumaran por completo de nuestras vidas.

Siempre que mamá traía a alguien nuevo a casa, desaparecía los sábados por la tarde y regresaba por la madrugada del día siguiente. ¡Cómo odiaba esas noches! Mis compañeros me platicaban de las maratones de desvelos con sus padres, viendo películas, jugando videojuegos, cenando pizza o hamburguesas. En cambio, yo la pasaba solo, mirando netflix, comiendo maruchan, viendo pasar los minutos en el reloj de pared, esperando... A esa hora, Cayetano, nuestro gato, ya estaba dormidito y no podía jugar con él. Cuando comenzaba a cabecear de sueño, mamá entraba azotando la puerta, hablando muy chistoso y diciendo palabras muy feas. Al verla yo me calmaba y podía irme a la cama a descansar.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 18

Hace dos años, el cargador de mi tablet se descompuso y se me ocurrió usar el de mamá; después de todo, ella tenía otra tablet como la mía. Entré a su cuarto y busqué el aparato en los cajones de la mesita de noche que tiene a un lado de su cama. No lo encontré. En cambio, había algunas jeringas y su cajita de madera con cerradura. ¡Estaba abierta de par en par! Yo había intentado abrirla, pero siempre estaba cerrada bajo llave. Cuando le preguntaba a mamá qué guardaba dentro, ella solo respondía con indiferencia: “Cosas de adultos”, desviaba la mirada y me ignoraba. Me precipité a mirar el contenido del recipiente. Había algunas bolsitas transparentes con harina, ¿qué se podía cocinar con tan poquita harina?, otras contenían dulcecitos de colores.

Tomé una de las bolsitas con dulces y me fui a la sala para comerlos a gusto.

Una vez en la sala, me recosté sobre el sofá y examiné los dulces con cuidado. Eran pastillitas con diferentes figuras grabadas sobre ellas. Mariposas, estrellitas, corazoncitos, etc. Tomé unas cuantas, y las puse en mi boca, pero al masticarlas, ¡puaj!, ¡estaban amargas! Las escupí de inmediato, pero me tragué una sin querer. Fui corriendo a la cocina y me enjuagué el amargor del paladar. Me dirigí al comedor y me senté en una silla. Apoyé la cabeza sobre la mesa; comencé a sentirme mareado.

Algunos minutos después, mamá llegó a casa. Al ver sus golosinas derramadas sobre el sofá se enfadó bastante. Se aproximó con rapidez hacía mí y me propinó una bofetada tan fuerte que caí de la silla. Yo tenía el cuerpo todo entumecido y no pude meter las manos al

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 19

caer. Mi cabeza se estrelló de lleno contra el piso. Aunque fue algo muy extraño, ¡no sentía dolor! Todo me parecía tan divertido, no podía parar de reír. Comencé a sentirme adormilado. Un líquido oscuro y pegajoso cubría lentamente el suelo. Es lo último que recuerdo de aquel día.

Cuando desperté, mamá se había ido. Desde entonces no la he vuelto a ver. Supongo que sigue enojada conmigo por haberle robado sus dulces. Yo sigo esperando su regreso en casa. Ojalá algún día llegué a perdonarme.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 20

EL ENCUENTRO

“Existen más cosas entre el cielo y la tierra que las que sueñas en tu filosofía”, decía un cartón que había agarrado del basurero detrás de la Librería Iztaccíhuatl en Morelos y que, ahora, cubría parte de su choza bajo la estación Colonia Obrera. Leer aquellas palabras, alumbrado por la luz morada del metro y jugueteando con una colilla entre sus dedos, le recordó de la ingenua esperanza que tenía al llegar a Monterrey.

Oriundo de la sierra de San Luis Potosí, había llegado lleno de sueños —anhelando una mejor vida. Aun así, nunca fue suficiente. Maquilador industrial, sentía que su cuerpo no ganaba la voraz línea de producción. En sus ratos libres, se recluía a lo marginal: cantinas de la Alameda y amores de la Madero eran su ambiente.

“Chirigüillo”, “Prieto”, escuchaba cuando se aventuraba a los bonitos paseos de Country o San Pedro.

