Asimismo, está el medio ambiente, ya sea local o global, que afecta la salud de las personas y de la naturaleza en general, donde la eficiencia energética es una forma de reducir el impacto que, inevitablemente, implica el quemar combustibles para que tengamos luz, movilidad, frío, calor y todas las comodidades de la vida moderna. Por lo mismo, para cuidar los bienes públicos se requiere que millones de personas tengan los mejores hábitos, que las prácticas en cientos de miles de empresas sean las mejores y que, cuando se hagan las inversiones en decenas de millones de equipos y sistemas, sean en los más eficientes. Es aquí, precisamente, donde la intervención de los estados nacionales se vuelve necesaria, buscando que los individuos tengan hábitos que eviten el desperdicio y que en los hogares, gobierno, empresas y servicios públicos, se conozcan y adopten las mejores prácticas; que se tengan regulaciones que sólo permitan que lo que entre al mercado sea lo más eficiente energéticamente posible y que se invierta en la tecnología que nos da la mayor cantidad de servicio energético por unidad de energía. Un camino para logralo ha sido la expedición de leyes y regulaciones de gran alcance, que definen líneas de acción muy generales. Sin embargo, aunque siempre necesarias, la experiencia en muchos países, particularmente en América Latina, muestra que son insuficientes si no se tienen los recursos y la capacidad institucional para hacerlas cumplir.
Inclusive cuando este tipo de funciones se integran a ministerios a cargo de las políticas y la supervisión de los mercados, la letra de las leyes se ha quedado sólo en buenas intenciones. Como lo demuestran los hechos, por su magnitud y complejidad, las mejores y más exitosas políticas nacionales son las que incluyen instituciones que se crean para cumplir labores de gestión, búsqueda de consensos, desarrollo de herramientas de uso general, articulación de la gran variedad de actores que ofrecen productos y servicios asociados, que conozcan las necesidades de los actores y sus limitaciones.1 Inclusive, dado el gran alcance, la variedad de actores y los beneficios múltiples que tiene la eficiencia energética, las acciones para lograrlo a cabalidad involucran instancias de gobierno de lo local a lo federal y a quienes se encargan de políticas relacionadas con la energía, el medio ambiente, el desarrollo municipal, la construcción de vivienda, el desarrollo industrial, el comercio, entre otros. En muchos sentidos, lo que se ha logrado en México supera, por mucho, lo que se ha hecho en otros países de la región, y la diferencia ha sido, sin duda, la existencia de un organismo con autonomía técnica, con capacidad y vocación de trabajo con múltiples actores, sujeto, por supuesto, a las políticas generales definidas por los ministerios de energía. Precisamente, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), los países con mayores éxitos en sus iniciativas nacionales de eficiencia energética son aquellos que tienen agencias dedicadas al tema, particularmente México y Chile.2 En México, por mucho, la acción más efectiva ha sido la asociada a la mejora de la eficiencia energética de productos y sistemas, donde hoy día están en vigor 34 Normas Oficiales Mexicanas (NOM), que obligan a que el universo de productos y sistemas que los regulan tengan cada vez mayor eficiencia energética.3 Para dar una dimensión del alcance de estas acciones, que lleva a cabo la Conuee, hoy en día los equipos que representan más del 80% de la energía (gas y electricidad) que consume un hogar y los equipos que representan más del 55% de todo el consumo final están obligados a cumplir con una NOM de eficiencia energética, lo que implica que cientos de millones de equipos que se venden en México (desde lámparas hasta autos) tengan altos niveles de eficiencia energética. Esto es reconocido por la Agencia Internacional de Energía, que ubica a México como el país que tiene el mayor ahorro relativo por regulaciones técnicas (6.5% del total de consumo de electricidad) en América Latina, y con un valor superior al de China e India.4
1 BID. Gobernanza de la eficiencia energética: Manual regional América Latina y el Caribe. https:// publications.iadb.org/es/publicacion/17531/gobernanza-de-la-eficiencia-energetica-manualregional-america-latina-y-el-caribe 2 CEPAL. Programa Base de Indicadores de Eficiencia Energética (BIEE) del Observatorio Regional sobre Energías Sostenibles (ROSE). https://www.cepal.org/es/proyectos/programa-biee-base-deindicadores-de-eficiencia-energetica 3 Conuee. Normas Oficiales Mexicanas en Eficiencia Energética. https://www.gob.mx/conuee/ acciones-y-programas/normas-oficiales-mexicanas-en-eficiencia-energetica-vigentes 4 IEA. Appliances and Equipment: Tracking progress 2021. https://www.iea.org/reports/appliancesand-equipment
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