Caleidoscopio [Zine coleccionable] Nº 1

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Obertura Hace ocho años leí por primera vez a María Emilia Cornejo. En aquel entonces era solo una colegiala encantada por la profunda contradicción de la vivencia del cuerpo que negaba y al mismo tiempo afirmaba sus deseos, por una voz potente que se autoproclamaba «la muchacha mala de la historia», portavoz de un discurso que no entendía del todo pero que sentía como mío por mi condición de mujer oprimida por una sociedad machista, conservadora y doble moral. María Emilia Cornejo falleció en un mes como este, hace 43 años, producto de una sobredosis de pastillas luego de perder a su bebé a los tres meses de embarazo, según se rumora en los círculos literarios. Algunos de sus escritos fueron publicados en 1970 en la revista Gesta y luego de fallecer fueron impresos tres poemas por Isaac Rupay, director de la revista literaria Eros, en el único y mítico número de 1973. Mi intención hoy, no es ahondar en el mito ni en la legitimidad de sus versos, sino en lo que representa para miles de mujeres, el poder de su imagen y la potencia de un discurso que se alza por sobre los otros

como un faro inextinguible. Al margen de las críticas que pudo recibir en aquel entonces, María Emilia encarna a una mujer que ama y sufre por ser el complemento del varón y que, a su vez, intenta ser ella misma desligada de ese ritual ancestral de darlo todo por el otro. Su yo poético llora su condición de caída en batalla, de mujer herida que recoge sus anhelos muertos y se reprocha a sí misma que «es poco el cielo para cobijar su alegría». María Emilia no solo representa a la mujer empoderada en la contradicción de sufrir el martirio de ser humana y amar «hasta entregar toda su piel», también es el rumor de la intensidad expresiva. María Emilia no es solo la iniciadora del erotismo en la poesía peruana; es la voz de todas nosotras, la mujer que personificó el grito, la necesidad de aullar para que su voz sea liberada entre las hendiduras del silencio. Katherine Medina Rondón


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Valeria Román Marroquín [Lima, 1999].Todavía usa uniforme y paga pasaje escolar. Estudia en un colegio de monjitas francesas. Es capricornio.

Postal en un techo ajeno —Estaré sola —dije por primera vez cuando sentí una mano tocándome la rodilla: eran las dos y diecisiete a.m. en la casa de un amigo sin nombre. Así se debe sentir el amor, pensábamos. Dejamos de hablarle a la muerte por los cráneos humeantes en búsqueda de otro vientre para acariciar Es así: llegamos tarde. Los recuerdos se derretían uno a uno frente a la TV, tan silenciosos como van cayendo las aves Ahora solo quiero pensar en aspirar una y otra vez la ceniza que va dejando mi memoria, mientras un muchacho rompe el asfalto en mi espalda. Ahora solo quiero pensar en la casa en los recibos que no voy a pagar, las tareas que no quiero hacer, los años que no quiero vivir Esas cosas. Todo se va pareciendo mucho a cuando hablaba con dios y siempre me preguntaba si cambiaría algo en mi vida pero jamás terminé de contestar Toqué tu puerta cuando me sangraba la nariz Todo se va pareciendo a la copia de una copia de una copia todo se va pareciendo a ese día ¿todavía puedo quedarme? Voy a llenar de sangre la pista de baile/ el futuro/ el cielo los caminos que llevan a este corazón de ciudad los e-mails a medio escribir los mensajes que nunca pensamos enviar Voy a llenar de sangre todo un poema: sentirme como en la primera/ segunda/ tercera vez como en todos los polvos que aún no me toca probar y gritar cualquier nombre Romper con cada uno de los ecos en tu mugre boca junto a dios 4

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junto a una de esas drogas nuevas que se cantan aquí, donde todavía sigo de pie Esta vez voy a quedarme, y ya no quiero llorar ni recordar que estoy sola Aquí, donde me dijeron que así de bonito se debe sentir el amor Aquí, en otro techo ajeno.