La frustración sistemática mezclada con el odio lo llevó a escoger su liberación a través de la calle. Tal vez así, pensó, pudiera agonizar en paz. Eligió su destino de purificar todo el sufrimiento entre ratas, cucarachas y sueños tirados al piso. Sentía el calor como la purga de sus pecados. Las raras lluvias, lejos de traer algún tipo de alivio, levantaban un olor a azufre y orina que servían de combustible para que las llamas del bochorno llegaran a sus mucosas. A menudo, por las noches, se recordaba de su sierra pero no por la fría brisa o por algo de naturaleza entre gris concreto y rojo acero— más bien por el olor a yesca quemando, fruto de la diversión nocturna

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 21

regiomontana. Ni la nostalgia le permitía un efímero rescate.

Acostado, viendo a su poético cartón, llegó a la conclusión de que, tal vez, existían menos cosas entre el infierno y esta tierra de las que otrora soñara. Su epifanía fue confirmada por una bicicleta en la desierta avenida, que se movía lentamente, sin nadie que la pedaleara. “¡Diablo!”, exclamó desviando la mirada para cualquier pared. Sin entender si la fatalidad de la simbiosis entre él y la calle se había al fin concretado. Al levantar nuevamente los ojos amarillos, vio a un señor vestido de negro, montando en la bicicleta, frente a él. Mientras oteaba sus facciones, el sujeto le indagó: “¿Me llamaste?”.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 22

DOS MARES

Karen Díaz

Existen dentro de mí dos mares, el bravo y el quieto. Uno me recuerda al norte, el otro al sur.

El primero se retrae, alejándose de la orilla, creando una falsa calma antes de embestir contra las rocas con su oleaje de emociones. De noche ruge incontrolable y golpea contra el peñasco, salpicando y erosionando, con las mareas altas regidas por la luna, rompiendo la silenciosa oscuridad.

El norte, el bravo. Clama ruidoso, ajeno a las estaciones, un espacio propio, con agua turbia y torbellinos, pero calma al horizonte, es sólo una apariencia, el escudo protector ante la dominación de la tierra, del otro. Brama acompañado de melancolía y heridas que deseo olvidar pero que, al cerrar los ojos, vuelven cual tormenta eléctrica.

En cambio, a veces soy el mar quieto.

Una calma avasalladora, cristalina y de azules infinitos. Donde se puede meter el cuerpo entero, reina el silencio y el murmullo de mi alma, el palpitar de mi corazón, se conjugan al son de las olas que llegan apenas, rozando, a mi piel.

Ahí, de día, bajo el sol, las emociones son pequeñas conchas que pican al caminar, las recojo, observo y analizo para coleccionar y recordar. En el mar del sur

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 23

puedo tener la libertad de hablar sin gritar, meditar y centrarme, de pensar y flotar entre la razón y la ilusión.

Por las noches, dejo que las olas crezcan y lleguen a mis límites, sin rebasarlos, que inunden las esquinas inexistentes de mi bahía, mientras navegan mi ser a un lugar que había olvidado que existía.

El bravo me recuerda al norte y el quieto añora el sur.

Conviven y coexisten entre mi piel y mi alma, se aman y se difuminan entre el azul, el sol y la arena. Me recuerdan que no todos los días serán de tormenta, que vendrá el velero a flotar tranquilo mientras vuelvo a sentir paz.

Existen en mí dos mares.

Ellos hacen que a veces me pierda a la deriva, a mar abierto, buscando un puerto seguro o una isla perdida… buscando un equilibrio, a mí misma.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 24

¿UN FINAL FELIZ? Abigail Félix

Sabina estaba cien por ciento decidida esa noche, ya no podía soportarlo más. La pesadez de la vida le había pasado factura y llegar a los treinta años se había convertido en tortura constante. Era un miércoles como cualquier otro, de los que se deslavan de color con el pasar de los días. Ella había despertado con el sol en la cara, diez minutos antes de las siete de la mañana, lista para iniciar otro día de su existencia. No había nada en particular que marcara este día pero, por alguna razón que ella no acababa de entender, eligió este miércoles para morir.

