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La citada paralización de actividades provocó a las Agencias de Aduana importantes trastornos operativos y financieros; atoches de mercancías en los recintos de depósito aduanero; pérdida de programación de los itinerarios de viajes de los medios de transporte internacional; desvíos de contenedores con carga a puertos vecinos; impedimento de que los importadores, exportadores y otros consignatarios pudieran contar a tiempo o de expedir en plazos contractuales las mercancías comprometidas, al igual que la retención en recintos de la Aduana Metropolitana de diversos documentos comerciales provenientes del exterior. Esta grave situación no ocurría en nuestro país desde hace más de 50 años y amerita que las autoridades de gobierno convoquen a todos los actores de la cadena logística del comercio exterior para determinar el establecimiento de un plan de contingencia nacional.