Pop negro Miro mis piernas y sé que están astilladas: me las arrancaría, quisiera sembrar un bosque desde mi muñón sin raíces quisiera construir el invierno para un poema Esperando que crezcan nuevamente podría bordar la mortaja, puntada tras puntada más cerca del sueño Pero no puedo, no soy valiente no sé usar la falda más arriba de las rodillas En el colegio aprendí una de treinta lecciones: no se cruzan las piernas, un cuerpo es un templo Es mi cuerpo un altar mutilado: sabré cómo adorarlo cuando acaben conmigo Mi cuerpo es un río seco es un río seco que trae piedras Quisiera tener sangre en la cara para arrodillarme frente a este templo ahora, entender también que otras manos nunca quisieron quebrarme. Estas manos mentirosas corren sobre una constelación de girasoles colgando de mi lengua

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Soy una asesina ante los ojos del carnicero, estoy aquí arrodillada ante la grandeza de un rostro invisible: arrodillada por primera vez bebo de las tristeza en mi sexo y no tengo vergüenza En el colegio aprendí una de ciento cincuenta lecciones: todas las muchachas lindas van a crucificar sus labios a tecnicolor y aun así no hay asco Lo más triste de todo es que no hay asco. Miro mis piernas y están astilladas Quisiera encontrar el arma del delito, pero ya no hay nada que puedan hacer por mí.

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Andrea Sovero [Lima, 1993]. Escritora y promotora de poesía. Forma parte de la organización Durazno Sangrando.

1. Imaginación La vigilia comienza ahora que mi hambre persigue una luna de papel y mis valles se pueblan de lirios y enjambres.

2. Hablo de darle luz a las líneas primitivas vellosas inconstantes de nacimiento dudoso caluroso de crudeza menguante hablo de no digerir por otros la imagen del vuelo ser planta carnívora en un río de helechos.

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3. Aguardiente Se siente el pecho como el punto m谩s alto del cerro Se siente el viento amasando los huesos Las nubes se suman como aguardiente hasta prenderse la carne rosa como el cielo cubriendo al pecho

4. Tiemblo tiento deseo. Corto el viento con mis manos, apago el fuego con mis labios, tejo un espacio eterno en medio del ocaso, en medio de una verdad, una inc贸gnita, que sin ver se encuentran que sin saber aguardan.

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Luz Ascárate Natural del Callao, es un humilde ente que deambula entre los caminos interminables de la filosofía y las avenidas rosas de la poesía, su oficio nocturno. Lo primero prefiere hacerlo en sastre, y lo segundo, desnuda.

MEC El día en el que ella murió, llevaba puesto su collar de semillas: lágrimas de virgen, lágrimas de Job. Todos los árboles lloraban aunque por vez última, porque ella ya no sentiría dolor. ¿Pero cuánto dolor puede aguantar el corazón? Ahí se descubrieron sus reales proporciones, con los pies desnudos cuando se ha perdido el cuerpo: El amor es complejo, se ama lo que se pierde. ¿O solo somos demasiado humanos para el amor? Nuestra serenidad es falaz; nuestra fragilidad, inminente. Somos una mueca de lo trágico, su simple gesto. Lo que nos protege impide comprendernos. El día en el que ella murió, una niña se sentó frente a su cadáver. Mantuvieron una conversación. Ella dijo: Tal vez las dos seamos demasiado hipócritas. Tal vez a las dos tan solo nos duela un poco el corazón. ¿Pero cuánto dolor puede soportar el corazón? Más allá de lo dicho y lo decible. Con el verso tendido y el sexo dispuesto. Ahí, solo ahí, se descubren tus reales proporciones. Ahí donde persiste esa divina habilidad de continuar sin una patria, sin un brazo, sin un padre. ¿Pero cuánto dolor puede soportar el corazón? El corazón no soporta el dolor, tan solo gana profundidad. Muñecas Tóxicas

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RETRATO V Nunca fui una mujer de actos, siempre de palabras. S贸lo y 煤nicamente de palabras. Cuando amo, amo con palabras. Cuando lloro, lloro con palabras. Mis promesas son todas de palabras. Mis mentiras son todas de palabras. Mi reflejo en el espejo es de palabras. Mi revoluci贸n es de palabras. Mi mundo es de palabras. Mi voz es de palabras. Mi palabra es de acci贸n.