Porque, a pesar de que ella había hecho todo lo que se suponía tenía que hacer con su vida, la satisfacción nunca llegó a visitarla. Y, al parecer, así era desde que tiene memoria. Veía al mundo a través de unos ojos llenos de tristeza que pocos reconocían por su facilidad de sonreír y hacer reír a cualquier persona que llegaba a conocerla; una perfecta actriz con su guion bien ensayado.

Pero en el interludio de sus veintes y sus recién llegados treintas, había perdido todo el interés que tenía por vivir. Sentía como si todo el dolor acumulado hasta ese momento de su vida se hubiera puesto de acuerdo con el tiempo y no la soltaban. Tenía días sin poder sacar de su mente la simple idea de cesar de existir que, si bien remordía su conciencia con el llanto de su madre de fondo, no la dejaba en paz.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 25

La vida de Sabina no se pudiera describir como fácil, por más normal que fuera hoy en día. Había crecido con un padre alcohólico que murió chocando ebrio cuando ella era adolescente, suceso que inauguró su infortunio de perder cosas que amaba. La muerte de su padre no fue tan difícil para ella porque él nunca trató de mejorar, sin importar las infinitas oportunidades que su madre le dio, y fue ese mismo vicio que lo llevó a su fin. En su cabeza, Sabina lo vio como una decisión tomada y eso le daba un extraño sentido de cierre al suceso.

Lo que realmente la desmoronó fue ver a su madre apagarse de una manera tan lentamente brutal al perder al amor de su vida. Fue ahí cuando pensó que jamás se atrevería a amar de esa manera, al punto de perderse a uno mismo. Su mamá siempre estuvo presente en su vida, sin embargo, era como ver al fantasma de una persona que solías conocer, estaba ahí pero no. Esa era una de las peores heridas en Sabina, sentir que el amor de sus padres hacia ella no fue suficiente para querer salvarse ellos mismos.

Creció sintiéndose insuficiente sin importar qué tanto se esforzara en cualquier área de su vida y eso la trajo al punto de hoy, a querer desaparecer. Su miedo al amor jamás le permitió enamorarse, su miedo a perder personas le hizo imposible dejar a las personas entrar a su vida y eso coronó su perpetua soledad. ¿Qué tanto sentido puede tener la vida sin personas con quién compartirla?

Sabina esperó a que entrara la noche para subir a la terraza que había en el último piso del edificio departamental en el que vivía, el piso treinta.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 26

Definitivamente moriría por la caída desde esa altura. Traía puesto los mismos pants grises que había usado todo el día con un suéter negro, pensó que no tenía mucho sentido cambiarse para su propósito. El elevador abrió las puertas y salió con una tranquilidad que no la caracterizaba, la terraza estaba casi a oscuras a estas horas. Se acercó a la orilla a observar las luces de la ciudad, pero no se atrevió a bajar la mirada. Perdida en sí, empezó a hacer fuerza con sus brazos para subir la barda que la separaba del final, cuando escuchó una voz grave detrás de ella diciendo:

¿Tú también lo estás pensando?

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 27

GEOMETRÍA PROYECTIVA

Barcelona

La Geometría Euclidiana nos permite el estudio de los puntos, rectas, planos y espacios. Carente de más elementos, un punto es una partícula sin dimensiones que, al agruparse en una sucesión infinita, forman una línea recta, provista de longitud, mas no de anchura. Los planos son superficies bidimensionales ilimitadas, en las cuales podemos encontrar rectas y curvas, además de figuras geométricas con área cuantificable. El espacio, por su parte, cuenta con tres dimensiones que le permiten albergar todos los puntos, planos y cuerpos en un volumen.

Dentro de las líneas estudiadas por la Geometría Euclidiana, encontramos a las paralelas: rectas equidistantes, extendidas hacia el infinito, que nunca se intersectan. Colecciones interminables de puntos, que se acompañan en un mismo plano, para jamás encontrarse. I I

Adicionalmente, podemos percatarnos de que las líneas paralelas también residen en otro tipo de Geometría, la llamada Proyectiva. Su objeto de estudio es la incidencia de las propiedades de las figuras geométricas al proyectarse sobre distintos planos y espacios, emancipándose de cualquier conceptualización de medida.

