Campus539

Page 6

Campus o milenio

06 o Jueves 12 de diciembre de 2013

www.campusmilenio.com.mx

opinión

OPINIÓN

Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE–Ibero)

humberto muñoz garcía* recillas@unam.mx

Políticas para los jóvenes estudiantes

L

a dinámica de la educación superior en México ha dado la posibilidad de estudiar una carrera universitaria a más jóvenes. En lo que va del Siglo, la matrícula, según fuentes oficiales, creció de 2.0 millones de estudiantes (2000-2001) a 3.3 millones (2011-2012). Un logro importante. Y, no obstante, la cobertura, esto es, el número de matriculados sobre la población de 19 a 23 años, sigue siendo bajo, pues pasamos de una cifra de 21.6 a 32.8 por ciento en el mismo período. O sea, sólo 1 de cada 3 jóvenes estaban estudiando en una institución universitaria. IVÁN STEPHENS

La distribución de las oportunidades educativas es indeseable. La proporción de jóvenes de 19 a 23 años de las familias más ricas de México, que asiste a la educación superior, es, aproximadamente, unas 10 veces mayor que la del decil más bajo. Aunque, como lo ha mostrado el Subsecretario Tuirán, ha habido un incremento proporcional importante de la matricula de jóvenes que provienen de hogares situados en los cuatro decíles más bajos del ingreso. Asimismo, las diferencias en cobertura entre las entidades federativas, si bien han disminuido, se conservan en una estructura profundamente desigual. Con todo el avance, una buena cantidad de jóvenes que concluyen el bachillerato no consiguen estudiar una licenciatura. Cada año, en la capital del país y en otras ciudades capitales de los estados, se presenta el fenómeno de los no aceptados, que es causa de tensiones y frustraciones sociales. Por otra parte, en el Simposio que tuvimos en la UNAM el pasado mes de Septiembre, A. de Garay presentó una ponencia en la que trata el problema del abandono de los estudios. Son bastantes los estudiantes que abandonan la carrera el primer año. Otros lo hacen más tarde, sea porque tuvieron que ser reubicados, y no les gustó estudiar donde los registraron, sea por motivos económicos, pues tuvieron que ayudar a la familia económicamente. El abandono puede deberse a que se contraen nupcias o a que el nivel de la enseñanza no los satisface. Una causa más, es que venían mal preparados del bachillerato y no obtuvieron buenos resultados. La encuesta de la juventud de 2010, presentada por J.A. Pérez Islas en el Simposio, muestra que en la población de 18 a 29 años, uno de cada cinco dejó y regresó a la escuela. Asimismo, indicó que la mitad de los jóvenes estudian y trabajan. Queda pendiente avanzar en el estudio de las relaciones entre la cultura escolar y la juvenil. Y hacer más investigación sobre las miradas juveniles sobre la universidad. En la Encuesta de Estudiantes de la UNAM, analizada por M.H. Suárez, se ilustran algunos problemas de los estudiantes, que es probable que sean transversales en todo el sistema educativo. La información incluye la evaluación que hacen de los espacios, instalaciones y servicios que les prestan. También, cuestiones relacionadas con las subjetividades de los jóvenes estudiantes que son necesarias de comprender para el arraigo institucional. Además, se menciona lo relativo a la representación estudiantil en los cuerpos colegiados.

Así, hay una buena cantidad de información para sugerir algunas políticas. De lo aquí presentado, resulta evidente que es indispensable ampliar las oportunidades de estudios superiores para los sectores y zonas del país con menos recursos. Otorgar becas, sin la denominación de salario, porque eso transfigura el sentido de la educación. Las decisiones de crear nuevos centros educativos deben tener en cuenta que las aspiraciones de los jóvenes son estudiar en universidades de prestigio, lo cual se puede conseguir. Es indispensable que la ampliación tenga en cuenta los puntos donde hay más rechazados, las relaciones demográficas entre demanda y oferta educativa, la expansión de las universidades privadas, y las necesidades del desarrollo local. Las universidades públicas que tienen bachillerato requieren mejorar la enseñanza y su pertinencia, para que los estudiantes cuenten con más elementos a la hora de elegir su carrera y un mejor desempeño en la licenciatura. Asimismo, hacer un esfuerzo por articular el bachillerato con los otros niveles de estudio, elevar la eficiencia terminal y actualizar planes y programas con mayor frecuencia, dado el ritmo de cambio del conocimiento y la evolución de las tecnologías de comunicación. En las instituciones universitarias se requiere hacer un esfuerzo para atender a los estudiantes de bajo rendimiento, ejecutar medidas para disminuir la deserción, mejorar la infraestructura y los servicios, y acoger a quienes regresan a la escuela. También, apoyar el rendimiento escolar de quienes trabajan por necesidad, en los primeros años de la carrera. Las políticas requieren estimular el arraigo asomándose al mundo de las culturas juveniles para vincularlas con las culturas escolares, y fomentar la participación en la vida institucional. El sistema educativo no puede perder la oportunidad histórica de contar con más jóvenes estudiantes, bien preparados, porque ellos serán los verdaderos protagonistas del cambio nacional.

UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS.