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Rebeca Urbina Balbuena [Lima, 1983]. Administradora de la UPC, con estudios de Literatura en la PUCP. Vive y muere por su mejor poema, llamado Vicente. Formó parte de talleres de poesía dirigidos por Carmen Ollé, Miguel Ildefonso y Victoria Guerrero. Participó en el Festival Enero en la palabra, en Cusco, en el Festival de poesía de Lima y en diversos recitales de poesía. El año 2014 obtuvo el Premio de Poesía Scriptura, por el cual fue publicado su primer poemario “Camping en el país de las maravillas”, con el cual obtuvo también el Premio Luces 2014 del Diario El Comercio en la categoría Poesía.

Punto perdido Es difícil encontrar el punto pero se aprende Se me ha escapado un punto entre el F y el H Reparé en su ausencia cuando preguntaste por él Es un punto presuntuoso y sobrevalorado Lo debo haber perdido por restarle atención No lo buscaré con linternas ni ofreceré recompensas No me quedaré prendida a él si lo vuelvo a encontrar Siempre preferí otros puntos mucho más gratificantes Desinteresados e incondicionales como el C o como el O Une los puntos como en juego de niños Puedes llevarme al infinito intercalando el B y el C O abarcando el punto E y recorriendo su amplitud Hay un punto V infalible previo paso por el P Pero siempre vuelve al O, vuelve al O, vuelve al Oh Concéntrate en quitar todo el ni de mi organismo Abócate a mi boca en forma desmedida No me pidas coordenadas cuando bajes por mi espalda Calculo que la cal está de más en tus manos Presumo que sabrás como inundar mi vientre Y si me notas abstraída, ausente, delirante, puede ser que haya encontrado el punto que perdí.

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Erika Yessenia Aquino Ordinola [Piura, 1988] Ganadora del primer puesto en los Juegos Florales de Poesía organizado por el VI Congreso Nacional Lingüístico Literario «Carlos Eduardo Zavaleta» Chimbote, octubre de 2009. Ha publicado en revistas como: Plazuela Merino y Sietevientos N° 20 (Piura), La poesía no tiene sexo (Antología Trujillo 2010), CONTA.EDU (Universidad Nacional de Piura, 2011), Metáfora: La Expresión Literaria en la Universidad Nacional de Piura (2011), Lucerna (Lima, 2013). Actualmente, cursa una maestría en Literatura Hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Romper el polvo In memorian de Primo Levi

He visto los atardeceres piuranos en tus ojos, Verónica, Algo azules, algo naranjas después de la marihuana; pero ambos despidiéndose de la luz que nos sonríe. Tus hermosos ojos me hablan de la belleza angustiante, ¿Cómo forjar el azul-naranja sin los golpes de los ritmos de tu sangre? Es el inicio, Verónica, la figuración del lenguaje; es el mito de esta belleza que aceptamos sin decir «No». Tantas piedras, Tantas rocas en el suelo; Y, sin embargo, una historia que se desteje: Un pájaro desenterrando las escamas es un pez devorándose las alas; Una ley que se desnuda y se flagela en el sexo, Los hundidos y los salvados, Levi. El olor de sus alas calcinadas era el mismo de los arbustos caídos. Nació la galaxia de Andrómeda con un pájaro en los dedos; y, entonces, el horror del inicio, La violencia con que se hizo mujer a la naturaleza, El hombre la cavó, La horadó sin encontrar su posición para amar. ¿Era ella la hundida? ¿Fuimos nosotros los salvados? Su piel empezó a sudar. No era la lluvia. Era aquello que escapaba a una emisión. Ven, Charlotte, y rompamos el polvo. Hagamos un nudo en el árbol. 16

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Alrededor de la fosa

A Jalevi Juárez Por ser siempre Tánatos.

