Capítulo 11: Objeto Olvidado. El día siguiente después del festival de verano, Sayu y yo estábamos exhaustos. No es una expresión exagerada, en verdad los dos estábamos tan cansado que estábamos tirados en la sala. — Ah… Gimió Sayu mientras rodaba sobre el futon. — Me duelen los pies… No sé cuántas veces he escuchado esas palabras el día de hoy, por lo que dejé escapar una risa seca. — Si te duele, me parece que estaría bien que compraras una crema o una compresa. — No me quiero mover… Esta conversación también ya la habíamos tenido varias veces. A Sayu le dolían los pies porque caminó por largo tiempo con las gueta puestas sin estar acostumbrada y además la fricción con las correas hizo que se le inflamaran los músculos. Aunque normalmente hubiera dicho “No queda más remedio, iré yo a comprarlas” hoy simplemente estaba cansado y no tenía ganas de ir. Porque, para empezar, como estar entre la multitud no era mi actividad favorita. Con el simple hecho de estar entre la multitud de gente en la estación del metro en el centro me causaba una gran fatiga. Dicho esto, lo de ayer fue comparable con estar entre la multitud de la estación del tren en el centro, pero no en realidad, en ese lugar en el que caminé ayer, la multitud de gente era aún más densa que en la estación por lo que “el festival” pasó el umbral de lo que normalmente soportaba. Y al día siguiente pareció que también estaba sintiendo la gran fatiga acumulada en mi mente y en mi cuerpo. — ¿La estudiante de preparatoria que ayer estaba más animada que yo hoy sufre por las correas de los zapatos que usó? — Me pregunto… ¿Cómo es que las personas que van a los festivales todos los años pueden soportar las gueta? — ¿Será porque tienen experiencia? Si es así no les puedes ganar. Mientras rodaba por el suelo, Sayu hizo un puchero. Miré a Sayu de reojo quien era la persona más cansada y más fácil de descifrar que había conocido hasta ahora, fruncí el entrecejo. El problema en este momento era que íbamos a hacer con respecto a la comida. No desayunamos porque ambos nos levantamos hasta la hora de la “comida” así que no habíamos comido nada. Sin embargo, debido a que para la hora de la comida todo lo preparado con antelación se había acabado, no quedaba nada para la cena. A estas alturas hacer que Sayu, quien estaba bastante agotada, fuera a la cocina para preparar la cena me resultaba incómodo. Casi al mismo tiempo en que estaba pensando en pedir comida a domicilio, sonó mi Smartphone. — ¿Eh?