—¡Ah, Uenohara! Fue un domingo por la mañana, bajo un claro cielo de mayo retrasado. Estacioné mi motocicleta y corrí hacia mi "amiga de la infancia" que estaba parada frente a una placa que decía Biblioteca de la ciudad de Kyougoku. Cuando Uenohara notó mi llegada, guardó su teléfono en su bolso y se volteó hacia mí. —Perdón por llegar tarde, me quedé atrapado en el tráfico. ¿Esperaste mucho? —No, en realidad no. Respondiendo con la misma expresión en blanco que siempre tenía en su rostro, ella pasó su cabello por los hombros. Independientemente de lo que dijo, probablemente llegó hace al menos quince minutos. Eso lo sé porque ahí es cuando llega el único autobús que pudo haber tomado. Santo cielo, qué tsundere. —Debes haber sentido calor. Deberías haber esperado dentro. Firme como siempre, ¿eh? —¿No sería muy difícil encontrarnos si entro? Definitivamente me notarias si esperaba aquí. Tampoco quería perder el tiempo. Dijo con una voz sin emociones. Sí, sí. Lo que digas, tsundere. Hubo una brisa repentina y su cabello se agitó. Uenohara vestía una fina parka sobre una simple camiseta y tenía un gran bolso de mano que colgaba de su hombro. Abajo, llevaba un par de pantalones anchos que eran tan azules como el cielo. Exactamente el tipo de atuendo que alguien usaría en un día libre. —… Síp. Te ves bien con ese atuendo. —Los halagos no te llevarán a ninguna parte, ¿sabes? —Solo digo lo que tengo en mente. Sabes que cuando das un cumplido, tienes que hacerlo correctamente, ¿verdad? —Seguro, lo que tu digas. Mientras ella respondía, Uenohara jugueteaba con su cabello. Tsu....*suspiro*. Me encogí de hombros y luego me volteé hacia el edificio.