Me parece que un librero está más cercano a la muerte, Cementerio comunitario donde llega Lorca, Cervantes, Baudelaire y Vallejo. Miro las gavetas hondas, casi profundas, y entiendo que las puedo nombrar fosas comunes. Arguedas al lado de Tolstoi Kundera y Mariátegui juntos, De Ramos y Simone de Beauvoir y José María, cuerpo silente donde el polvo yace. Todos ellos víctimas del tiempo que los une a su manera, En un caos hermoso de donde los tomamos y nos embriagamos juntos; Y, encima, epitafios, frases cercanas a la vida, voces de ultratumba; Y, abajo, trapos, botellas, polvo, envoltura de humanos a quienes [despojo de sus gritos. Exploro alrededor de la fosa: Mi cortina forma una casa con su techo puntiagudo; Al frente, el sol estira sus dedos y devora lagartijas; Y en mis oídos una vieja melodía que nunca acaba, Alguien anhela confiscar mi cuerpo. Quiero escapar de esta humanidad que me desgracia, Por eso soy perseguida por los muertos que me arrojan piedras. ¿Cómo apareció esa terrible imagen de la muerte entre mis libros? ¿Cómo un librero puede ser un acantilado de almas suicidas? Y de pronto la imagen de mis piernas encima del mar tratando de acorralar a un pez en mi canasta… Una gaviota pierde su grito en la distancia. Nietzsche abraza al caballo flagelado y llora. ¿Por qué no llorar entonces por un pez que ha mordido el anzuelo [y ni siquiera clama? ¿Por qué no llorar por el cementerio en el que se ha convertido mi estancia? Ahora, de repente, estos muertos me traen consigo una palabra hecha aire Y no puedo dejar de pensar en ti, en mí, en nosotros. Tú también eres un poco de huesos salvados por el amor; Yo, en cambio, soy polvo mascullado por tu saliva; y ellos, la nada, el laberinto de la locura sentada a los pies de dios. […] La mandrágora en mi pueblo tiene la forma de un san pedro, Con las manos, la cabeza y los pies mutilados. Muñecas Tóxicas

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Mariana Espezua 22 años y algo parecido a un grito apagado. Parió a su primogénito en julio de 2013, un niño con pretensión de Dioscuro llamado Pólux. Fue antologada en 10 poetas de un solo caño, en la antología de poesía femenina Mis palabras exigen silencio y en Buganvilla. Participó en revistas como Libertalia, Sur y Letrasértica. Obtuvo el primer y segundo lugar del XI y XIII Juegos Florales de la UNJBG en la categoría Poesía.. Además, fue el primer puesto en el I FESTILEA – UNJBG

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(A un arquitecto azul) Me dijiste bruja, e hice un aquelarre. Luego me perdí y quise volarme los dedos. Quemé la carne, mi cuerpo, el santuario, mi alma, el yo sin ti. Un verso se ha escapado de entre las sombras Y aún no he podido cantar el tango hechicero que te amarre la boca.

Proyecto Libre Cuando el sueño te desconoce empieza a dibujarse la realidad 1. Las arañas tienen crayones en lugar de patas y el semen de la vida se bebe frío en cualquier cama. 2. Las flores aprenden a caminar y deciden marchar a las guerrillas. Cuando el sueño te desconoce partes desde 0.5 hasta que el tiempo te escuche 3. El mar es la condición que acaricia el viento, cuando éste refleja su propia agua. 4. Y tu imagen no es más tuya, sino la de algún cisne perdido. Crees poder camuflarte en sombras. Pero no es cierto, el sueño te [desconoce. No es malo, solo son horas que se pierden en tu cuerpo. Empiezas a [dibujarte sola y a mano alzada, Sola y sin escalas, sola y tuya en formato nuevo Sola y herida en el papel Sola… Cuando el sueño te desconoce, te descubre sola y el [surrealismo empieza. Muñecas Tóxicas

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Karina Valcárcel Escritora, periodista, fotógrafa e ilustradora. Creadora del fanzine “Heridita”. Ha publicado los libros: “Poemas Cotidianos, “Una mancha en el colchón”, el bifronte “Variaciones / Otros te[a]mores”, “Los abrazos largos” y recientemente una breve antología personal en formato artesanal con el sello Amaru Cartonera titulada ‘No lo sé todavía’. Ha organizado encuentros literarios, talleres de escritura creativa, ferias culturales y recitales de poesía. Textos suyos han aparecido en distintos medios impresos y virtuales de Argentina, Brasil, Chile, México y Perú; así como en la antología ‘Rito Verbal: muestra de poesía peruana 2000-2010’ (Elefante Editores). Se ha desempeñado en los campos de la gestión y el periodismo cultural.

