Cancuníssimo julio 2015

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ENTREVISTA ¿Qué pasaba en tu mente cuando oías la palabra maya? Para ser muy sincera, cuando llegué ni sabía que todavía había mayas vivos. Yo pensaba que era una cultura extinta. En Tulum sí hay mayas, pero no es lo mismo. Empecé a viajar por la Península de Yucatán y empece a ver y convivir con los mayas. Desde ese entonces me fascinó, es una cultura muy tranquila, viven de la armonía con la tierra, están siempre en paz. ¿Cómo das con este trabajo tan bello y cómo lo empiezas a rescatar… Empecé a trabajar en mi taller de Valladolid con puras mujeres haciendo y creando bolsas. Y una vez que estaba paseando por las calles me topé con una tira que radiaba mucho color, -es eso lo que me fascina de México; sus colores- En mi país la moda es siempre lo mismo, es gris o negro, no se usan mucho los colores, y aquí todo es muy colorido, me fascina que hasta se dice rosa mexicano, en el mundo entero es una palabra muy conocida. Entonces vi esa tira de colores vivos, pregunté qué es y un señor me dijo que era un mecapal y me explicó que lo usaban los indígenas para cargar cosas pesadas, para que caiga al frente, lo cual no lastima la espalda. Y bueno no fueron solo los colores que me encantaron, también los tejidos, entonces estuve averiguando quién sabía hacer un mecapal. Finalmente en Chichimilá conocí a una señora, ya grande de edad, que no sabía leer ni escribir y tampoco hablaba español, tuve que ir con una de mis empleadas que habla español y maya para traducir. Empezamos a trabajar juntas, gracias a Dios había muchas ventas y pude pedir cada vez más mecapal. Ahora agradezco a Dios y a los medios que me apoyaron para ir formando y creando Dutzi, pues es también gracias a esa señora, tenemos a dos familias más que trabajan únicamente para hacer el mecapal para nosotros. La mujer lamentablemente falleció hace dos años, pero reconociendo su obra y gracias al éxito de Dutzi, pudimos darle más trabajo a su familia. Es por eso que desde entonces me encanta ir a los pueblos para ver a las mujeres con la idea de darles trabajo, les damos el material, los hilos, y ellos hacen el mecapal. Una vez que tenemos el mecapal, las mujeres de mi taller hacen las bolsas. ¿Cómo le viste la utilidad en bolsas? Le buscaste y dijiste qué hago con este material… ¿Ya tenías la idea? No tenía idea, como dije antes, en París y Nueva York era periodista, me encantaba la moda, me sentía completa, tenía una vida increíble, entrevistaba a los más grandes diseñadores, gente famosa, invitada a los grandes eventos como las inauguraciones de Chanel. Pero había una parte en mí vida vacía...Me preguntaba qué me falta. Tenía que hacer otra cosa. Entonces me vino la idea de hacer bolsas de los artesanos que vi cómo trabajan. Como periodista de moda tenía una visión de las cosas. Así me vino la idea de diseñar. Pero ni sabía. Yo creo mucho en Dios, en el Universo, pienso que mis papás me dieron este don que no sabía que estaba en mí, pero no dejé de buscarlo hasta la edad de 45 años para empezar como diseñadora. Sentí que había algo en mí y que eso estaba buscando. Una vez que me hice ese compromiso lo entendí como mi destino, está en mí, no es una decisión intelectual, es algo que ya encontré por fin. Tú diriges la colección… Me gusta aplicar formas, combinaciones y dimensiones un poco diferentes, creo que soy la primera diseñadora que trabaja por ejemplo con

la lana de Chiapas, con bolsas que llevan madera y eso es algo que no se usa en la moda. Algunos me dijeron que ya es una nueva tendencia. Encontrar la mezcla entre lo elegante y lo rústico es muy complicado, pero a mí gracias a Dios me viene muy natural. ¿Cuánto llevas en México? Desde hace ocho años vivo en Valladolid. Conozco la Península de Yucatán desde hace 12. Yo no tenía nada de contactos. Vine solamente para cambiar de vida. Tomé una decisión y después radicalmente dejé Nueva York para venir a Valladolid, y el Valladolid de hace ocho años, no es el Valladolid de hoy. Entonces no

