Revista N° 14

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Caracas de ayer, de hoy y de siempre Texto original de Napoleón Pisani - Adaptación de Letizia Buttarello Lavarte

E

s el título elegido para éste programa de visitas guiadas (virtual) por algunos sitios de interés del centro y los espacios circundantes de la metrópolis y que dedicamos a la memoria de Raúl Santana, un extraordinario Cronista Plástico de Caracas. Lugares de gran importancia histórica, artística, arquitectónica y espiritual que existen en ésta ciudad capital, tan rica en sucesos de toda índole y tan necesitada de atención y de respeto por parte de los habitantes de ésta desordenada urbe. Cuatrocientos cuarenta y cuatro años han trascurrido desde el momento en que Diego de Losada fundara a Santiago de León de Caracas, la ciudad embellecida y protegida por ese inmenso y hermoso monumento natural que es el cerro Ávila. Ciudad retratada en una pintura colonial “Nuestra Señora de Caracas” donde la imagen aparece suspendida en el aire y en actitud de protección sobre la ciudad, que ya ha sobrepasado las veinticuatro manzanas de aquel conocido plano de 1578, mandado a hacer por el gobernador Juan de Pimentel. Si el transeúnte aminorara sus pasos y observara con detenimiento las arquitecturas que rodean la plaza Bolívar, apreciara los relieves conmemorativos adosados en los muros de algunas de estas arquitecturas. Si se interesara por entrar al Museo Sacro; a la iglesia Catedral; a la Capilla Santa Rosa de Lima; al Museo Raúl Santana; a la Sala de los Pendones; al Museo Emilio Boggio; a la Sala Dorada y al espacio donde están las maquetas de Ruth Neumann, éstos últimos seis espacios pertenecientes al Concejo Municipal de Caracas, podría rememorar unos cuantos

episodios de nuestra historia que sin duda, le ayudarían a despertar un sentido de pertenencia, que le permita valorar con propiedad esos importantes espacios.

Meus” de José Ángel Lamas. Esa música sacra salía de la Catedral para ungir, con el mayo fervor, los cuerpos y los espíritus de todos los creyentes de aquella pequeña ciudad colonial.

No se puede amar lo que no se conoce. Es menester, entonces, pasearse con entusiasmo por la historia que esta por todos lados de la ciudad: en las grandes y pequeñas obras, en los detalles que esperan ser encontrados y valorados adecuadamente, como una hermosa aldaba de una vieja puerta en La Pastora, que un artista artesano de hace ya mucho tiempo, creara con la mayor devoción y amor por su trabajo.

Ocho años después, un Jueves Santo, el Capitán General Emparan renunciaba a su cargo y firmó, sin saberlo, la partida de nacimiento de Venezuela. Esos sucesos del 19 de Abril de 1810 están plasmados en un conocido cuadro de Juan Lovera que se encuentra en la Capilla Santa Rosa de Lima del Concejo Municipal de Caracas. Allí también está del mismo autor, el cuadro titulado “El 5 de Julio de 1811”. Obras de importancia documental y artística, pues Lovera fue testigo presencial de aquellos dos sucesos.

Los nombres de las esquinas nos señalan también un sin fin de hechos ocurridos en la ciudad. Esas denominaciones son expresiones del ingenio popular que dan fe del carácter y la imaginación del caraqueño. Así nos lo hizo saber Carmen Clemente travieso en ese delicioso libro suyo titulado “Las Esquinas de Caracas”. Pero volvamos a la Plaza Mayor, nombre original de la Plaza Bolívar, lugar donde se alzaban los cadalsos y las picotas durante la colonia y donde igualmente se llevaban a cabo corridas de toros en los días de Santiago, Santo Patrón de la ciudad, y era también lugar de presentación de obras teatrales y sitio donde de vez en cuando funcionada un mercado. En ésta Plaza Mayor fue ahorcado el patriota José María España en 1799. Manuel Gual, su compañero en aquella famosa conspiración de 1797, sería envenenado años después en Trinidad. En éste corazón de la ciudad, un Viernes Santo de 1802 se escuchó por primera vez el “Popule

Año 8, Nº 14 febrero 2012

En éste segundo cuadro aparece Miranda, un hombre ya mayor, de 61 años, canoso y con el abdomen abultado, nada que ver con aquel Miranda idealizado por Martín Tovar y Tovar en su pintura “La Firma del 5 de Julio 1811”. Ese cuadro se encuentra en la parte alta del Salón Elíptico del Palacio Federal y se puede apreciar, del mismo autor, “La Batalla de Carabobo”, obra de más de cuatrocientos cincuenta metros cuadrados, trabajo que tanta admiración le produjo al pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, quien al contemplar la obra dijo: “Es la pintura monumental más importante de la América Latina”. Hay muchas historias en todos estos espacios privilegiados por las circunstancias más disímiles, que es necesario dar a conocer a las personas de todas las edades. Bueno y emocionante es armar ese inmenso rompecabezas que es la historia, donde todo se relaciona con todo, donde todo se explica y nos explica. Donde la

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