I Yo te habría amado con un miedo similar al de verter un huevo en una paila colmada de aceite hirviendo. nada habría impedido que te sirva al desayuno aquel huevo ya frito junto a mi amor /que es insuperable e invencible o débil, solo frente a mi amor que a veces envenena cualquier tipo de heroísmo. Algún mediodía me verías entrar por la puerta de tu casa cargando un florero como se carga a un niño muy pequeño. con paciencia habría elegido las flores para llenar la boca de aquel niño y todo el lugar sería en breve /tomado por el aroma de un ramo de lluvia, de lavanda de amapola procesada procesando un sueño en el que la vasija humana cantaría una canción para nosotros. Pero es tarde ahora y nunca me gustó conjurar el verbo haber/ mi miedo más puro se ha ido a reposar entre las flores.

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El misterio siempre renovado de la verdad y la belleza Un incendio en blanco y negro se confunde desde lejos con una cebra que huye del apetito primero de un león, el león puede ser también un avión en llamas o un cometa y la tropa de bomberos no está entrenada para lidiar con tales avatares. Un incendio en blanco y negro una sonrisa de dientes de agua la columna derruida del sueño un vapor que rastrero se desplaza y que nos trepa y nos llena de hiedra las narices, cardúmenes de niebla enloqueciendo a las cebras flamígera agitación de una cabellera lejana y si acaso nos duelen los finales aún tenemos la sonrisa que siempre puede ser guardada en un cofre de alabastro y puede la memoria ser un ácido amable y puede el incendio trotar alegre por el campo y puede la muerte ser el nido que me espera.

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MARÍA EMILIA CORNEJO Nació en el Perú en 1949. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Murió en setiembre de 1972 en la ciudad de Lima, a la edad de 23 años, fue encerrada para siempre en un frasco de pastillas.

Soy la muchacha mala de la historia Soy La muchacha mala de la historia La que fornicó con tres hombres Y le sacó cuernos a su marido. Soy la mujer Que lo engaño cotidianamente Por un miserable plato de lentejas, La que le quitó lentamente su ropaje de bondad Hasta convertirlo en una piedra Negra y esteril Soy la mujer que lo castró Con infinitos gestos de ternura Y gemidos falsos en la cama Soy La muchacha mala de la historia.

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Hubiéramos querido tener en nuestras manos la eternidad de nuestras vidas pero sólo nos era permitido ocupar el cuarto por tres horas. la vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos, para entonces ya nada importaba. con las precauciones del caso cara - a - cara intentamos recuperar nuestro destino y nos amamos desesperadamente. yo todavía conservo una mata de tu pelo entre mis piernas.

Envueltos en las sábanas de tu cama, esa cama tuya cargada de pesares descubrimos las mil formas del amor; mis senos como palomas alimentaron tus angustias y tus pasos se perdían locos en la llanura de mi vientre, ¡oh! fauno enamorado cabalgabas sobre mí desesperadamente. tus labios tomaron posesión de mi sexo y una lluvia de estrellas bañó nuestros cuerpos y tu semen vino a mí curando todas mis penas. al final fumamos y nos quejamos del viejo colchón de paja limpiamos nuestros sexos hurgamos en viejos poemas la definición de lo nuestro volvimos a fumar y las cuatro paredes de tu cuarto se hicieron evidentes tan claras y evidentes. yo te dije adiós y tú prometiste llamarme.

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Entro lentamente por tus venas hasta inundar todos los rincones de tu cuerpo rescato tu nombre milenario en cada arteria te pierdo y me encuentro en la profundidad de tu mirada sin compañía alguna invado tus pulmones y vivo y me recreo con el aire que respiras avanzo por debajo de tu piel y organizo con exactitud el metabolismo de tus penas y tu cuerpo se convierte en la zona sagrada de mi vida. sin embargo, hoy es mañana y mañana será nunca.

Te beso en los ojos, en la cóncava mudez de tu inocencia, te beso y todo tu cuerpo se viste con flores de un canto primaveral, te beso y conviertes las cosas en hechos silenciosos y llenos de asombro, te beso al fin te beso.