había muchos extranjeros, no había eventos como ahorita, nada, no era fácil. Una vez que tuve en mis manos la primera colección de siete bolsas me fui a presentarlas a Nueva York. Una amiga tiene una galería de arte y montamos un pequeño show para ver si le gustaban a la gente. Tuvimos bastante éxito, hasta el punto que vino la prensa y empezamos a vender en las primeras tiendas de Nueva York. Una vez un estilista vino a la tienda y y así tuvimos las primeras fotos en Marie Claire USA. Ya empezamos a hacer bolsas de hombre, en aquella época eran solamente bolsas de mujer. Hace poco empezamos a trabajar con el yute de los costales, claramente puedes ver las letras de la marca, pero lo cortamos ligeramente, ya que la tipografía es una forma de arte. Entonces cada saco es diferente, eso significa que también cada bolsa Dutzi es distinta, cada una de las bolsas de yute tienen este sentido único. Veo que tus sandalias también son de mecapal… ¿Hay alguna posibilidad de seguir haciendo cosas con este material? Correcto. Ahorita empezamos con las sandalias y ya tenemos mucho éxito. Tarde cuatro años para encontrar a una persona que sepa hacer una sandalia cómoda, con una suela de pura piel no hay nada de plástico. Eso significa que con el tiempo tu pie se moldea al zapato, entonces ni sientes que tienes zapatos, pero también tengo algunas ideas de mecapal para Dutzi casa y decoración con caminos de mesa, cortinas, tapetes. Ya se pulió el ciclo de las bolsas, ahora qué sigue… Así es. Desde el principio yo pensaba, hay tantas bolsas en el mundo que una más no es necesaria, entonces quería hacer más que bolsas, por eso ya quiero pasar a Dutzi life style, hacer todo un arte de vida diferente… También me encantaría hacer hamacas con mecapal, aunque es un poco dura puede ser que funcione, más resistente, en las ciudades donde hay frío puede funcionar, a ver si funciona; también muebles y muchas cosas más.

El potencial creativo está al cien, en su mejor momento La gente me dice: te ves más joven que nunca, pero creo que es la felicidad, me siento muy tranquila, muy bien conmigo, con mi gente. No fue fácil que como extranjera y como una persona creativa la gente me entienda. No soy fácil tampoco. Ahorita ando un poco más relajada pero había mucha responsabilidad. Me siento muy responsable con la gente, las mujeres, que están conmigo desde el principio, no me han dejado, algunos sí porque dicen que soy muy exigente. Ya les expliqué también por qué soy exigente, pero algunos no me entendieron. Las que están conmigo me entendieron porque la calidad para mí es muy importante. Amo México y a los mexicanos. Un día hacen las cosas increíbles y después pregunto, ¿tú hiciste esto? No es posible, estaba súper mal hecho. Pero hasta el trabajo mal hecho lo pagaba. Soy exigente en el sentido de que debe ser la misma calidad. Soy exigente pero muy justa. Por eso finalmente la gente se queda. Y ahora llegó un reconocimiento. ¿Cómo se dio de parte del Ayuntamiento? Eso me emociona todavía más. Hace un mes me llamó el alcalde Alcocer García, y me preguntó si podía pasar a mi tienda. No estaba preparada para nada. Vino con la maestra Silvia de la Casa de la Cultura, empezaban las festívidades del aniversario de Valladolid, y me dijo: queremos hacerle un reconocimiento y eso me sorprendió. La razón de este reconocimiento es por el respeto que le he tenido a esta tierra desde poner en mis etiquetas Hecho en Valladolid, como un agradecimiento a las mujeres mayas y al mismo Valladolid. Actualmente existe una asociación denominada Hecho en Valladolid, de las cosas que se elaboran aquí. Mi taller pertenece a este grupo de fabricantes.


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