LA PRESENCIA DEL VACÍO
DE KEVIN CARIT
“Llegó tarde, cuando el reloj ya no quería girar para él. En sus manos traía castillos envueltos en papel brillante, intentando comprar los días que no supo abrazar. La infancia lo miró desde lejos, convertida en un árbol que ya había echado raíces sin sombra. Las paredes lo reconocieron, no por su voz, sino por el eco vacío que había dejado. Quiso sembrar recuerdos con monedas, pero solo brotaron objetos sin alma. Y mientras hablaba, era el silencio el que contestaba, fiel guardián de todo lo que nunca fue dicho.”











Sembró monedas esperando que




florecieran memorias.


A veces lo inerte grita más que una voz.