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Laura Rosales [Lima, 1989]. Obtuvo el Primer Premio del IX Concurso Nacional de Cuento Juvenil César Vallejo (2009) auspiciado por el Instituto Nacional de Cultura (INC) y la Municipalidad Provincial de Trujillo. Fue incluida dentro de Los escritores menores de 25 de la revista Eñe (Madrid, N.º 31). Poemas suyos han aparecido en medios peruanos y extranjeros (Argentina, Chile, Venezuela, México, España, El Salvador). Es autora de Von (Lustra Editores, 2011) y Cantata Natural (Paracaídas Editores, 2013).

Ejercicio nocturno Pulsa el nervio y escribo. La noche es un pez furioso que viaja en redondelas. Siento cada espina en la fecundidad de los ríos, enjambres de mi reflejo nítido y secreto. Del agua se desprende mi confesión súbita, una llave. Morada del quehacer incinerante, sustancial. Aquí el sueño no está quieto. Fluye, pulsa el nervio y las membranas. Los ríos nacen de los dedos del acuarelista que dejó entreabierta la jaula de la noche. El pez es pájaro al llegar el día. Lleva en los ojos la canción escrita por mi médula. Melodía infinita en la boca del ahogado. Apretados labios donde el eco reposa.

Canción Algo nace debajo de mi blusa como música que talla un obituario. Aquí nace la leche del pájaro rey.

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Lección de vuelo Sostente en la caída sorpresiva y oye cómo masculla tu corazón de torcidas alas. Desata la tormenta en el primer aletazo e inquieta a la naturaleza con tu más fino cabello. Guarda en la frente la promesa del agua. Escribe: Sí, Libertad, Canción, Vida en el panteón; y fija un mapa somnoliento, itinerarios sin retornos. Así tus sandalias se despegarán de la tierra y así tus pies de las sandalias. El huerto de la infancia se abrirá y la llanura preciosa jalará tu cuerpo a lo más hondo, donde la música espera.

El tiempo pasa sin prisa levantando polvo y peces de mi casa. Alguien llama de la otra orilla y deja un mensaje de escarcha entre las olas. Mi casa envuelta en seda azul, universo en miniatura para el invierno encarnado. Mar sin señales ni historia, profunda herida del dios inexistente. Mi casa: un caracol dormido. Mar: poema de agua en el agua.

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Matilde Rosario Granados Requejo [Trujillo, 1986]. Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (Chiclayo, Perú). Publicó el poemario Para oír el solfeo exiguo de mi cuerpo (Prometeo Desencadenado Ediciones, 2007). Coordinadora general de la asociación cultural «Kaypi Kani» en la ciudad de Chiclayo y subdirectora de la plataforma digital «Agenda CIX, arte y cultura».

Poema 1

Poema 2

Muerte Niña mía sella la ventana y la puerta de mi habitación Siéntate a mi lado cuenta hasta tres Y antes que la tierra despierte en el regazo del sol apuñala 86 veces mis ahuecados ojos Que pronto seremos criaturas enfermas Dos hermanas caníbales A punto de tragarse.

Nuestra miserable casa nos amenaza con la muerte. De sus pechos cuelgan los bigotes del abuelo. Alguien murió hace mucho tiempo. Ya estamos viejos. Tres niños han nacido y los adobes hunden sus dedos del pasado en nuestros abrumados ojos. Queremos soñar en esta casa madre pero ella nos arrebató a palos y madrugadas su eterna compañía.

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Lena Marice Orduña Vega [Cusco, 1989], economista de profesión y destinada a la poesía sin compasión. Entre sus influencias, son notables la poesía vanguardista, el psychedelic rock y autores como Walt Whitman, Ernesto Carrión y María Emilia Cornejo. Su primera publicación fue en la antología femenina Eghos (2005) y más tarde surgió la plaqueta «Fuera de consonancia» editada por la Laparcalestial (2007). En 2014 organizó la décimo octava edición del festival de poesía más importante del sur andino «Enero en la palabra». Actualmente, está trabajando en su próximo poemario y dirige una página de poesía oscura en Facebook denominada «Estrangótica».

La hija de acuario A Marlene Vega Chaparro por la exuberante agitación de su existencia.