Como resultado de esto, la Geometría Proyectiva forma parte de estructuras de incidencia, las cuales, limitadas por su falta de mediciones, restringen el uso de

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 28

esta rama de las matemáticas, mas no su validez. Por ejemplo: un punto deja de ser una partícula aislada y se convierte en una recta extendida en el infinito que, no obstante, puede cambiar de dirección. Es así como este impedimento se vuelca sobre sí mismo y libera a las líneas paralelas: desprovistas de métricas restrictivas y valores comparativos, escapan de los planos y se proyectan en nuevas realidades; descubren que tienen alas y libre albedrío y se precipitan al encuentro mutuo en un punto impropio.

Un trazo vivo que se desplaza en el espacio, una ventana abierta al eterno continuo, una trayectoria inexorable hacia el destino. Las vidas paralelas se saben cada vez más cerca.

¿Qué importa la falta de axiomas de congruencia, cuando podemos encontrar un punto en el infinito donde tú y yo nos convertimos en nosotros?

En la Geometría Proyectiva, nosotros.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 29
\ /
V

SEMBLANZAS

MARTÍN JAVIER MARTÍNEZ VEGA. Originario de San Buenaventura, Coahuila. Psicoterapeuta desde hace treinta años, tarea que ha tratado de combinar con el ejercicio de la docencia. Escribe por el mero gusto de hacerlo y/o por una necesidad de expresión.

BERNARDO GARCÍA FLORES. Nacido el 16 de mayo de 1991 en Hermosillo, Sonora, pero radicado en Monterrey desde hace tiempo. Es abogado por la Facultad Libre de Derecho de Monterrey. Apasionado en retratar las infinitas diferencias culturales que existen en todos los rinconcitos de México por medio de la escritura de novela. Interesado en transmitir y crear diversas emociones por medio de sucesos ficticios, pero que no están tan alejados de la realidad.

RODRIGO RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ. Originario de la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León. Estudia el doctorado a tiempo completo en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Entró al Taller de Creación Literaria por curiosidad, pero a lo largo del curso empezó a tomarle gusto a la redacción de pequeñas historias. Espera seguir progresando en este camino para algún día publicar algún escrito.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 30

GERARDO FLORES JERÓNIMO. Nacido en la Ciudad de México. Es Ingeniero Químico por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha laborado para empresas especializadas en refinación de petróleo y procesamiento de polímeros. Actualmente desempeña el cargo de desarrollador para una compañía dedicada a las artes gráficas. En sus viajes y experiencias personales y profesionales ha encontrado la inspiración para escribir.

PEDRO A. ZARPELON. Es brasileño, natural de Curitiba, Paraná. Es Internacionalista por la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Brasil) y Economista por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). Radica en Monterrey desde 2018. Durante su formación, se ha interesado por los matices de la realidad latinoamericana y las temáticas que la permean, tratando de balancear en la escritura creativa la tensión entre el alma latina y el duro mundo concreto de cada localidad del continente.

KAREN DÍAZ. Nacida el 5 de octubre de 1990, en Torreón, Coahuila. Estudió Humanidades en la UDLAP, de donde se graduó en 2014, y posteriormente estudió una especialidad en guionismo de cine en la Vancouver Film School. Actualmente se desempeña como Jefa

Editora Web de Local y Seguridad, en el periódico El Norte. Siempre ha buscado las palabras como un refugio para expresarse y entenderse en el mundo. La lectura y la escritura han sido una salvación para ella.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 31

ABIGAIL FÉLIX. Es una mujer de barrio y de mundo. Ingeniera de profesión, pero escritora de corazón que gusta de endulzarse la vida con letras y sonidos. Con 26 años, frecuentemente se encuentra a sí misma preguntándose el propósito de su vida, con una taza de café o una copa de vino.

BARCELONA. Nació un Sábado de Gloria, el 2 de abril de 1988, en Monterrey, México. Su curiosidad infantil lo llevó a descubrir el mundo de la literatura, lugar donde radica actualmente. Escribir pasó de ser su tarea, a un hobbie, y ahora un placer. Disfruta las tardes lluviosas y escuchar música.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 32

Integrantes del Taller de Creación literaria del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey. Mayo de 2023.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA / ANTOLOGÍA B223 33

ANTOLOGÍA B123

Diseño, edición y corrección: Carmen Alanís Monterrey, Nuevo León, México; junio del 2023.

34

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.