El lenguaje de las campanas de Sta. María de Borja
Cuadernos de Estudios Borjanos XLVI, 2003
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En las grandes festividades se celebraban vísperas priorales. Se iniciaban los toques, al igual que en rezo de las vísperas del tiempo ordinario, media hora antes del inicia, pero en este caso, con toque más solemne, poniendo en movimiento las principales campanas, la “Capitular”, la “Bárbara” y la pequeña “Marta” que, con su mezcla de timbres y ritmos descompasados, anunciaban la alegría de la festividad que, al día siguiente, iba a celebrarse. Todo ello en el primer toque, pues los dos restantes se hacían a la manera habitual. Al entonarse el Magníficat salía del coro la procesión y se dirigía al altar mayor para incensar. La iniciaba el sacristán mayor, llevando humeante de incienso el turíbulo, seguido por los monaguillos de altar, infantes del coro con dos ciriales, dos sacerdotes revestidos de capa y portando maza, y el párroco oficiante con las mejores prendas de la colegial, mientras el órgano interpretaba los salmos. Era en ese momento cuando nuevamente tocaban las tres campanas, previo aviso al campanero por los infantes con el campanico del coro. Con la misma solemnidad y alarde de campanas se anunciaba el rezo de laudes en la gran festividad que, el día anterior, había sido anunciada en las vísperas. También los difuntos tenían su toque especial. Cuando fallecía una persona adulta se daba el toque de “agonía”, consistente en 32 campanadas con el “Don-Don”, si era mujer, o 33 si se trataba de un varón, todas ellas separadas por un breve espacio entre cada campanada.