He de confesar que muchas aguas han caído al vórtice de la ausencia, que las selvas han dejado la espesura con la elegancia del silencio, que he luchado contra la asfixia y el llanto y me he vuelto subversión fruto de tu desierto forma y fondo del vendaval que te sanó, por eso vuelve con tu lava y tus pecas en algarrobina porque en mí todo se desploma la añoranza y la fuerza atávica del sol y las intenciones de alivio y el afán de los males de aquel cielo encenizado que nos separó cuando el numen calaba justo en mi pecho el trópico que sería tu cáncer, así que ven y llénalo todo de un amor violento e inunda, disecta, atraviesa como un sable mi propia traza que adopta los efectos de las sombras que llevan por bandera la bravura del corazón

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Pero he de admitir que sufro y que me avergüenzan mis sombras porque no quedan lluvias ni arbustos en mi piel y que febrero remembra la fiera azabache que duerme en mis ojos y quema los sueños que siento asco cuando hablan de temor y que me quema el ansia de embestir, hoy que surjo como el falso espíritu de tu cuerpo.

A los yermados Dicen que soy promiscua por ser fiel al ritmo débil de las olas que rompen mis caderas y que entre hombre y hombre me vuelvo caudalosa como una flor que ansía el agua en ondas de ardiente violencia y entonces cargo con la luz tumultuosa de mis carnes que no conocen el fondo del olvido ni la meta del recuerdo bullicio del desnudo porque el crepúsculo sube enredado por mis venas a ennegrecer estos ojos blanqueados por la soledad que limpia el alma Dicen que no me queda vergüenza por derruir mi materia diamantina en un hombre casado perdido en mi juventud como una tenue llama en gasolina. Y dicen que voy hacia donde despliega el alcohol infinitas sentencias sensuales que hacen trizas el calor de esta mujer que arquea la espalda ante el peso inútil de la lujuria rastrera porque enturbio el llanto de los encariñados que alimentan el magro arranque de mi carácter con sus corazones partidos y sexos vacantes que baten la ternura de hiena triste que siento por enardecer la soledad que vuelve ingrata. 34

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Katherine Medina Rondón [Arequipa, 1994] Ha publicado Murmullos y volantes (Aletheya, 2012), Amor en cuatro actos y otros cortejos (Casatomada, 2013).Fue incluida en la muestra dinámica de poesía latinoamericana Tea Party III (Cinosargo, 2014). Obtuvo el tercer puesto en el género poesía en el concurso Jorge Eduardo Eielson (2012) y el cuarto puesto en el concurso de Cortometrajes del Festival Cinematográfico realizado por la Escuela Profesional de Ciencias de Comunicación de la Universidad Nacional de San Agustín (2014); también ha colaborado en diversas revistas, como Destiempos modernos, La ira de Morfeo, Con nuestro Perú, Delirium Tremens, Redacción Popular, Letralia, Palabras Diversas y Lucerna.

Murciégalos Ha llegado el tiempo de los murciégalos y la ancestral incomprensión de que mi cuerpo es sólo un cuerpo, y nadie se muda en él, sólo asienta un nuevo inquilino, cuyo abrazo ciñe mi nicho cual oruga y se envuelve de balas verdes y amarillas, tan rancias y desgastadas que se evaporan con el sudor del esfuerzo de haberme abierto las piernas como a una virgen hacendosa. Y me pregunta si nos veremos de nuevo ¿Cómo negarle la muerte a un suicida? No me atrevo siquiera a tocarlo, a respirar cerca de su cuello, ni pasar mi afilada lengua sobre el azul de su mirada abatida. Y creo que es enorme por superar los rencores de haber sido traído a este mundo sin consulta previa, y a pesar de todo, al escribir estas líneas, he tenido que asesinarlo.

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Avenida principal Un poema no nace en una avenida como ésta, pero los verbos me atacan y las piedras recuperan el sentido de la orientación, un poema no nace cerrando una puerta o caminando presurosa para tomar el autobús, ni mirando al amigo que saluda cuando camino incógnita de la mano de un hombre que no es mi marido. Un poema nace con una ventana rota, con la espalda arañada o un libro nuevo en el bolso, un poema nace cuando me quitas el vestido o cuando llegando a casa me siento en mi escritorio y mi cuerpo sigue irradiando el olor de tu ombligo.

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