E

l pasado 2 de diciembre, se dieron a conocer los resultados de la evaluación del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) la cual se aplica cada tres años a 34 países miembros de la OCDE y, en esta ocasión, a otros 31 asociados. La evaluación se aplica a estudiantes de 15 años y abarca los dominios de lectura, matemáticas y ciencias, pero en cada aplicación se pone un mayor énfasis sólo en uno de ellos con el fin de tener una valoración más profunda. Los resultados recientemente presentados corresponden a la aplicación del 2012, donde se hizo énfasis en matemáticas y con ella se cierra el ciclo de evaluación de 9 años para dicha área. En 2003 los estudiantes mexicanos obtuvieron una calificación promedio de 385 puntos en matemáticas; dicha puntuación mejoró en las aplicaciones siguientes (en 2006 fue de 406 y en 2009 de 419); sin embargo; en estas ocasiones el énfasis estuvo en otros dominios –lectura y ciencias. Para el 2012 el promedio alcanzado por los estudiantes mexicanos fue de 413, con ello decayó el logro académico del país en tres años y no se logró la meta propuesta para el término de este ciclo que era de 435 puntos. En un ciclo de 9 años, México avanzó sólo 28 puntos. El promedio de los países de la OCDE fue de 494 puntos y los países punteros fueron Shangai-China (613) y Singapur (573). Con estos resultados, México se ubica en el último lugar de la OCDE y se ha afirmado que a este ritmo de crecimiento le llevará 25 años alcanzar el promedio dicha organización (siempre que éste no se mueva). Las reacciones ante estos resultados, de nueva cuenta fueron alarmistas. Las primeras declaraciones de Gabriela Ramos, Jefa del Gabinete de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, hacían énfasis en la importancia que tiene el desempeño docente en los resultados académicos obtenidos por el país. Afirmó que "…lo que hace determinante el éxito escolar de los países participantes del programa PISA es la calidad del cuerpo docente". Éste resulta un tema sensible en el actual contexto mexicano.

Los resultados de PISA y la reforma educativa que necesitamos Si bien es indiscutible el peso que tiene el desempeño docente en los resultados de aprendizaje, es preciso también tener en cuenta que no es el factor único y determinante de los logros educativos. Los países a los que la funcionaria hace referencia también han alcanzado altos estándares en las condiciones que posibilitan el aprendizaje. Además de la adecuada formación, selección y actualización de los maestros, cuentan currículos cuidadosamenteelaboradosy óptima infraestructura escolar. No está demás señalar que tambiéngarantizancondiciones favorables para el ejercicio de la docencia, como son los asistentes pedagógicos. Muchos de estos países emprendieron reformas educativas que atendieron dos procesos educativos claves: la enseñanza y el aprendizaje. Así, cuidaron tanto las condiciones del ejercicio de la docencia, como las estrategias que promueven el aprendizaje. Pusieron al estudiante en el centro de los procesos educativos y desarrollaron innovaciones pedagógicas para que “todos” los niños lograran los objetivos de aprendizaje. Si analizamos nuestra reforma educativa a la luz de lo que ocurre en estas otras latitudes, no cabe más que reafirmar lo que ya ha sido dicho en otros espacios. Es una reforma que se ha concentrado exclusivamente en un actor, sin abarcar el resto de factores esenciales del proceso educativo. Parece difícil que sólo modificando las condiciones laborales de los maestros podamos acortar el tiempo que nos separa de los resultados que en promedio alcanzan nuestros socios de la OCDE. Tales condiciones parece que comienzan a ser percibidas por el Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayfett, quien los días siguientes a la publicación de los resultados declaró que habrá cambios en el modelo educativo y en la educación normal. Dos factores esenciales de cualquier transformación educativa, pero que habían sido ignorados por la reciente reforma que se está tratando de echar a andar en México. Si los resultados de PISA están sirviendo para llamar la atención sobre la necesidad de conocer con mayor profundidad las fortalezas y debilidades del sistema educativo mexicano y tomar decisiones más acerta-

das para su mejora, bienvenidos sean. Sería deseable que las iniciativas que se emprendan en esta “nueva era de la evaluación en México” se conviertan en leg ít imos inst r umentos que suministren la informac ión necesa r ia pa ra alimentar la hechura de políticas educativas. Los resultados de PISA, que vienen a corroborar lo que otras evaluaciones nacionales han revelado, debieran ser un llamado de atención a ampliar la mirada sobre el fenómeno educativo. No tienen cabida las lecturas simplistas, ni las visiones catastróficas. Es preciso asumir una actitud crítica, pero también responsable y comprometida con el mejoramiento de nuestro sistema educativo. Sin duda es un buen momento para estudiar a profundidad las acciones que han sido efectivas en países que han logrado pasar de un sistema educativo de bajo desempeño a uno bueno. Un reciente estudio sobre esta materia llevado a cabo por McKinsey & Company (2010) intitulado ¿Cómo continúan mejorando los mejores sistemas educativos del mundo? revela que hay “seis intervenciones que ocurren en todos losnivelesdedesempeñopara todos los sistemas. Estas son: 1) construir las capacidades de enseñar de los profesores y de gestionar de los directores; 2) evaluar a los alumnos; 3) mejorar la información del sistema; 4) facilitar las mejoras por medio de la introducción de políticas y leyes en educación, 5) revisar el currículo y los estándares y 6) asegurar la estructura de remuneración y reconocimiento adecuado para los profesores y directores”. Esto no quiere decir copiar acríticamente lo que hacen otros países, pero sí aprovechar el conocimiento generado como un insumo clave para la innovación. Ojalá que los anuncios de cambio en el modelo educativo y en la educación normal convoquen a los diferentes actores interesados en la educación a encontrar las mejores maneras de construir capacidades para mejorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje y no caigamos en una cacería de brujas en la que como sociedad perdemos todos. Ojalá podamos poner a nuestros alumnos y su aprendizaje significativo en el foco de la agenda.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.